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A Que Llamamos Escena
A Que Llamamos Escena
¿Cómo pensar sin explicar? ¿Cómo pensar sin aferrarnos a la interpretación? ¿Cómo pensar sin la
pretensión de hallar ideas justas? Con la escritura de las escenas pretendemos ir armando un pensamiento
vivo, un pensamiento que brote de las pequeñas percepciones, de la sensibilidad de estar en el mundo, de
ser conmovidos por las fuerzas vitales que nos tocan diariamente. Entonces sugerimos, como dice alguien
por ahí, suspender por un instante el goce de la comprensión y capturar signos, imágenes, movimientos.
Al modo de un cineasta, las imágenes son elocuentes porque sugieren, capturan la atención,
“hablan”, entendiendo el habla como un acto que produce interlocutor, alguien que es tomado en ese
intercambio. La forma de la escritura no es mero artilugio, mero instrumento para comunicar una idea. La
“forma es contenido”, dice Hyden White. El modo de decir la escuela o las escuelas o las situaciones
escolares puede producir distintos efectos. Una cosa es acercarnos a la escuela desde la representación:
cómo deber ser, cómo suponemos que es, dónde está la falta, el error, la disfunción y otra aproximarse a lo
que hay en ella, a lo que nos afecta, a lo que somos capaces de producir, a lo que nos-acontece diariamente
procurando pensarlo desde su singularidad.
Singularidad no refiere a lo particular sino a los modos en que se nos presenta un acontecimiento,
una situación. Si nos acercamos a la escuela desde la representación, nuestra escritura estará plena de
atributos, adjetivos, clasificaciones y vacías de enunciación. Si en cambio más que pensar la escuela nos
pensamos viviéndolas, nuestra escritura tendrá la fuerza de un testimonio y es aquí como lo sugiere
Althusser en que el pensamiento irá tomando forma porque a diferencia del saber que se posee, el
pensamiento se pone a trabajar sobre lo que no se sabe, en torno a lo que nos inquieta.
La escritura que proponemos no pretende enunciados sino enunciación. No importa tanto de qué se
hable sino que el habla tenga lugar, que el que hable testimonie sobre los modos de estar en la escuela.
Suerte, Silvia
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Barthes dice en “El susurro del lenguaje” que la verdadera lectura es “escribible”, es decir aquella que me permite
pensar más allá de la literalidad del texto