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Las visitas a los hogares se han demostrado un enfoque efectivo en la promoción tanto
de la expansión como de la consolidación en diferentes medios y niveles del desarrollo de las
agrupaciones. Inicialmente, el concepto de las visitas a los hogares fue sugerido por la Casa
Universal de Justicia como medio para establecer el proceso de instituto en las agrupaciones en
donde se había registrado un crecimiento a gran escala en años anteriores. En estas zonas
existían listas de creyentes que, con el paso del tiempo, habían dejado de participar en las
actividades bahá’ís. Las visitas a los hogares se convirtieron en el modo de restablecer el
contacto con amigos potencialmente bien dispuestos, «entablar conversaciones productivas» e
introducir gradualmente la idea de los cursos de instituto. Incluso en los casos en los que no
llegaba a establecerse contacto con los antiguos creyentes, solían darse oportunidades para
enseñar la Fe a otros miembros de la familia, amigos y vecinos. El enfoque de las visitas a los
hogares ha tenido igualmente éxito en las agrupaciones que carecían de un historial similar de
enseñanza en masa. En este caso, las visitas a los creyentes que no habían participado en
actividades bahá’ís durante un tiempo daba lugar a reavivar la llama de su fe y atraerlos a los
círculos de estudio.
Cuando emprendimos nuestra travesía por los cursos, [utilizando] los [materiales del]
Instituto Ruhí, la mayoría de nosotros sabíamos muy poco acerca de los aspectos
prácticos de los cursos. En realidad, muchos sentíamos que, al ser europeos, en cierto
modo diferentes de los seres humanos de otras partes del planeta, estos elementos de los
cursos «no eran para nosotros». Quizás fueran «culturalmente inapropiados» o
simplemente «no de nuestro especial agrado».
¡Cuán equivocados estábamos! Con la experiencia hemos aprendido que los elementos
prácticos son una parte vital de los cursos del instituto de capacitación. Si la práctica no
se realiza, los cursos no pueden considerarse completos. [...]
[...] Sin duda constituye algo maravilloso aprender sobre la Fe en familia. Si, por la
gracia de Dios, los miembros de la familia aceptan la Fe, pueden reforzarse y apoyarse
mutuamente.
Llevar a cabo una visita a un hogar por primera vez no siempre es sencillo. A veces los
participantes del curso del instituto carecen de la confianza para verse con otros creyentes o
simpatizantes. Los tutores necesitan hallar vías creativas de ayudar a los participantes de los
círculos de estudio para dar el paso al campo de la acción. Así por ejemplo, un tutor escribía:
En un círculo más bien pequeño del Libro 2, todo el grupo estaba formado por nuevos
creyentes, un tanto nerviosos sobre la realización de las visitas. Tras animarles durante
un tiempo, comprendí que debía ayudarles un poco más, de modo que sugerí que para la
primera visita podría invitar a algunas personas a mi casa donde podríamos compartir
uno de sus temas en un ambiente de grupo, donde sentirían mayor apoyo.
Esto dio lugar a algo realmente hermoso, puesto que lo que surgió fue una
dramatización breve según un guión acerca de la vida de Bahá’u’lláh. La escena se
dispuso de una forma realmente bella y dio lugar, en nuestro hogar, a una atmósfera
mágica que recordaba los días de Bahá’u’lláh en Bagdad. La historia de Bahá’u’lláh fue
compartida con un grupo de bahá’ís y simpatizantes.
Un creyente veterano observó cómo las visitas a los hogares podrían desempeñar un
papel importante en la profundización de los nuevos bahá’ís:
Se nos dijo que debíamos tener un encuentro con un creyente que se había declarado
bahá’í hacía un año. También habíamos oído que este creyente poseía un conocimiento
profundo de la Fe. Por tanto, acudimos con la intención más bien de practicar para
aprender a cómo presentar la Fe, sin demasiadas esperanzas de enseñar nada nuevo. [...]
¡La ocasión fue magnífica! El creyente sabía poco acerca de la historia de la Fe, pero
¡podía recitar pasajes enteros de memoria! De hecho, nuestra visita era justamente lo
que el creyente necesitaba en esos momentos. Todo ello me trajo al recuerdo mi propio
comienzo como creyente, cuando sentí que era tanto lo que había descubierto durante la
travesía, más que de una forma sistemática. ¡Es un gran alivio para mí comprender que
se nos está formando para profundizar a los nuevos creyentes de una forma sistemática!
Sigue a esto el punto de vista expresado por un no bahá’í que recibió una visita
hogareña. El autor de este relato había estado estudiando la Fe, y, en realidad, había llegado
incluso a completar el Libro 1. Recibió la visita de dos jóvenes que participaban en el Libro 2.
Me ofrecieron a través de una reunión tutorial un resumen sobre las creencias bahá’ís y
la historia, un montón de explicaciones muy interesantes, detalladas, razonables y
argumentadas. Disfruté mucho de ello y de su compañía, y me beneficié de sus
conocimientos [...]
