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EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA

VIDA EN LA TIERRA – Jeshua


Queridos amigos afines:

YO SOY Jeshua. Vosotros sois mis hermanos y hermanas. Me uno a


vosotros aquí como un igual, no como alguien que esté por encima de
vosotros, sino como un amigo, un compañero. Podéis sentir la fuente
común a través de la cual todos estamos conectados. Podéis sentir el flujo
de la vida entre nosotros, la conexión sanadora que nos hace libres.

Por favor, tened respeto por vosotros mismos igual que lo tenéis por los
demás en esta reunión. El respeto significa valorarse a uno mismo al darse
cuenta de lo que realmente somos y lo que hemos asumido en este viaje
para estar en un cuerpo de carne y hueso, aquí y ahora, en esta Tierra. Ese
fue un acto de fe, y muy dentro de vosotros es una creencia, una fuerza,
una conciencia profunda por la cual habéis elegido estar aquí.

Cada uno de vosotros dijisteis “sí” a esta encarnación, a vuestra vida


presente. Ese momento de decir “sí” se basa en un profundo
conocimiento; sin embargo, os han surgido dudas debido a los viejos
recuerdos de las experiencias de otras vidas en la Tierra. Esas dudas han
velado vuestro claro y rotundo “sí” y han causado que se vuelva turbio y
oscurecido. A veces os habéis sentido perdidos en esta aventura terrenal,
solos y abandonados. Yo conozco el dolor que habéis experimentado.

Se me ha retratado a menudo como un santo, un iluminado que lo sabía


todo. Eso no fue así, porque yo también tuve profundas dudas y temores.
Formaba parte de mi viaje, ya que el hecho de verme en mi imperfección
y mi quebrantamiento forma parte del vuestro. Cuando vivía en la Tierra,
me inspiré en una luz a la que quería dar testimonio; una luz que está más
allá de las palabras, que contiene amor, maravilla, belleza, humor y
sabiduría. Esa luz no me pertenecía, sino que fue entregada a través de
mí, al igual que os está sucediendo a vosotros.

Yo también tuve momentos de profunda desesperación al experimentar la


falta de comprensión por parte de los que me rodeaban, al no sentirme
reconocido, tal como os pasa a vosotros. Es por eso que yo podía llegar a
las personas que se encontraban muy solas; las personas que se sentían
desesperadas por el dolor, tanto física como emocionalmente; las
personas que se encontraban en un desierto espiritual. Yo podía entender
a esas personas, porque había experimentado, dentro de mí, las
emociones, los estados de ánimo y los pensamientos que ellas estaban
experimentando.

La experiencia humana, con todos sus altibajos, es necesaria para que


nuestra luz brille aquí. Lo que percibís en vuestra vida como oscuridad,
como tristeza, como obstáculo, todo forma parte de vuestro viaje. No es
un obstáculo que debéis tratar de evitar. Se trata de probar vuestra
capacidad para aceptar las cosas y para traer la luz de vuestro corazón
hacia los demás, al igual que una piedra puede ser iluminada desde
dentro y convertirse en una hermosa joya. Esa es la tarea para la que
estáis destinados: experimentar la oscuridad, para entenderla desde
dentro, y después encender la luz y someterse a toda la gama de
experiencias humanas; envolverlas con la conciencia y sentirlas por
completo. Entonces la energía de Cristo despertará en vosotros, que sois
seres humanos (se requiere ser humano para que esto suceda). No
podemos desarrollar esa energía, ese poder único, particular y brillante de
la energía de Cristo, en los altos reinos etéricos donde se carece de la
resistencia y la profundidad de la experiencia humana. Mirad pues,
aquello que aparentemente os retrasa, aquello a lo que os resistís, lo que
os desalienta o molesta, y lo que podríais aborrecer, como precisamente
vuestro destino, el propósito para el que estáis aquí.

