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Aspectos Fundamentales Del Comercio Internacional
Aspectos Fundamentales Del Comercio Internacional
Un enfoque heterodoxo
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Abel Salgado Rabadán
ASPECTOS FUNDAMENTALES
DEL COMERCIO INTERNACIONAL
Un enfoque heterodoxo
5
Primera edición: 2000
ISBN:
Impreso en México/Printed in México
6
Con todo cariño y respeto dedico este
libro al glorioso Instituto Politécnico
Nacional, a quien le debo mi formación
profesional de economista.
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Contribuir al surgimiento de una sociedad en la que el desa-
rrollo suplante al estancamiento, en la cual el crecimiento des-
aloje a la decadencia y en la que la cultura liquide a la barbarie,
es la función más noble y, de hecho, la única digna del esfuer-
zo intelectual.
PAUL A. BARAN
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PREFACIO
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capitalista, en donde se destaca la amarga realidad del intercambio desigual y
la alta dependencia y explotación que sufren los países periféricos respecto a
las naciones desarrolladas del centro.
En este estudio el capítulo especial lo constituye el número IX, que se refiere
a la balanza de pagos, por considerar que ésta representa un formidable instru-
mento de análisis económico por medio del cual podemos conocer, en un mo-
mento dado, la verdadera situación de un país en sus relaciones con el exterior.
El capítulo X, por su parte, comprende un análisis crítico sobre el comer-
cio exterior, como posible factor de desarrollo económico “hacia afuera”, a
la luz de las teorías generalmente aceptadas y de las políticas que se aplican en
la realidad.
Dada la situación de desventaja tradicional de los países subdesarrollados, se
procura en este espacio dar un perfil teórico y práctico de lo que eventualmente
podrían hacer estos países para tratar de aprovechar el intercambio comercial
como un medio para mejorar sus niveles de desarrollo económico y social.
Al final, se incorpora el análisis muy resumido de cinco organismos funda-
mentales del comercio internacional, así como del Tratado de Libre Comer-
cio de América del Norte.
Un posible mérito de este trabajo no estriba tanto en el manejo de nuevas
tesis que revolucionen o modifiquen sustancialmente lo que ya está bastante
debatido y juzgado en materia de comercio internacional, sino en el cuidado
que se puso en la selección del contenido temático y en el método seguido en
su desarrollo, lo cual se propone ofrecer un campo didáctico que facilite el
aprendizaje aún de los lectores no familiarizados con esta especialidad del
conocimiento.
Es importante aclarar que, independientemente de preferencias y conviccio-
nes teóricas e ideológicas, el libro ofrece un enfoque heterodoxo, de manera
que los estudiantes, maestros y lectores en general, conozcan las diferentes co-
rrientes del pensamiento sobre la materia y realicen sus propias conclusiones
dentro del contexto de la verdad científica e histórica que se busca en todo
trabajo académico de esta naturaleza.
Por último, debo dejar constancia de mi más sincero reconocimiento por
el hecho de que haya sido el Instituto Politécnico Nacional (IPN) quien acogie-
ra este trabajo de investigación, a través de la Dirección de Publicaciones, gracias
a la actitud solidaria del doctor Eusebio Mendoza Ávila, presidente del Deca-
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nato del propio Instituto. Asimismo, expreso mi agradecimiento a las autori-
dades de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional
por el estímulo que se sirvieran otorgar a esta obra de investigación en la
Academia de Comercio Internacional.
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INTRODUCCIÓN
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También se analizan otros factores que influyeron en el cambio estructural
del feudalismo al mercantilismo, como son: los descubrimientos geográficos,
el surgimiento de los primeros monopolios, grandes compañías comerciales
y navieras, el invento de la imprenta y la reforma protestante, entre otros.
El mercantilismo se caracteriza por ser una corriente de pensamiento que
fincaba la riqueza de las naciones a través del comercio exterior en forma
preponderante por medio de la acumulación de los metales preciosos, a la vez
que constituye una etapa en que surge propiamente el movimiento comercial
con los primeros Estados nacionales como Francia, Inglaterra, España, Bélgica
y Portugal, que habrían de extender su poder colonial por todo el mundo,
durante los siglos XVI al XVIII, principalmente.
Durante esta época mercantilista, a diferencia de la Edad Media, donde la
principal preocupación era la religión y la moral, el centro de atención princi-
pal era el Estado, en donde el interés central de los pensadores mercantilistas
era lograr la constitución de Estados nacionales económicamente ricos y po-
líticamente poderosos. Y ya desde entonces los mercantilistas propugnaban
políticas proteccionistas y nacionalistas, por medio de las cuales se alcanzara una
balanza comercial favorable.
La teoría clásica del comercio internacional tuvo como antecedente el pen-
samiento de los fisiócratas franceses y de los últimos mercantilistas, quienes
históricamente fueron los precursores del liberalismo económico que poste-
riormente retomaron y enarbolaron los pensadores clásicos, encabezados por
Adam Smith. Fueron los fisiócratas, por ejemplo, los primeros en sostener que
el libre desarrollo tiene como base la libertad de trabajo, de comercio, de com-
petencia, en una palabra, la libertad en todos los órdenes de la vida.
Desde el punto de vista clásico había un mecanismo autorregulador en la
economía que se encargaba de lograr un equilibrio económico sin la interven-
ción del Estado, lo que se dio en llamar la mano invisible que lo regulaba todo.
De acuerdo con este principio, la riqueza de las naciones se generaba libremente
por la acción de las fuerzas del mercado, o sea, que por medio de las leyes de
la oferta y la demanda se conducía en forma regular todo el proceso econó-
mico de un país.
Una destacada aportación del pensamiento clásico, pero principalmente de
David Ricardo, fue la de clasificar al trabajo como el factor que genera real-
mente los valores económicos.
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En materia de comercio internacional, fueron los clásicos los que postula-
ron el librecambio, y en el comercio interior, el principio de la libre competen-
cia. Asimismo, sostuvieron con suficiente énfasis a través de ejemplos, que el
comercio entre países se debe a las ventajas absolutas y ventajas comparativas,
éstas últimas como consecuencia de la diferente dotación de recursos natura-
les, de capital y de tecnología entre los países competidores.
Con el pensamiento neoclásico, aparte de sus propias aportaciones, se pro-
duce un esfuerzo por refinar y ajustar algunas tesis de la teoría clásica. Para los
neoclásicos, el trabajo ya no es el único factor que genera el valor de los bie-
nes económicos, sino que también incluyen al factor capital, con lo cual creye-
ron justificar la ganancia del propietario de este recurso.
Dentro de la corriente neoclásica surgió la teoría marginalista, la cual expli-
ca en forma subjetiva el origen de los valores económicos así como la distri-
bución del producto generado. Los marginalistas hacían depender el valor de
los satisfactores de la utilidad que tiene para el consumidor la última unidad
disponible del satisfactor.
Los objetivistas se explican el valor de los bienes económicos desde el lado
de la oferta, o sea, de la producción, mientras, los subjetivistas lo entienden
desde demanda, esto es, desde el punto de vista psicológico, determinado por
la conducta del individuo.
A diferencia del equilibrio global de la economía que maneja variables
macroeconómicas, los neoclásicos manejan en su análisis el equilibrio parcial,
en donde se utilizan variables microeconómicas de interés principalmente para
la empresa privada capitalista.
Uno de los aportes significativos de la teoría neoclásica es el que consiste en
incorporar en su análisis económico conceptos como el salario, el tipo de in-
terés y el tipo de cambio.
Por otra parte, los pensadores neoclásicos centraron en las leyes de la ofer-
ta y la demanda, así como en la ganancia, los factores determinantes en el
funcionamiento del sistema capitalista. De igual manera, la corriente neoclásica
tuvo en el precio al guía en las decisiones de los empresarios, los asalariados
y los consumidores.
Más tarde, la teoría keynesiana empieza por negar la validez de las leyes
económicas del libre mercado como las productoras espontáneas del equili-
brio al nivel de ocupación plena y postula abiertamente la intervención del
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Estado en el proceso de desarrollo económico a través principalmente del gasto
público. Con este nuevo enfoque en la teoría económica, producto de la ob-
servación objetiva de los problemas estructurales y cíclicos del sistema capita-
lista de producción presentados en los años treinta, junto al descrédito de las
tesis liberalistas de los clásicos y neoclásicos, se dio origen a una nueva estruc-
tura económica en el mundo capitalista conocida como economía mixta.
Keynes, destacado economista inglés, consecuente con esta nueva meto-
dología económica, propugnaba la sustancial acción del gobierno “porque
veía la necesidad de una reglamentación del tráfico que a todos beneficia y sin
la cual la gente se interpone en el camino de los otros y nadie llega a ninguna
parte”, y sentenciaba: “El gran defecto de la teoría clásica es su irrelevancia para
las condiciones del mundo capitalista contemporáneo”.
La justificación más simple de la intervención del Estado en la economía
consiste en que, ante las deficiencias e insuficiencias de la inversión privada para
sostener un adecuado ritmo de crecimiento económico y de empleo, es el
Estado o sector público quien debe asumir esa responsabilidad social, distin-
ta a la de la empresa privada, que sólo se guía por el incentivo de la ganancia
capitalista.
En opinión de algunos autores, entre ellos Dudley Dillard, el aspecto
medular de la teoría del empleo de Keynes es el principio de la demanda efec-
tiva, cuando sostiene que el empleo total depende de la demanda total, en tal
forma que el paro es el resultado de la falta de demanda total. Según Keynes,
la demanda efectiva está determinada por la propensión al consumo y por el
nivel de inversión. La propensión al consumo es una variable que depende del
ingreso real, y la inversión está determinada por el tipo de interés y por la eficacia
marginal del capital.
Por lo que se refiere al comercio exterior, la teoría keynesiana nos señala la
estrecha relación entre el ingreso nacional y la balanza de pagos. Así, las expor-
taciones tienden a incrementar el ingreso nacional, pero por efecto del
multiplicador de comercio exterior, también tienden a incrementarse las im-
portaciones, sobre todo cuando se tiene una alta elasticidad-ingreso de las
importaciones, como normalmente sucede en los países subdesarrollados.
El ingreso nacional tiende a incrementarse por efecto del multiplicador de
inversión y del multiplicador de comercio exterior, el cual opera en función de
la propensión marginal a importar y es el recíproco de la propensión margi-
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nal a importar. El efecto multiplicador de las exportaciones también depende
de la elasticidad-ingreso de la demanda de importaciones. La cual está dada por
la relación entre la propensión marginal a importar y la propensión media a
importar, que nos da la medida de la variación relativa del gasto de importa-
ciones ante una variación relativa del ingreso nacional.
El capítulo sobre los países subdesarrollados y el imperialismo nos ofrece tes-
timonios de una lucha permanente entre estas dos estructuras económicas
disímbolas, ya que el imperialismo económico, por su misma naturaleza, trata de
imponer sus reglas de dominio a su favor sin respetar, en muchos casos, los in-
tereses legítimos de los países de menor desarrollo económico relativo. Incluso,
en opinión del Movimiento de Países no Alineados, “las fuerzas del imperialismo
son tan poderosas que no vacilan en recurrir al empleo de la fuerza para defen-
der sus intereses y preservar sus privilegios”. O como dice el profesor austriaco
Hilferding, “el imperialismo es la fase moderna del desarrollo capitalista”.
En la fase imperialista, la libre competencia tiende a perder funcionalidad
para ceder terreno a la competencia monopólica, de tal manera que en el im-
perialismo el precio del monopolio se determina por el costo de producción
más la alta ganancia monopolista, puesto que en él rige precisamente la ley de
la alta ganancia monopolista.
En el imperialismo, los monopolios del gran capital, en su afán desmedido
de ganancias, una vez disminuidas las posibilidades reales del mercado inter-
no advierten que la tasa de ganancia tiende a ser menor en el propio país, por
lo tanto, el siguiente paso es la conquista de los mercados del exterior, con
especial preferencia al de los países subdesarrollados, donde las condiciones les
son todavía más favorables.
Para muchos estudiosos del imperialismo la dependencia económica y fi-
nanciera es casi una condición sine qua non en las relaciones entre los países
subdesarrollados y los países neocolonialistas, al grado de que la sobrevivencia
de los primeros garantiza la existencia de los segundos con toda su riqueza
acumulada. O como lo expresara el economista Emmanuel Arghiri: “el desa-
rrollo de unos países está en función del subdesarrollo de otros, algo así como
un lazo de causa y efecto entre el alto nivel de los países avanzados y el bajo
nivel de los países atrasados”.
Por la importancia que tiene como indicador económico y comercial, la
balanza de pagos representa el tema central de este libro, ya que a través de su
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estructura y análisis se puede saber en un momento dado el estado que guar-
dan las relaciones comerciales de un país con el resto del mundo, y de esa manera
poder concluir si el sector externo está contribuyendo realmente a los objeti-
vos fundamentales de su desarrollo económico.
Como ya es sabido, la balanza de pagos o balanza global, se compone de
la balanza en cuenta corriente y de capital. La primera se divide en balanza
de mercancías y de servicios, y la segunda en balanza de capital a corto pla-
zo y de capital a largo plazo. Además, juega un papel importante la Reserva
Monetaria para respaldar el tipo de cambio y, en casos especiales, disponer de
recursos internacionales para financiar importaciones necesarias y estratégicas,
así como para cubrir los servicios de los empréstitos contraidos.
De todas las balanzas parciales la más importante es la balanza comercial
porque a través de ella se comprueba la consistencia en la estructura produc-
tiva de un país y su capacidad real para competir con el exterior.
El estado de equilibrio o desequilibrio de la balanza de pagos o en cuenta
corriente desempeña un papel de primer orden para determinar si el curso que
lleva una economía nacional en sus relaciones con el exterior es el indicado o
no, de tal modo que se tengan los elementos necesarios y oportunos para
implementar las medidas de política comercial apropiadas.
Sabemos que la balanza global o las balanzas parciales pueden estar en
equilibro estático o contable, bajo un cierto equilibrio dinámico o inestable por
periodos cortos, en desequilibrio positivo y en desequilibrio negativo. La ba-
lanza en equilibrio, ya sea estático o dinámico, es cuando el valor de las impor-
taciones es igual al de las exportaciones, en cambio, cuando se produce un
desequilibrio positivo, las exportaciones superan a las importaciones y cuando
se trata de un desequilibrio negativo, las importaciones son mayores a las ex-
portaciones.
También se tiene el desequilibrio estructural o fundamental, que de acuer-
do con la política de comercio exterior del país de que se trate y a los
lineamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI), generalmente es cuan-
do se ponen en práctica medidas más drásticas para corregir este tipo de des-
equilibrio, como pueden ser la devaluación monetaria o el control de cambios.
Las causas de los desequilibrios en la balanza de pagos pueden ser varias,
entre ellas podemos mencionar las siguientes: Diferente nivel de desarrollo
económico entre países; las crisis periódicas y recurrentes del sistema capi-
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talista; la existencia de monopolios nacionales y transnacionales; elevados ín-
dices de crecimiento demográfico, y la inflación, como una constante del sis-
tema capitalista.
A las anteriores causas generales podemos agregar las siguientes causas es-
pecíficas de los desequilibrios en la balanza de pagos: Variación en la deman-
da de las importaciones por variación de los niveles del ingreso nacional;
deficiente competitividad por bajos índices de productividad y elevados pre-
cios; atraso tecnológico; subvaloración o sobrevaloración de los tipos de cam-
bio y movimientos desordenados de capital financiero.
Las medidas de ajuste o corrección de los desequilibrios de la balanza de
pagos se pueden clasificar en preventivas, correctivas y compensatorias. Des-
de otro punto de vista, en represivas, correctivas y de financiamiento.
De todas las medidas para tratar de corregir los desequilibrios de la balan-
za de pagos, las más controvertidas son indudablemente la devaluación del tipo
de cambio y el control de cambios, por los efectos positivos que se buscan,
pero a la vez por las resacas que deja en este tipo de problemas a resolver.
Para cualquier país, pero principalmente para los de menor desarrollo, un
comercio exterior que no sea un auténtico factor de desarrollo económico y
que no se traduzca en mejores niveles de vida para su población, perdería cre-
dibilidad y gran parte de su valor estratégico. Por eso es conveniente insistir por
todos los medios posibles sobre la distinción que hay entre crecimiento eco-
nómico y desarrollo económico, ya que mientras el primer concepto sólo se
refiere al aspecto cuantitativo, el segundo comprende además los aspectos
cualitativo y distributivo. De tal modo que un país para estar seguro de que
efectivamente se está desarrollando económica y socialmente debe interesar-
se por saber no sólo cuánto crece, sino también cómo se crece, en qué se cre-
ce y finalmente cómo se distribuye el producto o el ingreso que genera dicho
producto.
Para promover y llevar a cabo las metas de todo proceso de desarrollo eco-
nómico nacional se utilizan los dos grandes instrumentos por antonomasia: la
política económica y la planificación económica y social.
De la política económica global se desprenden varias políticas parciales por
áreas de su incumbencia. Así es como se particulariza, por ejemplo, la política
fiscal, la monetaria, la de precios, la agrícola y desde luego la política de comer-
cio exterior, entre otras.
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Mientras que la planificación económica se clasifica en compulsiva u obliga-
toria y en indicativa o inductiva. El primer tipo de planificación se ha implanta-
do en los sistemas socialistas, en tanto que el segundo es aplicado por el sector
público de los países capitalistas, después de cuantificar recursos y señalar metas
generales. Esta planificación se caracteriza porque no es obligatoria para el sec-
tor privado; a éste solamente se le induce o se le indica lo que se persigue en el
plan nacional de desarrollo. Pero en los últimos años este tipo de planificación
ya no se aplica en muchos países, por la puesta en marcha del neoliberalismo.
En el caso de la política de comercio exterior, se han enfrentado dos po-
siciones bien definidas: la proteccionista y la librecambista, ambas con una gran
variedad de argumentos a su favor, expuestos por destacados pensadores y
escritores de la ciencia económica. A la fecha, lo que queda bien claro es que
el proteccionismo es más útil y necesario en cierta medida en los países de
menor desarrollo económico relativo, y el librecambio favorece a todas luces
a los países más desarrollados, básicamente por el alto grado de competitividad
que han alcanzado éstos, gracias a su elevada tecnología y a su evolucionada
estructura productiva y comercial.
Sobre el comercio exterior de estos últimos tiempos, nadie duda de que a
partir de los años cuarenta, al término de la Segunda Guerra Mundial, se han
constituido bloques regionales de comercio y de integración económica, con
claras miras de confrontar sus propios intereses con los de otros organismos
de su tipo, al grado de que se perfila en el mundo una verdadera guerra co-
mercial, principalmente entre las grandes potencias capitalistas. A esta preocu-
pación posiblemente se deba el gran interés de los Estados Unidos de
Norteamérica por establecer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)
y la firma de otros convenios comerciales en diversas partes del mundo, incluso
con países socialistas y ex socialistas.
La proliferación de tratados y asociaciones sobre comercio exterior e inte-
gración económica, en opinión de varios autores y analistas de estos fenóme-
nos, se pueden reunir en la esfera de los tres grandes bloques representados por
la Unión Europea, el Lejano Oriente y América del Norte.
Esta situación de asociaciones y bloques comerciales viene a contradecir a
la tan promovida y difundida globalización económica por los centros finan-
cieros hegemónicos del ámbito capitalista. Este nuevo concepto, además de no
ofrecer mayores explicaciones y definiciones, sí ha originado muchas dudas
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sobre su efectividad, sobre todo para los países subdesarrollados, además de
serias controversias entre diferentes sectores de opinión.
Referente a los organismos internacionales de comercio que en este libro se
analizan muy someramente en el Apéndice, sólo diremos que se seleccionaron
esos seis, porque a nuestro juicio son los más representativos en el momento
actual y pueden ofrecer ciertas enseñanzas de lo que se debe o no hacer en
materia de comercio internacional y de las economías en general.
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I. ASPECTOS GENERALES
22 22
servicios. A estas alturas de la evolución en las prácticas comerciales, la
fórmula ya no era tan directa, sino que se valía, incluso hoy en día, de la
intermediación de la moneda o dinero (M-D-M). Cabe aclarar que, original-
mente, tanto el trueque como el intercambio por medio del dinero han
obedecido al propósito fundamental de satisfacer necesidades y corres-
pondieron a las etapas precapitalistas del comunismo primitivo en su fase
final, de la esclavitud y del feudalismo. En cambio, en la etapa capitalista, que
se inicia precisamente con el capitalismo comercial, el móvil principal del pro-
ceso productivo y del intercambio es la obtención de ganancia y cuya fórmu-
la es (D-M-D’), que quiere decir dinero-mercancía-dinero incrementado, que es
la razón de ser del sistema capitalista de producción.
Ahora bien, si la razón del comercio entre individuos, grupos sociales o
regiones está dada por la diferente dotación de recursos naturales y la especia-
lización, en una sociedad más avanzada y organizada, además de los recursos
naturales, interviene la diferente dotación de recursos de capital, de mano de
obra y de tecnología, todo lo cual conduce a una diferenciación de costos y por
consecuencia de precios, bajo un sistema monetario moderno y de acuerdo con
las teorías clásicas y neoclásicas. Aún más, conforme a la tesis del profesor Bertil
Ohlin, si la razón principal del comercio, tanto interregional como internacio-
nal, se debe a que los recursos o factores de la producción están distribuidos
desigualmente entre las regiones y entre los países, entonces, la teoría del inter-
cambio tiene que ver con la teoría general de la localización.
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1) Ambos tipos de comercio se proponen satisfacer necesidades y a la vez
obtener una ganancia.
2) En los dos tipos de comercio rige el principio económico de obtener la
mayor satisfacción con el menor esfuerzo o costo posible.
3) En ambos se busca la utilidad de tiempo o de oportunidad.
4) En los dos se puede realizar el intercambio en forma de trueque o bien
utilizar el dinero como medio de cambio.
5) Tanto en el interior como en el exterior se comercia con mercancías, ser-
vicios, fuerza de trabajo y capitales.
6) En ambos tipos de comercio están presentes las dos magnitudes de la
oferta y la demanda.
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A medida que el comercio en el mundo ha incrementado sus volúmenes,
creció su importancia e interés de los estudiosos por precisar y ampliar el
conocimiento sobre el por qué y para qué se intercambian mercancías entre
países y si con el comercio exterior las economías nacionales pueden alcanzar
en menor tiempo un nivel más alto de desarrollo que conduzca a mejorar las
condiciones de vida de la comunidad mundial.
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le sirve al propio sector público para regular los volúmenes y la dirección del
comercio internacional.
Dentro del renglón de servicios en la balanza de pagos, el transporte repre-
senta un flujo de consideración, que generalmente es deficitario en los países
de menor desarrollo económico, como es el nuestro.
Por último, el aspecto monetario tiene un destacado papel en el movimiento y
regulación del comercio exterior de un país, puesto que el monto del circulante
monetario influye sobre los precios corrientes de las mercancías y ello puede pro-
vocar un mayor o menor movimiento en las importaciones o las exportaciones.
Además, las tasas de interés que rijan en el mercado interior de un país determinan
en un momento dado el monto de los ahorros, de la inversión privada y eventual-
mente la salida de capital a otros mercados del exterior más favorables o rentables.
1 Jagdish Bhagwati, “Algunas tendencias recientes en la teoría pura del comercio interna-
cional” en Ricardo Torres Gaytán, Teoría del comercio internacional, Siglo XXI, México, 1982.
2 Jaroslav Vanek, Comercio internacional, Teoría y política económica, UTHEA. México, 1964.
Ibid.
26
interrogantes: ¿Por qué un país comercia de la manera como lo hace?, ¿qué
determina la estructura, la dirección y el volumen del intercambio entre países?,
¿cuáles son las fuerzas que determinan si se va a importar o exportar un tipo
u otro de producto y cuánto se intercambiará de cada mercancía?
El análisis del bienestar se propone encontrar los efectos del comercio
exterior en el desarrollo económico nacional. Dicho en otras palabras, procura
dar respuestas a preguntas como las siguientes: ¿Cuáles son las ventajas o des-
ventajas del comercio internacional?, ¿aumenta o disminuye el consumo y la tasa
de desarrollo económico en el comercio exterior? Esto es, ¿bajo qué condi-
ciones el comercio exterior se constituye verdaderamente en un factor de
desarrollo económico “hacia afuera”?
Podríamos concluir diciendo que con el enfoque positivo se busca encon-
trar la verificación empírica y con el análisis del bienestar se procura aplicar una
política práctica para alcanzar resultados positivos. Es decir, lo primero es la
investigación teórica y luego la investigación de los hechos, a fin de aplicar las
medidas de política correspondientes al caso.
Por su parte, la teoría monetaria comprende dos aspectos: 1) la aplicación
de los principios monetarios al intercambio internacional, y 2) el análisis del
proceso de ajuste de la balanza de pagos.
El primer aspecto se refiere al enfoque que explica el papel que desempe-
ña la moneda en el comercio internacional, mediante el circuito que parte del
circulante monetario, luego se refleja en el nivel de precios y después continúa
en el saldo comercial para concluir nuevamente los efectos en los precios de
las mercancías y servicios, en los ingresos de los individuos, pero sobre todo
en el tipo de cambio y en los tipos de interés del mercado de dinero y capi-
tales. De ahí la importancia de coordinar eficazmente las políticas monetarias
con las políticas de comercio exterior a fin de evitar mayores desajustes o
desequilibrios en la balanza de pagos.
Por lo que se refiere al análisis del proceso de ajuste en los desequilibrios de
la balanza de pagos, éste se realiza mediante la aplicación de instrumentos
monetarios, cambiarios y financieros, con miras a restarle duración, intensidad
y amplitud a tales desequilibrios o cuando menos mantenerlos a un cierto ni-
vel deseado, de tal manera que no representen un peligro para la estabilidad
cambiaria y para el propio desarrollo económico en general. De acuerdo con
estos mecanismos de ajuste se regula el circulante monetario, se manipulan las
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tasas de interés, se controla el monto de los créditos al público, se mueve la pari-
dad cambiaria según el caso y, eventualmente, se solicitan préstamos al exterior.
Las dos teorías, la pura y la monetaria, resultan de gran importancia por ser
complementarias para el cabal análisis teórico y práctico del comercio interna-
cional. O sea, las teorías pura y monetaria sirven para dar fundamento a la
política de comercio exterior en un momento determinado, de modo que ésta
contribuya efectivamente a resolver problemas de balanza de pagos y de de-
sarrollo económico.
una política sin el apoyo de una teoría opera sin rumbo fijo y su aplicación empírica
puede conducir a una política equivocada o menos eficiente. Asimismo, una teoría sin
el complemento de una política concreta queda en el plano de las meras abstracciones.
Las relaciones económicas internacionales tienen un fundamento teórico y una ma-
nifestación práctica. El fundamento consiste en los principios que rigen el intercam-
bio internacional. La manifestación práctica no es sino el conjunto de procedimientos
y acciones que constituyen la política de comercio exterior. 3
3 Ibid.
28
Por su parte, Vanek sostiene que la teoría económica se justifica a través de
y por la política económica y en materia de comercio internacional, la teoría tie-
ne por objeto orientar y servir de guía a las decisiones de la política comercial. 4
Cualquiera que sean los fines de la política económica, es el Estado el encar-
gado de aplicarla en un caso dado, ya que, como asevera Gramsci, “ciencia
política significa ciencia del Estado, y éste es todo el complejo de actividad práctica
y teórica con la cual la clase dirigente justifica y mantiene su dominio”.5
De acuerdo con Silvio Bachi Andreoli
la política económica es aquella parte de la ciencia económica que estudia las formas
y efectos de la intervención del Estado en la vida económica con objeto de conseguir
determinados fines [...] la política económica toma como base las leyes de la ciencia
económica, en el sentido de que no sería posible la previsión de los efectos de la in-
tervención del Estado sin un conocimiento de las leyes económicas. 6
Por su parte, Oskar Lange nos dice que “aplicar en la práctica las leyes des-
cubiertas por la Economía Política es tarea de la política. La política económica
consiste en utilizar las leyes económicas con objeto de lograr los fines que nos
proponemos”. Y agrega: “en el llamado capitalismo de libre concurrencia,
cuando la intervención estatal es más restringida, la política económica no
existe sino en un campo limitado. Pero en las condiciones del capitalismo
monopolista, aumenta la injerencia del Estado en la vida económica y el
campo de acción de la política económica se ensancha en la misma pro-
porción”. 7
Ahora bien, el Estado en la práctica no es una entidad abstracta, sino que se
materializa su acción en las decisiones políticas de sus gobernantes, algunos de
ellos pueden ser incluso economistas o estudiosos de las cuestiones económi-
cas, pero que al final de cuentas el aparato gubernamental puede estar repre-
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sentado por toda una gama de profesionales y técnicos con diferentes espe-
cialidades, los cuales pueden o no estar lo suficientemente capacitados para
interpretar y aplicar adecuadamente los principios y leyes de la ciencia econó-
mica en las medidas específicas de la política económica.
En cambio, la ciencia económica y la teoría es estudiada y formulada por
los profesionales de la economía, teoría que está sujeta a la crítica y al aná-
lisis científico en el tiempo y en el espacio, no sólo por quien la produce sino
por todo un cuerpo de investigadores sobre esa especialidad. De tal mane-
ra que en el transcurso de cierto tiempo una teoría económica puede ser des-
acreditada y desechada en la práctica o bien puede ser reconocida, seguida
y aplicada en un momento determinado por algún Estado que la requiriera.
Se piensa, pues, que las teorías, una vez reconocidas sus bondades, adquie-
ren una cierta validez y permanencia en el tiempo y en el espacio. Lo que no
sucede con la política económica, a juzgar por las experiencias recogidas en
muchos países desarrollados y subdesarrollados, que cambian sus respectivas
políticas en cuanto cambian sus administraciones públicas, al grado de poner
en práctica incluso medidas de política totalmente contradictorias a las que se
habían venido instrumentando.
muchas de las más frecuentes y enconadas diferencias entre los economistas se pre-
sentan en torno a las cuestiones de la política económica. Mientras mayor es el rigor
científico del análisis, se profundice más en la explicación última y a la vez fundamen-
tal de las fuerzas determinantes de la política, en la entraña misma del sistema que
le sirve de marco, y más se ensanche la perspectiva histórica del examen, más gran-
des serán las diferencias. Desde un punto de vista teórico general, quizá las discre-
pancias más importantes se presentan en torno a la noción del Estado, que después
de todo es el instrumento para la realización de dicha política económica. 8
Por eso, previendo las posibles consecuencias sociales de una política eco-
nómica equivocada, Gramsci postuló que: “de acuerdo a la teoría del Esta-
8 Ibidem.
30
do, los gobernantes, los estadistas deben actuar no sólo para el presente, sino
también para el futuro”. Y agrega: “sólo por un excesivo (y asaz, superficial
y mecánico) realismo político, puede llegarse a la burda afirmación de que
el hombre de Estado debe actuar sólo en el ámbito de la realidad factual y no
interesarse en el deber ser, sino en el ser. Esto significaría que el hombre de Estado
no debe ver más allá de sus narices. 9
31
cia de hacer mal uso del principio económico, cuando los términos del inter-
cambio resultan inequitativos, invariablemente en contra de los intereses de los
países subdesarrollados y dependientes, que en términos generales exportan
productos primarios e importan productos industrializados.
Los abusos cometidos por los comerciantes seguramente se deben a que en
la Edad Media, la Iglesia Católica, por medio de la voz autorizada de San
Agustín, principalmente, se cuestionara y se fustigara a la actividad comercial
y se le considerara como pecaminosa. Gracias al teólogo Santo Tomás de
Aquino, en el siglo XIII, siguiendo las ideas aristotélicas, se rompió con la or-
todoxia del pensamiento católico para reivindicar el verdadero papel del co-
merciante, al reconocer en el comercio una actividad necesaria para la sociedad,
siempre y cuando no se llegara a la especulación y sólo se practicara como el
medio para satisfacer necesidades.
Pero fuera de las desviaciones y vicios propiciados y solapados por el sis-
tema capitalista, el comercio en general debe estar catalogado como una ac-
tividad útil, socialmente hablando. Así como la industria y el transporte aportan
la utilidad de forma y de lugar, respectivamente, el comercio aporta la utilidad
de tiempo o de oportunidad.
Para dar una idea de la importancia que para muchos autores tiene el comer-
cio en general, exponemos aquí algunas de las opiniones y definiciones al res-
pecto:
Hicks y Hart definen a la economía diciendo que “es la ciencia que se ocupa
de los asuntos comerciales, entendiendo el comercio en su sentido más amplio”.
Kenneth E. Boulding considera que: “los actos de intercambio es probable
que constituyan con mucho la mayor parte de los fenómenos sujetos a inves-
tigación económica. Desde luego, no es exagerado afirmar que el estudio del
cambio abarca las nueve décimas partes de la esfera del economista”.
Luis Segal, por su parte, nos dice que “Marx comienza el estudio de la pro-
ducción capitalista analizando la mercancía porque consideraba que en la so-
ciedad capitalista domina precisamente la producción de mercancías para ser
cambiadas en el mercado y de esa forma obtener una ganancia”. El propio
Marx asienta en el tomo I de su obra El capital, lo siguiente: “la riqueza de
las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos
revela como un inmenso arsenal de mercancías, y la mercancía como su
32
forma elemental. Por eso nuestra investigación arranca del análisis de la mer-
cancía”. 10
Thomas Mun, destacado teórico mercantilista inglés y comerciante de oficio,
llegó a sostener que:
la verdadera forma y valor del comercio exterior era la gran renta del rey, la honra del
reino, la noble profesión del comerciante, la escuela de nuestros oficios, el abasteci-
miento de nuestras necesidades, el empleo de nuestros pobres, el mejoramiento de
nuestras tierras, la manutención de nuestros marinos, las murallas de nuestros reinos,
los recursos de nuestros tesoros, el nervio de nuestras guerras, el temor de nuestros
enemigos.11
Por su parte, Cordell Hull llegó a decir en este mismo sentido apologético que:
10 Karl Marx, “El capital. Crítica de la economía política”, FCE, Buenos Aires, citado por
33
vorece a los individuos como consumidores, como productores, como causantes y
como ciudadanos”. 13
13 Carlos Torres Manzo, “Comentarios alrededor de dos preguntas sobre comercio interna-
cional”, en Revista Investigación Económica, vol. XXI, núm. 83, tercer trimestre de 1961, Escue-
la Nacional de Economía, UNAM.
14 Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
34
II. ANTECEDENTES DEL MERCANTILISMO
35 35
también existían varios aspectos que le daban al régimen feudal en Europa
ciertos perfiles de universalidad.
En materia religiosa dominaban los principios de la iglesia católica, sobre
todo en el mundo civilizado de esa época; en lo político destacaba el régimen
monárquico como forma de gobierno; en lo jurídico regían los derechos ca-
nónico y romano, las relaciones de la sociedad europea; en lo filosófico eran
las ideas escolásticas de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino las que estaban
en boga, y en lo cultural eran las lenguas del latín y del griego los principales
medios para la comunicación del saber.
Volviendo a lo meramente comercial, de acuerdo a lo que sustenta Eli F.
Heckscher,1 la evolución de la economía feudal hacia el mercantilismo pasó
por tres etapas o tipos de política, a saber:
1 Eli F. Heckscher, La época mercantilista, Historia de la organización y las ideas económicas desde
36
para los mercados exteriores con fines de lucro. En virtud de que con la
orientación de esta política se corría el riesgo de producir mercancías que
no pudieran ser vendidas en un momento determinado, Heckscher carac-
terizó a esta etapa con el nombre de “miedo a las mercancías”.
Quizá el mayor rasgo que caracterizó a la Edad Media fue el papel que
desempeñó la Iglesia católica. Es bien sabido que después de la caída del
imperio romano la Iglesia católica se había convertido en una verdadera ins-
titución, en todos los órdenes, que vino aumentando cada vez más su poder
espiritual y material al grado de que en su aspecto secular era uno de los com-
ponentes más sólidos de la estructura económica existente y para algunos au-
tores la magnitud de su propiedad territorial la hacía figurar como uno, si no
es que el más poderoso de los señores feudales.
En esta etapa feudal las ideas económicas tenían un alto contenido de prin-
cipios morales y cristianos, en donde la ética económica formaba parte de las
enseñanzas y misión del cristianismo.
Los canonistas estaban de acuerdo con la distinción que establecía Aristóteles
entre la economía natural del hogar y la economía antinatural que se refiere al
“arte de ganar dinero”, o sea, a la ciencia del abastecimiento que conduce a la
acumulación de riqueza. Esta posición de los canonistas en materia económi-
ca, que era muy parecida a la adoptada por Aristóteles, tenía su fundamento
en la teología cristiana, la cual condenaba la avaricia y la codicia, y subordina-
ba el bienestar material de los individuos a los derechos de sus semejantes y a
las aspiraciones de salvación en el “mundo ultraterreno”.
Lo curioso es que la Iglesia católica observó una actitud ambivalente, ya que
a la vez que condenaba las prácticas económicas que originaban explotación
y desigualdad, también predicaba el sufrimiento, la humildad y la indiferencia
hacia las miserias e injusticias de este mundo terrenal, al reconocer “la desigual-
dad de situaciones que Dios había dado a los hombres”.
Así, Tertuliano, seguidor ferviente de los postulados eclesiásticos de la época,
puso en duda el fundamento del comercio, cuando sostenía que eliminar la codi-
cia era como eliminar la razón de ganar y, por ende, la necesidad de comerciar.
37
Por su parte, San Agustín, el más representativo de la ortodoxia de la Igle-
sia católica de aquel tiempo, “recelaba que el comercio apartase a los hombres
de la busca de Dios”. Es por eso que a principios de la Edad Media era co-
mún en la iglesia la doctrina de que nulus chriastianus debet ese mercatur.2
No es extraño, pues, que los primeros padres de la Iglesia católica, “no
obstante su general antipatía por el comercio”, tuvieron que aceptar la regu-
lación de ciertas prácticas comerciales que en el fondo condenaban pero que
no podían abolir, al haber formulado el principio del llamado “justo precio”.
Así pues, a finales de la Edad Media, las opiniones de los canonistas sobre
la propiedad y el comercio se enfrentaron a una realidad económica que ya des-
cansaba en la propiedad privada y en un comercio más amplio, como conse-
cuencia del crecimiento de las ciudades, de los medios de transporte y de los
mercados interiores y exteriores. De manera que con esta nueva situación eco-
nómica del mundo prevaleciente a finales del periodo medieval, la intransigen-
cia y la ortodoxia de la iglesia primitiva no podían persistir.
Por su parte, los dirigentes de la Reforma protestante, no diferían mucho
de los canonistas. Así por ejemplo, Martín Lutero aún creía sobre el “justo
precio” en el comercio y asimismo condenaba la usura con el mismo rigor que
lo hicieron los escolásticos. Sin embargo, las enseñanzas y principales postula-
dos de los reformadores protestantes, en general ya estaban más en armonía
con las tendencias de la época. A ello se debe, seguramente, que Calvino en una
famosa carta escrita en 1574 negara que el cobro de intereses por el uso del
dinero fuera pecaminoso en sí mismo. De igual manera rechazaba la opinión
de Aristóteles sobre la esterilidad del dinero y en cambio sostenía que podía
utilizársele en cosas que produjeran renta. Sólo consideraba como una usura
pecaminosa los casos en que se cobraban intereses al necesitado que pide di-
nero obligado por una necesidad.
Podríamos concluir que al final del feudalismo la propia doctrina de los
canonistas se debilitó constantemente a medida que el comercio se desarrollaba,
hasta el grado de ya no poder regular la vida económica y de impedir el de-
sarrollo del capitalismo comercial, independientemente de las opiniones de los
promotores y seguidores de la corriente protestante.
38
IDEAS DE ARISTÓTELES Y SANTO TOMÁS DE AQUINO EN MATERIA ECONÓMICA
que los individuos no se interesan tanto por la propiedad comunal como por la privada,
ya que los hombres, desiguales por naturaleza en aptitudes y laboriosidad, se les debe
diferenciar por oportunidades de goce distintas. Lo necesario no era abolir la propie-
dad privada, sino darle un uso más inteligente y liberal.
39
que también la define como el arte de la adquisición de bienes económicos. El
estudio de esta última ciencia le permitió a Aristóteles analizar el arte de la
circulación, a través del cual se satisfacen de mejor manera las necesidades de
los individuos.
Ante el imperativo de facilitar el cambio para la satisfacción de necesidades,
los individuos adoptan convencionalmente el uso de un artículo que sea útil por
sí mismo, como son los metales en general. De este modo Aristóteles profun-
dizó un poco más en la definición platónica del dinero como símbolo y medio
para realizar el cambio. Dentro de su teoría monetaria Aristóteles señala por qué
las molestias del trueque directo conducen el desarrollo del cambio indirecto a
través del dinero, y cómo nació el comercio por el comercio mismo, o sea, por
el afán de adquirir dinero como expresión de riqueza. Consecuente con esta idea
llegó a sostener que: “la peor forma de adquirir dinero es aquella que usa el di-
nero mismo como fuente de acumulación, que la identifica con la usura”.
Adelantándose con mucho tiempo a la teoría marxista, Aristóteles señala que
hay dos usos en todas las cosas: uno es el uso propio y el otro, el impropio o
secundario. Pone como ejemplo a los zapatos que se usan para calzarlos y
también para cambiarlos, lo que en términos marxistas sería precisamente el
valor de uso y el valor de cambio, respectivamente.
En esta parte de sus ideas Aristóteles todavía ubica a la actividad comercial
dentro del terreno meramente ético, al situarse en buena medida dentro de la tra-
dición platónica y de la doctrina cristiana de la Edad Media, que condenaba “los
aspectos más bajos del comercio”, como es el afán de lucro por el lucro mismo
y la usura.
Pero la aportación aún más trascendente de Aristóteles no fue la parte ética
del uso del dinero, sino el análisis de las formas en que el dinero interviene en el
proceso económico como medio de cambio, cuya función termina cuando se
adquiere el bien para satisfacer una necesidad, y bajo la forma de capital-dinero,
que induce a los individuos (sobre todo a los negociantes) al deseo de una acu-
mulación ilimitada. Y por primera vez en la historia de las doctrinas económi-
cas aparece la distinción entre dinero y dinero-capital o capital real, como dijera
el propio filósofo economista. En este sentido, Aristóteles vino a ser el precur-
sor del manejo de las fórmulas de la circulación de las mercancías, que después
expusiera más ampliamente la teoría marxista: la del dinero como medio de
cambio (M-D-M) y la del dinero como medio de acumulación (D-M-D’).
40
La oposición de Aristóteles a la práctica de la usura se deriva fundamental-
mente de su teoría sobre la naturaleza del dinero. El dinero, de acuerdo con este
filósofo estagirita, había surgido en su función natural como un medio para
facilitar el cambio de bienes económicos que sirven para satisfacer las necesi-
dades de la comunidad. Sin embargo, agrega Aristóteles, la esterilidad del di-
nero era también parte de la naturaleza esencial y por consecuencia, la usura,
que la hacía “fructificar”, era antinatural.
Por su parte, Santo Tomás de Aquino, ferviente admirador y continuador
de las ideas aristotélicas, ya para el siglo XIII en que le tocó vivir y desarrollar
sus tesis escolásticas, define su actitud como de mayor apertura ideológica y de
un mayor interés por “reconciliar el dogma teológico con las condiciones
imperantes de la vida económica”.
En cuanto a la propiedad, este pensador no estaba de acuerdo con los de-
rechos ilimitados que concedía el derecho romano. Pero, aunque era partida-
rio de las restricciones del derecho de propiedad hasta el punto de “justificar
el robo por necesidad”, estaba también consciente de las consecuencias sociales
en el sistema feudal de finales del medioevo.
Derivado del concepto y opinión sobre la propiedad, Santo Tomás de
Aquino aborda el problema del comercio todavía como algo no bueno ni
natural, y que al practicarlo implicaba “caer del estado de gracia”. Pero que en
un mundo “imperfecto” resultaba un “mal inevitable”. Asimismo, sostenía que
el comercio podía justificarse si el comerciante buscaba en él sostener su ho-
gar, y a la vez beneficiar al país.3 Bajo estas condiciones, las ganancias obteni-
das por la actividad comercial vendrían siendo la recompensa al trabajo del
comerciante. Aún más, la justificación del comercio dependía de igual mane-
ra de si “el cambio efectuado era justo”, es decir, “si lo que había dado y lo que
había recibido tenían igual valor”.4
Finalmente, diríamos que Santo Tomás de Aquino es claro y enfático al
considerar que “el comercio sólo podía justificarse si se dirigía a promover el
bienestar general, y si, además, ofrecía igual ventaja a las dos partes”.5
41
De esta manera, Santo Tomás de Aquino, autor de la Summa theologica, aún
siendo de la misma corriente teológica cristiana, con sus nuevas ideas en ma-
teria económica y comercial, vino a romper con la ortodoxia de San Agustín
y con la línea trazada por muchos otros pensadores canonistas, para dar paso
al mercantilismo, en cuyo seno se gestó una nueva estructura socioeconómica
conocida como capitalismo comercial.
42
tos en materia de comercio y de ganancias, de tasas de interés, de tal
manera que con estas nuevas ideas trataron de conciliar los principios
religiosos y morales con el progreso material de los pueblos. A esto se
debe, seguramente, el surgimiento de una pujante burguesía mercantil,
caracterizada por su mayor interés en la riqueza y en el desarrollo econó-
mico, la cual poco a poco dejó de considerársele despreciable para
convertirse en un verdadero puntal de los intereses de los nacientes Es-
tados nacionales.
5) Lugar aparte y destacado lo constituye el Renacimiento, fenómeno de tras-
cendencia mundial que vino a revolucionar los aspectos científicos,
filosóficos, culturales, artísticos, políticos, religiosos y desde luego, econó-
micos. En síntesis, con este movimiento se buscó que el hombre se
valiera de su propia razón para resolver las interrogantes y los problemas
de la humanidad.
43
III. EL MERCANTILISMO
INTRODUCCIÓN
1 De estos pensadores mercantilistas podemos citar, entre otros, a los siguientes: William
Petty, Antonio Serra, John Locke, Gerald Malynes, Juan Bodino, Thomas Mun, Dudley
North, Juan Bautista Colbert, Eduardo Misselden, Samuel Clement, Hugh Chamberlain y
Cantillon.
44 44
grado como discípulos indirectos de Nicolás Maquiavelo, al buscar por todos
los medios una mayor organización económica del Estado, lo que el autor de El
príncipe había postulado en relación a la organización política.2
Si el concepto medieval del objeto del esfuerzo humano era la salvación del alma, y si
el liberalismo económico o laissez-faire, buscaba el bienestar temporal de los indivi-
duos, los estadistas y los escritores mercantilistas vieron en los súbditos del Estado
medios para conseguir un fin, y éste era la fuerza del Estado mismo.3
2 Emile James, Historia del pensamiento económico, Aguilar, Madrid, España, 1963.
3 Eli F. Heckscher, artículo sobre mercantilismo publicado en la Encyclopedia of The Social
Sciences, editado por P. T. Ellsworth en su libro Comercio internacional, FCE, México, 1955.
45
autónomas, en contraposición a la proliferación de feudos propios de la Edad
Media.
