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La ética es un criterio que sirve al hombre para orientar y elegir su propia conducta, esta puede utilizar una variedad enorme de
criterios orientadores. (hay buenos y malos).Podemos distinguir, por lo menos, 6 niveles o tipos de criterios que puede seguir una
persona para orientar su conducta:
3. La presió n social
6. El yo profundo
Está basado en que el hombre busca lo agradable y evita lo desagradable, busca el placer y evita el dolor.
La teoría de Freud acerca del principio del placer, el Ello y la libido nos proporciona una perfecta ilustració n de este nivel. Los
instintos buscan su satisfacció n en varias vertientes. El hedonismo es una importante corriente filosó fica de los tiempos clá sicos
de los griegos y los romanos .Su valor numero uno es el placer sensible.
El error consiste en asentarse en cualquiera de los dos extremos opuestos: ***1) el uso exclusivo de este nivel en cualquier
situació n de la vida, o 2) la eliminació n absoluta de este criterio, como si el placer fuera algo malo.
El placer sensible es un criterio muy utilizado para realizar sus elecciones. El placer es, sin duda, un valor, puesto que busca la
satisfacció n de las necesidades vitales de todo hombre, ademá s implica una tendencia. Esta tendencia es la causa de algunos
conflictos cuando la persona se decide en funció n de criterios diferentes.
El individuo se orienta rígidamente hacia algunas normas o valores que las autoridades le han introyectado desde la infancia. Esas
normas y valores actú an desde el inconsciente del sujeto, y por esa razó n tienen un cará cter autoritario, rígido, exagerado. Este
tipo de persona no puede hacer excepciones cuando se presentan casos dudosos. Tiene una orientació n mecanizada (no piensa
solo actú a, no ve otra opció n)
El criterio del Sú per Yo es comparable con el cará cter anal descrito por Freud, que ademá s de la rigidez, otras características:
tacañ ería, puntualidad excesiva y exigente, pulcritud intachable, despotismo o exigencias exageradas en el trato con la demá s
gente.
Este criterio no coincide necesariamente con el de la ética (la cual suele basarse en leyes y valores asumidos en forma consciente).
1 persona podría actuar conforme a este criterio del Sú per Yo a sabiendas de que está infligiendo una ley o valor superior. Lo que
experimenta el individuo afectado por el Sú per Yo es una fuerte tendencia o inclinació n que proviene de su inconsciente que está
en desacuerdo con las leyes y los valores asumidos conscientemente.
Con frecuencia 1 persona que es instruida acerca de ciertas excepciones y un reglamento, no obstante, prefiere seguir rígidamente
ese reglamento sin hacer caso de la posibilidad de una excepció n.
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Así como el criterio anterior puede, compararse con el hedonismo, también ahora, el sú per yo puede compararse con el
estoicismo. Su calidad moral es superior a la del hedonismo, pues ya no se rige por el simple placer, sino por algunos principios,
leyes o valores introyectado desde la infancia. Su principal defecto reside en su rigidez y en su rechazo de las pasiones. Con esto
pierde su validez moral, pues afecta fuertemente a la libertad humana, que es la condició n indispensable para que se dé un acto
bueno o malo desde el punto de visto ético.
Este criterio surge con frecuencia en los niñ os y en los adultos “bien educados”. Sus patrones de conducta han sido introyectados
con fuerza en el inconsciente y a partir de allí se manifiesta una cierta garantía de que el niñ o va a actuar de acuerdo con sus
patrones durante el resto de su vida. (se difiere de la ética ya que no permite que 1 persona diga que está bien para el sino que lo
piensa con la experiencia y lo que le han enseñ ado al pasar los añ os)
Este reside en la absorció n de todas las normas y valores que el medio ambiente o sociedad influyen en el individuo en forma de
"presió n social". La guía de conducta dentro de una sociedad es pues la moda y la propaganda. La presió n social es la principal
fuente que orienta y empuja la conducta de las personas cultas.
Normalmente confundimos la "obligació n" como la "presió n social", pero la verdadera obligació n es la que da origen a méritos de
cará cter ético, o sea, no es la obligació n que proviene del exterior, si no la que tiene que venir de nuestro interior, la que uno se
impone, de una autó noma y en funció n de los valores que hemos asimilado. Es por esto que este criterio es muy generalizado y de
escaso valor ético, sin embargo es superior a los otros criterios debido a que se trata de una orientació n consciente (aun que no
siempre en su totalidad).
