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Litiasis de las glándulas salivales

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Cosme Gay-Escoda Maria Ángeles Sánchez-Garcés


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Litiasis de las glándulas
salivales
L. Berini Aytes<1l, C. Gay Escoda<2l y M.8 A. Sánchez Garcés<3l

1. Introducción creciones situadas dentro del propio camadas, agregados de bacterias,


parénquima y, por lo tanto, sin rela- grupos de moco, pequeños coágu-
La litiasis es hoy día la enferme-
ción alguna con el sistema ductal. los de sangre producto de microtrau-
dad más frecuente de las glándulas
Generalmente son múltiples, bilate-- mas y cuerpos extraños (Bullock,
salivales mayores y, muy en concre--
rales y exclusivas de una sola glán- 1980). Sobre esta matriz, una serie
to, el motivo de exéresis quirúrgica
dula, aunque son más frecuentes en de alteraCiones metabólicas, única-
de la glándula submaxilar. Se hace
la parótida, donde adquieren un vo- mente a nivel local, favorecen la
una revisión de la etiopatogenia, in-
lum~n mayor. Afectaría a mujeres precipitación de las sales que habi-
cidencia y clínica, así como de los
·casi en exclusiva, de 45 años de tualmente forman parte de la com-
métodos de diagnóstico y del esta-
edad como promedio, ocasionando posición de la saliva; esta modifica-
do actual de su tratamiento.
una clínica propia de siafoadenitis ción afecta a los electrólitos y es la
Palabras clave: Glándulas saliva- crónica bilateral aunque no tempo- razón que permite definirla como
les, litiasis salival, sialografía, litotrip- ralmente simultánea, habiéndose re-- una disquifia y, con mayor precisión,
sia, litectomía. lacionado también con el síndrome como «sialoadenitis electrolítica» (Sei-
de Sjogren (Dechaume, 1981). fert, 1986). Pero esta circunstancia,
debería complementarse, para otros
2. Concepto 3. Etiopatogenia autores, con la coexistencia de un
·Respecto a la verdadera litiasis, estatus infeccioso (Mandef, 1976).
uede definirse como la forma- hay dos corrientes de opinión bien

P
Igualmente, se considera como un
ción de concreciones cálci- distintas para explicar su génesis. factor predisponente la presencia de
cas en el interior del sistema Una, conocida como «teoría micro- estasis salival, generada casi siem-
excretor de una glándula salival. Por biana», que defiende la necesidad pre por una hipofunción glandular
su frecuencia, es la patología glan- de que haya previamente un proce- o por patología propia del conducto
dular más importante, sobrepasan- so infeccioso, mientras que fa otra principal, sea de causa orgánica o
do la incidencia de la parotiditis epi- considera que la infección es siem~ funcional (Dechaume, 1981); tam-
démica o paperas. pre secundaria a fa formación del bién, pero menos frecuentemente,
Otra entidad interesante y a la vez cálculo (lsacsson, 1982; Seifert, puede intervenir patología de ve--
debatida, puesto que parece estar 1986), apoyándose parcialmente en cindad que provoque una retención
defendida únicamente por los auto- la frecuente observación de cristali- del flujo, como es el casa de las
res franceses, es la calcinosis glan- zaciones iritracanaliculares en las ne- neoformaciones del suelo de boca
dular, que vendría referida a las con- cropsias (Thackray, 1972; Rauch, (Ammar-Khodja, 1979).
1973). Algunos han hablado de una
11l Profesor titular de Patología Quirúrgica La etiopatogenia de la litiasis sali- <<Constitución litiásica universal» (Ca-
Bucal y Maxilofacial. Profesor del Master
de Cirugía y lmplantología Bucal Facultad
val no es plenamente conocida, pero latrava, 1979) y de la posible conco-
de Odontología, Universidad de Barcelona. se admite. que los cálculos se for- mitancia de cálculos en otros órga-
!2lCatedrático de Patología Quirúrgica Bucal man cuando hay una precipitación nos de la economía (Becker, 1970);
y Maxilofacial. Facultad de Odontologla.
Universidad de Barcelona. Director del de sales cálcicas en torno a una ma- de hecho, parece que solamente hay
Master de Cirugía y lmplantologla Bucal triz que estaría formada por material una relación comprobada con la
de la Universidad de Barcelona. orgánico (Seward, 1985); como po- gota úrica, observándose un cierto
!3) Profesora Asociada de Patología Quirúrgi-
ca Bucal y Maxilofacial. Profesora del Mas- sibles componentes de dictia matriz paralelismo con los altos niveles he-
ter de Cirugla y lmplantologla Bucal. se ha citado células epitelil:ifes des- máticos de ácido úrico, al contrario

