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29 de setiembre 3901
Remedios de Escalada – Partido de Lanús
Pcia de Buenos Aires – Argentina
TEL. 54 11 6322-9200 int. 5727
edunla@unla.edu.ar
WITTGENSTEIN EN ESPAÑOL II
Silvia Rivera
Alejandro Tomasini Bassols
Compiladores
Autores
Cristina Ambrosini / Marcelo Díaz Soto / Santiago Garmendia
Magdalena Holguín / Sabine Knabenschuh de Porta / Sandra Lazzer
Jesús Padilla Gálvez / Silvia Rivera / Roberto Rojo / Glenda Satne
Carolina Scotto / Alejandro Tomasini Bassols / Daniel Trápani
ISBN 978-987-1326-55-6
1. Filosofia. 2. Ontologia. I. Rivera, Silvia, comp. II. Tomasini Bassols, Alejandro, comp.
CDD 111
Fecha de catalogación:: 01/12/2010
ISBN: 978-987-1326-55-6
Impreso en Argentina
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
© Los autores
Carolina Scotto
La concepción wittgensteiniana de los problemas filosóficos. . . . . . . . . . . . . . 13
Sandra Lazzer
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Daniel Trápani
Sobre estados mentales y fingimiento:
del acceso impedido a la evidencia imponderable. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Roberto Rojo
Representación sinóptica (Übersicht). Antecedente platónico. . . . . . . . . . . . . 123
Santiago Garmendia
Significado, experiencia y límite en el Tractatus. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Magdalena Holguín
Wittgenstein y el relativismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Silvia Rivera
Ludwig Wittgenstein y la expansión de lo político. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Cristina Ambrosini
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”
en Wittgenstein. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
Glenda Satne
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein:
hacia una elucidación de la función de los conceptos filosóficos. . . . . . . . . 237
Presentación
Sin duda, uno de los logros más apreciados tanto dentro como
fuera de la filosofía, es el establecimiento de una tradición. Una
tradición significa muchas cosas simultáneamente. Significa tra-
bajo colectivo, actividad participativa de individuos con objetivos
comunes, ideales compartidos y así indefinidamente. Pues bien,
con este nuevo volumen se da un decidido paso hacia el estable-
cimiento y fortalecimiento en Iberoamérica de una tradición filo-
sófica de fundamental importancia, iniciada en México hace tres
años, a saber, la del estudio sistematizado de la obra del relevante
pensador austriaco, naturalizado inglés, Ludwig Wittgenstein. Este
segundo volumen, correspondiente al II Congreso Internacional
“Wittgenstein en Español” –realizado en Buenos Aires en mayo de
2009– recoge algunos de los trabajos que en él se presentaron.
Naturalmente, una selección de trabajos resultaba ineludible, por
lo que se optó para la edición de este libro por ofrecer un panora-
ma tanto de la variedad de los orígenes de los participantes como
de los temas abordados. La participación de estudiosos de diversos
países de Iberoamérica pone de manifiesto la existencia de una
comunidad académica cada vez más interesada en los productos
filosóficos de Wittgenstein. Acerca de esto último quizá debamos
decir unas cuantas palabras.
Contrariamente a lo que podría suponerse, lejos de haberse ago-
tado el interés por el pensamiento de Wittgenstein, tal interés se ha
intensificado en los últimos tiempos. Nos encontramos cada vez
con más escritos, más eventos académicos, más publicaciones en
torno a su obra pero, sobre todo, nos topamos con el sorprendente
fenómeno de la emergencia de nuevas interpretaciones, nuevas lec-
turas de sus escritos. Esto es interesante por varias razones. Deja en
claro, para empezar, que el pensamiento de Wittgenstein está más
vivo que nunca y que los congresos que en honor de su obra se
organizan distan mucho de ser congresos de historia de la filosofía,
Presentación / Silvia Rivera y Alejandro Tomasini Bassols / 10
La concepción wittgensteiniana
de los problemas filosóficos
Carolina Scotto
***
La influencia de Wittgenstein
1
von Wright, G. H., “Wittgenstein et son temps”. En: Wittgenstein, Mauvezin, Trans-Europ-Re-
press, 1986, p. 218.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 5
Fann, K.T., El concepto de filosofía en Wittgenstein, Madrid, Tecnos, 1975, Prefacio, pp. 17-8.
2
La interpretación canónica
Ibídem 4.112.
6
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 9
Ibídem, p. 229
9
10
Moore, G. E., Defensa del sentido común y otros ensayos, Madrid, Taurus, 1972, pp. 368-9.
La concepción wittgensteiniana de los problemas filosóficos / Carolina Scotto / 22
Ibídem, p. 369.
11
Ibídem, p. 369.
12
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 3
tanto para la vida ordinaria como para la ciencia y (3) era indepen-
diente de cualquier resultado especial de la ciencia”. 13
Esta manera de ver la relación entre la filosofía tradicional y
su propia versión de la disciplina, justifica afirmar, como lo hace
Kenny, que detrás del nombre común “filosofía”, hay un concep-
to que cubre parecidos de familia y no condiciones necesarias y
suficientes. Parte de nuestro esfuerzo en este trabajo, será justificar
la interpretación que llamaré historicista, que asume la verdad de
ese significado del concepto “filosofía” y que Moore resume en
sus apuntes, sin dudas, notablemente apartada de la interpretación
canónica. Comprender más acabadamente el carácter contextual o
histórico de la propuesta meta-filosófica de Wittgenstein requeriría
también de una reflexión más detallada sobre la magnitud y rasgos
del contraste entre la suya y la filosofía tradicional previa. Ese con-
traste es hoy, desaparecida la gran filosofía, un hecho histórico del
pasado reciente de la filosofía.
Ibídem, p. 369.
13
MS 159. MS son los manuscritos inéditos de Wittgenstein, tal como han sido numerados por los
16
editores.
MS 219.
17
Wittgenstein, L., Gramática Filosófica, México, Crítica, UNAM, 1992, pp. 381-82.
19
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 5
MS 213 y 413.
21
MS 213
23
La concepción wittgensteiniana de los problemas filosóficos / Carolina Scotto / 26
Lo que hay que describir, y antes, lo que hay que curar, son
“problemas”, esa peculiar forma de enredo conceptual que son
los problemas filosóficos. No hay filosofía más allá de los proble-
mas filosóficos, y éstos no sobreviven a la práctica filosófica: están
destinados a disolverse. Esta visión no teórica de los problemas
filosóficos es permanente en Wittgenstein. Yo creo, sin embargo,
que el rigor o estrictez con el que defendió esa posición debe in-
terpretarse de manera contextual, dicho de otro modo, no podría
extrapolarse sin adoptar recaudos históricos: por un lado,Wittgen-
stein quería condenar específicamente las pretensiones teóricas de
la filosofía metafísica o tradicional; por otro, y esta es una crítica
que podemos hacer aprovechando nuestra ventaja temporal, Witt-
genstein no valoró adecuadamente el modo como las sucesivas
“revoluciones” científicas producen cambios profundos en nues-
tros esquemas conceptuales y en nuestras formas de vida, y, por
lo tanto, en las investigaciones estrictamente conceptuales de la
filosofía. Dicho de otro modo, la separación que Wittgenstein fa-
voreció entre sentido común y ciencia, para luego favorecer un
vínculo mayor entre sentido y lenguaje común y filosofía, menos-
preció los vínculos entre sentido común y ciencia, y por ende, los
vínculos entre ciencia y filosofía. Volveré más adelante sobre este
punto, para señalar hasta dónde Wittgenstein estuvo dispuesto a
admitir una relación importante, aunque todavía acotada, entre
ciencia y filosofía.
Wittgenstein, L., Observaciones sobre “La Rama Dorada” de Frazer, Madrid, Tecnos, 2001, p. 151.
27
MS 220.
28
La concepción wittgensteiniana de los problemas filosóficos / Carolina Scotto / 28
Estrategias wittgensteinianas
Ibídem, 213.
29
Wittgenstein, L, Los Cuadernos Azul y Marrón, Madrid, Tecnos, 1984, pp. 45-6.
30
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 9
aceptar como toda respuesta lo que puede valer sólo para el caso
examinado, esto es, una solución local, y más aún, aceptar que lo
que parece ser sólo el comienzo (o el dato), es en realidad ya el
final (o la conclusión).
En una visión más profunda, el recurso a los ejemplos o casos
de uso para clarificar el significado de las expresiones y para reco-
nocer sin-sentidos inadvertidos, tiene por objeto poner de relieve
que los conceptos tienen vida en el flujo o en la trama de la vida.
Por lo que, en última instancia, son las formas de vida, tanto las
propias que se procura iluminar, como también las extrañas que es
útil incorporar en el análisis para entender mejor las propias, con
el objeto de “curarnos” de los enredos que ellas generan, requiere
de un tipo de esfuerzo metódico como el que sólo la ejemplifi-
cación bien diseñada y bien analizada puede estimular: no aprio-
rístico, no abstracto y no prescriptivo. Estos rasgos predominan
todavía en algunas modalidades actuales de trabajo filosófico y hay
que verlos por contraste con el estilo wittgensteiniano, justamente,
como un retroceso, tanto en la tradición analítica, como en la tra-
dición de la filosofía especulativa y práctica europeo-continental.
De modo que el tratamiento que Wittgenstein nos propone de los
ejemplos, el territorio donde se origina y se analiza la confusión
conceptual, muestra un estilo de tratamiento de los problemas que
no es el que caracteriza a buena parte de las tradiciones filosóficas
contemporáneas.
Respecto del recurso a la imaginación, cabe señalar aquí dos as-
pectos. Uno, el que mencionábamos antes respecto de la impor-
tancia de los ejemplos de ficción, conceptos, juegos de lenguaje y
formas completas de vida, radicalmente diferentes de los propios o
exóticos, porque tienen un poder clarificador que los hace impres-
cindibles para la investigación conceptual.Wittgenstein inventó una
extraña forma de antropología especulativa (no empírica) precisa-
mente con el objeto de iluminar mejor los límites empíricos para
la formación de los conceptos así como también su contingencia o
relatividad a las prácticas sociales. Pero justamente estos escenarios
permiten ver que la imaginación conceptual, en manos de Witt-
genstein, no debía exhibir sólo “posibilidad lógica”, sino también,
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 3 1
Wittgenstein, L., Estética, Psicoanálisis y Religión, Buenos Aires, Sudamericana, 1976, p. 85.
31
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 3 3
Bibliografía
»» Fann, K. T. (1969), El concepto de filosofía en Wittgenstein, Madrid, Tecnos,
1975.
»» Kenny, A. (1984) “Wittgenstein: sobre la naturaleza de la filosofía”. En: El
legado de Wittgenstein, Siglo XXI, México, 1990.
»» Moore, G.E., (1959), Defensa del sentido común y otros ensayos, Madrid,
Taurus, 1972.
»» Rorty, R., El giro lingüístico, Barelona, Paidós, 1990.
»» von Wright, G. H., Wittgenstein, Mauvezin, Trans-Europ-Repress, 1986.
»» Wittgenstein, L. Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, Alianza, 1973.
»» —— Ocasiones Filosóficas, 1912-1951, Cátedra, Teorema, Madrid, 1997.
Wittgenstein, L., Observaciones sobre los Fundamentos de las Matemáticas, Buenos Aires, Biblos, 1997,
32
p. 57.
La concepción wittgensteiniana de los problemas filosóficos / Carolina Scotto / 34
Sandra Lazzer
1
Una versión preliminar de este trabajo fue discutida en el marco de las actividades del proyecto
UBACyT 01/F064: “El análisis lógico-semántico del lenguaje. Aspectos históricos y sistemáticos”.
Agradezco los comentarios recibidos en esa oportunidad. La versión definitiva del trabajo fue pre-
sentada en el II Congreso Internacional Wittgenstein en español (11, 12, 14 y 15 de mayo de 2009). Debo
también expresar mi gratitud con las observaciones que me fueran hechas en esa ocasión. Por último
quisiera expresar un especial agradecimiento a Alejandro Tomasini Bassols con quien tuve la oportu-
nidad de discutir en varias ocasiones muchos de los temas de este trabajo. Los errores contenidos en
el trabajo naturalmente sólo son de mi responsabilidad.
2
Coffa comenta esta característica diciendo que: “Frege´s work was aimed at providing a logical
foundation for arithmetic. There is no indication that he ever seriously worried about the founda-
tions of logic itself.” En: Coffa, A., The Semantic tradition from Kant to Carnap. To the Vienna Station,
Cambridge University Press, 1991.
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus / Sandra Lazzer / 36
Moretti, A., Interpretar y Referir: ejercicios de análisis filosófico, Buenos Aires, Ed. Gama, 2007, p. 164.
3
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus / Sandra Lazzer / 38
atribuirle sin más a Frege una visión acerca de una lógica como la
actual, moldeada en gran medida por la fuerte influencia del im-
pacto del giro formalista, la teoría de conjuntos y los desarrollos
de la teoría de modelos. Las revisiones interpretativas de las últimas
décadas han dejado en claro que el uso de la expresión “lógica” por
parte de algunos filósofos y pioneros de esta disciplina –en especial
Frege– abarca un sentido distinto del que hoy es habitual, asociado
al desarrollo de sistemas formales, una interpretación semántica de
los mismos, acompañado de la correspondiente evaluación metaló-
gica de dichos sistemas y en el mejor de los casos de la correspon-
diente filosofía de la o las lógica/s. Sin duda hay matices, diferencias
y hasta posiciones encontradas en torno a la idea de qué es la lógica
para autores como Frege, Husserl, Russell, o Wittgenstein. Pero no
cabe duda de que aquello que Frege llamaba “lo lógico”, Husserl
consideraba una “investigación lógica”, Russell identificaba con su
idea de lógica e incluso lo que el Wittgenstein del Tractatus presenta
como observaciones lógico-filosóficas, están fuertemente relacio-
nados, abarcando mucho más que la lógica entendida como una
teoría de la inferencia e incluyendo todo el dominio del discurso
significativo. Sólo en este marco es posible reconstruir las discusio-
nes filosóficas en torno a la naturaleza de la lógica en autores como
los mencionados, en especial en el caso de Frege.4
Cfr. Coffa, A., “Invitación a la lectura de Frege”. En: Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. IX,
4
Nº 2, 1983, p. 100.
5
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-Philosophicus, traducción de D. Pears y B. F. McGuinness, Londres
y Henley, Routlege & Kegan Paul, 1961, p. 3.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 3 9
6
Frege, G.,“Función y Concepto”. En: Ensayos de Semántica y Filosofía de la Lógica, edición, introducción,
traducción y notas de Luis M.ValdésVillanueva, Madrid,Tecnos, 1998, pp. 69-70.Aquí es muy pertinen-
te la nota y comentario a pie de página del traductor: “La barra del juicio no puede usarse para formar
una expresión de función, pues no sirve, en conexión con otros signos, para designar un objeto”, nota 7, p. 70.
7
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-philosophicus, op. cit., 4.442. La versión castellana está tomada de
la traducción inédita de Alejandro Tomasini Bassols
Dudman,V., “Frege´s Judgment-Stroke”. En: The Philosophical Quarterly,Vol. 20, Nº 79.
8
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus / Sandra Lazzer / 42
Cfr. Frege, G., Posthumus Writings, Blackwell, Hermes, H., Kambartel, F. and Kaulbach, F. (eds.), 1979.
9
10
Geach, P. T., “Assertion”. En: The Philosophical Review, Vol.74. Nº 4, 1965, pp 449-465.
11
Black, M., A Companion to Wittgenstein’s “Tractatus”, Ithaca, Cornell University Press, 1964.
Cfr. Smith, N., “Frege´s Judgment-Stroke”. En: Australasian Journal of Philosophy,Vol. 78, 2000, pp.
12
153-175.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 4 3
No todo contenido puede ser objeto de juicio cuando “├─ ” es escrito antes
de su signo; por ejemplo, la idea de “caballo” no puede serlo. Debemos en-
tonces distinguir entre aquellos contenidos que puede ser objeto de juicio y
aquellos que no [...] lo que siempre sigue al trazo de contenido debe ser un
contenido que pueda ser objeto de juicio.13
Frege, G., “Begriffsschrift, a formula language for pure thought modelled upon that of arith-
13
metic, for pure thought”. En: From Frege to Gödel, van Heijenoort (ed.), Harvard University Press,
1967, pp. 11-12.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 4 5
Ibídem, 4.063.
15
Jacquette, D., “Wittgenstein on Frege´s Urteilstrich”. En: International Logic Review,Vol. 16.
16
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus / Sandra Lazzer / 46
Ibídem.
18
20
Si tomamos la adecuada reconstrucción que de esta crítica presenta Tomasini Bassols, el error
de Wittgenstein se hace evidente (y esto en contra de lo que el propio Tomasini Bassols sostiene):
“Aquí Frege es víctima de su propio espejismo al traspasar tranquilamente su signo de aserción,
indispensable cuando se trabaja en sistemas formales, al lenguaje natural, donde la distinción ya no
vale. Para el hablante normal la noción de verdad aparece ya en o con las oraciones empleadas, esto
es, afirmadas.”Tomasini Bassols, A. “Frege y el Tractatus”. En: Estudios sobre las filosofías de Wittgenstein,
México, Plaza y Valdés, 2003.
La filosofía de la lógica de Frege y el Tractatus / Sandra Lazzer / 48
Bibliografía
»» Black, M., A Companion to Wittgenstein’s “Tractatus”, Ithaca, Cornell Uni-
versity Press, 1964.
»» Coffa, A., “Invitación a la lectura de Frege”. En Revista Latinoamericana de
Filosofía,Vol. IX, Nº 2, 1983, pp. 99-115.
»» —— The Semantic tradition from Kant to Carnap:To the Vienna Station, Cam-
bridge University Press, 1991
»» Currie, G., “Remarks on Frege´s Conception of Inference”. En Notre
Dame Journal of Formal Logic, Vol. 28, N° 1, 1987, pp 55-68
»» Dudman,V., “Frege´s Judgment-Stroke”, en The Philosophical Quarterly,Vol.
20. Nº 79, 1970, pp. 150-161.
»» Frege, G., “Begriffsschrift, a formula language for pure thought modelled
upon that of arithmetic, for pure thought”. En From Frege to Gödel, van
Heijenoort (ed.) Harvard University Press, 1967, pp. 1-82
»» —— Posthumus Writings, Blackwell, Hermes H., Kambartel F. and Kaul-
bach F. (eds.), 1979.
»» —— Ensayos de Semántica y Filosofía de la Lógica, edición, introducción,
traducción y notas de Luis M.Valdés Villanueva, Madrid, Tecnos, 1998.
»» Geach, P. T., “Assertion”. En The Philosophical Review, Vol.74.Nº 4, 1965,
pp 449-465.
»» Green, M., “The Inferential Significance of Frege´s Assertion Sign”. En
Acta Philosophica, Vol. 4, N° 2, 2002.
