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Les Wi hy a ~ FE amuautte jorobado, Comedia én Yn Aco, imitada fants : 7 Sf or Yona, Soptierns fe Ve $822, a ew hy FF We La pagina del titulo de una copia manuscrita de El amante jorobado, en la Biblioteca Municipal de Madrid. PERSONAJES: DON RAMON, tio y tutor DONA LUISA, amante de DON LEONCIO, oficial de caballeria LA MARQUESA JULIANA, criada de Dofia Luisa UN CRIADO, de Don Ramén. La escena es en la hacienda de campo de don Ramén no lejos de Madrid. El teatro representa una sala baja con vis- tas y puertas al jardin. ACTO UNICO ESCENA I Juliana sola con un cesto donde leva lo preciso para poner la mesa. JULIANA: ;Qué gresca!, jqué alboro- to!.. ;|Ay Dios mio y qué malo es ser doncella de la heredera mas rica de la provincia! Ocho dias hace que deja- mos el convento de Madrid para ve- nir a este pueblo, y ya hemos visto mas pretendientes... ms pretendien- tes.. que ahijados tiene un ministro... pero ninguno como don Leoncio... aquél si que era mi protegido... era tan amable, tan vivo, tan gracioso... y luego tan rico, y tan... pues, sefior, pongamos la mesa, porque ya se acer- ca la hora del desayuno... y, como iba diciendo, tan generoso que... mania fue sin embargo la suya de di- Tigirse a mi para hacer sus proposi- ciones en lugar de entenderse con don Ramén, el tio y tutor de la sefiorita... ya se ve... el tfo no hubiera querido encargarse de sus cartas... y yo se las daba a dofia Luisita con una pun- tualidad... con un gusto... el mismo que ella tenfa en leerlas y releerlas. iQué l4stima que esto se haya queda- do asi!.. esta picara ausencia... j¢6mo ha de ser!.. ahora ya tenemos hecha nuestra eleccién... y hoy, segiin pa- rece, llegar el novio; jpero, qué veo! jAquél no es don Leoncio? No hay duda... él es... gc6mo diablos se ha- bra atrevido..? ESCENA I Dicha y don Leoncio. LEONCIO: jJuliana! JULIANA: jSefiorito de mi vida!.. jVuestra merced aqui!.. pero salga- mos pronto de este cuarto... don Ra- mén y su sobrina tienen que venir a desayunarse, y... LEONCIO: No tengas miedo... nadie se ha levantado todavia. JULIANA: Pero no le ha dicho a vues- tra merced mi hermano... vaya... lo primero que hice cuando antes de ayer salié de aquf para Madrid, fué encar- garle que viese a vuestra merced y que le dijese... LEONCIO: Sf, sf, me ha visto, y me ha contado todo... y has de saber que me ha prometido ayudarme... por eso me le he trafdo, y... pero dime, mu- jer, gconque tu sefiorita va a ser sa- crificada? 166 JULIANA: Sacrificada no, sefior; va a ser casada. LEONCIO: Lo mismo es, siempre que no lo sea conmigo. JULIANA: Vuestra merced tiene la cul- pa, gpor qué no dijo vuestra merced que queria casaca? LEONCIO: Porque quise antes darme a conocer... ya sabes que Luisita no me ha visto nunca... JULIANA: {Cémo? Si ha estado siem- pre encerrada entre cuatro paredes. LEONCIO: Yo mismo ignoro cémo pude apercibirla, aquel dia de entrada, a pesar de las dos rejas, y entre el con- fuso laberinto de las tocas y adefe- sios... el hecho es, sin embargo, que la vi, y que desde entonces me ena- moré como un cadete. JULIANA: Como lo que era vuestra merced, si mal no me acuerdo. LEONCIO: Perdone vuestra merced, amiga mia, que yo haba salido a por- ta. JULIANA: ;C4spita!, jno es poca la di- ferencia! LEONCIO: jAh, y lo que yo hice para volver a mi adorada Luisa!.. yo me relacioné con el demandero, con el sacristén, con el hortelano... yo re- galé al capellén ms de veinte misas de a peseta... yo no falté ningin s4- bado a la bendita salve... yo... pero todo en vano, y si no hubiera sido por ti, Juliana mia, que quisiste en- cargarte alguna que otra vez de mis cartas... qué sé yo, donde hubiera ido a dar con la cabeza. JULIANA: ;Pobre sefiorito! LEONCIO: ;Casarse ahora con otro! jNo merecia yo se burlasen mis esperan- 167 zas!.. después de tantos afanes... de seis meses de amor y firmeza... JULIANA: Seis meses de firmeza... pues es por cierto un gran esfuerzo... alébese vuestra merced, por la gra- cia. LEONCIO: No, hija mia; pero es preci- so que en todo haya un poco de pro- porci6n, y que te hagas cargo de las diferentes complexiones... seis me- ses de constancia no seria ciertamen- te nada para un hombre ya machu- cho; para un mercader de la calle de Postas, por ejemplo... pero para un joven a la moda... no digo yo que sea demasiado; mas es bastante... bastan- te... si tu sefiorita me conociera, es- toy seguro que agradeceria esta prue- ba de... a propésito de agradecimien- to, gmis cartas la hacfan alguna im- presién? {Crees ri que esté dispues- ta a corresponderme? JULIANA: Me inclino a que si, porque aunque ella me regafiaba siempre que le entregaba alguna carta de vuestra merced, no por eso dejaba de dele- trearlas, y... también he observado que desde que no las recibe, est4... asf... como triste, y todo se la vuel- ve ir y venir y dar vueltas por donde yo estoy... como si esperara algo de mi. LEONCIO: ¢Y el novio, quién es? JULIANA: Un tal don Enrique... joven de mérito, segiin dicen... pero que ella no conoce tampoco... este enlace pro- yectado es un convenio de familia... una especie de venta... ella obedece... porque ya se ve... nosotras las don- cellas obedecemos siempre... mas si se presentara una ocasién favorable de llamarse andana... LEONCIO: A eso cabalmente he