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Antecedentes

El congreso de Colombia, a partir de la ley 30 de 1986 por la cual se adopta el estatuto

Nacional de Estupefacientes, decreta en el Capítulo I de los principios generales, la

definición de droga; definiéndola como toda sustancia que introducida en el organismo vivo

modifica sus funciones fisiológicas; de igual forma; el estupefaciente lo define como: la

droga no prescrita médicamente que actúa sobre el sistema nervioso central produciendo

dependencia, en suma, el Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), denomina las

sustancias psicoactivas - o drogas- , como aquellas que tienen la capacidad de modificar la

conciencia, el estado de ánimo o los procesos de pensamiento de la persona que las

consume, existiendo diferentes formas de clasificación; según sus efectos en el sistema

nervioso central: estimulantes, depresoras o alucinógenas; según su origen: naturales o

sintéticas; según su situación legal: lícitas o ilícitas; y las nuevas sustancias psicoactivas

emergentes.

A través del trabajo del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), el país ha

desarrollado estudios epidemiológicos periódicos, con metodologías estandarizadas

internacionalmente y dirigidos a tres poblaciones clave: población general de 12 a 65 años,

población escolar (estudiantes de básica y secundaria) y población universitaria. Estas

investigaciones han sido lideradas por el Ministerio de Justicia y del Derecho, con el apoyo

del Ministerio de Salud y Protección Social y del Ministerio de Educación Nacional.

A partir de los estudios que se han desarrollado, se pueden identificar algunas tendencias

claras sobre la situación del consumo de drogas en Colombia:


En primer lugar, llama la atención el consumo de alcohol a edades tempranas pese a la

prohibición de venta de bebidas alcohólicas a menores de edad. La encuesta en escolares

muestra que el 65,71% ha consumido bebidas alcohólicas en el último año. El consumo de

alcohol está directamente relacionado con la edad y el año escolar, mientras que el 20% de

estudiantes de 11 y 12 años reporta consumo de alcohol en el último mes, la cifra se eleva

al 43% entre los estudiantes de 13 y 15 años, llegando al 58,16% en el grupo de 16 a 18

años.

Por otro lado, “El Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2013”

señala una reducción importante en las prevalencias de vida, año y mes respecto al uso de

tabaco o cigarrillo. Además de la prevalencia, disminuyó también la incidencia o número

de personas que iniciaron consumo en el último año, pasando de 538.815 (4,7%) en 2008 a

258.272 (1,88%) en 2013.

En relación al consumo de sustancias ilícitas existe un incremento en el país, no solo

porque más personas las consumen, sino porque el mercado de sustancias es cada vez más

amplio y diverso, siendo así, en el “Reporte de Drogas de Colombia 2017”, realizado por el

Observatorio de Drogas de Colombia, se evidenció que la marihuana es la sustancia ilícita

de mayor consumo, seguida de la cocaína y el basuco.

Con respecto al marco político de las acciones implementadas para la reducción,

prevención y promoción de la salud asociado al consumo y oferta de las sustancias

psicoactivas, se encuentra: el “Plan Nacional de Desarrollo Todos por un Nuevo País 2014-

2018”, el “Plan Decenal de Salud Pública 2014- 2021”, la “Política Nacional para la

Reducción del Consumo de Drogas y su Impacto”, formulada desde 2007, y el “Plan


Nacional de Promoción de la Salud y Prevención y Atención del Consumo de Sustancias

Psicoactivas 2014-2021”.

Este último Plan Nacional, busca reducir la magnitud del uso de drogas y sus consecuencias

adversas mediante un esfuerzo coherente, sistemático y sostenido, dirigido a la promoción

de condiciones y estilos de vida saludable, entre las metas del plan se encuentra: Aumentar

la edad promedio de inicio del consumo de sustancias ilegales, de 13,1 a 15,5 años, sin

embargo, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC (2013),

en Colombia se evidencia un aumento de consumo de sustancias psicoactivas por parte de

los jóvenes pertenecientes a la educación media y superior, además investigaciones y

estudios señalan un descenso en la edad de inicio del consumo de sustancias psicoactivas a

nivel nacional, por ejemplo, en el “Estudio Nacional de Consumo de Sustancias

Psicoactivas en Población Escolar Colombia – 2016” han señalado importantes datos

respecto a la edad promedio del primer uso; siendo así:

De acuerdo con los resultados, ubicados por sustancias, la edad promedio del primer uso

del tabaco fue de 12,9 años, tanto para hombres como para mujeres. La edad del primer

consumo de alguna bebida alcohólica se ubica en los 13 año y los indicadores respecto de la

edad de inicio de marihuana son prácticamente los mismos para hombres y mujeres con una

edad promedio y mediana en los 14 años.

