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LAS AVES Y LOS AGROECOSISTEMAS COLOMBIANOS

Book · April 2016

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3 authors, including:

Carlos Ruiz-Guerra Gabriel J. Colorado Z.


Pontificia Universidad Javeriana Universidad Nacional de Colombia, Amazonia, Colombia
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Conservación de aves en la sabana inundable de la Orinoquia colombiana View project

Population ecology of the jaguar (Panthera onca) in the Amazonian Forests of Colombia View project

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LAS AVES
Y LOS AGROECOSISTEMAS
COLOMBIANOS

Foreign Affairs, Trade and Affaires étrangères, Commerce


Development Canada et Développement Canada
LAS AVES
Y LOS AGROECOSISTEMAS
COLOMBIANOS

© 2016 Asociación Calidris

LAS AVES Y LOS AGROECOSISTEMAS COLOMBIANOS

Cítese como: Ruiz-Guerra, C., M. Quintero-López y G. Colorado.


2016. Las aves y los agroecosistemas colombianos. Asociación
Calidris, San ago de Cali, Colombia.

Comité editorial: Jessica Suarez, Giovanni Cárdenas, Yanira


Cifuentes-Sarmiento, Eliana Fierro, Richard Johnston-González
y Viviana Vidal.

Ilustradores: Francy Tamayo, Hernán Vidal y Nestor David


Correa

Fotogra as: Giovanni Cárdenas, Viviana Vidal, Yanira Cifuentes-


Sarmiento, Richard Johnston-González, Carlos Ruiz-Guerra,
Jeisson Andrés Zamudio, Ernesto Roa, Lucía Arcila, Andres
Felipe Espinosa, Bedir Mar nez, Fabián Gaviria, Néstor
Roncancio, William Cardona, Diego Gomez. Archivo Asociación
Calidris, Wildlife Conserva on Society-Colombia.

Diseño Gráfico: María Antonia Falk F.

Publicado por: Asociación para el Estudio y Conservación de


las Aves Acuá cas en Colombia, Calidris.
Carrera 24 # 4-20. Barrio Miraflores, Cali. Colombia
Teléfono 5560455
calidris@calidris.org.co Facebook /AsoCalidris
www.calidris.org.co Twi er@AsoCalidris

Se permite la copia, impresión y distribución de este


documento siempre que sea sin fines de lucro, se de crédito a
los autores y se informe su uso a calidris@calidris.org.co.

Esta obra no pude ser reproducida parcial o totalmente sin


permiso escrito de los editores y de la Asociación Calidris. Todos
los derechos reservados.

Foreign Affairs, Trade and Affaires étrangères, Commerce


Development Canada et Développement Canada
CONTENIDO

1 PRESENTACIÓN .................................................................................................................. 3
2 INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4
3 LAS AVES MIGRATORIAS NEOTROPICALES Y LOS AGROECOSISTEMAS
EN COLOMBIA .................................................................................................................. 5
3.1 La migración hacia Colombia: el viaje desde los si os de reproducción ............................ 7
3.2 La migración desde Colombia: el viaje de regreso a los si os de reproducción ................ 11
3.3 No todas las aves migratorias dejan Colombia para volver a Norteamérica ...................... 12
3.4 Importancia de Colombia para las aves migratorias Neotropicales: Puerta de entrada y
salida de Suramérica ......................................................................................................... 13
3.5 Estado de conservación de las aves migratorias Neotropicales en Colombia .................... 16
3.6 Los agroecosistemas pueden ser oportunidades para la conservación de las aves
migratorias Neotropicales .................................................................................................. 19
4 EVALUACIÓN DE APORTE DE BUENAS PRÁCTICAS AGROECOSISTÉMICAS A LA
CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD ............................................................................. 22
4.1 Biodiversidad en agroecosistemas ..................................................................................... 24
4.2 Aves asociadas a agroecosistemas ..................................................................................... 28
4.2.1 Limitaciones de los agroecosistemas en la conservación de aves. .................................... 31
4.3 ¿Por qué evaluar la contribución de las buenas prác cas agroecosistémicas a la
conservación de la biodiversidad? .................................................................................... 32
4.4 ¿Cómo evaluar las buenas prác cas agroecosistémicas? ................................................. 35
4.5 Cuan ficación de variables de hábitat o ambientales. ..................................................... 37
4.6 ¿Qué consideraciones se deben tener? ............................................................................ 39
4.7 ¿Cuándo y qué tan frecuente hacer estas evaluaciones? ................................................. 40
4.8 Conclusiones y recomendaciones ................................................................................... 41
5 VALORACIÓN ECONÓMICA DE LAS BUENAS PRÁCTICAS IMPLEMENTADAS EN
AGROECOSISTEMAS ......................................................................................................... 43
5.1 Posiciones sobre el valor de los ecosistemas .................................................................. 44
5.2 ¿Por qué valorar económicamente los ecosistemas? ......................................................... 45
5.2.1 El bienestar .................................................................................................................. 45
5.2.2 La escasez .................................................................................................................. 47
5.2.3 Las decisiones .................................................................................................................. 48

1
5.3 El valor económico ........................................................................................................... 48
5.3.1 Tipos de valor económico ............................................................................................... 48
5.3.2 ¿Cómo se expresan los valores económicos en unidades monetarias? ......................... 49
5.3.3 ¿Cómo se derivan los valores?: Métodos de valoración económica ambiental .............. 52
5.3.3.1 Métodos de valoración directa de mercado .................................................................. 53
5.3.3.2 Métodos de valoración de preferencias declaradas ........................................................ 55
5.3.3.3 Métodos de valoración de mercados indirectos o de preferencias reveladas ................. 57
5.4 Método de evaluación económica: El análisis costo beneficio (CBA) ............................. 61
5.5 Casos de estudio ............................................................................................................. 64
5.6 Conclusiones .................................................................................................................. 79
6 BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 80

2
1. PRESENTACIÓN

Por Giovanni Cárdenas y Viviana Vidal

La ampliación de las fronteras agrícolas y ganadera


junto con el crecimiento población de varias
ciudades, ha ocasionado la pérdida y
transformación de hábitats naturales que a su
vez lleva a la pérdida y reducción de la biodiversidad
en vastas áreas de regiones como el Caribe y los
Andes. Esta dinámica socio ambiental ha mo vado diferentes esfuerzos e inicia vas que han contribuido al
mejoramiento y fomento de buenas prác cas de producción como la agroforestería y la silvicultura, en las
que los agroecosistemas incorporan coberturas arbóreas que mejoran la calidad de los suelos, protegen las
fuentes hídricas y aportan frutos, follaje y madera. Además de favorecer la biodiversidad local. Estas
buenas prác cas de manejo benefician al grupo de especies de aves migratorias neotropicales que llegan
periódicamente a nuestro país en busca de alimento y descanso durante la migración.

Es por ello que la Asociación Calidris con el apoyo de Environment Canada se dedicó a la tarea de promover
e implementar todas aquellas buenas prác cas de manejo y producción en agroecosistemas colombianos
que contribuyen a la conservación de la biodiversidad, en especial de las aves migratorias Neotropicales.
De esta manera, se dio la conformación de una red de organizaciones que lideran inicia vas de
conservación en paisajes rurales, inicia va denominada Red Viva-Conservación de la Biodiversidad en
Agroecosistemas Colombianos. De ahí que Red Viva busca una mayor integración de los esfuerzos de
conservación ya existentes con el fin de maximizar los beneficios para las comunidades agrícolas rurales y la
biodiversidad, para lograr garan zar que los impactos de la conservación perduren más allá de los periodos
de vida usuales de los diferentes proyectos. Una de las principales tareas de Red Viva es promover acciones
colabora vas e integradas entre propietarios de erras y sus familias, cafeteros y ganaderos
principalmente, asociaciones, fundaciones, organizaciones conservacionistas, agencias gubernamentales
e inves gadores académicos.

Por otro lado, este proyecto que fue auspiciado por el programa Canada-Americas Trade-related Technical
Assistance Program-CATRTA y financiado por Development sec on of the Department of Foreign Affairs,
Trade and Development Canada-DFATD, se enmarca en lineamientos tanto internacionales como
nacionales relacionados con la conservación de especies de aves en peligro y los temas prioritarios de la
Canadian Interna onal Development Agency-CIDA iden ficados para Colombia como lo son la promoción
de opciones produc vas sustentables y desarrollo económico para la comunidad agrícola rural, así como
reforzar la seguridad alimentaria.

Por todo lo anterior, esta publicación espera contribuir con información requerida para evaluar el aporte de
los diferentes proyectos encaminados a la conservación de la biodiversidad en paisajes rurales, en especial
aquellos relacionados con los agroecosistemas que acogen especies de aves migratorias Neotropicales.

3
2. INTRODUCCIÓN

Los agroecosistemas son reconocidos ampliamente por tener un alto valor para la conservación al proveer
hábitat para aves, y en el caso de Colombia, algunas de estas especies corresponden a especies migratorias
de interés de conservación tales como la reinita cerúlea Setophaga cerulea, la reinita alidoradora
Vermivora chrysoptera y la reinita de Canadá Cardellina canadensis.

Pese a lo anterior y a algunos estudios enfocados en las amenazas antrópicas a los hábitats naturales y en
componentes de la biodiversidad como insectos, rep les, aves y mamíferos; la mayoría de los esfuerzos y
prác cas de manejo han sido poco estudiadas y evaluadas. Una efec va conservación de estos hábitats
requiere no sólo el conocimiento e implementación de buenas prác cas sino también la evaluación de su
real aporte a la conservación. Así mismo, un aspecto generalmente pasado por alto entre biólogos y
ecólogos, al momento de evaluar la contribución de las buenas prác cas a la conservación de la
biodiversidad en un agroecosistema, es la necesidad de aceptar diferentes enfoques propios de variadas
disciplinas. De hecho, un aspecto fundamental para enfrentar este po de análisis es considerar incluir las
herramientas de la economía ambiental. Es por ello, que en este documento no solo se exploran, discuten y
evalúan el impacto posi vo de las buenas prác cas implementadas en agroecosistemas, sino que además
se considera la valoración económica de estas buenas prác cas.

Par endo de los estudios e inves gaciones realizadas en agroecosistemas se puede indicar que dentro de
las buenas prác cas, los hábitats manejados con árboles representan la mejor prác ca para la
conservación de las aves en estos sistemas, seguido de la mul estra ficación, la conec vidad en el paisaje,
la heterogeneidad de hábitats (e.g. policul vos) y la reducción en el uso de agroquímicos sinté cos. Ya
iden ficadas las prac cas consideradas como las mejores; se iden ficaron varios aspectos que son
relevantes a considerar para lograr una mejor evaluación del aporte de agroecosistemas a la conservación
de la biodiversidad: (1) inclusión de una aproximación mul escala (e.g. microhábitat, parche y paisaje) en
los muestreos y evaluaciones, (2) evaluación de mecanismos detrás de los patrones encontrados, (3)
evaluación de interacciones, diversidad funcional e implementación y (4) establecimiento y evaluación de
estudios experimentales. De esta forma, la adopción de estos aspectos en la evaluación de los
agroecosistemas permi rá no sólo reconocer su real aporte a la conservación sino también el
planteamiento de lineamientos de manejo más ajustados. Adicionalmente, se abordó como la economía
ambiental permite valorar el medio ambiente y los servicios ecosistémicos. De igual forma se indica al
productor cómo puede verse beneficiado por los servicios ecosistémicos que ofrece su finca y cómo una
buena prác ca que promueva la conservación de estos servicios, no solo favorece los ecosistemas sino que
también puede contribuir a su calidad de vida.

De forma concisa, lo que propone este documento es una serie de pautas que pueden ser consideradas
para realizar una adecuada evaluación biológica del aporte de las buenas prác cas implementadas en
agroecosistemas u lizando el grupo de las aves migratorias Neotropicales.

4
LAS AVES MIGRATORIAS NEOTROPICALES Y LOS
3.
AGROECOSISTEMAS EN COLOMBIA

Por Carlos Ruiz-Guerra

Pese a que el 19% de las aves del mundo (1855 especies) son migratorias (Kirby et al., 2008), el interés de los
ornitólogos por este grupo y su ecología no reproduc va solo despertó y se incrementó desde 1970
(Rappole et al., 1993). En la actualidad el fenómeno de la migración recibe una mayor atención y se ha
reconocido ampliamente su importancia, al juzgar por el alto número de estudios e inicia vas encaminadas
a conocer mucho más sobre estas especies y contribuir a la conservación de las mismas.

Uno de los grupos más destacados de aves migratorias por el número de representantes y la can dad de
información con que cuentan, son las denominadas aves migratorias Neotropicales, las cuales se pueden
definir como todas las especies del con nente americano cuyos individuos se reproducen al norte del
Trópico de Cáncer (23°27'N) e invernan al sur de esta la tud (Hayes, 1995). Dentro del grupo de aves
migratorias Neotropicales se incluyen aves terrestres como golondrinas, cucos y reinitas, rapaces como
águilas y halcones, así como aves acuá cas, tales como aves playeras, aves marinas, patos, garzas, entre
otras pero se excluyen las especies estrictamente pelágicas. De esta manera, esta definición únicamente
incluye a las aves migratorias boreales y no a las migratorias australes, es decir aquellas que se reproducen
en el cono sur (S les, 2004).

Para los propósitos de este documento también


quedan excluidas las aves migratorias
intratropicales, es decir aquellas especies que
presentan migraciones locales que pueden ser
también transfronterizas dentro de un mismo
cinturón la tudinal (Naranjo & Amaya, 2009). En el
caso de Colombia, algunas especies migratorias
enen tanto poblaciones que se reproducen en
Norteamérica, Centroamérica o el Caribe y migran a
nuestro país, y a su vez enen poblaciones que se
reproducen en Colombia; tal es el caso del sirirí gris
(Tyrannus dominicensis), que puede considerarse
como una especie migratoria neotropical, pues se
reproduce tanto en Norteamérica, como en las islas
del Caribe e incluso en la región Caribe de Colombia
(Eusse-González, 2012). Por otro lado, un ejemplo
de aves migratorias intratropicales, son las garzas y
patos de la Orinoquia que presentan migraciones
en dicha región de acuerdo con las épocas secas y
lluviosas (Ruiz-Guerra et al., 2014). La Reinita naranja (Setophaga fusca) un ave migratoria
neotropical común en los Andes colombianos.

5
Un ave migratoria Neotropical es aquella que se reproduce en los Estados Unidos y
Canadá durante el verano, generalmente entre mayo y septiembre y que pasa el
resto del año en México, Centroamérica, Suramérica y el Caribe.

Justamente para algunos autores no resulta


suficientemente clara la definición de migratoria
Neotropical y prefieren u lizar el término
migratorias Neár cas para referirse a todas
aquellas aves que se reproducen en Norteamérica y
migran al sur durante su periodo no reproduc vo;
mientras que para ellos el término migratorias
Neotropicales hace alusión exclusivamente a las
especies que se reproducen en el sur de Suramérica
y migran al norte durante su periodo no
reproduc vo (Hayes, 1995).

Par endo de lo anterior y desde el punto de vista


evolu vo, ha exis do un debate sobre el origen de
La piranga roja (Piranga rubra) es un visitante frecuente de
las aves migratorias, algunos sos enen la hipótesis
zonas arboladas tanto de los Andes como otras regiones del
de que las aves migratorias se originaron en los país.
trópicos, mientras otros la contradicen y
argumentan que el origen de estas aves fue en las
áreas de reproducción en las zonas templadas
basados en el hecho de que allí era posible un
aumento en el éxito reproduc vo en estas la tudes
(Cox, 1968; Helbig 2003). Al contrario de los que
enen la hipótesis de que la migración evolucionó
cuando las aves que permanecían todo el año en las
regiones templadas cambiaron sus áreas de
distribución en invierno por las regiones
tropicales para incrementar la supervivencia y
huir de la escasez de recursos propia de los crudos
inviernos (Wallace, 1874; Gauthreaux, 1982; Bell,
2000).

Recientemente, Winger et al., (2014) demostraron


que la migración de larga distancia entre
Norteamérica y el Neotrópico ocurrió
principalmente a través de cambios evolu vos en el
área de distribución geográfica, es decir “migrar al El Sirirí gris (Tyrannus dominicensis) un ave migratoria
sur para pasar el invierno fuera de Norteamérica en Neotropical con poblaciones reproduc vas en Colombia.

6
vez de viajar al norte para el verano”. Lo cual también sugiere que la migración desde Norteamérica
promovió la colonización del Neotrópico por parte de varias especies de aves (Winger et al., 2014).

En todo caso, para evitar cualquier po de confusión, nos limitaremos a usar de aquí en adelante la
definición con que iniciamos este texto, la cual es también la de mayor y prolongado uso. Cabe anotar que
son ciertamente las aves migratorias Neotropicales las que cuentan con mayor can dad de información, si
se compara con las aves migratorias australes o con las intratropicales.

3.1 La migración hacia Colombia: el viaje desde los si os de reproducción


Las aves migratorias Neotropicales dejan las áreas de reproducción en Norteamérica cuando ciertas
condiciones empiezan a cambiar, tales como la reducción de la duración de la luz diaria o cuando la
can dad de alimento escasea (Newton, 2010). Estos cambios se dan al final del verano o durante el otoño.
El otoño en Norteamérica comienza desde el equinoccio que ocurre aproximadamente el 21 de
sep embre, en el que el día ene la misma duración que la noche. El otoño finaliza con el sols cio de
invierno, aproximadamente el 21 de diciembre que se caracteriza por tener la noche más larga del año
(Alerstam & Chris e, 1993). Habitualmente se considera que el otoño comprende los meses de
sep embre, octubre y noviembre. Por su parte, el verano comienza con el sols cio de verano el 21 de junio
en el que se presenta el día más largo del año y culmina con el equinoccio de otoño (Alerstam & Chris e,
1993). Generalmente se asume como verano en Norteamérica, el periodo comprendido entre junio y
agosto.

De ahí que la migración de otoño de las aves migratorias Neotropicales se puede presentar entre finales de
agosto hasta noviembre (Figura 1). Una vez que las aves migratorias han culminado su reproducción al final
del verano, los individuos migran al sur a sus si os de invernada y es allí donde permanecen la mayor parte
de su ciclo anual desde otoño hasta inicios de primavera (Marra et al., 2005).
Sep embre 21-22 Equinoccio

Tierra Junio 21-22:


Sols cio de verano

Tierra Sol Tierra

Diciembre 21-22:
Sols cio de invierno Tierra

Marzo 21-22 Equinoccio


Figura 1. Fechas claves para la migración de las aves, sols cios y equinoccios

7
Las aves migratorias Neotropicales dependen de una serie de hábitats que se pueden encontrar en más de
una nación, de ahí que las aves que se reproducen en Norteamérica pueden ser encontradas durante su
temporada de migración en todo el con nente americano, pero presentan altas concentraciones de sus
poblaciones en el Caribe, Centro y Suramérica (Finch & Mar n, 1995). De hecho, más del 75% de las aves
migratorias que se reproducen en Canadá pasan más de la mitad del año por fuera de ese país (Cheskey et
al., 2011).

La mayoría de las especies que migran desde la costa este (Atlántica) de Norteamérica
pasan el invierno en Suramérica y el Caribe, mientras que la mayoría de aves que migran
desde la costa oeste (Pací ca) invernan en Centroamérica y Suramérica. Así mismo, para
estas viajeras les resulta más conveniente migrar de noche.
De acuerdo con Kirby et al. (2008), las aves migratorias viajan desde las áreas de reproducción hasta las
áreas de no reproducción y viceversa, tanto por un amplio frente a través del paisaje o a través de rutas
claramente definidas y algunas veces estrechas; tal área geográfica usada por una población de una sola
especie o por grupos de varias especies durante su ciclo de migración anual es denominada corredor de
migración.. Se es ma que de tres a cinco mil millones de aves que se reproducen en el bosque boreal de
Norteamérica migran a través de tres corredores Pacífico, Central y Atlán co (Morrison, 1984; Blancher,
2003).

El corredor del Pacífico vincula poblaciones que se reproducen en las regiones del norte y oeste de
Norteamérica con las áreas de invernada ubicadas en Suramérica. El corredor Central acoge poblaciones
que se reproducen en el norte de Canadá y viajan a
Centro y Sur América. Y el corredor del Atlán co es
usado por las poblaciones que se mueven a las
áreas de invernada en Suramérica a través de la
costa este de Norteamérica (Fierro, 2009; Colwell,
2010). De hecho, se ha reconocido que un buen
número de aves migran a través del océano
Atlán co desde Norteamérica hasta Suramérica,
hecho que incluso evidenció Cristóbal Colón y su
tripulación en octubre de 1492 en un área entre
Puerto Rico y Bermuda (Alerstam & Chris e, 1993).
Se ha establecido que varias de estas aves que
pudieron ser escuchadas en la noche y observadas
en el día por Colón y sus marinos, correspondían
principalmente a 80 especies en las que se incluyen
el correlimos diminuto (Calidris minu lla), la reinita
norteña (Setophaga ru cilla), la golondrina jereta
(Hirundo rus ca), el garzón migratorio (Ardea
El garzón migratorio (Ardea herodias) u liza el corredor del
herodias), el pato careto (Anas discors), el Atlán co para llegar a las costas del Caribe colombiano, aunque
esmerejón (Falco columbarius), entre muchas también puede ser observado en el interior del país en humedales
otras. de las cuencas de los ríos Magdalena y Cauca.

8
Un corredor migratorio es una autopista invisible en el cielo en el cual se encuentran las
rutas que las aves siguen cuando emprenden su vuelo desde su sitio de reproducción en
Norteamérica hasta sus cuarteles de invierno ubicados en Colombia o en otros países
del Neotrópico.
Varias especies en su viaje al sur dejan la costa este de Norteamérica desde si os como Nueva Escocia o
Virginia y cruzan el Atlán co hasta Suramérica. Algunas de estas especies hacen paradas en las An llas pero
la mayoría emprenden un vuelo directo hacia el con nente a una velocidad entre 35 y 60 km/h sobre el
océano en un viaje que puede ser de tres o cuatro días (Pe ngill, 2013). Estas aves que corresponden
principalmente al andarríos pa amarillo (Tringa flavipes), al correlimos rojo (Calidris canutus), al
correlimos semipalmeado (Calidris pusilla) y a la reinita rayada (Setophaga striata) recorren una
distancia de 2400 km hasta las An llas o 3600 km hasta Suramérica (Newton, 2010).

Otras especies con viajes transoceánicos provienen de Alaska y cruzan el océano Pacífico para arribar al sur
de Canadá, sur de Estados Unidos, norte de México, Centroamérica y Suramérica. En su mayoría son aves
playeras como el correlimos picudo (Calidris mauri) y el zarapito (Numenius phaeopus). Durante estas
travesías oceánicas estas aves no enen oportunidad de alimentarse, beber agua o descansar y no enen
manera de protegerse cuando el clima se hace inclemente (Alerstam & Chris e, 1993). Ocasionalmente,
paran en barcos o en cualquier instalación en medio del océano que puede representar una oportunidad
de descanso o refugio para algunas de ellas. Factores como fuertes tormentas, niebla y viento pueden
contribuir a desorientar a las aves, lo que generalmente culmina con una gran can dad de aves muertas
que no logran evitar estas dificultades al no poder volar lo suficientemente alto (Butler, 2000).
El corredor central es la ruta más ampliamente utilizada por las rapaces en el
Neotrópico, un menor número de aves rapaces viaja a través del Caribe y el Golfo
de México.
Así mismo, otras especies de aves migratorias
Neotropicales como las rapaces, u lizan las rutas en
las que la topogra a favorece el desarrollo de
corrientes de aire ascendente. Cada año más de seis
millones de rapaces viajan por un sistema de rutas
de 10.000 km de extensión que van desde Canadá
hasta Argen na; 32 especies de rapaces viajan
entre Norteamérica y Suramérica a través de
Centroamérica donde Panamá corresponde a su
punto más estrecho. . Este grupo de rapaces está
dominado por la guala común (Cathartes aura), el
águila migratoria (Buteo platypterus), el águila de
Swainson (Buteo swainsoni), el águila pescadora
(Pandion haliaetus) y el halcón peregrino (Falco
peregrinus). Una vez en Colombia, las rapaces El correlimos picudo (Calidris mauri) que usa el corredor
u lizan el valle del Magdalena en su ruta al sur del migratorio del Pacífico.
con nente (Finch & Mar n, 1995).

