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Carolina Orloff

Carolina Orloff
University of Edinburgh

EL PARÍS DE JULIO CORTÁZAR A TRAVÉS DE LIBRO DE MANUEL. ¿FACTOR


DETERMINANTE O MERO ESCENARIO?

Andrés Fava, alter ego de Cortázar desde los días cercanos a su partida de Argentina
en el año 1951, personaje único de Diario de Andrés Fava y uno de los protagonistas del
Libro de Manuel es, según Cortázar, “…un argentino de los muchos que no se sabe por qué
están en París” (Cortázar 1973: 29), y que sin embargo, encuentran en París (en ciertos
rincones, como el Hotel Terrass y el Cementerio de Montmartre, claves para la catarsis
emocional de Andrés) los modos de expresar sus sacudidas existenciales. “Hay toneladas
como Andrés…” (Cortázar 1973: 236), dice el narrador de Libro de Manuel, que parecen
estar “…anclados en el París, en el tango de su tiempo, en sus amores y sus estéticas”
(Cortázar 1973: 77). Como es recurrente en la ficción del autor argentino, sus protagonistas
(Horacio Oliveira en Rayuela, Juan en 62/Modelo Para Armar, e incluso Persio en Los
Premios) suelen ser fragmentos de la totalidad autobiográfica del autor. Con afirmaciones
como la recién citada, Andrés Fava no es una excepción. También como Rayuela, 62 y gran
cantidad de sus cuentos, Libro de Manuel transcurre en la ciudad adoptada de Cortázar: París.
Y esto, quiero argüir, al menos en el caso de Libro de Manuel, no es mero escenario, sino que
es de una significación determinante en y para el texto. En otras palabras, París no es
simplemente el lugar donde se desarrolla la acción, sino que cumple un rol insustituible en la
estructura del libro. Su cualidad de escenario se enaltece y deviene inseparable de la realidad
en Libro de Manuel.
El traslado de Cortázar a París coincidió con un creciente compromiso ideológico de
sus personajes literarios, percibible ya en Los Premios, publicado en 1960. La revolución
cubana, y luego los sucesos de 1968, llevaron al autor a afirmar una postura y una visión
política que no dejaría hasta su muerte en 1984. Sin embargo, el mayor compromiso de
Cortázar fue de índole estética. Cortázar creía, como él mismo lo dijo, en los “Che Guevara
del lenguaje… [en] los revolucionarios de la literatura más que los literatos de la revolución”
(Collazos/Cortázar/Vargas Llosa 1970: 76). Libro de Manuel, publicado en 1973, apuntó a ser
la representación de esa visión, pretendiendo convergir lo poético con lo político, sin
traicionar la esencia literaria del texto.
La intención de Cortázar por confluir la situación sociopolítica latinoamericana de la
década del ‘60 y principios de los ‘70 con la literatura de ficción, se estipula en el prólogo del
Libro de Manuel, cuando el autor enuncia que “…hoy y aquí las aguas se han juntado”
(Cortázar 1973: 7). La literatura y la realidad política coinciden, se complementan y se
yuxtaponen en el esfuerzo de escribir una novela que, según Cortázar, tiene como objetivo
cumplir un rol vital en la lucha del hombre “…por enfrentar el horror cotidiano… cuidando
preciosamente, celosamente, la capacidad de vivir… con todo lo que supone de amor, de
juego y de alegría” (Cortázar 1973: 8). Es debido a este intento de convergir “Lenin y
Rimbaud” (Cortázar 1973: 90), como lo expresa el personaje de Ludmilla, que Libro de
Manuel, publicado 10 años después que Rayuela, fue y sigue siendo un libro controversial.
Para muchos críticos, es un fracaso en cuanto a lo literario; para algunos ideólogos e
intelectuales, un ejemplo. Para Cortázar es el paradigma de su propia experiencia y también
de esa ambición que nació en él al pisar París. En sus palabras: “De la Argentina se alejó un
escritor para quien la realidad, como lo imaginaba Mallarmé, debía culminar en un libro; en
París nació un hombre para quien los libros debían culminar en la realidad” (Cortázar 2004:

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El París de Julio Cortázar a través de Libro de Manuel