»» Jacquette, D., “Wittgenstein on Frege´s Urteilstrich”. En International Logic
Review,Vol. 16, 1985, pp. 79-82.
21
Una lectura polémica, de naturaleza declaradamente wittgensteniana, cuya afirmaciones lejos de evi-
denciar un desconocimiento del tema nos introducen en un punto de vista alternativo a lo que podría
calificarse como “ortodoxia interpretativa”, se pueden encontrar en el capítulo 4: “The Formal Theory
of Assertion”. En: G.P Baker & P.M.S., Hacker, Frege: Logical Excavations, Oxford 1984. Algunos de los
comentarios como los de I. Props (“The Early Wittgenstein on Logical Assertion”, en Philosophical
Topics, vol. 25, Nº 2), así como también los de Tomasini Bassols reseñados antes, debe reconocerse que
tienen, aún cuando no se comparta su punto de vista, el peso interpretativo de esta tradición alternativa.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 4 9
Introducción
Parece pertinente que para que podamos conocer las estructuras
mundanas reflexionemos sobre el sujeto. Ciertamente, esta cuestión
se enlaza con la siguiente: ¿cómo se pueden conocer las estructuras
de un conocimiento sobre sí mismo? Para hacer comprensible las
estructuras de sí mismo nuestro conocimiento ha de superar ciertas
“trampas” en las que cae en el intento. Dichos artificios en las que
se desploma la subjetividad se generan mediante ciertas paradojas.
En este trabajo intentaré revisar una de las coartadas que intentó
superar Ludwig Wittgenstein al respecto. La mayoría de los filó-
sofos modernos han postulado que la mera enunciación del “yo”
suponía un acceso privilegiado al complejo de la subjetividad. De
hecho, Immanuel Kant confirma este planteamiento cuando en su
Crítica de la razón pura afirma:
Esto: yo pienso tiene que poder acompañar a todas mis representaciones; pues,
si no, sería representado en mí algo que no podría ser pensado, lo cual significa
tanto como decir que la representación sería, o bien imposible o al menos no
sería para mí.1
6
Ibídem., Item 113, p. 128v. La gramática se puede considerar como un cálculo, ya que la investi-
gación del significado de los símbolos numéricos supone analizar su gramática. Así pues, si definimos
el ajedrez mediante sus reglas entonces pertenecen dichas reglas a la gramática del término “ajedrez”.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 5 5
7
Cfr. Padilla Gálvez, J., Wittgenstein L. Lecturas tractarianas, Madrid, México, Plaza y Valdés, 2009,
p. 226 y ss.
8
Wittgenstein, L., Grosses Notizbuch. Sog. C3, op. cit., Item 147, p. 26r. El principio reza en alemán
del siguiente modo: “‘Ich’” als Subjekt & als Objekt”. En: Wittgenstein, L. Wittgenstein’s Nachlass,
NL. The Bergen electronic Edition. Oxford University Press, University of Bergen, 2000.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 5 7
9
Afirma textualmente: “‘Ich’ benennt keine Person“. Philosophische Untersuchungen, (En adelante
PU), Schriften 1, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1980.
Wittgenstein afirma que aquello que supuestamente es de uso privado, paradójicamente no tiene
10
ningún dueño (poseedor). Por ello cuestiona: “Was soll es heissen: er hat diese Schmerzen? Ausser,
er hat solche Schmerzen: d.h., von solcher Stärke, Art, etc. Aber nur in dem Sinn kann ich “dieser
Achmerzen” haben.” Wittgenstein, L. Big Typescript, op. cit., Item 211, p. 122.
Esta conjetura la encontramos en Georg Ch. Lichtenberg que afirma: “Wir beide, Ich und mein
11
Körper sind noch nie so sehr zwei gewesen als jetzt, zuweilen erkennen wir einander nicht einmal,
dann laufen wir so wider einander daß wir beide nicht wissen wo wir sind”. Lichtenberg, G. Ch.,
Schriften und Briefe. I, II. Sudelbücher, München, Carl Hanser Verlag, 1968, p. 115.
Conocida es su aversión al monismo y al dualismo como viene expresado en su obra temprana.
12
Cfr. Wittgenstein l., Prototractatus, 4.10227291. En: Notizbuch. Der sog. Prototractatus, op. cit., Item 104,
p. 96; Wittgenstein L., 1980, 4.128.
Cfr. Wittgenstein, L. Grosses Notizbuch. Sog. C3, op. cit.., Item 147, p. 24r; y Wittgenstein, Big
13
Los ejemplos expresados en castellano tienen su correspondencia con los ejemplos estudiados
14
por diferentes filósofos. Así pues, el primer ejemplo aparece en la filosofía de Johann G. Fichte
cuando afirma:
(Y1) Ich bin Ich.
Cfr. Fichte, J. G., Zur theoretischen Philosophie I. En: En: I. H. Fichte (Ed.), Fichtes Werke, Berlin, Walter
de Gruyter, 1971, p. 69. El segundo ejemplo (Y2) se deduce de sustituir la primera persona por el
nombre de la persona que habla. Los siguientes ejemplos provienen de la obra de Wittgenstein:
(Y3) Ich bin der Mann der eine blaue Krawatte trägt;
(Y4) Ich bin zehn Zentimeter gewachsen;
(Y5) Ich habe eine Beule auf meiner Stirn; y,
(Y6) Ich habe Schmerzen.
Cfr. Wittgenstein, L. Das Blaue Buch (1958).op. cit.,1982, p. 106.
Fichte, J. G., Zur theoretischen Philosophie I, op. cit., p. 34; y Hegel, G.W.F., Phänomenologie des Geistes.
15
17
Hegel indica que el idealismo comienza con la afirmación (Y1) y, por tanto, ha de considerarse a
sí mismo pero que puede hacer comprensible a los otros. Hegel, G. W. F., Phänomenologie des Geistes.
Werke, 3, op. cit., p. 180.
Cfr. Wittgenstein L., Über Gewißheit, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1982, p. 49 y 115.
18
Reflexiones acerca de la subjetividad en Wittgenstein / Jesús Padilla Gálvez / 60
Cervantes, Miguel de, Don Quijote de la Mancha,Vol. II, Madrid, Cátedra, 1991, p. 574.
20
Ibídem.
21
22
Wittgenstein indica escuetamente que “un ‘proceso interno’ requiere de criterios externos”.Witt-
genstein, L. Philosophische Untersuchungen, op. cit., § 580. Tenemos a disposición un criterio cuando
disponemos de una prueba no inductiva que nos permite determinar el significado. En este caso,
las expresiones que dice Don Quijote en el lecho de su muerte no permiten discernir si habla él o
Alonso Quijano.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 6 1
24
Este hecho fue estudiado por Ernst Mach. Un día paseando vio a un señor con un aspecto desde-
ñoso y pensó que dicho hombre que veía tenía un aspecto indigente. Posteriormente, se dio cuente
que había sucumbido a un reflejo y que la persona a la que había adscrito cierto desamparo no era
otro que él mismo. Mach, E., Die Analyse der Empfindungen und das Verhältnis des Physischen zum Psy-
chischen, Jena, G. Fischer, 1902.
25
Philosophische Untersuchungen, op. cit., § 402. El texto original dice lo siguiente: “Ich sage zwar ‘Ich
habe jetzt die und die Vorstellung’, aber die Worte ‘Ich habe’ sind nur ein Zeichen für den Andern;
die Vorstellungswelt ist ganz in der Beschreibung der Vorstellung dargestellt”. Wittgenstein, L. Philo-
sophische Untersuchungen, op. cit., § 402
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 6 3
26
El pasaje reza del siguiente modo: “Wenn ich sage ‘ich habe Schmerzen’, weise ich nicht auf
eine Person, die die Schmerzen hat, da ich in gewissem Sinne gar nicht weiß, wer sie hat. [...] Nun,
welches ist es, das mich bestimmt, zu sagen, ‘ich’ habe Schmerzen? Gar keins.” Wittgenstein, L. Phi-
losophische Untersuchungen, op. cit., § 404.
Normalmente, en la frase se usa la primera persona de modo apocopado por lo que no aparece
27
explícitamente en la frase.
Reflexiones acerca de la subjetividad en Wittgenstein / Jesús Padilla Gálvez / 64
La autorreferencia de la autoconciencia
28
Las estructuras que envuelven un cuasindexical han sido analizadas sistemáticamente por Castañe-
da, H.-N. Sprache und Erfahrung, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1982, p. 160 y ss.; y Castañeda, H.-N.,“Se-
lbstbewußtsein, demonstrative Bezugnahme und die Selbstzuschreibungstheorie der Überzeugun-
gen”.En:Frank,M.,AnalytischeTheorie des Selbstbewusstseins,Frankfurt a.M.,Suhrkamp,1994,pp.335 y ss.
Hector-Neri Castañeda ha puesto especial interés en el estudio de los indexicales y los cuasin-
29
dexicales. Cfr. Castañeda, H.-N., Sprache und Erfahrung, op. cit. p. 139 y ss.
30
Cfr. Padilla Gálvez, “Die Verwendung des Wortes ‘Ich’ bei L. Wittgenstein”. En: Wittgenstein Stu-
dien.Vol. 3, 1995, p. 7.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 6 5
Cfr. Frege, G., “Über Sinn und Bedeutung”. En: Zeitschrift für Philosophie und philosophische Kritik,
31
1892, NF, 100, p. 25 y ss,; y Frege, G., "Der Gedanke. Eine logische Untersuchung", Beiträge zur
Philosophie des Deutschen Idealismus, I, 1918/19, p. 58 y ss.
Reflexiones acerca de la subjetividad en Wittgenstein / Jesús Padilla Gálvez / 66
33
Véase la argumentación presentada en Wittgenstein L., Philosophsche Bemerkungen. En: Transkrip-
tion des Wittgenstein Archiv Bergen, Bergen, 1996, Vol. XVI, Item 120, p. 45r.
34
Wittgenstein, L. Das Blaue Buch (op. cit.). El texto afirma: “[...] eigenartigen Grammatik des Wor-
tes ‘ich’ und auch mit den Mißverständnissen, die sich aus dieser Grammatik leicht ergeben können.”
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 6 7
Lichtenberg. H.G. Schriften und Briefe. I, II. Sudelbücher, op. cit. P. 146. El original dice: “ICH und
35
MICH. ICH fühle MICH - sind zwei Gegenstände. Unsere falsche Philosophie ist der ganzen Spra-
che einverleibt; wir können sozusagen nicht raisonnieren, ohne falsch zu raisonnieren.”
36
Wittgenstein, L., Über Gewißheit, op. cit., pp. 32 y 92. Wittgenstein presenta un argumento muy
semejante cuando afirma que alguien cree que el mundo existe desde su nacimiento y, por tanto, no
existen predecesores.
Reflexiones acerca de la subjetividad en Wittgenstein / Jesús Padilla Gálvez / 68
Wittgenstein, L. Das Blaue Buch (op. cit.). p. 106. El texto original afirma: “Die Fälle in der ersten
37
Kategorie machen es erforderlich, daß eine bestimmte Person erkennt, und in diesen Fällen besteht
die Möglichkeit eines IRRTUMS – oder ich sollte besser sagen: Die Möglichkeit des Irrtums ist
vorgesehen. ... Andererseits geht es nicht um das Problem, eine Person zu erkennen, wenn ich sage,
daß ich Zahnschmerzen habe. Die Frage: ‘Bist du sicher, daß DU es bist, der Schmerzen hat?’ wäre
unsinnig.”
Cfr. Ibídem, p. 106.
38
40
Nuestra racionalidad sigue confundiendo el genitivus objektivus con el genitivus subjectivus. Por lo
general, la racionalidad contemporánea ha colocado el pronombre personal en primera persona
en el lugar de un genitivus objektivus pero no ha clarificado quién debe asumir el lugar del genitivus
subjectivus.
Sydney Shoemaker ha recogido ejemplarmente la distinción entre un uso como sujeto y objeto
41
de la primera persona del singular. Shoemaker, S., “Selbsbezug und Selbstbewußtsein”. Cfr. Frank,
M., Analytische Theorie des Selbstbewusstseins, op. cit., pp 44 y ss.
Ese argumento viene presentado como un caso de amnesia.
42
Cfr. Padilla Gálvez, “Die Verwendung des Wortes ‘Ich’ bei L. Wittgenstein”, op. cit., p. 10 y ss.
43
Reflexiones acerca de la subjetividad en Wittgenstein / Jesús Padilla Gálvez / 70
Conclusiones
La autorreferencia del pronombre personal en primera persona
puede ser caracterizado del siguiendo modo:
El pronombre personal en primera persona no determina siem-
pre de modo unívoco su referente en todos los contextos.
El uso que hacemos del pronombre personal en primera persona
como pronombre demostrativo no está libre de errores mientras
que es usado.
El uso que hacemos del pronombre personal en primera persona
como pronombre demostrativo usado en el pasado comete ciertos
equívocos ya que se pueden construir ciertas situaciones en el que
se puede reidentificar posteriormente el sujeto. El uso del “yo” en
una situación consciente (Bewußtseinszustand) del hablante puede
generar errores a la hora de identificar el sujeto.
Finalmente podemos plantear la cuestión si el uso del “yo” como
sujeto puede ser sustituido por el de objeto. Desde un punto lingüís-
tico se puede plantear la cuestión de modo diferente: ¿puede ser sus-
tituido un enunciado como (Y6) que contiene predicados psicoló-
gicos mediante una expresión descriptiva que no use un pronombre
reflexivo (y por tanto no contenga predicados psicológicos)? La tesis
clásica postulaba que la autorreferencialidad de mi mismo presupo-
nía o era anterior a la identificación de mi “yo” como objeto.46 Para
llevar a cabo dicha identificaciones de mi mismo como objeto in-
Esto es lo que postula el idealismo de Fichte, ya que en (Y1) el objeto al que se refiere el pronom-
46
Bibliografía
»» Castañeda, H.-N, Sprache und Erfahrung, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1982.
»» —— “Selbstbewußtsein, demonstrative Bezugnahme und die Selbstzu-
schreibungstheorie der Überzeugungen“. En: Frank, M (Ed.), Analytische
Theorie des Selbstbewusstseins, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1994, pp. 335-390.
»» BRENTANO, F., Psychologie vom empirischen Standpunkt, Leipzig, Eds. Os-
kar Kraus, 1924 ff.
»» Frank, M. (Ed.), Analytische Theorie des Selbstbewusstseins, Frankfurt a. M.,
Suhrkamp, 1994.
»» Fichte, J. G., Zur theoretischen Philosophie I. En: Fichtes Werke Berlin, Walter
de Gruyter 1971.
»» Frege, G., “Über Sinn und Bedeutung”. En Zeitschrift für Philosophie und
philosophische Kritik, NF, 100, 1892, pp. 25-50.
»» —— “Der Gedanke. Eine logische Untersuchung”. En: Beiträge zur Philo-
sophie des Deutschen Idealismus, I, 1918/19, pp. 58-77.
»» —— “Logik”, en Schriften zur Logik und Sprachphilosophie. Aus dem Nachlaß.
Hamburg, Felix Meiner, 1978 [1897].
»» Haller, R., “Bemerkungen zur Egologie Wittgensteins”. En: Grazer Philo-
sophische Studien, 33/34, 1989, pp. 353-373.
»» Hegel, G.W.F., Phänomenologie des Geistes. Werke, 3, Frankfurt a.M., Su-
hrkamp, 1976.
»» Kant, I., Kritik der reinen Vernunft (Nachdruck der 2. Auflage 1787), Vol. 3 y
Kritik der reinen Vernunft (Nachdruck der 1. Auflage 1781), Vol. 4. En: Akade-
mie Textausgabe, Berlin, Walter de Gruyter, 1968.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 7 3
Daniel Trápani
1
“[...] me doy cuenta claramente de que nada absolutamente puede ser conocido con mayor fa-
cilidad y evidencia que mi mente.” Descartes, R., Meditaciones metafísicas, Madrid, Ediciones Orbis,
pp. 40-41.
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 76
3
Cfr. Ibídem, I, § 317. “Desorientador paralelo: ¡El grito es una expresión de dolor – la proposición
una expresión del pensamiento! Como si la finalidad de la proposición fuera hacerle saber a uno
cómo se siente otro: sólo que, por así decirlo, en el aparato pensante y no en el estómago”.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 7 7
que imaginar el dolor del otro según el modelo del propio, esto
no es tan sencillo, pues por el dolor que siento, me debo imaginar
un dolor que no siento. No se trataría simplemente de trasladarse
imaginativamente de un lugar del dolor a otro, como si tuviera un
dolor en mi mano y me imaginara un dolor en mi cuello.
Si el ejemplar que dota de significado a “dolor” es privado, ¿qué
sentido tendría suponer que otras personas también lo tienen? El
supuesto de que otras personas tengan también dolores queda va-
ciado de contenido. Wittgenstein expuso la situación del modo
siguiente: si decimos que la oración “Él tiene dolor de muelas”
quiere decir que él tiene ahora lo que yo tuve antes, estamos su-
poniendo que se trata aquí de una relación que el dolor de muelas
tuvo entonces conmigo y ahora tiene con él. Me haría cargo del
dolor de muelas y del hecho de que é1 lo tiene ahora de la misma
manera como puedo ver ahora en su mano un billete que antes
he visto en la mía. Es decir, le atribuyo a “dolor de muelas” una
gramática4 similar a la de una palabra que designa un objeto físico,
pero esta categorización es inapropiada. En los Cuadernos azul y
marrón Wittgenstein nos presenta al solipsista diciendo: “Si lo que
yo siento es siempre únicamente mi dolor, ¿qué significado puede
tener la suposición de que alguien más tiene dolor?”5 El metafísico
solipsista expresa un descontento con nuestra gramática, aunque dé
la impresión de que sus palabras formulan una diferencia sustantiva.
La consecuencia de adoptar la semántica egocéntrica es la impo-
sibilidad de la comunicación: “Si lo sé solamente por mí mismo,
entonces sólo sé lo que yo llamo así, no lo que otro llama así”.6
El rechazo de este modelo de objeto y nombre es formulado por
Wittgenstein en su forma más acabada en el famoso pasaje de los
escarabajos en las cajas. Quien dijera que sabe lo que es el dolor
sólo a partir de su propio caso, se encontraría en una situación aná-
loga a la siguiente:
4
Wittgenstein utiliza el término “gramática” como el conjunto de las reglas que gobiernan el uso
de las expresiones. Una proposición gramatical se ocupa del significado (uso) de las palabras. Se
opone a una proposición empírica que trata sobre el mundo y sus fenómenos.
Wittgenstein L., Los cuadernos azul y marrón, Madrid, Tecnos, 1984, p. 89.
