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En los últimos meses, debido a la situación mundial, la injusticia social y la pobreza se hacen cada vez más

evidentes. Mientras unos trabajan y estudian desde casa con los mejores computadores y sin dificultad o
impedimento alguno, muchos otros no pueden ni siquiera conseguir un cuaderno, y mucho menos conseguir
algún dispositivo electrónico para realizar sus estudios o su trabajo. Muchos otros tienen que salir a arriesgar su
vida y la de sus familiares al montarse en el transporte público para ir a trabajar en fábricas, restaurantes, casas
de otras personas o algún trabajo que sí o sí, se deba hacer presencial; rara vez alguno de los que arriesgan su
vida abunda de recursos económicos. La pandemia ha sacado a relucir lo que tantos políticos y gobiernos tratan
de negar y ocultar, la pobreza (extrema en muchos casos) y las injusticias sociales. En estos tiempos de crisis
sanitaria, muchas personas se han visto afectadas al no poder acceder a la salud con facilidad debido a su nivel
socioeconómico y que no puedan acceder a los seguros médicos prepagados. Se ven expuestos a no ser
admitidos en ninguna clínica pues alguien que no lo necesitaba tanto como ellos tomó una cama en una UCI
simplemente por tener un poder adquisitivo mayor al que ellos tienen. Igualmente, se ha visto reflejado en la
facilidad de acceder a los medicamentos y a los tratamientos, pues en muchos casos se le da al que pueda
pagarlo y al otro se le abandona a su suerte para combatir el virus o alguna enfermedad que tengan. En otros
casos, hay personas que no pueden llegar siquiera a poder tener una cama propia, y que viven de subsidios y
ayudas de las demás personas, pero a razón de la pandemia, muchas de estas ayudas se han visto reducidas a
una comida al día, y ha causado que mucha gente pierda su casa y su trabajo y se vean obligados a estar en las
calles a la deriva, sin saber a donde llegarán ni cuándo mejorará su situación.

John Rawls, filósofo político estadounidense, en su obra Justicia como imparcialidad, nos presenta un modelo de
justicia a través del cual todas las personas de una sociedad van a quedar en iguales condiciones, teniendo los
mismos derechos, deberes y libertades, reformando y empezando de cero un Estado Democrático Moderno y
ser aplicable para cualquier democracia constitucional. Al reformar la justicia, o el modelo de justicia, se está
reformando la estructura básica de la sociedad y dando una nueva función o nueva posición a todos los que la
integran. Si bien es imposible que haya una igualdad absoluta, la brecha de la sociedad si se puede cerrar un
poco mediante la imparcialidad, al dar a todos las mismas oportunidades frente a un trabajo y favoreciendo al
que más lo necesite y no favoreciendo al que pueda pagarlo. Para llegar a que se cumpla todo esto se debe dar
una cooperación, en la que todos los miembros de la sociedad acepten y estén dispuestos a trabajar para
reformar el modelo de justicia social a una justicia imparcial, llegando así a un modelo de justicia que sea
aceptado por todos e implementando una misma concepción del bien. El proceso debe ser abierto al público;
todos deben saber cómo se está llevando a cabo pues todos hacen parte del cambio y siempre se va a regir
bajo las mismas condiciones. Adicionalmente, todos deben sacar algo bueno de la reforma y toda persona debe
ser aceptada sin importar su color de piel, género, orientación sexual, o demás factores que la diferencien de
otros y que puedan ser reprimidas por alguna parte de la sociedad. Por último se debería dar un velo de la
ignorancia, donde nadie conozca su posición social original y todos puedan formar el nuevo modelo de justicia
sin ningún prejuicio ni impedimento. Lo que esto ayudaría en la situación de Colombia, es que todos aquellos
que antes no tenían una oportunidad de ir a estudiar o trabajar por medio de un computador o en acceder a la
justicia o cualquiera de las injusticias sociales anteriormente mencionadas, ahora estarán en las mismas
condiciones que todos los demás, pues todos podrán tener acceso a las mismas oportunidades, mismos
derechos y mismos deberes, sin perjuicio a si uno tiene mayor poder adquisitivo que otro, o uno tiene un seguro
médico que cuesta más que el otro. Lo que nos ayuda a comprender estas situaciones es la falta de
cooperación que se vive en el país, pues hay un rompimiento total entre las clases sociales del país, casi que
una guerra entre clases. Se ve evidenciado en todas las elecciones, donde no nos preguntamos quién es mejor
para todos, sino que me beneficia mas a mi y a los que se parecen a mi, donde no tenemos interés en mejorar la
situación general, solo nos interesa nuestro propio bien. Si el país fuera más cooperativo, sería mucho más fácil
crear condiciones donde haya igualdad de oportunidades para otros y donde unos no se vean injustamente
perjudicados debido a una condición social o un poderío económico. Se empezaría una verdadera reforma a la
exclusión de ciertos grupos que no tienen voz hace muchos años y que lo único que piden es ser oídos para así
crear una Colombia más incluyente y con mejores condiciones para todos y cada uno de los colombianos.

Inmanuel Kant presenta al hombre como un ser libre, aunque la definición de libertad varia desde su concepción,
puesto que él considera que un ser humano libre es aquel que puede independizarse de los determinantes del
mundo sensible, como serian las pasiones, las preferencias, la biología, y las emociones. Puesto que si esos
determinantes rigen la vida cotidiana del ser, le impiden pensar y actuar de forma racional y universal, ya que
cada decisión tomada, también dependerá de cómo varíen aquellos determinantes, por lo tanto sería un ser
condicionado. Para evitar esto, Kant nos propone las leyes morales, que le permiten al hombre actuar acorde a
un deber. Estas leyes consisten en imperativos categóricos, los cuales buscan crear una máxima universal que
guíe la forma de actuar sin ningún tipo de condición que cause que esta pueda variar.

Desde la postura Kantiana sobre la libertad y la moralidad, es posible pensar la situación actual de pandemia en
la que nos encontramos. Ya que debido a las decisiones que han tenido que tomar muchos gobiernos para
evitar la expansión de este virus, se le ha privado al ser humano de su libertad y autonomía, puesto que se le
han establecido reglas y condiciones necesarias, que al ser incumplidas, conllevarían a un castigo. Sin embargo;
esto no hubiera tenido que ser necesario si el ser humano practicara la ética Kantiana. Puesto que se regirá por
un imperativo categórico que le permitiera entender la gravedad de la situación y así actuar bajo una ley
personal por la cual decidiera quedarse en casa, usar tapabocas siempre que fuera necesario, y mantener todos
los parámetros de seguridad que se han establecido como necesarios para contener el virus; una ley que le
permitiera en este caso actuar en libertad sin importar los determinantes sensibles que la pandemia y el
confinamiento obligatorio causaban. Si el ser humano actuará moralmente bajo tal ley universal, ni siquiera
hubiera existido la necesidad de establecer una cuarentena obligatoria, ya que a través del propio razonamiento,
y el deber de cada quien, el hombre accedería a un confinamiento voluntario, el cual cumpliría teniendo en
cuenta todos los criterios propuestos. Por lo tanto, sería un ser libre, desde su concepción autónoma y Kantiana,
y desde la concepción estereotipada de libertad también ya que no sería necesario imponer un control bajo un
castigo específico.

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