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Copyright edición en español © 2018 por Hachette Book Group, Inc.


Publicado en inglés bajo el título Healing the Soul of a Woman © 2018 por
Joyce Meyer
Copyright de portada © 2018 por Hachette Book Group, Inc.

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ISBN: 978-1-4555-6021-9 (libro impreso) | E-ISBN: 978-1-5460-1024-1


(ebook)

E3-20180719-JV-NF

ÍNDICE
Cubierta
Página del Título
Derechos de Autor
Introducción

Capítulo 1 La historia de las mujeres


Capítulo 2 Vivir la mejor vida disponible
Capítulo 3 Dios quiere a los heridos
Capítulo 4 ¿Qué es un alma saludable?
Capítulo 5 ¡Ayúdenme! No me entiendo a mí misma
Capítulo 6 Usted es la amada de Dios
Capítulo 7 Las personas heridas hieren a otras
Capítulo 8 Ni culpable ni avergonzada
Capítulo 9 Encuentre su verdadero yo
Capítulo 10 Prohibido estacionarse ni un momento
Capítulo 11 Usted no es un producto dañado
Capítulo 12 Las heridas del pecado
Capítulo 13 Aprender a vivir desde dentro hacia fuera
Capítulo 14 Usted tiene lo que se necesita
Capítulo 15 Barricadas para la sanidad
Capítulo 16 La barricada de la autocompasión
Capítulo 17 Defiéndase
Capítulo 18 Ponga límites; no levante muros
Capítulo 19 Conviértase en su mejor aliada
Capítulo 20 Sanar las heridas de la codependencia
Capítulo 21 Las bendiciones de un alma sana
Capítulo 22 El camino fácil
Capítulo 23 El gran intercambio

Epílogo
Acerca de la Autora
Apéndice I
Apéndice II: Quién es usted en Jesucristo
Notas
¿Tiene una relación real con Jesús?
Boletines informativos

INTRODUCCIÓN
[El Señor] restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus
heridas.
—Salmos 147:3, nota aclaratoria

¿Puede ser sanada una mujer que ha sido profundamente herida ya sea por
circunstancias en su vida o por una persona a la que amaba y en quien confiaba?
¿Pueden ser sanados su corazón y su alma? ¿Puede volver a amar y confiar?
Como mujer que fui abusada sexualmente por mi padre, abandonada por mi
madre y engañada por mi primer esposo, puedo decir sin ninguna duda: “¡Sí!”.
Si usted está viviendo con un alma herida y se siente sola, no amada y
malentendida, puedo prometerle que no tiene que permanecer en ese estado.
Belleza en lugar de cenizas, que fue publicado en 1994, fue el primer libro
que escribí sobre sanidad emocional. Desde ese tiempo he tenido mucha más
experiencia en esta área y soy más conocedora de la Palabra de Dios, por lo que
quiero compartir con usted esas cosas. He escrito otros libros que incluyen
algunas partes de lo que compartiré en este libro, pero con la ayuda de Dios, este
será un manual completo desde una perspectiva bíblica sobre el tema de la
sanidad emocional.
Incontables números de personas caminan de un lado a otro heridas en sus
almas por daños del pasado, y no saben que pueden ser sanadas o simplemente
no saben qué hacer o cómo comenzar. Compartiré lo que he aprendido en mi
jornada de vida, y aunque la suya no sea exactamente igual a la mía, espero que
mi historia pueda ser de inspiración y una luz que la guíe mientras recorre su
camino en pos de la sanidad.
Así como nuestro cuerpo puede estar enfermo, también nuestra alma puede
estar enferma, pero Dios quiere sanarnos en todas las áreas donde estemos
heridas, incluida nuestra alma. El alma consiste de la mente, la voluntad y las
emociones; es la parte interior de nosotros, y una parte muy importante. Sin
importar lo que tengamos materialmente o qué tan buenas sean nuestras
circunstancias en la vida, si hemos sido heridas, golpeadas, y nuestra alma
sangra, no disfrutaremos de la vida. Sea que nuestro dolor provenga de la
vergüenza, amargura, depresión, duda, inseguridad, culpabilidad o del temor, eso
es algo que hay que confrontar y abordar.
Durante años, me pasé dando traspiés por la vida pensando que tenía lo mejor
que podía esperar considerando mi pasado. Realmente puedo recordar que
cuando era adolescente pensaba que siempre tendría una vida de segunda
categoría debido a lo que mi padre me había hecho. Ni siquiera intentaba abordar
ninguno de los problemas que se crearon por mi pasado, sencillamente porque
no creía que se pudiera hacer nada al respecto. Estaba equivocada.
Es sorprendente cuán equivocados pueden ser nuestros pensamientos, pero si
no sabemos que son equivocados, entonces nunca podremos superarlos. En este
libro espero mostrarle que tiene a su disposición una vida maravillosa,
asombrosa y satisfactoria. Con la ayuda de Dios, usted puede aprender a pensar
y comportarse de maneras que realmente la harán libre para ser la asombrosa
mujer que Dios creó.
Cuando sepa lo que tiene a su disposición, ¡es mi oración que tomará la
decisión de ir tras ello! El mundo ofrece una amplia variedad de remedios para
las heridas del alma, y algunos de ellos pueden ser útiles, pero Jesús nos ofrece
sanidad completa. Él es el sanador y restaurador de nuestras almas. El salmista
David dijo que Dios había restaurado su alma (ver Salmos 23:3). Cuando algo es
restaurado, es hecho como nuevo otra vez.
¿Qué tipo de vida quiso Dios para usted como una mujer que es creada a
imagen de Él? Sin duda, no es una vida donde usted sea minimizada, devaluada,
maltratada, abusada, utilizada y golpeada. Él nos ofrece amor incondicional,
dignidad y valía infinitos, integridad, justicia, paz y gozo; ¡y eso es tan solo el
comienzo de sus bendiciones para quienes creen y caminan con Él por la vida!
Al comenzar la jornada de sanidad para su alma, le pido que recuerde que la
sanidad toma tiempo. A veces, también es dolorosa porque tenemos que permitir
que se abran viejas heridas para que así salga de ellas la infección que está
supurando y envenenando nuestra alma. Las mujeres que tienen necesidad de
sanidad para su alma tienen solamente dos opciones. La primera es continuar
dando traspiés en la vida, tan solo intentando pasar cada día, y la segunda es
decir: “Ya he tenido suficiente tristeza, infelicidad, excusas, culpabilidad y
vergüenza, ¡y estoy lista para hacer lo que sea necesario para ser sanada!”.
CAPÍTULO 1
La historia de las mujeres
Haz lo mejor de ti mismo para avivar las diminutas chispas internas de
posibilidades para que se conviertan en grandes llamas de logros.
—Golda Meir

En primer lugar, déjeme decir que las mujeres son idea de Dios. Aunque Él creó
primero a Adán, rápidamente se dio cuenta de que necesitaba una ayuda idónea,
así que tomó una costilla del costado de Adán y de ella creó a Eva. Me gusta
destacar que Eva fue tomada del costado de Adán, lo cual indica que ella debía
caminar a su lado en la vida como alguien a quien Adán necesitaba. No fue
tomada de la planta de sus pies, indicando que él tenía permiso para pisarla.
Si está familiarizada con la historia de la creación (ver Génesis 1-3), quizá
sepa que después de que Dios creó a Adán y Eva, los colocó en un hermoso
jardín llamado Edén, y su plan fue que ellos disfrutaran de la vida
abundantemente y que tuvieran comunión con Él. Tenían mucha libertad para
tomar sus propias decisiones y se les había otorgado autoridad para tener
dominio sobre los animales y todo el entorno en el que habitaban. Sin embargo,
había una cosa que Dios les dijo que no hicieran, y fue que no comieran del
árbol del conocimiento del bien y del mal, de la bendición y la calamidad (ver
Génesis 2:9, 16-17). Podían comer de cualquier otro árbol, incluido el árbol de la
vida. Está claro por este relato que Dios quería que su creación se llenara de vida
como solo Él podía darla, y en su intención original, Él quería que ellos
experimentaran solo lo bueno y no lo malo.
Como Dios es omnisciente, por supuesto que también sabía desde el principio
que Satanás, que se le apareció a Eva en forma de serpiente, la engañaría y que
ella y Adán comerían del árbol del cual les había prohibido comer. Esa mala
acción abrió la puerta a todo el dolor y la disfunción que existen en nuestro
planeta en la actualidad. Quizá se pregunte: Bueno, si Dios sabía que su plan
perfecto fallaría, entonces ¿por qué no hizo que fuera imposible que se
arruinara? La respuesta es muy sencilla: Dios creó al hombre con libre albedrío
porque quería tener comunión con personas que quisieran estar con Él, no
meramente personas que no tuvieran otra opción. Él quería personas con las
cuales colaborar en la vida, no marionetas que no tenían otra elección salvo
hacer lo que Él quisiera.
Es fácil enojarse con Adán y Eva y pensar: ¿Cómo pudieron ser tan necios?
Pero ninguna de nosotras lo hubiéramos hecho mejor. Aunque Dios los creó con
libre albedrío, lo cual quiere decir que tenían la posibilidad de desobedecerlo,
también tenía un plan desde el principio para la completa restauración y plenitud
de hombres y mujeres. Ese plan, dicho de forma simple, es Jesús.
Dios nos ama tanto que planeó desde el principio de los tiempos permitir que
su único Hijo pagara por nuestros pecados y nos diera una salvación plena.
Salvación significa vida, pero la vida que Dios nos ofrece no es meramente la
posibilidad de respirar y caminar, sino que nos ofrece “vida” como solo Él la
conoce. Podemos ser llenas de la vida de Dios. Esa vida es tan poderosa que al
margen de lo que nos ocurrió en el pasado que ha dañado nuestra alma, podemos
ser sanadas y totalmente restauradas. La muerte ha sido absorbida por la vida, y
la luz ha absorbido la oscuridad. Jesús es a la vez Vida y Luz. Por eso Juan 1:4
dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad”.
Le puedo asegurar que Dios nunca se queda sin un plan. Independientemente
de lo que le haya ocurrido a usted, Dios tiene un plan para su vida, y es un buen
plan.
Cuando Satanás consiguió engañar a Eva, tentándole para que desobedeciera,
Dios le hizo una afirmación que nos lleva a entender por qué las mujeres, en
líneas generales a lo largo de la historia, han sido tan marginadas, insultadas y
devaluadas. Génesis 3:14-15 dice:

Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: «Por causa de lo que has hecho,
¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te
arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su
simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón».

Por favor, observemos que la “simiente” de Eva aparece en mayúsculas [en


alguna versión en inglés] en este versículo, pero la simiente de la serpiente no.
Esto es debido a que la simiente de Eva es Jesucristo. Ella es la madre de todo
ser viviente y está directamente en la línea genealógica de Jesús. Dios le estaba
haciendo saber a Satanás que la simiente de Eva aplastaría su cabeza, o le
quitaría su autoridad y lo derrotaría. Satanás, durante un tiempo, mordería el
talón de los hijos de Dios, refiriéndose a cómo nos ataca en nuestro caminar
diario.
Este mismo tipo de ataque se perpetró contra Jesús durante el tiempo que
estuvo en la tierra, pero el final de la historia es que Jesús murió en nuestro
lugar, tomó nuestro dolor y tristeza, sufrió más allá de lo que podríamos
imaginar, y pagó por nuestros pecados. Pero por fortuna, ese no es el final de la
historia. Si lo fuera, le habría dado a Satanás la victoria que siempre deseó tener.
Sin duda que él mordió el talón de nuestro Salvador, pero Jesús estuvo en el
sepulcro tres días, tiempo durante el cual se apoderó de “las llaves de la muerte y
el Hades” (Apocalipsis 1:18), y después resucitó de los muertos, ¡y vive para
siempre! Mediante la simiente de Eva (Jesús), Dios aplastó la cabeza (autoridad)
de Satanás.
Satanás ha sido despojado de la autoridad que Adán y Eva le entregaron
mediante su desobediencia, pero si no sabemos que está derrotado, seguiremos
permitiendo que su malvado plan gobierne en nuestras vidas. Satanás está
derrotado, ¡y usted tiene hoy a su disposición una vida llena de sanidad y
abundancia! Lo único que necesita hacer para obtenerla es recibir a Jesús como
su Salvador por fe y creer que las promesas en la Palabra de Dios son para usted.
Al hacerlo, entrará en una jornada que durará toda una vida con Jesús, quien la
guiará a lo largo de su camino.
No importa cuán profundo sea el pozo en el que siente que está, el brazo de
Dios no es demasiado corto para llegar hasta usted y sacarla de ahí. Él la pondrá
en lugares altos y le dará una paz que sobrepasa todo entendimiento y un gozo
que no se puede describir. Dios la encontrará dondequiera que esté usted y la
ayudará a llegar donde tenga que estar.

Ataque satánico contra las mujeres


El trato injusto y cruel de las mujeres a lo largo de los siglos solo se puede
atribuir a un ataque demoniaco. Le daré unas cuantas estadísticas que tengo
solamente para establecer mi punto. (Ver el apéndice I para más estadísticas).

