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El Feminismo: Título: Violeta Fuera Del Canon: Una Mirada Reflexiva y Pedagógica Desde La Música y
El Feminismo: Título: Violeta Fuera Del Canon: Una Mirada Reflexiva y Pedagógica Desde La Música y
el feminismo
Autoría:
Andrés Rivera Fernández (a.riveraf@gmail.com)
Director Centro de Estudios Musicales Latinoamericanos (CEMLA)
Licenciado y profesor de música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Magíster en
Creación Musical, Nuevas Tecnologías y Artes Tradicionales de la Universidad Nacional de Tres de
Febrero (Argentina).
Compositor, guitarrista, docente y gestor cultural. Se desempeña en el campo de la música
contemporánea/experimental con raíz latinoamericana. Su línea de trabajo se engloba en el
pensamiento latinoamericano y geoculturalmente situado, reflejándose en la composición, creación
y experimentación colectiva, la pedagogía y didáctica musical y la reflexión filosófica sobre la
música como un fenómeno identitario y cultural.
Esta comunicación presenta una reflexión sobre la vida y obra de Violeta Parra
desde su subjetividad alterna, no-canónica, abordada desde el cruce entre una perspectiva
feminista y el análisis de su estética musical. Esta reflexión surge del desarrollo de un
cuaderno pedagógico editado por CNCA para apoyar la labor en la educación artística.
El presente trabajo toma la noción de canon entendida como «Conjunto de normas,
preceptos o principios con que se rige la conducta humana, un movimiento artístico, una
determinada actividad, etc». En occidente el canon histórico encarnó los valores
tradicionales derivados del mundo greco-romano (Oporto, 2013): orden, equilibrio y
luminosidad, asociados predominantemente a lo masculino.
En la música occidental y su academia influenciada por el paradigma clásico-
romántico estos valores están presentes en la predilección de un sonido instrumental y
vocal “puro”: tónico y desprovisto de ruido/impureza; y en un sistema mensurable de
ritmos cuantizados y alturas temperadas. En este aspecto las músicas campesinas e
indígenas, objeto de estudio de Violeta, base de su obra musical; no participan de dichos
valores canónicos.
Desde la mirada feminista, la construcción del imaginario de Violeta queda
supeditado al canon hegemónico que promueve y universaliza un modelo “ideal” de mujer,
manteniendo la subordinación del género tanto en su quehacer como artista y figura
histórica, como en su biografía y subjetividad.
Se comprende que esta adherencia colonial y patriarcal implica que el personaje de
Violeta suele ser mirada, pensada y representada desde este canon, invisibilizando
elementos esenciales de su subjetividad: la experiencia de ser mujer en su época y la
cualidad de sus patrones estéticos que caen fuera del canon musical de occidente,
aculturizando y usurpando su figura.
Este trabajo pretende visibilizar este fenómeno y utilizarlo como herramienta
pedagógica con el objetivo de aportar a una educación integradora asociada al cambio y
desarrollo social.
De esta forma Occidente miró a las músicas de las culturas otras desde su música
oficial, la música clásico-romántica centro-europea y la teoría que deriva de ella, pues esta
encarna los valores greco-romanos anteriormente mencionados, entendiendo a las otras
músicas como manifestaciones de estadios menos evolucionados o “en proceso de” llegar a
ser lo que Occidente era en ese momento. Para Aharonián (2011) la cultura occidental se ha
edificado sobre el prejuicio de que una mayor dificultad representa un mayor refinamiento
y una mayor calidad, suponiendo que una música con muchas notas es mejor que una en la
que el fenómeno expresivo sea producido con recursos austeros.