5
Supongamos que cada uno tuviera una caja y dentro hubiera algo que llama-
mos “escarabajo”. Nadie puede mirar en la caja de otro; y cada uno dice que
él sabe lo que es un escarabajo sólo por la vista de su escarabajo. -Aquí podría
muy bien ser que cada uno tuviese una cosa distinta en su caja. Sí, se podría
imaginar que una cosa así cambiase continuamente.- ¿Pero y si ahora la pala-
bra “escarabajo” de estas personas tuviese un uso? -Entonces no sería el de la
designación de una cosa. La cosa que hay en la caja no pertenece en absoluto
al juego de lenguaje; ni siquiera como un algo: pues la caja podría incluso estar
vacía. -No, se puede “cortar por lo sano” por la cosa que hay en la caja; se
neutraliza, sea lo que fuere.
Es decir: si se construye la gramática de la expresión de la sensación según el
modelo de “objeto y designación”, entonces el objeto cae fuera de considera-
ción por irrelevante.7
Ibídem, I, § 293.
7
Ibídem, I, § 304.
8
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 7 9
pretación muy común entiende que Wittgenstein niega que las pa-
labras sean nombres de sensaciones. Sin embargo, este autor habla
de nombrar las sensaciones y de la conexión entre el nombre y lo
nombrado,9 y también de la descripción de experiencias por medio
del lenguaje y de la designación de las sensaciones con palabras.10
Lo que parece confundir es el ejemplo, ya referido, del escarabajo
en la caja. Se ha leído esta sección como implicando que palabras
como “dolor” no son nombres de las sensaciones, ya que las sensa-
ciones son objetos privados, escarabajos en las cajas, que no tienen
lugar propio en el juego de lenguaje. Pero esta situación no es para
Wittgenstein un modelo de la situación en la que efectivamente
me encuentro, sino como un modelo de la situación en que me
encontraría si dijera de mí mismo que conozco sólo por mi propio
caso lo que significa la palabra “dolor”. Es decir, el modelo de objeto
y nombre no puede funcionar si yo supongo que “dolor” adquiere
su significado por asociación pura con la sensación, por definición
ostensiva. Este modelo supone la abrogación del juego de lenguaje
normal con las palabras de sensaciones, esto es, supone que descar-
temos la conducta humana que es la expresión de las sensaciones.
En suma, si por “dolor” entendemos una palabra que ha de referirse
a lo que sólo puede ser conocido por el hablante, a sus sensacio-
nes privadas, entonces “dolor” no sería el nombre de una sensación.
¿Pero cómo se establece la conexión entre el nombre y lo nom-
brado? O, ¿cómo aprende un ser humano el significado de los nom-
9
Cfr. Ibídem, I, § 244. “¿Cómo se refieren las palabras a las sensaciones? –En eso no parece haber
problema alguno; ¿pues no hablamos cotidianamente de sensaciones y las nombramos? ¿Pero cómo
se establece la conexión del nombre con lo nombrado? La pregunta es la misma que ésta: ¿cómo
aprende un hombre el significado de los nombres de sensaciones? Por ejemplo, de la palabra «dolor».
Aquí hay una posibilidad: Las palabras se conectan con la expresión primitiva, natural, de la sensación
y se ponen en su lugar. Un niño se ha lastimado y grita; luego los adultos le hablan y le enseñan
exclamaciones y más tarde oraciones. Ellos le enseñan al niño una nueva conducta de dolor. «¿Dices,
pues, que la palabra ‘dolor’ significa realmente el gritar?» –Al contrario; la expresión verbal del dolor
reemplaza al gritar y no lo describe.”
10
Cfr. Ibídem, I, § 256. “¿Qué pasa, pues, con el lenguaje que describe mis vivencias internas y
que sólo yo mismo puedo entender? ¿Cómo designo mis sensaciones con palabras? –¿Del modo en
que lo hacemos ordinariamente? ¿Están entonces mis palabras de sensaciones conectadas con mis
manifestaciones naturales de sensaciones? –En este caso mi lenguaje no es ‘privado’. Otro podría
entenderlo tan bien como yo. –¿Pero y si yo no poseyese ninguna manifestación natural de la sen-
sación, sino sólo la sensación? Y ahora asocio simplemente nombres con las sensaciones y empleo
esos nombres en una descripción.”
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 80
12
Cfr. Wittgenstein, L., Zettel, México, UNAM, 1979, § 541. “¿Pero qué quiere decir aquí la palabra
‘primitivo’? Sin duda que este tipo de conducta es prelingüístico: que un juego de lenguaje se basa en
él, que es el prototipo de un modo de pensar y no el resultado de pensar.”
Wittgenstein, L. Investigaciones filosóficas, op. cit., I, § 244.
13
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 8 1
Wittgenstein, L., Los cuadernos azul y marrón, Madrid, Tecnos, 1984, p. 80.
14
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 82
Ibídem, p. 175.
17
Ibídem, p. 173.
18
Ibídem, p. 177-178.
19
Ibídem, p. 181.
20
Ibídem, p. 180.
21
Cfr. Ibídem, p. 179: “La filosofía no debe violar de ninguna manera el uso real // efectivo //
22
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 84
del lenguaje //... lo que realmente se dice //; en última instancia sólo puede describirlo. Esta vía
negativa es condición necesaria, pero no suficiente de la praxis filosófica.” En los Últimos escritos sobre
filosofía de la psicología se aclara de este modo: “La filosofía no es descripción del uso del lenguaje y,
sin embargo, se puede aprender filosofía si se atiende constantemente a las expresiones de la vida del
lenguaje.”Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Estudios preliminares para la Parte
II de Investigaciones filosóficas, Madrid, Tecnos, 1987, § 121, p.28.
23
Wittgenstein, L., Observaciones filosóficas, México, UNAM, 1997, p. 42
24
Cfr. Wittgenstein, L., Ocasiones filosóficas. 1912-1951, op. cit., p. 178. “Esta representación perspicua
facilita el comprender //la comprensión//, que consiste precisamente en que “vemos las conexiones”.
De aquí la importancia de los eslabones conectantes. //de encontrar los eslabones conectantes.//”
25
Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Estudios preliminares para la Parte II de
Investigaciones filosóficas., op. cit., § 19, p.10.
26
Wittgenstein, L., Ocasiones filosóficas. 1912-1951, op. cit., p. 178.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 8 5
29
Cfr. Ibídem, II, p. 511. “«Lo interno nos está oculto.» –El futuro nos está oculto. –¿Pero piensa así
el astrónomo cuando calcula un eclipse de sol?”
Cuando veo a alguien revolcarse de dolores, con una causa manifiesta, no pienso: sus sentimientos
me están, no obstante, ocultos.
También decimos de una persona que es transparente. Pero para estas consideraciones es im-
portante que una persona pueda ser un completo enigma para otra. Eso es lo que se experimenta
cuando uno llega a un país extraño con tradiciones completamente extrañas; e incluso cuando se
domina la lengua del país. No se entiende a la gente. (Y no porque uno no sepa lo que se dicen a sí
mismos) No podemos reencontrarnos en ellos.
«No puedo saber lo que ocurre en él» es ante todo una figura. Es la expresión convincente de una
convicción. No da las razones de la convicción. Éstas no están a la mano.”
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 8 7
30
Cfr. Ibídem, I, § 249-250.
§ 249: ¿Estamos quizá precipitándonos al suponer que la sonrisa del niño de pecho no es fingi-
miento? –¿Y en qué experiencia se apoya nuestra suposición?
(Mentir es un juego de lenguaje que requiere ser aprendido como cualquier otro.)
§ 250: ¿Por qué no puede un perro simular dolor? ¿Es demasiado honrado? ¿Se podría enseñar a
un perro a simular dolor? Quizá se le pudiera enseñar a que en determinadas ocasiones ladrase como
si sintiera dolor sin tener dolor. Pero para una auténtica simulación aún le falta a esta conducta el
entorno apropiado.
31
Cfr. Wittgenstein L., Zettel, México, UNAM, 1979, § 570-571.
§ 570: “Uno no puede disimular así.” –Y esto puede ser una experiencia: la de que nadie que se
conduzca de tal manera, se conducirá, más tarde, de tal o cual modo; pero también puede ser una
estipulación conceptual (“Esto ya no sería disimulo”); y ambos casos pueden estar relacionados.
Esto ya no puede llamarse “disimulo”.
(Pues no se diría que los planetas deben moverse en círculos, si no hubiera parecido que se mueven
en círculos.)
(Compárese: “no se puede hablar en esta forma sin pensar”, “no se puede actuar en esta forma
involuntariamente”).
§ 571: “¿No podrías imaginarte un ámbito más amplio, en el que también esto tuviera que in-
terpretarse como disimulo? ¿Acaso no debe admitirse una interpretación así para cada conducta?
¿Pero qué significa eso: que toda conducta podría ser siempre disimulo? ¿Así, pues, la experiencia
nos ha enseñado eso? ¿Y cómo podríamos informarnos de otra manera acerca del disimulo? No,
es una observación acerca del concepto ‘disimulo’. Pero entonces este concepto sería inútil, pues el
disimulo no tendría ningún criterio en la conducta”.
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 88
32
Cfr. Wittgenstein, L., Sobre la certidumbre, Caracas, Tiempo Nuevo, 1972, § 115; y Wittgenstein, L.,
Zettel, op. cit., § 409-416.
§ 115: “Si intentaras dudar de todo no lograrías dudar de nada. El juego mismo de la duda pre-
supone la certeza”.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 8 9
33
Cfr.Wittgenstein, L., Investigaciones filosóficas, op. cit., I, § 253: “«Otro no puede tener mis dolores.»
–¿Qué son mis dolores? ¿Qué cuenta aquí con criterio de identidad? Considera lo que hace posible,
en el caso de objetos físicos, hablar de «dos exactamente iguales». Por ejemplo, decir: «Esta silla no es
la misma que viste ayer aquí, pero es una exactamente igual».
Hasta donde tenga sentido decir que mi dolor es el mismo que el suyo, hasta ahí podremos también
tener ambos el mismo dolor. (Y sería también imaginable que dos hombres sintiesen dolor en el mis-
mo –no meramente en homólogo– lugar. En gemelos siameses, por ejemplo, podría darse este caso.)
He visto cómo en una discusión sobre este tema, alguien se golpeaba el pecho y decía: « ¡Pero otro
no puede sin embargo tener ESTE dolor!» –La respuesta a esto es que no se define ningún criterio
de identidad mediante la acentuación enfática de la palabra “este”. El énfasis nos sugiere más bien el
caso en que un criterio semejante nos es familiar, pero nos ha de ser recordado.”
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 90
pueden los demás tener mi sonrisa, pero nada les impide saber
que estoy sonriendo.
El escéptico pretende expresar una proposición empírica cuan-
do está, en realidad, formulando una proposición de gramática ló-
gica. Reserva la palabra “conocer” para la relación entre él mismo
y sus propias experiencias. Produce una estipulación conceptual,
una notación. Sin embargo, expresa su postura de una manera
que nos llama a engaño, pues la rodea de un aura solemnemente
empírica. Da a sus palabras la forma de un enunciado empírico,
cuando son enunciados de gramática encubiertos. Para evitar esta
falsa apariencia:
En lugar de decir: “no se puede”, dígase: “no existe en este juego”. En lugar de
decir: “no se puede enrocar en el juego de damas” –dígase: “no existe enroca-
miento en el juego de damas”; en lugar de “No puedo exhibir mi sensación”
–digamos: “En el uso de la palabra ‘sensación’ no existe forma de exhibir lo que
uno siente”; en lugar de “no se puede enumerar todos los números cardinales”
–dígase: “no existe ningún tipo de enumeración de todos los miembros”.34
35
Cfr. Wittgenstein, L., Investigaciones filosóficas, op. cit., I, § 248; y Wittgenstein, L., Gramática filosófi-
ca, México, UNAM, 1992, I, § 23.
§ 248: “La proposición «Las sensaciones son privadas» es comparable a: «Los solitarios los juega
uno solo.»”
§ 23: “Quiero decir que el lugar de una palabra en la gramática es su significado.
Pero también puedo decir: el significado de una palabra es lo que explica la explicación de su sig-
nificado.
(“Lo que pesa 1 cc de agua se llama ‘1 gramo’” “–Bien, ¿pero qué es lo que pesa?”)
La explicación del significado explica el uso de la palabra.
El uso de una palabra en el lenguaje es su significado.
La gramática describe el uso de las palabras en el lenguaje.
Se relaciona con el lenguaje de manera similar a como lo hace la descripción de un juego, las reglas
de un juego, con ese juego.”
36
Cfr. Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, I, § 251. “¿Qué se significa al decir: «No puedo imagi-
narme lo contrario de esto» o « ¿Cómo sería si fuese de otro modo?»? –Por ejemplo, cuando alguien
ha dicho que mis imágenes son privadas; o que sólo yo mismo puedo saber si siento un dolor; y
cosas parecidas.”
«No puedo imaginarme lo contrario» no quiere decir aquí naturalmente: mi capacidad de imagi-
nación no alcanza ahí. Nos defendemos con estas palabras contra algo que por su forma nos parece
una proposición empírica, pero que es en realidad una proposición gramatical.
¿Pero por qué digo «No puedo imaginarme lo contrario»? ¿Por qué no: «No puedo imaginarme
lo que dices»
Ejemplo: «Toda vara tiene longitud». Esto quiere tal vez decir: llamamos a algo (o a esto) «la lon-
gitud de una vara» pero a nada «la longitud de una esfera». Ahora bien, ¿Puede imaginarme que toda
vara tiene longitud? Bueno, me imagino simplemente una vara; y eso es todo. Sólo que esa figura
juega en conexión con la proposición «Esta mesa tiene la misma longitud que la de allí». Pues aquí
entiendo lo que quiere decir hacerse una figura de lo contrario (y no tiene por qué ser una figura
de la imaginación).”
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 92
dría imaginarme esto (que toda vara tiene una longitud)?, en reali-
dad simplemente imagino una vara. Una cuestión metafísica, según
Wittgenstein, reinterpreta cierta confusión respecto de la gramáti-
ca de las expresiones en la forma de una cuestión científica, y ésa
es precisamente su fuerza seductora.37
37
Cfr. Wittgenstein, L., Los cuadernos azul y marrón, op. cit., p. 88. “Lo que hemos hecho en estas
discusiones es lo que hacemos siempre que nos encontramos la palabra ‘poder’ en una proposición
metafísica. Mostramos que esta proposición esconde una regla gramatical. Es decir, destruimos la
semejanza externa entre una proposición metafísica y una proposición empírica, y tratamos de
encontrar la forma de expresión que satisface cierto anhelo del metafísico no satisfecho por nuestro
lenguaje natural y que, en la medida en que no es satisfecho, produce la confusión filosófica.”
Wittgenstein, L., Ocasiones filosóficas. 1912-1951, op. cit., p. 435.
38
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 9 3
39
Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Estudios preliminares para la Parte II de
Investigaciones filosóficas, op. cit., § 901, p. 149.
Ibídem, § 979, p. 162.
40
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 94
41
Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Volumen II: Lo Interno y lo Externo
(1949-1951), Madrid, Tecnos, 1996, p. 37 [24]. Énfasis nuestro.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 9 5
43
Ibídem. Sin embargo en nuestro aprendizaje sí es admisible encontrar ciertas reglas de recono-
cimiento. Pero para Wittgenstein el que no estén sistemáticamente organizadas las convierte en
evidencias imponderables.
44
Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Estudios preliminares para la Parte II de
Investigaciones filosóficas, op. cit., § 923, p.153.
Wittgenstein, L., Investigaciones filosóficas, op. cit., § 519.
45
Sobre estados mentales y fingimiento... / Daniel Trápani / 96
Ibídem.
46
Ibídem, § 521.
47
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 9 7
que sólo él puede ver, sino que las reglas del juego de lenguaje
delinean en qué consiste que él sea un sujeto y que sus propias
emisiones cuando le adscriben estados mentales se traten siempre
como correctas:
El que lo interno nos está oculto quiere decir: nos está oculto en un sentido en
el que no está oculto para él.Y no está oculto para el poseedor en el sentido de
que él lo emite y nosotros damos crédito a la emisión bajo determinadas condi-
ciones y aquí no hay error.Y esta asimetría del juego se expresa con la oración
de que lo interno está oculto para los demás.48
Bibliografía
»» Anscombe, G. E., Intención, Barcelona, Paidós, 1991.
»» Descartes, R., Meditaciones metafísicas. Madrid. Ediciones Orbis, 1995.
»» Wittgenstein, L., Sobre la certidumbre. Caracas. Tiempo Nuevo, 1972.
»» —— Zettel, México, UNAM, 1979.
»» —— Los cuadernos azul y marrón, Madrid, Tecnos, 1984.
»» —— Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Estudios preliminares para la
Parte II de Investigaciones filosóficas, Madrid, Tecnos, 1987 (Se cita por nú-
mero de parágrafo, colocando entre paréntesis el número de página de la
edición española de referencia).
»» —— Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, Alianza, 1987.
»» —— Investigaciones filosóficas, México, Crítica, 1988.
»» —— Gramática filosófica, México, UNAM, 1992.
»» —— Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Volumen II: Lo Interno y lo
Externo (1949-1951), Madrid, Tecnos, 1996 (Los números entre paréntesis
indican el número de página de la edición original).
»» —— Ocasiones filosóficas. 1912-1951, Madrid, Cátedra, 1997.
»» —— Observaciones filosóficas, México, UNAM, 1997.
48
Wittgenstein, L., Últimos escritos sobre filosofía de la psicología. Volumen II: Lo Interno y lo Externo
(1949-1951), p. 50 [36].
Ibídem, p. 41 [28].
49
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 9 9
Introducción
Desde hace más o menos cuatro o cinco décadas, en el medio
anglosajón –en el medio hispano hablante habría que reducir el
tiempo–, hablar de filosofía analítica a secas y de la filosofía analíti-
ca del lenguaje es hablar, en gran medida, de Ludwig Wittgenstein.
Ahí están para apoyar la inmediata asociación el enorme peso de
sus obras fundamentales y más conocidas, el Tractatus Logico-Philo-
sophicus de 1921 y sus Philosophische Untersuchungen publicadas en
1953. Es simplemente una constatación que su reflexión sobre el
lenguaje, la relación de éste con la realidad y el pensamiento, su
doctrina sobre la praxis lingüística, su postura mística, su concep-
ción de la filosofía, por nombrar algunos tópicos que sobresalen
en su producción intelectual, forman parte del acervo filosófico
básico del siglo XX.
Más difícil de calibrar, por otra parte, nos parece que es su con-
tribución a lo que podemos llamar ‘filosofía de la mente’ y/o ‘fi-
losofía de la psicología’, disciplinas que, considerando tanto obras
fundamentales como ensayos, monografías o artículos que vieron
la luz en la pasada centuria, reúnen contribuciones de autores tan
diversos como Bertrand Russell, Gilbert Ryle, Peter Strawson,
Herbert Feigl, Karl Popper, Jerry Fodor, Donald Davidson y Paul
Churchland, representantes de enfoques conocidos y tan diversos
como el monismo neutral, el conductismo filosófico, el dualismo
de propiedades, el materialismo fisicalista, el dualismo (o trialismo)
interaccionista emergentista, el funcionalismo, el monismo anóma-
lo, etc., por no citar más que las más representativas e importantes
de las corrientes en la filosofía de la mente contemporánea.
