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Rogamos al Señ or Todopoderoso que nos envíe buenos espíritus para asistirnos ,
alejen a los que pudieran inducirnos en el error, y que nos de la luz necesaria para
distinguir la verdad de la impostura. Separad también a los espíritus malévolos,
encarnados o desencarnados, que podrían intentar poner la discordia entre nosotros y
desviarnos de la caridad y el amor al pró jimo . Si alguno pretendiera introducirse aquí,
haced que no encuentre acceso a ninguno de nosotros.
Espíritus buenos que os digná is a venir aquí a instruirnos, hacednos dó ciles a
vuestros consejos y desviad de nosotros el egoísmo , la envidia y los celos, inspirando
indulgencia y benevolencia para nuestros semejantes presentes y ausentes, amigos y
enemigos, haced en fin, que en los sentimientos de caridad, humildad y abnegació n de
que nos sintamos animados , reconozcamos vuestra saludable influencia.
A los médium a los que encarguéis de transmitirnos vuestras enseñ anzas, dadles la
conciencia de la santidad del mandato que les ha sido confiado y de la gravedad del
acto que van a cumplir, con el fin de que tengan el fervor y el recogimiento necesarios.
Si en esta reunió n se encontrasen personas que fuesen atraídas por otros
sentimientos que no sea el del bien, abridles los ojos a la luz y que Dios les perdone si
vienen con malas intenciones. Rogamos muy particularmente al espíritu de nuestro
guía espiritual , que nos asista y vele sobre nosotros .
Santísimo Justo Juez. Hijo de Santa María, que mi cuerpo no se asombre ni mi sangre
sea vestida, donde quiera que vaya y venga, las manos del Señ or delante las tenga, de
mi Señ or San Andrés, antes y después, las de mi Señ or San Blas, delante y detrá s, las
de la Señ ora Virgen María, que vayan y venga mis enemigos, salgan con ojos y no me
vean, con armas y no me ofendan, justicia y no me prendan, con el pañ o que Nuestro
Señ or Jesucristo fue su cuerpo envuelto sea mi cuerpo, que no sea herido ni preso, ni a
la verguenza de la cá rcel puesto. Si este día hubiese alguna sentencia en contra mía,
que se revoque por la bendició n del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Pelea en este día la batalla del Señ or, junto con los santos á ngeles, igual que
combatiste al líder de los orgullosos á ngeles, Lucifer, y a su hueste apó stata, quienes
no tuvieron poder para resistirte y tampoco hubo ya lugar para ellos en el cielo. Esa
cruel serpiente antigua, llamada el diablo o Sataná s, que seduce al mundo entero, fue
arrojada al abismo junto con sus á ngeles. Mira, este enemigo primitivo y asesino del
hombre ha tomado fuerza. Transformado en un á ngel de luz, anda alrededor del
mundo con una multitud de espíritus perversos, invadiendo la tierra para borrar el
nombre de Dios y de Jesucristo, apoderarse, asesinar y arrojar a la eterna perdició n de
las almas destinadas a la corona de la gloria eterna. Este malvado dragó n vierte, como
la inundació n má s impura, el veneno de su malicia en los hombres de mente
depravada y corrupto corazó n; el espíritu de mentira de impiedad, de blasfemia, y de
aire pestilente de impureza, y de todo vicio e iniquidad.
Estos astutos enemigos han llenado y embriagado con hiel y amargura esta Iglesia, la
esposa del Inmaculado Cordero, y han puesto sus manos impías en sus má s sagradas
posesiones. En el Santo Lugar, en donde la sede de San Pedro y el asiento de la verdad
han sido colocados como la luz del mundo, ellos han levantado el trono de su
abominable impiedad, con el designio inicuo de que cuando el Pastor sea herido,
también las ovejas pueden ser heridas.
Entonces levá ntate, oh Príncipe invencible, dale ayuda al pueblo de Dios en contra de
los ataques de los espíritus perdidos. Dale la victoria al pueblo de Dios: Ellos te
veneran como su protector y patró n; en ti la gloriosa Iglesia se regocija con tu defensa
contra el maligno poder del infierno; a ti te ha confiado Dios las almas de los hombres
para ser establecida en bienaventuranzas celestiales. Ora al Dios de la paz, para que
ponga a Sataná s bajo nuestros píes, derrotado para que no pueda má s mantener al
hombre en cautiverio y lastimar a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones a la vista del
Altísimo, para que pronto pueda encontrar misericordia a los ojos del señ or; y
venciendo al dragó n la antigua serpiente que es el diablo y Sataná s, tú nuevamente lo
pongas cautivo en al abismo, para que no pueda ya má s seducir a las naciones.
Amén.
L: Miren la Cruz del Señ or; y sean dispersos los poderes enemigos.R: El Leó n de la
tribu de Judá ha conquistado la raíz de David.L: Qué tu misericordia esté sobre
nosotros, oh Señ or.R: Así como hemos tenido esperanza en Ti.L: Oh Señ or, escucha
nuestra oració n.R: Y deja que mi llanto llegue a Ti.L: OremosOh Dios, Padre nuestro,
señ or Jesucristo, invocamos a tu Santo Nombre, y suplicantes imploramos tu
clemencia, para que por la intercesió n de la siempre Virgen María, Inmaculada Madre
nuestra, y por el glorioso San Miguel Arcá ngel, Tú te dignes ayudarnos contra Sataná s
y todos los demá s espíritus inmundos, que andan por el mundo para hacer dañ o a la
raza humana y para arruinar a las almas.
Amén.
Agradecemos a los buenos Espíritus que han querido venir a comunicarse con
nosotros, y les rogamos que nos ayuden a poner en prá ctica las instrucciones que nos
han dado, y que hagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se sienta fortificado
en la prá ctica del bien y del amor al pró jimo. Deseamos, igualmente que estas
instrucciones sean provechosas a los Espíritus que sufren, ignorantes o viciosos que
hayan asistido a esta reunió n y sobre las cuales imploramos la misericordia de Dios.