Está en la página 1de 28
‘centro eros 1 AMERICA China la historia de la literatura argentina BAPITULD Nacimiento: dea: poesia-gauchesca Ja historia de la literatura argentina CAPITOL Nie 7. Nacimiento de la poesia gauchesca Este fasciculo ha sido preparade por el sefior Horacio Jorge Becco, redactado er el Departamento Literario del Centro Edi- tor de América Latina, y ha tenido una lectura final a cargo dei profesor Adolfo Prieto. CAPITULO constituira, a través de sus 56 fasciculos, una Historia de la Literatura | -ordenada —cronolégicamente stay la Colonia hasta nuestros dias, El material grafico con que se ilustrara la Historia, estrechamente vin- culado con el texto, brindara a los lecto- res una visién viva’ y amena de nuestra literatura y del pais: Cada fasciculo seré, ‘a su vez, un trabajo orgénico y completo ‘sobre un aspecto, tendencia, periodo 0 autor de nuestras letras. En CAPITULO NO 8: LA EPOCA DE ROSAS Y EL = ROMANTICISMO — LA DICTADURA Y EL ‘ PERIODISMO PF —LOS DESTERRADOS —EL SALON LITERARIO —LOS NUEVOS PROSCRIPTOS —LA ACTIVIDAD LITERARIA EN - BUENOS AIRES —LOS ESCRITORES DEL INTERIOR y junto con el fasciculo, el libro LA EPOCA DE ROSAS (antologia de Alberdi, Echeverria, Cuenca, Rivera oi nel nero federal, Ania et na _— z rchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar i b i 3 Nacimiento de la literatura gauchesca: Bartolomé José Hidalgo La gauchesca: su concepto.— Flacia fines del siglo XVIII nace y empieza a desarrollarse en el enton- territorio del Rio de la Plata un tipo de literatura de carécter popu Jar, en un comienzo andnima, cuya caracteristica general consiste en ‘proyectar hacia el canto el imbito ural del pais, las eostumbres de los hombres de campo, sus personajes Aipieos, todo ello a través dle su tra- dieién y si vocabulario, Fs lo que Tamamos literatura gauchesea, cuya ifusién aleanza hasta el viltimo ter cio del siglo XIX. Refleja actitudes derivadas de Ia educacién espafola tales como el calto por las armas, Ja habilidad del jinete, y el sent miento. implicito de Ia’ libertad. Se hha insistido mucho en este ultimo) aspecto, pues parece desprenderse: del mismo tipo de vida caracteristico del gaucho, jinete solitario de las Ils- wuras desiertas que debid aprender & manejarse con la independencia propia de un estilo de vida errabun- do, en un Ambito que, como el de la spa, parecia ofrecerse ante él como Ea horizonte sin limites ni atadura. La historia parece haber eircunserip- to al gancho a la epopeya de las gue- taillas contra los espatioles, bajo el ceaudillaje de Giiemes; y asi lo toms Ta literatura a través de Lugones, por ejemplo, en La guerra gaucha, Pero fn realidad el gaucho ha vinculado también su nombre con muchos epi- sodios bélicos de nuestra indepen- deneia, y estuvo presente en las cam- ppaiias ‘de los caudillos montoneros, en Tas Inchas por la organizacién na- ional ~sin excluir el periodo rosista, con sus Colorados del Monte— hasta Caseros, momento en, que, Ia cam pala se empieza a poblar de extran- jeros, de gringos, como los lamaba, ¥ # los que ve como intrusos que s° proponen desplazarlo, ‘Aun dentro do la dinfmnica general de muestra emancipacién de Espafa, Ia utilizacién de un lenguaje ristieo, ural, fue en nuestra literatura un signo de independencia. F! impulso Gaucho de prineipios del s. XIX (DHastrel) La palabra gaucho EI origen de Ia palabra gaucho es uno de los timtos problemas que ain’ no han logado solucién. Entre las mas difundidas, deben ‘mencionarse las siguientes: del quechua, Inacho, animal que ha perdido su ‘madre; el nino huérfano, de padres desconocides; del araueano gachu, proviene huaso 0 guase, como en Chile, ‘gente del campo; del portugués furrucho, muy extendido en Rio Grande del Sur, zonas de las primitivas vyaquerits y del contacto con los desgarreteadores (cortar el garrén a los ‘vacunos para cuerearlos); ete, Ademis Ia historia del nombre Mama ‘ puntualizar otras denominaciones como: vagabundo o vagamundo (1642); changador (1784); gauderio (1746); gaucho, que aparece hasta las «iltimas investigaciones en el aiio 1771, sobre la Banda Oriental; guasos (1789); camilucho (1798). Los sltimos estudios reslizados sobre la etimologia de gaucho, podemos ‘anunciarlos asi: Augusto Meyer (CGaticho, histéria de una palavra”, en su libro Prosa dos pagos, Rio de Janeiro, Livraria Sio José, 1960) muestra las evoluciones de su. significado en base a documentos histéricos, tal como lo hace Ricardo Rodriguez Molas en Antigtiedad y significado historico de Ia palabra gaucho (1774-1805) en Boletin del tuto de Historia Argentina, abril junio 1956; y luego Fernando C. ‘Assungao, en su Naeimiento del gaucho en la Banda Oriental (Montevideo, 1958), siempre sobre gauderio (del pavtagues, vividor, parisito, vagabundo), on referencia a los paulisins; eran gauchos todos aquellos que suministraban el cuero; también los contrabandistas cn la frontera del Uruguay y Rio Grande, en Maldonado y en el Paraguay. Rodolfo A. Borello apunta sobre Gauchofilia (Gusdernos del Idioma, Bs. As, nam, 2, 1965) que Mareos A. Morinigo propone, en el Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ae Nim. 109 del Boletin do la Academia Argentina de Letras, jul-dic. 1963, otra etimologia para gaucho, Desecha Ta araucana de guacho por razones de significacién y porque esta cltima ‘mantiene ain hoy la carga semintica inicial. Es la Ginica palabra de ese