1
Me he beneficiado de las sugerencias y correcciones que hizo Alejandro Tomasini al borrador de
este texto.
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 100
2
Su filosofía de la mente incluye también obras que recogen conferencias, notas dictadas a colegas
y alumnos, clases habituales e incluso pensamientos sueltos sobre diversos tópicos. Sin embargo,
pocos se atreverían a reconocer que en su obra de juventud, la del Tractatus, pueda encontrarse un
pensamiento acabado sobre algunos de los temas de esta disciplina, a pesar de que Wittgenstein, por
lo que ahora sabemos gracias a obras como Ocasiones Filosóficas 1912-1951 o Últimos escritos sobre filo-
sofía de la psicología, estuvo a lo largo de su vida preocupado, de manera intermitente, por lo interno,
lo privado, el yo, la subjetividad, etc.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 0 1
Machado, A., Proverbios y cantares en Poesías completas, Madrid, Espasa Calpe, 2007.
3
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 102
4
Adam, Ch. et Tannery, P. (ed.), Oeuvers de Descartes, Librairie Philosophique Jean Vrin, Paris, 1973,
IX-1:19.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 0 3
Ibídem, IX-1:21.
5
Ibídem, IX-1:125.
6
7
El segundo sentido de ousía es el de esencia (ti esti). Esta dualidad de sentido es abordada por el
estagirita en el libro Z de su Metafísica.
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 104
Ibídem 2a 37.
9
10
Ibídem 5, 2b 5). En Metafísica Z, 31, 1028a Aristóteles se refiere a la ousía como la primera de las
categorías. Esta primacía es lógica (relativa al enunciado), gnoseológica o epistemológica (relativa
al conocimiento) y cronológica (relativa al tiempo). Sólo la primacía cronología corresponde a la
ousía en cuanto sustancia y con ello se alude al criterio de la separación, de la existencia separada: la
sustancia puede existir sin los demás categoremas (predicados clasificados en categorías), pero éstos
no pueden existir sin aquella. En cambio, la primacía lógica y gnoseológica corresponden a la ousía
en cuanto esencia porque en el enunciado de cada cosa debe incluirse necesariamente la esencia, lo
que la cosa es, y también para conocerla del mejor modo hay que saber qué es.
11
Adam, Ch. et Tannery, P., op. cit., IX-2:47.
12
Ibídem, I, 51.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 0 5
Ibídem, IX-1:22).
13
Ibídem.
16
Ibídem.
17
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 0 7
Ibídem, p.34.
18
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 108
Feigl, H., “The Mental and the Physical” en Feigl, H., Scriven, M. and Maxwell (eds.), Concepts,
19
Theories and the Mind-Body problem, Minnesota Studies in the Philosophy of Science, Minneapolis,
University of Minnesota Press, 1958, vol II.
Wittgenstein, L., Cuadernos Azul y Marrón, op.cit., p. 35.
20
Ibídem, p. 35.
21
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 0 9
Pole, D., “La última filosofía de Wittgenstein”. En: Ferrater Mora, J. et al, Las filosofías de Ludwig
22
Tal contextualización explicaría, a nuestro juicio, por qué Wittgenstein privilegia en su argumento
23
en contra del lenguaje privado el análisis de la sensación de dolor y no, por ejemplo, la percepción
de colores (sin duda con un pasado filosófico más rico, especialmente en las discusiones epistemoló-
gicas).
Wittgenstein, L., Cuadernos Azul y Marrón, op. cit., p.36.
24
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 1 1
Ibídem, p. 37.
25
Cfr. Blasco, J., Lenguaje, filosofía y conocimiento, Barcelona, Ariel, 1976; Cook, J., “Solipsism and
26
Language” en Ambrose y Lazerowitz (eds.), Ludwid Wittgenstein: Philosophy and Language, Allen and
Unwin, 1972.
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 112
Cfr. Churchland, P., Materia y conciencia. Introducción contemporánea a la filosofía de la mente, Gedisa,
27
Barcelona, 1972.
Cfr. Priest, S., Teorías y filosofías de la mente, Madrid, Cátedra, 1994.
28
No estamos sugiriendo que las Investigaciones Filosóficas apuntan en su totalidad a criticar solamen-
29
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 1 3
33
Nuestra selección de los parágrafos más relevantes relacionados con el argumento del lenguaje
privado es la habitual y no tomamos parte de la discusión que al respecto se generó cuando Saúl
Kripke (Wittgenstein on Rules and Private Language. An Elementary Exposition, 1982) reivindicó algunas
secciones de las Philosophische Untersuchungen que, a su juicio, serían las más esclarecedoras.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 1 5
En este largo pasaje Wittgenstein hace ver que el uso que se haga
de una palabra es algo intersubjetivo y, en consecuencia, se conecta
con eventos y manifestaciones que son igualmente públicas. En el
caso de la palabra ‘escarabajo’, si ésta tiene una significación, un uso,
consiste no en el objeto escarabajo (que incluso podría no existir),
ni tampoco en una relación de designación circunscrita al ámbito
estrictamente privado del usuario del lenguaje que ve lo que tiene
en su propia caja.
Ibídem, §258.
35
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 1 7
Precisiones finales
Ibídem, § 244.
36
Ibídem.
37
Ibídem, § 308.
38
Sobre el lenguaje y las sensaciones en la filosofía de Wittgenstein / Marcelo Díaz Soto / 120
Ibídem, § 246.
39
Bibliografía
»» Adam, Ch. et Tannery, P. (eds.), Oeuvres de Descartes. Paris, Librairie Philo-
sophique Jean Vrin, 1973.
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límites del profesor Millas”. En: Revista de Ciencias Sociales (En recuerdo de
Jorge Millas), 49-50, 2004-2005, pp. 219-236.
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»» Priest, S., Teorías y filosofías de la mente. Cátedra, Madrid, 1994.
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»» Wittgenstein, L., Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid, Alianza, 1973.
»» —— Investigaciones Filosóficas. México/Barcelona, Instituto de Investiga-
ciones Filosóficas/Crítica, 1988.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 2 3
Roberto Rojo
Antecedentes
Este concepto de singular significación en la filosofía de Witt-
genstein, tiene antecedentes en más de un filósofo, como ponen de
relieve Gordon Baker y P. M. S. Hacker, quienes dedican interesan-
tes páginas a Übersicht y señalan como precursores del empleo de
este concepto a Herz, a Boltzmann –quien con su muerte frustró el
empeño de Wittgenstein de estudiar con él– y a Frege, que postula
la necesidad del Übersicht para la razón (das Bedürfnis der Vernunft nach
Übersichtlichkeit der ersten Grundlagen). A estos antecedentes añado a
Spengler, porque Wittgenstein tuvo en cuenta su pensamiento y re-
conoció expresamente su influencia (“wie sehr ich doch bein mei-
nem Denken von Spengler beeinflusst bin”.) Por mi parte, rescato
especialmente, como antecedente muy valioso de sinopsis, algunos
diálogos de Platón de los cuales me ocuparé con algún detalle.
Ibídem.
2
3
Baker, G., “Philosophical Investigations, Section 122: neglected aspects”, en Wittgenstein´s Philosophi-
cal Investigation,” (edited by Robert Arrington and Hans- Johann Glock), Rouledge, 1991, p. 40.
Representación sinóptica (Übersicht). Antecedente platónico / Roberto Rojo / 126
Ibídem, § 133.
5
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 2 7
Wittgenstein, L., Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik, Londres, MIT Press, 1996, pp. 51-52.
6
Baker G., “Philosophical Investigations, Section 122: neglected aspects”, op. cit, p. 38.
7
Wittgenstein, L., Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik, op. cit., p. 45, I, § 153.
9
10
Ibídem, p. 65, II, § 1.
11
Ibídem, p. 88.
12
Ibídem, p. 91, II, § 67.
13
Wittgenstein, L., Investigaciones Filosóficas, op. cit., II, XI p. 317.
Representación sinóptica (Übersicht). Antecedente platónico / Roberto Rojo / 130
Wittgenstein y el Psicoanálisis
De este tema sólo diré unas palabras inspiradas en el libro de
John M. Heaton, sobre Wittgenstein y el psicoanálisis. Se destaca
allí otro costado de la aplicación de la Übersichtlikeit a la terapia filo-
sófica, emparentada ésta con la terapia freudiana.Y esto al punto de
considerar probable –según Heaton– que Wittgenstein estuviera
influido por Freud en esta idea de la representación perspicua. La
vinculación con Freud y Breuer procede del hecho de que estos
“psicólogos descubrieron que los síntomas histéricos desaparecen
cuando el paciente reconoce la fuente del problema y le da una
expresión apropiada”. La perspicuidad, traducción de Ubersichlichkeit,
dice Heaton: “es central para la paz de la mente porque esclarece
el modo en que generamos problemas a través del mal uso y la
mala comprensión del lenguaje.”15 Y da la siguiente definición: “la
perspicuidad no significa prolijidad sino el esclarecimiento de las
relaciones que se encuentran en estado de confusión”.16 Heaton
reitera las ideas de Wittgenstein la vinculación íntima existente en-
tre la representación sinóptica, la comprensión y las conexiones.
La conjugación de estos conceptos da cuenta de la importancia
fundamental que le concede en su pensamiento filosófico. Y de
pronto, en este contexto, salta una perspectiva de otro signo, cuya
significación última destacaré más adelante. Este salto es el de Über-
sichtlichkeit, considerada nuestra forma de representación, el modo en que
vemos las cosas.17
Valorando este concepto, Baker y Hacker traen a colación el papel de
la sinopsis en la filosofía y expresan: La producción filosófica da lugar a
la comprensión por medio de la Übersicht. En cambio, la explicación
científica predice nuevos conocimientos por medio de las teorías.
Wittgenstein, L., Observaciones a ‘La rama dorada’ de Frazer, Madrid, Tecnos, 1992, p. 66.
14
Ibídem, p. 39.
16
Diálogos de Platón
Analizaré ahora algunos diálogos en los cuales Platón encara los
alcances de sinopsis y luego volveré a la idea de Übersicht para insistir
posteriormente en la significación fundamental que exhibe en la
filosofía de Wittgenstein. Según creo, como dije, uno de los ante-
cedentes valiosos de la idea wittgensteiniana de Übersicht está re-
presentado por la sinopsis referida en varios diálogos de Platón. Este
antecedente –históricamente anterior a todos los otros– hace de él
tal vez la fuente originaria de este concepto, alentando también la
presunción de que probablemente Wittgenstein no conociera los
textos de estos diálogos en los cuales la sinopsis está claramente di-
bujada con todas sus implicaciones filosóficas. Los diálogos que ana-
lizaremos son Las Leyes, Fedro y La República; en cada caso, después
de dar cuenta de las ideas importantes, citaré los textos pertinentes.
Las Leyes XII, 965b: El diálogo destaca expresamente el papel de
la sinopsis en el sentido de que tras los conocimientos aisladamente
adquiridos se postula la exigencia de reunirlos en una visión general
(συνοψισ) de las relaciones (οικειοτητοσ) que existen con los ob-
jetos y con “la naturaleza del ser”.
Por otra parte, en este diálogo la sinopsis se vincula también
con el saber, aunque ahora con matices pragmáticos, vinculados al
20
Platón, Fedro, Trad. L. Gil Fernández, Madrid, Ed. Instituto de Estudios Políticos de la Univer-
sidad de Madrid, 1970.
Representación sinóptica (Übersicht). Antecedente platónico / Roberto Rojo / 134
Puntos de convergencia
Ambrose, A., “Wittgenstein on Universals”. En: K. T. Fann (ed.), Wittgenstein: the Man and his
24
Bibliografía
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stein: the Man and his Philosophy, New York, A Delta Book, 1967.
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Wittgenstein´s Philosophical Investigation,” (edited by Robert Arrington and
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»» —— Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik. Londres, MIT Press,
1996 (versión bilingüe alemán –inglés).
»» —— Observaciones a ´La Rama Dorada´ de Frazer, Madrid, Tecnos, 1992.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 3 9
Santiago Garmendia
Introducción
En este trabajo vamos a estudiar algunas ideas acerca del lí-
mite de la experiencia según el Tractatus,1 haciendo un breve
contrapunto entre la concepción russelliana y la wittgensteiana
de la proposición y los supuestos epistemológicos y ontológicos
en cada caso. Estimamos que esta comparación es muy fecunda
para develar las notas semánticas claves de la teoría pictórica del
lenguaje.
De modo colateral, nos sumamos a las críticas que se realizan a
las lecturas hiper-terapéuticas del Tractatus que niegan que existan
tesis sustantivas en la obra.2 Aunque se trata de una interesante pro-
puesta, el supuesto “nihilista” de esta interpretación de Wittgen-
stein soslaya gran parte de la savia filosófica del Tractatus, reducien-
do toda su riqueza al gesto auto-refutatorio final.
Cabe primero contextualizar entonces la discusión actual sobre
la ontología y la semántica del Tractatus, para revisar la posibili-
dad planteada por la lectura americana y que se encuentra en las
antípodas de la nuestra, de que en la crítica de Wittgenstein a la
Teoría de las descripciones de Russell nos encontramos ante un proto-
argumento del lenguaje privado. Cuando nos detengamos luego
en la concepción tractariana de la identidad y la cuantificación nos
vamos a encontrar con elementos modales muy importantes de la
teoría pictórica.
1
L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus , Trad. Tierno Galván, Madrid, Ed. Alianza,
1979, 1921.
2
Un ejemplo que vamos a considerar es el de Cora Diamond en A. Crary y R. Read (comp.), The
New Wittgenstein, Londres, Routledge, 2000. El texto obligado de esta perspectiva es el de C. Dia-
mond, The Realistic Spirit: Wittgenstein, Philosophy and the Mind, Cambridge Mass., MIT Press, 1991.
Para muy buena crítica frontal ver “Los límites de la significación” en Alejandro Tomasini Bassols y
Silvia Rivera (comp.), Wittgenstein en español, Bs. As, EDUNLa, 2009, pp. 59-203.
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 140
4
Wittgenstein, L. Diario Filosófico 1914-1916 (1961), Trad. Muñóz y Reguera, Barcelona, Ariel,
1982, p. 183.
Cfr. Hintikka, J. “Lingua Universalis vs. Calculus Ratiocinator” en J. Hintikka (comp.) Lingua
5
Universalis vs. Calculus Ratiocinator an ultimate presupposition of Twentieth Century Philosophy, Noruega,
Kluwer, 1997, p. X.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 4 1
Cfr. Hintikka, J. y M. B. Investigating Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1986, pp. 27-49.
6
Hintikka, J. “Quantification and the picture theory of language”. En: The Monist 55, 1969, p. 211.
7
Cfr. Anscombe, G. E. M. Introducción al ‘Tractatus’ de Wittgenstein (1959), Bs As., Ed. Ateneo, 1977, p. 86.
8
Cfr.Van Heijenoort, J. “Logic as Language and Logic as Calculus”. En: Synthese 17: 324-30, 1967.
9
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 142
Cfr. Malcolm, N. Nothing is Hidden –Wittgenstein´s criticism of his Early Thought, Oxford, Basil Blac-
10
Cfr. Kenny, A. Wittgenstein, Londres, Alle Lane-The Penguin Press, 1973, p. 70.
11
Cfr. Borges, J. L. “Del rigor de la ciencia”. En: El Hacedor, Bs. As. Emecé, 1960, p. 103.
12
Cfr. Geach, P. T. “Saying and showing in Frege and Wittgenstein”. En: Hintikka, J. (ed.), Essays on
13
Cfr. Wittgenstein, L. Cambridge Letters, Oxford, Blackwell, 1995, Carta Nº 68, p. 124.
14
15
Tomasini Bassols confecciona una lista de proposiciones cuya verdad se mantiene inalterada según
su opinión, después de abandonar la Teoría Pictórica, en Tomasini Bassols, A. op. cit, pp.64-66 y 76.
Según mi opinión, las dos ideas centrales que mantienen absoluta vigencia son la imposibilidad de
conocer lo que es un objeto independientemente de su relación con otros (articulación es la palabra
correcta para el Tractatus), y la inseparabilidad lenguaje-mundo-pensamiento.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 4 5
Cfr. Russell, B. “On denoting” (1905). En: Mind Vol. 114, 2005.
16
Cfr. Russell, B. The problems of Philosophy (1912), Oxford, OUP, 1972, pp. 7 y 22.
17
Cfr. Ibídem, p. 7.
19
Cfr. Carney, J. y Fitch, G. “Can Russell avoid Frege’s sense?”. En: Mind 88, 1979.
21
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 4 7
La crítica a Russell
Cora Diamond pone esta interesante discusión en el tapete.22
Señala que a este uso oscilante de los nombres es adonde apunta
Wittgenstein en las Observaciones filosóficas:
En verdad Russell ya mostró con su teoría de las descripciones que no se pue-
de escamotear un conocimiento de las cosas a espaldas de ellas y que puede
parecer como si supiéramos más acerca de las cosas de lo que éstas nos han
revelado de manera honesta. Sólo que él de nuevo oscureció todo al usar la
frase “indirect knowledge”.23
Cfr. Diamond, C. “Does Bismarck have a Beetle on his Box”. En: Alice Crary y Rupert Read, The
22
26
La importancia que le confiere Wittgenstein a esta noción está plenamente registrada en sus
cartas: “Identity is the very devil and immensely important; very much more so than I thought. It
hangs –like everything else- directly together with the most fundamental questions concerning the
occurrence of the same arguments in different places of a function...I am SO troubled with identity
that I really cannot write any long jaw”, Ibídem, (R.19) 29.10.13. y (R.20) X.11.13.
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 150
En Loux, M. op. cit., se exponen claramente las razones por las cuales la identidad de los indiscer-
27
(b)Segunda modificación:
Las demás constantes lógicas (conjunción, disyunción, implica-
ción, etc.) no son signos primitivos y mucho menos, como pensa-
ban Russell y Frege, representantes de objetos lógicos. Recorde-
mos que éste es el Grundgedanke tractariano (Tractatus 4.0312). Las
razones son célebres:30 (a) su definición cruzada, por ejemplo las
constantes primitivas fregeanas son el condicional y la conjunción,
para Russell son la disyunción y la negación, para Scheffer la barra
de negación (Tractatus 5.41-5.44) y (b) tienen que ser utilizados
junto con signos adicionales que, de ser primitivos, no precisarían:
los corchetes y paréntesis que marcan el alcance (Tractatus 5.461).
(c)Tercera modificación:
Como señalamos, los cuantificadores tampoco son signos primi-
tivos, por las mismas razones que las conectivas (Tractatus 5.441). La
unidad lógica es la forma general de la proposición, que contiene
al operador N, el interruptor de Sí-No que basta para dar cuenta
de todas las proposiciones desde la perspectiva bivalente. (Tractatus
6, 6.001/2).
