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Richard Strauss

a ciento cincuenta años


de su nacimiento.
Salomé, Electra y otros
personajes míticos en la Ópera
Beatriz Cotello [Corresponsal de la Ópera de Viena]
[cotellobeatriz@gmail.com]

Resumen: El artículo se refiere a la trayectoria de


Richard Strauss, con especial mención de su obra
Richard Strauss, el músico
operística sobre personajes mitológicos y míticos. Se
destacan sus óperas Salomé y Electra como muestra
n este año 2014, en que

E
de la innovación que introduce en el lenguaje musical,
que preanuncia la revolución atonal experimentada en
la música en los comienzos del s. XX. Se mencionan
Europa conmemora
sus óperas de producción anterior, de corte wagneriano el inicio de la Prime­
(Guntram, Feuersnot), y las posteriores, en un lenguaje
novedoso, si bien más acorde con el sonido tonal de la ra Guerra Mundial, se
tradición austrogermana, y referidas a personajes de
la Antigüedad (Ariadne, Elena, Daphne, Danae) y a la
celebra, por otra parte,
tradición oriental (La mujer sin sombra). el sesquicentenario del
Palabras clave: Strauss - Salomé - Electra - ópera - nacimiento de Richard
poema sinfónico
Strauss, un compositor de enorme
relieve en la historia de la música de
Richard Straus on his one hundred fiftieth birthday.
Salome, Electra and other mythical characters in Occidente. Strauss se destaca como el
Opera
compositor de ópera más exitoso del
Abstract: This article deals with Richard Strauss’s s. XX, si se exceptúa a Puccini.
opera production based on mythological and mythical
characters. Namely, we focus on the analysis of both of Nacido en Munich (11 de junio
his well known operas, Salomé and Elektra, as innova-
tive pieces of art which foreboded atonality, the greatest
1864), en una familia de músicos,
musical innovation of the XXth Century. We also review su padre era cornista principal de la
Strauss’s former opera production, characterized by
a Wagnerian influence (Guntram, Feuersnot), and his orquesta del teatro Real, su madre, si
later works, more in the line of the tonal austrogermanic
musical tradition, with characters of Greek mythology
bien no de modo profesional, ejecu­
(Ariadne, Helena, Daphne and Danae) and of the orien- taba muy bien el piano, y tías y tíos
tal tradition (The woman without a shadow).
tocaban diversos instrumentos. Em­
Keywords: Strauss - Salomé - Electra - opera -
symphonic poem
pezó su educación musical a tempra­
na edad, primero con su madre, luego
con profesores amigos de su padre;
con seis años ensayaba ya ejercicios
de composición. Su opus 1, una mar­

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cha festiva para gran orquesta, fue intentó incursionar en el género ope­
publicado cuando sólo contaba dieci­ rístico y en cambio se inclinó por el
séis años de edad, aunque había sido lied2 y el poema sinfónico, además de
compuesta unos años antes. Su padre piezas de música de cámara y solistas.
era un antiwagneriano encendido y También influía en esa decisión el he­
Richard estuvo influenciado por su cho de no haber encontrado un libre­
pensamiento, hasta que escuchó la tista que lo satisficiera.
ópera Tristán e Isolda y se sintió im­ El lied es un poema musicalizado,
presionado por la grandeza de esa que se canta con acompañamiento
música. instrumental, generalmente de piano,
Cabe señalar que en su calidad difiere del aria de la ópera en que ex­
de primer cornista de la orquesta presa las emociones sin apelar al vir­
del teatro real de Munich, el maestro tuosismo vocal. El acompañamiento
Strauss estaba obligado a interpretar de los lieder de Strauss es complejo,
la música de Wagner para las funcio­ porque se vale de la orquesta entera.
nes de la ópera, con lo que muchas El ‘poema sinfónico’ (Tondichtung en
veces entraba en contradicción con el alemán) es un género que también
director Von Bülow y con el mismo se denomina “música programática”.
Wagner. Sin embargo, este último lo Surge con Liszt y Berlioz: se conside­
consideraba muy buen músico. En ra el epítome de la música romántica,
sus memorias, Richard recuerda que que pretende recitar poesía, narrar
decía: “Este Strauss es un hombre in­ una historia o describir paisajes por
soportable, pero cuando sopla, uno medios eminentemente sinfónicos:
no puede enojarse con él” (Deppisch “Tiende a la explotación máxima de
1996: 10). los recursos orquestales, sus colori­
Sobre el descubrimiento de Ri­ dos, su poder de evocación, como así
chard de Tristán e Isolda, cuenta Er­ de ilustración pura y simple” (Tran­
hardt1 (1953: 29) que en su fasci­ chefort 1986: 874)
nación el joven de diecisiete años se Los sujetos de las Tondichtungen
pasaba las noches en blanco estudian­ de Strauss son variados: personajes
do la partitura. Una de esas noches, como Don Juan, Macbeth, Till Eulens-
en que estaba tocando bajito para un piegel y Don Quijote, especulaciones
amigo la versión para piano de la ópe­ filosóficas en Muerte y Transfiguración
ra, “los sorprendió el padre, en cami­ y Así hablaba Zaratustra, el ambiente
són y, con el corno debajo del brazo, alpino y la experiencia del hombre
los apostrofó duramente”. frente a la naturaleza en su Sinfonía
Quizá fue por su reverencia al de los Alpes y también material auto­
maestro (Wagner) que en los pri­ biográfico en Una vida de héroe (Ein
meros años de su carrera Strauss no Heldenleben) y Sinfonía doméstica.
1 Otto Erhardt, director de orquesta y ré­
gisseur alemán, actuó en esa calidad en el 2 Compuso, en total, más de doscientas de
teatro Colón de 1938 a 1960. estas canciones líricas.

