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En el Cauca se encuentran 8 etnias indígenas: los yanaconas, los ingas, los kokonukos, los

totoroes, los paéces, los guambianos, los eperara y los siapidara.

El despojo: origen del conflicto por la tierra en el


Cauca
19 mayo, 2016 
 
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«Cauca resiste» – Foto: Marcela Zuluaga


Por: Pedro Augusto García Leal – mayo 19 de 2016

La lucha de las comunidades indígenas del Cauca por la liberación de la tierra


involucra reivindicaciones ancestrales que hacen parte de una autentica cultura de la
resistencia, con una historicidad y una cosmovisión propia que no puede ser
confundida con los procesos de lucha campesina. Sin embargo, dadas las dinámicas
del conflicto actual por la tierra, los procesos de liberación pueden ser interpretados
como un conflicto de raíz étnica que se entrecruza con conflictos de clase por la tierra.

Una historia de despojo


Aunque la práctica del despojo contra los pueblos indígenas ha sido constante desde
la Colonia, es posible distinguir tres momentos centrales.

El primer despojo ocurre en el periodo colonial, durante el establecimiento de


haciendas que empieza en el siglo XVI y termina en el siglo XVII, momento en el que
cesan los grandes esfuerzos bélicos de las comunidades indígenas del departamento
del Cauca y del sur del Tolima por expulsar al invasor español, el último de ellos
registrado para 1656, tal como recuerda Víctor Bonilla en su «Historia política del
pueblo nasa».

El segundo momento momento ocurre durante la expansión terrateniente de finales


del siglo XIX hasta entrado el siglo XX. Para entonces, familias latifundistas del
Cauca, como los Mosquera, los Zambrano, los Valencia y los Arboleda, detentaron
títulos de propiedad sobre terrenos ancestrales de los pueblos indígenas, pese a que
la Ley 89 de 1890 garantizó el carácter no enajenable de las tierras de los resguardos.
El mecanismo para el logro de estas propiedades fue la ilegalidad y la violencia.

El último momento tiene lugar a la mitad del siglo XX, cuando se combinaron distintos
factores que desembocaron en la usurpación de tierras indígenas. Por un lado, la
violencia de los años 50 permitió el aumento de la propiedad terrateniente del norte
del Cauca. En los años 60, las políticas de modernización agraria y el aumento
internacional de la demanda de azúcar colombiano, generado por el bloqueo a la
comercialización de la producción cubana a raíz de la revolución de 1959, permitió
el aumento y la consolidación de los cultivos de caña en el Norte del Cauca, lo que
implicó un nuevo ciclo de expropiación de tierras indígenas.

La historia que explica la manera en que las tierras bajas del Cauca se encuentran
hoy bajo títulos de propiedad de grandes terratenientes e ingenios da clara cuenta de
la ilegitimidad del origen de estas propiedades, sustentadas en la violencia como
mecanismo que permitió la concentración de la tierra y la acumulación necesaria para
la posterior reproducción del capital. En contra, la lucha de las comunidades indígenas
no es por la apropiación privada de estos territorios sino que el movimiento busca que
las tierras entren a formar parte de los territorios colectivos de los resguardos.

Tierra colectiva, no parcelada

La manera en que las comunidades indígenas nasa asumen la propiedad de la tierra


señala un proceso histórico de construcción de identidades colectivas que las
distingue del movimiento campesino. Si bien ambos movimientos luchan por la tierra
en contra de los monopolios latifundistas, el movimiento campesino busca la titulación
en parcelas privadas, mientras que el movimiento indígena, ligado a su origen
ancestral, lengua, cosmovisión, formas de gobierno e historia propia, hace que se
acentúen las tendencias a la colectivización y la vida comunitaria.

De allí que los indígenas que lucharon contra el terraje en los años 70 se negaron a
aceptar los planes presentados por el hoy liquidado Instituto Colombiano para la
Reforma Agraria (Incora), en donde se quiso establecer la entrega de tierras bajo la
creación de cooperativas o empresas de producción campesinas, sin integrar estas
tierras a los resguardos. Esta resistencia señala que las demandas indígenas no se
limitaban sólo a la entrega de tierras sino que su memoria operaba en la forma de
reconstrucción de los resguardos.

Pagando el derecho a vivir

La propiedad de la tierra es la base de la dominación sobre el trabajo indígena.


Cuando, en mayo de 1851, se terminó oficialmente con la esclavitud, la libertad para
las comunidades afro e indígenas fue solo de papel. Los terratenientes del Cauca se
negaron a perder la fuerza de trabajo indígena, por lo que se estableció el terraje
como forma de explotación servil. Las comunidades se vieron obligadas a pagar con
trabajo el derecho a vivir y cultivar en sus propias tierras despojadas por las
haciendas. El trabajo tributario que los indígenas tenían que darle al hacendado
consistía normalmente en largas jornadas de más de tres semanas al mes, mientras
que el tiempo restante podían dedicarlo a labrar una pequeña parcela dedicada al
autoconsumo. Por su parte, las mujeres debían prestar servicios como servidumbre
en la casa de la hacienda.

Dado que tanto el terraje como la desarticulación de los resguardos encontraron su


origen en el problema de acumulación de la tierra a través del despojo, los dos
primeros puntos de la plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC), formulados para su creación el 24 de febrero de 1971 y que aún hoy
continúan vigentes, son recuperar las tierras de los resguardos y ampliarlos. Sólo de
este modo las comunidades indígenas podrán dar cumplimiento al mandato espiritual
de proteger y preservar la madre tierra, así como garantizar la seguridad alimentaria
de las generaciones venideras.

Verdades a medias son otra forma de mentir

La reacción de los gremios vinculados a la gran producción agraria, después de


iniciado el ‘proceso de liberación de la Madre Tierra’ en Corinto en diciembre de 2014,
no se hizo esperar. Isabella Victoria, directora ejecutiva de la Sociedad de Agricultores
y Ganaderos del Cauca (SAG), afirmó que los indígenas han recibido cerca de
721.000 hectáreas de manos del gobierno. Según sus palabras, “eso es una cuarta
parte del Cauca”. La SAG, que aglutina al exclusivo grupo de grandes propietarios de
la tierra en el departamento, se opone a cualquier nueva ampliación de los resguardos
en las zonas bajas porque, según ellos, los indígenas tienen demasiada tierra, lo que
coincide con la posición tomada por el alcalde de Corinto, quien lleva a cabo una
agresiva campaña para que mestizos y afrodescendientes rechacen el resguardo
indígena.

Es cierto que los resguardos de las diferentes comunidades indígenas que habitan el
Cauca, entre ellos los de las comunidades nasa, misak, eperara-
siapidara, ambaló, guanaca, inga, kokonuco, polindara, totoró y yanacona, alcanzan
las 721.000 hectáreas. Sin embargo, de estas tierras, según el ««Análisis de la
posesión territorial y situaciones de tensión interétnica e intercultural en el
departamento del Cauca» de la Universidad Javeriana, 252.000 hectáreas pertenecen
a reservas forestales, 75.000 hectáreas son páramos no explotables y 25.000
hectáreas son tierras improductivas. De las tierras que pertenecen a los resguardos
sólo 91.000 hectáreas son aptas para cultivar, de manera que la distribución de tierras
cultivables entre las comunidades indígenas sólo llega a 0,37 hectáreas por persona,
lo que constituye una difícil situación para su seguridad alimentaria.

Concentración de la tierra

El «Atlas de la distribución de la propiedad rural en Colombia», realizado por


el Instituto Geográfico Agustín Codazi (IGAC) entre 2000 y 2009, muestra
concentración de la tierra en pocos propietarios.

El 85,4% de los propietarios del Cauca tienen el 26,03% de la tierra en pequeñas


extensiones de micro y minifundio, mientras que el 7,8% de propietarios posee el
60,22% de la tierra. De ellos, el 0,52% domina el 15,63% de la tierra.

Ahora, gran parte de la tierra del Cauca está clasificada de baja y muy baja fertilidad:
solo el 3% de la tierra está clasificada como de alta fertilidad, 25% de fertilidades
bajas y 32% muy bajas. De allí que la presión que ejercen los terratenientes cañeros y
la multinacional Smurfit Kappa Cartón de Colombia por la posesión de las tierras de
mayor fertilidad haya devenido en un nuevo proceso de expulsión de las comunidades
indígenas, afrodescendientes y campesinas, que se encuentran confinadas sobre todo
en las tierras altas no productivas. Así, en municipios como Cajibío, Sotará y Timbío,
en donde las comunidades mantenían cultivos transitorios de café, caña panelera y
sorgo, poco a poco la gran industria de la caña de azúcar los ha desplazado a las
laderas de las cordilleras.