9
Una de las rapaces migratorias más comunes en Colombia, es Bocana del río Iscuandé, Nariño, en el sur del Pacífico
el águila pescadora (Pandion haliaetus) tanto en las costas colombiano es tanto un si o de parada como de invernada de
como en humedales de interior. varias especies de aves acuá cas.

Las aves migratorias Neotropicales que cruzan el océano Atlántico para llegar a Suramérica,
emprenden viajes sin escalas en los que no pueden comer, beber ni descansar en medio del
océano por periodos superiores a las 60 horas.
Durante la migración las aves necesitan hábitats adecuados para alimentarse, descansar y mudar su
plumaje, estos hábitats son denominados sitos de parada invernal (Kirby et al., 2008) y corresponden a
todos aquellos lugares ubicados en la ruta hasta su si o de invernada o cuartel de invierno, el cual es donde
el ave tendrá una estadía prolongada durante su época no reproduc va y desde donde iniciará
posteriormente su viaje de regreso a sus si os de reproducción en Norteamérica (Mehlman et al., 2005).
Uno de los si os de parada para la reinita rayada (Setophaga striata) en el Caribe colombiano es la localidad
de Isla Fuerte en el archipiélago de San Bernardo, ubicado frente a las costas del departamento de Córdoba.
Según Bayly et al. (2014), el Darién y en especial la localidad de Sapzurro en los límites con Panamá,
representa uno de los si os de parada más importante en Colombia para varias especies de rapaces.

Un determinado lugar puede ser tanto si o de parada como si o de estadía invernal. En la bocana del río
Iscuandé, ubicada en la costa norte del departamento de Nariño, el falaropo tricolor (Phalaropus tricolor)
es observado con regularidad en algunas semanas entre sep embre y octubre mientras que individuos del
halcón peregrino (Falco peregrinus) pueden ser observados desde sep embre hasta abril. De hecho, se
podría considerar que en Colombia no hay si os de invernada para el falaropo tricolor (P. tricolor), solo
si os de parada mientras que varias localidades de Colombia son tanto si os de parada como cuarteles de
invierno del halcón peregrino (F. peregrinus).

10
3.2 La migración desde Colombia: el viaje de regreso a los si os de reproducción
La migración de primavera comprende el regreso de las aves migratorias Neotropicales a sus si os de
reproducción. La primavera comienza con el equinoccio de primavera que ocurre entre el 20 y 21 de marzo
en Norteamérica y finaliza con el sols cio de verano que sucede alrededor del 21 de junio. De esta manera,
la primavera precede el invierno y antecede al verano, es decir, el invierno inicia alrededor del sols cio de
invierno alrededor del 22 de diciembre y termina con el equinoccio de primavera (Alerstam & Chris e,
1993). Se considera entonces que los meses de invierno en Norteamérica son diciembre, enero y febrero.
De todas maneras cabe aclarar que la alteración del clima en las úl mas décadas ha tenido un impacto en
los organismos que se hace más evidente con los cambios en que se presentan las estaciones en las
la tudes del norte, es decir la primavera inicia en la actualidad más temprano mientras que la llegada del
otoño es cada vez más tardía (Menzel et al., 2006). En lo que respecta a las aves migratorias, en la mayoría
de los casos, la tendencia es llegar cada vez más temprano a sus si os de reproducción en primavera tanto
en Norteamérica como en Europa, especialmente a par r de 1970 (Gordo et al., 2005). En términos
generales, las aves deben volver a sus si os de reproducción en Norteamérica con el empo suficiente para
reproducirse exitosamente.

Así como no todos los si os son de parada o de estadía invernal, no todas las localidades acogen
migratorias de primavera y de otoño, hay algunas localidades que solo acogen migratorias en una de las dos
migraciones. Lo anterior se evidencia en la meseta de Popayán (Cauca), la cual es visitada por especies
como el correlimos escamado (Calidris subruficollis) y el correlimos sabanero (Bartramia longicauda)
durante la migración de otoño (Ayerbe-Quiñónez & Johnston-González, 2010), mientras que en su viaje al
norte o migración de primavera ambas especies pueden ser observadas en la Orinoquia colombiana (Ruiz-
Guerra et al., 2013). Ninguna de estas especies
ene cuarteles de invierno en Colombia conocidos,
sin embargo, en su migración de primavera u liza
diferentes si os de parada invernal en la Orinoquia
y Amazonía desde su trayecto que inicia en el cono
sur y culmina en Norteamérica.

Uno de los aspectos más interesantes en


las aves migratorias está relacionado con
la muda del plumaje, la cual se hace
necesaria pues las plumas se desgastan y
deterioran, lo cual las vuelve menos
efectivas para volar y para el aislamiento El Correlimos escamado (Calidris subruficollis) aprovecha las
térmico del cuerpo del ave. playas del rio Amazonas como área de paso en su migración
de otoño.

11
Antes de migrar un ave debe estar preparada para cumplir con todos los requerimientos necesarios para un
viaje prolongado. Para lograr esto, el ave come can dades de alimento en exceso y almacena la energía en
forma de grasa debajo de su piel (Biebach, 1996). Al mismo empo el ave desarrolla una condición
denominada inquietud migratoria. Uno de los principales es mulos para que las aves migratorias
Neotropicales inicien su regreso a las áreas de reproducción es el aumento en la duración del día, lo cual
trae consigo empo extra para alimentarse y así aumentar de peso. En muchas especies de aves
migratorias el crecimiento gonadal y la formación de esperma se inicia justo en las áreas de invernada y
con núa durante la migración (Alerstam & Chris e, 1993).

Las aves migratorias Neotropicales dejan sus áreas de invernada para llegar a las áreas
de anidación en el momento más favorable de la temporada reproductiva y es lo que es
conocido como migración de primavera.

3.3 No todas las aves migratorias dejan Colombia para volver a Norteamérica

Aunque las aves que se reproducen en Norteamérica deberían estar ausentes en el Neotrópico durante su
temporada reproduc va, no es inusual encontrar individuos de estas especies que permanecen en
localidades de Colombia en meses como junio, julio o agosto. Esto resulta frecuente para quince familias de
aves migratorias Neotropicales pero es par cularmente común en aves playeras, tales como el andarríos
mayor (Tringa melanoleuca), el zarapito (Numenius phaeopus), el andarríos alinegro (Tringa semipalmata),
el correlimos picudo (Calidris mauri), entre otras (O'Hara et al., 2002). En su mayoría los individuos que
permanecen en las áreas de invernada corresponden a aves de un año de edad que son sexualmente
inmaduros aunque también algunas de estas aves
pueden ser aves maduras sexualmente que no
mudan su plumaje ni logran suficiente grasa
corporal, quizás debido a enfermedades, heridas o
incluso la presencia de parásitos (MCNeil et al.,
1994). En términos generales, conocemos muy
poco sobre el veraneo de las aves migratorias
Neotropicales y resulta di cil establecer si un
individuo de ave migratoria Neotropical que es
observado en julio corresponde realmente a un ave
que no pudo migrar por ser joven o estar enfermo.
En todo caso, en Colombia tenemos otras aves
diferentes a las aves playeras que también pasan el
verano en el país, tales como el garzón migratorio
(Ardea herodias), el águila pescadora (Pandion
haliaetus) y el gavio n real (Thalasseus maximus).
El ostrero (Haematopus palliatus) es un ave que puede observarse
durante todo el año en las costas colombianas debido a que
cuenta tanto con poblaciones residentes como migratorias.

12
Cabe recordar que en Colombia tenemos especies
que pueden tener poblaciones migratorias y
residentes. Un claro ejemplo de esto es el ibis pico
de hoz (Plegadis falcinellus) que se reproduce en el
departamento del Atlán co, pero también en otras
localidades del país se puede observar individuos
que provienen de Norteamérica durante la época
de migración (Ruiz-Guerra, 2014). Otras especies
que presentan esta caracterís ca de ser
consideradas migratorias o invernantes con
poblaciones reproduc vas en Colombia son el pato
careto (Anas discors), la garza tricolor (Egre a
tricolor), la garcita del ganado (Bubulcus ibis), el ibis
blanco (Eudocimus albus), el vireo de ojos rojos
(Vireo olivaceus), la reinita amarilla (Setophaga El macho del degollado (Pheuc cus ludovicianus) inicia su viaje
petechia), entre otras (Naranjo et al., 2012, Ruiz- de regreso a Norteamérica cuando su plumaje ha cambiado
Guerra, 2014). totalmente para reproducirse

3.4 Importancia de Colombia para las aves migratorias Neotropicales: Puerta de


entrada y salida de Suramérica

De las 275 especies de aves migratorias registradas en Colombia, 154 de ellas provienen de Norteamérica y
enen en este país, uno de los pasos casi obligados para su ingreso a Suramérica (Fierro, 2009). De esta
manera, aproximadamente 110.000.000 individuos, de casi 53 especies de las familias Accipitridae
(águilas), Cuculidae (cucos), Caprimulgidae
(chotacabras), Alcedinidae (mar netes) y de varias
especies del orden Passeriformes (atrapamoscas,
reinitas, verderones, entre otros), enen a
Colombia como si o de parada o residencia
invernal (Cheskey et al., 2011). Por lo cual, si se
adiciona a este número de individuos, las
poblaciones de las restantes 101 especies
migratorias provenientes de Norteamérica que
llegan a Colombia, resulta evidente que este país
acoge una gran can dad de individuos de especies
migratorias Neotropicales y es una de las naciones
que alberga el mayor número de estas aves en
El gavio n real (Thalasseus maximus) es una de las especies
Suramérica (Roca et al., 1996).
que se pueden observar en la costa Caribe en los meses de
junio, julio o agosto

13
Al estar situada estratégicamente en la esquina noroccidental de Suramérica entre el
mar Caribe y el océano Pací co, Colombia ofrece una ubicación privilegiada para las aves
migratorias del continente. Más de dos centenares de especies de aves, tanto
terrestres como acuáticas, tienen en Colombia un paso obligado en sus rutas
migratorias.
Uno de los grupos de aves más destacados por su alto número de representantes migratorios en Colombia
es precisamente el de las aves playeras o limícolas. Este grupo con ene 38 especies en Colombia, de las
cuales la familia Scolopacidae, con 31 especies, es escasamente superada por la familia Parulidae, con 35
especies migratorias. Los litorales Caribe y Pacífico con 1937 km y 1536 km de línea costera,
respec vamente, acogen al 86% de las especies de aves playeras en Colombia. Alrededor de 80.000 aves
playeras visitan las costas colombianas cada año. En humedales costeros de Magdalena y La Guajira, en el
Caribe colombiano, han sido contabilizados 34.000 individuos mientras en tan sólo una localidad del
Pacífico colombiano, la bocana del río Iscuandé, en Nariño, la población anual de aves playeras se es ma
que es superior a 50.000 individuos (Johnston et al., 2010). Otras localidades costeras ubicadas en el
Caribe, como la Sierra Nevada de Santa Marta, el delta estuario del río Sinú y el Parque Nacional Natural
Corales del Rosario y de San Bernardo, se destacan por albergar altas concentraciones de especies como la
reinita cabecidorada (Protonotaria citrea) y la reinita amarilla (Setophaga petechia). A su vez, en esta
misma región el Complejo Lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta acoge la mayor concentración del
pato careto (Anas discors) del país, provenientes en su mayoría de las provincias canadienses de Alberta,
Saskatchewan y Manitoba (Ruiz-Guerra, 2014).

El ibis pico de hoz (Plegadis falcinellus) ene poblaciones El pato careto (Anas discors), una especie que ene tanto
migratorias y poblaciones que se reproducen en el Caribe poblaciones migratorias como reproduc vas en
colombiano y probablemente en otras localidades del país. Colombia.

14
Plan de Acción de la reinita de
Canadá Cardellina canadensis
en áreas no reproduc vas

El modelo de distribución de Cardellina canadensis, ocupa el 64% del territorio nacional. De este
porcentaje, menos del 8% está cubierto por municipios que han implementado proyectos produc vos
sostenibles. Técnicas de producción sostenible en cuencas dentro de las áreas de invernada y de paso
implementadas.

15
Los manglares de las costas colombianas acogen un buen
Reinita del Canadá (Cardellina canadensis), ave número de especies de aves migratorias neotropicales, en
migratoria común en los Andes. especial las reinitas. La reinita amarilla (Setophaga petechia).

El Complejo Lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta alberga la mayor


concentración de patos careto (Anas discors) en Colombia: con conteos que superan los
200.000 individuos.

3.5 Estado de conservación de las aves migratorias Neotropicales en Colombia


La deforestación en el Neotrópico ha sido más reciente que en Norteamérica y esta ha sido una de las
principales causas de la disminución de las poblaciones de aves migratorias Neotropicales, si se ene en
cuenta, que este grupo de especies se caracteriza por presentar mayores concentraciones de individuos en
las áreas de invernada. Sin dejar de lado que la pérdida de bosques y humedales en las áreas de
reproducción en Norteamérica también afectan significa vamente a las migratorias Neotropicales.
Dos migratorias Neotropicales, la reinita alidorada (Vermivora chrysoptera) y la reinita cerúlea (Setophaga
cerulea), con núan con una marcada disminución de sus poblaciones debido tanto a la transformación de
sus hábitats de reproducción como de invernada (NABCI, 2014).

No obstante, debe considerarse que el deterioro de otro pos de habitas como pas zales y sabanas, tanto
en la áreas de reproducción como de invernada, es también una de las principales causas de afectación del
estado de conservación de las aves migratorias Neotropicales (Kirby et al., 2008). Tal es el caso del tordo
arrocero (Dolichonyx oryzivorus) cuyas poblaciones han sido afectadas nega vamente en Norteamérica
desde 1900 debido a la pérdida de las condiciones del cul vo de heno como hábitat de anidación, a causa
de cambios en las prác cas agrícolas y a la expansión urbana; a su vez el arrocero migratorio (Spiza
americana) también presenta disminución de sus poblaciones atribuidas a la transformación de su hábitat
de invernada que corresponde a sabanas en Suramérica que han sido conver das a campos agrícolas. Así
mismo, poblaciones de rapaces migratorias han sufrido disminución debido al uso de pes cidas tanto en
sus áreas de reproducción como en sus áreas de invernada (NABCI, 2014).

16
Las aves playeras migratorias
presentan una alarmante disminución en
sus poblaciones desde 1974 lo cual
guarda relación con el hecho de que
muchos individuos tienden a
concentrarse en pequeñas áreas
durante su migración y estadía invernal,
lo que las hace vulnerables a la
perturbación humana y a la pérdida de
hábitat.
El arrocero migratorio (Spiza americana) es una de las
Más de 68.000 km2 de humedales se han perdido en
especies que es considerada plaga de cul vos como el arroz.
Norteamérica desde 1950 y aunque se han Está en riesgo dado el uso de organofoscorados y
realizado muchos esfuerzos para detener la pérdida organoclorados, insec cidas sinté cos que deterioran su
de hábitats de aves acuá cas, en especial de los sistema nervioso central.
patos, los cuales muestran aumentos en sus
poblaciones, aún algunas regiones presentan
pérdidas notables de la can dad de humedales (NABCI, 2014). Una situación similar ocurre con las aves
costeras en Norteamérica, pues diversos esfuerzos para proteger más de 20.000 km2 de si os en las costas
ha traído consigo el aumento de las poblaciones de aves en sus si os de reproducción, pero factores
como los derrames de petróleo y otras causas relacionadas con ac vidades humanas han afectado
considerablemente algunas especies de aves migratorias Neotropicales que visitan Colombia; tales como
el chorlito piquigrueso (Charadrius wilsonia) y el pico jera (Rynchops niger) (NABCI, 2014)). Aquellas aves
que se reproducen en el Ár co y el bosque boreal son especies migratorias de larga distancia, y en especial
corresponden a aves playeras como el correlimos picudo (Calidris mauri) y el correlimos colorado (Calidris
canutus) estas requieren de hábitats saludables en
sus si os de parada en su larga ruta de migración,
así como un si o de estadía invernal en donde
puedan alimentarse y descansar durante varios
meses.

Pero no solo las aves acuá cas migratorias


presentan disminución en sus poblaciones, un
grupo de aves migratorias muchas veces ignorados
que incluye al chotacabras migratorio (Chordeiles
minor), al vencejo de chimenea (Chaetura pelagica)
y a la golondrina riparia (Riparia riparia)
considerados como insec voros aéreos pues se
alimentan de insectos voladores, presentan una
El correlimos escamado (Calidris subruficollis) es una de las disminución acelerada de sus poblaciones debido
tantas especies amenazadas en el con nente. principalmente a que estas aves son
extremadamente sensibles a cambios ambientales

17
(NABCI, 2014) en parte ocasionados por el uso excesivo de insec cidas que pueden afectar poblaciones de
insectos tales como mariposas y abejas.

Por otro lado, una de cada ocho especies de aves se encuentra amenazada de ex nción a escala global, es
decir, el 13% de las aves del mundo. De estas, 197 se consideran que están bajo la categoría de peligro
crí co. De los 136 países que enen especies de aves en esta categoría, Colombia ocupa el tercer lugar,
después de Brasil y los Estados Unidos. Colombia es el país con mayor número de especies de aves en el
mundo, infortunadamente es también el cuarto país con la mayor can dad de especies incluidas en la Lista
Roja de IUCN (BirdLife interna onal, 2013). Dentro de las especies migratorias Neotropicales que visitan
Colombia y están en esta Lista Roja, se encuentran la reinita alidorada (Vermivora chrysoptera), la reinita
cerúlea (Setophaga cerulea), la garza rojiza (Egre a rufescens), el correlimos semipalmeado el vencejo de
chimenea (Chaetura pelagica), el atrapamoscas boreal (Contopus cooperi), el gavio n elegante
(Thalasseus elegans) y el correlimos escamado (Calidris subruficollis). Adicionalmente, varias especies son
consideradas de interés de conservación en Norteamérica debido a la drás ca disminución de sus
poblaciones, aunque todavía no se consideren bajo alguna categoría de amenaza a escala global incluyen
al atrapamoscas verdoso (Empidonax virescens), la reinita cabecidorada (Protonotaria citrea), el
chotacabras migratorio (Chordeiles minor), la reinita de Canadá (Cardellina canadensis), la reinita de
Louisiana (Parkesia motacilla) y el halcón peregrino (Falco peregrinus).

Existen diversos esfuerzos en


la actualidad para la conservación
de las aves migratorias
Neotropicales dos de ellos son la
Alianza Alas Doradas y el Plan de
Acción de la Reinita de Canadá.
La Alianza Alas Doradas cuenta
con una evaluación del estado y
Plan de conservación de la Reinita
Alidorada (Vermivora chrysoptera)
en el que se priorizan diferentes
sitios en el país y en toda su área
de invernada, así como se propone
una serie de acciones encaminadas
a la conservación de los hábitats y
al desarrollo de investigaciones.
La Alianza Alas Doradas es La reinita de Canadá es también la reinita de los bosques
liderada por American Bird andinos colombianos. Sus poblaciones han disminuido
Conservancy. considerablemente y en la actualidad agroecosistemas con
buenas prác cas representan las principales oportunidades de
conservación para la especie.

18
Por su parte, el Plan de Acción de la reinita de Canadá (Cardellina canadensis) en áreas no
reproductivas es una iniciativa que acoge diferentes organizaciones de las Américas y
entre 2014 y 2015 se consolidaron acciones de conservación que permitirán mejorar el
estado de los hábitats de la reinita de Canadá (Cardellina canadensis) en sus áreas de
invernada y de paso.

3.6 Los agroecosistemas ofrecen oportunidades para la conservación de las


aves migratorias Neotropicales
Las aves migratorias Neotropicales dependen de una serie de hábitats tales como islas barreras, playas,
planos lodosos intermareales, playones salinos, ciénagas, lagunas, ríos, arroyos, manglares, morichales,
sabanas naturales, formaciones vegetales, bosques, entre otros, que les brindan alimento, agua y refugio
tanto en su migración de otoño, su estadía invernal y su migración de primavera. No obstante, debido a la
transformación del paisaje natural, los agroecosistemas también representan si os de paso e invernada de
varias especies de aves migratorias Neotropicales en Colombia. De hecho, Díaz-Bohórquez et al. (2012)
es man que alrededor del 80% de las aves migratorias Neotropicales registradas en Colombia han sido
encontradas en agroecosistemas y las mayores concentraciones se presentan entre los 500 y 2000 m.

En los agroecosistemas se da un intercambio de energía, materia e información con


la nalidad de cumplir un objetivo en particular que se relaciona con los productos
de salida.

En los úl mos 50 años se ha aumentado


significa vamente el área des nada a la ganadería
en el país, así mismo, la tasa creciente de
transformación de las sabanas naturales ha
alcanzado las 100.000 ha/año. Mientras tanto,
entre el 2006 y 2010, la producción agrícola en el
país aumentó en alrededor de dos millones de
toneladas (MADS & PNUD, 2014). De esta manera,
la agricultura y la ganadería aportan el 9% y 3% del
PIB, respec vamente, y son consideradas como
uno de los factores responsables de la pérdida de la
biodiversidad en nuestro país. Las cifras oficiales
señalan que la pérdida de la cobertura boscosa
entre 2000 y 2007 fue de más de dos millones de
hectáreas. En 2010 se iden ficó que Colombia
presenta una cobertura boscosa de más de 58
El zorzal de Swainson o mirla buchipecosa (Catharus ustulatus), millones de hectáreas, que corresponde a la mitad
es una de las aves migratorias noetropicales más comunes de del territorio nacional (MADS & PNUD, 2014).
los cul vos de café y áreas boscosas de los Andes colombianos.

19
Los agroecosistemas están conformados
por tres subsistemas: el área manejada o
subsistema productivo, el subsistema
seminatural o los hábitats naturales y el
subsistema humano

Existen varias definiciones de agroecosistema, una


de las cuales sos ene que los agroecosistemas son
un po especial de ecosistema intermedio entre los
naturales y los urbanos (v.gr.: Montserrat & Villar,
1985). Algunos autores consideran que el
agroecosistema cuenta con al menos una población
de u lidad agrícola, por ello a diferencia de los
ecosistemas naturales, los agroecosistemas enen
un obje vo, un propósito y por lo tanto un responsable del manejo, el hombre. En términos generales, los
agroecosistemas son comunidades de plantas y animales que interactúan con su ambiente sico y
químico, que ha sido modificado para su aprovechamiento por parte del hombre (v.gr.: Hart, 1980, Sans,
2007). Es por esto que en los agroecosistemas el hombre interactúa con factores socioeconómicos y
tecnológicos para el uso de los recursos naturales, por consiguiente, los sistemas produc vos y los
agroecosistemas pueden considerarse como sinónimos, pues ambos son sistemas que poseen estructura,
componentes, entradas, salidas, función e interacción entre sus elementos y componentes (Conway,
1986).
Los agroecosistemas son ecosistemas en los que el ser humano ha ejercido una
intencionada selectividad sobre la composición de los organismos vivos. Los
agroecosistemas contienen poblaciones humanas y dimensiones tanto económicas, como
ecológico ambientales y se diferencian de los ecosistemas no gestionados en que están
alterados intencionadamente, y a menudo manejados intensivamente, con el n de
proporcionar alimentos, bra y otros productos.