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de lo que sucede con los valores una brusca acodadura de 90~ co- sistema ductal se encuentran los cál-
no aumentados de calcio y fósforo nocida como <<área coma», donde culos con mayor frecuencia, dado
en sangre (Work, 1980). se crean unas condiciones idóneas que sufren una migración pasiva;
para la estasis salival; por otro lado, por dicho motivo, un mismo cálculo
4. Incidencia el ostium está situado apicalmente puede ser observado en distintas
Las estadfsticas sobre incidencia respecto a la glándula, hecho que ubicaciones durante el curso evolu-
son numerosas y presentan una no- establece que el flujo transcurra todo tivo del proceso. De todas formas,
table disparidad de resultados, mo- el rato contra la tuerza de la grave- en la submaxilar pueden distinguir-
tivados en parte por utilizar diferen- dad. se una serie de zonas formadoras
tes criterios para valorar unos En cuanto a las condiciones físi- de cálculos como son los pequeños
mismos parámetros; sin embargo, to- cas, la saliva submaxilar es menos conductos intraglandulares y el área
dos llegan a la conclusión de que fluida y más rica en mucina, mien- coma, unas zonas de tránsito como
la submaxilar es la que se afecta con tras que desde el punto de vista quí- son las partes proximal y distal del
más frecuencia. mico su pH alcalino ya de por sí, Wharton, y unas zonas receptoras
Así, en un extremo de este abani- pudiendo todavía aumentar si hay un que son la pelvis glandular (Rg. 1)
co, hay estudios dondé se conside- estatus infeccioso, facilita que los car- y la zona que quedarfa justo por de-
ra que la parótida participa de for- bonatos y fosfatos cálcicos puedan trás del ostium (Fig. 2).
ma importante, pero que al hacerlo superar su punto de solubilidad y La mayor parte de opiniones coin-
de modo asintomático pasaría inad- acaban precipitando (Biatt, 1964). ciden en que el tramo de máxima
vertida (Dechaume, 1981); dentro de Algunos autores opinan que la pa- observación de cálculos es el hilio
esta óptica se sitúan publicaciones togénesis de lá litiasis sería distinta o pelvis de la glándula (mandel,
·que dan proporciones de 4 casos para cada glándula, en virtud de los 1976); en cambio, en el área coma
contra 1, pero siempre a favor de estudios sobre la composición de los reputada como litógena, la presen-
la submaxilar (levy, 1962). En el otro cálculos. Así, en la submaxilar ·el cia de concreciones parece ser de
polo, y especialmente cuando el re- cálculo sería siempre primario, mien- corta duración, viéndose aquí en
cuento se efectúa en un medio qui- tras que en la parótida sería secun- sólo un 4% de ocasiones (lsacsson,
rúrgico, el cociente se dispara hasta dario, es decir, que requeriría una 1984).
12/1 (Seldin, 1953). infección previa (Mandel, 1976). La revisión de lsacsson, del Karo-
Por razones de eclecticismo pue- Los cálculos pueden estar dentro linska lnstituted de Estocolmo, publi-
de admitirse que la proporción más de la luz de un conducto, sea el prin- cada en 1984, da los siguientes por-
justa sería la de 5/1 (Biatt, 1964), es cipal (cálculos extraglandulares), sea centajes:
decir, que la submaxilar se afectaría en un aferente; en este caso se ha-
con un porcentaje de un 81%, mien- bla de «cálculos intraglandulare&> o - extremo proximal (ostium) 10,25%
tras que la parótida lo haría .con un «intraparenquimatosos», términos - parte proximal del W. 23,07%
18%, y el1% restante (Beahrs, 1969) poco afortunados, pues parecen dar - área coma 3,84%
sería para los excepcionales casos a entender que la ubicación esté por - parte distal del W. 14,10%
de calculosis de la sublingual y de tuera del sistema ductal; este he- - pelvis • 24,35%
las glándulas menores. Estas últimas, cho puede, sin embargo, observar- - intraglandulares 24,35%
dan lugar a una clínica propia de se en contadas ocasiones cuando
quiste de retención, sólo diagnosti- un cálculo erosiona la pared de un En esta estadística, resalta que un
cables por estudios histológicos (Sei- dueto aferente y penetra ~entro del 33,32% de los cálculos son anterio-
fert, 1986). parénquima dando lugar a una reac- res al área coma, mientras que un
La proporción, en edad infantil, se- ción por cuerpo extraño. 38,45% son posteriores, elevándose
ría de 9/1 también favorable a la Se acepta que los cálculos intra- este último porcentaje hasta un
glándula submaxilar (Work, 1980). glandulares son más frecuentes en 62,80% si se tiene en cuenta a los
La preponderancia de la litiasis la parótida en comparación con la intraglandulares; por tanto, se esta-
submaxilar sobre la parotrdea se ex- submaxilar (Oribe, 1981), pero en blecen unas relaciones de 1/1 y de
plica por una serie de hechos ana- ésta tampoco pueden considerarse casi 1/2 que serán de sumo interés
tómicos y de índole tisicoquímica. como excepcionales, ya que se de cara a la actitud terapéutica a
Dentro de los anatómicos, resalta acepta una proporción de 3/1 favo- adoptar.
que el conducto de Wharton es más rable a los extraglandulares (lsacs- En un 75% de los casos hay un
largo y estrecho que el deStensen, son, 1984). cá1rfu1o único, en un 20% se obser-
y además presenta en su trayecto Es difícil precisar en qué punto del van dos o tres, y más de tres en un

