Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Clase teórica N° 8
Esta afirmación nos conduce a clarificar un poco más los alances del concepto de
colonialidad propuesto por Quijano y, en virtud de ello, en qué se diferencia de la idea
clásica de colonialismo. De acuerdo a Quijano por colonialismo puede entenderse el
desarrollo de un patrón de dominación y explotación basado en el control
administrativo, político y económico de una potencia extranjera sobre otro territorio.
Mientras que el concepto de colonialidad refiriere más bien a la “dimensión cultural y
cognitiva” del colonialismo que ha logrado perdurar más allá del mismo. De allí que
cuando hablamos de “dimensión cultural y cognitiva” estamos hacemos referencia al
conjunto de imaginarios y representaciones coloniales puestos en marcha con la
empresa colonial europea y que han perdurado en el tiempo. Por caso pensemos en la
creencia infundada acerca de la superioridad de ciertas culturas –particularmente la
civilización europea considerada como sinónimo de civilización universal- respecto a
las culturas no-europeas, o bien la creencia en la superioridad biológica y moral
atribuida a determinados seres humanos –puntualmente al hombre blanco propietario
heterosexual europeo como sinónimo de lo humano- en relación a otros seres humanos
o grupos sociales.
El análisis anterior nos conduce a otro de los puntos claves de la perspectiva decolonial
que es la vinculación entre modernidad, empresa colonial europea y el surgimiento de la
“idea de raza”. De acuerdo a Quijano la idea de raza constituye la invención de un
constructo mental que permitirá establecer una clasificación de las poblaciones a
escala mundial. Dicha idea de raza comenzará a forjarse hacia fines del siglo XV y
4
principios del siglo XVI a partir de las diferencias fenotípicas existentes entre los
conquistadores y conquistados lo que posibilitará instaurar un conjunto de jerarquías de
acuerdo a una supuesta identidad racial; esto es, la creación de nuevas identidades
homogéneas bajo las categorías desvalorativas de ‘indios’, ‘negros’ y ‘mestizos’.
En esta dirección la idea de raza aparece vinculada hacia inicios del siglo XVI en
nuestro continente con el imaginario de la blancura, es decir, con la creencia que ‘lo
blanco’ es sinónimo de perfección, civilización, belleza y moralidad mientras que las
llamadas “razas de color” son sinónimo de imperfección, salvajismo, fealdad e
inmoralidad en lo que hace a sus costumbres y modos de vida. En esta clave Quijano
afirma que la “idea de raza” constituye “el más eficaz instrumento de dominación social
inventado en los últimos 500 años”, al posibilitar la naturalización a lo largo del tiempo
de dichas representaciones y, con ello, la reproducción de estos imaginarios coloniales
fuertemente racistas. Un interesante ejercicio de reflexión crítica consiste en
problematizar estas representaciones e imaginarios coloniales respecto a las culturas no-
europeas, particularmente en nuestro continente en relación a las comunidades
indígenas u originarias históricamente racializadas y negadas en su calidad de culturas
pre-existentes tanto en nuestro pasado como en nuestro presente.