Los mercantilistas, en su afán casi obsesivo por fomentar el comercio ex-
terior como la vía más apropiada para enriquecer a los países europeos, se de-
clararon decididos partidarios del colonialismo para asegurarse mercados
cautivos para sus productos y a la vez obtener las materias primas suficientes
para su desarrollo industrial.
Al respecto, los mercantilistas decían que mientras el comercio exterior
agregaba cantidad neta de riqueza al país, el comercio interior sólo significaba
una transferencia de recursos entre nacionales. En 1697 D’Avenant sostenía
“que con el comercio interior no se enriquecía la nación en general, sino que sólo
tenía lugar un cambio en la riqueza relativa de los individuos; pero que en el
comercio exterior sin duda aumentaba la riqueza de un país”.
Los miembros de esta corriente también opinaban en el sentido de que la
producción debía ser abundante, barata y de carácter extensivo, con miras a que
el país exportador obtuviera una mayor capacidad competitiva. En este mis-
mo sentido, se pronunciaban por una población numerosa y con gran espíri-
tu de laboriosidad y por lo mismo consideraban indeseables a las máquinas
como instrumentos productivos.
Por otra parte, muchos mercantilistas se inclinaban por precios altos de las
mercancías y sólo unos cuantos abogaban por precios bajos que estuvieran al
alcance de los sectores pobres de la población. Asimismo, fieles estos pensa-
dores con la nueva burguesía mercantil, sostenían “que los salarios inducían al
ocio, a la embriaguez y a otros excesos”, todo lo cual redundaba en un menor
rendimiento en el trabajo. En otras palabras, los mercantilistas postulaban la
pobreza como un aliciente al trabajo.
46
lo más importante que es la función producción de dichos bienes; análisis que
hicieron posteriormente los pensadores clásicos y particularmente David Ri-
cardo, con su modelo general de desarrollo económico. Incluso, se piensa que
algunos sectores mercantilistas seguramente se vieron influenciados en sus te-
sis por el mismo ejercicio que hacían de la actividad comercial, como es el caso
de Thomas Mun y Gerald Malynes, entre otros.
A este respecto, Torres Gaytán nos dice que: “lo que sí resulta evidente es
que ante la ausencia de un sistema congruente de ideas sólo hubo una actitud
hacia un propósito común: obtener metales preciosos mediante el excedente
de exportación. Se juzgó que entre los mercantilistas, visto el conjunto de sus
ideas, más bien hubo unidad de pensamiento político que económico”.
Al carecer de ciertas ideas básicas y representar, en cambio, intereses comer-
ciales, es lógico que el cuadro general de su pensamiento haya tenido mucho
de confuso y contradictorio... “el mercantilismo no fue propiamente el estu-
dio del desarrollo económico, sino la exposición de múltiples medidas para
influir sobre él, y el Estado era un medio para fortalecer en lo económico a la
nación con preferencia respecto al individuo”.4
Sin embargo, los mercantilistas, independientemente de sus errores de con-
cepción teórica sobre la economía y el comercio exterior en particular, tuvie-
ron algunas aportaciones concretas de cierta importancia, tales como:
Concepción metalista de la riqueza: Para los mercantilistas era casi una obsesión
lograr la mayor riqueza posible de los recién creados Estados nacionales por
medio de los metales preciosos obtenidos mediante los excedentes de expor-
tación. Así pues, los metalistas eran decididos partidarios del atesoramiento. Por
ejemplo, sostenían, sin ambages lo siguiente:
nada roba más al reino como el hecho de que salga más oro del que entra. La riqueza
la constituyen los metales preciosos porque todo se paga, mide y atesora en oro. El
oro y la plata son los tesoros de la nación, lo único que compensa su exportación es
su importación y las mercancías no sirven sino como proveedoras de oro.5
47
Los metalistas consideraban que la finalidad del comercio no era la riqueza
en general, sino proveer de abundantes metales preciosos, por considerar a
éstos riqueza en todos los tiempos y en todos los lugares.
De igual manera, “los metalistas abogaban porque se estimulara no el aho-
rro productivo sino el atesoramiento a manera de reserva, sin prestar impor-
tancia a que los metales preciosos debían vivificar la actividad económica”.6 Este
sector de pensadores mercantilistas llegó a exagerar tanto la importancia de los
metales preciosos, que consideró a las mercancías como medios para adqui-
rirlos y no a la inversa. De este modo los metalistas confundieron el equivalente
general de la riqueza con la riqueza misma, teniendo al comercio exterior como
el recurso para adquirir oro y plata.
De acuerdo con Eric Roll,7 se dio el nombre de metalistas a quienes pro-
ponían la restauración de las antiguas prohibiciones de exportación, el restable-
cimiento de la oficina del Real Cambiador y una reglamentación creciente de
las operaciones de cambio exterior. Y el representante más destacado de esta
corriente de pensamiento fue Gerald Malynes, como lo veremos más adelan-
te en algunos de sus pronunciamientos más reconocidos por los estudiosos del
mercantilismo-metalismo.
Para acabar de comprender la verdadera pasión que sentían los mercanti-
listas de la primera etapa por los metales preciosos, exponemos algunas citas
textuales de algunos de esos autores:
“El oro y la plata son los únicos tesoros de la nación o los más importan-
tes... lo único que puede compensar por los metales preciosos exportados son
los importados”.8
“Seguir el camino verdadero para juzgar el aumento o disminución de la
riqueza de la nación a causa del comercio que llevamos con extranjeros, es
examinar si recibimos de ellos dinero o les enviamos el nuestro”.9
“La finalidad general y última del comercio no es la riqueza en general, sino
concretamente abundancia de plata, oro y joyas, que no son perecederos, ni tan
6 Ibidem.
7 Eric Roll, op. cit.
8 John Pollexfen, England and East-India inconsistent in their manufactures, citado por Jacob
48
mudables como las otras mercancías, sino que son riqueza en todos los luga-
res”.10
“Todas las mercancías terminan con el consumidor, pero el dinero sobre-
vive, y por cuantas más manos pase mejor; de manera que en cierto sentido el
uso no lo destruye como a las demás mercancías, sino que lo deja, como si
dijéramos, inmortal”.11
Teoría de la balanza comercial favorable: En total congruencia con la orientación
central del Mercantilismo, el principal empeño de algunos de estos pensado-
res fue el exportar más e importar menos, o sea, lograr una balanza comercial
favorable para el país que representaba el medio para obtener metales preciosos
y así incrementar —según ellos— su riqueza material.
Para alcanzar estos propósitos sugerían una mayor intervención del Esta-
do que tendiera al fomento de las exportaciones y a la restricción de las impor-
taciones, sobre todo de artículos de lujo o innecesarios, y caros. El mecanismo
proteccionista que recomendaban era a través de la aplicación de altos aran-
celes y una mayor reglamentación al comercio exterior.
Otra forma de procurar una balanza comercial positiva era por medio de
una política colonial que asegurara mercados para los productos manufactu-
rados y surtieran las colonias de las materias primas que necesitaban las metró-
polis. Pero llegaron a juzgar a la colonización en relación al saldo que resultaba
de la pérdida de la población que emigraba y el trabajo de los colonos en los
países colonizadores.
Según los mercantilistas, la importación era la causa de la escasez de dinero
y la destructora de las manufacturas, que finalmente “condenaba a la ociosidad,
al robo y a la mendicidad”.
Con tal de que se lograra una mayor competitividad, los mercantilistas
aconsejaban una población numerosa y con bajos salarios que propiciara una
producción manufacturera abundante. Incluso, aconsejaron el trabajo de los
niños; de modo que el individuo, apenas se lo permitieran sus posibilidades
físicas, debía incorporarse a la producción.12 Afirmaban que el esplendor de
49
un rey radicaba en la magnitud de su pueblo y que la riqueza de una ciudad o
nación consistía en el número de sus habitantes, ya que la más preciada de las
mercancías era el hombre.13 Aún más, llegaron a sugerir que se produjeran más
mercancías aunque luego se quemasen los excedentes, con tal de mantener la
destreza y el hábito del trabajo de la población. Esto último revela ya un cam-
bio en la mentalidad de un sector de los mercantilistas, al desplazar de rango a
los metales preciosos, para asignarle mayor importancia al trabajo del hombre
como productor de mercancías. De ahí que hayan sostenido, en una etapa más
madura del mercantilismo, que la verdadera riqueza consistía en la abundancia de
cosas necesarias para la vida.
Una de las principales características del sistema capitalista desde que nació en
el siglo XV hasta la fecha, ha sido el persistente desequilibrio interno conocido
ahora como inflación. Este fenómeno fue observado y analizado por primera
vez por el mercantilista Juan Bodino en 1568, quien, sin negar la posible influen-
cia en alguna medida de todos los factores enumerados, llegó a concluir que
la causa más importante o casi única era el incremento en la oferta de metales
preciosos en los países europeos. A partir de ese año es cuando nace propia-
mente la teoría cuantitativa del dinero, sobre la cual se apoyó posteriormente
David Hume para sus propias investigaciones sobre el papel del dinero en las
transacciones comerciales.
Con Juan Bodino y todos los mercantilistas que le siguieron hasta llegar a la
teoría monetaria actual, se acepta que hay una relación directa entre la cantidad
del circulante monetario y el nivel de precios en las economías nacionales. Pero
la mayor parte de los mercantilistas sostenían que el efecto del incremento en
el circulante monetario no era directo, sino que primero provocaba una ma-
yor actividad económica que permitía una mayor distribución del dinero en
muchas personas, lo que generaba más empleo y con ello más demanda de
mercancías y todo esto finalmente causaba el alza de los precios. Por analogía
13 Ibidem.
50
llegaron a comparar el dinero con la sangre del ser humano, que tenía la fun-
ción primordial de estimular las fuerzas productivas y con ellas toda la activi-
dad económica del país.
En el siglo XVI se suscitó una mayor afluencia de metales preciosos hacia
Europa, principalmente procedentes de los nuevos territorios descubiertos en
América. Con esta nueva corriente de metales empezó a observarse un incremen-
to sustancial en los precios de las mercancías, sin encontrar de primera intención
la causa principal de tal hecho inusitado, empero, se llegaron a exponer los más
variados razonamientos, por ejemplo: se pensaba que la elevación de los precios
podía deberse a la escasez de mercancías causada por el exceso de exportacio-
nes, propio del mercantilismo en boga; a los gastos dispendiosos del rey y de su
corte; a los nacientes monopolios; al envilecimiento de las monedas, fenómeno
que fue estudiado por el francés Nicolás Oresmes; a la existencia del patrón
bimetálico; al desorden monetario operante; a las propias operaciones especu-
lativas y, desde luego, al aumento de la oferta de numerario metálico.
Ya desde el siglo XVI, con los primeros mercantilistas, se expusieron las primeras
ideas sobre los factores determinantes del tipo de cambio y sus fluctuaciones.
Respecto a este tan debatido tema han surgido dos corrientes contrapuestas:
la de los metalistas y la de los antimetalistas.
Los metalistas pensaban que las fluctuaciones del tipo de cambio se debían
a las variaciones en el patrón bimetálico, a las modificaciones en la relación
entre el valor del oro y la plata, al ajuste entre la oferta y la demanda de
monedas en el mercado de cambios y, en general, al desorden monetario,
provocado por el efecto de la especulación, fenómeno inherente al sistema
capitalista de producción.
De acuerdo con los metalistas, las variaciones en el tipo de cambio causa-
ban la salida de metales preciosos y no a la inversa como se reconoce en la
actualidad. Por ejemplo, en opinión de Gerald Malynes, uno de los más re-
presentativos de la corriente metalista, la exportación de metales preciosos
se debía a la manipulación de los tipos de cambio, al asegurar que si el dine-
ro se valuaba a la par según su peso y contenido en metal fino no habría
51
exportaciones de metal precioso, pero si el tipo de cambio bajaba, entonces
sí surgía la tendencia a exportar dinero.
Fue tan clara la convicción de los metalistas sobre sus tesis en relación a las
causas que determinaban las fluctuaciones en los tipos de cambio que fueron
incapaces de aceptar otras causas distintas a las que consideraban como ma-
nipulaciones de los cambistas. De ahí que interpretaran erróneamente el mo-
vimiento de los metales, al atribuirlo a la variación del tipo de cambio y a la
especulación.14
Por su parte los antimetalistas, entre ellos Misselden y Mun, sostenían que no
era el alto tipo de cambio la causa de la escasez de dinero, sino su efecto. Esto
es, la causa de que variara el valor del dinero no eran las variaciones del tipo
de cambio, sino la escasez o abundancia de aquel.
En cuanto al tipo de cambio, Thomas Mun llegó a sostener, como buen
teórico de la balanza comercial, que cuando el valor de las mercancías expor-
tadas era superior al de las importadas, la cotización de la moneda nacional
tendería a subir. O sea, que para este autor, el movimiento de los metales pre-
ciosos y la variación del tipo de cambio se debían al estado de la balanza co-
mercial, tesis mercantilista que tiene validez teórica hasta la fecha.
Misselden, por su parte, decía que:
los tipos de cambio exterior se establecían de la misma manera que los precios de todas
las demás mercancías. Hay un precio que está determinado por la “bondad” de la mer-
cancía; pero el vigente en un momento dado puede ser mayor o menor que ese, varia-
ble de acuerdo con las estimaciones del comprador y del vendedor. Análogamente, hay
precios del cambio, determinados por la “bondad” del dinero, o sea por su paridad
legal. Pero los tipos pueden fluctuar en torno de este punto de equilibrio, o de acuerdo
con las posibilidades de ambas partes, o sea de acuerdo con la oferta y la demanda.15
la teoría de la balanza comercial surgió como una explicación de las variaciones del cam-
bio y los movimientos de los metales preciosos, y además, como una refutación a las
14 Ibidem.
15 Eduardo Misselden, The circle of commerce, 1623, citado por Eric Roll, op. cit.
52
concepciones de los metalistas y una justificación de las operaciones de los traficantes
de dinero y de las grandes empresas en particular.16
EL CAMERALISMO
53
CRÍTICA A LAS TESIS MERCANTILISTAS
54
• La teoría de la balanza comercial favorable fue tan inconsistente desde
aquella época como hasta ahora, porque, si bien en un sólo país puede
ser una aspiración legítima aunque difícil de alcanzar permanentemen-
te, en el conjunto de países que competían ya desde entonces por los
mercados internacionales, es en la práctica algo imposible de lograr. O
lo que es peor aún, la postura de un sector de mercantilistas que abo-
gaban por precios bajos para las importaciones y precios altos para las
exportaciones del país al que pertenecían y defendían. Todo ello den-
tro del objetivo central del mercantilismo: lograr estados económica-
mente ricos y políticamente poderosos.
• Una concepción demasiado simplista y errónea fue la de hacer equiva-
lente el dinero con la riqueza misma, de la cual se valieron posteriormen-
te los pensadores clásicos para desacreditarlos demoledoramente, aun-
que para el profesor Ferguson esto no era del todo justificable, porque
según este autor, lo único que hicieron los mercantilistas fue:
atribuir importancia principal a los metales preciosos simplemente porque parecían ser,
y de hecho lo eran, las formas más aceptables de riqueza que entonces existían. En una
época en que el numerario afluía a Europa en inmensas cantidades y en que España, el
recipiente de una gran parte de esta afluencia, ocupaba una posición dominante en los
negocios mundiales, era razonable creer que grandeza nacional era sinónimo del domi-
nio sobre los tesoros y metales preciosos.17
55
curioso del caso es que estos mercantilistas no rechazaban la riqueza para
la clase de los comerciantes.
• En otro aspecto importante, los mercantilistas se pronunciaban por una
población abundante para que se dispusiera de mano de obra barata que
facilitara la producción extensiva, en lugar de la producción intensiva con
altos rendimientos, contrario, pues, a lo indicado en la teoría moderna
del desarrollo económico.
• Con el propósito de ganar mercados para la creciente producción ma-
nufacturera, los mercantilistas fueron partidarios del colonialismo a
ultranza con todas sus consecuencias de explotación y atraso para los
pueblos primitivos del mundo, que tanto sacrificio les ha costado luchar
para liberarse de esas tutelas denigrantes.
• En este apartado podríamos concluir que, en términos generales, los
teóricos mercantilistas adolecieron de un enfoque económico más pro-
fundo y realista, puesto que sólo enfatizaron sobre el aspecto de la
circulación de los bienes o mercancías, descuidando el análisis pri-
mordial de la producción como primera fase de toda actividad
económica nacional e internacional. Deficiencia que más tarde vinie-
ron a subsanar los teóricos clásicos y la propia corriente marxista.
56
IV. LA TEORÍA CLÁSICA DEL COMERCIO
INTERNACIONAL
* La tesis del orden natural de los fisiócratas quedó sintetizada con su famoso principio:
“Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui-même”. Los más representativos discípulos y
sucesores de François Quesnay (Tableau economique, publicado en 1758 con el tema “campesinos
pobres, reino pobre, rey pobre”) fueron: el más antiguo de ellos el marqués Víctor de Mirabeau
(Filosofía rural, 1763), Mercier de la Rivière (El orden natural, 1767), Dupont de Nemours (el
primero en usar el término fisiocracia en una obra con ese nombre publicada en 1767), el
abate Baudeau (Filosofía económica, 1771), LeTrosne (El orden social, 1777), Anne Robert
Jacques Turgot (Reflexiones sobre la formación y distribución de la riqueza, 1766, quien se considera
que fue el más eminente del grupo) y Vincent de Gournay (a quien se le atribuye la paternidad
de la frase que sintetiza el pensamiento fisiocrático).
57 57
todos los órdenes de la vida. De acuerdo con los fisiócratas “el funcionamiento
de la ley de la oferta y la demanda dejada a su libre acción, conducía al equi-
librio de las fuerzas económicas y genera el máximo producto al mínimo
costo”.
Por su parte, algunos de los mercantilistas de la parte final de dicha etapa
exponen sus puntos de vista sobre la nueva tendencia del pensamiento liberal,
que recoge sintéticamente el profesor Heckscher1 en los siguientes términos:
en primer lugar cabe citar a Juan Bautista Colbert (1619-1683) uno de los más
destacados mercantilistas franceses, quien habiendo sido ministro de Hacien-
da durante el reinado de Luis XIV dictó importantes medidas restrictivas sobre
el comercio al grado de que se llegó a hablar de un verdadero colbertismo
como política mercantilista. Sin embargo, ya en las postrimerías de esa corriente
de pensamiento llegó a sostener “que estaba dispuesto a conceder toda la li-
bertad comercial que fuera necesaria, porque decía, era mejor que la reglamen-
tación, sólo que, argüía, los comerciantes no comprendían su propio interés ni
el del Estado”.
William Petty, quien también fue otro de los más recalcitrantes mercantilis-
tas —metalista en su primera fase— al final de su concepción teórica “llegó a
creer en las leyes naturales y consideraba que contrariarlas era como pretender
que el agua subiera por sí misma arriba de su fuente natural”.
Gerald Malynes opinaba “que la libertad era compatible con la reglamen-
tación estatal”.
Cecile decía que “los comerciantes pueden ser los mejores o peores ciuda-
danos si no se les vigila”.
Davenant, por su parte, sostenía que “el comercio es libre por naturaleza y
que por sí sólo encuentra su camino; si se le norma puede servir a determina-
dos fines, pero no a los colectivos”.
Según los mercantilistas de esa época final, “no había ninguna ley capaz de
imponerse contra el instinto de lucro, porque si el hombre veía mayores po-
sibilidades de obtener ganancias trabajaba con mayor afán; el lucro lo domi-
naba todo y a su alrededor giraban todos los negocios”.
58
De manera que los mercantilistas preliberales llegaron a considerar que el
fundamento primario del comercio internacional está dado por “la desigual
distribución de los recursos naturales en el globo terrestre, esto es, como la causa
básica del intercambio entre países”.
La mayoría de los mercantilistas preclásicos concluían “que en cuanto cesara
toda vigilancia del Estado, el interés de éste y el de los individuos se fundiría
en uno solo”. O sea que estas primeras ideas fueron la base de lo que poste-
riormente vino a constituir la tesis medular de la filosofía clásica: el individua-
lismo, en contraposición a la intervención del Estado.
Varios autores sobre comercio internacional, entre ellos Heckscher 2 , co-
inciden en que estas opiniones de los mercantilistas preliberales vinieron a
representar
Heckscher concluye al decir que: “de la idea de que existía una causalidad
social y que la sociedad se regía por las leyes naturales a la idea de que esta
concatenación llevaba implícita una mecánica racional que no debía alterarse,
sólo había un paso”.3
2 Ibidem.
3 Ibidem.
59
of nations que se tituló en español como La riqueza de las naciones. David Ricar-
do, por medio de su más reputada obra, Principios de economía política y tributación,
publicada en 1817 y John Stuart Mill, con su obra titulada Principios de economía
política, publicada en 1848, cuando Carlos Marx hacía público también su Ma-
nifiesto Comunista, contribuyeron de forma significativa en la conformación de
los postulados de la teoría clásica del comercio internacional. Para algunas otras
corrientes de opinión, también David Hume hizo importantes contribuciones
a la teoría clásica, sobre todo en lo que se refiere a las causas del movimiento
internacional de los metales preciosos y su relación con los precios de las
mercancías.
Esto quiere decir que el periodo en que dominó la teoría clásica del comercio
internacional se ubica a partir del último tercio del siglo XVIII y todo el siglo XIX,
que coincide en términos generales con la llamada revolución industrial en
Inglaterra. También, como lógica consecuencia y continuación del pensamiento
filosófico liberal en lo económico y en lo político manifestado en algunos países
europeos, principalmente en Francia con las ideas de los enciclopedistas
Voltaire, Diderot y Rousseau.
Podíamos decir entonces que las fuentes originales del pensamiento clásico
fueron varias, a saber: 1) las ideas de los fisiócratas en cuanto al orden natural
y a la libertad, 2) algunos postulados de los mercantilistas de la etapa final de
dicha corriente de pensamiento, 3) el empirismo de la época derivado princi-
palmente de la revolución industrial, 4) los enciclopedistas franceses y 5) la
filosofía de la ilustración.
Así pues, los principios o tesis generales del pensamiento clásico se pueden
resumir de la siguiente manera:
60
sofía individualista y del liberalismo económico, hicieron suyo el princi-
pio fisiocrático expresado en la frase laissez faire, laissez passer, le monde va de
lui-même, que traducida dice: “Dejad hacer, dejad pasar, el mundo marcha
por sí mismo”.
4) De acuerdo con ese principio, la riqueza de las naciones se generaba libre-
mente por la acción de las fuerzas del mercado. Esto es, la ley de la
oferta y la demanda se encarga de regular todo el proceso económico, de
tal manera que haciéndose uso racional de los recursos productivos se
llegue al máximo rendimiento o producto.
5) Para los clásicos, pero principalmente para Smith y Ricardo, es el trabajo
el factor que genera valores económicos, o sea que crea realmente la
riqueza de las naciones.
6) Smith y Hume empiezan por criticar severamente a los mercantilistas en
lo referente a la identificación que hacían éstos entre los metales precio-
sos y la riqueza, así como sobre el postulado de la balanza comercial
favorable.
7) Según los clásicos, el centro de atención es la mercancía y el individuo, asig-
nándole a los metales preciosos sus verdaderas funciones específicas: ser
medida de valores económicos, medio de cambio, instrumento de circu-
lación y unidad de cuenta.
8) En materia de comercio internacional postularon el librecambio y en el
comercio interior el principio de la libre competencia.
9) Movilidad perfecta de los recursos productivos en el interior de cada país
y nula movilidad de esos mismos recursos entre países.
61
1) Que únicamente se intercambiaban dos productos y sólo entre dos países.
2) Que el intercambio se realizaba sin tomar en cuenta los costos del trans-
porte.
3) Que los costos eran constantes, cualquiera que fuera el volumen de la
producción.
4) Que los intercambios entre países eran a base de trueque.
5) Que el comercio sólo era de mercancías, exceptuándose, por consecuen-
cia, los intercambios de servicios y movimientos de capital.
Supuestos más realistas: Aparte de los anteriores supuestos, los clásicos hicie-
ron uso de otros menos simplificadores y sí más realistas, tales como:
* Según Keynes, la teoría cuantitativa del dinero se explica de la manera siguiente: Todo
62
TEÓRICOS DE LA ECONOMÍA CLÁSICA
Adam Smith
Los hombres no desean el dinero por el dinero mismo, sino por lo que pueden
comprar con él. Se dice que las mercancías consumibles se destruyen pronto, mientras
que el oro y la plata son de naturaleza más duradera, y, si no fuera por esta exporta-
ción continua, se podrían acumular durante siglos como aumento increíble de la ri-
queza real del país. Por consiguiente, se pretende que no hay nada más perjudicial que
el cambio de mercancías tan duraderas por aquellas tan perecederas. Sin embargo, no
63
consideramos desventajoso el comercio que consiste en cambiar la ferretería inglesa por
los vinos de Francia y, sin embargo, la ferretería es una mercancía duradera, y si no fuera
por su continua exportación, también podría acumularse durante siglos con increíble
aumento de las cacerolas y cubos del país.4
64
dad promoverlo. Nunca he sabido que quienes fingen comerciar en pro del bien
público hayan hecho mucho bien. En realidad es sólo un fingimiento, no muy habi-
tual entre comerciantes, y basta emplear muy pocas palabras para disuadirles de él.5
5 Ibidem.
6 J.M. Ferguson, op. cit.
65
En materia de comercio internacional, Adam Smith sustentó la tesis de que
éste se realizaba debido a la división internacional del trabajo, como consecuen-
cia de la especialización, originada por la diferente dotación de recursos natu-
rales, de capital, de mano de obra y de tecnología. Esto es, sostenía que el factor
básico que determinaba el comercio entre países estaba dado “por las venta-
jas que se derivan de la división internacional del trabajo”. Este principio co-
mercial de Smith está expresado en forma muy clara en el siguiente párrafo de
su libro: La riqueza de las naciones:
Algunas veces las ventajas naturales que posee un país por encima de otro en la produc-
ción de determinadas mercancías son tan grandes que todo el mundo está de acuer-
do en que es inútil luchar contra ellas. En Escocia se pueden cosechar muy buenas uvas
mediante el empleo de cristales de invernaderos, y de ellas se puede obtener un buen
vino con un gasto aproximado de treinta veces superior a aquel que costaría obtener
uno igual de bueno en el extranjero. ¿Sería razonable la ley que prohibiera importar
todos los vinos extranjeros con el solo objeto de fomentar la producción de vino tinto
y borgoña en Escocia? Y si fuera evidentemente absurdo dedicar a un empleo treinta
veces más capital y trabajo del país del que sería necesario para una cantidad igual de
las mercancías deseadas de países extranjeros, también lo será, no tan evidente, pero
sí de la misma clase, dedicar a un empleo como éste un treintavo más de cualquiera
de ellos. Que las ventajas que un país tiene sobre otro sean naturales o adquiridas no
importa nada a este respecto. Mientras uno de los países las tenga y otro carezca de ellas,
será siempre más ventajoso para el último comprar del primero que producir para sí.
La ventaja que tiene un artífice sobre su vecino que se dedica a otro oficio, no es sino
una ventaja adquirida, y, sin embargo, ambos encuentran más ventajoso comprarse sus
mercancías respectivas que hacer aquello que no pertenece a sus oficios individuales.7
Siempre será máxima constante en cualquier prudente padre de familia no hacer en casa
lo que cuesta más caro que comprarlo. El sastre, por esta razón, no hace zapatos para
sí y para su familia, sino que los encomienda al zapatero... Lo que es prudente en el
7 Ibidem.
66
gobierno de una familia particular, rara vez deja de serlo en la conducta de un gran
reino... Cuando un país extranjero nos puede ofrecer una mercancía en condiciones
más baratas que nosotros podemos hacer, será mejor comprarla que producirla, dan-
do por ello parte del producto de actividad económica y dejando a ésta emplearse en
aquellas ramas en que saque ventaja el extranjero.8
8 Ibidem.
67
ducir y exportar preferentemente aquellos bienes que requieran un volumen
relativamente alto de mano de obra, a cambio de los productos de la tierra o
de mayor concentración de capital.
Por último, la tecnología, o know how como dicen los de habla inglesa,
producto de los inventos y del trabajo calificado, también figura entre los fac-
tores que hacen atractiva la especialización y la división internacional del trabajo
entre los países que intercambian mercancías. Aunque teóricamente se reconoce
que a la larga cualquier país puede lograr una mayor capitalización y adquirir las
condiciones técnicas y administrativas para producir cualquier artículo con me-
jores rendimientos, lo cierto es que en un momento determinado se presentan
notorias diferencias en cómo producir los bienes económicos como consecuencia
de la diferente dotación de equipo y de mano de obra adiestrada. A este respecto
es de mencionarse la habilidad de Japón, India y China en la manufactura de
textiles de seda o de algodón; de Estados Unidos en la producción de automó-
viles, aviones y otros bienes de capital; Inglaterra en manufacturas de lana y
motores de propulsión; Alemania en la fabricación de aparatos fotográficos
y ópticos; así como Francia en la elaboración de perfumes y vinos.
Argentina 40 20 2T = 1 C
Brasil 20 40 1T = 2 C
Prod. total
en aislamiento 60 60
Prod. con división
de trabajo 80 80
Ganancia global 20 20
68
La tecnología, aunada a la experiencia y al equipo de capital acumulado por
muchos años en algunos de estos países, explica que dispongan de ciertas
ventajas en la comercialización de algunas mercancías a cambio de otras, para
las cuales no han estado tan bien dotados. Cabe aclarar que Smith enfatizó sobre
las diferencias o ventajas absolutas de costos. Éste es el caso cuando dos paí-
ses A y B producen dos mercancías cada uno, sólo que el primero tiene ven-
taja absoluta de costos sobre el segundo en la producción de una de las
mercancías, mientras que el segundo tiene ventaja absoluta de costos sobre el
primer país en la producción de otra mercancía.
Un ejemplo de diferencias absolutas de costos y ventajas de la división in-
ternacional del trabajo es el siguiente:
Producción
Países Costo Total
Trigo Café
Argentina 10 días 20 10
Brasil 10 días 10 20
69
Este mismo caso de diferencias absolutas de costos lo podemos exponer
en la forma siguiente:
Conforme al ejemplo anterior, Argentina tiene costos absolutos más bajos en
la producción de trigo, en tanto que Brasil los tiene en la producción de café. En
caso de no haber intercambio entre ambos países, cada uno producirá las dos
mercancías. De ser así, en Argentina 20 unidades de trigo se cambiarían por 10
de café, y en Brasil 10 unidades de trigo por 20 de café. Pero si se inicia el co-
mercio entre esos dos países es de esperarse que Argentina se especialice en la pro-
ducción de trigo y Brasil en la de café. De esta manera Argentina resultará
beneficiada si puede obtener 10 unidades de café por menos de 20 unidades de
trigo, y Brasil si puede obtener (¿o dar?) 20 de café por más de 5 unidades de trigo.
En consecuencia, la relación real de intercambio (eliminación de los decimales)
puede ser entre 10 de café por 6 de trigo y entre 10 de café por 19 de trigo, siendo
la primera ventajosa para Argentina y la segunda para Brasil.
De lo anterior se concluye que cuando haya diferencias absolutas de costos
será ventajoso el comercio internacional, especializándose cada país en producir
la mercancía en donde sus costos sean más bajos o su ventaja mayor. Así pues,
la relación de costos de cada país determinará los límites dentro de los cuales
puede variar la relación de intercambio.
Si incorporamos el uso del dinero, tenemos el siguiente caso de diferencias
absolutas de costos con salario diario:
Trigo Café
Costo Salario Salarios
Países Produc- Costo Produc- Costo
trabajo diario totales
ción unitario ción unitario
En el cuadro anterior, Argentina, aun con un salario más alto, tiene suficiente
ventaja en la producción de trigo a menor costo que Brasil. Con el costo
70
monetario surge cierta relación de intercambio: 10 unidades de café por 6.67
de trigo, ya que 10 unidades de café cuestan 10 pesos y esta cantidad sirve para
comprar exactamente 6.67 unidades de trigo.
Supongamos ahora que se invierte la situación en cuanto a salarios, en don-
de éstos son más elevados en Brasil que en Argentina:
Trigo Café
Costo Salario Salarios
Países Produc- Costo Produc- Costo
trabajo diario totales
ción unitario ción unitario
David Ricardo
Economista inglés de origen judío (1772-1823), quien enfatizó sobre las ven-
tajas comparativas como la causa fundamental del intercambio de mercancías
entre países.
De conformidad con la teoría de Smith el comercio internacional sólo
es beneficioso cuando un país tiene una ventaja absoluta sobre otro en
la producción de un bien económico y una desventaja absoluta sobre otro
en la producción de otro artículo. Esto quiere decir que si un país es más
71
eficiente que otro en todas las ramas productivas ¿no le reportaría beneficio
alguno el comercio? Si este fuera el caso, países como Estados Unidos de
Norteamérica, Alemania o Japón no intercambiarían productos o sus volúme-
nes de comercio serían insignificantes. Más aún, si el nivel absoluto de la eficiencia
productiva fuera el único factor determinante que hiciera lucrativo el comer-
cio entre países, entonces habría en la práctica muy pocos bienes que impor-
tarían estos países, puesto que los podrían producir con mayor eficiencia por
sí mismos.
Fue David Ricardo quien en su obra Principios de economía política y tributación
hizo los correspondientes refinamientos a la teoría de Smith para sostener que
el comercio internacional no dependía únicamente de ventajas absolutas, sino
también de ventajas comparativas.
Para ilustrar mejor este principio de David Ricardo sobre las ventajas com-
parativas, veamos el siguiente ejemplo: Si en una localidad hubiera un destacado
abogado que fuera también un hábil mecanógrafo, ¿se podría pensar que él
mismo escribiría sus trabajos a máquina? Seguramente que no, aun teniendo
ventaja como mecanógrafo sobre todas las demás personas que escriben a
máquina, ya que su capacidad adquirida como abogado le otorga una mayor
ventaja. De manera que en lugar de utilizar su tiempo para escribir a máquina,
racionalmente se dedicará a especializarse y ejercer su profesión de abogado
y emplear a otra persona como mecanógrafa.
Este mismo principio es totalmente aplicable al comercio internacional.
Supongamos que Francia es dos veces más eficiente que Inglaterra en la pro-
ducción de ropa, pero es cinco veces más eficiente en la producción de per-
fumes; siendo este el caso, será ventajoso para Francia especializarse en la
producción de perfumes y adquirir la ropa de Inglaterra. Es fácil concluir que
este procedimiento de intercambio comercial resulta ventajoso para Francia aun
cuando sea dos veces más eficiente que Inglaterra en la producción de ropa,
pero como la ventaja en la producción de perfumes es aún mayor, su ingreso
real total resulta mayor al especializarse en la producción de perfumes en lu-
gar de producir ropa.
En materia de comercio interior, David Ricardo partió de la premisa de que
había una movilidad perfecta de factores productivos en el interior de un país
y nula movilidad de dichos factores entre países, lo que lo llevó a concluir que:
a la larga, las proporciones en que se cambian las mercancías dentro de un país
72
determinado están regidas por sus costos-trabajo”. Pero en cuanto al intercam-
bio de mercancías entre países, éste se debe a la “ley de los costos compara-
tivos”, la cual Ricardo resumió en los siguientes términos: “siempre que dos
países produzcan mercancías a un costo (en trabajo) relativamente diferentes,
será ventajoso para ambos especializarse en la producción de aquellos cuyos
costos sean relativamente más bajos”.
Veamos en seguida un ejemplo de comercio dentro de un país bajo con-
diciones de perfecta movilidad de fuerza de trabajo y capital presentado por
el profesor Ellsworth.9
Paño Queso
9 David Ricardo, Principles of political economy and traxation, Gunner, 1919, citado por P. T.
73
Ahora bien, de acuerdo con la experiencia y la realidad de los hechos, aún
dentro de un mismo país los factores productivos están muy lejos de tener
una perfecta movilidad, lo que origina ciertas diferencias en los ingresos per
cápita y en la productividad. Si esto es cierto en un solo país, es aún mayor
la inmovilidad de factores productivos entre países. Por ejemplo, es bastan-
te comprensible que las diferencias de idiomas, de costumbres y el apego a
la tierra de origen sean factores determinantes que obstaculizan o limitan la
movilidad internacional de factores productivos. Aparte de estas restriccio-
nes naturales, se presentan factores de naturaleza un tanto artificial estable-
cidos por los Estados nacionales de acuerdo con sus propios intereses de
política económica. Como resultado de estos obstáculos al libre movimiento
de los factores productivos, principalmente de mano de obra y de capital,
es por lo que unos países son más eficientes que otros en la actividad pro-
ductiva. Y fue precisamente David Ricardo, y no otro investigador, quien
opinó que entre el comercio interior y el exterior se presentaba una situación
totalmente distinta.
La norma que rige el valor relativo de las mercancías en un país no gobierna el valor
relativo de las que se cambian entre dos o más países... La cantidad que Portugal dará
a cambio del paño de Inglaterra no está determinada por las cantidades respectivas de
trabajo dedicadas a la producción de cada uno, como sería el caso si ambas mercancías
se fabricaran en Inglaterra o ambas en Portugal.10
Para dejar más claro este asunto, David Ricardo agregó que: “A este respecto,
la diferencia entre un solo país y muchos se explica con facilidad, consideran-
do la dificultad con que se mueve el capital de un país a otro en busca de
empleo más lucrativo, y la actividad con que pasa invariablemente de una
provincia a otra del mismo país”.11
10 Ibidem.
11 Ibidem.
74
Aplicando el ejemplo anterior al comercio entre dos países, tenemos:
Paño Vino
75
Según Ricardo, con estas variables no sólo se determina la producción de
los bienes económicos, sino también la distribución del producto. Congruen-
te con este modelo y con estas variables, Ricardo considera en su análisis a tres
clases sociales: los trabajadores, los terratenientes y los capitalistas industriales.
Los primeros reciben un salario, los segundos reciben una renta y los terce-
ros reciben una ganancia.
Para Ricardo, cada una de estas clases desempeñaba un papel diferente: Los
trabajadores son los únicos creadores del producto social; los propietarios de
la tierra constituyen el sector parasitario y los capitalistas industriales represen-
tan la clase más dinámica del desarrollo económico, en la medida en que de-
dican buena parte de su ingreso a la acumulación de capital.
Con la siguiente fórmula, David Ricardo, siguiendo la tesis original de Adam
Smith, trató de demostrar su postulado de que el trabajo es el que realmente
crea la riqueza de una sociedad: Y=f (K,T,L,S), la cual expresa que el nivel de
ingreso (Y) está determinado por la acumulación de capital (K), por el cultivo
de la tierra (T), por la fuerza del trabajo (L) y por la tecnología existente (S).
Si convenimos en que la cantidad y calidad de los recursos naturales (T) es algo
dado y el capital, así como la tecnología empleada, son en definitiva trabajo
social acumulado en bienes de producción, se obtiene finalmente la fórmula
sintetizada: Y=f (Lw), en donde la w representa la productividad media de la
fuerza del trabajo. Y como dicha productividad está determinada fundamental-
mente por la dotación de capital y por la técnica aplicada, se concluye que en
última instancia es el trabajo humano la fuente del valor y del progreso social.
Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill, se incluyen en la lista de economistas clásicos
a Thomas Malthus, Robert Torrens, Nassau Senior, John McCulloch, James Mill, Jeremy
Bentham y John Elliot Cairnes.
76
destacada obra fue titulada Principios de economía política, con algunas de sus
aplicaciones a la filosofía social, publicada en 1848.
Independientemente de que este autor clásico reformó e hizo algunos re-
finamientos a las teorías de Hume, de Smith y de Ricardo, su principal apor-
tación se conoce como “la teoría de la demanda recíproca”, también llamada
“ecuación de la demanda internacional”.
Mill expuso nuevamente el principio ricardiano de los costos comparativos
de una manera más clara. De igual forma explicó con mayor claridad la na-
turaleza de los beneficios que se derivan del comercio internacional. Sobre este
particular, Mill consideró que el principal beneficio o utilidad del intercambio
comercial se deriva del hecho de que los países adquieren mercancías de otros
países que no podrían producir en lo absoluto o sólo a un costo más elevado
y cuestionó la opinión generalizada de que el mayor beneficio del comercio
internacional consiste en disponer de un mercado para las exportaciones de un
país en un momento determinado.
Con sus propias palabras sobre este punto, Mill expuso lo siguiente:
Un extenso mercado para sus productos, un consumo abundante para sus géneros, una
salida para su excedente; tales son las fases en las que se ha acostumbrado designar la
utilidad y conveniencia del comercio con países extranjeros. Esto se comprende fácilmen-
te si tenemos en cuenta que hasta ahora los que hacen y guían la opinión en las cuestio-
nes mercantiles han sido siempre las clases vendedoras. Es ciertamente una reliquia de
la teoría mercantil. La idea de que sólo el dinero es riqueza falleció hace ya tiempo, pero
ha dejado tras de sí una buena parte de su progenie, e incluso el que la destruyó, Adam
Smith, retuvo algunas opiniones a las que es imposible encontrar otro origen. La teoría
de Adam Smith sobre la utilidad del comercio exterior era que ofrecía una salida para
el excedente de la producción de un país y permitía reponer con beneficio una parte del
capital mismo. Estas expresiones sugieren ideas compatibles con una clara concepción
de los fenómenos. La expresión excedente de producción, parece significar que un país
se encuentra obligado a producir las telas o el trigo que exporta; de tal manera que, si
no se necesitara y consumiera en algún otro sitio la parte que no se consume en el país,
ésta se convertiría en pura pérdida, o, si no se produjera, permanecería ociosa la parte co-
rrespondiente del capital, y la masa de producción del país se disminuiría otro tanto. Cual-
quiera de estos dos supuestos serían completamente erróneos. El país no produce un
artículo exportable en mayor cantidad de la que necesita para su propio consumo por-
que está obligado a ello, sino como la forma más económica de abastecerse de otras cosas.
77
Si se le impidiera exportar este excedente, cesaría de producirlo, y no podría ya importar
nada, porque no podría dar un equivalente a cambio; pero el trabajo y el capital que habían
estado empleando en producir con vistas a la exportación, encontrarían empleo en
producir aquellos objetos que antes se traían del extranjero; o, si algunos de ellos no pu-
dieran producirse, en producir sucedáneos de los mismos.13
supuso que la cantidad de mercancías producidas en cada uno de los países era cons-
tante, usando como variable el costo en días de trabajo. Así, su exposición está hecha
en términos de costos comparativos. Mill, en cambio, supone como constante el costo-
trabajo, usando como variable la producción de las dos mercancías en los dos países.
Su exposición está hecha en términos de ventaja comparativa o efectividad relativa del
trabajo.14
Es por eso que para subsanar esta deficiencia, Mill elaboró su “teoría de la
demanda recíproca”, que se explica con el siguiente ejemplo, similar al de
Ricardo:
Inglaterra 10 15
Alemania 10 20
13 John Stuart Mill, Principios de economía política, FCE, México, 1942, libro III, cap. XVII.
14 P.T. Ellsworth, op. cit.
78
De acuerdo con Ellsworth,
Pa x Qa = Pb x Qb
Qa Pb
=
Qb Pa
En donde:
P = precio
Q = cantidad
a y b = mercancías
15 Ibidem.
16 Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
79
De las igualdades anteriores se derivan las siguientes ecuaciones:
Asimismo:
cantidad que se ofrece de b
= al precio de a en términos de b
cantidad que se ofrece de a
De tal manera que al variar la demanda de cualquier país se alterará la rela-
ción de cambio y si ésta se modifica también se modificarán las cantidades de
mercancías intercambiadas hasta restablecer el equilibrio.
Por lo cual, Mill concluye que dentro de los límites que establecen las con-
diciones de costos comparativos, la proporción o relación efectiva en que se
cambian las mercancías depende de la fuerza y elasticidad de la demanda de
cada país por el producto del otro, o sea, debido a la demanda recíproca.
En sus propias palabras, Mill señala:
Por tanto, puede darse por sentado, que cuando dos países comercian entre sí en dos
mercancías, el valor de cambio de éstas entre sí se ajustará a los gustos y circunstancias
de los consumidores de ambas partes, de tal manera que las cantidades que requiera cada
país de los artículos que importe de su vecino, bastarán exactamente para pagarse
mutuamente.17
17 Ibidem.
80
manda recíproca; y decir que el valor se ajustará de manera a igualar la demanda
y la oferta es, en realidad, decir que se ajustará de tal manera que iguale la
demanda de una parte con la demanda de la otra.18
David Hume
18 Ibidem.
19 David Hume, Essay of the balance of trade, citado por P.T. Ellsworsth, op. cit.
81
balanzas comerciales. Junto con su teoría cuantitativa del dinero expuso las
causas de los movimientos de metálico en relación con los movimientos de los
precios. Ellsworth, siguiendo la teoría de Hume sobre los precios y el movi-
miento de metálico infiere que,
en todos los países los precios están determinados por la cantidad de dinero; los precios
de todos los países son interdependientes —un país de precios bajos puede eliminar
del mercado a un país de precios altos vendiendo más barato—; esta eliminación lle-
vará a una afluencia de metálico al país de precios bajos, subiendo en él los precios y
bajando en el otro país.20
1) La teoría del liberalismo económico —laissez faire, laissez passer— que los
clásicos recogieron originalmente de los fisiócratas franceses se observa
ahora con más claridad que no es aplicable en todos los países ni en to-
dos los tiempos. El librecambio postulado por los clásicos en la segunda
mitad del siglo XVIII correspondió a un momento histórico en que Ingla-
terra era ya el país industrial más avanzado del mundo, gracias, entre otros
factores, a la revolución industrial encabezada principalmente por dicho
país, y desde luego también por el desarrollo de su flota naval.
20 Ibidem.
82
El ataque al proteccionismo lanzado por Smith y más tarde por Ricardo, coinci-
día totalmente con los intereses de los industriales ingleses, quienes deseaban
costos nacionales de producción más bajos y la apertura de mercados en el
exterior.21
Entonces, una de las condiciones sine qua non para aplicar una política de
libertad comercial es haber alcanzado un cierto nivel de desarrollo indus-
trial y por consecuencia una auténtica capacidad real de exportación.
Desafortunadamente, este no es el caso de muchos países del mundo
capitalista dependiente y subdesarrollado.
Cuando cambiaron esas condiciones favorables para Inglaterra, por ejem-
plo, cuando se independizaron de ella las trece colonias de Norteamérica
y por otra parte surgieron nuevos países industriales en Europa, ese mis-
mo país empezó a dejar de ser libre cambista, al grado de que ya en los
años de la gran depresión económica mundial de 1929 a 1933, recurrió
nuevamente a la implantación de medidas proteccionistas aduaneras y a
otros tipos de restricciones. De manera que la estafeta del librecambio la
recogió en su momento oportuno Estados Unidos de Norteamérica,
cuando este país ya reunía también condiciones de expansión económi-
ca a través del comercio exterior. Pero, asimismo, hay estudios que
demuestran fehacientemente que esta antigua colonia inglesa, en una
primera etapa, fincó su desarrollo económico, al igual que Alemania, en
el proteccionismo, y que finalmente, gracias a ello, pudo afianzar y con-
solidar su independencia política.