veni- do yo, y esa ocasién yo la haré na- cer. JULIANA: jVuestra merced!, gc6mo? éPor qué medio? LEONCIO: Por uno de comedia... ;Sa- bes ti lo que es comedia? JULIANA: {Pues no lo he de saber? LEONCIO: Ay es verdad, se me habia olvidado tu sexo. JULIANA: ;Y el medio que vuestra merced quiere emplear es muy intrin- cado? LEONCIO: Al contrario, muy sencillo. JULIANA: Y tiene siquiera alguna no- vedad? LEONCIO: Ninguna; antes bien es el mas usado de todos. JULIANA: ;Por qué no inventa vuestra merced uno que honre esa imagina- cién? LEONCIO: (Para qué? Lo que importa es conseguir el objeto... mira, hoy hace ocho dias que estuve en el tea- tro... se representaban dos piezas di- ferentes... en ambas empleaban los amantes iguales medios que el mio... y... por supuesto.., en ambas conclu- yeron por casarse, y por ser muy aplaudidos. JULIANA: Entonces... pero en fin... veamos cual es ese medio. LEONCIO: Escucha. {Por qué tio y so- brina no me aman todavia?.. porque no me han visto jamés... y bien... me apodero por derecho de conquista del nombre del novio, y me presento con impavidez... Luisita me ve y queda prendada de mi... nada més natural... en cuanto a don Ramon... le hablaré, 168 le adularé... su opinién ser4 siempre la mia; si le gusta correr liebres, so- fiaré con los galgos; si pasear a pie, me vers desde las siete de la mafia- na, con mi sombrer6n de paja y mi bast6n de rafz de alcornoque, subir y bajar vericuetos; jugaré con él a las damas, al burro, a la malilla; en fin haré tanto que cuando se presente el verdadero novio... habra aquél de sor- prenderse, de titubear, de temer que yo no sea el dichoso don Enrique, y al cabo tendra que dirigirse a su so- brina diciéndola en tono semitragico: “Adivina, si es que puedes, y elige a quien ta quieras”. La sobrina adivi- na... elige... desenlace obligado... matrimonio de caj6n, moraleja al can- to, y se concluye la comedia para que tenga principio mi positiva felicidad. JULIANA: Bravisimo. LEONCIO: ;Ves, Juliana, cémo ti eres la primera que aplaudes la comedia? JULIANA: Temo con todo que no pue- da vuestra merced representar largo tiempo papel tan dificil... con vues- tra cabeza y aturdimiento... jugar a la malilla... hablar formalmente... LEONCIO: Tranquilizate... conozco bastante el precio del premio que es- pero, para que yo no haga un esfuer- 20; pero no perdamos tiempo, corre, y anuncia mi Ilegada. JULIANA: ,Cémo si fuerais don Enri- LY en ese traje? LEONCIO: {Donde quieres que yo a estas horas vaya a buscar otro? JULIANA: Espere vuestra merced... ca- balmente llegé anoche el ordinario de Huete con la maleta del novio, y me parece que la deposité en la sala de las cornucopias. LEONCIO: Mejor; asi podré represen- tar el don Enrique con propiedad. Dénde esté esa sala de las cornuco- pias? JULIANA: Mi hermano le ensefiaré a vuestra merced el camino. LEONCIO: Adiés, pues... ah, entrega 169 a tu Sefiorita estas cuatro letras. JULIANA: No sé si me atreva. LEONCIO: ;Tonterfa!.. ,no ves que es pre-ciso instruirla a fondo del proyec- to? JULIANA: Sin embargo... LEONCIO: Vaya, no seas pinturera... toma la carta... y toma de paso esta posdata... (La abraza y vase corrien- do.) =e 49 ESCENA IIT Juliana sola. JULIANA: Don Leoncio, don Leoncio, ghablaré también a mi sefiorita de la posdata? Vamos, este joven es cier- tamente muy amable, y si yo estuvie- ra enel lugar de dofia Luisita... pero chis, que ella viene... jqué léstima! Un minuto antes y se hacia el reco- nocimiento. ESCENA IV Dicha y dofia Luisa. LUISA: jOcho dias sin ver letra suya!.. No hay remedio... me ha olvidado y nunca debi esperar otro desenlace. JULIANA: Sefiorita... ;Ah, cémo me alegro que su tfo de vuestra merced no haya bajado todavia! LUISA: {Por qué?, ,qué hay de nuevo? JULIANA: Mucho y bueno... suceden en este mundo cosas... LUISA: Acaba de explicarte. JULIANA: Para principiar, tome vues- tra merced esta carta... ya adivinara vuestra merced de quién... LUISA: jCémo! ;De é1?... quiero de- cir... jde don Leoncio! Yo te habia prohibido, sin embargo, de que te en- cargases de semejantes papeles... en el convento era otra cosa... pero en casa de mi tio... JULIANA: Es cierto; pero asi como asi es la ultima, y... LUISA: {La ultima? (Tomdndola.) JULIANA: Si, sefiora... y luego como él mismo la ha trafdo. LUISA: {Qué dices! ;E1 la ha traido? JULIANA: Pues... ya se ve... es tan duro esto de negar un favor cara a cara. LUISA: 7Y donde esté? JULIANA: No tardaré media hora en y es tan vivo, tan alegre... ro sin el consentimiento de fo... {qué proyectos pueden ser los suyos? JULIANA: Lea vuestra merced y lo sa- bra. LUISA: Tiemblo como un azogado... (Lee para st.) JULIANA: No sé por qué... (Acabando de poner la mesa.) Estas cosas salen siempre bien. LUISA: {Qué imprudencial, atreverse a presentarse en esta casa con el nom- bre de don Enrique... ;Y puede figu- rarse que yo habfa de contribuir a tan extravagante supercheria? JULIANA: Nada se exige de vuestra merced, sino que vea y calle. LUISA: Corriente; pero si se sospecha algo, mira que yo me lavo las ma- nos, y... JULIANA: Bueno, yo seré la pasta de almendras. LUISA: Es que lo avis6 antes... JULIANA: Disimule vuestra merced; el amo llega. ESCENA V Dichas y don Ramén. RAMON: No importa, no importa; que se prepare de todos modos el cuar- to... habr4 malditos... siempre