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El sistema y el antisistema
publicado en Ar tículos en julio 18, 2016 por Jordi Borja
Confundir en una amalgama a actores que pretenden desarrollar la democracia política y social con
ultranacionalistas reaccionarios o con extremas derechas más o menos facistoides no solo es
injusto, es también erróneo. Es legitimar a partidos o organizaciones antidemocráticas, con
frecuencia violentas, es confundir el vicio con la virtud. Unos pretenden “democratizar la
democracia”, los otros quieren eliminarla o reducirla a mínimos. EL PP es un partido conservador
pero tiene en su seno una o varia extremas derechas. C’s es su complemento, no se confunde con la
extrema derecha, su maquillaje liberal y moderno le permite presentarse como centrista. El PSOE a
pesar de su historia, del talante de algunos de sus dirigentes y de una parte importante de su
electorado, ha priorizado su vocación de centralidad. Un politólogo clásico, Duverger a rmó “la
posición centrista es muy poco estable y siempre se cae hacia la derecha”. Quizás el socialismo
renacerá. Borges escribió “nadie se arrepiente de haber tenido una vez en la vida un acto de coraje”.
Veremos, pero con la dirigencia actual no se presta mucho al optimismo.
El conjunto de PP, C’s de los autodenominados “constitucionalistas” son los representantes políticos
del “sistema”. Son los que no quieren o no se atreven a cuestionar un “orden económico” que es
desorden establecido, creciente desigualdad y exclusión y despilfarro insostenible. Los que han
empobrecido a la democracia al mínimo mayor no nulo, han reducido el marco democrático a la
representación formal que ha desconectado con la ciudadanía. Han prácticamente eliminado o
inhabilitado las expresiones o iniciativas (la consulta, la iniciativa legislativa, la revocación de los
cargos públicos, los debates o negociaciones con los actores sociales antes de aprobar normas o
programas, etc). Han promovido políticas contrarias a las mayorías sociales o que han afectado a los
sectores más vulnerables. Han demostrado su incapacidad para dar respuestas a la ciudadanía. Pero
sobretodo han menospreciado una dimensión fundamental democracia, los derechos sociales, la
reducción de las desigualdades. La democracia fue una conquista de las clases trabajadoras. Hoy la
aparente fragmentación social que oscurece la existencia de una gran mayoría con vocacion
democratizadora: los asalariados, los precarios, los autónomos y los excluidos. Los que aspiran a la
libertad y a la igualdad. No hay lo uno sin lo otro.
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