Lo que también se destaca de este estudio, es que el 70,7% de los estudiantes de Colombia

declararon haber usado alguna sustancia alguna vez en la vida, un 61,3% declaró uso en el

último año y un 39,1% en el último mes. Estos resultados están explicados

mayoritariamente por el uso de alcohol, que es la sustancia de mayor consumo entre los

escolares del país. La segunda sustancia de mayor uso es tabaco, pero con cifras muy
inferiores a las descritas para alcohol y en tercer lugar se ubica marihuana, seguida del

popper.

En lo que respecta a datos locales; según el “Reporte de Drogas de Colombia 2017”,

Pereira y Risaralda están en la lista de las primeras ciudades y departamentos con mayor

consumo de sustancias psicoactivas, la población más afectada es la juvenil y las drogas

que mayor se consumen en el departamento son la marihuana, el basuco y la heroína. 

En este sentido en 2017 la Dirección de Política de Drogas y Actividades Relacionadas del

Ministerio de Justicia y del Derecho se propuso desarrollar una evaluación de carácter

formativo de los PIDD (Planes Integrales Departamentales de Drogas) para determinar la

coherencia entre estos planes con la Política Nacional de Drogas, y de esta manera

identificar herramientas para el fortalecimiento de las capacidades de los territorios en la

gestión de políticas para atender la problemática de las drogas. Un análisis sobre el PDT

(Planes de Desarrollo Territorial) desarrollado durante el año 2016 para determinar el nivel

de apropiación de la Política Nacional de Drogas por parte de los departamentos arrojó

hallazgos que fueron tenidos en cuenta en un análisis preliminar de los planes integrales

departamentales de drogas de los 32 departamentos. De este modo se construyó una escala

de integralidad para identificar en qué medida un PDT es más o menos integral

conceptualmente

La integralidad se entiende en este caso no desde la acción, sino desde la planificación.

Esto implica analizar conceptualmente la comprensión amplia del fenómeno de las drogas,

que se refleja en la descripción de todas sus manifestaciones, así como en las acciones

desarrolladas para responder a estas. En otras palabras, un PDT que tenga en cuenta todos
los aspectos del fenómeno de las drogas y contemple una acción para cada uno de estos,

aunque se puede considerar integral en su formulación, no es posible garantizar que lo sea

en su implementación.

Siendo así, el porcentaje de integralidad departamental de Risaralda, es de un 73,91 %,

sobre un 100% que corresponde a la incorporación de todos los componentes que

corresponden a: transformación y desarrollo integral de los territorios afectados por cultivos

ilícitos, atención integral al consumo de sustancias psicoactivas, reducción de factores de

riesgo asociados al consumo y/o oferta de sustancias psicoactivas, atención integral y

diferencial a población en condiciones de vulnerabilidad. El porcentaje de integralidad de

Risaralda comparte el mismo índice que Sucre, Magdalena y Atlántico, siendo los cuatro

departamentos con menor porcentaje, después de Bogotá con un 69,57%.

Por otra parte, el último análisis de actualización del plan departamental de drogas (2016-

2019) y el estudio de salud mental efectuado en Pereira, permitió establecer que Risaralda

es uno de los tres departamentos de Colombia que reflejan los mayores índices de consumo

de sustancias ilícitas, así como abuso y dependencia de las mismas. Igualmente, dentro de

la validación e identificación de los problemas dentro del plan departamental se muestran

dos problemas pilares; aquellos relacionados a la oferta, es decir, problemas identificados

con el control del tráfico de drogas, donde se sostiene que “existe un entorno cultural,

social y económico que influye en conductas relacionadas con la vinculación de grupos

poblacionales a la venta o tráfico de drogas”. Por otro lado, se encuentran los problemas

relacionados con el consumo, que indican tres problemáticas: el inicio a temprana edad en

el consumo de SPA legales e ilegales, la dificultad para que los usuarios identifiquen y

accedan a la ruta de atención para el tratamiento del consumo de SPA y por último la
ausencia del involucramiento parental y baja oferta de programas que orienten el ámbito

familiar.