hay que estar encima... ;Ah!, buenos dfas, Luisita. LUISITA: {Qué tiene vuestra merced, tio? 170 RAMON: Nada, hija mfa, nada... no se acordaban de arreglar el cuarto que ha de ocupar don Enrique... y por eso Jes refiia un poco... verdad es que no se sabe a punto fijo cuando llega... pero estando ahi su maleta... JULIANA: {Sirvo el desayuno? RAMON: Como gustes... siéntate, Lui- sita... jHola!, veo con placer que des- de que esperamos un novio, se ade- lanta el tocador. LUISA: Protesto a vuestra merced... RAMON: cY qué mal hay en eso? An- tes es bien hecho no dejarse uno sor- prender, y... por lo mismo quisiera hablarte ahora de tu don Enrique, y... prevenirte de cierta pequefia circuns- tancia que... LUISA: Quizé, ya no le conviene a vues- tra merced este enlace... RAMON: Si por cierto, y mucho... es un partido sumamente ventajoso... pero el padre del novio, antiguo ami- go mio, y que est ahora precisamen- te en Madrid, me acaba de escribir una particularidad que... que siem- pre es bueno que ti no ignores, y de la que... yo hubiera deseado que se nos hubiera hablado antes. LUISA: ;Y cuél es? RAMON: Una bagatela... sobre todo para ti que no eres ninguna casquiva- Na... y que no te cuidas mucho de las ventajas exteriores. LUISA: ;Vaya, que ser horrible! RAMON: No tanto como horrible... al contrario su padre asegura que su fi- gura es muy apreciable, pero. (Aparte.) El diablo me lleve si sé como decirselo. LUISA: ¢Pero, qué? RAMON: Pero afiade que su cuerpo... LUISA: Que su cuerpo... RAMON: Es también bastante bien for- mado... mirado sobretodo por delan- te... que es lo principal... aunque por detras... LUISA: (Asustada.) Seria por ventura... JULIANA: (Idem.) Dios mio... {sf sera jorobado? RAMON: Ti lo has dicho, Juliana... pero no hay que olvidar que se cono- cen muchas especies de jorobas... y que la suya... segiin dicen... es de las menos desagradables. LUISA: (Aparte las dos.) ;¥ don Leoncio que no sabe esta circunstan- cia! Juliana, ,qué haremos? JULIANA: Si se le pudiera avisar... RAMON: {Dénde vas, muchacha? JULIETA: Voy... por los postres. RAMON: Todavia no hacen falta... es- pérate; pero, jqué macilenta de te has quedado, Luisa!.. vaya... no hay que apurarse... ti verds, o por mejor de- cir, té oirés a don Enrique, y si abso- lutamente te disgusta... LUISA: (Aparte.) Dios mio... si Leoncio se retardara... ESCENA VI Dichos y un criado. CRIADO: EI sefior don Enrique acaba de apearse de su caballo. RAMON: (Aparte.) jCAspita!... si me descuido... Que sea muy bien veni- do... anda, dile que le esperamos con impaciencia. LUISA: Pues en cuanto a mi, permfta- me vuestra merced, tfo mio, que me retire... estoy tan turbada... tan atur- dida... me seria imposible... y sobre todo, cualquiera cosa que suceda... crea vuestra merced que yo no sabia nada. ;Ah! Juliana, mira ti c6mo no podia esto acabar en bien. ESCENA VI Don Ramén y Juliana. RAMON: ;Qué quiere decir esta mu- chacha? Juliana, me podras explicar... JULIANA: Yo... sefior... ciertamente... tampoco sabia nada... y bien sabe Dios... RAMON: ;También ti te embrollas?.. ivamos!, est4 visto, este jorobado hace perder la chaveta a toda la casa. ESCENA VIII Dichos, don Leoncio con un capote de cuellos y una joroba bastante visible. RAMON: Mi querido sobrino... LEONCIO: Amado ti JULIANA: (Da un grito.) jJesis! LEONCIO: ;Qué le ha sucedido a vues- tra merced, nifia?.. no parece sino que es la vez primera que vuestra merced encuentra un... novio. Yo creo, sin embargo, que todos pocos mas o me- nos se van alla. JULIANA: (Aparte.) Lo dicho dicho: este hombre es brujo. LEONCIO: Venga otro abrazo, tio y sefior... otro todavia. RAMON: Y otros mil si por mi gusto vaya, vaya, qué gordo y no puede vuestra merced ne- gar la pinta... vuestra merced es... LEONCIO: El mismo; nadie me ha ro- bado en el camino. RAMON: Quiero decir que vuestra mer- ced es un vivo retrato de su padre... LEONCIO: Siempre hay cierto aire de familia... RAMON: Su padre de vuestra merced me escribié el ultimo correo, y me hablaba de yo no sé qué encargo para vuestra merced... que por cierto he olvidado... ,dénde se me habré esca- bullido esta carta? LEONCIO: No se moleste vuestra mer- ced, ya parecera. RAMON: Ahora me acuerdo que la he de tener en el cajén de aquella mesa. JULIANA: (Bajo.) ;{Cémo! Sefiorito, gqué es esto? cién, revista, corregida, y considera- blemente aumentada. JULIANA: {Pero quién ha podido ad- vertir a vuestra merced..? LEONCIO: ,Quién? El mismo vestido del novio que me hiciste tomar... la espalda izquierda con una almohadi- lla... laderecha con un hueco que era preciso Ilenar... todo esto saltaba a los ojos... y slo un ciego hubiera dejado de conocer que don Enrique era... y bien, amado tio, japarecié ya esa carta? RAMON: {No habia de parecer... dice asi: “Acabo de escribir a mi hijo que inmediatamente se te presente, y, por mi cuenta, Ilegar4 a tu casa a fines de la semana”. LEONCIO: ;Y hoy qué es? JULIANA: Sébado. LEONCIO: jCéspita! RAMON: “También te anuncio para la misma época, poco mAs o menos, la visita de la Marquesa viuda de Suero 172 Fresco, intima amiga mia, y que se propone asistir a la boda: dicelo a Enrique, etcétera, etcétera”... Esto era lo que yo decia que se me habia olvidado... ;Supongo que vuestra merced conoce a la Marquesa? LEONCIO: ,Quién? Yo... ala