Es una experiencia mágica ayudar a otro ser humano a iluminarse desde


dentro, para que luego se convierta en un ser a través del cual pueden
ocurrir milagros. Hay historias contadas sobre mí en relación con milagros
y repentinas curaciones físicas y mentales. Pero el poder que yo tenía no
era de naturaleza mágica; los milagros no ocurrieron por ningún truco
místico. Yo podía llegar a las personas que se encontraban maduras para
ello, a quienes estaban a punto de experimentar un gran avance interno, a
través de mi comprensión profunda de su humanidad. No hice ningún
juicio acerca de quiénes eran, ni de sus aspectos negativos o positivos; yo
estaba justo ahí; en el momento preciso. Y había gente que, en su
contacto conmigo, experimentó el Amor, y el Amor fue lo que les salvó.
Era como si su verdadera naturaleza fuera llamada a despertar de repente,
y eso es lo que ocurre con los milagros. No fue algo que en realidad
hiciera yo, sino algo que sucedió en la interacción entre nosotros.

El hecho de que yo estuviera abierto, fue lo que hizo posible que pudiera
recibir la luz de Cristo y fuera capaz de transmitirla a los demás. Y esta
apertura de la que estoy hablando muy a menudo se logra, como ser
humano, a través de una experiencia de crisis. Vosotros normalmente
estáis atrapados en todo tipo de creencias acerca de lo que podría o no
suceder, o debe o no debe ser, antes de poder abriros a la luz de Cristo.
Estáis llenos de ideas y patrones de pensamiento que crean una multitud
de emociones y estados de ánimo. Intentáis dar forma a vuestro mundo,
vuestra vida, a partir de tales ideas y patrones de pensamiento, hasta
chocar contra algo que es tan enorme que no se puede encontrar una
manera ordenada de evitarlo, y entonces todas vuestras certezas, vuestras
creencias y patrones de pensamiento, son barridos. Si se cae en un hoyo
profundo, esto suele traer una cantidad abrumadora de miedo. Se le
puede llamar “la noche oscura del alma”, y es una experiencia aterradora.

Al mismo tiempo, existe la posibilidad de que esa experiencia terrible


pueda convertirse en una apertura al daros cuenta de que ya no conocéis
la manera “correcta” de hacer las cosas, y entonces una parte de vosotros
se da por vencida, mientras que otra parte se abre por completo. La parte
que se rinde es la parte defensiva, la que se resiste, y siempre piensa que
lo sabe todo, que es impaciente, que quiere y exige todo tipo de cosas de
la vida. Esa parte con frecuencia se desvanece en una crisis, y si os atrevéis
a dejarla morir, la luz puede comenzar a brillar en vuestro interior. De este
modo podéis ver como una experiencia de crisis, algo que parece
demasiado grande para ser digerido, también tiene el potencial de abrir
una puerta a la luz. Pero es una experiencia muy intensa, ya que la parte
que muere no quiere morir, quiere mantenerse y se resiste.

Os pido que traigáis a vuestra mente la parte de vosotros que se opone a


la luz y que está en contra de la luz en general: la luz del Cosmos que
quiere fluir a través de vosotros. Algo dentro de vosotros, quiere
protegerse contra esa posibilidad, por lo que sentiréis, si es posible, la
vacilación cuando os pido imaginar que la luz fluye a través de vosotros
libremente, a través de todas las partes de vuestro cuerpo y hacia el
mundo. ¿Qué provoca esta imagen en vosotros? ¿Podéis permitir esa
posibilidad? ¿Sentís incluso que es posible? ¿O hay algo en vosotros que
quiere protegerse de la luz? Imaginad que esa parte protectora está
enfrente de vosotros como un escudo. Preguntaos: “¿Para qué necesito
este escudo”? Tomad esta actitud defensiva en serio, porque hay algo en
vosotros que siente la necesidad de mantener el escudo en su lugar.
Respetad esa parte guardiana porque el escudo siempre tiene un
propósito. Está ahí para proteger una parte muy vulnerable de vosotros.