2) Los clásicos postularon el liberalismo económico en general y el libre
cambio en el comercio exterior, bajo el supuesto de competencia perfecta
y de un mercado también competitivo en el interior de cada país, tanto
de mercancías como de factores productivos. Al respecto, diremos que
en el siglo XIX, quizá se dieron las mejores condiciones de libre compe-
tencia, pero ya no en el siglo XX, cuando surgen y proliferan los monopo-
lios nacionales y transnacionales. Al grado de que a la fecha ningún país
capitalista opera en condiciones de libre competencia o bajo una economía
de mercado completamente, por la existencia cada vez mayor de los mo-
83
nopolios ya mencionados, como por la intervención del Estado para
regular y conducir más racionalmente la actividad económica nacional,
sobre todo a partir de los años 30, debido precisamente a los efectos per-
niciosos de la crisis de 1929 a 1933, propia del sistema capitalista ortodoxo.
3) La teoría clásica partió del supuesto simplista de que todos los países es-
taban en la misma posibilidad de comerciar bajo condiciones de igualdad
y de libre competencia, cuando lo normal en el sistema capitalista es pre-
cisamente lo contrario. En definitiva, está probado que la libertad de comer-
cio no opera entre países con desarrollo económico desigual, salvo que se
quiera favorecer a los países que ya de por sí tienen mayor ventaja compa-
rativa y de esa manera se propicie una mayor concentración de la riqueza
en unos cuantos países, en detrimento de la mayoría de naciones subdesarro-
lladas. Esto sería diferente si en realidad se busca con el comercio exterior
una mayor justicia económica internacional, principalmente con base en la
cláusula de la nación más favorecida.
4) La tesis de la división internacional del trabajo y la especialización que pro-
pugnaron los clásicos ignoró o pretendió ignorar la dinámica del cambio
socioeconómico. Esta concepción estática contradice los postulados mo-
dernos del desarrollo económico, que persiguen una mayor industrializa-
ción y en general una mayor diversificación de la estructura productiva.
El hecho de que un país tenga una desventaja comparativa en un momento
determinado no quiere decir que no pueda superar esta situación más
adelante con la disposición de mayores y mejores recursos productivos,
incluso, en un momento determinado un país puede pasar de una situa-
ción de desventaja comparativa a una ventaja comparativa, sobre todo
cuando se trata de las llamadas industrias jóvenes o incipientes.
5) Ahora bien, le diferencia en la dotación de recursos naturales, que origi-
nalmente puede dar a un país una ventaja comparativa, con las nuevas
tecnologías se pueden producir sustitutos sintéticos u otro tipo de suce-
dáneos, lo cual hace que la teoría de la especialización en la producción y
en el comercio exterior resulte cuestionada o ineficaz.
6) Además, la teoría clásica de la división internacional del trabajo y de la
especialización va en contra de las legítimas aspiraciones de los países
subdesarrollados, de superar su situación tradicional de ser productores
de materias primas para pasar a ser productores también de artículos
84
industrializados, que junto con un mayor desarrollo tecnológico aceleren
su proceso autónomo de acumulación de capital y con todo ello una
mayor independencia económica, que es uno de los objetivos torales en
todo sano desarrollo económico y social.
7) Uno de los supuestos demasiado simplistas, del cual partieron los teóri-
cos clásicos, fue el de considerar el intercambio comercial entre sólo dos
países, con sólo dos mercancías y bajo costos constantes, cuando la rea-
lidad del comercio exterior en todos los tiempos ha sido y es su multila-
teralidad, con participación de muchos productos y bajo costos variables.
8) Finalmente, uno de los aspectos más cuestionables de la teoría clásica es
el de haber supuesto el nivel de ocupación como algo dado. Es decir, con-
sideraron que bajo condiciones de libre competencia y a cualquier nivel
de ocupación se podía llegar a la óptima utilización de los recursos pro-
ductivos y de esa manera alcanzar una mayor productividad y producción,
cuando está probado históricamente que esto no se da en una economía
capitalista de libre empresa, en donde lo normal es que siempre hay
desempleo crónico e involuntario y también desperdicio de recursos
productivos.
85
V. LA TEORÍA NEOCLÁSICA DEL COMERCIO
INTERNACIONAL
86 86
La economía del bienestar, publicada en 1932, el último autor más destacado de
los neoclásicos.
1 J. B. Clark, Distribución de la riqueza, citado por Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
87
ganancia que percibía el capitalista no era producto de la explotación sino del
sacrificio que éste hacía al aportar su capital en el proceso productivo.
Debido al empuje de las teorías de la abstinencia de Senior y de los esfuer-
zos y esperas de Marshall, se considera que la justificación de la ganancia ad-
quiría relevancia en detrimento de la teoría del valor-trabajo, al grado de que
los neoclásicos se interesaron no tanto en la búsqueda y determinación del
origen del valor de los bienes económicos sino en los principios de la justicia
distributiva. Esto es, para esta corriente de pensamiento, el campo principal
de discusión ya no lo constituían las bases teóricas de las fuentes del valor sino
cómo y en qué medida lograr el reparto de dichos valores económicos, o sea,
las bases que deben normar la distribución del producto generado, que ya es
una función de la política económica.
Pero a estos nuevos planteamientos neoclásicos se oponía la teoría marxis-
ta, la cual sostenía que el trabajador, al pasar de productor independiente a la
condición de asalariado, sólo recibía una parte de lo que producía realmente
su fuerza de trabajo, dando lugar a lo que el propio Marx denominó la
plusvalía, o sea, la parte del trabajo no pagado por el capitalista propietario de
los medios de producción, lo que dio origen a dos clases sociales bien diferen-
ciadas: los asalariados y los capitalistas.
Sin embargo, de conformidad con el profesor Raúl Prebisch, Marx cons-
truyó su teoría de la plusvalía basado en las desigualdades distributivas del
capitalismo en el centro dinámico de aquellos tiempos que era Gran Bretaña,
pero no pudo predecir las contradicciones del capitalismo periférico.2
Pero los economistas neoclásicos, según Prebisch, “se dedicaron a demos-
trar la inconsistencia lógica de la teoría ricardiana del valor-trabajo, retomada
y profundizada después por Marx, con el siguiente argumento:
Dado que el trabajo no es homogéneo, es imposible medir el valor relativo de los bie-
nes, de unos bienes con respecto a otros, por las horas de trabajo contenido en ellos.
¿Cómo introducir las diferencias de calidad del trabajo, las diferencias de aportación al
proceso productivo? Pues valuándolos según las remuneraciones de las distintas calida-
des de este trabajo. ¿Y cómo se establecen estas diferentes remuneraciones de acuerdo con
la teoría de la plusvalía? Sencillamente, de acuerdo con el valor de los bienes que se produ-
88
cen. De ahí la impugnación neoclásica: por un lado, el valor representa el trabajo conte-
nido en los bienes; y, por otro, las diferentes clases de trabajo se miden relativamente por
el valor de esos bienes. Dicho en otros términos, el valor está determinado por el tra-
bajo y el trabajo se mide por el valor. 3
Por su parte, Torres Gaytán, al recoger y hacer suyas las tesis marxistas sobre
el valor-trabajo y la falsedad del capital como segundo factor creador de
valores económicos, sostiene:
que en economía los instrumentos de producción no son sino producto del trabajo
social anterior, que solo hacen productivo el trabajo actual de la sociedad, y que el capital
es una categoría histórica inherente a un régimen de producción (el capitalismo), en
tanto que los instrumentos de producción son producto del excedente económico e
inseparables de cualquier régimen de producción anterior o posterior al régimen de la
ganancia.4
Ante esta polémica que han desatado las corrientes contrapuestas del mar-
xismo y de los neoclásicos, podríamos tratar de llegar a un cierto punto de
conciliación, si admitimos que lo difícil es la medición propiamente del valor
de los bienes, pero se piensa que el origen del valor está en la fuerza de traba-
jo incorporado al producto generado.
Por otra parte, los neoclásicos estaban convencidos de que el equilibrio del
sistema económico se alcanzaba por el libre juego de las fuerzas del mercado,
atribuyéndole a las leyes de la oferta y la demanda y el lucro mismo de ser los
factores determinantes del buen funcionamiento de la economía capitalista.
Asimismo, para esta corriente de pensamiento, el factor precio era el verdadero
centro focal del sistema y el guía en las decisiones y acciones de los empresa-
rios, de los trabajadores y de los consumidores en general.
3 Ibidem.
4 Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
89
LAS TEORÍAS SUBJETIVA Y OBJETIVA SOBRE EL VALOR DE LOS BIENES ECONÓMICOS
Dentro de la corriente general neoclásica y en el último tercio del siglo XIX surge
la corriente de pensamiento conocida como marginalista, que desde un punto de
vista subjetivo trató de explicar el valor de los bienes económicos y el mecanismo
de la distribución de dichos bienes económicos. Los teóricos más representa-
tivos de esta corriente fueron William Stanley Jevons, Carl Menger y Leon Walras.
El marginalismo, propio de la escuela psicológica o matemática, surgió para
refutar principalmente las tesis del clasicismo y del marxismo sobre la teoría del
valor-trabajo, esto es, para combatir y si era posible sustituir a la teoría obje-
tiva del valor por la teoría subjetiva y su correspondiente de la productividad
marginal.
La cuestión central de ese tiempo era la interrogante de qué es lo que fija el
valor de los bienes que son objeto de intercambio.
Los objetivistas explican el valor de los bienes económicos desde el lado de
la oferta, o sea, de la producción; en cambio, los subjetivistas lo explican desde
el lado de la demanda, esto es desde el punto de vista psicológico, determinado
por la conducta del individuo. “El valor está dado independientemente de las
consideraciones subjetivas, dicen los objetivistas; el valor lo damos nosotros, dicen
los subjetivistas”.
Los marginalistas hacían depender el valor económico de los satisfactores
de la utilidad que tiene para el consumidor la última unidad disponible de
dicho satisfactor. El ejemplo más simple y conocido es el de la serie de vasos
con agua frente a un individuo sediento, en donde a partir del segundo vaso
tiende a bajar el valor y así sucesivamente hasta llegar a ser nulo e incluso tor-
narse perjudicial el último satisfactor. De acuerdo, pues, con esta teoría
marginalista, la conducta del consumidor se guiará por la abundancia o la
escasez del satisfactor, de tal manera que, contrario al caso de la disponibi-
lidad de varios vasos con agua, cuando el mismo individuo se encuentre en
medio de un desierto, una poca de agua, digamos medio vaso, tendrá ob-
viamente un alto valor subjetivo.
Para Menger, por ejemplo, “la utilidad es la capacidad de una cosa para ser
puesta en relación causal con una necesidad”. “Los individuos valoran los bienes
económicos porque los necesitan”. Así, una misma mercancía puede tener
diferente importancia o valor según las necesidades que vaya a satisfacer.
90
Stanley Jevons, un tanto hedonista, nos dice “que se valoran las mercancías
por el grado de placer o satisfacción o por el grado en que se disminuye el
dolor o la pena”.
Como se dijo, la teoría subjetiva marginalista también abordó lo relacionado
con la distribución del producto generado, que viene siendo una atribución de
la política económica, según la cual la distribución del ingreso depende de la
productividad marginal de los factores productivos que intervienen en la gene-
ración del producto respectivo. De esta manera —según los subjetivistas—, cada
factor de la producción percibe el equivalente a lo que ha aportado en el pro-
ceso productivo: la renta de la tierra, el salario del obrero, la tasa de interés del
capital en préstamo y la ganancia del empresario capitalista. Explicado así el fe-
nómeno de la distribución del ingreso por los marginalistas, “no hay tal explo-
tación del trabajador por parte del capitalista”.
91
sicos, el intercambio comercial se realiza entre varios países y con varios pro-
ductos.
Uno de los ejemplos más sencillos de demostrar la multilateralidad del comer-
cio lo representa la figura V.1, en donde se consideran varios países que produ-
cen diversos artículos cada uno, ordenándose para propósitos de intercambio en
función de sus costos relativos y bajo el supuesto de ventajas incomparables, o
sea, que cada región trabaja en artículos que no se producen en otra región :
FIGURA V.1
r e g ió n tr o p ic a l
↑
r e g ió n m in e r a
p iñ a p la ta
cacao p lo m o
p lá ta n o h ie rro
azúcar p e tró le o
c a fé co b re
trig o a u to s
p escad o re lo je s
cebada a p a ra to s e lé c tric o s
c e n te n o ro p a
m anzana c a lz a d o
r e g ió n te m p la d a r e g i ór n
e g i ón nd u s t r i a l
92
Costos variables: En lugar de los costos constantes de los teóricos clásicos, los
neoclásicos eliminan el supuesto de un solo factor e introducen los costos va-
riables y de oportunidad. Bien sabemos que la teoría del valor-trabajo desa-
rrollada primeramente por Smith, pero sobre todo por Ricardo, sostenía que
el valor de la producción dependía de ese único factor, en tanto que los
neoclásicos incorporan también el factor capital, más que nada para tratar de
justificar la ganancia capitalista. Y dentro de la corriente neoclásica fue el pro-
fesor Haberler quien introdujo su original instrumento gráfico conocido como
la curva de costos de oportunidad, por medio del cual se parte del supuesto
de un conjunto de factores que en un momento dado pueden ser combina-
dos de diferentes maneras, a fin de obtener costos y montos de producción
distintos entre los artículos sujetos a comercio internacional. Este esquema
analítico opera en forma marginal, esto es, el costo de oportunidad de pro-
ducir una unidad adicional de una mercancía x es la cantidad de mercancía z
que ha dejado de producirse por obtener la unidad adicional de mercancía x.
Haberler considera tres casos en cuanto a los costos de oportunidad o de
sustitución: costos de oportunidad constantes, crecientes y decrecientes.
Respecto a los costos de oportunidad constantes, se parte del supuesto de
que en un país, que emplea la totalidad de los factores productivos, sólo se
producen dos mercancías: ropa y trigo. (Véase la figura V.2)
T rig o
T2 FIGURA V.2
T1
T0
R2 R1 R0
R opa
T0
93
En esta curva de posibilidades de producción bajo condiciones de costos de
oportunidad constantes, los costos de oportunidad del trigo guardan relación con
la unidad de ropa que en un país tiene que dejar de producir para sustituirla
por la unidad de trigo. Como en este caso la supuesta “curva” se expresa en
línea recta, nos está indicando precisamente que los costos son constantes, ya
que la cantidad sacrificada de ropa por cada unidad de trigo es siempre la
misma. Más claro: para producir una cantidad de trigo de T0 a T1 , se tiene
que dejar de producir ropa por la cantidad de R0 a R1 y así sucesivamente.
Por lo que se refiere a los costos de oportunidad crecientes, el profesor
Haberler sostiene que éstos se comportan de esa manera en virtud de que no
todos los factores de la producción son igualmente eficientes en todos los
procesos productivos, puesto que algunos factores suelen ser más aptos para
ciertos tipos de producción que para otros.
En seguida exponemos en la figura V.3, el caso anterior (trigo y ropa):
FIGURA V.3
94
En esta curva de posibilidades de producción o costos de oportunidad cre-
cientes se parte del supuesto de una total especialización en trigo, con una
producción de 1000 toneladas.
Ahora bien, si parte de los trabajadores más hábiles en la producción de ropa
se le traspasa del sector agrícola a la manufactura de ropa, se dejarán de pro-
ducir 100 toneladas de trigo para producir 300 toneladas de ropa; a otra dis-
minución de 100 toneladas en la producción de trigo, corresponde un
incremento de 200 toneladas en la producción de ropa y así sucesivamente.
De tal manera que a medida que la curva de costos de oportunidad se mue-
ve a la derecha, cuando se sacrifican montos iguales en la producción de tri-
go, corresponden montos decrecientes de incremento en la producción de ropa.
Esto quiere decir que en términos de costos de oportunidad, los costos del trigo
en relación a los de la ropa son crecientes a medida que aumenta la produc-
ción de ropa y disminuye la producción de trigo, en tanto que los costos de
oportunidad decrecientes se explican de manera inversa, esto es, que la curva
tendría la forma convexa al origen en lugar de cóncava de los costos de opor-
tunidad crecientes.
95
el primero que esbozó un análisis de los factores que rigen los niveles relativos de los
salarios, los ingresos nominales y los precios de los diferentes países.
Dio por sentado que había una conexión entre los salarios de las industrias de ex-
portación con los salarios de las actividades que producían para el consumo interno,
para concluir que unos y otros estaban principalmente determinados por la eficacia pro-
ductiva del trabajo, la cual era en último extremo el factor decisivo que determinaba
la tendencia de los salarios a nivelarse entre los países por la competencia internacio-
nal y dentro de cada país por la movilidad de la mano de obra. En consecuencia, los
salarios en las industrias de exportación en cada país están regidos, además de la pro-
ductividad relativa que da la ventaja comparativa, por el estado de la demanda recíproca.5
Para Ellsworth:
5 Ibidem.
6 P. T. Ellsworth, op. cit.
7 Ibidem.
96
En lo referente a la tasa de interés, fue igualmente Senior uno de los prime-
ros en hacer hincapié en considerar al capital como otro factor de la produc-
ción, además del factor fuerza de trabajo. La tasa de interés es precisamente el
costo del capital en préstamo o bien puede ser un importante concepto de
gasto y por consecuencia, ser un elemento de costo cuando se requiere mucho
capital fijo, por ejemplo Ellsworth señala que: “la mera existencia del interés no
influirá en absoluto en el comercio internacional, si tanto las tasas de interés como
la proporción entre capital y mano de obra en cada industria fuesen iguales en todo
el mercado”.8
Así pues, la tasa de interés es un elemento más que forma parte del comer-
cio internacional, principalmente cuando su incidencia es diferente en los paí-
ses y en cada una de las mercancías.
8 Ibidem.
97
1) En el aspecto meramente productivo, los neoclásicos centraron sus tesis
de acuerdo con el supuesto fundamental de que el principio económico
consiste en obtener el máximo producto neto con una dotación dada de
recursos productivos.
2) Para los neoclásicos la cuestión a resolver era la de cómo conceder la ma-
yor libertad a los empresarios en sus decisiones de producción, a los
trabajadores el salario que más les estimulara para el trabajo y a los con-
sumidores sus preferencias particulares.
3) La corriente neoclásica tuvo en el precio al guía en las decisiones tanto de
los empresarios como de los asalariados y de los consumidores.
4) Según los pensadores neoclásicos, las leyes de la oferta y la demanda, por
un lado, y el lucro o ganancia , por el otro, eran los factores determinan-
tes del buen funcionamiento del sistema capitalista.
5) Asimismo, los neoclásicos reafirmaron a los clásicos al sostener que el
equilibrio del sistema se alcanzaba automáticamente, gracias a la libre
competencia y al libre juego de las fuerzas del mercado.
6) Las teorías neoclásicas invocan al mercado como el mecanismo espon-
táneo de asignación de recursos de capital y demás recursos productivos,
en función de la demanda y siempre que la competencia funcione correc-
tamente.
7) Los neoclásicos niegan enfáticamente la exclusividad del trabajo como
generador de valores económicos e incorporan al capital y a la tierra
como otros factores productivos que merecen remuneración, para lle-
gar con Haberler a los costos de oportunidad o de sustitución y a una
teoría general del precio.
8) El enfoque neoclásico es marginalista tanto en lo referente a la produc-
ción como a la distribución del producto generado.
9) Con excepción hecha de Walras, Pareto, Cassel y Ohlin, el análisis empleado
por los neoclásicos, sobre todo ingleses, estaba básicamente orientado a
lograr el equilibrio parcial de la empresa, esto es, con un enfoque preferen-
cial sobre la teoría de la empresa privada y del consumidor individual.
10) En materia de producción y distribución, uno de los aportes neoclásicos
más significativos fue atribuirle eficacia al precio como factor decisivo para
lograr una asignación más racional a los recursos productivos.
98
11) Por último, de acuerdo con los neoclásicos, el sistema económico a largo
plazo solo pierde su equilibrio por factores friccionales o cíclicos, conclu-
yendo por consecuencia, que no hay propiamente desempleo involuntario
de mano de obra, sino desempleo voluntario para aquellos trabajadores
que no aceptan el salario corriente.
Estos dos economistas suecos, aunque se distinguieron por haber hecho im-
portantes aportaciones a la teoría del comercio internacional, también se les
comprende dentro del amplio grupo de pensadores neoclásicos. Lo que sí es
de justicia elemental es darles un tratamiento por separado, al analizar aquí lo
más relevante de sus aportaciones, sobre todo aquella que consistió en haber
incorporado la teoría del comercio internacional a la teoría del equilibrio
económico general, a partir de las tesis originales de Leon Walras* . Además,
es oportuno señalar que Heckscher y su destacado discípulo Ohlin se signifi-
caron por haber contradicho la teoría ricardiana de los costos comparativos,
aunque a la vez coincidieron con Smith al sostener que el comercio internacional
debe explicarse por el fundamento mismo de dichos costos que le dan la
diferente dotación de los factores o recursos productivos.
La teoría del equilibrio económico general. Esta teoría tiene su fundamento en la in-
terdependencia mutua de los diferentes elementos que componen un sistema eco-
nómico, sin que haya prioridad en alguno de ellos. Todos estos elementos o
variables económicas forman un complejo de fuerzas que se interinfluyen y se
determinan recíprocamente en forma circular. Así, los precios de las mercancías,
de los factores productivos, los ingresos de los consumidores, el monto de las in-
versiones, el volumen del comercio exterior, etcétera, forman una estructura
socioeconómica, en donde, según Ellsworth, “todo depende de todos los demás”.9
* Leon Walras, economista suizo, nació en 1834 en la ciudad de Evreux y falleció en 1910
en la ciudad de Clarens. Fue fundador de la famosa Escuela de Lausana. Además fue de los
marginalistas que aplicaron las matemáticas en sus estudios económicos.
9 Ibidem.
99
Vale aclarar que esta teoría del equilibrio económico general la retomaron
Heckscher y Ohlin de los trabajos elaborados antes, no sólo por Walras, sino
también por Pareto y Gustavo Cassel, para aplicarlas al comercio internacio-
nal en varios mercados interrelacionados, al suponer que todas las ofertas y
demandas de bienes y servicios determinan el precio de equilibrio bajo con-
diciones de libre competencia.
Dentro de esta teoría del equilibrio aplicada al comercio internacional, es-
tos dos economistas suecos se plantearon la interrogante de por qué varían los
precios en dos regiones o países. Para ellos, “los precios de las mercancías y
de los factores productivos están determinados en cada región y en cualquier
momento por la demanda de mercancías y la posibilidad de producirlas”, que
en términos de la teoría clásica y neoclásica es lo mismo que por la libre acción
de la oferta y la demanda.
Para tratar de explicar de manera más simple y esquemática este fenómeno
económico, Ellsworth utiliza el símil del sistema solar, en donde los diferentes ele-
mentos que componen un sistema económico guardan un equilibrio dinámico por
la acción circular de sus causas y efectos recíprocos, o como él mismo lo dice:
Alfred Marshall, por su parte, usó una analogía que se considera todavía más
sencilla para explicar la teoría del equilibrio económico general: “Un recipien-
te lleno de balines de acero, en donde la posición de cada uno está determi-
nada por la de todos los demás en una acción recíproca”.11
Cabe aclarar que esta teoría del equilibrio económico general supone con-
diciones de competencia perfecta, dotación fija de factores productivos y
empleo total de los mismos, plena movilidad de los factores en el interior de
cada país y nula movilidad de los mismos entre países.
10 Ibidem.
Alfred Marshall, Money, credit and commerce, citado por P. T. Ellsworth en su libro
11
100
Podríamos concluir diciendo que si bien los neoclásicos ingleses trataron,
efectivamente, de acercar el modelo clásico a la realidad, en su análisis se inte-
resaron por explicar el equilibrio parcial. En cambio los neoclásicos del con-
tinente europeo como Walras y Pareto se empeñaron por exponer una teoría
del equilibrio aplicable a todos los aspectos de la economía. Y el mérito de
Heckscher y Ohlin consistió, en todo caso, en incorporar la teoría del comer-
cio internacional a la teoría del equilibrio económico general.
101
general intervienen factores monopólicos y el poder de negociación de los
gobiernos de países de mayor desarrollo económico, que ejercen su hegemo-
nía en todos los órdenes con los países de menor desarrollo.
102
De igual manera este autor no está de acuerdo con los supuestos clásicos sobre
los costos-trabajo, los costos constantes y con el intercambio de sólo dos mer-
cancías.
Pero, por otra parte, Ohlin coincide con Adam Smith en la teoría de la es-
pecialización, tanto a nivel individual como regional e internacional, cuando
afirma por ejemplo que “alguien será más apto como artesano que como mú-
sico”, debido a la diferencia de habilidad o de recursos.
En lo referente a los aspectos monetarios del comercio internacional, este
autor sostiene que la causa fundamental del intercambio de mercancías entre
diferentes regiones o países es la diferencia de precios relativos. Para Ohlin, el
comercio internacional es un fenómeno de precio.
Por último, cabe señalar que otra de las aportaciones relevantes que hizo Ohlin
a la teoría del comercio internacional consiste en el manejo del tipo de cam-
bio para orientar en un sentido o en otro las relaciones comerciales entre dos
países. Así por ejemplo, nos dice que un país X puede producir varios artícu-
los a costos menores respecto de otro país Z, de tal suerte que induciría al país
Z a tratar de adquirirlos del país X, lo cual en la práctica resulta ilusorio o im-
posible de realizar. En este caso —según Ohlin—, lo que podría hacer el país
Z es modificar su tipo de cambio, hasta el punto en que los precios de las mer-
cancías del país X resultaran más altos, con lo cual se detendría la tendencia an-
terior del movimiento comercial o incluso tomar un giro contrario.
103
distribución basada en la utilidad y productividad marginal, respectiva-
mente. A la fecha, salvo teóricos del capitalismo ortodoxo, ya nadie le
concede mayor crédito a esta concepción marginalista del valor de los
bienes económicos y de la distribución del ingreso generado.
2) Consecuente con lo expuesto en el punto anterior, ha quedado bien cla-
ro que los costos de oportunidad de Haberler y el enfoque marginalista
de Jevons, Menger, Walras y Pareto son útiles fundamentalmente para los
intereses de la empresa privada capitalista, no así para los propósitos de
la economía política y del desarrollo económico y social como un todo.
3) La teoría del precio como regulador económico y como centro de la
escena del sistema capitalista, sólo puede tener validez teórica bajo con-
diciones de libre competencia, situación que ha quedado desvirtuada
desde hace mucho tiempo con la aparición de los monopolios y la inter-
vención del Estado en la economía.
4) Mientras que el método de análisis del equilibrio global de la economía
utiliza variables macroeconómicas, en el análisis del equilibrio parcial de
los neoclásicos sólo se utilizan variables microeconómicas de interés par-
ticular o limitado a la empresa privada capitalista.
5) La ganancia que postulan los neoclásicos como la justa retribución del
capital no excluye el hecho comprobado históricamente de que los
empresarios, en su afán de lucro desmedido provocan los desequilibrios
y la inequidad en la retribución de los demás factores productivos y par-
ticularmente de la fuerza de trabajo, para desembocar finalmente en las
crisis periódicas y recurrentes del sistema capitalista.
6) Volviendo a la teoría marginalista del valor, se considera que la escasez por
sí sola no crea valores económicos, aunque con ella se ocasione un aumen-
to especulativo y transitorio de precios, sino que es en la producción cuando
se crea el valor de los bienes, por la acción e incorporación de la fuerza de
trabajo en el proceso productivo.
104
1) Las teorías neoclásicas ignoran la estructura social y la diversidad de
elementos que se conjugan en el desarrollo, además de los meramente
económicos.
2) Además de prescindir de elementos fundamentales de la realidad, las teo-
rías neoclásicas sostienen que si se deja actuar libremente a las leyes del
mercado, sin interferencia alguna del Estado, el sistema tiende a un equili-
brio en el que la distribución del ingreso correspondería a la aportación de
cada cual en el proceso productivo. Según Prebisch, nada más ajeno es todo
esto al funcionamiento del capitalismo periférico.
3) Los neoclásicos no sólo denuncian la interferencia del Estado sino su
tendencia a la hipertrofia. Pero no paran mientes en que esta hipertrofia
es en gran parte una excrecencia del mismo sistema, esto es, de sus fallas
fundamentales de origen.
4) Finalmente, en opinión de este autor latinoamericano, las teorías neoclá-
sicas se empeñan en desconocer las disparidades estructurales que tienden
al estrangulamiento externo de la periferia, así como el juego de relaciones
de poder que tanto influye en el proceso distributivo internacional bajo el
signo de la hegemonía de los centros, sobre todo del centro principal del
capitalismo: Estados Unidos de Norteamérica.
105
VI. EL ENFOQUE MACROECONÓMICO DE KEYNES
Y EL COMERCIO INTERNACIONAL
¿QUIÉN ES KEYNES? *
* Los principales datos sobre este autor fueron recabados del Diccionario de Economía,
cuyos autores son Arthur Seldon y F.G. Pennance, Alhambra Mexicana, 1981.
106 106
Se ha podido saber que, inspirado en las ideas de Sir Dennis Robertson,
Keynes escribió en 1930 una de sus primeras obras titulada Treatise on Money,
con cierta influencia neoclásica, la cual antecedió a su obra cumbre titulada en
español Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, publicada en 1936.
A raíz de la Segunda Guerra Mundial, Keynes ingresó nuevamente en el
Tesoro de la Gran Bretaña. En 1942 fue nombrado par en reconocimiento a
sus relevantes servicios académicos y públicos.
Antes de fallecer, formó parte de la delegación inglesa a la Conferencia
Monetaria y Financiera de Bretton Woods, que se llevó a cabo del 1º al 22 de
julio de 1944, ocasión en que presentó su famoso Plan Keynes que proponía
la creación de una Unión Internacional de Compensación y una moneda inter-
nacional que se llamaría BANCOR, en contraposición al Plan White presentado por
el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica y que proponía la creación
del Fondo Internacional de Estabilización, con aportaciones en oro y divisas-
oro y una unidad de cuenta internacional que habría de llamarse UNITAS,
equivalente a 10 dólares .
107
y en el comercio de mercancías, dando por resultado que el sistema capitalista
de libre empresa se consolidara, acorde, sobre todo, con las tesis en boga de
la corriente neoclásica. Y fueron estas ideas las que en una primera etapa in-
fluyeron en sus iniciales trabajos teóricos, como es el caso de su Tratado sobre
moneda, publicado en 1930, justo cuando Keynes todavía no observaba a con-
ciencia los verdaderos alcances y efectos de la Gran depresión económica que
siguió al crac financiero, caracterizado por el desplome estrepitoso de la Bolsa
de Valores de Nueva York en octubre de 1929.
Junto con las teorías neoclásicas preponderantes y la propia dinámica irra-
cional del sistema económico de libre empresa o de mercado, contribuyeron
algunos otros factores económicos, políticos, ideológicos y psicológicos, prin-
cipalmente a partir de la década de los años veinte, en la desembocadura de
lo que habría de ser hasta esa fecha la más seria crisis económica del sistema
capitalista de producción.
En el terreno meramente productivo, los signos eran tan alentadores que la
industria automotriz, por ejemplo, de unos siete mil automóviles que produ-
cía a principios del presente siglo, pasó a producir más de 25 mil unidades
automotrices por año en la década de veinte. En otros aspectos y de acuerdo
con Robert L. Heilbroner, citado por Torres Gaytán,
1 Robert L. Heilbroner, Vida y doctrina de los grandes economistas, Aguilar, Madrid, España,
1964.
2 Ibidem.
108
Por su parte, el presidente Calvin Coolidge llegó a decir ante el Parlamento
de Estados Unidos en 1928: “Jamás ha habido un Parlamento en los Estados
Unidos de América que, al analizar la situación de la Unión, tuviera una pers-
pectiva más favorable que hoy. En el país reina la tranquilidad y el contento, una
relación armónica entre capitalistas y asalariados, no hay luchas por los salarios
y tenemos el máximo grado de prosperidad”.3
Sobre esta psicosis de prosperidad, el señor Schab, presidente en ese enton-
ces de la Bethelhem Steel Corporation, expresó: “Digo con toda convicción
que se han puesto los cimientos sobre los cuales puede desarrollarse una pros-
peridad que excederá todo lo que hemos conocido hasta ahora”.4
Con todos estos factores, enumerados sucintamente, se considera que es-
taban puestas las bases para que se produjera el derrumbe del sistema capita-
lista de libre empresa, a partir de la Gran depresión económica de 1929-1933,
y que Keynes, con su Teoría general vino a cuestionar y a modificar tanto en la teoría
como en la práctica, o sea, en la aplicación de las políticas económicas.
Ha quedado perfectamente claro, tanto para sus seguidores como para sus opo-
sitores, que este destacado autor inglés vino a romper abiertamente con la hasta
entonces predominante corriente clásica y neoclásica en materia de teoría econó-
mica, lo que para muchos pensadores economistas constituyó una verdadera
revolución en el pensamiento económico a partir de 1936 hasta la fecha.
La mayor preocupación de Keynes como economista de su tiempo fue la de
promover la actividad económica y con ello un mayor empleo en el sistema
capitalista, dada la ostensible depresión económica derivada principalmente de
la crisis financiera iniciada en 1929 con el crac de la Bolsa de Valores de Nueva
York. De ahí que se considere que su enfoque macroeconómico estaba orien-
tado a resolver problemas de corto plazo, o sea, del ciclo propio de todo plan
de desarrollo económico auténtico.
109
Lo ampliamente reconocido es que con la teoría general de Keynes se de-
mostró la incapacidad del sistema de libre empresa o economía de mercado
para eliminar los persistentes desequilibrios económicos que impiden un de-
sarrollo económico con altos índices de empleo y bienestar social. En otras
palabras, “empieza por negar la validez de que las leyes económicas de libre
mercado producen espontáneamente el equilibrio al nivel de ocupación ple-
na”, como lo apuntara Dillard.
En congruencia con esta tesis central, Keynes postula abiertamente la inter-
vención del Estado en la economía a través del instrumento de política eco-
nómica representado por el gasto público. Así pues, se reconoce al año de 1936
en que se publica la Teoría general de Keynes, como el del nacimiento de una
nueva estructura socioeconómica conocida como economía mixta, la que ven-
dría a romper con la ortodoxia capitalista de varios siglos atrás.
Keynes propugnaba la acción del gobierno, tal y como lo sostiene el autor
Dudley Dillard: “porque veía la necesidad de una reglamentación del tráfico
que a todos beneficia y sin la cual la gente se interpone en el camino de los otros
y nadie llega a ninguna parte”. “El gran defecto de la teoría clásica es su
irrelevancia para las condiciones del mundo capitalista contemporáneo”.5
Sobre la teoría del empleo. El aspecto medular de la teoría del empleo de Keynes
es el principio de la demanda efectiva, cuando asegura que el empleo total de-
pende de la demanda total, de tal manera que el paro según Keynes es el re-
sultado de una falta de demanda total.
De acuerdo con la teoría clásica, la situación normal en el sistema capitalis-
ta es la tendencia permanente a un equilibrio estable de empleo total. Para los
clásicos, las perturbaciones se deben “a la interferencia de los gobiernos o a
los monopolios privados en el libre juego de las fuerzas del mercado. Esta
situación en una economía de mercado la justifican los clásicos con base en la
Ley del mercado de Juan Bautista Say, la cual sostiene que toda oferta crea su
propia demanda”.
5Dillard, Dudley, La teoría económica de John Maynard Keynes, Aguilar, Madrid, España,
1957.
110
Keynes hace una de las más vigorosas objeciones a los razonamientos clási-
cos respecto de que “el paro desaparece si los obreros aceptan tipos de salario
suficientemente bajos”. Sobre esto mismo rechazaba específicamente el punto
de vista del profesor Pigou “de que los tipos de salarios flexibles remedian el
paro”. Y es que los clásicos olvidaban que en las organizaciones de trabajadores
en países democráticos las relaciones obrero-patronales están regidas por las leyes
respectivas y que los salarios mínimos y el seguro social son modalidades que
forman parte de la estructura jurídica de las economías modernas. Por conse-
cuencia, “es mala política, aún cuando se considere una buena economía, poner
objeciones a las uniones obreras (sindicatos) y la legislación del trabajo liberal”.
Keynes es categórico cuando afirma: “la solución de Pigou de tipos de salario
más bajos solamente podría llevarse a cabo en un mercado de libre competen-
cia o en una economía completamente autoritaria”.6 Aún más, Keynes era rei-
terativo al sostener que el volumen del empleo está determinado por la demanda
efectiva y no por los contratos entre obreros y patronos.
6 Ibidem.
111
De acuerdo con estas variables, Keynes establece las siguientes relaciones de
dependencia:
Y = f
(E)
E = f
( De )
De = f
( Gc + Gi )
Gc = f
( Y, c’ )
Gi = f
( i,u )
u = f
(rendimientos esperados y costo de producir cada unidad
de capital)
i = f (M, L)
112
La eficacia marginal del capital (EMC), por su parte, depende del rendimiento
de cada unidad de capital y del costo de producir dicha unidad. En otros
términos, la EMC se refiere a la efectividad o lucratividad de un bien de capital.
La eficacia o poder de ganancia de un bien de capital es el tipo de rendimien-
to sobre el costo.
En forma sintética se exponen enseguida algunas ecuaciones con variables
macroeconómicas, de la teoría general de Keynes, bajo condiciones de una
economía cerrada:
Y = C+I
Si: S = Y-C y I = Y-C
Entonces: S = I
FIGURA VI.1
A -I
AHORRO E INVERSIÓN
CO N SU M O
A
+ E
I I
45º
0 Y
A
-
IN G R E S O N A C IO N A L
113
Al respecto, es oportuno señalar que mientras los clásicos asociaban la igual-
dad entre ahorro e inversión a las variaciones automáticas del tipo de interés,
Keynes la asocia a las variaciones en el nivel del ingreso.*
De conformidad con la gráfica anterior, el nivel de equilibrio (E) del ingre-
so (Y) se alcanza cuando el ingreso ahorrado es igual al monto de la inver-
sión en un periodo determinado.
La inversión adopta la forma de producción de bienes de consumo (ropa,
refrigeradores, zapatos, etcétera), así como la producción de bienes de produc-
ción, tales como fábricas, transportes, presas, etcétera. Pero la inversión real hay
que distinguirla de la inversión puramente financiera. La primera se realiza cuan-
do se emiten nuevos valores industriales para ampliar fábricas, para adquirir
nuevos insumos o para contratar más mano de obra. En tanto que la segunda
se tipifica sencillamente cuando se adquieren acciones o títulos en la bolsa de
valores o en instituciones bancarias o financieras.
Podemos convenir, pues, con Keynes, que el crecimiento económico y el
nivel de empleo dependen de la demanda efectiva y ésta depende fundamen-
talmente del nivel de inversión. De este modo, el empleo fluctúa, básicamente,
porque fluctúa la inversión. Esto es, el paro se origina principalmente por-
que hay insuficiencia en la inversión total.
La cuestión estriba en saber cuáles son las causas de que la inversión fluctúe
y tienda a estar por debajo del nivel necesario para mantener un adecuado rit-
mo de crecimiento y de empleo total, cuando nadie discute que, en efecto, di-
cha variable representa el factor más dinámico en todo sistema económico, ya
sea capitalista o socialista. La respuesta que da la corriente keynesiana es que se
debe al precario conocimiento del futuro en las economías capitalistas, “en
donde las decisiones y previsiones de los inversionistas están plagadas de incer-
tidumbre y a veces a revisiones repentinas y precipitadas”. Otra de las causas
es la inconsistencia de la EMC, al grado que ésta puede descender tanto en la fase
de depresión que ninguna reducción en los tipos de interés podría inducir a la
inversión privada. Esta tendencia coincide con la apreciación de Dillard en el
sentido de que “es completamente racional para un inversor aturdido querer
* Para mayor detalle sobre este punto, veáse Paul A. Samuelson, Curso de economía moderna,
Aguilar, Madrid, 1959, pp. 232 - 233.
114
retener dinero durante una crisis en su fase de depresión, aún cuando este com-
portamiento dé lugar a resultados sumamente irracionales desde el punto de
vista del sistema económico como un todo”.7 Además, se considera que una
de las características de la EMC en el sistema capitalista es su tendencia secu-
lar a disminuir a medida que la acumulación de capital tiende a ser mayor.
Fenómeno que ha sido estudiado y reconocido por varios de los grandes
pensadores economistas, entre los cuales destacan Adam Smith, David Ricar-
do, Stuart Mill, Marx, Lenin y Bujarin.
Para Smith, la disminución del tipo de beneficio se debía al hecho de que
“en una sociedad progresiva el capital se hace más abundante”. Ricardo y Stuart
Mill encontraban “en la mezquindad de la naturaleza la causa principal de los
beneficios decrecientes”, en virtud de que el suministro de alimentos para una
población creciente tenía que hacerlo la tierra, bajo condiciones de producti-
vidad decreciente. La corriente marxista sobre la tendencia a disminuir la tasa
de beneficio está ligada “a la naturaleza del capitalismo mismo, más que a la
mezquindad de la naturaleza”. Keynes, por su parte, sostiene la tesis parecida
a la de Marx, cuando afirma que “la disminución de los beneficios a largo plazo
se deben a la reducción de los rendimientos previstos como consecuencia de
la creciente acumulación de los bienes de capital”.
FIGURA VI.2
P
E
VALOR DE LA PRODUCCIÓN
MONTO DE
LA INVERSIÓN
C
PROPENSIÓN
AL
CONSUMO
45°
Y
O
MONTO DEL INGRESO
7 Ibidem.
115
De acuerdo con los argumentos teóricos anteriores, el punto de equilibrio
entre el ingreso total y el valor de la producción total se determina gráficamente
de la siguiente manera:
Conforme con la gráfica anterior, el punto de equilibrio (E) y de la demanda
efectiva se encuentran sobre la línea de 45°, que es el punto en donde el ingreso
total se iguala con el valor de la producción total. El volumen de la inversión es
igual a la distancia entre la línea de 45° y la curva del consumo (C - C).
Cabe aclarar que el volumen de la producción puede ser en su valor bruto o
neto, según se incluya o no la depreciación y el desuso de los bienes de capital.
116
titución Política de 1917, como consecuencia del movimiento revolucionario
de 1910. Pero, de hecho, fue con el gobierno cardenista cuando se puso en
práctica lo que habría de llamarse economía mixta, con el surgimiento de los
primeros organismos descentralizados y empresas de participación estatal, que
junto con las dependencias del ejecutivo federal, formaron desde entonces un
formidable Sector Público, responsable principal y promotor del desarrollo
económico y social.
La intervención del Estado en la economía nacional vino a oponerse en la
teoría y en la práctica a la corriente del liberalismo clásico de libre empresa pri-
vada, el cual opera conforme al principio de mercado, con fines de lucro par-
ticular y sin límite alguno. Por su parte, el Sector Público y más concretamente el
Estado, se rige en la economía nacional de acuerdo al principio de presupuesto,
teniendo como meta primordial el beneficio colectivo, siempre y cuando se trate
de un Estado con bases y fines eminentemente democráticos.
Keynes, en realidad no se propuso destruir al sistema capitalista, sino por el
contrario, con su teoría y recomendaciones de política fiscal, trató de salvarlo
de su derrumbe y descrédito total. Empero, si el régimen de economía mixta
bien entendido representa un cambio estructural, éste no puso en riesgo los
verdaderos cimientos del capitalismo ortodoxo.
Lo cierto es que, independientemente de las ideas de Keynes expuestas en
1936 en su Teoría general, así como en las decisiones de política económica de
gobiernos proclives al cambio estructural, el factor principal que motivó el
tránsito del capitalismo liberal al de una economía mixta, lo constituyó la in-
consistencia del propio sistema de libre empresa privada para resolver los
problemas socioeconómicos de los países capitalistas, bajo la forma de alcanzar
un empleo total, un crecimiento económico sostenido y una equitativa distri-
bución del producto nacional.
Seguramente a eso se debe que Keynes considerara la necesidad de la par-
ticipación activa del Estado como un verdadero factor de equilibrio y contra-
peso, que al hacer un adecuado y oportuno manejo de los impuestos, los
empréstitos y el gasto, promoviera la actividad económica con un sentido de
justicia social, sobre todo en situaciones comprometidas de contracción eco-
nómica y desempleo masivo. En otras palabras, Keynes propugnaba “la direc-
ción estatal de la inversión total, incluyendo la inversión pública, con el fin de
compensar las inevitables fluctuaciones de la inversión privada”. Este autor
117
inglés pone de relieve las amplias desigualdades que existen en la distribución
del ingreso en las economías capitalistas, lo que da lugar a una alta propensión
al ahorro y en donde se dificulta elevar la propensión al consumo lo suficien-
temente para tener un importante efecto en el multiplicador de inversión y en
el empleo. Por lo mismo, es el gasto público el que en todo caso vendría a
cubrir la disparidad entre el ingreso y el consumo en el empleo total.
En palabras de Dudley Dillard,
la defensa de las obras públicas, o de una manera más general, de la inversión pública,
descansa en la noción de que, desde el punto de vista del conjunto del sistema económi-
co, se paga para emplear obreros en tanto que producen poco más que nada. Los obreros
empleados por una empresa singular adquieren usualmente tan sólo una parte relativa-
mente pequeña de la producción de la empresa para la que trabajan, mientras que sus
salarios constituyen, por lo general, una considerable porción de los gastos de la empresa.
Para la empresa singular, la mano de obra es un costo variable que se acaba cuando se ter-
mina el empleo, pero para el conjunto de la economía, la mano de obra es un gasto gene-
ral fijo que continúa, ya esté el obrero empleado o parado, ya que los obreros tienen que
comer, tengan o no colocación. La divergencia entre los principios del cálculo social y el pri-
vado constituye la clave de las inconsistencias de la hacienda llamada sana.8
Cuando hay empleo total, el costo real de contratar a un hombre es lo que produce
en la colocación que abandona para aceptar un nuevo puesto. Cuando hay paro, el costo
real de contratar un parado no es nada, porque no se sacrifica nada mediante el em-
pleo de su mano de obra. La defensa básica de las obras públicas y otras formas de gasto
creadoras de renta en tiempo de depresión no descansan en el efecto del multiplicador.
Aún cuando el multiplicador no tuviese ningún efecto, las obras públicas podían ser
deseables como medio para emplear recursos que de otra forma estarían ociosos.9
8 Ibidem
9 Ibidem
118
Efectos del gasto público en la determinación del ingreso nacional
FIGURA VI.3
119
LA PARADOJA DE LA AUSTERIDAD
Paul A. Samuelson desarrolla este tema en su obra Curso de economía moderna con
el título de La inversión inducida y la paradoja de la austeridad. Y parte del supues-
to teórico que conforme a la teoría keynesiana se considera la inversión neta
como una decisión autónoma e independiente del ingreso nacional, razón por
la que gráficamente se le representa como dos líneas horizontales cuyo nivel
siempre es el mismo cualquiera que sea el ingreso.