Actualmente, la lucha de los pueblos indígenas tiene por destino salir del
confinamiento de las tierras altas, bajar a las zonas de mayor productividad, vencer el
monopolio de la industria cañera y recuperar los territorios ancestrales para garantizar
la seguridad alimentaria de las generaciones venideras. Y es allí, en la lucha contra la
expansión terrateniente, en donde se encuentran las posibilidades de articulación
entre los movimientos indígena, campesino y afrodecendiente del Cauca, proceso que
se ha venido entretejiendo desde los años 70 y que, con la articulación de las
comunidades afrodescendientes y el movimiento indígena en la liberación de Lopez
Adentro en 1984, así como con la acción conjunta de indígenas y campesinos por la
liberación de la hacienda la Emperatriz en el municipio de Caloto, iniciado desde el
2005, se trata de un complejo proceso de articulación regional que aún continua su
marcha.
LA HISTORIA DEVELA LA ATROCIDAD PARA
APROPIARSE DE LAS TIERRAS DEL CAUCA
Actualidad Política / Judicial

 09/04/2019Dejar Un ComentarioEn LA HISTORIA DEVELA LA ATROCIDAD PARA APROPIARSE DE


LAS TIERRAS DEL CAUCA

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Los Valencia, como muchas rancias familias caucanas siempre han sacado sus abolengos históricos para
legitimar el orden establecido. Nosotros, dicen, hemos hecho este país, un país de gente decente, de
gente de bien.

Su pasado colonial se remonta al siglo XVIII, venidos de España.  Al llegar a la aristocrática sociedad
payanesa hacen de la dominación sobre el trabajo esclavo en las minas del Chocó su principal recurso
para acaparar tierras en el Cauca.  De hecho el poeta Guillermo Valencia, se quejaba de que en el siglo
XIX la liberación de los esclavos había sido perjudicial para su familia, por eso justificaba su adhesión
visceral al conservatismo y a las sanas costumbres.  Eso lleva a esta familia a buscar otros negocios y
fortunas, al comenzar el siglo XX, se da a la tarea de apropiarse violentamente, pero al amparo de la
Ley, de los territorios indígenas.  En respuesta los indios se rebelan y emerge el caudillo Manuel Quintín
Lame, quien se convirtió en el blanco del odio valenciano, ¿por qué un indio patirrajado se atrevía a
impedir que ellos, los Valencia, tomaran la tierra sobre la que se podían escribir malos versos bucólicos?

Este poeta y político, Guillermo Valencia, fue el más entusiasta en la captura y tortura de Quintín Lame
en 1915, se dice que cuando conducían al rebelde por el Puente del Humilladero en Popayán, de la boca
del poeta salió un escupitajo hacia el rostro de Quintín, otros dicen que entró a la carcel con sus rufianes
y lo molió a patadas.  Además de la cárcel, por orden de los Valencia, Quintín fue desterrado del Cauca
y se radicó y siguió luchando en el Tolima.

La goda familia siguió acaparando tierras y humillando indígenas, hasta llegar a ser una de las familias
terratenientes más grandes de Colombia, aliándose con otros clanes latifundistas y burgueses como los
Iragorri y los Laserna y detestando a los indios, lo que no podía faltar de su habitus labrado
pacientemente, cuando el CRIC lanzó la campaña por la recuperación de desde la década de 1970, los
Valencia fueron los primeros en llamar a la paz, el orden y el respeto de la propiedad privada.   Los
Valencia han hecho valer sus abolengos, son dueños además de empresas públicas, de negocios de
agrocombustibles, cañaduzales, de todo esto han pelechado fortunas, son defensores del proyecto
hidroeléctrico de la Salvajina y hoy orgullosamente militan unos con el gobierno de Santos (Aurelio
Iragorri Valencia actual MINAGRICULTURA) y otros, como Paloma Valencia con el uribismo.  Los
Valencia saben moverse en esta tierra.

El departamento del Cauca es uno de los pocos departamentos con mayor ruralidad, el 62% vive en las
zonas rurales, de ahí que el acceso a la tierra sea fundamental.  Las comunidades indígenas, campesinas
y negras viven en las tierras menos aptas para la agricultura: Bota Caucana, Macizo y zona del Pacífico,
mientras que las mejores tierras para la agricultura, las de la parte central del departamento están
destinadas principalmente a la ganadería latifundista, entre otras de la blasonada familia Valencia.

Así que el tuit de Paloma Valencia Laserna solo quiere que las cosas se queden como están, los pobres
en las tierras pobres, a las que históricamente fueron expulsados y los ricos en las tierras que tanto
“esfuerzo” les ha costado conquistar, son la gente de bien.

Cómo encadenaron a la madre tierra y a la gente. Una


historia del norte del Cauca

Héctor Mondragón, Colombia, Febrero 04 de 2008, Este artículo ha sido consultado 2871 veces

1. Antecedentes

El valle geográfico del Cauca fue una zona de poblamiento indígena intenso antes
de la conquista española. La territorialidad indígena exclusiva de alta montaña fue
impuesta a los indígenas sólo por el despojo territorial causado por la ocupación
violenta de los conquistadores. Desde entonces se establecieron, en las tierras
arrebatadas a los indios, trapiches para la producción de azúcar de caña, de
manera que los principales beneficiarios de las adjudicaciones de tierras usaron
mano de obra esclava, inicialmente indígena, suministrada mediante las llamadas
“encomiendas” o cuotas de trabajadores que se imponían a las comunidades y
finalmente, en forma masiva, con los esclavos secuestrados en África.
Haciendas, como Japio [1], Mataredonda y Agua Clara (llamada después
Manuelita), que bajo los Habsburgo o Austrias fueron entregadas a los jesuitas,
luego bajo los Borbones fueron confiscadas y entregadas a ganaderos,
comerciantes de esclavos o mineros, que devendrían posteriormente en poderes
locales absolutos, gamonales que controlaban la tierra, la economía y la política.
Familias como Holguín, Mosquera o Arboleda, controlaban a la vez haciendas en
Valle y Cauca y minas esclavistas en Chocó, Cauca y Nariño.
Hacia 1702 [2]  la Corona reconoció los Resguardos indígenas de montaña y el
gobierno autónomo de sus “caciques”, como resultado de la resistencia indígena,
pero también del despojo de las tierras agropecuarias y de varias minas. El
régimen esclavista se mantuvo hasta 1851. Los hacendados-mineros vacilaron
entre el apoyo a España o a la Independencia y finalmente se pasaron a las
fuerzas patriotas después de 1821, pactando con el nuevo estado que sólo serían
libres los hijos de los esclavos, con lo cual lograron burlar la abolición. En 1851
tras ser derrotados en una guerra civil, con la que pretendieron anular la ley de
abolición de la esclavitud, procuraron convertir sus haciendas al régimen
denominado en el occidente terraje y en la región caribe matrícula [3], un
arrendamiento pagado con trabajo servil, que les permitía a la vez obtener caña y
trabajo para molerla o para cultivar otros productos.
Durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX la República recién constituida puso
la mira en los Resguardos y varios gobiernos y leyes propiciaron o facilitaron su
disolución. Simultáneamente nuevos hacendados y colonos recortaron las tierras
de Resguardo, mediante las vías de hecho y las trampas de notaría. En tal
situación surgió en el Cauca el movimiento indígena masivo encabezado por
Quintín Lame, cuyo objetivo primero era recuperar las tierras de Resguardo y la
autonomía territorial. Aunque Quintín Lame fue desterrado por la persecución de la
clase política del Cauca, el movimiento continuó dirigido por José Gonzalo
Sánchez y entre 1934 y 1945 obtuvo éxitos legales y la expedición de algunas
ordenanzas del Cauca. La violencia entre 1946 y 1958 hizo retroceder la mayoría
de los logros, los indios fueron víctimas de masacres en Tierradentro José
Gonzalo fue envenenado [4]. En el Cauca se agudizó el terraje y fueron
desconocidos de hecho los títulos coloniales de varios Resguardos [5].
Los indígenas del Cauca reactivaron sus luchas en la década del 60, organizados
al principio sindicatos agrarios, luego en la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos ANUC y finalmente fundaron el Consejo Regional Indígena del
Cauca, que en 1982 participó en la creación de la Organización Nacional Indígena
de Colombia ONIC.
Las consignas centrales del movimiento indígena contemporáneo son conocidas:
Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía. En el nivel territorial este movimiento
indígena logró que el Estado pasara de reconocer formalmente 71 Resguardos [6] 
en 1964 a reconocer más de 700 Resguardos, mediante resoluciones emitidas por
el INCORA o su sucesor, el INCODER. ¿Significa esto que el Estado entregó tales
tierras a los indígenas? No. En realidad tituló millones de hectáreas que el Estado
consideraba “baldíos”, pero que eran ocupados por diferentes pueblos indígenas y
reactivó el reconocimiento de parte de los Resguardos coloniales, que eran
desconocidos de hecho o por olvido o pérdida de los títulos. El Incora [7]  e
Incoder, la corporación Nasa Kiwe y las entidades territoriales, únicamente han
adquirido en toda Colombia, 220 mil hectáreas que eran de propiedad particular.
En el caso del Cauca parte de las hectáreas adquiridas hacían parte de los
Resguardos Coloniales.
 