forigen que ha realizado la metitesis gua-gau; tampoco hay en espaiiol ppalabras con esa silaba inicial @ excepcién de gaucho, gaudén y gaudeamus). Propone, en consecuencia, tun étimo guarani: eaicho, borrachin, ‘yor usada todavia hoy en el guarani de Corvientes, y denominacién despectiva e injuriosa que los indios de los siglo XVI y XVII usaban centonces en la Banda Oriental del Rio de In Plata. El paso de ceaticho @ gaticho y Iuego giucho pudo ocurrir al incorporarse Ta voz_al espafiol "o por influencia de ganderio”. Yerchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar ~ de alejamiento do la tradieién penin- sular, de unificacién con el propio suelo, de construir una nueva patria, ccontribuy6 al desarrollo de esta lite: ratura on formacién. Fue asi como, por condueto del romanticismo, los gauchescos aprovecharon_ el _paisaje rural, las. costumbres. bien distintas de suis habitantes, tendiendo al olvide de lo ciudadano y tratando de cap- popuilar, a veces con Ia cola de la misica, tanto en el {interior como en las zinas aledaiias y provinciales. Esta literatura bus- ‘eaba ademés conmover @ un audi. torio en su mayoria analfabeto, que se extasiaba con las noticias y swce- sos relatados por los pocmas y las Tetras de tono. menor. El. dialecto entraba con su facilidad porque era algo que no requeria atencién prev Se interpretaba, y, mis aii, se intula lo que no estaba dicho de modo expli- cito, Y mientras en los niicleos ciue dadanos este lenguaje sonaba con aspereza_y chocaba contra las for- mas cultas, en el ambiente popular Jograba una penetracién creciente y tun desarrollo cadaver, més improg- nado del consentimiento activo. Nada pparecia ofrecer resistencia a este todo de expresién. El poema gau- chesco Megaba al pueblo todo, Sus autores sabian que en los cielitos, en las payadas, en los trovos, se concen- traba ima comente literaria, Habjan comenzado por ofrecer piezas de toque politico, y siguieron por ese rumbo. Y asi ocurrié sucesivamente con Hidalgo, Ascasubi_o José Her- nindez, Pero a esto deberi volverse fen su oportunidad. Poesia gauchesca y poesia tradi- cional, — Antes es preciso detener- se en el propio concepto de poesia ‘gtuchesca. En principio, no” debe Cconfundirsela con la poesia tradicion nal, latente ya desde los tiempos de In colonizacién, En esta dltima, nos Tegan enraizados los. vicjos_roman- ces de matones, las rondas, las ean- clones, los villancicos y las coplas, los temas con héroes Iegendarios_y caballeros, reyes y_pastores, ete. Es ‘el material que traen consigo las mae sas conquistadoras del siglo XVI, la riqueza espiritual que se. transporte ‘con las espadas y las oraciones, con Jog guerreros y sus caballos, con. los sacramentos y el latin, com Jas. gui- tarras y los marinos. Poesia tradicion nal que esté fundamentada en el anonimato, que reflja um arte im personal, que habia sido recogida por los libros de cordel, los florilegios, Jas hojas sueltas 0 la memoria de Tee: ture y Ih tradicién oral. Estos ele- mentos tradicionales se contaminan en tiorras de América, se reelaboran con palabras, costumbres, acciden tes, nombres, que Ie imprimen cierto tono local, pero siempre bajo una ralz histirica pum. La poesia espa- fiola de los siglos XV y XVI aparece rn la memorizaciéin de los viejos ale deanos de muestro interior, en. as ricas comarcas de Cuyo —que com prendian las actuales provineias de Mendoza, San Juan y San Luis en a gobemacién del “Tocumin ex: tendida a las actuales provincias de Salta, Jujuy, Tucumén, Santiago del Estero 'y Cérdoba, en el litoral y en las pampas. Las enormes recopila- ciones efectuadas por Juan Alfonso Carrizo y sus continuadores ofrecen un material sorprendente que puede calcularso aproximadamente on unas 1.500 composiciones mayores y unas 15.000 menores En el primer tercio del siglo XIX surgen entre nosotros los poetas and= rnimos y los payadores, improvisado- res 0 memorizantes de coplas y rk mas, que difundirin mediante versos ‘octosilabos y acordes de guitarra este tipo de poesia. Los tonos dentro de su pobreza mel6dica no ofrecen una gran variedad. Pero se adaptan a dis- tintas formas de piezas, desde los romances a las décimas. Gon los pa yadores, como bien lo expresa Bruno Jacovella en su trabajo Las especies. Titerarias en verso, la revelacién esté= tica de la poesia fue "no tanto de El surgimiento de una poesia de lenguaje popular y ambiente rural, fécilmente accesible para un amplio auditorio, tepresenté un importante signo de independencia dentro de nuestra literatura, y permitié la expresién de costumbres y modos de vida hasta entonces casi ignorados. 