¿Qué parte de vosotros no va a permitir pasar la luz? ¿Qué parte de


vosotros lo experimenta como una petición demasiado grande o como
una amenaza o incluso como algo peligroso? Hay que acercarse a esa
parte con suavidad, como si fuera un niño.

Vedlo como un niño que ha sido rechazado, un niño que ha cambiado su


energía vital interior. Acercaos a ese niño muy suavemente y ved lo
hermoso que es; todavía irradia belleza incluso con su vulnerabilidad
extrema y su actitud defensiva. Arrodillaos ante ese niño y envolvedle con
vuestra generosidad y bondad. Arrodillaos con suave aceptación y sin
intentar que el niño cambie ni querer imponer nada sobre el niño.
Sentaos en silencio, de una manera relajada con ese niño y sentid cómo
podéis tomar el lugar de ese escudo. Hasta ahora, el niño se ha sentido
protegido por esa barrera defensiva entre vosotros y el mundo exterior,
pero ese escudo es también una barrera entre vosotros y vuestros
sentimientos más profundos.

Preguntadle al niño si podéis tomar el lugar del escudo. Basta con


preguntar al niño: “¿Me permites que cuide de ti, te parece bien?”
Pregunta honesta y abiertamente: “¿Te estoy protegiendo lo suficiente?” Y
dejad que hable libremente. Tal vez os diga: “No, no estoy lo
suficientemente seguro”. Preguntadle lo que necesita o lo que podéis
hacer para que se sienta seguro. Tomaos vuestro tiempo para hacerlo,
porque podéis tener esta conversación con vuestro niño interior una y
otra vez. Es un ser vivo, una parte de vosotros que lleva mucho amor y
que, por lo tanto, tiene mucho amor para dar. Pero debe sentirse seguro
en la Tierra y es por eso que vuestra dulzura y la fidelidad son necesarios.

Cuando hayáis erigido una barrera defensiva, un escudo para proteger y


ocultar a vuestro niño interior, ya no estaréis conscientemente conectados
a ese niño; se convertirá en algo oculto. Podéis sentiros, por ejemplo, en
actitud defensiva o completamente abrumados en ciertos momentos de
vuestra vida, y no sabéis por qué os ocurre eso. Podéis llegar a estar
enojados o decepcionados o desanimados y cuando eso sucede es
porque hay patrones de reacción automática que se interponen entre
vosotros y vuestro niño interior. Al renovar la conexión con ese niño
vulnerable dentro de vosotros y comenzar la conversación una y otra vez,
podéis encontrar, poco a poco, una forma de resolver esos patrones de
reacción automáticos – la barrera defensiva – pero exige paciencia y
gentileza por vuestra parte. Y se os pide que entendáis, muy
profundamente, que esta parte vulnerable de vosotros mismos no es un
obstáculo que deba ser evitado o superado, y tampoco debe ser
eliminado.

Se pretende que vosotros evolucionéis a través de ese niño, por lo que


debéis envolverlo con vuestra comprensión y amor, y entonces la luz de
Cristo despertará en vosotros. Atrás quedarán las ideas fijas y juicios y
creencias, y el tener que esforzaros siempre y luchar por aquello que
creéis necesitar. En su lugar, habrá una disposición y una apertura en la
que os conoceréis a vosotros mismos una y otra vez a través de la
atención y la maravilla. Pero no debéis pensar que ya sabéis todo lo que
es necesario saber y lo que es bueno para vosotros; tenéis que dejaros
sorprender por las respuestas de vuestro niño interior.