2. El conflicto contemporáneo

En todo el proceso de lucha por la tierra de los indígenas del Cauca, surgió un
problema práctico muy importante: la escasez de tierras agropecuarias en los
Resguardos reconocidos. Ello llevó, por una parte a las ocupaciones indígenas de
áreas planas, del valle geográfico del Cauca, como por ejemplo la Hacienda López
Adentro (Caloto y Corinto, Cauca), terreno considerado por los Nasa como parte
del Resguardo Colonial de Corinto. Por otra parte la Sociedad de Agricultores y
Ganaderos SAG del Valle, expresó formalmente su oposición a la adquisición de
tierras para indígenas en el valle geográfico (tierras planas de Caloto, Corinto o
Santander de Quilichao, Cauca).
La posición de la SAG se hizo extensiva a la oposición a la constitución de
Resguardos en el departamento del Valle del Cauca, lo cual afectó directamente a
las comunidades indígenas Nasa de los municipios de Florida, Pradera y Jamundí.
Ellos se organizaron desde 1973 en Juntas Comunales, pero desde 1980
conformaron Cabildos Indígenas. Aunque una parte de los indígenas carecía de
tierras, decenas de familias indígenas ya poseía o tenían en propiedad privada
parcelas agrícolas y las entregaron al Incora para que constituyera los respectivos
Resguardos. En 1991 el Incora adquirió las primeras fincas para quienes no tenían
tierras, pero los procesos de constitución de los Resguardos, se demoraron hasta
que los indígenas ganaron una tutela y en 1995 comenzó el proceso de titulación
colectiva, que aun no culmina.
El 25 de enero de 1984, comunidades Nasa de Corinto y Caloto ocuparon la
Hacienda López Adentro, que consideran parte del Resguardo colonial de Corinto.
La represión de la fuerza pública costó la vida a 5 indígenas, entre ellos una niña
de 7 años. Otros 18 quedaron heridos. El 9 de noviembre de 1984 fuerzas de la
Policía y el Ejército arrasaron la “Recuperación de López Adentro”, quemaron las
viviendas de 150 familias y la maquinaria que tenían, destruyeron 300 hectáreas
de sus cultivos.
Al saber la noticia el sacerdote Alvaro Ulcué dijo: “El gobierno siempre se pone de
parte de los poderosos defendiendo sus intereses, pero los intereses de los
pobres los tiene que defender la propia comunidad organizada”. Entre sus
exhortaciones a la comunidad el sacerdote señaló: “invito a los cristianos y a los
demás compañeros indígenas para que levantemos nuestra voz de protesta y
condenemos estos hechos como contrarios a la Ley de Dios” [8]. El sábado 10 de
noviembre de 1984, a la entrada del albergue Santa Inés, en Santander de
Quilichao, el sacerdote Alvaro Ulcué Chocué fue asesinado. Millares de indígenas
acompañaron su sepelio.
El 14 de agosto de 1996, el Incora, reconstituyó el resguardo de Corinto,
incluyendo dentro de él el predio de López Adentro. La figura de Ulcué sigue
asociada a la lucha por la organización, la autonomía y el territorio indígena.
 

3. El Nilo

Cuando los indígenas Nasa ocuparon la Hacienda El Nilo, ubicada en el


corregimiento de el Palo, municipio de Caloto (Cauca), el conflicto por las tierras
planas había alcanzado su mayor nivel. Un nuevo factor había surgido para
impedir una solución institucional a la ocupación de El Nilo: el parágrafo del
artículo 21 de la la ley 30 de 1988, el cual según testimonio filmado por el noticiero
TV Hoy, fue aprobado mediante fraude en la Cámara de Representantes, que
carecía de quórum decisorio. El parágrafo decía que el Incora se abstendría de
“iniciar los procedimientos de adquisición directa o de expropiación de un predio
rural invadido, ocupado de hecho, o cuya posesión estuviere perturbada por medio
de violencia, mientras por alguna de estas causas estuvieren pendientes querellas
policivas, o acciones civiles o penales”. Era el caso de El Nilo.
El 16 de diciembre de 1.991, 20 comuneros indígenas, pertenecientes a los
diferentes Cabildos de la zona norte del Departamento del Cauca, fueron
brutalmente asesinados en El Nilo, por sicarios a sueldo y miembros de la policía
nacional, pagados por narcotraficantes de la región. El 23 de diciembre de mismo
año, el gobierno colombiano se comprometió a adquirir 15.663 hectáreas para las
Comunidades Indígenas de Huellas, Concepción, Las Delicias, Canoas, Corinto,
La Cilia, Munchique, Los Tigres, Guadualito y Jambalo, con el objeto de solucionar
los problemas y necesidades de tierras de las comunidades indígenas de esa
región del departamento del departamento del Cauca. En este momento se acordó
que estos predios serian adquiridos entre los años 1992 y 1994.
El 29 de mayo de 1992, en Santander de Quilichao en el departamento del Cauca,
fue asesinado el asesor jurídico del CRIC, abogado Oscar Elías López, quien
venia adelantando el proceso de esclarecimiento de la masacre de El Nilo. En
septiembre de 1995 se firmó el acuerdo de La María, Piendamó, con el propósito
de dar cumplimiento a los Acuerdos del Nilo, por parte del Gobierno Nacional. El 5
de agosto de 1996, se suscribió el acta de Novirao, en la que el Gobierno Nacional
acogió las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos CIDH referentes a la búsqueda de una solución amistosa, en los
términos de la Convencion Americana de Derechos Humanos, con el fin de dar
cumplimiento a la reparación integral del pueblo paez dafectado por la masacre. El
26 de octubre de 1997, la CIDH profirió una resolución de conciliación en la que
recomendó seguir con el proceso de solución amistosa y cumplir los convenios
sobre adjudicación de tierras.
En el año de 1998, el Presidente Ernesto Samper Pizano reconoció, en acto
público y formal, la responsabilidad del Estado de la masacre del Nilo y se
comprometió a dar cumplimiento a los acuerdos del Nilo y las recomendaciones de
la resolución de la CIDH. Una parte del compromiso, que tiene la fuerza coactiva
de una conciliación, es la adquisición de 15 mil hectáreas de tierra para las
comunidades del pueblo Nasa afectadas por la masacre. En cumplimiento de
estos compromisos, se adquirieron en 14 años, entre 1991 y el 2005, 9.047
hectáreas [9], quedando por adquirir cerca de 6 mil hectáreas.
Entre tanto las masacres continuaron, el 9 al 16 de abril del 2001, en la región del
Alto y Bajo Naya, jurisdicción del municipio de Buenos Aires, en el departamento
del Cauca, fueron asesinados mas de 100 personas entre indígenas, afros y
campesinos de la región, por miembros de los paramilitares. Este trágico hecho,
es tristemente conocido como “La masacre del Naya”. Hasta el momento solo han
sido reconocidos oficialmente, 43 casos. El 18 de noviembre de 2001, en la vereda
Gualanday, jurisdicción del municipio de Corinto en el departamento del Cauca,
fueron asesinados 13 personas entre indígenas y campesinos, por miembros de
los paramilitares en un falso reten instalado sobre la vía. Este trágico hecho es
tristemente conocido como “La masacre de Gualanday”.
 