148 solaz, como noticisa, profética, mora: lizadora, idealizadora y diddeticn, En un medio social sin. seriturs, sin iglesia, sin escuela, sin presién social (bor regir un. tipo de comunidad ita), el payador era cl Terado, el maestro, el periodista, el consejero y el prodicalor’, Debe.afladirse fsto que era deber includible, cuan: do se enfrentaban dos eantores, el payar de contrapunto, “Francisoo Jax Vier Muiz, hacia 1845, define de Ste modo las exigencias y adiestra- mniento en el arte de payar: “Impro- Visat, entre dos, cualquier asunto, Cantindolo en verso contradictorio a son de dos guitarras, La dificalted principal para ambos. vates consiste Th la prontitud inmediata de redar- fiicibn: en el deber tan [orz0so, casi Sempre, de versificar sobre materia sluriva a Ja expuesta por el conten dor, y en Ia necesidad de cefirse al cansonante del Gltimo verso de aquel fue es, para ambos, regularmente tm euarteto”, Esta parte final tiene poca aplicaciin, ya que se trata de Nersos lamas encadenados 0. c= las encadenalas, pero no. siempre fueron de obligatorio empleo entre Jos payadores, como puede interpre- tarse en Muti Goncuerda, si, con tuna de Tas po- quisimas. referencias documentables de que disponemos, In de Concolor. cov o Garrié de iu Vandera en él Tasarillo de clegos caminantes (cap. Ty VID, de 1773, Cuenta alli ebmo fog paisanos —que lama gauderios— entonan, eompaitados por ristica guitarra, coplas improvisadas 0. n= entadas, dejos memorizados de pie: Jas aprendidas por trasmision oral de sus abuelos © padres, versfions jones que estropean —dice~ poE 3 radimento expresivo, “que regular: tment racdan sabre amore 0 san thaliciosas, pleareseas, cargadas de ‘ita. Es un antecedente historico de ia forma de entablar estos duetos lin sainete EL amor de la estanciera, s- rico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar crito hacia 1787, se quiere evar a la cescena la vida de estancia, centro de fnfluencia para el hacer rural y las facnas costumbristas de muestro teainpo. El personaje femenino, Chepa, la estanciera, debe elegir entre dos retendientes, wn portugués yun Giollo, un mercader de fortuna y un gaucho afincado, tradicional. La pre- sién del padre, quo sostiene: “mas vale un paisano nuestro / aunque fenga cuatro tapos", hace definir la eleceién. Para ello se enumeran en el habla regional las costumbres de enlazar, voltear, jinctear, los te- mas del caballo, los pelajes, el lazo, las boleadoras, etc. Estén floretiendo Jos elementos que encontraremes fielmente utilizados por los poctas gauchescos. Eleuterio J. Tiscomia, en Su trabajo sobre Los origenes de la ‘poesia gauchesca, destaca “algunas wigenes y comparaciones que de- mucstran, desde la primera hora, la tendencia espiritual del paisano a asociarlo todo con el caballo, resorte esencial de su vida’, Y continia: “Brotan, impregnadas de _realismo, oun alma enamorada. El ristioo Juancho, sintiendo Ia fuerza de su ppasién por Chepa, ve que el amor es tun caballo deshocado, imposible de sofrenar; cuando mira a la estanciera tiene mis brios que un potro chi caro, enlazaco por primera vez; para 4 los ojos de Ja amada son espuelas que le pican los ijares, y, ahora que Ia tiene en sus manos, ptiede decile {que en vano ha corcoveado, pues al fin es su mujer” El gaucho y su ambiente. Pero veamos ahora cudl era el am- Diente de la sociedad argentina a fi nes del siglo XVIII, donde se des- envuelve el gaucho. En_ principio, estuyo rodeado de elementos fisicos dlestacables como las lanuras ys ‘escasa poblacién; por el ganado, tanto ‘yacuno como caballar, que debia re- tomer grandes distancias en procure de una mejor alimentacién, y cuya Imultiplicaeién. se supone era. abun dante. Asi, los pobladores, salvo ‘aquellos afineados en Bucnos Aires 6 ciudades importantes como Santa Fe, Corrientes y otras similares en el resto del pais, eran atraidos por la vida fécil, el bajo precio de la care y-la posibilidad de vivie sin trabajo alguno. Era cuestiOn como lo des- Griben los viajeros— de subir a un caballo, armar el lazo, arrojérselo a tum animal gordo y eammear para esa cireunstancia, Millares de vacunos sélo fueron rmertos para sacarles el ‘matambre w otras presas codiciadas y se cazaban también avestruces, fan ‘ies, gamas, etc. Existié una’ con ciencia de soberbia, de independen cia, sin ataduras alas antoridades, ya aque tae poco @ nad haelan, Suna remos el contrabando que extingwi las manadas cimarronas y el eueram- bre que iba a la zona viograndense del Brasil, Més tarde, seran los asale tos y robos a las eiudades de Colonia y Montevideo, por tma parte, mien- tras las poblaciones indigenas de ruestro pafs conservaban todavia una paz que termind a fines del siglo XVIII. Después vienen Ios malones, él latrocinio de las estancias ~incluc yendo sus moradores y las famosas Cautivas—, en una nueva lucha que eg hasta. 1878 con la eampaiia del desierto cumplida por el general Julio ‘Argentino Roca, Las numerosas ‘eon- tingeneias militares, los limites. alte- rados en todas las fronteras, los re- negados que preferian huir 0 emi- rar, las bandas armadas y el enatre- rismo, proveen a la sociedad de un tipo singular, dgil sobre el caballo, iba on el cuchlly Ta lanes, pero también irresponsable y lading. Va- gabundos es otro de los motes que reciben estos desertores, peones de toda clase. Un_historiador, Vicente Sierra, en su Historia de la Argentina, 1700-1800, reduce la “poblacién de la ccampaiia rioplatense a cuatro clases: hacendados ricos, hacendados pobres, changadores y gauchos”. Busquemos hora una aelaracién para cada una de ellas: “EI hacendado rico que, Los romances y la literatura popular erdaderamente se sostiene que nuestra'jloesia popular esti fundamentada en Ta poesia tradicional, traida, dlifundida, memorizada, por los conquistadores del sigio XVI, en ella florecen los romances viejos, los , 10s matonescos (el valentin vulgar, luego el euchillero que se esgracia entre paisanos crollos, el crillero en siltima instancia, en el borde lindante de campo y eivdad) y Tos histéricos 0 noticieros. En Espasa Tos romances surgen desde los siglos X y XLcomo eantares de gesta. Eran narrados 0 cantados por los juglares, wcian