La transformación de los paisajes naturales a rurales en Colombia ha traído como consecuencia que
muchos ecosistemas se mantengan como fragmentos aislados y dispersos, por ello buena parte de la
superficie del país está dominada por paisajes rurales con predominio de agroecosistemas.
Por otro lado, los agroecosistemas pueden ser manejados de tal forma que sea posible mejorar su
producción de un modo sostenible con una reducción de los impactos nega vos ambientales y sociales y
una disminución en el empleo de insumos. Si el manejo de los agroecosistemas apunta al aumento de la
diversidad debe considerar aspectos como:

Ÿ Prevenir la entrada de especies invasoras en hábitats naturales o seminaturales, así como tener el
control de especies dominantes en los agroecosistemas
Ÿ Aumentar la resiliencia y estabilidad del agroecosistema
Ÿ Mejorar el funcionamiento de los agroecosistemas que son pobres en especies

20
La biodiversidad es efectivamente un importante regulador de las funciones de los
agroecosistemas, no sólo en el sentido estrictamente biológico y su impacto sobre la
producción, sino en el de satisfacer una serie de necesidades de los agricultores y la
sociedad en general.

Un aspecto a considerar para promover la biodiversidad en agroecosistemas es conservar tanto como sea
posible los remanentes de los ecosistemas naturales, a través de la ampliación y enriquecimiento de los
mismos, con especies vegetales que hayan sido ex rpadas. De manera similar, mantener la conec vidad
entre los elementos del paisaje resulta clave para conservar la biodiversidad regional en agroecosistemas,
a par r de la implementación o restauración de corredores de hábitats o con el debido manejo de los
agroecosistemas.

Los problemas ambientales que surgen debido a las ac vidades de producción agrícola están bien
documentados y es por ello que existen prác cas que garan zan que los riesgos ambientales sean
minimizados sin sacrificar la producción, las cuales son conocidas como buenas prác cas de manejo
agrícolas. La agricultura sostenible requiere que la calidad del suelo, del agua y del aire se mantenga pero
algunas prác cas agrícolas enen el potencial de causar un daño ambiental, que puede afectar las áreas
rurales y urbanas por igual. Mucho de estos impactos nega vos de la agricultura pueden ser reducidos por
el uso de las buenas prác cas agrícolas. De hecho, las buenas prác cas agrícolas (BPA) permiten una
producción viable económicamente mientras que se logra en lo menos posible tener impactos adversos en
el medio ambiente (Sharpley et al., 2006).

Buenas prácticas: Se incluyen todas aquellas prácticas de conservación del suelo y el


agua, así como otras técnicas de manejo y acciones sociales que se desarrollan como una
herramienta efectiva para la conservación de la biodiversidad

Según Figueroa y Oyarzún (2004), las BPA son un


conjunto de condiciones necesarias para asegurar a
los consumidores un producto alimen cio más
sano y seguro, al reducir o disminuir los riesgos de
contaminación durante la cadena produc va, pues
consideran la protección del medio ambiente, la
salud y las condiciones laborales de los
trabajadores que par cipen en la obtención de
dicho producto.

Reinita naranja (Setaphaga fusca), ave que se puede


observar en cafetales frecuentemente.

21
4. EVALUACIÓN DEL APORTE DE LAS BUENAS
PRÁCTICAS A LA CONSERVACIÓN DE LA
BIODIVERSIDAD

Por Gabriel Colorado

La disminución de las poblaciones de aves residentes y migratorias de los Andes colombianos es una
preocupación creciente, por lo que es necesario orientar esfuerzos para mantener, conservar y restaurar
los hábitats de esta región. Esto es par cularmente relevante al considerar que la región contribuyó con
más de un tercio de la pérdida global de bosque en la década pasada (FAO, 2009) y ha perdido, por
transformación de sus hábitats, más del 70% de su cobertura original (E er, 1998).

Debido a esto, hay un creciente reconocimiento que ciertas prác cas como el establecimiento de
agroecosistemas son relevantes para la conservación de la biodiversidad. Un po par cular de
agroecosistema, los sistemas agroforestales (i.e. sistema de uso de la erra en el cual los árboles se
combinan temporal y espacialmente con pastos para uso animal o cul vos agrícolas), se encuentran
probablemente entre los más benéficos para la conservación de la biodiversidad al proveer hábitat para
muchos grupos de fauna incluyendo las aves (Perfecto et al., 2005, Bakermans et al., 2011). En menor
medida, los policul vos (e.g. maíz, fríjol, plátano, papaya) también contribuyen posi vamente con la
conservación de las aves y otros grupos faunís cos.

Sumado a esto, el café bajo sombra es una de las prác cas agroforestales más sostenibles en América
La na, el cual provee una amplia variedad de productos forestales (e.g. café, frutos, leña, madera y
medicinas), a la vez que man ene una cobertura forestal, reduce la erosión, el uso de insec cidas y
productos químicos. Las plantaciones de café bajo sombra además albergan una biodiversidad muy alta en
muchos taxones, desde artrópodos hasta aves y mamíferos (Perfecto et al., 2003; Komar, 2006).

En paisajes que originariamente eran áreas boscosas o humedales naturales, los


agroecosistemas pueden proveer hábitats para especies y propiciar la conectividad
para especies que requieren de condiciones boscosas propiamente dichas.

22
Desafortunadamente, las fincas con sombrío alrededor del mundo han sido conver das rápidamente a
café de exposición, el cual crece bajo la luz directa del sol como un monocul vo. En la década de los
noventas, solamente en América La na, entre 40-50% del café plantado bajo condiciones de sombra fue
conver do a café de libre exposición (Perfecto et al., 1996; Rice & Ward, 1996). Nuestro país no es ajeno a
este cambio, en la década de los 80s cerca del 17% del café cul vado se encontraba bajo sombra, en la
actualidad esta prác ca agroforestal se aproxima a 10% (Farfán, 2014). Sumado a esto, Colombia ha pasado
de tener una cobertura tecnificada de 0,2% en los años setentas a cerca de un 70% a finales de los años
noventa (Guhl, 2004). Esta cobertura tecnificada está relacionada con densidades de siembra altas, cul vo
de variedades de porte bajo, reducción o eliminación de sombra, condiciones agroecológicas más estrictas
y un ciclo produc vo corto (Errázuriz, 1986; Escobar, 1991; Niehaus, 1992; Or z, 1989; Palacios, 1980; Rice,
1997). Lo anterior resulta más preocupante, si se considera que cerca del 80% de los cul vos de café han
sido sus tuidos por pastos. Esta tendencia de conversión del café de sombra a otros sistemas produc vos
se suma a las ya altas tasas de transformación del paisaje en el Norte de los Andes, lo que ha sido
iden ficado como una prioridad urgente para la conservación de la biodiversidad por organizaciones como
Bird Conserva on Interna onal y Rainforest Alliance.

Los altos niveles de amenaza que sufren tanto los


hábitats como las mismas aves en los Andes han
es mulado un incremento en los esfuerzos para
proteger y conservar los sistemas agroforestales y
otros remanentes de bosque en Colombia.
Desafortunadamente, el conocimiento del aporte
real de este po de sistemas a la conservación de la
biodiversidad aún es limitado, debido
principalmente a los pocos estudios realizados, sus
escalas de evaluación ( picamente locales y baja
replicación), y restringidos en su gran mayoría a
evaluaciones observacionales.

Este capítulo explora el aporte de las buenas


prác cas de manejo agroecosistémico,
p a r c u l a r m e nte l a a g ro fo re ste r í a , e n l a
conservación de las aves. Se busca dar respuesta a
la pregunta ¿cuál es el efecto de las buenas
prác cas de manejo agroecosistémico sobre la
conservación de las aves?

Cucarachero pechigris (Henicorhina leucophrys), ave común


de los Andes.

23
4.1 La biodiversidad asociada a agroecosistemas
Varios estudios han sugerido que los agroecoesistemas y los cul vos orgánicos sos enen una biodiversidad
muy alta en una gran variedad de taxones, desde microorganismos y artrópodos hasta aves, mamíferos y
plantas (Perfecto et al. 2003; Komar, 2006; Tuck et al. 2014). Los sistemas agroforestales tradicionales, son
estructuralmente intermedios entre la cobertura original de bosques naturales y la agricultura intensiva,
con muchos árboles dispersos, pero sin alcanzar los niveles de un bosque natural (Terborgh & Weske, 1969;
Beehler et al., 1987; Thiollay 1995, Wunderle & La a 1996, Estrada et al. 1997; Greenberg et al. 1997; Pe t
et al. 1999). El incremento en la diversidad de fauna en los agroecosistemas se asocia generalmente a la
creación de un hábitat mucho más diverso estructuralmente.

Ti ornamentado (Callicebus ornatus). Tangara capirotada (Tangara labradorides).

Teniendo en cuenta que la transformación de las áreas boscosas con nuará debido a diferentes causas
relacionadas con el aumento de la frontera agrícola, se necesita avanzar en el diseño e implementación de
buenas prác cas agrícolas y manejos adecuados de los agroecosistemas, donde el valor de la biodiversidad
y su conservación enen una función importante. De hecho, se han realizado diferentes inves gaciones y
análisis de cómo los agroecosistemas pueden ayudar a mejorar la diversidad florís ca na va y se ha
establecido que los agroecosistemas (Jose, 2011) pueden albergar una gran riqueza y diversidad de
especies vegetales en comparación con sistemas de monocul vos, lo cual representa una herramienta
importante en la conservación ecológica de la diversidad de especies de árboles y arbustos, sobre todo en
un paisaje donde los bosques naturales enden a disminuir y los fragmentos de bosque a ser degradados.

24
Además, los agroecosistemas pueden contribuir a la conservación de la biodiversidad al proveer hábitat
para especies tolerantes a ciertos niveles de perturbación, ayudando a preservar el germoplasma de
especies sensibles, reduciendo las tasas de conversión de hábitats naturales, ofreciendo conec vidad con
otros hábitats que, en conjunto, pueden apoyar a la integridad y conservación de áreas con especies
sensibles de flora y fauna.

En general, la diversidad faunística está estrechamente relacionada con la diversidad


orística. Se ha demostrado que los agroecosistemas con mayor estructura y diversidad
orística albergan una mayor diversidad faunística en comparación con los sistemas de
monocultivo.

Entre los agroecosistemas que pueden ofrecer tanto una alta diversidad faunís ca como florís ca, se
encuentran, el cacao de sombra (Theobroma cacao), que entre sus sistemas agroforestales incluyen
madera, frutas y especies forestales na vas, contribuyendo a la conservación de la biodiversidad y
proporcionando hábitats para aves, mamíferos y otras especies de flora y fauna (Perfecto et al., 1996;
Moguel & Toledo, 1999). Auad y colaboradores (2005) observaron que los pastos manejados en un
ambiente silvopastoril albergan un gran número de insectos beneficiosos, atribuyendo esto a los entornos
complejos creados por el sistema silvopastoril que proporciona microhábitats con mayor protección ante
depredadores y una mayor disponibilidad y diversidad de recursos alimentarios y sustratos de anidación.
Evidencias indican que la “maleza” o pastos no manejados influyen en la diversidad y abundancia de
insectos herbívoros y enemigos naturales asociados a los sistemas de cul vo. Estudios de interacción entre
insectos y cul vos de hierbas, en su mayoría umbelíferas y leguminosas, han mostrado que estas plantas
enen una función importante al albergar y soportar un complejo de artrópodos benéficos que ayudan a la
represión de las poblaciones de insectos plagas (A eri, 1999).

El mantenimiento de buenas condiciones


ambientales en los agroecosistemas también
permite que ciertos organismos benéficos para los
cul vos puedan establecerse. Avispas y hongos que
realizan control biológico de la broca
(Hypothenemus hampei) pueden persis r en los
policul vos debido a la disponibilidad con nua de
fuentes de alimentos y microhábitats (Farsán,
2015). De igual forma, existen muchos
microorganismos que sirven para producir una
respuesta benéfica para las plantas cuando son
introducidos en el suelo, como los hongos de los
géneros Trichoderma spp., Pseudomonas spp.,
Alcaligenes spp. y Agrobacterium tumefaciens
(Campell, 1989). Escarabajo coprófago (Oxysternon conspicillatum).

25
En la transformación directa de los bosques a cul vos intensivos de rotación corta, hay una rápida
desaparición de ciertos invertebrados (ciempiés, lombrices, escarabajos) que u lizan la hojarasca como
hábitat y fuente de alimento (Lavelle et al., 1994). La masa de los depósitos de materia orgánica del suelo y
la hojarasca es más reducido, hay un cambio progresivo en la estructura de la comunidad tanto de los
organismos pequeños (microartrópodos, nemátodos, protozoos, bacterias, hongos) como de organismos
más grandes (lombrices y termitas), lo cual puede modificar la estructura del suelo. Igualmente, la
diversidad de mesofauna del suelo (ácaros, colémbolos) disminuye con el aumento de la intensidad en el
uso del suelo (Swi et al., 1996).

En América Neotropical muchas sociedades han simulado las condiciones del bosque para obtener los
efectos beneficiosos del ecosistema, generando una mezcla de varias especies de plantas con diversas
estructuras, la cuales tratan de imitar la configuración adoptada por los bosques tropicales (Nair, 1993). La
conversión de los sistemas naturales en monocul vos resulta en una pérdida de diversidad en
invertebrados y microorganismos del suelo. Con el aumento de los insumos de energía, agua y
agroquímicos para mantener la producción, los grupos funcionales que regulan los procesos biológicos del
suelo en los sistemas naturales son sus tuidos por controles mecánicos y químicos para la fer lidad del
suelo (Swi et al., 1996).

Los agroecosistemas y en par cular las fincas de


café tradicionales, comparten muchos de los
atributos estructurales que normalmente se
asocian con los bosques. Por el contrario, el sistema
de monocul vo en donde la mayoría de los árboles
de sombra se eliminan y se aumenta el manejo, las
condiciones ambientales disminuyen
drás camente para la flora y fauna (ICAFE-MAG,
1989). En el café con sobra se ha evidenciado una
alta diversidad de artrópodos en general (e.g.
Nestel & Dickschen, 1990), además alta diversidad
de especies de hormigas forrajeras de erra en
comparación con el monocul vo (Perfecto et al.
1996), y en general una alta diversidad de
entomofauna arbórea, como escarabajos
( C o l e o p te ra ) y h o r m i ga s ( H y m e n o p te ra :
Formicidae), siendo del mismo orden de magnitud
que la reportada en árboles de bosques tropicales
(Swi et al., 1996). Los árboles en los
agroecosistemas también incrementan las
poblaciones de plantas epífitas y aumentan la
diversidad de especies de aves, entre otros grupos
Zarigüeya (Didelphis marsupialis). (Kiara & Naged, 1995).

26
Por otra parte, se conoce que la heterogeneidad de los cul vos y la estra ficación ver cal ayuda a los
pequeños mamíferos al aumentar la conec vidad del hábitat (Alain et al., 2006; Fischer et al., 2011), lo cual
beneficia la obtención de alimento (Sullivan & Sullivan, 2006; Yahner 1983) y proporciona protección ante
los depredadores, incrementa los recursos para la supervivencia a largo plazo y la reproducción (Coda et al.,
2014; Gómez et al., 2011; Sommarö et al., 2010). También se conoce que en los sistemas agrícolas, la
reducción de la aplicación de agroquímicos aumenta la diversidad de plantas e invertebrados en cul vos,
(Tew et al., 1992,; Frieben & Kopke, 1995) lo que revierte en efectos posi vos en la abundancia y riqueza de
mamíferos pequeños en cul vos agrícolas. Sin embargo, parece que este no es el efecto que siempre
produce. Un ejemplo es el estudio realizado en Argen na por Coda et al. (2015) en el que evaluaron el
efecto del manejo orgánico de los cul vos agrícolas en hábitats cercanos, donde reportaron siete especies
de mamíferos pequeños (Akodon azarae, Akodon dolores, Calomys laucha, Calomys musculinus, Calomys
venustus, Oxymycterus flavescens y Oxymycterus rufus). Los resultados de este trabajo muestran que el
manejo orgánico en erras de cul vo no presentaba ningún efecto en la riqueza de especies, pero si una
influencia posi va en la abundancia de especies especialistas, en comparación con los cul vos de manejo
convencional, debido a que las especies especialistas de pequeños mamíferos son más dependientes de la
calidad del hábitat. Estos datos son importantes si se ene en cuenta que los pequeños mamíferos
desempeñan una función importante en las redes tróficas de los sistemas agrícolas.
Aunque la agricultura ecológica puede ser una
buena estrategia de conservación, se necesitan
realizar estudios a diferentes escalas espaciales
para poder evaluar la complejidad del paisaje en
relación a las prác cas agrícolas, ya que los cul vos
orgánicos son todavía proporcionalmente menores
que los cul vos con manejo convencional, lo que
hace di cil tener una apreciación sobre el efecto de
las riquezas de especies. Por su parte, Abba et al.
(2015) concluyeron en su estudio realizado en
agroecosistemas en Argen na con las dos especies
de armadillos Chaetophractus villosus y Dasypus
hybridus, que el cambio de uso de los pas zales por
erras de cul vo favorecen a C. villosus. Por otro
lado, la especie D. hybridus mostró una tendencia
para seleccionar áreas con alta proporción de
praderas naturales o semi-naturales en paisajes Trogón enmascarado en nido (Trogon pesonatus).
rurales, se vio afectada por la fuerte tendencia del
cambio de uso de la erra. En un estudio realizado
por Sosa et al. (2008) en Veracruz-México, encontraron una riqueza alta de 26 especies de murciélagos
asociados con cul vos de café con sombrío. La mayor abundancia de murciélagos se encontró en las fincas
con mayor riqueza de plantas leñosas, lo que concuerda con que el 73% de los individuos presentan hábitos
frugívoros o nectarívoros y su presencia estaba ín mamente ligada a la can dad y variedad de recursos
alimen cios como frutos, polen y néctar.

27
Estos resultados muestran que la diversidad de plantas y su tamaño pueden influir en la abundancia y
permanencia de las especies de murciélagos. Además, los autores comentan que la riqueza y abundancia
de las especies de murciélagos puede estar influenciada no sólo por la estructura del cafetal, sino por el
po de paisaje que lo rodea o por su manejo
Guzmán y colaboradores (2015) evaluaron el papel de las plantaciones de café de sombrío en
la conservación de monos nocturnos andinos (Aotus lemurinus) en los Andes Colombianos.
A pesar de que estos monos pre eren bosques naturales, emplearon las plantaciones de
sombrío durante todo el año, especialmente durante los picos de producción de Prumus
integrifolia. Los autores concluyeron que las plantaciones de sombrío podrían funcionar como
áreas complementarias para esta especie, contribuyendo a la conservación de poblaciones de
primates andinos.
4.2 Aves asociadas a agroecosistemas
Algunos agroecosistemas son reconocidos por tener un alto valor para la conservación tanto de aves
residentes como migratorias (Robbins et al., 1992; Wunderle & Waide, 1993; Wunderle & La a, 1996;
2000, Greenberg, 1997; Tejeda-Cruz & Sutherland, 2004; Johnson et al., 2006; Goodale et al., 2013;
Colorado & Rodewald, 2015). Típicamente, estos agroecosistemas presentan una alta riqueza de especies
de aves debido principalmente a la presencia de un componente arbóreo, a la diversidad florís ca, la
heterogeneidad ambiental (e.g. estructura mul -estra ficada de los árboles de sombrío) y el cambio en las
condiciones de microclima (Robbins et al., 1992; Wunderle & Waide, 1993; Moguel & Toledo, 1999;
Greenberg et al., 2000; Johnson & Sherry, 2001, Carlo et al. 2004; Johnson et al., 2005; Mcadam et al, 2007).
En el caso de las aves migratorias Neotropicales, la disminución en las úl mas décadas de las poblaciones
de numerosas especies de este grupo ha alimentado el debate sobre si tal disminución guarda más relación
con problemas en sus hábitats de reproducción en las zonas templadas (e.g. degradación de hábitat,
parasi smo) o en sus si os de invernada en el Neotrópico (La a & Baltz, 1997; Rappole & McDonald,
1998), considerando como principales amenazas la conversión y pérdida de bosques en este úl mo
(Robbins et al., 1989; Terborgh 1989; Rappole & McDonald, 1994). Respecto a esto, la importancia de los
agroecosistemas y en par cular del café de sombra como hábitat de invierno ha sido ampliamente
reconocida en Centro América (e.g. Greenberg et al., 1997; Pe t et al. 1999) y más recientemente en Sur
América (e.g. Bakermans et al. 2009; Colorado, 2011; Díaz-Bohórquez et al., 2014, Colorado & Rodewald,
2015). Por ejemplo, sólo para el agroecosistema de cafetales con sombra se han registrado cerca de 62
especies de aves migratorias (Díaz-Bohórquez et al., 2014). Especies migratorias de interés para la
conservación como la reinita cerúlea (Setophaga cerulea), una especie que ha experimentado una
reducción poblacional del 70% desde 1966, emplean ac vamente este po de hábitat y son mucho más
abundantes en este sistema comparado con bosques primarios (Bakermans et al. 2009; Colorado, obs.
pers.). Esta especie, así como otras aves migratorias y residentes de interés en la conservación como la
reinita de Canadá (Cardellina canadensis) y la reinita alidorada (Vermivora chrysoptera), son
potencialmente vulnerables a la pérdida de bosque y de la sombra de los sistemas agrícolas. En el caso del
café de sombrío y de las especies de aves asociadas a este sistema, su vulnerabilidad es mayor debido a la
estrecha franja al tudinal en la cual existe este cul vo en la zona Andina, una de las zonas más
intensamente manejadas y cul vadas en el Neotrópico (Hamel, 2000).

28
Una de las razones por las cuales las buenas prác cas agrícolas son consideradas benéficas para las aves y la
fauna en general está relacionada con la presencia de árboles que atraen invertebrados los cuales proveen
y mejoran la disponibilidad de alimento para las aves (McAdam et al., 2007). En Esparza (Costa Rica) se
encontró por ejemplo que las cercas vivas son de gran importancia para las aves residentes y migratorias,
especialmente en la época seca, cuando los árboles están en floración y atraen a muchos polinizadores que
pueden servirles de alimento (Sáenz & Menacho, 2005). Adicionalmente, la agroforestería ende a atraer
aves asociadas tanto a áreas boscosas arboladas como aquellas aves asociadas a hábitats más degradados
(e.g. pas zales), lo cual genera un efecto global de incremento en la diversidad dando paso a un ensamble
par cular de aves.

Los agroecosistemas proveen otros beneficios adicionales para las aves que pueden contribuir al
mantenimiento de la diversidad de este grupo. Por ejemplo, se ha encontrado en sistemas silvopastoriles
que la vegetación con complejidad estructural puede proporcionar a las aves nichos ecológicos variados y
mejor protección contra depredadores que los sistemas agropecuarios simples (Pimentel et al., 1992).
Igualmente, pueden tener un papel fundamental en establecer o reestablecer la conec vidad entre
parches de hábitat en paisajes fragmentados. Las cercas vivas, cor nas rompevientos y los fragmentos de
bosque, pueden ayudar en el mantenimiento de las poblaciones de aves dependientes de bosque, además
sirven como corredores en paisajes agropecuarios, mejorando la conec vidad y ayudando al movimiento
de aves entre fragmentos y remanentes de bosques naturales (Beier & Noss, 1998). ). Los árboles en
potreros también proporcionan refugio, si os de descanso, anidación y alimento a las aves, y actúan como
corredores que facilitan el movimiento de animales a través del paisaje (Greenberg et al., 1997). Este es el
caso, por ejemplo, de aves en bandadas mixtas, las cuales pueden limitarse a cruzar áreas abiertas que no
tengan árboles, sugiriendo limitaciones potenciales en el movimiento asociados a las habilidades de
dispersión entre diferentes especies (Stra ord & Robinson, 2005; Moore et al., 2008; Powell et al., 2015).

