Les Wi hy
a ~
FE amuautte jorobado,
Comedia
én Yn Aco, imitada
fants : 7
Sf or Yona,
Soptierns fe Ve $822,
a
ew hy FF WeLa pagina del titulo de una copia manuscrita de El amante jorobado, en la Biblioteca
Municipal de Madrid.
PERSONAJES:
DON RAMON, tio y tutor
DONA LUISA, amante de
DON LEONCIO, oficial de caballeria
LA MARQUESA
JULIANA, criada de Dofia Luisa
UN CRIADO, de Don Ramén.
La escena es en la hacienda de campo
de don Ramén no lejos de Madrid. El
teatro representa una sala baja con vis-
tas y puertas al jardin.
ACTO UNICO
ESCENA I
Juliana sola con un cesto donde leva lo
preciso para poner la mesa.
JULIANA: ;Qué gresca!, jqué alboro-
to!.. ;|Ay Dios mio y qué malo es ser
doncella de la heredera mas rica de
la provincia! Ocho dias hace que deja-
mos el convento de Madrid para ve-
nir a este pueblo, y ya hemos visto
mas pretendientes... ms pretendien-
tes.. que ahijados tiene un ministro...
pero ninguno como don Leoncio...
aquél si que era mi protegido... era
tan amable, tan vivo, tan gracioso...
y luego tan rico, y tan... pues, sefior,
pongamos la mesa, porque ya se acer-
ca la hora del desayuno... y, como
iba diciendo, tan generoso que...
mania fue sin embargo la suya de di-
Tigirse a mi para hacer sus proposi-
ciones en lugar de entenderse con don
Ramén, el tio y tutor de la sefiorita...
ya se ve... el tfo no hubiera querido
encargarse de sus cartas... y yo se
las daba a dofia Luisita con una pun-
tualidad... con un gusto... el mismo
que ella tenfa en leerlas y releerlas.
iQué l4stima que esto se haya queda-
do asi!.. esta picara ausencia... j¢6mo
ha de ser!.. ahora ya tenemos hecha
nuestra eleccién... y hoy, segiin pa-
rece, llegar el novio; jpero, qué veo!
jAquél no es don Leoncio? No hay
duda... él es... gc6mo diablos se ha-
bra atrevido..?
ESCENA I
Dicha y don Leoncio.
LEONCIO: jJuliana!
JULIANA: jSefiorito de mi vida!..
jVuestra merced aqui!.. pero salga-
mos pronto de este cuarto... don Ra-
mén y su sobrina tienen que venir a
desayunarse, y...
LEONCIO: No tengas miedo... nadie se
ha levantado todavia.
JULIANA: Pero no le ha dicho a vues-
tra merced mi hermano... vaya... lo
primero que hice cuando antes de ayer
salié de aquf para Madrid, fué encar-
garle que viese a vuestra merced y
que le dijese...
LEONCIO: Sf, sf, me ha visto, y me ha
contado todo... y has de saber que
me ha prometido ayudarme... por eso
me le he trafdo, y... pero dime, mu-
jer, gconque tu sefiorita va a ser sa-
crificada?
166JULIANA: Sacrificada no, sefior; va a
ser casada.
LEONCIO: Lo mismo es, siempre que
no lo sea conmigo.
JULIANA: Vuestra merced tiene la cul-
pa, gpor qué no dijo vuestra merced
que queria casaca?
LEONCIO: Porque quise antes darme a
conocer... ya sabes que Luisita no me
ha visto nunca...
JULIANA: {Cémo? Si ha estado siem-
pre encerrada entre cuatro paredes.
LEONCIO: Yo mismo ignoro cémo pude
apercibirla, aquel dia de entrada, a
pesar de las dos rejas, y entre el con-
fuso laberinto de las tocas y adefe-
sios... el hecho es, sin embargo, que
la vi, y que desde entonces me ena-
moré como un cadete.
JULIANA: Como lo que era vuestra
merced, si mal no me acuerdo.
LEONCIO: Perdone vuestra merced,
amiga mia, que yo haba salido a por-
ta.
JULIANA: ;C4spita!, jno es poca la di-
ferencia!
LEONCIO: jAh, y lo que yo hice para
volver a mi adorada Luisa!.. yo me
relacioné con el demandero, con el
sacristén, con el hortelano... yo re-
galé al capellén ms de veinte misas
de a peseta... yo no falté ningin s4-
bado a la bendita salve... yo... pero
todo en vano, y si no hubiera sido
por ti, Juliana mia, que quisiste en-
cargarte alguna que otra vez de mis
cartas... qué sé yo, donde hubiera ido
a dar con la cabeza.
JULIANA: ;Pobre sefiorito!
LEONCIO: ;Casarse ahora con otro! jNo
merecia yo se burlasen mis esperan-
167
zas!.. después de tantos afanes... de
seis meses de amor y firmeza...
JULIANA: Seis meses de firmeza...
pues es por cierto un gran esfuerzo...
alébese vuestra merced, por la gra-
cia.
LEONCIO: No, hija mia; pero es preci-
so que en todo haya un poco de pro-
porci6n, y que te hagas cargo de las
diferentes complexiones... seis me-
ses de constancia no seria ciertamen-
te nada para un hombre ya machu-
cho; para un mercader de la calle de
Postas, por ejemplo... pero para un
joven a la moda... no digo yo que sea
demasiado; mas es bastante... bastan-
te... si tu sefiorita me conociera, es-
toy seguro que agradeceria esta prue-
ba de... a propésito de agradecimien-
to, gmis cartas la hacfan alguna im-
presién? {Crees ri que esté dispues-
ta a corresponderme?
JULIANA: Me inclino a que si, porque
aunque ella me regafiaba siempre que
le entregaba alguna carta de vuestra
merced, no por eso dejaba de dele-
trearlas, y... también he observado
que desde que no las recibe, est4...
asf... como triste, y todo se la vuel-
ve ir y venir y dar vueltas por donde
yo estoy... como si esperara algo de
mi.
LEONCIO: ¢Y el novio, quién es?
JULIANA: Un tal don Enrique... joven
de mérito, segiin dicen... pero que ella
no conoce tampoco... este enlace pro-
yectado es un convenio de familia...
una especie de venta... ella obedece...
porque ya se ve... nosotras las don-
cellas obedecemos siempre... mas si
se presentara una ocasién favorablede llamarse andana...
LEONCIO: A eso cabalmente he veni-
do yo, y esa ocasién yo la haré na-
cer.
JULIANA: jVuestra merced!, gc6mo?
éPor qué medio?
LEONCIO: Por uno de comedia... ;Sa-
bes ti lo que es comedia?