de este of i utilizando tam! ca, Ia mimiea, el sentido festive 0 dramiticos fen resumnen, se trataba de un ‘especticulo 0 diversion publica, Estas narraciones ofrecen al oyente wna rica variedad de matices. Estin destinadas al. pueblo, pero éste no es solo un receptor de Ta letra, pues al escucharla acepta y memoriza Jos pasajes que mayor placer le han proporeionade, de modo que a la ver se convierte en un transmisor de elas. Pero como al transmitilas las modifica, surgen de alli dos variantes: primero: la ereacién improvisacién del juglar 9 cantor que promueve Ia primera versién del romance; Segundo: la captacién y variedad que Te imparte en forma individual cada oyente ¥ que luego trasmite por sus propios medios. La obra original —llamémosla literaria— se despersonaliza, desapareciendo st primer autor para hacerse pueblo, ‘obra de todos y con el tiempo tradicional, Las palabras de don Ramén Menénder y Pidal son claras: “Tos oyentes de una larga recitacion 6piea se encarinaban con algiin episodio mis feliz, haciéndolo repetir « fuerza de aplausos, y Iuego que el juglar acababa su largo canto, se dispersaban Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar Hevando ens, memoria aquello veros repetidos, que luego propagaban por todas partes. Pues bien, esos breves fragmentos, desgajados de un antiguo contar de gesta y hechos asi famosos y populares, son, ni més ri: menos, los romances més viejos que ron. Algunos, aunque poces, Se conservan ain, irasmitkos de generacién en generacién hasta ff gpoea de la imprenta que Tos salvé del olvido....” La poesta asf tomada y reelaborada por el pueblo, en la frasmisién oral se denomina tradicional (poesia elaborada “por” el pueblo), mientras que fa. popular 3 elaborada “para” el pueblo o para Ia colectividad. Asi se justifiea que se la defina, en el primer caso, de folklérica (folklore literario © postico) mientras que lo papular puede llegar a ser literatura folklérica (eon divulgacién escrita, caso de Hernindez con “Martin Fierro”). Volviendo a los romances, su forma cestréfica mis tipica se conoce ast: el romance asonante monorrimo, exclusivo para las composiciones Megadas de Espaia (S-abebdbebfb. ..) y en el romance eriollo, donde entra la ‘cuarta estréfica, con rima constante © al menos asonante, formado en Sabcbdefeghih, Entre estos se concen Ios Casos, las. relaciones jocosas, los animalistios, ete, Gon aplicacién de cuartetas (abeb), se encuentran los histéricos 0 noticeros, como también algunos pocos de tipo. matonesco. Esta poesia folllériea se difunde por el canto, mientras que la gauchesca (sobre el gaucho y no del gaucho) si bien “a lo ristico”, se divulgé por medio del folleto 0 el fibro. Con Ia utilizacién de un enguaje més refinado, apareceré luego Ia literatura nativista, descriptiva y rica (Rafael Obligadi), mis elegiaca ‘que polémica. Al margen de la Tteratura quedan ain los. payadores, ‘eon tna creaciin efimera, personal, improvisada, de la que s6lo se conservan transeripeiones de dudosa autenticidad, como tal, no pasaba de ser un paré- sito terrateniente, era por Jo general tun comerciante acomodado, cuya la- bor se limitaba a embarcar cueros y tomar mereaderias de Espaia por el valor de los embarques. El hacen- dado pobre vivia, a principios de Siglo, sujet al fruto de dos o tres mil cabesas vacunas, en un casco de dos © tres Teguas en las quo marcaba, famansaba y mantenia a su hacienda ‘en rodeos... Faenaba las vacas esté- siles y los novillos gordos. La carne de novillos se curaba al viento, Io aque se lamaba “charquear”. El ga- nado eimarrén no daba més producto que el cuero... Los changadores fran Jos contratados para la tarea de a matanza, Trabajaban_ a razbn de tanto por cuero entregado al terrate niente. Para los changadores todo el campo era un palenque y todo el suelo una camiceria... La produc cién de cueros, que a fines del siglo aleanz6 la eifra de un millén de pie- 2as, levé a la campafia toda casta de gentes, libres e independientes de toda potestad, sin casa ni arraigo. De esta clase surgié un tipo social que fue Hamado gaucho; hombres habiles, conchabados mientras dk raba la facna. Pero los hechos hist6ricos modifi ‘arin estos conceptos, putes ¢) crillo, asi ubieado so puede situar hasta 1810 como alzado, delineuente 0 refu- ‘giado entre los indios o los portugue- ses. De 1810 a 1852, las Iuchas de Ja independencia o la anarquia lo uti- lizan, sin que con ello varie su tipo ni pierda su propio rumbo. Posterior- mente deberd ajustarse a la organiza- cidn nacional. Lo arrastraran entonces al fortin y a la guerra del Paraguay, To persigue el juez de Paz, lo va inva- diendo el inmigrante, y' empieza a transformarse en ol paisano gaucho. Este se afinca, so asimila, acepta el ‘cambio del medio ambiente y coope- ra con su trabajo, ya a caballo ~c0- mo siempre— 0 en tareas agricolas, En Ascasubi se veré o6mo la estan- cia obra sobre el gaucho a la manera de una organizacin total, aplicéne dole nuevas cotrientes a su ductilidad vagabunda. Se prefigura ya en el gaucho el tipo del resero —también fueron arrieros los gauchos que erie ‘ban ganadova Chile de Norte a Sur, de Salta o Mendoza, y entreeruzaron sus hébitos. con los’ huasoe del pais limitrofe-, que con el tiempo dard 1 personaje, de Ricardo Gitiraldes, Don Segundo Sombra. Gaucho ine ‘quicto que esti siempre dispuesto @ partir, como impulsado por una. ne- cesidad de