Marque- sa... RAMON: Pero, qué estoy preguatan- do?.. no la puede vuestra merced co- nocer, porque recién casada se la lle- v6 su marido a Cacabelos, y... pero ahora, si se detiene aqui algunos dias, podra hacerse el conocimiento, y... LEONCIO: Le aseguro a vuestra mer- ced que soy tan poco curioso... RAMON: Sin embargo, la Marquesa es una sefiora, segin me han informa- do, muy amable, y de tan buena so- ciedad que... LEONCIO: Cabalmente, no soy gran partidario de la sociedad ni de visitas ni... RAMON: Lo siento, porque a mi me gustan mucho, sobre todo cuando es- toy en el campo. LEONCIO: jOh!, eso es diferente... en el campo sabe muy bien tener uno con quien hablar... (Aparte.) ;Dénde es- tara mi Luisita? RAMON: No digo yo que no sea muy bueno poderse uno bastar a si mis- mo... LEONCIO: Muy bueno, muy bueno. RAMON: Y que el que posee algunas habilidades... LEONCIO: Cierto... para eso mi padre nunca me ha adulado... “Hijo mio, me decfa, ti eres un bonito mucha- cho, un gallardo caballero, pero esto no basta; se necesita cultivar el en- oe tendimiento, y adornarse con ciertas habilidades”... ;Podré yo saber, tio mio, cudles son las que prefiere vues- tra sobrina? RAMON: En primer lugar, el dibujo... LEONCIO: Precisamente es mi fuerte... tengo en mi corazén el sentimiento de lo bello... y me gustan tanto las bellas proporciones como las bellas formas. RAMON: Pues no es poca fortuna, por- que dudo mucho que otros gustos pue- dan ser de manera alguna del vues- tro... El baile por ejemplo. LEONCIO: jCémo!... cabalmente bai- jo a las mil maravillas... he tenido los mejores maestros de la capital, Beline, Loli... vamos, aseguro a vues- tra merced que no he bailado vez en mi vida que no haya llamado la aten- cién. RAMON: Lo creo. {Le gusta a vuestra merced el baile? ;Cudnto me alegro! LEONCIO: Porque ha de saber vuestra merced que yo me aventajo en todos aquellos ejercicios que requieren cier- la gracia en el cuerpo, cierta agili- dad... gpero dénde esta la preciosa Luisita? ~Cémo no tenemos el gusto de verla? RAMON: Estaré en el jardin... si vues- tra merced quiere, podremos recorrer todos sus paseos, y al cabo daremos con ella. LEONCIO: (Aparte.) Eso seria muy lar- go. No me parece que se puede juz- gar bien de las bellezas de un jardin examinandolas calle por calle... bas- ta una simple ojeada sobre su totali- dad para... RAMON: jOiga!, es vuestra merced conocedor? LEONCIO: Me agradan infinito los par- ques y jardines, pero no en detalle. RAMON: Tiene vuestra merced mil ra- Zones, y supuesto que es vuestra mer- ced, tan inteligente, ahora le ensefia- ré a vuestra merced el plan de mi posesion, y... Juliana, traéme aquel pliego de papel marquilla que esté sobre mi bufete. LEONCIO: (Aparte.) Vaya, esta visto: no veré a Luisa en toda la majiana. JULIANA: {Es éste? RAMON: Este. Examine vuestra mer- ced, querido mio, este plan con aten- cién. LEONCIO: Magnifico, sublime... ;cuan- tas fanegas de tierra? RAMON: (Con alegria.) Ciento y se- senta. LEONCIO: |Ciento y sesenta! Gran gus- to es recorrer... asi... sobre el pa- pel... tanto terreno. ,Y qué significa esta mancha verde que hay aqui en medio? RAMON: jQué!, no lo adivina vuestra merced? LEONCIO: Si, sefior... el estanque... bien dicen que no puede haber buen jardin sin estanque. RAMON: (Picado.) Desgraciadamente no es el estanque, porque no tengo ninguno. LEONCIO: jYa!.., no le tendra vuestra merced porque no le gustaran. RAMON: (Picado.) No, seiior. No lo tengo por falta de sitio a propésito; si vuestra merced, hubiera puesto al- gun cuidado... LEONCIO: De sitio a propésito... zY en ciento y sesenta fanegas? ... eso es imposible... Yo se lo buscaré a vuestra merced... ,qué es este redon- delito negro? RAMON: Una montafia artificial. LEONCIO: zY qué falta nos hace una montafia? Lo que sobran cabalmente son montafias en todas partes. RAMON: Sf, pero... LEONCIO: Créame vuestra merced; quiteme vuestra merced, esa monta- fia y péngame un lago. RAMON: ;Un lago! LEONCIO: Pues, un lago... no como el de Ginebra sino como... RAMON: Pero, sefior, gcon qué se Ile- na? LEONCIO: Pondremos primero un bar- quichuelo... esto siempre ocupa lu- gar. RAMON: cY para pasearse? LEONCIO: Se pasea uno los dias de tem- porada; en el campo nunca falta agua cuando Ilueve... (Mira al foro.) {Cie- los! RAMON: {Qué ha visto vuestra merced? LEONCIO: Nada... crei haber repara- do al fin de la arboleda... (Aparte.) iElla es! jNo hay duda, es mi Luisa! RAMON: ;Toma!, es el laberinto. LEONCIO: jCémo saldria yo de este laberinto! RAMON: Tomando aqui sobre la dere- cha. LEONCIO: (Aparte.) Es indispensable que yo la hable y que conozca mi suerte. RAMON: Y siempre sobre la derecha.... LEONCIO: (Aparte.) Este es un cuento de cuentos... RAMON: Lograria vuestra merced al cabo evadirse... LEONCIO: Del enemigo el consejo. 