La memoria como forma de resistencia de esos procesos en los cuales quiere minimizarse
las consecuencias de la guerra y la violencia; en los últimos años Colombia ha vivido un
proceso de aceptación y reconfiguración de lo que fueron las víctimas pues antes estas no eran reconocidas y se hablaba que eran personas civiles que sufrieron “daños colaterales”, siendo esto un efecto más residual que directo donde se visibilicen los impactos que realmente causo todas la guerra y todos los discursos a favor de ella que provocaba más y más polarización, daño y estigmatización, donde las víctimas se han desprotegido y se les ha negado sus derechos inscritos en diferentes documentos internacionales ya sea por la brecha entre campo y ciudad o la negación y normalización de la violencia, la indiferencia que nos han creado los discursos donde hay una estabilidad económica y un crecimiento importante, nos han hecho ver a las victimas como un anonimo que no aporta nada a nuestro desarrollo, pero las memorias son necesarias para construir lo que es nuestra historia y para la toma de decisiones a futuro