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ARQUEÓLOGA CARMEN CURBELO

RESPONSABLE CIENTIFICA

POR DEBAJO DE
EQUIPO 2008. ANTROPÓLOGA SOCIAL CARLA
PEÑA. ESTUDIANTES DE ARQUEOLOGÍA:
LORENA VILAS, MERCEDES SOSA, SOLEDAD
IROLDI, ANA MALVAR, IGNACIO EXPÓSITO,

MALDONADO
CAMILO COLLAZO.
EQUIPO 2014. ASISTENTE, IVANNA VIAZZO.
HISTORIADORA ADELA LLADÓ. ANTROPÓLOGO
SOCIAL RICHARD DETOMASI. TÉCNICO EN

Resultados de la
MUSEOLOGÍA LUIS BERGATTA. ESTUDIANTES
DE ARQUEOLOGÍA: CAMILO COLLAZO, JOANNA
VIGORITO, CELESTE MARTÍNEZ, MALENA

investigación realizada
MARTÍNEZ, AGUSTINA CABRERA, LUCÍA
NÚÑEZ.

sobre construcciones

subterráneas

Convenio Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UDELAR Intendencia


Departamental de Maldonado
2008 - 2015
2

“Pensaba /…/ que toda la historia de los


pasadizos era una ridícula invención o
creencia mía y que en todo caso había un
solo túnel, oscuro y solitario: el mío”.
(Sábato, E. 1948 El Túnel)

PRESENTACIÓN

Este informe da cuenta del resultado final correspondiente a la investigación


interdisciplinaria sobre la existencia de túneles en el subsuelo de la ciudad de
Maldonado (Fig. 1). Fue iniciada en los primeros cinco años de la década del 2000 por
un grupo de vecinos fernandinos, creadores luego de la Comisión de Construcciones
Subterráneas, y se extendió hasta el año 2015 –con hiatos- sumando a la participación
de la Comisión, la actuación del Gobierno Departamental a través de la Unidad de
Patrimonio de la Dirección de Cultura a cargo del Prof. Gabriel Di Leone, y el grupo de
investigación interdisciplinario de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación por medio de la firma de un convenio entre la IDM y la FHUCE. La
investigación se nutrió de fuentes escritas, orales y objetuales, desde la Historia, la
Arqueología y la Antropología Social. Estos resultados, como se verá, aportan más
información que una única conclusión sobre la existencia de túneles en Maldonado.

LA ENTRADA AL TUNEL

El pasado nos genera ilusión, nos desafía al misterio de lo desconocido y nos


provoca extrañeza debido a sus diferencias con el presente. Es seductor, atractivo y nos
llama a descubrirlo; y si lo podemos aproximar a través de nuestros sentidos es mucho
mejor que imaginarlo. Es el reto a la comparación de nuestro presente efímero, rápido
y conocido del quehacer cotidiano (Ballart 1997). El pasado se nos aparece como más
estable, aparentemente mejor que el presente y cargado de misterios para descubrir.
Nuestra historia de larga duración nos carga de precedentes plasmados en mitos de
origen, donde los tiempos originales se ven como perfectos, y el presente se considera
3

una degradación en la conducta de los seres humanos (v.gr. Hesíodo, Los Trabajos y los
Días (ed. 1979); Libro I (Génesis) del Antiguo Testamento
(https://www.lds.org/scriptures/ot/gen/1?lang=spa). Tenemos una percepción
pesimista del hoy añorando siempre el ayer, idealizándolo y queriendo conocerlo,
aproximarnos a él, quizás hasta revivirlo para disfrutarlo.
En relación con el tema que aquí nos ocupa, muchos contextos urbanos
alimentan el imaginario, creando leyendas urbanas, uno de cuyos temas es la creación
de lugares: “una leyenda enmarcada parte de una conversación (porque ese sitio lo
llaman de…) y sigue como una ficción” (Martos Núñez 2010:134).

“Todos hablan, todos comentan, hasta que ese rumor fragua


en versiones que van acuñándose con el consenso de todos, aunque
también en ella exista la aportación individual de especialistas
señalados (v.gr. narradores orales, párroco o persona de autoridad
que aporte ciertos detalles o sesgos a lo oído, que luego se incorporará
como tradicional)” (loc.cit.).

Una de las más frecuentes es la creencia en la existencia de estructuras


subsuperficiales en forma de túneles, pasadizos, escondites secretos que remiten a
tiempos no bien identificados ni a actores específicos. La ilusión se nutre además, del
desconocimiento de los contextos y las funciones reales que dieron lugar en el pasado
al uso del subsuelo. Esta actitud nostalgiosa y fantasiosa está, a su vez, ligada a la
reivindicación y a la preservación de la memoria parcialmente referida a la parte del
pasado elegida, que destacan hechos y situaciones que refuerzan la construcción de
identidad local.
La memoria juega aquí un doble rol. Por un lado, es la memoria física, de algunos
actores actuales que remite al redescubrimiento de elementos reales que ellos
conocieron y que pertenecen a su pasado y a un pasado que se reconstruye en el
imaginario. Por otra parte, es la memoria colectiva que retoma una leyenda urbana.
Busca las pruebas materiales en la memoria física de actores pero no de cualquier actor,
sino unos que también comparten la leyenda y quieren perpetuarla. Este mecanismo
de memorias y construcciones del pasado, pretende por un lado, re/introducir un
4

conocimiento –el delos túneles- sobre el cual se entiende que ha habido omisión; y por
otra parte, y de hecho, genera la recuperación de información sobre los lugares que la
memoria física maneja como reales -las diferentes estructuras que los informantes
reconocen haber visto o visitado- y su consecuente visibilización para la población
actual. La representación del pasado aparece claramente ante nosotros a través de los
objetos. La permanencia que ante nuestros dos principales sentidos: el tacto y la vista,
tiene el mundo que llamamos material es, según autores que ya han reflexionado sobre
el tema (Ballart 1997; Prats 1998) la conexión más fuerte con la realidad que nos rodea
y con ella el pasado.

“Desde el refranero popular tradicional: “Ver para creer y para


no errar, tocar” hasta el iPad de Apple© editado en 2010, bautizado
“Tocar para creer”, el ser humano tiene asumido su carácter
fundamentalmente empírico a través de la necesidad de percibir
mediante la vista y sobre todo, el contacto directo. A partir de la
aprehensión de las dimensiones de la realidad en la que se mueve,
genera sus conceptos y funda su comprensión del universo y la
construcción de esa entidad que llamamos realidad (Curbelo y
Bergatta 2012:s/p).

Otras memorias, ligadas a otros estímulos que podemos percibir con los demás
sentidos, requieren de procesos de memoria y transmisión que son más efímeros y
permiten más cambios. Los objetos muebles íntegros o deteriorados, pero su presencia
nos traslada al pasado y lo instala nuevamente en el presente. Lo hace convivir con la
cotidianeidad, traslada la imaginación a su contexto y lo devuelve a la realidad. La
invisibilidad de los objetos los sume en el olvido; la invisibilidad de las acciones, de los
ritos, de las festividades, los hace desaparecer y acaso permanecen en la memoria de
una o dos generaciones a través de la tradición oral, pero ello no provoca los mismos
sentimientos que su existencia real. Ese es el espíritu del concepto de patrimonio
cultural: preservar, conservar objetos y acciones para el futuro. Ello implica hacerlos no
solamente visibles en buenas condiciones sino además lograr que se conserven para el
futuro.
5

En su comunicación con el pasado, los objetos despiertan imaginarios, la


ambición de poseerlos o de descubrirlos, de tocarlos para también comunicarse con
ellos y algún momento en el pasado. Cumplen con un rol comunicante entre el visitante
y el pasado, la parte de ellos que el individuo recree a partir de sus conocimientos, de
su imaginación o de ambos. Eso le devuelve a la vida al objeto y a los usuarios a un
tiempo reconstruido y que es apropiado por ellos, según su contexto social y cronológico
(Ricoeur 2000). En no pocos se generan ambiciones de posesión que se plasman en la
necesidad del descubrimiento que ocurre en la sola visita; en la necesidad de conocer lo
que aún es desconocido para todos. Es la comunicación con el pasado, su seducción, su
añoranza, su posesión, aunque más no sea por un momento.
En el plano colectivo, cuando los objetos son compartidos, generan sentimientos
de identidad por lo menos a partir de un significado icónico como parte del paisaje
cultural –por ejemplo la Torre del Vigía- y a lo más, sumando los significados sociales,
históricos, culturales que les dan valor para el orgullo local y la formación de la identidad.
Cuando se trata de objetos inmuebles y cuyo volumen los hace naturalmente visibles, lo
que no es igual a que realmente sean objetos patrimoniales. Si es mueble, a partir del
proceso histórico que lo comprenda y será propiedad de uno o varios grupos. Según
cual sea el soporte en que se encuentra: museo –máxima visibilidad-; colección privada
–visibilidad controlada-.
El uso del subsuelo identificado conscientemente con actividades y necesidades
humanas cotidianas se rodea de misterios y secretos. Se construye a partir de un
imaginario que pretende ver túneles y cavidades no visibles cotidianamente y que, por
lo tanto, pasan a tener funciones imaginadas, de ocultamiento.
En ese sentido abonan a la noción de lo prohibido. Si está bajo el suelo es un
espacio dominado sólo por algunos y prohibido para el resto. Descubrirlos genera
poder, sobreposición a lo que era reservado. Dejan de ser secretos y de estar ocultos,
pueden ser conocidos por lo menos por los individuos que proponen su existencia.
El desafío de encontrarlos, descubrirlos y recorrerlos “por primera vez” –después
del abandono- genera poder, el poder de ser el/los descubridores y por lo tanto los
dueños por un momento, y para el futuro, el estatus de haberlo sido. Esto lleva a la
actitud impaciente. Al deseo de descubrir rápidamente ese objeto oculto, desconocido.
Esta actitud humana natural derivada de lo que expusimos anteriormente, es
6

contradictoria con la idea de preservación y propiedad social de los bienes culturales,


cualquiera que fuese su función. La ansiedad por el descubrimiento lleva a la
manipulación de los elementos con el natural desconocimiento de que su investigación
antes que su manipulación aportará al necesario cuidado del bien cultural y al respeto
de esa propiedad colectiva. Pero también está asociado a la notoriedad que conlleva el
descubrimiento. La impaciencia apunta hacia dos vértices: una, la satisfacción personal
y solo individual, del logro, de alcanzar la meta, y en el otro, el reconocimiento social
por el descubrimiento, generando estatus y transformando a los responsables en
referentes sociales. Si esto ocurre en términos de respeto y protección de los bienes
culturales y de la necesaria socialización de la información recuperada, el trabajo está
inserto dentro de actividades de patrimonialización. Pero si ninguno de esos requisitos
se cumple, entonces estaremos frente a un acto de vandalismo, que, lejos de ser un
instrumento social, se vuelve apenas la satisfacción de una necesidad personal
egocéntrica y egoísta a costa de bienes culturales de propiedad social.

¿DE QUIEN Y PARA QUIEN?

“La protección del pasado refleja la valoración social del mismo y la importancia
que la sociedad le asigna” (Cabrera Pérez 2011:10).

Lo patrimonial, a nivel social, deviene de un proceso que involucra sentimientos


de apropiación, de identidad, afectivos, que redundan en la necesidad de preservar,
proteger, transmitir y perpetuar el conocimiento, el recuerdo y la actitud social
representados en el objeto, en la tradición, en el oficio, en la fiesta popular y en
cualquiera que sea el producto de comportamiento cultural. Aún si se trata de un
elemento de la geografía, porque su significado está dado por la cultura. Somos los seres
humanos que lo valoramos como paisaje, como marcador del territorio o como lugar de
recreo entre otros.
Sin embargo, esta memoria y preservación para el futuro, en contextos donde el
concepto de patrimonio cultural no se ha desarrollado como tal, es decir, bajado de los
grupos de élite que le dan sentido y lo promocionan –UNESCO, academia, gobiernos-
7

forman parte de la dinámica cultural natural donde unos bienes culturales se van
perdiendo por disfuncionales, o perimidos en el contexto sociocultural y se van
sustituyendo por otros. Y lo patrimonial en esos casos, surge de la recuperación
hegemónica, quizás nostalgiosa, de que determinados comportamientos u objetos del
pasado deben recuperarse, y eso muchas veces lleva al desarrollo de acciones de “re
construcción” para lograr la supervivencia de una festividad por ejemplo, o de un oficio,
o de un edificio. En estas condiciones, la re construcción se logra a partir de un hiato en
la memoria, en el contexto del desconocimiento, el desinterés o la sustitución de roles
del bien cultural. No siempre la sociedad acompaña. Estas decisiones suelen bajar de la
voluntad de individuos o grupos que están apropiados del concepto de patrimonio y que
por su rol social, en los grupos de toma de decisiones y económicamente decisores,
toman las decisiones y generan nuevos usos, significados y roles para los bienes
culturales involucrados. Que muchas veces pasan a ser nuevos, con una lejana
reminiscencia para la sociedad actual, de su significado en el pasado. Quedan de lado
las diferencias naturalmente presentes en la sociedad.

“El patrimonio cultural pertenece formalmente a todos los


miembros de la sociedad y todos tienen derecho a él. Sin embargo,
existe un acceso desigual al conocimiento y control del mismo entre
ricos y pobres, mayorías y minorías, hombres y mujeres, etcétera”
(Cabrera Pérez 2011:11).

