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Prismas - Revista de Historia Intelectual

ISSN: 1666-1508
revistaprismas@gmail.com
Universidad Nacional de Quilmes
Argentina

Fernández Bravo, Álvaro


La provocación de La ciudad letrada
Prismas - Revista de Historia Intelectual, núm. 10, 2006, pp. 185-189
Universidad Nacional de Quilmes
Bernal, Argentina

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La provocación
de La ciudad letrada

Álvaro Fernández Bravo

Universidad de San Andrés / CONICET

La ciudad letrada fue un libro leído con cierta les migrantes y visitantes frecuentes de la aca-
lentitud, y sometido a una extendida recep- demia norteamericana–, Rama construye un su-
ción crítica desde su publicación póstuma en jeto para su argumento que si bien es regional
1984 por Ediciones del Norte de Hanover, New (y allí fuerza las analogías entre contextos la-
Hampshire, Estados Unidos. Sólo once años tinoamericanos desiguales entre sí), resulta ins-
más tarde, en 1995, llegaría la primera edición cripto en una representación esencialista, rei-
latinoamericana publicada en Montevideo por ficadora y homogeneizante del letrado. De este
ediciones Arca. Debido a las condiciones de modo, no desarrolla antagonistas o alternativas
publicación (ninguna de las dos editoriales per- para esa figura consagrada como hegemónica
mitió una distribución masiva), pero quizás no y sin contrincantes, algo tosca, sin matices ni
sólo a ello, su circulación tuvo lugar princi- variaciones. Rama incluye pocos ejemplos de
palmente en la academia norteamericana du- letradas mujeres. No menciona, por ejemplo,
rante el apogeo y ocaso del latinoamericanismo el poema de Sor Juana Inés de la Cruz donde
y los estudios de área.1 son criticados justamente los letrados acusa-
Una de las críticas más frecuentes al libro dores, ni habla de letrados de origen indígena
cuestiona el binarismo y la homogeneidad de o mestizo, como el Inca Garcilaso de la Vega,
la categoría de letrado –políticamente inco- ni se detiene en otros letrados y letradas colo-
rrecta– que atraviesa el argumento. Según esta niales que hablaron desde posiciones más am-
objeción, el letrado latinoamericano resulta una bivalentes, híbridas, y que escribieron menos
construcción plana y monolítica que la misma sumisos al poder que los ejemplos analizados
publicación y circulación del ensayo entre en el libro.2 El letrado latinoamericano sería,
América Latina y los Estados Unidos vendría así, menos uniforme –tanto entre pares como
a desmentir. Situado en una tradición que in- con respecto al mundo que lo rodea– de lo que
cluye a Pedro Henríquez Ureña y a Antonio el libro reconoce, impugnan los críticos.
Cornejo Polar en ambos extremos –intelectua-

1 Román de la Campa señala que hasta el año 1999 eran 2 La influencia del libro de Claudio Véliz, The centra-
escasos los ecos de La ciudad letrada en el campo crí- list tradition of Latin America es explícita y ayuda a com-
tico latinoamericanista norteamericano: apenas seis ar- prender una visión desconfiada de los intelectuales, que
tículos sobre el libro, donde convivían la celebración con opone el centralismo autoritario latinoamericano, del cual
la crítica. Véase Latin Americanism, Minneápolis, los letrados serían un engranaje fundamental, a la pre-
University of Minnesota Press, 1999, p. 122. sunta apertura liberal anglosajona.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 10, 2006, pp. 185-189