JULIANA: {Pues no lo he de saber?
LEONCIO: Ay es verdad, se me habia
olvidado tu sexo.
JULIANA: ;Y el medio que vuestra
merced quiere emplear es muy intrin-
cado?
LEONCIO: Al contrario, muy sencillo.
JULIANA: Y tiene siquiera alguna no-
vedad?
LEONCIO: Ninguna; antes bien es el
mas usado de todos.
JULIANA: ;Por qué no inventa vuestra
merced uno que honre esa imagina-
cién?
LEONCIO: (Para qué? Lo que importa
es conseguir el objeto... mira, hoy
hace ocho dias que estuve en el tea-
tro... se representaban dos piezas di-
ferentes... en ambas empleaban los
amantes iguales medios que el mio...
y... por supuesto.., en ambas conclu-
yeron por casarse, y por ser muy
aplaudidos.
JULIANA: Entonces... pero en fin...
veamos cual es ese medio.
LEONCIO: Escucha. {Por qué tio y so-
brina no me aman todavia?.. porque
no me han visto jamés... y bien... me
apodero por derecho de conquista del
nombre del novio, y me presento con
impavidez... Luisita me ve y queda
prendada de mi... nada més natural...
en cuanto a don Ramon... le hablaré,
168
le adularé... su opinién ser4 siempre
la mia; si le gusta correr liebres, so-
fiaré con los galgos; si pasear a pie,
me vers desde las siete de la mafia-
na, con mi sombrer6n de paja y mi
bast6n de rafz de alcornoque, subir y
bajar vericuetos; jugaré con él a las
damas, al burro, a la malilla; en fin
haré tanto que cuando se presente el
verdadero novio... habra aquél de sor-
prenderse, de titubear, de temer que
yo no sea el dichoso don Enrique, y
al cabo tendra que dirigirse a su so-
brina diciéndola en tono semitragico:
“Adivina, si es que puedes, y elige a
quien ta quieras”. La sobrina adivi-
na... elige... desenlace obligado...
matrimonio de caj6n, moraleja al can-
to, y se concluye la comedia para que
tenga principio mi positiva felicidad.
JULIANA: Bravisimo.
LEONCIO: ;Ves, Juliana, cémo ti eres
la primera que aplaudes la comedia?
JULIANA: Temo con todo que no pue-
da vuestra merced representar largo
tiempo papel tan dificil... con vues-
tra cabeza y aturdimiento... jugar a
la malilla... hablar formalmente...
LEONCIO: Tranquilizate... conozco
bastante el precio del premio que es-
pero, para que yo no haga un esfuer-
20; pero no perdamos tiempo, corre,
y anuncia mi Ilegada.
JULIANA: ,Cémo si fuerais don Enri-
LY en ese traje?
LEONCIO: {Donde quieres que yo a
estas horas vaya a buscar otro?
JULIANA: Espere vuestra merced... ca-
balmente llegé anoche el ordinario deHuete con la maleta del novio, y me
parece que la deposité en la sala de
las cornucopias.
LEONCIO: Mejor; asi podré represen-
tar el don Enrique con propiedad.
Dénde esté esa sala de las cornuco-
pias?
JULIANA: Mi hermano le ensefiaré a
vuestra merced el camino.
LEONCIO: Adiés, pues... ah, entrega
169
a tu Sefiorita estas cuatro letras.
JULIANA: No sé si me atreva.
LEONCIO: ;Tonterfa!.. ,no ves que es
pre-ciso instruirla a fondo del proyec-
to?
JULIANA: Sin embargo...
LEONCIO: Vaya, no seas pinturera...
toma la carta... y toma de paso esta
posdata... (La abraza y vase corrien-
do.)
=e 49ESCENA IIT
Juliana sola.
JULIANA: Don Leoncio, don Leoncio,
ghablaré también a mi sefiorita de la
posdata? Vamos, este joven es cier-
tamente muy amable, y si yo estuvie-
ra enel lugar de dofia Luisita... pero
chis, que ella viene... jqué léstima!
Un minuto antes y se hacia el reco-
nocimiento.
ESCENA IV
Dicha y dofia Luisa.
LUISA: jOcho dias sin ver letra suya!..
No hay remedio... me ha olvidado y
nunca debi esperar otro desenlace.
JULIANA: Sefiorita... ;Ah, cémo me
alegro que su tfo de vuestra merced
no haya bajado todavia!
LUISA: {Por qué?, ,qué hay de nuevo?
JULIANA: Mucho y bueno... suceden
en este mundo cosas...
LUISA: Acaba de explicarte.
JULIANA: Para principiar, tome vues-
tra merced esta carta... ya adivinara
vuestra merced de quién...
LUISA: jCémo! ;De é1?... quiero de-
cir... jde don Leoncio! Yo te habia
prohibido, sin embargo, de que te en-
cargases de semejantes papeles... en
el convento era otra cosa... pero en
casa de mi tio...
JULIANA: Es cierto; pero asi como asi
es la ultima, y...
LUISA: {La ultima? (Tomdndola.)
JULIANA: Si, sefiora... y luego como
él mismo la ha trafdo.
LUISA: {Qué dices! ;E1 la ha traido?
JULIANA: Pues... ya se ve... es tan
duro esto de negar un favor cara a
cara.
LUISA: 7Y donde esté?
JULIANA: No tardaré media hora en
y es tan vivo, tan alegre...
ro sin el consentimiento de
fo... {qué proyectos pueden ser
los suyos?
JULIANA: Lea vuestra merced y lo sa-
bra.
LUISA: Tiemblo como un azogado...
(Lee para st.)
JULIANA: No sé por qué... (Acabando
de poner la mesa.) Estas cosas salen
siempre bien.
LUISA: {Qué imprudencial, atreverse a
presentarse en esta casa con el nom-
bre de don Enrique... ;Y puede figu-
rarse que yo habfa de contribuir a tan
extravagante supercheria?
JULIANA: Nada se exige de vuestra
merced, sino que vea y calle.
LUISA: Corriente; pero si se sospecha
algo, mira que yo me lavo las ma-
nos, y...
JULIANA: Bueno, yo seré la pasta de
almendras.
LUISA: Es que lo avis6 antes...
JULIANA: Disimule vuestra merced; el
amo llega.
ESCENA V
Dichas y don Ramén.
RAMON: No importa, no importa; que
se prepare de todos modos el cuar-
to... habr4 malditos... siempre hay
que estar encima... ;Ah!, buenos dfas,
Luisita.
LUISITA: {Qué tiene vuestra merced,
tio?