Lo patrimonial, a nivel de la academia, deviene, bien de la propuesta propia o de


la respuesta a la demanda gubernamental, o de grupos sociales, o de ambos, de la
investigación productora del conocimiento necesario para contextualizar, conocer los
procesos históricos y sociales vinculados a los bienes culturales que ya se consideran, o
se pretende que sean, bienes patrimoniales. Ya sean aquellos sentidos por individuos o
grupos sociales, o aquellos que el estado pretende promover para considerarlos
patrimonio de la nación.
En el ámbito gubernamental el patrimonio está subsumido, en nuestro país, a la
notoria falta de una política cultural de estado. Lo patrimonial no depende de una
filosofía o teoría sobre el patrimonio. Lo hace desde un rumbo incierto que oscila entre
8

la obediencia a las Convenciones UNESCO firmadas por el país y la voluntad o el


voluntarismo de las autoridades de turno en los lugares de toma de decisiones: a veces
acertadas y respetuosas de la memoria y los sentimientos sociales y otras avasallándolos
para satisfacer presunciones personales y sin el menor respeto por las bases de la
gestión del patrimonio cultural impulsadas, por lo menos, por la UNESCO.
Las tres líneas deberían funcionar juntas porque son complementarias. Aunque
no siempre ocurre así. Este trabajo sobre los túneles de Maldonado vinculó a los tres
conjuntos de actores. Tiene su principio en la inquietud de un grupo de vecinos que,
basados en testimonios memoriosos de diversos coterráneos, toman el desafío de iniciar
y gestionar la búsqueda de lo que sinceramente creen que existe: los túneles. Las
autoridades del gobierno departamental escuchan y apoyan a la Comisión de
Construcciones Subterráneas –en adelante CCS- y a su vez, convocan a la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación para que ponga al servicio de la búsqueda los
conocimientos de las disciplinas apropiadas: Historia, Arqueología y Antropología Social.
Ello dio como resultado una investigación interdisciplinaria en la forma de lo que se
denomina investigación participativa1, involucrando la suma de saberes del grupo social
–la CCS- y la del equipo de la FHUCE: por lo menos en la primera etapa de los trabajos -
2007-2008-Pasados seis largos años hasta que se pudo financiar el resto de la
investigación, ya no volvimos a trabajar en conjunto.
La selección de la cámara séptica en el Cuartel de Dragones y la Torre del Vigía,
respondió a datos provenientes de las entrevistas realizadas en 2006 y 2007 por la CSS.
De todos los datos provistos por los informantes, ambos lugares aparecían como los más
apropiados para realizar la investigación arqueológica a los efectos de resolver el
problema: en este caso la existencia de túneles. Sin embargo, los túneles no eran el
objetivo principal de la investigación, el más importante era reconocer los
comportamientos culturales2 y los contextos sociales, asociados al lugar de
emplazamiento, la construcción y el uso de ambos edificios en diferentes momentos.

1
Cuando se juntan intereses comunes provenientes de saberes diferentes –sociedad y academia- y todos
los individuos trabajan en conjunto para resolver un problema y lograr un fin común.

2
Entendemos a la cultura –comportamiento cultural- como un conjunto de símbolos, cuyos significados
son creados/comprendidos por una sociedad. Este conjunto de símbolos y significados caracteriza a
sistemas socioculturales y dentro de ellos a diversos grupos sociales. Estas diferencias son las que dan
lugar a la diversidad cultural.
9

La arqueología es una disciplina social cuyo objetivo es conocer cómo vivían y


como pensaban los grupos humanos productores de los restos materiales que llegan
hasta nosotros, producto de sus actividades. Esta investigación se desarrolló en la
especialidad de la arqueología que se caracteriza por disponer y utilizar datos
provenientes de los documentos escritos y de fuentes orales, además de los materiales
culturales. Por ello, el cometido de la investigación no era solamente resolver la
existencia de los túneles, era conocer a los individuos relacionados con algunas de las
estructuras subterráneas, fueran o no túneles.
Como podemos reconocer, se trata de un diálogo, o de varios diálogos. Por un
lado, el estudio de los vestigios nos permite conocer técnicas y tecnología; funciones y
significados pertenecientes a diversos grupos humanos en diferentes momentos. Nos
aproximamos a la vida cotidiana de los usuarios iniciales, a las particularidades de la vida
militar y a las diversas modificaciones y reutilizaciones con los consecuentes cambios de
significado social de los restos. Desde el otro emisor, los comportamientos asociados
nos permiten comprender al conjunto de restos materiales que estamos analizando.
Pero si vamos a los significados debemos estar atentos a la multivocalidad de los
mismos.
Todos los restos tienen significados diferentes según sea el individuo o grupo de
individuos que lo usaron o usan, ya sea ocupándolo, conviviendo con su imagen en lo
cotidiano o, estudiándolos para conocerlos con fines más allá de lo local, involucrando
lo regional y lo global. Cada objeto, cada edificio pueden leerse “literalmente”: igual a
la lectura de un texto (Ricoeur 2000). Por eso hay que comprender sus significados y que
ellos son múltiples. Uno de esos significados es la existencia de túneles. En términos de
la investigación, la propuesta generó muchos más resultados traducidos en significados
y usos del espacio, que el de solo corroborar o no, la existencia de túneles bajo la ciudad
de Maldonado.
Los resultados de la investigación se entregan aquí en cinco partes: La primera
presenta los contextos históricos regionales y globales, a cargo de la Prof. Adela Lladó.
La segunda hace referencia a los antecedentes de la investigación sobre los túneles. La
tercera presenta los resultados de la investigación arqueológica a partir de los datos
provenientes de la documentación escrita y gráfica, objetos y oralidad. En anexos se
10

entregan los datos de naturaleza más técnica, relacionados con la investigación


arqueológica.

1. ANTECEDENTES DE LA EXISTENCIA DE TUNELES EN MALDONADO

La mención más antigua conocida en la historia de Maldonado para las


construcciones subterráneas de la época colonial aparecen en “El Telégrafo Marítimo”
en 1874 cuando se encontraron “dos entradas subterráneas a 25 varas cada una,
situadas cerca del frente que da a la calle 25 de mayo” (Capurro 1947:61-62). Con buen
tino se interpretaron en ese momento, como un polvorín y una letrina.
Algunos de los historiadores más conspicuos relacionados con Maldonado y sus
fortificaciones y construcciones militares han hablado sobre los túneles, siendo
coincidentes en su inexistencia. En su refutación a la existencia de túneles, Arredondo
(1919:45-47) aporta datos sobre los contenidos de la tradición oral vigente en la década
de 1910, que son similares a los que se retomaron a mediados de los 2000. En la época
en que escribe Arredondo, con motivo de remodelaciones en las calles fernandinas se
redescubrieron los pozos negros correspondientes al cuartel. Los pobladores

“los han atribuido a entradas secretas del subterráneo cuya


existencia existe obsesionante en la creencia popular. Esta cuestión
del subterráneo, que la tradición popular da como habido, poniendo
en comunicación la comandancia, el cuartel, la torre del vigía, hasta
con ramificaciones a la batería de la costa, -a una, por lo menos- es el
eterno subterráneo de todas la ruinas” (Arredondo 1929:425-426).
También para esa época se narran las “entradas, por el aljibe de tal o
cual vecino, bajo la costa de tal o cual casa” (loc.cit.).

Arredondo (1919; 1929) hizo investigaciones para confirmar los datos y no


obtuvo resultados positivos. Carlos Seijo había publicado en el periódico La Tribuna
Popular del 17 de junio de 1925, que los pozos a los lados del cuartel formaban parte de
un camino subterráneo (Seijo 1930:237). Más adelante, en 1930 asume su equivocación
y la realidad de los pozos negros del cuartel y deja en condicional la existencia de un
11

subterráneo que, partiendo del pozo existente en la Casa del Gobernador (estaría
ubicada sobre la calle Sarandí entre Florida e Ituzaingó) habría ido a dar a la Iglesia y a
la Comandancia. El autor reconoce que no existen planos españoles que indiquen la
proyección de túneles. En ese sentido, no hay datos posteriores al período colonial
sobre la existencia de un pasaje subterráneo como el sugerido por Seijo, ni durante la
Guerra Grande o en eventos ulteriores. Asimismo, la estructura subterránea descripta
por Seijo para el pozo de la casa del gobernador y su mecanismo de acceso, corresponde
a una estructura subterránea, adyacente al cuerpo del pozo, destinada a conservar
alimentos. La iglesia, iniciada en 1801, demoraría muchos años en terminar de
construirse3 y las obras se interrumpieron en 1806 con las invasiones inglesas (Díaz de
Guerra 1988). Todo ello indica que no habría sido posible, teniendo en cuenta estos
hechos, la construcción de túneles. Los estudios con georradar4 a lo largo del frente del
templo, realizados en 2009, no arrojaron resultados positivos en relación con la
propuesta de Seijo. Por otra parte, la existencia de manantiales subterráneos en el área
central de Maldonado, sobre los cuales el propio Seijo cita documentación, dificultan la
construcción de estructuras bajo tierra. Un oficial español que pasó por Maldonado en
1781 observó e informó que "En la plaza hay unas cachimbas que dan agua en
abundancia, muy gustosa, clara y saludable” (Diario del Plata, 21 de febrero de 1929 en
Seijo 1930:237).
El Prof. Francisco Mazzoni también refiere al tema de los túneles expresando sus
dudas sobre la existencia de construcciones subterráneas hechas para ese fin. Más
interesante aún es su reflexión sobre la aparición cíclica del imaginario acerca de ellos.
Reflexiona Mazzoni (1947) que

“No es posible saber cuándo se perdió ni cuando nuevamente


empezó a circular la noticia de la existencia cierta de los subterráneos
de esta capital. El dato lo ha soplado el aire de los siglos, deformador
o creador del noticioso que arrastran. (…) nadie que haya vivido, o
pasado siquiera brevemente por esta muy colonial ciudad de

3
Se inauguró en 1895.

4
Informe en Anexos.
12

Maldonado, ha dejado de preguntarse sobre la posibilidad de hallar


tales galerías de indudable importancia histórica y de excelente motivo
de atracción turística” (Mazzoni 1947:44).

Tanto el Ing. Capurro como el Prof. Mazzoni, a pesar de dejar clara la inexistencia
de túneles, aseguran que sí fueron proyectados pero que nunca llegaron a realizarse
(Capurro 1947:51; Mazzoni 1947:47). Sin embargo, no existe ninguna documentación
ni escrita ni objetual, que pruebe tal proyecto (v.g. Arredondo 1929).
La realización de las obras de saneamiento a principios de la década de 1940 y
las canalizaciones necesarias para ella en el área de la plaza, le permitieron a Capurro
reconocer que no había “rastros de ninguna especie de obra subterránea” (1947:51).
Igualmente sucede con Mazzoni para quien, a pesar de haber hecho registros
cuidadosos durante las obras, para observar la posible aparición de desniveles o
cualquier otro indicador de pasadizos subterráneos, afirma contundente que “no han
existido los comentados subterráneos en el perímetro que se había señalado” /se refiere
a la Plaza de Maldonado y alrededores/ (Mazzoni 1947:46).
La lectura crítica de las publicaciones que hacen referencia a túneles en
Maldonado, deja claro que su existencia responde al imaginario popular y no a datos
concretos provenientes de documentos o de construcciones reales (Arredondo 1929).
Solo Seijo (1930) deja planteada la posibilidad de su existencia, aunque sin demasiado
énfasis, y los datos recogidos por Capurro y Mazzoni ya expuestos, niegan esa
posibilidad.
Tanto Seijo (1930) como Mazzoni (1947) coinciden en observar que su existencia
podría ser objeto de atractivo turístico si se les pusiera la iluminación conveniente.
Expectativa similar encontramos en el impulso de 2006.
La Comisión de Construcciones Subterráneas (en adelante CCS) surgió en el año
2006, en el seno de la Comisión Pro Festejos de los 250 Años del Proceso Fundacional
de Maldonado. Se constituyó por impulso de vecinos fernandinos que desde tiempo
atrás habían planteado su interés en los túneles, habiendo ya realizado personalmente,
algunos de ellos, estudios sobre el tema. Su constitución se realizó en julio de 2006 y
carece de personería jurídica. El vínculo con la Intendencia, fue a través del Área de
13

Investigación Histórica y Gestión Patrimonial de la Dirección General de Cultura a cargo


del Prof. Gabriel Di Leone.
El primer paso de la CCS fue la realización, el 20 de agosto de 2006, de un Primer
Coloquio: “Túneles de Maldonado: ¿Realidad Histórica o Leyenda Popular?” en el cual
se informó a la población fernandina sobre el avance de las investigaciones que ya había
comenzado a desarrollar la Comisión. En el panel participaron un historiador, un
integrante de la Comisión de Patrimonio Departamental, dos periodistas y miembros de
la CCS.
El año siguiente, el 15 de febrero, se realizó el Segundo Coloquio “De dudas a
evidencias: Patrimonio oculto de Maldonado”. Participaron como panelistas el
Arquitecto Francisco Bonilla de la Unidad para la protección del Patrimonio Edilicio y
Urbanístico de la Intendencia Municipal de Montevideo; la Arqueóloga Carina Erchini, la
Antropóloga Social Laura Adinolfi, el Historiador José María Olivero del Departamento
de Estudios Históricos del Ejército, quienes dieron su opinión respecto al trabajo de la
Comisión y elaboraron un informe que fue elevado al Intendente de Maldonado
solicitando se realizaran los convenios pertinentes con las áreas técnicas
correspondientes para realizar una tarea con apoyo oficial.
Algunas de las acciones llevadas a cabo por la CCS hasta ese momento habían
implicado excavaciones, que aunque riesgosas, no constituyeron daños sensibles para
el patrimonio involucrado. Por tal motivo, se requirió por parte de la Comisión del
Patrimonio Nacional en acuerdo con la Intendencia de Maldonado, y la CCS, la actuación
de la arqueóloga Carmen Curbelo.
Si bien es muy positivo que ciudadanos se apropien de un patrimonio cultural
que surge de la tradición oral, el hecho de comprobar la existencia real del mismo no es
una tarea que les corresponda. En cumplimiento de la Ley de Patrimonio, 14.040, hay
profesionales para ejecutar las acciones previstas en dicha Ley, garantizando de ese
modo el correcto manejo de los bienes culturales.
A partir de octubre de 2006 el Programa Bahía de Maldonado (PROBAMA) a
partir de un convenio entre la Intendencia Departamental de Maldonado y la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación, Udelar, asumió la tarea de trabajar en forma
conjunta con la CCS, con el objetivo de contrastar la información oral vinculada a las
construcciones subterráneas; realizar, si fuera justificado, la investigación arqueológica
14

en los sitios que se determinaran y orientar a la CCS en la tarea de recopilación de


información así como en la toma de responsabilidad ética de los bienes frente a la
comunidad.
La comunicación entre la Comisión, el equipo de arqueología y antropología
social de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y la Intendencia
Municipal de Maldonado funcionó con altibajos. Se ha tratado de un diálogo donde cada
una de las partes aportó su conocimiento de base y la comprensión de la otra,
resultando más difíciles la primera etapa y la última. La primera estuvo relacionada con
la comprensión mutua y el modo de producir conocimiento del “otro” grupo. Con el
correr del tiempo se logró un diálogo fluido, llegando a acuerdos en cuanto a las
actividades a realizar por parte de los miembros de todo el grupo de trabajo. En la última
etapa, ya no se contó con la participación de la Comisión.
La CCS se mostró inicialmente interesada en trabajar respetando las reglas para
la protección de los bienes culturales que deben ser manejadas en estos casos. Sin
embargo, pocos meses después de la apertura de la cámara séptica del Cuartel de
Dragones hecha en total colaboración de ambos grupos, la CCS rompió unilateralmente
nuestra alianza de colaboración, realizando acciones vandálicas que implicaron la
ruptura con taladro neumático y excavación –en secreto- del piso de la Torre y la
consecuente alteración de los restos pertenecientes al cuarto de los torreros5.

