Desde la llamada Organización Nacional de Mitre al Gobierno Peronista
Al asumir Mitre en el poder diversos historiadores de esa corriente
historiográfica han señalado a ese período como el de la organización nacional, es decir que luego de las luchas internas entre unitarios y federales con Mitre se llegó a una etapa de unificación pacífica de los argentinos para construir lo que sería la tan añorada gloriosa Nación. La realidad nos demuestra que fue todo lo contrario, podemos igualar esta etapa como una de las mas represivas a nivel nacional tal vez comparable a lo que fue más de 100 años después el también llamado Proceso de Reorganización Nacional.
En efecto en 1862 al asumir Mitre las clases dominantes, se unifican y
consolidan como la Oligarquía en el poder, por un lado los comerciantes anglo argentinos que ya venían consolidando sus actividades económicas desde la presidencia de Rivadavia y por otro los estancieros y hacendados de la creciente provincia de Bs As que venían desde los tiempos de Rosas consolidando su actividad exportadora, ambas corrientes, a las que podríamos catalogar como urbana y rural, se unifican bajo un mismo interés con el gobierno de Mitre, que es nada más y nada menos continuar garantizando los beneficios aduaneros del puerto de Bs As. Este componente social que logra influencia sobre sectores medios de origen unitario sostiene el liderazgo de Mitre. Mientras tanto en el interior del país la situación no había cambiado sustancialmente, la oposición al centralismo porteño continuaba, Urquiza se había retirado luego de pactar con Mitre, pero el gauchaje generalizado mantenía con reservas o abiertamente su oposición al gobierno mitrista. Esto conllevo una fuerte reacción del gobierno central para imponer su régimen en todo el territorio nacional. Ello significó concretamente la eliminación de las montoneras, persecución a los caudillos y ocupación militar de varias provincias, de tal modo que el llamado periodo de organización nacional se rigió por una fuerte campaña militar que no iba en pos de una unificación nacional y federal, todo lo contrario, la idea desde un comienzo fue la rendición absoluta de los gobiernos locales y si no lo hacían su aniquilamiento liso y llano. Era necesario para imponer un proyecto de país basado en la idea de ser una semicolonia inglesa eliminar toda resistencia militar, política y económica basada en las economías regionales. El proyecto semicolonial en beneficio de las minorías internas necesitaba de un sometimiento del pueblo, la imposición del terror como método de dominio y eliminar a miles de compatriotas de ser necesario para lograr ello, desde lo institucional se proyectó una modernización y unificación de las decisiones, desde la organización de la Corte Suprema y tribunales inferiores, con respecto a la Corte Suprema no quiero pasar por alto la paradoja que se da en la historia argentina con el máximo tribunal y cabeza de uno de los poderes del estado, en efecto éste poder permaneció intocable hasta 1946, con el Presidente Perón, hasta entonces tanto el PEN como el Congreso habían sido cambiados o por elecciones o por gobiernos de facto, no obstante todos los gobiernos respetaron la renovación “natural” de la Corte producida siempre de forma parcial por muerte o retiro de sus integrantes sin sobresaltos ni alterar la mayoría. Ya en el siglo XX, casi todos los gobiernos nombraron integrantes en el máximo tribunal sin esperar la decantación natural antes citada. Cámpora y Alfonsin cambiaron sus integrantes pues los anteriores habían sido nombrados por gobierno militares, su posterior renuncia al alto magistrado terminó en el nombramiento de nuevos miembros. Lamentablemente para la vida democrática argentina es la Corte, uno de sus poderes, quien a través de la famosa acordada del 30, (acordada realizada cinco días después del golpe de 1930) la Corte Suprema de Justicia legitima al gobierno de facto iniciando así la doctrina de los gobiernos de facto). Luego de la crisis neoliberal de los 90, la renuncia de un presidente y la etapa del que se vayan todos, con una corte desprestigiada ante la sociedad por ser considerada adicta a los intereses políticos y económicos causantes de la crisis que sufría el país, fue Néstor Kirchner quien nuevamente encaró una renovación forzada de la Corte a través del Congreso iniciando juicio político a sus miembros luego de que ésta amenazara con tomar medidas económicas.
Continuando con Mitre, la creación de colegios nacionales, uno por
cada provincia, la redacción del código civil y la nacionalización del código comercial, la creación de un sistema de recaudación nacional era condición para imponer el sistema liberal. Me atrevo entonces a encontrar un paralelismo entre aquella inicial organización nacional y la que sobrevino en 1976 con el autodenominado proceso de reorganización nacional, no creo que el título elegido por los militares sea casualidad histórica, sabían perfectamente a que etapa histórica se querían parecer.