Los cuantificadores del Tractatus hacen variable lo que un grupo
de proposiciones tienen en común, por ejemplo en: “a es bueno y
b es bueno y c es bueno...”, puedo obtener (x) Bx (5.52). El exis-
tencial es la generalización de una fórmula disyuntiva. Por esto es
que señala que lo importante no es el cuantificador sino la variable
misma que aparece en el argumento, “El signo de generalidad in-
29
Reproduzco las expresiones en el idioma original para recalcar la pertinencia de razonamiento a
los aforismos 1, 2.021 y 2.024, del Tractatus.
Cfr. Hacker,P. M. S. “Frege and Wittgenstein on Elucidations”, en Mind Vol. 84, Nº 336, 1975, 606.
30
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 152
Cfr. Bradley, R. The Nature of all Being- A Study of Wittgenstein’s Modal Atomism, NY, OUP, 1992,
31
p. 214.
Cfr. Ishiguro, H. "Use and Reference of Names". En: Peter Winch (ed.)Studies in the Philosophy of
32
Cfr. Tomasini Bassols, A. “Dos nociones de objeto en el Tractatus”, en Analogía Año 4 Vol. 2. Mé-
33
xico, 1993.
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 154
Cfr. Hintikka, J. Investigating Wittgenstein, Op. Cit., 37-39. En Evans, E. y Copi, I. op. cit., p. 195.
38
Significado, experiencia y límite en el Tractatus / Santiago Garmendia / 156
39
Por supuesto que no tiene que necesariamente ser la misma relación en cada caso. Mediante reglas
se puede expresar un tipo de relación, digamos espacial, con otro tipo de relación, por ejemplo la
temporal, no es otra cosa lo que ocurre cuando hablamos. Sobre la regla de proyección ver el polé-
mico aforismo 4.0141 y para su crítica ver Malcolm, N. op. cit., p. 108.
Cfr. Skyrms, B. “Tractarian nominalism”. En: Philosophical Studies Nº 40, 1981.
40
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 5 7
Bibliografía
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»» Loux, M. Metaphysics: A Contemporary Introduction, Londres, Routledge,
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guera, Barcelona, Ariel, 1982.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 5 9
Wittgenstein y el relativismo
Magdalena Holguín
Bouveresse, J., Wittgenstein: la rime et la raison. París, Les Éditions de Minuit, 1973.
2
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 6 3
Relativismo
a. El Tractatus
Para centrarnos, entonces en el problema del relativismo, quisie-
ra comenzar con unas breves referencias al Tractatus.3 Siguiendo a
Frege y en oposición a Russell, Wittgenstein prescinde de la epis-
temología como auténtico problema filosófico, por considerar que
la mayor parte de las inquietudes de las que se ocupa pertenecen
propiamente a la psicología. Establece así una ruptura definitiva
con la preocupación, casi obsesiva, de la filosofía del siglo XIX
con los problemas del conocimiento. Al igual que Frege, cree que
estos problemas pueden resolverse estableciendo las condiciones
de sentido y de verdad de las proposiciones, pues todos nuestros
conocimientos se estructuran en lenguajes. Pero estas reflexiones
pertenecen únicamente al ámbito de la lógica y de la ontología.
Mientras que el sentido de las proposiciones es un asunto lógico
que se basa en el isomorfismo estructural entre la proposición y
la realidad –la proposición es la figura de un estado de cosas posi-
ble– la verdad es un asunto empírico, que se decide al determinar
si ese estado de cosas efectivamente existe. No obstante, dado que
los estados de cosas a los que se refiere son todos empíricamente
posibles –y no sólo lógicamente posibles– toda proposición con
sentido será necesariamente verdadera o falsa, eliminándose así el
problema planteado por Russell de las proposiciones indecidibles.
Wittgenstein, L., Tractatus logico-philosophicus, traducción Enrique Tierno Galván, Madrid,Alianza, 1973.
3
Wittgenstein y el relativismo / Magdalena Holguín / 164
b. El Wittgenstein tardío
A su regreso a Cambridge en los años treinta, después de ha-
ber abandonado toda actividad filosófica durante más de diez años,
Wittgenstein propone, por segunda vez, una concepción comple-
tamente novedosa de la filosofía que incide decisivamente sobre el
concepto de verdad; según las conversaciones sostenidas con Moo-
re durante aquella época, considera que lo que ha descubierto es
“un nuevo método.”4
De acuerdo con Hilmy,5 una de las razones que lo llevan a este
cambio –que incluye el rechazo de muchas de las posiciones adop-
tadas en el Tractatus– es la idea de que no hay conceptos “metaló-
gicos.” Lo que quiere decir con esto es que conceptos tales como
“comprender,” “significar” y, en general, los conceptos psicológi-
cos, no remiten a algo que se encuentre fuera de las palabras mis-
mas. “Así como no hay una metafísica, tampoco hay una metalógi-
ca. La palabra ‘comprender’, análogamente, no es metalógica, sino
más bien una expresión como cualquier otra del lenguaje.”6 Hilmy
Moore, G. E., Defensa del sentido común, Madrid, Taurus, 1972, pp. 293-371.
4
Hilmy, S., The Later Wittgenstein – The Emergence of a New Philosophical Method, Londres, Blackwell, 1987.
5
7
Wittgenstein, L., Los cuadernos azul y marrón, traducción Francisco García Guillén, Madrid,Tecnos,
1984, p. 77.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 6 7
El fundacionalismo
8
Aun cuando hay una serie de intérpretes importantes, Stroll entre ellos, que consideran que
Wittgenstein suscribe algún tipo de fundamento de los juegos del lenguaje, en mi opinión tal
postura no es correcta. Cfr. Stroll, A., “Why On Certainty Matters”. En: Readings of Wittgenstein´s On
Certainty, op.cit.
9
Moore, G. E., Defensa del sentido común y otros ensayos, traducción Carlos Solís. Madrid, Taurus,
1972, p. 272.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 6 9
Sobre las diferentes interpretaciones que se han dado del carácter y la función de estas propo-
11
Wittgenstein y el relativismo / Magdalena Holguín / 170
siciones, ver especialmente Phillips, D. Z., “Wittgenstein´s On Certainty: The Case of the Missing
Propositions”. En: Moyal-Sharrock, D. y Brenner, W. (Eds ), op.cit., pp. 1-16.
Wittgenstein, L., Sobre la certeza, traducción Joseph Lluis Prades yVicent Raga. Barcelona, Gedisa, 1997.
12
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 7 1
Conclusiones
De lo anteriormente expuesto, podríamos concluir lo siguiente.
Wittgenstein, al rechazar, desde el Tractatus hasta sus últimos escri-
tos, la posibilidad de verdades absolutas y la posibilidad de funda-
mentar el conocimiento en verdades indubitables, considera, en
efecto, que la verdad es relativa. Pero no es relativa a una cultura o
a quienes en cada caso la determinen, sino relativa a los juegos de
lenguaje donde se utiliza este concepto. Y en tales juegos, dada la
necesidad de la regla, resulta imposible hablar de una verdad subje-
tivamente relativa, pues es imposible modificar la gramática de los
juegos a voluntad o asignar individualmente significados.
Al circunscribir el concepto de verdad a unos juegos de len-
guaje particulares, Wittgenstein lo ubica en un lugar diferente del
que tradicionalmente ha ocupado en la filosofía; para él, la finali-
dad del quehacer filosófico ya no será la verdad, sino la claridad.Y
esta claridad debe conseguirse también para el uso del concepto
de verdad.
Por otra parte, si el caso extremo del relativismo puede con-
cebirse como el caso de dos culturas que tengan una imagen del
mundo muy diferente, tampoco sería correcto decir o, peor aún,
tratar de probar que una imagen del mundo es “más verdadera”
que otra. Habría una confusión al afimar que actuamos como lo
hacemos debido a nuestra imagen del mundo; como lo dice Phi-
llips: “Actuar como lo hacemos ES nuestra imagen del mundo.”13
Wittgenstein sostiene que, de encontrarse dos personas cuyas
imágenes del mundo fuesen por completo diferentes—Moore y
el rey que cree que el mundo comenzó con él por ejemplo, en
ese caso sería inútil que una de ellas intentara ofrecer argumentos
racionales a favor de sus convicciones. En tal caso, lo único que
procedería sería la persuasión; habría que enseñar a esa otra persona
otras prácticas, mostrarle otro tipo de actividades, etc.
Sucedería algo similar a lo que ocurre en el caso de la estética.
Sería absurdo ofrecer a una persona argumentos racionales para
demostrarle que una obra literaria, una pintura o una composición
Philips, D.Z. y Rhees, R. (eds.), Wittgenstein´s On Certainty – There, Like Our Life, op. cit.
13
Wittgenstein y el relativismo / Magdalena Holguín / 172
musical son mejores que otras. Lo único que se puede hacer en estos
casos, como lo dice en Conversaciones sobre ética, estética y psicoanálisis,
es persuadirla a través de una serie de ejemplos, haciéndola es-
cuchar diferentes composiciones o mostrándole diferentes obras.14
Por una parte, podría decirse que lo que pretende Wittgenstein
sería ampliar nuestra idea general de racionalidad, en el sentido
de mostrar la diversidad de las prácticas y de las actividades que
realizamos, la variedad de conceptos y de procedimientos que uti-
lizamos, el sinnúmero de propósitos que perseguimos. Wittgen-
stein adopta realmente una pluralidad que corresponde a la vida,
y no a los experimentos teóricos que por lo general adelantan
los filósofos fuera de toda contextualización. Por otra parte, sin
embargo, Wittgenstein limita las pretensiones universalistas de la
racionalidad clásica. Perdemos, en efecto, el ideal de Leibniz y de
todo el racionalismo de la explicación que pueda fundamentar
íntegramente la verdad y eliminar la contingencia. Recuperamos,
sin embargo, verdades, más modestas, si se quiere, pero innegable-
mente verdades objetivas.
Por último, debemos recordar que las aclaraciones de Wittgen-
stein no hacen parte de las ciencias sociales; son investigaciones
lógicas y conceptuales, que no pretenden describir diversas cultu-
ras, sino diversos usos de los conceptos en el lenguaje. El propósito
último de estas elucidaciones es cambiar de actitud, liberar a la
filosofía de su actitud “científica” y permitir que se incluya en ella
toda la diversidad, complejidad y concreción que los teóricos de
esta disciplina por lo general excluyen.
Bibliografía
»» Wittgenstein, L., Tractatus logico-philosophicus, traducción Enrique Tierno
Galván, Madrid, Alianza Editorial, 1973.
»» —— Conversaciones sobre ética, estética y psicoanálisis, Barcelona, Paidós, 2002.
»» —— Los cuadernos azul y marrón, traducción Francisco García guillén, Ma-
drid, Tecnos, 1984.
Cfr. Wittgenstein, L. Conversaciones sobre ética, estética y psicoanálisis, Barcelona, Paidós, 2002.
14
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 7 3
I. De unos años a esta parte, la pregunta por las culturas y sus relacio-
nes –relaciones tanto intra como interculturales– dejó de ser un asunto
tratado casi exclusivamente por la antropología, convirtiéndose en uno
de los tópicos más controversiales de (también) la discusión filosófica
contemporánea.Y es de destacar que ha dado este giro especialmente
en ciertas partes del mundo, a saber, en aquellas regiones para las cua-
les dichas relaciones constituyen un problema actual, real y vital –tales
como, por ejemplo, los países hispánicos e hispanoamericanos.
En lo que a la América Hispánica respecta, los intentos de abordar
el mencionado tema suelen inscribirse en el ámbito de la así llamada
“filosofía latinoamericana”. Hecho éste que en principio no sería nada
criticable si no fuera por el matiz fuertemente político-sociológico
que en ese marco adquirió –hasta tal punto que las correspondientes
exposiciones corren el riesgo de abandonar incluso el área de la fi-
losofía política y convertirse, sencillamente, en manifiestos políticos.
En el presente trabajo se intentará contrarrestar esa tendencia
(por no decir: moda), reconduciendo el tópico en cuestión al cam-
po propiamente filosófico. Siendo obvio que para ello se requiere
un acercamiento enteramente diferente al que se acaba de men-
cionar, se tratará de desarrollar –en concordancia con la temática
general de este Congreso– unas cuantas reflexiones pertinentes a
partir de la filosofía de Ludwig Wittgenstein. Y no –como podría
sospecharse– desde la (supuesta) faceta “pragmatista” de tal filosofía,
sino más bien a partir de la idea wittgensteiniana de “gramática”.
Una versión breve del presente capítulo ya se presentó, con ocasión del primer Congreso de esta
1
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 176
años 30’ del siglo pasado. El nuevo propósito de separar “lo esen-
cial” de nuestro lenguaje de “lo que le es inesencial”,2 se traduce
ineluctablemente en un intento de dilucidar aquello que suele con-
fundirnos, más que guiarnos, al abandonar la esfera segura del uso
lingüístico espontáneo. “A nuestra gramática –se queja Wittgen-
stein– le falta, sobre todo, perspicuidad”;3 no en el sentido de que
sea inadecuada, sino de que generalmente fallamos en visualizar
su mecanismo. Es por ello que la gramática nos “hace jugarretas”,4
hasta tal grado que –en cualquier campo de supuesto saber teórico.
[...] un problema es –completamente y por millas– bloqueado por los modos
de expresión equivocados que generación tras generación [le] coloca alrededor,
de manera que se hace casi imposible llegar a él.5
Ibídem, 1, p. 52.
3
6
Ibídem, 213, p. 267; 141, p. 161; 172, p. 209. Así, por ejemplo, al emplear la palabra “infinito”
a modo de cantidad, al confundir lo visible con lo medible o con lo que sólo se puede construir
geométricamente, o al tomar una ecuación por una predicación. (El nuevo uso sinonímico “lógica”-
“gramática” muestra que en gran parte la modificación de las ideas tractarianas consiste en una
ampliación, más que en una sustitución.)
Ibídem, 3, p. 52.
7
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 7 7
Ibídem, 154, p. 182 (énfasis mío). Cfr. también Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, ed. B.F.
8
Cfr.Wittgenstein, L., Wittgenstein’s Lectures. Cambridge 1930-1932, ed. Desmond Lee, Oxford, Basil
10
Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 01/07/1932, pp. 209‑210, así como Wittgenstein’s Lectures.
Cambridge 1930-1932, B IX, pp. 46‑47, C X, p. 86 y C XIV, p. 95.
12
Esto último se insinúa en reflexiones como ésta: “En cierto sentido, un objeto no debe ser des-
criptible. - Es decir, la descripción no debe atribuirle ninguna propiedad cuya ausencia convertiría
la existencia del objeto en nada [;]...no debe enunciar lo que sería esencial para la existencia del
objeto.” Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 94, p. 119.
Cfr. p. ej. Ibídem, 85, pp. 112‑113; también Wittgenstein, L., Philosophische Grammatik, ed. Rush
13
16
“Conveniencia”, por lo siguiente: Wittgenstein muestra que también la episteme abstracta del ma-
temático se integra en la gramática de nuestra organización vital, al constituir la proposición (‑regla)
matemática (como conector entre proposiciones empíricas) una “transición de una proposición au-
téntica [wirklichen Satz] a otra” [Ibídem, 114, pp. 134‑135]; y es evidente que, no obstante la libertad
de la matemática de proceder ilimitadamente en la construcción de sus proposiciones, algunas serán
más convenientes que otras.
17
Ibídem, 230, pp. 287‑288. Wittgenstein confronta en este pasaje los verbos können (“poder”, en el
sentido de posibilidad o capacidad) y dürfen (“poder”, en el sentido de permiso o autorización). A fin
de mantener la simetría léxica, opto por sustituir en la traducción de la primera ocurrencia las formas
verbales por los adjetivos relacionados.
18
Cfr. Ibídem, 78, p. 107: “[S]i, digamos, una letra designa [ahora] un color, y en otra ocasión un
sonido, entonces es en cada caso un símbolo diferente; y esto se muestra en que valen reglas sintácticas
diferentes para ella [= esa letra].”
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 180
En sus clases incluso parece haber utilizado la expresión “relación interna o gramatical”. Moore, G.
19
E., “Wittgenstein’s Lectures in 1930‑1933”. En: Wittgenstein, L., Philosophical Occasions 1912‑1951,
eds. James C. Klagge y Alfred Nordmann, Indianapolis / Cambridge, Hackett Publishing Company,
A, p. 87, el énfasis es de Moore.
Cfr. p. ej. Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 176, p. 214; 80, p. 108.
20
Cfr. p. ej. Wittgenstein, L., Philosophische Grammatik, op. cit., I apénd. 4 A, pp. 210‑211.
21
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 77, p. 106. Cfr. también en Wittgenstein, L.,
22
“Some Remarks on Logical Form”, ed. The Aristotelian Society, en Wittgenstein, L., Philosophical
Occasions 1912‑1951, op. cit., p. 32.
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 83, p. 111.
23
25
Cfr. Ibídem, 82, p. 109. “Las reglas gramaticales acerca de ‘y’, ‘no’, ‘o’, etc. justamente no se agotan
con lo que he dicho en la Abhandlung, sino que hay reglas acerca de las funciones de verdad que
tratan también de la parte elemental de la proposición.”
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 8 1
El que una medida sea acertada, excluye automáticamente todas las demás.
Digo automáticamente: así como todas las marcas de graduación están en una
varilla, así también van juntas las proposiciones que corresponden a las marcas
de graduación, y no se puede medir con una de ellas sin estar midiendo al
mismo tiempo con todas las demás. - No es la proposición lo que aplico como
patrón-medida a la realidad, sino el sistema de proposiciones.26
Ibídem, 82, p. 110. Cfr. también Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit.,
26
25/12/1929, p. 64.
27
Wittgenstein, L., Wittgenstein’s Lectures. Cambridge 1930-1932, op. cit., B VI, p. 37. - Según refiere
Moore (quien no logra ocultar su desconcierto respecto a semejante idea de sistema), Wittgenstein
insistía durante sus clases en ese corolario. Cfr. Moore, G. E., “Wittgenstein’s Lectures in 1930‑1933”,
op. cit., A, pp. 52‑53.
28
Cfr. Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 154, p. 182. “El edificio de
las reglas tiene que ser completo, si es que queremos trabajar con un concepto. - No se puede hacer des-
cubrimientos en la sintaxis. - Pues no es sino el grupo de reglas el que determina el sentido de nuestros
signos, y cualquier alteración de las reglas (p. ej. en forma de un suplemento) significa una alteración
del sentido.” - Respecto a la completitud de los sistemas, cfr. también ibídem, 18/12/1929, pp. 35‑36.
Muy ilustrativo es, así mismo, la reflexión relacionada con el sistema cromático de un daltónico [en
Philosophische Bemerkungen, op. cit., 95, p. 120; cfr. también Waismann, F., Logik, Sprache, Philosophie,
eds. G. P. Baker y B. F. McGuinness, Stuttgart, Reclam, 1976, XII 3, p. 362].