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Sobre estos dos últimos, Strauss reci­ Emplea también el recurso del Leit-
bió la crítica –de Romain Rolland– de motiv, típico wagneriano: un tema
que eran temas demasiado persona­ musical de variada extensión para
les y autobiográficos y contestó: “No caracterizar a los personajes y a si­
sé por qué no podría componer una tuaciones diversas. Al igual que en
sinfonía sobre mí mismo. Me consi­ Wagner, los argumentos están inspi­
dero tan interesante como Napoleón rados en viejas leyendas y tradicio­
o Alejandro Magno3” (Deppisch nes alemanas.
1996: 83). Guntram es un Minnesänger, un
La introducción de Zaratustra, trovero medieval que abandona su
que lleva por título La salida del sol orden. Se puede inferir que también
fue popularizada por el cineasta Stan­ el músico estaba buscando su propio
ley Kubrick en la escena inicial de su camino, dejando atrás la comunidad
película 2001, Odisea del espacio, en musical que lo precediera. En Feuers-
que la luna, la tierra y el sol se encuen­ not –en español Fuegos de San Juan–,
tran en conjunción, el sol se levanta se cuenta la historia de Kunrad, discí­
e inunda la pantalla con su luz. No pulo de un mago llamado Reichard y
podría haber encontrado el director heredero de su casa, que regala todo el
una mejor explosión de sonido para material combustible que hay en ella
ilustrar esa escena. para encender los fuegos en la noche
de San Juan, y más tarde, ofendido
Primeros pasos en dirección con Diemut, la niña de sus sueños,
a la ópera: Guntram (1894) y los apaga todos mediante un conjuro.
Feuersnot (1901) Se puede ver en este Reichard al mago
Richard (Wagner) y a Strauss, que se
n estas dos óperas Strauss sigue reconoce como su aprendiz, que debe

E el modelo del maestro Wagner:


la ópera concebida como un
todo musical, con sus dúos y tríos
deshacerse de los bienes del maestro
para iniciar su propio camino, que
encontrará pocos años después con
o escenas de conjunto sin solución Salomé.
de continuidad y sin que se plantee
la diferencia entre aria y recitativo, Salomé (1905)
como en el modelo clásico italiano.
a figura de Salomé fue un íco­
3 El escritor francés cambió, sin embargo,
de opinión después del estreno de la ópe­
ra Salomé: le escribió a Strauss que en la
Domestica y en Heldenleben había logrado
L no en la cultura del fin-de-siécle
XIX. Herles (2012: 72) cuen­
ta cien pintores, sesenta escritores y
una mayor profundidad e intensidad del dos docenas de compositores que la
sentimiento y de la expresión que cuando retrataron, escribieron sobre ella y
hacía hablar a Herodes o al Bautista, con los le pusieron música, el más famoso y
cuales había construido una obra vigorosa
pero no decía “cosas eternas” (Deppisch
perdurable fue Oscar Wilde, quien
1996: 83) escribe su Salomé en 1891.

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Strauss presencia en 1903 el es­ vociferaba contra los pecados del Te­
treno del drama en Berlín, llevado a trarca y su mujer. Es conocido, pero
cabo por el entonces joven director refresquemos la memoria: en la fiesta
Marx Reinhardt4 en el Kleines Thea- de cumpleaños del tetrarca Herodes,
ter. Concibe enseguida la idea de Salomé, la hija de su mujer Herodías,
llevar la obra al escenario musical: sale a tomar aire y encuentra a los sol­
“la pieza clama por música” dice en dados que custodian la puerta. Se oye
sus memorias (Deppisch 1996: 84). una voz proclamando los pecados que
En efecto hay algo rítmico en los se cometen en esa casa: es Jokanaan
parlamentos repetitivos y en la alter­ –Wilde prefiere usar su nombre he­
nancia de diálogos, monólogos y las breo–, que Herodes ha hecho apresar
ominosas intervenciones del Bau­ a instancias de Herodías por las de­
tista. Wilde también le adjudicaba nuncias que realiza sobre la conducta
musicalidad a su pieza, si bien está impía de ambos. Salomé desea besar­
escrita en prosa. lo, el profeta opone su casta resisten­
Como se sabe, Oscar Wilde había cia. De vuelta en el palacio, Herodes
escrito su obra en francés (1892)5. le ofrece concederle cualquier deseo
Strauss ensaya con esa versión pero si ella baila para él. Luego del baile,
el idioma ajeno no lo inspira así que ella le pide la cabeza de Jokanaan en
recurre a la traducción hecha por una bandeja de plata. El profeta es
Hedwig Lachmann para Reinhardt, ejecutado y se le entrega su cabeza a
reduciendo la longitud de los monó­ Salomé. En un largo monólogo ella le
logos, de modo que su ópera tuviera expresa su amor y besa ardientemen­
una duración menor que dos horas. te los labios de esa cabeza tronchada,
El argumento está basado en el episo­ hasta que en el paroxismo suena la
dio que relatan los evangelios6 y que última sentencia de Herodes: “¡maten
también recoge Flavio Josefo para ex­ a esa mujer!”
plicar la ejecución de ese profeta que Wilde lleva a su extremo la per­
versidad de Salomé7, acentúa la cruel­
4 Max Reinhardt (1873-1943) fue un notable dad de su madre y la lascivia de He­
director de teatro austríaco que también se
desempeñó como director de cine. Cofun­ rodes, características que encuentran
dador del Festival de Salzburgo, junto con ideal expresión musical en la elección
Strauss, Hofmannsthal y otros, fue autor de de Leitmotivs y de acordes discordan­
la puesta en escena de la obra Jedermann de tes de Strauss. Además de Leitmotivs
Hofmannsthal con la cual se inaugura el fes­
tival en agosto de 1920 y se repone todos los ligados a los personajes, otros moti­
años con distintos repartos. vos son simbólicos: el de la cisterna
5 Se suele decir que escribió la pieza para –donde tenían encerrado al profeta–
Sarah Bernhardt pero fue al revés: Sarah
Bernhardt conoció el drama y se mostró 7 En una versión anterior sobre el mismo
interesada en estrenarla en Londres, pero tema: Hérodiade, de Jules Massenet, Salo­
se retractó cuando el estreno fue prohibido mé aparece como una inocente joven que
por la censura. resulta intermediaria de los perversos de­
6 Marcos 6. 21-29 y Mateo 14. 6-11. signios de su madre.

