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Esto echa por tierra el mito de que el hombre puede disociar amor de sexo. Insistimos
en este punto. Esto podría ser cierto solo por un período de tiempo, generalmente al
comienzo de la relación, pero si no existe afecto y amor por la persona que tiene en
su cama el idilio amoroso pronto se apagará.
Algunas mujeres dedican a los hijos, al trabajo o a la vida social las energías, el
tiempo, la atención, el amor y el afecto que deberían prodigarles a sus esposos. La
Dra. Laura Schlessinger ha iniciado un debate mundial al indicar que el feminismo ha
ocasionado mucho daño a la relación matrimonial al descargar todo el arsenal de
frustración sobre el hombre. ¿No tiene también la mujer cierta responsabilidad en el
desgaste de la relación al no mostrarse afectuosa, amable y amorosa con su esposo?
¿No se olvida la madre de ser también una esposa que reconoce el esfuerzo y el
trabajo de su cónyuge?
Si bien es cierto que la infidelidad es una elección, también debemos reconocer que
existen situaciones que tienden a propiciarla; por tanto, trabajemos para evitarlas.
Todos estos artilugios son utilizados a fin de no perder la familia y gozar de otras
experiencias pero sin asumir las consecuencias.
Las mujeres necesitan afecto, ternura, amor y aceptación; los hombres también. Los
hombres necesitan sentirse apreciados como protectores, proveedores, amantes y
conquistadores. A veces las mujeres no se percatan de la importancia para los
hombres de sentirse reconocidos, apoyados y respetados en el seno del hogar.
Cuando los hombres obtienen aprecio, aprobación y afecto de parte de sus esposas
están dispuestos a atravesar mares infestados de tiburones para traerles una
limonada. “Las mujeres manejan más poder en la relación hombre – mujer. Los
hombres nacen de las mujeres, son educados por las mujeres y van a las mujeres en
busca de lazos de unión y apareamiento. Las mujeres son esenciales para el
bienestar emocional del hombre durante toda su vida. No creo que podamos
encontrar en la historia un solo hombre que se haya suicidado por haber peleado con
un compañero de fútbol. Todos conocemos cuán devastadora puede ser la frustración
de un hombre que no recibe el amor, la admiración, el aprecio y el cariño de su
esposa. Ese dolor, ese rechazo o esa pérdida pueden virtualmente poner fin a su
razón de vivir. La mayoría de los hombres viven para servir a sus esposas y a sus
hijos, es decir, a sus familias. Cuando no se les demuestra que se les aprecia por
esos esfuerzos, se sienten heridos, perdidos, solos y no son muy colaboradores”.
Los hombres buscan un refugio seguro para recuperarse de las batallas que libran
fuera del hogar. Ellos desean que sus esposas no traten de cambiarlos
permanentemente y que reconozcan con mayor frecuencia su esfuerzo y dedicación.
Hay cosas que hieren a un hombre: faltarle el respeto delante de los hijos, referirse a
ellos con adjetivos peyorativos, decirle “no te necesito”, hacerle sentir que lo que hace
nunca es suficiente, consentir a la intimidad solo por obligación y mostrarse indiferente
ante cualquier gesto de amor que intente expresar.
Mujer, ¿quién te ha hecho creer que los hombres no necesitan aprecio por todo lo que
hacen? A los hombres les encanta sentir que pueden ser los protectores de sus
esposas y que las pueden salvar de todos los dragones del mundo. Desean sentirse
aceptados en el dormitorio y fuera de él. En una oportunidad un hombre nos dijo: “Mi
esposa me rechaza siempre. En un momento en el que habían pasado más de seis meses sin
contacto físico, le dije cuán rechazado me sentía y le conté cuán difícil resultaba para mi
concentrarme en el trabajo. “¡Acostúmbrate!”, me dijo. Su respuesta me terminó de noquear”.
Como verás las palabras de una mujer a su esposo pueden motivarlo hacia la
grandeza o pueden hundirlo en la ira, la furia y la depresión. Las verdaderas
necesidades del varón las suple solo su esposa con ser cariñosa y saber escuchar. La
mujer tiene un poder que no debe ser tomado a la ligera. Sí, la mujer tiene el poder de
levantar la moral a su hombre. ¿Cómo? Escuchándolo, sirviéndole un café o
prestándole un rato de atención cuando vuelve del trabajo. Es un error pensar que los
hombres solo piensan en sexo. También necesitan palabras amables, aceptación,
gestos de amor y admiración. ¿Es por esto el hombre un ser débil e inseguro? Claro
que no. El mismo hombre que se derrumba ante la crítica de una mujer puede entrar
sin vacilar a un edificio en llamas para salvar las vidas de extraños.
Que una esposa inicie un encuentro romántico, que se muestre entusiasmada por la
intimidad, que aprecie a su hombre, que sea su admiradora número uno, que se
ponga el mejor vestido, se arregle el cabello, se maquille y use un poco de perfume
solo para él, es lo más maravilloso que puede sucederle a un esposo. Como verás, se
requiere muy poco para hacerlo feliz: aprecio, atención, afecto, aprobación.