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Dos Artículos Sobre CEDADE
Dos Artículos Sobre CEDADE
Porque en Cedade se ha dado una paradoja: No escap— de grandes cr’ticas por los mismos que
lograron su Žxito y su car‡cter especial.
Si me pongo a pensar en las cr’ticas dentro de Cedade hemos de empezar a decir que no fueron graves
ni serias durante muchos a–os. O sea, desde su fundaci—n hasta ya bien instalados en la calle SŽneca,
durante casi 10 a 12 a–os, no hubo cr’ticas especiales ni problemas internos destacables.
No es que no hubiera diversas formas de ver las cosas entre los principales miembros, pero de todas
formas no afectaron al movimiento ni a su funci—n.
Durante estos 10 a–os los miembros dirigentes estuvieron totalmente de acuerdo en sus objetivos, en
la formaci—n, en el sacrificio y la entrega, en los contenidos de las revistas o libros, actos, etc...
Recuerdo por ejemplo que uno de los primeros libros que editamos fue ÔJuda’smo al descubiertoÕ, del
Abbad Lamarque, un texto bastante brutal, editado como Ediciones Bau. Ese texto m‡s tarde hubiera
provocado polŽmica y rechazos, pero en los primeros a–os nadie discut’a las decisiones.
En aquellos primeros a–os ninguno de los mandos disent’a en la Õforma de vidaÕ, todos coincid’amos
en el rechazo a la vida social, a la moda o las formas sociales. Nos vest’amos siempre igual, llev‡bamos
uniforme casi siempre (recuerdo que mi familia me prohibi— llevarlo cuando visitaba a mis abuelos),
nunca dud‡bamos en coincidir en una misma visi—n Žtica y art’stica del mundo. Dedic‡bamos un
100% del tiempo libre a Cedade, y no dud‡bamos en dar el nombre o lo que fuera por la lucha.
Nos asombr‡bamos por lo que ’bamos descubriendo, autores, textos, obras de arte, ect... y ten’amos
un claro sentido de Caudillaje, de respeto por la direcci—n.
Lo que de especial tuvo Cedade se fragu— en esos a–os: Disciplina, Sacrificio, Cultura, Formaci—n,
Arte, un Estilo en la Actividad.
Es evidente que donde los problemas internos se manifestaron de forma m‡s sangrante fue en relaci—n
a los dos puntos œltimos, pero vamos a verlos todos.
Y por tanto empezaron a ÔdisentirÕ, a plantear otras v’as de acci—n o actuaci—n. Eso no es en s’ malo,
ni negativo, mientras la variedad de actuaciones pudieran ser compatibles. En un movimiento como
Cedade hab’a lugar para personas con aptitudes distintas, desde intelectuales a activistas.
El problema aparece cuando esta variedad personal se une a los otros problemas que vamos a analizar
m‡s adelante.
HECHOS
Con la edad surgen posicionamientos individuales m‡s fuertes
Hay que encontrar lugar a cada uno en la lucha, es la labor del l’der
Es f‡cil sacrificarse de joven, dif’cil de mayor.
ERRORES CEDADE:
Falta de di‡logo.
ERRORES DE LA GENTE
Individualismo y ego’smo
CULPABLE PRINCIPAL:
A medias entre Cedade por no lograr entusiasmar y posicionar a los camaradas segœn su val’a y
orientaci—n, y los militantes por anteponer su ÔideaÕ a la Comunidad
Creo que la falta de respeto por Varela como dirigente fue el motivo de que esas personalidades
individuales que hab’an surgido, decidieran seguir su camino dado que era dif’cil aceptar un mando sin
carisma ni ideas para gente bien preparada.
No se acept— una participaci—n corporativa de un ComitŽ, en parte por ir contra nuestra visi—n
ideol—gica de mando, y en parte por estulticia del mando, que no asum’a sus limitaciones y la
necesidad de un cambio.
Lo m‡s curioso es que todos estabamos de acuerdo en la falta de liderazgo, pero nadie era capaz de
encontrar una salida.
Hay que definir correctamente lo que significa (y cuando puede aplicarse) Fuhrerprincip, sino los
propios dirigentes se creen intocables y fomentan el divisionismo.
HECHOS
Varela era incompetente totalmente como l’der.
No se logr— un di‡logo abierto para solucionar este tema que era bien conocido.
