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Psyche Navegante Nº 95 – www.psyche-navegante.

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Área: Sociedad
Sección: Ocurrencias intertextuales
Título: Cuestionando La Modernidad Líquida: algunas preguntas para situar los
problemas
Autor: Agustín Fernández
Tema: La modernidad líquida como forma del malestar en la cultura. Una lectura de
Bauman desde Lacan. Problemáticas para el sujeto del siglo XXI.

Bauman habla de modernidad líquida, haciendo una analogía con los líquidos que
describan el momento por el que atraviesa la historia humana. A lo que se refiere es a la
noción de líquido como opuesto a sólido: las instituciones sólidas, tradicionales, están
relacionadas con la idea de peso, lugar, resistencia al paso del tiempo. Lo líquido, por el
contrario, refuerza la idea de liviandad, de cambio constante, en la que lo temporal se
vuelve una dimensión necesaria para hablar de la situación del líquido, en virtud de ese
cambio constante; la situación del líquido es en un instante determinado una cosa,
mientras que al siguiente podría ser (y en general lo será) otra. Para los líquidos, es
fundamental situar el momento específico del que se está hablando, mientras que, por el
contrario, en la descripción de los sólidos casi se podría prescindir de la dimensión
temporal, que por definición, tienden a resistir a su efecto de cambio.
Ahora bien, el devenir histórico de la humanidad, con sus diferentes facetas según cada
cultura, buscó en la modernidad desprenderse del sistema normativizador dominante,
romper las cadenas que la ataban al pasado y a cualquier forma de tradición. Ésta es la
propuesta de “modernidad”, posterior a la ruptura. Dice Bauman que la frase “derretir
los sólidos”, del manifiesto comunista, da cuenta de que lo que se buscaba era volver
líquidos los sólidos dominantes: las viejas tradiciones que “obstaculizaban” el progreso
de la humanidad. En este sentido, una de las consecuencias fundamentales, pero a la vez
condición, de la caída de las instituciones sólidas, es la ruptura de los vínculos de
compromiso mutuo. A este proceso él lo llama “liquidificación” de las normas y
modelos tradicionales. La idea fue desatar las capacidades individuales de los grilletes
de las obligaciones domésticas y de la densa trama de los deberes éticos y de todos los
vínculos que condicionaban la reciprocidad humana y la mutua responsabilidad,
conservando tan sólo el ‘nexo del dinero’.
Por otro lado, también plantea Bauman la liquidificación del espacio. Tradicionalmente,
las instituciones contra las que la revolución de los “damnificados” de la sociedad se
dirigía eran claramente identificables. Hoy, en cambio, esta localización es difusa y, en
caso de encontrar alguna “oficina” de control, no se sabría muy bien qué hacer para
cambiar las cosas, una vez estando allí. La lógica del control social actual es que los
encargados de controlar la producción no deben atarse a ningún lugar (tecnología de
comunicación mediante).
Ahora bien, desde el psicoanálisis uno debe preguntarse: ¿qué consecuencias, trajo para
la subjetividad la ruptura del compromiso mutuo, las tradiciones de la ética y los
deberes “domésticos”, si es que todo esto fuera posible (o al menos posible hasta cierto
punto)? En principio, puede pensarse en el compromiso mutuo como los pactos
simbólicos que ponen coto a lo erótico/agresivo de la modalidad imaginaria de relación
entre los hablantes. Puede pensarse también, en la mención a la liquidificación de los
deberes éticos que hace Bauman: las tradiciones de la ética primero, es decir, las
reflexiones acerca de lo que normalmente llamaríamos desde el psicoanálisis el campo
de la moral, en tanto tradiciones que indican lo que está bien y lo que está mal. Pero
también, podemos hablar de ética en tanto acto, que, a diferencia de lo anterior, es sin
garantías. Lacan dice: “la ética consiste esencialmente (…) en un juicio sobre nuestra
acción, haciendo la salvedad de que sólo tiene alcance en la medida en que la acción
implicada en ella también entrañe o supuestamente entrañe un juicio, incluso implícito.
La presencia del juicio de los dos lados es esencial a la estructura. La presencia del
juicio de los dos lados es esencial a la estructura.”1. Acto ético en tanto que de la
encerrona, generalmente trágica, se sale sin garantías. Si tomamos estos supuestos, los
compromisos mutuos y de los deberes éticos se anudan en el seno de la subjetivación
del ser hablante y podemos preguntarnos, también por esta vía, ¿qué pasa con la
sublimación, como productor de la cultura y de la posibilidad de vivir junto con otros?
Constitución del sujeto: de Hegel a Lacan… y a Bauman
Al principio de su enseñanza, Lacan tomó una vertiente más dialéctica. Tomando
postulados de Hegel (y la lectura que hizo Alexander Kojève), decía que en la lucha por
puro prestigio entre dos sujetos, Uno se sometía al Otro para evitar la muerte. “Lucha
por puro prestigio” que acabaría en la muerte de ambos (es decir, sin ningún Sujeto) si
uno de los dos no reconoce al otro como Sujeto. Se representa así, la problemática
imaginaria de cualquier deseo humano: el sujeto no tiene un objeto natural de deseo,
sino que desea algo que el otro desee, o, más bien, se tiene deseo de algo deseable, por
Otro Sujeto. Esta modalidad imaginaria es regulada por el pacto simbólico en el que uno
se somete al otro para evitar la mutua eliminación. En el Seminario III, Lacan hace una
analogía tomando unos hipotéticos autómatas (hoy cada vez menos hipotéticos), que no
tendrían programada su autorregulación global: el mecanismo que mueve la pata
izquierda sólo puede armonizarse con el que mueve la pata derecha a condición de que
este hipotético autómata, reciba la imagen de otro funcionando armoniosamente. Si lo
único que estos autómatas pueden hacer es imitar al otro, poniendo varios de ellos
enfrentados en un circuito, el encuentro terminará en un aplastamiento generalizado de
uno contra otro. El pacto simbólico, producirá una separación otorgando un lugar a cada
quien: el Esclavo reconoce al Amo y buscará en el devenir histórico, ser reconocido
Sujeto por él. Lo que intenta transmitir Lacan con este ejemplo hipotético es que el
orden simbólico es, no sólo necesario, sino fundamental, para el funcionamiento del
animal humano.
En base a este planteo, podemos preguntarnos ¿qué ocurrirá en esta era en la que,
como dice Bauman, las normas tradicionales de conducta perdieron solidez y
queda todo el peso sobre los hombros del individuo, mientras que el único lazo
social es el nexo del dinero? Bauman plantea un único fin verdadero para este
esfuerzo: el fin de la vida del individuo. El punto final que marque el único punto de
estabilidad subjetiva, de Ser completo.
La liquidificación de las formaciones de masas
En principio, si bien es siempre la muerte la que marca el punto final, Real, del ser
hablante, también es cierto que esta liquidificación pareciera haber producido un
deslizamiento mucho más veloz de las figuras identificatorias y que traen una aparente
estabilidad durante el transcurso de la vida del ser hablante. En Psicología de las masas
y análisis del yo, Freud establece las formaciones artificiales de masas a partir de la
identificación vertical al líder, que organiza las identificaciones entre los miembros de