DERECHO AL VOTO:
• Ratificado el 18 de agosto de 1920, la Decimonovena Enmienda a la
Constitución de los Estados Unidos concedió a las mujeres
estadounidenses el derecho a votar, un derecho conocido como el
sufragio de las mujeres. En la época en que se fundó los Estados Unidos,
sus ciudadanas femeninas no compartían todos los mismos derechos que
los hombres, incluyendo el derecho al voto.1
IGUALDAD SALARIAL Y DERECHOS DE
PROPIEDAD:
• Como promedio, las mujeres empleadas a jornada completa en los Estados
Unidos perdieron un total combinado de más de 840 000 millones de
dólares cada año debido a la brecha salarial.2

EDUCACIÓN:
• Globalmente, 65 millones de niñas no asisten a la escuela.3

• Dos tercios de los 774 millones de personas analfabetas en el mundo son


mujeres.4

• Si todas las mujeres tuvieran educación primaria, habría un 15% menos de


muertes infantiles. Si todas las mujeres tuvieran educación secundaria,
las muertes infantiles se reducirían a la mitad, salvando tres millones de
vidas. La educación de las madres mejora la nutrición del hijo. Si todas
las mujeres tuvieran educación primaria, 1,7 millones de niños serían
salvados del retraso en el crecimiento infantil debido a la desnutrición.5

GENEROCIDIO:
• Los demógrafos calculan que faltan 126 millones de mujeres debido al
generocidio (el asesinato de alguien por su sexo, también llamado
feminicidio). Ese es el mismo número de muertes que las provocadas por
las dos guerras mundiales y el SIDA juntos. Cada año, perdemos a dos
millones de bebés niñas por el aborto selectivo del sexo y el infanticidio.
Eso son cuatro niñas por minuto. Solo en China, faltan 62 millones de
mujeres. Eso supone el 9,5% de su población femenina.6

• El generocidio afecta a mujeres de todas las edades, pero se agrava


especialmente en las más pequeñas. En los últimos veinte años, el aborto
por selección de sexo ha desplazado al infanticidio como el principal
método de eliminar bebés hembras.7

VIOLENCIA Y ABUSO CONTRA LAS MUJERES:


• Una de cada dos mujeres en los Estados Unidos ha sido violada en su
vida. El 79% de estas víctimas femeninas de violación completa reportan
que fueron violadas por primera vez antes de los veinticinco años.8

• Se calcula que el 35% de las mujeres del mundo han experimentado


violencia física o sexual a manos de alguien cercano o violencia sexual a
manos de alguien que no era cercano en algún momento de su vida. Sin
embargo, algunos estudios nacionales revelan que hasta el 70% de las
mujeres han experimentado violencia física o sexual a manos de alguien
cercano durante su vida.9

• Las mujeres adultas representan casi la mitad de todas las víctimas de


tráfico humano detectadas globalmente. Mujeres y niñas juntas
representan cerca del 70%, donde las niñas representan dos de cada tres
víctimas de tráfico infantil.10

TRÁFICO HUMANO:
• Mujeres y niñas conforman hasta el 98% de las víctimas de tráfico para la
explotación sexual.11
• La edad promedio en la que una adolescente entra en el mercado del sexo
en los Estados Unidos es entre doce y catorce años. Muchas víctimas son
niñas fugitivas de las que abusaron sexualmente cuando eran pequeñas.12

• Según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el tráfico


humano es uno de los mayores desafíos de los derechos humanos de este
siglo, tanto en los Estados Unidos como en todo el mundo.13

Por fortuna, las mujeres han progresado algo, especialmente en el mundo


occidental, pero se sigue abusando de las mujeres incluso ahí. Y en muchas otras
partes del mundo, muchas de las cosas que he descrito arriba siguen sucediendo
diariamente. La batalla por la libertad y la restauración de las mujeres es
continua, pero me alegra saber que se puede encontrar la sanidad mediante la fe
en Dios, y me alegra que nuestro ministerio esté siendo parte de la ayuda para
que se produzca esa libertad en las mujeres de todo el mundo.
Debido a un largo historial de ser devaluadas y deshonradas, muchas mujeres
hoy día, incluso en lugares donde se ha conseguido avanzar mucho, siguen sin
poder ver su verdadera dignidad y valor. Dudan de sus capacidades, y en muchas
ocasiones ni siquiera intentarán hacer grandes cosas en su vida simplemente por
una mentalidad errónea que está arraigada en ellas. “Soy solo una mujer” es una
frase que no me gusta oír. Esa frase es reveladora en sí misma.
Recuerdo que cuando Dios me llamó al ministerio, comencé a experimentar
mucho rechazo por la única razón de que era mujer, y las mujeres no enseñaban
la Palabra de Dios. Oí cosas como: “Las mujeres pueden enseñar en la escuela
dominical, pero no se les permite enseñar en las reuniones generales”. Eso no
tenía sentido, porque si era impropio que ellas enseñaran, sería tan impropio
enseñar en la escuela dominical como enseñar en la reunión principal de la
iglesia, o ser pastora o evangelista, o tener cualquier otro tipo de oficio en el
mundo eclesial.
Fui juzgada, criticada, me pidieron que me fuera de mi iglesia, y mi familia y
amigos me aislaron hasta un punto en que tuve que acudir a Dios en oración y
recordarle que yo era una mujer y, por lo tanto, no podía hacer las cosas que
sentía en mi corazón que tenía que hacer. Recuerdo claramente oír a Dios
susurrarme en el corazón: “Joyce, ¡sé que eres una mujer!”. Él quería que yo
siguiera haciendo lo que Él me estaba guiando a hacer al margen de cuánta
oposición experimentara. Afortunadamente, con los años, la mentalidad de
muchas personas ha cambiado, pero no de todas. Espero que veamos el día en
que las mujeres puedan tomar su legítimo lugar en toda la sociedad y ser
respetadas, valoradas y apreciadas.
Algunas mujeres que han decidido luchar por sus derechos se han vuelto
rebeldes y tienen actitudes que no son saludables para ellas ni para el mundo en
el que vivimos. Es comprensible por qué comenzó el movimiento de liberación
de las mujeres. Las mujeres estaban tan cansadas de ser oprimidas, que
finalmente decidieron salir del cautiverio. Sin embargo, en el proceso muchas
mujeres ahora corren el peligro de tener una actitud que es excesiva y no está de
acuerdo con la voluntad de Dios.
Dios le dio claramente a Adán (hombres) autoridad sobre Eva (mujeres), pero
no la de gobernar sobre ella. Era para su protección. Las mujeres tienen un deseo
innato de que las cuiden, de ser valoradas y de sentirse seguras, y los hombres
deberían proveer eso. Como eso no ocurrió, al menos no en muchos casos, las
mujeres han comenzado a tomar las riendas y hacer lo que en muchos casos los
hombres deberían hacer. Si las cosas hubieran funcionado adecuadamente desde
el comienzo de los tiempos, este desequilibrio no existiría, pero no funcionó bien
y, tristemente, la bonita relación entre hombres y mujeres que Dios pretendía se
ha perdido. No nos atrevamos a mirar al mundo para que nos enseñe en estas
áreas, pero podemos mirar la Palabra de Dios; obedeciendo buenos principios de
las Escrituras, podemos experimentar un equilibrio saludable que sea una
bendición para todos.
Yo soy una mujer en el ministerio, directora de un ministerio internacional, y
a la vez soy también una mujer que respeta la autoridad de su esposo. Dave y yo
nos amamos, nos respetamos y nos sometemos el uno al otro como al Señor. Yo
he tenido mucho que aprender por haber sido abusada por varias figuras de
autoridad masculinas en cientos de ocasiones, y no fue fácil, pero Dios me ha
ayudado a ver su plan original para la coexistencia respetuosa y pacífica de
hombres y mujeres, y oro para que siempre pueda modelar eso para todos
aquellos a los que tengo el privilegio de enseñar.
Agraciadamente, nuestra historia no tiene que ser nuestro destino. A menudo
digo: “Yo no tuve un buen comienzo en la vida, ¡pero estoy decidida a tener un
buen final!”. Si tiene usted el alma herida y necesita sanidad, oro para que tome
esa misma decisión y haga la misma declaración.

Yo no tuve un buen comienzo en la vida, ¡pero estoy decidida a tener un buen


final!

Actitud
Se han escrito numerosos libros sobre el peligro de tener una mala actitud y el
poder de una buena actitud. Esta sección no pretende ser un estudio profundo y
exhaustivo sobre el tema, pero quiero mencionarlo. Como la mayoría de las
personas que tienen el alma herida, yo tenía una actitud muy mala. En mi cabeza
sonaba algo parecido a esto: ¡Ningún hombre me va a volver a zarandear más!
Nadie me va a decir lo que debo hacer a partir de ahora. Cuidaré de mí misma,
así que nunca tendré que pedirle nada a nadie. No se puede confiar en los
hombres porque solo les interesa usarte para sus propios intereses egoístas. No
volveré a estar jamás en una posición en la que alguien sea capaz de herirme.
Estos pensamientos y otros muchos parecidos sonaban en mi mente una y
otra vez durante muchos años. Mi actitud era férrea, insensible, y mi mentalidad
era intransigente. Si esto la describe a usted en alguna forma, le sugiero que
después de invitar a Jesús a entrar en su corazón, le invite también a trabajar en
su actitud. No le diré que nunca volverá a recibir una ofensa si abre su corazón y
deja que entren personas en su vida, pero le puedo prometer que si recibe una
ofensa, Jesús, su Sanador, estará con usted para ayudarla una vez más. Si
pasamos nuestra vida intentando protegernos para que nunca seamos heridas,
también pasaremos nuestra vida en soledad.
El apóstol Pablo escribió a los filipenses, instruyéndoles a dejar que la misma
actitud de humildad que hubo en Cristo Jesús estuviera también en ellos (ver
Filipenses 2:5-8). La idea de humillarnos ante cualquier persona da miedo
porque lo vemos como una debilidad, y suponemos que si mostramos alguna
debilidad, se aprovecharán de nosotros. Pero realmente, la mansedumbre y la
humildad equivalen a tener fuerza bajo control, no debilidad. Cuando Dave y yo
tenemos un desacuerdo sobre una decisión que debemos tomar, no me gusta si
no se hace lo que yo pienso, y admitiré que sigo necesitando mucha ayuda de
Dios para ceder con una buena actitud. Pero también sé que si hago lo que Dios
dice porque es lo correcto, entonces Él siempre cuidará de mí, y Él hará lo
mismo con usted.
Parte de la restauración que Dios nos ofrece es tener una actitud saludable,
una que sabe cuándo resistir aquellas cosas que no están bien y cuándo ceder y
hacer lo que otra persona nos está pidiendo hacer. Estoy muy agradecida con
Dios porque ya no tengo que sentir que estoy luchando contra el mundo,
intentando conseguir lo que me corresponde legítimamente, y me emociona
tener la oportunidad de enseñarle que usted tampoco tiene que vivir así. Dios
quiere pelear sus batallas, y créame cuando digo que cuando Dios pelea a su
lado, ¡usted siempre gana!

Cuando Dios pelea a su lado, ¡usted siempre gana!


CAPÍTULO 2
Vivir la mejor vida disponible
En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.
—Juan 1:4

“¡Ah, la buena vida!”. Cuando oímos esa frase quizá pensamos en tumbarnos en
una playa día tras día, o poder comprar el nuevo automóvil que hemos admirado,
o poseer un yate y pescar en cubierta. Pero ese tipo de vida está demostrado que
no es la mejor porque muchas personas que tienen ese estilo de vida admiten
sentirse infelices, solos y desgraciados. Oí que Jay Gould, un millonario
estadounidense, tenía mucho dinero, pero cuando se estaba muriendo dijo: “Creo
que soy el hombre más desgraciado de la tierra”.
No hay nada de malo en tener estas cosas, pero no son la vida; son cosas.
Dios nos ofrece verdadera vida a través de Jesucristo: una vida genuina, la mejor
vida que cualquiera podría vivir. Nos ofrece una vida en la que estamos bien con
Dios, una vida de paz y gozo (ver Romanos 14:17). Jesús dijo que Él vino para
que tuviésemos vida en abundancia, hasta el máximo, hasta que rebosemos (ver
Juan 10:10).
El mejor tipo de vida solo se encuentra en Dios porque Él es vida, y la vida
que nosotros llamamos nuestra es un regalo suyo. ¡Él es el dador de vida!

¿Necesita una actualización?


Hoy día tenemos a nuestra disposición muchos tipos distintos de tecnología, y
dos ejemplos son las computadoras y los teléfonos celulares. Las empresas que
venden estos aparatos regularmente ofrecen actualizaciones, y la mayoría de
nosotros corremos para conseguirlas. No perdemos tiempo, gastamos dinero,
esperamos haciendo fila, lo que sea necesario para conseguir la actualización
más nueva. Queremos el mejor equipo disponible.
Si somos así de agresivos con la tecnología, ¿por qué no íbamos a querer la
mejor vida disponible y ser igual de agresivos para asegurarnos conseguirla? Así
como tenemos que aprender a trabajar con la nueva actualización que
conseguimos, tenemos que aprender a trabajar con Dios y su plan para nuestras
vidas.
Yo he tenido algún tipo de relación con Dios desde que tenía nueve años.
Durante ese tiempo he tenido muchas actualizaciones. He seguido aprendiendo
cosas y entendiendo mejor lo que tengo a mi disposición mediante mi relación
con Él. Y quizá usted no conozca nada, o quizá conozca mucho las Escrituras,
pero creo que todos nos quedamos cortos a la hora de vivir plenamente la vida
que Dios ha puesto a nuestra disposición mediante Jesucristo, y eso me incluye a
mí. Por eso necesitamos seguir creciendo y aprendiendo. Es un proceso que
continúa durante toda nuestra vida, y añadiría también que es un proceso que me
parece muy emocionante. ¿Por qué no hacer el compromiso ahora mismo de
pasar el resto de su vida aprendiendo a disfrutar de la mejor vida que Dios tiene
disponible para usted a través de Jesucristo? Efesios 2:10 habla de esa vida
cuando dice:

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.