49). Como bien dijo González Bermejo, París fue para Cortázar su ‘camino de Damasco’
(González Bermejo 1978: 12). Y fue en París que, paradójicamente, y en las palabras del
mismo Cortázar, “…un argentino casi enteramente volcado hacia Europa en su juventud
[descubrió] su verdadera condición de latinoamericano” (Cortázar 2004: 47). ¿Cómo escribir
a partir y para esta condición, sino desde el mismo centro de este descubrir?
Libro de Manuel relata los avatares de un grupo de latinoamericanos que está en París
por razones que se asume están ligadas a la situación política de sus países. Juntos conforman
‘la Joda’, un conjunto revolucionario poco usual e incluso irrisible, que instiga disturbios
picarescos y descolocadores, llamados ‘microagitaciones’. A su vez, juntos también planean y
llevan a cabo el secuestro de un funcionario (llamado ‘el VIP’) con el fin de intercambiarlo
por prisioneros políticos. Tanto las microagitaciones y el secuestro del VIP, como el día a día
de los personajes, transcurren en pleno centro de París. La relación que los personajes
establecen y manifiestan con la ciudad está constantemente presente; es intensa y siempre
oscilante. Es una relación que fluctúa entre lo placentero (dice Andrés, “Vagar por París es mi
otra música… andar como a tientas por la calle sin destino prefijado tiene algo de apertura”
(Cortázar 1973: 134)) y lo angustiante (el narrador comenta, “…las manos sangra[ban] un
poco, como si realmente París fuera una fiesta…” (Cortázar 1973: 301). La trama y el
desarrollo de Libro de Manuel no serían los mismos si el libro no tuviera lugar en la ciudad
luz.
Según Diana Dorensen las ‘microagitaciones’ de la Joda (diseñadas para subvertir las
tareas de una sociedad civil mientras transcurre la vida urbana y comercial), no tendrían el
mismo efecto si no ocurrieran en un país ajeno al de los integrantes del grupo, y más
precisamente, si no se llevaran a cabo en una ciudad europea (Dorensen 1999: 375). Por otro
lado, dado que París es, después de todo, como lo dicen los personajes del Libro de Manuel,
“…capital de Francia, y cuna de la revolución inspirada…”, la Joda no podría operar en
ninguna otra ciudad del viejo continente (Cortázar 1973: 249). Al analizar más de cerca los
despliegues de estas microagitaciones (por mencionar algunas, Patricio gritando en el cine,
mientras se proyecta una película de Brigitte Bardot; o Marcos y Gómez empecinados en
comer de pie en el Vagenande, un elegantísimo restaurante parisino), se puede percibir que lo
que está al centro de estos disturbios es la creación de una desconfianza en el cuerpo social
colectivo, y que lo que se logra es la descolocación (típicamente cortazariana) de lo
cotidianamente asumido en la vida parisina. La Joda hace su revolución atacando los códigos
de la civilización parisina, los códigos que Cortázar conocía muy bien. En estas
microagitaciones, París reluce como un factor determinante, París es más que el simple
escenario del contrato social.
Además de sus actividades ‘revolucionarias’, los personajes de la novela tienen como
factor común el libro que le están armando colectivamente a Manuel, niño de pocos meses e
hijo de dos de los integrantes de la Joda. Este libro que el grupo prepara “para el porvenir del
educando” (Cortázar 1973: 123), es un álbum de recortes periodísticos que en su mayoría
tienen que ver con la situación política de Argentina y de Latinoamérica, aunque a su vez hay
algunos recortes sobre el llamado Primer Mundo (Francia, Alemania), y también sobre
Vietnam. A medida que avanza el libro, los recortes plasman en el presente de los
protagonistas, y en el supuesto futuro de Manuel, información sobre casos de tortura y
desapariciones, lucha social e injusticias, violencia urbana y secuestros. Con la idea de que
algún día Manuel vivirá la historia a través de este libro, la figura de Manuel no sólo
representa la ilusión de un futuro diferente, sino que a su vez es la personificación del lector
que, por un lado, lee Libro de Manuel de Julio Cortázar, pero quien también,
simultáneamente, estudia una cierta visión de la historia: la visión, y versión, que Cortázar
mismo obtuvo, al leer los periódicos de manera simultánea a la escritura del libro, y extraer de

