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Caracas, 9 de febrero de 2020

Análisis del Proceso


Uno de los aspectos fundamentales a los que se puede llegar tras analizar El
Proceso está vinculado con la condición alienada de los personajes que se
encuentran en la novela, incluyendo al protagonista Josef K. El lector se topa con
situaciones insólitas que causan extrañamiento, sin embargo la estructura de la
novela se fundamenta en un realismo lo cual posibilita pensar en ese mundo que se
presenta en la novela como uno posible.

Es entonces cuando resulta pertinente mencionar los rasgos del narrador. Este se
presenta como uno neutro, se atiene a narrar los hechos y los sentimientos de los
personajes sin emitir ningún juicio de valor. La manera en la cual se lleva a cabo el
discurso permite vislumbrar la influencia de Flaubert y del discurso indirecto libre
puesto que la perspectiva de lo narrado se da en tercera persona. Estas cualidades
de la voz que coordina el texto traen como consecuencia la particularidad de que no
se extraen moralejas del texto: se da, pues, el proceso de la no interpretación. El
relato del sacristán que se presenta en la parte titulada La Catedral resulta ilustrativo
con respecto a este último factor. Se concluye que de dicha historia pueden
derivarse múltiples interpretaciones, pero ninguna acaba siendo la definitiva puesto
que siempre podía verse desde distintas perspectivas, por ejemplo: el hombre
puede clasificarse como un subyugado del guardia, pero también puede pensarse lo
opuesto ya que el guardia simplemente forma parte de esa ley cuestionable mas
vista como necesaria. Al final, de ese pequeño cuento no puede sacarse una lección
satisfactoria y no deriva en respuestas sino en confusión.

Es aquí donde entra en juego un componente determinante, pues se trata de una


obra y de un autor que tienen la peculiaridad de ser alegóricos. Puede pensarse la
obra como una gran alegoría a la justicia (en todos sus ámbitos), la ley y, en
especial, de ese sensación inexplicable de culpa que trae consigo la existencia, ese
animal de costumbre que acecha y vigila. Por eso el personaje de Josef K se erige
como una figura arquetipal, ya que da cuenta de un conflicto que acecha a los seres
humanos de todas las épocas y latitudes. Lo curioso de las distintas figuras que
aparecen en la obra es cómo de una u otra manera están inmersos en un proceso,
ya sea el de K o, como en el caso del comerciante Block, en uno propio. Pese a
encontrarse todos vinculados por lo referido anteriormente, ninguno sabe realmente
por qué están siendo procesados, no conocen ningún integrante del tribunal
supremo y no se ofrecen detalles del juez. Sin embargo, sí se da cuenta de la
fatigosa burocracia presente en el mundo judicial.

Albert Camus en su discurso de recepción del Premio Nobel afirma que:


"Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía
sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste
en impedir que el mundo se deshaga". Como una opinión personal, esta
aseveración me hace pensar en la propuesta estética de estos tres autores pese a
que no necesariamente pertenecen a la misma generación (bueno, Sartre y Camus
sí, salvando los casi diez años de diferencia que hay entre el nacimiento de uno y
otro), parecen seguir una línea similar. De hecho, el influjo de Kafka en los dos
escritores existencialistas franceses se hace notar pues ciertos temas que se
detallan en El Proceso satelitan en los límites del existencialismo ateo (esa
constante angustiante rutina de K y de Antoine, la alienación que padecen ambos y
también Meursault, la casi nula confrontación de K y de Meursault con respecto a
sus respectivos enjuiciamientos ya que se saben, de alguna manera, culpables).
Con respecto al tema de la alegórico, ese dominio se extiende hasta escritores
como Jorge Luis Borges por esa tensión que existe entre la mencionada figura
literaria y el realismo.

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