Los tres niveles o criterios mencionados anteriormente son los que se podrían llamar bá sicos o de uso generalizado. Los que se
explicará n a continuació n son de orden superior y mucho má s valiosos para la É tica.
Este consiste en orientar y dirigir la conducta por medio de normas y leyes establecidas por terceros en algú n có digo. En atenció n
a dicha ley o conjunto de normas el individuo está dispuesto a contravenir lo que dicen a sus instintos, su inconsciencia (Sú per Yo)
y la presió n social.
Con esto entendemos que existe una enorme variedad de criterios de orden legal que pueden llegar a originar una verdadera
confusió n en la mentalidad de una persona. Pero el hecho de que existan có digos escritos ofrecen la posibilidad de la amplia
difusió n de la ley con el mínimo de distorsió n, puede plantearse de manera universal y por tanto enseñ arse y difundirse de
generació n en generació n.
5. El criterio axiológico
El quinto criterio para regir la conducta humana está basado en los valores internamente percibidos y apreciados como tales.
El criterio axioló gico concuerda con lo que suele llamarse “actuar por propio convencimiento”. Una persona llega a descubrir
algunos valores y los aprecia como tales, en funció n de esa perspectiva para hallar y juzgar su situació n es como rige su propia
conducta, aun cuando se vea en la necesidad de ir en contra de las autoridades, la presió n social, sus costumbres o instintos.
Un individuo, con ese criterio, puede actuar con auténtica serenidad y responsabilidad, pues su conciencia ya no está dividida, sino
que elige y actú a conforme a lo que efectivamente está percibiendo como valioso y lo ha hecho suyo. Por ende, su conducta
adquiere valor ético.
Ahora podemos concluir que el criterio axioló gico es el má s adecuado para la É tica. El surgimiento del valor ético (positivo o
negativo) en la conducta de una persona está en funció n de sus decisiones libres y responsables. La libertad se ejerce en funció n
de valores.
Así pues, distinguimos tres niveles: la amoralidad, la libertad y la moralidad positiva. Un niñ o suele ser amoral. Un adolescente
suele descubrir la libertad. Só lo una persona madura actú a conforme a los valores adecuados al ser humano.
El criterio axioló gico de la conducta humana supera con muchos a los cuatro criterios anteriores. Sin embargo todavía muestra
algunos defectos. El primero es la limitació n de los valores sustentados. Es decir, una persona descubre los valores que se
practican en su ambiente, pero nada má s. El segundo defecto es el individualismo.
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El criterio que sirve de á rbitro entre dichos conflictos es el criterio de la propia conciencia avalada por su convicció n en algunos
valores asimilados.
Este criterio se caracteriza porque el sujeto se caracteriza en sus decisiones a partir de la percepció n axioló gica que obtiene
durante la captació n de su Yo Profundo.
El Yo Profundo es el nú cleo del ser humano, es la persona, es el plano del ser. En contraposició n esta el plano de tener, la periferia,
las cualidades de la personalidad. Entre estas cualidades se pueden mencionar el estatus, los conocimientos, el inconsciente, etc.
La verdadera identidad de un individuo no reside en su autoconcepto (lo que cree ser y valer), sino en ese Yo Profundo.
En primer lugar, cuando una persona enfoca su Yo profundo, significa que incrementa su repertorio de valores y que, por tanto, un
individuo puede actuar en funció n de otros valores, má s profundos, má s elevados, má s comunitarios.
En tercer lugar, la captació n del Yo Profundo permite, no solo la percepció n de una mayor gama de valores, sino, sobre todo, el
descubrimiento de los valores propiamente humanos, comunitarios con validez universal.
Existen dos conceptos paralelos: persona e individuo. El individuo es lo que no puede sin dividir su esencia; por otro lado, la
persona es el Yo Profundo. El hombre es individuo en cuanto no puede dividirse, y es persona en cuanto que está abierto a los
demá s seres humanos.
a) Evolució n de cada individuo. (aumenta su capacidad para captar valores y para aplicar sus propios criterios)
b) Fijació n de un nivel.
c) Importancia de la reflexió n y la meditació n. Tenemos dos medios para saltar a los niveles superiores: la reflexió n y la
meditació n. La reflexió n consiste en revisar los hechos personales pasados y los criterios con los cuales fueron decididos. El mejor
método para ascender en estos niveles es la meditació n profunda (pensar en estos hechos revisados, tomar una decisió n).
