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Románico a la fresca -12-

Los misterios simbólicos de la manera de representar a un santo, San Martín

¿Cómo reducir la vida de un santo, la de san Martín, a su mínima expresión y, además,


utilizarla como ejemplo espiritual?

“San Martín nació en Panonia, Hungría, el 316. Sus padres eran paganos. Estudia en
Pavía, donde conoce el Cristianismo. Su padre, que era tribuno militar, para desviarle
del cristianismo, le obliga a ingresar en el ejército. Martín concilia sus deberes militares
con sus aspiraciones cristianas. Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa
y caritativa. Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno,
y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en
dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa:
"Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido".

Pronto recibe el bautismo. Deja la milicia para seguir a Cristo. San Hilario de Poitiers
quiere ordenarle de diácono. Él se queda de exorcista. Vuelve a su patria, convierte a su
madre. De nuevo en Poitiers, funda Ligugé, auténtico monasterio misional. Allí pasa
once años, feliz en su ambiente.

Pero Tours se había quedado sin obispo. Un día del año 371, fue invitado a Tours con el
pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo
obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours,
y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.
Establece cerca, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro
misionero de donde saldrán San Patricio y San Paulino de Nola. Desde allí parte para
sus agotadoras correrías apostólicas, durante 35 años, por toda la Galia. Nada le
retiene. Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los
condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la
resurrección de varios muertos. Su fama es indescriptible.

Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente,
agotaron sus fuerzas físicas. Se veía morir. Sus discípulos le piden que no les deje
huérfanos. Martín contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehúso el trabajo. Sólo
quiero tu voluntad". Los discípulos querían colocarle más cómodo. "Dejadme así, les
dijo, mirando al cielo, para dirigir mi alma en dirección hacia Dios". El demonio no
dejaba de importunarle. "¿Qué haces ahí, gritó Martín, bestia sanguinaria? No hay
nada en mí que te pertenezca, maldito. El seno de Abrahán me espera". Y entregó su
alma a Dios. Era el 8 de noviembre del año 397”.

(Del Santoral)
De las palabras y tradiciones sobre San Martín, se pasó al trabajo escultórico en las
piedras románicas. Esto es lo que parece que sucede en las tres caras historiadas en
este capitel del nártex de Saint Benoit sur Loire a través del ejemplo de la vida de San
Martín de Tours.

En la primera cara, el famoso episodio de la partición de la capa con un pobre.

En la cara central, el alma de San Martín es conducida al cielo por dos ángeles en una
mandorla.
En la tercera cara, la más curiosa, el santo es presentado en el cielo, ya como un santo.

Existe un detalle significativo: los ángeles que conducen su alma al cielo en una
mandorla no vienen connotados con una aureola de santo. Sin embargo, san Martín, la
imagen que representa su triunfo y su “estar en el Cielo”, sí que luce una aureola o
nimbo de santidad. De hecho, es la aureola la encargada de identificar al santo en las
tres caras del capitel.

En el fondo, este capitel historiado es una buena manera de utilizar una hagiografía en
su mínima expresión en una relación causa-efecto. Si, a la manera de San Martín de
Tours, realizas este tipo de obras (repartir tus cosas con los pobres), ganarás el
Cielo. Nos encontramos ante un magnífico “Exemplum” catequético realizado en
piedra.

Pero, la hagiografía de san Martín también recibió un tratamiento escultórico todavía


más cercano a las tradiciones cristianas que circulaban sobre la vida del santo. Esto es
lo que, por ejemplo, ocurrió en el templo de San Martín de Mura, en Barcelona. Los
capiteles historiados de su portada están concebidos de manera lógica como una
estructura doble que reproduce los principales episodios de la vida del santo. ¿Qué
quiere esto decir? En dos soportes pétreos, dos capiteles, se esculpen cuatro escenas
que resumen perfectamente la vida de San Martín.
A la izquierda del espectador:

a) El episodio de la capa, la conversión de San Martín.

b) San Martín nombrado obispo.

Avancemos un poco más y miremos el segundo de los capiteles dedicados a la vida de


este santo ejemplar.
a) El último encuentro de San Martín con el Diablo, en decir, la última tentación antes
de morir según sus hagiografías.

b) San Martín muere y su alma es conducida por los ángeles al cielo.