170RAMON: Nada, hija mfa, nada... no se
acordaban de arreglar el cuarto que
ha de ocupar don Enrique... y por eso
Jes refiia un poco... verdad es que no
se sabe a punto fijo cuando llega...
pero estando ahi su maleta...
JULIANA: {Sirvo el desayuno?
RAMON: Como gustes... siéntate, Lui-
sita... jHola!, veo con placer que des-
de que esperamos un novio, se ade-
lanta el tocador.
LUISA: Protesto a vuestra merced...
RAMON: cY qué mal hay en eso? An-
tes es bien hecho no dejarse uno sor-
prender, y... por lo mismo quisiera
hablarte ahora de tu don Enrique, y...
prevenirte de cierta pequefia circuns-
tancia que...
LUISA: Quizé, ya no le conviene a vues-
tra merced este enlace...
RAMON: Si por cierto, y mucho... es
un partido sumamente ventajoso...
pero el padre del novio, antiguo ami-
go mio, y que est ahora precisamen-
te en Madrid, me acaba de escribir
una particularidad que... que siem-
pre es bueno que ti no ignores, y de
la que... yo hubiera deseado que se
nos hubiera hablado antes.
LUISA: ;Y cuél es?
RAMON: Una bagatela... sobre todo
para ti que no eres ninguna casquiva-
Na... y que no te cuidas mucho de las
ventajas exteriores.
LUISA: ;Vaya, que ser horrible!
RAMON: No tanto como horrible... al
contrario su padre asegura que su fi-
gura es muy apreciable, pero.
(Aparte.) El diablo me lleve si sé
como decirselo.
LUISA: ¢Pero, qué?
RAMON: Pero afiade que su cuerpo...
LUISA: Que su cuerpo...
RAMON: Es también bastante bien for-
mado... mirado sobretodo por delan-
te... que es lo principal... aunque por
detras...
LUISA: (Asustada.) Seria por ventura...
JULIANA: (Idem.) Dios mio... {sf sera
jorobado?
RAMON: Ti lo has dicho, Juliana...
pero no hay que olvidar que se cono-
cen muchas especies de jorobas... y
que la suya... segiin dicen... es de
las menos desagradables.
LUISA: (Aparte las dos.) ;¥ don
Leoncio que no sabe esta circunstan-
cia! Juliana, ,qué haremos?
JULIANA: Si se le pudiera avisar...
RAMON: {Dénde vas, muchacha?
JULIETA: Voy... por los postres.
RAMON: Todavia no hacen falta... es-
pérate; pero, jqué macilenta de te has
quedado, Luisa!.. vaya... no hay que
apurarse... ti verds, o por mejor de-
cir, té oirés a don Enrique, y si abso-
lutamente te disgusta...
LUISA: (Aparte.) Dios mio... si Leoncio
se retardara...
ESCENA VI
Dichos y un criado.
CRIADO: EI sefior don Enrique acaba
de apearse de su caballo.
RAMON: (Aparte.) jCAspita!... si me
descuido... Que sea muy bien veni-
do... anda, dile que le esperamos con
impaciencia.
LUISA: Pues en cuanto a mi, permfta-
me vuestra merced, tfo mio, que me
retire... estoy tan turbada... tan atur-dida... me seria imposible... y sobre
todo, cualquiera cosa que suceda...
crea vuestra merced que yo no sabia
nada. ;Ah! Juliana, mira ti c6mo no
podia esto acabar en bien.
ESCENA VI
Don Ramén y Juliana.
RAMON: ;Qué quiere decir esta mu-
chacha? Juliana, me podras explicar...
JULIANA: Yo... sefior... ciertamente...
tampoco sabia nada... y bien sabe
Dios...
RAMON: ;También ti te embrollas?..
ivamos!, est4 visto, este jorobado
hace perder la chaveta a toda la casa.
ESCENA VIII
Dichos, don Leoncio con un capote de
cuellos y una joroba bastante visible.
RAMON: Mi querido sobrino...
LEONCIO: Amado ti
JULIANA: (Da un grito.) jJesis!
LEONCIO: ;Qué le ha sucedido a vues-
tra merced, nifia?.. no parece sino que
es la vez primera que vuestra merced
encuentra un... novio. Yo creo, sin
embargo, que todos pocos mas o me-
nos se van alla.
JULIANA: (Aparte.) Lo dicho dicho:
este hombre es brujo.
LEONCIO: Venga otro abrazo, tio y
sefior... otro todavia.
RAMON: Y otros mil si por mi gusto
vaya, vaya, qué gordo y
no puede vuestra merced ne-
gar la pinta... vuestra merced es...
LEONCIO: El mismo; nadie me ha ro-
bado en el camino.
RAMON: Quiero decir que vuestra mer-
ced es un vivo retrato de su padre...
LEONCIO: Siempre hay cierto aire de
familia...
RAMON: Su padre de vuestra merced
me escribié el ultimo correo, y me
hablaba de yo no sé qué encargo para
vuestra merced... que por cierto he
olvidado... ,dénde se me habré esca-
bullido esta carta?
LEONCIO: No se moleste vuestra mer-
ced, ya parecera.
RAMON: Ahora me acuerdo que la he
de tener en el cajén de aquella mesa.
JULIANA: (Bajo.) ;{Cémo! Sefiorito,
gqué es esto?
cién, revista, corregida, y considera-
blemente aumentada.
JULIANA: {Pero quién ha podido ad-
vertir a vuestra merced..?
LEONCIO: ,Quién? El mismo vestido
del novio que me hiciste tomar... la
espalda izquierda con una almohadi-
lla... laderecha con un hueco que era
preciso Ilenar... todo esto saltaba a
los ojos... y slo un ciego hubiera
dejado de conocer que don Enrique
era... y bien, amado tio, japarecié
ya esa carta?
RAMON: {No habia de parecer... dice
asi: “Acabo de escribir a mi hijo que
inmediatamente se te presente, y, por
mi cuenta, Ilegar4 a tu casa a fines de
la semana”.
LEONCIO: ;Y hoy qué es?
JULIANA: Sébado.
LEONCIO: jCéspita!
RAMON: “También te anuncio para la
misma época, poco mAs o menos, la
visita de la Marquesa viuda de Suero
172Fresco, intima amiga mia, y que se
propone asistir a la boda: dicelo a
Enrique, etcétera, etcétera”... Esto
era lo que yo decia que se me habia
olvidado... ;Supongo que vuestra
merced conoce a la Marquesa?
LEONCIO: ,Quién? Yo... ala Marque-
sa...
RAMON: Pero, qué estoy preguatan-
do?.. no la puede vuestra merced co-
nocer, porque recién casada se la lle-
v6 su marido a Cacabelos, y... pero
ahora, si se detiene aqui algunos dias,
podra hacerse el conocimiento, y...