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 182
III. Para que dichos factores queden claros, debo referirme bre-
vemente a la pregunta por la continuidad de la filosofía wittgenstei-
niana. Según mi lectura29, ésta se desarrolló, en torno a la pregunta
constante por la relación articulada hombre-mundo, desde cuatro ángu-
los variables: partiendo de la convicción de que su objeto de estudio
había de ser el lenguaje (ángulo A), Wittgenstein se percató de que
era necesario ampliar sus reflexiones a lo que constituye propia-
mente nuestro lenguaje (ángulo B); enfoque éste que a su vez lo lle-
vó a interesarse, primero, en el lenguaje como actividad (ángulo C),
y segundo, en la historicidad que co-determina aquélla (ángulo D).
Tal movimiento de lo estático a lo dinámico, de lo sistémico a lo
vital y de la organización conceptual a los mecanismos que influ-
yen sobre ésta, desemboca en una visión de contextualidad modu-
lada en cuatro frecuencias: la combinatoria, la epistémica, la situacional
y la epistémico-histórica. El quid de semejante relectura consiste en
mostrar que los textos del ángulo B –las Observaciones filosóficas y
escritos afines– son decisivos para entender a cabalidad tanto las
obras primeras como las últimas.
En este orden de ideas, el caso quizás más drástico es la aparición
de la noción de “visión de aspectos” [Aspektsehen] en el pensamien-
to wittgensteiniano de los años 40; elemento éste que guarda rela-
ciones muy estrechas con el constructo de espacio (lógico), eje de las
consideraciones gramaticales de los años 30’.30 Con ambos intentos
Una exposición detallada del tema se encuentra en Knabenschuh de Porta, S., “¿Cómo leer a
29
Wittgenstein? El lugar de los ‘textos transitorios’”. En: Revista de Filosofía, 56, Maracaibo, Univ. del
Zulia, 2007, pp. 107-130
30
Cfr. p. ej. Wittgenstein, L., Wittgenstein’s Lectures. Cambridge 1930-1932, op. cit., B VII, p. 41, y B X,
p. 48; Philosophische Grammatik, op. cit., I 116, p. 166, y 126, p. 174. - Este tema se trata más extensa-
mente en Knabenschuh de Porta, S., “Conocimiento e imaginación: en torno a las relaciones internas
del mundo humano” (Conferencia), en Memoria del 1er Congreso Nacional de Investigación y Postgrados en
Humanidades y Educación (L.U.Z.), edición electrónica (CD), Maracaibo Univ. del Zulia, 2007, pp. 4‑14.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 8 3
El ejemplo es, según creo, bastante claro. Entre las dos proposiciones
‘a mide 2 m’ y ‘b mide 1,5 m’ existe, en virtud de la dimensión ‘más
largo / más corto’ de la gramática de longitudes físicas, una “relación
formal” que no es pensable de otra manera; de modo que ambas propo-
siciones juntas, por ser pertinentes dentro de dicha gramática, muestran
tal relación. La proposición ‘a es 0,5 m más largo que b’, en cambio,
articula una relación empírica, dice un “cómo”, del cual es perfecta-
mente pensable que fuese distinto. Lo curioso es que, por partir de
un mismo hecho empírico, parece como si estuviéramos expresando
lo mismo en ambos casos.33 Lo cual, conforme vimos, no es cierto.
Más aún, Wittgenstein no solamente insiste en la necesidad de
distinguir entre relaciones internas y externas, sino también en que
las externas no pueden siquiera decirse sin que estén dadas las internas:
[S]i tan sólo existiera la conexión externa [äußere Verbindung], entonces ninguna
conexión sería descriptible, pues describimos la conexión externa tan sólo con
De hecho, la idea no parece haberles quedado clara a sus discípulos e interlocutores. Cfr. p. ej.
31
Wittgenstein, L., Wittgenstein’s Lectures. Cambridge 1930-1932, op. cit., B XIII, p. 56 y Moore, G. E.,
“Wittgenstein’s Lectures in 1930‑1933”, op. cit., A, p. 86.
32
Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 25/12/1929, p. 54. - Respecto
a esta diferencia entre interno y externo, nótese también la ocurrencia de Wittgenstein, de distinguir
entre “una experiencia del que [daß]” y “una experiencia del cómo”. Ibídem, p. 65.
Cfr. Ibídem, p. 54. “[P]arece como si pudiera expresar estados de cosas similares, ora mediante una
33
proposición, ora mediante dos [proposiciones] entre las cuales se da una relación interna.”
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 184
ayuda de la interna [inneren]. Si falta ésta, entonces falta el soporte [Halt] que
necesitamos para poder siquiera describir algo.34
34
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 26, p. 66. - Hay que anotar que, en gene-
ral, Wittgenstein utiliza indistintamente los términos alemanes äußere(‑) e innere(‑), y los latinismos
extern(e‑) e intern(e‑), con una cierta preferencia de los últimos (tal vez debido a la mayor facilidad de
convertir en ese caso los adjetivos en adverbios). Asimismo, suele emplear sin diferencias connotativas
las palabras Verbindung y Relation.
35
De allí, por ejemplo, la prioridad epistémico-gramatical de lo que Wittgenstein llama en ocasiones
la “geometría interna” frente a la “externa” [cfr. Phän 95, pp. 444‑445;Wittgenstein, L., Philosophische
Bemerkungen, op. cit., 178, p. 217], de las “propiedades internas” de una escala musical frente a la
constitución (externa) de la respectiva secuencia de tonos [ibídem, 223, p. 280] o de las cualidades
cromáticas (internas) frente a la distribución (externa) de colores en el espacio físico [cfr. Wittgen-
stein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 25/12/1929, p. 55].
36
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 76, p. 105; cfr. asimismo 82, p. 109 y Ludwig
Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 25/12/1929, pp. 55 y 64; 02/01/1930, p. 74. - Respecto a este
tema específico así como su especial importancia para las articulaciones de la experiencia inmediata (y
la correspondiente interpretación de un pasaje sobre el lenguaje de los colores en Phän 100, pp. 477-
478). cfr. también Knabenschuh de Porta, S., “Grammatik als Erfahrungsprinzip: Wittgensteins le-
bensweltlicher Holismus”. En: Idealismus und sprachanalytische Philosophie, Wittgenstein-Studien (ILWG),
vol. 13, eds.Wilhelm Lütterfelds y Jesús Padilla Gálvez, Frankfurt a/M, Peter Lang, 2007, pp. 113-124;
y “Gramática como principio experiencial: el holismo vital de Wittgenstein”. En: Padilla Gálvez,
Jesús [ed.), El laberinto del lenguaje. Ludwig Wittgenstein y la filosofía analítica / The Labyrinth of Language.
Ludwig Wittgenstein and the Analytic Philosophy, Cuenca, Univ. de Castilla-La Mancha, 2007, pp. 81-84.
Wittgenstein, L., Philosophische Grammatik, op. cit., I 101, p. 149; 104, p. 153 (énfasis míos).
37
Lo ilustra por ejemplo esta reflexión sobre la función de nuestra fuerza imaginativa en el lenguaje
38
acerca de los colores: “[O]pero con mis presentaciones [≈ ideas] en el espacio de los colores y hago
con ellas lo que sería posible que suceda con los colores. Y mis palabras toman su sentido de[l he-
cho de] que reflejan, de una manera más o menos completa, las operaciones de las presentaciones
[≈ ideas].” Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 38, pp. 73‑74; cfr. también Ludwig
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 8 5
Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 21/09/1931, p. 167. - Hay una observación análoga respecto
la captación y articulación de lo infinito en Philosophische Bemerkungen, op. cit., 138, p. 157.
39
Huelga decir que lo mismo –aunque en otra relación con la realidad empírica– vale para los
sistemas abstractos como los de la matemática. El propio Wittgenstein retoma esta idea al relacio-
nar la visión de aspectos con “la capacidad de operar (p. ej. en la matemática)”. Wittgenstein, L.,
Bemerkungen über die Philosophie der Psychologie (1980), partes I y II, eds. I: G. E. M. Anscombe y G.
H. von Wright, II: G. H. von Wright y Heikki Nyman, en Wittgenstein, L., Werkausgabe (8 tomos),
Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1984, II 506, p. 309. “[a]l fin y al cabo, –escribe– se habla de un calcular
en la imaginación. No es por tanto nada sorprendente el que la fuerza de la imaginación pueda servirle
al conocimiento.” Ibídem, II 542, p. 314 (énfasis mío).
Cfr. p. ej. Ibídem, II 541, p. 314.
40
42
Cfr. Knabenschuh de Porta, S., “Apuntes epistemológicos al Tractatus wittgensteiniano: en torno
al espacio lógico”, en Revista de Filosofía, 36, Maracaibo, Univ. del Zulia, Maracaibo, 2000, pp. 31‑46;
“Del espacio lógico a los espacios de incertidumbre. Wittgenstein, 1929‑1933”, en Revista de Filosofía,
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 186
39, Maracaibo, Univ. del Zulia, 2001, pp. 7‑24; “Multiplicidad y conocimiento. Alcances y trasfondos
de un concepto wittgensteiniano”, en Ideas y Valores, 121, Santafé de Bogotá, Univ. Nacional de Co-
lombia, 2003, pp. 3‑39; “Tiempo y memoria. Un capítulo de gramática wittgensteiniana”, en Revista
de Filosofía, 52, Maracaibo, Univ. del Zulia, pp. 7-28, 2006.
En este sentido, disponer de un método de verificación no consiste en saber cuál “es” la verificación
43
45
Traduzco, en general, el adjetivo eigentlich (literalmente: “propio/‑a”) por “genuino/‑a”, man-
teniendo en cambio la traducción literal (“propiamente”) cuando dicho término aparece como
adverbio.
Cfr.Wittgenstein, L., Über Gewißheit (1969), eds. G. E. M. Anscombe y G. H. von Wright, en Witt-
46
190, p. 158.
Cfr. Ibídem, 154‑155, p. 152. En Sobre la certeza, una de las ideas más importantes acerca de la
48
duda es que ésta requiere, para ser pertinente, de razones [Gründe: cfr. p. ej. Ibídem 4, p. 120]; de allí el
célebre aforismo “El hombre razonable [vernünftige] no tiene ciertas dudas”. Ibídem, 220, p. 163.
49
“Podría imaginarse que ciertas proposiciones de [= que tienen] la forma de proposiciones empí-
ricas [Erfahrungssätze] se hayan solidificado y funcionen como canal [Leitung] para las proposiciones
empíricas no solidificadas, fluidas; y que esta relación cambie con el tiempo, solidificándose algunas
proposiciones fluidas y convirtiéndose en fluidas algunas [de las] sólidas. - La mitología puede volver
a fluir [≈ devenir de nuevo en algo fluido], el lecho fluvial de los pensamientos puede desplazarse.
Pero distingo entre el movimiento del agua en el lecho fluvial y el desplazamiento de éste; aunque
no haya una separación nítida entre ambos.” / “[L]a ribera de aquel río es, en parte, de roca dura que
no está sujeta a cambio alguno o [sólo] a un cambio imperceptible, y, en parte, de arena que, aquí y
allá, es arrastrada y arrojada [por el agua].” Ibídem, 96-97 y 99, p. 140.
Recuérdese que ya en el año académico 1932/33 Wittgenstein empieza a hablar de las gramáticas psi-
50
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 8 9
cológicas, éticas, estéticas y religiosas [cfr. p. ej.Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein.Vorlesungen Cambridge
1932‑1935 (1979), ed. Alice Ambrose, trad. J. Schulte. En: Ludwig Wittgenstein. Vorlesungen 1930‑1935,
Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1989, I 28‑36, pp. 186‑198]; con lo cual también lo “místico”, un ámbito aún
amorfo en el Tractatus, comienza a disponerse en espacios conceptualmente estructurados y diferenciados.
51
De hecho, la palabra “Maßstab” es uno de los términos wittgensteinianos más difíciles de traducir.
Puede significar sencillamente una regla graduada para medir longitudes, o cualquier baremo o crite-
rio que sirva para establecer algún tipo de diferenciación.Wittgenstein lo emplea básicamente en esta
segunda acepción, confundiendo sin embargo a su lector con ocasionales usos en el sentido estricto.
52
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 33, pp. 70‑71. - Éste es uno de los pasajes en
que el uso del término Maßstab constituye un verdadero reto para el lector (y traductor). Aparece
tres veces (marcadas en nuestra cita con asterisco): en el primer caso, ha de significar “patrón-medi-
da” (confiriéndole análogo carácter metafórico a la expresión “marca de graduación” que se utiliza
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 190
a renglón seguido); en el tercero, “regla graduada” (o –en concordancia con el contexto– “cinta
métrica”); y en el segundo, puede adquirir ambos significados.
Para medir con exactitud una altura, nos “preparamos” recurriendo a una cinta métrica y no a una
53
báscula; para determinar un color, evocando nuestro sistema cromático y no nuestros esquemas de
armonías musicales; para guardar un cuerpo sólido, buscando un recipiente tridimensional y no un
dispositivo electrónico (el cual, si bien tridimensional, no lo es como recipiente); y así sucesivamente.
Sirva como ilustración adicional la explicación de Wittgenstein respecto a la base sobre la cual deci-
mos que una tonalidad de gris es más clara que otra. Ibídem, 42, p. 76; cfr. también Knabenschuh de
Porta, S., “En torno a la experiencia: L. Wittgenstein y C. I. Lewis”, op. cit., pp. 222-223.
54
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 44, p. 78. - Así, el lenguaje mismo (como con-
sonancia de las distintas gramáticas coexistentes de las cuales dispone en cada entorno cultural) se
convierte en patrón-medida. Cfr. Ibídem, 54, p. 85.
55
Respecto a la versión original tractariana de dicho concepto y su modificación en los textos de
principios de los años 30, cfr. Knabenschuh de Porta, S., “Multiplicidad y conocimiento. Alcances y
trasfondos de un concepto wittgensteiniano”, op. cit. [esp. pp. 7-15, 15-24].
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 177, p. 216.
56
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 9 1
Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 02/01/1930, p. 76. - Cfr. también
59
Ibídem, 4, p. 53.
61
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 192
pues las coordenadas del espacio auditivo no son las del ámbito
visual. Y Wittgenstein va más allá de casos tan sencillos. Establece
por ejemplo, para el concepto de “(in)exactitud”, una categóri-
ca diferenciación entre geometría visual y geometría euclideana o
física,62 cuya clave se halla en nuestra decisión de involucrar o no
el factor medición; una decisión que implica el compromiso de
mantenernos dentro de los límites del correspondiente sistema de
coordenadas, aun teniendo que desdoblar nuestro dispositivo ver-
bal.63 Análogamente distingue entre dimensiones diferentes dentro
de un mismo sistema –el cromático–64 al señalar que la expresión
“hallarse entre” adquiere dos significaciones distintas en virtud de
nuestra capacidad de captar colores como puros o mixtos. Lo más
importante de todo ello65 es que se determinan posibilidades inhe-
rentes a la experiencia vital.
He aquí el origen vital de aquellos límites que encontramos
en todos los ámbitos de la existencia humana; dentro de una mis-
ma cultura o entre culturas diferentes. No son creación del sujeto
cognitivo ni imposición del mundo objetivo, sino producto del
encuentro polifacético hombre-mundo. Así como los espacios del
preguntar se constituyen en dicho encuentro, así también se cons-
tituyen a la vez los límites de ellos. Son límites gramaticales; sean
63
Debe quedar claro que Wittgenstein no trata de establecer un criterio de demarcación científico.
Su preocupación por lo epistémico-conceptual atañe a la experiencia vital y el lenguaje común; y las
nociones de “patrón-medida” y “multiplicidad” le sirven al respecto como elementos legitimadores,
por ser aplicables a todo lenguaje empírico: tanto al de las ciencias aplicadas como a las variantes del
lenguaje ordinario. Respecto a lo último, cfr. p. ej. Wittgenstein, L., Philosophische Grammatik, op. cit.,
II 19, pp. 341y ss., y 24, pp. 375‑376; Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 01/01/1931,
p. 152, y 04/01/1931, p. 156; también 25/09/1930, p. 107; Philosophische Grammatik, op. cit., I 134,
p. 187; Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 05/01/1930, p. 85; Wittgenstein’s Lectures.
Cambridge 1930-1932, op. cit., B XI, p. 51. - Encontramos también un interesante ejemplo que
involucra la manifestación no-lingüística (la multiplicidad de una expresión de un rostro y la del sen-
timiento que refleja) en Philosophische Grammatik, op. cit., I 128, p. 777, ampliación ésta que incluso
es extrapolada ocasionalmente a la vieja dicotomía filosófica mente-cuerpo, cfr. Wittgenstein, L.,
“Bemerkungen über Frazers Golden Bough” (1967), ed. Rush Rhees, en Wittgenstein, L., Philosophical
Occasions 1912‑1951, op. cit., II, p. 140]).
Wittgenstein, L., Philosophische Bemerkungen, op. cit., 221, p. 277.
64
65
Sobreentendiéndose que, al tratarse de multiplicidades, “ya no se trata de objetos singulares”
[Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 22/12/1929, p. 4] sino de redes de
relaciones entre conceptualizaciones vinculadas con el mundo objetivo.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 9 3
de la acción manifiesta en lo cultural. Ciertamente, cabría distinguir además entre tales niveles en
ambas esferas.
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 194
Cfr. Wittgenstein, L., Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis, op. cit., 22/03/1930, p. 97. - Adapté
68
Mientras que la palabra mexicana “coche” puede expresar lo que en Venezuela (donde este térmi-
69
no sólo designa un cochecito de bebé) suele llamarse “carro”; “camioneta” –como palabra venezola-
na– designa un automóvil familiar (o en todo caso una furgoneta), pero no puede significar –como
en México– un pequeño autobús.
La Península Guajira pertenece parcialmente a Venezuela y parcialmente a Colombia, de modo
70
que el pueblo waiú se ubica culturalmente con independencia de la respectiva frontera política.
71
Se trata de la forma utilizada para dirigirse a un hombre; al hablarle a una mujer, se convierte en
‘antüsü pia'’. El saludo en cuestión varía, desde luego, si es proferido por la persona que está llegando,
en cuyo caso la expresión será ‘ántüshi (o antüsü) taya'’ [literalmente: ‘he llegado’].
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 1 9 7
Bibliografía
72
Con la última expresión suelo referirme a las recopilaciones, apuntes y notas de los alumnos e in-
terlocutores de Wittgenstein. - La traducción al español de los pasajes citados es de mi responsabilidad.
Compatibilidad vs. conmensurabilidad... / Sabine Knabenschuh de Porta / 198
Ludwig Wittgenstein
y la expansión de lo político
Silvia Rivera
La verdad de un pensamiento
debe interpretarse y valorarse
según las fuerzas o el poder
que la determinan a pensar (...)