SE DICE QUE:
Inteligencia Verdad
VoluntadBondad
Cuando una persona ama, trabaja, conversa, se divierte, se alimenta, duerme, etc. el objeto que busca en el fondo es el bien. Por lo
que decimos que la voluntad tiende a la bondad por naturaleza.
• Se califica al acto de elección, no al objeto elegido que siempre es bueno: BONDAD ONTOLOGICA
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• Existe en cualquier objeto mientras sea atractivo a la voluntad: BONDAD MORAL
• Califica los actos humanos cuando estos llenan las condiciones especificadas por la etica
• Max Scheler: “la esencia del valor está en la preferibilidad de un objeto, es decir, en una cualidad que logra atraer la
atenció n y la inclinació n de las personas que lo perciben. Lo que significa que el valor reside en los objetos (cosas o
personas)”
Es probable que una gran cantidad de delitos sean cometidos bajo el influjo de la obnubilació n propia de la neurosis.
Educación: Gracias a la educació n el sujeto es má s libre, capta mejor los valores, amplia su repertorio de conductas y
aprende a ser má s responsable.
Entendimiento: Es la ampliació n del horizonte de significativita fomenta en las personas su capacidad para captar
significados.
Experimentado por los sujetos que lo perciben. En cambio, de acuerdo con los autores subjetivistas, el valor es una
creació n del sujeto.
La valorizació n es la captació n de un objeto en comparació n con las propias cualidades, tenencias, expectativas y gustos. En
cambio, la evaluació n es la captació n del mismo objeto, pero en comparació n con un criterio extrínseco al propio sujeto.
La valorizació n es totalmente subjetiva. En cambio, la evaluació n es la captació n del mismo objeto, pero en comparació n con un
criterio extrínseco al propio sujeto.
La valorizació n es totalmente subjetiva. En cambio, la evaluació n tiene a ser objetiva, y en muchos casos es complemente
imparcial.
Surge entonces la siguiente definició n: valor es todo ente en cuanto que guarda relaciones de adecuació n con otro ente. Esta
relació n de adecuació n entre un objeto y un criterio es independiente de que un sujeto la conozca. Por esto podemos sostener que
el valor es objetivo, existe en las cosas independientemente de los sujetos que lo pueden apreciar, o no.
No podemos negar el hecho tan frecuente de la captació n de cualidades de un objeto. Este es el caso de la valorizació n. Axial pues,
se explica por qué abunda la postura subjetivista, es el resultado de un encandilamiento cuando se descubre la riqueza de la
valorizació n y aun no se ha considerado la posibilidad y la efectividad de la evaluació n.
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El valor reside en las cosas, y consiste en una cualidad por la cual esas cosas son preferibles al hombre, a sus facultades, a su
naturaleza. Los valores son tales porque guardan una relació n armoniosa con el ser humano. El valor es todo ente en cuanto que
guarda relaciones de adecuació n con otro ente (con el hombre en especial).
La diferencia entre bien y valor está en la mayor extensió n de este ultimo. El bien es un valor, al igual que la verdad, la belleza y la
virtud, y el término valor es un género donde caben las especies mencionadas
¿Qué es lo que constituye propiamente el valor moral de una persona? Se han dado muchas respuestas; y casi todas convergen
alrededor del concepto de bondad, hacer el bien, practicar la virtud.
Ser moral significa, pues, actuar conforme a las exigencias de la naturaleza humana. Quien reflexiona sobre la naturaleza humana
descubre allí algunas exigencias, que son la base de los derechos y las obligaciones de todo hombre. Cuando se considera que la
naturaleza humana es la misma para todos, surge la posibilidad de un criterio ético que rige a todos los hombres por igual.
Se entiende por recta razón la misma inteligencia humana en tanto que actú a por sí misma, sin desviaciones provocadas por las
pasiones, los instinto tanto que actú a por si misma, sin desviaciones provocadas por las pasiones, los instintos o algú n interés
personal.
Ser moral es equivalente a ser mas hombre (independientemente del sexo), ser mas humano.