LEONCIO: Le aseguro a vuestra mer-
ced que soy tan poco curioso...
RAMON: Sin embargo, la Marquesa es
una sefiora, segin me han informa-
do, muy amable, y de tan buena so-
ciedad que...
LEONCIO: Cabalmente, no soy gran
partidario de la sociedad ni de visitas
ni...
RAMON: Lo siento, porque a mi me
gustan mucho, sobre todo cuando es-
toy en el campo.
LEONCIO: jOh!, eso es diferente... en
el campo sabe muy bien tener uno con
quien hablar... (Aparte.) ;Dénde es-
tara mi Luisita?
RAMON: No digo yo que no sea muy
bueno poderse uno bastar a si mis-
mo...
LEONCIO: Muy bueno, muy bueno.
RAMON: Y que el que posee algunas
habilidades...
LEONCIO: Cierto... para eso mi padre
nunca me ha adulado... “Hijo mio,
me decfa, ti eres un bonito mucha-
cho, un gallardo caballero, pero esto
no basta; se necesita cultivar el en-
oe
tendimiento, y adornarse con ciertas
habilidades”... ;Podré yo saber, tio
mio, cudles son las que prefiere vues-
tra sobrina?
RAMON: En primer lugar, el dibujo...
LEONCIO: Precisamente es mi fuerte...
tengo en mi corazén el sentimiento
de lo bello... y me gustan tanto las
bellas proporciones como las bellas
formas.
RAMON: Pues no es poca fortuna, por-
que dudo mucho que otros gustos pue-
dan ser de manera alguna del vues-
tro... El baile por ejemplo.
LEONCIO: jCémo!... cabalmente bai-
jo a las mil maravillas... he tenido
los mejores maestros de la capital,
Beline, Loli... vamos, aseguro a vues-
tra merced que no he bailado vez en
mi vida que no haya llamado la aten-
cién.
RAMON: Lo creo. {Le gusta a vuestra
merced el baile? ;Cudnto me alegro!
LEONCIO: Porque ha de saber vuestra
merced que yo me aventajo en todos
aquellos ejercicios que requieren cier-
la gracia en el cuerpo, cierta agili-
dad... gpero dénde esta la preciosa
Luisita? ~Cémo no tenemos el gusto
de verla?
RAMON: Estaré en el jardin... si vues-
tra merced quiere, podremos recorrer
todos sus paseos, y al cabo daremos
con ella.
LEONCIO: (Aparte.) Eso seria muy lar-
go. No me parece que se puede juz-
gar bien de las bellezas de un jardin
examinandolas calle por calle... bas-
ta una simple ojeada sobre su totali-
dad para...
RAMON: jOiga!, es vuestra mercedconocedor?
LEONCIO: Me agradan infinito los par-
ques y jardines, pero no en detalle.
RAMON: Tiene vuestra merced mil ra-
Zones, y supuesto que es vuestra mer-
ced, tan inteligente, ahora le ensefia-
ré a vuestra merced el plan de mi
posesion, y... Juliana, traéme aquel
pliego de papel marquilla que esté
sobre mi bufete.
LEONCIO: (Aparte.) Vaya, esta visto:
no veré a Luisa en toda la majiana.
JULIANA: {Es éste?
RAMON: Este. Examine vuestra mer-
ced, querido mio, este plan con aten-
cién.
LEONCIO: Magnifico, sublime... ;cuan-
tas fanegas de tierra?
RAMON: (Con alegria.) Ciento y se-
senta.
LEONCIO: |Ciento y sesenta! Gran gus-
to es recorrer... asi... sobre el pa-
pel... tanto terreno. ,Y qué significa
esta mancha verde que hay aqui en
medio?
RAMON: jQué!, no lo adivina vuestra
merced?
LEONCIO: Si, sefior... el estanque...
bien dicen que no puede haber buen
jardin sin estanque.
RAMON: (Picado.) Desgraciadamente
no es el estanque, porque no tengo
ninguno.
LEONCIO: jYa!.., no le tendra vuestra
merced porque no le gustaran.
RAMON: (Picado.) No, seiior. No lo
tengo por falta de sitio a propésito;
si vuestra merced, hubiera puesto al-
gun cuidado...
LEONCIO: De sitio a propésito... zY
en ciento y sesenta fanegas? ... eso
es imposible... Yo se lo buscaré a
vuestra merced... ,qué es este redon-
delito negro?
RAMON: Una montafia artificial.
LEONCIO: zY qué falta nos hace una
montafia? Lo que sobran cabalmente
son montafias en todas partes.
RAMON: Sf, pero...
LEONCIO: Créame vuestra merced;
quiteme vuestra merced, esa monta-
fia y péngame un lago.
RAMON: ;Un lago!
LEONCIO: Pues, un lago... no como el
de Ginebra sino como...
RAMON: Pero, sefior, gcon qué se Ile-
na?
LEONCIO: Pondremos primero un bar-
quichuelo... esto siempre ocupa lu-
gar.
RAMON: cY para pasearse?
LEONCIO: Se pasea uno los dias de tem-
porada; en el campo nunca falta agua
cuando Ilueve... (Mira al foro.) {Cie-
los!
RAMON: {Qué ha visto vuestra merced?
LEONCIO: Nada... crei haber repara-
do al fin de la arboleda... (Aparte.)
iElla es! jNo hay duda, es mi Luisa!
RAMON: ;Toma!, es el laberinto.
LEONCIO: jCémo saldria yo de este
laberinto!
RAMON: Tomando aqui sobre la dere-
cha.
LEONCIO: (Aparte.) Es indispensable que
yo la hable y que conozca mi suerte.
RAMON: Y siempre sobre la derecha....
LEONCIO: (Aparte.) Este es un cuento
de cuentos...
RAMON: Lograria vuestra merced al
cabo evadirse...
LEONCIO: Del enemigo el consejo.
174Durante toda esta escena, Juliana ha
estado haciendo sefas a don Leoncio, y
cuando éste se va, quiere detenerle, pero
no lo consigue.
JULIANA: |Qué cabeza!
ESCENA IX
Don Ramén y Juliana.
RAMON: Y llegaria vuestra merced a
este otro redondel que es una plazo-
leta de naranjos... gpero, y Enrique?...
id6nde se ha metido este Enrique?..
{dénde se ha ido?.. Juliana, ;no me
dirs ti?
JULIANA: Yo... no por cierto... esta-
ba tan preocupada con el tal laberinto
que...
RAMON: Viste en tu vida semejante
bullebulle?.. jqué ligereza!, jqué atur-
dimiento!.. vamos, lo mismo le su-
cede a este hombre el ser jorobado,
que...