1
Jaques Lacan: El Seminario, libro 7: La Ética del Psicoanálisis. Editorial Paidós. Pág.
370.
la masa. La figura del líder en el lugar del Ideal del yo es lo que otorga esta estabilidad.
Ahora bien, esta liquidificación tendiente a volatilizar las figuras duraderas de la
tradición promoviendo un cambio permanente, tendiente a liberar las potencialidades
“individuales”, aparece al servicio de producir el debilitamiento de los lazos sociales y
dos efectos identificatorios observables: identificaciones reactivas totalizadoras
fundamentalistas, y otras más fugaces a los pequeños objetos de consumo que van desde
los fenómenos de la toxicomanía, la anorexia y otras patologías denominadas actuales
por su predominancia, hasta el consumo masivo de modas de imagen (no hay que
olvidarse, por ejemplo, de que la política actual no se hace sin asesor de imagen).
Para Lacan, en el proceso de subjetivación, la Ley simbólica, que el Padre representa,
prohibiendo lo que no se puede poseer, marca del pacto simbólico y ocupa un lugar
primordial, entre sus logros y sus fallas (irreductibles). En esta era en la que lo que
opera como nexo es el “nexo del dinero” y las satisfacciones se deslizan maníacamente
de un objeto a otro, faltando el marco de las “tradiciones” ¿será la vida del sujeto lo
que quede como resto de la operación de constitución de la subjetividad? ¿O la que
marque el único punto de anclaje posible ante el deslizamiento, que tiende al
infinito, de los objetos ofertados?
¿Habrá forma de intervenir en esta modalidad del malestar en la cultura actual,
cuya modalidad de permanente desplazamiento parece volver evanescente al Amo
y efímero a cualquier intento de apuntar a un cambio? Tal vez, justamente, el
cuestionamiento sea un paso primero como forma de intervención.
Bibliografía:
Bauman, Z.: Modernidad Líquida. Fondo de Cultura Económica, 2009.
Lacan, J.: El Seminario, libro 3: Las Psicosis. Paidós.
Lacan, J.: El Seminario, libro 10: La Angustia. Paidós.
Freud, S.: Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu.

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