4. Los sucesos de septiembre, octubre y


noviembre de 2005

Al amanecer del 2 de septiembre de 2005, dos centenares de comuneros del


resguardo indígena Nasa de Huellas, se atrevieron a hacer cumplir la sentencia de
la CIDH. Cansados de esperar, ocuparon la Hacienda “La Emperatriz”. La
represión no se hizo esperar y tuvo un resultado inesperado: embates de la
policía, gases, presencia del ejército, disparos de armas de fuego contra la gente,
indígenas heridos a bala; nada aterrorizó a los ocupantes, por el contrario su
resistencia civil encendió el corazón de más y más indígenas. Fue imposible
desalojarlos y cada día había más ocupantes. Cuando el 13 de septiembre el
Ministro del Interior negoció con los Nasa, eran tres mil quinientos y ocupaban
además otra hacienda, “Guayabal”.
El Gobierno del presidente Álvaro Uribe en acta de concertación protocolizada con
la presencia del entonces Ministro del Interior y de Justicia Dr. Sabas Pretelt de la
Vega, de fecha 13 de Septiembre de 2005, se comprometió a incorporar al
Presupuesto de la Nación 20 mil millones de pesos, distribuidos en dos vigencias
(2006 - 2007), para dinamizar la compra de tierras faltantes. En el acta de
concertación realizada, también se sustenta que para dar cumplimiento al
acuerdo, era necesario adquirir 6.615,4 hectáreas de tierras en jurisdicción de los
municipios de Caloto, Corinto, Miranda, Jambaló, Buenos Aires o Santander de
Quilichao Además el gobierno deberá abordar de manera integral asuntos
prioritarios relacionados con la autonomía, territorio y planes de vida.
Sin embrago, ni la reparación por la masacre de El Nilo era el único acuerdo
incumplido por el gobierno, ni el conflicto por la falta de tierras agropecuarias en
los resguardos se limitaba ni se limita a las comunidades afectadas por la
masacre. El conflicto se puso en evidencia: la ocupación de La Emperatriz y
Guayabal marcó un cambio histórico, fue la primera derrota del terror que en
Colombia paralizó la lucha directa por liberar la tierra de manos del latifundio.
La masacre de Nilo había significado la aplicación de la condena de muerte contra
todo aquel que se atreviera a desafiar a los amos. Condena aplicada a
campesinos, indígenas o afro, sin discriminación. Así, entre el 2 y el 6 de
noviembre de 2003, el terror se abalanzó contra los campesinos afiliados al
Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Tolima, Sintragritol, en Cajamarca, que en
marzo anterior habían ocupado la finca La Manigua, propiedad de un embajador
colombiano, cinco campesinos aparecieron brutalmente torturados y asesinados y
18 fueron “desaparecidos”. El 10 de abril de 2004 integrantes del ejército mataron
allí a otros 3 campesinos, a un bebé y un niño. En el 2005, el 24 de enero, Luz
Miriam Castaño, presidenta de la Asociación Campesina “La Conquista” de
Cajibio, Cauca, fue asesinada. Ella lideró en el mes de diciembre de 2004, la
ocupación de la hacienda “La Chola” y había sido amenazada por esta razón. “No
insista”, le dijeron.
La ocupación de La Emperatriz rompió el nudo del terror que ataba las mentes. El
12 de octubre de 2005, en lo que se denominó “Liberación de la Madre Tierra”,
indígenas y además miles de campesinos del departamento del Cauca, tomaron
15 haciendas: Miraflores, entre Corinto y Miranda, donde 3 mil campesinos
reclamaron su derecho a la tierra; indígenas y campesinos de Paletará, Puracé y
Coconuco ocuparon las 4 fincas en que se dividió la antigua hacienda Cocunuco;
en Silvia fueron ocupadas “Los Remedios”, por los indígenas de Kisgó, y
“Ambaló”, por los Misak; y en Caloto, El Japio, propiedad ahora de Garcés &
Compañía, por los Nasa, de Caldono. La movilización evidenció la gravedad del
conflicto por la tierra y reivindicó los compromisos adquiridos por el gobierno con
las comunidades en 1999 y en particular lo dispuesto por el Decreto 982 de ese
año.
El 16 de diciembre de 2005 en una nueva acta, suscrita por el gobierno, no
solamente se ratificó lo acordado en septiembre sino que se fijó, de acuerdo con el
plan de desarrollo del Cauca “Por el derecho a la diferencia”, en 8 mil el número
de hectáreas a adquirir para indígenas en el Cauca durante el 2006, mil de las
cuales deberían corresponder a la comunidad de Caldono. Se integró una
“Comisión de Tierras” indígenas-gobernación del Cauca para la búsqueda y
selección de los predios a adquirir.
 
5. Incumplimiento ministerial de los
acuerdos y realidad del conflicto por la
tierra

El Gobierno Nacional y el Congreso de la República cumplieron literalmente con la


asignación de 10 mil millones de pesos para la vigencia del 2006 y otros 10 mil
millones para la vigencia del 2007, con destino a la adquisición de tierras para la
reparación integral al pueblo Nasa por la masacre de El Nilo. Sin embrago hasta el
10 de noviembre de 2007 no se había adquirido ni una hectárea para el pueblo
Nasa con ese dinero. Las apenas 843 hectáreas adquiridas a la fecha,
correspondían a vigencias del 2004 y 2005 que no habían sido ejecutadas y ya
tenían sus correspondientes estudios realizados para su adquisición desde el año
2004. Las únicas ejecuciones con las partidas de 2006 y 2007 correspondían a
estudios técnicos ($200 millones) realizados especialmente en 2006 y al pago de
una fiduciaria por el manejo del dinero ($100 millones). Sólo inmediatamente
después de iniciados los “Rituales por la Liberación de la Madre Tierra”, el 15 y 16
de noviembre de 2007 se invirtieron los primeros 232 millones de pesos de la
vigencia del 2006, en adquirir 83 hectáreas, faltando 9 mil 500 millones sin
ejecutar.
Numerosas maniobras dilatorias han caracterizado el proceso, la primera de las
cuales ocurrió al comenzar el 2006, cuando el presupuesto recibido por el
Ministerio del Interior fue trasladado al Incoder, a pesar de que los acuerdos
especificaban que no fuera destinado a esta entidad, ya que por la Ley se debe
pagar en bonos y (hasta la Ley 1152 de 2007) el Ministerio podía pagar totalmente
en efectivo los predios lo cual facilitaba enormemente la negociación con los
propietarios. Cinco meses se perdieron hasta que los 10 mil millones regresaron al
Ministerio.
Para cumplir los acuerdos las partes acordaron priorizar las ofertas hechas por los
mismos propietarios al Incoder, pero para que la adquisición la hiciera el Ministerio
directamente. De la lista presentada por el Incoder, los indígenas seleccionaron
doce predios. De entre ellos seleccionaron cuatro para adquisición con dineros de
las vigencias anteriores. Además los indígenas elaboraron un listado de 33 predios
en los cuales están interesados, incluidos los 12 priorizados, La Emperatriz,
Guayabal y Japio, con el fin de buscar negociaciones con los dueños. Como
criterios de selección los indígenas definieron, el 16 y 21 de marzo de 2006, que
sean predios de vocación agropecuaria, en la parte plana, en lo posible con
continuidad territorial con los Resguardo existentes y que no superen las 50
hectáreas para no causar contradicciones territoriales con campesinos o pequeños
propietarios.
En los entretelones, en repetidas oportunidades, tanto en las reuniones de la
Comisión de Seguimiento, como en otras instancias y públicamente a través de los
medios de comunicación, el Ministerio de Agricultura y la Gobernación del Cauca
expusieron dos argumentos contra la adquisición de tierras para los indígenas
Nasa: Los indígenas tienen demasiada tierra y los afrocolombianos y los
campesinos del Cauca requieren tierra y adquirir predios para indígenas desataría
un conflicto étnico.
El Ministro Andrés Felipe Arias y el entonces gobernador Juan José Chaux
manejaron la suma nacional del área de los resguardos indígenas, sin advertir que
más de 20 millones de hectáreas corresponden a las selvas de la Amazonia y
partes de la costa Pacífica, el Vichada y el desierto Guajiro. Aunque los indígenas
del Cauca son más del 17 por ciento de la población indígena del país, tienen
menos del 2 por ciento de la tierra de los resguardos.
Aunque las luchas indígenas, a partir de 1970, contrarrestaron parcialmente la
tendencia a la concentración de la propiedad en el departamento del Cauca,
según el estudio presentado por las comunidades indígenas a la Corporación
Autónoma Regional, CRC; de las 721.000 hectáreas asignadas a los Resguardos
indígenas, 252.000 (el 38%) corresponden a bosque natural que debe conservarse
por normas ecológicas. Áreas improductivas son 26.000 hectáreas; los páramos
(no explotables) tienen 75.000 hectáreas. Es decir 353 mil hectáreas no admiten
explotación agropecuaria. Potreros son 98.700 hectáreas, rastrojos 79.183
hectáreas, y en cultivos tradicionales hay 91.000 hectáreas.
El Censo del DANE de 2005, registró una población indígena en el Cauca de
247.987 personas lo cual significa el 21,5% de la población censada en el
departamento. En el sector rural el censo registró 230.773 indígenas, lo que
equivale al 32,8% de la población rural censada en el departamento. Los
indígenas del Cauca disponen actualmente de 191 mil hectáreas que pueden
explotar, es decir no más de 0,77 por persona. De esta superficie, sólo 91 mil
hectáreas son agrícolas, 0,37 por persona.
En el Cauca, según las Encuestas Agropecuarias del DANE, las más pequeñas
explotaciones, incluidas no sólo las parcelas de los indígenas en los resguardos,
sino además las parcelas de los campesinos y afro, son el 54,1% de las
explotaciones del departamento, pero disponen apenas del 8,9% de la tierra de
uso agrícola o pecuario. En cambio, las grandes explotaciones que son apenas el
3,5% de las fincas, disponen sin embargo del 35,9% de la tierra de uso agrícola o
pecuario. 800 grandes propietarios tienen a su disposición la misma tierra
utilizable que 247 mil indígenas.
Además, los indígenas reconocen las necesidades de afrocolombianos y
campesinos y buscan actuar en alianza con ellos. Desde las épocas de la
Confederación Campesina e Indígena y de la ANUC ha habido acciones conjuntas
o simultáneas con los campesinos, que se repitieron precisamente en los sucesos
de octubre y noviembre de 2005. Con los afrocaucanos realizaron los Nasa en
1984 la ocupación de López Adentro y la comunidad afro de Pílamo optó por hacer
parte del resguardo constituido en 1996, decisión tomada voluntariamente y de
acuerdo con el cabildo indígena y que continuó la lucha conjunta iniciada en el año
1984. Afrocaucanos, campesinos e indígenas han colaborado muy estrechamente
en las luchas por la compensación integral por la construcción de la Represa
Hidoeléctrica de La Salvajina, y sobre la verdad, justicia y reparación por la
masacre del Naya. Los indígenas Nasa se movilizaron inmediatamente en apoyo a
los corteros, tanto durante la huelga de mayo de 2005, como posteriormente para
exigir el cumplimiento de los acuerdos suscritos por el ingenio la Cabaña.
Hay pues contradicciones entre comunidades entre sí, incluso entre indígenas
(Ambaló con Guambía), pero ello no niega la unidad y alianza repetida frente a los
grandes propietarios y a las grandes empresas. Luego, así como cartas de
organizaciones campesinas y afro que se acogen a los planteamientos del
Gobernador, otras organizaciones como el proceso de comunidades negras
(PCN), Anuc-ur o el Coordinador Nacional Agrario, han manifestado su apoyo a
los indígenas Nasa. El conflicto en este caso no es étnico sino político y de clase.
Es posible detectarlo comparando los datos de “explotaciones” de las Encuestas
Agropecuarias del DANE y los datos de propiedades del IGAC [10]. Encontramos
que el Valle del Cauca es uno de los departamentos en que más se ha
concentrado la propiedad de la tierra en estos años y además en períodos
anteriores. Según la Contraloría General de la Nación [11], en toda la región
occidente del país, “la pequeña propiedad pierde importancia”; el occidente
colombiano ha sido la región donde más se concentró la propiedad rural y el Valle
del Cauca fue el departamento donde más se incrementó entre 1985 y 1996, a
pesar de que ya presentaba anteriormente una alta concentración de propiedad
rural.
Por otra parte, hay que referirse a los argumentos de los entonces alcaldes de
Corinto, Caloto y Miranda, que escribieron en 2006 contra la adquisición para
indígenas de los predios en negociación.
El alcalde de Corinto, por ejemplo, manifestó el 4 de abril de 2006 que “las
comunidades indígenas están concentradas en la zona rural montañosa de
municipio, por tanto no se considera conveniente la compra de tierras en la zona
de influencia campesina, como tampoco en la zona plana en la cual se encuentran
ubicadas las comunidades afrodescendientes”. Como los indígenas expresamente
rechazan fincas campesinas, lo que el señor alcalde expresaba era la misma
aspiración de la SAG: no comprar tierras para indígenas en la zona plana. No deja
de contrastar con esa posición del alcalde anterior, el hecho de que el 28 de
octubre de 2007 fue elegido como alcalde de Corinto el candidato de la Alianza
Social Indígena, que por lo demás recibió un buen número de votos afros y
campesinos.
Como el mismo alcalde anterior lo manifiestó, la vereda El Danubio de Corinto, en
la zona plana, hace parte del resguardo constituido en López Adentro, después de
una difícil lucha. Luego, no comprar en tierras planas, es no tocar a los grandes
propietarios, porque como ocurrió en López Adentro, indígenas y afros juntos (no
enfrentados) luchan por esa tierra. Afirmar que no se compra para proteger a los
afro, es como decir que los españoles sacaron de esas tierras a los Nasa para
proteger a los afro (es decir para esclavizarlos).
 