JULIANA: Todo es hacerse la vista.
RAMON: Es un petimetre... un petime-
tre con joroba y sin otra diferencia...
su padre me escribié que apenas se le
conocfa; pero yo... hasta ahora, s6lo
he visto esto que sobresalga en su per-
sona... Juliana, dile a mi sobrina que
deseo hablarle al instante.
JULIANA: Voy al punto. (Aparte.) Me
parece que cuando don Leoncio arre-
glaba su espalda, se le ha ido un poco
la mano... le diré de paso que la re-
forme un si es no es.
175
ESCENA X
Don Ramén solo.
RAMON: Pues, sefior... este enlace es
demasiado chocante... me harfa la f4-
bula de toda 1a provincia... y ademas
sacrificarfa a mi pobre Luisa... Dios
me libre... {Lindo marido le propor-
cionaba!.. un tronera, un tronera, un
badulaque... que habla sin reflexio-
nar, que responde sin oir, y que en
menos de cinco minutos dice mil ex-
travagancias... mucho quiero, a la
verdad, a su padre, pero, jcAspita!..
no tanto que... si me ocurriese un
medio para desembarazarme de este
original... La Marquesa que es ami-
ga del padre podria muy bien servir-
me en esta ocasién... Quiza no tarde
en llegar, y entonces...
ESCENA XI
Dicho y dofia Luisa al pao.
LUISA: (Aparte.) Todavia me siento
conmovida con sus discursos... ;qué
amable es! Bien me lo decfa Juliana...
RAMON: Ven, hija mia, acércate, y
hablaremos sin rebozo.
LUISA: {Me llamaba vuestra merced,
tio?
RAMON: Si, tu ausencia me inquieta-
ba... y bien, se te ha pasado ya el
susto?
LUISA: Confieso que fue una debilidad
imperdonable, una verdadera nifiada
que...
RAMON: No, no... la cosa es més se-
ria de lo que a ti te parece, y exige
alguna reflexién... esto cuando me-
nos indica siempre una cierta repug-nancia...
LUISA: Es que... sin embargo, acabo
de verle, y empiezo a creer...
RAMON: No digas més, hija mia, que
ya sé yo dénde vas a parar.
LUISA: Pero...
RAMON: Veo que te sucede lo que al
amo... que no lo puedes sufrir.
LUISA: Luego, vuestra merced, le en-
cuentra...
RAMON: Horroroso, disforme...
LUISA: Con todo... cuando habla...
RAMON: Entonces es mil veces peor,
y se puede asegurar que tiene el en-
tendimiento tan contrahecho como el
talle... {Qué vaciedades ensarta!, qué
espiritu de contradiccién!.. pero tran-
quilizate, Luisita... (La abraza.) Me
interesa demasiado tu felicidad para
titubear un solo instante... voy a
ocuparme en hallar un medio de reti-
rar la palabra empefiada sin ofender,
en lo posible, la delicadeza de mi an-
tiguo amigo... de todos modos, la cul-
pa nunca sera mia, y si suya, y muy
suya... por qué diablos ha ido a en-
gendrar un hijo tan jorobado?
LUISA: Tio, tio... escuche vuestra mer-
ced.
ESCENA XII
Dora Luisa, sola.
LUISA: Si, a la otra puerta... zy ahora
qué partido abrazaremos?.. ;qué sé
yo? Lo cierto es que Leoncio lo ha
echado a perder todo con su maldita
estratagema, y que...
176
ESCENA XIII
Dicha y don Leoncio.
LEONCIO: ;Habl6 vuestra merced, ya
con su tio?.. Supongo que si, y que le
tendremos més blando que un guante.
LUISA: No tanto como eso; antes bien...
LEONCIO: ;Toma!.. si lo decia yo...
dos palabras mias, y el hombre que-
daba vencido, subyugado... pero no
perdamos tiempo tan precioso... apre-
suremos los preparativos... simplifi-
quemos las ceremonias, y que hoy
mismo...
LUISA: jHoy!
LEONCIO: O mafiana muy temprano a
més tardar... tengo una prisa...
LUISA: Sin embargo, amigo mio, vues-
tra merced cuenta sin la huésped:
LEONCIO: Expliquese vuestra merced.
LUISA: Y asf, bueno es que sepa que
mi tio aunque vencido y subyugado...
aunque mas blando que un guante...
con todo... ha salido ahora por el re-
gistro de..
LEONCIO: ;Solicitar prérroga?
LUISA: No, sefior... de negar la licen-
cia.
LEONCIO: Imposible, sefiorita, impo-
sible.
LUISA: Vuestra merced, lo creera cuan-
do reciba sus pasaportes.
LEONCIO: Repito que es imposible...
cabalmente hice un estudio positivo
en ganarle la voluntad.
LUISA: Pues se le ha lucido a vuestra
merced.
LEONCIO: Pero, en fin, ,en qué funda
tamazfia injusticia?
LUISA: En que encuentra a vuestra
merced, feo, repugnante, horroroso,(Riéndose.) ;De veras?
LUISA: jSe rie vuestra merced!
LEONCIO: Y con raz6n... semejante
panegirico en boca de su tio de vues-
tra merced nos salva a entrembos.
LUISA: ¢Por qué?
LEONCIO: Porque manifiesta que no
tiene la predileccién que yo me temia
por los jorobados... y en este caso,
yo me quedaré, a su debido tiempo,
como la palma de la mano, en tanto
que el verdadero don Enrique no po-
dr deshacerse aunque quiera, de sus
altos y bajos... jOh, qué noticia tan
agradable, amada mfa! Ahora s{ que
yo desafio a todas las corcovas de este
mundo... vengan, vengan enhorabue-
fa... ora sean chatas... ora en pira-
mide... ora en...
ESCENA XIV
Dichos y Juliana.
JULIANA: Ay, sefiorita de mi alma...
cayése la casa a cuestas.
LUISA: jDios mfo! {Otro embarazo?
LEONCIO: ;Qué puede haber sucedi-
do?
JULIANA: Que acaban de llegar un ca-
ballero y una sefiora.
LEONCIO: ¢Y bien?
JULIANA: Y que sospecho que el caba-
lero es el novio.
LEONCIO: jSanta Barbara!
JULIANA: {No es Guzmén su apelli-
do?
LUISA: Sf; Guzman el Bueno.
LEONCIO: Por supuesto; nunca va lo
uno sin lo otro.
JULIANA: Pues precisamente he ofdo
177
anunciar en este instante la legada
de la Marquesa de Suero Fresco, y
del caballero Guzman.