A veces tenemos tendencia cuando leemos un libro a saltarnos los versículos


que usa el autor, así que quiero pedirle que deje de leer un momento y regrese y
lea lentamente el versículo que acabo de citar, y piense realmente en lo que le
está diciendo.
Permítame darle mi paráfrasis: Dios nos creó; somos su obra maestra.
Debido al pecado vivimos vidas quebrantadas, pero mediante la salvación que
se nos ofrece en Jesús nacemos de nuevo, o somos hecho nuevos otra vez.
Comenzamos de nuevo y aprendemos a hacer bien las cosas. Dios siempre ha
tenido un buen plan para su pueblo y siempre lo tendrá. Está disponible para
cualquiera que lo escoja y aprenda a caminar en él.
Yo recibí una importante actualización en 1976. Incluso se podría decir que
fue una reparación del sistema completo, y llegó como resultado de clamar a
Dios por un cambio porque estaba harta y cansada de sentirme tan desgraciada.
Él respondió a mi clamor dándome un deseo genuino de estudiar su Palabra y
comenzar a aprender lo que había a mi disposición. Antes de este tiempo, había
sido cristiana durante muchos años, asistiendo a la iglesia e intentando ser buena.
Como muchas personas, tenía una idea equivocada acerca de lo que significaba
ser cristiana. A menudo lo reducimos a asistir a la iglesia, quizá poner algo de
dinero en la ofrenda, hacer una oración cuando estamos desesperadas, quizá leer
unos cuantos versículos de vez en cuando e intentar ser buenas. Pero ese tipo de
vida nunca es satisfactoria; lo único que hace es dejarnos frustradas. Nos
confundimos porque pensamos que estamos haciendo lo que se debe hacer, pero
nuestra vida sigue siendo bastante desgraciada.
No fue hasta que estudié la Palabra de Dios y apliqué lo que estaba
aprendiendo, que empezaron a producirse cambios asombrosos, en mi alma.
Admitiré que no siempre fue rápido o fácil, y a menudo era doloroso,
especialmente en lo emocional. Por ejemplo, tuve que admitir mis fallos y dejar
de culpar de todos mis problemas a mi pasado y a otras personas, ¡y eso me
costó mucho! Porque cuando una persona ha vivido en negación durante un
largo periodo de tiempo, no es siempre fácil afrontar la verdad. Es parecido a
conseguir la nueva actualización para su teléfono. Lo quería, pero una vez que lo
tiene, quizá no se preocupó de aprender todas las nuevas características porque
es más fácil hacer lo que siempre ha hecho. Al menos eso es lo que yo hago.
No me puedo ni imaginar todo lo que podría hacer con mi computadora y mi
teléfono si me tomara el tiempo de aprender bien todos los nuevos elementos y
practicarlos hasta que sea buena usándolos. De vez en cuando, mi hijo tiene que
ayudarme con algo que se ha liado en mi computadora, y cuando ve algunos de
los métodos anticuados que sigo usando, aunque tengo un equipo nuevo,
simplemente dice: “No tienes idea de lo fácil que te resultaría si aprendieras a
hacer las cosas de la forma nueva”.

Una nueva manera de vivir


Jesús dijo que Él es el camino (ver Juan 14:6). En los primeros tiempos del
cristianismo, a menudo se le llamaba “el camino”. El plan de Dios incluye una
forma de vivir que nos llevará a todo lo bueno que Él ofrece. Este plan comienza
al recibir a Jesús como nuestro Salvador. Podemos asistir fielmente a la iglesia y
aun así no ser cristianas. El cristianismo no es meramente pertenecer a una
iglesia e intentar ser una buena persona, sino que se trata de Jesús y de lo que Él
ha hecho por nosotros. Él se nos ofrece a sí mismo como el sacrificio y pago de
nuestros pecados y culpa, y cuando lo recibimos, realmente viene mediante su
Espíritu para vivir, habitar y hacer su hogar en nosotros. Cuando usted nace de
nuevo (se arrepiente del pecado y recibe a Jesús como su Salvador), ya no
necesita guiarse por reglas y estipulaciones, esperando conseguir alguna
recompensa de Dios si las cumple todas, sino que puede ser guiada e impulsada
por el Espíritu Santo, quien la guiará hacia el plan completo de Dios para su
vida. Verdaderamente es una forma de vida totalmente nueva.

El cristianismo no es meramente pertenecer a una iglesia e intentar ser una


buena persona.

El libro de Hebreos en el Nuevo Testamento habla sobre el camino nuevo y


vivo que Jesús abrió mediante su muerte y resurrección (ver Hebreos 10:20).
Hay cosas que aprender de la nueva manera de vivir que nos parecerán
incómodas o quizá un tanto inusuales, porque son distintas a todo lo que
habíamos aprendido hasta ahora. Una de esas cosas es la instrucción de Dios de
perdonar a nuestros enemigos, a los que abusaron de nosotras, y de llegar a
amarlos y bendecirlos. ¡Caramba! Eso fue difícil para mí. ¿Perdonar a mi padre,
que había robado mi infancia al usarme como un medio para desahogar su propia
lujuria? ¿Perdonar a mi madre? Ella sabía lo que mi padre me estaba haciendo, y
en lugar de rescatarme, fingió no saber nada y me trató como si fuera yo la que
estaba haciendo algo mal. Perdonarles me parecía algo totalmente irracional, y
tardé mucho tiempo en llegar a estar dispuesta a hacerlo, e incluso entonces fue
doloroso.
Esta es solo una de las muchas cosas que Dios me ha mostrado acerca de esta
nueva manera de vivir, y por eso digo que es una jornada de toda una vida. Sigo
aprendiendo. Pero quiero ser muy clara en que cada sendero por el que me ha
guiado el Espíritu Santo en este nuevo camino, ha terminado llevándome
siempre a un lugar mejor que aquel en el que estaba previamente. Dios nunca
nos pedirá hacer algo difícil a menos que eso nos conduzca a una vida mejor. Si
puede comenzar su jornada creyendo eso, quizá hará que su viaje sea más corto
de lo que fue el mío.
Como en nuestros programas de computadora, aprender la forma nueva
puede ser un desafío, y quizá sea tentador volver a hacer las cosas como antes,
pero si persistimos en el camino nuevo, esto nos llevará a un mayor fruto y
descanso. A lo largo de este libro compartiré muchas de las formas nuevas que
Dios le está ofreciendo, y sinceramente oro para que se aproveche de cada una
de ellas.
Amar la Palabra de Dios
Amo mi Biblia. Es mucho más que un mero libro; está lleno de vida. Nos enseña
la nueva manera de vivir, y en el proceso comenzamos a experimentar sanidad
para nuestras almas heridas y esperanza para el futuro. Salomón escribió sobre la
sanidad que se halla en seguir la instrucción de Dios cuando dijo:

Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No


pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas
dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. (Proverbios 4:20-22)

Las palabras de Dios son vida para nosotras y traen sanidad a cada área de
nuestro ser, incluyendo nuestra vida interior (alma). Todo nuestro ser es sanado
mediante el poder vivificante de la Palabra de Dios. Su Palabra hará cosas
asombrosas en nuestra vida si lo creemos. La Palabra de Dios renueva nuestra
mente y nos enseña una manera totalmente nueva de pensar en Dios, la vida,
nosotras mismas y otras personas.
Como muchas personas, yo antes pensaba que sabía mucho, pero la mayor
parte de lo que había aprendido antes de estudiar la Palabra de Dios era erróneo.
Sabía lo que el mundo me había enseñado, y sabía lo que sentía, pero no sabía
nada de la nueva manera de vivir que Dios quería enseñarme. La Palabra de Dios
es una luz para su camino (ver Salmos 119:105). Estúdiela y haga lo que dice
que haga, y será sanada y restablecida.
La Palabra de Dios es medicina para nuestras almas heridas. Quizá se
pregunte: “¿Cómo es posible que estudiar un libro se convierta en medicina para
las heridas emocionales de mi pasado?”. Permítame explicárselo usando un
ejemplo. Si usted va a la farmacia con una receta, se lleva un medicamento a
casa y se lo toma. Dentro de las pastillas hay medicina que promete sanar su
infección, aliviar su dolor o sanar lo que le esté aquejando. Usted se toma la
medicina diligentemente, y si sigue teniendo problemas, la sigue tomando
durante más tiempo. La Palabra de Dios también está llena de poder sanador y
vivificante. Puede parecer un libro con palabras y páginas, pero cuando la toma
diligentemente y la cree, verdaderamente tiene un poder sanador asombroso.

La Palabra de Dios es medicina para nuestras almas heridas.

La Palabra de Dios está llena de promesas para quienes actúan según lo que
Él dice que hagamos, y estas promesas son para todo aquel que cree y pone su
confianza en Él.
Si estudiar la Biblia le parece desmoralizante, o si quizá cree que nunca podrá
entenderla, le sugiero que se una a un grupo de personas que estén en el mismo
camino que usted y la estudien juntos. Busque una iglesia que tenga una buena
reputación en la enseñanza bíblica, con un líder que tenga experiencia en las
áreas en las que usted necesita ayuda.
Otra forma en la que podría recibir ayuda es mediante una terapia de grupo,
algo que ha ayudado a muchas personas, y le da una oportunidad de estar con
personas que pueden verdaderamente sentir empatía con lo que usted está
pasando. Si no puede encontrar un grupo así, le puedo asegurar que el Espíritu
Santo la guiará a Él mismo, como individuo, como hizo conmigo. Yo me
recuperé leyendo varios libros con base bíblica sobre las áreas en las que
necesitaba ayuda, así como estudiando la Biblia, recibiendo una buena
enseñanza en mi iglesia, y orando y teniendo comunión con Dios.
Si necesita sanidad para su alma y no sabe dónde ir a conseguir ayuda, le
sugiero que le pida a Dios que la guíe por el camino de sanidad que Él ha
preparado para usted. Él la guiará así como lo hizo conmigo, y con millones de
personas más. Al seguir su guía, experimentará la misma sanidad y plenitud que
tenemos.
La meta de cada persona herida es ser sanada, y se pueden tomar varios
caminos. Es muy importante que escoja un camino que esté basado en la Palabra
y las promesas de Dios; de lo contrario, podría terminar aún más frustrada por
dedicar tiempo, esfuerzo y quizá mucho dinero a algo que nunca producirá
buenos resultados. Conozco a personas que han pagado cientos de miles de
dólares en programas de tratamientos que prometían sanidad y liberación, y sin
embargo nunca mejoraron hasta que aceptaron a Jesús en sus vidas y
comenzaron a depender de Él y a seguir sus caminos.
Lo importante es que usted tome la decisión de conseguir la ayuda que
necesita, especialmente si es alguien que está viviendo con heridas y moratones
en su alma producidos por situaciones pasadas o presentes que necesitan ser
sanadas. Le espera una vida maravillosa, llena de paz y gozo, esperanza y
entusiasmo. ¡Es una vida que no se debe perder!

CAPÍTULO 3
Dios quiere a los heridos
Una vida sin heridas no se parece a la del Rabí.
—Brennan Manning

Nuestro verdadero problema reside no en ser heridas sino en si estamos


dispuestas o no a ser sanadas. Dios verdaderamente usa nuestras heridas para
darnos sabiduría y equiparnos para llevar luz a la oscuridad de otras almas
heridas. Brennan Manning dijo: “En un vano intento de borrar nuestro pasado,
privamos a la comunidad de nuestro don sanador. Si ocultamos nuestras heridas
por temor y vergüenza, nuestra oscuridad interior, ni puede ser iluminada ni
tampoco convertirse en una luz para otros”.14

Nuestro verdadero problema reside no en ser heridas sino en si estamos


dispuestas o no a ser sanadas.

Dios quiere soldados en su ejército que le hayan permitido a Él sanar sus


almas heridas. Al margen de quién la haya rechazado en el pasado, le puedo
asegurar que Jesús no la rechazará. Si alguna vez ha sentido que Dios nunca
podría usarla debido a su pasado, considere lo que escribió Pablo a la iglesia en
Corinto:

Hermanos, consideren su propio llamamiento: No muchos de ustedes son


sabios, según criterios meramente humanos; ni son muchos los poderosos ni
muchos los de noble cuna. (1 Corintios 1:26)

Quizá le falta la educación académica que la calificaría para obtener ciertas


posiciones, pero su educación formal no es tan importante para Dios. Él puede
usarla con o sin ella. Quizá no conoce a ninguna persona influyente o poderosa,
pero eso no importa porque Dios puede darle favor. “Pero el Señor le dijo a
Samuel:—No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo
lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el
corazón” (1 Samuel 16:7). Y también dice:

Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y
escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También
escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo
que es. (1 Corintios 1:27-28)

Dios escoge deliberadamente a quienes han sido heridos para trabajar en el


ejército de su reino. Él obra mediante sus heridas y debilidades, y así la gente
puede ver su poder. Cuando las personas del mundo piensan que son fuertes y
que tienen todas las calificaciones que necesitan, pero no se apoyan ni confían en
Dios, Él a menudo tiene que pasarlos por alto y en su lugar escoger a alguien que
está menos cualificado, desde una perspectiva del mundo, pero que depende
totalmente de Él en todas las áreas de su vida. Al poner su confianza en Dios,
puede llegar el día en que incluso las personas que le hirieron serán testigos de
las cosas poderosas que Dios ha hecho en su vida y a través de usted como
instrumento de Él.
Tener experiencia es un beneficio, pero obtener la experiencia es doloroso.
En vez de pensar en lo mucho que ha tenido que pasar en la vida, que ha sido
doloroso, ¿por qué no piensa en toda la experiencia que tiene ahora y todas las
oportunidades que tiene delante como hija de Dios? Recuerde: con Dios no hay
rechazos. Por eso Jesús dijo:

El que cree en él no es condenado… (Juan 3:18)

Si fuera a entrevistarse para un trabajo, una pregunta que le garantizo que


estaría en su entrevista sería: “¿Cuánta experiencia tiene?”. El contratante
probablemente estará interesado en su nivel de educación académica, pero si dos
personas quieren ese trabajo y tienen la misma educación, pero una de ellas tiene
experiencia en esa área de trabajo y la otra no, seguro que la que consigue el
trabajo es la que tiene la experiencia.
La experiencia nos da algo que no nos puede dar ninguna otra cosa.
Aprendemos mediante la Palabra de Dios y la experiencia de la vida (ver
Proverbios 3:13). Es fácil hablar de algo, pero solo la experiencia hace que lo
que decimos valga la pena ser escuchado. El mundo está lleno de personas que
juzgan con respecto a cosas de las que no saben nada e intentan enseñar a los
demás sobre asuntos que nunca han vivido.

Es fácil hablar de algo, pero solo la experiencia hace que lo que decimos valga
la pena ser escuchado.