2.1 LA ORALIDAD Y LA CONSTRUCCION DE UN IMAGINARIO

Los antecedentes de la tradición oral local fueron recolectados, en forma de


entrevistas dirigidas, por la CCS entre 2006 y 2007. Fue la principal fuente de datos
orales utilizada para guiar la investigación histórica, arqueológica y antropológica, con
el objetivo de reconocer los datos provistos por los informantes. Se realizaron 15
entrevistas a catorce varones y una mujer, pertenecientes a diversas franjas etarias
entre los 50 y los 90 años. Su contenido está pautado por los recuerdos de los actores,
relacionados con preguntas o sugerencias del entrevistador. Varios de los entrevistados

5
Obran en nuestro poder documentos escritos y orales sobre el hecho.
15

hicieron mención a más de una construcción subterránea, por lo tanto, los lugares
referidos como posibles túneles, no son equivalentes a la cantidad de informantes.
A partir del análisis interpretativo de estas entrevistas, a las que se sumaron
luego las encuestas realizadas por el equipo de la FHUCE6, llegamos a diversos
resultados. En primer lugar, analizamos los datos brindados por los informantes para
entender la estructura a la que hacían referencia. Ello implicó crear una ficha de análisis
que nos permitiera reconocer grupos de datos y llegar a su interpretación en términos
de objetualidad. Pudimos reconocer los diferentes tipos de construcciones subterráneas
referidas en las entrevistas, a partir de la comprensión, fundamentalmente de dos
variables: la ubicación y las características arquitectónicas. De esta forma reconocimos:
las cámaras sépticas correspondientes al Cuartel de Dragones; el polvorín
correspondiente a la Batería del Medio; las cámaras de aljibe y séptica de la Torre del
Vigía; el cuarto de los torreros también en la Torre; diversas cisternas de aljibe en varios
puntos de la ciudad; el cuarto existente bajo el altar mayor de la catedral; un depósito
de balas en la Plaza de Maldonado posiblemente correspondiente a la Guerra Grande7.
En segundo lugar generamos categorías para los datos provistos por los informantes,
en relación con el origen de los mismos.
La primera categoría es la que llamaremos RELATOS DE LA MEMORIA. Están
comprendidas en ella las vivencias que involucran la relación perceptual directa de los
entrevistados:
 Los que vieron
 Los que entraron
Hay una tercera situación que comprende a aquellos que oyeron sobre
construcciones subterráneas pero no las conocieron directamente.
La segunda categoría se basa en lo que llamaremos RELATOS DE LA
INTERPRETACION IMAGINATIVA y que corresponden a las diferentes interpretaciones
realizadas por los informantes, sobre sus percepciones de las construcciones. En este
sentido tenemos: 1. Las interpretaciones del significado de los materiales de

6
En este mismo informe se encuentran los resultados de la investigación en Antropología Social que
completó datos sobre el imaginario de túneles en Maldonado realizada por el Mg. Richard Detomasi.

7
La planilla de análisis se adjunta en los Anexos.
16

mampostería interpretando las paredes de piedra originales como tapias de túneles. 2.


Imaginar que por detrás de esas paredes de piedra o de los huecos vistos o visitados, se
extienden extensos tramos subterráneos cuyas entradas/salidas están asociadas con
edificios importantes. Estos siempre son edificios existentes actualmente -enteros o
semiderruidos- por lo tanto, conocidas a través de su materialidad visible y que forman
parte del paisaje cultural local. 3. Se asocian a la interpretación de estos caminos
subterráneos, diversos brocales de pozos o aljibes, que tradicionalmente se interpretan
como entradas de túneles o, respiraderos de túneles. Afirmaciones que no tienen base
real: ni documental ni material. 4. Por último, está la construcción imaginativa sobre las
posibles funciones de estos caminos subterráneos, que en general y principalmente,
están asociados a la comunicación y tránsito entre diversos edificios. Ello se desprende
de la intencionalidad puesta en las expresiones: “va desde” “va hasta”, “pasa por”. La
particularidad de esta interpretación radica en que no hay pruebas de los puntos finales
en los edificios mencionados y tampoco de los posibles contextos que hubieran
requerido de estas funciones. Por ejemplo, la especulación de que era necesario un
túnel para que el torrero fuera a dar aviso al cuartel queda eliminada porque: ninguna
de las construcciones subterráneas vistas en la Torre son túneles y porque como
veremos más adelante en este trabajo, el funcionamiento de una Torre Vigía y el
reglamento para los torreros estaba bien claro y prescindía de cualquier túnel.
La existencia de los túneles y sus direcciones y salidas/entradas pasa por la
descripción primero y luego por la asignación de significados funcionales al conjunto de
materiales que conforman el hueco/túnel, teniendo finalmente como corolario la
construcción de la existencia de un túnel de comunicación entre diversos puntos. Los
informantes y creyentes no se explayan mucho en quienes, para que, por qué, salvo
quizás en el ejemplo del torrero. Los contextos socioculturales no están presentes en la
interpretación, o están difusos. Mientras que los túneles tienen una existencia y
definición material precisa a nivel colectivo, los posibles usuarios y sobre todo la
cronología, no la tienen.
17

2. EL CUARTEL Y LA TORRE COMO PATRIMONIO CULTURAL

“En la organización original de la Ley 14.040, los cometidos


fundamentales a través de los cuales se fundamenta la defensa del
patrimonio, se relacionan con el reconocimiento de los bienes a
proteger, mediante la incorporación de éstos a la figura jurídica de
monumentos históricos. Esto es así, al punto que el patrimonio no
declarado como tal, prácticamente queda huérfano de toda
posibilidad de protección, no figurando casi, entre los cometidos de la
norma legal (Art. 2); siendo de hecho sólo mencionados en forma
implícita dentro del marco de disposiciones generales, muy poco
claras” (Cabrera Pérez 2011:25).

El Cuartel de Dragones (Fig. 2) y la Torre del Vigía (Fig. 3) se encuentran ubicados


en el área de damero original de la ciudad de San Fernando de Maldonado (Fig. 4).
Ambos son Monumentos Históricos Nacionales. ¿Qué significa eso? Que el estado
nacional los consideró, debido a su relevancia en los procesos históricos locales y
regionales, y su valor como identificadores de la población local, elementos que deben
quedar protegidos por el estado, de acuerdo a la ley 14.040. Si bien sus orígenes
responden a un contexto histórico similar, su historia posterior de reutilizaciones y
transformaciones, ha sido diferente8.
La Torre ha permanecido íntegra desde el punto de vista estructural aunque ha
debido ser reacondicionada en diferentes ocasiones y ha sufrido reformas que
fundamentalmente en el exterior, le dan ahora un aspecto muy diferente al original.
Inicialmente era de ladrillo visto; a lo largo de los siglos XIX al XXI como vimos ha sufrido
una serie de modificaciones hasta alcanzar su estado actual. Ni la escalera de acceso, ni
el balcón exterior, ni las cornisas o las formas redondeadas de sus aristas, ni las
decoraciones en forma de clavos que podemos observar son originales. Carlos Seijo

8
No fue objetivo de este trabajo realizar la investigación exhaustiva documental sobre los procesos de
uso y transformación de la Torre o del Cuartel que formarían parte de otro tipo de investigación. Pero
siendo los protagonistas para la investigación de la existencia de túneles debemos referirnos a su historia
de vida por lo menos a partir de la historiografía que los menciona.
18

(1945) refiere a muchas de estas transformaciones y acciones de conservación, sin


embargo no cita las fuentes y por lo tanto estamos a la confianza de su seriedad
historiadora. La primera a que refiere que no es necesariamente la primera realizada,
la ubica en 1852 cuando “el gobierno de la metrópoli autorizó al receptor de aduana
para que procediera a realizar cierta reparación" (1945:49).

En 1877 un temporal
“y una granizada tan grandes (…) no dejó más que las barandas
de los balcones” (Seijo 1945:50). Por este motivo se aconsejaba
refaccionar la Torre, que estaba ubicada en la entonces denominada
Plaza del Recreo, a la que se agregaría una alameda. Los arreglos
consistían “en una baranda para su escalera, construcción de un piso
para sus balcones y puertas para los mismos” (loc.cit.). (Fig. 5)

“Al año siguiente, Rafael L. Formoso, capitán del puerto, se fue


hasta Montevideo para tratar de hacerla arreglar. Contaba Ramón P.
Miranda, que allá por el año 1866, las barandas eran de madera, y que
habían sido reemplazadas por otras de hierro, construidas por los Sres.
Canale y Casella. Continuando la torre en estado de abandono, Boeth
la hizo revocar y blanquear en su parte exterior y compuesto otra vez
los balcones que amenazaban venirse al suelo” (Seijo 1945:51).

En 1916 nuevamente aparecen deterioros “pero en vez de


restaurarla como correspondía, sus balcones fueron construidos
totalmente con cemento armado. Como resultara un verdadero
adefesio, las críticas se renovaban; así que se tuvo que volver a
colocarlos tal como eran antes” (loc.cit.).

Su entorno ha sido varias veces modificado. La última reforma, que dio lugar al
aspecto actual de la Plaza del Vigía, ocurrió entre 1992 y 1995 (Fig. 6 y 7). Sin embargo,
hay cambios, sobre todo en el interior de la Torre, tales como el ocurrido en el piso de
la entrada que originalmente era de madera con una trampilla para ingresar al cuarto
19

inferior o la escalera interna, que solo a través de oralidad pueden ser reconocidos.
Otros cambios se perdieron de la memoria escrita y oral. De todas formas, si bien ha
estado sometida a modificaciones y refacciones, la Torre no ha sido utilizada para
ninguna otra función ni modificada para realizar en ella actividades diferentes a las que
inicialmente tuvo: una atalaya.
Por su parte, el Cuartel de Maldonado ya mostraba signos de ruina total hacia
1826 (Díaz de Guerra 1988:234). Hacia fines del siglo XIX se construye una escuela sobre
la que fuera la cara norte del antiguo Cuartel de Maldonado, que ya no cumple con la
función inicial pero el edificio aún existe con otras funciones. Asimismo, durante el siglo
XX se construyeron casas de familia y otros edificios, en otras partes de la misma
manzana, sobre todo sobre la calle 18 de Julio y en la esquina de Dodera y Francisco
Pérez del Puerto.
En el año 1968 se crea la Comisión del Cuartel de Dragones e Isla Gorriti
dependiente del Ministerio de Defensa, y comienzan las obras de recuperación del
Cuartel (Fig. 8). Ellas terminaron en la década de 1990, con una reconstrucción casi “a
nuevo” del edificio, con un dudoso respeto por las normas internacionales –que nuestro
país ha aceptado cumplir- referidas al tratamiento de estructuras arquitectónicas en lo
que hace a su conservación y restauración9. A modo de ejemplo, no se cumplió con la
recomendación de que toda restauración debe quedar bien señalizada, para que el
espectador pueda reconocer las partes originales de las reconstruidas, sin romper el
equilibrio visual de la estructura (Carta de Venecia 1964). Como consecuencia, es
frecuente ver que los visitantes confunden la estructura actual con la original. De todas
formas, el Cuartel de Dragones es un ícono patrimonial indiscutido en la ciudad, igual
que la Torre del Vigía. Forman parte del paisaje cultural, les da vida su pasado heroico
que llena de orgullo a la ciudad y su presente vivo asociado a diferentes actividades
cotidianas y al turismo cultural.

9
A pesar de nuestros esfuerzos para ubicar documentación relativa a estas obras en la Comisión de
Patrimonio Nacional no existen en sus archivos, planos o memorias referidas a las decisiones, reformas y
acciones realizadas en el Cuartel de Dragones y al estado final del mismo.
20

3. EL CUARTEL DE MALDONADO

Presentamos aquí las interpretaciones emanadas del análisis de la


documentación escrita y de la investigación arqueológica, para aproximarnos al
conocimiento sobre la existencia de las cámaras sépticas y el contexto sociocultural en
el cual se construyeron y funcionaron. Para ello haremos una breve presentación de los
procesos relacionados con la construcción de un cuartel en Maldonado. No
enfatizaremos en los pormenores de dicho proceso que historiadores como Arredondo
(1929), Díaz de Guerra (1988), Capurro (1947), Cairo (2009), Olivero (2007) y
fundamentalmente la Dra. Fajardo Terán (1972) han tratado ya, abordando diferentes
aspectos del mismo. En nuestro caso, aportamos el análisis interpretativo de los
diferentes planos existentes del cuartel, su relación con los vestigios actuales solo
recuperados a través de excavación, no reconstruidos10, la ubicación de las cámaras y
la interpretación de los contextos sociales en el contexto militar para su ubicación –
poder, jerarquía y estatus-.

“A partir del año 1759, la incipiente y modesta población /de


Maldonado/ contó con dos -son los primeros- humildes aunque
espaciosos ranchos que desempeñaron función de cuarteles. Uno
estaba destinado a alojar a los infieles /en realidad se refiere a
indígenas de origen Misionero Jesuítico/ y el otro, a la tropa veterana
/origen del cuerpo de Blandengues local/. Ese mismo año el
comandante de las tropas en Maldonado escribía a Cevallos que ‘ante
todas cosas se hace forzoso se construyan cuarteles regulares para la
tropa’” (Fajardo Terán 1972:14).

Hacia 1763 se inició la construcción de tres cuarteles, de palo a pique, de 63m


por 20m cada uno. Eran tan precarios que en 1768 un temporal los derriba.

10
Nos referimos a los vestigios de fundaciones visibles en el ángulo noreste de la construcción y los restos
de las estructuras visibles en el área central.
21

“Más o menos amplios los ranchos de palo a pique -barracas-


fueron durante las primeras décadas del vivir de San Fernando de
Maldonado y de la importante Comandancia Militar que allí tenía su
sede, estos los únicos cuarteles con que se contó para alojar a los
fuertes contingentes destacados de guarnición” (Fajardo Terán
1972:14).