174 Durante toda esta escena, Juliana ha estado haciendo sefas a don Leoncio, y cuando éste se va, quiere detenerle, pero no lo consigue. JULIANA: |Qué cabeza! ESCENA IX Don Ramén y Juliana. RAMON: Y llegaria vuestra merced a este otro redondel que es una plazo- leta de naranjos... gpero, y Enrique?... id6nde se ha metido este Enrique?.. {dénde se ha ido?.. Juliana, ;no me dirs ti? JULIANA: Yo... no por cierto... esta- ba tan preocupada con el tal laberinto que... RAMON: Viste en tu vida semejante bullebulle?.. jqué ligereza!, jqué atur- dimiento!.. vamos, lo mismo le su- cede a este hombre el ser jorobado, que... JULIANA: Todo es hacerse la vista. RAMON: Es un petimetre... un petime- tre con joroba y sin otra diferencia... su padre me escribié que apenas se le conocfa; pero yo... hasta ahora, s6lo he visto esto que sobresalga en su per- sona... Juliana, dile a mi sobrina que deseo hablarle al instante. JULIANA: Voy al punto. (Aparte.) Me parece que cuando don Leoncio arre- glaba su espalda, se le ha ido un poco la mano... le diré de paso que la re- forme un si es no es. 175 ESCENA X Don Ramén solo. RAMON: Pues, sefior... este enlace es demasiado chocante... me harfa la f4- bula de toda 1a provincia... y ademas sacrificarfa a mi pobre Luisa... Dios me libre... {Lindo marido le propor- cionaba!.. un tronera, un tronera, un badulaque... que habla sin reflexio- nar, que responde sin oir, y que en menos de cinco minutos dice mil ex- travagancias... mucho quiero, a la verdad, a su padre, pero, jcAspita!.. no tanto que... si me ocurriese un medio para desembarazarme de este original... La Marquesa que es ami- ga del padre podria muy bien servir- me en esta ocasién... Quiza no tarde en llegar, y entonces... ESCENA XI Dicho y dofia Luisa al pao. LUISA: (Aparte.) Todavia me siento conmovida con sus discursos... ;qué amable es! Bien me lo decfa Juliana... RAMON: Ven, hija mia, acércate, y hablaremos sin rebozo. LUISA: {Me llamaba vuestra merced, tio? RAMON: Si, tu ausencia me inquieta- ba... y bien, se te ha pasado ya el susto? LUISA: Confieso que fue una debilidad imperdonable, una verdadera nifiada que... RAMON: No, no... la cosa es més se- ria de lo que a ti te parece, y exige alguna reflexién... esto cuando me- nos indica siempre una cierta repug- nancia... LUISA: Es que... sin embargo, acabo de verle, y empiezo a creer... RAMON: No digas més, hija mia, que ya sé yo dénde vas a parar. LUISA: Pero... RAMON: Veo que te sucede lo que al amo... que no lo puedes sufrir. LUISA: Luego, vuestra merced, le en- cuentra... RAMON: Horroroso, disforme... LUISA: Con todo... cuando habla... RAMON: Entonces es mil veces peor, y se puede asegurar que tiene el en- tendimiento tan contrahecho como el talle... {Qué vaciedades ensarta!, qué espiritu de contradiccién!.. pero tran- quilizate, Luisita... (La abraza.) Me interesa demasiado tu felicidad para titubear un solo instante... voy a ocuparme en hallar un medio de reti- rar la palabra empefiada sin ofender, en lo posible, la delicadeza de mi an- tiguo amigo... de todos modos, la cul- pa nunca sera mia, y si suya, y muy suya... por qué diablos ha ido a en- gendrar un hijo tan jorobado? LUISA: Tio, tio... escuche vuestra mer- ced. ESCENA XII Dora Luisa, sola. LUISA: Si, a la otra puerta... zy ahora qué partido abrazaremos?.. ;qué sé yo? Lo cierto es que Leoncio lo ha echado a perder todo con su maldita estratagema, y que... 176 ESCENA XIII Dicha y don Leoncio. LEONCIO: ;Habl6 vuestra merced, ya con su tio?.. Supongo que si, y que le tendremos més blando que un guante. LUISA: No tanto como eso; antes bien... LEONCIO: ;Toma!.. si lo decia yo... dos palabras mias, y el hombre que- daba vencido, subyugado... pero no perdamos tiempo tan precioso... apre- suremos los preparativos... simplifi- quemos las ceremonias, y que hoy mismo... LUISA: jHoy! LEONCIO: O mafiana muy temprano a més tardar... tengo una prisa... LUISA: Sin embargo, amigo mio, vues- tra merced cuenta sin la huésped: LEONCIO: Expliquese vuestra merced. LUISA: Y asf, bueno es que sepa que mi tio aunque vencido y subyugado... aunque mas blando que un guante... con todo... ha salido ahora por el re- gistro de.. LEONCIO: ;Solicitar prérroga? LUISA: No, sefior... de negar la licen- cia. LEONCIO: Imposible, sefiorita, impo- sible. LUISA: Vuestra merced, lo creera cuan- do reciba sus pasaportes. LEONCIO: Repito que es imposible... cabalmente hice un estudio positivo en ganarle la voluntad. LUISA: Pues se le ha lucido a vuestra merced. LEONCIO: Pero, en fin, ,en qué funda tamazfia injusticia? LUISA: En que encuentra a vuestra merced, feo, repugnante, horroroso, (Riéndose.) ;De veras? LUISA: jSe rie vuestra merced! LEONCIO: Y con raz6n... semejante panegirico en boca de su tio de vues- tra merced nos salva a entrembos. LUISA: ¢Por qué? LEONCIO: Porque manifiesta que no tiene la predileccién que yo me temia por los jorobados... y en este caso, yo me quedaré, a su debido tiempo, como la palma de la mano, en tanto que el verdadero don Enrique no po- dr deshacerse aunque quiera, de sus altos y bajos... jOh, qué noticia tan agradable, amada mfa! Ahora s{ que yo desafio a todas las corcovas de este mundo... vengan, vengan enhorabue- fa... ora sean chatas... ora en pira- mide... ora en... ESCENA XIV Dichos y Juliana. JULIANA: Ay, sefiorita de mi alma... cayése la casa a cuestas. LUISA: jDios mfo! {Otro embarazo? LEONCIO: ;Qué puede haber sucedi- do? JULIANA: Que acaban de llegar un ca- ballero y una sefiora. LEONCIO: ¢Y bien? JULIANA: Y que sospecho que el caba- lero es el novio. LEONCIO: jSanta Barbara! JULIANA: {No es Guzmén su apelli- do? LUISA: Sf; Guzman el Bueno. LEONCIO: Por supuesto; nunca va lo uno sin lo otro. JULIANA: Pues precisamente he ofdo 177 anunciar en este instante la legada de la Marquesa de Suero Fresco, y del caballero