FIGURA VI.4
A-I A
E’
I’ I’
+ E
I I
0 Y
M M’
-
A
120
(I-I) se trace en forma ascendente, lo cual quiere decir que “un aumento del
ingreso nacional puede inducir a una mayor inversión neta”. “La inversión in-
ducida significa que todo lo que aumente el ingreso nacional favorecerá a las
industrias de bienes de capital”. Esto aclara un poco más la vieja cuestión de la
austeridad y el consumo, al quedar demostrado que un mayor deseo de con-
sumir seguramente tenderá a elevar las ventas y ello provocará un aumento en
la inversión, mientras que un aumento de la frugalidad general en la población
tenderá a empeorar las condiciones de depresión económica, al reducir la
creación de capital neto en una comunidad nacional. Por tanto, como lo afir-
ma Samuelson, “el consumo elevado y la inversión elevada son más bien com-
plementarios que competidores, y lo que favorece a aquel favorece también
a ésta”.10
La paradoja de la austeridad se explica porque “desde la infancia se reco-
mienda que el ahorro siempre es bueno, pero se olvida que lo que es bueno o
recomendable en una sola persona aislada, no lo sea para toda una comuni-
dad”. Dicho en otras palabras, en materia económica, lo que puede ser sen-
sato y adecuado en lo particular, resulta una verdadera aberración en lo general.
Podemos concluir, pues, con Samuelson, que bajo una situación de paro o
de depresión, “el intento de ahorrar puede dar por resultado un ahorro me-
nor y no mayor”. Por eso, en la medida que el gasto público tienda a incrementar
el consumo, se piensa razonablemente que bajo condiciones de depresión
económica, es un imperativo gastar más, tanto por el gobierno como por los
particulares y no fomentar el ahorro y la austeridad, si realmente se quiere atacar
de raíz la crisis y el desempleo masivo.
Como la inflación es una característica inherente al sistema capitalista de
producción, el pretender cambiarla con medidas de austeridad y contracción
al gasto público, ha conducido a una nueva y más profunda contradicción de
dicho sistema, expresada con el nombre de estanflación, esto es, estancamiento
o depresión con inflación, cuando en tiempos que antecedieron al capitalismo
monopólico o financiero, la inflación era propia de la fase de auge o expan-
sión económica y no de la fase recesiva o contraccionista.
10 Ibid.
121
FORMAS DE FINANCIAR EL GASTO PÚBLICO
Para financiar el gasto público existen varias formas, a saber: por medio de
los ingresos provenientes de los impuestos, de los productos, de los derechos,
de los aprovechamientos, de la emisión de moneda y de los empréstitos inter-
nos y externos.
El gasto público financiado con ingresos provenientes de fuentes ordina-
rias como son los impuestos, derechos, productos y aprovechamientos se le
define precisamente como gasto público ordinario y sólo en casos muy obli-
gados se financia con emisión de moneda. En tanto que el gasto público
extraordinario se financia con ingresos provenientes de empréstitos. Este tipo
de gasto también se le llama gasto pro déficit, dentro de la teoría de las finan-
zas públicas.
A propósito del gasto pro déficit, existe una opinión generalizada en el sen-
tido de que este tipo de gasto tiende a quebrar al gobierno o a todo un sistema
económico, opinión que se deriva de una falsa analogía entre el sistema econó-
mico en su conjunto y la empresa particular. Argumento bastante deleznable,
puesto que un individuo que gasta más de lo que le ingresa, tarde o temprano irá
a la bancarrota en sus finanzas personales, lo que no sucede necesariamente con
el gobierno, ya que el déficit de éste se produce en su contabilidad si toma pres-
tado de los ciudadanos los fondos que ha de gastar. Así, cuando un gobierno
toma prestado está contrayendo una deuda pública, pero como el gobierno es
un representante de sus propios ciudadanos, esto quiere decir que unos deberán
dinero a otros conacionales. Es decir, unos contribuyentes deberán dinero a los
poseedores de títulos. Sin embargo, el gobierno puede, en lugar de tomarlo en
préstamo, emitir dinero, en cuyo caso no hay déficit presupuestal, pero esto último
provoca presiones inflacionarias. Lo importante es que con los préstamos se pue-
den realizar nuevos gastos que tiendan a incrementar el ingreso nacional y de esa
manera incrementar el consumo, por un lado, dando por resultado que el aho-
rro más los impuestos sea igual a la inversión privada más el gasto público.
El gasto público financiado mediante empréstitos viene siendo efectivamen-
te un gasto nuevo que representa una adición al total de la demanda efectiva.
Queda claro, pues, que para que un programa de inversión pública tenga efec-
tos expansivos importantes en la economía nacional debe ser financiado por
empréstitos más que por medio de impuestos. Este tipo de gasto financiado
122
con empréstitos se le llama, como decíamos antes, gasto pro déficit o tam-
bién llamado gasto creador de ingreso y se explica cuando el gobierno gasta
más de lo que recauda de sus fuentes ordinarias, incurriendo con ello en un
presupuesto desequilibrado, pero que bajo la circunstancia de desempleo cre-
ciente y de contracción económica es cuando teóricamente se justifica más este
tipo de gasto. Conforme a esta concepción teórica de Keynes, tan razonable
y útil es el gasto pro déficit en una fase de depresión económica como lo es
el presupuesto equilibrado en un periodo de auge o de expansión. Después
de todo, la finalidad del gasto pro déficit es el de lograr la plena utilización de
los recursos productivos, de tal suerte que más allá del punto de empleo total
no se requiere tal gasto deficitario, a riesgo de propiciar un proceso inflacio-
nario galopante.
Recurrir a los préstamos bancarios, tanto nacionales como extranjeros bajo
condiciones de una severa depresión económica, resulta más recomendable que
tomar dinero del público en forma de préstamo o por la vía impositiva, ya
que lo más seguro es que esto provocaría una mayor restricción al consumo o
a la inversión privada. Por consecuencia, es más factible y más deseable tomar
dinero del público a medida que la actividad económica general se expanda,
sobre todo cuando se tiende a una recuperación de los negocios y el ahorro de
las personas tiende a ser mayor.
En el caso de que el gasto público fuera financiado por medio de impues-
tos, aún reconociendo que todos los impuestos en términos generales son
deflacionarios, se ha probado que los impuestos progresivos tienden a res-
tringir menos el consumo que los impuestos regresivos, si partimos de la
evidencia de que el dinero que recauda el gobierno en un periodo determi-
nado se habría gastado de todas maneras si se hubiese dejado en poder de
los contribuyentes. Pero es bien sabido que si las obras públicas son finan-
ciadas mediante impuestos progresivos como son el del ingreso a las personas
físicas y morales o el impuesto sobre la herencia, los cuales recaen principal-
mente sobre las personas de mayores ingresos, hace que el total del consu-
mo derivado del gasto privado no se reduzca mucho, en virtud de que el
consumo de las personas ricas tiende a ser generalmente del mismo monto,
cualquiera que sea el gravamen que cubran en un momento dado. Sin embar-
go, se considera también que con una imposición fuertemente progresiva se
corre el riesgo de que se produzca una reacción desfavorable en cuanto al
123
aliciente para la inversión privada, que eventualmente deprima la confianza de
los inversionistas potenciales. Pero, de acuerdo con la teoría keynesiana en
materia fiscal, “el menos recomendable de todos los métodos de
financiamiento del gasto público en la fase de depresión económica es aquel
en que los impuestos recaen en gran parte sobre los fondos que se habrían
gastado si se hubiesen dejado en manos de los contribuyentes”. De ahí que se
considere el gasto público financiado a través de impuestos regresivos como
menos eficaz para combatir el desempleo masivo y la recesión, comparado con
aquel pagado con impuestos progresivos, que a su vez se consideran menos efi-
caces que los empréstitos, sobre todo si son contratados en términos favorables.
124
van los precios y aumenta el volumen de la producción y la actividad econó-
mica en general. “Por eso el análisis de Keynes se denomina a veces “teoría
anticuantitativa de la causación”, porque considera los aumentos de los precios
como una causa del aumento de la cantidad de dinero para las transacciones
y no a la inversa”.12 Esta distinta interpretación de Keynes sobre la teoría cuan-
titativa del dinero llegó a la conclusión de que esta teoría sólo podía tener cierta
validez en una economía de empleo pleno y no en una de desempleo, que en
el sistema capitalista es la principal característica.
En relación con el comercio exterior, la corriente keynesiana le asignó, pues,
un rango secundario a los precios, al sustituir el mecanismo clásico circulante
monetario-niveles de precios-saldo de la balanza de pagos, por el de exporta-
ción-ingreso nacional-importación, en donde desempeña un destacado papel la
teoría del ingreso y del empleo para restablecer el equilibrio de la balanza de pagos,
o como lo señala Torres Gaytán, “la política monetaria dejó de ser el centro de
atención para ceder en forma creciente su lugar a los efectos que los hábitos al
gasto y al ahorro tienen sobre la corriente del ingreso”.13
12 Ibidem
13 Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
125
agregados económicos, desarrollaran estas ideas en materia de comercio inter-
nacional.
Con base en el análisis keynesiano se descubrió, por ejemplo, la estrecha re-
lación que hay entre el ingreso nacional y la balanza de pagos: la exportación
tiende a incrementar el ingreso nacional, pero asimismo, al aumentar éste por
efecto del multiplicador de comercio exterior, tienden a incrementarse las im-
portaciones, sobre todo cuando se tiene una alta elasticidad-ingreso de las
importaciones, como en el caso de los países subdesarrollados.
De acuerdo con este nuevo planteamiento de Keynes, Torres Gaytán explica
el mecanismo de ajuste de la balanza de pagos, de la manera siguiente:
14 Ibidem.
126
equilibrio con el sector externo se alcanza si el monto de exportaciones corres-
ponde con el de las importaciones de bienes y servicios, o bien, cuando el déficit
es cubierto con importaciones de capital.
Si hacemos uso de símbolos, podemos explicar este fenómeno del equili-
brio externo de la siguiente manera:
Y= C + S ( economía cerrada )
Y= C + I + X - M (economía abierta)
∴C+S=C+I+X-M
S = I+X-M
o bien : S+ M=I+X
∴S-I=X-M
PNB = C + S + T + D ............... ( 1 )
PNN = C + I + G + X - M ............. ( 2 )
127
Si igualamos (1) y (2), tenemos:
C +S+T = C+I+G+X-M
C +S+T+M = C+I+G+X
ΔΥ
ΔΥ = Κχ • ΔΧ ∴ Κχ =
ΔΧ
128
El efecto multiplicador de las exportaciones también depende de la elasti-
cidad-ingreso de la demanda de importaciones. Si ésta es mayor, el efecto
multiplicador será menor y viceversa.
La elasticidad-ingreso de la demanda de importaciones es la relación entre
la propensión marginal a importar y la propensión media a importar, la cual
nos da la medida de la variación relativa del gasto en importaciones ante una
variación relativa del ingreso nacional:
ΔΜ
ΔΥ
Μ
Υ
FIGURA VI.5
s
lado
Valor importaciones
rol
esar os
es d llad
País ro
de sar
s sub
Pa íse
Y
0 Ingreso nacional
129
El concepto de elasticidad está estrechamente relacionado con la Ley de
Engel, que expresa lo siguiente: “A medida que un individuo o familia sean más
pobres, mayor será el porcentaje del ingreso necesario para la subsistencia fí-
sica de las mismas y, por lo mismo, mayor será la proporción destinada a la
adquisición de alimentos”.
En su teoría general, Keynes interpreta esta Ley de la siguiente manera:
“Cuando aumenta continuamente el ingreso de una comunidad, a partir de
cierto nivel de vida, dicha comunidad destina una proporción menor al con-
sumo y una mayor al ahorro”.
Aplicada esta misma Ley al comercio exterior, diríamos que en la medida que
un país sea más pobre, destinará una mayor proporción del incremento de su
ingreso a la demanda de importaciones, principalmente de alimentos y de bie-
nes de producción.
Para determinar el multiplicador de comercio exterior y la elasticidad-ingreso
de la demanda de importaciones, el enfoque macroeconómico de Keynes
utiliza relaciones de valor porcentual como la propensión media a importar
y la propensión marginal a importar ⎛⎜ ΔM⎞⎟ .
⎝ ΔY ⎠
130 131
VII. LOS PAÍSES SUBDESARROLLADOS
Y EL IMPERIALISMO ECONÓMICO
INTRODUCCIÓN
131 131
y de defensa común de sus intereses soberanos. En la IV Reunión de jefes de
Estado, realizada en Argel, en septiembre de 1973, se planteó por primera vez
la urgencia de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). De acuer-
do con Alonso Aguilar, en dicha reunión
se reiteraron las demandas de un comercio internacional equitativo, fácil acceso a los pro-
ductos procedentes de los países subdesarrollados, reorganización del sistema mone-
tario internacional con la participación de dichos países, respeto a la soberanía nacional,
eliminación de medidas restrictivas perjudiciales para los países de menor desarrollo, ac-
ciones defensivas conjuntas contra las empresas transnacionales, menos onerosa trans-
ferencia de tecnología, y cooperación económica, científica y cultural con los países
socialistas.1
En esa misma reunión de Argel, los jefes de Estado de los países no alinea-
dos expresaron que...
1 Alonso Aguilar Monteverde, La crisis del capitalismo y el nuevo orden económico internacional.
132
cursos naturales, cerrar filas para fortalecer su poder de negociación, tomar medidas
para evitar el intercambio desigual, el deterioro de los términos del comercio y el
drenaje de fondos hacia los países imperialistas; contrarrestar la inflación y la especu-
lación monopolista de las empresas transnacionales, diversificar su intercambio y
modificar la composición de sus exportaciones en busca de mayores y más estables
ingresos de divisas.2
los pueblos del mundo deben desplegar una lucha enérgica contra el imperialismo y
sus corporaciones transnacionales que saquean a los países en desarrollo [...] la inde-
pendencia económica verdadera puede alcanzarse sólo a través de un proceso de
transformaciones socioeconómicas internas fundamentales de la planificación nacio-
nal y del libre acceso a los conocimientos científicos y técnicos.
2 Ibidem.
133
las relaciones económicas internacionales” y evitar en lo posible la competen-
cia ruinosa entre las potencias imperialistas. Queda bien claro, pues, que a los
países imperialistas no les interesa en absoluto el porvenir de los países depen-
dientes, sino sólo defender sus intereses al tratar de preservar el viejo orden
económico internacional (VOEI). De ahí que el autor Jeff Frieden haya dicho
que la Comisión Trilateral “constituye el comité ejecutivo del capital financie-
ro internacional”.3
De manera que resulta ilusorio y a la vez infructuoso todo análisis de las
relaciones económicas internacionales que no contemple los efectos negativos
de la política hegemónica del imperialismo, el cual tiene sus propias reglas y
ambiciones, al margen de los intereses legítimos del resto de la comunidad
internacional, como veremos más adelante, cuando se definan sus verdaderos
alcances y características.
CONCEPTO DE IMPERIALISMO
3Jeff Frieden, “The trilateral comission economics and politics in the 1970’s”, Montly
Review, diciembre de 1977, citado por Alonso Aguilar, Ibid.
134
Con el transcurso de los años, las metrópolis se vieron precisadas a conce-
der la independencia política a sus colonias, debido a los sucesivos movimientos
que en ese sentido se gestaron y se desarrollaron, principalmente en el siglo
pasado. Pero a cambio de la independencia política de todos esos pueblos
surgió con todo vigor el neocolonialismo o imperialismo económico, algunas
veces un tanto encubierto y más abierto, pero en ambos casos siempre con el
afán subyacente de explotar a los pueblos de menor desarrollo. Caso típico de
esta situación de dependencia económica lo representa precisamente
Latinoamérica, la cual, una vez lograda su independencia política de España y
Portugal, pasó a ser una semicolonia de Estados Unidos de Norteamérica,
desde entonces hasta ahora, en términos generales.
De acuerdo con el autor austriaco Rudolf Hilferding, la ideología del capital
financiero o imperialismo económico es enteramente opuesta a la del liberalis-
mo, ya que al capital financiero no le interesa la libertad, sino la dominación; no
le gusta la independencia capitalista individual, sino que exige más bien su regla-
mentación; detesta la anarquía de la competencia y busca la organización, para
poder retornar a la competencia en un nivel más alto, lo que se conoce como
competencia monopólica. Los países imperialistas necesitan de un Estado fuer-
te “que no tenga que tomar en cuenta los intereses opuestos de otros Estados al
formular su política comercial”. Un Estado políticamente poderoso “que use del
poder político para arrancar tratados ventajosos a los Estados más pequeños, un
Estado que pueda ejercer su influencia en todo el mundo, a fin de poder con-
vertir el mundo entero en una esfera de inversión”. En suma el capital financie-
ro, de acuerdo con este autor, “necesita un Estado que sea bastante fuerte para
realizar una política de expansión y para adquirir nuevas colonias”.4
En opinión del Movimiento de Países no Alineados:
las fuerzas del imperialismo son tan poderosas que no vacilan en recurrir al empleo
de la fuerza para defender sus intereses y preservar sus privilegios [...] El colonialis-
mo y el neocolonialismo constituyen una fuente básica de tensión y conflictos inter-
nacionales, porque amenazan la paz y la seguridad [...] El imperialismo se vale de
muchos medios para imponer su voluntad sobre naciones independientes: la presión
4Rudolf Hilferding, La ideología del imperialismo, citado por Paul M. Sweezy en su libro,
Teoría del desarrollo capitalista, FCE, México, 1974.
135
y la dominación económica, la discriminación racial, la subversión, la intervención y
la amenaza de la fuerza son expedientes neocolonialistas.5
136
2) La fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación sobre
la base de este capital financiero de una oligarquía financiera.
3) La exportación de capital, como cosa distinta de la exportación de mer-
cancías, adquiere una importancia particularmente grande.
4) Se forman combinaciones monopólicas internacionales de capitales que
se dividen el mundo.
5) La división territorial del mundo por las mayores potencias capitalistas se
hace completa.
Paul M. Sweezy agrega una sexta característica que se refiere a la competencia
monopólica entre los países capitalistas más desarrollados.
Si bien con esta fase financiera del capitalismo la clase obrera resulta en
primera instancia beneficiada principalmente por la expansión del comercio
exterior de mercancías y de capitales que hacen que aumente la ocupación y el
ingreso nacional, posteriormente se acentúa su explotación, tanto la del pro-
pio país imperialista como la de los países dependientes de menor desarrollo.
Éste fue el caso de la clase obrera de Inglaterra durante el siglo XIX. Así pues,
de acuerdo con lo señalado por Kautzky en 1902, la actitud aparentemente fa-
vorable de las economías imperialistas:
Por su parte, Maurice Dobb subraya este mismo fenómeno diciendo “que
la exportación de capital impide que los salarios suban en el país como subi-
rían si el capital fuera invertido nacionalmente”. Y agrega que es la razón por
la cual, fundamentalmente, “el interés del capital y el del trabajo en esta mate-
ria son opuestos”.8
7 Karl Kautzky, Krisentheorien, Die Neue Zeit, año XX, vol. 2, Stuttgart, 1902, citado por
137
A la luz de los hechos señalados, se piensa razonablemente que, si bien puede
haber épocas en que una política imperialista sea benéfica para la clase obrera,
esta situación no puede perdurar, ya que inexorablemente la lucha de intereses
opuestos entre los obreros y los capitalistas tendrá que salir a flote, tarde o
temprano.
En la fase imperialista la libre competencia tiende a perder funcionalidad
para ceder terreno a la competencia monopólica, pero lo que no puede
suprimirse en dicha fase es el cambio, el mercado, la competencia y las crisis
periódicas y recurrentes.
En el imperialismo, el precio de monopolio se determina por el costo de
producción más la alta ganancia monopolista, ya que en él rige precisamente
la ley de la alta ganancia monopolista. Las mercancías producidas por los
monopolios se venden no a los precios de producción sino a precios mucho
más altos, esto es, a precios de monopolio.
Al igual que en las anteriores fases del capitalismo, en esta última fase
monopólica también rige como ley económica fundamental, la ley de la
plusvalía, teniendo a la ganancia como la forma metamorfoseada de la plusvalía.
El imperialismo surge como una desviación de la idea nacional de autode-
terminación e independencia que después se transforma en la glorificación y
supremacía de la nación imperialista respecto a los demás países del mundo.
Al lado del militarismo y nacionalismo exacerbado aparece la postura
seudocientífica de la superioridad racial para justificar la expansión y el domi-
nio imperialista. Por ejemplo en Francia, desde 1850, el político Gobineau
expuso la doctrina de la superioridad racial. En la Alemania nazi fue desarro-
llada esta teoría racista de acuerdo con la filosofía del superhombre de Fede-
rico Nietzche. Asimismo, en Inglaterra y Estados Unidos de Norteamérica se
cimentó la idea sobre “la capacidad del hombre blanco” para justificar el
expansionismo anglosajón. Con esta orientación racista, “en vez del ideal de-
mocrático de igualdad, aparece el ideal oligárquico del dominio imperialista [...]
la ideología racial ofrece un fundamento aparentemente científico a la codicia
del capital financiero”.
Con el imperialismo, el ideal de la paz es sustituido por el de la fuerza y el
poder del Estado capitalista. Sobre esta triste realidad, Hilferding ya sentenciaba
desde el principio de este siglo “que la ideología del imperialismo se levanta
sobre la tumba de los viejos ideales liberales. ¡Qué ilusión la de esperar el rei-
138
no de la paz eterna y predicar la ley internacional donde sólo la fuerza decide
el destino de los pueblos!”.9
Como consecuencia fatal del espíritu belicista y de dominación, es por lo
que los países imperialistas constantemente están provocando conflictos ar-
mados con los países dependientes y también con otras potencias capitalis-
tas o socialistas.
9Rudolf Hilderfing, La ideología del imperialismo, citado por Paul M. Sweezy en su libro
Teoría del desarrollo capitalista, FCE, México, 1974.
139
“A medida que se intensifica la acumulación de capital y el progreso técni-
co impone una relación creciente de capital a trabajo, baja la tasa de ganancia.
El sistema genera un excedente de ahorros, porque las oportunidades de in-
versión se enrarecen en el capitalismo del centro.”
Ante tal situación, según Lenin y Bujarin se presentan tres posibilidades
teóricas:
Es fácil concluir que los países que observan esta situación se deciden in-
defectiblemente por la tercera alternativa. Y es que el exceso de ahorros o ex-
cedente económico tiende a desplazarse hacia los países de menor desarrollo,
en donde se dispone de suficientes materias primas y se cuenta asimismo con
mano de obra abundante y barata para el mejor desarrollo de la industria del
centro, lo que finalmente se traducirá en mayores ganancias para el capital
extranjero. Congruente con esta lógica imperialista, Bujarin sostiene que “el
capitalismo en su etapa monopólica disuelve las fronteras nacionales y se con-
vierte en un sistema multinacional”. El capital financiero se convierte en el
conquistador del mundo, ya que cada nuevo espacio conquistado represen-
ta solo una frontera más que debe ser rebasada en la primera oportunidad.
A estas alturas del desarrollo del capitalismo financiero, el Estado imperia-
lista ya no respeta la idea original de autodeterminación ni el derecho de las
demás naciones a su independencia y a la igualdad democrática de los Es-
tados soberanos conforme al derecho internacional.
La explicación aparente es que el capitalismo del centro, por su misma natu-
raleza, no puede quedarse fijo en su país de origen, sino que debe seguir expan-
diéndose, aun con la competencia de otros países de igual o parecido nivel
económico, con tal de que los ritmos de expansión sean diferentes, porque de
otra manera se pueden producir los conflictos armados interimperialistas.
140
Para el economista brasileño Celso Furtado, una posible solución para la
realización del excedente económico consiste precisamente en la ampliación del
espacio en que operan los capitalistas (exportación de capitales) y por otra parte
la destrucción de los capitalistas unos con otros (concentración del capital).
Destruidas las formas precapitalistas dentro de un país, los capitalistas de ese país ten-
derían a avanzar hacia las áreas de atraso relativo, prosiguiendo más allá de las fron-
teras la tarea de liquidación de los modos precapitalistas de producción que ya habían
concluido intramuros. La acumulación, o sea la expansión de la economía capitalista,
sería inseparable de la destrucción de las formas precapitalistas de producción.10
La producción capitalista, como tal, al cabo de varios siglos de desarrollo, sólo abarca
una parte de la producción total de la Tierra [...] Si hubiera tenido que atenerse exclu-
sivamente a los elementos de producción suministrados dentro de estos estrechos
límites, le hubiera sido imposible llegar a su nivel actual e incluso no hubiera sido
factible su desarrollo.11
10 Celso Furtado, Teoría y política del desarrollo económico, Siglo XXI, México, 1974.
11 Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital, Grijalbo, traducción de Raimundo Fernández
141
La acumulación y concentración del capital necesariamente desemboca en el
capitalismo monopolista, el cual no podría sobrevivir sin su salida al exterior
en un momento dado.
Cuanto más desarrollado está el capitalismo —nos dice Lenin—, cuanto más sensi-
ble se hace la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la
búsqueda de fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada
es la lucha por la adquisición de colonias.12
12 Vladimir Lenin Illich, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Progreso, Moscú,
Rusia, 1966.
13 Ibidem.
142
que con esa práctica rentista se facilita aún más la explotación de los países
dependientes. Dicho en otra forma, las inversiones extranjeras, generalmente
bajo la forma de monopolios transnacionales, constituyen verdaderos encla-
ves de capitalismo maduro, que sólo en casos aislados logran penetrar en las
economías nativas. Por el contrario, lo más frecuente es que dan lugar a lo que
se conoce como economías duales o estructuras paralelas, es decir, capitalis-
mo monopolista, por un lado, frente o al lado de formas precapitalistas o de
capitalismo atrasado. Sobre la transición del colonialismo al neocolonialismo
o imperialismo económico, Lenin hizo notar que fue en el último cuarto del
siglo XIX cuando la política colonial de los países capitalistas más desarrollados
había completado la captura de la tierra no ocupada del mundo y por lo mismo
en el futuro sólo habría redivisiones, esto es, la transferencia de territorio de un
“dueño” y no de un territorio libre a un nuevo “dueño”.
Así fue como la Primera Guerra Mundial produjo la redivisión del mundo
en 1914, en la que los principales contendientes fueron Inglaterra y Alemania, o
sea, los dos países capitalistas que en esa época eran los más desarrollados de la
Europa Occidental, guerra que tuvo como epílogo la firma del Tratado de
Versalles de 1918-1919. La Segunda Guerra Mundial, desatada también con fines
expansionistas y hegemónicos, fue la que protagonizara otra vez Alemania en
1939, con el dictador Adolfo Hitler a la cabeza y que concluyera con la derrota
del ejército alemán por los aliados en 1945, para luego firmar el Tratado de Yalta,
el cual dio lugar precisamente a una nueva distribución de zonas de influencia,
tanto por las potencias triunfadoras de Occidente como por parte de la Unión
Soviética, y que con el correr de los años se ha polarizado con todas las conse-
cuencias económicas y políticas que ello trae consigo.
La dependencia económica es casi una condición sine qua non en las relaciones
entre los países neocolonialistas o imperialistas y los países de menor desarro-
llo económico relativo, al grado de que la existencia de los segundos garantiza
la existencia y en gran medida la riqueza acumulada de los primeros. O como
lo expresa Emmanuel Arghiri: “el desarrollo de unos (países) está en función
del subdesarrollo de otros, algo así como un lazo de causa a efecto entre el alto
143
nivel de los países avanzados y el bajo nivel de los países atrasados”.14 Sin em-
bargo, tal y como lo entienden varios autores, muchos de los problemas econó-
micos que aquejan a los países en vías de desarrollo no necesariamente provienen
del exterior en forma mecánica y funcional. No reconocer esto sería tanto como
tratar de ignorar o soslayar las fallas estructurales y contradicciones del propio
sistema en donde quiera que se desarrolle. No se pretende aminorar los efectos
perniciosos de toda práctica imperialista, pero tampoco justificar deficiencias
doctrinarias o políticas equivocadas de gobernantes autóctonos, que en un
momento dado acentúan la dependencia y agravan las crisis económicas. En todo
caso, para entender el fenómeno del imperialismo en su justa dimensión, se deben
tomar en cuenta las implicaciones que comprende la dialéctica de todo proceso
socioeconómico en la fase financiera del sistema capitalista.
Los principios básicos sobre la teoría de la dependencia se dieron cuando
empezó la colonización mundial por parte de los primeros Estados naciona-
les en la etapa mercantilista del naciente capitalismo como sistema. Así fue como
Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, España, Italia y Portugal logra-
ron extender su influencia y sus intereses comerciales y políticos en los conti-
nentes casi inexplorados de América, África y Asia.
Aunque el fondo de la colonización mundial fue eminentemente económi-
co, gracias a la presión que ejercieron los primeros monopolios comerciales de
la época con los gobiernos de los países respectivos, a fin de que les otorga-
ran todo tipo de apoyo y protección, a esa primera forma de dependencia se
le identifica como dependencia política, fundamentalmente por el control tan
estricto que ejercieron las metrópolis sobre sus colonias, en general, y sobre sus
gobernantes, en particular. Por eso se considera que la forma más absoluta de
la dependencia está constituida por la dependencia colonial, porque comprende
precisamente las dos formas de dependencia más conocida: la política y la
económica, las cuales, por sí solas garantizan una explotación intensa de los
países sometidos.
Se puede convenir, pues, que en una primera etapa el imperialismo pudo
poner en práctica la dominación económica en muchos pueblos atrasados
144
como consecuencia de la dependencia política. Sólo que este último tipo de de-
pendencia llegó a ejercerse en forma tan brutal en muchos casos que resultó
insostenible con el transcurso de los años, dando como resultado que todos
esos pueblos colonizados se independizaran de sus metrópolis opresoras. Des-
graciadamente, si los lazos de subordinación política se fueron rompiendo, no
los de la dominación económica, que se han venido afianzando y que son los
que, en última instancia, interesan más a las potencias imperialistas mantener para
la sobrevivencia del capitalismo monopolista.
La dependencia económica: Ésta se configura por el ejercicio de toda política
neocolonialista. Al imperialismo económico ya no le interesa tener el dominio
político directo de los países atrasados, sino tener el dominio económico, ya
que a través de éste se puede asegurar aquel en buena medida. Ahora bien, la
dependencia económica se divide principalmente en comercial y financiera.
145
de inversión indirecta, concediendo recursos financieros en calidad de
préstamo con altas tasas de interés.
146
Está comprobado que al incrementarse los volúmenes de intercambio co-
mercial y el movimiento de capitales, se acentúa la inestabilidad de América
Latina, haciéndose más vulnerables y dependientes sus economías por la mis-
ma naturaleza fluctuante del sistema capitalista y la propia voracidad sin lími-
tes de los países imperialistas.
En fin, se considera que el imperialismo económico constituye un factor
determinante en las estructuras socioeconómicas de los países latinoamerica-
nos, haciéndose notar la alianza entre los intereses extranjeros y las oligarquías
criollas en sus fines bastardos de explotación a las clases populares.
La dependencia económica es sin duda un fenómeno complejo que afecta
profundamente a los pueblos subdesarrollados y que viene siendo una verda-
dera trampa imperialista, de la cual deben librarse los países que pasan por tal
situación para poder elevar realmente sus condiciones de vida.
17 José Luis Ceceña Gámez, El capital monopolista y la economía de México, Cuadernos Ame-
147
tes. Pero se olvida o se desestima el principio elemental de que no puede dar-
se un trato igual entre desiguales. Con esto se quiere decir que el problema no
radica en el intercambio comercial entre países de igual o parecido desarro-
llo, sino entre países de menor desarrollo y las potencias capitalistas.
Es ampliamente reconocido que en materia de comercio exterior nunca ha
habido ni habrá un código de conducta que favorezca por igual a los prota-
gonistas del intercambio, por más que se pretenda hacerlo creer por parte de
los países del centro, que son los que invariablemente resultan beneficiados.
Bajo el empeño de incrementar los volúmenes del comercio mundial y de
lograr condiciones más equitativas en los intercambios, se han creado desde
hace varios lustros algunos organismos multilaterales, para tratar de alcanzar
tales objetivos, como son, el Acuerdo General sobre Tarifas Aduaneras y
Comercio (GATT), la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio
y el Desarrollo (UNCTAD) y ahora la Organización Mundial de Comercio (OMC),
entre otros.
Por otra parte se han creado también organismos de integración económi-
ca multinacional, los cuales llevan implícitos los propósitos comerciales entre
las partes contratantes. Sólo que hasta ahora, ni unos ni otros han alcanzado los
objetivos deseados, sobre todo por lo que respecta a los países periféricos, en
vías de desarrollo, imponiéndose casi siempre los intereses de los países capi-
talistas del centro en las negociaciones respectivas.
Causas del intercambio desigual: Sobre las principales causas de la inequidad en
el intercambio comercial, se han considerado algunas que tienen más o menos
una explicación lógica en comparación con otras que obedecen más bien a la
codicia del sistema capitalista en su fase monopolista. Por ejemplo, la diferen-
cia de precios en el intercambio de productos agrícolas por productos
industrializados es fácil de comprender si tomamos en cuenta la diferencia de
valor agregado que hay entre unos y otros.
En virtud de que las exportaciones de los países subdesarrollados están
compuestas principalmente por materias primas y productos agropecuarios,
resulta tendenciosa la insistencia de los teóricos al servicio del capitalismo del
centro para que se observen a ultranza los principios de la división internacio-
nal del trabajo y la especialización, ya que de esa manera se mantendría el in-
tercambio desigual y se prolongaría la dependencia económica de dichos centros
hegemónicos.
148
Pero independientemente de las diferencias de precios por las ventajas
comparativas que hacen valer algunos países, es un hecho comprobado que los
productos que exportan los países industrializados a las naciones dependien-
tes son vendidos por encima de su valor, sin otra explicación que no sea el afán
desmedido de ganancia. En términos generales, se considera que el poder al-
canzado por los monopolios del capitalismo desarrollado les hace posible
colocar su producción a precios de monopolio, o sea, con una tasa de ganan-
cia muy superior a la tasa media de beneficio. Este poder del imperialismo
económico hace que sus posiciones en los países periféricos sean más firmes
que las que ocupa en países de mayor desarrollo, al castigar los precios de sus
productos de exportación.
Para el autor Emmanuel Arghiri el intercambio desigual se basa en la dis-
tinta tasa de explotación entre los países imperialistas y las naciones explotadas.
Así por ejemplo, como los salarios reales están determinados por razones
económicas, sociológicas e históricas, hace suponer que el valor de la fuerza de
trabajo se mantiene a nivel de subsistencia en los países dependientes, mientras
que en los centros imperialistas dicho valor se multiplica varias veces. “De ahí
que del abismo que se presenta entre los salarios surge el intercambio des-
igual”.18
En opinión del economista sueco Gunnar Myrdal, “el desequilibrio de las
economías dependientes es el resultado de un proceso acumulativo engendrado
por el comercio internacional, que las aleja del equilibrio en las proporciones
de los factores y en los precios de los mismos”.19
El propio Carlos Marx llegó a pensar en la posibilidad de un “precio jus-
to”, que según él depende de las “leyes del funcionamiento y la naturaleza de
las relaciones de producción existentes”. Ahora bien, como las relaciones so-
ciales de producción en el sistema capitalista son de explotación, es fácil infe-
rir el por qué las relaciones comerciales entre países de diferente nivel de
desarrollo económico son injustas e inequitativas.
A manera de conclusión podríamos decir que el intercambio desigual es
imputable a la propia relación económica entre países subdesarrollados y de-
149
sarrollados; esto es, que la desigualdad en el intercambio procede de la des-
igualdad en el poder de negociación entre los países imperialistas y los países
dependientes de menor desarrollo económico.
Así como fue liquidada la dependencia política por la casi totalidad de los países
sometidos a ese régimen colonial, se piensa que asimismo se deben empren-
der razonables esfuerzos para lograr, esos mismos países, su independencia
económica. Sólo que, mientras la independencia política fue conseguida por la
mayoría de los países por medio de movimientos armados, en donde el pue-
blo ha sido el principal protagonista, la independencia económica amerita el uso
de mecanismos más sofisticados de política económica que dependen en buena
medida de la ideología, capacidad y decisión política de los gobiernos de esos
países dependientes. Además, la independencia económica, como parte de la
estrategia de desarrollo económico y social, es un proceso largo que debe ser
concebido y planificado con oportunidad, antes de que los intereses de los
países imperialistas se arraiguen cada vez más al lado de los intereses de la alta
burguesía nativa.
Resulta casi ocioso insistir que toda política económica con un sentido na-
cionalista y de progreso social debe de utilizar en primer lugar los recursos
financieros propios y en forma complementaria los capitales del exterior, te-
niendo siempre el cuidado de diversificar las fuentes financieras para no faci-
litar el dominio y eventual estrangulamiento de parte de una o pocas potencias
imperialistas. Por otra parte, es legítimo e indispensable legislar con mucho
sentido patriótico en materia de inversiones extranjeras directas con el objeto
de limitar los montos, los campos y las condiciones de explotación de los
recursos naturales. Este criterio, que pretende ser de un sano nacionalismo
defensivo, difiere de las opiniones de ciertos sectores descastados y
desnacionalizados, los cuales, con su actitud demuestran no interesarles gran
cosa el porvenir de un país soberano y libre de ataduras neocolonialistas.
El concepto moderno y ético de todo proceso de desarrollo económico
y social debe contemplar la aspiración impostergable de la mayor independencia
150
económica. Es comprensible que los países en vías de desarrollo capitalista
carezcan del recurso de capital para mantener el dinamismo de sus economías
hacia el crecimiento, pero ello no justifica que caigan forzosamente en la per-
niciosa dependencia con respecto de alguna nación imperialista.
Desde el punto de vista estrictamente económico, aparte de regular concien-
zudamente las inversiones de capital extranjero, los países de menor desarro-
llo deben diseñar y poner en práctica eficientes políticas de industrialización,
con miras a transformar dentro del país sus propias materias primas y dejar
de ser simples surtidores de éstas a los países de mayor desarrollo económi-
co. De manera colateral, los países dependientes del Tercer Mundo es-
tán obligados a destinar recursos de todo tipo al desarrollo tecnológico.
Mientras esto sucede paulatinamente, se deben adquirir las mejores tecno-
logías en el mayor número de países que las ofrezcan bajo las condiciones más
favorables. Junto con estas medidas de política comercial se justifica también
una cierta dosis de proteccionismo, justamente para promover la industriali-
zación de estos países y evitar en lo posible la invasión indiscriminada de mer-
cancías, muchas de ellas suntuarias, innecesarias o de mala calidad.
Para aquellos países que ya tienen una importante penetración de capital
extranjero se impone buscar la coyuntura para llevar a cabo expropiaciones y
nacionalizaciones, sobre todo de aquellas empresas estratégicas para el desa-
rrollo económico nacional.
Otra forma de combatir y reducir a su mínima expresión la dominación
imperialista, es la que consiste en mermar las fuerzas parasitarias aliadas del
interior de los países dependientes, las cuales medran y coexisten con los
intereses capitalistas del extranjero. Aunque también hay opiniones en el sen-
tido de que la emergente burguesía nacionalista puede contribuir a frenar
las ambiciones desmedidas del capital monopolista extranjero. Junto con
estas tendencias nacionalistas, a veces también influyen las fuerzas progre-
sistas de los propios países imperialistas, como pueden ser las organiza-
ciones obreras siempre explotadas y algunos partidos políticos de
orientación democrática.
Debe quedar claro que el proteccionismo y nacionalismo que aquí se pos-
tulan como estrategias obligadas de los países de economías atrasadas y depen-
dientes es de carácter defensivo, con miras a lograr un desarrollo más rápido
e independiente que se traduzca en mejores niveles de vida de esos pueblos.
151
Proteccionismo y nacionalismo, distintos en naturaleza y objetivos al de los
países imperialistas que los utilizan como armas ofensivas para ampliar y afianzar
su dominación capitalista mundial.
Ahora bien, una de las vías para restarle fuerza o bien acabar con la depen-
dencia imperialista es a través de la organización para el cambio revoluciona-
rio hacia el socialismo, que vendría siendo la solución última y más radical de
los pueblos sometidos y que a muchos de ellos les ha reportado buenos resul-
tados en los últimos años.
Esta justa aspiración de sacudirse el yugo imperialista las han venido plan-
teando con insistencia los países del Tercer Mundo en diferentes foros inter-
nacionales. Así por ejemplo, en la Resolución Económica de la Primera
Conferencia Tricontinental, llevada a cabo en La Habana, Cuba, en enero de
1966,
se pidió eliminar la explotación del hombre por el hombre, hasta llegar al socialismo,
de acuerdo con las condiciones propias de cada país; se reafirmó la necesidad de com-
batir y derrocar al imperialismo; se reivindicó el derecho de los pueblos a obtener
mejores precios por sus productos; a disponer de sus recursos, a nacionalizar las ac-
tividades fundamentales y a planificar el desarrollo; y se subrayó la importancia de
descansar en las fuerzas propias y en una genuina cooperación internacional.
152
A reserva de vencer en definitiva al imperialismo por medio del afianzamien-
to en la nueva correlación de fuerzas internacionales y de la transformación
revolucionaria hasta arribar al socialismo, la estrategia más inmediata de los
países no alineados o del Tercer Mundo, es vencer la resistencia que se opone
a la lucha por el establecimiento lo más pronto posible del nuevo orden eco-
nómico internacional (NOEI).
“La eliminación del neocolonialismo y de todas las demás formas de de-
pendencia y subyugación, las injerencias en los asuntos internos, la dominación
y explotación es de importancia decisiva”.21
Toda esta estrategia contemplada por los países subdesarrollados para pro-
curarse mejores condiciones de vida con la mayor independencia posible de
los centros financieros monopolistas, no debe interpretarse como una actitud
autárquica o aislacionista. Los países ahora dependientes les interesa seguramen-
te mantener relaciones económicas con todos aquellos países de mayor desa-
rrollo, pero sobre bases de mayor equidad y de beneficio mutuo.
Desgraciadamente, estos planteamientos, que a primera vista se antojan bas-
tante razonables para cualquier analista imparcial y objetivo, no lo son para los
países con ambiciones de dominación imperialista. Por eso se piensa que el fren-
te de lucha de los países periféricos tiene que ser más eficaz y de acción per-
manente. Por muchos que sean los esfuerzos y los sacrificios en ese sentido, está
comprobado históricamente que no queda otro camino para los pueblos do-
minados del Tercer Mundo.
Una de las últimas manifestaciones de los países subdesarrollados del Ter-
cer Mundo, en este caso de Latinoamérica, fue la creación del Foro de Sao Paulo
en 1990 con miras a unir sus fuerzas los partidos de izquierda en contra de la
hegemonía económica del imperialismo y en particular del neoliberalismo
impuesto y difundido por las metrópolis capitalistas encabezadas por Estados
Unidos. Es por eso que con el auspicio de esa organización tuvo efecto el VII
Encuentro del Foro, del 31 de julio al 3 de agosto de 1997 en la ciudad bra-
sileña de Porto Alegre, en donde se reunieron 158 delegaciones de 58 partidos
de izquierda pertenecientes a 20 países de América Latina y el Caribe, en cu-
153
yas conclusiones se reafirmó la decisión de luchar por el sueño bolivariano y
en contra del modelo de acumulación capitalista en su fase globalizante. Tam-
bién, ya se tiene contemplado realizar la Primera Cumbre de Jefes de Estado
y de Gobierno del Tercer Mundo, del 10 al 14 de abril del 2000, en La Haba-
na, Cuba, con la participación de setenta mandatarios de América Latina y el
Caribe, Asia, África y Europa, así como algunos invitados especiales de nacio-
nes industrializadas que simpatizan con el movimiento tercermunidista.
154
VIII. LA BALANZA DE PAGOS
INTRODUCCIÓN
155 155
El hecho de que los intercambios generales entre países hayan originado in-
gresos y egresos se debe precisamente a que se le haya llamado balanza de pagos
a este tipo de movimientos, a diferencia de las balanzas de mercancías y de
servicios, que comprenden sólo el intercambio de estos conceptos, respecti-
vamente.
De manera que en la actualidad, para conocer el estado que guardan las
relaciones económicas de un país respecto de los demás países del mundo, se
estudian y se analizan a profundidad todos los rubros que comprende la ba-
lanza de pagos, independientemente de la estructura o forma de presentación
que cada país haga de dicho instrumento contable.
156
Kindleberger, “la balanza de pagos de un país es un registro sistemático de
todas las transacciones económicas entre los residentes del país en cuestión y
los residentes de países extranjeros”.2 Por último, Roberto Ibarra, piensa que
“la balanza de pagos se puede definir, como el documento estadístico que re-
gistra las transacciones económicas efectuadas entre los residentes del país que
la compila y los del resto del mundo”.3
Como se habrá podido observar, todas las definiciones difieren sólo en los
términos empleados, porque en esencia todos coinciden en expresar lo que es
una balanza global de pagos, que es en lo que en definitiva debe interesar para
el estudio y comprensión de este importante instrumento de análisis económico.
En suma, toda balanza de pagos analiza las partidas del crédito y del débi-
to, donde quedan comprendidas las mercancías, los servicios (también llama-
dos renglones invisibles), los movimientos de capital (a corto y a largo plazos)
y los movimientos de la reserva monetaria, que corresponde a las transaccio-
nes que realiza un país con el resto del mundo.
Para comprender mejor como operan los intercambios comerciales entre na-
cionales y extranjeros es necesario definir lo que se entiende por territorio
nacional y por residente, ya se trate de individuos o de instituciones. La dificul-
tad de precisar la condición de residente es por lo que la balanza de mercan-
cías registra a veces cifras dudosas, al grado de que estas deficiencias forman
parte del origen del rubro conocido como errores y omisiones en la balanza
de pagos.
Resulta necesario explicar el concepto de residencia, porque éste puede
confundirse con el concepto de nacionalidad. Por ejemplo, los residentes son
todas las unidades económicas que guardan relación de cualquier naturaleza con
157
las unidades económicas de cualquier otro país. Este concepto de residencia
nada tiene que ver con el de nacionalidad, ya que un residente de Estados
Unidos, puede ser ciudadano mexicano, como es el caso de los emigrantes de
México al país del norte y que radican allá por tiempo indefinido, aunque le-
galmente sigan siendo mexicanos y sigan enviando el producto de su trabajo
a su país de origen.
Por lo que se refiere a las empresas, todas aquellas que operen en el territo-
rio nacional son consideradas como residentes, ya sean extranjeras total o
parcialmente. Consecuente con esta última idea, una sucursal o subsidiaria de
una empresa de este tipo radicada en otro país, se considera, de acuerdo con
estos criterios universalmente aceptados, como residente del país en que se
encuentra. Asimismo, las sucursales o subsidiarias de empresas nacionales ra-
dicadas en el exterior, se consideran como no residentes.
Respecto al gobierno de un país determinado (federal, estatal o municipal)
debe ser considerado como residente de la economía que analiza y cuantifica,
aun en el caso de que parte de sus transacciones las efectue en el extranjero.
Todas las dependencias del gobierno, embajadas, instalaciones militares,
consulados, oficinas de turismo, etcétera, radicadas en el extranjero deben con-
siderarse como residentes del país de origen.
Lo anterior ejemplifica las dificultades por las que atraviesa toda adminis-
tración nacional para clasificar correctamente sus cuentas con el exterior. De ahí
que, independientemente de los modelos y prácticas seguidas por cada país, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Fondo Monetario Internacional
(FMI), han difundido un Sistema de Cuentas Nacionales y un Manual de Balanza
de Pagos, respectivamente, a fin de uniformar estos instrumentos de registro
y de análisis del comercio mundial.
158
el país tiene derechos exclusivos de explotación en virtud de acuerdos o de-
claraciones internacionales. El territorio interior de un país excluye los territo-
rios o posesiones de ultramar. Las fronteras políticas de un país marítimo
comprenden sus aguas territoriales y las aguas internacionales sobre las que el
país tiene jurisdicción o pretende tenerla.