29
En este sen do, si bien los agroecosistemas pueden estar limitados para sostener especies de bosque o
especializadas (e.g. insec voros de sotobosque), estos sistemas par culares puede ayudar a mejorar la
movilidad de aves en el paisaje.
Por su parte, los cul vos sin sombrío pueden promover la conservación de comunidades de aves, pero en
una menor escala. En general, el promover los policul vos como buena prác ca agroecosistémica
alterna vamente con monocul vos con alguna cobertura natural (e.g. rastrojos) o ar ficial (e.g. huertas,
jardines), ene efectos posi vos en la comunidad de aves. Diversos autores (e.g. Enríquez-Lenis et al.,
2007) han registrado una mayor diversidad de aves en sistemas cuyas principales ac vidades son la
ganadería asociada con cul vos como arroz, frutales y caña de azúcar. Por su parte, los cul vos de arroz,
que representan el tercer cul vo más representa vo en el país (Ministerio de Agricultura y Desarrollo
Rural, 2010), emulan sistemas naturales con régimen de inundación como los humedales y, por tanto,
enen un papel importante en la conservación de aves acuá cas, par cularmente migratorias (Cifuentes-
Sarmiento, 2010; Johnston-González et al., 2010; Calidris, 2012).

Ante la pérdida de humedales en todo el país, los arrozales con


Los arrozales brindan recursos a varias especies migratorias buenas prác cas agrícolas implementadas representan una
Neotropicales tanto acuá cas como terrestres. El tordo arrocero oportunidad para la conservación de especies de aves migratorias
(Dolichonyx oryzivorus) depende de los arrozales durante su Neotropicales. El andarríos mayor (Tringa melanoleuca) es uno de
migración en el con nente americano. los visitantes más frecuentes de los arrozales.

En general, el mantenimiento de otros pastos y plantas arbus vas alrededor -o intercaladas dentro- del
cul vo, la siembra de algunas especies alimen cias (e.g. frutales) y la implementación y mantenimiento de
cercas vivas o barreras rompeviento para mejorar la conec vidad en el paisaje, pueden considerarse
buenas prác cas a promover dentro de estos cul vos. Este parece ser el mismo caso de los cul vos de
plátano y banano en el país, dado que si se cul va solitario, ofrecen condiciones más pobres y limitantes
para las aves relacionado posiblemente a la homogeneidad estructural y al manejo intenso (e.g.
herbicidas). Sin embargo, si se maneja con otras especies por ejemplo de porte arbóreo, pueden promover
la riqueza de especies de aves (Harvey & González, 2007).

30
4.2.1 Limitaciones de los agroecosistemas para la conservación de aves.

A pesar del mencionado aporte de los agroecosistemas y las buenas prác cas agrícolas a la conservación de
las aves, estos sistemas presentan algunas limitaciones para la conservación de ciertos grupos. Algunas
inves gaciones (e.g. Colorado & Rodewald, 2015) han llamado la atención sobre esta afirmación, dado que
si bien estos hábitats pueden ser muy ricos en especies e incluso sostener sistemas sociales como
bandadas mixtas de forrajeo, la composición de la comunidad de aves en muchos casos puede estar más
asociada a especies generalistas con poca sensibilidad a las perturbaciones de hábitat. Es decir, ciertos
grupos de aves como las especialistas de sotobosque, pueden estar ausentes de estos hábitats dado que
requieren condiciones que solo ciertos hábitats naturales (e.g. bosques maduros) pueden proveer. Por
tanto, los agroecosistemas pueden ofrecer más posibilidades para conservar especies de aves como las
migratorias y aves generalistas. Más aún, dado que estos sistemas son empleados para la producción
agrícola, el manejo intenso, la rela va baja diversidad florís ca y estructural comparado con un hábitat
natural y la homogeneidad del cul vo mismo pueden limitar la presencia de ciertas especies.

Por otro lado, también existen evidencias que algunas especies de aves migratorias, a pesar de poder
encontrar refugio y posiblemente alimento durante todo un periodo invernal en un sistema agroforestal,
no logran adquirir una condición corporal ideal para su migración a sus cuarteles reproduc vos. Este es el
caso de especies como el zorzal de Swainson (Catharus ustulatus) el cual puede permanecer todo el
periodo invernal en un cafetal de sombrío pero no mejorar su condición corporal en este lapso (Colorado &
Rodewald en revisión). Esto lleva también a pensar que ciertas especies de aves que necesitan y hacen uso
de un sotobosque diverso florís ca y estructuralmente, no encuentran estas condiciones en un
agroecosistema.

31
4.3 ¿Por qué evaluar la contribución de las buenas prác cas agroecosistémicas a
la conservación de la biodiversidad?
Los agroecosistemas proveen muchas ventajas adicionales a su objeto mismo de producción agrícola.
Además del mantenimiento de la biodiversidad, la reducción de la erosión asociada al material orgánico
residual de las diferentes especies arbus vas y arbóreas sembradas, la bioenergía, el mantenimiento de la
fer lidad del suelo, la prevención de deslizamientos o movimientos de masa, la fijación de carbono en los
árboles y la protección del agua, son algunos de los servicios ecosistémicos ofrecidos por los
agroecosistemas (Beer et al., 2003; Farfán, 2014).

En términos biológicos, la implementación de buenas prác cas de manejo ene el fin úl mo de mejorar las
condiciones ambientales en una localidad par cular. Estas condiciones generalmente pueden abarcar
múl ples aspectos bió cos y abió cos de un sistema, desde cambios en la calidad y disponibilidad del agua
hasta incremento en la diversidad de diferentes grupos de fauna y flora. En par cular para las aves, diversas
prác cas de manejo son concebidas e implementadas con el fin de mejorar las condiciones del hábitat para
las mismas. El valor de los agroecosistemas y en par cular de las buenas prác cas de manejo en la
conservación de las aves es claro si se considera que cerca del 87% de las especies migratorias en Colombia
y La noamérica han sido reportadas usando estos sistemas (Díaz-Bohórquez et al., 2014). En conjunto,
estos sistemas pueden contener más de 400 especies de aves en las diferentes zonas del país (GC obs.
pers.).
A pesar de esto, sólo unas pocas prác cas han sido
evaluadas y en general la literatura sobre estas es
limitada. Entre estas se cuenta (1) el manejo e
incremento en la densidad de árboles de sombrío,
(2) la mul estra ficación, (3) la conec vidad
estructural, (4) la heterogeneidad de hábitats y (5)
la reducción en el uso de agroquímicos. Según
Farsán (2015), el incremento en la densidad y
riqueza de árboles en los agroecosistemas a través
de diversas prác cas (e.g. bosques protectores,
linderos con árboles o “cercas vivas”, barreras
romprevientos o franjas de árboles, barreras
protectoras de cauce, árboles en caminos y vías de
Tángara rastrojera (Tangara vitriolina)
acceso, árboles en sombrío de café y sistemas
silvopastoriles; ene un efecto posi vo en la
diversidad de aves y puede considerarse una de las prác cas más relevantes al momento de mejorar las
condiciones para las aves, tanto a nivel de atributos de diversidad como en el sostenimiento de
interacciones sociales como bandadas mixtas de forrajeo (Colorado & Rodewald, 2015). Perfecto y
colaboradores (2005) mencionan que un incremento cercano al 40% en la cobertura de dosel en cafetales
de sombrío en México puede aumentar de manera significa va la riqueza de aves. Sin embargo, Colorado &

32
Mehlman (en prep.) encontraron que niveles de cobertura de dosel por encima de 60% tenían efectos poco
claros y posiblemente ningún efecto adicional en el incremento en la riqueza de especies de aves. Esto es
importante considerarse al momento de decisiones económicas en los cul vos dado que la producción
agrícola mantenida debajo de niveles de cobertura de dosel que limiten demasiado el ingreso de luz puede
ser de baja produc vidad y volverse improduc va. En cuanto a la composición y riqueza de árboles de
dosel, los resultados son más concluyentes y se presenta una relación estrecha posi va entre la riqueza de
la cobertura de árboles en el sistema y diferentes atributos de la comunidad de aves (e.g. Reitsma et al.,
2001; Harvey & González-Villalobos, 2007; Colorado & Mehlman, en prep.). Adicionalmente, la altura de
los árboles y la presencia de ciertas especies forestales (e.g. Inga spp., Erythrina spp.) son importantes
componentes para las aves de dosel en los agroecosistemas de sombrío (Jose, 2012; Colorado, obs. pers.).

Por su parte, promover la mul -estra ficación de los agroecosistemas es deseado dado que aumenta la
complejidad estructural que, a su vez, aumenta la diversidad de muchos grupos de fauna incluyendo las
aves (Dahlquist et al., 2007; Schrot & Harvey, 2007; Bakermans et al. 2011; Colorado & Rodewald, 2015). La
mul -estra ficación está picamente mediada por la siembra de árboles de diferente porte, arquitectura y
hábitos de crecimiento, así como por la inclusión o regeneración natural de especies arbus vas y la no
remoción de epífitas en los árboles. En general, recrear hábitats más complejos permite tener
comunidades faunís cas estructuralmente más complejas.

Adicional a la implementación de buenas prác cas de manejo en los agroecosistemas a nivel local, la
inclusión de prác cas a nivel de cuenca, región o paisaje ene efectos posi vos deseados en la comunidad
de aves. La composición y estructura del paisaje puede profundamente afectar la sostenibilidad y uso de
los hábitats (Tscharntke et al., 2008), e inves gaciones previas han demostrado que los atributos del
paisaje influyen en la composición y abundancia de las comunidades de aves tanto residentes como
migratorias (Restrepo & Gómez, 1998; Renjifo, 1999, 2001; Colorado & Rodewald, 2015).

Adicionalmente, el contexto de paisaje puede


afectar los requerimientos de hábitat local (e.g.
cobertura de dosel), la sensibilidad al área, y las
respuestas demográficas a condiciones ambientales
(Rodewald & Yahner 2001; Rodewald, 2003).
Debido a esto, las diferencias en composición,
abundancia y densidades de aves en diferentes
paisajes con agroecosistemas pueden no sólo surgir
por diferencias a nivel de parche y de hábitat, sino
también por la influencia del contexto de paisaje
(e.g. nivel de conec vidad entre hábitats y can dad
de cobertura boscosa dentro del paisaje). Esto
puede tener consecuencias muy importantes para
la conservación de la biodiversidad dado que
agroecosistemas inmersos en paisajes más Tangara dorada (Tangara arthus)
degradados y fragmentados pueden necesitar la

33
implementación de prác cas de manejo más intensivas (e.g. mayor densidad de sombrío) que aquellas en
regiones con paisajes más boscosos y menos fragmentados. Tener en consideración el contexto de paisaje,
por tanto, es necesario para desarrollar lineamientos efec vos de manejo para la conservación de los
hábitats de aves.

Por su parte, la heterogeneidad de hábitats (i.e. número y diversidad de hábitats presente en un paisaje) a
nivel de cuenca o de paisaje ene un efecto posi vo en la avifauna. En este sen do, el promover paisajes
más heterogéneos en los cuales se conjuguen coberturas naturales con agroecosistemas amigables con las
aves puede incrementar la riqueza de la comunidad de aves (Tejeda-Cruz & Sutherland, 2004; Colorado &
Rodewald, 2015).

Finalmente, la reducción en el uso de agroquímicos ene un efecto significa vo posi vo sobre la


comunidad de aves en agroecosistemas. Las aves son un grupo especialmente sensible a algunas de las
clases más tóxicas de plaguicidas, entre ellas, los insec cidas organofosforados y carbamatos y los
principios ac vos de los grupos de los estercíclidos (Woodbridge et al., 1995; Canavelli & Zaccagnini, 1996;
Goldstein et al., 1996, 1999; Zaccagnini, 1998, Bernardos & Zaccagnini,, 2008). Estos plaguicidas son
sumamente tóxicos para las aves y presentan un alto riesgo de mortandad en presencia de ellos (Mineau et
al. 1999, 2001), además de afectar el sistema nervioso (Bernardos & Zaccagnini, 2011). La principal vía de
ingreso de los plaguicidas al cuerpo del ave es oral, por medio de la inges ón de alimento o acicalamiento
de las plumas que han estado en contacto con el tóxico (Mineau, 2002), o por absorción a través de la piel
(Schafer et al., 1973) al tener contacto directo con el químico o al frotarse contra el follaje o superficies
contaminadas. Las aves también exponen sus patas a los plaguicidas, lo que hace que se absorban y se
liberen lentamente en el cuerpo, lo que puede llevar a una intoxicación prologada (Henderson et al., 1994).

Chirón y colaboradores (2014) estudiaron el efecto de herbicidas e insec cidas sobre comunidades de aves
en cul vos de cereal en Francia. Campos tratados con herbicidas tuvieron menos especies especialistas
que generalistas, posiblemente debido a que las especies especialistas están más expuestas que las
generalistas a cualquier perturbación directa o indirecta causada por los pes cidas en campos agrícolas y
en sus bordes. Especies generalistas de hábitat, por su parte, pueden u lizar otros hábitats de erras de
cul vo (e.g. bordes y parches de bosque) y esto parece protegerlos de los efectos más nega vos de la
intensificación de tratamientos herbicidas (Devictor et al., 2008; Pocock, 2011). Además, los herbicidas
pueden reducir los alimentos, la disponibilidad de anidación y refugio para algunas especies de aves
terrestres que se alimentan en erras de cul vo (Benton et al., 2002; Kleijn et al., 2009; Guerrero et al.,
2011). En el caso de la respuesta de la comunidad de aves a los insec cidas, en general se observa una
reducción de la disponibilidad de insectos debido a su aplicación, lo que disminuye el número de especies
de aves insec voras en las erras del cul vo (Boatman et al., 2004). No sólo las aves pueden ser afectadas
por el uso de pes cidas en cul vos. Hann et al., (2015) señalan que los herbicidas y fer lizantes pueden
afectar la disponibilidad y la calidad de las plantas hospederas de orugas, las cuales representan una fuente
importante de alimento para aves y otros grupos. Igualmente, muchos de estos insectos (e.g. lepidópteros
adultos) son responsables de la polinización de muchas especies de plantas de agroecosistemas, por lo cual
el uso de agroquímicos puede causar un impacto nega vo en la produc vidad y la diversidad del mismo del
cul vo.

34
Diversos autores (e.g. Crowder & Jabbour, 2014), proponen el sistema de control biológico como una
manera de contrarrestar o prevenir el daño a la biodiversidad causado por el uso de pes cidas, al realizar
un control de los insectos simultáneo con la conservación de la diversidad. Sin embargo, en general se ene
una comprensión limitada de las relaciones entre la biodiversidad y el control biológico en
agroecosistemas, y de los mecanismos que subyacen a estas relaciones.

Sin embargo, varias limitaciones se observan en cuanto al valor de las buenas prác cas de manejo
asociadas a las evaluaciones y estudios realizados: (1) algunas de las generalizaciones sobre el efecto
posi vo de las buenas prác cas están basadas en observaciones no sistemá cas, (2) son de po general y
poco par culares, lo cual limita su aplicabilidad en contextos heterogéneos y mega diversos como el caso
de Colombia y (3) se adolece casi en su totalidad de resultados basados en estudios experimentales y la
gran mayoría de nuestro conocimiento se basa en estudios observacionales, lo cual limita la capacidad de
asociar causalidad en los patrones ecológicos encontrados y la posibilidad de realizar inferencias a otros
sistemas y contextos y (4) la implementación de sombra en los cul vos es limitada a ciertos
agroecosistemas. Frente a esto úl mo, es importante considerar que si bien algunos agroecosistemas en
Colombia pueden albergar árboles directamente en el cul vo (e.g. café, cacao, cardamomo), una gran
proporción de estos sistemas no conservan cobertura arbórea (e.g. cereales). En este sen do, y
considerando las evidencias asociadas a la importancia del contexto de paisaje en la conservación, se
sugiere la implementación de prác cas de incremento de cobertura arbórea en lugares por fuera del
cul vo (e.g. bosques protectores, cercas vivas, franjas de árboles, barreras protectoras de cauce) que no
afecten directamente al agroecosistema. Igualmente, el fomento de la mul estra ficación con sistemas
arbus vos dentro del cul vo sin sombra puede generar un beneficio ecosistémico.

4.4. ¿Cómo evaluar las buenas prác cas agroecosistémicas?


Para evaluar el aporte y valor de los
agroecosistemas para la conservación picamente
se pueden considerar tres enfoques: un enfoque
biológico-ecológico, en el cual se intenta cuan ficar
desde atributos de diversidad de los sistemas (e.g.
riqueza de especies) hasta interacciones del sistema
biológico con diferentes variables ambientales, es
decir, un análisis ecológico. Un segundo enfoque
está relacionado con la ecología funcional, y en este
se evalúan aspectos como relaciones tróficas,
morfología y patrones alométricos, entre otros.
Finalmente, es posible considerar un enfoque
social, en el cual se intenta conjugar los intereses y
visiones de las comunidades humanas con sus
percepciones sobre la biodiversidad.

35
Sin duda, el enfoque más habitual en la literatura está relacionado con el biológico-ecológico, seguido en
una menor proporción por los enfoques funcionales y sociales, los cuales han ganado más importancia
recientemente. Debido a esto, esta sección se centrará en las evaluaciones biológicas.

Las buenas prác cas agroecosistémicas en la conservación biológica están encaminadas como fin úl mo al
incremento en el número de especies e individuos de aves y en general al mejoramiento de la diversidad.
Debido a esto, la gran mayoría de los estudios en estos sistemas están centrados en evaluar diferentes
atributos de diversidad biológica (e.g. composición, riqueza y abundancia de especies) dado que son
considerados tradicionalmente como buenos indicadores. Más allá de esto, sin embargo, las buenas
prác cas buscan mejorar las condiciones ambientales (e.g. mayor diversidad estructural y florís ca) que, a
su vez, provean (1) refugio, (2) lugares de anidamiento, (3) alimento y (4) movilidad entre hábitats y en el
paisaje. Desafortunadamente, pocos estudios han abordado la evaluación del aporte de los
agroecosistemas desde estos aspectos y se han centrado en la evaluación de atributos de diversidad.
Centrado en estos cuatro puntos, las evaluaciones del efecto de estas prác cas agroecosistémicas
deberían estar dirigidas a cuan ficar en qué medida estas condiciones ambientales se crean, sos enen y
mejoran en el empo.
Parte de la respuesta al porqué picamente solo se
evalúa y compara la composición y riqueza de estas
comunidades radica en que la cuan ficación de
otros atributos puede ser más compleja,
demandante de empo y económicamente
limitada. Realizar es maciones precisas de la
disponibilidad espacial y temporal de alimento en
un agroecosistema, de la condición corporal de las
aves o estudios de biología reproduc va,
demandan empo y recursos. Adicionalmente,
pueden requerir análisis más detallados y
elaborados.

Muchos aspectos de los muestreos pueden


influenciar los resultados obtenidos al tratar de
cuan ficar el efecto de las buenas prác cas
agroecosistémicas sobre la diversidad de aves. El
tamaño de las unidades de muestreo y su ubicación
espacial, la influencia de los hábitats adyacentes,
entre otros, pueden generar preocupación al
momento de estas valoraciones. Sin embargo, la
intención de la mayoría de estas evaluaciones es a
nivel compara vo y la búsqueda de patrones o
Cafetal en el corregimiento de Felidia, Valle del Cauca. tendencias que aporten al conocimiento de estos
sistemas y su rela vo aporte a la conservación.

36
Adicionalmente, se intenta generar información a largo plazo que permita tomar decisiones de manejo
confiables.

Con todo esto, la evaluación de las buenas prác cas debe tener como eje central el conocimiento del
hábitat (i.e. cuan ficación de variables de hábitat o ambientales) y el conocimiento de las especies o
grupos de especies que los habitan y usan.

4.5. Cuan ficación de variables de hábitat o ambientales.


Dependiendo de la orientación del estudio, las preguntas y los obje vos de la inves gación, los métodos de
muestreo de aves deben ser ajustados lo mejor posibles. En principio, debe considerarse si se busca generar
información sobre una especie en par cular y sus poblaciones o la inves gación es de carácter comunitario.
Seguidamente, se debe considerar si se requiere una metodología única y par cular o, por el contrario, el uso de
metodologías complementarias (e.g. redes de niebla con censos). En este sen do, es ideal tener buenos
tamaños muestrales, en par cular si se van a realizar cuan ficaciones demográficas (e.g. densidades rela vas),
las cuales requieren múl ples observaciones. Para esto generalmente es más apropiado el uso de técnicas de
observación directa como puntos de muestreo o transectos de observación. La decisión entre puntos o
transectos está mediada por diferentes factores, incluyendo accesibilidad y tamaño de los si os de muestreo
(e.g. Sutherland 2000). En general se acepta que, independientemente del po de muestreo en campo, la
distribución de los puntos o transectos debe tener algún criterio al azar (e.g. totalmente al azar, sistemá co al
azar), con restricciones que estos queden a una distancia mínima en la cual se evite el reconteo de aves (e.g. más
de 200 m entre puntos o transectos).

37
Debido a los problemas asociados a la detectabilidad de las especies, es ideal considerar corregir por ésta
empleando métodos de muestreo basados en distancia. Diferentes paquetes diseñados para realizar
es maciones de abundancias y densidades realizan esta corrección calculando la probabilidad de
detección (e.g. programa Distance). Sin embargo, estos programas en general requieren una gran can dad
de datos y requieren múl ples detecciones de la especie o especies en estudio (alrededor de 60 registros
de una especie) para obtener es maciones confiables con límites de confianza aceptables. En muchos
casos, también es deseable considerar métodos basados en la ocupación de los hábitats (i.e.
modelamiento de ocupación). La premisa principal está relacionada con que, dado que las es maciones de
abundancia pueden ser en muchos casos imprecisas y demandantes de empo, es posible que sea más
informa vo conocer cuáles si os están ocupados que el conocer cuántas aves hay en un si o en par cular.

Tucancito rabirrojo (Aulacorhynchus haematopygus) Reinita acuá ca (Parkesia noveboracensis)

Si la intención del muestreo es obtener información más par cular sobre ecofisiología o variables
demográficas como natalidad o supervivencia en las aves, es necesario incluir métodos de captura. Las
redes permiten no sólo obtener información muy ú l puntual sobre las aves capturadas (e.g. sexo, edad,
condición sanitaria, colecta de material para análisis), sino que también permiten la marcación individual
de las aves. La marcación, a su vez, permite la iden ficación posterior lo cual genera una base de datos o
historial de capturas y recapturas que por diferentes métodos matemá cos permite es maciones
demográficas.

Finalmente, es necesario en lo posible controlar diferentes factores que picamente son di ciles de
cuan ficar. Por ejemplo, los si os de estudio deben encontrarse en alturas sobre el nivel del mar que no
sean demasiado contrastante, idealmente en un rango no mayor a 400 m de diferencia. Igualmente, es
ideal que los observadores tengan niveles similares de entrenamiento en la iden ficación de las aves y los
protocolos a emplear para disminuir sesgos por la experiencia de los mismos al momento de hacer
iden ficaciones y cuan ficaciones.

38
4.6. ¿Qué consideraciones se deben tener?