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que hace alusión al destino que se le ba fue Anna Moffo en la década de
tiene preparado: el verdugo le corta 19708, siempre con el recurso del tri-
la cabeza en ese lugar; o el del beso: cot. Hoy en día no se considera ideal
que Salomé desea ardientemente po­ que las cantantes sean voluminosas,
sar en los labios de Jokannaan y por algunas sopranos de buena figura se
fin lo hace cuando su cabeza ha sido avienen a despojarse de todo velo y
cercenada. La danza de los siete velos todo revestimiento.
tiene un papel central: cada vez que se Salomé fue estrenada en Dres­
menciona, su presencia es anunciada de en 1905, el público se deshizo en
con un toque de tamboril y cuatro no­ aplausos, la crítica estuvo dividida
tas ascendentes del piccolo. Dura unos entre los que denostaban el escánda­
diez minutos y constituye un inter­ lo y la blasfemia y los que apreciaban
medio de bella música con reminis­ la innovación en la música. No hay
cencias orientales y un toque sensual, duda de que la ópera expresaba no­
un respiro para la audiencia, antes de tablemente la estética expresionista
que suceda la apoteosis del drama, de en progresión en la época: en pocos
sonido fragoroso y disonante. Las es­ meses fue requerida por veinticinco
cenas de danza eran frecuentes en la teatros. Strauss ganó fama y también
ópera barroca e indispensables en la fortuna, ya que con los derechos de
ópera francesa del s. XIX, tanto que autor pudo edificar su casa en Gar­
hasta los compositores italianos las misch, tanto como para contradecir
incluían en las suyas para que fueran el vaticinio del Kayser Guillermo II,
aceptadas por el público francés. In­ quien habría dicho: “Lamento que
cluso Wagner concede un ballet en su Strauss haya compuesto esta Salo­
obra Parsifal para su estreno en París. mé, yo lo aprecio bastante, pero se va
Sin embargo, no siempre el ballet te­ a hacer mucho daño con esa ópera”
nía mucho que ver con la trama y re­ (Deppisch 1996: 90).
sultaba un recurso postizo. En el caso Los teatros en los que no se estre­
de Salomé, en cambio, es el episodio nó la ópera fueron el Covent Garden
clave que da lugar al desenlace de la de Londres9 y la Ópera de Viena –en
tragedia. Es necesario aclarar que no esa época Ópera de la Corte– ya que
todas las sopranos pueden represen­ estaba en principio prohibido, en am­
tar ellas mismas esta danza: la heroí­ bas capitales, que se llevasen persona­
na del estreno, Marie Wittich, clama­ jes bíblicos a la escena de los teatros
ba que ella era una mujer decente, se oficiales. Para el estreno en Dresde, el
negó a bailar y fue reemplazada por Kayser puso como requisito que en la
una bailarina. En lo sucesivo se adop­ escenografía se incluyera la estrella de
tó ese criterio en todos los teatros; de
todos modos, al caer el último velo, 8 Anna Moffo era una bella soprano, muy
querida y recordada en Buenos Aires por
la bailarina estaba revestida por una su actuación en La Traviata.
malla color piel. La primera cantante 9 En Londres, la censura sobre la pieza de
que se atrevió a encarar la dura prue­ Wilde se levantó recién en 1931.