Los buques, aeronaves, flotas de pesca y plataformas, que empresas residen-
tes de un país explotan fundamentalmente en las aguas internacionales, se con-
sideran como parte del territorio interno del país, en virtud de que dichos medios
e instalaciones están sujetos a las leyes, los reglamentos y la protección del país.
Además, es probable que se encuentren más estrechamente vinculados con su
economía que con la de los demás países. Al decidir sobre la residencia de los
países y las tripulaciones de los buques o demás medios debe tenerse en cuenta
estas consideraciones: debe atenderse a características como la bandera de registro
de los barcos, el país al que pertenecen y la residencia de los propietarios de la
mayor parte del capital, cuando una sociedad explote el barco, la aeronave u otros
medios y, en caso de asociaciones ordinarias o propietarios individuales, la resi-
dencia de éstos. Se recomienda que las instalaciones para la extracción del petróleo
y las plataformas y buques dedicados a una determinada forma de explotación
sean tratados como productores residentes de ese país, puesto que estas activi-
dades estarán sujetas a las leyes, reglamentos y control del país en cuestión y es-
trechamente vinculados a su economía.
Estas definiciones de la residencia de buques, aeronaves, equipos y platafor-
mas flotantes tienen aplicación cuando se trata de bienes arrendados o poseídos
en propiedad por quienes realizan la explotación. Si un barco o una aeronave
pertenece en propiedad a una empresa residente de un país distinto del de resi-
dencia de la empresa que lo explota, el pago de los derechos de arrendamiento
constituye un pago por un servicio prestado en el país de residencia del propie-
tario, y el barco o la aeronave forma parte del capital interior fijo del país de
residencia del dueño. Hay que aplicar el mismo criterio a los equipos y platafor-
mas de extracción de petróleo y gas natural arrendados. Sin embargo, cuando los
barcos, aeronaves, plataformas flotantes, equipos, etcétera, de no residentes se
clasifican como industrias de un país por operar en el territorio de esa nación, se
catalogarán como propiedad de empresas residentes. Los propietarios no resi-
dentes de las mismas recibirán rentas de sus sucursales. Cuando se crean tales
empresas imaginariamente residentes, los buques, aeronaves, etcétera, deben
159
clasificarse por ese país determinado como formación bruta de capital fijo e
importaciones, y por los países de los propietarios no residentes, como for-
mación bruta de capital fijo de signo negativo y exportaciones.
En el caso particular de México, la definición de territorio nacional está dada
en el artículo 42 de la Constitución Política de Estados Unidos Mexicanos, que
comprende:
Estos criterios de residencia fueron tomados, con ligeras modificaciones, del libro Meto-
*
160
2) En consecuencia, la construcción de embajadas, edificaciones y otras obras
en enclaves extraterritoriales por productores residentes de la economía
en que están situados estos enclaves forman parte de la producción y de
las exportaciones de esa economía.
3) Por lo tanto, los desembolsos a favor de productores extranjeros realiza-
dos por el gobierno del país compilador de la balanza de pagos, por la
edificación de embajadas y otras obras en enclaves extraterritoriales son
importaciones del país en cuestión.
4) Por otra parte, los sueldos y salarios pagados al personal local que trabaja
en establecimientos diplomáticos, militares y otros organismos gubernamen-
tales extranjeros, son retribuciones efectuadas a residentes de la economía
en que se encuentran situados dichos establecimientos. Tales pagos se regis-
tran como servicios de factores prestados al extranjero por la economía
donde están ubicadas tales entidades.
5) Por su lado, las remuneraciones del personal diplomático, consular y mili-
tar de un país en el extranjero no son objeto de transacción internacional,
ya que dicho personal es residente del país al cual representa.
6) Por consiguiente, sólo se registran en la balanza de pagos los gastos par-
ticulares del personal diplomático, consular y militar y de las personas que
dependen de ellos (familiares) en el país en el que están acreditados. Asi-
mismo, se asientan otros gastos de las embajadas y de los consulados en
bienes y servicios, tales como suministros y muebles de oficina, combus-
tible y servicios públicos, alquileres o compra y venta de edificios para uso
de la embajada o de otras dependencias, automóviles oficiales y gastos de
utilización y mantenimiento, y funciones oficiales. Respecto al personal
militar, se excluyen los gastos que realizan en sus cantinas, economatos
o tiendas de provisiones.
161
actividades desarrolladas en el nombre de la institución internacional. En con-
secuencia, los sueldos y salarios pagados por instituciones internacionales a su
propio personal son remuneraciones a residentes de la economía en que dicho
personal está destinado un año o más.
Residencia de los individuos: El concepto de residencia para las personas físicas
abarca a todos los individuos cuyo centro general de interés se encuentra en
dicha economía. Se consideran como residentes de una economía todas las
personas que viven en el territorio nacional de la misma, salvo las siguientes:
Los trabajadores que crucen la frontera entre dos economías todos los días
o con menos frecuencia, pero de forma regular, porque trabajan en una eco-
nomía, pero tienen su domicilio en otra, son residentes de la economía en que
tienen su domicilio, no de la economía en que trabajan.
Residencia de las instituciones privadas sin fines de lucro: Igualmente se consideran
residentes de la economía en cuyo territorio están situadas o desarrollan su
162
actividad, todas las instituciones privadas sin fines de lucro que prestan sus
servicios a las personas físicas. Tales instituciones tienen como característica
principal que no obtienen ningún financiamiento ni están sujetas a ningún tipo
de control por parte del gobierno general y prestan servicios educativos, de
salud, culturales, recreativos y otros de tipo social y colectivo a las personas
físicas en forma gratuita o a precios de venta que no cubren totalmente sus
costos de producción.
Residencia de las empresas: Se consideran residentes a todas las empresas que
operan dentro del territorio de una economía, aunque sean de propiedad de
no residentes. Las empresas se clasifican principalmente en empresas no finan-
cieras y financieras. Las primeras se dedican a la producción de bienes y ser-
vicios, a participar en transacciones de tierras situadas dentro de la frontera de
esa economía o a llevar a cabo operaciones relativas a arriendos, derechos,
concesiones, patentes, derechos de autor, y a otros activos intangibles, no fi-
nancieros semejantes otorgados por el gobierno de esa economía. Las empresas
financieras se dedican principalmente a captar ahorros dentro y fuera del país,
a fin de allegarse fondos para prestarlos en el mercado. Estas últimas empre-
sas incluyen a las instituciones monetarias, compañías de seguros y cajas de
pensiones, además de otras instituciones financieras. En las instituciones mo-
netarias quedan comprendidos el banco central y los bancos de depósito y todas
las demás instituciones que crean dinero, de acuerdo con la definición que se
adopte. En sentido estricto, el banco central no capta ahorro, más bien crea
dinero cuando compra moneda extranjera, realiza operaciones de redescuento
o concede préstamos al gobierno. Sin embargo influye sobre la magnitud y des-
tino del ahorro por medio de los instrumentos de política monetaria (encaje,
tasa de interés, etcétera).
Las empresas de propiedad de no residentes se toman como residentes
de la economía donde están ubicadas por las razones principales siguientes:
En primer término, desde el punto de vista operativo, integran la economía
donde se encuentran instaladas, usan recursos del país, contratan en él la
mayoría de sus trabajadores y pagan regalías e impuestos al gobierno de esa
nación. Sus empleados, aún los de origen extranjero, gastan una porción
importante de sus ingresos en el país y lo más correcto es considerarlos como
residentes del mismo. La política de las empresas, especialmente en lo con-
cerniente al desarrollo y a la expansión, repercute en el resto de la economía.
163
En segundo lugar, existen fuertes razones desde el punto de vista contable, pues
si se consideran extranjeras todas las transacciones que realizan tales empresas
con el resto del mundo —exportaciones, importaciones, renta de las inversio-
nes, etcétera— se omitirían en la balanza de pagos del país donde están asen-
tadas, ya que serían operaciones realizadas entre extranjeros.
En cambio, se incluirían en la balanza de pagos las transacciones que tuvie-
sen lugar entre la empresa extranjera y los residentes, tales como los sueldos y
salarios de los trabajadores locales, las ventas de productos de las compañías
en el mercado interno, el pago de regalías e impuestos al gobierno y otros
similares. Sin lugar a dudas, este razonamiento apoya el argumento de tratar-
las como residentes del país donde operan, puesto que al considerarlas como
no residentes se estarían dejando de registrar en la balanza de pagos flujos tan
importantes como las exportaciones, importaciones y la renta proveniente de
los servicios de los factores de la producción extranjera.
Por último, existe otra consideración sustancial: Como es sabido, en la actuali-
dad es a menudo muy difícil determinar el país de residencia de buena parte de las
empresas transnacionales, por tal motivo, las sucursales y subsidiarias de tales
empresas sólo pueden tomarse como residentes del país donde están localizadas.
Las empresas no financieras y las diversas instituciones financieras se clasi-
fican en empresas privadas y públicas en atención al ejercicio de la propiedad
y el control. Se considera que las autoridades públicas o las entidades privadas
son dueñas de una determinada empresa si es de su propiedad la totalidad o
la mayoría de las acciones, u otras formas de participación en el capital de la
unidad. Respecto al control, la consideración más importante para definir quién
lo ejerce es determinando quién tiene la influencia efectiva en todos los aspec-
tos principales de la dirección.
Por su forma jurídica, las empresas privadas se clasifican en las que son socie-
dades de capital: instituciones y asociaciones sin fines de lucro que prestan servi-
cios principalmente a las empresas y están financiadas y controladas totalmente
y principalmente por ellas, cuasi-sociedades y empresas individuales.
Las empresas constituidas en sociedades de capital incluyen a las sociedades
anónimas, las sociedades de responsabilidad limitada, las cooperativas y otras
formas de sociedades mercantiles, reconocidas como unidades jurídicas inde-
pendientes en virtud de su inscripción como sociedades según actos, leyes o
reglamentos de constitución.
164
Las cuasi-sociedades son empresas cuya propiedad no está representada por
acciones, pero al igual que las empresas constituidas en sociedades de capital, están
separadas jurídicamente de sus propietarios. Esto significa que los ingresos y los
gastos de las mismas y todos los activos físicos y financieros así como, los pa-
sivos relacionados con la empresa, deberán estar controlados y administrados en
forma independiente de las cuentas personales de sus dueños, debiendo haber
registros contables completos de la totalidad de dichos conceptos. Por lo que
concierne a las empresas individuales, es de señalar que los propietarios de estas
unidades mezclan y administran, a menudo, conjuntamente las transacciones fi-
nancieras y propiedades de la empresa con sus restantes actividades. Se dedican
principalmente a actividades no financieras y, generalmente, no son unidades
importantes que llevan cuentas completas de balances y de pérdidas y ganancias.
Las sucursales propiedad de no residentes son empresas no constituidas en
sociedades de capital, esto es, cuasi-sociedades, mientras que las filiales de
empresas extranjeras por lo común se constituyen en forma de sociedades de
capital, la mayoría de cuyas acciones es propiedad de la empresa no residente.
Las empresas de propiedad y/o control público se clasifican en fondos de
seguridad social, autoridades supranacionales, empresas adscritas al gobierno,
empresas públicas no financieras e instituciones financieras. Por su forma ju-
rídica las empresas públicas también se clasifican en constituidas en socieda-
des de capital y en cuasi-sociedades, de acuerdo con las definiciones expuestas
en los párrafos precedentes.
En la medida en que los fondos de seguridad social estén organizados se-
paradamente, se consideran técnicamente como un subsector distinto del
gobierno. En caso contrario, forman parte de este último.
Las autoridades supranacionales de los gobiernos generales comprenden las
operaciones en un país de aquellos organismos que, por convenio entre los
gobiernos nacionales, tienen facultades para establecer impuestos y otras con-
tribuciones obligatorias, así como para efectuar gastos y llevar a cabo otras acti-
vidades con fines específicos en los territorios de más de un país. Las actividades
que dichas autoridades desarrollan en un país determinado se incluyen en el sec-
tor gobierno general, razón por la cual se consideran residentes de las economías
en cuyos territorios funcionan. Hasta ahora son pocos los países a los que afecta
este trato, básicamente a los miembros de la Comunidad Económica Europea
(CEE) y los de la Comunidad Económica de África Oriental (CEAOR).
165
Las empresas adscritas al gobierno son unidades económicas que están estre-
chamente integradas a un ministerio u organismo gubernamental y que proba-
blemente mantienen pequeños saldos de operación. Se dedican principalmente
a suministrar bienes y servicios a otras unidades del gobierno y/o venden bie-
nes y servicios al público, pero en pequeña escala. También pueden ser organis-
mos prestamistas con recursos que proceden sólo del gobierno o de organismos
de ahorro de éste, cuyos fondos pasan automáticamente al gobierno y cuyos
pasivos a favor de la comunidad no revisten la forma de depósitos a plazo o de
ahorro. Las empresas adscritas se consideran residentes y forman parte del sec-
tor gobierno general o de los subsectores a que pertenezcan.
Las empresas públicas no financieras son unidades de propiedad del gobier-
no o controladas presupuestalmente por él, que venden al público bienes y ser-
vicios industriales y comerciales en gran escala. Las empresas públicas están fuera
del sector gobierno general y forman parte del sector de sociedades o cuasi-
sociedades de capital no financieras. Dichas entidades se dedican a producir y a
vender al público bienes y servicios que también pueden producir las empresas
privadas, aunque por lo común fijan precios más bajos del costo total de la
producción o siguen políticas orientadas a apoyar el bienestar del productor o
del consumidor. Tales empresas se separan del gobierno general porque se de-
dican a actividades que difieren por su naturaleza de las del gobierno y se enfren-
tan a problemas de producción, costos y financiamientos con criterios diferentes
de los aplicados en el gobierno.
Además, mantienen sus propios saldos de operación y sus propios crédi-
tos comerciales y financian su formación de capital con reservas de deprecia-
ción retenidas o con endeudamiento, con cierta independencia de las
autoridades públicas que las poseen.
Las instituciones financieras públicas abarcan todos los entes dedicados
principalmente a la aceptación de depósitos a la vista, a plazo o de ahorro, que
mantienen pasivos y adquieren activos financieros en el mercado.
Las entidades financieras públicas se agrupan, de acuerdo con sus repercu-
siones en la economía, en instituciones monetarias y no monetarias. Las prime-
ras son aquellas cuyo principal pasivo es el dinero y comprenden al banco central
y a los bancos que tienen pasivos definidos como dinero. Las instituciones
financieras públicas no monetarias comprenden las sociedades de seguros y los
fondos de pensiones propiedad del Estado, así como los bancos de fomento
166
o de desarrollo cuya actividad principal es la movilización de ahorro interno
y captación de recursos externos para su canalización hacia sectores priorita-
rios o que el sector privado atiende por no considerarlos rentables.
Residencia de los equipos móviles que operan en diversos países: Cuando la explotación
de buques y aeronaves, servicios de gas y electricidad o actividades similares
se llevan a cabo en el territorio nacional de diversos países, la producción y la
renta derivada de dichas actividades corresponden al país en que tal produc-
ción tiene lugar.
Cuando el equipo móvil se utiliza en la producción fuera del territorio de
una economía nacional, es decir, en aguas o espacios internacionales, en el curso
de un año, la residencia del mismo debe atribuirse al país de la empresa que lo
emplea, independientemente de si lo posee o lo alquila.
Residencia de los productores que operan en el ámbito internacional: Este es el caso de
una empresa que explota total o parcialmente aeronaves, buques o flotas
pesqueras en el comercio internacional y está organizada y poseída conjunta-
mente por varios Estados o por empresas residentes en más de un país. Las
ventas y los costos de producción, los restantes ingresos y gastos corrientes y
las transacciones de capital de la entidad deberán asignarse en principio a una
sociedad residente de cada país, en proporción a la participación de su Esta-
do o de su empresa residente en el capital financiero de la entidad.
Algunas complicaciones finales que plantea la definición de residencia: Las empresas
comerciales que realizan transacciones por cuenta de extranjeros deberán con-
siderarse como productores residentes del país en el que se encuentran situa-
das. Cuando las compras o ventas de bienes y servicios efectuados por las
empresas sean por cuenta propia, dichas transacciones deberán asignarse al país
en que se encuentran ubicadas las mismas. Cuando actúan como agente por
cuenta de un principal extranjero, las compras o ventas de bienes y servicios
deberán clasificarse según el país del principal. Las transacciones de viajantes
de comercio extranjero efectuadas en el país en que operan no se consideran
como transacciones de una unidad económica residente de este país.
Cuando los empleados de una empresa residente de un país van al extranjero
para instalar maquinaria o equipo que la empresa ha vendido a no residentes,
el pago por los servicios de instalación deberá considerarse como parte de
la producción bruta de la empresa residente, si el trabajo de instalación se
realiza total o parcialmente por dichos empleados y éstos terminan la insta-
167
lación en menos de un año. Los servicios de instalación deberán clasificarse
entonces como una exportación del país del que se trate. No obstante, si una
parte significativa del trabajo de instalación es ejecutada por residentes del país
extranjero en que se instala la maquinaria o equipo, el valor de los servicios
deberá en principio asignarse a una empresa imaginariamente residente en este
país. En estas circunstancias, es probable que el trabajo de instalación tenga un
volumen importante, requiriendo tal vez bastante tiempo su terminación. Por
consiguiente, conviene seguir el procedimiento de crear una empresa imagina-
ria, a menos que el costo de los servicios de instalación sea parte integrante o
inseparable del precio pagado por la maquinaria o equipo.
La balanza de pagos no es otra cosa que la contabilidad que lleva un país sobre
sus cuentas con el exterior. Estos registros contables normalmente se hacen de
acuerdo con las normas de la partida doble, en donde forzosamente debe
haber del lado izquierdo un crédito y del lado derecho un débito. El crédito
está dado por las exportaciones de mercancías y servicios y los ingresos por
concepto de renta, transferencias unilaterales recibidas, aumentos de pasivos y
disminuciones de activos. En cambio, el débito se origina por la importación
de mercancías y servicios, los pagos por concepto de renta, las transferencias
unilaterales pagadas, los incrementos de activos y las disminuciones de pasivo.
Dicho de otra manera, esta forma de presentación por partida doble es la que
también se conoce como la de dos columnas, en donde quedan registradas en
la primera columna las operaciones activas (el debe) y en la segunda columna las
operaciones pasivas (el haber).
Aparte de la presentación de la balanza de pagos en dos columnas, también
puede presentarse dicho registro en una y en tres columnas. En una columna
se anotan todas las operaciones activas, pasivas y los correspondientes saldos.
En tres columnas, las operaciones activas y pasivas se registran por partida
doble, pero se agrega una columna más para anotar los saldos de las balanzas
parciales y el saldo final.
Por otra parte, para efectos de comparación entre países, se cuenta con
el modelo de balanza de pagos expuesto en el Manual del Fondo Monetario
168
Internacional, correspondiente a la cuarta edición, el cual consta de doble colum-
na en su forma simplificada. También se presenta bajo la forma de resumen
y el detalle o desglose en cuadros especiales por separado.
De acuerdo con el ejemplo numérico de balanza de pagos presentado por
el Fondo Monetario Internacional, se nota que corresponde a un país de me-
nor desarrollo, puesto que arrojó un saldo desfavorable en cuenta corriente de
299.7 millones de unidades monetarias, que resulta de la diferencia entre los
egresos de 3141.6 millones y los ingresos de 2841.9 millones. Este déficit se
explica si partimos del hecho de que por lo general un país subdesarrollado carece
del ahorro suficiente para lograr una importante formación interna de capital,
mientras que los países desarrollados tienen exceso de ahorro que los capacita para
que registren un superávit en sus cuentas con el exterior. Ante esta situación, los
países deficitarios se ven en la necesidad de obtener financiamiento externo como
complemento a sus finanzas internas; en cambio, los países con superávit de
recursos financieros pueden invertirlos en los países necesitados, ya sea en for-
ma directa o por medio del mercado de dinero y capitales.
Sobre este mecanismo de compensar los movimientos deficitarios de la
cuenta corriente con importaciones de capital, el economista Roberto Ibarra
nos dice que “cuando se registra déficit en cuenta corriente, los recursos nece-
sarios para cubrirlo se manifiestan en la cuenta de capital (salvo reservas) como
un aumento de las obligaciones netas del país con el extranjero. Puede darse el
hecho de que el incremento sea igual, superior o inferior al déficit de referen-
cia; en la primera situación las reservas no experimentan ninguna modificación,
en la segunda aumentan y en la tercera disminuyen. Sin embargo, también puede
suceder que las obligaciones netas desciendan, en cuyo caso las reservas bajan
en una cantidad igual a la suma del déficit y del decremento de los pasivos
netos”.4 Cuando en lugar del déficit se registra un superávit, sucede exactamente
lo contrario en la cuenta de capital y en el movimiento de la reserva moneta-
ria. Desde luego que depende también del signo que tenga el rubro de erro-
res y omisiones para saber el efecto definitivo que habrá de producirse en el
movimiento de la reserva monetaria.
169
Modelo simplificado de balanza de pagos del FMI
(Millones de unidades monetarias)
CRÉDITO DÉBITO
170
Otro capital a largo plazo
Sector oficial residente
Giros contra préstamos
recibidos y reembolsos
de éstos 1008.7 360.8
Otros sectores
Giros contra préstamos
recibidos y reembolsos
de éstos 109.6 32.9
Otro capital a corto plazo
Sector oficial residente
pasivos 5.4 17.1
activos 8.7 ---
Bancos de depósito --- ---
pasivos --- 3.7
activos --- 2.5
Reservas --- 79.4
171
COMPOSICIÓN DE LA BALANZA DE PAGOS
172
Balanza en Cuenta Corriente
⎧ ⎧ ⎧ Importaciones
⎪ ⎪ ⎪
⎪ ⎪ Mercancías ⎨
⎪ ⎪ ⎪ Exportaciones
⎪ ⎩
⎪
⎪ Bienes, ⎪
⎪ servicios ⎪ ⎧ Embarques
⎪ ⎪
⎪ y ⎪ ⎪
⎪ renta ⎪ ⎪ Otros transportes
⎪
⎪
⎪ ⎪
⎪ Servicios ⎪ Viajes
⎪ ⎪ ⎨
⎪
Cuentas de ⎪ ⎨ ⎪ Transacciones
⎪
bienes y
⎪
⎪ ⎪ oficialesnis
⎪
servicios, renta ⎨
⎪ ⎪ Otras transacciones
y transferencias ⎪
⎪ ⎪⎩ privadasnis
unilaterales ⎪
⎪ ⎪
⎪ ⎪ ⎧ Renta de la inversión
⎪ ⎪ ⎪
⎪ directa
⎪ ⎪⎪ Otra renta
⎪ ⎪ Renta
⎪ ⎨ Renta del trabajonis
⎪ ⎪ Renta de la
⎪ ⎪
⎪ ⎪
⎪ ⎪⎩ propiedadnis
⎪ ⎪⎩
⎪
⎪ ⎧
⎪ Transferencias ⎪ Privadas
⎨ Oficiales
⎪ unilaterales ⎪
⎩ ⎩
173
Este ejemplo de balanza en cuenta corriente corresponde al modelo presen-
tado en la cuarta edición del Manual de Balanza de Pagos del FMI, que como se
puede notar comprende también las transferencias unilaterales. Por otra parte, los
servicios del trabajo y del capital, los presenta por separado con el rubro de renta.
En modelos anteriores de balanza de pagos el rubro de transferencias unilate-
rales se consideraba como una categoría aparte, debido básicamente a las difi-
cultades que surgían para distinguir los componentes de las cuentas corrientes y
de capital, según los criterios aplicados en el sistema de cuentas nacionales.
Balanza comercial: La balanza comercial o de mercancías registra el valor
monetario de las importaciones y exportaciones que realiza un país en un
periodo determinado.
El registro o cómputo de esta cuenta de mercancías puede arrojar ciertas
diferencias o inexactitudes entre los países debido a factores técnicos, legales
o meramente humanos, derivados de los renglones que se incluyan en el registro,
de las fuentes de información estadística y del método seguido en la valora-
ción de las mercancías.
Sucede, por ejemplo, que el criterio para clasificar y cuantificar el valor de
las mercancías objeto de intercambio difiere entre los países. De acuerdo con
Torres Gaytán,5 algunos renglones que están sujetos a criterios especiales de
clasificación son los siguientes: La pesca capturada en aguas nacionales por
embarcaciones extranjeras; la pesca que realizan embarcaciones nacionales en
aguas internacionales o bajo control de otros países; la compra-venta de oro
y plata que procede de la actividad minera nacional; el contrabando; los envíos
postales; la compra-venta de gas y de energía eléctrica entre los países limítrofes;
los bienes y enseres de los emigrantes e inmigrantes, etc. Por otra parte, en la ac-
tividad minera, los países productores exportan metales preciosos como mer-
cancías y no como metales monetarios, lo que contribuye a complicar los
registros comparativos de las balanzas respectivas, porque es bien sabido que los
movimientos de metales como mercancías y los realizados como moneda son
de distinta naturaleza y de efectos contrarios. Así, la exportación de oro mone-
tario equivale a una desinversión internacional, presiona en la inestabilidad del tipo
de cambio, reduce el circulante monetario y hace disminuir el ingreso nacional.
En el país receptor de tales valores se producen efectos exactamente a la inver-
174
sa. En cambio, si la exportación es de metales preciosos como mercancía, los
efectos se traducen en un aumento del empleo, del circulante monetario, de la
actividad económica y del ingreso nacional, como cualquier otra mercancía.
Por lo que se refiere a las fuentes de información utilizadas, se ha podido
comprobar que a veces resultan verdaderas y a veces falsas, dependiendo de
lo uno o de lo otro para que los registros del intercambio comercial sean co-
rrectos o erróneos o incompletos. Como la fuente original de la información
es lo declarado por los exportadores o lo registrado en el valor de factura, en
un sistema económico donde la mayor ganancia es la meta principal siempre
se correrá el riesgo de encontrarse con este tipo de problemas, por lo que
generalmente la parte oficial tiene que intervenir para ponderar las declaracio-
nes originales y de ameritar el caso, hacer la correcciones pertinentes, a veces
conforme a las cotizaciones internacionales de las mercancías en cuestión.
Respecto al método de valoración en las transacciones internacionales, el
profesor Meade6 expone tres posibles elementos de juicio:
6 James Edward Meade, The balance of payments. Oxford University Press, (Londres,
N.Y., Toronto), 1965, citado por Ricardo Torres Gaytán, op. cit.
175
importadores, ya que como se dijo antes, comprenden el costo, el seguro y el
flete. Y si como apunta Torres Gaytán en su libro Teoría del Comercio Internacio-
nal, el propio país presta estos servicios, obtiene la compensación correspon-
diente en su balanza de servicios; en cambio, si estos servicios los proporciona
otro país, entonces se tendrá que exportar más mercancías para cubrir esta
diferencia de valor por concepto de servicios.
A todas las dificultades en el registro correcto de las transacciones comer-
ciales entre países por los factores anteriores se agrega, por lo regular, el que
se refiere a la variación de los tipos de cambio en un momento dado, lo que
obliga a realizar el cálculo a un tipo de cambio promedio, sin ponderar, pero
que finalmente altera en alguna medida los valores de la balanza comercial.
Balanza de servicios: Registra los pagos por concepto de servicios en que
incurren todos los países del mundo en sus diversas relaciones.
Sobre los registros de esta balanza conviene tener presente que se considera a
las personas físicas o morales como nacionales o extranjeras desde el punto de vista
meramente económico y no jurídico. Así por ejemplo, se consideran como per-
sonas nacionales las que residen permanentemente en el territorio nacional aunque
no sean de esa nacionalidad en términos legales. Asimismo, son extranjeros los que,
aún siendo nacionales desde el punto de vista legal, residen fuera del país. De esta
manera, para efectos del correcto registro de los valores de la cuenta de servicios,
los individuos que aun siendo nacionales desde el punto de vista legal sólo perma-
necen transitoriamente en otro país, se consideran extranjeros, puesto que gastan
en su país de origen ingresos obtenidos en el extranjero. De igual modo, los indivi-
duos que legalmente son extranjeros pero residen en otro país, se consideran
como nacionales cuando gastan dinero en el exterior obtenido en su propio país.
En el modelo simplificado de balanza de pagos que presenta el Fondo
Monetario Internacional y en el que presenta México, se enlistan algunos de los
principales rubros de servicios. El FMI enumera los embarques, otros transpor-
tes, viajes, renta de la inversión directa, otra renta, transacciones oficiales y pri-
vadas, renta del trabajo y otros servicios. México, por su parte, señala en forma
resumida los renglones de turismo, transacciones fronterizas, braceros, rendi-
mientos de las inversiones extranjeras, intereses sobre deudas oficiales y priva-
das, además de otros servicios.
Con el propósito de ampliar aún más el conocimiento sobre esta balanza,
se exponen los principales rubros de servicios de forma desglosada:
176
Balanza de Servicios
177
Balanza de capital: También llamada balanza financiera, es el registro del movimien-
to de fondos entre un país y los demás países del mundo, por concepto de in-
versiones directas, préstamos, pagos y devoluciones, comprendidos los
movimientos de la reserva monetaria. La cuenta de capital registra los cambios
que se producen en los activos y pasivos extranjeros que son importantes para
determinar la situación financiera internacional del país respectivo. La mayor parte
de estos movimientos corresponde a transacciones financieras, es decir, estos
movimientos representan egresos o ingresos que un determinado país hace o
recibe, a cambio de los cuales recibe títulos o poder de compra internacional en
oro o divisas. Cuando se trata de variaciones de activos y pasivos que no se derivan
de ninguna transacción económica, como puede ser una inversión no registra-
da, un donativo o una deuda no recuperada, entonces se considera como una
transferencia unilateral de fondos.
Hay que aclarar que el movimiento de capitales origina registros inversos a
los movimientos de mercancías y servicios. Esto quiere decir que la exporta-
ción de capital aparece en la balanza respectiva como un débito y la importación
como un crédito, a la inversa de lo que sucede en la balanza de transacciones
en cuenta corriente. En otras palabras, una exportación de capital significa un
cambio de fondos de un país por obligaciones del exterior, y una importación
representa un intercambio de activos del exterior (fondos financieros) contra
obligaciones financieras. Aún más, una exportación de capital equivale a una
importación de títulos de deuda y la importación de capital equivale a la ex-
portación de tales títulos de deuda u obligaciones.
De acuerdo con esta técnica de registro en los movimientos financieros,
los ingresos por concepto de importación de capital y de exportación de
bienes y servicios se suman a la oferta de divisas en el mercado de cambios
del país respectivo. A la inversa, la exportación de capital y la importación
de bienes y servicios se suman a la demanda de divisas en el mercado de
cambios del propio país.
178
Balanza de Capital
⎧ ⎧ En el extranjero
Inversión directa ⎨
⎪ ⎩ En la economía declarante
⎪
⎪ Bonos del sector público
⎪ ⎧
⎪ ⎪ Otros bonos
Inversión de cartera ⎨ Acciones y otras participa-
⎪ ⎪
⎪ ⎩ ciones de capital social
Cuenta de
⎪
capital,
⎪
Otro capital
⎧ Sector oficial residente
⎪ ⎨ Bancos de depósito
incluida la ⎪ a largo plazo ⎩ Otros sectores
reserva ⎨
monetaria ⎪
⎪ ⎧ Sector oficial residente
⎪
Otro capital ⎨ Bancos de depósito
⎪ a corto plazo ⎩ Otros sectores
⎪
⎪ ⎧ Oro monetario
⎪ ⎪ Derechos especiales de giro
⎪ Reserva ⎪ Posición de reservas en el FMI
⎪ ⎨ Activos en divisas
⎪ monetaria ⎪ Otros activos
⎪ ⎪⎩ Uso del crédito del FMI
⎩
179
balanza de pagos y pueden registrarse en la cuenta corriente o en la cuenta de
capital, según se trate de mercancías y servicios o de recursos financieros el
motivo de la transferencia.
La transferencia unilateral más común es la donación de un país a otro por
consideraciones de amistad o de ayuda militar. En este caso, para el país do-
nante representa una erogación y para el país que la recibe, un incremento en
su ingreso o producto nacional.
Desde este punto de vista, las donaciones pueden ser voluntarias o deriva-
das de algún contrato bilateral o de bloque multilateral. Asimismo, las
donaciones pueden ser de origen público o privado.
Además de las transferencias unilaterales antes mencionadas, podemos ci-
tar también las originadas por reparaciones de guerra, en virtud de lo cual, el
país vencido tiene la obligación de aportar por un cierto periodo ciertas can-
tidades de recursos financieros al país vencedor. Como transferencias unilate-
rales también figuran las condonaciones de deuda y las inversiones directas que
finalmente se incorporan a la economía del país donde se radicó el capital, lo
que cancela la remisión de fondos por concepto de dividendos.
Reserva monetaria: Es el conjunto de recursos líquidos internacionales como
son el oro, la plata y las divisas (monedas extranjeras) que cada país utiliza para
saldar sus cuentas con el exterior. Tal y como se explicó en el punto anterior,
la reserva monetaria se incrementa en función del saldo positivo de la balanza
en cuenta corriente, siempre y cuando dicho saldo no haya sido utilizado para
hacer inversiones en el exterior, cancelar deudas también en el exterior o bien
para adquirir inversiones de extranjeros en el país.
Los recursos líquidos que constituyen las reservas monetarias normalmente
son el oro y las divisas y en el caso particular de México también la plata, de los
que dispone el banco central, más las disponibilidades de los bancos comercia-
les, más lo que dispongan de esos recursos las empresas y los particulares. Asi-
mismo, quedan comprendidos en la reserva monetaria los depósitos en bancos
del exterior, así como los Derechos Especiales de Giro (DEG) en el Fondo Mo-
netario Internacional (FMI). Sin embargo, para efectos de balanza de pagos o de
cualquier otra emergencia financiera internacional, sólo es efectiva en primera
instancia la reserva monetaria que está bajo control directo de la autoridad
monetaria del país de que se trate y en segundo lugar los recursos monetarios en
poder de los bancos privados, de las empresas y de los particulares.
180
Errores y omisiones: Este rubro, que en principio debe de figurar en todas las
balanzas de pagos del mundo, responde a la necesidad de igualar el total de in-
gresos (el debe) con el total de egresos (el haber), conforme al principio de la
partida doble. Como se señaló en el concepto sobre balanza comercial, el rubro
de errores y omisiones se debe a deficiencias en el registro de la balanza de
mercancías principalmente, sobre todo por lo que se refiere a los renglones que
deben quedar incluidos en el cómputo de dicha balanza, a la seriedad y honra-
dez de las diversas fuentes de información, así como por el método de valora-
ción de las mercancías. Pero también por la inexactitud en el registro de algunas
cuentas de servicios o de capital. Así pues, las diferencias entre el activo y el pasivo
se resuelven por medio de este mecanismo contable residual, gracias al cual la
balanza de pagos queda siempre equilibrada, o sea, el debe y el haber quedan
iguales en la contabilidad del sector externo de la economía.
El signo de este rubro será positivo o negativo según sea el valor del pasi-
vo superior al activo y viceversa. Y en la medida en que en él se registren sus
mayores o menores valores, revelará el grado de veracidad o falsedad en los
registros de toda la balanza de pagos.
181
al exterior de los países deben corresponder exactamente con la suma de to-
dos los ingresos recibidos del exterior. Esto sucede así porque en definitiva
el mundo como un todo no puede vender más de lo que puede comprar y
viceversa.
Ahora bien, el estado de equilibrio por excelencia es el equilibrio estático,
aquel que se explica “cuando un conjunto de fuerzas que se contrarrestan
producen un estado con tendencia al reposo”.7 Este tipo de equilibrio se iden-
tifica también con el equilibrio contable, distinto al equilibrio dinámico, que es
el que en definitiva debe interesar a todo el país. Para Kindleberger, el equili-
brio estático se logra cuando las exportaciones se igualan con las importacio-
nes, con sólo movimientos pequeños o nulos de capital autónomo a corto
plazo. El equilibrio dinámico, de acuerdo con este autor, se alcanza cuando el
exceso de importaciones se financia con movimientos de capital autónomo a
largo plazo. Como puede verse, estos dos tipos de equilibrio (estático y diná-
mico) comprenden el factor financiero, el cual no siempre favorece la estabi-
lidad económica de determinados países, sobre todo en aquellos de menor
desarrollo económico relativo.
Según los diferentes niveles de desarrollo económico, también se conocen
diversos conceptos de equilibrio de la balanza de pagos. Por ejemplo,
Kindleberger en atención a los intereses de los países capitalistas desarrollados,
define este tipo de equilibrio como “aquel estado de la balanza de pagos que en
el tiempo oportuno permite el mantenimiento de una economía abierta de una
manera continuada sin un paro riguroso”.8 Esta definición no responde a las con-
diciones reales de los países subdesarrollados, quienes se encuentran imposibi-
litados, sobre todo en el corto plazo, para sostener un comercio abierto de
librecambio, so pena de caer precisamente en constantes desequilibrios externos.
Lo ideal para cualquier país sería mantener un equilibrio externo igualando los
egresos con los ingresos corrientes sin afectar la reserva monetaria, ni aumentar
el monto de la deuda externa y tampoco comprometer los niveles de empleo
y el crecimiento económico nacional; esto es, todo sano equilibrio de la balanza
de pagos no debe lograrse a costa de otros desequilibrios de la economía inter-
7 Ibid.
8 Charles P. Kindleberger, op. cit.
182
na y por ende del deterioro de los niveles de vida de toda una comunidad
nacional.
Si nos valemos de una figura parecida a la balanza de platillos, se puede ex-
plicar de manera más sencilla este fenómeno del equilibrio de la balanza de pagos.
E I E I
183
Desequilibrio positivo,
en donde el valor de la izquierda
I (exportaciones)
E es mayor que el de la derecha
(importaciones)
Desequilibrio negativo,
en donde el valor de la derecha
E (importaciones)
I es mayor que el de la izquierda
(exportaciones)
184
plazo”.9 Este mismo autor considera que estos desequilibrios son causados por
la pérdida de ingreso de divisas de uno o varios de los renglones principales
de la balanza de pagos, ya por grandes pérdidas de capital, por drásticas re-
ducciones de la oferta exportable o por descenso de la demanda externa.
En el propio Fondo Monetario Internacional, desde su fundación en 1944,
se habla de los desequilibrios fundamentales como una de las razones que
pueden esgrimir los países miembros de tal organismo para autorizarles la
devaluación del tipo de cambio sin límite alguno, aunque resulte curioso que
por ninguna parte de su articulado se ha encontrado una definición sobre lo
que debe entenderse como desequilibrio fundamental. De ahí que Kindleberger
parte del supuesto de que dicho organismo “puede referirse a la dimensión de
la perturbación o a la pertinencia de la misma”.10
Desequilibrio estructural por variaciones en el intercambio de mercancías: Este desequi-
librio se produce cuando se presenta una variación en las condiciones básicas
de cómo obtener o destinar el ingreso nacional bajo un contexto internacio-
nal. La variación en la oferta o demanda de mercancías de un país en un pe-
riodo determinado, sin que se den las correspondientes variaciones en otros
países, puede dar origen, en principio, a un desequilibrio estructural.
A este respecto, Kindleberger considera, por ejemplo, que “si se produce
un descenso en la demanda mundial de bordados suizos a causa de una va-
riación de los gustos, entonces, los recursos anteriormente ocupados en la
producción de bordados han de desplazarse hacia otras líneas de actividad
o ajustar sus gastos en sentido descendente. En el conjunto del país, los re-
cursos desplazados o algunos otros han de ser traspasados a otras ramas de
exportación o bien el país ha de restringir sus exportaciones”.11 Según este
mismo autor, la demanda interior y la oferta exterior de importaciones pue-
den variar de manera adversa, originando un desequilibrio estructural; de la
misma manera lo causa la oferta interior y la demanda exterior de exportacio-
nes. Y agrega: “el fallo de una cosecha o una huelga prolongada en una indus-
tria fundamental pueden dar lugar a un incremento de las importaciones, así
185
como a un descenso de las exportaciones”. Todo lo cual vendría a provocar
un desequilibrio estructural o fundamental en un país que observe estas carac-
terísticas, cuando se registren cambios inesperados en las exportaciones o im-
portaciones de mercancías.
Desequilibrio estructural por variaciones en el intercambio de factores productivos: Este
tipo de desequilibrio se origina cuando los precios de los factores productivos
no corresponden con la dotación de los mismos en los diferentes países que
mantienen intercambio, ya que en algunos de ellos el precio del trabajo es más
alto y el precio del capital es más bajo, y viceversa.
La explicación a estas discordancias entre la dotación de los factores y el precio
de los mismos radica en la forma como se determina el precio de cada uno de
esos factores productivos. Así por ejemplo, en un país en donde las organizaciones
obreras son fuertes, la negociación salarial tendrá que ser favorable a la fuerza de
trabajo. Asimismo, si la oferta de capital es abundante y el Estado democrático
legisla sobre tasas de interés social para beneficiar a los sectores populares, es
natural que el precio del capital tienda a ser bajo con respecto al precio de la mano
de obra. En estas condiciones, si el precio del trabajo es demasiado alto, el país
en cuestión se decidirá por las actividades productivas en donde tenga ventaja
comparativa, por ejemplo, donde el trabajo se utilice menos, prefiriendo en todo
caso, realizar importaciones de mercancías con un contenido mayor de trabajo.
De esta manera, dice Kindleberger, “se subvaluará la ventaja comparativa del país
en los bienes y servicios del trabajo intensivo y se sobrevaluará su desventaja
comparativa en esas actividades”.12
Podríamos concluir este punto diciendo que la balanza de pagos de un país
se encuentra en desequilibrio estructural cuando los precios de los factores
productivos, en discordancia con la dotación de los mismos, provocan una
alteración en la estructura de la producción, modificando la composición de
sus cuentas con el exterior.
Desequilibrio de origen interno: Los desequilibrios de la balanza de pagos pue-
den deberse a factores internos o externos, ya sea por la dinámica propia de
las economías como por las acciones deliberadas de los gobiernos que las
promueven y las dirigen.
12 Ibidem.
186
El sistema capitalista está sujeto a constantes desequilibrios coyunturales y
estructurales, lo que hace que se enfrenten los intereses económicos de los
diferentes países que lo componen. Pero si bien es cierto que la competencia
económica es de todos contra todos, la batalla más dispareja se presenta en-
tre los países desarrollados y los subdesarrollados.
Es explicable que los países de menor desarrollo económico tengan deficien-
cias estructurales, principalmente por ser productores primarios, tener bajos índi-
ces de productividad, claras insuficiencias de capital y una escasa tecnología
productiva, lo que hace que caigan en frecuentes estrangulamientos y desequilibrios
de origen interno, esto es, derivados de sus propias condiciones de subdesarrollo.
Por ejemplo, es bien sabido que los países de incipiente desarrollo generalmente re-
gistran saldos negativos en su cuenta corriente, teniendo necesidad de importar ca-
pital para equilibrar su balanza global, como una forma de captar divisas que
compensan la salida de ellas por concepto de importación de mercancías y servicios
que se requieren para mantener un adecuado nivel de crecimiento económico.
Además de los problemas generados por las propias fuerzas que componen
la estructura económica, pueden surgir los desequilibrios de la balanza de pagos
o de las balanzas parciales como consecuencia de equivocadas medidas de política
económica, en general, o de política de comercio exterior, en particular, ya que
está comprobado que las medidas de política diseñadas y puestas en acción por
los gobiernos respectivos pueden corregir, pero también pueden provocar
desequilibrios con el sector externo de la economía de un país determinado.
Desequilibrio de origen externo: Los desequilibrios de origen externo pueden darse
en las relaciones comerciales entre países de igual o diferente grado de desa-
rrollo económico, pero lo más frecuente y normal es que se den entre países
ricos y países pobres, llevando la parte desfavorable casi siempre los países de
menor desarrollo.
Es un hecho comprobado históricamente que en materia de comercio inter-
nacional nunca ha operado ni operará código de conducta alguno entre los países
involucrados en tal actividad económica, por más que tal postulado se haya ex-
puesto en diferentes conferencias y organismos especializados en comercio
exterior. Por eso no es de sorprenderse que mientras los países de menor de-
sarrollo implementan algunas medidas proteccionistas en legítima defensa de
sus intereses económicos con cierta independencia, los centros industriales
hegemónicos apliquen también medidas proteccionistas pero despropor-
187
cionadas, como parte fundamental de sus estrategias de ofensiva comercial, en
congruencia con sus afanes de dominación capitalista.
Por eso, aparte de los inevitables estrangulamientos de las economías en vías
de desarrollo, junto con las posibles fallas en ciertas medidas de política comer-
cial, dentro de las causas de los desequilibrios externos están a menudo presentes
las presiones y los embates de las economías más desarrolladas, a través de las
prácticas proteccionistas ya mencionadas, más las prácticas perniciosas del
dumping y la acción desestabilizadora de los monopolios comerciales y finan-
cieros, propios de las potencias capitalistas.
Para tratar de frenar algo de esta influencia negativa de las economías del
centro en las economías de la periferia y, supuestamente para regular de ma-
nera más equitativa el comercio mundial, se han creado organismos
multilaterales como el desaparecido Acuerdo General sobre Tarifas Aduane-
ras y Comercio (GATT), la UNCTAD y ahora la Organización Mundial de Comercio
(OMC), habiéndose obtenido hasta la fecha resultados poco alentadores a ese
respecto.
Por otra parte, los países menos desarrollados han realizado importantes
esfuerzos de integración económica regional con miras a contrarrestar dichos
efectos negativos del comercio con los países desarrollados y de esa manera
conseguir un trato más favorable que evite los desequilibrios de sus respecti-
vas balanzas de pagos y los estrangulamientos del exterior.
1) Diferente nivel de desarrollo económico entre los países: Este nivel de desarrollo eco-
nómico hace que la sociedad humana esté dividida en Primer Mundo, Se-
gundo Mundo y Tercer Mundo. Desde otro punto de vista, en países
188
desarrollados y países subdesarrollados, o bien, en países del centro y paí-
ses dependientes o de la periferia. Esta situación de desigualdad en el mundo
hace que unos países registren un mayor crecimiento económico y otros un
mayor retraso, reflejándose todo esto en una deficiente utilización de los re-
cursos productivos mundiales y en menores volúmenes de comercio entre
estos dos bloques de países, para recaer en los países de menor desarrollo
económico relativo el mayor peso de los desequilibrios estructurales y de
comercio exterior.
2) Las crisis periódicas y recurrentes del sistema capitalista: La gran capacidad pro-
ductiva de los países más desarrollados, junto con el desorden en los
volúmenes de producción sujetos al afán desmedido de ganancia de los em-
presarios, concurren para que se generen las crisis económicas periódicas y
recurrentes del sistema capitalista. Como los países más desarrollados son
los centros generadores de este tipo de fluctuaciones económicas a nivel
mundial, y los países subdesarrollados los receptores principales de dichos
fenómenos, es por lo que en una depresión, por ejemplo, estos países ven
reducidas sus exportaciones más que proporcionalmente a sus importacio-
nes, debido a que un país en recesión o depresión económica tiende a dis-
minuir sustancialmente sus importaciones de materias primas de los países
periféricos.
3) La existencia de monopolios nacionales y transnacionales: La concentración de
capital en los centros imperialistas, les da una gran capacidad produc-
tiva y en consecuencia, el surgimiento de monopolios nacionales y
transnacionales, debido fundamentalmente a las ventajas de una avan-
zada tecnología que se traduce en elevados índices de productividad.