Como se mencionó anteriormente, el uso de atributos de diversidad biológica (e.g. composición, riqueza,
diversidad) como indicadores de cambios en las comunidades de aves es común en la inves gación. En este
sen do, es importante considerar que todos estos atributos son evaluados a par r de indicadores, los
cuales están altamente influenciados por el empo de observación, la escala temporal y geográfica y los
observadores, entre otros factores. Debido a esto, es necesario disminuir al máximo este sesgo. Una de las
alterna vas es evitar realizar comparaciones directas y emplear técnicas de aleatorización que permitan
disminuir estos sesgos. El uso de curvas de rarefacción de especies con intervalos de confianza son
recomendados en estos casos.

En este sen do, por ejemplo, la edad de


establecimiento del agroecosistema así como la
historia del mismo son factores determinantes y de
interés en la cuan ficación de la diversidad en un
si o. Tanto en zonas templadas como en tropicales
se ha evidenciado que el establecimiento de un
agroecosistema en un área anteriormente con un
uso de suelo de uso más intensivo (e.g. pas zales,
monocul vos herbáceos) puede generar un cambio
abrupto en la diversidad de especies en el periodo
subsiguiente al establecimiento del sistema (e.g.
Mcadam et al. 2007). Por esto, la cuan ficación de
la edad del sistema así como el conocimiento del
uso del suelo anterior a la evaluación toma Finca ganadera con cercos vivos. La Lajita, Valle del Cauca
importancia en la medición de los atributos
biológicos.

En el caso de la agroforestería, es importante al momento de realizar es maciones poder capturar un rango


amplio de densidades de sombrío, desde sistemas con densidad baja de árboles hasta plantaciones con
alta densidad de árboles de sombrío. En general, los rangos viables de densidad de sombrío para el café
oscilan entre 30% y 70 % (Beer et al. 1998). Igualmente, es ideal que las fincas o si os de muestreo tengan
áreas que permitan la ubicación fácil y confiable de los puntos de muestreo (e.g. 2-5 ha de agroecosistema).

La pseudoreplicación o la falta de repe ciones en los muestreos son problemas comunes en análisis
compara vos. Sin replicaciones, las comparaciones en el empo y el espacio adolecen de peso estadís co.
Tener un mínimo de tres localidades por tratamiento puede asegurar es maciones con un mayor poder
estadís co.

39
La calidad de hábitat generalmente ha sido medida con indicadores y mediciones indirectas (e.g. condición
corporal de aves). Mediciones más directas deben ser implementadas, como por ejemplo la cuan ficación
de la disponibilidad de alimento para las aves que picamente está asociada a artrópodos en diferentes
fases. Idealmente, pueden incluirse mediciones de contenido estomacal en las aves vivas, lo cual
representa una técnica invasiva que debe manejarse con mucho cuidado y exper cia, pero que puede
arrojar resultados más precisos.

La mayoría de las evaluaciones de agroecosistemas adolecen de un componente regional o de paisaje que


permita responder preguntar relevantes en la ecología del paisaje (e.g ¿Cuál es la disponibilidad de
especies en el paisaje para colonizar un sistema? ¿Cuál es la can dad de bosque disponible en el paisaje?).
Debido a esto, las diferencias en diversidad y estructura de las comunidades de aves en diferentes
agroecosistemas pueden surgir por diferencias no sólo en variabilidad estructural y florís ca del sistema,
sino también por la variación en la disponibilidad y calidad de la matriz de paisaje. El incluir un rango amplio
de contextos de paisaje (i.e. diferentes niveles de cobertura boscosa en la matriz) permite, por tanto,
captar mejor la variabilidad inherente a esta. Si se considera la alta diversidad tanto biológica como
geográfica y climá ca de un país como Colombia, este conocimiento puede mejorar la calidad de la
información recopilada y la precisión de las comparaciones realizadas entre sistemas.

La guacharaca colombiana (Ortalis columbiana) visita


Reinita del Canadá (Cardellina canadensis)
guaduales y cafetales con frecuencia.

4.7. ¿Cuándo y qué tan frecuente hacer estas evaluaciones?


Si se considera incluir en la inves gación la comunidad de aves migratorias en los muestreos, es ideal tener
en cuenta la temporada en la cual las aves migratorias se encuentren en cada región. Por ejemplo, si el
interés es inves gar aves empleando sus hábitats de invierno, se recomienda para la región andina de
Colombia salir a campo durante meses de octubre a febrero - idealmente de noviembre a enero - con el fin
de disminuir el riesgo de muestrear aves que estén en movimiento migratorio.

40
Debido a los regímenes de precipitación marcados en Colombia (i.e. temporada seca y lluviosa), es
importante tener en cuenta esta variabilidad. Las aves responden diferencialmente a dicha temporalidad y,
por tanto, esto se ve reflejado en los muestreos. El no incluir este aspecto puede generar sesgos
importantes en las evaluaciones. Si el interés mismo de la evaluación no está relacionado con la
variabilidad estacional, los muestreos deben concentrarse en una sola época. En caso que los muestreos
hayan sido realizados en temporadas contrastantes, es necesario corregir por dicho sesgo.

4.8. Conclusiones y recomendaciones

Una buena proporción de los cambios en las


coberturas naturales en Colombia está asociada al
establecimiento de sistemas produc vos como los
agroecosistemas (E er 2006). Estos han sido
considerados como hábitat para aves y en general
para el mantenimiento de la biodiversidad,
representando una interesante oportunidad para la
conservación. Esto es más relevante aún si se
considera que la disminución de las poblaciones de
aves tanto residentes como migratorias es
frecuentemente atribuida a la degradación de
hábitat y la deforestación (Terborgh 1980; Holmes
& Sherry, 1988; Faaborg & Aredendt 1989; Robbins
et al. 1989; Rappole & MacDonald, 1994). La Pinzón collarejo (Arremon brunneinucha) en cafetal
información presentada en este capítulo muestra
un incremento en el interés y los esfuerzos por
estudiar el aporte de los agroecosistemas a la conservación de las aves. Sin embargo, también se
evidencian grandes vacíos en la comprensión de la sensibilidad de las aves a los grandes cambios en la
cobertura de suelo, en par cular de las migratorias (Colorado, 2011).

Recientes estudios evidencian que la calidad de los hábitats en los cuarteles de invierno puede afectar
profundamente a las aves, par cularmente las migratorias (Sherry & Holmes, 1996; Marra et al., 1998;
Marra & Holmes, 2001; Studds & Marra, 2005; Bakermans et al. 2011; Colorado, 2011). En par cular, estas
inves gaciones han relacionado la disminución de las poblaciones de aves migratorias a la disponibilidad
de alimentos y a la reducción de la heterogeneidad del hábitat. Si bien varios estudios han abordado el
efecto de la estructura del hábitat en las aves, muy pocos estudios han evaluado la calidad de hábitat de los
agroecosistemas y su relación con el sostenimiento de las comunidades de aves allí presentes. Aspectos
como disponibilidad de alimento, movilidad y si os de reproducción son todavía poco conocidos.
Igualmente, las especies exó cas son aun ampliamente usadas en los agroecosistemas para suplir
necesidades de madera, alimentos y combus ble en muchas partes del mundo.

41
La falta de información sobre el beneficio de especies na vas y la falta de disponibilidad de material de
siembra a menudo se convierten en un obstáculo para la selección de especies na vas en sistemas
agrícolas con buenas prác cas de manejo y en la restauración en proyectos forestales (Jose, 2012). A pesar
de un conocimiento rela vamente bueno sobre las diversas prác cas de manejo benéficas para las aves y la
biodiversidad en general, pocas han sido realmente evaluadas y el número de estudios es aún limitado. Del
grupo de buenas prác cas de manejo para las aves, el manejo de la cobertura arbórea, la
mul estra ficación, la conec vidad estructural y la heterogeneidad de hábitats han sido las variables
comúnmente evaluadas. Dentro de estas, son contados los estudios que evalúen el efecto real de la
conec vidad del paisaje o la heterogeneidad espacial sobre las comunidades de aves.

Por otro lado, la conversión de la matriz de paisaje de una mayor a menor calidad asociada a la
fragmentación y degradación de las coberturas presentes en ella ene un efecto nega vo en las aves
(Rappole & MacDonald 1994; Wunderle & La a 1996; Jhonson & Sherry 2001; Carlo, et al., 2004). A pesar
de esto, la mayoría de las evaluaciones de las buenas prác cas de manejo agroecosistémico adolecen de
incluir la escala de paisaje y, por tanto, es necesario a futuro incluir el componente mul escala en las
inves gaciones. Al momento de cuan ficar este componente, será posible evaluar con mayor precisión las
interacciones entre el manejo local (i.e. manipulación de la cobertura de árboles de sombrío dentro de las
fincas, mejoramiento de la complejidad estructural) y el contexto de paisaje (i.e. cobertura boscosa dentro
del paisaje que las rodea) lo cual, a su vez, permi rá obtener lineamientos más precisos de manejo.

Si bien el incremento en la complejidad estructural (e.g. densidad y riqueza de árboles en los


agroecosistemas, estra ficación) parece tener un efecto posi vo en la diversidad de aves, el conocimiento
sobre los niveles óp mos a los cuáles deben realizarse estas prác cas es aun limitado. Por ejemplo, los
niveles óp mos de sombra para mantener una comunidad de aves pueden depender, entre otras cosas, del
po de comunidad de aves a conservar y el contexto de paisaje. Adicionalmente, se debe balancear con la
produc vidad misma del cul vo. Virtualmente todos los estudios publicados sobre los agroecosistemas y
las aves, con contadas excepciones, carecen de un componente experimental, estando limitados a la
observación. Dado que es necesario conocer con urgencia los mecanismos detrás de la pérdida de
especies, así como las variables ambientales que promueven la conservación de aves en agroecosistemas,
estudios experimentales con un diseño idealmente mul escala son altamente prioritarios.

Finalmente, es importante considerar que la


implementación de buenas prác cas
agroecosistémicas y su consiguiente mejoramiento
en la biodiversidad ene un efecto en general sobre
el mejoramiento de las condiciones del hábitat.
Mejores condiciones para el mantenimiento de las
especies de fauna y flora y sus interacciones se
revierten en sistemas más estables que pueden
ofrecer servicios ecosistémicos de regreso y el
mejoramiento de las condiciones de producción de
los sistemas.
Reinita alidorada (Vermivora chrysoptera)

42
VALORACIÓN ECONÓMICA DE LAS BUENAS
5. PRÁCTICAS IMPLEMENTADAS EN
AGROECOSISTEMAS

Por Melissa Quintero López

¿Cómo un productor puede beneficiarse al implementar buenas prác cas de manejo en su


agroecosistema? En este capítulo abordaremos este interrogante a par r de los métodos que propone la
economía ambiental para valorar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Se mostrará al productor
cómo puede verse beneficiado por los servicios ecosistémicos que ofrece su finca y cómo una buena
prác ca que promueva la conservación de estos servicios, no solo favorece los ecosistemas sino que
también puede contribuir al mejoramiento de su calidad de vida.

Las herramientas desarrolladas por la economía ambiental son muchas y su exposición es extensa. En este
capítulo pretendemos abordar rápidamente las principales herramientas que le permitan al productor
adentrarse en estos temas y u lizar estas herramientas para valorar los servicios de su agroecosistema. A
con nuación mostraremos rápidamente que existen tres puntos de vista principales sobre la valoración de
ecosistemas, un punto de vista que propone que es válido valorarlos económicamente, un punto de vista
que propone que se deben valorar siempre y cuando dicha valoración promueva la sostenibilidad y un
punto de vista que propone que no se debe hacer.

En este capítulo consideramos que si se debe valorar económicamente los servicios ecosistémicos de lo
agroecosistemas, pues nos brinda la posibilidad de mostrar que las acciones de conservación y las buenas
prác cas produc vas son también beneficiosas para las finanzas y calidad de vida del productor. Después
de abordar esta discusión, pasaremos a plantear algunos argumentos que jus fican la valoración
económica del medio ambiente, que son: el bienestar, la escasez y las decisiones.

Posterior a esta exposición mostraremos que la teoría económica considera dis ntos pos de valor. Los
servicios ecosistémicos pueden ser valorados por las personas por su uso directo, su uso indirecto, la
opción de usarlos, la opción de que otros los usen, entre otros. En seguida procedemos a exponer cómo
esos valores pueden ser expresados en unidades monetarias, explicaremos que existen diferentes
medidas, pero que las más prác cas son la disponibilidad a pagar y la disponibilidad a aceptar.

Después de hacer esta exposición podemos proceder a exponer los métodos de valoración económica
ambiental. Se exponen los principales métodos, a saber, los métodos de mercados directos, los métodos de
mercados indirectos y los métodos de preferencias declaradas. Con nuamos con la exposición del análisis
costo beneficio, que es un método de evaluación económica muy ú l para complementar los métodos de
valoración económica. Finalmente se exponen tres ejemplos en los que se ven aplicadas todas estas
herramientas y se presenta una reflexión del capítulo. Para hacer ágil la lectura hemos decidido obviar las
diferentes citas de literatura pero en la lista final de referencias bibliográficas se incluyen las usadas en este
capítulo.

43
5.1. Posiciones sobre el valor de los ecosistemas
Asignar un valor económico a un ecosistema o no hacerlo depende de cómo se posicionen los ecosistemas
frente al hombre y cuál sea el centro del valor. A con nuación se revisarán brevemente tres posiciones; el
biocentrismo, el antropocentrismo y el desarrollo sostenible, que proponen perspec vas dis ntas sobre
ello. Veremos que dos de estas posiciones están de acuerdo con valorar económicamente los ecosistemas,
mientras que la posición restante considera que no debe hacerse. En la Tabla 1 se muestran sus principales
postulados:
Tabla 1. Principales posiciones sobre el valor de los ecosistemas
¿Cuál es el centro
Posición Postulados
del valor?
· Todos los seres vivos enen un valor intrínseco, el hecho de
que ocupen un lugar en la erra les otorga un valor per se .
Biocentrismo

· Se fundamenta en la teoría evolu va que plantea, entre otras


El mundo
cosas, que las otras especies son como hermanas con las que se
biológico
comparte la estructura, función y origen biológico.
· No está de acuerdo con asignar valores económicos a los
ecosistemas.
· Los servicios de los ecosistemas adquieren valor en cuanto
son ú les para el ser humano.
Antropocentrismo

· Los servicios de los ecosistemas proporcionan bienestar al


ser humano, por tanto, este les asigna valores instrumentales e
El ser humano intrínsecos, que se fundamentan en argumentos materiales y
espirituales.
· Está de acuerdo con la valoración económica de ecosistemas
como medio para iden ficar cuánto valoran los seres humanos el
bienestar que ob enen de ellos.
· Asignar valores a los servicios de los ecosistemas se traduce
en un problema de escasez rela va, es decir, en un problema de
definir cómo asegurar un uso adecuado de los ecosistemas, que
dependiendo de la definición de desarrollo sostenible, garan ce:
Desarrollo sostenible

Depende del
o La capacidad del planeta para mantener la vida y la capacidad
grado de escasez
de regeneración de los ecosistemas y ciclos naturales.
de los recursos y
o Un nivel de vida adecuado para las generaciones futuras.
la definición de
desarrollo o Un nivel de vida adecuado para las generaciones presentes.
sostenible. o Una relación entre las necesidades sociales, el bienestar y las
oportunidades económicas con los límites ambientales de los
sistemas de soporte.
· Está de acuerdo con valorar económicamente los
ecosistemas en tanto esto sirva para lograr la sostenibilidad.

44
De las tres posiciones que se recogen en la Tabla 1, el antropocentrismo es la posición compa ble con la
asignación de valores económicos a los ecosistemas y es en la que se cimienta la economía ambiental. Al
centrar al hombre como eje del valor posiciona los ecosistemas como valiosos en tanto son ú les para el
hombre y jus fica la asignación de valores económicos como necesaria para resaltar esa u lidad. El
desarrollo sostenible también defiende la asignación de valores económicos a los ecosistemas, pero el
desarrollo de la economía ambiental se cimienta es el antropocentrismo. En consecuencia, este capítulo,
que pretende abordar mediante la valoración económica ambiental cómo los productores se pueden
beneficiar económicamente cuando implementan buenas prác cas de manejo, seguirá la posición del
antropocentrismo.

Antes de con nuar es importante recordar que los agroecosistemas al igual que los ecosistemas naturales
proveen beneficios al hombre y por tanto, dichos beneficios también son llamados servicios ecosistémicos.
La diferencia entre los servicios ecosistémicos que brinda un ecosistema natural y un agroecosistema
radica en que el segundo ha sido creado por el hombre con un propósito claro, a saber, la provisión de
alimentos, la producción de madera, fibra, entre otros productos naturales, y por esta razón, los servicios
ecosistémicos proveídos por un agroecosistema son principalmente servicios que proporcionan beneficios
a los procesos de producción primaria.

5.2 ¿Por qué valorar económicamente los ecosistemas?


Ahora sabemos que existen dis ntas posiciones sobre la asignación de valores económicos a los
ecosistemas y que el antropocentrismo es la posición compa ble con ello. Enseguida abordaremos un
interrogante de gran interés y es el ¿por qué valorar? Usaremos tres argumentos fuertes que postula la
economía ambiental para jus ficar la valoración económica de los ecosistemas, que aplican igualmente
para agroecosistemas, que son: el bienestar, la escasez, y las decisiones.

5.2.1 El bienestar
Antes de abordar por qué valorar económicamente
los ecosistemas desde la perspec va del bienestar,
es necesario definir ¿qué es bienestar? La economía
del bienestar, rama de la economía que estudia la
asignación eficiente de los recursos en términos de
equidad y las polí cas que son necesarias para
lograr mejores asignaciones, ha definido el
bienestar de dis ntas maneras. Una de ellas, es
definir el bienestar en términos de sa sfacción de
necesidades, de esta forma se define el bienestar
como la saciedad que experimenta una persona al
suplir todas sus necesidades, tanto fisiológicas
como psicológicas y la expecta va de que podrá
hacerlo en un futuro.

45
Contar con una buena nutrición, tener una vida digna, gozar de buena salud, tener acceso a la educación,
alcanzar la autorrealización, tener un empleo valorado, entre otros, son factores fundamentales para el
bienestar de una persona. Definido pues el bienestar es posible abordar por qué valorar económicamente
desde esta perspec va.

La razón que plantea el bienestar a este interrogante es que las funciones, bienes y servicios que prestan los
agroecosistemas se traducen en bienestar para las personas y por consiguiente son valorados por estas
mismas personas. Por tal mo vo, la economía ambiental argumenta que es necesario contar con un
indicador de cuán valorados son los servicios y funciones que prestan los agroecosistemas, que permita
comparar el bienestar que producen dichos servicios y funciones con el bienestar que producen otros
bienes. Y que mejor indicador que el dinero, que permite expresarlos en un denominador común que
posibilita hacer las comparaciones.

El bienestar es la sensación que


experimenta una persona al ver todas
sus necesidades siológicas y
psicológicas satisfechas, en el
presente y probablemente a futuro.

En la misma línea, el bienestar de una persona


puede verse afectado de forma nega va o posi va
por cambios en la oferta y calidad de servicios y
funciones que prestan los agroecosistemas. Dichos
cambios en el bienestar de una persona se traducen
en costos o beneficios sociales que deben ser
expresados en términos de un denominador
común, es decir, en dinero que permita
compararlos.

Finalmente, el bienestar también puede verse afectado por externalidades que producen cambios en los
oferta y calidad de servicios y funciones prestados por los agroecosistemas, y como se explicó en el párrafo
anterior, dichos cambios se traducen en costos o beneficios sociales que deben ser expresados en dinero.
Las externalidades, que no habíamos definido antes, son un concepto muy usado en economía ambiental y
en la economía del bienestar, estas se originan cuando las acciones de una persona afectan a otras
personas, y en términos de beneficios y costos, se pueden entender como un costo o beneficio adicional
que no es asumido por quién lo genera.

Un ejemplo que nos puede ayudar a comprender las externalidades es el del servicio de transporte. El
servicio de transporte genera un bien (el desplazamiento de una persona de un lugar a otro), al empo que
genera eventos externos de diferente po (económicos, ambientales y sociales).

46
Para quien presta el servicio, el costo del servicio es el de la gasolina, el vehículo y los impuestos, no
obstante para la sociedad el costo es otro. Para la sociedad el costo no es únicamente el de la gasolina y el
del vehículo, sino también el costo de la contaminación que genera el vehículo, que puede ser audi va, del
aire o de las fuentes hídricas, entre otras, así como los efectos en la salud humana. Por tanto, se dice que el
costo derivado del transporte que ene que asumir la sociedad es una externalidad.

Ilustración 1 Externalidad del transporte

Las externalidades crean diferencias entre los costos privados y los costos sociales, los precios que se
cobran por los servicios de transporte son más bajos que en lo que en realidad serían, si el valor de la
externalidad fuera asumido por quién la emite. La existencia de una externalidad conlleva a la asignación
ineficiente de un recurso y a la pérdida de bienestar.

5.2.2 La escasez

La economía es definida por muchos como una ciencia que estudia cómo las sociedades administran sus
recursos que son escasos. El termino escasez es pues muy importante para la ciencia económica y hace
referencia al carácter limitado de los recursos de una sociedad, al hecho de que una sociedad no pueda
proporcionar a todas las personas el máximo nivel de vida al que cada uno aspira. Y ¿qué ene que ver esto
con la valoración económica de los agroecosistemas? Pues que la valoración económica de ecosistemas y
agroecosistemas ofrece a la sociedad información sobre el nivel rela vo de escasez. La valoración
económica de ecosistemas puede mostrar a la sociedad cuán escasos son los servicios y funciones que
prestan los ecosistemas y que esa escasez acarrea costos de oportunidad para la sociedad.

47
Los costos de oportunidad se definen como aquellos a los que se debe renunciar para conseguir lo que se
desea, o como aquellos que se deben sacrificar con el obje vo de obtener algo. Veamos un ejemplo para
comprender mejor esto: la escasez de servicios de base en un agroecosistema, como puede ser la
formación del suelo y el ciclo de nutrientes, acarrea costos de oportunidad para el productor, puesto que
este debe inver r dinero en fer lizantes y empo en su aplicación que podría haber inver do en otras
labores de la finca que le generaran ingresos.

5.2.3 Las decisiones

Relacionado con la escasez y el estudio de cómo las sociedades administran sus recursos escasos están las
decisiones que toman las personas. Los bienes y servicios son asignados en una sociedad de acuerdo con
las decisiones conjuntas de todas las personas que la componen, las decisiones de unas personas sobre la
can dad de dinero ahorrado posibilitan la disponibilidad de crédito para otras, las decisiones de compra
determinan lo que se produce en la sociedad, etc. Por esta razón, la economía también estudia las
decisiones que toman los individuos de la sociedad sobre sus recursos, que como ya sabemos, son escasos.
Detrás de esas decisiones, privadas y sociales, hay una valoración entre las diferentes alterna vas, una
persona que decide comprar una blusa roja en vez de una amarilla lo hace porque valora más la blusa roja.
En el caso de los ecosistemas, un ejemplo puede ser la decisión sobre la can dad de agua de buena calidad,
una sociedad puede decidir tener una mayor calidad de agua en vez de una mayor extracción de oro, esta
decisión viene precedida de una valoración entre la calidad del agua y la can dad de extracción de oro.
Si bien cada vez que se toman decisiones se realizan valoraciones, entonces ¿por qué no conocer dichas
valoraciones y expresarlas en términos monetarios? Esta es la posición de la economía ambiental “Dado
que la valoración se da, mejor conocerla”.

5.3. EL valor económico


5.3.1 Tipos de valor económico

Es común confundir el valor de algo con su precio, pero ambos términos hacen referencia a cues ones
dis ntas. El precio hace referencia a la can dad de unidades monetarias (pesos, dólares, euros) que se
pagan por un bien determinado y es producto del equilibrio entre ofertantes y demandantes en el
mercado, mientras que el valor se relaciona con la u lidad o beneficio que se ob ene de las caracterís cas
de un objeto o servicio. La valoración económica considera que existen diversos pos de valor económico
que pueden ser asignados a los servicios y funciones que prestan los ecosistemas y agroecosistemas.