Guzman. LEONCIO: No hay sospechas enton- ces... él es. LUISA: Perdidos somos... jy en este apuro, sefior don Leoncio, cémo sal- dré vuestra merced del paso? LEONCIO: Muy facilmente... ;Dime, Juliana, has visto ti a mi rival? JULIANA: De pies a cabeza. LEONCIO: Y vaya... sin lisonja... gual de los dos es mas feo? JULIANA: Vuestra merced con tercio y quinto. LEONCIO: Vamos, mujer, no embro- mes. Quiero decir que cual de los dos es mas jorobado. JULIANA: Vuestra merced, sefiorito, vuestra merced. LEONCIO: Cémo? JULIANA: No admite comparaci6n... el otro es de hermosa presencia... alto... derecho... con la cabeza erguida. LEONCIO: ;Qué estas charlando! ;Con- que no tiene..? (Sefialando la joro- ba.) JULIANA: Ni esto... su espalda parece una dehesa de la Mancha. LEONCIO: (Le viste de frente? JULIANA: Y también de perfil... figd- Tense vuestras mercedes cuAl serfa mi sorpresa al observarle tan liso, tan liso... LUISA: Pero, sefior, entonces... 4qué interés pudo tener mi tio en forjar esta supercheria? JULIANA: jY cémo ha disimulado! LEONCIO: ;Y¥ los vestidos de don En- rique..?, preciso es que su sastre haya perdido la chaveta... jtodos son tan anchos! JULIANA: (Asustada.) Gente viene... LUISA: (Idem.) Huyamos. JULIANA: (Idem.) Huyamos. LEONCIO: Espérense vuestras merce- des, por la Virgen... si, que si quie- res... la de siempre... apenas un ge- neral en jefe es derrotado, todo su estado mayor le abandona. ESCENA XV Don Leoncio y la Marquesa. LEONCIO: jHola! ,Una dama? Ser sin duda la Marquesa. MARQUESA: Bien... pronto despa- cho... pero es forzoso que yo le ha- ble y que empecemos por conocer- nos. LEONCIO: (Aparte.) Maldita la falta que hace. MARQUESA: (Aparte.) jCémo! Este figura ha sido quien ha prendado a mi prima Anacleta hasta el punto de casarse con él en secreto. LEONCIO: (Aparte.) Examen tenemos. MARQUESA: (Aparte.) Parece impo- sible. Caballero, no necesito pregun- tar a vuestra merced si tengo el gusto de hablar con don Enrique de Guzman... no puede vuestra merced equivocarse... jOh!, no se asuste vuestra merced... lo sé todo... conoz- co vuestro secreto, y como buena pa- Tiente trato de sacaros de este beren- jenal. LEONCIO: Muchisimas gracias... y a fe mia... que no podia vuestra mer- ced venir m4s a propésito... pero per- mitame vuestra merced, sefiora, ex- trafie ese interés... no habiéndonos MARQUESA: Es verdad que no nos hemos visto nunca; pero no por eso dejamos de conocernos y estimarnos. LEONCIO: Cierto... lo que es estimar- nos... much muchisimo... con todo, desearia... MARQUESA: Una sola palabra va a descifraros este enigma... soy la Mar- quesa de Suero Fresco... {Est4 vues- tra merced ya? LEONCIO: Pues, jno he de estar?.. (Aparte,) Cada vez la entiendo me- nos. MARQUESA: Y ha hecho vuestra mer- ced, divinamente en escribirme, y en confirmar su penosa situacién... yo sola, en efecto, podia salvaros... y ya ve vuestra merced que no me duer- mo en las pajas. El lunes recibf la carta, y hoy estoy aqui... he andado sesenta leguas en tres dias... no es poco; pero, zqué no haré yo en obse- quio de vuestra merced y de mi pri- ma? LEONCIO: (Aparte.) De su prima? MARQUESA: Animo, pues amiguito... fuera recelos... y empiece vuestra merced por decirme, zen qué altura se halla vuestra merced con don Ra- mén y su sobrina? LEONCIO: Bien... bastante bien... pero permitame vuestra merced, Marque- sa, una sola pregunta... un joven que ha Hegado con vuestra merced es... MARQUESA: ;Quién le ha dicho a yuestra merced que es un joven? LEONCIO: ;No es joven? (Aparte.) Respiremos... MARQUESA: Sepa vuestra merced que el que ha llegado conmigo es... como 178 quien no dice nada... LEONCIO: ,Quién? MARQUESA: Vuestro padre. LEONCIO: Mi padre. MARQUESA: El mismo; le he encon- trado en la dltima posta, y cuando me dijo que venia a unirse con vuestra merced en esta casa, lo extrafié cier- tamente, porque vuestra merced me habia escrito lo contrario; pero... {Cambié vuestra merced de plan, eh? LEONCIO: Fué tan de repente... gaca- so hice mal? MARQUESA: No por cierto... mas vale salir pronto del paso... y por eso... y Por evitar una escena entre vuestras mercedes... yo también mudé enton- ces el mio... y abrazando un partido desesperado se lo he descubierto todo... todo absolutamente... ;no aprueba vues- tra merced mi determinacién? LEONCIO: Sin duda... (Aparte.) Esta mujer con sus medias palabras me acaba de volver loco. MARQUESA: Primero se enfadé mu- cho... como era natural... pero des- pués viendo que el mal no tiene re- medio acabé por conformarse y por dar su consentimiento. LEONCIO: Conque consiente... gy en qué? MARQUESA: En cuanto podemos de- sear... con pequefias restricciones que luego arreglaremos amigable- mente... asi yo me encargo de todo con respecto a don Ramén... y la unica cosa que encargo a vuestra merced es que obre siempre del modo que hemos convenido. LEONCIO: Bien... siempre del mismo modo. MARQUESA: Ahora debe vuestra mer- ced ir a buscar a su padre, que tendr4 mucho deseo de abrazarle. LEONCIO: 2A mi padre? Entend&mo- nos... gel que ha venido con vuestra merced? MARQUESA: Pues... tome vuestra merced esa calle de la izquierda, y dar4 con él. LEONCIO: {De la izquierda? Pues, se- fior, media vuelta a la derecha... a los pies de vuestra merced (Vdse.) ESCENA XVI La Marquesa, sola. MARQUESA: jPobre Enrique!, no