huella de pamps, de hori- zonte sin fin Comesponde’ aqui recordar las re- presentativas caracterizaciones. quo ‘raza Sarmiento del rastreador, del ‘baqueano, del gaucho malo, del can- tor, en su Facundo. Pero estos fueron fesquemas, bocetos generales hechos @ ‘grandes trazos. Cada uno de ellos confronta una vifeta y un pequetio retrato, pero todos tienen rasuos ge- néricos, m&s propios de Ia idealiza~ cidn del eseritor que de la realidad misma. Mas esclarecedor resulta el testimonio de otro personaje sing: lar, el general Lucio V. Mansila, quien en su libro Una excursién a los Indios rangueles (1870) nos ha dejado dos especies distintas y_aceptables. Dice Mansilla: “Camilo es un paisano gaucho, pero no es un gaucho. Son dos tipos diferentes. Paisano gaucho fs el que tiene hogar, paradero fijo, hibitos de trabajo, respeto por Ta autoridad, de cuyo lado estard siem- pre, aun contra su sentir. EL gaucho eto es el criollo exrante, que hoy esta aqui, mafiana all; jugador, pen- denciero, enemigo de toda disciplina, que huye del servicio cuando le toea, ue se refugia entre los indios sida tina pufalada, 0 gana la montonera si ésta asoma.” En otto tipo de ejemplo, el gaucho Martin Fierro, de José Hernindez, ‘comprendia ambos especimenes, tal como se muestran en los diversos aspectos de sm vida. Agchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar La familia del gaucho (Morel) Archivo Historico de Revistas Arg Los elementos esenciales de la vida del gaucho su caballo, su guitarra, los sitos de las tareas campestres— ‘ecen tegularmente en los primeros ejemplos fs poesia eauchesc,y forma el eontoro material de esa sensibilida Tuan Gualberto Godoy 1 de esa concepcién del mundo veculiares. Antecedentes, — La descripeién por la literatura de este tipo gauches- fo se remonta, como ya ha quedado dicho, los primeros tiempos de st plasmaeién humana y social. En una clacién” de la lucha entre espaio- és y portugueses en Ia Colonia de Sacramento en 1778, que no es una poesia gauchesea 0 escrita a To gau- Chesco, como deberia decirse con mis propictlad, se dan en décimas algu- hos. pormenores del suelo uruguayo ‘de’ las faenas propias del medi En el pais expresado cualquier soldado infante ddexa de serto al instante, ty se pasa a ser montado: para et mis leve recado, {que a un sircionte se le ofrece ‘donde vien le parece pilla tn cacallo corriendo ty aunque ef dueno le esté viendo hringuna pena merece Las volas, cuchillo y lazo tn dicho pais infiero, ‘que mucho més, que el dinero para comer son del caso, para cualquiera que de paso le antoxa alguna res 1a botea por los pies, el lazo la arroxa al cuello entra el cuchillo al dettello, ty se la come después. Otro antecedente que sucle men. cionarse es el romance compuesto por el candnigo Juan Baltasar Maciel (1727-1785), el mismo a quien se atri- buyé durante mucho tiempo El amor de la estanciera, titulado: “Canta un guaso en estilo campestre los triun- fos del Excelentisimo Seiior don Pe- dro de Gevallos” (1777). Tanto por su metro como por el hecho de ser atribuido @ un guaso, y por algunas referencias de color local (como su preliminar: aqui me pongo a cantar, ‘comtin en cl folklore literario, clisiea forma de introduecién que llega al preludio que lanza Martin Fierro), puede ser recordado como un prece- dente gauchesco. Lo mismo sucede _ Agchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar — con fuan Gualberto Godoy (1798- 1864), nacido en. Mendoza, de vida activa, de miliples oficios, periodis- ta y tedactor de algunos periédicos como Beo de los Andes, Tris Argene tino y El Huracén, entre 181827, para terminar con El Coracero (1830) donde figuran poesfas con temas populares. Citaremos un “cilito”: De Buenos Aires escriben que en la casa de Quiroge. Se sionte un olor a soua que asusta a los que allt vienen. AG ca ciclo y més cielo: lodos dicen que viene es0 dle que le anda oliendo a soga @ Juan Facundo el pescuezo. Y finaliza diciendo: Cielito, cielo que no, ielito ‘de hermosa esfera; de esta hecha la montonera para siempre se acabs. Pero su recuerdo literario esta. fam dado_en un largo poema.tituledo: “Confesion histérica en diflogo que hace el Qnijote de Cuyo, Francisco Corro, a tm anciano que tenia ya no- ticias de sus aventuras, sentado a la orilla del fuego, la noche que corrié hasta el pajonal, lo que escribié a un amigo". Este folleto, desaparecido ara los estudios. correspondientes, fue hallado recientemente por el ine vestigador Félix Weinberg. Algunos fragmentos fueron recogidos en la tyadicién oral y reproducidos por Juan Braghi Lucero en su Cancionero Po- pular Cuyano (Mendoza, 1988), Pero. Ja figura principal de Ie poesia gan chesca, st iniciador formal, es, sin duda alguna, Bartolomé José Hidalgo. Hidalgo, el precursor. — Su vida: El poeta rioplatense Bartolomé José Hidalgo naci6 en Montevideo el 94 de agosto de 1788; sus padres fueron Juan Hidalgo y Catalina Jiménez, ambos argentinos. La familia estaba fcompuesta, por cuatro. mujeres; Joxé Geroasio Artigas (Blanes) Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ans raiz de la muerte de su padre, en 1800, dcbié enfrentar el manteni- miento de la familia. “Ya he dicho ma Hidalgo— que soy de una familia muy pobre, pero honrada: ‘que soy hombre de bien y que esto es todo mi patrimonio.” Nada se puede afirmar de su instruccién, salvo que ebi6 pacticipar de la impartida por los padres