Recuerdo a una psicóloga que me dijo que ella se sentaba con sus pacientes y
hablaba y hablaba mientras se daba cuenta de que realmente no les estaba
ayudando, y a veces incluso sentía que no sabía de lo que estaba hablando. Tras
leer mi libro original sobre sanidad interior, Belleza en lugar de cenizas, y mi
primer libro sobre la mente, El campo de batalla de la mente, me dijo que
escuchaba a las personas que acudían a ella, las dejaba hablar sobre su dolor, y
cuando llegaba el momento de ofrecer un consejo les recomendaba estos dos
libros. Ella había estudiado psicología, pero yo tenía la experiencia; por lo tanto,
su educación y mi experiencia trabajaron de la mano para ayudar a sus pacientes.
No estoy sugiriendo que todos los psicólogos y psiquiatras tengan que tener
experiencia en todo lo que sus pacientes han vivido, pero creo que aprovecharían
mejor su educación académica si han tenido que aplicar a sus propias vidas los
principios que están enseñando.
Tendemos a menospreciar las cosas dolorosas que nos han acontecido en la
vida, pero Dios puede usarlas para ayudar a otros si se lo permitimos. No creo ni
por un instante que Dios planificara mis abusos para poder darme algo de
experiencia, pero sí creo que Él ha usado mi experiencia para ayudar a otras
personas, y hará lo mismo con su experiencia en la vida.
Dios usa a todo aquel que está dispuesto a ser usado por Él, pero hay algunas
posiciones en la obra del reino que solo los experimentados pueden ocupar. Si
alguien está herido, es muy frustrante e inútil intentar hablarle de ello si puede
ver claramente que esa persona no tiene ni la menor idea de lo que está viviendo.
Cuando estamos heridas necesitamos empatía, y la mejor persona para darnos
eso es alguien que haya estado donde nosotras estamos.

¿Qué hace que Jesús pueda


ayudarnos?
Su primera reacción a esta pregunta podría ser: “Bueno, Joyce, Él es el Hijo de
Dios. ¿No es eso suficiente?”. Pero la Biblia dice que Jesús escogió
experimentar nuestro dolor.

Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y,


consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos
los que le obedecen. (Hebreos 5:8-9)

Estos dos versículos me dicen mucho no solo acerca de Jesús sino también de
mi propia vida. Jesús necesitaba la experiencia para ser nuestro Sumo Sacerdote
a fin de poder decir verdaderamente que entendía nuestro dolor. Mi experiencia
con el poder sanador de Jesús me permitió poder decir osadamente a otras
personas que Jesús sanaría su alma herida así como sanó la mía.
Jesús sufrió. Él obtuvo experiencia, y eso lo equipó para lo que su Padre
quería que hiciera. Pablo escribió que nosotros tenemos un sumo sacerdote que
es capaz de “entender y empatizar y tener un sentimiento compartido de nuestras
debilidades”, porque ha pasado por las cosas que nosotras estamos
experimentando ahora (ver Hebreos 4:15). Me maravilla cada vez que leo y
medito en estos versículos, y me dan esperanza para saber que lo que he vivido
será usado para ayudar a otras personas.
Dios es bueno y, por lo tanto, puede tomar lo que Satanás quiso que fuera
para mal y sacar algo bueno de ello para nosotras y para otras personas que
necesiten ayuda. Somos soldados en el poderoso ejército de Dios, pero en lugar
de poner a sus soldados heridos en un hospital, Él los asciende hasta posiciones
de mayor poder e influencia.
Cuando Moisés llegó a un punto en su vida en el que necesitó ayuda, Dios le
dijo que buscara hombres sabios, entendidos, experimentados y respetados, y
que los ascendiera (Deuteronomio 1:13). Le insto en este momento a ofrecer su
experiencia a Dios para que Él la use, si es que nunca lo ha hecho. Recuerdo
claramente decirle a Dios: “Soy un desastre, pero soy tuya si puedes usarme”, y
Él lo hizo. Cualquier cosa que le entreguemos a Dios nunca será desperdiciada.
Él toma los pedazos rotos de nuestras vidas y hace cosas hermosas. Él nos da
belleza en lugar de cenizas. Elisabeth Elliot dijo: “De una cosa estoy segura, y es
que la historia de Dios nunca termina en cenizas”.15

La historia de Dios nunca termina en cenizas.

Esta frase me toca profundamente y me da esperanza. Puede que


comencemos con cenizas, pero cuando se las entregamos a Jesús, Él hace algo
hermoso. No deje que su dolor se desperdicie llevando una vida de amargura y
rencor porque siente que le han tratado injustamente. En su lugar, haga de su
experiencia una herramienta valiosa para ayudar a otros.
Dios le dio esta palabra a Isaías para que se la diera al pueblo que tenía miedo
a causa de las cosas dolorosas que estaban experimentando:

Te convertiré en una trilladora nueva y afilada, de doble filo. Trillarás las


montañas y las harás polvo; convertirás en paja las colinas. Las aventarás y
se las llevará el viento; ¡un vendaval las dispersará! Pero tú te alegrarás en
el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel. Los pobres y los necesitados
buscan agua, pero no la encuentran; la sed les ha resecado la lengua. Pero
yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. (Isaías
41:15-17)

Si lee este pasaje con atención, verá que Dios promete tomarle y convertirle
en una herramienta valiosa que pueda ser usada para ayudar a quienes estén
buscando ayuda. Me encanta la idea de ser una trilladora nueva y afilada que se
pueda usar para hacer polvo las montañas de tal manera que el viento pueda
soplarlas y llevárselas. Multitudes de personas tienen montañas amenazantes
delante de ellas que les hacen sentir que nunca podrán superar, pero usted puede
usar su experiencia para ayudarles.

Experiencias santificadas
El salmista David habló sobre experiencias santificadas que tuvo (vividas como
debía hacerlo; ver Salmos 119:7, NTV). La palabra santificado significa
apartado para los usos de Dios, consagrado o declarado santo. Las cosas
dolorosas e injustas que nos suceden en la vida no vienen de Dios, pero Él puede
santificarlas para su propio uso. Me encanta esta idea. Satanás es nuestro
verdadero enemigo, y en realidad él está detrás de todo nuestro dolor y
sufrimiento, pero al permitir que Dios santifique esos dolores y los use para
ayudar a otros, habremos encontrado el secreto para vencer el mal con el bien
(ver Romanos 12:21).
Si no le gusta lo que el diablo ha hecho en su vida o la destrucción que ha
causado, entonces no se ponga en sus manos guardando rencor, ira y llenándose
de autocompasión. En cambio, deje que Dios santifique su dolor, y verá el
cumplimiento del versículo que dice que aunque el enemigo venga contra usted
por un camino, huirá delante de usted por siete caminos (ver Deuteronomio
28:7). No tiene que pasar su vida huyendo del dolor de su pasado; puede hacer
que el diablo (su verdadero enemigo) huya.
Hay muchas cosas distintas que les ocurren a las mujeres y que hieren su
alma, pero ninguna de ellas tiene por qué malgastarse. Esta es una breve lista de
algunas de las cosas que nos hieren:

• Abuso de cualquier tipo

• Acoso

• Maltrato de un cónyuge violento

• Un esposo infiel

• Muerte de un hijo o un cónyuge

• Enfermedad larga

• Divorcio

• Estrés de ser la cuidadora

• Rechazo

• Ser marginada (por un padre, cónyuge, amiga o jefe)

• Traición de una amiga

• Ser objeto de chismes o mentiras


• Un hijo enfermo o sufriendo dolor

• Un ser querido que va por un camino destructivo en la vida

• Prejuicio

• Ser víctima de un delito

• No poder tener hijos

• Problemas de peso, acné o alguna otra imperfección física

• Sentir que no es suficiente, nunca lo suficientemente inteligente, guapa o


buena

Cualquiera de estas violaciones puede ser redimida por Dios y usada para su
gloria. No hay nada que la haya herido que la pueda marcar de por vida. No hay
nada de lo que no se pueda recuperar, y nada que Dios no pueda sanar.

No hay nada que Dios no pueda sanar.

Marcada de por vida


El abuso puede ser sexual, emocional, mental o físico. El abuso de cualquier tipo
es dañino, pero se dice que la violación sexual es la más destructiva para el alma
de una mujer. El abuso infantil físico, emocional o sexual se dice que marca el
cerebro de las mujeres en ciertos patrones. Oír esto podría dejar a una persona
sintiendo que estaría marcada de forma negativa para el resto de su vida, pero
tengo buenas noticias: somos marcadas, apartadas y selladas por el Espíritu
Santo, y somos preservadas para el uso especial de Dios al margen de lo que
hayamos vivido.

En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio


que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es
el Espíritu Santo prometido. Este garantiza nuestra herencia hasta que
llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su
gloria. (Efesios 1:13-14)

El sello del Espíritu Santo garantiza que seremos totalmente redimidas y


adquiriremos la posesión completa de nuestra herencia en Cristo. No importa
cuán heridas estemos cuando comenzamos nuestra jornada hacia la recuperación,
Dios ha garantizado nuestro éxito mientras no nos rindamos. Él recoge los
fragmentos de nuestras vidas rotas y se asegura de que no se desperdicie nada.
Para entender mejor todo el significado de lo que representa el sello del
Espíritu Santo, permítame contarle una pequeña historia de cuando Pablo
escribió la carta a los efesios. Éfeso era una ciudad con muchas empresas de
explotación forestal. Los trabajadores iban a los bosques subiendo río arriba
contracorriente y cortaban troncos que marcaban con el sello de la empresa que
realizaba el trabajo. Esos troncos iban flotando río abajo y llegaban a los puertos
en Éfeso hasta que sus dueños los necesitaban para alguna obra. Como estaban
marcados con un sello que representaba su propiedad, estaban protegidos del
robo.
Nosotras hemos sido compradas por precio, y ese precio es la sangre de
Jesús; hemos sido selladas con el Espíritu Santo para protegernos mientras
esperamos nuestra total redención. El diablo viene solo para robar, matar y
destruir, pero Jesús vino para que pudiéramos tener vida y disfrutarla (ver Juan
10:10).
Usted ha sido sellada y marcada por Dios. Es de Él, y está a salvo.
Usted ha sido sellada y marcada por Dios.

Una de las cosas que las mujeres quieren es sentirse seguras, y yo quiero que
sepa que usted está segura con Dios.
Usted ha sido apartada (santificada) para uso de Dios, y eso incluye cualquier
cosa que haya sufrido que fuera dolorosa o dañina. Le insto a soltar todo su dolor
y heridas del pasado a los pies del Espíritu Santo y pedirle que comience su
proyecto de restauración en su vida. No malgaste su dolor; deje que Dios lo use
para su bien.

CAPÍTULO 4
¿Qué es un alma saludable?
Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.
—Salmos 62:1

El alma de una mujer herida es un lugar bastante misterioso porque no se puede


ver y raras veces se entiende, incluso ni la mujer misma. Aun así, tiene un lugar
de importancia en nuestra composición general. Sabemos lo que es nuestro
cuerpo porque lo único que tenemos que hacer es mirarnos en el espejo y verlo.
Quizá no nos guste lo que vemos, pero al menos sabemos lo que es. Somos seres
espirituales que tenemos un alma y vivimos en un cuerpo. Su ser interior está
compuesto por su espíritu y su alma, y su ser exterior es su cuerpo.
Es en el espíritu de una mujer donde viene a vivir el Espíritu Santo cuando
ella nace de nuevo. Cuando recibe a Jesús como su Salvador, su espíritu se
convierte en la morada de Dios, y como Dios no puede estar en un lugar que no
sea completamente santo, el espíritu humano es santificado, o hecho santo, en
ese momento. Realmente recibimos todo lo que necesitamos para vivir vidas
asombrosamente maravillosas en ese punto, pero como nos falta el
conocimiento, se necesita tiempo y estudio diligente de la Palabra de Dios para
que lo podamos entender. E incluso después de saber lo que tenemos, aún
necesitamos tomar decisiones para actuar en consonancia. Saberlo es el primer
paso, pero es necesario dar el segundo paso, que es hacer lo que ahora sabemos.
Por ejemplo, Jesús es el Príncipe de paz, así que como Él está viviendo en la
mujer de Dios, ella ahora tiene la paz a su disposición, y sin embargo puede que
se siga preocupando, sintiendo ansiedad y mostrando emociones que son
erráticas. Ser errática es ser inestable, impredecible, incoherente, cambiable o
irregular. Una vez que decide que no quiere seguir viviendo y comportándose
así, siendo manipulada por sus circunstancias, comenzará el proceso de volver a
entrenar la parte emocional de su alma para que se someta a la guía del Espíritu
Santo que está dentro de ella. Tendrá que confiar en Dios para que le dé la fuerza
para obedecerlo, y si ella ha sido totalmente independiente, esto puede tomar
algo de tiempo y podría incluso necesitar varios intentos fallidos en cuanto a
mantenerse en paz en las tormentas de la vida antes de comenzar a ver cambios
en ella.
Para no desanimarnos, es importante recordar que Dios ha prometido que
perfeccionará la buena obra que ha comenzado en nosotras (ver Filipenses 1:6).
Nuestra parte es proseguir hacia la meta y no rendirnos nunca. Finalmente, poco
a poco, nuestra alma encontrará su descanso en Dios.
Sabemos lo que es sentarse o tumbarse y descansar nuestro cuerpo, pero
quizá no sepamos lo que es descansar internamente, en el ámbito del alma.
Cuando estemos en total descanso de mente, voluntad y emociones, entonces, y
solo entonces, seremos libres de la tiranía de las circunstancias y las personas
que nos decepcionan. No podemos controlar todas las circunstancias de la vida,
o a las personas que hay en nuestra vida, pero Dios nos ha dado el fruto del
dominio propio, y con su ayuda podemos aprender a controlar nuestra respuesta
a lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto es verdadera libertad.
Un alma saludable está descansada; no está emocionalmente angustiada. No
se preocupa ni se vuelve ansiosa, temerosa o asustadiza. No está cargada con
culpa o vergüenza. Ha encontrado su hogar en Dios y confía en que Él cuida de
todo lo que le preocupa. Ciertamente, en nuestro mundo de hoy hay abundancia
de cosas por las que preocuparse. Si es usted una madre soltera intentando criar
hijos por sí sola, o tiene un hijo con necesidades especiales, o está
continuamente bajo presión económica, sufriendo enfermedades o está cuidando
de sus padres ancianos, puede sonar absurdo decir: “Puede tener descanso en su
alma”. Si se siente así, entiendo totalmente cómo se siente. Pero nada es
imposible para Dios, y usted puede tener un descanso sobrenatural que solo Él
puede dar.