El libro tuvo un timing poco feliz: se publicó durante casi todo su derrotero los mismos ras-
inconcluso poco antes de la explosión del su- gos recurrentes que Rama le atribuye, marca-
balternismo, la crítica feminista, los estudios dos por el pasado colonial, rasgos jerárquicos,
queer y, como la gran mayoría de los estudios elitistas y alejados de la ciudad real.
latinoamericanos pensados desde la región Creo sin embargo que para hacer justicia a
(aunque no resulta fácil asignar una locación su argumento habría que leer La ciudad letrada
geográfica a la enunciación), ignora los deba- no como un libro sino como un manuscrito
tes sobre la raza al privilegiar la figura de un inconcluso. Román de la Campa lo describe
actor masculino, blanco o mimetizado con la como un ensayo en el doble sentido de la pa-
minoría blanca, europeizante y miembro de labra: una prueba (en el sentido de una prueba
la élite. Las lecturas críticas del ensayo durante de imprenta) y una práctica previa a la repre-
los años de 1990 abrevan en la doctrina de la sentación teatral. Es bastante obvio que los pri-
diversidad y la minoría para atacar su catego- meros tres capítulos están mejor armados (y
ría central: el intelectual latinoamericano. son también más provocativos) que los últi-
La imagen del letrado formulada por Rama mos tres, donde se observan algunos errores.
no deja de resultar paradójica, ya que en tanto Quisiera entonces pensar la condición in-
contribución al latinoamericanismo y por su completa y ‘en progreso’ como uno de los ras-
circulación, La ciudad letrada como libro se gos que lo definen y lo convierten en un li-
sitúa en un espacio internacional, intermedio, bro fructífero: por sus intersticios ingresaron
es producto de los sucesivos exilios de su au- quienes discutieron sus hipótesis, señalaron
tor e incluso su expulsión de los Estados Unidos disensos y abrieron un diálogo crítico que per-
refuerza una idea donde la analogía letrado = mite entender la presencia iterativa del libro
ciudad/nación podría ser menos rígida que lo en el horizonte de los estudios literarios lati-
sugerido en el ensayo. Es decir, existe una ten- noamericanos, aun a más de veinte años de su
sión entre la construcción del letrado como su- publicación.4 La desacralización de la escri-
jeto de la élite, de espaldas a la ciudad real, y tura (su demonización, como dice Alonso),
la tradición donde el mismo Rama se inserta, percibida como locus privilegiado del poder,
menos dura, estable y arraigada. La genealo- resultó una provocación que anticipó hasta
gía de Martí, Darío, Sarmiento, Sílvio Romero cierto punto el itinerario del campo en las dé-
y Vasconcelos es nómade y en conflicto con la cadas siguientes.
cultura oficial y dominante; en sus mejores mo- Las críticas podrían agruparse del siguiente
mentos observa la ciudad desde fuera de ella modo: en primer lugar, aquellos que impug-
o en una posición marginal y opositora (el me- naron la construcción homogénea de la ciudad
jor Sarmiento y el mejor Martí son los que es- letrada, cuyas grietas internas, voces oposito-
criben desde el exilio y enfrentados con los re- ras y heteronomía resultan aplanadas en el en-
gímenes políticos dominantes en sus países).
Por esa razón, La ciudad letrada fue leído como
un texto homogeneizante, cerrado, que apela Hispánicos, mayo de 1994, pp. 283-291, originalmente
a un concepto de letrado casi inmutable, acu- presentado en el congreso de la Modern Language
sado incluso de deshistorizar y negar varia- Association, Toronto, 1993.
4 Véanse por ejemplo el libro editado por Mabel Moraña,
ciones a la figura del letrado,3 que conserva Angel Rama y los estudios latinoamericanos, Pittsburgh,
Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1997,
y el número de Estudios: revista de investigaciones lite-
rarias y culturales, Nº 22-23 consagrado a Ángel Rama
3 Carlos Alonso, “Rama y sus retoños: Figuring the ni- editado por Alicia Ríos, Caracas, Departamento de Lengua
neteenth century in Spanish America”, Revista de Estudios y Literatura, Universidad Simón Bolívar, 2003-2004.

