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COLECTIVA
Desde las perspectivas de Kenneth A.
Shepsle y Elinor Ostrom.
Kenneth A. Shepsle
Su investigación se centra en modelos formales de instituciones políticas,
ruptura de reglas e imaginación política.
La década de los sesenta, como periodo de intensas protestas explícitamente políticas en masa,
se presentó como un escenario ideal para comenzar a plantear nuevas preguntas desde las
Ciencias Sociales. El movimiento era el sustantivo colectivo de la época.
¿Qué importancia puede tener una persona para el resultado final al asistir a una de esas
acciones?
La acción en masa entraña enormes cantidades de individuos que deciden participar,
implicándoles tiempo, gastos y, a veces, poner en riesgo la vida.
Sumado todo eso, parecería que el beneficio instrumental es pequeño y el costo potencial,
alto. La participación parece una locura, ¿no es cierto?
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El grupo como base de la política
Contribuir No contribuir
04/11/2020
Una explicación por parte de la TER, implica que:
ACCIÓN COLECTIVA En un extremo, se requiere la participación
B Beneficios unánime: a menos que cada persona del
grupo contribuya, la meta es elusiva.
C Costo
Si C > B, entonces nadie contribuiría, sin
k Contribuidores
importar cuántos otros lo hicieren.
n Universo del grupo Simplemente, no valdría la pena.
Si B > C, existen dos resultados posibles, pero sólo aquel en el que todos contribuyen tiene
sentido (trampa de equilibrio). El cálculo de, digamos, la señora j, sería:
Si no contribuyo, entonces obtengo un beneficio de 0. Si contribuyo y todos los demás lo hacen,
entonces obtengo un beneficio de B –C > 0. Si contribuyo, pero alguno otro no lo hace, entonces
obtengo –C .
Todos los demás se dan cuenta de que, por un lado, cada uno de los miembros del grupo evalúa
su posición fundamental y, por el otro, no se gana nada con no contribuir.
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Sospechamos que los individuos se las arreglarán para
coordinarse o para contribuir porque en comparación con el
resultado de la trampa de equilibrio, hay un beneficio en
hacerlo y su participación es esencial: cada uno de ellos sabe
eso y sabe que todos los demás lo saben.
Existe cierto número de factores de refuerzo que causan que
los individuos consideren la contribución como la acción
razonable en esas circunstancias y crean que todos los demás
harán lo mismo. El caso en el que “todos contribuyen” es lo
que Thomas Schelling denominó el punto focal.
Supongamos ahora que:
ACCIÓN COLECTIVA
B Beneficios Ya no es necesaria una tasa de contribución
unánime: de las n personas del grupo, sólo
C Costo
son necesarios k contribuidores para llegar
k Contribuidores al objetivo (mayor que 0 y menor que n).
n Universo del grupo
¿Qué pasaría si k = 85? habría una considerable presión psicológica sobre las personas para
que contribuyeran, aunque no tanta como cuando k es igual a 95 o a 100. A medida que k se
reduce, la presión también lo hace.
¿Qué pasaría si k = 25? habrá con toda seguridad un enorme número de miembros del grupo
que calculará que su contribución simplemente no se necesita. Esto no quiere decir
necesariamente que sean mezquinos, sino más bien que se sienten liberados para emplear sus
esfuerzos en otras cosas, sin poner en riesgo el logro de la meta del grupo.
A modo de conclusión:
1. La combinación de las presiones estratégicas y psicológicas que
alientan a la contribución se incrementa a medida que k aumenta
en comparación con n. Si n se mantiene fijo, las probabilidades de
que haya una contribución suficiente decrecen a medida que k
disminuye.
2. En el caso de un k muy reducido, puede haber un aumento de las
probabilidades de éxito del grupo, puesto que con frecuencia hay
unos “cuantos dignos de confianza” que contribuyen por razones
no estratégicas.
3. A medida que n aumenta, la identificación psicológica con el
grupo puede afectar los útiles de beneficio, volviendo todo más
tenue.