Franciscans, ys propia ‘obra nos aproxima a su conoeimiento de los neoclésicos espafioles, tanto los lirics como los dramaticos, de acuer~ do con las exigencias del gusto de su época. No debieron serle descono- cidos los romances. yi tradicional sabiduria popular espafola, sin duda todavia vives en st propio hogar, tanto cn la tertulia como en la Tite ratura de cordel que debié circular por sus manos. Algunos crticos lo ven como oficial de_pehuqueria —ra- pista para Ricardo Rojas, 0 barbero, fomo To censura Lagones—, pero en 1803 aparece como empleado de tienda de don Martin Artigas, el pa- dre de su gran amigo y compaiero, José Artigas, Ibertador y jefe de los patriotas uraguayos. Pasa ego a ser empleado del Ministerio de la Real Hacienda (1806), por su prdetica con- table, pero el 30 de enero de 1507 participa contra los invasores ingleses fn la refriega de El Gardal, luego de Tnsber sentado plaza en el batallin dle milicianes. Vuelto a su puesto bu rocritico, en 1S1L se vineula con tos partidarios de Artigas, y llega a Pay- Sandi y Sale, Tuchando conta Ios portugueses. Compone en esta fect Bu 'Hinmo Onenta por cya caus fue declarado "benemérito de Is Pa- {nla por el Triunvirato que formaban Chiclana, Sarratea y Paso. Los fun- damentos de esta resolcién se basan on las declaraeiones del comandante ordobés José Ambrosio Carranza, onde se alude al poeta en estos ter minos: “...don Bartolomé Hidalgo, Gitien no se ha separado de mi Indo, Hevando la direceién de mis consejos yy trabajando en obsequio de la patria todo eutanto Te era posible en el car- Referencias y semejanzas entre gauchesca, sae nativismo y folklore Lene guaje Temas Autor Difu. [Im im Gato sién | prenta _prenta Versifi | Arte Arte Arte cacion | mayor mayor menor ymenor _ymenor Cuadro comparative creado por Bruno C, Jacovella (Folklore’ Argentino, Buenos Aires, Ed. Nova, 1958). Pray Francisco de Paula Castafieda go, que provisionalmente le di, de Camisario y Director, por sus cono- cimientos, eapaces de encargarse de cualquiera mayor comisién”. El mis mo poeta lo aclara afios més tarde, contestando wn ataque del Pade Cas- taeda: “Que sirvis a la patria de IBI1 a 1815; que tuvo bajo su cui- dado mis de $ 80.000 en efectivo, y tiles del ejército, y $ 8.000 en es- pecies; que estuvo en el sitio contra Montevideo y en los 22 meses del uovo sitio, sin que jamés faltara su deber; que en 1818 vino a Buo- nos Aires, donde se le, oftecié. un cargo en, seretarin de Gobierno que no acept6, porque no habia ve- Mido a busear empleo sino tabs: jar, como estaba acostumbrado a. he- erlo para mantener a su madre Prosigue Lauro Ayestaran (La pri mitica poesia gouchesca en el Ur ‘guay) si linea biografica: “Al mes si- guiente de la entrada de Alvear en Montevideo, producida el 23 de junio de 1814, Bartolomé Hidalgo, que ve- nnfa con las tropas, fue nombrado administrador de Correos. Retiradas las fuerzas argentinas en 1815, ol ruevo gobiemo nacional de Otorgués designé a Hidalgo ministro_interino de Hacienda, puesto que dejé al poco tiempo para ocupar el cargo de O8- cial Mayor en el mismo. ministerio. E130 de enero de 1816, se represen- 16 on Ia Casa de Comedias, su uni- personal ‘Sentimiento de un patriota; y, casi de inmediato, se le nombré Director del mismo teatro.” Du- rante el periodo netamente artiguis- ta, Hidalgo eseribi6 un segundo uni- personal, “Idomeneo”, cuya autentici- dad se ha puesto en duda; la “Marcha Nacional”, de 1816, al saberse la vasién de Lecor; y el “Cielito Ori tal” contra los portugueses, en agosto de ese mismo afi. El 27 de enero de ISIT entré Lecor al frente de les tropas portuguesas en Montevideo, Hidalgo pas6 a ser censor de lt Casa de Comedias. De este siltimo periodo montevideano del poeta data su epitalamio “A don Francisco So- Jano de’ Antufia en su feliz, unién", fechado el 7 de enero de 1818. Con fina erueldad 0, acaso, con Ta com- plicidad del escritor, el Barén de la Laguna puso a Hidalgo, cuyos ver- sos; contra los portugueses ain reso- rnaban en los oidos de los patritas, fla tarea de corrector de los textos literarios que se representaban en la Casa de Comedias. Su situacién se volviainsostenible en. tierras.orien- tales, y asi decide en ¢ 1818 radicarse en Buenos Aires. Aqui pa- blica su “Cielito patridtico para can- tar la accién de Maipa”, y otro uni- personal, “El triunfo” En 1819 publica en forma andnima el cielito *A la venida de la expedicién”, yun aio después su “Nuevo diflogo pa- triético”. E126 de mayo contrajo ma- teimonio con una portefia, Juana Cor- tina, Su mayor produccién le sigue luego: “Cielito patridtico” (en honor del ejéreito Libertador del Alto Perd); “Al triunfo de Lima y el Callao”: ol “Dislogo patritico interesante”; has: ta su iiltima produccién, “Relacién” de las fiestas mayas en 1822, Una afeccién pulmonar lo oblig6 a radi- carse en el caserio de Morén, villa ain de verdes campos y naturaleza Timpia, pero la muerte lo Hlevs el 28 de noviembre, en una pobreza total Su nombre no se refleja en los perié- dicos, y fue enterrado en el cemen- terio local; pero en el transcurso, de Jos aos su sepulero no ha. podido ser individualizado. Es que el poeta hia entrado en su tierra con la aureola del canto fresco y comunicador. Su corta vida, treinta y cuatro sfios, no Je ha dejado respiro ni tranquilidad: fue un acopiador de penurias y corri por dignidad, altamente tolerante, los Guros tiempos