Ciertamente, la valoración frente al problema del inicio en temprana edad en el consumo de

sustancias psicoactivas legales e ilegales en Pereira es alta, respecto a la problemática por

ausencia del involucramiento parental y baja oferta de programas que orienten el ámbito

familiar, que tiene una valoración baja, es decir, que dentro de la ciudad el fenómeno que

más representa atención, es el inicio a edades tempranas.

Para esto en las líneas estratégicas que contribuyen a contrarrestar el consumo, se destaca el

desarrollo humano: que pretende reducir los factores de riesgo, a través del desarrollo de

capacidades y habilidades para la vida y el fortalecimiento de los entornos y factores

protectores. A la par se busca fortalecer entornos que promuevan el desarrollo de

habilidades, vínculos afectivos, redes de apoyo y capacidades que potencien la salud mental

y la convivencia social en la población colombiana, con énfasis en niños, niñas y

adolescentes.

Siendo así, es especialmente preocupante cuando se produce el consumo de sustancias

psicoactivas en población infantil y juvenil, no solo por los problemas inmediatos, sino por

la consolidación del consumo que conlleva su inicio en edades tempranas (Lorca, Sanz y

Rodríguez, 2004). Según Alamilla, et al (2017); Montoya, Corrales y Cardona (2008); Ruiz

y Navalón (2017); Sanchez, Villareal, Ávila, Vera y Musituc (2013), el consumo de

sustancias psicoactivas en adolescentes es un problema social y de salud pública que afecta

tanto a nivel nacional como internacional, por su impacto en el estado de salud, la

economía, el rendimiento académico, la convivencia familiar y social del adolescente.


Es sabido, que la etapa escolar es fundamental para el proceso de socialización de los

adolescentes, es que por ello que el consumo de sustancias psicoactivas en población

escolar es un problema es de gran pertinencia para indagar, viniendo cada vez más en

aumento (Gobierno Nacional de la República de Colombia, Ministerio de la Justicia y del

Derecho, Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Salud y Protección Social,

UNODC, CICAD, OEA, 2011) En la amplia variedad de sustancias usadas se destacan no

solo las drogas ilícitas como la marihuana, sino también el alcohol y el tabaco.

Según investigaciones, las sustancias psicoactivas más usadas por la población escolar es el

tabaco, el alcohol y la marihuana (Estrada y Agudelo, 2012; Navalón y Ruiz, 2017; Salazar

et al, 2017; Vélez y Roa, 2005), se cree que esto es en parte por el fácil acceso, siendo así

un factor de riesgo o porque la población estudiantil joven está inmersa en un proceso de

transición y de ajustes a nivel personal e interpersonal, lo cual puede repercutir en su

desempeño académico y producir conductas de riesgo; o porque el consumo en la población

joven, está mediado por la etapa de desarrollo que viven; las (Elzo, 2010; Gonzalez et al,

2012; López y Rodríguez, 2010; Salazar, et al, 2017)

No obstante, para entender mejor el fenómeno de consumo de sustancias psicoactivas en

adolescentes, se deben considerar diferentes factores ya sean personales, escolares,

familiares y sociales. Entre uno de los factores personales que se ha asociado con el

consumo de alcohol y tabaco son las motivaciones, las cuales han sido consideradas como

el sendero final que lleva a 1a conducta del consumo (Alamilla et al, 2017) igualmente la

sintomatología depresiva en el adolescente o el “sentirse triste con frecuencia”; se le ha

asociado con conductas de riesgo como el consumo (González et al., 2012; López y

Rodríguez, 2010; Montoya, Corrales y Segura, 2008), así mismo el nivel de autoestima
social y académica, pues la autoestima funciona como un recurso psicológico que fomenta

el ajuste del adolescente, pudiendo ser tanto un factor protector, como de riesgo (Cava,

Murgui y Musitu, 2008; Giró, 2007; Fuentes, García, Gracia y Lila, 2011; Pons y Buelga,

2011). Se identifican como factores de protección; los sentimientos de alegría; la

disminución de emociones como la impaciencia, la preocupación, el miedo y la tristeza

(Hernández, 2015), además los adolescentes que afrontan de forma funcional

(afrontamiento activo) sus estresores cotidianos, son menos propensos a adquirir conductas

de riesgo como el consumo, al contrario de los jóvenes que utilizan estrategias de evitación

(Gómez, Luengo, Romero, Villar y Sobral, 2006).