La utilidad es un término bastante subjetivo que


se relaciona con la capacidad de un bien para
satisfacer una necesidad humana.

48
Existen dos pos de valores económicos generales, a saber, el valor de uso y el valor de no uso, y varios pos
de valores que se derivan de estos. Del valor de uso se deriva el valor de uso directo, el valor de uso
indirecto y el valor de opción. Del valor de no uso se derivan el valor de existencia, el valor de legado y el
valor altruista. En Figura 1 se puede observar la clasificación de los pos de valor que son asignados a los
ecosistemas y agroecosistemas con su respec va explicación.

El valor se relaciona con la utilidad o bene cio que se obtiene de las características de un
bien o servicio.

Cuando se quiere valorar una función o servicio de un agroecosistema es necesario definir qué po de valor
económico será tenido en cuenta. Se puede hacer una valoración económica total, en la que se tenga en
cuenta todos los pos de valor económico (los valores de uso y los de no uso), como también se puede
valorar solo uno o un par de estos valores. En las siguientes secciones veremos que los dis ntos métodos de
valoración económica de ecosistemas captan diversos pos de valores, y por ello, es fundamental
determinar qué po o pos de valor económico se quieren captar para así decidir cuál método puede ser el
más adecuado. Cuando se quieren medir valores de no uso, por ejemplo, no se pueden usar todos los
métodos, estos valores son los más di ciles de medir puesto que están asociados con propiedades
morales, religiosas, culturales, esté cas, entre otras, que no están relacionadas con los mercados, sino con
percepciones o apreciaciones personales.

5.3.2 ¿Cómo se expresan los valores económicos en unidades monetarias?


Hasta aquí hemos visto tres cues ones importantes en términos de valoración económica de ecosistemas y
agroecosistemas; la visión que propone que los ecosistemas se pueden valorar, tres razones de peso para
hacerlo y los dis ntos valores económicos que pueden ser asignados a los servicios que prestan. A
con nuación abordamos cómo esos valores económicos pueden ser traducidos en unidades monetarias.

Una forma de expresar los valores económicos en unidades monetarias es a través de la rentabilidad. Como
se mencionó en la sección de 5.2. los cambios en la oferta y calidad de servicios y funciones que prestan los
ecosistemas se traducen en cambios o afectaciones, tanto posi vas como nega vas, en el bienestar de una
persona. Estos cambios o afectaciones, en el caso de algunos servicios ecosistémicos, pueden interpretarse
como cambios en la rentabilidad, que puede verse como una forma de expresar su valor económico en
unidades monetarias.

Un ejemplo que nos puede mostrar esto, es el de una mejora en la calidad del agua. Una empresa que use
agua como insumo se ve afectada posi vamente cuando hay una mejora en la calidad del agua, puesto que
los costos de tratamiento del agua son más bajos y la calidad de los productos que ofrece mejora. No
obstante, no todos los cambios en la oferta y calidad de servicios ecosistémicos pueden analizarse como
cambios en la rentabilidad, puesto que no todos los servicios ecosistémicos son usados en la producción de
bienes con mercado.

49
50
Figura 1 Tipos de valores económicos

VALORES ECONÓMICOS

Valores de uso Valores de no uso

Uso actual Valor de la opción Valores filantrópicos Altruismoa la Biodiversidad

Uso directo Uso indirecto Valor del legado Valor altruista Valor de existencia

Consumo No consumo

Control de plagas, Sa sfacción derivada Sa sfacción derivada Sa sfacción


Recreación,
Cul vos, ganadería, polinización, Uso futuro de los del saber que las del saber que otras derivada del saber
espiritual/cultural,
pesca, alimentos regulación de agua beneficios generaciones futuras personas enen que existen
bienestar,
silvestres, la y purificación, conocidos y tendrán acceso a los acceso a los especies o
inves gación,
acuicultura fer lidad de los desconocidos. beneficios de la beneficios de la ecosistemas.
educacion.
suelos. naturaleza. naturaleza.
La clave para expresar el valor económico de un bien ambiental en unidades monetarias,
según la economía ambiental, reside en capturar los cambios o afectaciones en el
bienestar de una persona o la sociedad de forma monetaria.

Para ello, han sido diseñados varias medidas, entre esas, el excedente del consumidor, la variación
compensatoria, la variación equivalente, el excedente compensatorio, y el excedente equivalente.
Medidas que son usadas teóricamente, pero que en la prác ca resultan complejas.

En lugar de usar las medidas mencionadas, en la prác ca se usan dos medidas más fáciles de interpretar; la
disponibilidad a pagar y la disponibilidad aceptar, definidas en la Tabla 2.

Tabla 2. Medidas para expresar los valores económicos en unidades monetarias

Disponibilidad a pagar Disponibilidad a aceptar

• Se define como la can dad máxima de dinero


que un individuo va a pagar a cambio de todos los
beneficios recibidos, o por recibir en un futuro,
de un bien o servicio. • Se define como la can dad mínima de
dinero que está dispuesto a recibir un
• Ofrece información sobre los juicios de valor que individuo a cambio de un bien, o por
un individuo asigna a un producto, sobre el nivel abstenerse de este.
de sa sfacción derivado del consumo de un
producto, sobre las caracterís cas que se
demandan de un producto, entre otras.

La disponibilidad a pagar y la disponibilidad a aceptar fueron diseñadas inicialmente para expresar la


valoración de bienes y servicios sin mercado en dinero, en los que se incluyen los servicios ecosistémicos.
En la actualidad la disponibilidad a pagar también se usa para valorar bienes que se transan en el mercado,
ya que ofrece información, por ejemplo, sobre el máximo precio al que un individuo estaría dispuesto a
comprar un producto en fase de desarrollo. En la próxima sección, cuando se describan los dis ntos
métodos de valoración económica de los ecosistemas y agroecosistemas, se verán dis ntas formas de
calcular estas medidas.

51
5.3.3. ¿Cómo se derivan los valores?: Métodos de valoración económica ambiental

Después de haber revisado los valores económicos y cómo se traducen en unidades monetarias podemos
pasar al tema que nos concierne y es ¿cómo podemos valorar económicamente los servicios que prestan
los agroecosistemas? La respuesta ante este interrogante es que existen diversos métodos para hacerlo, y
por ello, en este documento trataremos los métodos tradicionales propuestos por la economía ambiental.
Los métodos de valoración económica tradicionales se pueden catalogar como métodos de
mercados directos, mercados indirectos y mercados hipotéticos.
Los métodos tradicionales, congruentes con la visión antropocéntrica, buscan medir el valor que asigna el
hombre a los servicios y funciones que prestan los ecosistemas y agroecosistemas a través de mercados
directos, mercados indirectos y mercados hipoté cos. Los métodos que miden el valor a través de
mercados directos aplican para servicios ecosistémicos que cuentan con mercado, como pueden ser todos
los servicios de suministro. Los que miden el valor a través de mercados indirectos se usan para determinar
el valor que asignan las personas a un servicio ecosistémicos a través del valor que asignan a otros bienes y
servicios que están asociados o relacionados con dicho servicio. Finalmente, los métodos que usan
mercados hipoté cos simulan mercados de servicios ecosistémicos a través de encuestas.

A con nuación se exponen los dis ntos métodos que se agrupan en cada categoría, a saber, los métodos de
mercados directos, mercados indirectos y mercados hipoté cos. Como veremos, no todos los métodos
miden todos los valores de uso y no uso, cada método mide uno o varios de los pos de valor, por ello, en la
exposición de cada uno se hará mención de qué valor económico puede medir. Algunos de los métodos
expuestos pueden resultar muy efec vos para valorar servicios ecosistémicos en agroecosistemas, como
otros pueden resultar poco aplicables, en general, todos los métodos cuentan con limitaciones de dis nta
índole, por ello, se indicarán las limitaciones con las que cuentan.

Ilustración 2 Bienes de Mercado y bienes de no mercado

52
5.3.3.1 Métodos de valoración directa de mercado

Los métodos incluidos en esta categoría es man el valor económico de los servicios ecosistémicos que son
transados en los mercados a través de información de los precios, can dades y costos de insumos y bienes
finales. En esta categoría se encuentran los métodos basados en precios y los métodos basados en costos.

Métodos basados en precios. Los métodos basados en precios son los más sencillos de aplicar, pero son los
menos usados. Estos métodos valoran servicios ecosistémicos que se transan en los mercados por medio
del precio que las personas pagan por estos, por ello solo es necesario observar los precios del mercado
para obtener una es mación de la disponibilidad a pagar por estos servicios. Productos derivados de los
agroecosistemas como vegetales, frutas, granos, pescados, leña, entre otros, pueden ser valorados bajo
este método. Sin embargo, no es un método muy usado, puesto que la mayoría de servicios ecosistémicos
no son transados en los mercados y si son transados en los mercados, estos no reflejan sus verdaderos
precios debido a la existencia de externalidades y otras distorsiones. En la tabla 3 se encuentran las
ventajas y desventajas de este método.
Tabla 3. Valores, ventajas y desventajas de los métodos basados en precios

Valores que capta Ventajas Desventajas

• Cuando los mercados funcionan sin • Normalmente los mercados


• Valor de uso distorsiones, este método establece con cuentan con distorsiones, por
directo precisión la disponibilidad a pagar por un tanto, el valor real de los
bien, puesto que usa datos reales. servicios ecosistémicos no se
logra es mar adecuadamente
• Valor de uso con este método.
• Su aplicación acarrea bajo costo.
indirecto

Métodos basados en costos. Los costos en los que incurrirían las personas para prevenir, evitar, mi gar, o
sus tuir servicios que prestan los ecosistemas se pueden usar como una aproximación de su valoración.
Los métodos basados en costos buscan determinar los costos que deberían asumir las personas en caso de
que los servicios ecosistémicos estuvieran ausentes, por ejemplo, en su agroecosistema. Este po de
métodos u lizan precios de mercado del servicio analizado o de bienes y servicios relacionados con este.
Entre este po de métodos están los costos evitados, los costos de reemplazo y los costos de mi gación a
con nuación expuestos. En la tabla 4 se encuentran las ventajas y desventajas de este método.

Ÿ Costos evitados: Cambios en la calidad de un servicio ecosistémico acarrean costos para las
personas, los productores, los consumidores y la sociedad. El método de costos evitados parte de
este razonamiento, y propone que un servicio ecosistémico puede ser valorado por medio de los
costos que no deben asumir las personas por un cambio en la calidad del servicio (oferta deficiente,
agotamiento, daño, etc.), ya que este man ene su oferta y calidad.

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Para su uso es necesario tener bien definido; el servicio ecosistémico a valorar, el daño potencial
que se puede producir y el costo que implicaría evitar tal daño potencial. Veamos un ejemplo que
nos ilustre el método; en un sistema ganadero, la presencia de árboles en potreros, cercas vivas y
barreras vivas, benefician la recuperación de servicios ecosistémicos como son la formación del
suelo, los ciclos de nutrientes, el control de parásitos, entre otros. El hecho de que un productor
cuente con una buena fer lidad del suelo, gracias a la presencia de árboles, barreras y cercas vivas,
hace que este no tenga que inver r en fer lizantes, lo que repercute en un ahorro para su bolsillo. El
método de costos evitados propone que ese ahorro, que ene el productor por contar con el
servicio ecosistémico, es una forma de es mar su valor económico.

Ilustración 3 Ejemplo de costos evitados


· Costos de reemplazo: El valor económico de un servicio ecosistémico, según el método de costos de
reemplazo, es igual al costo de su res tución o sus tución por un sistema creado por el hombre que
simule su función. El valor económico de un humedal que depura aguas residuales, por ejemplo,
puede ser es mado mediante su costo de reemplazo que sería el costo de construcción y
funcionamiento de una planta de aguas residuales. La intuición detrás de este método es que al
perderse los servicios que prestaban los ecosistemas, deben buscarse mecanismos o recursos que
los sus tuyan, y ello implica un costo que antes no estaba. Para su cálculo es necesario tener bien
definido; el servicio ecosistémico a valorar, el medio alterna vo que lo puede sus tuir y el costo de
ese medio alterna vo.

· Costos de mi gación: Este método es ma el valor económico de un servicio ecosistémico usando


los costos en los que habría que incurrir para restaurar las funciones de dicho servicio. En otras
palabras, los costos de mi gar los efectos causados por la pérdida de las funciones de los
ecosistemas y agroecosistemas. Un ejemplo de este método, citado por muchos autores, son los
costos de mi gar la contaminación, la valoración de un espacio limpio puede ser valorada en
términos de lo que costaría mi gar la contaminación de ese espacio.

54
Tabla 4. Valores, ventajas y desventajas de los métodos basados en costos

Valores que capta Ventajas Desventajas

• No miden directamente la
• Valor de uso • Es más fácil es mar costos que disponibilidad a pagar, y por tanto,
directo beneficios pueden subes mar el valor del
servicio que se esté midiendo.

• Valor de uso • Están sujetos a la disponibilidad


• Su aplicación acarrea bajo costo.
indirecto de datos.

5.3.3.2 Métodos de valoración de preferencias declaradas

Si se quiere conocer la valoración que una comunidad o un individuo asigna a un servicio ecosistémico,
pues ¿por qué no preguntárselo directamente? Los métodos de preferencias declaradas funcionan bajo
este supuesto, a través de la simulación de mercados o el planteamiento de situaciones hipoté cas
relacionadas con el servicio ecosistémico que se desea medir buscan que los individuos manifiesten sus
preferencias o la valoración que enen del servicio ecosistémico en cues ón, y sus posibles variaciones en
términos de calidad o can dad.

Para ello usan técnicas de recopilación de información como encuestas, referéndum, juegos económicos,
entre otros. Estos métodos cuentan con la ventaja de medir además de los valores de uso, los valores de no
uso, ya que pueden indagar sobre aspectos intangibles y no monetarios como el valor que asignan las
personas a mejoras en los servicios ecosistémicos que benefician otras comunidades presentes y futuras
(valores altruistas, entre otros). Entre estos métodos, el más famoso es la valoración con ngente y sus
diversas variaciones.

¿Qué son las preferencias?


Son los bienes y servicios que elige una persona frente a las demás alternativas que
puede adquirir, es decir, que de acuerdo con sus ingresos está en la posibilidad de
comprar.
Valoración con ngente. A través de la pregunta directa, el método de valoración con ngente averigua las
preferencias que enen las personas sobre posibles cambios en la calidad y oferta de un servicio
ecosistémico. El método consiste en plantear a las personas una situación hipoté ca o con ngente, a
través de una encuesta en la que se produce un cambio en la calidad u oferta de un servicio ecosistémico, y
a par r de ello, preguntar sobre su reacción ante tal situación.

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En casos en los que no hay información de mercado, o información sobre las preferencias de los individuos
sobre los servicios que se desean valorar, este método es muy efec vo, por ejemplo, se puede usar para
valorar la disposición a pagar por un producto orgánico.

Tradicionalmente, en las encuestas se plantean situaciones al individuo de mejoramiento o


empeoramiento de calidad de un servicio ecosistémico, y se indaga sobre su disposición a pagar por el
mejoramiento, o su disposición a aceptar por el empeoramiento. Los datos recopilados en las encuestas
son analizados bajo modelos estadís cos complejos, donde se es ma la disposición a pagar o aceptar por
el cambio (mejoramiento o empeoramiento) en el servicio ecosistémico.

Los pasos a seguir para hacer una valoración con ngente son:

1) Iden ficar y describir las caracterís cas del servicio ecosistémico que se van a evaluar.
2) Iden ficar las personas que serán entrevistadas y realizar procedimientos de muestreo.
3) Diseñar y aplicar el cues onario.
4) Agregar las respuestas individuales para calcular los valores del grupo afectado por el cambio en el
servicio ecosistémico y analizar los resultados.

El éxito del método radica en una buena formulación de las preguntas que harán parte de las encuestas. Las
encuestas deben brindar una buena información del servicio ecosistémico a valorar y del cambio en la
calidad o can dad de este servicio (situación con ngente). Las encuestas también deben tener una muy
buena estructuración de las preguntas sobre la disposición a pagar o aceptar por la situación con ngente y
deben incluir algunas preguntas sobre las condiciones socioeconómicas del encuestado (edad, renta, nivel
educa vo, estado civil, etc.). En la tabla 5 se muestran la ventajas y desventajas de este método.

Tabla 5. Valores, ventajas y desventajas de la valoración con ngente

Valores que capta Ventajas Desventajas

• Es el único método de valoración que


• Valor de uso • Los resultados son sensibles a
permite medir los valores de no uso, como
directo muchas fuentes de sesgo.
los valores de opción y de existencia.

• Proporciona el mejor acercamiento al valor


• Valor de uso • Su aplicación acarrea altos
económico total (Puesto que capta los
indirecto costos.
valores de uso y no uso).

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Modelos de elección. Los modelos de elección son una variación de la valoración con ngente, también
u lizan situaciones hipoté cas para indagar sobre la disposición a pagar por cambios en la oferta y calidad
de un servicio ecosistémico. Pero se diferencian de la valoración con ngente en que plantean no solo una
situación hipoté ca, sino varias, con el obje vo de indagar las preferencias de las personas encuestadas
sobre diferentes atributos del servicio valorado. Estos modelos suponen que las personas demandan
bienes por las caracterís cas que estos enen, y son esas caracterís cas las que les generan u lidad y no los
bienes en sí.

Las situaciones hipoté cas se presentan en bloques de elección en los que una de las alterna vas presenta
la situación actual o status quo y las otras alterna vas presentan variaciones a esa situación actual. Dichas
variaciones recogen cambios en las caracterís cas del servicio ecosistémico valorado, con el obje vo de
estudiar cómo los atributos determinan la valoración que hacen las personas de un servicio ecosistémico y
cómo esa valoración puede cambiar en razón de cambios en uno o más atributos. Este método es también
conocido como experimentos de elección o análisis conjunto. En la tabla 6 se muestran la ventajas y
desventajas de este método.

Tabla 6. Valores, ventajas y desventajas del modelo de elección

Valores que capta Ventajas Desventajas

• Los valores de la es mación en ocasiones


resultan más bajos que los resultados de la
• Valores de uso valoración con ngente.
• Es muy ú l para valorar
ecosistemas, puesto que permite • El empo de aplicación es mayor al de la
valorar dis ntos servicios a la vez, valoración con ngente, al plantearse
y por tanto, es posible es mar el diferentes situaciones hipoté cas deben
valor monetario de cada servicio. hacerse más preguntas, y por tanto, las
• Valores de entrevistas toman mayor empo.
no uso
• Su aplicación acarrea altos costos.

5.3.3.3. Métodos de valoración de mercados indirectos o de preferencias reveladas

En esta categoría encontramos tres métodos de valoración; el método de función de producción, el


método de precios hedónicos y el método de costo de viaje. Estos métodos buscan capturar el valor
económico que asignan las personas a un servicio ecosistémico a través de sus preferencias reveladas, es
decir, a través de las opciones que eligen. Se denominan métodos indirectos porque valoran un servicio
ecosistémico a través de mercados relacionados con este. Como veremos a con nuación, el único de estos
métodos que puede usarse para valorar servicios ecosistémicos en un agroecosistema es la función de
producción, los otros dos métodos se usan para valorar servicios ecosistémicos bajo contextos dis ntos.

57
Métodos basados en la función de producción. Cuando queremos producir un determinado bien
necesitamos contar con una serie de insumos de buena calidad y en las can dades necesarias, si uno de los
insumos no ene buena calidad o no es insuficiente, la producción del bien es afectada. Los métodos
basados en la función de producción usan este razonamiento para valorar un servicio ecosistémico,
¿Cómo? En primer lugar valoran solo los servicios ecosistémicos que par cipan en la producción de bienes
y servicios, y en segundo lugar, analizan cómo el servicio ecosistémico valorado par cipa en la producción
del bien, cómo un cambio en su oferta y calidad puede afectar la producción de dicho bien.

El servicio ecosistémico se analiza entonces como un factor de producción y sus cambios en calidad y oferta
afectan la produc vidad, modificando precios y can dades producidas del bien. Para aplicar este método
es necesario conocer con exac tud cómo una cambio en la oferta y calidad del servicio ecosistémico
valorado afecta la producción del bien, que en términos formales es conocer la función dosis-respuesta o la
función de daño, que establece la relación matemá ca que determina como un grado de calidad u oferta
de un servicio ecosistémico dado repercute en la producción, o en la salud humana. A con nuación veamos
un ejemplo de cómo razona el método.

Cualquier po de producción que contamine las aguas de si os donde hay ac vidad pesquera genera una
afectación para los pescadores en términos de su produc vidad. En este caso, una legislación que prohíba
el ver miento de aguas contaminadas en la zona, va a beneficiar directamente a los pescadores, estos van a
recuperar su produc vidad o la aumentarán. Si se conociese cuánto cambiará la produc vidad de los
pescadores, entonces se podría es mar el beneficio de dicha legislación, que podría expresarse como la
valoración económica que asignan pescadores a aguas más limpias. De esta forma el conocimiento de
cómo afecta la contaminación de fuentes de agua la produc vidad pesquera, permite es mar la valoración
que asignan los pescadores, y en general, la comunidad a un mejoramiento de la calidad de esas fuentes. En
la tabla 7 se muestran la ventajas y desventajas de este método.

Tabla 7. Valores, ventajas y desventajas de los métodos basados en la función de producción

Valores que capta Ventajas Desventajas

• No es fácil establecer la relación


entre el insumo o factor de
• Brindan la posibilidad de monitorear.
producción y la produc vidad,
es decir la relación causa-efecto.
• Valor de uso
indirecto • Son muy ú les para es mar cómo la • Sin claridad sobre cómo los
deforestación, la contaminación del agua, cambios en la calidad ambiental
la destrucción de arrecifes y humedales, producen cambios en la
entre otros, afecta ac vidades produc vas producción, no se puede aplicar
como la agricultura, caza y pesca. el método.

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Método de precios hedónicos. El método de precios hedónicos, al igual que el modelo de elección, supone
que las personas demandan los bienes por sus caracterís cas y que son esas caracterís cas las que
determinan el precio de los bienes. El precio de una vivienda, por ejemplo, está determinado por cada uno
de los atributos que posee, a saber, el tamaño, el número de cuartos, el número de baños, el material de los
pisos, el estado de los techos, la cercanía a un parque o a una playa, etc. En consecuencia, cuando una
persona compra una vivienda se puede decir que está pagando por cada una de las caracterís cas que
posee, y por tanto, asigna una valoración a cada una de ellas.

El método de precios hedónicos busca determinar el valor de cada caracterís ca que compone un bien.
Para ello, examina los diversos atributos que posee el bien, recoge información sobre los precios del bien y
luego intenta es mar como esos atributos influyen el precio. Algunos servicios ecosistémicos pueden ser
analizados como atributos de un bien o servicio y de esta forma pueden ser valorados mediante el método
de precios hedónicos.

El bien de mercado más usado para este po de estudios es la vivienda, dado que este bien cuenta con
diversos atributos, entre ellos, atributos ambientales que pueden iden ficarse y cuan ficarse. Este
método es muy ú l entonces para analizar servicios ecosistémicos relacionados con las caracterís cas de
una vivienda, sin embargo, para valorar servicios en agroecosistemas es mejor usar otros métodos. En la
tabla 8 se muestran la ventajas y desventajas de este método.

