LA NOCHE DEL 5 DE MARZO
DE 2003 LOS NOTICIEROS
NACIONALES ANUNCIABAN
UN GRAVE INCENDIO EN LAS
INSTALACIONES DEL PALACIO
LEGISLATIVO EN QUITO, EL CUAL
LOS BOMBEROS COMBATÍAN
CON TENACIDAD.
El 15 de enero, semanas atrás, Lucio Guitiérrez se había
posesionado como Presidente de la República en el
Palacio Legislativo en la conocida ceremonia de toma de
mando presidencial.
La jornada laboral ya había terminado y pocos diputados
y funcionarios estaban en sus instalaciones cuando
comenzó la alarma, fueron evacuados a tiempo, por lo que
el siniestro no causó pérdidas humanas, tampoco se cono-
cía el daño integral a las instalaciones del edificio puesto
que no se identificaba el foco de inicio, que luego se
detectó en el viejo salón de diputados ubicado al lado
oriental del edificio pero que estaba ocupado como
bodega del archivo pasivo oficial, materiales de oficinas,
tecnología, alfombras, cafeteras, escritorios, sillas, entre
otras cosas.
Debido al incremento del número de legisladores en el
país y también el número de empleados que cada diputa-
do y comisión especializada tenían, el edificio ya no abas-
tecía con oficinas para todos, los cuales protagonizaban
incidentes con las autoridades tratando de conseguir un
mejor espacio o más espacio simplemente.
Para ello se recurrió a “tugurizar” el edificio. Pasillos,
balcones, áreas sociales y hasta las gradas de las barras
altas del salón de diputados fueron transformadas con la
ayuda de estructuras frágiles de hierro y aluminio con
separaciones de aglomerado forrado con telas y madera,
en oficinas, áreas de servicios y hasta la Sala de Prensa de
la institución que realmente fue la que mayor daño sufrió.
Luego, ya con el paso del tiempo y con los ánimos serenos,
se hicieron las investigaciones, pero no se llegó a detectar
la causa principal del flagelo.
Las especulaciones sí fueron muy ricas, desde la colilla de
un cigarrillo pasando por una cafetera vacía sin desconec-
tar y que explotó, hasta un atentado político, fueron los
rumores de pasillo.
Los daños materiales fueron de oficinas, escritorios, sillas,
alfombras, 20 retratos de ex presidentes del Congreso
Nacional que se exhibían en un salón del segundo piso y
donde en realidad se concentró el fuego.
En el despacho del jefe de la Sala de Prensa se quemó un
retrato del padre del periodismo nacional el doctor Eugenio
Espejo de manos del pintor Eduardo Kingman, desapareció
también uno de tres escudos en aleación de bronces y
acero de los que originalmente en 1960 se mandaron a
fabricar para los salones.
Una hermosa lámpara tipo “araña”, de casi 2 metros de
diámetro y que colgaba en el hall de acceso al edificio,
desapareció.
Piezas del mármol de Carrara y de otras minas italianas en
tres colores también se afectaron y tuvieron que ser retira-
das y reemplazadas ya con mármol cuencano.
Aparte de otras pérdidas dolorosas, lo importante era
comprobar que los dos tesoros más importantes que tiene
en su custodia la institución, no se habían afectado: el
Archivo Histórico que contiene más de 10 millones de docu-
mentos originales de la historia política del Ecuador, con
firmas originales; y, el mundialmente famoso mural del
maestro Oswaldo Guayasamín al que le gustaba llamar el
“mural de los mil años”.
Y así es, sobrevivió al incendio y solo le afectó un poco el
agua que filtró sobre la estructura sin dañar un centímetro
de la creación.
La Biblioteca, entonces ubicada en el primer piso, tenía un
sistema de protección profesional por extracción de oxige-
no para evitar la propagación del fuego, y funcionó.
Aplacado el incendio vino el retiro de lo poco utiliza-
ble de las oficinas y el abandono definitivo del
edificio hasta diciembre de 2007 en que fue entrega-
do ya reconstruido integralmente.
Si bien el incendio solo afectó una sección del
edificio, se decidió reconstruir toda su estructura y de
ser una edificación basada en el cemento y el concre-
to pasó a ser reemplazada por el vidrio y el aluminio;
y, se le sembró de símbolos de la democracia, con lo
cual se daba inicio al proyecto de visitas guiadas que
por primera vez en su historia permitiría a la ciudada-
nía visitar este Palacio que hasta entonces estaba
reservado exclusivamente para uso de los diputados
del Congreso Nacional.