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los mismos, los artículos que se entretejen en la narrativa de Libro de Manuel. Esta visión de
la historia es la que Cortázar podía obtener a través de los diarios parisinos, y
esporádicamente, de algún diario internacional. En Libro de Manuel esto se refleja
fehacientemente. La gran mayoría de los artículos están en francés, lo cual tiene un efecto
directo en la narrativa y en las acciones de los personajes, y a su vez expone la perspectiva
parisina sobre los acontecimientos del mundo, elucidando una cierta versión de la historia.
París no es el simple escenario, sino que impone las coordenadas y las jerarquías que imperan
en el libro.
Manuel es también el símbolo del exilio. En otras palabras, Manuel es París. Al igual
que el niño, París representa para los protagonistas –como para con Cortázar– la posibilidad
de un cambio, de una vida nueva, de un futuro. Manuel, como París, es ese otro espacio para
el cual, y desde el cual, se escribe la historia, una versión diferente de la historia donde las
noticias de París se complementan con las de Buenos Aires. Una versión en la que se incluye,
como lo dice Cortázar en el prólogo de Libro de Manuel, menos Munich y más Trelew
(haciendo referencia al llamado ‘septiembre negro’ de las Olimpíadas de Alemania ‘72, y a la
masacre de los prisioneros políticos ocurrida en el mismo mes y año, pero en una ciudad
patagónica) (Cortázar 1973: 9). Como sus padres (y todos los parientes adoptivos de la Joda),
Manuel siempre será ‘el otro’ dentro de un espacio que ya está definido por la otredad. Porque
aunque Manuel haya nacido en Francia, sigue siendo, o ante nada es, “un niño argentino”
(Cortázar 1973: 121). Y como tal, en París, siempre será distinto, siempre será un apatriado.
Es importante notar que la otredad del exilio, se presenta en el Libro de Manuel como
algo positivo, como lo expresan las palabras del rabinito Lonstein, que dice: “Lo exótico abre
todas las puertas” (Cortázar 1973:. 105). Tanto lo exótico de los sudamericanos en París (tan
raros que, según Francine, “solamente [se encuentran] en las novelas y en el cine”), como la
inexplicable, incluso surreal, naturaleza del pingüino turquesa, apuntan a una misma
posibilidad: la de empezar de nuevo, y en otro lado (Cortázar 1973: 138). Ya lo dice Marcos
en el libro: “Mi provincia está en un país viejo y cansado, habrá que hacerlo todo de nuevo”
(Cortázar 1973: 261). Situando el texto en París permite, en este sentido, el desarrollo de la
narrativa desde dos planos. Desde el plano de los personajes, es significativo que la idea de
‘hacerlo todo de nuevo’ pueda llevarse a cabo desde un lugar que no solamente es la ‘cuna de
la revolución’, sino también, la ciudad de los ‘alienados’, según lo expresan los mismos
personajes: “…la noche en su rutina de neón… tiempo de los alienados en la ciudad más
personal y más anclada en sí misma del mundo” (Cortázar 1973: 246). Por otro lado, desde el
plano del autor, para Cortázar escribir desde su ciudad adoptada como propia y conocida
como tal, le permite concentrarse en ese ‘todo’ que los personajes anhelan hacer de nuevo, sin
tener que imaginar de cero los detalles del ‘donde’.
En uno de los encuentros entre Marcos y Ludmilla, se define más concisamente la
posibilidad abierta hacia el otro espacio que París representa. El narrador dice, “…cualquier
cosa empezaba desde otros límites, al otro lado del deslinde, donde todo podía ser
almanaques, y barriletes, y chivitos y teatro, donde alguna vez la Joda podía tener todos esos
nombres, todas esas estrellas” (Cortázar 1973: 263). Este otro espacio generado por el exilio
en París es lo que da lugar a otra perspectiva, una mirada desde afuera, y por lo tanto, como lo
dice Graciela Montaldo, una mirada más amplia, en este caso, sobre la realidad
latinoamericana (Montaldo 1991: 583). Para Cortázar, esta mirada más amplia, producto del
exilio (voluntario y temprano, y por tanto, muy criticado), se tradujo en una reintegración
continental, en una consciencia latinoamericana. Fue desde París, ciudad que según Cortázar
brindaba “…la perspectiva más universal del viejo mundo, desde donde todo parece poder
abarcarse con una especie de ubicuidad mental” (Cortázar 1973: 47), que el autor pudo
‘desnacionalizarse’ y encontrar “…las verdaderas raíces de lo latinoamericano sin perder por

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El París de Julio Cortázar a través de Libro de Manuel