59
Tabla 8. Valores, ventajas y desventajas del método de precios hedónicos

Valores que capta Ventajas Desventajas

• Es muy ú l para valorar ciertas funciones • Requiere de gran can dad de


• Valor de uso de los humedales, como son la recarga de datos y análisis estadís cos
directo aguas subterráneas, la protección contra complejos
tormentas, entre otras, dado que supone
que las funciones de los humedales se
reflejan en los precios del suelo. • Supone que las familias perciben
las diferencias en la calidad de los
servicios ecosistémicos y eligen
• Valor de uso • Los datos de venta o alquiler de sus propiedades y si os de
indirecto propiedades existen en los mercados recreación de acuerdo con ello,
y pueden ser asequibles. supuesto que a veces no se da.

Método de costo de viaje. La valoración que hacen las personas sobre los servicios que les brindan
espacios de recreación natural puede ser captada a través de sus preferencias reveladas, es decir a través
de sus elecciones. Cuando una persona elige un espacio de recreación natural está revelando su
preferencia por este lugar frente a otras alterna vas y dicha revelación nos aproxima a la valoración que
hace este individuo del servicio en cues ón. Pero ¿cómo es mar dicha valoración? El método de costos de
viaje supone que los costos económicos en los que incurre aquel individuo en términos de dinero y empo
representan el precio de acceso al mismo.

El método de costo de viaje supone que los consumidores valoran el servicio ambiental en no menos que el
precio de acceso a este, en el que se incluyen los costos directos como el transporte y los costos de
oportunidad como el empo inver do en viajar al si o. Este método es u lizado especialmente para
valorar espacios naturales que ofrecen servicios de recreación para las personas como lagos, ríos, playas,
ecosistemas marinos, bosques, parques, etc., por esta razón no es muy ú l para valorar servicios en
agroecosistemas, a menos que un productor ofrezca servicios de recreación en su finca, sin embargo, en
ese caso sería mejor emplear un método de preferencias declaradas para determinar si esos servicios serán
demandados y a qué precio. En la tabla 9 se muestran la ventajas y desventajas de este método.

60
Tabla 9. Valores, ventajas y desventajas del método de costos de viaje

Valores que capta Ventajas Desventajas


• Es una herramienta de gran importancia
• Requiere del uso de modelos
para la es mación del valor de uso de los
estadís cos complejos.
servicios provistos por espacios naturales,
en los que no sirven otros métodos.
• Requiere de la recopilación de
gran can dad de información.
• Valor de uso • Puede ser u lizado para es mar la
directo disponibilidad a pagar por el turismo • Supone que el individuo visita el
ecológico. si o con el único obje vo de
disfrutar el des no.
• Toma datos reales de lo que la gente
realiza, en vez de lo que la gente afirma
• Cuenta con supuestos restric vos.
que realiza.

5.4. Método de evaluación económica: El análisis costo beneficio (CBA)

Los métodos de valoración económica, expuestos en la sección anterior, sirven para aproximarse a los
beneficios que brindan los servicios ecosistémicos en un agroecosistema, estos métodos pueden usarse
para analizar cómo una buena prác ca de manejo puede beneficiar a un productor. Una herramienta que
sirve para completar ese estudio es el análisis costo beneficio, ya que permite comparar los costos de
implementar una buena prác ca, por ejemplo, con los beneficios que trae para el agroecosistema. En este
sen do, el análisis costo beneficio usa la información suministrada por los métodos de valoración
económica para determinar los beneficios de una decisión, es ma los costos de hacerla, y de esta forma
evalúa.

Sí un agricultor no puede aplicar los métodos expuestos en la sección pasada, ya sea porque son costosos,
requieren del uso de técnicas estadís cas complejas, o los datos no son asequibles, puede usar igualmente
el análisis costo beneficio, que permite es mar los beneficios de una decisión de una forma más sencilla.
Sin embargo, dicha es mación sencilla puede subes mar los beneficios y dar resultados nega vos para la
implementación de una buena prác ca. Veamos pues de qué se trata este método.

El análisis costo-beneficio (CBA, por sus siglas en inglés) es la principal herramienta analí ca u lizada por
los economistas para evaluar las decisiones sobre los servicios que presta un ecosistema. Este método
consiste en analizar, medir y comparar todos los beneficios (pros) y los costos (contra) de una proyecto o
decisión como se haría en cualquier empresa en la que se esté analizando ventas, ganancias, pérdidas y
costos. Pero se diferencia en que analiza bienes y servicios que no se transan en los mercados, como son los
servicios ecosistémicos y otro po de bienes.

61
Esta herramienta es muy ú l para analizar o hacer una evaluación, por ejemplo, de las buenas prác cas que
se implementen en un agroecosistema, ya que facilita la comparación de lo que cuesta implementarla con
los beneficios de hacerlo. Entre los aspectos más importantes para aplicar este método esta la
consideración temporal de los costos y beneficios, por lo general, los costos más altos se dan al iniciar y
disminuirán a lo largo del empo, mientras que los beneficios pueden verse reflejados a largo plazo. Por
esta razón, los costos y beneficios deben estar en la misma unidad de medida, se deben poner los costos y
beneficios futuros en costos y beneficios actuales, lo que en finanzas se denomina traer a valor presente.

Hay diferentes pos de análisis costo beneficio, está el ex ante, el ex post y el media res. El ex ante se realiza
antes de tomar una decisión o iniciar un proyecto, con la finalidad de comparar las dis ntas alterna vas. El
ex post es conducido cuando la decisión ya ha sido tomada o el proyecto ha finalizado, este provee
información sobre este po de decisiones. Finalmente, el media res analiza todo el proceso, desde el inicio
en que se tomó la decisión hasta sus resultados, lo que da la posibilidad de aprendizaje en la marcha y la
posibilidad de frenar el proceso en caso de que los costos excedan los beneficios.

La realización de una evaluación económica bajo el análisis costo-beneficio requiere de la consecución de


una serie de pasos, que aplican para realizar análisis ex ante, ex post y media res.

Paso 1: Especificar el conjunto de opciones para lograr el obje vo propuesto (lo que se quiere lograr con la
implementación que se haga). Deben considerarse varias alterna vas para tener puntos de comparación,
sin embargo no un número muy extenso que dificulte el análisis. Por ejemplo, si se quiere evitar la
contaminación de fuentes de agua, se pueden analizar varias alterna vas de cómo hacerlo (tratar el agua,
reducir el uso de contaminantes, etc.). Este paso aplica para análisis ex ante.
Paso 2: Definir cuáles costos y beneficios serán tenidos en cuenta. Las acciones ejecutadas pueden
beneficiar a varias personas en todas las escalas; local, nacional y global, en este sen do, se hace necesario
definir si se tendrán cuenta todas las escalas o solo a los directamente relacionados. Este paso aplica para
todos los pos de análisis.

62
Paso 3: Clasificar como costos o beneficios los dis ntos recursos necesarios, los gastos, los productos, los
bienes y servicios derivados de la implementación o decisión. Se deben iden ficar unidades de medida
para cada uno de estos que permitan comparar los resultados de cada alterna va planteada. Por ejemplo,
si se están estudiando diversas alterna vas para evitar la contaminación del agua y una de ellas es tratar el
agua, en este paso se debe clasificar como costos los recursos necesarios para montar el sistema de
tratamiento del agua, entre otros, y como beneficios lo que se espera que mejore la calidad del agua. Como
3
indicadores para este ejemplo puede pensarse en m de agua tratados como parte de los beneficios y
bultos de cemento, entre otros materiales, como parte de los costos. Este paso aplica para todos los pos
de análisis.

Paso 4: Determinar el empo de duración de la medida. Los costos y beneficios pueden reflejarse tanto en
el largo plazo como en el corto plazo, por tanto, es necesario definir ¿por cuánto empo se verán reflejados
los beneficios y costos? Esta tarea es compleja, puesto que implica hacer pronós cos de acontecimientos
futuros. Este paso aplica para todos los pos de análisis.

Paso 5: Traducir todos los costos y beneficios en dinero. Los beneficios se miden en disponibilidad a pagar,
usando los métodos de valoración económica expuestos, sin embargo, también pueden ser calculados
mediante la es mación, por ejemplo, de las ventas en caso de que estén relacionados con productos. La
es mación de costos ene en cuenta los costos de infraestructura y mantenimiento, los costos de
oportunidad, entre otros. Este paso aplica para todos los pos de análisis.

Paso 6: Obtener los valores presentes de los costos y beneficios. Los diferentes costos y beneficios, como ya
se mencionó, ocurren en diferentes espacios de empo. El valor monetario de los beneficios y costos que
se producirán en diez años no ene el mismo significado que los beneficios o costos que se producirán hoy.
El Análisis Costo-Beneficio trae a valor presente (VP) los diferentes costos y beneficios mone zados, con el
fin de descontarlos de los beneficios y costos presentes. Esto se hace por dos razones, la primera es el costo
de oportunidad de los recursos usados en una implementación y la segunda es la preferencia por el
consumo presente frente al consumo futuro.

Paso 7: Hallar los beneficios netos de cada alterna va. Restar a los beneficios en valor presente los costos
en valor presente, para cada una de las alterna vas estudiadas.
Beneficios netos = Beneficios (en valor presente) - Costos (en valor presente)
El análisis de este resultado sigue una regla básica de decisión. En el caso en que se analice una sola
alterna va, la regla básica propone que se debe tomar la decisión si el valor presente de los beneficios es
mayor que el valor presente de los costos. En el caso en que se analicen varias alterna vas de proyecto, la
regla básica propone que se debe el elegir el proyecto con el mayor valor presente neto. Y en el caso en que
la decisión ya ha sido ejecutada, esta fórmula nos sirve para analizar qué tan beneficiosa ha sido la decisión.
Este paso aplica para todos los pos de análisis.

Paso 8: Hacer un análisis de sensibilidad: Los costos y beneficios iden ficados y su mone zación están
sujetos a la incer dumbre. El análisis de sensibilidad busca tratar la incer dumbre con el fin de hacer un
buen Análisis Costo-Beneficio, que incluya varias posibilidades. Este paso aplica para el análisis ex ante.

63
Paso 9: Hacer recomendaciones: De acuerdo con los resultados y el análisis de sensibilidad, se recomienda
hacer la implementación o no hacerla, o cuál debe hacerse. Este paso aplica para el análisis ex ante.

5.5. Casos de estudio


Dos casos de valoración económica en agroecosistemas serán ilustrados. Un caso que usa el método de
costos evitados para mostrar cómo los servicios ecosistémicos que provee la implementación de un
sistema ganadero sostenible son posi vos en términos de ahorro en costos, y un caso que usa el método
modelo de elección con la intención de determinar si el café orgánico cer ficado es demandado y si es así
qué valor están dispuestos a pagar los consumidores por ese café. El primer caso mencionado también
hace una comparación de costos y beneficios, dicho ejercicio no cons tuye un análisis costo beneficio en
estricto, pero nos sirve para ilustrar algunos de los pasos a seguir para emplear el método.

Caso 1: Sistema silvopastoril en Finca Pinzacuá

La finca Pinzacuá se encuentra ubicada en el municipio de Alcalá, en el departamento del Valle del Cauca,
Colombia. Es propiedad del señor Olimpo Montes y familia, ene una extensión de 45 hectáreas y una
temperatura anual promedio de 21°C. La principal ac vidad produc va de la finca es la ganadería
manejada bajo prác cas sostenibles (sistema silvopastoril), se crían hembras de raza Brangus con genes de
alta calidad como especímenes de muestra o para producción de carne. Además del sistema de producción
ganadero, la finca produce carbón vegetal que se extrae de la poda de los árboles que componen el sistema
silvopastoril y agroforestal.

Este primer caso corresponde a un estudio realizado por Montes (2012) sobre los servicios ecosistémicos
proveídos por el sistema silvopastoril en la finca Pinzacuá implementado hace más de una década. Su
ilustración servirá para mostrar el método de costos evitados y algunos de los pasos del método de
evaluación económica análisis costo beneficio. Para empezar esta ilustración, se describirá el sistema
silvopastoril de la finca Pinzacuá; cómo fue el proceso de implementación; cuáles han sido las buenas
prác cas de manejo implementadas; su costo, entre otros. En seguida, se describirán los costos y
beneficios del sistema de producción ganadera convencional y el sistema de producción silvopastoril, se
describirán los servicios ecosistémicos recuperados, y se comparara los beneficios netos de ambos
sistemas. Finalmente se usara la información para analizar los costos evitados del productor.

Implementación del sistema silvopastoril:

En el año 1998 el señor Olimpo Montes decidió


cambiar el sistema convencional de producción
ganadera que había en la finca Pinzacuá por un
sistema sostenible, ya que la finca había empezado
a producir pérdidas desde el año 1997 por
aumentos en los gastos de fer lizantes (los suelos
habían perdido fer lidad).

64
Dicho cambio lo hizo gradualmente, el primer paso fue la siembra de 300 árboles de especies na vas en 3
hectáreas (100 árboles/ha.) entre los años 2000 y 2003 que costó $5.493.000 pesos aproximadamente.

El segundo paso fue la siembra de quinientos árboles en 5 hectáreas (100 árboles/ha) entre los años 2004 y
2005 por un costo de $3.307.000 pesos aproximadamente (costo menor al anterior, gracias a que el costo
de asilamiento se redujo por el uso de una nueva técnica). El tercer paso fue la siembra de 2040 árboles en
17 hectáreas (120 árboles/ha) entre los años 2006 y 2008 por un costo total aproximado de $12.964.000
pesos. El cuarto y úl mo paso fue la siembra de árboles en las partes más empinadas de la finca (20
hectáreas), proceso que inició en el año 2009 con el obje vo de llegar a los 1100 árboles por hectárea en
esa zona y que todavía con núa. El costo es mado de esa úl ma reforestación es de $92.348.000 pesos
aproximadamente. En la tabla 10 se pueden observar estos costos de implementación.

Tabla 10. Costos de implementación del sistema silvopastoril en Pinzacuá

Número Costo total (en Costo por hectárea


Año Área
de árboles miles de pesos) (en miles de pesos)

2000-2003 3 hectáreas 300 $ 5.493 $ 122


2004-2005 5 hectáreas 500 $ 3.307 $ 73
2006-2008 17 hectáreas 2040 $ 12.964 $ 289
2009- 20 hectáreas 22000 $ 92.348 $ 2.053
*Este costo es una es mación de lo que puede costar la reforestación de 20 hectáreas, en el año 2009 se inicia
el proceso pero no se asume toda esa can dad de dinero. Ese monto se irá pagando conforme se vaya reforestando.

Servicios ecosistémicos brindados por el sistema silvopastoril

El paso de un sistema ganadero convencional o uno silvopastoril ha favorecido la recuperación de


servicios ecosistémicos en la finca. Esta recuperación ha beneficiado la producción de carne, puesto que
han disminuido los costos de producción y ha aumentado la produc vidad del sistema. A con nuación
se presentan los servicios ecosistémicos recuperados.

1. Los árboles sembrados han mejorado la fer lidad del suelo, mediante el reciclaje de nutrientes y la
transferencia de nitrógeno, lo que se traduce en un ahorro para el productor, ya no ene que
comprar fer lizantes.
2. Una mayor fer lidad de los suelos ha incrementado la potencia de las hierbas y es mulado el
control natural de malezas. Una planta más fuerte compite con las malas hierbas, lo que se traduce
en un ahorro para el productor, ya no ene que comprar herbicidas.
3. Los árboles sirven como sombra para el ganado y benefician la regulación del clima, esto mejora la
produc vidad de la carne. Al no estar el ganado expuesto al sol come más y transpira menos.

65
4. La presencia de árboles incrementa la biodiversidad y con ello el control natural de plagas. El
incremento de agentes naturales que controlan las garrapatas y moscas, se traduce en un ahorro
para el productor, ya no ene que comprar insec cidas ni pes cidas.
5. La producción de carbón que se deriva de las podas ha diversificado los ingresos de la finca.
6. La siembra de guadua para la conservación de corredores ribereños ha beneficiado la purificación
del agua. En este sen do ha mejorado la calidad del agua.

Beneficios económicos de los servicios ecosistémicos brindados por el sistema silvopastoril

Gracias a la implementación del sistema silvopastoril fue posible reducir la vulnerabilidad del sistema
ganadero a cambios en los precios de los fer lizantes y pes cidas, y a aumentos en la can dad necesaria de
estos para suplir la perdida de los nutrientes del suelo y la presencia de plagas. Bajo el sistema silvopastoril
los costos en fer lizantes, insec cidas y plaguicidas fueron entonces eliminados y en consecuencia los
costos de producción se redujeron un 70%.

Montes (2012) muestra ese cambio mediante la presentación de un balance de costos y beneficios del
sistema produc vo en dos escenarios; un primer escenario representa los costos y beneficios cuando
tenían el sistema produc vo convencional, y un segundo escenario presenta los costos y beneficios para el
sistema produc vo silvopastoril. Los costos y beneficios del sistema convencional se presentan desde el
año 1993, año en que inicio la producción ganadera en la finca, hasta el año 1998, año en que se decidió
cambiar el sistema. Mientras que los costos y beneficios del sistema silvopastoril se presentan desde el año
1998 hasta el año 2010. Todos los costos, precios y beneficios se presentan por hectárea, así que para tener
los valores totales habría que mul plicar esos montos por las hectáreas totales de la finca (45 ha). A
con nuación en la tabla 11 se presentan los balances:
Tabla 11. Balance general del sistema ganadero convencional (1993-1998)

Año 1993 1994 1995 1996 1997 1998


Total de animales 400 400 400 400 400 400
Animales/hectárea 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89
Kg/animal/mes 10 10 10 10 8 10
Precio/kg* $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3
Ventas/hectárea $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167
Ingresos de ventas/
$ 1.900 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.537 $ 1.900
hectárea en miles de pesos*
Costos/hectáreas en miles
$ 1.451 $ 1.550 $ 1.600 $ 1.751 $ 2.549 $ 2.634
de pesos*
Beneficios/hectárea en
$ 451 $ 352 $ 300 $ 0,151 $ (1.015) $ (732)
miles de pesos*
*Precios, costos y ventas que estaban en dólares y fueron pasados a pesos a la
tasa de cambio que Montes (2012) manejo.

66
Analicemos un poquito de los costos y beneficios del sistema convencional: si se mira la fila donde están los
costos de todos los años, se puede ver cómo fueron incrementando mientras que las ventas y
produc vidad se mantuvieron constantes. Los costos, como ya se mencionó aumentaron conforme los
suelos fueron perdiendo fer lidad y demandando mayores can dades de fer lizantes. En el año 1997, esos
costos superaron las ventas y en consecuencia el sistema entro en pérdidas, en este momento es donde el
señor Olimpo decide cambiar el sistema e implementar uno sostenible.

Cuando se cambia el sistema convencional por el silvopastoril suceden varios cambios, a con nuación
mencionaremos rápidamente cuáles. Un primer cambio es la reducción año a año del número de animales
en la finca, como se puede ver en la tabla 12 se pasó de tener 400 animales en el año 1998 a 80 en el año
2010. Sin embargo, ello se vio compensando por incrementos en la produc vidad y en los precios de venta
por kilogramo. La produc vidad, medida por los kilogramos ganados por mes por animal, aumentaron de
10 kg a 13 kg en el año 2003, de 13 kg a 14 kg en el año 2006, y finalmente de 14 kg a 15 kg en el 2007 en los
que se ha mantenido, o sea que en una década se pasó de una produc vidad de 10kg ganados por animal
por mes a 15 kg. Los precios de venta por kilogramos aumentaron de $3.000 a $3.944 en 2004 y a par r de
ese año se han mantenido. La razón de ese aumento fue que en el año 2002 el sistema generó nuevamente
pérdidas (mirar beneficios de ese año), por lo que el productor decidió mejorar la gené ca del ganado en el
año 2003.

Los costos del sistema silvopastoril son notablemente menores que los del sistema convencional, en la
tabla 12 en la fila de costos por hectárea se puede observar como los costos fueron decreciendo en el
empo. Se pasó de unos costos por hectárea de $12.633.578 en el año 1998 cuando se empezó a
implementar el sistema, a unos costos de $833.265 en los posteriores tres años, que luego incrementaron a
$1.456.303 en el año 2003 donde nuevamente el sistema tuvo pérdidas y donde se decidió mejorar la
gené ca del ganado. A par r del año 2003 donde se efectuó la mejora, los costos disminuyeron a $649.794
donde se han mantenido.

En la figura 2 se puede observar los beneficios netos de ambos sistemas de ganadería. En la gráfica se
muestra el punto de quiebre del sistema de ganadería convencional, es decir, el momento en que empezó a
generar pérdidas (año 1997) y cómo al implementar el sistema silvopastoril se vieron rápidamente
beneficios. Así mismo se ve que en el año 2002 el sistema silvopastoril genera pérdidas, momento en el que
se mejora la gené ca del ganado y se recuperan los beneficios.

Los servicios ecosistémicos asociados con la reducción de costos y aumento de beneficios son el
incremento de la fer lidad del suelo y del control de plagas. En las figuras 3 y 4 se puede observar el punto
de mejora en estos dos servicios ecosistémicos. El primer servicio, la fer lidad del suelo, se mide en
términos de los kilogramos ganados por el animal en el mes (información que se encuentra en las tablas 11
y 12). Hasta el año 1998 la información usada para es mar la curva del sistema de ganadería convencional
es real, a par r de allí Montes (2012) hace una es mación sustentada en los datos posteriores, así mismo
para el sistema de ganadería silvopastoril, se usa información real hasta el año 2010 y posteriormente es
es mada.

67
68
Tabla 12. Balance general sistema ganadero silvopastoril (1998-2010)

Año 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Total de animales 400 300 250 200 150120 120 120 120 120 120 100 80
Animales/hectárea 8,89 6,67 5,56 4,44 3,33
2,67 2,67 2,67 2,67 2,67 2,67 2,22 1,78
Kg/animal/mes 10 10 10 10 1013 13 13 14 15 15 15 15
Precio/kg* $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3,5 $ 3,9 $ 3,9 $ 3,9 $ 3,9 $ 3,9 $ 3,9 $ 3,9
Ventas / hectárea $ 3.167 $ 2.376 $ 1.980 $ 1.585 $ 1.189 $ 1.453 $ 1.659 $ 1.659 $ 1.787 $ 1.915 $ 3.827 $ 1.585 $ 1.279
Ingresos de ventas/
hectárea (en miles $ 1.900 $ 1.426 $ 1.189 $ 950 $ 713 $ 871 $ 996 $ 996 $ 1.072 $ 1.149 $ 1.149 $ 950 $ 766
de pesos)*
Costos / hectárea
$ 2.634 $ 833 $ 833 $ 833 $ 1.456 $ 650 $ 650 $ 650 $ 650 $ 650 $ 650 $ 650 $ 594
(en miles de pesos)*
Beneficios /
hectárea (en miles $ (732) $ 592 $ 355 $ 117 $ (36) $ 222 $ 346 $ 346 $ 422 $ 499 $ 499 $ 300 $ 172
de pesos)*

*Precios, costos y ventas que estaban en dólares y fueron pasados a pesos a la tasa de cambio que Montes (2012) manejo.
Figura 2. Beneficios netos del sistema de ganadería convencional y silvopastoril

Beneficios netos
800000
600000
400000
200000
0
-200000
-400000
-600000
-800000
-1000000
-1200000

Ganadería Convencional Ganderia Silvopasoril

Como se puede ver en la figura 3, el sistema de ganadería convencional con los años va perdiendo su
fer lidad y en consecuencia la capacidad de brindar alimentación al ganado, lo que se traduce en una
disminución de los kilogramos ganados por animal al mes. El sistema silvopastoril en cambio, va ganando
con el empo recuperación de la fer lidad del suelo y en consecuencia la capacidad para alimentar el
ganado aumenta.

