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Durante la Primera Guerra Mundial[1] 

un espía chino, Yu Tsun, al servicio de los alemanes,


opera en una provincia británica. Tras un párrafo exponiendo planes de batalla británicos
en el frente francés que sufrieron un contratiempo, se indica que existe una nueva luz
sobre ese retraso militar. La explicación consiste en la confesión del propio Yu Tsun, ya
prisionero, a partir de la segunda página de su revelación. Advierte que un socio espía
acaba de ser descubierto y muerto por un capitán irlandés, Madden, y está cierto que su
propio arresto sobrevendrá de modo inminente. Entonces idea un plan desesperado para
transmitir a su Jefe alemán la información sobre la ciudad donde deben efectuarse los
bombardeos. Con apremio encuentra en la guía telefónica el modo de transmitir su
mensaje al exterior y se embarca en un tren hacia Fenton. Con el capitán tras su pista, el
chino viaja hasta la casa de Stephen Albert y es muy bien recibido por el sabio sinólogo,
quien se alegra al descubrir su parentesco con el legendario Ts’ui Pên, autor del Jardín de
senderos que se bifurcan, una novela china caótica y  antes de él incomprendida. El
sinólogo le revela al espía el contenido filosófico y maravilloso de lo legado por su
antepasado, al haber armado un laberinto que descifraba el enigma del tiempo
bifurcándose. Por la evocación con ese pasado y motivado para terminar su plan, el chino
mata a Stephen Albert con un revolver de una sola bala. Después él queda apresado y
condenado a la horca. Al terminar su confesión, Yu Tsun se expresa abrumado por su
destino que ya carga los múltimples tiempos bifurcados: “No sabe (nadie puede saber) mi
innumerable contrición y cansancio.” En el cuento, "El jardín de senderos que se bifurcan" es
el nombre de una supuesta novela china, que representaría el tiempo, pero Borges trivializa
este tema al escribir en el prólogo de Ficciones que "El jardín de senderos que se bifurcan" es
una pieza policial. 

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