En noviembre de 1768
“El entonces comandante Cap. de Regimiento de Mallorca don
Bartolomé Ferro, le da la noticia /al Gobernador de Buenos Aires/ de
que el viento ha derribado dicha barraca de palo a pique, razón por la
que tienen en obra dos cuarteles de ‘adobe’, uno para alojar a la
infantería y el otro destinado para los Dragones” (Fajardo Terán
1972:15).

Hasta aquí una primera etapa en la existencia de cuartel en Maldonado. En 1771


llega el Ing. Howell.

"El Ingeniero don Juan Bartolomé Howell, francés de origen y


al servicio de España desde 1762, ahora, una vez más va a Maldonado
el 2 de marzo de 1771. Viene con altos cometidos, será director de las
obras de fortificación de la Angostura -Fuerte de Santa Teresa- y en
Maldonado, de su cuartel. Además en este punto debe inspeccionar el
estado de las baterías existentes en la isla de Gorriti y tierra firme.
Todo ello muy explicable ante la posibilidad de guerra que gravita en
el ámbito internacional" (…) “Howell va a utilizar para ubicar el
edificio, la superficie de una manzana, edificando el Cuartel, a la calle,
sobre los cuatro lados de la manzana. Por eso usa la clásica expresión
de ‘UNA MANZANA EN CUADRO’. En punto a división interior, tres
cuadras de edificación serán destinadas para los soldados y la restante
para la oficialidad, guardia y calabozo. En su distribución interna el
22

edificio sufrió variantes, mientras se iba construyendo” (Fajardo Terán


1972:23).

Existieron dificultades para hacerlo y no se conoce su fecha de terminación.


Fajardo Terán (1972:47) estima que habría quedado terminado hacia 1790 pero no hay
documentación que pruebe si fue terminado totalmente o no y específicamente en qué
fecha. Si bien se emplearon materiales de buena calidad, hacia 1792 se denunciaba que
la construcción estaba en ruinas (Fajardo Terán 1972:48).
La última etapa de construcción del cuartel ocurre en la última década del siglo
XVIII, en forma paralela a la reconstrucción de las fortificaciones en galería de la Bahía
(Cabrera y Curbelo 1993). Para comprender esta última etapa pasemos a la
interpretación de los planos.

Los planos del cuartel

Existen tres planos conocidos del Cuartel de Maldonado. Uno sin fecha11 (Fig. 9),
otro de 179312 (Fig. 10) y el tercero fechado en 179713 (Fig. 11).
Proponemos que el plano sin fecha conocida fue el primero de todos,
posiblemente directamente relacionado con el proyecto del Ing. Howell. El ejemplar
que manejamos y que manejaron los historiadores ya citados, fue dibujado luego de
haber comenzado las obras o, coloreado en algún momento entre 1771 y 1792 –
momento en que la documentación asienta que estaba en ruinas- (v.g. Fajardo Terán
1972). Presenta muchas partes proyectadas y solo algunas terminadas, lo cual se
traduce en la coloración utilizada –amarillo para lo construido, rosa para lo proyectado-
Fundamentamos esta interpretación en los siguientes argumentos: 1. La planta del
cuartel en el plano ocupa una “manzana en cuadro” como proyectó el Ing. Howell y por

11
Plano del quartel que se proyecta haser en Maldonado pª alojar seiscientos hombres. Sin lugar ni fecha.

12
Plano perfil y elevación del Cuartel de Maldonado. 23 de agosto de 1793, Buenos Aires.

13
Plano del Quartel de Maldonado. Responsable: Josef García Martínez de Cáceres. 18 de febrero de 1797,
Buenos Aires.
23

lo tanto no coincide con ninguna de las construcciones previas a la llegada de este


ingeniero. 2. La superposición del plano con la planta actual del cuartel coincide
totalmente con la planta perimetral sobre la calle; parcialmente con los vestigios de
fundaciones visibles actualmente en el ángulo noreste: coincide con las paredes de los
cuartos principales más amplios y presenta menos paredes –subdivisiones- internas; y
por último; 3. no se superpone en absoluto con los restos originales, expuestos
actualmente, en el área central del cuartel: cocinas, pozos de agua (Fig. 12).
Los planos de 1793 y 1797 son similares. El de 1793 retoma el plano sin fecha,
pero presenta modificaciones con respecto a la ubicación de las cocinas y letrinas para
la tropa en el área central, aparecen los pozos de agua, y hay más subdivisiones en los
cuartos del área noreste. El plano correspondiente a 1797 es copia del de 1793 con
levísimas diferencias, despreciables a los efectos del resultado final. Ambos
corresponden a la reconstrucción de la última década del siglo XVIII, representando el
último, el estado final de la construcción –pintado todo en rosa-. Mediante la
superposición de planos con la planta actual del cuartel, y sobre todo con los restos que
no tienen edificios sobre ellos, se puede afirmar que los dos últimos planos representan
la obra que efectivamente se hizo. Por un lado, en el ángulo noreste se observa
coincidencia total entre estos dos planos y los vestigios originales visibles actualmente
en el cuartel, y por otro, también es coincidente la ubicación de las cocinas y de los pozos
en el área interna. Lo mismo ocurre con la puerta de entrada principal sobre la calle 25
de Mayo (Fig. 13 y 14).

Las cámaras: ¿para qué y para quiénes?

La memoria del Plano de 1793 dice en su punto 3:

“Que los muros que dividen los Pavellones uno de otro deven
ser del grueso del largo de un ladrillo; y los demas del ancho del mismo
ladrillo, y que en cada cozina al lado del Fogon deve haver su letrina
con su conducto a la Calle donde se hara un pozo p.a la inmundicia.” 14

14
Plano perfil y elevación del Cuartel de Maldonado. 23 de agosto de 1793, Buenos Aires. Copia del original
de C. Natiello. Nº de inv. L2/1/3. Museo Cabildo, Archivo de la Intendencia de Montevideo.
24

Si bien las cámaras estaban previstas en la construcción, no fueron dibujadas en


los planos y de acuerdo a la descripción, debían ser hechas sobre la calle, fuera del
recinto del cuartel. Las cámaras identificadas ya desde fines del siglo pasado (Capurro
1947:61) son cuatro, todas ellas sobre el ángulo noreste del cuartel: dos sobre la calle
25 de Mayo y dos sobre 18 de Julio. Tres de ellas se pueden identificar actualmente por
las tapas de hormigón visibles en la vereda y la entrada de los ductos desde el interior
del cuartel. Sus ubicaciones son: Cámara 18S15 34º54’34.64’’S 54º57’31.49’’O; Cámara
18N 34º54’33.582S 54º57’31.54’’O; Cámara 25E 34º54’33.23’’S 54º57’31.65’’O.
La cuarta cámara ubicada en 25O 34º54’33.25’’S 54º57’32.25’’O, la más
occidental sobre la calle 25 de Mayo, solo puede inferirse actualmente a partir de la
entrada de los ductos desde el interior del cuartel (Fig. 15).

Cámara 18S – Investigación arqueológica

La entrada a la cámara investigada se encuentra bajo la acera en la calle 18 de


Julio, a 44m de la calle 25 de Mayo y a 47m de la calle Francisco Pérez del Puerto16 (Fig.
15). Mide 4 metros de largo por 2 de ancho y 3 de altura y su eje mayor orienta norte-
sur. Sus paredes son de bloques de esquisto, asentados en barro. El techo está formado
por una bóveda de cañón, de ladrillo a soga, de 40x18x6cm asentado en cal y arena. . A
través de dos ductos en pendiente desde la cocina del cuartel, en la pared oeste, se
arrojaban los desechos (Fig. 17 y 18).
La técnica de construcción consistió en hacer un hoyo rectangular en el suelo
dentro del cual se construyó la cámara: se forraron las paredes con los bloques de
esquisto y a 1.70 del piso apoya sobre ellas la bóveda del techo, mediante encastrado
en las paredes correspondientes al largo (Fig. 19). Por su parte, en las paredes laterales
norte y sur, correspondientes al ancho, la altura de la pared llega hasta los 3m en el

15
La nomenclatura para la identificación se refiere a la calle y la ubicación cardinal relativa, en este caso
la cámara más al sur sobre la calle 18 de Julio (18S) – 18 de Julio cámara al sur.

16
Tomados al límite de la cuadra.
25

punto medio del arco. Las juntas entre las paredes y el arco de la bóveda, están rellenas
con fragmentos de tejas de media caña (Fig. 20 y 21). El techo tiene una abertura
cuadrangular en el punto medio central, enmarcada por grandes piezas de granito gris
canteado, perfectamente tallados para alinear con la curva de la bóveda, sobre los que
asientan dos losas de granito que tapan la abertura que permite el acceso desde afuera
(Fig. 22 y 23).
La parte inferior/interior de la boca de los ductos se encuentra a los 1,80m del
suelo de la cámara, mientras que la exterior se encontraba con la parte inferior a ras del
suelo de la cocina en este caso. Son de figura cuadrancular, tanto en el exterior como
en el interior y tienen 0.60m de lado (Fig. 24 y 25).
Cuando se planificó su investigación en 2008, la entrada a la cámara era invisible
en la vereda. Para ello hubo que calcular su ubicación desde adentro del cuartel y a
través de los ductos, tarea que realizó la Comisión de Construcciones Subterráneas con
una precisión de relojería. Ello permitió romper el área de vereda y calle necesarias para
ubicar la tapa de la entrada. Para acceder al interior se removió solo una de las losas.
La primera tarea a realizar era desagotar el agua que colmataba la cámara. Esta
agua proviene de las corrientes subterráneas ya descriptas para el subsuelo de la ciudad
de Maldonado, que desplazándose sobre la arcilla que conforma el suelo, cuya principal
propiedad es la de ser hidrófuga, rellenan las oquedades que quedan a su paso. Para el
desagote se recurrió a una empresa barométrica a la que se le solicitó que tirara el agua
en un lugar que pudiera luego ser revisado por el equipo, previendo que con la llegada
de la toma al fondo, podrían irse materiales culturales, lo cual ocurrió. Se recuperó la
totalidad de los materiales dentro de la cámara y mediante recolección dirigida, parte
de lo expulsado por la barométrica.
En el interior de la cámara se efectuó un registro pormenorizado y completo de
la estratigrafía muraria, así como de la tecnología de construcción empleada y de las
particularidades de la cámara en general. No fue posible ni lo sería, dejar el suelo de la
cámara totalmente seco, debido a que el agua fluye lenta y constantemente hacia
adentro (Fig. 26). Por esta razón, los materiales se recuperaron de forma asistemática
por debajo del nivel de agua lodosa y completamente oscura pero cubriendo toda la
superficie. En este sentido nos aseguramos de haber recuperado la totalidad de los
materiales que quedaron en el interior (Fig. 27).
26

En el lugar donde la barométrica había vertido el agua se generó un área de


descarte muy amplia, con los materiales distribuidos en forma aleatoria. En el área de
mayor concentración se recolectaron todos los materiales visualizados en superficie
excepto los restos óseos, que fueron recogidos parcialmente en forma dirigida a partir
de la revisión de la totalidad, anotando características y recogiendo muestras
representativas de cada tipo (Fig. 28).
Los materiales recuperados abarcan un lapso que va desde fines del siglo XVIII
hasta la década de 1980, con concentraciones de densidad variable en diversos
momentos de todo el período. Comprenden restos de vajilla de loza y diversos
contenedores de cerámica, balines de plomo, balas de hierro fundido, una posible
cazoleta17 de arma blanca larga, bombilla, tinteros de vidrio, fragmentos de
contenedores de gres y de vidrio, dedales, botones, diversos objetos de metal, un reloj.18
El conjunto de materiales más numeroso corresponde a fines del siglo XVIII y
principios del XIX. Está compuesto por balines de plomo para armas de avancarga y
balas de hierro fundido calibre de a4 para artillería, ambas utilizadas en nuestro país
hasta 1870 aproximadamente; fragmentos de dos platos llanos de cerámica de origen
español producida en el siglo XVIII, decorada (ver Casanova); una bombilla de hierro
laminado, con baño de oro, cuyo modelo corresponde a fines del siglo XVIII y principios
del XIX (cita); fragmentos de botellas de vidrio verde oscuro, fabricadas con técnica de
soplado libre correspondientes al siglo XVIII y primera mitad del XIX, y fragmentos de
huesos correspondientes a restos de alimentación (Fig. 29 a 33).
El total de restos óseos recuperados y analizados es de 245 piezas. La fauna
representada corresponde: en un 84,5%, a ganado bovino (Bos taurus). El 4,5% lo
componen: restos de aves de corral (Gallus gallus domesticus y Anser anser domesticus)
y otras aves no identificadas; pescado (especies no identificadas); y cerdo (Sus scrofa
domestica). El 11% de las piezas no se pudieron identificar. Los huesos sometidos

17
Hasta el momento de entrega de este informe no estamos seguros sobre la morfología de esta pieza.
Está deformada y a pesar de que se asemeja a una cazoleta de sable, el análisis de Fluorescencia de Rayos
X dispersiva en Energía (EDXRF) arrojó resultados poco específicos en cuanto a la composición de la
aleación. De acuerdo a ella no se puede considerar latón y tampoco peltre. Debido a que la muestra
tomada correspondió a la superficie del objeto es posible que los anómalos porcentajes de los elementos,
sobre todo el Ca, estén relacionados a su prolongada inmersión en el agua de la cámara. Se están
proyectando otros análisis para recuperar la morfología mediante tecnologías digitales.