Total desprestigio y fuerza centr’fuga de los mejores.
ERRORES CEDADE:
Creer que dedicaci—n es lo œnico que se precisa para dirigir
No se logr— un di‡logo abierto para solucionar este tema que era bien conocido.
No entender y aplicar bien el concepto de jerarqu’a.
ERRORES DE LA GENTE
No aceptar las propias limitaciones
CULPABLE PRINCIPAL:
Cedade y sus mandos fundacionales por no revocar un mal nombramiento
Por otra parte el ambiente social fue cambiando. Si en 1970 ser nazy era una extravagancia, en 1980
empez— a ser un indicio de criminalidad. Salir como NS empez— a convertirse en motivo de despido,
de ostracismo, de boicot total, de sospecha de ser un delincuente. En 1990 ya es una seguridad de que
se est‡ loco y posiblemente deber’a estar en prisi—n.
Para soportar esta presi—n social, familiar, laboral, es preciso una gran entrega y una fuerza de
voluntad enorme, y especialmente una preparaci—n de toda la vida desde esta —ptica. O sea: escoger
una esposa dispuesta a soportar esta presi—n, aceptar un trabajo discreto y en un ambiente que acepte
estos problemas, prescindir de toda vida social importante, renunciar a una econom’a creciente.
En una palabra: es preciso un fanatismo radical en lo personal.
No se lucha contra el enemigo ideol—gico sino contra si mismo!!, esta lucha se perdi—... muchos
prefirieron su desarrollo personal amplio al sacrificio por la causa. Esto aun dura... muchos siguen
siendo simpatizantes a nivel personal pero prefieren que se les olvide en relaci—n a Cedade y el NS.
Vimos as’ como los camaradas no s—lo abandonaban la lucha sino que, lo peor, abandonaban el
ESTILO, las formas y la r’gida integridad Žtica, para integrarse en las formas socialmente aceptadas,
desde las costumbres, diversiones, formas de relacionarse o presentarse en sociedad, hasta sus
matrimonios, trabajos y dedicaci—n a temas no profesionales.
En realidad esta presi—n social, ahora ya insoportable, hace que la media social de los que se atreven a
ser NS sea cada vez menor...o sea, cuando un joven se plantea ser NS debe renunciar a tantas cosas,
que cada vez menos j—venes universitarios y con futuro profesional bueno se atreven a ello, quedando
as’ una base m‡s proletaria y trabajadora de camaradas. Eso es bueno en parte pero se nota tambiŽn
negativamente en el grado medio de formaci—n intelectual.
HECHOS
El ambiente social empeor— brutalmente a partir de los 80Õs
La juventud se sacrifica, luego el ego’smo invade el alma.
ERRORES CEDADE:
No preveimos en problema ni tomamos medidas para evitarlo
ERRORES DE LA GENTE
Ego’smo y Comodidad a toneladas.
Cobard’a a quintales.
CULPABLE PRINCIPAL:
Los camaradas por su absoluta cobard’a y egoismo.
El resultado no pudo ser m‡s nefasto. No se consigui— casi nada a nivel pol’tico y se desmoron— y
resquebraj— la unidad militante interna de Cedade.
Para lograr gente se entr— en contacto con autŽntica chusma, que era la base del nacionalismo
falangioso y facha en general que hab’a, esta gentuza no s—lo aportaron sus malas costumbres sino que
infectaron las buenas de Cedade.
Al poco tiempo se manifest— un distanciamiento entre los que quer’an ignorar a esa gente (ten’an la
raz—n pero no todos lo vimos a tiempo) y los que quer’amos profundizar en las posibilidades de lucha
pol’tica pœblica con cierto volumen y Žxito.
Para colmo el mando de Cedade ,haciendo muestra de su total incapacidad, no tomaba decisi—n
alguna, ni en un sentido ni en otro, dejando hacer y deshacer, generando as’ enfrentamientos y
distanciamientos.
Los que quer’amos intentar crear un movimiento pol’tico popular ve’amos en las trabas del otro
sector una muestra de incapacidad pol’tica y de egoismo personal, que les llevaba a tratar de recluirse
en torres de marfil. Mientras que Žstos ve’an en los planteamientos pol’ticos una pŽrdida del estilo y
del fondo, que adem‡s no llevaba a ningœn sitio real. Y todo ello presidido por una direcci—n que solo
alimentaba la duda, mostrando su la incapacidad de marcar un camino y atraer entusiasmo.