Ahora bien, el desequilibrio negativo en las cuentas con el exterior de los
países de menor desarrollo económico se produce porque a los mono-
polios no les interesa mantener relaciones comerciales con los demás
países del mundo, sino que su meta principal es la de vender más mer-
cancías con el mayor precio posible para alcanzar la conocida ganancia
monopólica, propia del capitalismo financiero o monopolista. Esto
significa que, en términos generales, los monopolios no respetan los
compromisos establecidos por los organismos internacionales de co-
mercio ya mencionados. Toda esta incongruencia que se manifiesta en
la realidad por parte de los países poderosos da lugar a los consabidos
189
desajustes comerciales y a que se acentúe una mayor desigualdad entre
países ricos y países pobres.
4) La inflación como una constante del sistema capitalista: Ya es ampliamente sabi-
do que todo proceso inflacionario tiende a ensanchar la brecha entre los
ingresos altos, o sea, provoca una inequitativa distribución del ingreso en-
tre las personas de una comunidad nacional. En el intercambio comercial
entre países, aún reconociendo que la inflación está presente en todos los
países del sistema capitalista, si la tasa inflacionaria interna de un país
determinado es superior a la de otro de igual o mayor desarrollo, se pro-
duce el desequilibrio externo, porque el primer país tiende a importar más
en función de la diferencia de los precios internacionales. Bajo estas condi-
ciones, el país de menor inflación relativa registrará en un momento dado
un desequilibrio positivo, en tanto que el país de mayor tasa inflacionaria
relativa reportará un saldo negativo en ese mismo periodo, para lo cual habrá
de aplicar este último país medidas efectivas de ajuste antiinflacionario con
miras a corregir su desequilibrio externo. En el caso de que todos los paí-
ses registraran el mismo nivel de inflación, teóricamente no habría desequi-
librio de la balanza de pagos en ninguno de los países considerados.
Aparte de las causas estructurales por las fallas de origen del sistema capita-
lista, desde el punto de vista monetario la inflación se explica como un ex-
ceso de la demanda de bienes y servicios en relación a la oferta de lo mismo.
En otros términos, el fenómeno inflacionario se puede también explicar por
la diferencia de elasticidad en la oferta y en la demanda. Por un lado la
oferta en algunos campos de inversión puede ser altamente inelástica y en
otros con poca inelasticidad; mientras que la demanda, por la misma gran
magnitud potencial que priva en los países de menor desarrollo econó-
mico, al poner medios de pago adicionales en manos de los consumido-
res, la demanda efectiva responde inmediatamente y al no encontrar una
respuesta proporcional en la oferta, se produce el disparo inflacionario.
La situación de desequilibrio se complica aún más cuando se comprue-
ba en los hechos que el proceso inflacionario lo provocan tanto el sector
privado empresarial, como el sector público. En este sentido, Emilio
Mújica sostiene “que por el lado del sector privado, el ritmo creciente de
utilidades en un país da lugar a presiones inflacionarias, bajo la forma de una
deformación de la demanda interna expresada en una contracción del mer-
190
cado de bienes de consumo y una ampliación del mercado de bienes
suntuarios, precipitando aún más el desequilibrio externo”.13
Respecto al sector público, Horacio Flores de la Peña dice que las inver-
siones de este sector se han caracterizado por ser fuertemente inflacio
narias, debido a que media un lapso muy grande entre su impacto mo-
netario y su impacto producción. Y advierte que las presiones
inflacionarias no deben identificarse necesariamente con un déficit del
presupuesto, ya que puede haber inflación aún con superávit presupues-
tario, si los recursos no son canalizados en buena medida a campos de
producción inmediata.
En otra de sus aportaciones sobre el fenómeno inflacionario, Flores de la Peña
sostiene que:
13 Emilio Mújica, Discusión de Mesa Redonda sobre desarrollo y estabilidad económica, cursos de
191
La importancia que guarda la selección de los campos de inversión por
parte del Estado, se reconoce cuando aumenta la producción nacional y
se logra una mayor sustitución de importaciones; de esa manera romperse
el paralelismo estrecho que existe entre crecimiento del ingreso moneta-
rio y la demanda de importaciones.
También está comprobado que puede ocurrir un desequilibrio en países
subdesarrollados aun cuando sean iguales la oferta y la demanda totales,
si persisten crecimientos disparejos en los diferentes factores de la econo-
mía. Al respecto, Kaldor15 expone como ejemplo la inflación de Chile de
hace algunos años. Este autor dice que esa inflación no puede atribuirse
al exceso de la demanda sobre la oferta, ya que cuando fue más alta
aquella, la inversión en capital fijo no se incrementó. Así pues, se convino
en atribuir la causa básica en el desproporcionado crecimiento de la pro-
ducción en los diversos sectores de la economía. En esta virtud, la ocu-
pación y productividad se habían incrementado en las ciudades sin que se
produjera lo mismo en los alimentos del campo; esto trajo como resul-
tado una menor oferta con relación a la demanda, elevando los precios
de los artículos de primera necesidad.
Elevados índices de crecimiento demográfico: El crecimiento de la población de
un país como variable del desarrollo económico forma parte también de
las causas generales y básicas del desequilibrio de la balanza de pagos, puesto
que las políticas de crecimiento económico, junto con las políticas
distributivas y redistributivas del ingreso, obligan a sostener un ritmo de
actividad económica y de capitalización que luego no corresponde con la
disponibilidad de recursos productivos propios, viéndose el país de que
se trate en la necesidad de incrementar sus importaciones de mercancías,
de servicios y de capital, lo que origina un desequilibrio en sus cuentas con
el exterior, a menos que el país en cuestión quiera mantenerse en el atraso
y posponer sus metas de bienestar que reclama cualquier comunidad na-
cional. Ante esta situación, que se da principalmente entre los países de in-
cipiente poder económico, o se incurre en este tipo de desequilibrio
externo en forma deliberada o se aplican medidas restrictivas en el cre-
192
cimiento poblacional, que generalmente se consideran de dudosa efecti-
vidad en la práctica.
193
sus balanzas de pagos en detrimento de las economías dependientes, que
por lo general registran saldos negativos en condiciones normales, esto es,
sin aplicar medidas radicales de corrección en sus relaciones con el exte-
rior. Por lo tanto, una mayor competitividad que trate de evitar los
desequilibrios con el exterior es un proceso evolutivo que requiere de
muchos años de esfuerzo para lograrla dentro del ámbito internacional.
3) Atraso tecnológico: La tecnología es parte fundamental de la productividad
y consecuentemente del grado de competitividad que debe tener un país
para efectos de comercio internacional. Como se asentó en el punto
anterior, el desarrollo tecnológico es consustancial al nivel de capitaliza-
ción de un país. Los avances tecnológicos le permiten a un país no sólo
incrementar sus ingresos por concepto de exportación de mercancías, sino
también por la exportación de marcas y patentes. Así, un país que regis-
tra cambios tecnológicos importantes o sistemáticos está en condiciones
de obtener un superávit persistente en su balanza comercial, al aumentar
sus exportaciones y reducir sus importaciones; todo ello como consecuen-
cia de mejoras tecnológicas en la producción de mercancías. Si estos cam-
bios tecnológicos se dan en forma regular y consecutiva en un país x
respecto de otro país z, se produce un desequilibrio secular en ambos
países, pero mientras en el primer país se registra un saldo positivo, en el
segundo se obtiene un saldo negativo.
4) Subvaloración o sobrevaloración de los tipos de cambio: La inflación interna rela-
tiva, junto con la subvaluación o sobrevaluación del tipo de cambio,
generan desequilibrios en la balanza de pagos de un país, que se expresan
a través de los movimientos en el ingreso nacional y en los precios de las
mercancías. La inflación de origen interno se debe a factores estructura-
les y factores coyunturales. Dentro de estos últimos podemos mencionar,
por el lado de la oferta, la escasez de productos básicos en un periodo
determinado debido a problemas estacionales, que pueden ser por sequía
o por inundaciones; también por falta de inversiones productivas debi-
do a carencia de capital propio o por altas tasas de interés en el mercado
de capital. Por el lado de la demanda, por lo general se atribuye al exceso
de ésta, como consecuencia de un exceso de circulante monetario o de-
bido a las alzas salariales sin una efectiva compensación en mejoras de la
productividad laboral. Si esta tasa inflacionaria interna es superior a la de
194
los países con quienes se comercia, hace que se produzca un desequilibrio
en la cuenta corriente, ya que la tendencia normal en estos casos es la de
importar más de lo que se exporta. Otros factores de la inflación relativa
de un país determinado son de origen externo. Por ejemplo, se ha podi-
do comprobar que las guerras y la posterior reconstrucción genera pro-
cesos inflacionarios galopantes, porque la fuerte demanda interior, al lado
de la escasez de mercancías por el conflicto bélico y el bloqueo de las rutas
marítimas tradicionales, terminan por distorsionar los movimientos co-
merciales en el mundo entero.
En ambos casos de inflación de origen interno o externo, los tipos de
cambio se salen de sus cauces normales. Bajo condiciones de sobrevaluación
del tipo de cambio y ante la imposibilidad o inconveniencia estratégica de
hacer otro tipo de ajustes, entonces se procede a mover las paridades de
los tipos de cambio hacia la subvaloración, o sea, devaluarlos en relación
a los tipos de cambio con los cuales se perdió competitividad. Pero, teó-
ricamente también la subvaluación excesiva puede conducir a un desequi-
librio positivo de la balanza comercial o de pagos, bajo la forma de
importar menos y exportar más, como consecuencia de la diferencia de
los precios relativos internacionales producto de esa subvaluación del tipo
de cambio del país que originalmente había perdido competitividad.
5) Movimientos desordenados del capital financiero: Los desequilibrios de la balan-
za en cuenta corriente se corrigen o se compensan contablemente en los
movimientos de capital financiero.
Lo normal es que los países de menor desarrollo económico relativo
sean importadores de capital, debido a que es el recurso productivo de
que más carecen para promover y sostener sus tasas de crecimiento eco-
nómico y un cierto nivel de empleo, pero a veces sucede que algunos países
periféricos de menor desarrollo no se moderan en la adquisición adecuada
de préstamos financieros del exterior y con ello incurren en excesivos
endeudamientos, con lo que terminan por comprometer sus intereses
soberanos y en buena medida su estabilidad financiera y el equilibrio de
sus balanzas de pagos.
En apariencia, con la importación de capital financiero se resuelve a corto
plazo la situación contable de la balanza de pagos de los países subdesa-
rrollados, pero como toda deuda de este tipo implica pago de intereses
195
casi siempre elevados, resulta que a menudo sale más capital de los paí-
ses pobres endeudados hacia los países ricos acreedores que el que les
ingresa en un periodo determinado. Si a todo esto le agregamos la famosa
fuga de capitales por motivos fiscales, monetarios o especulativos o sim-
plemente por consideraciones de inseguridad de parte de sus propieta-
rios, se concluye que los flujos de capital financiero sin mayor control y
racionalidad, en lugar de servir de soporte seguro para las economías en
vías de desarrollo, pueden convertirse, bajo ciertas condiciones impues-
tas por los acreedores, en verdaderos factores de desestabilización eco-
nómica en un momento determinado.
Una vez que un país cualquiera detecta un desequilibrio del tipo que sea en su
balanza de pagos, procura poner en práctica ciertas medidas de ajuste o
correctivas de dicho desequilibrio. Las medidas que normalmente se ponen en
acción dependerán del tipo de desequilibrio y de las causas que lo hayan generado.
De acuerdo con los economistas Urquidi y Fernández Hurtado “las medi-
das pueden clasificarse en correctivas, que pretenden corregir o atacar las cau-
sas, y las compensatorias, que tienden a contrarrestar o eliminar los efectos del
desequilibrio”.16 Por su parte, Kindleberger sostiene “que las medidas pueden
ser represivas, correctivas o de financiamiento”.17
Medidas correctivas: Para Urquidi y Fernández Hurtado las principales medi-
das correctivas son tres: 1) La deflación, 2) la devaluación del tipo de cambio
y 3) las importaciones de capital a largo plazo.
Por medio de la deflación se busca reducir los ingresos (a través de la dis-
minución de los salarios y el aumento de los impuestos al consumo y al ingre-
so), con el objeto de abatir la demanda de importaciones y como efecto
contrario, incrementar las exportaciones.
internacional. Trimestre Económico. FCE, vol. XIII, núm. 4, enero- marzo de 1967, México, D. F.
17 Charles P. Kindleberger, op. cit.
196
Con la devaluación monetaria se pretende ajustar la paridad de la moneda
nacional en relación con las monedas del exterior, con el objeto de aumentar
las exportaciones y hacer disminuir sustancialmente las importaciones, sin afectar
sensiblemente el empleo y el nivel de ingresos, siempre y cuando se cuente con
una alta elasticidad-precio de las importaciones en el interior y en el exterior.
Por lo que se refiere a las importaciones de capital reembolsado a largo
plazo, se trata de restablecer el equilibrio de la balanza de pagos mientras se pro-
ducen ciertos cambios favorables en la economía nacional y sin que se recurra
a modificar el valor externo de la moneda.
Medidas compensatorias. De conformidad con estos autores, las medidas
compensatorias son en mayor número, sólo que en nuestra opinión algunas de
ellas, más que compensatorias son correctivas, como lo explicaremos más
adelante.
1) Empleo de las reservas de oro y divisas.
2) Movimiento favorable de capital a corto plazo.
3) Incremento de los aranceles.
4) Acentuación de las restricciones cuantitativas.
5) Alteración del gasto público acompañado de un incremento de los
impuestos.
6) Restricciones crediticias.
7) Control de cambios.
8) Estímulos a la exportación.
197
las fuerzas automáticas que operan la corrección surten su efecto. Así pues, la
financiación puede ser la mejor terapia que resuelve el desequilibrio”.18
Como ejemplos de cuasi-ajuste tenemos: la reducción del gasto al exterior;
el condicionamiento de la ayuda al exterior; las restricciones de los viajes al ex-
terior; la reducción de la ayuda al exterior; la elevación de los tipos de interés
para atraer capital a corto plazo para financiar el déficit del país que lo requie-
re. Ahora bien, de acuerdo con Kindleberger, la forma más drástica o extre-
ma de cuasi-ajuste es el control de cambios, por medio del cual la demanda
y la oferta se igualan administrativamente y no a través del sistema de precios.
El ejemplo de ajuste o corrección del desequilibrio de la balanza de pagos
está representado por la variación y modificación del gasto.
Por lo anterior, se colige que las medidas básicas de ajuste tienden a corre-
gir los desequilibrios; en cambio las medidas de cuasi-ajuste los reprime. Se
considera que estas últimas se justifican cuando las medidas correctivas ope-
ran con lentitud o bien porque el financiamiento del déficit haya sido llevado
a niveles excesivos.
Se comprende, pues, que estos tres tipos de medidas por lo regular se com-
binan o se complementan. Así, las medidas de cuasi-ajuste operan a corto plazo,
en tanto que las medidas de ajuste o correctivas actúan a mayor plazo, de tal
manera que mientras éstas surten efecto, se hace necesaria la financiación para
complementarlas en el largo plazo mientras se producen los cambios estruc-
turales requeridos.
18 Ibidem.
19 Ibidem.
198
FORMAS DE FINANCIAR LOS DESEQUILIBRIOS
199
OTRO PUNTO DE VISTA SOBRE CÓMO PREVENIR O CORREGIR LOS
DESEQUILIBRIOS DE LA BALANZA DE PAGOS*
En opinión del autor de este libro, las principales medidas que se ponen en práctica
para corregir los desequilibrios de la balanza de pagos se dividen en dos grupos.
Según el orden de importancia o prioridad estas medidas se clasifican en preven-
tivas o de primera instancia y en correctivas o de última instancia. En el primer
grupo se trata de medidas que procuran evitar o prevenir los desequilibrios, en
tanto que con las medidas del segundo grupo se busca corregir tales desequilibrios
una vez que las medidas preventivas no arrojen los resultados esperados.
Las medidas preventivas son de aplicación permanente dentro de toda
política de comercio exterior. En cambio, las medidas correctivas son de apli-
cación eventual por ser más radicales, dadas las consecuencias positivas pero
también negativas que pueden acarrear.
Entre las principales medidas preventivas o de primera instancia, están:
* Este punto está desarrollado de acuerdo con la tesis profesional del autor de este libro,
200
3) Control y selección de las importaciones del sector público.
4) Medidas antiinflacionarias de naturaleza fiscal o monetaria.
5) Devaluación del tipo de cambio.
6) Control de cambios.
1) Elevar el arancel.
2) Reducir el arancel.
3) Eximir del arancel a determinadas fracciones.
4) Crear nuevas fracciones.
5) Suprimir algunas fracciones.
6) Modificar la nomenclatura de ciertas fracciones.
201
Es oportuno dejar aclarado que la aplicación de las tarifas de importación
y de exportación, aparte de ser útil para provocar ajustes o corrección en la
situación de la balanza de pagos, también tiene fines meramente fiscales de
recaudación, así como la de servir de barrera proteccionista a la industria
nacional en un momento determinado.
Para fomentar determinadas importaciones y exportaciones que convengan
al interés nacional, los gobiernos respectivos, a través de instituciones financieras
creadas exprofeso, otorgan crédito a las empresas interesadas. A los países en
vías de desarrollo generalmente les interesa importar ciertas materias primas
semielaboradas y sobre todo bienes de capital para sus industrias y en algunos
casos productos alimenticios que escasean en determinados periodos. Por el
lado de las exportaciones, se trata de promover ciertas materias primas y a veces
también algunos productos manufacturados. En el caso de México, el Banco
Nacional de Comercio Exterior es la institución financiera que otorga este tipo
de servicios junto con algunos fideicomisos o fondos que se han creado recien-
temente para ese efecto.
Dentro de los estímulos fiscales a la importación y a la exportación están las
exenciones o reducciones arancelarias que a veces revisten la forma de devo-
lución de los impuestos, una vez cumplidos ciertos requisitos por parte de las
empresas interesadas. Asimismo, desempeñan un destacado papel los subsidios
al comercio exterior, principalmente a determinadas importaciones o expor-
taciones de interés nacional.
Otra importante forma de favorecer a las empresas dedicadas a la expor-
tación es a través del sistema de depreciación acelerada, la cual es un préstamo
sin intereses que otorga el gobierno respectivo durante el tiempo en que son
más necesarios los recursos para tales empresas.
Podríamos resumir las medidas fiscales para el fomento del comercio ex-
terior de la siguiente manera: franquicias, exenciones, reducciones, subsidios,
devoluciones de impuestos y depreciación acelerada.
Los precios oficiales que se fijan para efectos de importación y de expor-
tación de mercancías tienen finalidades fiscales más que de política comer-
cial. En todo caso, la influencia indirecta surge de la combinación del precio
oficial con la cuota ad-valórem, ya que para efectos proteccionistas o de
balanza de pagos, al hacer variar cualquiera de estos dos elementos, aun
quedando invariable el otro, necesariamente tendrá que variar el monto to-
202
tal del impuesto. Para la fijación de los precios oficiales normalmente se toma
en cuenta el precio al mayoreo en el extranjero de la mercancía importada,
pero sobre todo el precio oficial de exportación, el cual debe ser represen-
tativo de la cotización exterior, principalmente del o de los países hacia donde
se destina el producto.
Para algunos productos especiales, como son los minerales, el algodón, el
café, el cacao, el azúcar, entre otros, el precio se fija en el mercado internacio-
nal o a base de convenios entre los países signatarios, salvo que el país
exportador tenga el suficiente poder de negociación como para aplicar medidas
unilaterales dentro de su política de comercio exterior.
Los convenios comerciales y de pagos figuran dentro de las medidas para
promover el comercio exterior y eventualmente para prevenir o corregir po-
sibles desequilibrios en la balanza de pagos, es decir, forman parte de la po-
lítica de comercio exterior en un momento determinado. Al respecto, existen
dos tipos de convenios comerciales:
203
Los convenios bilaterales reúnen teóricamente las siguientes ventajas:
204
pecto, Ellis S. Howard señala que si un país mantiene una posición deudora con
otro, puede recurrir a un convenio bilateral de liquidación, a condición de que ello
le permita nivelar su posición en cuenta corriente. Por otra parte, dice que:
si un país sabe que otro depende de él para la obtención de nuevos préstamos, le será
posible obtener un convenio bilateral. Casi todos los países gozan de ventajas com-
parativas en la producción de algunos productos que pueden ser importantes para los
países vecinos y así servir de base para una petición de bilateralismo. Un país extenso
puede representar una porción tan grande de los mercados de otro que podrá inducir
al país más pequeño a celebrar un convenio de liquidación de pagos y aceptar impor-
taciones de una calidad inferior o a precios más altos de los que podría obtener si fuera
otro el caso. A las formas antes indicadas de presión económica debe añadirse el uso
ilegal del poder político internacional.20
20 Ellis S Howard, El bilateralismo y el futuro del comercio internacional, Ensayos sobre teoría del
205
salida de divisas mediante el recurso de fijar montos y sistemas de pagos en-
tre las partes contratantes. Las condiciones son, entre otras, que los
importadores paguen en moneda nacional por sus mercancías a una dependen-
cia determinada, que por lo general es el Banco Central del país respectivo, y
que los exportadores cobren en moneda nacional por sus mercancías a esas
mismas dependencias. Al expirar el plazo del convenio, el país deudor debe
pagar el saldo final entre las exportaciones e importaciones con divisas con-
vertibles especificadas en el mismo documento. Por ejemplo, el Convenio de
Pagos del 31 de marzo de 1951 entre México y España estableció que todos
los pagos relativos al intercambio directo de mercancías y servicios, así
como las remesas familiares y movimientos de capital autorizado, que
deben de hacer en México personas residentes en España, se ordenarán
dentro del marco de la legislación sobre control de cambios vigente en
España, a través de una cuenta abierta en dólares estadunidenses en el Banco
de México al Instituto Español de Moneda Extranjera, llamada para tal efec-
to Cuenta Central Española. En la misma forma, los pagos que deben hacer
en España personas residentes en México es a través de una cuenta en dólares
estadunidenses abierta al Banco de México en los libros del Instituto Español
de Moneda Extranjera, denominada Cuenta Central Mexicana.
Las operaciones de intercambio se efectúan al tipo de cambio de la mone-
da nacional en relación al dólar. Si a la expiración del convenio resultara un saldo,
éste será liquidado por la parte deudora mediante el envío de mercancías a la
parte acreedora en el transcurso de un año. Si transcurrido el periodo no se
hubiese efectuado el pago total en mercancías, la parte deudora, de no mediar
acuerdo especial, pagará a la parte acreedora en dólares o en otras divisas
previamente acordadas.
En cuanto a los Convenios de Intercambio Compensado, sus operaciones
consisten en que el valor de lo importado debe equivaler al valor de lo expor-
tado, a precios corrientes, en un tiempo determinado.
El objetivo es evitar en el país que lo realiza la salida de divisas en la medi-
da de lo posible y, por otro lado, garantizar la exportación de ciertos artículos
de difícil colocación en el mercado exterior, ya sea por la existencia de gran-
des excedentes en esos productos, por tratarse de artículos nuevos no cono-
cidos en el extranjero o de artículos que no se exportan normalmente. México
realiza operaciones de intercambio compensado con petróleo crudo senci-
206
llamente porque es su principal producto de exportación y por tener una impor-
tante producción con base en sus reservas comprobadas y potenciales del ener-
gético. A cambio del crudo este país por lo general recibe bienes de producción
y bienes de consumo duradero, así como aparatos e instrumentos especializados
para las diferentes ramas científicas de la medicina, ingeniería, biología, etcétera.
Los Convenios Multilaterales, son aquellos en los que intervienen más de dos
partes contratantes. Tienen como finalidad fundamental tratar de conciliar los
intereses de todas esas partes contratantes en el comercio de determinado
producto básico o promover el comercio en ciertas regiones geográficas que
abarcan a varios países con intereses comunes o parecidos. En el primer caso
están los convenios internacionales del azúcar, del café, del trigo, del estaño y
de textiles de algodón, entre otros. Y como ejemplo del segundo tipo de con-
venios tenemos a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc),
ahora convertida en Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), la
Comunidad Económica Europea (CEE), la Asociación Europea de Libre Co-
mercio (AELC), el desaparecido Consejo de Cooperación Mutua Económica
(CAME), el SELA y el Mercado Común del Sur (Mercosur), entre otros. El Acuer-
do General sobre Tarifas Aduaneras y Comercio (GATT), desde su creación,
hasta hace unos años, constituía un caso especial propiamente, porque incluía
en sus propósitos esenciales el de incrementar el comercio mundial por me-
dio de negociaciones arancelarias, pero sin que los países miembros de tal acuer-
do estuvieran circunscritos a determinada región, ya que, como bien se sabe,
formaban parte de dicho organismo países de diferentes partes del mundo y
de diferente nivel de desarrollo económico y social. Este tipo de convenios
multilaterales se caracteriza además porque los promueve generalmente un
organismo internacional, sus periodos en vigor son más grandes, requieren
de un aparato administrativo más amplio y complicado, con representantes de
todos los países miembros en una sede permanente y en donde realizan sesiones
internacionales con cierta periodicidad y regularidad.
Es conveniente hacer notar que la Alalc-Aladi, la CEE, la AELC, el SELA, el
Mercosur y el Tratado de Libre Comercio (TLC), además del propósito fun-
damental de incrementar sustancialmente los volúmenes de comercio entre los
países miembros, tienen un objetivo todavía más ambicioso, lograr su integra-
ción económica total, en tanto que el GATT tenía, y ahora la OMC, sólo tienen fines
meramente comerciales.
207
En relación a las medidas correctivas o de última instancia, desde nuestro
punto de vista, se les asigna ese rango en razón del grado de eficacia en los pro-
pósitos perseguidos y en el grado de control directo de las autoridades que las
ponen en práctica. Además, se consideran como medidas de última instancia
porque se aplican una vez que las medidas preventivas o de primera instancia, no
dieron resultados positivos o sólo dieron resultados parciales, y también por el
grado de severidad de tales medidas, ya que al lado de los efectos favorables en
la búsqueda de corregir los desequilibrios de la balanza de pagos, traen apare-
jados algunos efectos negativos o desfavorables para el resto de la economía.
De los controles cuantitativos, el permiso previo a la importación mercan-
til ha sido una de las medidas de mayor aplicación, sobre todo en los países de
menor desarrollo económico relativo, con resultados más prácticos y de me-
nor plazo. El permiso previo de importación implica que la parte interesada
en importar un determinado producto presente la correspondiente solicitud
a la dependencia de gobierno respectiva. La respuesta puede ser positiva, ne-
gativa o parcialmente concedida, dependiendo de que no haya producción na-
cional de ese artículo, que haya suficiente producción y de calidad o de que haya
insuficiente producción para satisfacer las necesidades nacionales. El espíritu y
propósito fundamental de este tipo de control es el de proteger a la balanza
de pagos y a la industria nacional como un todo.
Los Contingentes o cuotas a la importación o exportación se refieren a la
limitación de la cantidad o valor de las importaciones o exportaciones de una
determinada mercancía en un periodo determinado.
La fijación de cuotas o contingentes a la importación es un tipo de control
directo que ejerce una dependencia del gobierno para regular la entrada al
país de artículos supérfluos, innecesarios o simplemente de menor impor-
tancia, después de haber considerado la oferta interna y la disponibilidad de
recursos cambiarios. De acuerdo con Ellsworth,21 hay cuatro formas de dis-
tribuir los contingentes de importación:
208
2) Proporcional, consiste en atribuir a determinados países una proporción
concreta de las importaciones permitidas.
3) A través de licencias a los importadores, exigiéndose para cada importa-
ción concreta.
4) Bilateral, en el cual las importaciones se regulan mediante acuerdos con el
gobierno o con los exportadores del país afectado. Bajo este procedimien-
to, una cámara de comercio, una organización de exportadores o el pro-
pio gobierno del país exportador, expide certificados de exportación.
209
Por otra parte, los contingentes de importación tienden a crear un monopo-
lio de importaciones que repercute necesariamente en los consumidores; es
decir, se rompe el régimen de libre competencia entre los importadores, y no
sólo eso, si la distribución de cuotas entre países se hace tomando como pa-
trón las importaciones de un periodo base, también se tiende a reducir la com-
petencia entre los abastecedores extranjeros; de tal manera que las cuotas fijas
pueden desaprovechar los cambios favorables en las condiciones de la oferta.
No obstante, se reconoce que los contingentes son más eficaces en ciertas
situaciones de emergencia, comparados con los aranceles por la rapidez con
que pueden alterarse o imponerse según sea el caso que se trate de resolver.
En cuanto a los productos de exportación, se procura regular o limitar a
base de cuotas a aquellos que hacen falta para satisfacer las necesidades del con-
sumo nacional y también a aquellos con los cuales ocurren variaciones en los
precios del mercado internacional. Así por ejemplo, los productos básicos para
la alimentación popular, así como las materias primas en bruto, semielaboradas
y aún los productos terminados que sean necesarios para la industrialización del
país de que se trate, son objeto de regulación y limitación por parte de las
autoridades correspondientes.
Con el control de las importaciones del sector público se busca nivelar la
balanza comercial o por lo menos reducir el monto del déficit en un periodo
determinado por medio del procedimiento técnico-administrativo de selec-
cionar y depurar las listas de artículos que suele importar el sector público para
permitir lo más indispensable. Con esta medida se trata de que el sector pú-
blico se surta en primer lugar con la producción nacional y sólo cuando ésta
fuera insuficiente y verdaderamente indispensables tales productos se autori-
za su adquisición del exterior.
Para llevar a cabo esta tarea normalmente se nombra una comisión o co-
mité de importaciones del sector público con representantes de las dependen-
cias del gobierno respectivo relacionadas con el comercio exterior. Esta
comisión o comité tiene como sus principales funciones, las siguientes:
1) Vigilar y hacer cumplir que las compras hechas por el sector público sean
preferentemente de origen nacional.
2) Que los artículos de procedencia extranjera sólo se adquieran por excep-
ción, siempre que se compruebe la carencia total o parcial de producción
210
nacional y que tales productos se consideren indispensables para el cum-
plimiento y atribuciones del sector público.
3) Recoger toda la información necesaria que deben aportar las partes inte-
resadas del sector público, a fin de justificar la operación y otorgar la co-
rrespondiente autorización.
4) El comité, después de analizar algunas tendencias de la economía nacio-
nal, del estado de la balanza de pagos y sobre la disponibilidad de recursos
financieros, debe resolver en el menor plazo posible, que por lo general
es de quince días, contados a partir de la fecha en que se presentan las
solicitudes, o bien, desde el momento en que se integre debidamente el
expediente respectivo.
5) Las resoluciones del comité se toman por mayoría de votos y en caso de
empate, es el presidente de la comisión quien decide con su voto de ca-
lidad. El comité se reúne cuantas veces los requieran los asuntos a tratar
o cuantas veces lo considere necesario su presidente, para dar cabal cum-
plimiento a sus funciones.
211
a ) Incremento en las tasas impositivas a los contribuyentes.
b) Disminución del gasto público, empezando por el gasto corriente y lue-
go el de inversión menos necesario.
c ) El aumento de las tasas de interés para captar más ahorro del público.
d) Restricciones del crédito, principalmente el destinado al consumo.
e ) Selección más escrupulosa de los sujetos de crédito.
f ) Aumento del encaje legal a los bancos por parte del Banco Central.
g) Elevación de la tasa de redescuento por el Banco Central.
h) Venta de valores públicos en el sistema abierto.
i ) Evitar o limitar la emisión de más dinero fiduciario.
212
nedas extranjeras. En otras palabras, devaluar la moneda de un país consiste en
reducir su valor respecto al valor de las monedas del resto del mundo, aunque
por lo general toda devaluación es con relación en primer lugar al dólar
estadunidense, por ser la moneda dura por excelencia y que tiene de hecho un
carácter y aceptación mundial.
Hay dos formas tradicionales para proceder a devaluar o revaluar la mo-
neda de un país: por decreto del gobierno respectivo y por medio del libre
juego de la oferta y la demanda en el mercado de cambios.
La devaluación monetaria representa para los países de menor desarrollo
económico un recurso defensivo obligado frente a los embates de las poten-
cias industrializadas, mientras que estos países más desarrollados usan la deva-
luación como una medida de ofensiva comercial, como consecuencia de la gran
capacidad exportadora real que tienen. Depende, pues, del nivel de desarro-
llo económico de los países que mantienen intercambio comercial para que se
les aplique en un sentido o en otro, aunque la verdad es que prepondera el uso
obligado de esta medida como arma defensiva o de ajuste ante los frecuentes
desequilibrios externos de los países subdesarrollados.
En teoría, toda devaluación del tipo de cambio debe de responder estric-
tamente a desequilibrios de naturaleza estructural o fundamental de la balanza
de pagos, al menos ese fue el verdadero propósito de Bretton Woods que se
formularon los países que constituyeron el Fondo Monetario Internacional, ya
que de no ser así y registrarse algún desequilibrio de menor intensidad y de otro
origen, el Fondo, en su calidad de institución financiera multilateral, tiene la
obligación de financiar al país miembro dentro de sus derechos establecidos,
antes de proceder a decidir una medida devaluatoria. Lo cierto es que en la
práctica no se respetan estas reglas acordadas en ese organismo internacional,
por así convenir a los diversos intereses económicos en juego, principalmente
de las grandes potencias económicas que invariablemente tratan de ejercer
presión sobre las economías dependientes y con ello lograr una mayor hege-
monía mundial.
Con la devaluación monetaria de carácter defensivo se busca corregir los
déficit persistentes de la balanza de pagos, al hacer disminuir las importacio-
nes de mercancía y aumentar las exportaciones, debido a que al cambiar la
paridad monetaria se hacen más caras las mercancías procedentes del exterior
y más baratas las mercancías nacionales que se exportan. Pero para que la
213
devaluación monetaria surta los efectos deseados, el país que la ponga en prác-
tica debe tener no una simple expectativa de exportación, sino una oferta expor-
table real, amplia y con alto grado de competitividad. Ahora, por el lado de las
importaciones, debe haber una alta elasticidad-precio para tratar de disminuir-
las sustancialmente, esto, respecto al intercambio de mercancías. En la balanza de
servicios, es el turismo del exterior el que de manera más ostensible resulta
incrementado, dejando al final de cuentas un apreciable monto de divisas. Sólo
que las corrientes turísticas no pueden ser fuentes confiables de ingresos en for-
ma permanente, debido a su alto grado de susceptibilidad a circunstancias po-
líticas e ideológicas en un mundo tan cambiante y a la vez tan interdependiente.
No obstante los posibles efectos positivos antes enunciados, los hechos han
demostrado que las devaluaciones monetarias puestas en práctica por los paí-
ses de menor desarrollo como medidas de ajuste a sus balanzas de pagos, en
realidad son muy limitadas en sus verdaderos alcances; sus efectos correctivos
son parciales y de poca duración; son impopulares, porque a través del pro-
ceso inflacionario que ellas impulsan hacen más larga la brecha entre pobres y
ricos; favorecen los apetitos especulativos en la clase adinerada; facilitan aún más
la explotación de los países pobres por parte de los ricos, al permitirles adquirir
materias primas todavía más baratas, gracias a la nueva paridad cambiaria.
El control de cambios es también una medida monetaria que se expresa bajo
la forma de administrar o regular el monto y destino de los recursos cambiarios
internacionales y de esa manera influir en la corrección del desequilibrio de la
balanza de pagos. “En su sentido más amplio, el control de cambios es cualquier
medida tomada por un gobierno para influir sobre el tipo de cambio”.22
Para unos autores, el control de cambios está encaminado a modificar los
tipos de cambio mediante cierta influencia sobre la oferta y la demanda de
divisas. Para otros, el control de cambios busca estimular o encauzar las expor-
taciones hacia los países de monedas duras y hacia aquellos otros de monedas
blandas con los cuales se tiene un déficit de pagos, desalentar las importacio-
nes procedentes de países con moneda dura y desalentar la transferencia de
fondos e inversiones hacia países de moneda blanda con los cuales se tiene una
relación deficitaria en la balanza de pagos.
22 Ibidem.
214
El control de cambios lo lleva a cabo la autoridad monetaria en forma di-
recta en el mercado de divisas o en forma indirecta a través de medidas des-
tinadas a reducir la demanda o aumentar la oferta de recursos cambiarios
internacionales.
En algunos países se han establecido fondos de estabilización para ejercer una
forma de control de cambios. El otro tipo de control, el principal y más generali-
zado, se refiere a las medidas tendientes a regular el mercado de divisas en for-
ma directa. Según Paul Einzig, estas últimas medidas pueden aplicarse sobre los
aspectos siguientes: a) los movimientos de capital, b) la especulación, c) los pa-
gos de la deuda exterior, d) las importaciones y e) la posesión de moneda
extranjera.23 Ellsworth, por su parte, los reduce en: a) operaciones especulativas,
b) movimientos de capital e intereses y c) movimientos de mercancías.
Sobre las operaciones especulativas pueden aplicarse medidas que van desde
la simple presión oficial sobre los cambistas, hasta la limitación cuantitativa de
las divisas que requieran los especuladores, según sea la magnitud e intensidad
del fenómeno especulativo. Para llevar a cabo esta última disposición restric-
tiva en forma eficaz, es necesario que el control total de las operaciones
cambiarias lo haga un organismo oficial y con personal responsable que ope-
re la venta de divisas sobre licencia en cada caso.
En relación a los movimientos de capital, estos pueden consistir en salidas de
capital para convertirse en saldos o en valores extranjeros y en salidas de capital
por pago de intereses y por amortización del principal. Si el movimiento de salida
de capital no es muy amplio, pueden aplicarse medidas solamente desalentado-
ras o bien prohibir la emisión de valores extranjeros dentro del país o restringir
la venta de divisas para esos propósitos. Pero cuando el movimiento de salida
de capital por concepto de pago de la deuda exterior aumenta, las medidas usua-
les han sido la supresión temporal y las moratorias de transferencias, entendida
la primera como un acuerdo de los acreedores para permitir una congelación
temporal de sus créditos, y la segunda como una negativa del país deudor para
permitir la salida de divisas por concepto de pago de deudas. Lo más que pue-
den hacer los países deudores en este último caso para evitar mayor despresti-
gio, es permitir que el monto de recursos que se adeudan se depositen en moneda
215
nacional en cuentas especiales, también conocidas como cuentas bloqueadas tras
lo cual, los acreedores pueden hacer uso de estos recursos en el interior del país
o bien recuperar sus fondos vendiéndolos a importadores de su país o a
importadores de mercados extranjeros. Desde luego que esto último no es fácil
de lograrlo, debido a que generalmente se impone la condición para otorgar el
permiso de salida, que se trate de exportaciones adicionales o difíciles de colocar.
En forma indirecta, toda medida restrictiva de las importaciones influye en
el nivel de la reserva monetaria y en el tipo de cambio por la sencilla razón de
que toda restricción tiende a disminuir la demanda de divisas.
Dentro del control de cambios hay una variedad de modalidades que di-
fieren unas de otras en magnitud e intensidad y que podemos resumir en la si-
guiente forma:
216
Indonesia, Irak, Tailandia, Etiopía, Perú, Filipinas, China y México. Por cier-
to que este último país, no obstante de haber pasado en varias ocasiones por
situaciones difíciles en su balanza de pagos, sus diferentes autoridades mo-
netarias se habían mantenido fieles a la ortodoxia de la libertad cambiaria. Fue
hasta el 1 de septiembre de 1982 cuando por decreto presidencial se adop-
tó por primera vez el control de cambios. Sólo que a partir de 1983 se
corrigió esta medida monetaria para adoptar dos tipos de cambios: uno libre
y otro controlado, que después de seis años se han igualado en la práctica,
básicamente porque las propias autoridades en turno no eran partidarias de
tal medida.
El control de cambios fue puesto en práctica de manera más estricta en los
países de Europa central, en los balcanes y en algunas naciones latinoamerica-
nas. Pero donde esta medida monetaria ha sido llevada al extremo, ha sido en
Alemania, país que en 1934 suprimió la libertad en las operaciones cambiarias,
al grado de que todas las compras y ventas de divisas debían hacerse a través
del Reichsbank. Bajo estas nuevas condiciones, las divisas necesarias para ha-
cer importaciones solamente las proporcionaba el gobierno mediante licencia,
después de comprobar que se trataba de productos indispensables para la ali-
mentación y el proceso industrial del país. El pago de la deuda exterior estaba
sometido a moratoria de transferencias, es decir, se debían hacer depósitos en
“cuentas bloqueadas”, de los cuales, solamente se podía disponer parte de ellos
en un momento dado. En general, se exigía a todos los alemanes la entrega al
gobierno de todas las divisas que poseyeran, cualquiera que fuera su origen.
Desgraciadamente, para violar este tipo de disposiciones monetarias es bien
sabido que en algunos países hay bancos que se caracterizan por abrir cuentas
secretas, a fin de proteger a sus clientes contra la fiscalización de sus gobiernos
respectivos.
No obstante que el Fondo Monetario Internacional, en su artículo 1º frac-
ción IV, del convenio de Bretton Woods ofrece su colaboración en el estable-
cimiento de un sistema multilateral de pagos, no ha sido posible prescindir en
el mundo del control de cambios que, de acuerdo con este organismo inter-
nacional, entorpece el crecimiento del comercio exterior. Lo más que se ha lo-
grado en algunos países, es cierta simplificación en el manejo administrativo de
los controles, como en un momento dado lo hicieron Australia, Bolivia, Chi-
le, Ecuador, Grecia, Irán, Nicaragua, Tailandia, Uruguay y Honduras.
217
Al establecerse el Fondo Monetario Internacional, solamente cinco países
miembros de este organismo, que fueron México, El Salvador, Guatemala,
Panamá y Estados Unidos de Norteamérica, aceptaron el compromiso de
mantener la libertad de cambios. A este respecto, se piensa que mientras la
posición estadunidense respondía a claras ventajas internacionales de país desa-
rrollado, los otros cuatro tal vez se guiaron fundamentalmente en falsas expec-
tativas, más que en sus reales posibilidades competitivas.
En aquella ocasión, lo más que pudieron hacer países como Cuba, Hondu-
ras, Venezuela y República Dominicana, fue implantar controles parciales en el
manejo de sus recursos cambiarios.
En la actualidad, algunos países han suavizado sus métodos de control de
cambios, en tanto que otros, por el contrario, los han reforzado, atendiendo
ambos grupos a la situación que guardan sus respectivas balanzas de pagos y
en general al nivel de desarrollo de sus economías.
En contra del control de cambios se argumenta que el país que lo aplica
tiende a separar su economía de las del resto del mundo y que, por otra parte,
se propicia el surgimiento de un mercado negro de divisas, aunado a cierta
inmoralidad administrativa que podría traer consigo tal medida. Pero por otra
parte se considera que ningún país adopta el control de cambios por iniciativa
propia, sino que es forzado por las circunstancias adversas de sus economías,
como consecuencia de sus relaciones inequitativas con el exterior, agravadas por
la actitud antipatriótica de los negociantes y medrosos que sacan de sus países
grandes cantidades de recursos financieros.
Sobre la determinación del tipo de cambio se conocen tres teorías bien defi-
nidas: 1) Teoría de la paridad del poder adquisitivo o teoría de la inflación, 2)
Teoría de la balanza de pagos deficitaria y 3) Teoría combinada. La primera
sustentada por el economista sueco Gustavo Cassel; la segunda por el econo-
mista alemán Karl Helferich, y la tercera por varios autores.
La teoría del poder adquisitivo de Cassel consiste fundamentalmente en
considerar que la causa común de la elevación de los precios de las mercancías
objeto de intercambio comercial, así como la fluctuación del tipo de cambio,
218
se debe al incremento desmesurado de la cantidad de dinero en circulación, esto
es, que de acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero, a medida que aumenta
la cantidad y la velocidad de circulación del dinero, los precios tienden a subir,
lo que viene a provocar un desequilibrio deficitario en la balanza de pagos y
como consecuencia la disyuntiva de devaluar el tipo de cambio o de aplicar otro
tipo de medidas arancelarias, de estímulos fiscales o de control cuantitativo al
movimiento comercial.
Según la teoría de Cassel, para lograr la estabilidad del poder adquisitivo de
la moneda y del tipo de cambio, habría que limitar la emisión de papel mone-
da. Por lo tanto, en sistemas monetarios modernos de papel inconvertible, las
fluctuaciones del tipo de cambio dependen en lo fundamental de las relacio-
nes de precios interiores y de los precios en los países con quienes se comer-
cia. De tal manera que el nivel de los precios es el resultado de las relaciones
entre el volumen de la oferta de bienes y servicios y la cantidad de dinero en
circulación, lo cual se traduce en una mayor demanda efectiva en un momen-
to determinado. Sin embargo sabemos que dicho circulante tiene varios orí-
genes dentro del proceso económico de todo país con sistema monetario. Lo
que, de acuerdo con el autor, la paridad de los precios de un país tiene influencia
en la determinación de la paridad del tipo de cambio. En otras palabras, el tipo
de cambio se obtiene de comparar el poder adquisitivo de la moneda nacio-
nal con el poder adquisitivo de las monedas extranjeras, ya que en todos los
países lo que en el mercado de cambios se ofrece y se demanda es el poder de
compra de mercancías y de servicios de otros países en relación al poder
de compra de mercancías y de servicios del propio país. Por lo mismo, dice
Cassel, el tipo de cambio debe estar en concordancia con esta relación de in-
tercambio, de tal forma que “el poder de compra relativo de una moneda es
el centro de oscilación, alrededor del cual tiende a fijarse el tipo de cambio”.24
Con el fin de ilustrar este criterio teórico sobre la determinación del tipo de
cambio, Cassel se vale del siguiente ejemplo numérico, expuesto por Torres
Gaytán: si dos monedas están sometidas a presiones inflacionarias, el tipo de
cambio normal debe ser igual al tipo antiguo multiplicado por el cociente del
grado de inflación en ambos países.
24 Gustavo Cassel, Economía social teórica, Aguilar, Madrid, España, 1933, citado por Ricardo
219
De esta manera, si partimos de una situación de equilibrio a la cual corres-
ponde un tipo de cambio de cinco pesos por cada unidad de moneda extran-
jera y el país en cuestión registra una inflación que provoca un aumento de
precios al doble, mientras que en el otro país con quien se comercia el incre-
mento de los precios es de sólo 20%, entonces las condiciones del nuevo tipo
de cambio deberá ser el que resulte de la siguiente operación matemática:
5 × 200 1000
= = 8.33
1 × 120 120
Esto quiere decir que 8.33 unidades monetarias del país con mayor índi-
ce inflacionario corresponde a una unidad monetaria del país con más baja
inflación.