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Belén para darle un toque cristiano a El estreno en Austria tuvo lugar
esa historia licenciosa. al año siguiente, en el teatro de ópe­
La negativa de la censura a que se ra de la ciudad de Graz (Estiria) que
estrenara la pieza fue uno de los facto­ estaba fuera de la jurisdicción de la
res que llevaron a la renuncia al cargo censura. Entre el público se encon­
del director de Viena, Gustav Mahler. traban, además de Mahler, Arnold
Desde que Strauss le mostrara los Shönberg, y seis de sus discípulos
primeros esbozos de la ópera, el di­ incluyendo a Alexander Zemlinsky y
rector se entusiasmó y puso en juego Alban Berg, músicos jóvenes que es­
complicadas estrategias para conse­ taban incursionando en nuevas for­
guir la aprobación del intendente de mas de expresión musical; Giacomo
los teatros. Cartas fueron y vinieron, Puccini, destacado representante del
propuestas de recortes y modificacio­ verismo italiano y la viuda de Johann
nes y casi se llegaba a la aceptación, Strauss, reliquia de los viejos tiem­
pero por fin primó el criterio de la pos11. Hubo nuevas demostraciones
censura de que la ópera contenía “la de entusiasmo y por otro lado, de
representación de actos que pertene­ repudio por el contenido amoral de
cen al ámbito de la patología sexual la pieza.
y por lo tanto, no aptos para ser lle­ El lenguaje musical inaugura­
vados a la escena del teatro imperial” do con esta ópera por Strauss, que
(Willnauer 1979: 239). se considera como una puerta ha­
No es descartable que Freud hu­ cia la atonalidad, dio material de
biera estado de acuerdo con el diag­ reflexión y estímulo a la creación
nóstico, justo en ese año se publica­ para los compositores allí presentes.
ban sus Tres ensayos sobre la teoría El estreno en Viena se verificó en
sexual. Por su parte, el psicoanalista 1918, puesto que cuando finalizó la
vienés Erwin Ringel (1998: 238), Primera Guerra Mundial, con el ad­
gran conocedor de ópera, no especu­ venimiento de la Primera República
la sobre la necrofilia de Salomé –aun­ en Austria, el teatro oficial de ópe­
que menciona que debe haber expe­ ra ya no es “de la Corte” (Hofoper).
rimentado un clímax al besar esos Cambia su denominación por la de
labios– y pone el acento, en cambio, Ópera del Estado (Staatsoper) y se
en la figura de Herodes y el problema le encomienda a Strauss la dirección
ético de la fidelidad ante el juramen­ musical, compartida con su colega
to, cuando cumplirlo implica cometer Franz Schalk.
un crimen10.
11 En el primer cuarto del s. XX, los estrenos
10 Como psicoanalista de la generación poste­ de ópera eran acontecimientos esperados
rior a Freud, tenía muy presente el dilema con afán y escuchados con entusiasmo por
entre el juramento y la ética, ya que muchos el público y no rarezas que los directores
criminales de guerra pretendían justificar­ de los teatros introducen en el repertorio a
se por haber jurado defender al nacional- fin de renovarlo y que los abonados acogen
socialismo y a su líder. con hastío.

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Electra (1908) por Winckelmann y adoptada en el s.
XVIII, sino uno de exacerbadas pa­
on esta ópera comienza la rela­ siones humanas, como bien se encar­

C ción literario-musical de Strauss


con Hugo Von Hofmannsthal,
un joven escritor y dramaturgo vie­
garon de destacar los doctores Freud
y Jung y sus respectivos seguidores.
Strauss temía que la similitud psí­
nés quien fuera su libretista hasta que quica que él advertía entre las respec­
muere en 192912. Los dos se habían tivas protagonistas fuera un obstáculo
conocido ocasionalmente en París, y para componer una música distinta.
el músico le había ofrecido un libre­ Hofmannsthal, poeta al fin, le contes­
to para un ballet que no se realizó. El ta que “el colorido me parece esen­
interés de Strauss por su obra se des­ cialmente diferente para cada una: el
pertó cuando asistió a la representa­ de Salomé púrpura y violeta al mismo
ción de la versión de Elektra que Hof­ tiempo, bajo una luz voluptuosa; el de
mannsthal había escrito basada en Electra, una mezcla de oscuridad y de
la tragedia de Sófocles, representada luz, de negro y de claro (Deppisch
también bajo la dirección de Reinhar­ 1996: 84).
dt en el Kleines Theater. En sus memo­ El libreto de Elektra para la ópera
rias, Strauss refiere que en un primer no es el mismo que el teatral, Hof­
momento no estaba seguro de poseer mannsthal lo reescribió para adap­
la fuerza para “escalar nuevamente tarlo al teatro cantado. Es posible
una acción dramática de ese porte”, rastrear las contingencias de la rea­
con su exigencia psíquica análoga a lización de esta obra en la copiosa
la de su ópera anterior, pero que por correspondencia que mantenían el
fin lo venció “el deseo de representar músico y el literato, ya fuera porque
ese helenismo demoníaco y extático había que suprimir o alterar una frase
y oponerlo a las copias romanescas o un pasaje o agregar algún otro para
de Winckelmann y al humanismo de dar lugar a un fragmento musical que
Goethe” (Deppisch 1996: 93). a Strauss le pareciera imprescindible.
En este comentario se manifiesta Era un intercambio fructífero para
Strauss como hijo de su tiempo, la An­ ambas partes13.
tigüedad helénica ya no es considera­ En ninguna de sus dos versiones
da un mundo de “noble simplicidad y Hofmannsthal sigue a Sófocles al pie
tranquila grandeza” (“edle Einfalt und de la letra: mantiene y refuerza el
stille Größe“), según la frase acuñada clima de venganza y crea un cierto
suspenso al retrasar el momento en
12 Hugo von Hofmannsthal (1874-1929), es­
critor y dramaturgo austríaco, uno de los
que Orestes aparece en escena, casi
representantes más notables de la cultura
del fin de siècle en el ámbito germanopar­ 13 La correspondencia entre Strauss y Hof­
lante. Fue cofundador del Festival de Salz­ mannsthal interesa a los musicólogos pues­
burgo, donde todos los años se pone en to que se pueden extraer interesantes con­
escena su obra Jedermann en el atrio de la clusiones sobre el proceso creativo, no solo
catedral. de esta ópera en particular.

