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24 de julio de 2018
Esta es la escena: has pasado las últimas horas (tal vez varias horas) preparando el
encuentro del grupo de adolescentes. El mensaje está bastante bueno, aparecen
voluntarios, se está ensayando la música y acabas de encontrar un nuevo juego que
realmente te entusiasma jugar con tus chicos. Te das cuenta de que el tiempo voló y solo
quedan treinta minutos para la hora de inicio programada, pero … todavía no vino nadie.
Chequeas tu teléfono y las redes sociales para ver si alguien te ha comentado o enviado un
mensaje, pero nada… Diez minutos. Cinco minutos. Nadie aparece.
Esta es una escena que probablemente todos hemos experimentado alguna vez. Todos
hemos sentido que el pánico recorre nuestras mentes (y nuestros corazones) al darnos
cuenta de que todo el trabajo que hemos hecho en la preparación va a ser inútil porque
solo dos adolescentes, o peor… nadie viene.
Si eres como yo, es en este punto que me hundo en el agujero de los sentimientos de
fracaso, duda y desilusión. Peor aún, al día siguiente, cuando la gente nos pregunta
“¿cómo estuvo el grupo de adolescentes anoche?” tenemos que mirarlos y decirles que
nadie vino…
Entonces, si te has encontrado en este lugar, probablemente te hayas hecho esta pregunta:
“¿Qué hago cuando “nadie” viene al grupo?”. En mis quince años de ministerio, me he
hecho esa pregunta muchas veces (desafortunadamente). Ya sea que recién estés
empezando en el ministerio juvenil o que hayas estado en esto por mucho tiempo, todavía
tendrás estos momentos. Quiero darte una lista de cuatro cosas en las cuales pensar
cuando esto te pasa. A través de mis años en el ministerio he descubierto que estos cuatro
pensamientos son muy valiosos.
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Lo más fácil para nosotros es conectar nuestros contratiempos temporales y aplicarlos a
nuestro valor a largo plazo. Sin embargo, este es un gran error. Durante muchos años, mi
esposa podía adivinar cuántos chicos habían ido al grupo simplemente por la actitud que
yo tenía cuando llegaba a casa. Cuando tenía una es esas noches “en la que no fue nadie”,
tenía una actitud terrible y comenzaba a buscar un nuevo trabajo. Cuando teníamos una
“noche récord”, estaba en las nubes y empezaba a soñar con un nuevo centro juvenil.
Independientemente del número de jóvenes que vayan a nuestro grupo, no podemos
permitir que los números de asistencia dicten cómo hacemos nuestro trabajo ni que nos
influencien para querer abandonar el llamado que Dios ha puesto en nuestra vida.
Es hora de evaluar
Cuando empecé a tener en cuenta los horarios de los chicos en mi ministerio, esto me
abrió los ojos a la forma en que podría hacer el ministerio en un contexto diferente. ¡Una
vez tuve un miércoles por la noche cuando tres deportes escolares tenían juegos de local al
mismo tiempo! Sabía que nadie iría a nuestro grupo esa noche. Así que decidí cambiar mi
ministerio esa noche para no tener que enfrentar una de esas noches de “no asistencia”.
Llevamos el grupo a ellos. Organizamos a todos nuestros adolescentes para ser
“superfans” por la noche. Todos nosotros aparecimos con ropa de superhéroe y
recorrimos el área de la escuela animando como locos en todos los eventos que estaban
sucediendo. Fue un gran éxito.
En última instancia, cada uno de nosotros tendrá diferentes situaciones en las que
tendremos que aprender a navegar; la cantidad de adolescentes que asistan siempre será
una batalla contra la que tendremos que luchar. Con suerte, una de estas cuatro ideas
puede ser una ayuda a medida que tratas de servir a los adolescentes de tu grupo.
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Jeremy Clark
Pastor universitario en su iglesia local en Ohio. Ha servido por más de 15 años en diferenes contextos
ministeriales.
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