18
En Anexos se agregan las tablas correspondientes al análisis de los materiales.
27

directamente al fuego, incinerados o apenas quemados, representan casi un 4% de la


muestra y corresponden al ganado bovino. En cuanto a las partes preferidas en el
consumo, el análisis dio como resultado que la mayor proporción del esqueleto del
ganado vacuno representada, corresponde a la región axial -costillas y vértebras-,
conformando un 46% del conjunto. Esto coincide con el rendimiento anatómico de
dichos animales ya que es donde se concentra la mayor cantidad de carne. Para la región
apendicular predominan los huesos largos pertenecientes a la pata trasera, fémur, y a
la pata delantera, escápulas, y corresponde a un 18% aprox. del total del conjunto.
Las modificaciones más recurrentes que presentan la mayoría de los huesos son
fracturas por golpes con instrumento de metal con filo, asociadas al procesamiento
secundario y/o consumo, con marcas de cortes de descarne.
Como señalamos antes, en el plano de 1793 se prevé la construcción de cámaras
“p.a las inmundicias” y en él está indicado cual será el destino de las diferentes
habitaciones dentro del cuartel. El ángulo noreste, desde el portón de acceso sobre la
parte norte hasta donde comienza hoy la Sala España en la parte este, estaba destinada
a los cuartos de oficiales, sus criados y todas las dependencias de la oficialidad,
incluyendo cocinas y letrinas (Fig. 34). Por otra parte, el resto del cuartel estaba
destinado a la tropa, cárcel y cuarto para la guardia en el área perimetral y las cocinas y
letrinas ubicadas en diversas partes del área central. Algunas de ellas son visibles
actualmente –cocinas y reservas de agua- (Fig. 35).
Las cámaras sépticas a las que nos hemos referido, se encuentran frente a las
habitaciones de los oficiales. No hay datos, ni documentales ni materiales, de la
existencia de cámaras similares para uso de la tropa, que resolvía el desecho de los
desperdicios en forma colectiva o individual. Sin embargo, la existencia y ubicación de
las cámaras que conocemos, nos permite reconocer las diferencias generadas por los
privilegios jerárquicos a favor de los oficiales. Las cámaras representan, en primer lugar,
una forma de higiene, de limpieza más sofisticada que los pozos o lugares comunes que
claramente no compartían con el resto de los ocupantes del cuartel. Incluso, es posible
reconocer el estatus del Comandante por encima del resto, ya que es la única habitación
individual, con área de esparcimiento, dormitorio y letrina propia. Estaba ubicada justo
sobre el ángulo noreste y le corresponde en exclusividad, la cámara ubicada en la
esquina de 25 de Mayo y 18 de Julio. Actualmente es posible reconocer los cimientos
28

que pertenecieron a este conjunto de habitaciones19. El resto de los cuartos para


oficiales tenían letrinas y cámaras comunes. La cocina de oficiales forma parte del
conjunto y junto con una de las letrinas, corresponde a la cámara investigada.
Las características de la agrupación mayoritaria de objetos –cronología y
tipología- se corresponden con el uso intensivo de la cámara durante un lapso entre
fines del siglo XVIII y principios del XIX. El tipo de materiales, su calidad –incluyendo los
restos de alimentación- y el alto costo para la época de la vajilla recuperada y la bombilla,
indican que pertenecieron a un grupo de élite. La tropa y clases sociales de menores
estatus utilizaban vajilla principalmente de peltre. Por otra parte, tampoco la cantidad
de restos parece obedecer al número de individuos que debía corresponder a una tropa
de soldados. Es muy acotado. La discontinuidad de este conjunto de materiales con
respecto a los otros recuperados de la cámara, nos permite proponer que se
corresponden con la oficialidad del corto período de uso español del cuartel, a partir de
1797, interrumpido por la invasión inglesa de 1806.

Los cambios en el cuartel

En 1826 se denunciaba el estado ruinoso del cuartel (Díaz de Guerra 1988).


El conocimiento de las cámaras –fuera del contexto original de uso del cuartel-
está documentado por lo menos desde el último tercio del siglo XIX (Capurro 1947). A
través de datos orales conocemos que por lo menos en la década de 1950, la cámara
18S estaba abierta y se sacaba agua de ella para ser utilizada en riego. No sabemos
desde cuándo, o si sucede desde el principio, la cámara se llena de agua debido a las
corrientes subterráneas. Conocemos que mientras nosotros trabajamos en ella el agua
continuaba fluyendo y que actualmente está colmatada hasta el nivel más bajo de los
ductos. Es decir, que por lo menos siete años después del vaciado que hiciéramos para
investigarla, vuelve a estar llena. Fuera del hecho mencionado, no conocemos cuántas
veces estuvo abierta y si hubo actividades y en todo caso de qué tipo, realizadas dentro
de ella. Sin embargo, la coherencia tipológica y cronológica de los materiales, así como

19
Con el plano de 1797 en la mano, es posible recorrer los vestigios correspondientes a cimientos que
están expuestos en el área noreste del Cuartel de Dragones y reconocer las habitaciones del comandante,
así como los cuartos, áreas de estar y letrinas del resto de los oficiales.
29

la numérica –que manejamos interpretativamente porque no podemos probar por no


tener elementos para conocer el conjunto total inicial- sumado a la recuperación de
fragmentos de cerámica, que nos permitieron ensamblar dos platos enteros, o
recuperar la totalidad de la bombilla que fue arrojada en dos trozos, nos permite
proponer interpretativamente: 1. Que no hubo recuperación de materiales del interior.
En el contexto sociocultural del siglo XIX y hasta nuestra intervención, es posible
proponer que el contenido de una cámara séptica, cualquiera sea su cronología, no es
atractivo para nadie. Además, el agua impedía ver lo que había en el fondo. 2. Los
informantes que se refirieron a la cámara abierta solo relataron la extracción de agua,
no de materiales. 3. El bajo número de usuarios de la cámara. 4. El período acotado de
uso al que responde el conjunto principal, fundado en que el resto de los objetos
recuperados se extienden en un período que va desde mediados del siglo XIX hasta la
década de 1980 y no constituyen conjuntos numerosos, más bien se trata de objetos
aislados. Por ejemplo, hay dos tinteros pero uno es del siglo XIX y el otro del XX; dedales
del siglo XX; fragmento de cadena correspondiente a una ventana del siglo XX entre
otros; hasta un reloj marca Casio® fabricado en la década de 1980. No se trata de
conjuntos numerosos cronológicamente hablando, más bien creemos que se trata de
objetos aislados que se descartaron a través de los ductos o de la cámara abierta en
diversos momentos.
Parte de los procesos de reutilización del área del cuartel, involucran la existencia
de casas habitación a lo largo del siglo XX, sobre el ángulo noreste y la cara este. De
acuerdo a los datos proporcionados por informantes, la entrada de los ductos cuando
existieron estas casas, se encontraba por debajo de los pisos de las viviendas y por lo
tanto no eran accesibles, por lo menos como lugar de descarte cotidiano. Ello es
coherente con el conjunto de materiales recuperado.

4. LA TORRE DEL VIGÍA

La investigación en la Torre del Vigía se propuso cumplir con diversos objetivos.


Reconocer la posible existencia de construcciones subterráneas mencionadas en las
informaciones orales recopiladas; conocer si existe una habitación en el plinto de la
30

Torre del Vigía por debajo del piso al que se accede por una escalinata exterior. Dato
que también surge de la memoria de los vecinos. Observar y diagnosticar la afectación
sobre la construcción colonial, de las palmeras que existían sobre el lado oeste de la
Torre. Fue un diagnóstico considerado necesario y acordado con el Director de la Unidad
de Patrimonio de la IDM, Prof. Gabriel Di Leone. Se trataba de dos ejemplares de
Phoenix canariensis, especie alóctona que se encontraban muy cerca de la construcción.
Como se comprobó en excavación, sus componentes –sobre todo las raíces- habían
afectado seriamente la estructura de la fundación de la Torre20 (Fig. 36 y 37).

Las actividades en campo

Se plantearon dos trincheras que denominamos T1 y T3 y un sondeo en el ángulo


noroeste de la Torre (entre la escalera de acceso y la pared norte) cuyos resultados se
sumaron a la T1. Se utilizó técnica de excavación estratigráfica con destape y se hizo
relevamiento exhaustivo de estratigrafía de procesos de ocupación y muraria. Se
recogieron todos los materiales culturales recuperados en las excavaciones, incluyendo
los de mampostería.
La Torre esta circundada por una vereda de losetas de granito. Las que debían
ser removidas para poder excavar se numeraron correlativamente y se ubicaron en
croquis y fotografía vertical, para volver a colocarlas en el lugar donde se encontraban,
una vez terminada la investigación (Fig. 38)
La Trinchera 1 (Fig. 39) se orientó en dirección norte-sur. Sus medidas
inicialmente fueron de 3.05 x 1.20m. Se amplió luego hacia el sur para unirse con el
sondeo realizado en el ángulo de las paredes norte de la Torre y oeste de la escalera de
acceso a la Torre. Las dimensiones finales fueron de 4.50 x 1,20m. Se ubicó a lo largo de
la pared oeste de la escalera de acceso a la Torre con su límite sur contra la pared norte
de la Torre; hacia el oeste el límite fue la palmera que denominamos A y al Sur el límite
fue arbitrario.

20
El informe sobre la extracción de las palmeras está en Anexos.
31

La Trinchera 3 (Fig. 40) se orientó este-oeste y sus dimensiones fueron 4.10 x


1.40m. Uno de sus extremos se ubicó sobre la pared oeste de la Torre, y su largo se
desarrolló perpendicular a ella e inmediatamente al sur de la palmera B. (Fig. 41).

5.1 ANTES Y DESPUÉS DE LA TORRE

La investigación nos permitió reconocer diferentes ocupaciones humanas desde


la prehistoria hasta la actualidad, en el área donde está ubicada la Torre que a su vez, es
una de ellas.

La estratigrafía en el área de la torre

La superficie de suelo donde se encuentra la Torre era irregular, sobre todo hacia
el oeste con una pendiente de 13%. La superficie del suelo fue horizontalizada por las
obras realizadas entre 1992 y 1995 (IMM 1992).
A partir de las excavaciones recuperamos la siguiente superposición de estratos
–capas-. De abajo hacia arriba21.
Capa 1. Sedimento franco arcilloso, color beige oscuro. De origen natural local,
corresponde a los horizontes B y C del suelo.
Capa 2. Sedimento arcillo limo arenoso, color marrón oscuro. De origen natural
local corresponde al horizonte A del suelo y constituyó el piso de ocupación. En él
encontramos la ocupación de los grupos originarios y las que siguen hasta la década del
’90 en el siglo XX.
Capa 3. Sobre la capa 2 fue depositada arena de color marrón grisáceo con
nódulos de arcilla color ocre amarillento y valvas de conchillas y caracoles de agua
salada. Procede de áreas costeras, es de origen antrópico y cumple función de relleno.
Contiene fragmentos de vidrio (0.005x0.005m) de alta diversidad; envoltorios de
caramelos; tanques de lapicera Bic© de plástico entre otros artefactos, todos ellos
correspondientes a la década de 1980-90.

21
La descripción detallada de las Unidades Estratigráficas –sedimentarias y murarias- por excavación y
perfil as así como su correlación, se adjuntan en el Anexo. Aquí presentamos una simplificación, para
hacerla más comprensible.
32

Capa 4. Sigue una capa de arena limpia, color blanco, de origen antrópico.
Procede del área costera y también cumple función de relleno. En esta capa, en la T1,
se recuperó una moneda de N$ 100, acuñada en 1989, República Oriental del Uruguay.
Capa 5. Sobre la anterior, finalmente, apoya la vereda compuesta por losas de
granito. Tienen diferentes tamaños con un espesor constante de aproximadamente
0.25m. (Fig. 42).
Como consecuencia de los rellenos, desaparecieron los desniveles del piso de
ocupación original identificados en el desarrollo de las capas 1 y 2 –buzamiento hacia
el noroeste de 13%- que justificaba –y facilitaba- por ejemplo, la pendiente de la
canaleta de desagüe de aguas pluviales hacia el aljibe. Por otra parte, la deposición de
las capas 3 y 4 entre 1992 y 1995, produjeron que la hilera perimetral de ladrillos, la
primera zapata de la fundación y un trozo de pared que originalmente estaban
expuestos, queden ahora invisibles para nosotros y la altura del piso se haya elevado en
0.30m sobre el piso de ocupación original.
Los eventos de actividad humana reconocidos en el predio de la Torre son:

OCUPACION DE GRUPOS ORIGINARIOS


Desde fecha no conocida hasta siglo XVIII

Los procesos de ocupación humana identificados en este espacio se inician con


la presencia de grupos indígenas reconocida en la formación de suelo natural. Los restos
recuperados, se ubican en la capa 2 y consisten en lascas producto de retoque por
percusión, en cuarzo, sílice y riolita. Todas ellas rocas locales. El tipo de desechos indica
actividades de terminación de instrumentos. Si bien la exigua superficie de las
excavaciones no nos permite interpretar otras pautas de uso del espacio y
comportamientos particulares, podemos afirmar en primer lugar, la presencia efectiva
de grupos originarios en el área, previamente a la llegada de los grupos europeos y en
segundo lugar, el uso de un espacio más amplio -del que estos materiales solo son una
pequeñísima parte- por parte de esos grupos. (Fig. 43)
33

CONSTRUCCIÓN DE LA TORRE
1797 – 1803
La Torre formó parte de las previsiones de fortificación y actividades militares
que España desarrolló en la región este del Plata. Fue el último edificio militar que se
construyó en Maldonado y en la región, ya a fines del siglo XVIII. No se conoce
exactamente en qué momento fue levantada, pero sí es conocida la orden para
construirla.

“’la junta de guerra reunida en Montevideo el 17 de julio de


1797 /dispuso que/ en el paraje más elevado (…) de Maldonado se
construyera una vigía de la altura proporcionada a descubrir desde ella
toda la distancia posible a la mar’” (Martínez 1999:106). En 1803 otro
documento “avalaba en ‘5.500ps. /la/ torre edificada en ladrillo y cal
que llaman la del Vigía’” (loc.cit.).