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al llegar al desenlace, mientras que talismanes; bien que los necesita para
el público de Sófocles sabe desde el ahuyentar las voces que la persiguen
principio que no es verdad que Ores­ en el sueño y la vigilia. (El sonido de
tes ha muerto. También se posterga los collares y colgaduras tiene su ré­
la noticia de su supuesta muerte, que plica en sones del triángulo desde la
tampoco es anunciada a través del orquesta). En largas intervenciones,
infaltable mensajero de la tragedia madre e hija vuelcan sus reproches
griega; la información llega a través una hacia la otra, luego aparecen las
del conducto indirecto de unos ex­ confidentes de Clitemnestra y le su­
tranjeros anónimos de quienes había surran algo al oído. Suponemos que
oído hablar Crisotemis, quien con se trata de la noticia de la muerte de
angustia se lo refiere a Electra. No Orestes, porque Clitemnestra mues­
se menciona el derecho materno de tra júbilo y alivio. Sale Clitemnestra
Clitemnestra de vengar la muerte y entra Crisotemis para confiarle a su
de su hija Ifigenia, tampoco Orestes hermana lo que acaba de oír. Electra
ejecuta su venganza por orden de toma conciencia de que la responsa­
Apolo; la responsabilidad por los ac­ bilidad de la venganza recae en ellas:
tos cometidos es individual y corres­ Crisotemis no se siente capaz, Electra
ponde a los autores de los respecti­ resuelve acopiar fuerzas para acome­
vos crímenes. ter ella sola la empresa. Aparece un
Hofmannsthal suprime el coro, extranjero que se revela como Orestes
representado en su versión por cinco y de ahí sigue que ejecuta a su madre
servidoras. En la escena de apertu­ y luego a Egisto.
ra solo una de ellas es solidaria con El final es otra importante innova­
Electra y es humillada y castigada por ción de Hofmannsthal con respecto a
las otras. Clitemnestra, por su parte, Sófocles: la acción continúa después
tiene sus adláteres en su confidente y del ingreso de Egisto en el palacio, se
en la portadora de su vestido de cola. lo ve asomarse por la ventana y pedir
Luego de la primera escena, llega Cri­ socorro, lo abate Orestes con ayuda
sotemis y le advierte a Electra que su de su preceptor. Luego sale Crisote­
madre y Egisto la quieren encerrar mis a relatarle los sucesos a Electra,
en una oscura caverna y que le con­ le cuenta que soldados y servidores le
viene deponer su actitud agresiva. besan a Orestes el orillo del manto, en
Electra no acepta, sigue empeñada agradecimiento por haberlos librado
en la venganza. Es en ese momento del tirano; los secuaces de Egisto ya­
cuando Crisotemis manifiesta su de­ cen muertos o malheridos. Orestes
seo de tener una vida pacífica y feliz. insta a Electra a entrar en el palacio,
Clitemnestra llega agitada porque ha pero luego de tantos años de haber
vuelto a tener horribles pesadillas. El vivido harapienta y excluida, ella pre­
libreto indica que Clitemnestra, ade­ fiere quedarse afuera.
más de su rico vestido está enjoyada La ópera finaliza también con
y cubierta de numerosos fetiches y una danza, no ya erótica como la de

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Salomé, sino torpe y descoordinada: se representó en Milán, Nueva York
Electra abre los brazos y se contonea y Londres. En cuanto a la música,
“como una ménade ebria”, baila y lla­ en Elektra se advierte más la fusión
ma a todos a unirse a ella con la palabra en el drama, tanto que
el mismo Strauss definía su ópera
Callen y bailen, vengan todos, como Orchesteroper (ópera orques­
únanse a mí. tal), un drama musical, en el cual
Acá llevo la carga de la felicidad “los temas y los motivos musicales se
y bailo delante de ustedes.
exponen en la primera parte y lue­
¡Al que es tan feliz como nosotros
le basta solamente
go son objeto de diversas y múltiples
callar y bailar! transformaciones y variaciones en
la expresión” (Angerer 1988: 67).
La danza –y la ópera– culminan Angerer destaca en Strauss una
en agudos y estridentes clamores de técnica de trabajo del Leitmotiv di­
cornos y trompetas que acompañan ferente a la de Wagner, quien man­
el colapso final de la protagonista, tiene el mismo grupo de notas y lo
fulminada por la intensidad de su hace sonar cuando el personaje o el
odio y la satisfacción de su deseo de símbolo están presentes en el texto.
venganza. Strauss, en cambio, “caracteriza a los
El estreno tuvo lugar en Dresde, personajes con motivos plásticos…y
en enero de 1909, con un elenco de les deja tiempo para que se desarro­
alto nivel; la ópera tuvo su éxito pero llen –a pesar del carácter febril de
no tanto como Salomé. En Viena no la música– de manera que los que
hubo inconvenientes con la censu­ podrían ser uno o dos compases, se
ra, pero Strauss ya no contaba con el convierten en una frase de mayor al­
apoyo de Mahler y tenía sus reparos: cance y valor expresivo” (Angerer
en carta a Hofmannsthal (del 7 de 1988: 68). Una excepción es el tema
septiembre de1908), le dice: “Dado de Agamenón –un conjunto de cua­
que el público de Viena es hoy tan tro notas que reproducen el sonido
firme contra todo lo nuevo como en del nombre– que planea, invariable,
la época en que dejó caer a Don Gio- sobre toda la ópera, combinándose
vanni y a Fidelio14 no conviene que con los demás, recurso que pone de
la première tenga lugar muy pronto manifiesto la ominosa y permanente
después de la de Dresde, sino esperar presencia del espíritu del rey asesi­
a la de Berlín y quizá de otra ciudad nado. El tema abre la ópera (que
extranjera” (Deppisch 1996: 97). carece de obertura) y lo repite Elec­
De hecho, los tres estrenos se su­ tra en su primera aparición: “¡Aga­
cedieron con un mes de diferencia memnon!, ¡Agamemnon!”; cierra la
en el mismo año y al poco tiempo ópera luego de la muerte de Electra
y el último llamado de Crisotemis a
14 Don Giovanni de Mozart (1788) y Fidelio de
su hermano: “¡Orest!”. Se alternan en
Beethoven (1805). la obra fases disonantes y estriden­