Este es vuestro camino, porque el alma tiene algo que aprender de la


experiencia humana. A veces veis el cielo, el mundo al que pertenece el
alma, como un mundo perfecto, pero también como un lugar del que
habéis sido expulsados. Se supone que fuisteis forzados a sobrevivir en un
mundo imperfecto y a menudo extraño, la Tierra, donde tantas emociones
os pesan, y esto lo sentís como un castigo. Pero el reino de donde venís,
el mundo del alma, no es perfecto tampoco. Allí falta algo esencial, y es
por eso que siempre habéis dado el salto de la fe en la encarnación. Es la
vida misma, esa búsqueda a tientas, esa manera profunda e intensa de
experimentar – lo cual es posible, especialmente en la Tierra – a través de
la cual vuestra comprensión, vuestra paciencia, y vuestra compasión se
hace más profunda y sustancial. Ese es el significado espiritual de la vida
en la Tierra. Los destellos de la perfección se puede experimentar aquí – a
menudo en momentos de simplicidad, o por medio de la intuición, o en
una experiencia de puro disfrute y belleza – y tales destellos tienen más
peso que estar simplemente en un estado de euforia perpetuo en las
regiones celestes.

Sin duda, es maravilloso estar en un ambiente de armonía, con menos


resistencia y un menor número de altibajos, y disfrutar de un tiempo
indefinido. Pero no podemos negar la belleza y el valor espiritual
profundo de la vida en la Tierra, de lo que está pasando. Debéis tomar la
experiencia, la sabiduría, y los avances que experimentáis aquí, y llevarlo a
los reinos de luz, porque esos reinos obtendrán más sustancia y más
vitalidad debido a vuestra experiencia. Existe una interacción continua
entre el reino de la Tierra y los reinos “del otro lado”. El tesoro de vuestra
propia vida tiene gran valor. Sois valientes; actuáis poderosamente; así
reconocéis vuestra propia luz.
Me gusta estar aquí junto a vosotros. Cuando estoy aquí, aunque no estoy
en un cuerpo, me convierto en humano de alguna manera, y recuerdo
una vez más la forma en que se siente ser humano. Supone una carga, sí,
pero también hay momentos elevados, hay amistad y solidaridad, que
tocan el alma profundamente. Los lazos de amistad construidos en la
Tierra permanecen en el alma y continúan haciendo su trabajo para
siempre, tan preciosa es la vida en la Tierra.

Muchas gracias a todos por estar juntos y deseo saludaros a cada uno de
vosotros desde mi corazón.

Jeshua

Yeshua: la soledad, una parte necesaria


de tu camino
Queridos amigos,

Soy Yeshua, los saludo a todos desde mi corazón. Siente la luz que está
presente aquí, fluye de tus corazones. 

Abrazo tu luz dentro de mí mismo y luego reflejarlo de regreso a ti, para


que puedas saber, sentir y recordar quién eres: un trabajador de la luz,
un portador de luz. 

Es su mayor propósito, su inspiración, manifestar toda la luz de su


corazón y su alma aquí en la Tierra. Siente ese deseo dentro de ti, en
todas las células de tu cuerpo. 

Estás aquí para dejar que tu luz brille, sin trabas, sin vergüenza ni
culpa. Haz eso ahora, abre todas las células de tu cuerpo y siente
la luz dentro, ¡deja que irradie! 

Deja que brote desde lo profundo de tu abdomen, a través de tu corazón,


tu garganta, tus ojos. La luz casi estalla, porque quiere hacer eso.
Es la naturaleza de la luz brillar como un sol.
Has retenido tu luz el tiempo suficiente y ahora es el momento de superar
las inhibiciones, la contención, la resistencia. 

Qué alivio que se te permita hacer eso y que puedas hacerlo, porque se
necesita mucha fuerza para retener la luz que quiere brillar naturalmente
dentro de ti. 

Ocultar su luz requiere un esfuerzo considerable y crea mucho estrés, y


hacerlo lo pone enfermo y deprimido, amargado y decepcionado. 

Estás aquí en la Tierra para atender el llamado de tu alma, y hacer eso


es lo que te hará libre y feliz. 