6. Rituales de Liberación de la Madre


Tierra

Actualmente las comunidades indígenas del Cauca, están adelantando un proceso


de liberación de la madre tierra expropiada a lo indígenas y que esta en manos de
grandes terratenientes. En este contexto, en el norte del Cauca, INCAUCA esta
expandiendo el cultivo de caña para la producción de etanol. La estrategia de la
empresa es ampliar la producción de caña de azúcar arrendando tierras, a
grandes propietarios, entre ellas la finca más disputada durante el conflicto
reciente La Emperatriz.
Resultó especialmente grave para el estado de ánimo de los indígenas el conocer
el arriendo por INCAUCA de los predios en conflicto. Esto fue agravado por el
hecho de que al presentar una propuesta para darle salida a los acuerdos, por
fuera de los cinco municipios caucanos acordados, indicaron que los propietarios
de dos predios en el municipio de Dagua y el predio La Diana en Florida, en el
Valle del Cauca, estaban dispuestos a venderlos al Ministerio para los indígenas.
Nuevamente ocurrió que los predios no fueron adquiridos por el Ministerio, pero en
cambio sí por el Ingenio Mayagüez (La Diana) y Smurfit-Cartón de Colombia
(Dagua).
Por otra parte, el Incoder entregó a desplazados por la violencia de otras zonas, el
predio Villa Carola o El Chicle, reclamado como parte de su territorio por los
indígenas Coconuco del resguardo de Poblazón y ocupado por ellos desde 1983
[12].  Este hecho que se agrega al incumplimiento de los acuerdos de 2005 agravó
la tensión existente en la zona, y ha convencido a los indígenas de que el gobierno
está contra ellos, lo cual argumentan también con el hecho de que Colombia sea
el único país latinoamericano que no votó a favor de la Declaración de Derechos
de los Pueblos Indígenas en la Asamblea de la ONU.
Es en estas condiciones que las diferentes comunidades indígenas del Cauca
iniciaron a partir del 12 de noviembre de 2007, los “Rituales de Liberación de la
Madre Tierra”. El Resguardo de Munchique-Los Tigres fue el primero en
movilizarse [13]. Participaron comunidades de Caloto, Caldono, Corinto, Toribío,
Puracé, Popayán, Totoró, Silvia, Piendamó y Suárez e inclusive se realizaron
rituales en San José de Istnos y Pitalito, en el Huila. Entre las fincas en que se han
hecho presentes las comunidades están la arrendada a Incauca, La Emperatriz
(ocupada el 23 al 29 de noviembre y desde el 30 de noviembre) y El Japio (desde
el 21 de noviembre), así como en La Carolina y El Canadá en el municipio de
Suárez, de propiedad de Smurfit – Cartón de Colombia. También Los Laureles y
Gualanday en Santander de Qulichao [14] y La Perla en Silvia [15].
Los Rituales cuentan con una profunda sustentación, que puede leerse en la
proclama pública “Nos movilizamos para defender y liberar nuestra existencia y
para sumarnos a la lucha de todos los pueblos”, emitida por el CRIC el 13 de
noviembre de 2007. Las comunidades se declararon en asamblea permanente y
desde el 23 de noviembre sus delegados participaron en el Parlamento Indígena y
Popular, en el Resguardo de La María, en Piendamó.
La represión se ha desencadenado, hiriendo de consideración a una docena de
indígenas, uno de ellos, Lorenzo Largo Dagua, perdió un pulmón al recibir un
balazo y falleció el 18 de diciembre de 2007. Además de las balas y los gases, las
detenciones arbitrarias, las retenciones y los hostigamientos contra gobernadores,
cabildos y líderes, se han utilizado para tratar de hacer retroceder a los indígenas.
Sin embargo la amplia participación de las bases indígenas en los rituales y el
apoyo total de las comunidades ha mantenido la lucha por la Liberación de la
Madre Tierra, en la cual participa de una u otra forma todo y todo indígena nasa,
Guambiano, Totoró y Coconuco.
Se trata del enfrentamiento de dos modelos, de dos proyectos: del proyecto oficial
de los agrocombustibles, correspondiente al modelo neoliberal de derechos para
los grandes inversionistas y a la estructura del latifundio, enfrentado al plan de
vida de los pueblos indígenas y su proyecto de reconstrucción cultural, ambiental,
económica y social.

_______________________________________
[1]  Findji, María Teresa y José María Rojas 1985 Territorio, economía y sociedad
paez. Cali: Universidad del Valle.
[2]  Ver por ejemplo: Findji y Rojas; op.cit. p.p. 35-60.
[3]  Fals Borda, Orlando 1975 Historia de la Cuestión Agraria en Colombia.
Bogotá: Punta de Lanza, p. 105.
[4]  Mondragón, Héctor 2002 Expresiones y propuestas del campesinado. Bogotá:
ILSA. Mec.
[5]  Mondragón, Héctor 2002 La organización campesina en un ambiente de terror.
Bogotá: ILSA.
[6]  División de Asuntos Indígenas, Ministerio de Gobierno 1964. “Resguardos
Indígenas existentes en el país.
[7]  El Incora adquirió 195 mil hectáreas para indígenas durante su existencia.
[8]  Beltrán Peña, Francisco y Lucila mejía Salazar 1989 La Utopía mueve
Montañas: Alvaro Ulcué Chocué.  Bogotá: Editorial Nueva América.
[9]  ACIN 2007 Recuento de la burla del Gobierno a negociaciones de Tierras por
la Masacre del Nilo.
[10]  IGAC, CORPOICA, Zonificación de los conflictos de uso de las tierras en
Colombia, Bogotá, 2002, Volumen 4, p. 83.
[11]  CONTRALORÍA GENERAL DE LA NACIÓN 2000 “Propiedad Rural y
Reforma Agraria en Colombia”, en Economía Colombiana y Coyuntura Política Nº
278, junio de 2000. Bogotá.
[12]  CRIC 2007 Gobierno Promueve Conflicto de Desplazados con Indígenas,
Campesinos y Afros del Cauca. Comunicado del 7 de octubre de 2007.
[13]  Cabildo Indígena Munchique Los Tigres Liberación de la Madre tierra en
Munchique los Tigres. Noviembre 16 de 2007.
[14]  Tejido de Comunicación de ACIN Cronología de los hechos ocurridos durante
los Rituales de Liberación de la madre Tierra. Diciembre 1 de 2007.
[15  CRIC Fuerzas militares continúan sus ataques contra las comunidades...
Diciembre 3 de 2007.
198 Masacre de 164
Toribío Cauca Comando Ricardo Franco
5 Tacueyó víctimas
199 Ejército Nacional de 17
Masacre los Uvos41 El Bordo Cauca
1 Colombia víctimas.
199 21
Masacre de El Nilo Caloto Cauca Policía y paramilitares.
1 vÍctimas
200 Masacre de Buenaventur Valle del
AUC 9 víctimas
0 Sabaletas47 a Cauca
200 Masacre en el Alto 40
Cauca Cauca AUC
1 de Naya víctimas