4. A medida que B – C aumenta, manteniendo fijo lo demás, las
personas se disponen a correr riesgos porque aumenta la
importancia del grupo.
El problema de múltiples metas
Si no existe una especie de mecanismo de coordinación, es difícil que los grupos obtengan los
dividendos de la cooperación cuando hay direcciones alternas por las cuales pueden optar sus
miembros.
Supongamos que hay muchas cosas que un grupo Consideremos la situación en la que existen varias
podría querer, que a los miembros del grupo les es metas diferentes que un grupo podría perseguir,
indiferente cuál de ellas se obtiene, siempre y las cuales son valuadas de manera distinta.
cuando se obtenga una de ellas.
¿Qué ocurre en la situación en que un grupo de
Si todos los miembros del grupo deciden lo mismo, quince personas está dividido sin remedio en cinco
entonces cada uno recibe un beneficio de B útiles apasionados amantes de la ópera, cinco
apasionados amantes del ballet, tres miembros
No lograr coincidir en una decisión común
ligeramente inclinados por la ópera y dos
produce un beneficio positivo menor que B,
miembros ligeramente inclinados por el ballet?
digamos b útiles (donde b < B).
La respuesta desde esta visión es la solución
Aquí resalta la importancia de la repetición de
institucional.
jugadas.
Mancur Olson y “La lógica de la
acción colectiva”.
Afirma que:
1. Los grupos numerosos tienden a ser anónimos.
2. Es particularmente plausible afirmar que ninguna contribución de un solo
individuo significa gran diferencia.
3. En un grupo numeroso, ¿se castigaría al negligente?; en un grupo anónimo,
es difícil saber quién ha contribuido.
Lo anterior, lleva a los grupos a permanecer latentes. Los grupos pequeños, por
otro lado, son más personales y poseen más persuasión interna, por lo que son
PRIVILEGIADOS (productores sobre consumidores, élites sobre partidos).
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EMPRENDEDORES PÓLÍTICOS, según Richard
Wagner.
A menudo los grupos se forman y luego se mantienen en buen funcionamiento no sólo debido
a los incentivos selectivos sino también a los esfuerzos extraordinarios de ciertos individuos
específicos: los líderes.
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Si los incentivos selectivos resuelven la paradoja
de la acción colectiva, entonces los
emprendedores políticos disuelven la paradoja.
Unos y otros son útiles y, en ocasiones, unos y
otros son necesarios, para iniciar y mantener la
acción colectiva.
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Ideología política y sistema de
creencias
Algunas personas contribuyen a las tareas colectivas, no porque existan
incentivos selectivos o dirigentes que estén a sus espaldas, vigilándolas,
sino porque esas personas han interiorizado un sistema de valores que
hace de la contribución a la vida en grupo una prioridad, ya sea que vaya
acompañada o no de incentivos materiales o capataces. A ese sistema de
valores se le denomina comúnmente ideología o sistema de creencias.
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TOERÍAS DEL VOTO Y ACCIÓN COLECTIVA
04/11/2020
Bienes públicos, externalidades y
propiedad comunal.
Los dilemas sociales que surgen de la propiedad de los bienes y la manera
como estos últimos se producen o consumen tienen una estrecha relación
con el establecimiento y el mantenimiento de la cooperación y la acción
colectiva. Lo anterior puede sonar a economía, pero, en realidad, es
política.
Los bienes privados tienen las características de:
1. El principio de exclusión: el propietario puede impedir a otros
disfrutar el bien, en cuyo caso se dice que es un bien excluible.
2. La rivalidad: su uso agota la disponibilidad del bien, en cuyo caso se
dice que es un bien rival.
Los bienes que carecen de ambas propiedades se llaman bienes públicos.
No son excluibles (cualquiera puede disfrutarlos, ya sea que haya pagado
por ese privilegio o no) ni son rivales (el uso que una persona hace de ellos
no disminuye la oferta disponible para los otros).
La política alza su horrible rostro porque, como la cooperación (cuya oferta es a menudo
escasa) y la acción colectiva (cuyo logro es, también, a menudo escaso), el suministro de
bienes públicos está sujeto a incentivos socialmente destructivos.