Responsabilidad
Todas tenemos muchas responsabilidades y no podemos ignorarlo. Las mujeres
se ocupan de muchas cosas, incluso aunque tengan buenos esposos, pero para
una mamá soltera esa responsabilidad se multiplica. Una mujer dice que se va a
la cama y termina haciendo diez cosas pequeñas mientras va de camino, pero un
hombre dice que se va a la cama y lo hace. Una de mis hijas tiene cuatro hijos
adolescentes. Yo tuve tres adolescentes y un bebé hace treinta y siete años
cuando estaba comenzando en el ministerio, así que sé lo desafiante que puede
ser. Pero la vida no era tan complicada como lo es hoy.
Yo veo a mi hija ir de una situación a otra y a otra, y parece que es algo que
ocurre todos los días. Su esposo se fue a pescar, y ella pensó que tendría unos
días en su casa que serían algo más calmados. Planificó algo de tiempo para ella,
y estaba emocionada. El primer día que pensó que finalmente estaba sola,
llamaron de la escuela; una de sus hijas estaba enferma y tenía que ir a recogerla.
Después su hijo que está en la universidad llegó a casa por la tarde y quería
llevar a su novia. Su tiempo a solas nunca llegó. La vida siguió su curso.
Tenemos responsabilidades. Dios nos invita a echar sobre Él nuestra
ansiedad, no a ignorar nuestras responsabilidades (ver 1 Pedro 5:7). Es
asombroso cómo las cosas son mucho más fáciles cuando las hacemos sin el
estrés que normalmente acarrea nuestra alma. Creo que nuestra energía
realmente aumenta mucho cuando estamos descansadas en nuestra alma y
tenemos paz interior. No conozco otra forma de deshacerme del estrés que
experimentamos hoy día que no sea aprender a confiar en Dios en todo tiempo,
en todas las cosas.

Dios nos invita a echar sobre Él nuestra ansiedad, no a ignorar nuestras


responsabilidades.

Jesús dijo que si acudíamos a Él, daría descanso a nuestra alma.

Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré


descanso. (Mateo 11:28)

Si leemos el siguiente versículo, vemos que disfrutar de su descanso depende


de que aprendamos sus caminos.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de


corazón, y encontrarán descanso para su alma. (Mateo 11:29)

Me gustaría sugerirle que se detenga un momento y vuelva a leer varias veces


estos dos versículos, y reflexione detenidamente en lo que Jesús le está diciendo.
¡Hay descanso para su alma! Paz, en su mente, sus emociones y su voluntad, es
algo que tiene a su disposición.
Yo no siempre sigo mi propio consejo, y recientemente me di el lujo de
decepcionarme y preocuparme por una situación. Solo faltaban unas horas para
prepararme para ministrar en un evento, y ese es el peor momento para yo
decepcionarme, pero lo hice. Una situación no se manejó apropiadamente y eso
me afectó de forma adversa, y yo era la única en ese momento que podía
manejar tal situación. Pero si era sincera conmigo misma, lo cual no siempre es
fácil, me hubiera dado cuenta de que aunque era una responsabilidad que no
podía ignorar, no tenía que ocuparme de ello justo en ese instante. Terminé
llegando al límite de mi tolerancia antes de enseñar en una gran conferencia, y
aunque Dios fue misericordioso conmigo y resultó en un buen tiempo para las
personas, yo perdí la paz habitual y la fluidez a la que estoy acostumbrada
cuando ministro. Fue más difícil para mí enseñar y más fácil pensar que mi
mensaje no era muy bueno. Seguí mirando al reloj, queriendo que mi tiempo de
intervención se terminara, y cuando tengo ganas de terminar, sé que tengo un
problema.
Quería compartir esto con usted porque es importante que se dé cuenta de
que no importa quién sea usted o cuánto progreso haya realizado, a veces caerá
en viejos patrones. Parece que esto es especialmente cierto con nuestros
pensamientos y emociones. Recuerde siempre que Dios es misericordioso, y sea
cual sea el error que cometa, no es algo que vaya a sorprender a Dios o a dejarlo
estupefacto. Él ya sabía lo que usted haría antes de que lo hiciera, y aun así la
sigue amando. ¡Con Dios siempre hay una oportunidad para un nuevo comienzo!
Crea las promesas de Dios
El libro de Hebreos dice que es creyendo como aprendemos a entrar en el
descanso de Dios (ver 4:3, 10). Cuando ponemos nuestra fe, confianza y
dependencia en Dios y sus promesas para nosotros, comenzamos a experimentar
un alma saludable.
La voluntad del hombre es parte del alma, y tenemos que usar nuestro libre
albedrío para escoger la voluntad de Dios. Si, por ejemplo, la Palabra de Dios
nos dice que no hagamos algo y aun así lo hacemos, no tendremos descanso en
nuestra alma hasta que nos arrepintamos y recibamos el perdón de Dios. La
obstinación y el descanso de Dios no se llevan muy bien. Dios quiere que
creamos de verdad lo que Él dice, porque cuando lo hagamos, le obedeceremos.
Cuando eso ocurra, tendremos descanso para nuestra alma. Creo que es seguro
decir que todas comenzamos nuestra jornada con Dios llenas de obstinación, y
cambiar eso por la voluntad de Dios requiere mucho tiempo y a menudo es un
proceso doloroso. Los bebés espirituales no son distintos de los bebés humanos.
Ambos quieren las cosas a su manera y se portan mal si no lo consiguen. Así
como entrenamos a nuestros hijos, Dios nos entrena a nosotras.

La obstinación y el descanso de Dios no se llevan muy bien.

Si usted necesita sanidad para su alma herida, por favor créame cuando le
digo que sé por experiencia propia que la manera de Dios es la mejor manera de
hacer las cosas. He aprendido a ceder a la voluntad de Dios por muchos años y
sigo aprendiendo a soltar algunas cosas, pero cada vez que confío en Dios lo
suficiente para hacer lo que Él dice, mi vida se torna cada vez mejor. Mi alma
disfruta de más descanso.
Creer (confiar en Dios) es la única entrada al descanso de Dios. Mientras más
confiamos en Dios, más fácil se vuelve la vida porque descubrimos que lo que le
entregamos a Él, Dios se ocupa de ello. Puede que no lo haga cuando nosotras
queremos o como nosotras lo hubiéramos hecho, pero Él se ocupa y siempre se
ocupará de nosotras porque nos ama incondicionalmente.
Tome la decisión ahora mismo de creer a Dios más de lo que cree en cómo se
siente, qué quiere o qué piensa. Sus promesas son mayores y más dignas de
nuestra confianza que cualquier otra cosa. Todo lo demás son arenas movedizas,
pero su Palabra es eterna y permanece para siempre.

Tome la decisión ahora mismo de creer a Dios más de lo que cree en cómo se
siente, qué quiere o qué piensa.

Todas estamos edificando una vida, y los cimientos sobre los que la
construimos son más importantes que los cimientos sobre los que construimos
nuestra casa. ¿Sobre cuáles fundamentos está edificando su vida? ¿Son la
opinión popular, o lo que usted piensa y siente, o lo que la gente dice? Si es
cualquiera de estas cosas, está edificando sobre un terreno inestable. Jesús contó
una parábola para que entendiéramos este punto.

Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como
un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las
lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa;
con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.
Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un
hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias,
crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se
derrumbó, y grande fue su ruina. (Mateo 7:24-27)
Estos versículos dicen que la lluvia y los ríos llegan de igual forma, ya sea
que construyamos sobre la roca de Jesús o sobre la arena. Nadie puede evitar las
dificultades y tribulaciones de la vida, pero las personas que han construido su
vida sobre los cimientos adecuados (Jesús) superarán las tormentas y seguirán
estando de pie.

Cambie su mente
Si quiere un cambio en su vida, tendrá que cambiar su mente. Nuestros
pensamientos tienen un efecto asombroso sobre nosotros. El apóstol Pablo
enseña que Dios tiene un plan maravilloso para nuestra vida, pero para verlo
suceder, debemos haber renovado por completo nuestra mente.

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la


renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios,
buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:2)

Si tiene su alma herida, estoy segura de que gran parte de su pensamiento no


está alineado con la Palabra de Dios. Probablemente más que cualquier otra
cosa, Satanás usa nuestros pensamientos para intentar controlarnos. Él puede
sugerirnos pensamientos así como lo hizo con Eva, pero no tenemos que
recibirlos y tomarlos como propios. Sin embargo, lo haremos si no sabemos que
son mentiras que tienen la intención de mantenernos atadas.
Mencioné antes que yo pensaba que por haber sido abusada sexualmente
siempre tendría una vida de segunda categoría. Pensaba que era cierto porque no
sabía pensar otra cosa. Pero cuando descubrí que Dios dijo que podía dejar atrás
mi pasado y disfrutar de un futuro maravilloso, me di cuenta de que mi
pensamiento erróneo me estaba manteniendo atada, y el suyo hará exactamente
lo mismo con usted.
En capítulos posteriores revelaré muchas de las mentiras que Satanás usa
para mantenernos atadas a nuestro dolor del pasado, y creo que cuando vea la
verdad, ¡esta le hará libre!

CAPÍTULO 5
¡Ayúdenme! No me entiendo a mí
misma
Lo más difícil en la vida es conocerse.
—Tales

¿Alguna vez le ha dicho alguien: “¡No te entiendo absolutamente nada!”? Yo he


oído eso muchas veces en mi vida y era incapaz de dar una buena respuesta
porque la verdad era que yo misma tampoco me entendía. ¿Hace cosas y se
pregunta por qué las ha hecho, o se comporta de cierta forma, quizá incluso
repetidamente, y después se pregunta por qué? ¿Y qué hay de las cosas que dice?
¿Suelta palabras que hieren a otros y a la vez ni siquiera está segura de por qué
las dijo? Usted y yo quizá no sepamos por qué hacemos todo lo que hacemos,
pero hay una razón.
Aprender a entender la raíz de nuestras conductas es vital para cambiarlas.
Estudiar la Palabra de Dios nos ayuda a tener perspectiva. Puede revelarnos que
tenemos una raíz de temor en nuestra vida que está afectando nuestras acciones y
reacciones. Yo crecí arraigada al temor y tuve que aprender que eso me estaba
afectando de manera adversa, especialmente en mis relaciones. Mi personalidad
es bastante directa, así que fue difícil para mí afrontar que muchas de mis
reacciones con la gente y con algunas situaciones estaban arraigadas en el temor.
A muy pocas personas les gusta admitir que tienen miedo, pero a las personas
directas y agresivas como yo realmente no nos gusta admitirlo, porque tiende a
hacernos sentir débiles y fuera de control.

Aprender a entender la raíz de nuestras conductas es vital para cambiarlas.

Aún hoy quizá tenga una reacción extraña a algo, y si me detengo y le pido a
Dios que me muestre por qué dije lo que dije o me comporté de esa manera, a
menudo Él me muestra que la fuente era el temor. Pero puedo reaccionar de otra
forma ahora a como lo hacía al principio de mi jornada hacia la sanidad de mi
alma. Ahora sé que incluso cuando tengo miedo, puedo poner mi confianza en
Dios. No tenemos que ser miedosas solamente porque sintamos el miedo.
El temor es uno de los principales tormentos que el diablo usa contra las
personas. Su deseo es controlarnos con él e impedirnos ser la persona que Dios
quiere que seamos. El rey David dijo que cuando tenía miedo, ponía su
confianza en Dios (ver Salmos 56:3). Era un hombre que tenía una relación
maravillosa con Dios, y era un rey con gran poder y autoridad, y sin embargo a
veces experimentaba temor. El temor se presenta a sí mismo a todo el mundo,
pero no tenemos que dejar que nos controle.
Algunas de mis reacciones insanas estaban arraigadas en la inseguridad, en
sentir que no encajaba o que algo estaba mal en mí, y en el temor a ser
rechazada. El temor de que se aprovecharan de mí era enorme en mi vida, y eso
hacía que no dejara que las personas se me acercaran o, si lo hacía, intentaba
mantener el control en cada situación.
Le recomiendo que cuando tenga una reacción mala o inusual con una
persona o situación, en vez de pasarla rápidamente, se tome el tiempo de meditar
en ello y pídale a Dios que la ayude a entender por qué se comportó como lo
hizo. Hacer esto me ha ayudado mucho a llegar a la raíz de problemas en mi
vida.

Discernimiento
En el contexto cristiano, el discernimiento es percepción con vistas a la dirección
y el entendimiento espiritual.16 Una definición más práctica sería ver cómo son
las cosas verdaderamente y no como parecen ser. Creo que tenemos que
entendernos a nosotras mismas, y eso requiere tomar el tiempo para ver el
motivo que hay detrás de nuestras conductas en vez de ver solamente la
conducta en sí.
Recientemente tuve una mala actitud en una situación. Ni siquiera fue una
actitud que se vio, pero en mi corazón sabía que mi actitud no era la que Dios
aprobaría, así que me detuve y le pedí a Dios que me mostrara por qué me había
sentido así. En cuestión de momentos, oí la palabra celos en mi corazón. Al
principio no quería creer que tenía celos de alguien, pero vi que era cierto y le
pedí a Dios que me ayudara a crecer para no tener ese tipo de actitud. No me
sentí condenada por lo que vi, pero realmente me alivió verlo. Recuerde que no
siempre puede hacer nada con respecto a algo si no lo ve. No tenga miedo de
caminar en la luz con Dios y deje que Él le revele la verdad.

No tenga miedo de caminar en la luz con Dios.


Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para
que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida. (Salmos 56:13)

Si no enfrentamos la verdad, no seremos libres de las cosas que roban nuestra


paz y gozo. El discernimiento exige que aminoremos la marcha y pensemos más
profundamente para llegar a la raíz de nuestras conductas. Descubrir por qué
hacemos lo que hacemos es algo muy valioso. A veces es necesario pasar por
una crisis para que nos despierte y nos ayude a ver en nosotras mismas lo que
otros ven.
Mi conducta no fue buena durante muchos años debido al abuso que sufrí en
mi niñez. Después de siete años de casada con Dave, una mañana se estaba
preparando para irse a trabajar y yo fui muy grosera e irrespetuosa con él por
algo que él quería hacer. Ese tipo de conducta no era algo inusual en mí, pero esa
mañana él había llegado al límite de lo que estaba dispuesto a soportar, y dijo:
“Joyce, es muy bueno que yo no base mi valía como hombre en cómo tú me
tratas y me hablas. Si sigues comportándote así, no estoy seguro de qué haré en
el futuro”. Tras decir eso, se fue a trabajar. Ese fue un punto de crisis para mí,
porque Dave no era un hombre que hiciera amenazas vacías. Teníamos tres
hijos, y yo amaba a Dave. No quería que él me dejara, así que decidí hacer
realmente un esfuerzo por cambiar.
No recomiendo intentar cambiar sin pedir la ayuda de Dios, porque sin ella
no tendrá éxito. Tenemos que dejar que el Espíritu Santo dirija porque Él es
nuestro maestro y nuestro guía. Le pedí ayuda a Dios y Él comenzó a poner
recursos en mis manos que comenzaron a darme discernimiento, o luz, para
entender la raíz de mis problemas.
Algo que fue extremadamente útil para mí fue leer libros sobre los distintos
tipos de personalidad. Me asombré al ver lo mucho que aprendí, no solo de mí
misma sino también de los demás. Recomiendo mucho que dedique un tiempo a
leer algún material relacionado con este tema e incluso que haga un test de
personalidad. Muchos de estos tipos de test están disponibles en el Internet, y
creo que podría ayudarle a la hora de entenderse a usted misma y su jornada
hacia la sanidad.
Cuando hablamos sobre sanar a los quebrantados, pienso que estamos
hablando sobre sanar a los quebrantados en su personalidad. La personalidad es
una combinación del temperamento natural con el que nacemos mezclado con
cosas que nos suceden, especialmente en nuestros años de formación. Yo soy del
tipo A, o de personalidad colérica, según el test que hice. Los rasgos de ese tipo
de personalidad me describían perfectamente y fueron muy útiles para mí.
El primer libro que leí fue sobre el temperamento guiado por el Espíritu, de
Tim LaHaye. (Ahora tiene libros actualizados disponibles sobre el tema). Su
libro me reveló que aunque tenía un temperamento de nacimiento, el cual incluía
debilidades y fortalezas, podía aprender a ser guiada por el Espíritu en mis
respuestas a la gente y a la vida misma.
Una de las debilidades de mi temperamento es el deseo de controlar a las
personas y las cosas. La persona colérica es un líder; está feliz tomando el
control de cualquier situación y diciendo a los demás lo que deben hacer. Tuve
que aprender que este rasgo es bueno si estoy a cargo de algo y tengo que dirigir,
pero no es bueno si lo uso para intentar controlar cosas que no me incumben. Ha
sido interesante aprender que muchas de nuestras mayores fortalezas también
pueden convertirse en grandes debilidades, a menos que aprendamos a seguir los
principios de Dios durante nuestra vida.
Aprenda todo lo que pueda sobre usted misma y eso le ayudará a ser más
quien verdaderamente es. Creo que todas tenemos un yo fingido, uno que
proyectamos al mundo, pero Dios quiere que seamos nosotras mismas, la
personas que Él creó.

Aprenda todo lo que pueda sobre usted misma y eso le ayudará a ser más quien
verdaderamente es.
No tiene que esperar a una crisis en su vida para comenzar su jornada de
sanidad y bienestar. Cuanto antes comience, más feliz será.
Recientemente hablé con una consejera profesional para prepararme para
escribir este libro y le pregunté cómo hace ella para ayudar a personas con el
alma herida. Me dijo que lo primero que le enseñaron a hacer es darles un test de
personalidad. Fue interesante para mí saber que aunque yo no obtuve consejería
profesional, el Espíritu Santo me guió a lo mismo que me habría dado una
consejera.

Encontrar su camino
Hay muchos caminos distintos que nos llevan al mismo destino cuando se trata
de sanar nuestra alma. No todos tenemos que tomar el mismo camino para
encontrar la sanidad que necesitamos. Como somos individuos, Dios nos guiará
individualmente, pero quiero hacer algunas sugerencias que pueden ayudarle.
Algunas de ellas son negociables y otras no son negociables.
Lo primero que ayudará a traer sanidad a nuestra vida es una relación
personal con Dios y un estudio diligente de su Palabra durante toda la vida. Esto
es un no negociable. En mi opinión, cualquiera que busque una alma saludable
solo podrá encontrarla en la Palabra de Dios y con su ayuda.
Yo recomiendo leer lo más frecuentemente que pueda. Lea libros que estén
basados en principios bíblicos y libros escritos por psiquiatras y psicólogos
cristianos. Prefiero autores cristianos porque, por lo general, presentan su
material desde una perspectiva piadosa. Sin duda, hay otros autores de los que se
puede aprender mucho, pero es sabio tener cuidado con lo que introducimos en
nuestra alma. Solo porque algo esté escrito en un libro no significa que sea
cierto. Yo he leído muchos libros sobre sanidad emocional, y mucho de lo que
he aprendido ha sido extremadamente útil para mí, pero alguna vez he leído algo
que simplemente no estaba en consonancia con la Palabra de Dios.
Afortunadamente supe que no tenía que seguir ese consejo.
Puede que necesite o decida recibir consejería de una profesional o líder
espiritual a quien usted respete. En ambos casos creo que lo mejor es conseguir
una buena recomendación de alguien antes de comenzar. La terapia es útil para
muchas personas porque les da la oportunidad de hablar sobre sus sentimientos y
comenzar a entender dónde están arraigados esos sentimientos. Pero si no quiere
hacer eso o no encuentra a la persona correcta, no es necesario pensar que se lo
perderá. Dios le dará lo que necesite y la llevará a las cosas que le ayudarán, así
como lo hizo conmigo.
Las personas reciben la ayuda de formas distintas. Una de las mujeres con las
que hablé mientras me preparaba para este libro es una mujer cuyo esposo era
adicto a la pornografía. Aunque es cristiano, entró en contacto con la pornografía
cuando era pequeño y nunca pudo liberarse de ello. Esto fue, por supuesto,
devastador para mi amiga, y cuando le pregunté qué era lo que sentía que le
ayudaba más, ella respondió: “La empatía”. Me dijo que saber que Jesús
verdaderamente entendía lo que estaba sufriendo era una gran fuente de consuelo
para ella. También conocía a otra mujer que había experimentado lo mismo en
su matrimonio, y hablar con ella, sabiendo que la mujer tenía una verdadera
empatía por ella, la consolaba.
También hablé con una mujer cuyo esposo padecía TEPT (trastorno de estrés
postraumático) tras haber combatido en Afganistán y sufrir un daño cerebral
como resultado de un bombardeo. Ella decía que habían pasado por grandes
dificultades en su matrimonio hasta que conocieron a una pareja que había
experimentado cosas similares y había encontrado formas de solucionar sus
problemas. Dijo que la pareja fue un regalo asombroso de Dios porque ellos
entendían lo que estaban pasando y realmente les ayudaron a entenderlo mejor.
Muchas personas pueden intentar entender nuestro dolor, pero ninguna lo
entiende mejor que alguien que haya experimentado lo que nosotros estamos
sufriendo. Yo puedo empatizar mucho con alguien que haya experimentado
abuso sexual, que haya tenido cáncer, que se haya divorciado por infidelidad o
que haya experimentado muchas otras cosas, pero como yo nunca he tenido una
adicción a sustancias, no sé muy bien lo que sufre una persona que esté lidiando
con ello.
Hable con alguien. No tiene que ser con una consejera, y simplemente hablar
del pasado con alguien en quien confíe le robará el poder que tiene sobre usted.
Tristemente, a menudo mantenemos nuestro dolor en secreto, e infecta nuestra
alma hasta que nos volvemos completamente disfuncionales.
Ser disfuncional no significa que no podamos funcionar en el mundo en que
vivimos, pero sí significa que no funcionamos adecuadamente. Yo mantuve en
secreto el abuso sexual de mi infancia y fue una de las cosas que me mantenía
atada. Nunca se lo conté a nadie, salvo a mi madre, hasta que me casé con Dave
cuando tenía veintitrés años. El temor a que alguien supiera lo que me habían
hecho gobernaba mis pensamientos y acciones y me hacía comportar de maneras
disfuncionales. Aunque cuando tenía nueve años le había contado a mi madre lo
que me estaba haciendo mi padre, ella decidió no creerme, así que pensé que
nadie más me creería.
Quizá pensamos que las personas nos rechazarán, nos culparán o nos
juzgarán duramente si conocen nuestro pasado, pero si lo hacen, entonces ellos
tienen un problema peor que el nuestro. Si tuvo una experiencia decepcionante,
no deje que esa decepción la mantenga atada a secretos que la están enfermando.
Encuentre a alguien con quien hablar. Por supuesto, Jesús siempre está
disponible, y le entiende completamente y tiene compasión de usted.
También quiero animarla a ser paciente. Algunos de nuestros problemas
dejan un complicado caos en nuestra alma que exige un tiempo para
desenredarlo. La sanidad, por lo general, llega en varios grados, poco a poco. Al
menos así ha ocurrido conmigo. Dios raras veces tiene prisa, porque está más
interesado en hacer bien lo que tiene que hacer que en hacerlo rápido. Tener una
relación con Él será muy frustrante si somos muy impacientes, porque sus
promesas se reciben mediante la fe y la paciencia.
¡No se rinda nunca! No se canse de hacer lo correcto y recogerá una cosecha
a su debido tiempo (ver Gálatas 6:9).
Sea una persona de acción, estando siempre lista para hacer rápidamente lo
que Dios le muestre que haga. Saber qué hacer pero no hacerlo no le ayudará.
Puede tener una receta médica rellena, pero si nunca se toma la medicina, no le
ayudará.
Sea una aprendiz de por vida, especialmente de usted misma. ¡Hay una
persona maravillosa dentro de usted esperando salir!

¡Hay una persona maravillosa dentro de usted esperando salir!

CAPÍTULO 6
Usted es la amada de Dios
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos
de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es.
—1 Juan 3:2, RVR60

Lo que la gente desea es amor incondicional. La mayor felicidad en la vida es


saber que somos amadas por lo que somos o quizá a pesar de cómo somos. Dios
nos creó para ser amadas, y sin ese amor, no funcionamos bien. En mi opinión,
ninguna persona, no importa cuán buena o amable sea, es capaz de darnos un
amor que sea totalmente incondicional. Solo Dios puede hacer eso. Si yo le
dijera: “Dios nunca la amará más de lo que la ama en este momento del tiempo”,
¿qué pensaría?
A menudo digo eso a quienes asisten a mis conferencias, y puedo ver por las
miradas de perplejidad y duda en sus rostros que no están seguras de creerlo.
Para la mayoría de nosotras, la idea del amor incondicional sencillamente no
encaja en nuestra ideología. Pero al seguir explicando que Dios no nos ama
sobre la base de lo que hacemos sino de quién es Él, comienzan a entenderlo. Sin
embargo, aún tardo un tiempo en convencerlas de que no pueden hacer nada para
ganarse el amor de Dios. Es un regalo gratuito y solo se puede recibir por la fe.
El apóstol Juan nos dice que pongamos la fe en el amor que Dios nos tiene
(ver 1 Juan 4:6). Al principio lo recibimos totalmente por la fe, pero al final si
seguimos creyéndolo, comenzaremos a sentirnos amadas. El concepto de que
algo bueno sea nuestro sin que tengamos que hacer algo para merecerlo nos
resulta totalmente ajeno. Dios no solo nos ama, sino que somos sus amadas.

Somos sus amadas.

¿Qué significa ser la amada de Dios? Es un término de afecto y cariño, y


significa anhelar, respetar y considerar con afecto. Al meditar en la palabra
amada, percibí en mi espíritu la idea de ser amada en cada instante del tiempo.
Solo piense en ello: usted está siendo amada ahora mismo y en cada momento.
Nunca ha habido ni habrá un momento en el tiempo en el que no sea
perfectamente amada.
Le sugiero que deje de leer, cierre sus ojos y deje que su alma se aquiete.
Ahora diga en voz alta: “Soy la amada de Dios”. Dígalo unas cuantas veces y
deje que la frase impacte su alma. Creo que este ejercicio podría ser muy
impactante, especialmente si nunca ha creído realmente que es amada o no se ha
sentido amada.
Dios Padre se refirió a Jesús como su Hijo amado, en quien se agradaba (ver
Mateo 3:17). El nombre de David el salmista significa el amado de Dios. Daniel
fue aludido tres veces por los ángeles como el amado de Dios, y Pablo a veces se
refirió a los creyentes del Nuevo Testamento como amados. También, el apóstol
Juan se refirió a sí mismo como el discípulo amado, o el discípulo a quien Jesús
amaba. Seguro que Juan era un hombre que disfrutó de una revelación profunda
del amor de Dios hacia él y fue lo suficientemente valiente para decirlo. ¡Qué
confianza debió haber tenido!
No solo el amor de Dios trae sanidad a nuestra alma herida, sino que también
nos da confianza y valor. El apóstol Juan dijo que el perfecto amor echa fuera el
temor, y que si aun así tenemos temor, aún no hemos alcanzado la plena
madurez del amor de Dios.