LOS PAEZ (NASA)


4.7.1 UBICACIÓN GEOGRÁFICA

4.7.2 LA POBLACIÓN

4.7.3 VESTUARIO

4.7.4 LA LENGUA

4.7.5 LA ECONOMÍA

4.7.6 ORGANIZACIÓN SOCIAL

4.7.7 ORGANIZACIÓN POLÍTICA

4.7.8 ETNOCIENCIA

4.7.9 TRANSFORMACIONES SOCIALES

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4.7.1 UBICACION GEOGRÁFICA

Tierradentro es el hábitat natural de los indígenas Páez. Su


nombre ilustra el aislamiento e inaccesibilidad que
históricamente ha caracterizado su territorio: "las montañas de
la tierra adentro", como desde la época colonial los españoles
designaron la región. Con una extensión de unos 1.300 Km2, se
encuentra ubicada en la vertiente oriental de la cordillera
Central, en el departamento del Cauca, en un triángulo
geográfico conformado por los contrafuertes orientales de la
Cordillera Central y la Zonas hidrográficas de los Ríos Páez y
Yagurá al oriente, y La Plata y Páez del sur.

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4.7.2 LA POBLACIÓN

Los Páez son gente locuaz, comunicativa, profundamente


tradicionalista, orgullosa de su pasado y con un acentuado amor
por su región. A pesar de la larga convivencia que han tenido
con la población blanca, mestiza y negra, en presencia de
extraños, especialmente del blanco, se hacen hoscos y huraños.

En Tierradentro conviven junto con la población indígena


núcleos de población "blanca" o mestiza en la región de Inzá,
Guanacas y Pedregal y de población negra que se concentra en
la región de Itaibe y Belalcázar. Tierradentro es uno de los
reductos de indianidad más importante del país. Se calcula que
el 70% de sus tierras se encuentra en zona de resguardo y que
aproximadamente el 80% de su población puede ser
considerada indígena. Se asientan en 21 resguardos en
Tierradentro ubicados en los municipios de Páez e Inzá, pero
fuera de Tierradentro a lo largo de su historia los Páez han ido
expandiendo su territorio, transmontando la cordillera
Occidental y asentándose en sus flancos occidentales. De esta
manera encontramos población Páez en los siguientes
municipios del Cauca (D.N.P., 1989):
MUNICIPIO COMUNIDAD FORMA DE TENENCIA
Páez o Belalcázar Araújo Comunidad civil1
  Avirama Resguardo

  Belalcázar Resguardo

  Cohetando Comunidad Civil

  Chinas Resguardo

  Huila Resguardo

  Lame Resguardo

  Mozoco Resguardo

  Ricaurte Comunidad Civil

  San José Resguardo

  Suin Resguardo

  Tálaga Comunidad Civil

  Tóez Resguardo

  Togoima Resguardo

  Vitoncó Resguardo
Inzá Calderas Comunidad civil
  San Andrés de Pisimbalá Resguardo

  Santa Rosa Resguardo

  Tumbichucue Resguardo nuevo 2

  Turminá Comunidad civil

  Yaquivá Resguardo

  Novirao Poseedores3

1. Se entiende por comunidad civil aquellos resguardos


disueltos por el estado o liquidados por sectores
sociales no indígenas, donde los comuneros indígenas
continúan manteniendo sus comunidades, cabildos y
muchas veces el régimen comunal de tenencia de las
tierras.
2. Los resguardos nuevos se refieren a aquellos
constituidos por el Incora con posterioridad a 1961
3. La categoría de poseedores hace referencia a aquellas
comunidades que habitan en un territorio que no se
encuentra delimitado administrativamente.

MUNICIPIO COMUNIDAD FORMAS DE TENENCIA


  La laguna Comunidad civil

  Topa Comunidad civil


Miranda La Cilia Comunidad civil
Toribío San Francisco Resguardo
  Tacueyó resguardo

  Toribío Resguardo
Caldono Pueblo Nuevo Resguardo
  Caldono Resguardo

  La Aguada Comunidad civil

  Pioyá resguardo

  Plan Zuniga Comunidad civil


Jambaló Jambaló Resguardo
  La Mina Comunidad civil
Silvia Pitayó Resguardo
  Quichaya Resguardo

  Quisgó Resguardo
Totoró Jebalá Poseedores
  Novirao Comunidad civil

  Paniquitá Resguardo

  Polindara Resguardo

  Totoró Resguardo
Morales Agua Negra Resguardo nuevo
  Chimborazo Resguardo

  Honduras Resguardo
Santander de Quilichao Tigres y Munchique Resguardo
  La Aurora Poseedores
Buenos Aires La Paila Poseedores
  Las Delicias Poseedores
El Tambo Alto del Rey Resguardo
Popayán Poblazón Resguardo
  Quintana Comunidad civil

  El Canelo Poseedores
Caloto - Corinto López Adentro Comunidad civil
  Huellas Poseedores
Santander de Quilichao Canoas Poseedores
  La concepción Poseedores

  El Peñón Poseedores
Silvia Tumbirao Poseedores

Además de la población Páez ubicada en los municipios antes


mencionados se sabe que existe una colonización en el Caquetá
y otra en la Bota Caucana, cuyas características son poco
conocidas.

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4.7.3 VESTUARIO

Hoy en día el vestuario de los Páez poco se diferencia del


campesino o mestizo de la región. Hasta hace algunos años esta
diferencia era mas visible ya que la mujer llevaba una gran falda
de lana virgen, hecha por ella misma en su telar doméstico,
llamada "anacu" y la cual se lleva ceñida a la cintura con un
"chumbe" o faja de lana ricamente tejida; una blusa de algodón
o lana virgen, pañolón de lana y sombrero de paja. Los hombres
por su parte usaban un ancho calzón blanco, camisa de algodón,
ruana de lana y sombrero de paja similar al de las mujeres. Por
lo general hombres y mujeres andan descalzos o con bota o
zapato de caucho. Hoy en día solo se conserva como símbolos
de su indianidad, la ruana de lana virgen que continúan usando
los hombres y las mochilas de lana de colores que desde
tiempos inmemoriales usaban para guardar las hojas de coca, el
"mambe" y una que otra pertenencia.
 

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4.7.4 LA LENGUA

El Nasa Yuwe es la lengua étnica más importante hablada en el


territorio colombiano, dado el número de parlantes. Se
considera que le pueblo Páez está conformado por lo menos por
100.000 personas que representan el 21% del total de la
población indígena nacional (D.N.P.., 1989, 40). De éstos, no es
fácil saber cuantos continúan hablando su lengua ancestral y
cuántos la han olvidado, pero se calcula que unas 60.000
personas siguen utilizándola cotidianamente.

A pesar del alto número de hablantes y de la zona geográfica


relativamente extensa que ocupan, múltiples hechos vienen
atentando desde la época colonial contra la supervivencia de la
lengua. El proceso de evangelización desde los principios del
siglo XVII, inició no sólo la extirpación de sus dioses, creencias y
costumbres, sino la imposición de la lengua castellana como
único medio de comunicación válido dentro del proceso
"civilizador".

Posteriormente la implantación de la escuela oficial, que


siguiendo la dinámica colonial y la instauración de un nuevo
orden en el cual la lengua española fue su columna vertebral,
continuó con la extirpación de la cultura y la lengua étnica.

Pero la suerte de la lengua no ha dependido sólo de estos


factores. La naturaleza de su economía, inmersa dentro de una
economía de mercado, ha hecho que el uso del español sea una
necesidad ineludible. Los procesos de colonización y mestizaje,
la necesidad de enfrentar situaciones de trabajo y comercio
fuera de su territorio étnico han incidido también en el repliegue
del Nasa Yuwe.

 El Nasa Yuwe y la escritura


A pesar de la importancia que los líderes indígenas y en general
todas las comunidades Páez le dan a la escritura no deja de
inquietarles problemas básicos: algunos opinan que la escritura
puede estar en contra de la tradición oral ya que ésta puede
crear una "negligencia para pensar" que lleve a la pérdida de la
memoria retentiva. Otros piensan que al escribir todo lo de la
cultura se puede "frenar su dinamismo" y entonces ésta se
"estatiza y condiciona". También se arguye la posibilidad que
con la escritura y con el dominio de esta técnica surja una
"nueva clase" entre ellos, unos "nuevos grupos de poder". El
dominio de la escritura recaerá indudablemente en los estratos
jóvenes de población, en los niños de las escuelas bilingües.
Esto, dicen algunos, permitirá que las nuevas generaciones
tengan más argumentos para rechazar a los viejos, para
independizarse frente a las viejas generaciones.