En la prá ctica, a gente que quiere actuar conforme a los valores morales consulta las normas y las costumbres vigentes en su
medio y solo en algunas ocasiones reflexiona por sí mismo y determina cual es la conducta valiosa en su caso (valores éticos).
Podemos aclarar que el valor moral lo puede adquirir una persona cuando realiza una norma moral y mejor también, cuando
ejerce una norma ética. La esencia en la conducta moral es en la libertad guiada por valores superiores.
a) El valor moral perfecciona a la persona en cuanto tal. En tanto que los demá s valores perfeccionan al individuo en aspectos
parciales o periféricos, el valor moral se enclava directamente en el nú cleo de identidad personal. En el lenguaje ordinario
también suelen distinguirse estos dos tipos de valores cuando se dice: como profesionista es muy valioso, pero como persona no
lo es tanto”.
b) la persona con valor moral es todo lo contrario del sujeto mezquino, egocéntrico, interesado exclusivamente en su propio
bienestar y comodidad. El valor moral lanza al hombre fuera de si mismo, en un amor noble, desinteresado, de benevolencia. Esta
característica de generosidad, desinterés, atenció n cuidadosa a las necesidades ajenas, es uno de los signos má s claro que nos
permite detectar a la persona con alto valor moral.
c) la persona con valor moral manifiesta y contagia una felicidad que surge de su propia interioridad, de su nú cleo de identidad
personal.
d) la persona con valor moral manifiesta una triple armonía su conducta es congruente con lo que piensa y con lo que expresa
verbalmente. Los tres niveles: pensamiento, palabras y acciones, expresan lo mismo, a naturaleza humana que se está realizando
en forma armoniosa.
e) la persona que actú an en un nivel moral positivo tiene puesta su atenció n en el valor intrínseco del acto que ejecuta. (no solo
busca un beneficio personal sino comunal).
f) en cambio la conducta deshonesta se caracteriza por una inversió n del oren descrito: se enfoca directamente al beneficio
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g) Un acto honesto es una acció n que posee un valor intrínseco y, ademá s, se ejecuta dentro de una actitud de benevolencia,
desinterés y generosidad que procede del nú cleo de identidad personal del individuo.
h) Es muy conocida la enumeració n de las conductas deshonestas, tales como matar, robar, mentir, fornicar, etc. ( el horizonte
axioló gico, comunicar felicidad, meditar, comunicarse con Dios, difundir valores, fomentar la integració n, etc., Estas acciones
encierran valores intrínsecos de alto nivel, y pulen descuidarse.
5. RELATIVISMO MORAL.
Se llama relativismo moral a la postura que sostiene la falta de objetividad de los valores y, por tanto, la ausencia de fundamento
objetivo y universal para sostener un criterio moral determinado. Segú n esto, c/ persona crea sus propios valores y, en
consecuencia, es imposible hablar de un criterio moral ú nico que rija por igual a todos los seres humanos.
Con esto, volvemos a un fundamento ú nico que sirve como base para determinar el valor moral, a saber: todo aquello que
contribuye al desarrollo y realizació n de la naturaleza humana (que es la misma en cada individuo) tiene valor moral. El mal moral
consiste, pues, en el deterioro o la falta de ajuste (consciente y voluntario) a las exigencias propias de la naturaleza humana.
La existencia del mal ha constituido un fuerte problema:¿Cuá l es la existencia del mal?, ¿Por qué se da el mal?, ¿Cuá l es la actitud
correcta del ser humano frente al mal? Existen situaciones nefastas:
El asesinato, el chantaje; El secuestro, el fraude; La violació n, la guerra; La infinidad de victimas de un terremoto o de una
inundació n; Enfermedades incurables (cá ncer, SIDA), la muerte, el tormento.
La cuestió n que analizaremos se refiere a las diferentes actitudes que puede tomar una persona frente a tales desgracias.
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3. LA POSITIVIDAD DEL SER.
Una de las principales enseñ anzas de la metafísica tomista es la positividad, la bondad del ser. Esta es la teoría de los
trascendentales del ser. Todo cuanto existe, por el hecho de participar del ser, y en la medida en que participa de él, es
positivo, es bueno. Si algo es malo de suyo, es que no existe. No existe lo negativo, o mejor dicho, el no ser no existe.
PRIMERO.