que le marcé el des- tino. Comresponde aul reproduce @ ste respecto las palabras del estu- dioso Faleao Espalter: “Fue tan os- curo su destino, que al morir, su ca- diver ha. sido’ pasto de Ia fabula, pues nadie sabe atin dénde fucron 4 parar los tristes huesos de aquel hombre, Posiblemente le miseria, que Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar ee aera OE ae como un fraile del Orden de San Fren- cisco le acompané desde Ja cuna a la sepultura, mezclé en a fosa comin las Cenizas ain calientes de Hidalgo. Pero teste mismo olvido, esta desventura suprema es prenda de inmortali ante los ojos del espiritu: de entre la muchedumbre de los muertos, sus hhuesos darn luz", Pero atin puede agregarse una “icono- ‘grafia lirica del poeta” tal como la hha resumido en un ensayo Horacio Jorge Becco: *...existen algunas nneas ricas e imagineras —dice Beco, que nos dan un empliado retrato del poeta, un documento iconogrifico que nos recuerda los rostros de Pelle- grin, Rugendas, Monvoisin o Palliéze, 0 el esquema répido de um pincel que, apresurado por recoger la anécdoia, no puede detenerse en la exacttud del ojo prolijo”. Su bidgrafo mas Fer vyoroso —don Martiniano Leguiza- mén— nos dice: "Dejémosle pasar y alejarse envuelto en la aureola de la fama péstuma, con el pilido rostro enfermizo del poeta, en que resalta- ban los ojos penetrantes sobre el es- ‘mate vivo de la renegrida barba, y la Tacia melena cayendo bajo el ala del ‘chambergo, mientras retoza en sis Tabios de decidor festive una copla de la tierra,” De um romanti cativo y ampuloso es el sig que que nos presenta Ricardo Rojas en sui Historia de la literatura argen- fina: “Tal se nos aparece la figura de Hidalgo, al entrar en la historia de la Iiteratura nacional: vestido de chirip sobre su calzoneillo abierto de eribas; Calzadas las espuelas en la bota so- ada del caballero gaucho; terciada, al cinturén de fernandinas, la hoja Tabrada del facin; abiesta sobre el ppecho la camiseta oscura, henchida x el viento de Tas pampas; sesgada Sobre ol homb la celeste ail, des. finada a servir de banderola sobre ol teuhiesto chuzo de lanceros; alzada Sobre i frente el ala del chambergo, como si fuera siempre galopando Ja tierra natal: ennoblecida la cara bar- Tbuda por su ojo experto en las be- Archivo Histérico qulas de la inmensidad y de la gloria. Una guitarra trae en La diestra que tiempo atris exgrimiera las armas de la epopeya americana’ (Lov gauches- cos, I, p. 342, Buenos Aires, Losada, 1948)" Su obra; La obra de Hidalgo ha sido clasificada segiin sus géneros en C litos y Didlogos patridticos. Un critica =Tiscomia— divide eronolégicamente en dos periodos esta labor, Hamando “poesia militante” a la que corre desde IBIL a 1816, y euyo basamento seria Ja angustia personal, las pasiones que dlespiertan los sucesos civiles, y Ia actividad del. poeta como participe de estos acontecimientos. La segunda parte, a la que denomina “poesia ex- pectante” y que retiene lo mejor de $1 produceién, abarea los afios de 1821 111892. All su labor se ajusta al ejer- Gio de aus dots Teens stand on piezas de mayor aliento su des- eareanas comentarista y la fuerza de su personalidad para el plante beri su tema. Atin pueden ha- serse otros anilisis —ya Rodolfo A. Borello los ha intentado— donde ajus- tindose a la realidad histérica y a la tradicién poética se puede esbozar un mejor acereamiento a su labor. Bo- rello aiiade un tipo de “poesia com- ‘prometida’, y apunta: “Ineluimos aqui todos los poemas que, de alguna ma- nera, pueden denominarse. compro- metidos en la aceién o en la situa- tin. Son poemas de contenido féc- tico, en Tos cuales el autor encarna Ia vor de sus iguales, su pueblo y su comunidad, y pestenecen a la misma categoria de los ‘eilitos, que ento- hain después Ascasubi o Luis Pérez cn distintos bandos durante el rosis- Ino. Es una poesia que vale como arma, por su Contenido y funcionali- Gad politica o bélica. Poesia que in- tercfene en la realidad, que intenta transformarla o dirgirla en un senti do definido, Poesia nacida de un hecho histérico, para comentarl, para incidir en él, para participar activa- mente en lo féctico: oponiéndose, co- rigiéndolo, aprobindolo, Es casi siem- de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ais CIELITO ORIENTAL. Be, Portuguts con afin Dien que viene butane Salded con ta suya conte Vea 0 rey D. Sebratian elo cielo que sh, Gatto locos estan, Ells sienen rebar, Quien sabe i volveran? Tea eetsee ee ny saat Siempre sid el Posts Enemign may poquono, Flos trace fas brilates 5 Hpingantas muy lace, i is Y burrutsinos butintes: Ciclo cdo ques, Portugues 98 aclu, Mira que babs de ¥ to bo piri, “Cielito oriental”, de Hidalgo Aunque Hidalgo no es el inventor del “cielito”, xf puede decirse que es su creador por excelencia, porque supo conferirle a esa forma poética, suelta y ligera, el encanto ye tonia que, segin Tas esos, exgian Ta stiva politica, la exaltacion patridtica 0 la disimulada eritica social. \rgentinas | www.ahira.com.ar Archivo Historico de Revistas pre poesia coetinea de los hechos ne menta y en los que quiere inter- venir; gran parte de su cficacia es circunstancial, pues esti tan atada a [a realidad que Inego resta desasi da de su sentido, estétioamente poco representativa, Aqui debemos incluir los ‘cielits’ de 1812 y 1814, que se gritaban de trinchera en trinchera durante el primer sitio de Montevi