LEONCIO: No hay sospechas enton-
ces... él es.
LUISA: Perdidos somos... jy en este
apuro, sefior don Leoncio, cémo sal-
dré vuestra merced del paso?
LEONCIO: Muy facilmente... ;Dime,
Juliana, has visto ti a mi rival?
JULIANA: De pies a cabeza.
LEONCIO: Y vaya... sin lisonja... gual
de los dos es mas feo?
JULIANA: Vuestra merced con tercio y
quinto.
LEONCIO: Vamos, mujer, no embro-
mes. Quiero decir que cual de los dos
es mas jorobado.
JULIANA: Vuestra merced, sefiorito,
vuestra merced.
LEONCIO: Cémo?
JULIANA: No admite comparaci6n... el
otro es de hermosa presencia... alto...
derecho... con la cabeza erguida.
LEONCIO: ;Qué estas charlando! ;Con-
que no tiene..? (Sefialando la joro-
ba.)
JULIANA: Ni esto... su espalda parece
una dehesa de la Mancha.
LEONCIO: (Le viste de frente?
JULIANA: Y también de perfil... figd-
Tense vuestras mercedes cuAl serfa mi
sorpresa al observarle tan liso, tan
liso...
LUISA: Pero, sefior, entonces... 4qué
interés pudo tener mi tio en forjar esta
supercheria?
JULIANA: jY cémo ha disimulado!
LEONCIO: ;Y¥ los vestidos de don En-
rique..?, preciso es que su sastre haya
perdido la chaveta... jtodos son tananchos!
JULIANA: (Asustada.) Gente viene...
LUISA: (Idem.) Huyamos.
JULIANA: (Idem.) Huyamos.
LEONCIO: Espérense vuestras merce-
des, por la Virgen... si, que si quie-
res... la de siempre... apenas un ge-
neral en jefe es derrotado, todo su
estado mayor le abandona.
ESCENA XV
Don Leoncio y la Marquesa.
LEONCIO: jHola! ,Una dama? Ser sin
duda la Marquesa.
MARQUESA: Bien... pronto despa-
cho... pero es forzoso que yo le ha-
ble y que empecemos por conocer-
nos.
LEONCIO: (Aparte.) Maldita la falta
que hace.
MARQUESA: (Aparte.) jCémo! Este
figura ha sido quien ha prendado a
mi prima Anacleta hasta el punto de
casarse con él en secreto.
LEONCIO: (Aparte.) Examen tenemos.
MARQUESA: (Aparte.) Parece impo-
sible. Caballero, no necesito pregun-
tar a vuestra merced si tengo el gusto
de hablar con don Enrique de
Guzman... no puede vuestra merced
equivocarse... jOh!, no se asuste
vuestra merced... lo sé todo... conoz-
co vuestro secreto, y como buena pa-
Tiente trato de sacaros de este beren-
jenal.
LEONCIO: Muchisimas gracias... y a
fe mia... que no podia vuestra mer-
ced venir m4s a propésito... pero per-
mitame vuestra merced, sefiora, ex-
trafie ese interés... no habiéndonos
MARQUESA: Es verdad que no nos
hemos visto nunca; pero no por eso
dejamos de conocernos y estimarnos.
LEONCIO: Cierto... lo que es estimar-
nos... much muchisimo... con
todo, desearia...
MARQUESA: Una sola palabra va a
descifraros este enigma... soy la Mar-
quesa de Suero Fresco... {Est4 vues-
tra merced ya?
LEONCIO: Pues, jno he de estar?..
(Aparte,) Cada vez la entiendo me-
nos.
MARQUESA: Y ha hecho vuestra mer-
ced, divinamente en escribirme, y en
confirmar su penosa situacién... yo
sola, en efecto, podia salvaros... y
ya ve vuestra merced que no me duer-
mo en las pajas. El lunes recibf la
carta, y hoy estoy aqui... he andado
sesenta leguas en tres dias... no es
poco; pero, zqué no haré yo en obse-
quio de vuestra merced y de mi pri-
ma?
LEONCIO: (Aparte.) De su prima?
MARQUESA: Animo, pues amiguito...
fuera recelos... y empiece vuestra
merced por decirme, zen qué altura
se halla vuestra merced con don Ra-
mén y su sobrina?
LEONCIO: Bien... bastante bien... pero
permitame vuestra merced, Marque-
sa, una sola pregunta... un joven que
ha Hegado con vuestra merced es...
MARQUESA: ;Quién le ha dicho a
yuestra merced que es un joven?
LEONCIO: ;No es joven? (Aparte.)
Respiremos...
MARQUESA: Sepa vuestra merced que
el que ha llegado conmigo es... como
178quien no dice nada...
LEONCIO: ,Quién?
MARQUESA: Vuestro padre.
LEONCIO: Mi padre.
MARQUESA: El mismo; le he encon-
trado en la dltima posta, y cuando me
dijo que venia a unirse con vuestra
merced en esta casa, lo extrafié cier-
tamente, porque vuestra merced me
habia escrito lo contrario; pero...
{Cambié vuestra merced de plan, eh?
LEONCIO: Fué tan de repente... gaca-
so hice mal?
MARQUESA: No por cierto... mas vale
salir pronto del paso... y por eso... y
Por evitar una escena entre vuestras
mercedes... yo también mudé enton-
ces el mio... y abrazando un partido
desesperado se lo he descubierto todo...
todo absolutamente... ;no aprueba vues-
tra merced mi determinacién?
LEONCIO: Sin duda... (Aparte.) Esta
mujer con sus medias palabras me
acaba de volver loco.
MARQUESA: Primero se enfadé mu-
cho... como era natural... pero des-
pués viendo que el mal no tiene re-
medio acabé por conformarse y por
dar su consentimiento.
LEONCIO: Conque consiente... gy en
qué?
MARQUESA: En cuanto podemos de-
sear... con pequefias restricciones
que luego arreglaremos amigable-
mente... asi yo me encargo de todo
con respecto a don Ramén... y la
unica cosa que encargo a vuestra
merced es que obre siempre del
modo que hemos convenido.
LEONCIO: Bien... siempre del mismo
modo.
MARQUESA: Ahora debe vuestra mer-
ced ir a buscar a su padre, que tendr4
mucho deseo de abrazarle.
LEONCIO: 2A mi padre? Entend&mo-
nos... gel que ha venido con vuestra
merced?
MARQUESA: Pues... tome vuestra
merced esa calle de la izquierda, y
dar4 con él.
LEONCIO: {De la izquierda? Pues, se-
fior, media vuelta a la derecha... a
los pies de vuestra merced (Vdse.)
ESCENA XVI
La Marquesa, sola.
