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Reparando el cerebro: Porque vivimos

en una era de neurociencia

El primer libro de Norman Doidge, “El cerebro que se repara a sí mismo”, ha vendido más
de un millón de copias. Su libro sobre neuroplasticidad es un éxito de librería y su secuela
cuenta las notables historias de personas con condiciones desde esclerosis múltiple hasta
autismo que han sido ayudadas por tratamientos para adaptar el cerebro.
Una de las más extraordinarias historias en su nuevo libro, “Las maneras en que el
cerebro sana”, es la del cantante de Broadway Ron Husman que desarrollo esclerosis
múltiple (EM) y en un período de 30 años le quitó su rica voz de barítono y mucho de las
funciones de sus miembros. Un amigo suyo quien también desarrolló EM, le contó acerca
de un laboratorio en la Universidad de Wisconsin-Madison donde probaban un aparato
electrónico que parecía ser efectivo para tratar una variedad de problemas neurológicos
incluyendo EM. Una parte de este dispositivo llamado PoNS (estimulador portátil de
neuromodulación) se coloca en la boca del paciente, donde de manera indolora estimula
la lengua con pulsos eléctricos. Mientras se estimula la lengua, se instruye al paciente para
que haga un ejercicio terapéutico como correr en una banda móvil o pararse en una sola
pierna o en el caso de Husmann, hacer un sonido vibratorio con su voz.
La estimulación eléctrica ayuda a reiniciar al cerebro eléctricamente ruidoso de tal
manera que el ejercicio terapéutico pueda formar nuevas vías neurales para reparar la
función perdida.
La recuperación de Husmann fue tan dramática que casi fue milagrosa. Él llegó al
laboratorio incapaz de andar o hablar, pero luego de dos semanas de tratamiento era ya
capaz de bailar tap y cantar el “viejo del rio”.
Pero Husmann no se curó de la EM, aunque si sus síntomas habían mejorado
profundamente. Luego supimos que había tenido una recaída. Tristemente Husmann
desarrolló artritis y le tuvieron que reemplazar rodillas y hombros. Lidiar con la artritis y
recuperare de la cirugía le dejó poco tiempo para seguir usando el dispositivo PoNS por lo
que resurgieron los síntomas de la EM.
Pero muchas otras personas se beneficiaron del dispositivo. Hasta el momento más de
200 personas se han tratado de condiciones tales como Parkinson hasta traumatismo
craneoencefálico. Y como sucedió con Husmann los pacientes no se curan pero fueron
auxiliados con la mejoría de sus síntomas en especial con los relacionados al movimiento.

El Dr. Norman Doidge en The Learning Centre en Toronto, donde un pacientito recibe
estimulación cerebral (Foto por Getty).

El primer libro de Doige, el cerebro que se repara a sí mismo obteniendo alabanzas de


luminarias de la neurología como Oliver Sacks y VS Ramachandran. Sacks llamó al libro
“un notable retrato de la adaptabilidad sin fin del cerebro humano”.
La enorme adaptabilidad del cerebro humano es definida por la palabra
“neuroplasticidad”. Hasta hace poco los científicos pensaban que el cerebro era
relativamente inmutable. Luego de cierta edad, no se desarrollan nuevas neuronas y
ciertas vias neurales ya no cambian. También se creía que diferentes áreas de cerebro
tenían su propia especialidad y no se desviaban de ella. Ahora sabemos que hay más que
eso. Ciertamente crecen más neuronas en ciertas áreas del cerebro. Pueden formarse
nuevas vías neurales y cuando ocurre enfermedad o daño los mapas corticales pueden ser
redibujados para crear la función perdida.
Doidge, psiquiatra y psicoanalista canadiense, es el maestro a la hora de explicar como
estimular la plasticidad del cerebro para mejorar la sintomatología de problemas
relacionados al cerebro desde la apoplejía al autismo.

En una entrevista telefónica, Doidge me contó que después de que se publicó su libro “El
cerebro que se repara a sí mismo” en 2007, su correo se volvió algo así “como la gran
estación central”. Doctores, científicos y pacientes de todo el mundo le contactaron para
relatarle sus historias sobre la plasticidad cerebral. Se pasó los siguientes siete años
viajando por el mundo encontrándose con esas gentes y volcando sus historias en “Las
maneras en que el cerebro sana”.
Nadie sabe realmente como trabaja el tratamiento y eso es cierto para la mayoría de los
tratamientos de neuroplasticidad que Doige expone en su libro. A algunos les sana la luz,
otros el sonido, otros la vibración, otros el movimiento. Hay diversas y a menudo poco
conocidas terapias. Por ejemplo, el Método Tomatis que consiste en usar música
modificada de manera especial por un “oído electrónico” y a veces usando la voz materna
modificada de igual manera. Doige ha estudiado cada una de esas técnicas en detalle y ha
identificado las etapas de curación que tienen en común: Corrigen las funciones celulares
generales de las neuronas y de la glía, hay neuroestimulación, neuromodulación,
neurorelajación y neurodiferienciación y aprendizaje.
La primera etapa, que llamaré reparación celular cerebral, es la única etapa que no es
“recablear”el cerebro, es acerca de restaurar la salud celular cerebral. Doige dice que ha
visto pacientes con depresión, desordenes bipolares y con déficit de atención que
“muestran gran progreso eliminando toxinas y ciertos alimentos como azúcar y granos a
los que eran sensibles”. La neuroestimulación es cuando los “circuitos dormidos del
cerebro dañado” son estimulados por luz, sonido, movimiento, estimulación eléctrica y
otras herramientas curativas y técnicas usadas por especialistas de la neuromodulación.
Esto es seguido por neuromodulación donde el cerebro es reseteado de tal manera que no
está demasiado excitado ni demasiado inhibido. Se me ha dicho que los cerebros dañados
son “ruidosos”.
Los problemas cerebrales a menudo dejan a la persona exhausta, de tal manera que la
relajación ( o neurorelajación, como prefiere decir Doige) es una parte importante de la
recuperación. Las personas a menudo duermen mucho durante esta fase. Las etapas
probablemente menos definidas son la neurodiferienciación y aprendizaje. Doige
simplemente dice que estas etapas son cuando el cerebro hace “lo que mejor sabe hacer”
lo que en apariencia es “hacer distinciones finas”.
Crear un marco de referencia de como trabajan las terapias de neuroplasticidad está bien
pero me gustaría a mi tener mejor evidencia de cómo funcionan en realidad los
tratamientos y que no son el resultado del efecto placebo, por ejemplo.
Doige dice “estoy escribiendo en los límites. Para cuando haya enormes estudios
controlados ya no estaremos en esos límites”. La terapia PoNS está en esos límites pero
hay estudios que demuestran que la terapia física ayuda en la EM. Pero no hay muchos
para otras terapias como la Feldenkrais o el método de Bates que ya tienen décadas. Una
de las razones por las que no existen esos estudios es porque no había un modelo de
neuroplasticidad ni se creía que era posible la mejoría o la cura, ni se podía explicar cómo
era posible que escuchar frecuencias de sonidos filtrados podrían recablear al cerebro y
porque reinaba la creencia suprema de un cerebro inmutable y ni se otorgaban
subvenciones para estudiar la plasticidad cerebral.
Ahora que tenemos prueba de que el cerebro humano es totalmente adaptable, quizá es
hora de probar esos métodos de curación….

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