Está en la página 1de 1

LAS ÓRDENES MENDICANTES

BENEDICTO XVI

Me parece interesante la lucidez con que Benedicto XVI ve la Iglesia, no como institución
estática, sino dinámica, con un dinamismo que no es simple adaptación, sino como un
dinamismo renovador, que se da a partir de la santidad de sus miembros. Frente al deseo
mundano de novedad, la Iglesia presenta una verdadera novedad, que es la presencia de Dios
en el mundo.

La providencia hace surgir de entre la comunidad cristiana personas que logrando el


deshacimiento de los bienes materiales, con la mirada puesta en el Señor, logran discernir qué
despreciar y qué acoger. Las Órdenes mendicantes, entonces, logran ir contracorriente,
revitalizando la vida de la Iglesia, recuperando muchos de los que habiendo percibido el
desorden que acaecía sobre la Iglesia, no habían sido capaces de dar una respuesta sin
apartarse de quien es la Verdad del Evangelio. Pero su testimonio no sólo fue en la vivencia de
la pobreza evangélica, sino que también dieron maestros espirituales y eruditos que supieron
transmitir los contenidos de la fe, sabiendo responder a las transformaciones sociales y
acercando la enseñanza de la Iglesia a la vivencia de cada uno según su estado.

En tiempos de crisis y aparente confusión, la solución no está en hacernos los indiferentes y


mucho menos en justificar el alejamiento de la Iglesia, pues Santo Domingo y San Francisco
nos han mostrado que la verdadera fuerza para ser testigos de la Verdad está en mantener
una íntima comunión con la Iglesia y con Pedro.

Los santos, guiados por la luz de Dios, son los auténticos reformadores de la vida de la Iglesia y
de la sociedad. Maestros con la palabra y testigos con el ejemplo, saben promover una
renovación eclesial estable y profunda, porque ellos mismos están profundamente renovados,
están en contacto con la verdadera novedad: la presencia de Dios en el mundo.

Nosotros estamos llamados a contribuir de manera activa a la renovación de la Iglesia, a


afrontar los desafíos que se van presentando en el tiempo, pero esto se logrará sólo siendo
santos, pero santos de la Iglesia, en Comunión con ella y unidos a su cabeza visible, el Papa.

P. Felipe Vargas Baldeón, PES.

También podría gustarte