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1b

2b

3 4

Flg. 1 • ... Sialollto (señalado con la flecha) emergiendo por 18 desembocadura del conducto de Stensen; .0. visión del mismo en el detalle de una placa oclusal de la
raglón yugal. - Flg. 2 • ... Slalograffa en la que se observa un gran cálculo radloopaco (señalado con la flecha) posterior al área coma del conducto de Whalton, y que
no Impide a peaar de su volumen el paao de contraste; .0. pieza quirúrgica en la que puede verse este cálculo en la zona pélvlca de la gléndula submaxilar. - Flg. 3 •
Slalodoqultis del conducto de Wharton Izquierdo. - Flg. 4 • Slaloadenitls aguda de la glándula parótida Izquierda.

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5% de las ocasiones (lsacsson, aparecen las manifestaciones extrao- que, por lo menos, dos de cada tres
1984). Este hecho, que parte del su- rales (Myer, 1986). pacientes con clínica de sialoadeni-
puesto que la glándula tiene un po- La sintomatología mecánico- tis submaxilar presentarán cálculos.
der litogénico, viene potenciado por infecciosa traduce el impedimento No hay ninguna relación entre la
la creación de zonas estenóticas en que supone el cálculo para el flujo ubicación de los cálculos dentro del
el conducto principal a causa del normal de saliva; está obstrucción es sistema excretor y el grado de le-
roce mecánico por parte del propio parcial, ya que queda asegurado sión histológica; igualmente, la gra-
cálculo, por las secuelas cicatricia- siempre un mínimo·paso (Zegarelli, vedad de los cambios histológicos
les postsialodoquitis y también por 1974). La clínica' se presenta en oca- no sigue una relación directa con el
el trauma quirúrgico cuando se ha sión de cada comida, remitiendo al tiempo de evolución de la enferme-
practicado una litectomía; estas zo- cabo de minutos u horas; cuando dad (lsacsson, 1984).
nas estenóticas favorecen la estasis este hecho se cronifica, debido a La sintomatología habitual es la de
salival y así se crea un círculo vicio- que el cálculo se enclava y no pue- una sialoadenitis supurada aguda
so que explica, en parte, la cifra del de expulsarse, empezarán a obser- (Fig. 5) que va evolucionando a bro-
18% de recidivas (Mandel, 1976). varse los signos y síntomas de ori- tes; en los períodos de intercrisis, el
gen infeccioso (Dechaume, 1981). paciente no refiere molestias y úni-
5. Clínica Esta clínica inflamatoria-infecciosa camente se puede constatar, algu-
La afectación simultánea de varias puede traducirse como sialodoquitis nas veces, una glándula discreta-
glándulas no es usual, habiéndose (Fig. 3) y absceso periductal cuan- mente aumentada de volumen a la
reportado una incidencia de un 3% do hay un predominio de manifesta- palpación, acto que se realiza sin
del total de los casos (Batsakis, 1974). ciones ductales, o bien por sialoa- provocar dolor.
En estadísticas importantes, pue- denitis y absceso . de la celda Las lesiones histológicas iniciales
de apreciarse un ligero predominio, submaxilar o parotídea (Fig. 4) cuan- (infiltrado inflamatorio difuso o peri-
