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La configuración
de la hegemonía menemista.
La acción estatal, durante el gobierno de Alfonsín, se puede dividir en dos momentos clave,
y en tres planes. Guro gradual, y creciente, hacia una mirada más ortodoxa en términos
económicos.
PLAN GRINSPUN
Al comienzo, el plan es exitoso, pues logra reactivar la economía y hacer crecer el PBI. Pero
aparecen dificultades. Limitaciones al interior del propio Estado. Dentro del Ministerio de
Economía y del Banco Central aparecen cuadros que no están de acuerdo con este tipo de
políticas. Son más cercanos a las políticas ortodoxas y al establishment financiero. Otro
condicionante era la capacidad de veto que tenían los grandes ganadores económicos de la
dictadura. Los conglomerados extranjeros tienen un poder de presión desconocido hasta el
momento. Ya tenemos un gran empresariado que prioriza las tácticas especulativas por sobre
la inversión industrial. Además de eso, tenemos una inédita carga de la deuda. El FMI busca
quebrar este Grupo de Cartagena. Ni bien logra negociar con México y con Brasil, el grupo se
desarma. Todo esto, sumado a corridas cambiarias y proceso inflacionario. Además, el
gobierno tampoco contaba con el apoyo de la CGT, ligada más al peronismo. El gobierno
había planteado la posibilidad de “democratizar” la CGT.
15 meses dura Grinspun como ministro, hasta que Alfonsín le pide la renuncia. También
hubo un error de diagnóstico: no se había tomado en cuenta la profundidad de las
transformaciones introducidas por la dictadura (que significó un cambio en el régimen de
acumulación). La misma lógica de realización del excedente había cambiado: ya no se
reinvierte en el mercado y el consumo interno, sino en prácticas especulativas.
PLAN AUSTRAL
Sourrouille: perfil más técnico, combina elementos ortodoxos y heterodoxos. Ante todo, hay
un nuevo diagnóstico: pone como centros de los problemas la inflación y el déficit fiscal. En
este sentido, toma el diagnóstico de EEUU y el FMI.
El Plan Austral cambia la moneda, empieza a regir el austral. Busca restablecer la confianza
en el tipo de cambio. Se comprometía el Estado a no emitir para resolver el déficit fiscal.
Entonces, para cubrirlo, se proponía ir a buscar préstamos externos. Todavía hay una
preocupación por la producción, por lo que no se quiere buscar préstamos internos (para no
incidir en la tasa de interés). El Plan, además, contempla congelamiento de precios, salarios,
tarifas, tipo de cambio, alternando momentos de congelamiento con flexibilización. Para
reducir el déficit, se aumentan algunos impuestos: retenciones, combustibles. Pero también
aparece un ajuste sobre las jubilaciones y el sector público. Se pretende solucionar los
problemas en la balanza de pagos mediante la exportación industrial: se subsidian
exportaciones no tradicionales.
Negociación con los grupos económicos locales en materia de deuda: Sourrouille
propone un reconocimiento de la deuda y una continuidad de los procesos de estatización de
la deuda, negociando inversiones.
El Plan tiene un efecto positivo a corto plazo: crece el PBI, se achica el déficit fiscal y se
reduce la inflación. En materia de empleo y salario real, no es tan exitoso.
Para que funcionara, hacía falta un cambio en el comportamiento de los grupos económicos
nacionales. Pero nos encontramos con clases dominantes que ya no son las mismas que
pre-76. Hay prácticas oligopólicas y empresas transnacionales, y no se dejaban condicionar
por el poder político.
El problema va a estar incluso en el objetivo de bajar el déficit fiscal. Esto implica
recortar los ámbitos privilegiados de acumulación (la patria contratista).
Ahora bien: el capital concentrado no repatria los capitales, sino que ejecuta un conjunto de
maniobras desestabilizadoras. En el 87, se reactiva la inflación. Y, frente a esto, sucede un
nuevo cambio de diagnóstico: dentro de los 2 problemas que enfrentaba el Plan Austral, los
grupos económico locales no cooperan. Entonces, la gestión económica de Sourrouille se
abraza con más fuerza el plan del FMI.
Nuevo acuerdo con el Banco Mundial: mayor apertura comercial, reducción de subsidios,
esquema de privatizaciones. Esto profundiza la crisis en todos los planos.
En este contexto, el radicalismo pierde las elecciones del 87. Pierde las elecciones legislativas
y algunas gobernaciones (entre ellas, la de Bs. As).
PLAN PRIMAVERA
El Plan Primavera va a cosechar rechazos del sector agroexportador. Por otro lado, las altas
tasas de interés van a acelerar un proceso de valorización financiera (principalmente, en el
mercado financiero interno). Además, se va a generar una corrida contra el austral, tratando
de forzar una devaluación. Llega un punto en que el Banco Central no puede sostener con
reservas el tipo de cambio. En ese contexto, el gobierno empieza a incumplir tanto con las
metas de ajuste como con los pagos de la deuda. Los organismos financieros internacionales
sentencian que el gobierno no cumple sus obligaciones, por lo que el Banco Mundial le retira
la ejecución de un préstamos pautado. El gobierno y el Banco Central quedan entregados
frente a la corrida cambiaria, lo cual marca el principio del colapso. Carrera entre la
devaluación y la inflación. HIPERINFLACIÓN. Algunos caracterizan este proceso como un
golpe de mercado.
La “década perdida”
La hegemonía menemista
Coaliciones reformistas
Etchemendy analiza cómo se da una estrategia de negociación muy lúcida a la hora de medir
relaciones de fuerzas. En cada ámbito, establece concesiones con los actores de mayor poder.
Dentro de los ámbitos de acumulación de los contratistas del Estado, se ofrecen nuevos
negocios (las privatizaciones como “ofrendas de paz” que permiten mantener los equilibrios).
Pero lo mismo sucede con los sindicatos: se flexibiliza pero se mantienen las obras sociales,
el sistema de indemnizaciones, etc.
Etchemendy concluye que debe pensarse en ganadores y perdedores al interior de
cada clase social. Sin embargo, hay que remarcar que se dio un deterioro general de las clases
subalternas, mientras que el bloque de poder se vio enormemente beneficiado. ¿Qué pasa, en
este último, con las relaciones entre los grupos económicos locales y el capital extranjero, una
vez que las reformas neoliberales se lleven a cabo en su máxima expresión? ¿Qué pasa
cuando el Estado pierde capacidades no sólo de protección social, sino también de protección
de los intereses de la clase dominante?