Sin embargo en muchas culturas tradicionales del mundo la predilección está dada
por sonidos que participan de una proporción entre periodicidad y a-periodicidad, es decir,
de una mezcla entre “ruido” y “tono”. Pensemos en el Shakuhachi japonés, la voz “rota” y
semi-gutural de un bluesero, y en las tarkas y sikus andinos en donde las características de
construcción del instrumento y su uso cultural hacen resaltar toda la “suciedad” del soplido
del ejecutante, que no será percibida como un ruido, si no como “aliento vital” (Aharonián,
2011). Las primeras miradas de la etnografía musical y la etnomusicología operaron desde
una mirada colonial a partir de su propia teoría, aplicando la misma matriz de análisis y de
lecto-escritura que tiene Occidente a esto fenómenos, perdiéndose la real riqueza de estas
músicas, ya que su “inexactitud” cae por fuera de la capacidad de registro de este sistema.
El Canon de Violeta
¿A qué canon responde, entonces, la voz de Violeta?. Violeta menciona que a ella le
interesa la “verdadera música chilena”. Para el pensamiento de Violeta, lo que ella entiende
por “verdadera música chilena” es en gran parte la música del campo, y las músicas
indígenas. Estas son las músicas de un Chile periférico que aún no habían sido tocadas por
el influjo transformador del centro y que no sonaban en las grandes urbes (con excepción
de las interpretaciones estilizadas del folklore en algunos conjuntos urbanos). Es la música
cantada y transmitida por cultores y cultoras que no son profesionales ni académicos de la
música, en las cuáles el canto y la música forman parte de un legado ancestral que participa
además de la vida cotidiana y no como una práctica artística disciplinar. En estas músicas la
afinación temperada suele no estar tan presente, las figuraciones rítmicas internas tienden a
la irregularidad y las voces distan de ser “puras” y técnicas. En este aspecto las músicas
campesinas e indígenas, objeto de estudio de Violeta, base de su obra musical; no
participan de los valores canónicos occidentales.
Si estos son los referentes de Violeta, no es de extrañar que existan muchos
elementos de su estética sonora que no participan del canon de la música occidental, ese de
reverencia al mundo greco-romano de luz, orden, equilibrio y lo masculino. El
reconocimiento a Violeta en su rol como investigadora o folklorista es bastante transversal,
pero respecto de su ejecución musical solemos aún escuchar que canta medio “desafinado”
y/o “gritado”, que es una voz sin pulir o sin técnica, pero a la que a pesar de esto (o quizás,
justamente por esto) se le reconoce poder transmitir algo y conmover. Violeta tampoco
“destaca” por su técnica en la guitarra y además sus composiciones tienden hacia la
austeridad de medios y la “simpleza”.
Como dice Passolini (1974) el hedonismo del consumo, entendido como ideología
del occidente contemporáneo, se hace patente a través de una violenta, represiva y
terrorífica aculturación aplicada por los centros de poder, que tiene como consecuencia la
desaparición de las culturas particulares través de una capacidad niveladora y
homogeneizadora sin precedentes aplicada sobre los lenguajes y los comportamientos
(citado en Oporto 2013). Esta mirada puede ayudarnos a entender el proceso mediante el
cual las músicas campesinas e indígenas de la periferia cultural de Chile son cooptadas por
la cultura del centro - la capital y las grandes urbes - y son normalizadas y homogeneizadas
en sus parámetros de altura, rítmica y timbre, a la imagen del canon occidental.
El timbre es tan importante para Violeta en sus canciones, al punto de que ella se
arrepiente de poner a otra cantante en “El Gavilán” (algo que sería muy cómodo para una
obra de gran formato en donde ella como creadora tendría que haber estar pendiente de
todo durante el montaje), por pensar que existe solo un tipo de voz adecuado para cantar
este tipo de música:
“Porque el dolor no puede estar cantado por una voz académica, una voz de
conservatorio. Tiene que ser una voz sufrida como lo es la mía, que lleva cuarenta
años sufriendo. Entonces, hay que hacerlo lo más real posible, ¿ve?” (Parra, citada
en García, 2016, p.42)
Propuesta Pedagógica
Una de los acuerdos que surgió dentro en el equipo de trabajo que elaboró el
material que motiva la presente reflexión fue que este no sería un libro de partituras ni un
compendio de obras a apreciar y reproducir, sino que se buscaría acercar a los y las
estudiantes a la vida y obra de Violeta Parra desde la experiencia perceptual, reflexiva y
creativa.