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tes, con las que Electra expresa su los primeros pasos al introducir el
odio y desesperación o Clitemnestra ‘cromatismo’ y sus disonancias no re­
su remordimiento –o aquellas que sueltas15, para construir un flujo mu­
ilustran musicalmente los hechos fa­ sical permanente. Wagner introduce
tales– con otras de marcado lirismo en el comienzo de Tristán e Isolda el
en las intervenciones de Crisotemis acorde (disonante) fa-si-re#-sol#16 y
cuando evoca el amor filial o frater­ estructura la ópera de manera total­
nal. También impactan las frases de mente innovadora. Introducirlo en
melosa hipocresía con que Electra una composición era considerado
acompaña a Egisto e ilumina su ca­ una falta grave en la armonía tradi­
mino para que ingrese en el palacio cional. Conviene hacer notar que, de
donde lo espera la espada vengadora acuerdo con los cánones de la músi­
de Orestes. “El trazo melodioso se ca occidental, consagrados en 1722
abre paso una y otra vez a través de en el Traité de l’harmonie réduite à
la maraña de las disonancias” (Er­ ses principes naturels de Jean Phillipe
hardt 1953: 224) Rameau, pero que tienen sus raíces
en Pitágoras, la disonancia crea un
Consideraciones sobre la efecto de tensión a la cual debe seguir
música en ambas óperas un relajamiento en la consonancia.
El romanticismo incorporó nuevas
on Salomé y más adelante con disonancias a fin de crear efectos ex­

C Electra, Strauss fuerza la diso­


nancia hasta el límite extremo
dentro del sistema tonal vigente en
presivos, si bien conserva el principio
de volver a la relajación final.
Kurt Pahlen (1998: 544) llama
la música occidental hasta fines del la atención sobre la coincidencia
s. XIX. En palabras suyas: “Ambas en esos años del impresionismo de
óperas están unidas y se distinguen Débussy, con Pélleas et Méllisande,
de entre el conjunto de mi obra: en sobre la obra de Meterlink, el expre­
ellas he llegado hasta los límites más sionismo de Strauss y el verismo de
lejanos de la armonía, la polifonía Puccini, quien estrena su Tosca en el
psíquica […] y de la capacidad de 1900. Fue una década de gran creati­
percepción auditiva que permiten los vidad en la música y las artes, mien­
oídos de hoy” (citado en Abert 1994: tras avanzaba el clima de conflicto e
310). En el mismo sentido se expresa inquietud que precedió al estallido
Erhardt: “La representación de lo de la Primera Guerra Mundial.
enfermizo raya el límite de lo sopor­ En Salomé y Electra, Strauss avan­
table. Las alteraciones (en el sentido za un paso más allá que Wagner en
musical) producen bacilos cacofó­
nicos que hacen trizas al organismo 15 La ‘resolución’ de la disonancia consiste
en volver a la nota ‘tónica’ –la primera– de
tonal” (1953: 221). cada escala.
La ruptura de la tonalidad se ha­ 16 En lo sucesivo denominado “acorde de
bía iniciado con Wagner quien dio Tristán”.

182 Beatriz Cotello / Richard Strauss a ciento cincuenta años de su nacimiento...


materia de disonancia, por lo que in­ Ariadne auf Naxos (1912, 1916)
gresa en el ‘expresionismo’. Abre una y otras óperas de contenido
puerta hacia la atonalidad, pero no mitológico
se embandera con las corrientes de la
‘nueva música’. En la estructuración l mito del abandono de Ariadna
de estas óperas sigue el criterio wag­
neriano de conformarlas como un
todo sinfónico-vocal, con la palabra
E ha sido objeto de más de sesenta
recreaciones en la historia de la
ópera, empezando por la de Monte­
imbricada en el tejido sinfónico, por verdi (1608), de la cual solo se conser­
momentos muy cercano al lenguaje va el Lamento. También eligieron el
hablado, alternando monólogos con tema Händel (1734), Massenet (1906)
escenas de conjunto y haciendo un y Millhaud (1928), Marin Marais,
uso personal del Leitmotiv, más libre Porpora, Benedetto Marcello y nues­
que el de Wagner. tro compatriota Felipe Boero (1920),
Abert (1994: 310) recuerda que, caro para nosotros por su ópera El
antes crear Electra, Strauss ponía en Matrero. Otras piezas reposan en los
duda tener la fortaleza para repre­ archivos de las grandes bibliotecas o
sentar el mito, dado que había pun­ han desaparecido dejando solo el ras­
tos de contacto entre Salomé y Elec­ tro en algún registro.
tra. Pero luego señala que la “osada La Ariadne de Strauss-Hofmans­
empresa” no solamente tuvo por re­ thal, surge del proyecto de Reinhardt
sultado dos óperas extraordinarias de poner en escena El burgués gentil-
–en las que las respectivas heroínas hombre de Molière en la adaptación
son definidas en la dramaturgia mu­ del dramaturgo vienés. Así como la
sical y en la creación de respectivas comedia de Moliére termina con un
atmósferas– sino que conforman espectáculo de canto y danzas –que
una pareja que se complementa, que en su momento fue musicalizado por
confronta múltiples facetas de un Lully–, Strauss-Hofmansthal propo­
fenómeno inquietante del ámbito nen un complemento musical en el
de la psicología profunda, que de­ que Ariadne sería la protagonista de
viene inteligible gracias a esta doble una ópera seria que el burgués, Mr
iluminación. Hay puntos de contac­ Jourdain, iba a mostrar a sus invita­
to entre las dos heroínas en cuanto dos. Como este anfitrión había pre­
ambas tienen que lamentar que su visto que podía resultarles aburrida,
madre haya traicionado a su padre había contratado también un elenco
(Herodías también era cómplice de de teatro de comedia. En el marco de
la muerte de su marido en manos de esta combinación se representa una
Herodes) y están poseídas por una primera Ariadne auf Naxos que se es­
pasión: en Salomé, concentrada en trena en Stuttgart en 1912. Los auto­
–o desviada hacia– su atracción por res no quedan totalmente satisfechos
el Bautista y, en Electra, el deseo de con el resultado, así que retoman tex­
vengar la muerte de su padre. to y música para componer otra, que