Lecturas wittgensteinianas
1
Cfr. Cacciari, M. Krisis. Ensayo sobre la crisis del pensamiento negativo de Nietzsche a Wittgenstein, Mé-
xico, Siglo XXI,
Cfr. Rossi-Landi, F. El lenguaje como trabajo y como mercado, Caracas, Monte Avila Editores, 1969
2
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 0 3
Cfr. Rubinstein, D. Marx and Wittgenstein. Social praxis and social explanation, London, Routledge &
3
Wittgenstein, L. “Filosofía”. En: Ocasiones Filosóficas 1912-1951, Madrid, Cátedra, 1997, p. 176.
6
7
Wittgenstein, L. Aforismos Cultura y valor, Madrid, Espasa Calpe, 1995. Op. cit., p. 40. Es este un
pequeño libro editado en enero de 1977 por Georg Henrik von Wright, resultado de la compilación
de apuntes que no pertenecen directamente a las obras filosóficas, si bien es posible encontrar algu-
nos de ellos dispersos en estas obras, como veremos en citas próximas.
Cfr. Wittgenstein, L. Gramática Filosófica, México, UNAM, 1992, p. 15.
8
Ludwig Wittgenstein y la expansión de lo político / Silvia Rivera / 206
Iibídem, p. 53.
9
10
Ibídem, p. 123. (El destacado es mío).
11
Ibídem,. p. 193.
12
Ibídem. p. 193. Además “No nos interesa una explicación del lenguaje como mecanismo psi-
cofísico”. Wittgenstein, L. Gramática Filosófica p. 133 y “Y por eso aprendemos a contar tal como
lo aprendemos: con un inacabable ejercicio, con un exactitud sin piedad; por eso se nos impone
inexorablemente a todos decir “dos” después de “uno”, “tres” después de “dos”, etc.
13
A pesar del interés para mí innegable que tiene el trabajo de Rossi-Landi, se maneja todavía, en afines
de los sesenta con una concepción en extremo dicotomizada de la obra de Wittgenstein. Descartando
todo valor al Tractatus lógico-philosphicus (con excepción de los desarrollos técnicos en el campo de la lógica
simbólica) desconociendo en consecuencia los grandes ejes que atraviesan toda la obra de Wittgenstein.
Cfr. Ibídem., p. 125 y también Wittgenstein, L. Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Crítica, 1988,
14
parágrafo 11.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 0 7
16
“Aquella gente –diríamos– venden la madera según el cubicaje: pero, ¿tienen razón al hacerlo así?
¿No sería más correcto venderla al peso –o según el tiempo de trabajo de la tala– o según el esfuerzo
de la tala, medido de acuerdo a la edad y a la fortaleza del leñador? ¿Y por qué no habrían de ofrecer-
la a un precio independiente de todo eso?: cada comparador paga una cantidad y siempre la misma,
sea cuanta sea la madera que tome (se ha llegado a la conclusión, por ejemplo, de que así se puede
vivir) ¿Y hay que decir algo en contra de que se regale simplemente la madera?”. Cfr. Wittgenstein,
L. Observaciones a los Fundamentos de la matemática, Madrid, Alianza, 1986, p. 69.
Wittgenstein, L. Gramática Filosófica, op. cit. p. 167. También “Los límites de la empiria son modos
17
20
Resulta pertinente recordar en este punto el ejemplo presente en el libro de Raiter, A. y Zullo, J
La caja de Pandora. La representación del mundo en los medios, Bs. As., Ediciones de la Facultad de Filoso-
fía y letras de la Universidad de Buenos Aires y La Crujía Ediciones, 2006, p. 12. En la introducción
del libro citado y a propósito de la frase “La vaca nos da la leche”, dicen los autores que la vaca no
nos da la leche porque “alguien debe ordeñarla, o poner en funcionamiento una máquina de ordeñar
que otra persona construyó, alguien debió vacunar a las vacas, llevar la leche a la usina, pasteurizarla,
transportarla, etc.” Sin embargo el uso de la expresión está pautado de modo tal que deja afuera todas
las tareas humanas.
Ludwig Wittgenstein y la expansión de lo político / Silvia Rivera / 210
Mitología - ideología
Cf. Pitkin, Hanna Fenichel Wittgenstein: el lenguaje, la política y la justicia, Madrid, Centro de Estu-
27
Conclusiones
¿Sólo yo no puedo funda una escuela
o nunca lo puede hacer un filósofo?
No quiero fundar una escuela
porque de hecho no quiero ser imitado.
Cuando menos no por aquellos que publican
artículos en revistas filosóficas.
Wittgenstein, L. Aforismos cultura y valor
¿Será posible pensar que podemos elegir ver las conexiones a través de eslabones políticos? Si bien
31
Bibliografía
»» Cacciari, Máximo Krisis. Ensayo sobre la crisis del pensamiento negativo de
Nietzsche a Wittgenstein, México, Siglo XXI.
»» Marí, Enrique Papeles de filosofía, Bs. As., Biblos, 1993.
»» Pitkin, Hanna Fenichel Wittgenstein: el lenguaje, la política y la justicia, Ma-
drid, centro de Estudios Constitucionales, 1984.
»» Raiter, A. y Zullo, J La caja de Pandora. La representación del mundo en los me-
dios, Bs. As., Ediciones de la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad
de Buenos Aires y La Crujía Ediciones, 2006,
»» Rossi-Landi, Ferruccio El lenguaje como trabajo y como mercado, Caracas,
Monte Avila Editores, 1969.
»» Rubinstein, D. Marx and Wittgenstein. Social praxis and social explanation,
London, Routledge & Keagan Paul, 1981.
»» Tomasini Bassols, Alejandro. Lenguaje y antimetafísca. Cavilaciones wittgenstei-
nianas, México, Plaza y Valdés editores, 2005.
»» Voloshinov,V. El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza, 1992.
»» Winch, Peter Comprender una sociedad primitiva, Barcelona, Paidós, 1987.
»» Wittgenstein, Ludwig “Filosofía”. En Ocasiones Filosóficas 1912-1951, Ma-
drid, Cátedra, 1997, p. 176.
»» —— Aforismos Cultura y valor, Madrid, Espasa Calpe, 1995.
»» —— Gramática Filosófica, México, UNAM, 1992.
»» —— Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Crítica, 1988.
»» —— Observaciones a los Fundamentos de la matemática, Madrid,Alianza, 1986.
»» —— “Observaciones a La rama dorada de Frazer”. En: Ocasiones Filosóficas
1912-1951, Madrid, Cátedra, 1997.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 1 5
Cristina Ambrosini
Cfr. Huizinga, J., Entre las sombras del mañana, diagnóstico de la enfermedad cultural de nuestro tiempo,
1
2
En http://www.efdeportes.com/efd14/juegos.htm Conferencia dictada por Graciela Scheines en
la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, el 10 de abril de 1999.
Duflo, C., Jouer et philosopher, Paris, Presses Universitaires de France, 1997, p. 250.
3
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 1 7
Ibídem, p.67.
4
5
Lenain, T., Pour une critique de la raison ludique : essay sur la problématique nietzschéenne, Parin, J.
Vrin, 1993, p.74. Las afirmaciones de Lenain refieren a algunos intérpretes de Nietzsche que, desde
su punto de vista, trivializan la idea del juego. No alcanza con afirmar “el ser es juego” ni con propo-
ner esquemas ludológicos para revitalizar el corazón del proyecto de la razón lúdica. Un malenten-
dido ontologismo toma la forma del simbolismo ontológico del juego donde Eugen Fink y Kostas
Axelos son los campeones, según Lenain.
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”... / Cristina Ambrosini / 218
7
“Así, Wittgenstein es para mí el fenomenólogo por antonomasia.” Brand, G., Los textos fundamen-
tales de Ludwig Wittgenstein, Madrid, Alianza, 1981, p. 12.
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”... / Cristina Ambrosini / 220
“Imagínate un juego del lenguaje en el que B, respondiendo a la pregunta de A, dé parte del nú-
10
mero de losas o cubos que hay en una pila, o de los colores y formas de las piedras de construcción
que están aquí y allá –Así, un parte podría sonar ‘Cinco losas’. ¿Cuál es entonces la diferencia entre el
parte o la aserción “Cinco losas” y la orden ‘!Cinco losas!’? –Bueno, el papel que la emisión de estas
palabras juega en el juego del lenguaje.”, Ibídem I 21, p. 35.
11
Ibídem, I 19, p. 31.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 2 3
Ibídem, I, 7, p. 25.
14
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 2 5
La polémica modernidad-posmodernidad
(¿un debate pueril?)
El término “posmoderno” se hizo de uso corriente después de la
publicación de La condición posmoderna de Lyotard. Una vez estable-
cido, se lo asoció a otros autores franceses. Durante los años ochen-
ta, y a pesar del distanciamiento de alguno de ellos, los nombres
de Jacques Derrida, Michel Foucault, Jean Baudrillard y el mismo
Lyotard fueron asimilados como posmodernos. Lyotard define lo
posmoderno como “la incredulidad acerca de los grandes relatos
(grands récits)”.18 La principal metanarración en cuestión pertenece a
la línea ilustrada que ve la legitimación de la ciencia en su capacidad
emancipadora. Según este autor, el conocimiento moderno se jus-
tifica en relación con grandes narraciones tales como la creación de
riqueza o la revolución de los trabajadores. Lyotard desmonta esta
pretensión afirmando que ya no podemos recurrir a tales discursos.
La ciencia, que en el pasado se consideraba la piedra de toque del
conocimiento legítimo, ha perdido su supuesta unidad, cada forma
de discurso está obligado a generar por sí misma su propia autori-
dad, todo lo que queda son “redes flexibles de juegos de lenguaje”.
La legitimación es el proceso por el cual un legislador se en-
cuentra autorizado a promulgar esa ley como una norma. Sea un
enunciado científico; está sometido a la regla: un enunciado debe
presentar tal conjunto de condiciones para ser aceptado como cien-
tífico. Aquí, la legitimación es el proceso por el cual un “legislador”
que se ocupa del discurso científico está autorizado a prescribir las
condiciones convenidas (en general, condiciones de consistencia
interna y de verificación experimental) para que un enunciado
forme parte de ese discurso, y pueda ser tenido en cuenta por la
comunidad científica.19
Lyotard, J. F., La condition post-moderne: rapport sur le savoir, París, 1979. La traducción inglesa no se
18
publicó hasta 1984, The Posmodern Condition: A Report on Knowledge, Manchester, University Press,
1984, en castellano La condición posmoderna: informe sobre el saber, Madrid, Cátedra,Teorema, 1986, p.108
Cfr. Ibídem, p. 23.
19
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”... / Cristina Ambrosini / 228
21
Ibídem, p.28. “Lo que se precisa para comprender de esta manera las relaciones sociales, a cual-
quier escala que se las tome, no es únicamente una teoría de la comunicación, sino una teoría de los
juegos, que incluya a la agonística en sus presupuestos”. Ibídem, p. 39.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 2 9
sujeto social, desde este punto de vista. Si bien el lazo social es lin-
güístico, es un entramado donde se entretejen distintas reglas bajo
la interpretación de que tales juegos tienen autonomía entre sí y
hasta puede predicarse la “inconmensurabilidad” entre ellos. Los
juegos del lenguaje son muchos, y el juego del lenguaje descriptivo,
que es el de la ciencia, es uno entre otros. Lyotard insistirá en la
idea de que la posmodernidad no tolera metarrelatos porque cada
juego del lenguaje juega su propio juego, del mismo modo que la
ciencia juega el suyo. Según Lyotard, hoy en día, la ciencia juega su
propio juego del lenguaje y es incapaz de legitimar los otros juegos.
Ya no existe ningún fundamento metodológico seguro, las certi-
dumbres de la ciencia se han derrumbado y el conocimiento, tal
como lo entendieron los modernos, se ha desvanecido. El abismo
lingüístico entre descripción y realidad, la interacción de poder y
discurso significan que la ciencia es sospechosa. La consecuencia
política de esta idea es el rechazo a la posibilidad de fundamentar
científicamente el discurso político. Las múltiples realidades de lo
local y lo limitado son parte constitutiva de la condición humana y
descubrirlo podría ser liberador. Los elementos corrosivos posmo-
dernos minan los fundamentos de los grandes proyectos ilustrados.
Todo ello aparece ahora como una ficción, como superhistorias
del progreso. Los grandes metarrelatos ya no son dignos de crédito
“Decidimos aquí que los datos del problema de legitimación del saber hoy es-
tán suficientemente despejados para nuestro propósito. El recurso a los grandes
relatos está excluido; no se podría, pues, recurrir ni a la dialéctica del Espíritu
ni tampoco a la emancipación de la humanidad para dar validez al discurso
científico posmoderno. Pero, como se acaba de ver, el “pequeño relato” se
mantiene como la forma por excelencia que toma la invención imaginativa, y
desde luego la ciencia”.22
Ibídem, p. 108.
22
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”... / Cristina Ambrosini / 230
23
“El giro del lenguaje” en la filosofía occidental (las últimas obras de Heidegger, la penetración de
las filosofías anglonorteamericanas en el pensamiento europeo, el desarrollo de las tecnologías del
lenguaje); correlativamente, el ocaso de los discursos universalistas (las doctrinas metafísicas de los
tiempos modernos: los discursos del progreso, del socialismo, de la abundancia del saber)”. Lyotard, J.
F., La diferencia, Barcelona, Gedisa, 1988, p. 11.
Cfr. Ibídem, pp.11-12.
24
27
Cfr. Habermas, J., El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989, p.10 Habermas re-
conoce como punto de partida de sus investigaciones la crítica neoestructuralista a la razón, junto a
la difusión del término “posmodernidad” tomado de Lyotard. De estas doce lecciones, las primeras
cuatro fueron dictadas en el Collège de France, en París, en marzo de 1983. Otras de las lecciones son
el tema de las Messenger Lectures, dictadas en 1984 en Ithaca, New York. Las restantes fueron dictadas
en el Boston College,
Apropiaciones pueriles del concepto “juegos del lenguaje”... / Cristina Ambrosini / 232
Bibliografía
»» Brand, G., Los textos fundamentales de Ludwig Wittgenstein, Madrid, Alianza,
1981.
»» Duflo, C., Jouer et philosopher, Paris, Presses Universitaires de France, 1997.
»» Habermas, J., El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989.
»» Huizinga, J., Entre las sombras del mañana, diagnóstico de la enfermedad cultural
de nuestro tiempo, Madrid, Revista de Occidente, 1936.
»» Janik, A. y Toulmin, S., La Viena de Wittgenstein, Madrid, Taurus, 1983.
»» Lenain, T., Pour une critique de la raison ludique: Essai sur la problemati-
que nietzscheenne, Paris, J.Vrin, 1993.
»» Lyotard, J. F., La condition post-moderne: rapport sur le savoir, París, 1979
[en castellano: La condición posmoderna: informe sobre el saber, Madrid,
Cátedra, Teorema, 1986].
»» —— La diferencia, Barcelona, Gedisa, 1988.
»» Monk, R., Ludwig Wittgenstein, Barcelona, Anagrama, 1990.
»» Rorty, R.,“Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad” en Habermas y la
modernidad, Madrid, Cátedra-Teorema, 1994. pp. 253-276.
»» Wittgenstein, L, Investigaciones filosóficas, Barcelona, Crítica, 1988.
Glenda Satne
1
Wittgenstein, L. Investigaciones Filosóficas, trad. Moulines, U. y García-Suárez, A., México, Crítica,
IIF-UNAM, 1988, § 109.
sentan un dilema. En efecto, como filósofos contemporáneos nos
enfrentamos, en apariencia, al siguiente dilema:
O bien (1) Debemos abandonar la idea de que la filosofía es una
práctica autónoma –y con ella al ejercicio filosófico que está aso-
ciado con tal concepción de la filosofía– y, en el fondo, aspirar al
abandono total de la actividad filosófica. La razón para ello es que
las observaciones filosóficas dependen, para ser legítimas, de la exis-
tencia de malos entendidos a disolver y encuentran sólo en dicha
emergencia y disolución su razón de ser. De tal modo, toda filosofía
legítima tendría como tέloς la no-filosofía, i.e. su propia disolución.
O bien (2) Podemos darle sentido a la práctica filosófica como
una práctica autónoma, pero entonces corremos el riesgo de haber
pasado por alto uno de los puntos centrales de la crítica wittgen-
steiniana a la filosofía, esto es, que es un error de tamañas conse-
cuencias el concebir al discurso filosófico como si éste establecie-
ra tesis, que pudieren ser confirmadas o refutadas por los hechos,
como si hiciera hipótesis pasibles de confirmación o refutación.
El riesgo entonces es que el discurso utilizado resultara a fin de
cuentas asignificativo.
Ir más allá de este dilema es el objetivo de esta presentación.
Mi propósito sin embargo no será hacer un relevamiento com-
pleto de todas las observaciones de Wittgenstein en torno a este
tópico y ofrecer una interpretación integral de las mismas. Mi in-
tención es, más bien, tomar las observaciones de Wittgenstein en
torno a este tópico, particularmente a partir de los años ‘30, para
explorar si hay en ellas algo importante que aprender en torno a las
condiciones de significación del discurso filosófico. En particular,
de lo que se trata es de examinar qué es aquello que la filosofía
después de Wittgenstein no debería dejar de tener de cuenta, si
quiere que su tarea no se vea reducida a la producción de absurdo,
de sinsentidos, de malos entendidos. En particular, procuraré mos-
trar que las observaciones wittgensteinianas tienen la potencialidad
filosófica de enseñarnos algo crucial en cuanto al modo en que
debemos entender la tarea de la filosofía, si es que queremos seguir
afirmando la legitimidad de la práctica filosófica Así, si es que se
quiere reclamar aún legitimidad para el discurso filosófico, es sin
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 3 7
2
Podría también denominarse “lectores terapéuticos” aunque prefiero aquí reservar esta segunda
nomenclatura para algunas otras concepciones no del todo coincidentes con éstas. Tampoco las de-
nomino “lecturas resueltas” como sus partidarios las han bautizado, ya que tal nomenclatura parece
demasiado inclinada a favor de sus conclusiones, que, como veremos, son problemáticas.
3
Esta lectura adquirió particular énfasis cuando Diamond y Conant la extendieron también al
Tractatus, sosteniendo así esta interpretación para la concepción de Wittgenstein de la filosofía a lo
largo de toda su obra. Cfr. Diamond, C. y Conant, J. “On Reading the Tractatus Resolutely”, en
Kölbel, M. & Weiss, B. Wittgenstein’s Lasting Significance, Londres, Routledge, 2004; Diamond, C. The
realistic Spirit, Cambridge, MA, MIT Press, 1991; Diamond, C., “Ethics, Imagination and the Method
in Wittgenstein’s Tractatus” en Crary, A. y Read, R. (comp.), The New Wittgenstein, London & New
York, Routledge, 2000; Conant, J., “Elucidation and Nonsense in Frege and Early Wittgenstein”, en
Crary. A. & Read, R., op.cit.; Conant, J., “The Method of the Tractatus” en Reck, E., From Frege to
Wittgenstein. Perspectives on Early Analytic Philosophy, Oxford, Oxford University Press, 2002 y el artí-
culo pionero de Conant de 1989 “Must we show what we cannot say?”, en R. Flemyng y M. Payne
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein... / Glenda Satne / 238
(eds.), The Senses of Stanley Cavell, Lewisburg, Pa., Bucknell University Press, pp.242-283, 1989. El
antecedente de esta lectura se encuentra en Cavell, S., Must We Mean What we Say and Other Essays,
Cambridge, Cambridge University Press, 1976. También defienden esta lectura Thomas Ricketts y
Warren Goldfarb, entre otros.