Este estado solo pod’a llevar a la explosi—n interna en dos grandes bloques: los que salieron a tratar de
crear movimientos pol’ticos o m‡s abiertos, y los que llevaban la idea de mantener un Cedade cerrado
estricto. Esta divisi—n hubiera sido muy correcta si se hubiera planificado y dialogado desde la
direcci—n, y ahora vemos claro que hubiera sido la soluci—n adecuada desde el inicio.
Pero mal llevado y peor concebido, este proceso acab— fatal:
- Por una parte los que tomaron el camino pol’tico no ten’an fuerza suficiente para llevarlo a cabo, y
para colmo una buena parte de ellos lo que buscaban era la excusa para dejar la lucha NS e irse a casa
sin tener la vergŸenza de confesar su egoismo y sus ganas de vivir tranquilamente.
- Los que se quedaron no trataron de devolver el estilo inicial de Cedade sino que se mantuvieron en
un estado de indefinici—n y convulsi—n interna que les llev— a continuas deserciones y divisiones. No
asumieron los hechos y trataron de compaginar Cedade y Ôlo pol’ticoÕ, logrando solo insatisfacci—n y
decepci—n.
La ruptura fue violenta al no ser planificada y consensuada. Fue cuando se llamaba Chiflade a los
que segu’an queriendo hacer pol’tica a base de ÔsectaÕ, y se llamaba ÔTraidores y JudasÕ a los que
trataban de hacer pol’tica con autocr’tica del NS de 1933.
Los que m‡s hab’an protestado para lograr una lucha pol’tica...al cabo de 2 a–os hab’an dejado todo y
se dedican a la buena vida!... y los que quer’an un Cedade ÔautŽnticoÕ acabaron fundando Democracia
Nacional o similares.... en fin.
Creo sinceramente que la culpa fue de todos. En vez de llegar a un acuerdo de actuaci—n coordinada
pero separada, se lleg— al absurdo total: a los pocos a–os los Ôpol’ticosÕ que siguieron luchando,
poqu’simos, estaban en grupos NR sin nada que ver con Cedade, o bien, como en mi caso, estabamos
convencidos de que nos equivocamos. Y los que se quedaron en Cedade se hab’an ido en su mayor’a,
incluyendo sobretodo a los que m‡s deseaban una Comunidad Militante cerrada y de Estilo!!.
Nos equivocamos los que cre’amos que se pod’a hacer pol’tica popular NS sin un nœcleo de estilo
r’gido y absoluto. Y se equivocaron los que se cre’an que podr’an aun salvar a Cedade usando una
camino intermedio y confuso entre hacer pol’tica (para no ser acusados de Chiflades) y mantener un
sistema cerrado.
Al cabo de 10 a–os se dio la paradoja curiosa de que los mismos que hab’an quedado en Cedade por
oposici—n a la l’nea Ôpol’ticaÕ, dieron un cambio total, y se lanzaron a crear un movimiento pol’tico
absolutamente no NS (Democracia Nacional, HespŽrides,...), cerrando Cedade... y dejando
precisamente a los expulsados como continuadores de aquello que hab’a sido CedadeÉ en fin, el caos.
Lo b‡sico es que en aras del ÔpoliticismoÕ se abandon— la pr‡ctica de actividades de Comunidad, actos
culturales, excursiones, contacto con la naturaleza, arte,... y eso es un error que no se debe volver a
cometer.
HECHOS
Necesidad de probar el mundo pol’tico real.
ERRORES CEDADE:
Mezclar una Comunidad Militante con un movimiento pol’tico abierto...o sea introducir chusma y re-
chusma en el nœcleo militante. No se supo generar un entorno de lucha aparte de la base estricta de
Cedade.
ERRORES DE LA GENTE
Falsas espectativas de las posibilidades y objetivos reales y posibles
Falta de preparaci—n pol’tica real, desconocimiento de la gente y su psicolog’a.
CULPABLE PRINCIPAL
Todos
5- LA VISION DEL MUNDO
Los temas clave de una cosmovisi—n del mundo no son en absoluto los problemas pol’ticos, ni la
econom’a, ni la concepci—n nacional, ni judaismo o raza, sino fundamentalmente la concepci—n del
Hombre y su entorno, o sea arte, religi—n, cultura, estilo de vida, concepci—n de la relaci—n social,
naturaleza.