Frente a la postura anterior, surge una duda respecto de lo que suele ser la práctica
pedagógica habitual en la asignatura de música, en torno a la figura Violeta Parra:
¿Será el “repertorio”, el tocar las canciones, fijadas en una partitura tradicional que
representa solo alturas y ritmos (temperadas y cuantizadas) la mejor manera de acercar a las
nuevas generaciones a la obra de Violeta? ¿Tiene sentido cantar las melodías de Violeta
ignorando el componente tímbrico? Si lo tiene, ¿cuál es o cuáles son esos sentidos? O ¿será
que solo Violeta puede y debe cantar a Violeta, y si queremos continuar o poner en valor su
obra, debemos hacer otra cosa, nueva?
Con las mejores intenciones, cuando hacemos a los niños y las niñas cantar en coro
las melodías de Violeta (y en general, las más alegres o “oreja”), ¿no estaremos siendo
cómplices de esta maquinaria? Si la intención de este Centenario es visibilizar y honrar la
vida y obra de esta artista, y la intención de las iniciativas pedagógicas que han surgido a
partir de este evento es hacer llegar la vida y obra de Violeta a las nuevas generaciones de
chilenos y chilenas, nos preguntamos si la “repertorización” de Violeta, es decir, el cantar
sus canciones desprovistas de aquello que hace a Violeta ser Violeta que no es “solo” su
timbre, sino que es también su historia personal, el contexto histórico de Chile, su amor,
maternidad, su muerte, su dolor de mujer, es la mejor manera para transmitir su real espíritu
de búsqueda, disidencia y reivindicación de esa periferia chilena sin voz, aquella cuya
identidad no ha sido absorbida del todo aún por la cultura colonial a la cual adhiere el
centro.
Es por esto que la propuesta pedagógica a partir de la cual surge esta reflexión, el
“Violeta Parra, 100 Años - Cuaderno Pedagógico” no es un cancionero ni un manual a
partir del cual los y las estudiantes conozcan, estudian y reproduzcan la obra de Violeta,
sino una invitación a que tanto docentes y estudiantes se apropien de la libertad para vivir,
aprender y crear que tuvo Violeta, la que consideramos como su mayor lección estética y
ética. En este sentido creemos que no separar los dominios arte/vida en la figura de Violeta
es central para un real aprovechamiento de la figura de Violeta en un contexto pedagógico
integral desde la educación artística.
Es en este sentido que experiencias de este tipo permiten visibilizar estas otras
posibilidades de expresión y de construcción de subjetividades que aportan a una educación
integradora y educar desde una visión no colonial-patriarcal que responde al canon
occidental, relevando la importancia de realizar un trabajo interdisciplinario que permita
abordar temas complejos desde distintas aristas y disciplinas, y así evitar caer en las
mismas explicaciones y producciones desde la matriz occidental
Bibliografía
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2017). Cuaderno Pedagógico: Violeta Parra.
Recuperado de: http://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2017/05/cuaderno-violeta-
parra.pdf
Kusch, R. (2000a). Geocultura del Hombre Americano. Obra Completa Tomo III.
Argentina: Fundación Ross
Oporto, L. (2013). El diablo en la música. La muerte del amor en El gavilán, de Violeta
Parra. Santiago: Universidad de Santiago de Chile (Edición corregida y aumentada).
Parra, I. (1985). El libro mayor de Violeta Parra. Madrid. Ediciones Michay S.A
Pinochet Cobos, C. (2010). Violeta Parra: tensiones y transgresiones de una mujer popular
de mediados del siglo XX. Revista musical chilena, 64(213), 77-89.