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Clase teórica N° 8

El ‘lado oculto’ de la modernidad: empresa colonial, racismo y eurocentrismo.

Prof. Martín E. Diaz

Buenos días, tardes o noches de acuerdo al momento en que se acerquen a la lectura de


esta clase. La clase teórica que comenzamos hoy supone de algún modo un “punto de
inflexión” respecto a las temáticas y problemáticas filosóficas que hasta acá hemos visto
en el programa de la materia. Decimos un “punto de inflexión” porque vamos a
adentrarnos a una lectura crítica de la modernidad desde Nuestra América a efectos de
poner en tensión su directa vinculación con el desarrollo histórico del capitalismo, el
racismo, el colonialismo y el eurocentrismo.

Para dicho análisis crítico de la modernidad nos habremos de valer fundamentalmente


de los aportes propuestos por la denominada perspectiva decolonial o giro decolonial
en nuestro continente. La denominada perspectiva decolonial constituye un colectivo
surgido hacia fines de la década del 90’ compuesto por un conjunto de intelectuales y
activistas latinoamericanos y afrocaribeños entre quienes se destacan Enrique Dussel,
Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Edgardo Lander, Arturo Escobar, Santiago Castro-
Gómez, Nelson Maldonado Torres y Catherine Walsh, entre otros.

La propuesta de una revisión crítica de la modernidad efectuada desde nuestro Sur


global involucra partir de una lectura distinta a la efectuada desde Europa respecto a
dicho proceso. Tal como vimos en nuestro teórico N° 5, la modernidad es representada
desde Europa como un período histórico-filosófico que comienza a configurarse hacia
fines del siglo XVI e inicios del siglo XVII cuyas características centrales son la
superación del “oscurantismo” de la edad media, la confianza atribuida a la ciencia
moderna en el acceso a una verdad de carácter universal, al igual que la capacidad de
transformación y apropiación de la naturaleza por parte del sujeto moderno. Además la
modernidad supone desde la visión tradicional efectuada desde Europa la creencia –
fundamentalmente hacia el siglo XVIII- en un progreso moral y material de humanidad
de la mano del desarrollo de una razón científico-técnica, así como la postulación en el
mismo siglo de los principios de igualdad, libertad y fraternidad encarnados en la
revolución francesa de 1789.
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1. La modernidad como fenómeno global

Ahora bien, indagar o problematizar a la modernidad desde nuestro lugar en el mundo


involucra asumir un punto de partida distinto a la “visión tradicional” propuesta desde
Europa. Este punto de partida distinto supone, siguiendo al filósofo mexicano-argentino
Enrique Dussel, leer a la modernidad como un fenómeno global que no puede
disociarse –como señalábamos- del desarrollo histórico del capitalismo, el
colonialismo, la colonialidad, el racismo y el eurocentrismo. Sobre algunos de estos
conceptos nos detendremos particularmente en esta clase.

Leer a la modernidad como un fenómeno global, y no como un proceso producido


exclusivamente al interior de Europa, nos conduce a poner en el centro de la escena un
acontecimiento clave en el desarrollo de lo que llamamos modernidad y en el
surgimiento histórico del capitalismo. Este acontecimiento histórico será la “conquista
de América” iniciada a partir de 1492 por España y luego Portugal lo que permitirá a
Europa convertirse en el centro de la historia mundial mientras que nuestro continente
será ubicado en un lugar de “exterioridad”; es decir, en un lugar silenciado,
desvalorizado e inferior a la civilización europea. Como ha señalado el propio Dussel:
“América latina entra en la Modernidad (…) como la ‘otra cara’ dominada, explotada,
encubierta”. En este sentido, la conquista de América resultará un acontecimiento clave
en el desarrollo histórico del emergente capitalismo mercantil a partir del saqueo por
parte de las entonces potencias europeas de las riquezas extraídas de nuestro continente
–fundamentalmente los metales preciosos como el oro y la plata- a partir del
sometimiento y la violencia colonial ejercida sobre las poblaciones conquistadas.

Uno de los aspectos claves de la crítica efectuada a la modernidad por parte de la


denominada perspectiva decolonial es su directa vinculación con lo que autores como el
sociólogo peruano Aníbal Quijano denominó en el año 1991 con el nombre de
“colonialidad”. Una de las tesis centrales de la denominada perspectiva decolonial es
que la colonialidad es un fenómeno constitutivo de la modernidad, esto es, un
fenómeno que le es propio a la modernidad y no puede separarse de la misma. Para
decirlo de otro modo significa afirmar que “no hay modernidad sin colonialidad”. En
este sentido al hablar de colonialidad estamos refiriendo al “lado oculto” contenido en
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la modernidad el cual posibilitó crear una autoimagen de Europa en tanto centro de la


historia y “cuna del saber” de la humanidad y, por contrapartida, una representación de
lo “no-europeo” como sinónimo de inferioridad, primitivismo e inhumanidad. En esta
clave, al decir que modernidad-colonialidad constituyen una dupla indisociable se
pretende señalar que la modernidad no configura un fenómeno caracterizado por la
“salida de la humanidad de un período de oscuridad” sino, más bien, un fenómeno
global iniciado en 1492 cuyo “lado oscuro y oculto” es la conquista, el genocidio y la
destrucción de las formas de conocimientos y prácticas culturales de las poblaciones
conquistadas.

