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LA ADVERSIDAD ES ALGO QUE NOS TOCA A TODOS,

PERO CÓMO LA ENFRENTAMOS HARÁ LA DIFERENCIA

En este breve artículo deseo plasmar unas breves pinceladas sobre los momentos de

adversidad que todos atravesamos, o atravesaremos en la vida. El mismo hecho de vivir

quiere decir que vendrán tiempos espléndidos donde la vida se tornará increíble, pero

también vendrán esos otros momentos donde vivir se hace cuesta arriba.

Cuando realizo alguna conferencia al respecto, me encanta describir la vida como una

montaña rusa. Todos conocemos, e incluso hemos vivido la experiencia de montarnos en


ella. El punto es que esa atracción de feria es realmente increíble porque contiene toda la

acción y adrenalina que imaginemos, pero… también tiene partes aburridas. Cuando te

montas en el vagón y te aseguran, comienzas a subir por una larga cuesta muy despacio,

ese tramo es aburrido, solo subes tan despacio que se hace casi interminable, pero luego…

comienza la bajada intrepidante, a toda velocidad, el pelo se va hacia atrás, te agarras tan

fuerte a la barra de seguridad, ¡es una pasada! Luego de esa bajada llega una curva a toda

velocidad, luego otra a tal punto que crees que el cuello se te romperá, ¿me estás
entendiendo? Al final de esas curvas llega una recta, lenta, larga, nada arriesgada, nada

adrenalínica y piensas -“yo quiero más, no quiero que la emoción se termine”-


Justo eso es lo que quiero transmitirte con este ejemplo. La montaña rusa es como

nuestra vida, la enseñanza es que no podemos pretender estar siempre en la emoción más

feliz, sino que vendrán tiempos aburridos, tristes e incluso dolorosos. Es parte de vivir. El

asunto es que nunca nos enseñaron a hacer frente a esos momentos que siempre llegan.

Nos enseñaron a disfrutar de la vida, de los momentos apacibles y felices, pero ¿qué ocurre

cuando llegan los otros? Sencillamente nos saturamos y no sabemos cómo gestionarlos,

llega la frustración, el desánimo, la tristeza (la cual es lícita) y no vemos salida.

La noticia que tengo para darte es que siempre hay salida. Por muy mal que sea la

situación hay salida, solo que la misma entraña trabajo por nuestra parte. Déjame hablar

un poco sobre el sufrimiento, sobre qué es sufrir y por qué nos duele.

Sencillamente el sufrimiento es simplemente padecer, sea por dolor físico o dolor


espiritual. Cuando existe una enfermedad hay dos clases de sufrimiento, el dolor físico

real en la persona, pero también el dolor espiritual o interno. Y es ese justamente el que la

mayoría de las persona padecemos más, el dolor del alma, la tristeza, el miedo que nos

paraliza, el no saber cómo voy a hacer frente a tal situación ¿te sientes identificado?

Muchas personas pensarán que el sufrimiento no sirve para nada, que solo es para

hacer infeliz a la persona que lo padece. A mi juicio diré que no estoy de acuerdo con ese

pensamiento, porque es un tipo de pensamiento creado o impuesto en nosotros por

nuestra sociedad la cual nos ha dicho que siempre debemos ser felices. Si miras bien, si

enfocas correctamente en un ejercicio intencional en tu sociedad, los anuncios de TV, en

internet, en cualquier medio… todo te hablará de lo mismo, siempre se está vendiendo la

idea de “felicidad” pero ¿es real? No, claro que no lo es.


Ese es el problema, nuestro entorno nos ha dicho que sufrir es malo y ser feliz es la

máxima aspiración que debemos perseguir. Pero de nuevo, eso es un error y te diré porqué

lo es. Sencillamente porque es una mentira. Nadie es feliz siempre. No puedes conseguir el

estado permanente de felicidad, eso no existe. Pero eso nunca nos lo dicen, ¿sabes por qué?

Porque eso no vende, porque eso no es “bonito”, no es agradable en una conversación,

todo el mundo quiere pensar en “positivo”… y nos engañamos mutuamente por no querer

ver la realidad.
Es por eso que el sufrimiento no es tan negativo como nos lo han pintado. Pues el

sufrimiento es muy útil en realidad. No me malentiendas, no estoy diciendo que deseo

sufrir, no, no, no. Pero lo que si digo es que el sufrimiento (además de ser parte inevitable

de la vida) nos hace mejores, pero solo nos mejora si entendemos que puede ser un aliado

nuestro. Te explico esto más detalladamente.

Todos vamos a atravesar por momentos de sufrimiento, y hay dos tipos de personas:

1. Aquellos que sufren y se hunden

2. Aquellos que sufren pero crecen

El sufrimiento es inevitable, pero tu puedes hacer que éste sea un aliado tuyo, solo si

sabes manejarlo. Aquí reside el problema, nunca nos han enseñado a verlo de este modo,

es por eso que en la mayoría de las veces, el sufrimiento hunde a la persona.