Mi recuerdo durante los demás días fue el de la belleza de las almas de los bahá’ís [...]
muchas gracias a todos vosotros.
[...] De las 80 familias que pretendíamos visitar, menos de la mitad pudieron ser
localizadas. Para conseguir que la primera experiencia fuese positiva, los organizadores
mezclaron las direcciones de bahá’ís antiguos sin posibilidad de contacto […] con las de
nuevos bahá’ís, así como con las de algunos bahá’ís activos. Descubrimos que incluso
cuando visitábamos un hogar bahá’í supuestamente activo el hecho resultaba
beneficioso también puesto que muchas de estas familias no celebraban reuniones
devocionales regulares en sus hogares y tampoco respondían con gran interés a los
llamamientos realizados en las Fiestas o en las reuniones de reflexión.
De este modo, como consecuencia de las campañas de dos días tras el Libro 1 y 2, se
celebraron 42 reuniones devocionales, se establecieron ocho reuniones devocionales
regulares, y [se formaron] catorce círculos de estudio y seis clases de niños.
Tras este éxito inicial, los amigos de esta comunidad de Mongolia descubrieron no
obstante que resultaba difícil mantener lo ya logrado:
Así descubrimos [...] que es bastante sencillo iniciar gran número de reuniones
devocionales regulares, círculos de estudio y clases de niños en los hogares de las
personas. Sin embargo, [es] mucho más difícil contar con recursos humanos
comprometidos, que de forma voluntaria y responsable acudan de continuo a la familia
hasta que la actividad se mantenga de forma regular y sostenida. Cuando se puso en
marcha el movimiento juvenil supimos que quizá dirigiéndonos a los más jóvenes—que
están abiertos al aprendizaje—y trabajando de forma continuada con ellos, a título
personal y en grupos, ésa podía ser la respuesta al desafío que nos planteaba la falta de
recursos humanos.
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De este modo, después de esta experiencia, se inscribieron jóvenes para llevar adelante
las visitas a los hogares. De ahí continuaron surgiendo nuevas percepciones como resultado de
la reflexión sobre la acción.
Las visitas a los hogares se han convertido ahora en una parte integral de las labores de
la Fe en Mongolia.
Desde enero hemos experimentado un período intensivo de actividad con cierto número
de campañas de instituto y de enseñanza en Ulan Bator y en la Agrupación Murun de
Khovsgol. Nos complace poder informar que durante la campaña en la agrupación
Murun, 45 personas declararon su fe en Bahá’u’lláh. Se completaron 32 círculos de
estudio. Dieciocho grupos visitaron a 87 familias. Hay 47 reuniones devocionales
regulares y 28 clases regulares de niños. [...]
La agrupación Almaty de Kazajistán fue una de las primeras en valerse de las visitas a
los hogares de modo sistemático para ampliar la comunidad de interés, es decir, el círculo de
personas que han demostrado interés en algún aspecto de la Fe. Durante el año 2003, esta
audaz agrupación adoptó la meta de contactar con unas 500 personas en el plazo de seis meses.
Para lograrlo, los amigos de la agrupación se propusieron una meta preliminar de alcanzar a 150
personas mediante visitas a los hogares. Confiaban en aprender de esta primera campaña de
visitas a los hogares y lograr nuevas oportunidades de crecimiento.
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Veintiún creyentes realizaron una o más visitas en el curso de las siguientes semanas,
poniéndose en contacto con 101 personas, incluyendo aquí 47 bahá’ís menos activos, 44
personas que habían expresado interés en la Fe o eran contactos recientes, y 10 prejóvenes o
niños. Los participantes se reunían semanalmente durante la campaña para reflexionar,
prepararse y consultar; estas reuniones se demostraron vitales para el proceso de aprendizaje.
Las visitas variaban considerablemente.
Al reflexionar sobre las visitas, los participantes expresaron que encontraban mucho
más difícil realizar las presentaciones de lo que habían pensado en principio al estudiar los
libros; pero las visitas reforzaron la importancia de aprender a hacerlo. Asimismo,
comprendieron la importancia de visitar a nuevos creyentes y simpatizantes en sus hogares para
reforzar los vínculos de amistad, antes que dejarlos a sí mismos. Además, se aprendió que
algunos creyentes necesitan contar con una persona más experimentada que las acompañe hasta
que de forma gradual adquieran confianza antes de emprender las visitas por su propia cuenta.
Los participantes observaron que las visitas de seguimiento eran a menudo más difíciles que la
primera visita, frecuentemente debido a razones prácticas como la distancia, el calendario
laboral y otras consideraciones por el estilo. Claramente, podía llegarse a un mayor número de
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personas mediante visitas a los hogares sólo cuando numerosas personas de la comunidad
participaban en las campañas.
Preparado bajo los auspicios del Centro Internacional de Enseñanza para la institución de los Consejeros. Puede reproducirse
cualquier parte de esta publicación o distribuirse dentro de la comunidad bahá’í sin el permiso expreso previo del Centro Internacional
de Enseñanza.