Entonces, ¿por qué parece tan difícil de hacer? Porque estás luchando


contra tu luz, incluso mientras estás sentado aquí. 

Le tienes miedo y ese miedo crea la resistencia, el ocultamiento, el ajuste


a lo que crees que es correcto. Crea los muros defensivos que han
construido dentro de ustedes.

Siente ahora que el alma dentro de ti es más fuerte que nunca. Tu alma
quiere nacer en la Tierra, aquí y ahora. Siente el deseo ardiente en
tu alma, y la alegría y la alegría que eso conlleva. 

El fuego en ti no conoce ninguna duda, está lleno de pasión; se enciende


e inspira, así que déjalo entrar.

Deja que el fuego, la luz de tu alma, fluya a través de ti. Siente la luz


reunirse a tu alrededor y recibe tu alma en tu cuerpo.

 Respira en quien eres. No le debes a nadie una justificación o


explicación para ser quien eres: «Esto es lo que soy, esta es mi
esencia, mi ser«.
Cada uno de ustedes, en el curso de su vida, ha visto sacudida su
estructura de creencias. 

La creencia, «Yo soy Eso; Estoy «sin duda sentí, fue dañado en todos
ustedes. 

En algunos casos, esto sucedió antes de comenzar su vida actual. 

Podría haber habido vidas pasadas en las que se infligieron heridas,


tanto mentales como físicas, que lo afectaron y oscurecieron su
capacidad de ver quién es usted y su luz original. 

También podría ser que recordabas tu propia luz cuando naciste en esta
vida actual, pero no pudiste mantener esa memoria. 

Tu entorno te influyó, regido por el miedo, la ira, la inseguridad y la


duda. Todos ustedes conocen la sensación de haber perdido su camino
interior, y luego buscan la luz fuera de ustedes.

Este es el destino de prácticamente todos los niños, porque al comienzo


de la vida en la Tierra, eres vulnerable. 

Como bebé, usted es física y emocionalmente vulnerable, por lo que


instintivamente busca y confía en la información de su entorno y lo hace
de más de una manera. 

Una parte de ti ansía la calidez del amor, como una manta cálida a tu


alrededor: esa tranquilidad y seguridad que todo niño terrenal anhela.

Pero también puede haber un miedo profundo dentro de ti cuando


vuelves a encarnar en la Tierra, especialmente si estás cargado de
heridas y cicatrices de vidas anteriores, por lo que tienes una gran
necesidad de ser apreciado y tranquilizado en tu primera infancia. 

Llegas a las personas que te rodean con la esperanza de recibir luz y


fuerza de ellos.
Hay otra manera de comunicarse con las personas que lo rodean, que
no se trata de querer recibir, sino de querer dar.

Ustedes que están presentes aquí son todas las almas sensibles.

Hay una profundidad en su corazón y espíritu, e incluso cuando era un


niño pequeño o un bebé, era sutilmente perceptivo del mundo y de las
personas que lo rodeaban. 

Si bien su cerebro físico aún no estaba completamente desarrollado, sus


sentidos sí. Tu corazón estaba abierto y percibiste dolor en tu madre y
padre, y energía negativa en tu entorno. 

En algún lugar, desde el recuerdo del propósito de tu alma, querías


ayudar a sanar y hacer las cosas bien para ellos, y traer armonía a sus
vidas. Querías ayudar a tus padres brindándoles luz. 

Sentiste todo ese impulso con tanta fuerza debido a tu cercanía con esa
dimensión, el origen, de donde viene tu alma y tu corazón.

Tanto en el anhelo de la crianza y la confirmación, como en el profundo


impulso de querer sanar, crear conciencia, querer dar, puedes apegarte
al mundo que te rodea de una manera que puede llegar a ser muy
dolorosa y llena de soledad.

Porque en esta Tierra, puedes perderte dando y queriendo sanar el


mundo que te rodea, así como puedes perderte en el deseo de cuidado y
luz desde fuera de ti mismo. 

