La clase pertenece al orden de la historia, de lo social, de lo cultural, por lo tanto, una clase nunca se repite,

aunque se profieran los mismos enunciados, pues diferentes son los interlocutores, las intenciones, los
intereses, los conocimientos del mundo de los participantes, las situaciones, los eventos y los actos de
comunicación, los marcos institucionales, las formaciones discursivas y, por supuesto, las formaciones sociales
en las que ocurre.

La clase como proceso de significación y de comunicación es única, porque las circunstancias en las que se
produce son cambiantes, porque, las posibilidades de comprensión se dan en un proceso de negociación de
significados que se instala con el acto comunicativo y que se desarrolla en la construcción intersubjetiva que
se produce en el intercambio dialógico entre estudiantes y profesor.