Se debe recordar cómo dentro de la cultura tradicional de los


Páez es a partir del anciano que se establecen las relaciones de
autoridad dentro de la familia, y es a los ancianos a quienes se
consulta sobre todos los hechos importantes. Igualmente son
los chamanes los verdaderos intelectuales dentro de la
comunidad. Ni ancianos, ni chamanes son versados en la
escritura y de esta manera los jóvenes, al poseer el dominio de
esta técnica afectarían en mayor grado las relaciones de
autoridad y de poder que ya vienen transformando.

Los defensores de hacer el Nasa Yuwe una lengua que se pueda


escribir son claros en sus argumentos. Por una parte, están
convencidos de que con la escritura se puede fortalecer la
lengua y la cultura, se puede conocer y explicar los fenómenos
que presenta la lengua como las variaciones dialectales, se
pueden recopilar palabras antiguas, observar los préstamos que
tiene de español o del quechua. Al escribirla se puede analizar
su estructura y ver cómo se diferencia del español y de otras
lenguas, analizar el pensamiento, escribir la historia de las
comunidades y del pueblo Nasa en general y finalmente como
decía el padre Alvaro Ulcué CH. "si todas las lenguas del mundo
se hablan y se escriben...nosotros no podemos quedarnos
atrás !".
 

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4.7.5 LA ECONOMÍA

 La Tierra

Los Páez son un pueblo agrícola. Su economía, basada en una


rudimentaria tecnología es básicamente de auto consumo y se
caracteriza por el policultivo en pequeña escala . Los ciclos
vitales y la actividades cotidianas se encuentran determinadas
por el trabajo de la tierra y por las fases agrícolas. Dentro de la
mentalidad indígena, el ser Páez implica ser un buen trabajador
de la tierra.

Para estos indígenas la tierra es mucho más que un simple


medio de producción; para ellos es la esencia de su vida y la
fuente de su seguridad. La lucha por ella y su territorio está
presente a los largo de toda su historia étnica. Cada resguardo,
cada familia, cada indígena, a luchado y sigue luchando
apasionadamente por defender su parcela, su resguardo y su
territorio. Los cabildos saben que su función primordial es la
defensa de las tierras de su comunidad.

Sin embrago, a pesar del celo conque los Páez por siglos han
defendido su territorio, la lucha ha sido desigual. Colonos
pobres, agricultores y ganaderos han ido tomando posesión de
sus antiguas propiedades, muchas veces auspiciados por el
mismo Estado o por la iglesia.

Los Páez han perdido las tierras más fértiles y fáciles de cultivar,
quedando reducido muchas veces a la condición de simples
"terrajeros" y viéndose en la obligación de pagar con un
determinado número de días de trabajo el derecho de vivir y
cultivar las tierras que antes eran de la comunidad.

Al hombre Páez, con su rudimentaria pero persistente


tecnología, el tener que enfrentarse a una naturaleza áspera y a
suelos cultivables cada vez más pobres y escasos, le implica un
duro esfuerzo y una inversión de gran cantidad de energía para
poder sobrevivir.

 El maíz, eje de la economía

El maíz, es indudablemente el eje central alrededor del cual se


organiza la economía agrícola de los Páez. Su gran importancia
dentro de la vida económica y social, permite hablar de una
verdadera "cultura del maíz". Este cultivo puede hacerse casi en
todos los pisos térmicos, a excepción del páramo. Su ciclo
vegetativo es anual (once meses) y está determinado por las
lluvias. En épocas pasadas, cuando los indígenas disponían de
mayor cantidad de tierras, el maíz se cultivaba en los diferentes
pisos térmicos, asegurando así su disponibilidad durante todo el
año. Hoy en día, con la recuperación de tierras y la ampliación
de su territorio, esta práctica se está volviendo a utilizar ( Findji
y Rojas, Op. cit, 124).

Los Páez nunca siembran el maíz sólo; lo acostumbrado es


hacerlo bajo la modalidad del asocio simple, generalmente con
fríjol y aveces con arracacha, o en asocio múltiple, con fríjol
arracacha, haba. arveja y yuca. Se suele sembrar en los meses
de lluvia de Marzo, abril y mayo. Las técnicas de su cultivo son
similares para todos Tierradentro y para los resguardo Páez de
la vertiente occidental de la cordillera. Una vez listas las "rozas
", se procede a la siembra. Sólo en los reguardo más altos se
acostumbra a hacer surcos o eras, en las demás zonas los
granos se esparcen al "voleo" . Las semillas son escogidas de las
mejores mazorcas, de las que a su vez se seleccionan los granos
más gordos y sanos, "los granos femeninos". Al igual que para
la rocería, la siembra tradicionalmente ha sido una actividad
masculina y para su realización se suelen organizar "mingas".

Además del maíz que es la base de la economía, los Páez


cultivan otros productos como la papa, que se siembran en los
pisos térmicos más fríos, sola o en asocio con el ulluco, la
habas, la arveja y el fríjol. Mosoco, uno de los resguardos más
aculturados de Tierradentro, es el principal productor de papa,
destinándose su cultivo fundamentalmente al mercado. En
algunos resguardo se acostumbra hacer surcos verticales para la
siembra de este tubérculo, mientras que en otros como San
José, Lame y Vitoncó se suele cultivarla sin orden alguno.

 El café, la caña de azúcar y el fique

El café y la caña de azúcar son productos nuevos dentro de la


vida de los Páez y se encuentran asociados a los procesos de
expansión de la población blanca. Los cafetales, aunque son una
fuente segura de ingresos dentro de las precarias economías
familiares, poco cuidado les merecen a los indígenas.
Generalmente se dejan los cafetos a libre crecimiento y su
mantenimiento es muy deficiente. La caña de azúcar, no tiene
una importancia comercial como el café, ya que su cultivo no se
hace con destino al mercado, sino simplemente para producir el
guarapo o "chica", bebida indispensable dentro de la vida
cotidiana de los Páez. El estado de los cañaduzales, al igual de
los cafetales, es totalmente precario, limitándose su
mantenimiento a unas limpiezas iniciales.

El fique es otro cultivo importante. Fue introducido a finales de


la década de los cincuenta a través de una vigorosa ofensiva
oficial y privada, habiendo traído resultados nefastos para las
frágiles economías de múltiples resguardos del Cauca. Los
cultivos tradicionales, que mal que bien garantizaban la precaria
supervivencia familiar, fueron suplantados por este nuevo
producto y las mejores tierras se reservaron para sembrarlo. Lo
costoso de su producción, dada la cantidad de fuerza de trabajo
que requiere su cultivo, además de la necesidad de implementos
mecánicos como las "desfibradoras" unidos a la inestabilidad de
los precios e inseguridad de su mercado, ha llevado a que el
hambre y la pobreza se generalicen aún más dentro de la
población indígena del departamento.

 La Ganadería

La actividad ganadera es otro renglón significativo dentro de la


economía Páez. Esta se practica, con muy pocas excepciones,
de manera extensiva, limitándose el cuidado ha darles sal de
vez en cuando y evitar que el ganado se extravíe. Generalmente
no existen tierras destinadas exclusivamente a esta actividad
productiva, sino que los animales andan sueltos por rastrojos y
pajonales. Sin embrago, disponer de ganado vacuno, tiene gran
importancia dentro de la vida económica de las familias Páez.
No solo les permite venderlo en cualquier momento y tener
dinero para solucionar una necesidad impostergable, sino que el
consumo de carne de res es un elemento fundamental para
realizar mingas y trabajar colectivamente sus parcelas.

Sin embargo, a pesar de la importancia del ganado vacuno y


caballar, son tal vez, las ovejas los animales más preciados
dentro de la cultura Páez. Las cuidan, la quieren, rara vez las
venden y solo se consumen en ocasiones muy excepcionales.
Son de propiedad de las mujeres y todas las familias,
idealmente, deben tener por lo menos una oveja. De ella deben
extraer la lana para tejer las ruanas, las jigras y otros
elementos indispensables del ajuar indígena.

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4.7.6 ORGANIZACIÓN SOCIAL

 La vivienda

Los Páez viven en sencillas chozas o rústicas casa dispersas en


su territorio. Ubicadas a lo largo de los caminos, en pequeños
poblados o dentro de los cultivos en las faldas de las cordillera.
Aunque las viviendas varían según se encuentren en clima frío o
cálido y según la situación económica de la familia, la vivienda
Páez se puede caracterizar por ser la planta rectangular, con
paredes de caña, techo de dos o cuatro aguas construido con
hojas de caña de azúcar, maíz o palmas del monte. La armazón
se hace con madera de chonta, guadua, encenillo, chusque o
otras maderas cordilleranas. Con diverso bejucos se hacen los
amarres. El suelo es de tierra pisada y el interior de la vivienda
existe un solo espacio al centro del cual se encuentra el fogón
donde se cocinan los alimentos puesto en ollas sobre las
"tulpas" o colgados sobre la candela de garabatos de madera.
También se encuentran casas de bahareque o adobe con
puertas y ventanas de madera, piso de tabla o cemento y techo
de dos o cuatro aguas pero en zinc, eternit o teja de barro. Una
que otra casa de ladrillo similar a la de los mestizos de la región
se puede encontrar habitada por indígenas.