Entonces, podríamos concluir con Cassel, que “un deslizamiento del nivel
general de los precios de un país en relación con el nivel de precios del otro con
el que se comercia, tiene evidentemente que variar la paridad del poder adqui-
sitivo, y con ello, la situación normal del curso del cambio”.24
Sobre la teoría de Cassel, el economista Charles P. Kindleberger sostiene “que
el tipo de cambio se calcula midiendo las desviaciones relativas de los niveles
de precios con respecto a algún periodo base en que la balanza de pagos se en- R1 :R2 =
cuentra satisfactoriamente ajustada”. Para ilustrar este fenómeno, Kindleberger
se remite al ejemplo de dos países (a y b), cuyos pagos estuvieron “razonable-
mente” ajustados en el periodo 0, los cuales deben elegir un tipo de cambio
(R) que refleje las variaciones de sus precios entre el periodo 0 de arranque y
un periodo posterior 1, con lo cual se llegará a las siguientes ecuaciones:
o bien:
Pa1 Pa1
R1 : R2 = :
Pb0 Pb0
220
De tal manera que si los precios (P) del país (a) se duplican con relación a
los del país (b) entre los periodos 0 y 1, el tipo de cambio (R) debe reducirse
en una unidad, o sea, que el precio de la moneda del exterior, expresado en
moneda local, debe duplicarse en ese lapso considerado.
De acuerdo con Kindleberger, esta interpretación de la paridad del poder
adquisitivo es “relativa”, ya que la versión “absoluta” parte del supuesto de que
los precios debieran igualarse en todo el mundo por medio del comercio. Sin
embargo, este mismo autor se encarga de hacer la advertencia de que esto no
es posible en la práctica, a menos que, los costos de transporte fueran iguales
en todos los países, ya se trate de importadores o exportadores.
Por su parte Karl Helferich, dentro de la corriente general de opinión de los
pensadores alemanes, encabeza la teoría de la pasividad de la balanza de pa-
gos, también llamada teoría de la balanza de pagos deficitaria, por medio de
la cual nos dice que, contrariamente a la teoría de Cassel, la devaluación del tipo
de cambio se debe fundamentalmente a la situación deficitaria de la balanza de
pagos, por los menos ese fue el caso de la Alemania de la posguerra.
La cadena causal de acuerdo con Cassel es la siguiente: expansión moneta-
ria-elevación de precios-balanza deficitaria-devaluación del tipo de cambio. Por
otra parte, conforme a la teoría de Helferich, este mismo circuito causal es
como sigue: balanza deficitaria-devaluación del tipo de cambio-elevación de
precios-expansión monetaria.
Para entender la teoría de Helferich hay que partir de la premisa fundamental
de que en una economía de mercado o de libre empresa capitalista la deter-
minación del tipo de cambio está dada por la oferta y la demanda de divisas
en un periodo determinado. De manera que para este autor la clave está en en-
contrar a su vez las determinantes de estas fuerzas del mercado. Así, al aumentar
desmesuradamente la demanda de divisas —como sucedió en la Alemania de
la posguerra— la balanza de pagos tiende a desequilibrarse negativamente. Y
al suceder esto, el tipo de cambio se devalúa y como consecuencia los precios
internos tienden a subir.
Mientras que para Cassel, siguiendo la teoría cuantitativa del dinero, en la
situación alemana fue el incremento en la circulación de billetes la principal causa
de la elevación del nivel de precios y de la devaluación del marco, para Helferich
y otros autores alemanes, la relación causal fue inversa, esto es, que el aumen-
to de la circulación de billetes no fue la causa sino el efecto de la devaluación
221
de la divisa alemana y del consiguiente aumento de precios y de salarios. Esta
última interpretación se fundamenta en el acentuado déficit de la balanza de
pagos, lo cual provocó una elevación en los precios de las mercancías impor-
tadas, de los precios internos y de los salarios, y como consecuencia de todo
ello tuvo que profundizarse el déficit en el presupuesto gubernamental e
incrementarse el dinero en circulación. Dicho de otra manera, todo este con-
junto de hechos tuvo el siguiente orden de causación: escasez de divisas por los
pagos de guerra hechos por Alemania a los países vencedores, balanza de pagos
deficitaria, devaluación del marco, elevación de los precios de las mercancías
importadas, elevación interna de precios, elevación de salarios, mayor déficit
presupuestario con emisión de billetes, aumento del circulante, aumento de
precios internos, disminución de las exportaciones, aumento de las importa-
ciones, desequilibrio negativo de la balanza de pagos, nuevamente devaluación
del marco, y así sucesivamente, mientras no se rompió con ese círculo vicioso
derivado de la posguerra en Alemania.
Podríamos convenir con Cassel y Helferich, que sin restarle importancia y
validez a las dos teorías sustentadas por cada uno de ellos, la interpretación del
primero debe considerarse como de carácter general, mientras que la del se-
gundo se considera que debe ser de aplicación más particular al caso de Ale-
mania en ese tiempo.
Tan se reconoce que las dos teorías son válidas en la devaluación del tipo de
cambio, que vienen a darle sustento precisamente a la tercera posición, o sea,
la combinada, que postula influencias tanto de la teoría cuantitativa como de
la situación deficitaria de la balanza de pagos, en un momento determinado.
Ahora bien, la determinación del tipo de cambio en general depende de
ciertas condiciones y factores internos y externos en un momento dado. Por
ejemplo, se sabe que algunos de estos factores o fuerzas, son las siguientes: a)
niveles de productividad, b) niveles de salarios, c) niveles de costos, d) niveles
de precios, e) grado de desarrollo de los países, f) grado de dependencia del
exterior, y g) grado de elasticidad de la oferta y demanda de divisas.
Por otra parte, también depende de los sistemas monetarios que estén en
vigor. Dentro de éstos, los más comunes en el mundo capitalista contempo-
ráneo son: el patrón oro, el patrón libre y el patrón combinado, y dentro de
los cuales, el más importante y de aplicación más general es el patrón libre con
cambios flexibles. Precisamente bajo este último sistema el tipo de cambio se
222
determina por el libre juego de las fuerzas del mercado, es decir, por la oferta
y demanda de divisas que concurren al mercado de cambios en un momento
determinado, basándose en las elasticidades propias de las fuentes generadoras
de divisas. Los partidarios de los tipos de cambio libremente fluctuantes por
la acción de las fuerzas del mercado, estiman que la corrección de los
desequilibrios de la balanza de pagos se lleva a cabo de forma automática y
continua y desde el momento en que las exportaciones e importaciones tien-
den a comportarse en función de la variación de la paridad cambiaria, sin que
se afecte el ingreso nacional ni se produzcan efectos deflacionarios en la acti-
vidad económica del país respectivo.
Es importante señalar también que muchos países, entre ellos los de menor
desarrollo económico como México, más que usar el recurso cambiario con
propósitos competitivos, lo han tenido que aplicar como medida obligada de
ajuste, debido a los persistentes desequilibrios fundamentales de las balanzas de
pagos y en respuesta a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional.
223
masivo a costa del desequilibrio exterior con superávit de pagos. Ahora bien,
cuando el déficit se debe a la inflación interna más que a la deflación en el
exterior, el país deficitario es el responsable del desequilibrio y sólo en cier-
ta medida la elevación de los precios es controlada gracias a la disponibili-
dad de recursos financieros del exterior. Bajo este orden de cosas, en la
depresión, el país con superávit se caracteriza por exportar paro al resto del
mundo, mientras que en la prosperidad, el país deficitario tiende a exportar
inflación.
Cuando el ajuste se busca a través de la modificación en el tipo de cambio,
generalmente se obtienen algunos resultados favorables a corto plazo en la
balanza de transacciones en cuenta corriente, pero sobre todo en la balanza
comercial, sólo que a cambio de ello se provoca un mayor índice inflaciona-
rio interno por el lado principalmente de los productos importados que resultan
más caros y de los cuales no puede prescindir la industria nacional en un mo-
mento dado. Asimismo, la devaluación del tipo de cambio tiende a propiciar
la especulación monetaria, que al final de cuentas también es un factor altamente
desestabilizador en todos los órdenes.
En cuanto al financiamiento exterior como forma de hacer frente a los
desequilibrios de la balanza de pagos, está muy generalizada la opinión en el
sentido de que también constituye un elevado costo para el país que lo nece-
sita, empezando porque el país deficitario que salda sus operaciones cambiarias
por medio de afectar constantemente su reserva monetaria, se ve precisado a
mantener un promedio cíclico de recursos monetarios bajo su custodia, los
cuales, bajo otras condiciones menos apremiantes podrían gastar en activos de
capital real, sobre todo cuando el rendimiento de estos activos resulta mayor
al de los activos monetarios.
Por otra parte, el adquirir recursos financieros del exterior siempre será un
riesgo para la soberanía e independencia de los países deudores, incluso para
los países que conservan buena imagen de seriedad y solvencia, ya que se ha
podido comprobar, sobre todo a partir de los años setenta, que los países de
menor desarrollo económico relativo que han tenido que recurrir al
financiamiento externo por lo general son sometidos a la firma de compro-
misos onerosos que van más allá del pago de los intereses y del principal, al gra-
do de verse obligados a implantar ciertas medidas de “ajuste” o de “austeridad”
principalmente a través de las políticas monetaria, cambiaria y fiscal.
224
Estas condiciones impuestas por los países acreedores son aplicadas a tra-
vés del Fondo Monetario Internacional, como su representante común, y que
en los últimos años tomaron el nombre “eufemístico” de “Cartas de Inten-
ción”, que no son otra cosa que el compromiso de los países deudores para
conducir sus economías de acuerdo con la más pura ortodoxia capitalista, o
sea, conforme a los intereses de las metrópolis acreedoras de occidente.
Esta nueva actitud del Fondo Monetario Internacional vino a desvirtuar sus
funciones originales señaladas en los acuerdos de Bretton Woods, que eran las
de una institución financiera multinacional al servicio indiscriminado de todos
sus países miembros para atacar problemas de balanza de pagos o de estabi-
lidad financiera.
En conclusión, los desequilibrios de la balanza de pagos pueden prevenir-
se o desactivarse por medio de ciertas medidas preventivas de política de co-
mercio exterior, pero cuando tales desequilibrios se manifiestan y ponen en
riesgo la estabilidad de toda una economía nacional, entonces se ponen
en práctica medidas más radicales, a veces para ser reprimidos, corregidos o
financiados, con todas sus consecuencias directas y colaterales, es decir, con
todos sus efectos positivos, pero también con todos sus costos de todo tipo,
máxime que la carga de estos costos recaen por lo general sobre los países
deficitarios, que son precisamente los países dependientes de menor desarro-
llo económico relativo.
Desde que los diferentes países, de acuerdo con su nivel de desarrollo econó-
mico alcanzado, empezaron a intercambiar no sólo mercancías sino también
servicios y capitales, surgió la balanza de pagos como un relevante instrumen-
to de registro de tales movimientos económicos, a tal grado que actualmente
ningún país puede prescindir de toda esa valiosa información para poder co-
nocer con certeza sus verdaderas relaciones económicas con el exterior, pues-
to que en el mundo moderno de hoy en día siempre se mantendrá un status
de interdependencia regulada y convenida.
Es tan necesaria la disposición de este tipo de instrumento contable que, in-
dependientemente de las formas de presentación particulares de cada país, el
225
Fondo Monetario Internacional, como organismo financiero dependiente de la
Organización de las Naciones Unidas, ha diseñado un modelo de balanza de
pagos con miras a uniformar y facilitar el cómputo del comercio internacional.
A través de la balanza de pagos o la balanza global, se pueden conocer todos
los intercambios de mercancías, de servicios y de capitales que realiza un país
con el resto del mundo en el transcurso de cada año. También nos muestra en
un momento dado el monto de la reserva monetaria en divisas y en metales
preciosos como el oro y la plata; asimismo, nos revela el valor de las transfe-
rencias unilaterales que por diferentes motivos pueden favorecer a un país cual-
quiera, o bien el grado de endeudamiento de los países más pobres respecto
a los países más ricos o de los centros financieros internacionales.
En el supuesto caso de que los registros contables no sean del todo correc-
tos, debido a errores humanos o a factores imponderables, todas las balanzas
cuentan con un rubro artificioso denominado de Errores y Omisiones, por
medio del cual contablemente se igualan el debe y el haber de dichas balanzas.
La balanza comercial, que a nuestro entender, es la más importante y consis-
tente de las tres balanzas parciales de que consta la balanza global, nos permite
saber en un tiempo determinado el valor de las mercancías exportadas e impor-
tadas, la clase de productos que se exportan y que se importan y el destino y la
procedencia de las mercancías. De tal manera que con tal información se puede
conocer el estado de equilibrio o desequilibrio que guarda este tipo de balanza,
así como el grado de diversificación del comercio exterior en cuanto a produc-
tos y en cuanto a mercados y con ello poder determinar el nivel de desarrollo
económico alcanzado y el grado de dependencia con determinados países.
En la balanza de servicios es muy importante conocer la clase de servicios
que se proporcionan y que se requieren del exterior, ya que estos datos nos
deben indicar la posible solidez de la balanza de transacciones en cuenta corrien-
te. Así por ejemplo, se piensa que si un país eroga fuertes cantidades por con-
cepto de servicios de transporte, nos estará indicando que ese país todavía no
rebasa el umbral del subdesarrollo económico. Por otra parte, si un país registra
saldo positivo en su balanza de servicios y en cuenta corriente, debido princi-
palmente al turismo, en la realidad nos puede dar una falsa imagen de consis-
tencia en sus cuentas con el exterior, en razón de que el turismo no representa
un renglón del todo confiable, ya que su movimiento puede estar influenciado
en un momento dado por factores psicológicos, ideológicos y políticos.
226
Ahora bien, la balanza de pagos puede mostrar, de igual manera, una situa-
ción aparentemente favorable o positiva a causa del movimiento de capitales,
pero es fácil comprender que el ingreso de capitales representa una deuda que
hay que enfrentar de acuerdo con los plazos convenidos y que incluso puede
provocar una descapitalización en el país deudor por concepto de los pagos
de amortización, de dividendos y de intereses.
Además, el hecho de que la balanza de pagos nos revele la existencia de algún
tipo de desequilibrio estructural o fundamental, es una gran ventaja para la
autoridad monetaria, porque ello le permitirá aplicar con oportunidad las
medidas de ajuste más adecuadas que correspondan al caso.
Por lo mismo, debe quedar bien claro, que la balanza de pagos o balanza
global, aparte de ser un valioso indicador contable, tiene también la particula-
ridad de servir como un formidable instrumento de análisis económico, que
bien utilizado por los diferentes órganos de gobierno y por todos los demás
sectores interesados, debe proporcionar las bases para el mejor diseño y puesta
en marcha de las más adecuadas medidas de política de comercio exterior y
de desarrollo económico en general.
227
IX. COMERCIO EXTERIOR Y DESARROLLO
ECONÓMICO
INTRODUCCIÓN
228 228
Es natural y comprensible que los países en vías de desarrollo, en su desespe-
ración por salir de su atraso secular, vean en el comercio exterior la alternativa
viable en todo momento. El error histórico, a nuestro juicio, está en considerar
al comercio exterior bajo cualquier condición como un factor principal del
desarrollo económico, cuando lo indicado y racional en todo país subdesarro-
llado es promover en primer lugar el desarrollo “hacia adentro” y al desarrollo
“hacia afuera” tenerlo como el complemento obligado y necesario. Precisamen-
te, este orden de prioridad estratégico lo han puesto en práctica en el pasado los
ahora países desarrollados, junto con ciertas medidas proteccionistas, en concor-
dancia con ese nivel histórico de desarrollo económico.
Es un imperativo categórico que en todo auténtico proceso de desarrollo eco-
nómico se tengan que cumplir tres aspectos: cuantitativo, cualitativo y distribu-
tivo. Por eso mismo, en el desarrollo global de un país se debe saber cuánto se
crece, cómo se crece, en qué se crece y cómo se reparte el producto. Asimismo,
en el comercio exterior se debe cuidar la cantidad de producto que se comer-
cia, el tipo de producto que se intercambia y las condiciones en que se intercambia,
así como saber a quién y a cuántos beneficia dicho intercambio comercial.
Es bajo estas premisas que consideramos al comercio exterior como un
posible factor de desarrollo económico. Lamentablemente, los hechos han
demostrado fehacientemente que para los países del Tercer Mundo el comercio
exterior que se realiza con las naciones industrializadas no sólo ha sido inefi-
caz como impulsor de sus economías nacionales, sino que ha sido en la prác-
tica un factor de estancamiento y a veces de retroceso económico, político y
social, en muchas ocasiones.
En la configuración de este problema que confrontan los países de menor
desarrollo económico no sólo cuenta la acción ventajosa de los países desarro-
llados, sino también las políticas endebles o equivocadas de los países afecta-
dos tradicionalmente, que por lo general caen en las trampas y presiones de tales
potencias industrializadas del mundo capitalista.
No es de extrañarse que en todo proceso de desarrollo económico se ten-
ga que hacer frente a una serie de problemas de origen interno o externo, pero
es en los países de menor desarrollo en donde tales dificultades adquieren ma-
yor intensidad y frecuencia. Por eso, como el desarrollo económico es un fe-
nómeno que es promovido y conducido principalmente por el Estado,
necesariamente tienen que señalarse con claridad las diferentes metas a corto,
229
mediano y largo plazos, así como los instrumentos más idóneos para alcanzar-
las con oportunidad.
Dentro de este marco de aspiraciones y problemas a vencer en todo sano
proceso de desarrollo económico, se han venido confrontando dos corrien-
tes de opinión o estrategias de desarrollo comercial e industrial, que se cono-
cen como la del librecambio y la del proteccionismo. Entonces, si estas dos
formas de conducir los intercambios ya se han aplicado en alguna medida por
todos los países del mundo ¿cuáles son las ventajas y desventajas de cada una
de ellas para determinar su viabilidad en un momento dado? He ahí la cues-
tión que se tratará de dilucidar más adelante.
Considerados los anteriores elementos de juicio, el verdadero aspecto toral,
es el de determinar o definir las condiciones del intercambio comercial que
realmente favorezcan a todos los países, independientemente del nivel de de-
sarrollo que hayan alcanzado, de tal manera que se puedan poner en práctica
los postulados teóricos de una auténtica economía internacional.
230
tructura de la producción, en la ocupación, en el comercio exterior, en la or-
ganización productiva y en la técnica empleada”. Así por ejemplo, no se ob-
tienen los mismos resultados si en la explotación de la tierra se usan
instrumentos rudimentarios de labranza que si se emplean los instrumentos más
modernos y apropiados. En este sentido se considera al desarrollo económi-
co como el medio para lograr el máximo aprovechamiento de los recursos bá-
sicos, físicos y humanos, a fin de elevar la productividad y el producto nacional.
El aspecto distributivo, como su nombre lo indica, se refiere a la repartición
del producto nacional de la manera más equitativa posible entre todos los
participantes en tal proceso productivo. También comprende el reparto del
ingreso que se destina al ahorro, a la inversión y al consumo en forma
desglosada. Asimismo, cubre la distribución del producto o ingreso nacional
en los diferentes sectores productivos y entre la población económicamente
activa, y en toda la comunidad nacional.
La inequitativa distribución del ingreso nacional, aparte de ser un hecho
socialmente injusto, provoca serios desequilibrios o distorsiones en la estruc-
tura del mercado, en la oferta y demanda de bienes y servicios, impide o de-
tiene la ampliación del mercado interno, el incremento del ahorro, de la inversión
y, por consecuencia, del producto nacional.
En general, el desarrollo económico implica cambios en la estructura pro-
ductiva de un país, de tal manera que de las actividades primarias se pasa a las
actividades secundarias o industriales y después a las terciarias o de servicios,
en orden de importancia o de ocupación de la población económicamente
activa. Este cambio estructural puede producirse espontáneamente por la pro-
pia dinámica de los sistemas económicos o bien por medio de la acción
promotora de las entidades públicas a base de políticas económicas o de la
planificación.
Sobre el desarrollo económico equilibrado por sectores productivos o con
especial énfasis en alguno de ellos por considerarlo estratégico y prioritario,
hay diferentes puntos de vista entre los estudiosos de la materia. Por ejemplo, hay
quienes piensan que un país con grandes recursos naturales y una población
numerosa debe promover preferentemente las actividades agropecuarias,
silvícolas y de pesca. En tanto que otros, entre los cuales está el economista
mexicano Mario Zamora Plaza, opinan que el desarrollo económico ha de
concebirse en términos de industrialización, “pues ésta constituye el elemento
231
decisivo con el apoyo de una racional política proteccionista”. Una tercera
posición es la que consiste en sostener que lo más indicado y racional es pro-
mover el desarrollo económico de manera más balanceada entre todos los
sectores productivos, de tal manera que no se atienda demasiado a uno de ellos
en perjuicio de otros. Aún más, se considera que el desarrollo económico debe
ser equilibrado no sólo en cuanto a sectores productivos sino también a regiones
o estados de la República.
Ahora bien, según Colin Clark, a medida que un país se va desarrollando su
población económicamente activa tiende a pasar de las actividades primarias
(agricultura, ganadería, silvicultura, pesca), a las actividades secundarias (industrias)
y de éstas a las actividades terciarias (servicios).
Para tratar de mejorar la exposición de este punto al concepto de desarro-
llo económico, algunas definiciones emitidas por diferentes autores, a saber:
El economista Julián Alienes Uroza, en una primera definición muy concreta
nos dice que “el desarrollo económico es todo un proceso continuado y per-
sistente de incremento de la producción de un país”. En forma más amplia,
este autor nos expone la siguiente definición:
232
METAS DEL DESARROLLO ECONÓMICO
233
Desde otra perspectiva, las metas concretas del desarrollo económico plan-
tean las siguientes interrogantes: ¿debe promoverse e intensificarse la produc-
ción para el consumo interno o para la exportación? Ahora, en cuanto a los
sectores dentro de la agricultura, ¿qué tipos de cultivos?; del sector industrial,
¿industria ligera o pesada?; del sector servicios, ¿los transportes, los servicios
financieros o el comercio? Porque, a este respecto, se debe tener presente que
no es lo mismo generar que percibir ingresos, ya que el comercio es la activi-
dad económica que percibe más ingresos en cualquier economía, siguiéndole
las manufacturas y después la agricultura. De modo que, en atención a este
razonamiento, se llega a la conclusión de que el comercio no es propiamente
un factor de desarrollo económico, sobre todo si partimos de la evidencia
histórica de que el comercio en lugar de mejorar los niveles de vida de las clases
populares los ha deteriorado paso a paso, al sustraer una buena parte del in-
greso que corresponde a los otros sectores productivos.
Otro de los criterios para desarrollar a un país es el regional, por estados de
la República o por la disponibilidad de recursos productivos. Aunque es bien
sabido que estos criterios también pueden complementarse, en lugar de excluirse.
Digamos, se pueden desarrollar regiones atrasadas de un país en donde estén
comprendidas varias entidades federativas, tomando en cuenta además, los re-
cursos productivos reales o potenciales de que los haya dotado la naturaleza.
En este sentido, es lógico pensar en el desarrollo forestal, minero, agrícola,
ganadero, pesquero, etc., en función de recursos naturales que se ubiquen en
determinadas regiones o localidades de un país. Este planteamiento pretende
conciliar la disposición de recursos naturales con los criterios de desarrollo
regional que deben estar presentes en todo bien delineado y razonable plan de
desarrollo económico nacional.
Dadas las características de nuestro país, como todos los de América La-
tina, y dada la urgencia de remontar el nivel relativo de subdesarrollo econó-
mico, la industrialización que necesita promover es la que consiste en
transformar sus materias primas y productos agrícolas, lo que contribuiría a li-
berarse paulatinamente de la férula de las metrópolis del mundo capitalista.
234
INSTRUMENTOS PARA PROMOVER EL DESARROLLO ECONÓMICO
235
minación acerca de la forma en que la economía nacional ha de actuar y cuando el
establecimiento y la ejecución de los controles estén basados en gran medida, si no
totalmente, en planes generales adoptados por el Estado.1
Desde luego que este último planteamiento de Viner tiene que ver más con
alguna forma de proteccionismo comercial que cae dentro del papel
intervencionista que desempeña el Estado capitalista moderno, que con la
planificación propiamente dicha. Pero, los verdaderos planes económicos son
aquellos que responden a la planificación central de los países socialistas y a la
planificación indicativa de algunos países capitalistas con un gran sentido de
desarrollo social, como es el caso de los planes quinquenales de Francia. México,
por cierto, aún con ciertas limitaciones técnicas y metodológicas, está compren-
dido en este último tipo de planificación en forma institucional desde hace
varios años, después de haber llevado a cabo su primer experimento en 1934-
1940 con el Plan Sexenal del gobierno cardenista.
1 Jacob Viner, Comercio internacional y desarrollo económico, Tecnos, Madrid, España, 1966.
2 Ibidem.
236
sarrollo en sus relaciones económicas con los más desarrollados. Decimos esto,
porque a menudo se sostiene y se enarbolan los principios de igualdad y reci-
procidad en dichas relaciones comerciales sin reparar en el hecho contunden-
te de que las naciones industrializadas y los países de producción primaria tienen
estructuras y niveles económicos distintos y que, por consecuencia, el crite-
rio del quid pro quo es inadecuado e injusto, ya que en caso de aplicarse, propi-
cia un mayor retraso en los países subdesarrollados, sin que los industrializados
comprometan un mayor beneficio neto al final de cuentas.
Ragnar Nurkse describe esta situación de desigualdad entre estos dos gru-
pos de países, de la manera siguiente:
Desde el punto de vista occidental, la prosecución del desarrollo equilibrado está cau-
sando demasiado frecuentemente una patética desviación de los escasos recursos de
que disponen estos pueblos. Los países subdesarrollados, por el contrario, conside-
ran que no pueden confiar en la expansión de la demanda exterior para sus produc-
tos primarios [...] como medio de inducir un ritmo satisfactorio de desarrollo en
relación, por ejemplo, con el crecimiento de la población.3
237
tajosas, debido a que sus precios son fijados en los mercados organizados y al-
tamente competitivos, mientras que los productos manufacturados son ven-
didos en forma directa entre vendedor y comprador, cuyo precio es fijado por
el primero, el cual generalmente ajusta su producción a las variaciones de la de-
manda. Esto coloca a los países subdesarrollados en una considerable desventaja
estructural, ensanchando aún más la brecha entre países pobres y países ricos,
sin que a cambio se logre ninguna mejoría en la distribución de los recursos
mundiales que genere mayor riqueza entre los primeros.
A través del comercio exterior muchos países han tomado ventaja históri-
ca en sus niveles de desarrollo económico y en forma constante la aumentan
en sus relaciones con los países de menor desarrollo, fundamentalmente por-
que en atención a los costos comparativos estos últimos países se ven induci-
dos a producir y vender principalmente materias primas y productos
alimenticios, a cambio de importar artículos manufacturados y bienes de capital.
La experiencia ha demostrado hasta la saciedad que la ganancia que se deriva
del comercio internacional, va dirigida en su mayor parte hacia los países más
desarrollados, debido a que comercian principalmente con productos
industrializados y con una amplia estructura de servicios, tales como los ban-
carios, de seguros, de transporte, etcétera, lo que refuerza ostensiblemente la
posición de sus balanzas globales.
Por otra parte, sucede que a falta de un intercambio comercial equitativo
entre países pobres y ricos se trata de subsanar esta deficiencia con las ayudas
financieras, lo cual de ninguna manera resuelve el problema de fondo, sobre
todo cuando los préstamos que conceden los países industrializados general-
mente son con altas tasas de interés y en muchos casos son atados, esto es, bajo
la condición de vender determinados productos de rezago o de baja calidad.
Por consecuencia, los financiamientos del exterior no deben ser sustitutos de
un sano comercio con adecuada relación en los precios de intercambio ni puede
ser una fórmula adecuada que compense la estabilización de los precios inter-
nacionales.
En el caso particular de México, el hecho de que con sus transacciones
comerciales registre un constante deterioro en los términos de intercambio y
frecuentes desequilibrios, sería suficiente para descartar al comercio exterior
como un factor determinante y prioritario de su desarrollo económico. A este
respecto, Ricardo Torres Gaytán es aún más contundente al sostener que:
238
dada la estructura monopólica de la oferta y la demanda internacionales, la relativa
estabilidad de la demanda de materias primas y alimenticias, así como las restriccio-
nes a que está sometido el comercio por muchos países industrializados, el volumen
del intercambio en el exterior ofrece mínimas posibilidades para fincar sobre él las
esperanzas de más altos niveles de vida para los mexicanos.
239
En efecto, esta corriente de pensamiento librecambista prendió y se conso-
lidó poco a poco en el mundo entero, pero fue la causa de que se consolidara
asimismo el colonialismo en el mundo y surgiera la pugna abierta de los inte-
reses económicos de las grandes potencias, en su afán por conquistar nuevos
y amplios mercados para sus productos, lo que condujo finalmente a las dos
grandes confrontaciones bélicas mundiales.
El desarrollo del sistema capitalista ortodoxo y la influencia decisiva del
pensamiento neoclásico condujeron al sistema capitalista a la agudización en
sus contradicciones de origen, cuya manifestación más fehaciente en el pre-
sente siglo fue la crisis de 1929-1933. A raíz de esta gran crisis, que sacudió
al sistema capitalista desde sus cimientos y que lo exhibió en su deficiencia
para resolver los problemas fundamentales del desarrollo económico y so-
cial, indujo a varios estadistas y a algunos estudiosos de la ciencia económi-
ca a hurgar en las causas de este colapso económico mundial del sistema, uno
de cuyos resultados inmediatos fue la adopción de medidas prácticas para
variar un tanto el rumbo de la economía capitalista de libre empresa, tenden-
cia reformista ésta que fue reforzada en el aspecto teórico y metodológico
por la Teoría general del empleo, el interés y el dinero del economista John Maynar
Keynes, publicada en 1936. De acuerdo con esta teoría y con la nueva orien-
tación económica y política del gobierno democrático del presidente de
Estados Unidos de Norteamérica, Franklin Delano Roosevelt, nació lo que
se conoce como las “economías mixtas”, esto es, a la intervención sustancial
del Estado en la economía. En México, este papel del Estado, como prin-
cipal promotor y conductor del desarrollo económico y social, se inició con
claros perfiles nacionalistas y revolucionarios, durante el gobierno de Lázaro
Cárdenas.
No obstante este esfuerzo teórico y práctico por tratar de corregir las de-
ficiencias del sistema capitalista, en las últimas décadas se ha hecho manifiesto
el surgimiento de los monopolios capitalistas y de las transnacionales, como
resultado de la concentración de la riqueza en pocas personas y en pocos paí-
ses. Esta situación ha dado lugar a la división del mundo en países pobres y
ricos y que los primeros sean explotados por los segundos y que ejerzan por
todos los medios posibles una influencia hegemónica, que se traduce general-
mente en serios obstáculos para que los países pobres puedan alcanzar un
desarrollo económico equitativo y con la mayor independencia posible.
240
En la actualidad, bajo estas acentuadas condiciones de desigualdad econó-
mica entre los países del mundo capitalista, los de menor desarrollo han teni-
do necesidad de recurrir al expediente de un nuevo proteccionismo defensivo
para mejorar su estructura productiva, lo cual debe conducir a una mayor
sustitución de importaciones, así como en la posibilidad de competir con apoyo
en determinadas ventajas comparativas en su comercio exterior y de esa ma-
nera convertir a esta actividad como un verdadero y complementario factor
de desarrollo. Este proteccionismo de “autodefensa” o de “sobrevivencia”
se explica como de naturaleza distinta del proteccionismo de ofensiva comercial
y explotación económica sin límites, que todavía ponen en práctica algunos
países desarrollados, entre los cuales destaca con caracter más agresivo el de
Estados Unidos de Norteamérica, aunque parezca contradictorio con los
postulados que sustentaba el GATT, del cual era uno de sus más decididos se-
guidores y promotores.
Por lo tanto, depende de quién ejerza el proteccionismo para que se justi-
fique como necesario y fundamental dentro de las políticas de desarrollo in-
dustrial y de comercio exterior o bien se le considere como una práctica
discriminatoria y de competencia desleal e inescrupulosa, para explotar aún
más y sojuzgar económicamente a los países subdesarrollados y por lo mismo
altamente dependientes. Ahora bien, hasta aquí se ha sustentado la tesis central
de que el proteccionismo de ahora que enarbolan y ejercitan o deben ejercitar
los países pobres, tienen plena justificación para promover y conducir sus
economías con mayor independencia de las metrópolis capitalistas, pero bajo
la advertencia de que este proteccionismo debe ser bien administrado, vigila-
do, regulado y condicionado por parte de quien lo concede, o sea, la autori-
dad gubernamental. De otra forma, esta práctica puede dar lugar a injustos
privilegios y a fomentar enriquecimientos ilícitos e ineficiencia en el aparato pro-
ductivo, como en buena medida ha sucedido hasta la fecha en muchos países
subdesarrollados.
A este respecto, México ha diseñado y puesto en ejecución, en el pasado
y en el presente, ciertas medidas proteccionistas, pero desafortunadamente
muy poco se ha podido alcanzar en los objetivos propuestos, en parte por
la falta de sentido de responsabilidad de muchos empresarios capitalistas y
debido precisamente al deficiente control gubernamental ante la negligencia
de dichos entes empresariales. Sin embargo, no obstante la incidencia del
241
neoliberalismo en marcha y de ciertas inseguridades del TLC con Estados
Unidos, México no debe abandonar una imprescindible dosis proteccionista,
dada su condición de país todavía insuficientemente desarrollado y que se
caiga en las tentaciones de la corriente librecambista, ya que de ser así, afron-
taría con más severidad problemas de balanza de pagos, de industrialización
y en general, de desarrollo económico más independiente.
Conforme a esta misma tónica proteccionista, Brasil, que es uno de los paí-
ses del Tercer Mundo con mayor desarrollo, ha manifestado abiertamente su de-
cisión de no abandonar su política proteccionista, la cual “le ha permitido, con
un esfuerzo paralelo en las exportaciones, obtener un excedente comercial récord
en 1983 de más de 6 mil millones de dólares y fijarse un objetivo realista de más
de 9 mil millones en 1984”. Cabe subrayar, que en el mantenimiento del status
proteccionista brasileño, la poderosa Federación de Industrias de San Paulo
(FIESP), ha desempeñado un destacado papel y, apoyada en concienzudos estu-
dios, defiende la permanencia de tales barreras proteccionistas, gracias a las cuales
la industria brasileña pudo economizar divisas en 1983 por un total de 4,500
millones de dólares, al fabricar productos de sustitución a las importaciones,
principalmente en los sectores de las industrias mecánica y química.
Argumentos a favor del proteccionismo. Ellsworth, autor del libro Comercio inter-
nacional, enumera una serie de argumentos en favor del proteccionismo que han
sido expuestos por varios autores, expresando sus puntos de vista, con los
cuales en su mayor parte trata de desvirtuar tales argumentos, quizá porque él
mismo es proclive al librecambio y está más comprometido con la ortodo-
xia capitalista de su país de origen. Estos argumentos los divide en dos clases:
a) Argumentos que se basan en “falacias” populares.
b) Argumentos que se fundan en razonamientos económicos serios.
242
consecuencia de una mayor productividad de la mano de obra y que nunca
será causa de costos y precios altos, a menos que el trabajo sea ineficiente.
2) Protección del mercado nacional. Al elevar la protección arancelaria con-
tra las importaciones se estimula el desarrollo de la industria nacional, se
diversifican las compras de otros productos necesarios y se crea un mer-
cado nacional para los productos del país. En contra de este argumento,
Ellsworth sostiene que “si excluimos de nuestro mercado los productos
extranjeros, impedimos con ello a los extranjeros el adquirir medios para
comprar nuestras mercancías”. Argumento con el cual no estamos de
acuerdo, porque no se trata solamente del intercambio comercial entre dos
países con el mismo nivel de subdesarrollo, sino también entre pobres con
países ricos, que disponen de suficientes recursos financieros, independien-
temente de sus posibles ventas al exterior.
3) Aumento de la producción. Sobre este argumento, se considera que es in-
cuestionable que al estimular el desarrollo de determinadas industrias con
el proteccionismo tenga que aumentarse la producción total del país,
aunque algunos impugnadores sostienen que en tales condiciones los
consumidores habrán de pagar un precio más alto por los productos de las
industrias protegidas. Por nuestra parte, diríamos que esto último es válido
si las industrias no realizan ningún esfuerzo por elevar los índices de pro-
ductividad para abatir costos y ofrecer precios más bajos. Pero aún en
el caso de precios más altos en los productos nacionales, valdría la pena el
sacrificio económico, si con ello se logra una mayor industrialización nacional
y una mayor independencia económica.
4) Conservación del dinero en el interior del país. Aunque Ellsworth consi-
dera que este argumento es deleznable y poco válido, básicamente por
relacionarlo con la más pura práctica mercantilista, lo cierto es que el
comercio exterior entre desiguales hace que los términos de intercambio
sean desfavorables para los países de menor desarrollo, como ha sido
siempre. Y en estas condiciones, parte del esfuerzo productivo nacional
sale del país para incrementar la riqueza del país más desarrollado con el
que se comercia. En cambio cuando en lugar de comprar en el extranje-
ro determinado producto se adquiere en el país, aunque fuera a mayor
precio, lo que para una parte es una posible pérdida, para la otra es ganan-
cia, quedando al fin de cuentas el dinero dentro del país.
243
En cuanto a los argumentos más sólidos, según Ellsworth, se apuntan los
siguientes:
El único caso en que pueden defenderse los derechos protectores, basándose sólo en
principios d economía política, es cuando se imponen temporalmente (en especial
en un país joven y productivo), con la esperanza de aclimatar una industria extran-
jera, que sea por sí misma perfectamente adecuada a las circunstancias del país. A me-
nudo, la superioridad de un país sobre otro en una rama de la producción proviene sólo
244
de haber empezado antes. Puede no haber ninguna ventaja inherente por parte de uno,
ni desventaja por parte de otro, sino sólo una superioridad presente de habilidad y
experiencia adquiridas. Puede ser que un país aún no haya adquirido esta habilidad
y experiencia y esté mejor adaptado en otros aspectos para la producción que aque-
llos que empezaron primero; y además... nada tiende más a promover las mejoras de
cualquier rama de la producción que el ensayarlas en condiciones nuevas. Mas no
puede esperarse que los individuos introduzcan una nueva manufactura, soportan-
do ellos el riesgo, o con la seguridad de pérdida, y soporten el peso de trabajarla hasta
que los productores hayan adquirido conocimientos iguales a los que poseen aque-
llos para quienes los procedimientos son tradicionales. Algunas veces, un derecho
protector mantenido durante un tiempo razonable, puede ser la forma menos gra-
vosa en que la nación se imponga sacrificios tributarios para llevar a cabo tal experimento.
Pero es esencial que la protección se limite a casos en que haya motivos para pensar que,
después de algún tiempo, la industria que protege será capaz de pasarse sin la protección,
tampoco deben darse a los productores nacionales motivos para suponer que la protec-
ción continuará más tiempo del necesario para demostrar lo que son capaces de hacer.
245
ciertos recursos naturales no renovables, que siendo estrictamente nece-
sarios para el desarrollo económico nacional, represente un peligro su
pronto agotamiento. Ejemplo de ello es el petróleo en México y en Es-
tados Unidos de Norteamérica. Ante tal situación, lo que normalmente
se hace es imponer mayores gravámenes a la exportación de estos pro-
ductos o bien establecer cuotas anuales de exportación.
4) Industrias de costos crecientes y decrecientes. Este argumento toca el
aspecto que se refiere a la estricta observancia del principio económico,
al sustentar que el ingreso nacional puede aumentarse si se dan facilidades
de compra en el extranjero de mercancías que se producen a costos cre-
cientes, en tanto que debe estimularse, mediante aranceles protectores, el
desarrollo en industrias de costos decrecientes. Sobre este particular, se
piensa que aún las industrias de costos crecientes eventualmente podrían
protegérseles, a condición de que se comprometan en un plazo perentorio
a elevar la productividad y por lo mismo a bajar sus costos de operación.
5) Disminución de la desocupación. Conforme a este argumento, se piensa
que al proteger a determinadas industrias, éstas tenderían a incrementar
su producción y sus ventas, y con ello, aumentar la ocupación, un hecho
que por sí solo representa un importante aporte al desarrollo económi-
co y social.
En la euforia proteccionista y de desarrollo industrial, caracterizado por
la etapa de sustitución de importaciones en México, el economista Bela
Balassa sostiene que dentro de la protección nominal o efectiva,
246
les se aplicaban en consonancia con la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y
Necesarias, dentro de los cuales destacó el sistema de permisos previos de
importación.
De acuerdo con esa tónica, se reconoce que desde 1955 el principal ob-
jetivo de la política comercial ha sido la protección de la industria interna,
al tiempo que han perdido importancia los objetivos de recaudación
tributaria y de equilibrio de balanza de pagos, de la misma política, por me-
dio de la cual se declaraba “que los aranceles deben ser considerados como
mecanismos de regulación del comercio más que como fuentes de ingre-
sos tributarios”.5
Sin embargo, se reconocía que la protección se otorgaba a menudo sin to-
mar en consideración el excedente de costo de los productos locales respecto
de sus sucedáneos importados. De ahí que, de acuerdo con el economista
Gerardo Bueno* , surgiera una creciente preocupación por el alto costo que
supone seguir adelante con el esquema de industrialización sustitutiva de im-
portaciones y por los límites del esquema mismo.
Como consecuencia de esta consideración, se puso en estudio una
reformulación de dicha política industrializadora, por medio de la cual se pro-
curarán varios objetivos a la vez, tales como el mejoramiento de la eficiencia
o productividad de la industria, la descentralización, la ampliación del merca-
do interno, incrementar las exportaciones de artículos manufacturados, mejorar
la balanza de pagos y elevar el ritmo de crecimiento del ingreso nacional.
Por los años sesenta, flotaba ya en el ambiente gubernamental de México la
idea de que en el corto plazo “un principio adecuado sería el de eliminar la
protección arancelaria excesiva y liberalizar gradualmente las cuotas de impor-
tación, de tal forma que se indujera a las empresas marginales, con altos cos-
tos, a mejorar sus operaciones o dejar de producir”.6
247
Pero en cambio, como referencia histórica, en 1930 Estados Unidos publicó
la llamada Tarifa Smoot-Hawley que elevó los derechos de importación como
parte de su nueva política proteccionista. Por su parte, Gran Bretaña reaccio-
nó en 1932 con su convocatoria a la Conferencia de Ottawa, Canadá, a través
de la cual se acordó un sistema de “preferencias imperiales”, basadas en un ob-
jetivo: “primero los productores nacionales, en seguida los del imperio britá-
nico y por último los extranjeros”. Y debido al fracaso de la Conferencia
Económica Mundial efectuada en Londres en 1933, los Acuerdos de Ottawa
se prorrogaron indefinidamente y finalmente quedaron registrados en el GATT
a partir de 1947.
248
la libertad de competencia; en una palabra, la libertad en todos los órdenes de
la vida”.
Los economistas clásicos retomaron estas precursoras ideas liberalistas de
los fisiócratas franceses y las desarrollaron de manera más sistemática. Fueron
estos tres economistas los que elaboraron propiamente la Teoría clásica del comercio
internacional en el lapso que va de 1776, año en que publica Smith su famosa obra
La riqueza de las naciones, a 1848, en que aparece la obra Principios de economía política
de Stuart Mill, junto con Los principios de economía política y tributación de David
Ricardo, publicada en 1817.
Debido a la introducción de nuevas técnicas de producción y al desarrollo
de los transportes en general, así como a la influencia decisiva de la revolución
industrial en Inglaterra y en otros países de Europa, a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, surge y se caracteriza una nueva etapa conocida como
la del capitalismo industrial, que viene a dar mayor consistencia al libera-
lismo económico, y en lo referente al comercio exterior viene a consolidar
la corriente librecambista, en contraposición al mercantilismo proteccionis-
ta, propio de los siglos XVI y XVII, ya que el industrialismo de Inglaterra y Fran-
cia requería de un mercado internacional más amplio para sus productos. Así
fue como estos países empiezan por repartirse grandes porciones del mun-
do a manera de colonias con el fin de asegurarse más amplios mercados para
sus productos manufacturados y a la vez el abastecimiento de materias pri-
mas y eventualmente la disposición de mano de obra barata.
En el caso de otros países menos desarrollados industrialmente y sin poderío
colonial propiamente de la época, como Alemania y el recién independizado
Estados Unidos de Norteamérica, no aceptaron el librecambio de manera
inmediata, como ya se comentó, sino hasta que alcanzaran —decían ellos— cier-
ta productividad para poder competir realmente en el mercado internacional.
Por lo cual implantaron medidas proteccionistas bajo la forma inicial de “im-
puestos educadores”, como les llamaron ellos y, una vez que dichos países es-
tuvieran en capacidad de comerciar libremente, debían eliminarse tales barreras
al comercio exterior. Este enfoque proteccionista flexible o condicionado fue
sustentado principalmente por Federico List y Alejandro Hamilton, en Alemania
y Estados Unidos de Norteamérica, respectivamente.
La teoría clásica fundamentó el intercambio entre países en la división inter-
nacional del trabajo, de acuerdo con la especialización y en la diferente dota-
249
ción de recursos naturales de capital, de mano de obra y de tecnología. Smith
en particular, enfatizó sobre las ventajas absolutas en la dotación de estos cuatro
recursos y David Ricardo, por su parte, enfatizó sobre las ventajas compara-
tivas en la misma dotación de estos recursos. Estos autores, junto con Stuart
Mill y el enfoque monetario de David Hume, consideraron al encontrar las
causas del comercio entre países y sus ventajas absolutas y comparativas, ha-
ber justificado científicamente el librecambio en las relaciones económicas
internacionales, sin tomar en cuenta las diferencias en grados de desarrollo que
se da entre los países capitalistas.
La corriente neoclásica, con un número mayor de exponentes, introdujo
algunas variantes y refinamientos a la teoría clásica, pero en lo fundamental
sostuvo y sostiene aún los mismos principios básicos del liberalismo económico
y del librecambio. En los últimos años esta corriente neoliberalista, con estra-
tegia o enfoque monetarista, ha sido auspiciada y promovida por la Univer-
sidad de Chicago, reconocida como fiel intérprete de los intereses capitalistas
hegemónicos de Estados Unidos de Norteamérica y de Inglaterra, hoy por
hoy, abanderados del sistema capitalista ortodoxo de libre empresa.
Cabe señalar, que si los países de menor desarrollo económico, como es el caso
de México, siguieran las tesis de la teoría clásica del comercio internacional, dado
que tienen muchas ventajas absolutas en algunos recursos naturales y de mano de
obra, con una estructura productiva muy deficiente y con escasa tecnología, los
condenaría de por vida a especializarse en la producción y en el comercio exte-
rior de un número reducido de bienes económicos, que en su mayor parte
correspondería a materias primas y alimentos en estado natural. Así, de acuer-
do con esta teoría clásica, México se concretaría a comerciar con petróleo, algu-
nos minerales, café, algodón, ciertos productos del mar y algunas frutas y
legumbres. Mientras que los países desarrollados, además de producir y comer-
ciar, asimismo, con muchos de estos productos primarios, compiten y explotan
con ventaja comparativa clásica en todos los productos manufacturados y bie-
nes de capital, éstos últimos, gracias a la disposición por parte de estos países de
suficientes recursos de capital, y de una amplia y moderna tecnología.
Bajo estos supuestos clásicos, los países del Tercer Mundo están siempre en
desventaja en cuanto a los términos de intercambio y por lo mismo continua-
ría el lacerante status de países subdesarrollados, periféricos y dependientes de
las metrópolis capitalistas, en virtud de que esta corriente liberalista del comercio
250
internacional viene a oponerse a la teoría moderna del desarrollo económico,
que postula la diversificación en la estructura productiva y por consecuencia en
el comercio exterior, como condición sine qua non de una mayor independen-
cia económica respecto del mundo capitalista más desarrollado.