Esta concepci—n de la persona y del mundo fue la base de un ESTILO de Cedade, de una militancia
sacrificada, inteligente, formada, centrada en el arte y la cultura, con un absoluto rechazo de la vida
social, de lo econ—mico en lo personal, la vida natural, excursiones, visita a monasterios y amor a los
animales.
Pero al mismo tiempo gener— una serie de problemas basados en la Religi—n, la Austeridad personal y
en la visi—n rom‡ntica y tr‡gica de la vida.
LA GUERRA RELIGIOSA
Es curioso pero las principales discusiones internas, las que llevaban a un mal ambiente, fueron por la
cuesti—n religiosa.
Cat—licos, paganos, pasotas y esoteristas... 4 grandes tendencias. Mota, Bau, Tordesillas y Sanchez Bas
por poner un ejemplo de cada.
Ponerlos de acuerdo era evidentemente dif’cil... pero mucho m‡s si se considera que para los paganos,
pasotas e incluso esoteristas el tema religioso era relativo, mientras que para los cat—licos era
fundamental. La no comprensi—n de esta fundamentalidad fue la que llev— al desastre.
Una burla contra el paganismo no provoca normalmente enfado en un pagano, todo lo m‡s discusi—n.
Pero una burla de la virginidad de Mar’a, por poner un ejemplo, provoca la ira absoluta de un
cristiano convencido.
Para colmo est‡ la Iglesia. Los paganos o esotŽricos no tienen iglesia, no tienen pues que soportar las
continuas burlas o cr’ticas a las actuaciones temporales de la Iglesia como deben aguantar los
cat—licos.
La falta de delicadeza por parte de unos, y la intransigencia dogm‡tica de los otros provoc— continuas
discusiones y enfados (Žstos casi siempre de la parte cat—lica) que acabaron por agriar las relaciones
personales.
Creo que he de aceptar buena culpa al no haber valorado esa delicadeza necesaria, y por haber
fomentado claramente una iron’a ‡cida sobre la religi—n. Otros deber’an asumir poca paciencia en este
tema, y por tratar de imponer siempre una visi—n confesional del NS.
Y sobre todo, una vez m‡s, la incapacidad del mando en cortar estos temas, y en establecer unas
normas de conducta claras. Dejando las cosas al aire y sin direcci—n, se fomentaba el enfrentamiento
diario entre las partes.
Como mera anŽcdota recordemos que este tema es tan vital como para llevar a que actualmente varios
dirigentes de Cedade hayan llegado a ser ÔsacerdotesÕ musulmanes, y editar ÔA MesquitaÕ, Boletin de la
Comunidad Isl‡mica de Galicia, por el ÔUzmanÕ Rios, entre otros.
Mientras en el tema art’stico no hubo este problema (por la absoluta ignorancia y desinterŽs de los
camaradas m‡s pol’ticos nuevos), si lo hubo en las manifestaciones m‡s rom‡nticas (bailes populares,
pel’culas sentimentales, lecturas y formas de comportarse, amor a los animales) y en el tema del
vegetarianismo.
De todas formas, creo que este tema fue menos grave que otros, y si bien dej— en evidencia la
imposibilidad de integrar en un mismo lugar a una militancia b‡sicamente pol’tica con una Comunidad
Militante, tampoco fue este un problema de dimensiones tr‡gicas.
B‡sicamente el problema es que todos los temas ligados a la forma de vida son fundamentales para
una Comunidad Militante, o sea para los camaradas m‡s formados y para los que estaban totalmente
entregados a Cedade. Amar a los animales o efectuar actos culturales, excursiones, etc no era un tema
secundario sino b‡sico. Pero para los camaradas centrados en la lucha pol’tica, los que quer’an a
medio plazo alcanzar objetivos de presencia en la calle, prensa, llegar a organizar un partido, etc.. que
adem‡s no estaban muy interesados precisamente en los temas ecol—gicos, art’sticos y rom‡nticos, no
ten’an siquiera un m’nimo de Educaci—n en su mayor’a, eran impresentables muchos de ellos.