El sufrimiento tiene una sola cara, pero con distintos apellidos.


Te voy a explicar esto. Sufrir es sufrir, eso todos los hemos experimentado. Pero el sufrir

puede estar propiciado por varias razones (o apellidos) es decir:

- Duelo por una separación


- Pérdida de trabajo
- No saber qué camino en la vida elegir y crea frustración
- Enfermedad
- Drogodependencia
- Miedos
- Inseguridad
- Desesperanza, etc.
En todos esos casos el sufrimiento es sufrimiento, pero cada caso es un “apellido” o una

faceta de dolor que nos afecta directamente. El punto es poder ser consciente de mi

situación y desear hacerle frente. ¿Cómo? Aquí está el asunto, debo IDENTIFICAR cuál es

mi situación, dónde estoy, cómo me hace sentir (identificar mis sentimientos y emociones)

y qué puede aportar dicha situación a mi vida tanto personal, como familiar.

Siempre saldré del momento que atravieso de dos maneras: 1) hundido o 2)

Mejorado. Yo soy quien decide cómo vivir y atravesar la situación.


Debemos entender que el sufrimiento está en mi, y ojo que no estoy hablando de dolor

físico. Sino sufrimiento, el cual es un estado mental. Yo puedo determinar si hundirme o

salir con aprendizaje del mismo. Y aquí reside el problema para la mayoría de las

personas, porque no saben identificar la diferencia entre DOLOR y SUFRIMIENTO.

El dolor es algo físico, real, lo siento en mi cuerpo, necesito aliviarlo por medio de algún

medicamento o yendo al especialista para ver y determinar el tipo de enfermedad que

pudiera ser. Pero el sufrimiento es en el área del alma, interno, en el yo profundo. Es el

miedo, la agonía de no ver salida a la situación, el dolor espiritual de una ruptura o una

pérdida y para eso no hay medicamentos porque no es una dolencia física. Aunque en

realidad, si los hay y es cuando el médico tiene que recetar algún fármaco para reducir el

grado de intensidad y estrés que produce el momento complicado en la persona. Pero no


debiera ser así porque realmente los medicamentos no ayudan a atravesar el sufrimiento,

sino que producen una efecto aletargador en el mismo; el sufrimiento sigue estando, a

menos que luche con él y gane. Es por ello que una persona puede quedar por años con tal

fármaco que le ayuda a que su ánimo esté mejor, pero sin ninguna duda esa no es la

solución a largo plazo sino un estancamiento.

¿Cuál es la solución al problema del sufrimiento?


No es tan fácil el dar una solución (como si fuera magia), pues el sufrimiento es algo
real, muy serio y de mucho respeto. Pero tampoco hay que tenerle tanto miedo como para

paralizarnos y no hacer nada, ser presa fácil de su efecto en la persona.

Te voy a dar algunos tips para tener en cuenta e ir ganando ciertas batallas y no dejar

que el sufrimiento nos hunda en la desesperación interior:

1. Reconocer que puede ser un aliado personal para hacerme mejor persona

El sufrimiento me puede ayudar a mejorar esas áreas frágiles que tengo y que de no ser

por él, ni sabría que soy débil en ellas. El sufrimiento me es como un semáforo que me

avisa de mi estado o forma de vivir.

2. Cuando sufro debo reconocer qué es realmente lo que me hace sentir


Muchas personas no saben identificar sus emociones, casi siempre solemos expresarlas

de formas muy general o me siento bien o me siento triste. Pero hay todo un abanico para
reconocer cómo me estoy sintiendo en cada momento. Cuando sufrimos (por lo que sea)

nos genera emociones y sentimientos, es clave poder identificarlos para así poder ir

trabajándolos y salir progresivamente del dolor causado. Debes identificar qué sientes

para poder diseñar un plan de trabajo y salir de tu estado de sufrimiento.

3. Identificar y actuar

El tercer paso que aquí suscribo es ACTUAR. Este quizá es el más complejo porque

demanda de nosotros una intención plena y consciente, la cual no nos producirá a corto

plazo deseos de realizarla. Pero créeme que el paso para salir del estado de dolor es

caminar en un objetivo trazado, bien diseñado para ir diluyendo eso que te causa mal.

Entonces y para terminar este artículo te dejo las siguientes preguntas para que las

puedas reflexionar en tu tiempo de intimidad personal:


1. ¿Cómo te sientes?

2. ¿Qué es lo que te aflige? Puedes escribirlo todo en un papel para que te sea más fácil

a la hora de identificar aquello que más dolor te produce.

3. ¿Cuál es tu miedo o miedos?

4. ¿Por qué crees que te sientes así?

5. ¿Puedes identificar cómo comenzó tu sufrimiento?

6. ¿Podrías pensar en qué es lo que haría cesar tu sufrimiento?

7. ¿Cómo puedes llegar a conseguir que tu sufrimiento cesara?

8. Actuar… ¿Qué vas a hacer al respecto?

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