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sayo. Dentro de este grupo de críticas se aloja cada momento.5 Es por eso quizá y por los
una desconfianza hacia el modelo circular-in- ‘huecos’ productivos habilitados en el texto,
manente (la teoría de los anillos concéntri- que el ensayo continúa convocando lecturas
cos) que asigna una posición central, radial e que lo discuten y buscan corregirlo o produ-
invariable al letrado latinoamericano. En se- cir un suplemento. Es decir, mi hipótesis es que
gundo lugar, los que denuncian la hegemonía muchas de las preguntas por objetos no trata-
de la letra impresa sobre otros discursos disi- dos y aspectos metodológicos cuestionados se
dentes no letrados (escritos mestizos, indíge- encuentran ya respondidas (aunque no des-
nas, iconografía, cultura visual y oral, arraba- plegadas) en el libro; el ensayo invita a sus lec-
les de la ciudad letrada, mujeres). Esta crítica tores a polemizar con él e instala una agenda
proviene de una posición que tuvo auge en los que no ha sido abandonada por completo. Si
años noventa, que desconfiaba de la literatura el libro hubiera sido publicado algunos años
en tanto instrumento del poder y proponía otros después –especulo– seguramente muchas de
géneros paraliterarios (testimonio, crónica, en- las ideas en él contenidas, pero no desarrolla-
sayo, no ficción, artes visuales) como una am- das, habrían anticipado las críticas que luego
pliación y mutación radical del objeto tradi- se le formularon.
cional de la crítica literaria. La literatura fue Me gustaría detenerme en tres críticas re-
objeto de sospecha durante el fulgor de los es- presentativas de estos tres disensos: la crítica
tudios culturales y en este sentido Rama puede colonial (Rolena Adorno; objeto), la lectura
ser considerado un precursor involuntario por poscolonial –el impacto del subalternismo o
las respuestas que su libro despertó. Por último, los márgenes frente al centro privilegiado en
están aquellas críticas que desconfían del pre- el libro– (John Beverley; hegemonía de la le-
supuesto de la autonomía literaria asociada con tra) y el problema de la autonomía –la relación
la profesionalización que tuvo lugar, según literatura-política (Julio Ramos)–.
Rama, durante la modernización finisecular En el año 1987 Rolena Adorno publicó uno
(capítulo IV). Volveré sobre esta perspectiva de los primeros artículos que leyó La ciudad
luego, pero anticipo que como en muchos mo- letrada a partir de su temprano interés en la li-
mentos del ensayo, resulta difícil identificar teratura colonial.6 El campo de la literatura
una posición nítida de Rama sobre esta cues- colonial estaba entonces recibiendo un fuerte
tión; la condición inconclusa del texto permite impulso, a partir de la obra de la propia Adorno
inferir matices rudimentarios y el problema de y de Walter Mignolo. En ese artículo, Adorno,
la autonomía opera más como un campo de re- además de celebrar la atención por el objeto –lo
flexión sobre la relación literatura-política –y que indica la sintonía de Rama ante un campo
por ello mismo sería productivo en las nume- emergente– puntualizaba algunas precisiones
rosas contestaciones que generó– que como desde la posición de alguien con pericia en el
una declaración sobre el problema. área. El trabajo de Adorno sobre la obra del cro-
A diferencia de Transculturación narrativa nista indígena Guaman Poma de Ayala le im-
en América latina, mucho más citado y dis- pedía suscribir ciertas afirmaciones del crítico
cutido por la crítica tanto en América Latina
como fuera de ella –a pesar de los supuestos
de reconciliación racial que subyacen en su ar- 5 Vale recordar la publicación de Transculturación na-
gumento–, La ciudad letrada tuvo una fortuna rrativa en América latina por Siglo XXI de México en
lenta pero persistente, y gran parte de las crí- 1982; luego fue reeditado por la Fundación Ángel Rama
de Montevideo.
ticas que se le formularon son un terreno donde 6 Rolena Adorno, “La ciudad letrada y los estudios colo-
se puede reconocer el estado de la crítica en niales”, Hispamérica, Año XVI, Nº 48, diciembre de 1987.