se atreve a confesar abiertamente su boda, ni aun después de haber obte- nido el consentimiento de su padre... tenfa raz6n mi prima cuando me es- cribia que su marido era tan timido, tan poquita cosa... pero también ca- sarse uno dos veces, por no atreverse a cantar de plano es llevar demasiado lejos Ia falta de resolucién... En fin, tratemos de inventar algin medio para ahorrarle este doble trabajo... empe- cemos por hablar a la sobrina de don Ramén, y desengaiiarla... lo que no seré nada dificil, respecto a que mi sefior primo, a pesar de todo su mé- rito moral, no es sin embargo un no- vio fisico muy apetitoso. ESCENA XVI Dicha, don Leoncio y dona Luisa. Los dos aparecen en el foro hablando entre sf con mucho calor. MARQUESA: jHola!, pues para ser tan 179 timido no deja Enrique de manifestar en sus ademanes cierto calor... Don Enrique, no olvide vuestra merced lo que le he dicho. LEONCIO: No, sefiora... antes bien iba yo a explicar ahora a esta sefiorita... MARQUESA: Eso corre de mi cuenta... Vea vuestra merced a su padre y... {pero no es aquél que est4 allf parado junto a la fuente? LEONCIO: jAlli!, pies para que os quie- ro. (Huye.) LUISA: {Qué hace este hombre? ESCENA XVIII Dichas, menos don Leoncio. MARQUESA: Creo, sefiorita... perdo- ne vuestra merced mi franqueza... que su novio de vuestra merced es un poco original... extravagante. LUISA: ¢Le conocerfa vuestra merced por ventura? MARQUESA: Si, mucho... y mas de lo que vuestra merced y de toda su fa- milia... me atrevo a preguntarla: 4Cémo encuentra vuestra merced al bueno de don Enrique? LUISA: Muy bien. MARQUESA: jVaya!, no es vuestra merced muy dificil... gy que le decia a vuestra merced hace un instante? LUISA: Bien puede vuestra merced adi- vinarlo facilmente... representaba su papel de novio... me hacia el amor. MARQUESA: jOs hacia el amor! LUISA: jJesis!... Desde esta mafiana no hacia otra cosa... y todo se le vuelve repetirme que me ama... que me ado- ra... que me idolatra... y... vamos, pa- tilla y cruzado, y vuelta a empezar. 180 MARQUESA: {Qué infamia!, engafiaros de este modo. LUISA: jEngafiarme! Veo con efecto que vuestra merced est4 al corriente de todo... pero tanquilicese vuestra merced.. también yo lo estoy... y sé que su disfraz y su joroba son meras estratagemas que... MARQUESA: jEstratagemas! LUISA: S6lo adoptadas por algunos ins- tantes para... MARQUESA: ;Por algunos instantes! Mucho tiene que sudar si quiere pres- cindir alguna vez de semejantes es- tratagemas. LUISA: {Qué dice vuestra merced? MARQUESA: Que nada hay mAs posi- tivo ni més real que... (Sefialando la espalda.) LUISA: Conque seria en efecto... MARQUESA: Toda su vida lo ha sido. LUISA: Pues si Juliana, mi criada, que le conoce hace mucho tiempo, me ha asegurado lo contrario. MARQUESA: Quiere decir que la ha sobornado.... estas criadas son tan ten- tadas de la risa que se las gana con. ;Pobre Anacleta!.. ello es una picar- dia que... con todo, fiese vuestra merced de mi, sefiorita... Yo seré quien le arranque la mascara, y en su presencia, y en la de Vs. todos seré donde yo le confunda y anonade... {Vea vuestra merced eso!.. un mico semejante, y salir ahora con la gracia de hacerse el amable, y de pegarsela asu mujer!.. ;Bribén!, no sé como... pero no quiero retardarme esta satis- facci6n... soy... soy con vuestra mer- ced dentro de dos minutos. ESCENA XIX Doka Luisa, y después Juliana. LUISA: No sé lo que me pasa... jenga- flarme asi!.. jy esta Juliana en quien yo confiaba tanto?.. ;Ah! JULIANA: Sefiorita, toda va a pedir de boca... y aunque ignoro como se ha manejado el tal don Leoncio... lo cier- to es que el caballero Guzman acaba de volverse por donde habia venido, y que la Marquesa.... LUISA: Estoy muy satisfecha de tu celo y... puedes dirigirte al Mayordomo para que te pague tus salarios, y des- de este momento busca otra ama a quien engafiar tan vilmente como a mi. JULIANA: {Qué oigo!, iyo despedida!, iyo he engafiado a vuestra merced! LUISA: O si quieres que te perdone, confiésame al punto que este joven no es el verdadero don Leoncio. JULIANA: Por estas cruces... LUISA: Confieza que su deformidad, que sus defectos son verdaderos. JULIANA: jQué!, sefiorita, glo quiere vuestra merced jorobado? LUISA: (Con impaciencia.} Si, sefiora, Jo quiero, lo exijo, y sdlo a este pre- cio podra vuestra merced obtener su perdén. ;Lo ha entendido vuestra merced? JULIANA: Bueno... si vuestra merced se empefia... (Aparte.) |Qué gusto tan raro! LUISA: ;Pues por qué lo negabas? JULIANA: {Qué quiere vuestra merced? Si yo hubiera podido imaginar que le caian a vuestra merced en gracia es- tos adefesios... 