Lo que sucede en esa pérdida temprana de uno mismo es que aún no te


das cuenta completamente de quién eres y de qué manera te destacas
del mundo que te rodea. 

Es en el medio consciente queriendo dar y recibir que te confundes


contigo mismo y con quién eres, porque entonces te vuelves dependiente
del mundo que te rodea. 
Empiezas a relacionar el dar con el recibir. Esperas que si
compartes desinteresadamente con los demás, tarde o temprano,
experimentas y descubres que este enfoque de la vida te lleva por mal
camino. 

Y este descubrimiento es doloroso, porque cumples parcialmente la


misión de tu alma al compartir tu luz, al querer transformar la energía
negativa en armonía. 

Sin embargo, convertirse en un trabajador de la luz real y consciente de


sí mismo le pide que retroceda de esta dinámica de dar y recibir
totalmente, o la mitad de la conciencia, del deseo de luz y fuerza de fuera
de usted. 

Tienes que liberarte de esta necesidad para realmente comenzar a brillar


desde tu propia esencia, desde tu propia profundidad. 

Todas las formas de dependencia del mundo fuera de ti eventualmente te


alejan de tu alma. Y entonces tu camino primero te lleva a aceptar tu
soledad, para que seas un «yo» antes de que puedas conectarte con el
mundo y las personas que te rodean con fuerza y amor independientes. 

Como adulto, tan pronto como recorres un camino espiritual, tienes el


desafío de enfrentar los antiguos temores del niño dentro de ti, que
estaba buscando seguridad fuera de sí mismo, y que le dieras a tu niño
interior lo que necesita. Y ese es un gran paso que debes tomar.

Muchos de ustedes trabajadores de la luz se preguntan por qué a


menudo se sienten en soledad e incomprendidos por las personas que
los rodean, ya sea por su familia biológica o más tarde por las personas
en la escuela y en el trabajo.

“¿Por qué percibo esta sensación de ser alienado, ajeno a todo?” Y te


digo que un tramo de tu camino del alma, es cruzar un oscuro tramo
repleto de soledad.

Solo al experimentar que la soledad puede, y lo hará, descubrirá que


usted mismo debe encender la llama, la luz, dentro de sí mismo. 
Estar solo es como un túnel por el que atraviesas, que tienes que
atravesar, para realmente ser independiente del mundo. 

La expresión dice: estar en el mundo, pero no del mundo. «Ser del


mundo» significa que estás influenciado por demandas de fuera de ti
mismo, como ser reconocido y aceptado o no, o tener éxito o no.

Por lo tanto, le pido que se tome un momento para cuidarse


completamente. 

Imagine que está iluminando la luz de la que hablé anteriormente, la luz


que tanto desea brillar libremente y sin trabas para su miedo más
profundo y su necesidad de seguridad y tranquilidad. 

Abrace esa necesidad completamente envolviéndola con el calor de su


alma y su corazón. 

Lleva al niño dentro de ti a tu regazo o a tu corazón. Siente en este niño


las heridas y las cicatrices del dolor, de la pérdida, del miedo, pero
también siente tu gran luz y cómo puede llenar al niño por completo, para
cumplirla.

Este niño ha esperado tanto tiempo por ti. Cuando nutres al niño que
llevas dentro con tu luz, aquí en la Tierra, sanas viejos traumas del
pasado y creas independencia. 

Y mientras haces esto, siente la poderosa energía de apoyo de la Madre


Tierra bajo tus pies. 

Ella quiere recibirte, eres bienvenido aquí en la Tierra. Deje que la luz


fluya a través de usted y lo conecte con la Tierra mientras aprecia al niño
interior en su interior dándole lo que necesita. 

Deja que tu luz fluya a través de tus pies y siente cómo la Madre Tierra te
da la bienvenida, aquí y ahora.

Gracias.
Canalizado por Pamela Kribbe

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