Por lo tanto, su construcción puede establecerse con seguridad entre la fecha de


la orden, 1797, y la del informe de 1803. El Ing. Capurro establece erróneamente su
construcción en 1780 sin documentación probatoria (1947:53)
La torre se levanta asentada 0.40m dentro de las capas 1 y 2 del suelo, en una
cota de 40msnm. Su construcción implicó la alteración y destrucción de una parte del
asentamiento indígena. Siguiendo las medidas previstas desde el siglo XVII para estas
construcciones, tiene 5 metros de lado en la base del plinto y 13,60 metros de altura
total desde la base de la fundación. Su puerta de entrada se encuentra a 5.50m del
suelo y tiene garita superior (el piso donde están los balcones).
Los primeros 0.20m están formados por una camada de bloques semicanteados
de granito rosado, asentados en barro, con un tamaño máximo de 0.20x0.20m. Le
sigue una camada de 0.04m de espesor, de bloques pequeños, achatados, más largos
que anchos, de filita verde y granito gris asentados en barro. Apoya sobre ésta, la
tercera capa, la última del cimiento, de 0.44m de espesor. Está formada por grandes
sillares de granito rosado, perfectamente canteados y asentados en barro. El tamaño
34

parcial registrado para uno de ellos es de 0.80m de largo por 0.40m de alto22. La parte
superior de estos sillares sobresalía 0.20m por encima del piso de ocupación23 y
conforma la primera zapata de la estructura. Tomando esta primera zapata como límite
vertical de la fundación, la altura total de ésta es de 0.60m de los cuales 0.40m
quedaban por debajo de la superficie. A partir de esta primera zapata que tiene 0.21m
de ancho, se levanta la pared del plinto, también de sillares de granito asentados en
barro, imposibles de reconocer totalmente debido al revoque y pinturas (Fig. 44 y 45).
El cuerpo de la torre es de ladrillo asentado con cal y arena. Tiene techo de
azotea24. Por debajo, el piso de la garita era de tablones, daba a cuatro puertas ventana
resueltas en arco escarzano en el cabio superior, característica que se reconoce a partir
de fotografías históricas (Fig. 46). A este piso se accedía desde la azotea mediante una
trampilla de madera y desde abajo, posiblemente por una escalera de madera adosada
a la pared –la actual es moderna-. El plinto encierra una habitación con piso de ladrillo
y una cámara séptica. Servía para el descanso alternado del grupo de torreros que
debían cumplir la guardia. El techo de este cuarto lo constituye el piso de la planta baja
que originalmente fue de tablones con una puerta-trampa para acceder al interior.
Desde afuera se accedía a la Torre a través de una rampa de 75% de pendiente.
Contra la pared oeste había un colector de agua de lluvia proveniente del desagüe de la
azotea, que la trasladaba por una canaleta de ladrillo hacia el aljibe que servía a los
torreros.
La Torre, originalmente, era de ladrillo visto. A lo largo del tiempo se le modificó
el acceso, sustituyendo la rampa por el tipo de escalera que tiene actualmente. También
se modificaron la escalera interna; los pisos internos; las puertas ventana; se le agregó
el balcón que la circunvala en la parte superior; se revocó; se agregaron molduras, y
últimamente se la ha pintado con pinturas plásticas impermeables. Es difícil atribuir
tiempos a estos cambios ya que no hay documentación que los precisen y tanto Seijo

22
No fue posible medir entero alguno de ellos debido a que no tuvimos ninguno totalmente expuesto.
Para hacerlo habría que haber abierto más área de excavación y no se consideró pertinente.
23
Piso de ocupación hace referencia a la altura de la superficie del suelo sobre el cual se desarrollaron las
ocupaciones hasta las obras de 1992-95 se vertieron rellenos que lo elevaron 0.30m (IMM 1992).

24
La cubierta de azotea se construye con vigas de madera dura, cruzadas por alfajías de madera que
sostienen dos hiladas de ladrillos colocados a tabla. Sobre la hilada superior se revoca con una capa de
mortero o se termina con baldosas de cerámica.
35

(1945) como Capurro (1947) que hacen alusiones a algunos de ellos, no citan
documentación probatoria. De nuestras investigaciones se desprende que las
modificaciones se inician tan temprano como en las décadas de 1810 y 20.
Siguen a continuación, las estructuras asociadas a la Torre que se encuentran
ahora en el subsuelo y fueron recuperadas por la investigación arqueológica.

Hilera de ladrillos perimetrales

Se trata de una hilera de ladrillos, colocados a tabla contra la pared de la Torre y


unidos con barro por sus testas. Con la tabla a ras del piso de ocupación, ocupan el
ancho de la fosa de fundación en todo el perímetro de la estructura. Los ladrillos varían
levemente en sus medidas entre un máximo y mínimo que se expresa entre
0.40x0.20x0.05m y 0.37x0.18x0.04m. Se encuentra sobre la capa 2 de la estratigrafía.
(Figura 47)
La presencia de esta unidad estructural la interpretamos como una forma de
proteger la fundación y los sedimentos correspondientes al relleno de la fosa, del golpe
y caída del agua de lluvia contra las paredes, evitando así la erosión de esa área. En las
excavaciones realizadas, esta unidad aparece con excesivas alteraciones –es el caso del
área perimetral de la rampa de acceso- o con alteraciones leves, por ejemplo
destrucción de ladrillos por pisoteo o remoción y recolocación en el área.
En nuestro caso, la investigación de la unidad estructural correspondiente al
desagüe en la T3, implico la remoción de dos de los ladrillos que estaban in situ en la
hilera perimetral. Debido a la excesiva humedad del entorno sedimentario, ambos se
fragmentaron al ser movidos. Fueron guardados para ser consolidados y entregados
con el resto de los materiales culturales. Asimismo, se guardó aunque ya es muy difícil
aplicar acciones de consolidación sobre él, otro ladrillo –recuperado en T1-
correspondiente a esta unidad estructural, manipulado en alguna de las intervenciones
previas- posiblemente la de 1992-95. Su posición y estado al ser excavado por nosotros
demuestra que fue removido de su lugar original, estuvo expuesto a la intemperie y
luego quedó enterrado, lo que le provocó grietas y fracturas irrecuperables. (fig. 48)
36

Desagüe de la cámara séptica

En el ángulo noroeste sobre el sillar de granito que conforma la primera


zapata de la fundación, se identificó un desagüe proveniente del interior del plinto, que,
una vez destapado, comenzó a drenar agua. Ésta se presenta con gran cantidad de óxido
que tiñe de anaranjado los sedimentos e incluso el granito que hace de base, a la salida
del orificio. La única posibilidad está relacionada con la existencia de la cámara séptica
existente en el interior para uso de los torreros. Si bien las obras de reforma de la torre
la han invisibilizado, conocemos su existencia a partir de: 1. La información vertida por
los informantes que la conocieron cuando se debió abrir debido a la hediondez que salía
de ella –y fue confundida con un túnel-; 2. Asociada a datos provistos por otros
informantes que nos describieron un ducto similar a los conocidos para el cuartel,
dentro de la torre (Fig. 49 a 52).

El acceso a la Torre

La T1 permitió reconocer la existencia de dos fundaciones para el acceso a la


torre. Una más antigua, de 1.70m de largo en sentido norte sur, construida con sillares
medianos, de granito gris, asentados en barro. (Fig. 53) Otra más moderna, iniciada con
bloques pequeños de granito gris, colocados en seco en la parte de extensión del largo
de la escalera, seguido de bloques semicanteados medianos de granito gris, asentados
con mezcla de portland (Fig. 54). Esta segunda fundación reutiliza la fundación original
del primer acceso y coloca sobre ella la unidad compuesta de bloques semicanteados.
A su vez la construcción de la escalera requirió de dos vigas laterales que apoyan sobre
la fundación original.
Estos datos nos permitieron reconocer diversas etapas de construcción en la
escalera de acceso y las características de cada una. En primer lugar, la construcción del
acceso, simultánea a la de la torre, de base corta y por lo tanto, generadora de una
pendiente muy empinada. En segundo lugar, otra construcción posterior, que retoma
la fundación del primer acceso, y que la alarga hacia el norte, generando una pendiente
adecuada a escalera, con pasamanos y vigas, en la cual, en una última fase de
intervención, se empleó mezcla de portland.
37

De acuerdo a las dimensiones de la fundación, el acceso original a la torre era


muy empinado, una rampa de 75% -45 grados de inclinación-. Valdecantos (1996)
expresa que en las torres construidas en Europa había diferentes tipos de acceso:
mediante escalera retráctil, en la mayoría de los casos patín avanzado, y en las de planta
cuadrangular el acceso se hacía de mampostería adosada a la fachada. Este es el caso
de la Torre de Maldonado. Queda claro que en todos los casos el acceso a la Torre no
estaba construido para que fuera de uso libre, sino controlado y dificultoso para los no
autorizados.
Los datos provistos por la arqueología permiten reconocer que la unión de los
bloques inferiores en la primera modificación para el alargamiento de la escalera está
hecha con barro. También ocurre con los bloques semicanteados que están por encima.
Estos presentan mezcla de portland rellenando las juntas desde el exterior consecuencia
de una modificación posterior. Por su parte, el basurero correspondiente al siglo XIX
ubicado junto a la escalera25 se produjo sobre el piso de ocupación y sus materiales se
recuperaron en contexto primario. Ello nos permite interpretar que el desecho de
basura ocurrió después que se construyó la escalera. Esto se fundamenta en que dichos
cambios implican la existencia de un área de obra que necesariamente perturba el
espacio inmediato y no ocurrió así con los materiales del basurero. Por lo tanto, es
posible pensar que la primera escalera debe haberse realizado entre las décadas de 1810
y 182026 y la refacción que utilizó mezcla de portland, entre fines del siglo XIX dada por
la presencia de portland en nuestro territorio y no más de 1950, según fuentes orales.
Desconocemos cuantas veces hubo modificaciones en el material de los escalones.

25
Ver el subtítulo que le corresponde más adelante.

26
Manejando fuentes analógicas indirectas es posible proponer a nivel interpretativo, que dicha
remodelación se pudo haber realizado durante la invasión luso brasileña. Durante su ocurrencia se
reactivaron, con intervenciones arquitectónicas suficientes y necesarias, las fortificaciones de la Bahía
que habían sido destruidas por los ingleses y la Isla Gorriti era un punto clave de ocupación y sede de
la oficialidad lusitana primero y luego brasileña (Cabrera y Curbelo 1993). La comunicación con ella
debía ser importante, y para ello la Torre, con una Bahía dominada completamente por la escuadra
invasora, podía cumplir funciones que no requerían de su inexpugnabilidad.
38

El aljibe: receptor de aguas y canaleta

En la T3 se recuperó un conjunto de restos que se desarrollaban en 0.35m de


profundidad, a partir de la superficie del piso de ocupación, junto a la hilera de ladrillos
perimetral dentro de la capa 2 del suelo.
En los niveles superiores se recuperó un conjunto de materiales de mampostería,
desestructurados pero formando un conjunto compacto y claramente asociado,
consistentes en fragmentos de teja de media caña y ladrillos: uno de ellos cortado
intencionalmente con una muesca semicircular. Se desarrollaba verticalmente en los
primeros 0.15m del perfil ocupando un área de 0.60m de diámetro. Asociado a este
conjunto se recuperó un fragmento de omóplato, de cerdo, con marcas de cortes
originadas por el filo de un instrumento de metal. A continuación del conjunto anterior
y sin hiatos, se destaparon los restos de una estructura circular, semidestruida,
construida con fragmentos de ladrillos apropiadamente cortados y colocados. Tiene
0.50m aproximadamente de diámetro exterior, 0.42m de diámetro interior y una altura
de 0.06m. Por debajo de ella y encajando en el centro, también sin hiatos, se identificó
otra estructura, hecha con fragmentos de ladrillos, rectangular e incompleta, destruida
en su desarrollo hacia el oeste. Tiene 0.22m de ancho por 0.30m de largo aún
remanente y 0.05m de altura. Los ladrillos están cortados apropiadamente y colocados
a soga; formando las paredes con un espacio central de 0.12m de ancho con el piso de
ladrillo. Esta última estructura está ubicada a 0.60m de la pared sur y a 0.40m de la
pared oeste de la Torre, quedando justo contra y fuera de la fosa de fundación, lo que
demuestra su contemporaneidad con la construcción de la torre. Las características de
la estructura indican que se extendía hacia el noroeste siguiendo la pronunciada
pendiente del piso de ocupación en ese lugar que era de 13% (Fig. 55 a 63).
Las características de los materiales recuperados y de las estructuras reconocidas
nos permiten interpretar este conjunto de restos como parte de una estructura para
recolectar las aguas pluviales provenientes del techo de la torre y el inicio de la canaleta
–que probablemente estuviera cerrada en su parte superior- que guiaba el agua hacia
algún tipo de depósito –cisterna- ubicado al noroeste. Ello se reafirma con el dato de
que el desagüe del techo de azotea de la torre se encuentra justo sobre ese lugar.
39

Dentro de la superficie excavada, correspondiente a la trinchera, falta el resto de


la canaleta (Fig. 64) pero no podemos asegurar que falte en su totalidad ya que la
excavación no abarcó toda la superficie necesaria. Tampoco conocemos la ubicación de
la cámara y su estado actual de conservación.27 La posible ubicación que está indicando
la orientación y buzamiento de la canaleta coincide con las declaraciones de algunos
informantes acerca de la existencia de una cámara –túnel en la versión oral- reconocida
por algunos vecinos de Maldonado antes de la última reforma de la plaza (1989 en
adelante).

Funcionamiento de la Torre Vigía

Al igual que el resto de las construcciones militares y fortificaciones españolas,


el funcionamiento de las Torres vigía o Torres de almenara, estaban bajo estrictos
reglamentos y su funcionamiento era similar en todos los territorios de dominio español.
Su origen está en las torres de los castillos medievales, almenadas y de planta circular,
que desde el siglo XVI comienzan a construirse como estructuras aisladas, costeras,
manteniendo más o menos similares características arquitectónicas y objetivos. Las
torres de planta cuadrangular son de origen árabe (Sánchez 2013). (Fig. 65) Durante los
reinados de Carlos I y Felipe II, al hallarse todos los pueblos fortificados, se vuelca la
atención hacia la zona costera reparando las defensas ya existentes y haciendo nuevas
obras, situación que se prolonga durante el siglo XVI y primera mitad del siglo XVII (Silva,
1986). Felipe II y el Virrey de Valencia, Bernardino Cárdenas, disponen entre 1553 y
1558, que el personal de las torres deberá ser fijo en cada punto, además de incluir otro
individuo, de carácter extraordinario, si era necesario.
Ser guarda de torres y atalayas era, en el siglo XVI, uno de los oficios más
importantes de las fortificaciones, similar al de artillero de castillos. Los torreros eran
civiles pertenecientes a diversos municipios. Se denominaban “Guardas de la mar”, su
objetivo era cuidar la seguridad de sus residencias y estaban encargados de alertar a la
guardia del reino de cualquier ataque (Sánchez 2013).