Podríamos convenir pues, que a quien beneficia principalmente la libertad
de comercio o el librecambio es a los países más desarrollados, por ser los que
realmente tienen una gran capacidad exportable y condiciones para competir
ventajosamente e incrementar sustancialmente los volúmenes de su comercio,
como una de las vías alternativas de su desarrollo económico. De ahí que es-
tos países del mundo capitalista desarrollado postulen y promuevan el libre-
cambio por todos los medios a su alcance, dentro de un mundo convulsionado
por una profunda crisis económica y por una permanente “guerra comercial
no declarada”, pero guerra al fin.
Lo peor de todo esto es que los fines prácticos de sojuzgamiento econó-
mico por parte de algunos de los países desarrollados propongan el librecam-
bio para los demás países, sobre todo del mundo subdesarrollado, pero se
reservan el derecho para sí de implantar unilateralmente ciertas medidas pro-
teccionistas de clara ofensiva comercial, como ya se dijo, distintas en propó-
sito, como recurso defensivo de los países de menor desarrollo para lograr
adecuadamente avances en el terreno industrial. O sea, que en este mundo tan
desigual en su desarrollo socioeconómico, de acuerdo con las prácticas comer-
ciales de los países desarrollados, al proteccionismo como al librecambio les
asignan dos papeles: uno para los países del Primer Mundo y otro para los
países del Tercer Mundo. Y bajo esta actitud, a todas luces inequitativa y
discriminatoria, jamás podrá alcanzarse el ideal de un nuevo orden económi-
co internacional, con justicia y paz para todos los pueblos del mundo.
Argumentos concretos a favor del librecambio. Los argumentos concretos y de
mayor peso en favor del librecambio según Ellsworth, se basan en las venta-
jas inherentes a la división internacional del trabajo y en la especialización, tal
y como lo sustentaron los economistas clásicos y neoclásicos. Este autor apunta
cuatro ventajas: 1) El aumento de habilidad, 2) la distribución del trabajo según
las dotaciones de recursos humanos y materiales disponibles, 3) el ahorro de
tiempo, y 4) las mayores posibilidades de que se use maquinaria.
Al respecto, diremos que sin lugar a dudas, la especialización trae con-
sigo comprobadas economías en el uso de los recursos productivos, lo cual
251
se traduce en mayores índices de productividad y en un mayor ingreso nacio-
nal. Además, es bien sabido que en un régimen de librecambio la competen-
cia es un estímulo para el progreso y la superación empresarial. Pero esto último,
que se considera válido en general para todas las economías, lo es más para las
desarrolladas, por tener todas las ventajas comparativas. Por eso a los países que
han alcanzado el más alto grado de desarrollo les conviene el librecambio, no
así a los subdesarrollados que no disponen por el momento de las condicio-
nes necesarias para poder competir libremente.
Podríamos concluir con Samuelson (Premio Nobel de Economía), que el
libre comercio se apoya en la creciente productividad mediante la especializa-
ción internacional, de acuerdo con la ley de los costos comparativos, y que la
única excepción seria para justificar la protección arancelaria es la de la indus-
tria incipiente o de la joven economía.
No es, pues, sorprendente que los economistas fuesen unánimemente reacios a los
altos niveles del arancel Smoot-Hawley, de 1930, ni que hayan estado
abrumadoramente a favor de los acuerdos comerciales recíprocos propugnados por
Cordell Hull y la Organización Internacional de Comercio ( y después por el GATT),
cuyo objeto es reducir las barreras comerciales.7
252
comercial, además de los anteriores objetivos, se le asigna el rol de ser instru-
mento o uno de los medios de origen externo para promover y desarrollar las
economías nacionales, sobre todo si se observan y respetan ciertas condicio-
nes de reciprocidad y equidad entre las partes involucradas. Desafortunadamen-
te, esta legítima y justa aspiración de los países subdesarrollados ha representado
una lucha permanente, frente a los grandes intereses económicos de los países
altamente desarrollados, llamados del Primer Mundo, al lado de sus
inocultables afanes hegemónicos de dominio mundial, a la cabeza de los cua-
les se encuentra desde hace muchos años Estados Unidos de Norteamérica.
En sus orígenes, el comercio se llevaba a cabo libremente de país a país, to-
davía sin mayores dificultades o presiones por alguna de las partes. Pero con-
forme varios de esos países se fueron industrializando y desarrollando en todos
los órdenes, emergieron las primeras potencias económicas con fines
imperialistas, que se encargaron de colonizar muchas partes del mundo, desde
el punto de vista económico y político. Con el transcurso del tiempo, todas esas
colonias han logrado su independencia política, no así la económica, que en todo
caso es la más importante y estratégica para el bienestar de los pueblos.
La modalidad de comercio multilateral bajo tratados o asociaciones es más
reciente. Existe la evidencia histórica de que fue al término de la Segunda
Guerra Mundial (1945) cuando se crean los primeros organismos internacio-
nales de comercio y financieros, tales como el Acuerdo General sobre Aran-
celes Aduaneros y Comercio (GATT), el Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), Banco Mundial,
y así sucesivamente hasta nuestros días.
Dentro de los organismos internacionales de comercio y desarrollo, que
fueron promovidos y que dependen de la Organización de las Naciones Uni-
das (ONU), está la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y
Desarrollo (UNCTAD), creada en los años sesenta, y la Organización Mundial de
Comercio (OMC), creada en 1995, que sustituye al GATT.
Una de las formas más socorridas de comercio multilateral es la que con-
siste en la firma de tratados o asociaciones de carácter regional, tales como:
253
• Unión Aduanera del Benelux (Bélgica, Holanda, Luxemburgo).
• Acuerdo de Libre Comercio de Europa Central (ALCEC).
• Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), ya desaparecido.
• Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
• Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), desaparecida.
• Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
• Pacto Andino (PA).
• Sistema Económico Latinoamericano (Sela).
• Mercado Común Centroamericano (MCCA).
• Mercado Común del Caribe (Caricom).
• Mercado Común del Sur (Mercosur).
• Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
• Cuenca Oriental del Pacífico (COP).
• Foro de Cooperación Económica de Asia–Pacífico (APEC).
• Zona de Comercio Preferencial de Asia Meridional (SAPTA).
• Acuerdo Comercial entre Australia y Nueva Zelanda (ANZCERTA).
• Comunidad Económica de África Oriental (Ceaor).
• Comunidad Económica de África Occidental (CEAO).
• Unión Aduanera de África Ecuatorial (Udeac).
• Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean).
254
Dentro de esta preocupante perspectiva se encuentra inmerso, desde luego,
Estados Unidos de Norteamérica, que no logra, a primera vista, conciliar sus
intereses creados con la Comunidad Europea y Japón, principalmente. Por lo
cual, esta gran potencia ha dirigido recientemente sus esfuerzos lograr lo que
ambiciosamente se piensa denominar como el Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA).
Pero veamos lo que dice Jagdish Bhagwati, de la Universidad de Colum-
bia, sobre el regionalismo estadunidense, en un artículo publicado en la revis-
ta Foreign Affairs:
No es creíble que Estados Unidos se dispare a los pies, y ciertamente más arriba, al
dirigir sus energías y su comercio a una región cuyas frágiles democracias, inflaciones,
deudas y lentas tasas de crecimiento, ofrecen un mercado menos atractivo que el flo-
reciente Lejano Oriente y la Comunidad Europea, los cuales son mercados más sus-
tanciales para las exportaciones norteamericanas. Si Estados Unidos se aleja
tontamente del mundo para concentrarse en su propio patio trasero, la probable
reacción de la Comunidad Europea sería: bueno, entiérrense ahí.
255
En el terreno meramente comercial, por la proliferación de bloques en to-
dos los continentes, se puede deducir que la globalización no funciona, al menos
en el sentido de comerciar todos los países sin trabas y condición especial al-
guna. Más bien, el trasfondo de la globalización radica realmente en la liber-
tad de comercio y movimiento de capitales en todo el mundo, que a todas luces
le conviene a los países de mayor desarrollo. O sea, una apertura comercial y
financiera, sin límites y sin tomar en cuenta las diferencias de competitividad
y de niveles de desarrollo económico.
Lo nebuloso de este asunto de la globalización es que ha dado lugar a una
verdadera controversia de puntos de vista. Así, mientras algunos círculos guber-
namentales, comerciales y financieros ponderan sus bondades, otros sectores de
opinión, principalmente entre escritores, académicos y funcionarios con un sen-
tido nacionalista, han puesto en tela de juicio la tan llevada y traída globalización,
al grado de señalarle a ésta algunos serios inconvenientes para mantener incólu-
me el interés y la identidad nacionales. Aún más, para varios maestros y analistas
del entorno económico mundial, la globalización económica y comercial está en
concordancia con la corriente neoliberal, ahora de moda en varios países. Por su
parte, la Asociación de Estados del Caribe (AEC), en su reunión cumbre de jefes
de Estado, de abril de 1999 en República Dominicana, advirtió sobre los ries-
gos de la globalización capitalista para las economías frágiles del Caribe.
En fin, como el comercio exterior en bloques y la globalización comercial
y financiera son dos fenómenos económicos sujetos a un proceso de justifica-
ción y validación mundial, en todo caso estaremos atentos a los resultados
finales, sin menoscabo de nuestras convicciones personales y profesionales a
ese respecto.
Para todo profesional de la ciencia económica debe estar bien claro que la
prioridad de todo sistema económico es la de lograr de manera sostenida el
desarrollo económico, que se traduzca finalmente en mejores niveles de vida
para la población respectiva. El desarrollo económico comprende, como se
ha dicho en anteriores ocasiones, los aspectos cuantitativos, cualitativos y
distributivos, lo que en otras palabras quiere decir que se debe de buscar siem-
256
pre el cuánto se crece, cómo se crece y para quién se crece, para que realmen-
te se alcance la tan anhelada y proclamada justicia social.
Los teóricos y voceros del sistema capitalista ortodoxo o de libre empresa
normalmente hablan de crecimiento económico porque en el fondo de los
intereses que sustenta y defiende está la ganancia y con ella la acumulación
capitalista sin límites, que conduce a la división de clases y a la desigualdad social,
con toda una cauda de problemas de todo tipo.
Con el resurgimiento de prácticas y políticas económicas propias del libe-
ralismo económico, que supuestamente ya estaban sepultadas en el último rin-
cón de la historia, nuevamente se nos inunda en forma obsesiva con las
supuestas metas del crecimiento económico por cualquier medio, casi como
panacea milagrosa.
Ahora que por influencia de las metrópolis capitalistas ya conocidas, se han
puesto en práctica los postulados del neoliberalismo y la globalización y se
privilegia el crecimiento económico a través de la inversión privada de capital
nativo y del exterior.
En este sentido, México no podía ser la excepción, puesto que en los últi-
mos años también ha sido presa de esta concepción neoliberal y globalizadora,
en muchas de sus medidas de política económica, en persecución de los cam-
bios estructurales.
Por cierto, sobre los cambios estructurales se ha producido en forma de-
liberada o inconsciente una gran confusión, porque dichos cambios deben
postularse y promoverse cuando representen una mejoría para el país que los
ponga en práctica. Es decir, que signifique un progreso social y no un retro-
ceso histórico. Así por ejemplo, la economía mixta, frente al capitalismo orto-
doxo que venía dando tropiezos desde su aparición hasta los años veinte, para
todo mundo significó un cambio estructural positivo, que arrojó importantes
resultados dentro de los objetivos del desarrollo económico.
El concepto de desarrollo económico bien concebido y entendido, como
se dijo antes, debe cuidar no sólo cuánto se crece, sino también en qué se está
creciendo; porque no es lo mismo que un país se mantenga basándose prin-
cipalmente en la agricultura o en actividades primarias, que si diversifica su
estructura productiva nacional y, por lo mismo, su comercio exterior. Porque
el auténtico desarrollo económico debe de promover las actividades prima-
rias, secundarias y terciarias, o sea, a todos los sectores productivos de un país,
257
con miras a superar etapas en el proceso de desarrollo económico, mejorar las
condiciones de vida de su población y poder competir en mejores condicio-
nes con el exterior.
Ahora bien, en cuanto al desarrollo económico relacionado con el comer-
cio exterior, todos los maestros y expertos en esta materia sostienen con todo
vigor, que en primer lugar se debe buscar a través de todos los instrumentos
de una adecuada política económica y la planificación, el desarrollo hacia aden-
tro y hacia afuera como complemento del primero. Así lo han hecho todos los
países que ahora son potencias capitalistas. Por ejemplo Inglaterra fincó en buena
medida su porvenir económico en el comercio exterior cuando ya reunía las
condiciones de expansión y dominio en ese terreno, no así los países en vías de
desarrollo conocidos como del Tercer Mundo, que todavía no tienen la capa-
cidad productiva en cuanto al capital invertido ni la tecnología necesaria para
poder competir internacionalmente con mayor provecho.
De acuerdo con los anteriores argumentos, emprender la apertura comer-
cial por parte de los países de menor desarrollo en forma abierta y por me-
dio de tratados de libre comercio con países altamente desarrollados, constituye
un enorme riesgo, casi una aventura. En cambio, los países que promueven el
libre comercio con todas las ventajas son los industrializados del Primer Mundo.
En este sentido, a México le convendría más firmar tratados de libre comer-
cio con países de igual o menor desarrollo y diversificar su comercio con to-
dos los países del mundo, en lugar de estar sometido constantemente a
presiones de todo tipo, con uno o muy pocos hegemónicos de la economía
mundial.
258
APÉNDICE
El órgano supremo del GATT son las partes contratantes (países miembros),
expresado en un Consejo de Representantes, integrado por todos los miem-
bros del Acuerdo General.
Comités permanentes. Aparte del Consejo, se constituyen comités para atender
las siguientes áreas: 1) comercio y desarrollo, 2) comercio de textiles y vestido,
3) prácticas antidumping, 4) valoración en aduanas, 5) compras del sector
259 259
público, 6) subvenciones y medidas compensatorias, 7) licencias de importa-
ción, 8) comercio de carne, 9) productos lácteos, 10) aeronaves civiles, y 11)
asuntos presupuestarios, financieros y administrativos.
Además funcionan los Grupos de Trabajo (comités especiales) que se en-
cargan de los asuntos como las solicitudes de adhesión al GATT; examinar los
acuerdos comerciales de los países miembros y comprobar su conformidad
con el Acuerdo General.
Principiosfundamentales
Objetivos
260
1) Contribuir al mejoramiento de los niveles de vida.
2) Lograr pleno empleo.
3) Aprovechar los recursos mundiales.
4) Desarrollar la producción y el intercambio de mercancías.
5) Fomentar el desarrollo económico.
6) Promover una mayor liberación y expansión del comercio mundial.
7) Revisar y mejorar el sistema multilateral de comercio.
8) Extender su ámbito de aplicación a nuevas áreas del comercio internacio-
nal, como los servicios, la agricultura, las medidas comerciales relaciona-
das con la inversión y propiedad intelectual.
261
al precio como al arancel, por la propia dinámica de las plantas industriales; con
la circunstancia de que el empresario pueda trasladar en definitiva el mayor
costo de los productos importados al precio que paga el consumidor final.
Asimismo, los sectores de altos ingresos generalmente adquieren de todas
maneras los productos del exterior aunque sean más caros, con tal de satisfa-
cer sus gustos o caprichos de clase. De ahí que al GATT le interesara más que se
eliminaran los contingentes de importación y otros controles cuantitativos, a
que se redujeran aranceles aduaneros o que se devaluara la moneda del país
importador, a sabiendas de que las ventas de mercancías de todas formas se
harían a los países en vías de desarrollo.
Por otra parte, independientemente de los problemas de la balanza de pa-
gos que le acarrearía a México su ingreso al GATT bajo las condiciones que
establecía dicho organismo, existía la posibilidad real de que se produjeran
quiebras masivas entre las pequeñas y medianas industrias y como consecuen-
cia se agudizara el problema del desempleo, máxime que este tipo de empre-
sas son las que proporcionan la mayor ocupación de mano de obra, la cual se
calcula en aproximadamente 80%. Quienes con seguridad saldrían beneficia-
das con la liberación de los controles al comercio exterior serían, en todo caso,
las empresas transnacionales, cuyos intereses económicos primordiales están
fuera del control nacional.
Ahora bien, si alrededor de 70% de nuestro comercio se realiza con Esta-
dos Unidos de Norteamérica, lo que revela el alto grado de dependencia eco-
nómica que se tiene con ese país, se considera que al ingresar al GATT y aceptar
sus normas establecidas de librecambio, sería tanto como institucionalizar esta
relación desfavorable de dependencia.
El empeño del GATT por lograr la expansión del comercio exterior en todo
el mundo, después de todo, era legítimo siempre y cuando esta actividad eco-
nómica contribuyera realmente al desarrollo económico y a elevar las condi-
ciones de vida de todas las naciones interesadas, porque, como dice Ricardo
Torres Gaytán, el comercio internacional cada vez se efectúa menos según la
supuesta libre competencia, y cada vez más bajo condiciones monopólicas y
bajo el poder de negociación de las firmas comerciales y de los países más
desarrollados.
Algunos autores dudan incluso de la efectividad del desarrollo “hacia afue-
ra” de los países pobres, en su condición de productores de artículos prima-
262
rios, tomando en cuenta que ello implicaría una desatención al esfuerzo por ele-
var el poder de compra de las clases populares para incrementar el mercado
interno, o sea, impulsar prioritariamente el desarrollo “hacia adentro”. Así por
ejemplo, el economista sueco Gunnar Myrdal sostiene “que el desequilibrio de
las economías dependientes es el resultado de un proceso acumulativo engen-
drado por el comercio internacional, que los aleja del equilibrio en las propor-
ciones de los factores y en los precios de los mismos”. El economista
Emmanuel Arghiri, por su parte, afirma que “el desarrollo de unos países está
en función del subdesarrollo de otros países, algo así como un lazo de causa
a efecto entre el alto nivel de los países avanzados y el bajo nivel de los países
atrasados”.
263
Ojalá y con la desaparición o fusión del GATT a la Organización Mundial de
Comercio (OMC), como agencia especializada de la Organización de Naciones
Unidas, que por primera vez se intentó hacer en 1947, con motivo de la Confe-
rencia Internacional sobre Comercio y Empleo, conocida como la Carta de La
Habana, se respeten verdaderamente los intereses comerciales de los países de
menor desarrollo económico relativo, independientemente del papel que siga des-
empeñando, con un sentido más justo, la United Nations Conference on Trade
and Developement (UMCTAD) de ese importante organismo internacional.
264
funciones del órgano de solución de diferencias y del órgano de examen de las
políticas comerciales, entre otras.
En campos más específicos se establecieron un consejo del comercio de
mercancías, un consejo del comercio de servicios y un consejo sobre aspectos
de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADIC),
que funcionan bajo la orientación general del consejo general.
Estos consejos pueden establecer los órganos subsidiarios que sean necesa-
rios, con sus respectivas normas de procedimiento, a reserva de ser aproba-
das por los consejos correspondientes.
La Conferencia Ministerial está facultada para establecer un comité de co-
mercio y desarrollo, un comité de restricciones por balanza de pagos y un
comité de asuntos presupuestarios, financieros y administrativos, que desem-
peñan funciones prescritas en el Acuerdo General y en los Acuerdos Comer-
ciales Multilaterales, así como las funciones que les atribuya el Consejo General.
Asimismo, se establecen comités adicionales, con funciones específicas que se
estimen apropiadas.
Por otra parte, la OMC cuenta con una secretaría, a cargo de un director
general, nombrado por la Conferencia Ministerial. Por su parte, el director ge-
neral nombra al personal de la secretaría y determina sus deberes y condicio-
nes de servicio, de conformidad con los reglamentos de la propia Conferencia
Ministerial.
Las funciones del director general y del personal de la secretaría son de
carácter internacional, de tal manera que no deben solicitar ni aceptar instruc-
ciones de ningún gobierno ni de ninguna otra autoridad ajena a la OMC y abs-
tenerse de realizar cualquier acto que sea incompatible con su condición de
funcionarios internacionales.
La OMC tiene personalidad jurídica, conferida por cada uno de sus miembros,
necesaria para el ejercicio de sus funciones. De igual manera cada uno de los
miembros confiere a los funcionarios de este organismo internacional y a los
representantes de los miembros los privilegios e inmunidades necesarias para
el ejercicio independiente de sus funciones.
265
Los privilegios e inmunidades que otorgan los miembros a la OMC, a sus
funcionarios y a los representantes de sus miembros son similares a los privi-
legios e inmunidades estipulados en la Convención sobre Prerrogativas e In-
munidades de los Organismos Especializados, aprobados por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 21 de noviembre de 1947.
266
sus miembros acerca de sus relaciones comerciales multilaterales y de marco
para la aplicación de los resultados de esas negociaciones conforme a lo que
decida la Conferencia Ministerial.
Administra el Entendimiento relativo a las normas y procedimientos por los
que se rige la solución de diferencias (denominado en adelante Entendimien-
to sobre Solución de Diferencias o ESD), que figura en el Anexo 2 del presen-
te Acuerdo.
Asimismo administra el Mecanismo de Examen de las Políticas Comercia-
les (denominado en adelante MEPC), establecido en el Anexo 3 del presente
Acuerdo.
Con el fin de lograr una mayor coherencia en la formulación de las políti-
cas económicas a escala mundial, la OMC cooperará, según proceda, con el
Fondo Monetario Internacional y con el Banco Internacional de Reconstruc-
ción y Fomento y sus organismos conexos.
Los miembros iniciales de la OMC son las partes contratantes del GATT de 1947,
en que entró en vigor el presente Acuerdo, así como las Comunidades Euro-
peas que acepten el presente Acuerdo y los Acuerdos Comerciales Multilaterales,
para los cuales se anexen Listas de Concesiones y Compromisos al GATT de
1994, y Listas de Compromisos Específicos al AGCS.
Los países menos adelantados (subdesarrollados) reconocidos como tales
por las Naciones Unidas, sólo deberán asumir compromisos y hacer conce-
siones en la medida compatible con las necesidades de cada uno de ellos en
materia de desarrollo, finanzas y comercio o con sus capacidades administra-
tivas e institucionales.
Todo Estado o territorio aduanero distinto que disfrute de plena autono-
mía en la conducción de sus relaciones comerciales exteriores y en las demás
cuestiones tratadas en el presente Acuerdo y en los Acuerdos Comerciales
Multilaterales podrá adherirse al presente Acuerdo y a los Acuerdos Comer-
ciales Multilaterales anexos al mismo.
Las decisiones en materia de adhesión serán adoptadas por la Conferencia
Ministerial, la cual aprobará las condiciones de adhesión por mayoría de dos
tercios de los miembros de la OMC.
267
Los países miembros al 31 de agosto de 1996, son los siguientes:
268
Emiratos Árabes
Unidos Marruecos Trinidad y Tobago
Eslovenia Mauricio Túnez
España Mauritania Turquía
Estados Unidos México Uganda
Fiji Mozambique Uruguay
Filipinas Myanmar Venezuela
Finlandia Namibia Zambia
Francia Nicaragua Zimbabwe
269
– Al adoptar y firmar el Acta Final, y al abrir a la aceptación el Acuerdo
sobre la OMC, los ministros declaran terminada la labor del Comité de Ne-
gociaciones Comerciales y formalmente concluida la Ronda Uruguay.
Antecedentes
270
Constitución y funcionamiento de la ALALC
Listas nacionales: Para hacer funcionar el Tratado, en primer lugar habría que
instrumentar la libre circulación de las mercancías entre los países miembros de
la ALALC, bajo el sistema de negociaciones anuales que condujeran a los Esta-
dos miembros a concederse rebajas arancelarias selectivas y que fueran
ampliándose a lo largo de un periodo convenido de doce años (1960-1972);
en donde las concesiones que cada país otorga al resto de los países de la zona,
se incluyan en la Lista Nacional, con preferencia a los productos de la ALALC,
gradualmente mayor a los de terceros países.
En una primera fase el volumen de reducciones arancelarias será de 8% anual
como promedio ponderado, en comparación con el arancel que se aplica a
terceros países. Por lo mismo, para 1972 se calculaba una rebaja media de 96
por ciento y que por consecuencia el comercio intrazonal quedaría libre de
barreras arancelarias entre las partes contratantes.
No tardaron en presentarse problemas en este tipo de tratamiento comer-
cial, porque algunos países no cumplían estrictamente con su compromiso de
rebaja anual del 8% impuesto por el Tratado.
Como producto de estos desacuerdos y en abono de los países que no eran
convencidos del nuevo organismo internacional, se empieza a gestar un mo-
vimiento de inconformidad, conducente a la firma de un protocolo llamado
“Protocolo de Caracas” para modificar el Tratado de Montevideo.
Lista común: Una vez registradas todas las dificultades de las concesiones
propias de las Listas Nacionales, finalmente, asimilando el mito de “Penélope”
de “hacer y deshacer”, se concibió la Lista Común. En este orden, todo pro-
ducto incluido en la Lista Común quedará exento.
271
Supresión de restricciones cuantitativas y acuerdos de complementación: Con el propó-
sito de facilitar la libre circulación de mercancías contemplada en las Listas
Nacionales y en la Lista Común, aparte del tratamiento arancelario, se estable-
cieron los mecanismos de supresión de restricciones cuantitativas y los acuer-
dos de complementación, estos últimos con un claro sentido de integración
económica, al permitir a dos o más países miembros de la Asociación se otor-
guen concesiones recíprocas y de esa manera se establezcan industrias concre-
tas con un mercado más amplio que los estrictamente nacionales.
272
paso, no afrontaremos el problema de la integración en toda su extensión y su
profundidad”.
Se reconoce que en la práctica la actividad negociadora de la Alalc se vio
muy disminuida entre 1970 y 1976, al grado de manifestar una clara situación
de estancamiento, en donde los países miembros no tradujeron en acciones
concretas su verdadero potencial de comercio recíproco, junto al hecho no-
torio de lo infructuoso de muchas de sus reuniones colectivas. Todo lo cual,
dio origen a una organización multilateral con fines más ambiciosos, por
medio de la firma del nuevo Tratado de Montevideo de 1980, con el nom-
bre de Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
Constitución de la Aladi
273
2) Convergencia, que se traduce en la multilateralización progresiva de los
acuerdos de alcance parcial, mediante negociaciones periódicas entre
los países miembros.
3) Flexibilidad, caracterizada por la capacidad de permitir la concertación de
acuerdos de alcance parcial, regulada en forma compatible con la conse-
cución progresiva de su convergencia y el fortalecimiento de los vínculos
de integración.
4) Tratamientos diferenciales, establecidos en la forma que en cada caso se
determine, tanto en los mecanismos de alcance regional, como en los de
alcance parcial, sobre la base de tres categorías de países que se integrarán
tomando en cuenta sus características económicas y estructurales.
5) Múltiple, para facilitar distintas formas de concertación entre los países
miembros, en armonía con los objetivos y funciones del proceso de in-
tegración.
274
1) Dictar normas generales que tiendan al mejor cumplimiento de los ob-
jetivos de la Asociación, así como al desarrollo armónico del proceso
de integración.
2) Examinar el resultado de las tareas cumplidas por la Asociación.
3) Adoptar medidas correctivas de alcance multilateral de acuerdo con las
recomendaciones adoptadas por la Conferencia.
4) Establecer las directrices a las cuales deberán ajustar sus labores los de-
más órganos de la Asociación.
5) Fijar las normas básicas que regulen las relaciones de la Asociación con
otras asociaciones regionales u organismos internacionales.
6) Revisar y actualizar las normas básicas que regulen los acuerdos de con-
vergencia y cooperación con otros países en desarrollo y las respectivas
áreas de integración económica.
7) Tomar conocimiento de los asuntos que le hayan sido turnados por los
otros órganos políticos, y resolverlos.
8) Delegar en los restantes órganos políticos la facultad de tomar decisio-
nes en materias específicas que permitan el mejor cumplimiento de los
objetivos de la Asociación.
9) Aceptar la adhesión de nuevos países miembros.
10) Acordar enmiendas y adiciones al Tratado.
11) Designar al Secretario General.
12) Elaborar su propio reglamento.
275
también el aprovechamiento efectivo que hayan realizado los países be-
neficiarios del tratamiento diferencial aplicado.
4) Evaluar los resultados del sistema de apoyo a los países de menor desa-
rrollo económico relativo y adoptar medidas para su aplicación más efec-
tiva.
5) Realizar las negociaciones multilaterales para la fijación y profundización
de la preferencia arancelaria regional.
6) Propiciar la negociación y concertación de acuerdos de alcance regional
en los que participen todos los países miembros y que se refieran a cual-
quier materia objeto del presente Tratado.
7) Cumplir con las tareas que le encomiende el Consejo.
8) Encargar a la Secretaría los estudios que estime convenientes.
9) Aprobar su propio Reglamento.
276
13) Proponer fórmulas para resolver las cuestiones planteadas por los países
miembros.
14) Apreciar multilateralmente los acuerdos parciales que celebren los países
miembros.
15) Declarar la compatibilidad de los acuerdos parciales que celebren los paí-
ses miembros.
16) Crear órganos auxiliares.
17) Atender los asuntos de interés común que no sean de la competencia de
los otros órganos de la Asociación.
18) Aprobar su propio Reglamento.
277
posiciones legales de los países miembros que alteren directa o indirec-
tamente las concesiones acordadas.
10) Convocar las reuniones de los órganos auxiliares no gubernamentales
y coordinar su funcionamiento.
11) Realizar evaluaciones periódicas sobre la marcha del proceso de inte-
gración y mantener un seguimiento permanente de las actividades em-
prendidas por la Asociación.
12) Organizar y poner en funcionamiento una Unidad de Promoción Eco-
nómica para los países de menor desarrollo económico relativo y rea-
lizar gestiones para la obtención de recursos técnicos y financieros, así
como estudios y proyectos para el cumplimiento del programa de pro-
moción. Elaborar, asimismo, un informe anual sobre el aprovechamien-
to efectuado del sistema de apoyo a los países de menor desarrollo eco-
nómico relativo.
13) Preparar el presupuesto de gastos de la Asociación, para su aprobación
por el Comité, así como las ulteriores reformas que fueran necesarias.
14) Contratar, admitir y prescindir del personal técnico y administrativo, de
acuerdo con las normas que reglamenten su estructura.
15) Preparar y presentar al Comité los proyectos de programas anuales de
trabajo.
16) Cumplir con lo solicitado por cualquiera de los órganos políticos de la
Asociación.
17) Presentar anualmente al Comité un informe de los resultados de la apli-
cación del presente Tratado y de las disposiciones jurídicas que de él se
deriven.
278
Las acciones en favor de los países de menor desarrollo económico rela-
tivo se concretarán a través de acuerdos de alcance regional y parcial.
A fin de asegurar la eficacia de tales acuerdos, los países miembros debe-
rán formalizar normas negociadas y vinculadas con la preservación de las
preferencias, la eliminación de las restricciones no arancelarias y la aplicación
de cláusulas de salvaguardia en casos justificados.
279
La Comunidad Económica Europea (CEE)
Antecedentes
280
El Tratado de Roma
Con este nombre se conoce al Tratado que creó el Mercado Común Europeo,
firmado en esa capital italiana en marzo de 1957. Originalmente lo constitu-
yeron los seis países miembros de la Comunidad Económica del Carbón y del
Acero (CECA); posteriormente ingresó Inglaterra, no obstante sus compromi-
sos con la Commonwealth y el cuestionamiento del gobierno de De Gaulle por
sus marcados nexos con los intereses capitalistas de Estados Unidos Y más
recientemente el ingreso de España, una vez que pudo llenar ciertos requisitos.
A la fecha, son miembros de la CEE los quince países más ricos de Europa.
281
Órganos de gobierno y funcionamiento
Política agrícola
282
Libre circulación de factores
Una de las características de todo mercado común, aparte del libre intercam-
bio de mercancías y una tarifa exterior común (TEC), lo constituye la libre cir-
culación de los factores productivos, o sea, el trabajo y el capital. Pero en el
Tratado de Roma, estos dos factores adoptan cuatro denominaciones técni-
cas: 1) Trabajadores, 2) Derecho de establecimiento, 3) Servicios y 4) Capita-
les. De esas cuatro categorías, en la de trabajadores debe entenderse el trabajo
manual o equiparado a él, esto es, trabajo en su forma más pura. Por su parte,
el capital se refiere al capital puro, es decir, al aspecto financiero, convertido en
dinero en efectivo. En cuanto a las categorías segunda y tercera, sus definicio-
nes son menos claras y precisas, en virtud de que tanto el derecho de estable-
cimiento como la prestación de servicios, en un momento dado, también
pueden considerarse como trabajo manual, técnico o de investigación, o bien,
como una combinación de trabajo y capital.
Monedaúnica
El Tratado ha sido ratificado por todos los países miembros y entró en vigor
en enero de 1994. Por lo mismo, la Comunidad Europea (CE) pasa a ser aho-
ra la Unión Europea (UE).
283
Aún sin considerar el comercio intracomunitario, que en 1991 representó
alrededor de 60%, la Comunidad Europea es la principal potencia comercial
del mundo, tanto en mercancías como en servicios.
Se considera que al llegar a consolidarse este viejo anhelo europeo, vendrá
a constituir un hito en la historia de las relaciones económicas multilaterales y
de los procesos de integración, augurándole a la Unión Europea las mejores
expectativas de éxito, para bien de esa estratégica región del mundo y de un
sano equilibrio económico internacional.
Antecedentes
Creación de la UNCTAD
284
La Comisión Preparatoria tuvo tres periodos de sesiones, de diciembre de
1962 a diciembre de 1964, para dar comienzo dicho organismo a sus traba-
jos el 23 de marzo de 1964, con sede en la ciudad de Ginebra, Suiza. Como
presidente de la conferencia fue elegido el señor Rasuni, ministro de Econo-
mía de la República Árabe Unida y como secretario general de la UNCTAD, el
destacado economista argentino Raúl Prebisch, infatigable en su lucha por las
legítimas aspiraciones de los países económicamente subdesarrollados de
América Latina y de todo el mundo.
A la Conferencia de Ginebra, también llamada “Primera UNCTAD”, asistie-
ron Delegaciones de 120 países miembros y algunos no miembros de las
Naciones Unidas.
Las primeras sesiones de trabajo de la Conferencia duraron casi tres meses,
o sea, del 23 de marzo al 16 de junio de 1964, lo que dio origen a la firma del
Acta Final, en donde se resumieron los principales problemas del desarrollo
relacionados con el comercio internacional y a la vez fueron establecidas las
bases institucionales de la UNCTAD.
285
c) La Secretaría Permanente: Es dirigida por un secretario general, alto ejecu-
tivo de las Naciones Unidas, cuya actividad se encuentra en estrecha re-
lación con el ECOSOC y con las Comisiones Económicas regionales de la
ONU tales como la CEPE, CEPAL, CEPA y CEALO.
d) Las Comisiones de la Conferencia: Empezaron a funcionar desde la primera
UNCTAD, aunque formalmente fueron creadas a partir de 1965. En la ter-
cera UNCTAD se crearon las primeras cuatro Comisiones, que correspon-
dían en esos años a los cuatro grandes grupos de problemas del comercio
internacional en su relación con el desarrollo económico. Éstas son: 1)
Productos Básicos, 2) Comercio de Manufacturas, 3) Transacciones In-
visibles y Financiación, y 4) Transporte Marítimo. Posteriormente se crea-
ron otras tres: la 5) Comisión Especial de Preferencias, 6) Transmisión de
Tecnología, y 7) Cooperación Económica entre Países en Desarrollo.
286
Algunos resultados obtenidos
Dados los seculares conflictos de intereses económicos entre los países más
desarrollados y los países de menor desarrollo económico relativo, principal-
mente del mundo capitalista, la creación de la UNCTAD, como un organismo
dependiente de la ONU, representó una legítima esperanza para el segundo
grupo, máxime que este organismo no sólo está dedicado a enfrentar los pro-
blemas meramente comerciales, sino también los propios del desarrollo eco-
nómico general de todos sus países miembros.
Como dato histórico diremos que a falta de un tema central la I conferen-
cia UNCTAD fue Constitutiva; la II abordó el Sistema Generalizado de Preferen-
cias; la III fijó la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados; la
IV fue dedicada al Programa Integrado de Productos Básicos, y en la V Con-
ferencia fueron analizados varios temas, pero ninguno con la mayor profun-
didad, tales como la interdependencia económica, el panorama económico
mundial, la crisis energética, entre otros.
Por otra parte, dentro de los Grupos de Trabajo nombrados en la V UNCTAD,
destacan precisamente los abocados a emitir resoluciones sobre medidas es-
pecialmente aplicables a los países de menor desarrollo económico relativo; al
análisis sobre problemas de las relaciones comerciales entre países con distin-
tos sistemas económicos y sociales, y a la cooperación entre países en desarrollo,
a través de un comité abierto únicamente a este tipo de países.
Introducción
287
cio de algún producto básico o el de promover el comercio en ciertas áreas
geográficas que abarcan a varios países con intereses comunes o parecidos.
Este es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
suscrito entre Estados Unidos de Norteamérica, Canadá y México.
Antecedentes
288
firmaron el documento final el 17 de diciembre de 1992. Su ratificación estu-
vo a cargo de los poderes legislativos. El Senado mexicano lo hizo el 22 de
noviembre de 1993; la Cámara de los Comunes y el Senado de Canadá el 27
de mayo y el 23 de junio de 1993, y la Cámara de Representantes y el Senado
de los Estados Unidos el 17 y 20 de noviembre, respectivamente.
Principales áreas de negociación. Una vez aceptada la viabilidad del proyecto de
Tratado en México, por virtud de la opinión favorable del Senado de la Re-
pública; y en Estados Unidos, con motivo de la aprobación por el Congreso
de ese país a través del mecanismo de negociación conocido en inglés como
fast track, las negociaciones comprendieron para empezar seis grandes áreas:
1) Acceso a mercados, 2) reglas de comercio, 3) servicios, 4) inversión, 5) pro-
piedad intelectual, y 6) solución de controversias.
Grupos de trabajo. Por otra parte se establecieron diecisiete grupos de traba-
jo: 1) Aranceles y barreras no arancelarias, 2) reglas de origen, 3) compras de
gobierno, 4) agricultura, 5) automotriz, 6) otros sectores industriales, 7)
salvaguardas, 8) estándares, 9) principios generales para la negociación de
servicios, 10) servicios financieros, 11) servicios de seguros, 12) transporte
terrestre, 13) telecomunicaciones, 14) otros servicios, 15) inversión, 16)
propiedad intelectual, y 17) solución de controversias.
Condiciones mínimas establecidas por México. El gobierno de México, a través de
la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, se comprometió, de confor-
midad con el Informe No. 1 sobre el TLC, de fecha 5 de julio de 1991, a de-
mandar durante las negociaciones del Tratado, las siguientes garantías: 1) Que
sea estrictamente compatible con el articulado del GATT, 2) que elimine los
aranceles con la gradualidad necesaria y suficiente para evitar perjuicios y otorgar
ventajas a la industria y comercio nacionales, 3) que elimine las barreras no
arancelarias a nuestras exportaciones, 4) que incluya reglas de origen para evitar
el uso de subsidios distorsionantes del comercio exterior y el abuso en la apli-
cación de las legislaciones sobre prácticas desleales de comercio.
289
productos a otros mercados, 2) atraer más inversiones a nuestro país, 3) dar
certidumbre a los intercambios y, sobre todo, generar economías de escala, 4)
disponer de mejores tecnologías, promoviendo las inversiones para elevar la
competitividad en nuestro aparato productivo, y 5) tener un elemento para
poder dirimir las diferencias que normalmente surgen en los intercambios
comerciales.
Por nuestra parte agregaríamos la impostergable aspiración nacional de
lograr un mayor crecimiento económico y en el empleo. Aunque esta expec-
tativa dependerá finalmente de las posibles quiebras o disminución de la pro-
ducción de muchas medianas y pequeñas empresas, como consecuencia de la
excesiva o desleal competencia de las economías más desarrolladas y de una
apertura comercial indiscriminada por parte de México.
Consideracionesfinales
290
apostar demasiado al desarrollo “hacia afuera”, ya que éste debe figurar sen-
cillamente como complemento del primero y no al revés.
En el corto plazo se atribuye a las bondades del TLC el saldo favorable de
la balanza comercial de México y su abultada reserva monetaria. Pero, sin falsos
optimismos, debemos tomar en cuenta el papel que han desempeñado en estos
resultados las crecidas exportaciones petroleras, las correspondientes a las
maquiladoras y el aliciente exportador que ha significado la devaluación de
1994, sobre todo para las grandes empresas transnacionales, frente al cada vez
mayor déficit en la cuenta corriente y al ingreso de capitales golondrinos con
afanes especulativos. Por lo cual, debemos ser lo suficientemente cautos sobre
el curso que tomen las relaciones comerciales con estos dos países, principal-
mente por factores ajenos al control de nuestro país, al grado que ya para 1997
se tuvo un amplio déficit comercial (excluyendo maquiladoras) de ocho mil
211 millones de dólares. El año de 1998 cerró con un déficit de 18 mil 049
millones de dólares. Y conforme a la Secretaría de Hacienda y Crédito Públi-
co, de enero a julio de 1999, se registró un déficit comercial de dos mil 248
millones de dólares. Esto se explica así debido a que de 1995 a 1998 las expor-
taciones de México (sin maquiladoras) han crecido a una tasa anual del 10%,
en tanto que sus importaciones lo han hecho a razón de 20.9% anual.
De acuerdo con el Banco de México, el déficit en cuenta corriente de la
balanza de pagos en 1999 alcanzó la cifra de 14,013 millones de dólares. Res-
pecto a la balanza comercial al cierre del año de 1999, el déficit será de 10 mil
161 millones de dólares, según la estimación de la Standard and Poo’s y
Bursométrica. Y para el mes de enero del año 2000, se calcula el déficit en 723
millones de dólares, conforme a estoos mismos analistas económicos.
291
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294
ÍNDICE
Prefacio ...................................................................................................... 9
Introducción .................................................................................................. 13
I. ASPECTOS GENERALES
Origen del intercambio de bienes económicos ............................. 22
Diferencias y afinidades entre comercio interior
y el comercio exterior ................................................................... 23
El campo de acción de la teoría del comercio internacional ...... 24
El comercio internacional y sus relaciones con otras
materias económicas ................................................................ 25
Teoría pura y teoría monetaria del comercio internacional ... 26
Interdependencia entre teoría y la política económica .................. 28
Concepto e importancia de la actividad comercial ....................... 31
III. EL MERCANTILISMO
Introducción ......................................................................................... 44
Principales ideas mercantilistas ........................................................... 45
Algunas aportaciones fundamentales de los mercantilistas .......... 46
Concepción metalista de la riqueza .................................................. 47
295
Teoría de la balanza comercial favorable ........................................ 49
Teoría cuantitativa del dinero ............................................................ 50
Posiciones metalistas y antimetalistas en relación ............................
al tipo de cambio .......................................................................... 51
El cameralismo .................................................................................... 53
Crítica a las tesis mercantilistas ........................................................... 54
296
Comercio de servicios ................................................................. 97
Comercio interior y comercio exterior ..................................... 97
Aportaciones teóricas de Heckscher y Ohlin ................................ 99
La teoría del equilibrio económico general ............................. 99
El modelo de Heckscher-Ohlin ................................................. 101
La teoría de la localización y su relación con el comercio
interregional e internacional .................................................... 102
Otras aportaciones de Ohlin ....................................................... 102
Crítica de la teoría neoclásica ............................................................. 103
297
El expansionismo y la dominación mundial como finalidad
suprema del imperialismo ........................................................... 139
Teoría de la dependencia y del intercambio desigual ................... 143
La dependencia económica ......................................................... 145
La dependencia comercial ........................................................... 145
La dependencia financiera ........................................................... 145
El intercambio desigual ................................................................ 147
Causas del intercambio desigual ................................................. 148
Estrategia de los países dependientes frente al
imperialismo económico ............................................................. 150
298
Balanza de transacciones en cuenta corriente ........................... 172
Balanza comercial .......................................................................... 174
Balanza de servicios ...................................................................... 176
Balanza de capital .......................................................................... 178
Transferencias unilaterales ............................................................ 179
Reserva monetaria ......................................................................... 180
Errores y omisiones ...................................................................... 181
Concepto de equilibrio de la balanza de pagos ............................. 181
Tipos de desequilibrio de la balanza de pagos .............................. 183
Desequilibrio positivo, favorable o superavitario ................... 183
Desequilibrio negativo, desfavorable o deficitario .................. 184
Desequilibrio estructural o fundamental ................................... 184
Desequilibrio estructural por variaciones en el
intercambio de mercancías ..................................................... 185
Desequilibrio estructural por variaciones en el
intercambio de factores productivos ................................... 186
Desequilibrio de origen interno .................................................. 186
Desequilibrio de origen externo ................................................. 187
Principales causas de los desequilibrios de la balanza
de pagos .......................................................................................... 188
Causas generales ............................................................................ 188
Causas específicas .......................................................................... 193
Medidas de ajuste o corrección de los desequilibrios ................... 196
Formas de financiar los desequilibrios ............................................ 199
Otro punto de vista sobre cómo prevenir o corregir los
desequilibrios de la balanza de pagos ........................................ 200
Teorías sobre la determinación del tipo de cambio ..................... 218
Los costos sociales que resultan de aplicar
medidas de ajuste .......................................................................... 223
La balanza de pagos, valioso indicador económico ..................... 225
299
IX. COMERCIO EXTERIOR Y DESARROLLO ECONÓMICO
Introducción ......................................................................................... 228
Concepto de desarrollo económico ................................................ 230
Metas del desarrollo económico ...................................................... 233
Instrumentos para promover el desarrollo económico ............... 235
Problemas del comercio exterior en países
subdesarrollados ............................................................................ 236
Origen y fundamentos teóricos del proteccionismo .................... 239
Argumentos concretos a favor del proteccionismo ............... 242
Origen y fundamentos teóricos del librecambio ........................... 248
Argumentos concretos a favor del librecambio ...................... 251
El comercio exterior en bloques y la globalización
económica ....................................................................................... 252
Consideraciones finales sobre comercio y desarrollo ................... 256
300
Condición jurídica de la Organización Mundial de Comercio ... 265
Ámbito de la Organización Mundial de Comercio ...................... 266
Funciones de la Organización Mundial de Comercio .................. 266
Miembros iniciales y actuales de la Organización
Mundial de Comercio ................................................................... 267
Denuncia del acuerdo ......................................................................... 269
Declaración ministerial al concluir el Acuerdo de la
Organización Mundial de Comercio ......................................... 269
301
LA COMUNIDAD ECONÓMICA EUROPEA (CEE)
Antecedentes ......................................................................................... 280
El Tratado de Roma ........................................................................... 281
Objetivos y tareas de la Comunidad Económica Europea ......... 281
Órganos de gobierno y funcionamiento ......................................... 282
Política agrícola .................................................................................... 282
Libre circulación de factores ............................................................. 283
Moneda única ....................................................................................... 283
302
Impreso en los Talleres Gráficos
de la Dirección de Publicaciones
del Instituto Politécnico Nacional
Tresguerras 27 • Centro Histórico • México, D. F.
Enero de 2001 • Edición: 1 000 ejemplares
303