Autores como Kovacs et al. (2008); Vélez y Roa (2005) han asociado diferentes factores al

consumo de drogas, como el inicio temprano que influye negativamente en el rendimiento

escolar, provocando una disminución de sus oportunidades educativas y profesionales, en

igual sentido; , las expectativas del adolescente respecto a sus logros académicos son otro

factor influyente; de esto que el fracaso escolar, incluyendo en éste la insatisfacción escolar

y el absentismo injustificado, han sido identificados como predictores del abuso de drogas

en la adolescencia y otras edades (Castro, 2001; McKay, Sumnall, Cole y Percy, 2012;

Villarreal y Musitu, 2012).De este modo para González, Guerra, Díaz y Arellánez (1999 )si

el adolescente asiste regularmente a la escuela, habrá menores probabilidades de que se

inicie en el consumo de drogas. Asimismo se identificaron ciertos factores escolares de

riesgo, como lo es el bajo (promedio) y el “turno”, siendo los que asisten a la escuela por

las tardes quiénes presentan mayor probabilidad de consumo, es importante tener en cuenta

que la influencia del turno escolar ha sido poco documentado (Pérez y Lucio, 2010). Sin
embargo, en otra investigación realizada por Gil (2008) las variables escolares, no alcanzan

toda la relevancia que han cobrado en otros trabajos, como los anteriores, así, el

rendimiento escolar no aparece entre los factores más influyentes, quedando sólo incluida

la dedicación al estudio entre los factores de protección.

Para Navalón y Ruiz, (2017) Todo esto podría estar influenciado por el proceso de

socialización de los jóvenes, ya que el deseo de aceptación y pertenencia al grupo es de

gran importancia durante esta etapa, esto puede llegar a proporcionales una visión

distorsionada de su entorno, siendo incitados al consumo por sus propios iguales; empero,

es una suposición que no radica en una evidencia empírica.

En lo relacionado con los lugares donde se presenta el consumo de estas sustancias se

encuentra que en alto porcentaje lo hacen en la casa de los amigos, seguido por las fiestas y

la propia casa es de resaltar que el consumo de marihuana se da en la casa, el colegio y sus

alrededores (Aguirre, Aldana y Bonilla, 2016) Dentro de las razones por las cuales los

estudiantes consumen sustancias psicoactivas se encuentra que un mayor porcentaje lo hace

porque le gusta, le divierte o le da placer, de esto investigaciones como la de Nadal (2007);

Aguirre, Aldana y Bonilla (2016) han encontrado relaciones significativas entre la

búsqueda de sensaciones y la conducta de riesgo en general y el consumo de drogas en

particular.

Respecto a los factores familiares relacionados con el consumo, Según (López, León,

Godoy, Muela y Araque, 2003; Keen, Oliver, Rowse y Mathers, 2000; López, Bulas,

Arrollo y Ramírez, 2003). Concluyeron en sus investigaciones que el rol familiar en los

problemas de drogadicción es de bastante importancia ya que además de ser un factor

protector ante la problemática, también juega un papel destructivo. El funcionamiento


familia, es un gran factor influyente en las investigaciones de Gracia, Fuentes, García y Lila

(2012); Hermeto, Sampaio y Carneiro, (2010); Nunes, De Aquino, Munhoz y Rogério

(2013); Canales, Díaz de Paredes, Guidorizzi, y Arena (2012) pues los estilos parentales de

manejo familiar, incluyendo el tipo de comunicación construida, el establecimiento de

normas y el manejo de sanciones, el clima emocional familiar y la cultura en torno a las

drogas, pueden ser factores de riesgo, cuando se presenta ausencia de padre, bajas

expectativas y normas no establecidas y la presencia de problemas afectivos. En este mismo

sentido Prieto, Cardona, y Vélez (2016) en su investigación “Estilos parentales y consumo

de sustancias psicoactivas en estudiantes de 8 a 10” expresan que algunos estilos parentales

suelen actuar como factor de prevención y otros de riesgo para el consumo de SPA. Así

mismo, los hombres siguen apareciendo más ausentes en la educación de los hijos que las

madres, es decir que el estilo negligente es predominante en el padre, respecto al de la

madre. Como factor de protección de parte de los padres de familia, se identifica el

aumento en la preocupación porque sus hijos comiencen a consumir drogas. Además, se

destacan otros elementos como apoyo hacia sus hijos y mejoramiento en la comunicación