Wittgenstein, L. Ibídem, § 133.
4
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 3 9
5
Una observación semejante puede aplicarse a las lecturas positivas del Tractatus, especialmente a
aquellas que sostienen que hay una teoría del significado “defendida” en el cuerpo de la obra, que van
del prefacio de Russell a la edición inglesa del Tractatus e incluyen a posiciones como la de Anscombe,
G.E.M., An Introdution to Wittgenstein´s Tractatus, Londres, Hutchison, 1959; Malcolm, N. Nothing is
Hidden.Wittgenstein´s Criticism of his Early Thought, Oxford, Blackwell, 1986 y Pears, D. The False Prison:
a Study in the Development of Wittgenstein´s Philosophy,Vol. I, Oxford, Oxford University Press, 1987.
Dummett, M., The Seas of Language, Oxford, Clarendon Press, 1993;Wright, C., Wittgenstein on the
6
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein... / Glenda Satne / 240
Foundations of Mathematics, Cambridge, MA., Harvard UP, 1980; Kripke, S., Wittgenstein: On Rules and
Private Language, Cambridge, MA., Harvard U.P., 1982; trad. esp. de Tomasini Bassols, A., Wittgenstein,
reglas y lenguaje privado, México, UNAM, 1989. Cito solo algunos de los principales representantes de
este tipo de posición; la lista completa sería muy extensa.
7
El debate mismo se halla en tensión con la caracterización wittgensteiniana de las tesis filosóficas,
respecto de las cuales lo que debe reinar es el acuerdo (Cf. Wittgenstein, L., Investigaciones Filosóficas,
op. cit., §§ 124-128). La lectura que defenderé más adelante nos permite dar cuenta de aquello en lo
que aciertan ambas lecturas recién presentadas de un modo a un tiempo compatible con las obser-
vaciones de Wittgenstein en esos pasajes.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 4 1
8
Wittgenstein, Ludwig, Blue Book, en The Blue and Brown Books, ed. por Rhees, R., Oxford, Blac-
kwell, 1958, 18; trad. española: Los cuadernos azul y marrón, trad. García Guillén, F., Barcelona, Planeta
Agostini, 1994.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 4 3
Ahora bien, aquello que está mal con el discurso filosófico tal
como Wittgenstein lo tematiza puede caracterizarse, en mi opi-
nión, a partir de la idea de que las preguntas filosóficas son tomadas
como preguntas factuales o empíricas (factual questions). El error
que los filósofos han cometido sistemáticamente –y que Wittgen-
stein intenta corregir reconduciéndolos al camino correcto a través
de observaciones gramaticales– es que confunden preguntas con-
ceptuales con preguntas científicas. Pero ambos tipos de preguntas
son diferentes y su función es completamente distinta. Así, en tanto
los filósofos han tomado investigaciones conceptuales, gramatica-
les, por investigaciones empíricas o experimentales, han transfor-
mado radicalmente la forma de dicha preguntas y los requisitos que
han de satisfacer sus respuestas.
De acuerdo con esta lectura, cuando Wittgenstein dice de su
concepción de la filosofía que “(n)osotros reconducimos las pala-
bras de su empleo metafísico a su empleo cotidiano”9, no debemos
comprender lo allí afirmado como celebrando los usos cotidianos
del lenguaje como los únicos legítimos y derivando de allí una
teoría semántica, al modo en que los lectores que he denominado
constructivos lo hacen, asumiendo la tarea de describir los modos
estándar de uso de los términos en los lenguajes naturales. Este
movimiento equivale a ver el error de la metafísica como un error
categorial, constituido por la sustracción de una palabra de su em-
pleo usual y apropiado, por su uso fuera de su rango normal de
aplicación.
Pero esta lectura omite una cuestión central que está involucrada
en la crítica wittgensteiniana a la filosofía, a saber, que hay un pro-
blema en el tipo de generalización acerca de la naturaleza de las cosas
con la cual la metafísica como tal está comprometida. Los lectores
constructivos no son sino víctimas de este tipo de generalización,
ya que sus afirmaciones en torno al modo que el lenguaje adquiere
significado a partir de su empleo cotidiano involucra en sí misma
la forma de una respuesta a una pregunta en torno a la esencia del
lenguaje. Así, la forma que adquieren las preguntas en el contexto
Wittgenstein, Ludwig, Investigaciones Filosóficas, op. cit., § 116. Trad. ligeramente modificada.
9
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein... / Glenda Satne / 244
Y también:
[...] característica de una pregunta metafísica es que expresamos una falta de
claridad respecto a la gramática de las palabras bajo la forma de una pregunta
científica.11
Wittgenstein, L., Observaciones sobre la filosofía de la psicología, vol. I, trad. L.F. Segura, México,
10
UNAM, 2006, § 949. Cfr. tb. Zettel, 458: “Lo esencial de la metafísica : el que borra la diferencia
entre investigaciones fácticas y conceptuales”. Wittgenstein, Ludwig, Zettel, trad. Castro y Moulines,
U., México, UNAM, 1985.
Wittgenstein, L., Cuaderno Azul, en Cuadernos azul y marrón, op.cit., p. 65.
11
Cfr. Wittgenstein, L., Investigaciones filosóficas, op. cit., § 510 y § 505: “Di aquí hace frío e intenta
14
Ibídem. § 199.
17
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 5 3
4. Observaciones finales
Ibídem, §124.
18
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein... / Glenda Satne / 254
Wittgenstein, L., Philosophical Grammar, ed. Rhees, R., trad. Kenny, A., Oxford, Basil Blackwell,
19
1974, §162.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 5 5
Bibliografía
»» —— Philosophical Grammar, ed. Rhees, R., trad. Kenny, A., Oxford, Basil
Blackwell, 1974
»» —— Zettel, trad. Castro y Moulines, U., México, UNAM, 1985
»» Wright, C., Wittgenstein on the Foundations of Mathematics, Cambridge,
MA., Harvard UP, 1980.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 5 7
Cfr. Ambrose A. (ed),“Philosophy”. En: Wittgenstein’s Lectures. Cambridge 1932-1935, Oxford, Basil
1
Blackwell, 1979.
La filosofía antes de Wittgenstein y la filosofía después de Wittgenstein... / Glenda Satne / 258
Notas preliminares
Prolegómenos tácticos
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-Philosophicus, London, Routledge and Kegan Paul, 1978, 2.06 (a).
2
Ibídem, 2.063.
3
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Ibídem, 5.621.
4
Ibídem,, 5.63.
5
Tiempo, Mundo, Vida y Muerte en el Tractatus / Alejandro Tomasini Bassols / 264
pienso, del cual hablo, en el actúo y que evalúo, no es otra cosa que
mi vida. Esto es relativamente claro: al hablar del mundo hablo del
mundo tal como éste es para mí, es decir, hablo del mundo como
mío, tal como lo vivo, no de un mundo abstracto e impersonal. Y
hablar del mundo en ese sentido es hablar de mi vida.
Ahora bien, si hablamos de la vida habremos también de hablar
de la muerte. Al igual que el concepto de sujeto de la experiencia,
el concepto de muerte tampoco es un concepto de experiencia.
Wittgenstein expresa esto diciendo que “La muerte no es ningún
acontecimiento de la vida. La muerte no se vive”.6 Morir no es
transformarse o transmutarse, no consiste en tener una nueva clase
de experiencias. Morir es pura y llanamente dejar de tener expe-
riencias. Tautológicamente: morir es dejar de vivir. Con la muerte
la vida termina y por lo tanto –esto es muy importante– el mundo
se acaba. En palabras de Wittgenstein, “Así, pues, con la muerte el
mundo no cambia, sino que termina”.7 Es natural pensar que si lo
que se acaba es el mundo, se acaba con él todo lo que éste contiene,
involucra o acarrea: el tiempo por ejemplo. Pero antes de abordar
este tema, necesitamos completar el cuadro que emana, si no he
errado el camino, de la meditación wittgensteiniana.
Disponemos de una plataforma conceptual básica para poder en-
frentar de manera fructífera el tema del tiempo, pero todavía faltan
algunos elementos. Continuando con la línea de pensamiento ex-
traída del Tractatus y que hemos meramente delineado, arribamos a
algunas reflexiones de las Observaciones Filosóficas. En esta brillante y
audaz colección de pensamientos, y para completar su idea de suje-
to, mundo y las relaciones que los unen;Wittgenstein recurre a una
metáfora asombrosamente parecida al mito de la caverna de Platón.
Me refiero a la metáfora del espectador y la pantalla en donde se
proyecta una cierta película, viz., la película de la realidad o de los
contenidos de la realidad. En ella sin duda alguna aparece el con-
cepto de tiempo. Tenemos entonces lo siguiente: en primer lugar,
está el tiempo en el mundo, es decir, en la película. En la realidad
Ibídem, 6.431.
7
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 6 5
8
Cfr. Tomasini Bassols, A., “Consideraciones wittgensteinianas en torno al Tiempo”. En: Estudios
sobre las Filosofías de Wittgenstein, México, Plaza y Valdés, 2003.
9
Quizá deba decir de paso que no creo que las paradojas que McTaggart plantea en relación con
dichas series y por las cuales él sostiene que le tiempo es irreal sean realmente tales, pero no ahondaré
aquí en esa problemática particular.
Tiempo, Mundo, Vida y Muerte en el Tractatus / Alejandro Tomasini Bassols / 266
11
Cfr. Williams, B., “The Makropulos case; reflections on the tedium of immorality” en Problems of
the Self , Cambridge, Cambridge University Press, 1973.
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 6 7
a. Tiempo y mundo
Que el mundo sea para mí no significa que el mundo dependa
de mí o sea, en algún sentido inteligible, creación mía: esto debería
ser obvio.Wittgenstein mismo enfatiza en el Tractatus la objetividad
del mundo cuando afirma que “El mundo es independiente de mi
voluntad”.12 No hay, pues, el más mínimo rastro de idealismo en
el libro que es nuestro texto guía. Lo que en cambio sí podemos
afirmar es que el mundo tiene una estructura espacio-temporal,
pues como dice Wittgenstein “Espacio, tiempo y color (cromatici-
dad) son formas de los objetos”.13 En otras palabras, no es concebi-
ble, no es pensable y por ende no es descriptible un mundo en el
que haya objetos para los cuales no se puedan dar sus coordenadas
espacio-temporales. No hay tal mundo o, si se prefiere, no tenemos
ni la más remota idea de cómo sería un mundo así. Aquí se da una
pálida coincidencia con Kant, digna de ser mencionada –si bien de
inmediato habría también que señalar los límites del paralelismo
a trazar–. La posición de Wittgenstein, obviamente, no tiene nada
que ver con el idealismo trascendental. Es sólo la idea de que no
podríamos pensar en los objetos (fenómenos, para Kant) más que
bajo la modalidad del espacio y el tiempo lo que Wittgenstein y
Kant parecen compartir. Por otra parte, dado que las posibilidades
de combinación de los objetos son infinitas, sería perfectamente
incongruente pensar que el tiempo podría tener o haber tenido un
principio o un fin: es justamente porque no podemos fijarle a priori
límites a la realidad, que no podemos decir ‘el mundo empieza aquí
y termina allá’, que tampoco podemos ponerle límites al tiempo
Ibídem, 6.373.
12
Ibídem, 2.0251.
13
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 6 9
y es por eso que hablamos del tiempo como infinito. En otras pa-
labras, la infinitud del tiempo se deriva de la de la realidad y no es
independiente de ella. Ahora bien, de esto no se sigue que entonces
cuando hablemos del tiempo aludamos a algo real, a algo pertene-
ciente a la realidad, a un rasgo de lo real. Más bien, lo que podemos
aseverar sobre bases estrictamente empíricas es lo contrario, a saber,
que el concepto mundano de tiempo no es un concepto de carác-
ter referencial. Como cuestión de verdad empírica, así como nunca
encontramos en la introspección un “yo” que piensa, así también es
un hecho que no tenemos algo que podamos llamar la ‘experiencia
del tiempo’: “No podemos comparar ningún proceso con el ‘paso
del tiempo’ –no hay tal cosa– sino sólo con algún otro proceso
(como el funcionamiento de un cronómetro)”.14 Aquí, la coinci-
dencia de Wittgenstein con Aristóteles es realmente sorprendente.
Aunque probablemente no sea la mejor formulación de la posición
común, una forma de expresarla sería que para ambos el tiempo es
algo así como la medida del cambio. Para ambos lo realmente exis-
tente son las sustancias, las cosas, los objetos (independientemente
de que sus ontologías sean radicalmente diferentes). El concepto
usual de tiempo, esto es, el empírico o –dado que la física para Aris-
tóteles es la filosofía de la naturaleza– el natural, que corresponde a
lo que posteriormente Wittgenstein llamaría el concepto informa-
tivo de tiempo, es una especie de métrica para la explicación de los
cambios operados en el mundo y, por ende, para la explicación de
los fenómenos o de los hechos. El concepto de tiempo es, por lo
tanto, indispensable para poder decir lo que sea acerca del mundo,
pero la palabra misma “tiempo” no es un nombre, es decir, no de-
nota nada. No existe tal cosa como el tiempo real.
En este punto quisiera permitirme una veloz digresión. Hubo
un pensador de primer nivel para el cual era de vital importancia
conciliar dos ideas aparentemente incompatibles, a saber, la idea del
carácter infinito del tiempo y la idea de creación del mundo. Me
refiero a San Agustín. El problema para éste es que parecería que si
queremos sostener que el mundo fue creado, entonces tendremos
b. Tiempo y muerte
Quiero empezar mostrando por qué uno de los mecanismos más
socorridos al discutir el tema de la objetividad del mundo y del
tiempo es totalmente inválido. Me refiero a lo siguiente: por razo-
nes que habría que ofrecer, a menudo nos vemos inducidos a hacer
afirmaciones metafísicas, que por consiguiente son radicalmente
inverificables, lo cual –a su vez– hace poner en duda su signifi-
catividad. Por ejemplo, nos sentimos tentados a decir cosas como:
“Bueno, esté yo o no esté yo, el mundo seguirá allí cuando yo me
muera”. Pero eso ¿cómo puedo yo saberlo? Yo no sé ni si el mundo
sigue allí ni si no sigue allí una vez que yo me extinga. Sé que hay
gente que muere, pero eso no es un dato para mi pregunta. Lo que
en todo caso sí es claro es que en esa forma de expresarse está in-
volucrado un movimiento de pensamiento totalmente inválido, el
cual consiste más o menos en lo siguiente: yo aquí y ahora simulo
que estoy colocado simultáneamente en dos posiciones diferentes.
Por una parte hablo aquí y ahora, es decir, estoy vivo y como la
realidad es objetiva afirmo que el tiempo lo es igualmente, con
todo lo que eso entraña; sin embargo, por otra parte, intento hablar
de mí aquí y ahora como si yo estuviera muerto y me estuviera
viendo a mí mismo desde el otro lado de la vida. O sea, yo vivo
afirmo que estando yo muerto el mundo de todos modos seguiría
allí, puesto que si me viera “desde allá” yo vería que hay un mundo
y, por lo tanto, tiempo también. Pero es obvio que eso es un ex-
perimento de pensamiento incongruente y totalmente fallido. Yo
no puedo ocupar simultáneamente las dos posiciones que dicho
experimento requiere, es decir, una de las condiciones del expe-
rimento es lógicamente imposible de satisfacer. Lo único que yo
puedo afirmar es que si yo muero el mundo cesa y, por consiguien-
te, el tiempo también. Lo que esto significa es simplemente que no
tiene sentido hablar de mundo (y por ende de tiempo) desde la
w i t t g e n s t e i n e n e s pa ñ o l / 2 7 3
hay nada que temer, puesto que lo que ya no hay son experiencias.
El miedo no es a la experiencia de la muerte, puesto que no hay
tal cosa, sino al fin de las experiencias. Yo me atrevería inclusive a
ir un poco más lejos: qué terrible sería que yo pudiera afirmar que
puedo morirme y que sé que –no obstante– tiene sentido seguir
hablando de mundo y de tiempo. Sería como imaginar que hu-
biera una vida sin vida, desde la cual lo único que puedo hacer es
contemplar a distancia la verdadera vida, una vida en la que yo ya
no participo. En verdad, no es descabellado pensar que más recon-
fortante que una idea así es la idea de la extinción total. En todo
caso, queda claro que es por completo fallido el intento por hacer
pasar como significativo el esfuerzo por hablar del tiempo como
algo real una vez que el sujeto fallece.
Conclusiones
Con base en lo que hasta aquí hemos afirmado, creo que po-
demos empezar a extraer algunas conclusiones de importancia no
desdeñable. En primer lugar, creo que queda claro que el concepto
de tiempo no es una categoría ontológica, sino en todo caso una
epistemológica. Los diversos conceptos de tiempo sirven para or-
ganizar datos, para generar información, para coordinar actividades,
hacer deducciones, predicciones, etc., pero no para referir a un
algo especial que sería “el tiempo”. Se sigue de lo anterior que
el concepto de tiempo es un concepto derivado o, quizá mejor,
subalterno. Ahora bien, el que sea subalterno, en el sentido de que
su aplicación presupone la aplicación previa de otros conceptos,
no significa ni implica que entonces sea prescindible. De ahí que
nuestra reconstrucción de ciertas ideas de Wittgenstein, aunadas a
las aclaraciones que aquí realizamos nos permiten dar cuenta de las
locuciones usuales acerca del tiempo, como “per secula seculorum” o
“el río infinito de instantes”, así como satisfacer ciertas tendencias
inducidas por el lenguaje natural que nos llevan a decir cosas como
“sólo lo vivido ahora es real”.
Bibliografia
»» Ambrose, A. (ed.),“Philosophy”. En: Wittgenstein´s lectures. Cambridge 1932-
1935, Oxford, Basil Blackwell, 1979.
»» Tomasini Bassols, A., “Consideraciones Wittgensteinianas en torno al
Tiempo”. En: Estudios sobre las Filosofías de Wittgenstein, México, Plaza y
Valdés, 2003.
»» Williams, B., “The Makropulos case; reflections on the tedium of immora-
lity”. En: Problems of the Self, Cambridge, Cambridge University Press, 1973.
»» Wittgenstein, L., Tractatus Logico-Philosophicus, London, Routledge and Ke-
gan Paul, 1978.