que no llegaría al 2/1, para el sexo do el predominio es a nivel glandu- ductal, edema intersticial, desdiferen-
masculino (Rauch, 1973), habitual- lar, aunque en muchas ocasiones ciación del parénquima que afecta
mente en edad comprendida entre pueden verse de formá asociada. esencialmente a los acinos) son con-
los 30 y 60 años. Los casos descri- La infección en exClusiva de la sideradas como reversibles (Dechau-
tos en niños de menos de 10 años glándula suele versé cuando los cál- me, 1981); los infiltrados crónicos
representan un 1,49% del total, pero culos son hiliares o intraglandulares inespecíficos se han de valorar con
si se alarga la edad límite hasta los (Dechaume, 1981). Pero en trabajos cautela, ya que están presentes en
15 años, el porcentaje sube al 4,5% en que se ha Jelacionado alteracio- muchas glándulas que no han oca-
(Timosca, 1976). . nes ductales, valoradas tras un exa- sionado molestia alguna, siendo un
La patocronia de la enfermedad men sialográfico, con lesiones histo- hecho de observación frecuente en
no es larga: considerándola desde lógicas del parénquima (lsacsson, las piezas de necropsia (Seifert,
el inicio de los síntomas hasta la so- 1981), se comprueba que la ausen- 1986).
lución quirúrgica, transcurriría, por cia de alteraciones ductales no indi- En fase· avanzada, las lesiones
término medio, un año (lsacsson, ca que necesariamente el parénqui- evolucionan hacia una esclerosis irre-
1984). ma esté indemne, sino que hasta se versible; en este momento se pue-
La clínica está formada por mani- pueden encontrar lesiones califica- de palpar, la mayoría de las veces,
festaciones mecánicas e infecciosas das como de grado máximo; por una glándula pequeña e indurada,
que se complementan entre sí, pero otro lado, cuando hay imágenes de que ya habría perdido su capacidad
por regla general los cálculos ante- estenosis o de falta de repleción del funcional (Seward, 1985).
riores se manifiestan por problemas contraste, siempre coincide con una A veces, también puede adoptar
de tipo mecánico, dando lugar a la afectación grave del parénquima una clínica seudotumoral. Calificada
hernia y al cólico salivares; en cam- (lsacsson, 1984). como inusual, puede presentarse de
bio, los cálculos posteriores e intra- La etiología litiásica es sin duda dos formas distintas. En la más co-
glandulares ocasionarían sobre todo la más importante dentro de las sia- mún, la glándula está ligeramente
una clínica con componente infec- loadenitis, y más todavía si se consi- · aumentada de volumen e indurada
cioso (Dechaume, 1981). deran las de evolución crónica; las (Fig. 6), factores que hacen pensar
En los casos infantiles, por deba- estadísticas refieren índices que va- en un proceso neoformativo, en es-
jo de los 10 años, la clínica es pre- rían desde un 65% (Bearhs, 1969) PS!tial si se observa en niños, en los
dominantemente intraoral, mientras hasta un 90% (lsacsson, 1984), de qtfe esta forma de presentación es
que por encima de esta edad ya lo que puede sacarse en conclusión muy rara (Seifert, 1986).