MARQUESA: jPobre Enrique!, no se
atreve a confesar abiertamente su
boda, ni aun después de haber obte-
nido el consentimiento de su padre...
tenfa raz6n mi prima cuando me es-
cribia que su marido era tan timido,
tan poquita cosa... pero también ca-
sarse uno dos veces, por no atreverse
a cantar de plano es llevar demasiado
lejos Ia falta de resolucién... En fin,
tratemos de inventar algin medio para
ahorrarle este doble trabajo... empe-
cemos por hablar a la sobrina de don
Ramén, y desengaiiarla... lo que no
seré nada dificil, respecto a que mi
sefior primo, a pesar de todo su mé-
rito moral, no es sin embargo un no-
vio fisico muy apetitoso.
ESCENA XVI
Dicha, don Leoncio y dona Luisa. Los
dos aparecen en el foro hablando entre
sf con mucho calor.
MARQUESA: jHola!, pues para ser tan
179timido no deja Enrique de manifestar
en sus ademanes cierto calor... Don
Enrique, no olvide vuestra merced lo
que le he dicho.
LEONCIO: No, sefiora... antes bien iba
yo a explicar ahora a esta sefiorita...
MARQUESA: Eso corre de mi cuenta...
Vea vuestra merced a su padre y...
{pero no es aquél que est4 allf parado
junto a la fuente?
LEONCIO: jAlli!, pies para que os quie-
ro. (Huye.)
LUISA: {Qué hace este hombre?
ESCENA XVIII
Dichas, menos don Leoncio.
MARQUESA: Creo, sefiorita... perdo-
ne vuestra merced mi franqueza... que
su novio de vuestra merced es un poco
original... extravagante.
LUISA: ¢Le conocerfa vuestra merced
por ventura?
MARQUESA: Si, mucho... y mas de lo
que vuestra merced y de toda su fa-
milia... me atrevo a preguntarla:
4Cémo encuentra vuestra merced al
bueno de don Enrique?
LUISA: Muy bien.
MARQUESA: jVaya!, no es vuestra
merced muy dificil... gy que le decia
a vuestra merced hace un instante?
LUISA: Bien puede vuestra merced adi-
vinarlo facilmente... representaba su
papel de novio... me hacia el amor.
MARQUESA: jOs hacia el amor!
LUISA: jJesis!... Desde esta mafiana no
hacia otra cosa... y todo se le vuelve
repetirme que me ama... que me ado-
ra... que me idolatra... y... vamos, pa-
tilla y cruzado, y vuelta a empezar.
180
MARQUESA: {Qué infamia!, engafiaros
de este modo.
LUISA: jEngafiarme! Veo con efecto
que vuestra merced est4 al corriente
de todo... pero tanquilicese vuestra
merced.. también yo lo estoy... y sé
que su disfraz y su joroba son meras
estratagemas que...
MARQUESA: jEstratagemas!
LUISA: S6lo adoptadas por algunos ins-
tantes para...
MARQUESA: ;Por algunos instantes!
Mucho tiene que sudar si quiere pres-
cindir alguna vez de semejantes es-
tratagemas.
LUISA: {Qué dice vuestra merced?
MARQUESA: Que nada hay mAs posi-
tivo ni més real que... (Sefialando la
espalda.)
LUISA: Conque seria en efecto...
MARQUESA: Toda su vida lo ha sido.
LUISA: Pues si Juliana, mi criada, que
le conoce hace mucho tiempo, me ha
asegurado lo contrario.
MARQUESA: Quiere decir que la ha
sobornado.... estas criadas son tan ten-
tadas de la risa que se las gana con.
;Pobre Anacleta!.. ello es una picar-
dia que... con todo, fiese vuestra
merced de mi, sefiorita... Yo seré
quien le arranque la mascara, y en su
presencia, y en la de Vs. todos seré
donde yo le confunda y anonade...
{Vea vuestra merced eso!.. un mico
semejante, y salir ahora con la gracia
de hacerse el amable, y de pegarsela
asu mujer!.. ;Bribén!, no sé como...
pero no quiero retardarme esta satis-
facci6n... soy... soy con vuestra mer-
ced dentro de dos minutos.ESCENA XIX
Doka Luisa, y después Juliana.
LUISA: No sé lo que me pasa... jenga-
flarme asi!.. jy esta Juliana en quien
yo confiaba tanto?.. ;Ah!
JULIANA: Sefiorita, toda va a pedir de
boca... y aunque ignoro como se ha
manejado el tal don Leoncio... lo cier-
to es que el caballero Guzman acaba
de volverse por donde habia venido,
y que la Marquesa....
LUISA: Estoy muy satisfecha de tu celo
y... puedes dirigirte al Mayordomo
para que te pague tus salarios, y des-
de este momento busca otra ama a
quien engafiar tan vilmente como a
mi.
JULIANA: {Qué oigo!, iyo despedida!,
iyo he engafiado a vuestra merced!
LUISA: O si quieres que te perdone,
confiésame al punto que este joven
no es el verdadero don Leoncio.
JULIANA: Por estas cruces...
LUISA: Confieza que su deformidad,
que sus defectos son verdaderos.
JULIANA: jQué!, sefiorita, glo quiere
vuestra merced jorobado?
LUISA: (Con impaciencia.} Si, sefiora,
Jo quiero, lo exijo, y sdlo a este pre-
cio podra vuestra merced obtener su
perdén. ;Lo ha entendido vuestra
merced?
JULIANA: Bueno... si vuestra merced
se empefia... (Aparte.) |Qué gusto tan
raro!
LUISA: ;Pues por qué lo negabas?
JULIANA: {Qué quiere vuestra merced?
Si yo hubiera podido imaginar que le
caian a vuestra merced en gracia es-
tos adefesios...
181
ESCENA XX
Dichas, don Ramén y don Leoncio.
LEONCIO: Si, sefior... no la dude vues-
tra merced... ella misma lo diré.
RAMON: Repito que no lo creo.
LEONCIO: Ahora se convencerd vues-
tra merced por sus propios oidos...
Vaya Luisita... hable vuestra merced
sin reserva... diga lo que siente sin
circunloquios ni rodeos... yo se lo
pido a vuestra merced.
LUISA: En ese supuesto, diré sin cir-
cunloquios ni rodeos que no le amo a
vuestra merced ni que le amaré ja-
mas.
LEONCIO: (Bajo.) {Dios mio!, es posi-
ble... Mire vuestra merced que se
engafia.
JULIANA: (A Leoncio.) Ahora ha dado
en esa flor.
RAMON: Ya sabia yo que con seme-
jante fisico...
LEONCIO: Pero, sefior, {de dénde pue-
da venir...