(Hernandez, 2015)

Por otro lado, Ruiz, Herrera, Martínez, y Supervielle (2014) en su investigación se plantean

que en la adicción de jóvenes y adolescentes influyen factores familiares como el consumo

de alcohol por parte del padre, expresan que el consumo por parte de los padres y otros

familiares cercanos, no sólo afecta el empleo de las mismas sustancias en los jóvenes, sino

que también incrementa la probabilidad de utilizar otras drogas, e incluso de llegar al poli

consumo. Pese a esto, según Lorca, Sanz y Rodríguez (2004) el consumo de sustancias

psicoactivas por arte de los padres, no parece tener tanta influencia como se ha supuesto, en
cambio, otros ámbitos, como el autoconcepto académico y el consumo de drogas por parte

de los amigos, sí parecen ser variables de gran influencia.

Para concluir, y sintetizar, se ve, que el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas,

desde los planes nacionales y territoriales, y enmarcados dentro de un planes de acciones,

como prevención, mitigación, promoción, han tenido un gran abordaje, respecto a

epidemiología: prevalencia, incidencia, y estructuración en poblaciones, evidenciando la

gran importancia que tienen los estudios en la población escolar, identificando la

problemática a nivel departamental, como el inicio a edad temprana del consumo de

sustancias psicoactivas, siendo una de las mayor problemáticas en la ciudad de Pereira, así

mismo, el Plan Departamental, desarrolla líneas de estrategias para la disminución del

consumo, reduciendo los factores de riesgo, a través del desarrollo de capacidades y

habilidades para la vida, a la par que se busca fortalecer entornos que promuevan el

desarrollo de habilidades, vínculos afectivos y redes de apoyo, es por esto, que

posteriormente, la revisión bibliográfica, enfocada en los factores influyentes dan cuenta de

los aspectos que se han abordado en el consumo de adolescentes, y específicamente, en

población escolar.

Pregunta

¿Se encuentra asociado el deseo de aceptación y pertenencia al grupo con la edad de inicio

del consumo de sustancias psicoactivas en un población escolar?


Justificación

El deseo de aceptación y pertenencia al grupo, es una variable mencionada por

Navalón y Ruiz, (2017) dentro de su investigación, expresan que una de las variables por

las que podrían llegar a consumir los adolescentes escolares, es por el hecho de que en el

proceso de socialización, los jóvenes buscan un reconocimiento, accediendo, a una visión

errada del entorno, y siendo incitados al consumo, sin embargo, no existe una evidencia

empírica que llegue a corroborar dichas expresiones; a diferencia de los otros factores

estudiados por los mimos autores, y/u otros, como se evidenció en la revisión bibliográfica,

donde los estudios suponían a partir de datos analizados, y realizados; en esta ocasión llama

la atención, esta variable, debido a que si bien los factores del inicio de consumo son

múltiples, no ha sido altamente estudiada.

Por otro lado, la edad de inicio en el consumo de sustancias, representa un problema para la

ciudad de Pereira, en donde en el plan departamental, se busca la reducción del consumo, y

a nivel nacional se busca, aumentar el rango de edad de inicio de consumo; siendo así las

líneas estratégicas suponen la búsqueda de los factores que inciden en dicha problemática,

para su posterior prevención y desarrollo de otras habilidades, sociales y personales, si se

entiende que también se busca implettar redes de apoyo y vínculos afectivos, la variable del

deseo de aceptación y pertenencia al grupo, indicaría, cómo se forman los vínculos, a partir

de esa búsqueda y qué genera, ya sea una respuesta positiva y/o negativa frente al consumo

de sustancias psicoactivas.

Igualmente, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y Red Mundial

de la Juventud (2004), afirma que no siempre se deben implementar acciones que aborden

directamente el consumo de drogas, sino que se deben abordar factores que se identifiquen
como asociados a este comportamiento de riesgo. Algunos son la autoestima, expresión de

sentimientos, habilidad en la solución de problemas, relaciones familiares, el consumo de

drogas de personas cercanas, como se vio anteriormente; y que por esto esta nueva variable,

sería pertinente para su estudio.

Obejtivo General

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Justificación

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