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uruguayo que atribuían un poder incontestado, teria manipulada por la cultura alta, integrán-
absoluto a la élite letrada en el mundo colonial. dola en un orden superior. En síntesis, La ciu-
Como lo señalaría luego John Beverley, nu- dad letrada ratifica un canon que en ese mo-
merosos textos indígenas y mestizos que con- mento comenzaba a ser sometido a una
testaban la hegemonía letrada desde los bordes desconstrucción sistemática. Aunque Rama se
de la ciudad habían sido ignorados en el en- refirió a la diglosia (p. 43) como un rasgo de-
sayo. Adorno trabajó en su propia investiga- finitorio de la ciudad letrada, así como atendió
ción no sólo con el texto escrito –la crónica de brevemente a la cultura oral, el grafitti, la li-
Guaman Poma– sino también con la iconogra- teratura gauchesca, el tango y el corrido me-
fía y los textos indígenas situados en el exte- xicano –todos productos de la cultura popular
rior del ejido urbano, que desafiaban el canon no elitista– estas referencias tienden a confir-
letrado y quedaban fuera del interés (o del co- mar las fronteras entre la ciudad y el mundo
nocimiento) de Rama. La objeción de Adorno exterior sin reconocer grietas en el interior de
puede reconocerse en esta cita: la muralla divisoria y terminan por negar fuerza
a la disidencia crítica (p. 79). El orden letrado
Al enfocar la relación entre la ciudad le- siempre acaba por imponerse. El ejemplo de
trada y los marginados por ella, sería fácil Guaman Poma queda entonces fuera de la ma-
concentrarse en la relación antagonista y triz crítica construida en el libro.
dejar de lado las diferencias inherentes de La lectura de John Beverley, aunque titula
las fuerzas de oposición. Sabemos, sin em- un capítulo de su libro “Transculturation and
bargo, que la concordia y unanimidad ideo-
subalternity: The ‘Lettered City’ and the Túpac
lógicas no caracterizaban ni la esfera de la
Amaru rebellion”, considera La ciudad le-
sociedad dominante, ni la de la dominada.
Por el contrario, el concepto de ciudad le- trada como una crítica del concepto de trans-
trada se refiere a un conjunto de prácticas culturación, mucho más problemático que el
y de mentalidades que no formaban un solo libro que nos concierne.7 En rigor, Beverley
discurso ideológico, sino que eran polivo- reconoce que La ciudad letrada pone de ma-
cales (p. 4). nifiesto el carácter elitista de la cultura impresa
y lee el libro como una crítica del mucho más
El cuestionamiento apunta sobre todo al bi- equívoco y teleológico –“optimista”– Trans-
narismo monolítico que recorre el ensayo. Sin culturación narrativa. Si la teoría de la trans-
duda, lo que Adorno extrae de Rama no es tan culturación suponía una fusión superadora y
evidente en el libro. Subraya la necesidad de modernizante, La ciudad letrada, sólo dos años
leer una polifonía de la que La ciudad letrada después, rechaza la síntesis y proclama la per-
no da cuenta y explorar no sólo la oposición sistencia de una división irreconciliable. En
entre la ciudad y el mundo exterior, sino la frac- cierto sentido, Beverley se muestra más incó-
tura interior, los restos no urbanos, semiletra- modo con la teoría de la transculturación que
dos, que convivían y dialogaban con la escri- con las ideas de La ciudad letrada, porque en-
tura urbana. Al enfocarse casi exclusivamente tiende que para demoler el canon primero es
en la clase letrada, que todavía en la década de preciso construirlo. En este sentido, encuentra
1980 conservaba un prestigio declinante como que Rama, como Candido, identifica en su li-
objeto de análisis, Rama desatiende a los in- bro la cultura impresa con la cultura de la élite,
dígenas (como el mismo Guaman Poma), las
voces impuras –las lenguas menores que, pa-
radójicamente, había leído en su libro anterior, 7 John Beverley, Subalternity and representation:
Transculturación narrativa, aunque como ma- Arguments in cultural theory, Durham, Duke UP, 1999.