A continuación sucedió la mal llamada guerra del Paraguay, pues en
realidad sería la guerra contra el Paraguay, donde queda explícitamente demostrada la posición semicolonial adoptada por el gobierno de Mitre, no es la intención detenerme en éste tema pues solo hace a la organización nacional en el aspecto de las relaciones exteriores que incipientemente comenzaba a diagramarse, un país agroexportador con los estancieros y hacendados del interior que se unían al gobierno central y un país consumidor de bienes importados, donde los comerciantes de Bs As principalmente tenían un rol primordial, secundados con los comerciantes del interior que adherían al gobierno central haciendo las veces de intermediarios o destinatarios finales de los productos que llegaban desde Bs As.
Se suceden la presidencias de Sarmiento y Avellaneda con la idea
fuerte de la inmediata implantación del liberalismo en el país, el rol de argentina debía ser complementaria en una integración mundial creciente de la mano de Inglaterra y para eso era vital el desarrollo agroexportador, el ingreso de capitales extranjeros con el desarrollo del ferrocarril desde el interior hacia el puerto de Bs As, el telégrafo, el correo, la inmigración rural, pues persistía la idea de que el criollo ( gauchaje) era incapaz de adecuarse y formar parte de un desarrollo moderno del país, y si era necesaria su aniquilación no habría que dudar sobre ello, ya no eran características económicas sino culturales las que se querían implantar y sustituir, la cultura europea en zonas rurales pasa a ser una política casi de estado. La cultura se engaña con la cantidad de escuelas, la generalizada escolaridad, pero el contenido nacional en la enseñanza es apenas valorado, el pueblo aprende a leer y escribir no a pensar y eso a la larga constituye la base de una mentalidad colonial que comienza a operar y lleva a la dependencia cultural que sostendrá años después casi toda la clase política dominante. Cabe señalar que los resabios de lo que podría llamarse el resto del federalismo con tal de aborrecer a Mitre, logra realinearse ante el nuevo mapa político (ya sin los caudillos) y apoya a Sarmiento y más claramente a Avellaneda en 1870, luego en la década siguiente el interior resurgirá en protagonismo con la confirmación de Roca.
El Primer Partido Nacional, el partido autonomista nacional.
Inicialmente el liberalismo porteño estaba claramente dividido entre
los llamados nacionalistas o mitristas y los autonomistas liderados por Alsina, representaban a la misma clase social. Mientras tanto en el interior profundo del país los carreros que solían recorrer las provincias junto a los troperos o bien trasladando ganado de un pueblo a otro o como pequeños comerciantes que trasladaban productos autóctonos entre provincias iban siendo arrinconados por el ferrocarril, los tejedores, talabarteros, artesanos de toda índole eran arruinados por la mercancía extranjera, peones rurales o changarines eran desempleados por el creciente monopolio porteño sobre la renta aduanera. En fin toda la clase social popular que era víctima en mayor o menor medida de las decisiones de la oligarquía porteña y la pasividad exasperante de Urquiza estaban esperando el accionar de alguien que los represente. Muchos gauchos desocupados se enrolaron en el ejército nacional pues era uno de los pocos lugares donde conseguir una paga segura, pero mantenían su antagonismo con el Gobierno porteño. Del mismo modo una clase social media, muy incipiente comenzaba a formarse en el interior con los nuevos empleos que llegaban con el ferrocarril, las escuelas, el correo, pequeños productores agrícolas o artesanos favorecidos por políticas de Sarmiento, Avellaneda y más tarde Roca. Todo éste nuevo colectivo social que estaba siendo dejado al costado por el modelo agroexportador que crecía con los ferrocarriles y la inmigración europea debía encontrar un canalizador para exponer sus reclamos y esperanzas en el nuevo país que se estaba formando. Es el Partido Autonomista Nacional quien ocupa ese espacio principalmente a través de la Liga de Gobernadores y de ellos sobresale Julio Argentino Roca, persona contradictoria si las hay en la historia argentina, de origen tucumano y con una juventud más bien urquizista se inicia militarmente en la Confederación luchando contra el mitrismo, luego participa en la guerra contra el Paraguay bajo las ordenes de Mitre, vence a caudillos provinciales como Saa, Felipe Varela y López Jordán. Anterior a esto último lo que lo catapulta como líder político en el interior es su triunfo contra Arredondo, partidario mitrista en la batalla de Santa Rosa, eliminado así el temor de los gobernadores de un resurgimiento del mitrismo en el interior. Vemos así como Roca fue un pragmático de la política que intervino como Autonomista Federal pero no dudo en cumplir órdenes militares contra los otrora caudillos provinciales. El partido autonomista era gran mayoría en el interior y con un único contendiente el mitrismo. En Bs As, Roca era apoyado por Pellegrini y Bernardo de Yrigoyen.
Se plantea como primer partido nacional, (aunque parezca exagerado
el término) no por su legitimidad pues no se votaba aún y no había una columna de partidarios o militantes en que sustentarse, sino por la cantidad de adeptos y simpatizantes que mantendría para la época, más allá del gran apoyo político de los gobernadores, todo hasta la aparición de la unión cívica.