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En la otra forma, habría un cálcu- sólo se observa la dilatación del naje principal (Rg. 11}-, por la mul-
lo de gran volumen, «Odontolito sia- conducto en su tramo distal (De- tiplicidad de cálculos en un mismo
lógeno masivO>>, reportándose casos chaume, 1981), en tases avanza- individuo (lsacsson, 1984) y en la ob-
donde ocasionaban clínica por com- das hay una alternancia de zonas servación anatomopatológica de ma-
presión y llegaban a erosionar la de estenosis y de dilatación, dan- terial litiásico en la glándula extirpa-
mandíbula (Rauc, 1973). do la típica imagen en ristra de sal- da (Coumel, 1979).
chichas (Mandel, 1976), indicado- Por lo tanto, la litectomía debe
6. Diagnóstico ra ya de lesión del parénquima; practicarse únicamente en estas de-
Dado que la exploración física - da Ufla idea del estado del parén- terminadas condiciones:
aporta unos resultados muy pobres, quima y en cierto modo de su tun-
- Presentación por primera vez de
el diagnóstico se basará en la ra- ciorialismo, aunque hoy día esta
esta patología, evidenciándose un
diología convencional (Figs. 7, 8) y evaluación debería hacerse con
único cálculo, que ha de estar si-
en la sialograffa, teniendo estas téc- una gammagratía secuencial con
tuado en una posición anterior; en
nicas conjuntamente una efectividad tecnecio-99 (Mela, 1986).
la submaxilar, debe proscribirse
de un 90% (Beahrs, 1969); en el otro
cuando el cálculo está por detrás
10% restante, se llega al . diagnósti- Los demás métodos de explora-
del área coma (Rankow, 1976;
co únicamente gracias al estudio his- ción no están indicados para este
Guerrier, 1980).
tológico (lsacsson, 1984). tipo de patología, aunque por ejem-
- Para resolver la tase aguda, te-
En términos generales, la radia- plo la ecografía podría ser útil en
niendo en cuenta que no implica
ción ha de ser penetrante para des- caso de que se quiera demostrar la
una solución definitiva (Sobol,
cubrir los cálculos pequeños y re- existencia de cálculos radiolúcidos,
1979); igualmente debe evitarse si
cientes que son de débil densidad, puesto que éstos se observan como
el cálculo está en una posición
aceptándose el hecho de que hay una zona hiperecógena con un cono
posterior, ya que existe el riesgo
una relación entre madurez y radio- de sombra posterior (Rengo, 1989).
de diseminar la infección hacia es-
densidad del cálculo (Kruger, 1978).
pacios anatómicos más profun-
Se estima que en la parótida un 7. Tratamiento dos. ·
200/o de los cálculos son radiolúcidos El tratamiento ha de ser farmaco-
- En ausencia de clínica, si la valo-
(Dechaume, 1981), aunque hay estu- lógico en la tase aguda del proce-
ración funcional de la glándula
dios que incrementan este porcentaje so, pero ·la solución acaba siendo
por gammagratía da una capaci-
hasta un 60% (Biair, 1973) y un 70% quirúrgica. La litotripsia está aún en
dad, comparada con la glándula
(Suleiman, 1979); en el caso de la fase experimental (Cook, 1988; lro,
homónima contralateral, superior
submaxilar, la frecuencia de cálculos 1989), debiéndose solucionar espe-
a un 50% (Mela, 1986).