Mi posici—n era tratar de compaginar ambos temas, y en eso fracasŽ. Mi idea era que se mantuviera la
esencia de Cedade pero como algo que no estorbase a una actuaci—n directa y popular. Mi error fue no
ver que unos, los m‡s Cedadianos, no estaban dispuestos a ayudar m‡s a los otros ni a soportarlos, y
no ver que los Ôpol’ticosÕ eran incapaces solos de hacer nada realista. De forma que no fue posible
compaginar las fuerzas.
Seguramente este tema puede asimilarse al problema del catalanismo. Es evidente que muchos
camaradas no lograron asimilar personalmente el sentido Žtnico de la nacionalidad, y la visi—n
catalanista de Cedade en Barcelona, as’ como la promoci—n de los valores Žtnicos en cada delegaci—n.
Fue sin duda un tema de debate, pero tampoco fue un motivo de problemas grav’simos en s’ mismo,
sino una gota m‡s en un vaso ya lleno de problemas.
LA AUSTERIDAD
Una de las caracter’sticas de estilo m‡s marcadas de Cedade era su formaci—n y cultura. Pero as’
mismo su austeridad, Žtica, entrega y desprecio social y econ—mico.
Nunca he visto en otros grupos el comportamiento Žtico que hab’a en la buena Žpoca de Cedade.
Jam‡s se discuti— por dinero, jam‡s se dej— una deuda ni se plante— hacer algo de dudosa moralidad a
cambio de Žxito o medios. Nunca he visto el grado de entrega personal en la lucha de entonces, ni un
desprecio m‡s absoluto de los camaradas por las normas y relaciones sociales, fiestas, modas, formas y
comportamientos.
Como se lleg— de ah’ al desastre absoluto final es algo que merece un comentario.
La primera experiencia es que la Etica es contagiosa. O sea: sin ejemplo la individualidad cae muy f‡cilmente en
la adaptaci—n al medio ÔnormalÕ.
La segunda experiencia es que si cedes un paso, ceder‡s cien pasos m‡s tarde. No se puede dejar pasar una, sea
cual sea el coste.
La tercera experiencia es que no hay que confiar en Ôel pasadoÕ, o sea: cada d’a se puede cambiar a ser
sinvergŸenza.
Estos tres principios incumplidos son los que llevaron al estado catalamitoso en que encontrŽ Cedade
en sus œltimos dos a–os.
Con la pŽrdida del ejemplo de Mota se asumi— el Ôestilo VarelaÕ, o sea el m‡s absoluto descontrol.
Primero en lo econ—mico, lo que llev— a deudas, impagados, estafas o cuanto menos despreocupaci—n
por la imagen econ—mica.
Tener un local que llevaba 4 meses sin pagarse, y que cuando planteo en una reuni—n general la
absoluta necesidad de arreglar este tema, se me contesta que se arreglar‡, para en la siguiente reuni—n
ver que ya eran 6 los meses debidos...
Deber cientos de miles a un camarada y no hacer nada para pagarle. En fin, el desastre.
Como es evidente de lo econ—mico se pas— a lo Žtico, y se cay— en las peores infamias con el agravante
de que el mando no tomaba medida alguna con los culpables de actuaciones propias de prisi—n.
De todo ello hay que considerar lo dicho: no ceder ni un paso, no asumir que quien ha sido austero y
Žticamente impecable hasta hoy lo ser‡ ma–ana. Y no mezclarse con chusma que ya de por s’ se sabe
que son inmorales, con la pretensi—n de que ya no lo ser‡n m‡s. Es preciso antes una buena
demostraci—n de ese cambio.
No voy a recordar mi lamentable experiencia en un singular partido legal en el que participŽ, sin hacer
caso a esta norma. Y como era de esperar quien fue un sinvergŸenza, sigui— siŽndolo.
Lo mismo pasa con el estilo personal, como la Žtica, es algo muy fr‡gil. Se empieza con peque–as
cesiones, que si sales a fiestas sociales, que si te preocupas del estilo de corte del pelo, que si el jersey
no es de el color adecuado, que si vas a ligar con aquella chica solo por divertirte una noche, o beber
un whisky con los amigos en un night club y acabas contagiado de ese estilo decadente y degradado de
la sociedad actual. Un revolucionario debe asumir una cosmovisi—n enfrentada al Sistema, y eso exige
una norma de conducta enfrentada radicalmente al Sistema.
Espero con estas l’neas haber tratado de recordar los problemas y errores que cometimos, desde el
reconocimiento de culpas propias y sin pretender m‡s que aportar experiencias para el futuro.