Esta afirmación nos conduce a clarificar un poco más los alances del concepto de
colonialidad propuesto por Quijano y, en virtud de ello, en qué se diferencia de la idea
clásica de colonialismo. De acuerdo a Quijano por colonialismo puede entenderse el
desarrollo de un patrón de dominación y explotación basado en el control
administrativo, político y económico de una potencia extranjera sobre otro territorio.
Mientras que el concepto de colonialidad refiriere más bien a la “dimensión cultural y
cognitiva” del colonialismo que ha logrado perdurar más allá del mismo. De allí que
cuando hablamos de “dimensión cultural y cognitiva” estamos hacemos referencia al
conjunto de imaginarios y representaciones coloniales puestos en marcha con la
empresa colonial europea y que han perdurado en el tiempo. Por caso pensemos en la
creencia infundada acerca de la superioridad de ciertas culturas –particularmente la
civilización europea considerada como sinónimo de civilización universal- respecto a
las culturas no-europeas, o bien la creencia en la superioridad biológica y moral
atribuida a determinados seres humanos –puntualmente al hombre blanco propietario
heterosexual europeo como sinónimo de lo humano- en relación a otros seres humanos
o grupos sociales.

2. Modernidad, idea de raza y eurocentrismo

El análisis anterior nos conduce a otro de los puntos claves de la perspectiva decolonial
que es la vinculación entre modernidad, empresa colonial europea y el surgimiento de la
“idea de raza”. De acuerdo a Quijano la idea de raza constituye la invención de un
constructo mental que permitirá establecer una clasificación de las poblaciones a
escala mundial. Dicha idea de raza comenzará a forjarse hacia fines del siglo XV y
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principios del siglo XVI a partir de las diferencias fenotípicas existentes entre los
conquistadores y conquistados lo que posibilitará instaurar un conjunto de jerarquías de
acuerdo a una supuesta identidad racial; esto es, la creación de nuevas identidades
homogéneas bajo las categorías desvalorativas de ‘indios’, ‘negros’ y ‘mestizos’.

En esta dirección la idea de raza aparece vinculada hacia inicios del siglo XVI en
nuestro continente con el imaginario de la blancura, es decir, con la creencia que ‘lo
blanco’ es sinónimo de perfección, civilización, belleza y moralidad mientras que las
llamadas “razas de color” son sinónimo de imperfección, salvajismo, fealdad e
inmoralidad en lo que hace a sus costumbres y modos de vida. En esta clave Quijano
afirma que la “idea de raza” constituye “el más eficaz instrumento de dominación social
inventado en los últimos 500 años”, al posibilitar la naturalización a lo largo del tiempo
de dichas representaciones y, con ello, la reproducción de estos imaginarios coloniales
fuertemente racistas. Un interesante ejercicio de reflexión crítica consiste en
problematizar estas representaciones e imaginarios coloniales respecto a las culturas no-
europeas, particularmente en nuestro continente en relación a las comunidades
indígenas u originarias históricamente racializadas y negadas en su calidad de culturas
pre-existentes tanto en nuestro pasado como en nuestro presente.

La dimensión estructural que posee el racismo en la historia de nuestro continente nos


conduce a otro punto clave abordado desde la perspectiva decolonial: el problema del
eurocentrismo.
Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando hablamos de eurocentrismo? Por eurocentrismo
debemos entender la postulación de un paradigma o modelo universal de la
historia, el conocimiento, la política y la estética que pasa a ser considerado como
un único modelo valido y legítimo. En este sentido al hablar de eurocentrismo
hacemos referencia a la imposición de los parámetros civilizatorios de una cultura –en
este caso de la cultura europea- como un modelo universal que el resto de las culturas
deben necesariamente seguir o imitar. Poner en tensión o cuestionar el modo de
funcionamiento del eurocentrismo supone por tanto advertir la reproducción de una
serie de supuestas “verdades incuestionables” que nos son ajenas y reproducimos como
propias. Por caso pensemos la enseñanza en la mayoría de las instituciones de nuestro
continente de una historia cultural que toma como base la “historia europea” como
sinónimo de “historia universal”. En esta dirección, otro interesante y necesario
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ejercicio de reflexión crítica consiste en identificar de qué modo la mayoría de nuestros


curriculum de enseñanza primaria, secundaria y universitaria poseen una profunda
dimensión eurocéntrica. De tal modo, la crítica al eurocentrismo presente dentro de la
concepción oficial del conocimiento y de la historia que se enseña en nuestras
instituciones educativas configura uno de los aspectos centrales en la tarea de
“descolonizar desde el sur” los legados de un modelo civilizatorio de carácter colonial
y eurocéntrico que perdura hasta nuestros días.

Material de lectura obligatoria


- Pachón Soto, Damián: “Nueva perspectiva filosófica en América Latina: el grupo
modernidad/colonialidad”, en Revista Ciencia Política, N° 5, 2008. (Página 9 a la 23).

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