Las viviendas se hallan conectadas por una red de estrechos


caminos transitables únicamente a pie y en época de verano.
Tratan de construir sus casas cerca a los caminos reales,
caminos de a caballo que conectan unas comunidades con otras.
La principal consideración para la ubicación de la vivienda es la
cercanía a la plantación de la familia y la proximidad a una
fuente de agua.

 La Familia

La vivienda Páez se encuentra habitada generalmente por un


familia nuclear es decir, el padre, la madre y los hijos solteros.
Esta familia nuclear es la unidad social y económica básica; sus
miembros no solamente comparten una habitación, sino que
juntos trabajan la misma parcela. En algunos casos conviven en
la misma vivienda más de una familia nuclear; se trata
generalmente de un hijo con un hogar recién conformado. En
estos casos los dos hogares se comportan como dos unidades
domésticas independientes d con sus tierras, presupuesto y
fogón aparte.

El "amaño" o "amañe" es un institución muy antigua dentro de


la cultura Páez. Desde épocas inmemoriales la atestiguaba el
Licenciado Castillo y Orozco.

Hoy en día a pesar de las transformaciones introducidas por los


procesos de evangelización, se continua considerando que el
hombre debe probar a la mujer: es necesario cerciorarse de su
capacidad de trabajo, de su obediencia, honradez, fidelidad y
sobre todo su capacidad reproductiva. Cuando el hombre esta
seguro de que la mujer escogida posee todos estos atributos
suele celebrarse el matrimonio.
 

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4.7.7 ORGANIZACIÓN POLÍTICA

 El Resguardo

A pesar de las subdivisiones internas que pueden existir dentro


del territorio Páez, el resguardo constituye la unidad política
básica de la población de los resguardos existentes en el Cauca,
aproximadamente el 70% de ellos, corresponden a resguardos
Páez, los cuales se encuentran regidos por la ley 89 de 1890,
que con algunas modificaciones aún se mantiene vigente
jurídicamente las tierras comprendidas entre los resguardos son
de propiedad comunitaria de la parcialidad que los habita. Cada
resguardo tiene sus títulos que establecen sus limites y
legitiman su territorio. Los indígenas tienen hacia el resguardo
una serie de obligaciones que van desde la participación en las
obras de interés comunal hasta el desempeño de los cargos del
cabildo, máxima autoridad del mismo

 Los Cabildos

Los cabildos son las instituciones políticas que rigen los destinos
de cada uno de los resguardos. Son elegidos democráticamente
todos los años, tomando los cabildantes posesión formal ante el
alcalde municipal y su secretario de quienes reciben las "varas
de mando". Esta es una ceremonia puramente formal ya que ha
sido en las altas lagunas sagradas de que se esconden en los
páramos, en donde se llevan a cabo las ceremonias que
legitiman el poder de los cabildantes.

La vara para los Páez no solamente es el símbolo del poder sino


que ella posee el espíritu de la comunidad y transmite la
capacidad de gobernar a quien la lleva. Ella infunde respeto ante
los comuneros. Por lo general la vara es hecha de la madera
negra de la palma de chonta, se adorna con borlas de lana o
cintas de colores y antiguamente llevaba empuñadura de plata.
 Otras instancias políticas

En algunos resguardos existe un "grupo de ancianos",


conformado por los mayores del resguardo y quienes ya han
sido gobernadores. Este es un grupo informal, que dado al
conocimiento de sus miembros tienen sobre los acontecimientos
recientes del resguardo y la etnia en general al igual que las
obligaciones que debe cumplir el cabildo, ejerce su autoridad
cuando un gobernador o un cabildo no actúa de la manera
establecida.

Dentro de la estructura política de la comunidad de deben


mencionar también a los chamanes líderes comunitarios que
supervisan la relación de los indígenas con el mundo
sobrenatural y a quien frecuentemente acuden los indígenas
para solucionar situaciones difíciles, ante las cuales los
cabildantes poco pueden hacer. Ellos son los especialistas en
limpiar y enfriar las varas y ayudar de esta manera a los
gobernantes a dirigir con sabiduría los destinos de la
comunidad.

Por encima de los resguardos y sus cabildos, se encuentran


varias organizaciones de carácter pan-indígena, las cuales
intentan crear cuerpos representativos de los cabildos de la
zona como el caso de los "solidarios" y el CRIC. El Consejo
Regional Indígena del Cauca, CRIC, surgió en el año de 1971
recogiendo las experiencias de la historia política Páez y
especialmente las reivindicaciones de Manuel Quintin Lame.

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4.7.8 ETNOCIENCIA

Los Páez perciben su mundo como una estructura formada por


múltiples capas o espacios que tienen características y
componentes diferentes. En los dos extremos se encuentran
"yu", el subsuelo y en el otro "sek", el sol. El uno se asocia con
la muerte, el frío y lo sucio, mientras que el otro se relaciona
con la vida, el calor y la limpieza.

Dentro de su cosmogonía aparece un fundador fundamental,


"Agnus", cuyo nombre probablemente deriva de Agnus Dei de
los misioneros (Henman, 1978,184), deidad eminentemente
inmóvil, lejana y solitaria que se encuentra completada por
"K'pish" el Trueno, deidad más dinámica y omnipresente en la
mentalidad de los indígenas. "K'pish" habita en el fondo de las
lagunas entre la niebla de los páramos cordilleranos, escenario
tradicional de actividad ritual de la cultura Páez.

 Caciques y Chamanes

Dentro de la mitología Páez, los caciques ocupan una posición


relevante, ellos fueron quienes los salvaron de los pijaos, sus
feroces antepasados y los que lograron años más tarde defender
su territorio y su comunidad en contra de los invasores blancos.
Los rastros de algunos legendarios caciques se puede seguir en
la información documental, como el caso de Juan Tama - el más
importante héroe cultural de la historia Páez - o el de la cacica
Angelina Guyumus. Otros parecen ser solo héroes míticos.

Según el mito Juan Tama - como los verdaderos caciques nació


de las estrellas y bajo por las torrentosas aguas de El Lucero, de
donde fue sacado por los chamanes y entregado a unas
doncellas para que con su sangre lo amamantaran. Con la ayuda
de los chamanes Juan Tama se convirtió posteriormente en
legislador, caudillo de su pueblo y gran cacique de los Páez; fue
él quien los defendió de los invasores pijaos, guambianos y
blancos.

El cacique que a través de la violencia y la guerra - utilizando la


voleadora - según el mito, desterró a grupos indígenas
enemigos, y mediante el manejo de la legislación colonial y los
documentos escritos defendió el territorio comunal de las manos
de los blancos.

A él se debe la creación de los resguardos y la deleitación del


territorio Páez. Juan Tama, según el mito desapareció en las
profundas y heladas aguas de la laguna de Pátalo dejándoles a
los Páez por herencia un testamento político teniendo a la
defensa de su territorio y de su cultura todo un acervo de
conocimientos médicos a los chamanes y la promesa de su
regreso cuando fuese menester. "Yo me iré a vivir a una laguna,
yo no muero jamás" (Bernal, 1953, 236).

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4.7.9 TRANSFORMACIONES SOCIALES

En este contexto surge en la segunda década de este siglo, el


movimiento de insurgencia encabezado por Manuel Quintin
Lame Chantre el indio terrajero de Polindara, quien junto con
José Gonzalo Sánchez, indígena Totoró, conforma un
movimiento denominado "la quintinada", que involucró a
terrajeros y cabildos indígenas Páez, guambianos y coconuco,
extendiéndose posteriormente a los indígenas del Huila y del
Tolima. Como banderas de lucha el movimiento planteaba:

1. La defensa de las parcialidades y el rechazo a las


leyes de extinción de los resguardos
2. La negativa a pagar terraje o cumplir con obligaciones
personales
3. La afirmación de los cabildos como centros de
autoridad
4. La recuperación de las tierras usurpadas por los
terratenientes y el "desconocimiento de todos los
títulos que no se basaran en cédulas reales"
5. La condena y el rechazo de la discriminación racial a
que están sometidos los indios colombianos

Si bien la violencia oficial no permitió que el movimiento de


Lame Chantre lograra sobrepasar el año de 1920, sus
ideas y reivindicaciones si le sobrevivieron y la lucha de los
Páez contra el terraje, la explotación y la reivindicación de
sus resguardos, cabildos y cultura se han mantenido desde
entonces, y bajo diversas formas en todo el territorio. En
los años treinta y cuarenta participan con el partido
comunista en la lucha contra el terraje y posteriormente
tenemos el caso del CRIC - Consejo Regional Indígena del
Cauca -, organización surgida en el año de 1971 y que
recogiendo y depurando las experiencias políticas y las
reivindicaciones de Manuel Quintin Lame y su movimiento
ha buscado recuperar la autonomía política, económica y
cultural de los indígenas. De esta manera el no pago del
terraje, la recuperación de la tierra de los resguardos, el
fortalecimiento de los cabildos, la defensa de su historia,
su lengua y costumbres figuran entre las más amplias
metas propuestas por esta organización. Hoy día después
de mas de 20 años de trabajo, sus objetivos apuntan,
además, hacia la solución de problemas más específicos,
como el impulso y fortalecimiento de las organizaciones
económicas comunitarias, la conservación ecológica de los
resguardos y la creación de programas de producción en
las tierras recuperadas.

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