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Nombre: Diego Esteban Ávila Ruiz

Profesora: Diana Pinillos Galán


Fecha: 23 de septiembre de 2020
Clase: Practica Archivística Colonial
Bárbara Yadira García Sánchez. La Educación Colonial en la Nueva Granada:
Entre lo Doméstico y lo Público. Colombia: Universidad Distrital Francisco
José de Caldas. Rhela. Vol. 7. 2005. Pp 219 – 240.
El texto comienza hablando de que las reformas Borbónicas de Carlos III, Carlos
IV y Fernando VII plantearon un reordenamiento de poderes entre la institución
eclesiástica y la instrucción civil que rescatan para el poder de la corona su
soberanía en diferentes dominios que como el de la educación estaba bajo el
control de las órdenes religiosas. En el contexto del Estado absolutista, la función
de la educación se centraba en la formación de ciudadanos cristianos virtuosos
que contribuyeran a la prosperidad del reino y a la obediencia y mantenimiento del
poder monárquico. El objetivo de la educación se centró en mantener la fidelidad
de los pueblos a la corona española privilegiando la enseñanza de la fe religiosa y
moral y propagación de las buenas costumbres.
Desde la presidencia de Andrés Díaz Venero de Leyva, se conoce la existencia de
escuelas de primeras letras las cuales fueron sostenidas por los religiosos,
particulares y cabildos. A partir de este momento las escuelas de primeras letras
sostuvieron una relación directa con las ordenes religiosas. Estas escuelas tenían
como objetivo instruir y enseñar los primeros pasos de lectura, escritura y
aritmética. La educación que se dictaba en estas escuelas mantuvo la ignorancia
en la población por la falta de recursos, por la inexistencia de maestros
preparados, lo cual hacía aún más frágil la existencia de las primeras escuelas
para pobres.
Gracias a la educación, el Estado podía mantener el orden y controlar los
diferentes problemas sociales, así podían garantizar la seguridad tanto pública
como privada. Es en este momento que la educación queda ligada al Estado, ya
que está le servía como control, vigilancia y transmisor de ideas políticas y
religiosas a la población. La educación que necesitaba el Estado era aquella que
formara ciudadanos virtuosos, capaces de cambiar las costumbres de la población
pobre e ignorante que solamente producía vagos y holgazanes, situación que era
un peligro inminente para la tranquilidad pública. Asimismo, además que el padre
de familia ayudara con la función educadora en los hogares, también era
necesario el establecimiento de escuelas publicas y gratuitas, ya que, al ser
públicas, significa que podían tener la intervención del Estado y así poder controlar
tanto a las órdenes religiosas (que tenían casi el control total de la educación)
como a la población.
Un aspecto importante de este articulo es el problema de la educación de los
pobres. Debido a que el gobierno vio necesario que le enseñanza a los
estudiantes se sacara de los conventos, los cuales impartían la primera educación.
No obstante, al estar recluida en estos sitios, se podía concebir en que era privada
y era algo que el Estado quería cambiar. A partir de esta idea es que la educación
se abre a la población de las clases bajas, que podían estar favorecida por una
esperanza de progresos tanto social como cultural. Por otra parte, el oficio del
educador estaba muy infravalorado, ya que se creía que no era tan útil como se
pensaba y que por esto cualquier persona que estuviera en la vejez lo pida
impartir.
En la Nueva Granada se encontraban diferentes tipos de escuelas como lo eran
las de primeras letras, las escuelas pías, las escuelas de lengua castellana, y las
de religión que eran exclusivas para los indios, y desde el punto de vista de la
gratuidad, gratuitas y pensionarias. Asimismo, también existían para la educación
mas avanzada los colegios mayores y los seminarios.
A su vez, se plantea los diferentes planes de estudio. Estos planes en si es una
propuesta de ordenamiento, de control y de orientación de la acción educativa.
Hay ciertos planes de estudio que fueron importantes para el periodo como lo
fueron el de Francisco Antonio de Moreno y Escandón, el del Virrey Caballero
Góngora y el de Francisco José de Caldas.

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