En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El
que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. (1
Juan 4:18)

Recuerdo leer este versículo al poco tiempo de convertirme y malentenderlo


por completo. Pensaba que significaba que si yo era capaz de amar a otros
perfectamente, no tendría temor en mi vida. Me esforzaba mucho por amar a
otros pero parecía que siempre fallaba y finalmente volvía al egocentrismo. Al
final aprendí que antes de poder amar a alguien, tenía que recibir el perfecto
amor de Dios que se me ofrecía y aprender a amarme a mí misma, y solo
entonces sería capaz de amar a los demás adecuadamente.
Cuando recibimos y disfrutamos el amor de Dios, ya no tenemos miedo a
dejar que la gente entre en nuestra vida, ni tenemos miedo de darnos a ellos.
Podemos amar sin reservas porque no vivimos con el temor de que se
aprovechen de nosotros. El perfecto amor de Dios echa fuera el temor.
No se desanime si tarda un tiempo en entender del todo la idea de que Dios la
ama incondicionalmente. Nuestra experiencia nos ha enseñado que el amor
parece brotar y fluir según el estado de ánimo de las personas y si les estamos
dando o no lo que nos demandan. Rápidamente caemos en un patrón de intentar
ganar el amor haciendo felices a las personas y temiendo que el amor se pueda
perder si no les agradamos. La gente nos ama de forma imperfecta, pero el amor
de Dios es perfecto porque Él es perfecto. Él es amor, y por lo tanto es imposible
que Él haga algo menos que amarnos incondicionalmente.

El amor de Dios es perfecto porque Él es perfecto.

Mientras más comunión tenemos con Jesús y aprendemos sobre su carácter,


experimentando su bondad, gracia y misericordia en nuestra vida, más
profundamente reconocemos su asombroso amor. Nuestra alma puede estar
herida de forma tan profunda que necesitamos disfrutar del amor de Dios durante
mucho, mucho tiempo para comenzar siquiera a sentir su efecto sanador. Las
heridas profundas tardan en sanar, así que sea paciente.

Diles que les amo


Durante cinco años enseñaba un estudio bíblico cada martes por la noche en mi
hogar. Finalmente me invitaron a enseñar un estudio bíblico en mi iglesia los
jueves por la mañana. Lo considero mi primera oportunidad de hablar en público
y realmente quería que fuera asombrosamente buena. Oraba diligentemente por
lo que el Señor quería que yo enseñara, y continuaba sintiendo que Él quería que
le dijera a la gente lo mucho que Él la amaba. Debo admitir que al principio me
resistí, diciéndole al Señor que todos sabían que Él les amaba. A fin de cuentas,
eso es algo acerca de lo que muchos cantamos de niños: “Sí, Cristo me ama, la
Biblia dice así”.
El Señor fue muy claro en que quería que yo les dijera que Él les ama,
afirmando que si las personas supieran cuánto las ama Dios, no estarían
atormentadas por el temor. En obediencia, enseñé sobre el amor de Dios, y el
mensaje fue recibido de una forma asombrosa. Me resultó obvio que la gente no
solo necesitaba esa revelación, sino que yo misma también la necesitaba.
Podemos decirles a otros que Dios les ama y aun así no tener la revelación sobre
su amor para nosotras mismas.
Mientras me preparaba para enseñar a otros sobre cuánto les amaba Dios,
descubrí que yo necesitaba el mismo mensaje. Creía que Dios me amaba, pero
tenía que admitir que creía que su amor por mí era condicional. Durante los
años, mi fe en su amor creció más y más, pero incluso ahora tengo que
recordarme a menudo que Dios no deja de amarme cuando no me comporto
perfectamente.
Al estudiar diligentemente y meditar en lo que la Biblia enseña sobre lo
mucho que Dios nos ama y aprender a ver su amor en mi vida, finalmente
comencé a sentirme amada. Fue un comienzo, pero ciertamente no el final de mi
jornada. Pensaba sobre el amor de Dios. Me hice un cuaderno en el que escribía
todos los versículos que encontraba sobre el amor de Dios. Leía cualquier libro
que encontrara sobre el amor de Dios, y confesaba en voz alta en mi tiempo de
oración que Dios me amaba. Usted puede estar tan convencida de cuán difícil es
ser amada, que se necesitará el mismo tipo de diligencia para obtener realmente
una revelación del amor de Dios por usted. Recibir amor parece ser algo
especialmente difícil para quienes hemos recibido heridas profundas en la vida,
pero cuando comenzamos a recibir el amor de Dios, descubrimos que el amor es
el bálsamo sanador que necesita nuestra alma.
El apóstol Pablo conocía la importancia de que la gente supiera que Dios la
amaba. Él dijo:
Para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y
cimentados en amor… (Efesios 3:17)

Quiero subrayar que Pablo animaba a los creyentes a arraigarse en el amor


de Dios. Cualquier árbol que esté bien arraigado no caerá ni será destruido
durante el azote de las tormentas que llegan, y cuando tenemos una profunda
revelación del amor de Dios por nosotros, esto nos permite estar firmes en medio
de las pruebas de la vida.
Hay muchas cosas que nos ocurren que no son justas y son muy dolorosas, y
a menudo es tentador regresar a los viejos hábitos durante esos momentos y
comenzar a pensar que Dios no nos ama o que no está con nosotros, pero eso no
es realmente cierto.
Dios está viendo todo lo que ocurre en nuestra vida, y si confiamos en Él en
medio de nuestras dificultades, finalmente veremos que Él hará que todas las
cosas nos ayuden a bien (ver Romanos 8:28, RVR1960).
Pablo siguió orando para que los creyentes experimentaran el amor de Dios
en ellos (ver Efesios 3:18). La idea captó mi atención así como otra que se
encuentra en 1 Juan 4:16, que nos dice que entendamos, reconozcamos y seamos
conscientes del amor de Dios mediante la observación. Estos dos versículos,
cuando los vemos juntos, nos alientan a ver el amor de Dios en nuestra vida,
porque se puede ver y experimentar de muchas formas diversas.
Este ejercicio ha sido una fuente de gran gozo para mí personalmente durante
los años. Me he entrenado para ver el amor de Dios, no tomando ninguna
bendición de mi vida como una coincidencia, ni siquiera las más diminutas. Esta
es una forma en la que he descubierto que puedo ser como una niña en mi
relación diaria con mi Señor. No hace mucho tiempo estaba pensando en cierta
amiga, y mis pensamientos eran algo parecido a esto: En verdad ella nunca me
dice que me quiere, ni me pide que pase tiempo con ella. En cuestión de un par
de días recibí este mensaje de texto de ella: “¡Te quiero!”. Un día o dos después
supe que había planeado pedirme que saliéramos a almorzar pero yo ya había
planeado otra cosa. Tomé estos dos acontecimientos como “guiños” de Dios,
como su manera de decirme: “Joyce, conozco tus necesidades; mientras te
deleitas en mí, yo te concedo los deseos de tu corazón” (ver Salmos 37:4).
Este es solo un ejemplo de muchas cosas como esta que creo que nos suceden
a todas, pero a menos que las estemos buscando y las reconozcamos como
señales del amor de Dios, nos las perderemos. ¿Le parece que esto no tiene
sentido? Quizá está pensando: Joyce, Dios tiene cosas más importantes que
hacer que asegurarse de que usted reciba un mensaje de texto de alguien, solo
porque se estaba preguntando cómo se sentía una persona con usted. Quizá este
tipo de relación con Dios le parezca infantil, pero Jesús dijo que deberíamos
acudir a Él como niños (ver Mateo 18:3).
Yo perdí mi infancia por el abuso sexual, la violencia y el temor. Nunca tuve
verdaderamente una oportunidad de ser una niña despreocupada y confiada, pero
Dios es un Dios de restauración, y nos devuelve lo que el enemigo nos ha
robado. Aprenda a abordar su relación con Dios como una niña, confiando en Él
y dependiendo de Él en todo.

Dios nos devuelve lo que el enemigo nos ha robado.

El primer libro que escribí tenía solo unas cuantas páginas. El título era Diles
que les amo. El libro se ha traducido aproximadamente a cien idiomas, y Dios
continúa usándolo hoy. Es una versión muy sencilla de lo que estoy
compartiendo con usted en este capítulo. Desde entonces he escrito muchos
libros, y creo que todos incluyen alguna enseñanza sobre lo mucho que Dios nos
ama. No es porque no pueda encontrar algo nuevo que decir, sino porque nada
más nos dejará satisfechas a menos que aprendamos a recibir el amor
incondicional de Dios y entendamos que somos las amadas de Dios.
Aprender a recibir
Quizá piense: Pero ¿por qué iba a amarme Dios? Él la ama porque así lo decide.
Porque quiere. Dios nos ama para satisfacer su propio deseo intenso. Dios es
Amor, y el amor tiene que mostrarse; debe encontrar alguien sobre quien
volcarse. No puede permanecer dormido porque es una fuerza viva. Dios envió a
su Hijo para morir por nosotros y pagar por nuestros pecados, y para satisfacer
ese grande y maravilloso amor que tiene por nosotros (ver Efesios 2:4-5). Ni
usted ni yo podremos jamás encontrar ninguna razón viable por la que Dios nos
ama, pero la verdad es que lo hace, y depende de nosotras recibir su amor por fe
o seguir llevando vidas vacías, insatisfechas y quebrantadas. Recibir significa ser
como un receptáculo y recibir lo que se nos ofrece. ¿Puede usted hacer eso hoy?
¿Abrirá su alma herida y simplemente respirará el amor de Dios que está siendo
derramado sobre usted en este instante? Usted es amada, usted está siendo
amada en este preciso instante.
Nos perdemos mucho en nuestra relación con Dios porque intentamos
“conseguir” lo que Él quiere que tengamos en lugar de recibirlo simplemente por
la fe. Conseguir significa obtener algo mediante su esfuerzo. No podemos
“conseguir” que Dios nos ame porque Él ya lo hace, y Él siempre lo hará. Él
declara que la ama con un amor eterno (ver Jeremías 31:3). Es un amor que no
puede terminar. Así que, por favor, crea y reciba el amor de Dios, y en esos días
en los que cometa grandes errores o tenga grandes problemas y Satanás, el
enemigo de su alma, intente separarle del amor de Dios, abra su Biblia y lea
estos versículos:

¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la


persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? (Romanos
8:35)
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni
los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo
profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que
Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 8:38-39)

Cualquier cosa que haya ocurrido en su vida que le haya dejado herida y
quebrantada, no tiene por qué continuar atormentándole. Dios dice en su Palabra
que su amor la ha guardado del pozo de la destrucción (ver Isaías 38:17). Jesús
fue enviado a sanar a los quebrantados del corazón, a vendar sus heridas y sanar
sus golpes (ver Isaías 61:1). ¡Deje que su amor comience a hacer la obra que ha
de hacer en su alma herida!

CAPÍTULO 7
Las personas heridas hieren a otras
No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios,
porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.
—Romanos 12:19

En su jornada de sanidad, posiblemente lo más difícil que Dios le pida hacer es


perdonar a las personas que le han herido. Ciertamente fue muy difícil para mí.
Una de las cosas que me ayudó mucho fue cuando Dios me mostró que las
personas heridas hieren a otras personas. Normalmente solo pensamos en lo
mucho que nos han herido y después pasamos a enojarnos con las personas que
nos han hecho daño, pero la mayoría de las veces ellas también están heridas.
Alguien o algo las han herido a ellas, y están actuando según su propio dolor,
a menudo sin tan siquiera darse cuenta de que sus acciones están hiriendo a
otros. Mi padre finalmente me dijo, cuando tenía ochenta años, que sentía mucho
todo el abuso sexual de mi infancia. Después dijo: “No tenía ni idea de que lo
que estaba haciendo te haría tanto daño”. En cierto modo, eso me sonó algo
ridículo. ¿Cómo no iba a saber que me estaba haciendo daño? Él sabía que lo
que estaba haciendo no estaba bien, o de lo contrario, no me habría dicho una y
otra vez que no se lo dijera a nadie. Pero él estaba tan absorbido en sus propios
deseos lujuriosos que nunca se detuvo a pensar cómo sus acciones me estaban
afectando a mí.
Finalmente descubrí que mi padre venía de una familia en la que el incesto
era algo muy normal. Cuando yo era una niña, su padre, mi abuelo, intentó
acosarme sexualmente, al igual que dos de mis tíos, así que sé que los rasgos del
abuso sexual estaban presentes en la familia. Si lee las estadísticas que aporto en
el Apéndice I, verá que se calcula que un millón de niñas en Estados Unidos son
víctimas de incesto padre-hija. Tristemente, es más común de lo que nos damos
cuenta.
Mi padre siempre estaba amargado con su padre, y nunca supimos por qué,
pero es fácil imaginarse cuál podría haber sido la raíz de su amargura. Él estaba
herido, pero ahogó su propio dolor en conductas adictivas, y dudo seriamente
que se diera cuenta alguna vez de que sus malas acciones eran el resultado del
dolor y posiblemente el abuso en su propia infancia.
Mi padre era un hombre muy iracundo y amargado, y si alguien alguna vez lo
enojaba por algo, decidía que no lo perdonaría jamás. Supe que mi padre era
violento con mi madre desde antes incluso de casarse, así que es razonable llegar
a la conclusión de que estaba enojado y lleno de rabia a una edad muy temprana.
Ella tenía diecisiete años cuando se casaron, y estuvo con él hasta que murió a
los ochenta y tres años. Pero durante muchos de sus más de sesenta años de
matrimonio, en varias ocasiones él le pegó, la abofeteó y la amenazó con darle
una paliza si le complicaba la vida.
Mi madre vivía con temor a mi padre y se acobardaba bajo su personalidad
dominante. Si ella hubiera tenido más valor, lo habría dejado cuando yo era una
niña y le dije por primera vez lo que me estaba haciendo. Ella podía haber
impedido que mi hermano y yo recibiéramos los abusos. Pero no tuvo el valor, y
se quedó con él. Me dijo muchos años después que simplemente pensaba que no
sería capaz de soportar el escándalo, y que no nos podría sostener por ella misma
a mí y a mi hermano. Me afectó el hecho de que fueron sus propios
pensamientos los que la derrotaron. Ella pensó que no podría, así que no lo hizo.
Cuando entendí que mi padre estaba actuando por su propio dolor, así como
por lujuria y egoísmo, perdonarlo fue un poco más fácil. Eso no significa que no
era responsable de sus acciones, porque lo era, pero seguir menospreciándolo y
estar enojada con él no me ayudaba a mí, ni tampoco lo ayudaba a él a cambiar.
Si usted permanece enojada con alguien que le ha herido, le está dando permiso
para seguir hiriéndola una y otra vez mediante sus recuerdos y su amargura.
Yo no perdoné a mi padre y mi madre porque fuera fácil, sino porque Dios
nos manda que lo hagamos. Las Escrituras nos enseñan en varios lugares que
debemos perdonar a nuestros enemigos y que Dios es nuestro Defensor.
Creo que para muchas mujeres, aferrarse al enojo y rehusar perdonar a
quienes les han herido se interpone en el camino de su sanidad. No podemos
avanzar si nos estamos aferrando amargamente al pasado.