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se estrena en Viena en 1916. En esta y Ariadne lo sigue pensando que es el
se deja de lado a Mr Jourdain; el que dios de la muerte, hasta que él logra
ofrece el espectáculo es “el señor más hacerla salir de su estado de melanco­
rico de Viena”. También se prevé la re­ lía patológica. Los papeles de Ariad­
presentación de la desdicha de Ariad- ne y Zerbinetta requieren de eximias
ne, una ópera seria que será dirigida sopranos: la primera es una spinto, de
por el maestro de música –una mezzo voz lírica pero con acentos dramáti­
vestida de hombre, como era del gus­ cos; la segunda, de altos agudos y ági­
to de Strauss– y una alegre comedia les coloraturas. El aria de Zerbinetta17
de personajes tipo goldoniano, entre es rica en armonías deleitosas y capri­
los cuales está la traviesa Zerbinetta. chos de bel canto.
La obra consta de un acto, divi­ En otras óperas ‘mitológicas’ la
dido en dos grandes escenas: en la fantasía de los libretistas da lugar a
primera, el director y los artistas se extrañas combinaciones: tenemos Die
están aprontando para realizar el es­ ägyptische Helene (La Helena egipcía-
pectáculo, entre idas y venidas. Surge ca) de 1928 y Die Liebe der Danae (Los
la crisis cuando el mayordomo del amores de Danae) de 1944. En ambas
rico señor vienés aparece con nuevas se retrata a los dioses y a los perso­
instrucciones: hay que representar las najes homéricos de una manera que
dos piezas juntas y rápidamente, por­ nunca hubiera imaginado el autor de
que el espectáculo tiene que termi­ la Ilíada. Hofmannsthal fue el autor
narse antes de las nueve de la noche de la primera, la segunda, subtitulada
ya que a esa hora están previstos fue­ “Una graciosa mitología”, se va a escri­
gos artificiales. El compositor y el jo­ bir sobre la base de algunos bocetos
ven director se enojan y se desesperan que dejó inconclusos18 y que completa
frente a esa afrenta contra el sublime Gregor con la ayuda de Strauss.
arte de la ópera seria pero no tienen Die ägyptische Helene es la historia
más remedio que avenirse a la repre­ de la vuelta de Troya de Helena con
sentación. En verdad, el mayordomo Menelao. Menelao no puede dejar de
los convence en cuanto les dice que si recordar su traición y está a punto de
no hay función, no hay pago. asesinarla cuando la maga Aithra se lo
Al lenguaje musical ‘conversacio­ impide. Le da a Menelao una poción
nal’ de la primera parte del espectá­ mágica para borrarle los recuerdos:
culo, le sigue el largo monólogo de con ella, el rey no reconoce que su es­
Ariadne, que gime, se lamenta y quie­ posa es Helena pero sí se da cuenta de
re entrar en el reino de los muertos. que atrae a los hombres. Como lo vuel­
La optimista réplica de Zerbinetta ven a atacar los celos, Aithra vuelve a
la alienta para que se busque otro
amante y disfrute de la vida y de los 17 En Viena, la Zerbinetta más famosa ha sido
Edita Gruberova.
personajes de la Commedia del’arte,
18 Hofmannstal muere en 1929. Su hijo se
quienes también tratan de conven­ había suicidado y él murió dos días después,
cerla en esa dirección. Aparece Bacco de un derrame cerebral.

