Si el Romanticismo es conocido en España es por la faceta
del enamorado melancólico de Bécquer, deudora en gran parte del Joven Werther de Goethe. Aunque la impresión de rebeldía y lucha contra los imposibles quedó relegada en nuestro país. Aquí se ofreció una versión más edulcorada de un movimiento que estaba más cercano al preso que moría tísico en una cárcel tenebrosa, que al joven apuesto que lucharía incansablemente por el amor de su dama. Cádiz, novia de los vientos y de las nuevas perspectivas literarias, no se mantuvo al margen y ofreció en manos de Antonio García Gutiérrez (Chiclana 1813- Madrid 1884) una de nuestras mejores muestras.
García Gutiérrez fue el autor de “El Trovador”, un drama
romántico cuyo estreno fue el más aplaudido y aclamado de la historia del teatro español. Dos aspirantes al amor de Leonor, un noble y un trovador, se enfrentan muriendo este último sin saber ninguno de los dos que son hermanos.
Lo curioso es que este éxito le valió la adaptación a un libreto
de Opera de Giuseppe Verdi para su obra Il Trovatore, que se fijó en él y continuó otras adaptaciones de sus obras como Simón Bocanegra.
Convertido en uno de los dramaturgos por excelencia del
Romanticismo español, este chiclanero quedó ligado a la historia de la literatura española y a la historia de la ópera. Un referente al que no se le ha hecho justicia.