radiolúcidos oscila, según las estadís- cialmente el grave problema que su-
ticas, entre un 27% y un 43% (Biair, pone la peligrosa proximidad de es- Si en el caso de la parótida siem-
1973; Magnus, 1977), siendo estas ci- tructuras tan delicadas como son el pre hay que valorar bien la clínica
fras tan dispares debido a que gene- encéfalo y los grandes vasos. debido al riesgo que implica la in-
ralmente no se agota el número de Dentro del tratamiento quirúrgico -tervención (Fig. 12) a practicar (Gay,
posibles proyecciones radiológicas hay dos alternativas, la litectomfa 1985), en cambio, la exéresis de la
con técnicas sin contraste (lsacsson, (Fig. 10) y la exéresis de la glándu- glándula ha de ser el tratamiento de
1984), por lo que pasan desaperci- la; los partidarios de la litectomía se elección en la localización submaxi-
bidos muchos cálculos radioopacos, basan en el poder de recuperación lar (Figs. 13, 14), aunque esta inter-
en especial los situados justo por de- de la glándula, apoyándose tanto en vención considerada como fácil pue-
lante del área coma. los resultados de la experimentación de presentar toda una serie de
La sialograffa (Fig. 9) tiene un des- animal como en las observaciones complicaciones, más o menos im-
tacado valor en esta patología, ya clínicas (van den Akker, 1983), mien- portantes, que están cuidadosamen-
que: tras que sus adversarios arguren te estudiadas en los trabajos que tra-
principalmente que la glándula afec- tan de su morbilidad (Lieberman,
- permite el diagnóstico de los tada por vez primera ya tiene un po- 1958; King, 1968; Yoel, 1975; Gallois,
cálculos radiolúcidos, al dar un der litogénico (lsacsson, 1982). Esta 1978; Coumel, 1979; Goudal, 1979;
signo indirecto como es una falta capacidad litcigénica viene avalada Berini, 1981; Gay, 1982; Panzoni,
de repleción; por las frecuentes recidivas postlitec- 1984; Picardi, 1984; Mela, 1986; Mil-
- permite ver el estado de los con- tomía (Mande!, 1976) - en especial ton, 1986; Crabtree, 1988; Turco,
ductos; si en las primeras tases si no se respeta el conducto de dre- 1988; Berini, 1990).

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Fig. 5 • Sialoadenitis aguda de la glándula parótida izquierda. Emisión de


material purulento (señalando con la flecha) a través del ostium. - Fig. 6 -
Sialoadenitis crónica de la glándula submaxilar izquierda. - Fig. 7 - Placa
oclusal en la que se ve un sialolito radioopaco (señalado con la flecha) cerca
de la desembocadura del Wharton derecho. - Fig. 8 • Ortopanto~ografía
mostrando un gran cálculo radioopaco (señalado con la flecha) a nivel de
la glándula submaxilar derecha. - Fig. 9 • Sialografía submaxilar. Cálculo
pélvico (señalado con la flecha) que impide el paso de contraste hacia los
conductos intraglandulares. - Fig. 10 - •a• Sialodoquitis del conducto de
Wharton derecho. •b• Su demostración radiológica, mediante una placa oclu-
sal, en una zona cercana al ostium. •C• Fase quirúrgica: incisión de la muco-
sa del suelo de la boca y del conci.Úcto de Wharton¡ inmovilización del cálcu-
9 o lo para evitar su escape distal. •d• Exéresis del cálculo.

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