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cosa que él mismo había comprobado en y la emergencia de un mercado laboral indica
Nicaragua. Es decir, Beverley rescata crítica- un nuevo estadio de la relación entre mundo
mente el libro a partir de su negatividad. Esa intelectual y mundo político. Pero también aquí
visión pesimista de la letra urbana, aunque in- Rama, a pesar de lo sinuoso de su argumento,
suficientemente desarrollada debido a su ca- se anticipa al plantear una crítica del mismo
rácter interrumpido, permite reconocer cierta tenor al concepto de literatura pura de Hen-
decepción embrionaria ante la todavía flore- ríquez Ureña (cap. V). No obstante, el desin-
ciente producción cultural urbana, a la que, no terés de La ciudad letrada por la marginalidad
obstante, critica y consagra, al no acompañarla interna o externa, por la barbarie, y su vindi-
de otras manifestaciones culturales no letra- cación del ingreso de las clases medias en la
das y no urbanas capaces de desafiar su poder. ciudad como prueba de la apertura demuestran
Por último, una breve reflexión sobre el pro- los límites de su proyecto intelectual.
blema de la autonomía. Mucho se ha escrito La fragmentación y la heterogeneidad, en
sobre esta cuestión en América Latina pero creo contraste con la recurrencia y unidad del letrado
que el argumento de Rama ocupa un lugar fun- de La ciudad letrada, marcan un disenso que
dador y problemático a la vez. Julio Ramos pa- sin embargo resulta insuficiente para negar la
rece dialogar en forma continua con La ciudad deuda de Ramos con La ciudad letrada. Una
letrada en Desencuentros de la modernidad en deuda que proviene, como en los casos ante-
América latina. Allí marca disensos, discute la riores, más del desvío que de la sucesión. La
falta de matices, cuestiona los linajes dema- idea de la cultura latinoamericana como tota-
siado gruesos (Sarmiento y Rodó) y propone lidad contradictoria que Antonio Cornejo Polar
recorridos alternativos. A pesar de sus impug- enunciaría algunos años más tarde, y que Rama
naciones, el diálogo con Rama resulta un dis- evita pero que sin embargo también se insinúa
parador indispensable. El centro de su dife- en su ensayo, es la última estación de la pro-
rencia parece ubicarse en el problema de la vocación polémica que el libro despertó en tanto
repolitización y en el impacto de la autonomía estudio de la corporación letrada y su compli-
sobre el lugar del letrado como hombre pú- cidad con el privilegio. Acaso la degradación
blico, posición que el escritor nunca termina incontenible de las condiciones de vida urbana,
de abandonar. En contraste con Rama, el crí- la irrupción de la violencia y la marginalidad
tico puertorriqueño ve el escenario de creciente en su seno, tal como las reconoció Sarmiento
marginación asociado con el mercado e iden- en el siglo pasado, y como las vemos repre-
tifica también una posición ambivalente frente sentadas hoy en el cine y en la literatura, habi-
a la autonomía, que resulta en Martí perseguida liten una nueva instigación para continuar in-
y rechazada al mismo tiempo, deseada y te- terrogando la relación entre la cultura y sus
mida, fundamentalmente por la pérdida de po- bordes. Esos bordes acaso demasiado imper-
der que conlleva, y por el peligro de despoli- meables y duros en la visión de Rama, que se
tización que entraña. Así, el surgimiento de encuentran dentro de la ciudad y también fuera
nuevas oportunidades profesionales no apa- de ella, o incluso en sus fronteras internas, aque-
cigua la avidez de intervención pública, tan llas que alojan lo que resiste a ser asimilado por
sólo cambian los recursos y efectos de esa in- seducción de la letra escrita y la desafía, irre-
tervención. La poesía convive con el periódico ductible, desde adentro de sí misma. o

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