deo, ‘También el‘ portugueses de 1816; resp 1820, al Manifesto de Fernando VII; “Gielito’ de 1819 y, finalmente, el pri- ‘mer ‘Didlogo patriético’, con sus no- tas de critica social y'de sitira al robo de los caudales cepeién del “Ciclito’ de 1819. (pi blico doble: las antoridades y_ los hombres de su clase) todos estos tex- tos van dirigidos fundamentalmento a los hombres de la campatia, los que componen os ejércitos patrios del ‘momento’ Sobre la poesfa celebrativa, el mismo critic dice que incluye los “textos siempre posteriores a Tos hechos que ccomentan: expresan la alegria por los triunfos de las armas americanas en Ja guerra. Deseriben de manera jubi- losa 0 saredstica hechos pasados irre- versibles, pero positives como expe- riencias ‘a corregir. En esto grupo dcbemos contar el “Gielito’ de 1818, encabezado con una nota neoclisica: los de 1821 al Ejéreito Libertador del Peri, y el segundo a la toma del Callao y de Lima. También el ‘Nuevo diélogo, en ciertos aspectos temiticns. Piblico: Ia comunidad toda". Y como tercer ciclo se da la “poesia costum- brista’, ya que “ésta es la que des- cribe las fiestas mayas de 1822, donde lo central esta ocupado por la vision de lo ciudadano a través de un obser- ‘vador rural. La intencién biisica es Mo dialogado, pero su justificativo es To eémico. Ni intervenir en Ta reali dad: ni_cantar Tos hechos gloriosos © difundiclos. El texto ahora persigue, sobre todo, entreteners es una lite: ature para consumidores, y, alinando nun poco mis las cosas, podria decirse EI poema gauchesco El temp politic nace y’se traslada de: Bartolomé. Hidalgo, Ciclitos a H. Ascasubi, Paulino Lucero A. Lussich, Los tres gauchos orientales J. Heméndez, Martin Fierro. Hidalgo, Dilogos H, Ascasubi, Santos Vega Del Campo, Fausto J. Hemnindez, Martin Fierro. Archivo Histérico de Revistas Argentinas | www. ahira.c com.af, VENIDA EXPEDICION pnd nosey oo CIELITO. “Cielito a la venida de la expedicién”, do Hidalgo que este poema va dirigido esencial- mente @ un piblico distinto. Quienes reir con su lecture. serin los hom- bres que viven en el perimetro ur Dano o poscen su cultura; no los ha- bitantes de la campafia. Porque la visién (que anuncia de alguna ma- nera el Fausto, de Del Campo) es tuna. contemplacién.sonriente de lo efudadano narrada por un campe- sino; pero la sitira pinta To rural, no Jo eiudadano”. Mas adelante, Borello prosigue: “Desde el punto de vista de la tradicién poética, el primer ‘grupo se_inseribe en los ‘Romances noticieros’ de los origenes del roman- cero hispanieo. El segundo es el punto de union entre la poesia eelebrativa ieciochesca y la gaviehesea escrita por el mismo autor. El iltimo es un tipo hibride que se relaciona muy bien con el costumbrismo espatiol de me- diados del. siglo anterior” (Hidalgo, iniciador de la poesia gauchesca, p. suponer entonces que Bar- Hidalgo, por ser el inieiador do la poesia gauchesca, debid encon- trar dificultades expresivas que asi- an eon plena eoncenca y que se propuso superar. De gran importan- cia, en primer Iugar, era el pablico los oyentes a quienes se ditigi, pues lo habitual era el contacto por via oral, produciéndose s6lo en un Inomento posterior la difusién de los Cielitos mediante hojas voladoras. Si Hidalgo habia eserito poesia culta y Jos unipersonales, todo ello cargado de saher neoeldsico, su nueva. mani- festacién popular tenia que serle ries- osa, puesto que debia abstenerse de Jos. recursos ncoclisicos a Ia moda © insistir en los ideales del pueblo. La patria necesitaba una expresion directa y clara, para lo eual ol cielito Ie sivié como medio directo de infor- macién y comunicacién. El éxito de este medio se vio asegurado por la misma formacion intelectual y eivica de Hidalgo, su capacidad para ento- nar todos aquellos temas que forma- ban parte de su realidad, y la pasion rebelde con que podia relatarlos. Pero es preciso ahora detenerse en este tipo de composicién llamado cteltta, y analizar someramente su formacién histérica, H cielito: No puede afirinarse quo Hidalgo sea el inventor del cielito, ya que se conocian en la campatia ma danza de este nombre y su mie sica con anterioridad x 1810. El eie- lito proviene de su estrbillo, “cielo, cialto, cielo”, con nomerosas varian- tes en su formacién lirica, y ast lo sclara Augusto Rail Cortazar en su estudio sobre Los elelitos patristicos, ‘expresién folklérica del alma argen- tina, En su primera époce, su letra tuvo ‘centos. sentimentales, como puede ‘comprobarse en una copla que reco- 46 Juan Alfonso Carriza en Tucumén: Allé va cielito y cielo cielito de mi esperanza, que vencen los imposibles el amor y la constancia. Asi también, de Ia tradicién oral, y to- mados por Ventura Lynch, una con- cordaneia hacia el tema amoroso: Oh, gallo, si tt supteras lo que cuesta un buen querer no cantabas tan apriesa al tiempo de amanecer Cielito, etelo que s Cielito, cielo que no no cantabas tan apriesa al tiempo de amanecer. Pero cuando Ia patria siente 1a nora de la lucha, el cielo se yuelve mili- tante y se eseuchan al pie de las mu- rallas en el sitio de Montevideo, hacia 1812; Los chanchos que Vigodet Jha encerrado en su chiquero, marchan al son de una gaita ‘echando al hombro un fungeiro. Cielito de los , jayl, cielo del dios Baco, {que salgan al campo limpio 4 verdin To que es tabaco. Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar

También podría gustarte