Veamos el ejemplo del precio del petróleo en la OPEP: el bien público —en este caso un precio
más alto para los productos de los miembros de la organización— será producido únicamente si
sus miembros pueden asegurarse de que el comportamiento requerido para sostener el precio
más alto será como se espera. La solución, como en los ejemplos de los problemas de la
cooperación y la acción colectiva revisados antes, es política. Quizá la más común de todas —la
solución política por excelencia— sea la oferta pública de los bienes públicos.
Una solución es la OFERTA PÚBLICA, es decir, permitir que el estado suministre los bienes
públicos.
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La lección en este caso es que no es posible entender
adecuadamente la política de la oferta pública como un
fenómeno de acción colectiva entre quienes desean consumir
bienes públicos. No hay duda de que los consumidores de
bienes públicos, como buenas autopistas, aire limpio, faros y
seguridad nacional, desempeñan una función como
proveedores de presión política. Sin embargo, se ven
limitados por los obstáculos de la acción colectiva. De hecho,
es frecuente que sus intereses nunca se materialicen en la
acción de grupo, que permanezcan latentes.
04/11/2020
Para resumir, la producción de bienes públicos es un problema para las comunidades
debido a la naturaleza misma de esos productos.
Comúnmente, los incentivos privados son insuficientes para alentar su producción
voluntaria, por lo que se requiere una especie de acuerdo político, entre cuyos
ejemplos se encuentran las concesiones de privilegios monopólicos, las exenciones de
las leyes contra los monopolios, los subsidios públicos a la producción privada y el
suministro público claro. Ninguno de esos arreglos es ideal, porque cada uno de ellos
entraña el otorgamiento de un privilegio o facultad extraordinario a algún individuo —
el señor feudal, la empresa a la que se otorga el monopolio, un burócrata del sector
público— cuyos incentivos pueden no concordar de forma adecuada con los objetivos
sociales que se buscan.
Externalidad
La solución de los problemas de CPR implica dos elementos distintos: restringir el acceso y
crear incentivos (generalmente asignando derechos individuales al recurso o partes del mismo)
para que los usuarios inviertan en el recurso en lugar de sobreexplotarlo.
Los estudios empíricos muestran que ningún tipo de régimen de propiedad funciona de
manera eficiente, justa y sostenible en relación con todos los CPR. Los problemas de RCP
continúan existiendo en muchos entornos regulados. Sin embargo, es posible identificar
principios de diseño asociados con instituciones sólidas que han gobernado con éxito los CPR
durante generaciones.
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Los usuarios de un CPR incluyen:
1. Aquellos que siempre se comportan de una manera estrecha, egoísta y nunca cooperan en
situaciones de dilema (free-riders);
2. Aquellos que no están dispuestos a cooperar con otros a menos que se les asegure que no
serán explotados por los oportunistas;
3. Aquellos que estén dispuestos a iniciar una cooperación recíproca con la esperanza de que
otros les devuelvan su confianza; y
4. Quizás unos pocos altruistas genuinos que siempre tratan de lograr mayores ganancias para
un grupo.
Dadas las diferencias sustanciales entre los CPR, es difícil encontrar reglas efectivas que
coincidan con las complejas interacciones y dinámicas de un recurso y sean percibidas por
los usuarios como legítimas, justas y efectivas.
04/11/2020
Desafíos
La investigación empírica y teórica estimulada durante los últimos 30 años por el
artículo de Garrett Hardin ha demostrado que las tragedias de los comunes son
reales, pero no inevitables. Además, está surgiendo un consenso académico con
respecto a las condiciones más probables de estimular procesos autoorganizados
exitosos para CPR locales y regionales, detectando retos específicos:
1. Problema de ampliación
2. Reto de la diversidad cultural
3. Complicaciones del los CPR interconectados
4. Tasas de cambio aceleradas
5. Exigencia de acuerdo unánime como norma de elección colectiva
6. Sólo se tiene un mundo con el cual experimentar