RAMON: {De dénde? Mirese vuestra
merced al espej
LEONCIO: ;Qué tiene que ver ahora..!
RAMON: ;Qué tiene que ver!, una
bagatela... pues, ,qué?, jno hay
més que cargar con un marido dis-
forme?
LEONCIO: jQué disforme ni qué ca-
labaza..!, tan disforme soy como
vuestra merced.
RAMON: Amigo, eso es ya mucho amor
propio, y una cosa es que yo a mi
edad no tenga ya pretensiones, y otra
que en punto a talle...
LEONCIO: Sobre todo, no puede ser
este el motivo que impulsé a esta se-fiorita...
LUISA: Si, sefior; no tengo otro.
LEONCIO: (Bajo a doria Luisa.) Vues-
tra merced, se chancea... vuestra
merced, que conoce la verdad...
LUISA: Porque la conozco, sé que sois,
en la realidad, lo que fingis ser.
LEONCIO: Esto es ya demasiado... Ju-
liana es buen testigo...
LUISA: Julianaes la primera que ha con-
venido en ello.
LEONCIO: jCémo!
JULIANA: Si, sefior, es verdad, que yo
he dicho que es vuestra merced, jo-
robado... gpero qué quiere vuestra
merced? Ha sido preciso... y le acon-
sejo a vuestra merced, que no se em-
pefie en sostener lo contrario; porque
nada adelantar4... aqui pierden el plei-
to todos los hombres derechos.
LEONCIO: Bien sabe Dios que todo esto
es griego para mi.
RAMON: Noes tampoco muy roman-
ce, que digamos, para los demas.
LUISA: (A don Leoncio.) Nada, sin
embargo, puede ser més claro; si
vuestra merced, me prueba que no es
contrahecho, ninguna dificultad ten-
go en casarme con vuestra merced.
LEONCIO: Si sélo consiste en eso... (Va
@ quitarse el capote.)
RAMON: ;Cémo!, jcémo! una estrata-
gema, un disfraz... deténgase vues-
tra merced, un momento, caballerito;
si vuestra merced, no es jorobado,
retiro mi palabra.
LUISA: Que se componga como pue-
da... pero si lo es, no le quiero.
RAMON: Y, si no lo es, tampoco yo.
LEONCIO: Ahora si que es imposible
salir del paso.
182
JULIANA: Pero por la Virgen, sefio-
res, algo ha de ser.
LEONCIO: Y ya veo que sea lo que sea,
corro igual riesgo... por eso, pido a
Vis. que no se fijen en lo que soy,
ni se acuerden de mi persona para
nada. No miren Vms. sino los senti-
mientos que me han hecho obrar... y
puesto que entrambos quieren cono-
cerme, sepan que no hay en este lan-
ce de real y verdadero. (A Luisa.) Sino
el amor que profeso a vuestra mer-
ced... (A don Ramén.) Sino el deseo
que tenia de merecer vuestro apre-
cio, y la mano de vuestra sobrina...
jAh, don Ramén!.. disimule vuestra
merced, miligereza... Ah, Luisita!,
no sea vuestra merced, inexorable...
perdéneme vuestra merced... de ro-
dillas se lo pido. (Se echa a sus pies.)
ESCENA ULTIMA
Dichos y la Marquesa.
MARQUESA: {Qué perfidia! ,Cémo---
después de lo que le he dicho... per-
mite vuestra merced, sefiorita, a sus
pies un seductor... un hombre casado...
RAMON: |Casado!
JULIANA: Otra joroba... éste es un
cuento de cuentos.
MARQUESA: Sf, sefior; Don Enrique
de Guzman el Bueno casado de se-
creto con mi prima dofia Anacleta
Ladrén de Guevara hace ya mds de
quince dias... ellos mismos me lo han
escrito, y s6lo por transigir este asunto
habia yo venido... pero la conducta
infame de este esposo indigno...
RAMON: (Con indignacién.) {Como,
caballero...LEONCIO: (A don Ram6n.) Por un mo-
mento... suspenda vuestra merced, la
anatema... (A todos.) Sefiores, sean
vuestras mercedes, testigos. Don En-
rique es casado, y esta sefiora lo ase-
gura... (A la Marquesa, levanténdo-
se.) ;Ah, Marquesa de mi alma, qué
buena es vuestra merced!, qué ama-
ble!, jqué bien decia vuestra merced,
que iba a ser mi protectora!
MARQUESA: Pero...
LEONCIO: ;Ah!, jqué lastima que no
sea vuestra merced, ya mi prima!
MARQUESA: {Qué dice vuestra merced?
LEONCIO: Que una vez que don Enrique
es casado, le vuelvo su nombre... y aun
tengo que hacerle otra restituci6n.
LUISA: jDon Leoncio!
LEONCIO: El propio... hacia tanto tiem-
po que habia dejado de serlo, que ya
me encuentro a mi mismo con algin
placer.
RAMON: ¢Pero no me explicarén vues-
tra merced?..
LEONCIO: Que habia tomado el nom-
bre y el talle de don Enrique... y ala
verdad que ningtn secreto me ha pe-
sado jamis tanto... Si un apellido co-
nocido y diez mil ducados de renta
con un corazén amante y consecuen-
te pueden disculpar este arrojo...
RAMON: ¢Pero quién es vuestra merced?
LEONCIO: Don Leoncio Mendoza, ofi-
183
cial de caballeria y nieto del Marqués
de Nueve Torres.
RAMON: Intimo amigo mio, juntos hi-
cimos la campafia de Orén; pero el
caso es, que Luisita es la que se ha
de casar... conque ella resolverd lo
que més rabia la dé. Con todo... ya
sabe vuestra merced, su antipatfa.
LUISITA: Contra don Enrique, sf; pero
ninguna tengo respecto a don Leoncio.
MARQUESA: jBravo!, me alegro infini-
to; porque, ciertamente, semejante dis-
fraz es ya una prueba terrible de amor.
LEONCIO: jLuisa mia!
RAMON: Si... es verdad... adoptar una
joroba a los veinte afios, y sobre todo
un joven a la moda... convengo que
es heroico, sublime, sobrenatural.
LEONCIO: Bérlense vuestras mercedes
cuanto quieran... nada me importa...
y puesto que mi joroba me ha pro-
porcionado la dicha de obtener la
mano de Luisita, jbien haya, amén,
mi joroba!
LUISA: Amén,
JULIANA: Amén y pese lo que pese.
LEONCIO: Ojala, que siendo desde hoy
un marido completamente a derechas,
no tenga que arrepentirse nunca de
haber sido un amante jorobado.
FIN DE LA COMEDIA.