eso la visión global de la historia y del hombre…” (Cortázar 1973: 53). Desde esa posición, y
desde esa perspectiva, surge (o intentó surgir) Libro de Manuel.
La última novela de Cortázar no sólo intenta convergir la política y la literatura, sino
que también trata de poner en manifiesto las diversas dimensiones del exilio y de la
argentinidad vividas desde el afuera, y más precisamente, vividas desde París. La argentinidad
es, como París, un elemento clave en la novela, así como lo era para Cortázar mismo, y como
queda irrefutablemente demostrado en muchos de, sino en todos, sus textos. El enunciado de
Horacio Oliveira en Rayuela, “En París todo le era Buenos Aires y viceversa…” (Cortázar
1963: 30), en Libro de Manuel no sólo existe, sino que se profundiza y se transforma en un
“…cerca y lejos, en Verrières o La Plata… todo era Argentina” (Cortázar 1973: 305)1. Esta
dimensión conscientemente argentina del libro es una expresión de la responsabilidad
histórica del autor hacia su presente y hacia la necesidad de denunciar los acontecimientos de
ese período y de plasmarlos, no sólo en los libros de historia, sino también (y tal vez sobre
todo) en el arte. El hecho de que la novela se desarrolle en París, en el exilio parisino, es un
factor significativo, no sólo a nivel sentimental y empírico, sino también a nivel ideológico y
de compromiso. Sin embargo, a través del uso del lenguaje (el voceo, las expresiones en
lunfardo) y de las manifestaciones de nostalgia (en las palabras de Oscar: “…esa Argentina,
de golpe increíblemente lejos y perdida”), el país natal del autor, y en particular Buenos Aires,
no dejan de infiltrarse en la trama y en la formación del perfil de los personajes (Cortázar
1973: 164). Buenos Aires llega a ser, como París, el ‘otro lugar’, expresado sucintamente por
Oscar, “…las actividades del ERP [pasaban] en una ciudad tan abstracta en ese lugar y
momento” (Cortázar 1973: 303). Buenos Aires se aleja de París, y a la vez, existe a través de
ella. Las dos ciudades son el reflejo de la otra, cada una es su doble, y por eso mismo,
ninguna de las dos puede prescindir de la otra. Cortázar mismo vivía en carne propia esta
dualidad de planos, residiendo en París, pero habitando su Buenos Aires. Es por eso también
que Libro de Manuel no podía situarse en Londres, o en Madrid. Es París la ciudad europea
que establece un regreso constante a la ciudad porteña. Y ese ir y venir, es también un factor
determinante para el libro.
Hacia el final de Libro de Manuel, Andrés Fava improvisa un poema, parte del cual
dice así:

…yo soy el que en París escucha


cantar a Joni Mitchell

el mismo que entre dos cigarros


sintió pasar el tiempo por Pichuco
y por Roberto Firpo

Cosa tan rara
Ser argentino en esta noche,
La voz de Joni Mitchell
entre un Falú y un Pedro Maffia

ser argentino en un suburbio de París

ser argentino, ir caminando
a una cita con quien y para qué,
cosa tan rara
sin renuncia a Joni Mitchell
ser argentino en esta mancha negra…. (Cortázar 1973: 353-354)

1
Mis itálicas.

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Si a través de las palabras de Andrés, el alter ego de Cortázar, París deviene la


‘mancha negra’, es esta misma oscuridad, es (como en el caso de Edipo) la ceguera,
irónicamente impuesta por la ciudad luz, la que le permitió a Cortázar reconocerse y
reposicionarse. Así como Buenos Aires jamás fue para Cortázar una ciudad cándidamente
anclada en el pasado, París nunca pudo ser un mero escenario para sus escritos. Libro de
Manuel, a través de los recortes de diario, las microagitaciones y la influencia que tienen
ciertos rincones de París en los personajes, por citar sólo algunos ejemplos, es una clara
manifestación de esto.

Bibliografía

-COLLAZOS, Oscar / CORTÁZAR, Julio / VARGAS LLOSA, Mario (1970): Literatura en


la revolución y revolución en la literatura. México: Siglo XXI.
-CORTÁZAR, Julio (1963): Rayuela. Buenos Aires: Sudamericana.
-CORTÁZAR, Julio (1973): Libro de Manuel. Buenos Aires: Sudamericana.
-CORTÁZAR, Julio (2004): “Carta a Roberto Fernández Retamar (sobre Situación del
intelectual latinoamericano)”, en YURKIEVICH, Saúl (ed.), Obras Críticas/3. Buenos
Aires: Punto de Lectura, pp. 39-60.
-CORTÁZAR, Julio (2004): Diario de Andrés Fava. Buenos Aires: Punto de Lectura.-
DORENSEN, Diana (1999): “From Diaspora to Agora: Cortázar's Reconfiguration of
Exile”, en MLN, 114 (2), pp. 357-388.
-GONZÁLEZ BERMEJO, Ernesto (1978): Conversaciones con Cortázar. Barcelona:
Edhasa.-MONTALDO, Graciela (1991): “Contextos de producción”, en CORTÁZAR,
Julio, Rayuela, ORTEGA, Julio / YURKIEVICH, Saúl (ed.). Madrid: CSIC, pp. 583-
596.

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