El má s claro de todos es el caso de la energía térmica que guardan los objetos materiales. Lo que existe es la energía
térmica en mayor o menor grado. Asi es que, aunque parezca extrañ o, el frio no existe.
SEGUNDO.
Lo mismo sucede con la luz y la oscuridad.
TERCERO.
Alexis Carrell, en su libro La incó gnita del hombre, dice que la enfermedad como tal no existe, lo que existe son enfermos
que sufren algú n padecimiento que luego la mente cataloga dentro de un tipo de enfermedad.
CUARTO.
La muerte en cuanto no existe, es decir solo se niega la existencia real de la esencia pura de la muerte. Lo que existe es el
organismo muerto, el cuerpo que ya no tiene vida. La vida es el elemento positivo que hay, y cuanto esta ya no se da,
entonces hablamos de muerte. No hay una supuesta lucha entre la vida y la muerte. Lo que no existe no pueden luchar.
La primera escala, la bipolaridad exclusiva, nos proporciona una visió n del mal sumamente pesimista. Lo que no es bueno es malo
definitivamente. Este sistema consiste en utilizar un par de categorías para señ alar, tanto el ente real como su correspondiente
opuesto. Ejemplo: el bien y el mal. En este sistema la gente da por supuesto que cada uno de los polos tiene existencia aparte,
independiente (como agua y azú car), dos clases de entes con naturaleza de signo contrario.
La escala del cero absoluto logra abstenerse del empleo de dos términos deferentes para señ ala los extremos opuestos.
Segú n este autor, el universo está en constante evolució n y todo tiende hacia un estado de perfecció n que llama el punto omega,
mientras estemos en evolució n, lo normal es encontrar muchos grados de imperfecció n, y esto es precisamente lo llamamos mal.
El mal es lo que nos falta para llegar a al perfecció n. Los sismos, los crímenes, la inmoralidad, la enfermedad y los demá s males
que afligen al hombre, no son sino la expresió n de una etapa intermedia en el proceso evolutivo.
Las cosas simplemente son. El calificativo de bueno o malo es un añ adido que hacemos en funció n de una comparació n con un
criterio dado. Los orientales sostienen esta idea por medio de un famoso aforismo: el bien y el mal son una enfermedad de la
mente. La realidad que percibimos simplemente existe tal y como es, y en sí misma no es ni buena ni mala, solo es. El hombre es el
que otorga un patró n que utiliza para realizar ese juicio de bondad o de maldad.
Dios ha creado un mundo en evolució n y, por tanto un mundo que necesariamente implica etapas de imperfecció n y de
acercamiento al ideal que todos asumen como perfecto. En realidad, lo que existe es bueno, positivo y habría que saber descubrir,
sopesar y apreciar todos los aspectos buenos que de hecho se encuentran en cada situació n.
Dios es bueno, lo que existe es bueno. Es bueno todo lo que existe. Todo cumple con su naturaleza y por tanto es bueno.
El mal en cuanto tal no existe. Los objetos y las personas que manifiestan algú n defecto, de todas maneras, poseen mucho má s de
lo que les falta.
El hombre debería poder captar y apreciar, en cada acontecimiento y en cada circunstancia, el peso de todo lo positivo allí
contenido y así tener presente la bondad de Dios. Nada hay tan malo que no pueda proporcionar algú n beneficio.
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8. LA RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE FRENTE AL MAL.
Segú n Teilhard de Chardin, el mal es el precio que pagamos por el hecho de la evolució n y por la perfecció n que vamos a obtener.
Ahora bien, desde el momento en que se da cierto grado de libertad, aunque todavía no sea perfecta, tenemos lo suficiente para
inferir un correlativo grado de responsabilidad en la planeació n y la ejecució n de una conducta determinada.
En el acto inmoral, lo que principalmente cuenta es el horizonte axioló gico y el grado de libertad del individuo. Sin embargo,
existen todavía otros males que afligen a una persona y que le sobrevienen sin que podamos atribuirle culpa alguna.
La humanidad en su evolució n llega a la etapa conocida por Hegel como la conciencia infeliz cuando capta ciertos valores y realiza
la comparació n con los hechos que le rodean. El resultado de dicha comparació n es, por fuerza, un juicio deprimente. Cuanto má s
claro aparece el horizonte de los valores, má s fá cilmente surge el juicio negativo hacia la realidad circundante.