En definitiva, la muerte ejemplar de San Martín. Y,precisamente, en esta lucha contra
el Diablo y en esta muerte ejemplar del santo es donde se produce la presencia de lo
que llamamos un detalle plástico que permite interpretar que, a veces, las esculturas
del Arte Románico se idearon para ser vistas por diferentes miradas en lo que podría
considerarse una estética de la recepción de la imagen desde diferentes niveles
intelectuales.

Desde la perspectiva de la filosofía teológica neoplatónica cristiana y como en alguna


otra ocasión ya hemos dialogado, es evidente que Cristo sabía de geometría.

En la página VITRUM, en su artículo “La razón cúbica”, podemos encontrar.

”Vitruvio comenta en el libro V como para Pitágoras es el número 216 el más indicado
para contener el conocimiento: "Les pareció bien escribir sus teorías y sus reglas en
unos volúmenes de "estructura cúbica": fijaron el cubo como el conjunto de 216
versos”.

L.V-Prefacio.
Es el número 216 de los pitagóricos el que se obtiene al elevar el número 6 al
cubo. Tres veces seis, el 666. Ese número con connotaciones de Sabiduría en el único
libro profético del Nuevo Testamento, el Apocalipsis.

“Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia;


porque es el número de hombre: y el número de ella, seiscientos sesenta y seis”.

Apocalipsis, XIII, 18

Es el número 216, el resultado de la aplicación de la "Razón Cúbica" sobre el número


perfecto, el seis. La arquitectura del conocimiento, de la perfección. Vitruvio proyecta
la razón cúbica "cybicis rationibus" en el "corpus" de su tratado para poder alcanzar la
correcta disposición de los conocimientos en él y así poder ser entendido por los
arquitectos que lo leyesen. "Así no habrá ningún obstáculo que impida su
comprensión." Y, en el templo de san Martín de Mura, el número de la bestia es el que
preside el capitel en el que es retratada la última tentación del Diablo sobre el santo.
Ahora, vuelvo a colocar dos fotografías del templo de San Martín de Mura, Barcelona,
para que nos fijemos no en la historia que narra el capitel, la tentación del diablo y la
posterior elevación del alma de San Martín, sino en las estructuras cúbicas enmarcadas
cada una de ellas en una esfera.

La primera cara:
La segunda cara:

En la primera cara 6 x 6 x 6; en la segunda cara: 6 x 6 x 6. Es decir, la razón cúbica anda


por San Martín de Mura, que es tanto como decir: la arquitectura del conocimiento es
lo que alcanza el alma cuando vuelve al cielo. Esta representación de Mura vuelve a
sonar a teología neoplatónica; en definitiva, a Sabiduría, a la Hagia Sophia y la
arquitectura.
Pero tal y como ya se ha comentado, jamás se debe olvidar que la iconografía de San
Martín, ahora en la Panda oeste, Claustro catedral Santa María, Tudela, Navarra, se
trabajó, en sí misma, como un Exemplum de la fe que tiene recompensa.
El redactor teológico conocía no sólo la hagiografía del santo sino también el contexto
teológico en el que se debe adscribir esta acción de la capa; nada más ni nada menos
que en el de la interpretación del Juicio Final que propuso San Mateo en el capítulo
XXV (31-46)

“Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te


sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te
recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y
vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis
a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”

(Mt. XXV, 37-40)

San Martín es un ejemplo de vida para sacerdotes, ya que él mismo llegó a ser obispo,
a través de la caridad y la vida pobre. Por eso, no resulta extraño que, en el arte
Románico, su iconografía fuese utilizada como Exemplum y apoyo de meditación para
los sacerdotes que interpretasen los textos bíblicos. Jesús propuso un modelo de vida.
Hay hombres, como San Martín, que lo siguieron al pie de la letra.

Los sacerdotes, leyendo la síncopa del capítulo XXV del Evangelio de San Mateo,
dedicada al Juicio Final, conociendo la hagiografía y viendo las iconografías dedicadas a
San Martín, contaron con un buen material de meditación: Jesús propuso esto, el
obispo San Martín lo consiguió.

Fernando Ezquerra Lapetra,

Grupo de investigación medieval Ailbe (Círculo Románico)

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