27
El empleo de técnicas arqueológicas de excavación para hallarla no estaban previstas y requerirían de
intervenciones costosas porque se ubica bajo parte de la caminería actual. Se prevé en el futuro el uso
de georradar para la identificación del lugar.
40

Entre 1575 y 1578, cuando Vespasiano Gonzaga es Virrey del Reino de Valencia,
se impulsa una reforma arquitectónica de las torres con el objetivo de hacerlas más
prácticas, proponiendo proveerlas de garitas de piedra, aljibes para agua, establos para
caballos y, dentro de las reformas más importantes, aumentar el número de hombres
destinados para ellas (Silva 1986).
En la primera mitad del siglo XVII, desaparecen los Guardas de la mar y se da
origen al cuerpo de “Infantes del pie de la costa”. Formaban parte del mismo, tanto las
dotaciones de los castillos como las milicias de las poblaciones. Los torreros dejan de ser
civiles y pasan a considerarse infantes28 (Silva 1986).
Las vigías fueron torres destinadas a la observación, propuestas sin armamentos
y desprovistas de elementos dinámicos de defensa. Ubicadas dentro del ámbito de
influencia de la costa, su función era la de vigilancia marítima defensiva y transmisión
de señales. Secundariamente pudieron ejercer funciones disuasorias o de refugio
(Valdecantos 1996). Por definición son construcciones militares, no son fortificaciones.
A lo largo del día, la defensa consistía en dominar visualmente áreas estratégicas
de territorio y durante la noche se trataba de percibir cualquier ruido o señal sospechosa
con el objetivo de que en caso de ataque la población no estuviera desprevenida.
El Rey Carlos III, en el marco de una reorganización de las milicias, crea distintos
cuerpos para el servicio de la costa siendo parte de ellos “Las compañías de Inválidos”
destinadas a la guarnición de castillos, torres y casas fuertes, y elabora un Reglamento
para el funcionamiento de las Torres Vigía que fue publicado en 1764. Bajo esa
reglamentación también se encontraba la Torre Vigía de Maldonado. En él se establece
que las torres de uso exclusivo para señales debían ser dotadas de un cabo y dos
torreros. Que el cabo ganaría tres reales diarios y los torreros dos reales y diecisiete
maravedís. Que la admisión de los torreros dependía de un examen en el que se
evaluaba robustez, agilidad, buena vista, buenas costumbres y que estuviesen
comprendidos entre las edades de 20 y 40 años. Finalmente, que en cada torre, al menos
uno de los torreros, debía saber leer y escribir (Silva 1986).
Respecto a las normas con las que debían regirse las torres, el reglamento
indicaba que:

28
“5. m. Soldado que sirve a pie” (R.A.E. http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=infanta).
41

1. Los torreros debían residir en las torres, sólo podía salir uno para ir a la población más
inmediata para abastecerse utilizando el tiempo preciso para el caso y esta ausencia no
debía ser diaria ni de noche.
2. Encima de cada torre debería haber constantemente un centinela de día y de noche a
cuyo cargo estaba dar las señales de seguridad o rebato29 (Fig. 66).
3. La señal de rebato consistía en encender el hacho30 y que éste pudiera distinguirse por
las torres colaterales31 Se haría de día en las ocasiones en que descubrieran
embarcaciones sospechosas acercándose a tierra o persiguiendo barcas de pescadores
o de comercio, y de noche, cuando se acercara una embarcación a tierra.32
4. La primera señal de seguridad se daría por la mañana luego que el torrero pudiera divisar
la costa de su jurisdicción y la segunda antes de salir el sol, cuando ya descubriera la
extensión de mar a la que pudiera dar alcance con la vista. Por la noche se haría la señal
de seguridad después de ponerse el sol. Para dar la señal de seguridad debería
encenderse el hacho manteniéndolo firme su hachero33 (Silva 1986).
Esto nos permite comprender la estructura reconocida de la Torre de
Maldonado: con una habitación dentro del plinto, su cámara séptica y el aljibe externo,
al servicio de los torreros que, siguiendo el reglamento ya mencionado debían ser un
cabo y dos torreros. Que éstos conformaban una guardia fija, exceptuando las breves
salidas a proveerse de comestibles y buscar agua fresca al aljibe ubicado al oeste de la

29
“1. m. Convocación de los vecinos de uno o más pueblos, hecha por medio de campana, tambor, alme-
nara u otra señal, con el fin de defenderse cuando sobreviene un peligro” (R.A.E. http://bus-
con.rae.es/drae/srv/search?id=fNjqIprYdDXX2hXllVE0).

30
“1. m. Manojo de paja o esparto encendido para alumbrar. 2. m. Leño resinoso o bañado en materias
resinosas, que se usaba para el mismo fin. 3. m. Geogr. Sitio elevado cerca de la costa, desde donde se
descubre bien el mar y en el cual solían hacerse señales con fuego. El hacho de Ceuta” (R.A.E. http://bus-
con.rae.es/drae/srv/search?id=Pl1GXzpCqDXX2skfZCqf|Gu5uPz4HDDXX2GBcA0n4).

31
Esto refiere a que la existencia de Torres Vigía difícilmente respondía a la existencia de una sola, sino
que formaban parte de sistemas de torres que abarcaban a distancias variables, extensas áreas costeras.
El aviso de una debía ser visto por las otras y éstas a su vez repetirlo mediante encendido del hacho hasta
que la novedad llegara al lugar donde se encontraban las autoridades militares.

32
Este punto agregaba que: Si de día se descubrieran embarcaciones de moros que siguen su rumbo, solo
se haría humo como aviso a las embarcaciones de comercio, y a las del corso para que sepan a qué paraje
han de enderezar su rumbo (Silva 1986). Lo colocamos a pie de página para no perder información para
el lector y permitirle reconocer el contexto en el cual se genera el Reglamento de Carlos III, pero no es
aplicable a Maldonado.

33
Vigía que hacía señales desde un hacho. (R.A.E.
http://buscon.rae.es/drae/srv/search?id=RGIG0M86BDXX2LxzOQE8|eu28MVRglDXX2Hk6K8OF).
42

torre. También conocemos que el acceso a la torre no era la escalera a la que estamos
acostumbrados, sino una empinadísima rampa, que hacía prácticamente inaccesible, la
entrada para cualquiera que no debiera estar allí, tal como era usual.

EL BASURERO
1830ca. – 1850ca.

En el lado oeste de la escalera, en la capa 2 del suelo, se identificó un conjunto


de materiales culturales domésticos cuyo análisis en laboratorio (Fig. 67) permitió
identificar fragmentos de loza pintada a mano y mocha, de origen inglés pertenecientes
a vajilla (plato, taza, bol y otras formas no reconocidas) fabricadas a fines del siglo XVIII
hasta la década de 1820 (Deagan 1988; Fournier 1990); un borde de lebrillo de cerámica
de pasta blanda tipo El Rey ware con vidriado verde de plomo, de fabricación
mayoritariamente en el siglo XVIII y principios del XIX (Deagan 1988); fragmentos de
pipas de caolín fabricadas entre 1760 y 1840 (cita); restos óseos de animales producto
de alimentación, con predominio de extremidades pertenecientes a vacunos jóvenes
(Bos taurus), cortados a golpe de instrumento de metal con filo. Fragmentos de
contenedores de vidrio, botellas redondas y limetas, fabricadas mediante soplado libre
desde fines del siglo XVIII hasta mediados del XIX, correspondientes a bebidas
alcohólicas. Botones de hueso cuya tipología concuerda con los fabricados desde fines
del siglo XVIII (cita). Asociada al conjunto se recuperó una moneda de 10Cvos acuñada
en 1830 por el Banco Nacional de Buenos Aires para las Provincias Unidas (Figuras 68 a
80).
Los rasgos y atributos de los materiales permiten ubicar el área de descarte en
una fecha cercana a 1830 pero no mayor a 1850 debido a la coherencia del contexto y a
la ausencia de otros elementos innovadores característicos de estas décadas (loza
impresa, pinza para formatear el pico de las botellas, entre otros) que en un área
portuaria hubieran llegado rápidamente.
La distribución, densidad y dispersión de los materiales resulta imposible de
explicar ya que, en este caso, dichas variables responden a la casuística de la excavación
realizada: el tamaño de la trinchera. Tampoco podemos reconocer si el evento responde
a una situación coyuntural o a una pauta de comportamiento generalizada en ese
43

período, que utilizara el predio como área de descarte. Como ya señalamos antes, este
basurero se generó después que se reformara el acceso a la Torre, cambiando la rampa
original por la escalera.

REFORMA DE LA PLAZA DEL VIGIA


1992-1995

Modificación de la altura del piso alrededor de la Torre

En el año 1992, la Intendencia Municipal de Maldonado llama a licitación para la


ejecución de una serie de reformas en la Plaza del Vigía (IMM 1992). Las obras
incluyeron la construcción de un anfiteatro, baños subterráneos, veredas y otros pisos.
Una de las condiciones especificadas en el pliego de licitación era que el área
circundante a la torre debía alcanzar una superficie regular plana. Esta obra es la
responsable de la deposición de relleno de arena y escombros en los alrededores de la
torre y de la modificación que levantó la altura del piso de ocupación en 0.30m.
Corresponde a las capas 3 y 4 de la estratigrafía.

Vereda perimetral

Actualmente la Torre presenta un camino de acceso a la escalera y una vereda


que la circunda, realizada con sillares de granito y corresponde a la capa 5 de la
estratigrafía.
Para el camino y la vereda perimetral de la escalera se utilizaron losetas
pertenecientes a la explanada de la Batería de la Aguada, ubicada en la parada 25 de la
rambla Williman, mientras que para la vereda perimetral del cuerpo de la Torre (paredes
oeste, sur y este) se emplearon sillares de granito gris cortados industrialmente. El dato
que asigna el origen de las losetas a la Batería de la Aguada procede de fuentes orales.
El inicio de la reutilización más importante de la Batería se realizó en 1906, cuando la
familia Sagasti construye un chalet sobre ella (Curbelo 2004) para lo cual debieron
removerse un número importante de losetas de la explanada de su lugar original. En
44

qué momento pasan a formar parte del contexto de la Torre y cómo, nos es
desconocido. La identificación de dos losetas que se encuentran enterradas en
diferentes lugares cercanos a la Torre, nos permite reconocer que anteriormente el
conjunto pudo haber estado ubicado de forma diferente a la actual y sobre todo, que
no todas las losetas procedentes de la batería y trasladadas a la Plaza del Vigía, forman
parte de la vereda actual.
En la T1 se destapó parte de una vereda de ladrillos modernos, colocados a tabla
y unidos por mezcla de portland, ubicada a la altura del piso de ocupación, por lo tanto,
anterior a 1992, pero no conocemos su fecha de construcción. Su destrucción parcial,
claramente realizada para colocar la vereda actual de losetas y reforzar con mezcla de
portland los cimientos de la escalera -relleno exterior de juntas-, ocurrió como parte de
las reformas del período 1992-95. Asimismo, en las dos excavaciones, en los niveles
correspondientes a la remoción de sedimentos, ocurrida entre 1992 y 1995, se
recuperaron fragmentos de baldosas de hormigón, labradas, de las utilizadas en las
aceras y exteriores. Ninguna fue recuperada in situ, por lo tanto, pudieron formar parte
de una vereda asociada a la Torre en el pasado, o formar parte de desechos provenientes
de otro lugar.

CONCLUSIONES

Una de las primeras observaciones que surge del análisis de las entrevistas es
que ninguno de los informantes entró y salió por lugares diferentes. Todos ellos, y
fundamentalmente los que entraron, lo hicieron por una abertura, se desplazaron
distancias que no pueden precisar y volvieron a salir por el mismo lugar. Algunos
informantes describen características de las paredes, sensaciones al tacto, sensaciones
al olfato, objetos, cerramientos, entre otras cosas. Los que solo vieron, observaron
pozos, huecos en el subsuelo que por hondos, oscuros, daban pie a imaginar su
continuación más allá de la visión del observador que a su vez, no reconoce a través de
las características constructivas, el tipo de función a la que estaba destinada la
estructura. Por ejemplo: cisternas de aljibes, pozos negros, polvorín. Hay que destacar
que un porcentaje mínimo de informantes no acepta que estas construcciones
45

correspondan a túneles, basados en que sus características no permitirían que lo fueran.


Sin embargo, la base de conocimiento es compartida con los que afirman que sí.
Luego de analizados todos los datos provenientes de la oralidad, la historiografía
y de la investigación arqueológica, nuestra segunda observación y no menor, es que
todas las construcciones subterráneas expresadas en las entrevistas existen o existieron.
Todas ellas formaron parte del uso del subsuelo desde la fundación de Maldonado hasta
la primera mitad del siglo XX por lo menos. Las estructuras imaginadas como túneles
fueron construidas para diferentes funciones y no aparecen como reutilizadas, por lo
menos implicando modificaciones estructurales para ello.
Su aparición al conocimiento público está vinculada a diversas circunstancias.
1. Las más frecuentes fueron remodelaciones/obras de reestructura de la
ciudad, que dejaron al descubierto antiguas estructuras subterráneas,
fundamentalmente cisternas de aljibes. Sus características constructivas –amplias
bóvedas que no podían verse en su totalidad- permitían pensar que se trataba de
túneles.
2. Apariciones coyunturales de algunas estructuras por acumulación de aguas
pútridas, es el caso de las cámaras, séptica y para agua de lluvia, asociados con la Torre
del Vigía.
3. Conocimiento popular sobre la existencia de algunas de las construcciones
subterráneas que permitían descender a ellas –cámara séptica de 25 de Mayo y 18 de
Julio, polvorín de la Batería del Medio-. Otras, que en algún momento se usaron para
sacar agua, de las que se colmataban debido a las corrientes subterráneas y que aún lo
hacen. Por lo tanto, el imaginario está generado a partir del conocimiento de la
existencia real de estructuras subterráneas, incluso muchas de ellas ocultadas en
reformas urbanas de no hace más de veinte años. Ninguna de ellas era o es un
verdadero túnel. Son espacios cerrados: se accede y por lo tanto se puede salir por la
misma única abertura. Ninguna conduce o une dos puntos distantes en el espacio, son
estructuras discretas y por lo tanto finitas, ocupando un espacio acotado, ya sea de
planta rectangular o circular.
Entonces ¿Cuáles son las características que han llevado a identificar estas
estructuras como túneles? Ellas están ligadas a un conjunto de elementos identificados
erróneamente y con optimismo. La base de estas interpretaciones se debe a: 1.
46