181 ESCENA XX Dichas, don Ramén y don Leoncio. LEONCIO: Si, sefior... no la dude vues- tra merced... ella misma lo diré. RAMON: Repito que no lo creo. LEONCIO: Ahora se convencerd vues- tra merced por sus propios oidos... Vaya Luisita... hable vuestra merced sin reserva... diga lo que siente sin circunloquios ni rodeos... yo se lo pido a vuestra merced. LUISA: En ese supuesto, diré sin cir- cunloquios ni rodeos que no le amo a vuestra merced ni que le amaré ja- mas. LEONCIO: (Bajo.) {Dios mio!, es posi- ble... Mire vuestra merced que se engafia. JULIANA: (A Leoncio.) Ahora ha dado en esa flor. RAMON: Ya sabia yo que con seme- jante fisico... LEONCIO: Pero, sefior, {de dénde pue- da venir... RAMON: {De dénde? Mirese vuestra merced al espej LEONCIO: ;Qué tiene que ver ahora..! RAMON: ;Qué tiene que ver!, una bagatela... pues, ,qué?, jno hay més que cargar con un marido dis- forme? LEONCIO: jQué disforme ni qué ca- labaza..!, tan disforme soy como vuestra merced. RAMON: Amigo, eso es ya mucho amor propio, y una cosa es que yo a mi edad no tenga ya pretensiones, y otra que en punto a talle... LEONCIO: Sobre todo, no puede ser este el motivo que impulsé a esta se- fiorita... LUISA: Si, sefior; no tengo otro. LEONCIO: (Bajo a doria Luisa.) Vues- tra merced, se chancea... vuestra merced, que conoce la verdad... LUISA: Porque la conozco, sé que sois, en la realidad, lo que fingis ser. LEONCIO: Esto es ya demasiado... Ju- liana es buen testigo... LUISA: Julianaes la primera que ha con- venido en ello. LEONCIO: jCémo! JULIANA: Si, sefior, es verdad, que yo he dicho que es vuestra merced, jo- robado... gpero qué quiere vuestra merced? Ha sido preciso... y le acon- sejo a vuestra merced, que no se em- pefie en sostener lo contrario; porque nada adelantar4... aqui pierden el plei- to todos los hombres derechos. LEONCIO: Bien sabe Dios que todo esto es griego para mi. RAMON: Noes tampoco muy roman- ce, que digamos, para los demas. LUISA: (A don Leoncio.) Nada, sin embargo, puede ser més claro; si vuestra merced, me prueba que no es contrahecho, ninguna dificultad ten- go en casarme con vuestra merced. LEONCIO: Si sélo consiste en eso... (Va @ quitarse el capote.) RAMON: ;Cémo!, jcémo! una estrata- gema, un disfraz... deténgase vues- tra merced, un momento, caballerito; si vuestra merced, no es jorobado, retiro mi palabra. LUISA: Que se componga como pue- da... pero si lo es, no le quiero. RAMON: Y, si no lo es, tampoco yo. LEONCIO: Ahora si que es imposible salir del paso. 182 JULIANA: Pero por la Virgen, sefio- res, algo ha de ser. LEONCIO: Y ya veo que sea lo que sea, corro igual riesgo... por eso, pido a Vis. que no se fijen en lo que soy, ni se acuerden de mi persona para nada. No miren Vms. sino los senti- mientos que me han hecho obrar... y puesto que entrambos quieren cono- cerme, sepan que no hay en este lan- ce de real y verdadero. (A Luisa.) Sino el amor que profeso a vuestra mer- ced... (A don Ramén.) Sino el deseo que tenia de merecer vuestro apre- cio, y la mano de vuestra sobrina... jAh, don Ramén!.. disimule vuestra merced, miligereza... Ah, Luisita!, no sea vuestra merced, inexorable... perdéneme vuestra merced... de ro- dillas se lo pido. (Se echa a sus pies.) ESCENA ULTIMA Dichos y la Marquesa. MARQUESA: {Qué perfidia! ,Cémo--- después de lo que le he dicho... per- mite vuestra merced, sefiorita, a sus pies un seductor... un hombre casado... RAMON: |Casado! JULIANA: Otra joroba... éste es un cuento de cuentos. MARQUESA: Sf, sefior; Don Enrique de Guzman el Bueno casado de se- creto con mi prima dofia Anacleta Ladrén de Guevara hace ya mds de quince dias... ellos mismos me lo han escrito, y s6lo por transigir este asunto habia yo venido... pero la conducta infame de este esposo indigno... RAMON: (Con indignacién.) {Como, caballero... LEONCIO: (A don Ram6n.) Por un mo- mento... suspenda vuestra merced, la anatema... (A todos.) Sefiores, sean vuestras mercedes, testigos. Don En- rique es casado, y esta sefiora lo ase- gura... (A la Marquesa, levanténdo- se.) ;Ah, Marquesa de mi alma, qué buena es vuestra merced!, qué ama- ble!, jqué bien decia vuestra merced, que iba a ser mi protectora! MARQUESA: Pero... LEONCIO: ;Ah!, jqué lastima que no sea vuestra merced, ya mi prima! MARQUESA: {Qué dice vuestra merced? LEONCIO: Que una vez que don Enrique es casado, le vuelvo su nombre... y aun tengo que hacerle otra restituci6n. LUISA: jDon Leoncio! LEONCIO: El propio... hacia tanto tiem- po que habia dejado de serlo, que ya me encuentro a mi mismo con algin placer. RAMON: ¢Pero no me explicarén vues- tra merced?.. LEONCIO: Que habia tomado el nom- bre y el talle de don Enrique... y ala verdad que ningtn secreto me ha pe- sado jamis tanto... Si un apellido co- nocido y diez mil ducados de renta con un corazén amante y consecuen- te pueden disculpar este arrojo... RAMON: ¢Pero quién es vuestra merced? LEONCIO: Don Leoncio Mendoza, ofi- 183 cial de caballeria y nieto del Marqués de Nueve Torres. RAMON: Intimo amigo mio, juntos hi- cimos la campafia de Orén; pero el caso es, que Luisita es la que se ha de casar... conque ella resolverd lo que més rabia la dé. Con todo... ya sabe vuestra merced, su antipatfa. LUISITA: Contra don Enrique, sf; pero ninguna tengo respecto a don Leoncio. MARQUESA: jBravo!, me alegro infini- to; porque, ciertamente, semejante dis- fraz es ya una prueba terrible de amor. LEONCIO: jLuisa mia! RAMON: Si... es verdad... adoptar una joroba a los veinte afios, y sobre todo un joven a la moda... convengo que es heroico, sublime, sobrenatural. LEONCIO: Bérlense vuestras mercedes cuanto quieran... nada me importa... y puesto que mi joroba me ha pro- porcionado la dicha de obtener la mano de Luisita, jbien haya, amén, mi joroba! LUISA: Amén, JULIANA: Amén y pese lo que pese. LEONCIO: Ojala, que siendo desde hoy un marido completamente a derechas, no tenga que arrepentirse nunca de haber sido un amante jorobado. FIN DE LA COMEDIA.

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