184 Beatriz Cotello / Richard Strauss a ciento cincuenta años de su nacimiento...


intervenir y consigue que recuperen en los festivales de Salzburgo en 1944,
su pasado y establezcan la concordia. pero el cariz que estaba tomando la
La comedia no tuvo gran trascenden­ guerra hizo que se suprimiera todo
cia y es raro que se ponga en escena. espectáculo. Como la ópera ya estaba
Al psicoanalista Ringel (1998: 19-22) concluida y preparada, se permitió
le parece aleccionadora porque alude que se hiciera un ensayo general, que
a la presión de los recuerdos reprimi­ dio lugar a una conmovedora escena:
dos, que siempre se abren paso de una al final, Strauss –ya de 80 años– se
manera u otra y sólo dejan de actuar acercó al foso de la orquesta, se quedó
efectos en la medida en que puedan un rato pensativo y luego saludó a los
llevarse a la conciencia. músicos y les dijo, conmovido “quizá
En Die Liebe von Danae (1944, nos encontremos en un mundo me­
1952), se combinan el mito de Danae jor”. El estreno tuvo lugar en los festi­
y Júpiter, convertido en lluvia de oro, vales de Salzburgo en 1952.
con el de Midas. El rey de Eos, Pólux, Ambas óperas se han representa­
está en la bancarrota y quiere conse­ do muy pocas veces, la música es muy
guir un marido rico para su hija Da­ agradable, pero, sobre todo la segun­
nae. Júpiter la quiere por esposa pero da, contiene grandes dificultades téc­
no está seguro de conquistarla debido nicas para los cantantes y se necesitan
a su edad. Por tal motivo, le concede varios solistas muy competentes. En­
a Midas –un conductor de burros– el tre Helena y Danae se estrena Daphne
don de convertir todo lo que toca en en 1938, que se refiere a la conocida
oro, para que tome su lugar y acuda leyenda de su transformación en ár­
a Eos a pedir la mano de Danae en su bol de laurel19.
nombre. Mientras tanto, Júpiter asu­ Se puede incluir en esta sección a
me la apariencia de Midas. Este últi­ La mujer sin sombra (1919), si bien su
mo se enamora de Danae y viceversa. argumento no está basado en la mi­
Cuando la abraza, ocurre lo inevita­ tología griega sino en Las Mil y una
ble: la convierte en oro, de modo que noches, tradiciones chinas y cuentos
le pide a Júpiter que le quite el don y se de los hermanos Grimm. Con este
une con ella. Los acreedores de Pólux material, “se ha entretejido una al­
siguen pensando que Júpiter es Midas, fombra persa multicolor” (Erhardt
le exigen el pago de la deuda, Júpiter 1953: 250). La hija del rey de los es­
los recompensa con una lluvia de oro píritus, hecha carne pero desprovista
y quedan todos contentos. Esta breve de sombra –y por lo tanto, estéril–,
síntesis deja de lado la intervención debe procurarse una, porque de otra
de otros personajes como Mercurio y manera, su marido, el Emperador, se
las otras amantes de Júpiter: Alkme­ convertirá en piedra. Sale a la bús­
ne, Europa, Leda y Semele que inten­ queda de una sombra y encuentra
tan reconquistarlo. Desarrollada en su a la humilde mujer de un tintorero
totalidad tiene una duración de tres
actos. Estaba prevista para estrenarse 19 Cfr. Cotello 2004: 101-123.

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que podría venderle la suya porque consuelo en las picardías de los come­
no desea tener hijos, pero sí los de­ diantes, como una mujer de nuestro
sea el tintorero. Después de muchas tiempo aquejada de depresión. Y Da­
vicisitudes y con el marido a punto de phne, a quien algún director de esce­
petrificarse, la Emperatriz renuncia a na coloca en el diván del psicoanalis­
la sombra para que la pareja de tinto­ ta. Y Helena, que se traslada a Egipto.
reros sea feliz. Su nobleza es recom­ Y Danae, que debe salvar a su tierra
pensada por el rey de los espíritus: el de la bancarrota y sueña con esa lluvia
emperador recobra su forma huma­ de oro que supo ser el mismo Zeus.
na y se une nuevamente con ella, lo Esas y otras formidables obras
mismo que el tintorero con su esposa. del arte musical le debemos al mú­
La obra es complicada y está llena de sico que vio la luz hace 150 años y
simbolismos y alegorías no muy cla­ muere en 1949 dejando un acervo de
ras. “Con su música, Strauss deseaba composiciones que recorre todos los
levantar los velos, iluminar lo oscuro géneros. Sus óperas, Lieder y poemas
y explorar las relaciones cósmicas de sinfónicos siguen vivos y presentes en
lo humano y lo irracional” (Erhardt los teatros y los auditorios de música
1953: 255). sinfónica y cuentan con un público
numeroso y adicto.
Palabras finales

esde Elektra hasta Die Liebe Bibliografía citada

D von Danae, Strauss reviste a


la Antigüedad clásica con sus
mejores galas. El director de escena
Abert, A.A. (1994). Geschichte der Oper.
Kassell: Bärenreiter.
Otto Erhardt, su contemporáneo, Angerer, M. (1988). “Zur Elektra Mu­
sik” en Knessl, L. (ed.). Richard
no duda en expresar que con esa mú­
Strauss, Elektra. Wien: Bundesthea­
sica se ha franqueado una brecha de terverband.
dos mil quinientos años. Al respecto
Cotello, B. (2004). “Transformaciones
dice: de Daphne en la Historia de la Ópera”.
“Elektra es el nacimiento de la tra­ En Circe 8; 101-121
gedia desde el espíritu del melos. A Deppisch, W. (1996 [11968]). Richard
través de esta música, las figuras de Strauss. Hamburg: Rowolt Taschen­
la Antigüedad se convierten en cria­ buch.
turas atemporales que están cerca de Erhardt, O. (1953). Richard Strauss. Le-
nosotros y de nuestras sensaciones y ben. Wirken. Schaffen. Freiburg: Otto
sentimientos” (1953: 244). Walter.
Herles, W. (2012). Opern verführer. Ber­
Electra está hoy también “cerca lin: Henschel.
de nosotros” en su encarnación del Pahlen, K. (1998[11991]). Die große Ge-
drama simétrico al de Edipo. Tam­ schichte der Musik. München: Cor­
bién Ariadne, tan remisa a encontrar moran.

186 Beatriz Cotello / Richard Strauss a ciento cincuenta años de su nacimiento...


Ringel, E. (1998 [11990]). Unbewußt,
höchste Lust. Die Oper als Spiegel des
Lebens. Wien: Kremayer & Scheriau.
Tranchefort, F. R. (1986). Guide de la
musique symphonique. Paris: Fayard.
Willnauer, F. (1979). Gustav Mahler
und die Wiener Oper. Wien: Jugend
und Volk.

Recibido: 15-08-2014
Exceptuado de evaluación externa

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