Figura 3. Recuperación de la fer lidad del suelo medida por kilogramos ganados por animal al mes

Servicio Ecosistemico: Fer lidad del suelo


25

20

15

10

0
1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 2009 2011 2013 2015 2017

Ganadería Convencional Ganderia Silvopasoril

69
Así mismo, el sistema silvopastoril mejora la biodiversidad y con ello el control natural de plagas, lo que
genera un ahorro en gastos de plaguicidas. En la figura 4 se puede observar que los plaguicidas enen un
valor de $30.578 pesos por hectárea año hasta el año 2002 en el que como resultado del sistema
silvopastoril los gastos se empiezan a reducir. La grafica proyecta que si se hubiese seguido con el sistema
convencional los costos en estos insumos hubiesen aumentado.

Figura 4. Beneficios del control biológico de plagas medidos en reducción de gastos (pesos)

Servicio Ecosistemico 2: Control de plagas


40000
35000
30000
25000
20000
15000
10000
5000
0

Ganadería Convencional Ganderia Silvopasoril

¿Cómo podemos usar el método de costos para valorar esos beneficios?

El método de costos evitados es ideal para analizar esta situación, puesto que sabemos que gracias a la
recuperación de varios servicios ecosistémicos la finca ha reducido varios gastos importantes. En primer
lugar la finca ha dejado de gastar en fer lizantes, gasto que había causado que entrará en pérdidas bajo el
sistema convencional, y en segundo lugar, ha dejado de gastar en pes cidas y herbicidas, así como en mano
de obra asociada a la aplicación de ambos. Entonces, estos gastos en los que ya no deben incurrir, bajo el
método de costos evitados, se pueden analizar como beneficios derivados de la implementación de
buenas prác cas, es decir, de la siembra de árboles e implementación del sistema silvopastoril.

Montes (2012) expone que el costo de los pes cidas y herbicidas estaba entre los $30.000 y $33.000 pesos
por hectárea al año como se puede ver en la gráfica 3. A par r del año 2002, año en que se implementa el
sistema silvopastoril, ese gasto cae paula namente hasta que se hace cero, este ahorro se interpreta pues
como un beneficio generado. Sobre los fer lizantes, el autor no ene información desagregada sobre su
costo, la información de los costos se encuentra agregada e incluye todos los costos de la finca (los de los
pes cidas también). Ahora bien, el autor hace un ejercicio muy interesante para comparar los costos y
beneficios de ambos sistemas, que se puede usar para mirar los costos evitados.

70
El autor presenta en un escenario hipoté co de 10 años el balance general para ambos sistemas,
asumiendo que todos los costos de implementar el sistema silvopastoril son asumidos al mismo empo, es
decir, se dan en el periodo cero y no progresivamente como se fue dando en realidad. Para ello usa la
información real de ambos sistemas de producción ganadera con el fin de comparar ambos sistemas, a
con nuación en las tablas 13 y 14 se puede ver dichos balances.

Con el sistema de producción convencional los primeros años se perciben beneficios posi vos mientras
que con el sistema silvopastoril se perciben perdidas, esto debido a los costos de implementación del
segundo sistema (para el año cero los beneficios netos del sistema convencional son $451.090 pesos por
hectárea, mientras que para el sistema silvopastoril son - $2.370.136 pesos). Sin embargo, los beneficios
del sistema convencional empiezan a reducirse a par r del año 1 y para el año 4 se vuelven nega vos
producto de la pérdida de fer lidad de los suelos, mientras que los beneficios del sistema silvopastoril
enen el comportamiento contrario, a par r del año 1 se empiezan a reducir las pérdidas y en el año 4 los
beneficios se vuelven posi vos.

Con el sistema de producción convencional la ganancia máxima por hectárea se da en el año cero y son
$451.090 pesos por hectárea. Esa ganancia es superada por el sistema de producción silvopastoril a par r
del 4 año en un 34% aproximadamente, a par r del 6 año en 114% y a par r del 7 año en un 154%, año en
que se alcanzan los mayores beneficios; $1.144.928 pesos por hectárea. El sistema de producción
silvopastoril reporta entonces mejores ganancias para el productor a la vez que reporta beneficios
ecosistémicos favorables para el agroecosistema y el productor.

Si comparamos los costos de ambos sistemas, en el año cero los costos del sistema silvopastoril exceden los
costos del sistema convencional debido a la implementación, pero a par r del año 1 los costos del sistema
silvopastoril son menores que los del sistema convencional. En la tabla 15 se puede observar el ahorro en
costos a par r del primer año con el sistema silvopastoril, por ejemplo, en ese primer año el ahorro es de
$936.586 pesos por hectárea, en el segundo año $986.282 pesos por hectárea, en el tercer año $1.137.283
pesos por hectárea, y así sucesivamente hasta llegar a un ahorro de $2.049.021 pesos por hectárea en el
año 10. Estos costos evitados son entonces beneficios para el productor. En la figura 5 se puede observar
mejor dicha comparación y evidenciar como los costos de producción del sistema convencional son
notablemente superiores que los del sistema silvopastoril.

Adicional a los costos evitados el sistema silvopastoril brinda otros beneficios. La diversificación de las
fuentes de ingresos es uno de ellos, en la finca Pinzacuá se produce carbón como producto de las podas que
deben realizarse, esta producción le genera un ingreso de $5.999.885 pesos al año. La finca también espera
empezar a recibir ingresos por producción maderera, es man cosechas a 10, 15 y 20 años, no obstante,
para no alargar más este caso no se profundizará en ello.

71
72
Tabla 13. Balance hipoté co general del sistema ganadero convencional

Año 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Total de animales 400 400 400 400 400 400 400 400 400 400 400
Animales / hectárea 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89 8,89
Kg / animal / mes 10 10 10 10 8 10 10 10 8 10 10
Precio / kg (en miles de
$ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3 $ 3
pesos)*
Ventas / hectárea (en
$ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 2.561 $ 3.167 $ 3.167 $ 3.167 $ 2.561 $ 3.167 $ 3.167
miles de pesos)*
Ingresos de ventas /
hectárea (en miles de $ 1.900 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.537 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.900 $ 1.537 $ 1.900 $ 1.900
pesos)*
Costos / hectáreas (en
$ 1.451 $ 1.550 $ 1.600 $ 1.751 $ 2.550 $ 2.634 $ 2.643 $ 2.663 $ 2.674 $ 2.689 $ 2.701
miles de pesos)*
Beneficios / hectárea
$ 451 $ 352 $ 300 $ 151 $ (1.013) $ (732) $ (742) $ (763) $ (1.137) $ (787.497) $ (801)
(en miles de pesos)*
*Precios, costos y ventas que estaban en dólares y fueron pasados a pesos a la tasa de cambio que Montes (2012) manejo.
Tabla 14. Balance hipoté co general del sistema ganadero silvopastoril

Año 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Total de animales 130 110 88 100 140 140 140 140 140 140 140
Animales/hectárea 2,88 2,44 1,95 2,22 3,11 3,11 3,11 3,11 3,11 3,11 3,11
Kg/animal/mes 10 10 10 10 14 16 18 20 20 20 20
Precio/kg (en miles de
$ 3,06 $ 3,06 $ 3,06 $ 3,06 $ 4,01 $ 4,01 $ 4,01 $ 4,01 $ 4,01 $ 4,01 $ 4,01
pesos)*
Ventas/hectárea (en miles
$ 1.057 $ 895 $ 715 $ 814 $ 2.097 $ 2.397 $ 2.697 $ 2.995 $ 2.995 $ 2.995 $ 2.995
de pesos)
Ingresos de ventas/hectárea
$ 635 $ 537 $ 432 $ 489 $ 1.258 $ 1.437 $ 1.617 $ 1.797 $ 1.797 $ 1.797 $ 1.797
(en miles de pesos)*
Costos / hectáreas (en miles
$ 3.005 $ 614 $ 614 $ 614 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652
de pesos)*
Beneficios / hectárea (en
$ (2.370) $ (76) $ (183) $ (124) $ 606 $ 786 $ 965 $ 1.145 $ 1.145 $ 1.145 $ 1.145
miles de pesos)*
*Precios, costos y ventas que estaban en dólares y fueron pasados a pesos a la tasa de cambio que Montes (2012) manejo.

Tabla 6. Comparación de costos del sistema ganadero convencional y silvopastoril

Año 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Costos / hectáreas (en
$ 1.451 $ 1.550 $ 1.600 $ 1.751 $ 2.550 $ 2.634 $ 2.643 $ 2.663 $ 2.674 $ 2.689 $ 2.701
miles de pesos)*
Costos / hectáreas (en
miles de pesos)* Sistema $ 3.005 $ 614 $ 614 $ 614 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652 $ 652
silvopastoril
Diferencia 1.554 - 937 - 986 - 1.137 - 1.898 - 1.982 - 1.992 - 2.011 - 2.022 - 2.038 - 2.049
*Precios, costos y ventas que estaban en dólares y fueron pasados a pesos a la tasa de cambio que Montes (2012) manejo.

73
Figura 5. Diferencias en costos de producción bajo el sistema convencional y silvopastoril

Costos de producción
3500000

3000000

2500000

2000000

1500000

1000000

500000

0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Sistema convencional Sistema silvopastoril

Lecciones aprendidas

El ejemplo de Pinzacuá nos sirvió para ilustrar como las buenas prác cas de manejo en la ganadería, como
son la siembra de árboles y la implementación de un sistema de ganadería sostenible o silvopastoril, han
sido posi vas para el productor. Sin embargo, este ejemplo es un caso par cular, no todos los productores
cuentan con una propiedad con la extensión de Pinzacuá o con el dinero necesario para implementar un
sistema silvopastoril, ya que como se vio en los balances hipoté cos implementar el sistema en un mismo
periodo de empo y no paula namente es costoso, y los beneficios se empiezan a percibir a par r del
cuarto año, así que el productor necesitaría mantenerse esos cuatro años con pérdidas.

Aunque la información sobre los costos no estaba


desagregada este ejemplo nos sirvió para ilustrar
como el sistema silvopastoril evita al productor
incurrir en costos de fer lizantes y pes cidas. Así
como también algunos pasos del análisis costo
beneficio como son; la comparación de los costos y
beneficios del sistema silvopastoril, su comparación
con el sistema convencional, la consideración de los
beneficios futuros que se esperan recibir del
sistema silvopastoril (en este caso madera) en los
que no profundizamos mucho para no alargar más
el caso, la construcción de esos costos y beneficios
en una línea de empo, entre otros.

74
Este caso además nos sirve para realizar un paso a paso sobre cómo analizar los beneficios asociados a las
buenas prác cas implementadas en un agroecosistema como es el ganadero.

Paso a paso

1. Especificar cuáles prác cas se han implementado en el sistema y cuál ha sido el costo de
implementarlas (esto úl mo sirve para hacer un análisis costo beneficio).
2. Especificar cuáles han sido los beneficios biológicos y produc vos de ese cambio, si se ha notado
una recuperación de servicios ecosistémicos, si se ha notado un cambio en la produc vidad.
3. Tener información sobre el balance de producción ganadera; el número de animales, el precio de
venta por kilogramo, las ventas, la produc vidad, los ingresos, los costos y los beneficios netos. Esta
información es la más importante, ya que es la permite comparar los costos y beneficios, y usar el
método de costos evitados.
4. Organizar la información en tablas para comparar más fácil los costos, beneficios, cambios en la
produc vidad, cambios en precios y demás, y apoyarse de gráficas para mostrarlo.
5. Usar la información de costos antes de la implementación de las buenas prác cas y después, para
es mar los costos evitados como aproximación de los beneficios.
6. Es mar posibles beneficios futuros, como puede ser: aprovechamiento maderero, carbón, entre
otros.
7. Analizar la información.

Los productos orgánicos dan la posibilidad al


agricultor de cobrar un precio mayor por su
producto, el interés del caso a con nuación
expuesto es determinar cuánto están dispuestos a
pagar los consumidores por estos productos. El caso
corresponde a una inves gación hecha en Suecia
por Wikström (2003), que usa el método de
valoración modelo de elección para es mar el valor
máximo que estaría dispuesto a pagar un
consumidor sueco representa vo por café orgánico
cer ficado y café con cer ficación justa. El primero
es producido en granjas ecológicas donde no se
usan insec cidas ni fer lizantes químicos, y el
segundo promueve condiciones laborales justas
(salarios, pensión, salud, etc.). Este estudio fue
realizado en Suecia debido a que es uno de los
países que más consume café a nivel mundial, y
según el autor es interesante estudiar la
disponibilidad a pagar de los suecos por café con Mielero Verde (Chlorophanes spiza)
estas caracterís cas.

75
Wikström (2003) argumenta que eligió usar el modelo de elección por las ventajas que presenta frente a la
valoración con ngente. El hecho de que permite valorar atributos no monetarios, presentar varias
opciones al entrevistado e indagar sobre los factores subyacentes detrás de las elecciones de consumo, son
unas de esas ventajas. El método es ideal para el estudio que deseaba realizar el autor, ya que este
pretendía indagar sobre la disponibilidad a pagar por dos pos de café con unas caracterís cas muy
especiales, y deseaba saber en primer lugar si esas caracterís cas eran demandadas. El método expuesto
puede ser usado por un productor o varios productores que deseen saber si su producto, manejado con
buenas prác cas, va a ser demando y cuál es el precio que los consumidores pagarían por él, no obstante se
debe tener en cuenta que su implementación es costosa.

Tres aspectos son importantes para emplear este método, a saber, el diseño del instrumento o método de
recolección de información (encuesta, entrevista, referéndum, juego económico, etc.), la elección de la
muestra, y el análisis de los datos (método estadís co usado). En este caso se usó un instrumento
combinado que constaba de un experimento de elección en una primera sección, y en una segunda sección
de un cues onario con preguntas socioeconómicas. El experimento de elección pretendía imitar una
situación real, presentada en una tarjeta como la indicada en la ilustración 4, de decisión entre dos
alterna vas de café, una primera alterna va que corresponde al status quo, es decir, a un café común de
precio medio sin cer ficación como orgánico o justo, y una segunda alterna va donde variaba cualquiera
de esas tres caracterís cas, es decir, el precio, la cer ficación como justo, o la cer ficación como orgánico.

A cada par cipante se le presentaba no solo una tarjeta sino varias tarjetas en las que la alterna va uno,
que es el status quo, es la misma siempre, y la segunda alterna va presenta las dis ntas variaciones (en
total se le presentan 9 tarjetas). Finalmente en la primera sección también se incluían una serie de
preguntas sobre las razones por las cuales los par cipantes habían hecho tales elecciones de café. La
segunda sección del instrumento abarcaba preguntas de índole socioeconómica como la edad, el rango de
ingresos, el máximo nivel de educación alcanzado, el sexo, los hábitos de consumo de café, si pertenece a
una organización comunitaria, entre otras.

El instrumento fue evaluado con un grupo previo a la aplicación y dicha evaluación sirvió para corregir las
preguntas y dis ntas alterna vas formuladas. Posteriormente fue aplicado a una muestra de 100 personas
en un supermercado de la ciudad Lulea ubicada en la costa este del norte de Suecia, a diferentes horas del
día, con el fin de tener una muestra representa va.

TARJETA 1
Si tuviese que escoger una de las siguientes dos alterna vas de café, cuál escogería?
5. ALTERNATIVA 1 4. ALTERNATIVA 2
26 coronas suecas por paquete 30 coronas suecas por paquete
Sin cer ficación Sin cer ficación
Sin cer ficación justa Con cer ficación justa

Ilustración 4. Ejemplo de tarjeta presentada en el cues onario

76
El autor presenta primero los resultados de la segunda sección para analizar cómo está compuesta la
muestra de personas, y si esta puede representar el ciudadano sueco medio. La muestra, por ejemplo, está
compuesta por un 58% de mujeres, mientras que la población sueca por un 50,5%, la muestra está
compuesta por un 55% de personas menores de 45 años mientras que la población sueca por un 57%, el
49% enen educación universitaria en la muestra, mientras que el 24% de la población sueca ene ese nivel
educa vo, entre otras variables. Posterior a este análisis el autor presenta los resultados del experimento
de elección.

Antes de exponer los resultados es importante mencionar que el precio variaba entre 26, 30 y 34 coronas
suecas, siendo 26 coronas suecas el precio del café de status quo. Para es mar la disponibilidad a pagar de
los entrevistados por café cer ficado orgánico y café cer ficado justo el autor usa un modelo estadís co
denominado modelo probit. Como la muestra fue de 100 personas y cada una hacía nueve elecciones,
entonces el número de observaciones para hacer el análisis fue 900.

De esas 900 elecciones, 264 fueron posi vas para la alterna va dos cuando el precio era igual al del café
común (26 coronas suecas), 167 fueron posi vas para la alterna va dos cuando el precio era de 30 coronas
suecas, y 112 fueron posi vas para la alterna va dos cuando el precio era de 34 coronas suecas. Al decir
que las respuestas fueron posi vas para la respuesta dos significa que los encuestados eligieron café con
alguna de las cer ficaciones o con las dos. El autor, ante estos resultados hace la observación de que los
entrevistados pueden exagerar el precio que pagarían al responder los cues onarios.

Al analizar los datos con el modelo estadís co mencionado, el autor encuentra preferencia por el café
cer ficado orgánico y el café cer ficado justo, siendo más preferido el primero. También encuentra que el
precio es importante a la hora de elegir entre una y otra alterna va como era de esperarse, que mientras
más consumen café los entrevistados menos demandan café con alguna de las dos cer ficaciones debido a
su costo más elevado, que el hecho de pertenecer a una organización comunitaria aumenta la probabilidad
de demandar café con alguna cer ficación. Ahora lo que más interesa del estudio es saber cuánto están
dispuestos a pagar de más, en relación con el café común, por un café cer ficado orgánico y por un café
cer ficado justo, dicha información se presenta en la tabla 16.

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Tabla 16. Prima de precio que están dispuestos a pagar los entrevistados por un café cer ficado.

Tipo de Café Prima de precio


Café cer ficado orgánico 2,48
Café cer ficado justo 1,49

Estos resultados muestran que en promedio los entrevistados están dispuestos a pagar 2,48 coronas
suecas de más por un café cer ficado orgánico y 1,49 coronas suecas de más por un café cer ficado justo,
un poco menos que por el orgánico. Estos resultados, según el autor, muestran claramente que si existe un
mercado para el café cer ficado orgánico y para el café cer ficado justo, y que los consumidores están
dispuestos a pagar por un café que ha sido producido de forma ecológica y de forma justa.

Lecciones aprendidas

El ejemplo expuesto nos sirvió para ilustrar uno de los métodos de preferencias declaradas, a saber, el
método modelo de elección. Método que puede ser muy interesante para aquellos productores que
deseen saber si su producto es demandado o cuenta con mercado, y en caso de que efec vamente sea
demando ¿cuál es el valor que los consumidores están dispuestos a pagar por dicho producto? Esto con el
fin de valorar como las buenas prác cas que implementan en su agroecosistema son beneficiosas en
términos económicos.

Ahora bien, el método es costoso de aplicar, puesto que requiere de personal para hacer las encuestas y
todo lo relacionado con los salarios de ese personal, gastos de desplazamiento, materiales, refrigerios, etc.
El análisis de los datos debe hacerlo una persona con conocimientos estadís cos, la es mación, por
ejemplo, de la disponibilidad a pagar por el producto estudiado se hace mediante modelos estadís cos de
elección discreta.

Este caso además, nos sirve para elaborar un paso a paso de cómo hacer un estudio con el modelo de
elección, que también sirve para aplicar en un estudio de valoración con ngente.

Paso a paso

1. Definir el producto que será estudiado y sus caracterís cas. En el ejemplo se estudió el café orgánico
que es un servicio ecosistémico de aprovisionamiento, sin embargo, pueden estudiarse otro po de
servicios ecosistémicos como los de regulación y recreación. La clave de este paso radica en definir
muy bien el servicio ecosistémico a estudiar y sus caracterís cas.
2. Definir el método de preferencias declaradas a u lizar. Si es el modelo de elección, que permite
estudiar la disponibilidad a pagar por dis ntas caracterís cas a la vez, o si es una valoración
con ngente que solo permite estudiar una alterna va dis nta a la de status quo.
3. Especificar el instrumento a usar. Si es cues onario, si se van a usar experimentos de elección, etc.

78
4. Diseñar muy bien el instrumento. Las preguntas deben hacerse de tal forma que sean fáciles de
responder, deben ser per nentes, deben buscar captar la verdadera disponibilidad a pagar de la
persona entrevistada. Preguntas sobre las caracterís cas socioeconómicas también son
importantes.
5. Definir la muestra y cómo se va aplicar el instrumento. Si se va a encuestar en un si o específico
como en el ejemplo, si se va encuestar puerta a puerta, por teléfono, etc. La definición de cómo se va
a aplicar el instrumento depende mucho del po de instrumento.
6. Aplicar las encuestas, para ello, debe organizarse un plan de acción de acuerdo a la definición de la
muestra y cómo se va a encuestar.
7. Digitar los datos obtenidos y analizarlos.
8. Concluir sobre los resultados obtenidos.

5.6 Conclusiones
El obje vo del capítulo fue mostrar al productor que existen herramientas diseñadas por la economía
ambiental que le permite valorar las acciones que hace en pro de conservar los recursos. Que dicha
valoración sirve para mostrar que las buenas acciones o buenas prác cas de manejo no solo favorecen la
conservación sino que también contribuyen a mejorar su calidad de vida en términos económicos y en
otros ámbitos que no pudieron ser abordados aquí, pero que son de gran importancia (aumentan los
conocimientos del productor, benefician la salud del productor y los consumidores, crean espacios de
recreación y mejoramiento del paisaje, entre otros aspectos que dependen de las buenas prác cas
implementadas).

En consecuencia, se mostraron las principales herramientas diseñadas por la economía ambiental que se
pueden usar para valorar agroecosistemas. Se presentaron los pos de valor económico y cómo se
expresan esos valores económicos en unidades monetarias. Se mostraron los métodos de valoración
económica de ecosistemas tradicionales como son los métodos basados en precios, los basados en costos,
la valoración con ngente, el modelo de elección, los métodos basados en la función de producción, y sus
respec vas ventajas y desventajas. Se presentó un método de evaluación económica, el análisis costo
beneficio, muy usado para evaluar las decisiones tomadas en relación con la conservación de los recursos,
que puede usarse como método complementario de los métodos de valoración o como método
alterna vo. Finalmente, se presentaron dos casos que ilustran el método de costos evitados, el modelo de
elección y algunos pasos del análisis costo-beneficio.

La invitación para el productor es a que use las herramientas para valorar las buenas prác cas que ha
implementado en su agroecosistema. Dependiendo del caso puede aplicar un método u otro, lo
importante es que tenga presente las ventajas y desventajas de cada método, y que profundice en el
método elegido. También se invita al productor a llevar cuentas de su sistema produc vo, de los gastos, de
la producción, de las ventas, de tal forma que esas cuentas le permitan tener claridad sobre los costos y
beneficios de cualquier medida implementada.

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Agradecimientos

El presente documento hace parte del proyecto Conservación de la biodiversidad en agroecosistemas


colombianos realizado con el apoyo de Environment Canada. Los autores agradecemos a don Olimpo y a su
hija Irene Montes por facilitar la información sobre la finca Pinzacuá y a doña Gloria Vidal y a don Jairo Pérez
por compar r información sobre su labor con los cafetales en la Finca Santa Helena.

Así mismo los autores agradecen por la revisión del manuscrito a Yanira Cifuentes-Sarmiento, Eliana Fierro
Calderón, Viviana Vidal Astudillo, Giovanni Cárdenas y Richard Johnston. A su vez agradecemos a WCS-
Colombia y a miembros de la Asociación Calidris por suministrar fotogra as.

Agradecemos a Diana Eusse por suministrar el mapa de Cardellina canadensis y al resto del equipo de la
Asociación Calidris por su respaldo y recomendaciones.

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