Desconocimiento de las particularidades y técnicas constructivas, fundamentalmente


para el siglo XVIII. Eso lleva a interpretar por ejemplo, paredes de piedra originales como
tapias modernas de túneles. 2. Desconocimiento del uso del subsuelo para las
actividades cotidianas, asociado a cualquier ocupación humana, aún en el siglo XVIII. 3.
Desconocimiento de los contextos históricos que hubieran posibilitado la ejecución de
túneles y de los edificios que se consideran vinculados por ellos. Muchas de estas
construcciones no podrían haber estado unidas por túneles porque ni son
contemporáneas ni sus funciones las habilitan para este tipo de comunicaciones.
La primera confusión está generada por su situación de ser subterráneas. Solo
esa característica las transforma a priori en túneles. En segundo lugar, la falta de
conciencia de que el subsuelo urbano se utiliza y ha sido utilizado en asociación con
diversas actividades relacionadas con la cotidianeidad. Esto está asociado a su vez, al
desconocimiento de las verdaderas funciones de las diversas construcciones
subterráneas vistas o visitadas y a las técnicas que se empleaban para hacerlas. En este
sentido, la interpretación de las cámaras sépticas como túneles tapiados, adjudica a las
paredes de piedra originales la particularidad de ser tapias de origen reciente –en
general asociadas al período del gobierno de facto- que sellaron los supuestos túneles.
Esto hacía pensar que cada lado/pared de las cámaras –sobre todo las correspondientes
al cuartel de Dragones- correspondía a un túnel que imaginariamente unía edificios
importantes que se ubican en las direcciones cardinales sobre las que están las paredes.
La realidad es que detrás de las paredes de piedra del siglo XVIII lo que hay es el suelo
natural, conformado por arcilla, dentro del cual se excavaron las cámaras. Por lo tanto
no existe esa comunicación entre los distintos edificios. La otra objeción es que en
algunos casos no existe sincronía en la existencia o construcción de los edificios.
Otro argumento que refuta la existencia de los túneles en el subsuelo de
Maldonado, está relacionado con los contextos globales y regionales en que tienen
origen las diferentes construcciones. Para su comprensión nos remitimos a la primera
parte de este informe34. Las construcciones militares en la región este que España
levanta en la segunda mitad del siglo XVIII a partir de la fundación de Maldonado, y que
se intensifican en la última década del siglo, ante las inminentes invasiones de Portugal

34
Ver capítulo de la Prof. Adela Lladó en este informe.
47

e Inglaterra, tuvieron un elevado costo en dinero y en mano de obra. No quedó


asentada en ningún documento (Arredondo 1919) la intención y muchos menos la
ejecución, de obras muy costosas como túneles para comunicar diferentes edificios. No
era posible desde el punto de vista económico, tampoco a nivel de recursos humanos y
no era necesario en espacios tan acotados como es el damero fundacional de
Maldonado; no formaba parte del funcionamiento regular de ninguna de las
construcciones militares.
Por último, se opone a la existencia de túneles la geología local. Las estructuras
arquitectónicas están asentadas en todos los casos en el nivel franco arcilloso del
subsuelo. La particularidad de este sedimento es el de ser altamente compacto e
hidrófugo. Por otra parte, existen en el subsuelo de la ciudad, vertientes subterráneas
que se desplazan sobre la superficie de la capa de arcilla colmatando cuanta
construcción subterránea exista que no haya previsto este fenómeno o que no contara
con la tecnología suficiente para impedirlo. Ambas características hubieran vuelto
económicamente inalcanzable dese todo punto de vista, a una España ya en decadencia
económica, la ejecución de tales obras.
Más allá del periodo colonial español, no hay tiempos ni intenciones en los
ingleses o los portugueses de construir túneles, ni existe documentación que lo asiente.
La Guerra Grande construye trincheras alrededor de la Plaza de Maldonado y en diversas
calles, pero no eran túneles; y no vemos otras circunstancias contextuales ocurridas a
nivel local, que hubieran requerido la ejecución de una obra de ingeniería compleja,
costosa y poco comprensible para movimientos estratégicos en un espacio pequeño.
Pensar que podrían llevar a la costa está fuera de cualquier posibilidad teniendo en
cuenta distancias y características geológicas.

El lado positivo de los “túneles”

La apropiación, por un grupo de vecinos de un tema popular que ya había


formado parte del imaginario fernandino desde muchos años antes, y la búsqueda por
resolverlo, es una de las características positivas que dio inicio a la investigación y nos
deja estos resultados. Implicó movilizar a la población y a las autoridades
gubernamentales del Departamento para enfocarse en la existencia de túneles. Sin
48

embargo, en la realidad aportó sobre un conjunto de temas más importante: volver a


mirar el pasado de la ciudad desde otros puntos de vista tales como el uso del cuartel,
la disposición de desperdicios y la identidad de quienes usaron las cámaras y algunos de
los espacios del ángulo noreste; o el funcionamiento de la Torre Vigía. Descubrir que la
Torre no es solo la construcción que acostumbramos ver, quieta y silenciosa, sino que
dentro y fuera hay otros restos -la azotea, la canaleta que conducía el agua hacia el aljibe
o el cuarto debajo del piso y su cámara séptica dentro del mismo- que nos permitieron
aproximarnos a sus protagonistas principales: los torreros.
Este movimiento por los túneles y la investigación participativa generada
permitieron darle voz a referentes locales que habían tenido contacto en algún
momento de su vida con construcciones subterráneas. Ello visibilizó esas estructuras y
su estudio permitió reconocerlas y sobre todo, conocer su lugar en la cotidianeidad de
un período que se destaca más por hechos militares y heroicos puntuales, que por la
aproximación a la realidad del día a día de los actores. Esto permitió además, reconocer
a los edificios –el Cuartel y la Torre- como lugares que, más allá de su iconografía
identitaria, su aparente estaticidad arquitectónica- y las anécdotas asociadas,
albergaron inicialmente esa vida cotidiana de individuos que respondían a una
organización militar establecida, y a su vez, a una organización social donde jerarquía y
estatus marcan buena parte de los privilegios individuales y las diferencias
consecuentes. Nos permitió conocer otros usos de esos mismos espacios, en diferentes
tiempos, que aparecen únicamente connotados por los edificios que actualmente
vemos.
Finalmente, el tema abrió una puerta para reflexionar sobre la dinámica de la
construcción del espacio en los medios urbanos y el reconocimiento del uso del subsuelo
en diversas actividades que hacen al bienestar humano y que, por responder a
necesidades primarias, no nos llaman a detenernos sobre su existencia ni sobre los
vestigios que dejamos para el futuro a partir de esas modificaciones del entorno.
49

AL FINAL DEL TUNEL

Para terminar volvemos al principio. A la relatividad temporal y sociocultural del


patrimonio cultural. Lo que hoy nos parece digno de mostrarse y aprovecharse como
insumo del desarrollo turístico cultural – por ejemplo el deseo de apertura al público de
la cámara séptica del Cuartel- responde a nuestro querer, e invitar a participar a otros,
aunque sea un momento, de ese pasado que admiramos, exaltamos y añoramos.
Nosotros también vamos dejando huellas superficiales y subterráneas asociadas a
nuestra cotidianeidad que no resaltaríamos nunca como importantes: igual que los
ingenieros militares españoles, que no dibujaron los “pozos p.a las inmundicias” en el
plano. En el futuro no sabemos quiénes y qué estructuras y objetos se valorarán de lo
que para ese entonces, serán los restos que hemos dejado nosotros. Restos de un
continuo presente que vive repitiendo “todo tiempo pasado fue mejor” (Manrique
2003).

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Plano del quartel que se proyecta haser en Maldonado pª alojar seiscientos hombres. Sin
lugar ni fecha. Original. Nº de inv. L1/34/6. Museo Cabildo, Archivo de la Intendencia de
Montevideo.

Plano perfil y elevación del Cuartel de Maldonado. 23 de agosto de 1793, Buenos Aires.
Copia del original de C. Natiello. Nº de inv. L2/1/3. Museo Cabildo, Archivo de la
Intendencia de Montevideo.

Plano del Quartel de Maldonado. Buenos Aires. Original. Nº de inv. L1/34/6 en Museo
Cabildo, Archivo de la Intendencia de Montevideo. Fajardo Terán (1972:23) provee la
fecha y el nombre del responsable que no aparecen en el ejemplar archivado en la IMM.
18 de febrero de 1797, Responsable: Josef García Martínez de Cáceres.

Inéditos

Curbelo, C. 2004 Informe Diagnóstico sobre la Batería de la Aguada o Trinidad. MS


Archivo de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación.

Intendencia Municipal de Maldonado 1992 Memoria, pliego de condiciones y recaudos


gráficos para Obra Torre del Vigía. Exp. 2793/92. Archivo Intendencia Departamental
de Maldonado.
52

Sitios WEB

www.mijas.es/portal/es/patrimonio-arquitectonico-mijas/torres-vigia/torres-vigia2
(Consultado 4.11.2015)

www.flickr.com/photos/manuel-acebedo/8207150742 (Consultado 4.11.2015)

http://hispanoamericaunida.com/2013/11/09/las-primeras-milicias-populares-de-la-
era-napoleonica/ (Consultado 4.11.2015)

Maldonado-Montevideo, 2015
53

INDICE DE FIGURAS35

Figura 1 – Ubicación de la ciudad de Maldonado

35
Algunas de las figuras están compuestas por dos imágenes.
54

Figura 2 – Vista del ángulo sureste del Cuartel de Dragones en su estado actual.
55

Figura 3 – Torre del Vigía en su estado actual, ángulo noroeste.


56

Figura 4 – Ubicación del Cuartel de Dragones y la Torre del Vigía en el contexto urbano.
57

Figura 5 – Dibujo de la Torre del Vigía de Maldonado, de origen desconocido. Estimado por
nosotros para el último tercio del siglo XIX. Tomado de
http://hispanoamericaunida.com/2013/11/09/las-primeras-milicias-populares-de-la-era-
napoleonica/
58

Figura 6 – Plano No. 1 correspondiente a la Memoria, pliego de condiciones y recaudos gráficos


para Obra Torre del Vigía. Proyecto de obra.
59

Figura 7 – Anfiteatro. Resultado de las reformas en la Plaza del Vigía entre 1992 y 1995.

Figura 8 – Plano del quartel que se proyecta haser en Maldonado pª alojar seiscientos
hombres. Sin lugar ni fecha. El agregado del norte es nuestro.
60

Figura 9 - Plano perfil


y elevación del
Cuartel de
Maldonado. 23 de
agosto de 1793,
Buenos Aires. Copia
del original de C.
Natiello. El agregado
del norte es nuestro.

Fig. 10 - Plano del Quartel de Maldonado. Buenos Aires. Original. 18 de febrero de 1797,
Responsable: Josef García Martínez de Cáceres. El agregado del norte es nuestro.
61

Figura 11 – Superposición de plano sin fecha con la imagen satelital de la planta actual.

Figura 12 – Superposición del plano de 1793 con la imagen satelital de la planta actual.
62

Figura 13 – Superposición del plano de 1797 con la imagen satelital de la planta actual.

Figura 14 – Ubicación de las cuatro cámaras sépticas del Cuartel de Dragones.


63

Figura 15 – Ubicación de la cámara 18S

Figura 16 – Entrada desde la calle a la cámara 18S.


64

Figura 17 – Boca del ducto sur dentro de la cámara.


65

Figura 18 – Boca del ducto norte dentro de la cámara.


66

Figura 19 – Pared oeste interna de la cámara. Encastre de la bóveda sobre la pared de piedra.
67

Figuras 20 y 21 – Pared norte. Unión del arco de la bóveda con la pared lateral. Obsérvense los
fragmentos de tejas rellenando la junta.
68

Figuras 22 y 23 – Abertura de la cámara en el techo desde adentro.


69

Figuras 24 y 25 – Ductos desde el interior del cuartel (originalmente la cocina)


70

Figura 26 – Interior de la cámara, ángulo noroeste.


71

Figura 27 – Recuperación de materiales culturales dentro de la cámara.

Figura 28 – Recuperación de los materiales en el lugar donde desagotó el agua la barométrica.


72
73
74

Figuras 29 a 33 (Fotografías: Comisión de Construcciones Subterráneas de Maldonado)

Figura 34 – Vestigios del área de los oficiales actualmente expuestos en el Cuartel.

Figura 35 – Vestigios de las cocinas en el área sur del Cuartel, tal como se ven actualmente.
75

LA TORRE DEL VIGIA

Figura 36 – T1 – Raigambre de la palmera más grande cortada para la excavación. Obsérvese


la alteración producida en los cimientos y en el subsuelo en general.

Figura 37 – Ubicación de las palmeras junto a la Torre.


76

Figura 38 – Remoción de las losetas de la vereda numeradas. Esta procede de la Batería de la


Aguada.
77

Figura 39 – Trinchera 1
78

Figura 40 – Trinchera 3
79
80

Figura 46 - Dibujo de la Torre del Vigía de Maldonado, de origen desconocido. Estimado por
nosotros para el último tercio del siglo XIX. Tomado de
http://hispanoamericaunida.com/2013/11/09/las-primeras-milicias-populares-de-la-era-
napoleonica/

Figura 47 - Hilera de ladrillos perimetral. Pared oeste.


81

Figura 48 - T1 - Ladrillo removido de lugar por refacciones antiguas de los cimientos de la


escalera de la Torre.

Figuras 49 a 52 – Desagüe (robador) de la cámara séptica que se encuentra dentro del plinto
de la Torre. Obsérvese los alrededores manchados de anaranjado, debido al alto contenido de
óxido de hierro arrastrado por el constante manar de agua desde el interior. Puede deberse
al deterioro de los ladrillos o de elementos de metal. Angulo entre paredes norte de la Torre
y oeste del acceso. La superficie del sillar de granito donde apoyan la escala y el indicador del
norte, corresponde a la altura del suelo original cuando la Torre estaba siendo utilizada.
82
83
84

Figura 53 – Cimientos de la rampa original.


85

Figura 54 – Extensión de los cimientos de la escalera agregada hacia el norte.


86
87
88
89
90

Figuras 55 a 63 - Secuencia del descubrimiento y excavación de la base del receptor de aguas


pluviales hasta el inicio de la canaleta que las derivaba hacia una cámara/depósito ubicada al
noroeste de la Torre.

Figura 64 – El inicio de la canaleta desde arriba mostrando su discontinuidad debido a las


diferentes remociones de los sedimentos de los alrededores.
91

Figura 65 - Torre de Castilnovo construida entre 1518 y 1558 - Costa andaluza – España
Tomado de https://www.flickr.com/photos/manuel-acebedo/8207150742

Figura 66 - Plano del funcionamiento de una Torre Vigía, señal de rebato. Tomado de
http://www.mijas.es/portal/es/patrimonio-arquitectonico-mijas/torres-vigia/torres-vigia2
92

Figura 67 – Trabajo de laboratorio. Laboratorio de Arqueología Histórica, Facultad de


Humanidades y Ciencias de la Educación, UDELAR.

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