Lo más poderoso que usted puede


hacer
Creo que perdonar a las personas que nos hieren es lo más poderoso que
haremos jamás. Nos libera del tormento emocional y nos hace libres para
continuar con la vida. Aunque el proceso del perdón a menudo es difícil, cuando
usted toma la decisión de perdonar verdaderamente y soltar la amargura, el enojo
y el resentimiento que había tenido hacia otros, le ahorrará años de miseria. La
pregunta es: ¿qué tipo de vida quiere tener: una vida libre y que puede disfrutar,
o una vida amargada que la mantiene atada al pasado?
Es muy importante para cualquiera que esté leyendo este libro y que necesite
sanidad para su alma herida que se tome muy en serio este mandamiento de
Dios. No decida terminar rápido este capítulo porque ya ha decidido que no
puede perdonar a las personas que le han herido porque es demasiado difícil.
Perdonar a nuestros enemigos no es negociable para cualquiera que desee
disfrutar de la promesa de Dios de restauración. Es algo que Dios nos enseña que
hagamos, y es algo que Jesús modeló en su propia vida. Jesús oró, mientras
sufría en la cruz, para que los que le crucificaban fueran perdonados. Él sabía
que le estaban haciendo sufrir debido a su propio dolor y confusión.

Perdone una vez, y podrá poner fin a años de miseria.

Dios es misericordioso, y la misericordia siempre mira más allá de lo que


alguien hizo para ver el porqué lo hizo. Siempre hay un porqué. Como yo fui
herida, cometí errores con mis hijos y mi esposo. El plan del diablo es que
sigamos viviendo con el dolor de nuestro pasado y que hiramos a otros, de
generación en generación, impidiendo que nadie disfrute de lo que Jesús quiso
darnos con su muerte. Pero Jesús nos dio instrucciones sobre cómo podemos
derrotar al diablo y conseguir que nuestra historia no se convierta en nuestro
destino.
Suéltelo
En Mateo 6:12 Jesús enseñó que deberíamos pedir a Dios que perdone nuestros
pecados “como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”.
Perdonar significa soltar algo en vez de aferrarnos a ello, incluso abandonar el
resentimiento. Las heridas y el dolor al que nos aferramos se convierten en una
pesada carga que llevar, y la llevamos constantemente hasta que tomamos la
decisión de soltarla. Llevar estas cargas puede ser la raíz de muchas
enfermedades y trastornos mentales y físicos. No fuimos creados por Dios para
estar cargados, sino que nos invita a soltar las cosas que nos agobian y confiar en
que Él cuidará de nosotros. Debemos echar toda nuestra ansiedad sobre Él. Aquí
hay dos versículos que me han animado muchas veces, y espero que también le
sean de utilidad a usted.

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. (1 Pedro 5:7)

Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el


justo caiga y quede abatido para siempre. (Salmos 55:22)

No siga aferrándose a algo acerca de lo cual no puede hacer nada. Si alguien


le hizo un agravio y usted se aferra a ello mentalmente y emocionalmente,
entonces está permitiendo que eso le siga haciendo daño día tras día. Ayúdese a
usted misma, ¡y suéltelo! Por supuesto, su mente le gritará: “No es justo”, y no
lo es. No hay nada justo en perdonar a alguien por abusar de usted, pero de
nuevo, no fue justo que Jesús muriese por nuestros pecados. Dios nunca nos
pedirá que perdonemos a alguien por algo más grave que lo que Él nos ha
perdonado a nosotros. Una serpiente cascabel, si se ve arrinconada, a veces se
enojará tanto que se morderá a sí misma. Eso es exactamente lo que ocurre
cuando albergamos odio y rencor contra otras personas: nos “mordemos” y nos
envenenamos a nosotras mismas. Pensamos que estamos haciendo daño a otros
al aferrarnos al rencor y al odio, pero el mayor daño realmente nos lo estamos
haciendo a nosotras mismas.
Perdonar a alguien que nos ha herido nunca es algo que tendremos ganas de
hacer, pero podemos decidir hacerlo, y Dios nos ayudará. Suelte a sus enemigos
para que Dios pueda comenzar a tratar con ellos. Esperemos que, así como mi
padre, ellos finalmente respondan a su incesante amor y le permitan entrar en su
vida, pero si no lo hacen, tristemente terminarán cosechando lo que han
sembrado.
Soltar conlleva hacer el compromiso de dejar de pensar y hablar de las cosas
que las personas le han hecho, a menos, claro está, que esté recibiendo consejería
o compartiendo su victoria sobre ello para ayudar a otra persona. A veces las
personas vuelven a revivir los momentos de traición, abuso o rechazo una y otra
vez en su mente, y lo sepan o no, hacerlo las mantiene atadas a ello. Nuestra
mente afecta nuestras emociones, y cuando recordamos los eventos abusivos una
y otra vez, regresamos al dolor original como si fuera un evento actual.
Dios no quiere que vivamos en cautiverio de nuestra propia amargura o
dolor. En su lugar, Él anhela que le entreguemos esos sentimientos negativos,
que perdonemos a quienes nos han herido, y confiemos en que Él sacará algo
bueno de lo que nos sucedió y nos dará una doble recompensa por el dolor que
sufrimos.

En vez de su vergüenza, mi pueblo recibirá doble porción; en vez de


deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble
herencia, y su alegría será eterna. (Isaías 61:7)

Cuando obedecemos a Dios, Él siempre nos da una recompensa. Soltar puede


resultar difícil, pero si nos enfocamos en la recompensa hará que sea algo más
fácil. Charlotte Bronte dijo en Jane Eyre: “La vida me parece demasiado corta
como para gastarla en nutrir la enemistad o en registrar ofensas”. Dios quizá nos
pida cosas difíciles, así como le pidió a su Hijo que pagara por nuestros pecados,
pero nunca nos pedirá hacer algo sin darnos la capacidad para hacerlo.

Cuando obedecemos a Dios, Él siempre nos da una recompensa.

Un gran ejemplo del poder del perdón lo encontramos en la vida de Nelson


Mandela. Un reportero compartió esta historia:

Mandela tuvo una salida enorme, elegante y digna de la prisión y fue algo
muy poderoso a la vista de todo el mundo. Pero mientras yo lo veía caminar
por ese camino polvoriento, me preguntaba si estaría pensando en los
últimos 27 años, si habría estado enojado continuamente. Muchos años
después, tuve la oportunidad de preguntárselo. Le dije: “Vamos, usted fue
un gran hombre, invitó a sus carceleros a su toma de posesión, puso sus
presiones en el gobierno. Pero dígame la verdad. ¿Realmente no estuvo
enojado todo el tiempo?”. Y él dijo: “Sí, estuve enojado. Y tenía un poco de
miedo. A fin de cuentas no había sido libre en mucho tiempo. Pero”, dijo él,
“cuando sentí que surgía ese enojo dentro de mí, supe que si los odiaba tras
haber salido de la celda, entonces aún me tendrían encarcelado”. Y sonrió y
dijo: “Quería ser libre, así que lo solté”.17

La amargura comienza siendo algo pequeño. Una ofensa se abre camino


hasta nuestro corazón. Lo volvemos a revivir en nuestra mente y eso crea canales
profundos que a menudo son difíciles de volver a nivelar, pero Dios nos ayudará
si se lo pedimos y después le permitimos que Él nos guíe. Dejar que Dios guíe
significa que seguimos sus mandamientos sin importar cómo nos sintamos al
hacerlo. Todo lo que Él nos pide que hagamos es para nuestro propio beneficio y
para el beneficio de aquellos con quienes compartimos nuestra vida.

Enojo y secretos reprimidos


Nuestros secretos nos enferman por dentro; infectan nuestra alma y se filtran en
nuestra conducta. A veces podemos saber que una persona está enojada porque
es explosiva cuando las cosas no salen como ella quiere, pero otras veces no
podemos ver el enojo directamente. A menudo somos buenas escondiéndonos de
nuestros problemas y reprimiendo el enojo que sentimos por nuestras
decepcionantes vidas. Al menos pensamos que lo estamos escondiendo, pero en
realidad es como una pelota de playa: intentamos sumergirla, pero por mucho
que lo intentemos siempre consigue salir a la superficie una y otra vez. En cierta
manera, el enojo reprimido es peor que el enojo expresado. Al menos si
expresamos el enojo, sabemos que estamos enojadas, pero si lo reprimimos y
fingimos que estamos bien cuando en realidad no es cierto, el enojo nos carcome
el alma de muchas maneras que nos roban la calidad de vida que queremos tener.
El enojo se puede manifestar como depresión, ansiedad, trastornos de estado
de ánimo, trastornos alimenticios, alcoholismo, drogadicción, violencia y
muchas otras cosas. No hay mucho que podamos hacer con el enojo que tenga
algún sentido excepto soltarlo, y esa es exactamente la razón por la que Dios nos
ha mandado hacerlo.
Quizá es tiempo de que usted llegue hasta la raíz de algunos de sus problemas
en vez de meramente seguir tratando unos síntomas que nunca desaparecen del
todo. Llegar a la raíz de nuestros problemas es de lo que se trata la sanidad del
alma. Nos abrimos a Dios y lo dejamos entrar en todas las áreas de nuestra vida,
y confiamos en que Él nos guía en este proceso de restauración y bienestar.
Cuando las cosas se sacan a la luz, pierden su poder sobre nosotros. La Biblia
dice que cuando algo se expone y es reprobado por la luz, se hace visible y claro
(ver Efesios 5:13).
Tomar la decisión de perdonar a nuestros enemigos es el primer paso, y
cuando hacemos eso podemos comenzar a tratar el enojo que tenemos por las
cosas injustas que nos han sucedido. Podemos soltar la amargura y el enojo y
reemplazarlos por confianza en Dios y esperanza para el futuro.

Ore por sus enemigos y bendígalos


Tomar la decisión de perdonar es el primer paso, pero hay algo más que Dios
nos manda hacer que es una parte importante de perdonar. Es la instrucción que
Dios nos da de que oremos por nuestros enemigos y los bendigamos. ¡Caramba!
Dios, tienes que estar de broma. ¿Cómo puedo orar por alguien para que sea
bendecido cuando la verdad es que no quiero que sea bendecido? Cuando
oramos por nuestros enemigos para que sean bendecidos, les estamos soltando
para que Dios los bendiga con la verdad que tiene el poder para hacerlos libres
de su naturaleza abusiva. Oramos para que Dios abra sus ojos para que conozcan
la verdad y lo reciban a Él como Salvador y Señor.
También creo que Dios quiere que estemos abiertas a ayudar de manera
práctica a quienes nos han herido cuando necesiten ayuda. Él me dio la gracia
para hacer esto con mis padres al ayudarlos con sus necesidades diarias durante
aproximadamente quince años cuando eran ancianos y necesitaban ayuda. Me
costó mucho tiempo y dinero hacerlo, y admitiré que no fue algo que disfruté,
pero supe que era lo que debía hacer, así que lo hice. Lo volveré a decir:
perdonar a sus enemigos es una de las cosas más poderosas que puede hacer
jamás. Abre la puerta a múltiples bendiciones en su vida, incluyendo la paz, el
gozo y la recompensa de Dios.
Yo perdoné a mis padres y los ayudé en obediencia a Dios, y aunque no lo
disfruté, sí disfruté saber que solo Dios podía capacitarme para hacerlo y que
finalmente había conseguido una victoria sobre el diablo. Dios bendijo mi
obediencia, y el resultado es que el diablo nunca tuvo éxito en traer de nuevo el
dolor del pasado a mi vida.
Según la Palabra de Dios, vencemos al mal con el bien (ver Romanos 12:21).
Las cosas malas que le hicieron se pueden vencer con una disposición a soltar la
amargura y el enojo, y orando y bendiciendo a sus enemigos. Quizá le parezca
que les está ayudando, pero en realidad se está ayudando a usted misma. Cuando
perdonamos y después oramos y bendecimos a nuestros enemigos, la Palabra de
Dios dice que nos estamos comportando como nuestro Padre celestial lo haría.
Quiero dejarle con dos versículos que he leído y meditado cientos de veces. Me
han ayudado a hacer las cosas que estoy enseñando en este capítulo, y oro para
que también le ayuden a usted.

Bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. (Lucas
6:28)

Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles


prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y
serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y
malvados. (Lucas 6:35)

Que estos versículos le fortalezcan y capaciten para perdonar a cualquiera


que le haya herido o le pueda herir jamás.
CAPÍTULO 8
Ni culpable ni avergonzada
No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás
humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no recordarás más el
oprobio de tu viudez.
—Isaías 54:4

Culpa y vergüenza: dos de los sentimientos más atormentadores, destructivos y


debilitantes que experimentan las personas heridas. Pero Dios nos promete una
liberación completa y libertad de ambas cosas. La culpa y la vergüenza crean
una carga que nos presiona. Nuestros días quedan absorbidos por sentimientos
malos sobre nosotras mismas por lo que hemos hecho mal o lo que nos han
hecho.
El diablo grita sus mentiras a nuestra mente: Lo que te ocurrió es culpa tuya.
Si hubieras sido mejor, no te habrían golpeado. Si hubieras sido más fuerte, no
habrías permitido que tu padre abusara sexualmente de ti. Si no hubieras sido
tan cobarde, habrías hecho frente a tu abusador en lugar de acobardarte ante
sus amenazas. Si hubieras sido más lista, no te habrían rechazado. Si fueras más
guapa, te habrían escogido. Si hubieras tenido más cuidado, tu hijo no estaría
muerto. Si hubieras visto antes los síntomas y hubieras ido al médico, no
estarías recibiendo quimioterapia. Pero quiero decirle hoy que no es culpa suya.
La gente no abusa de usted, ni la usa, ni siquiera le trata mal porque a usted le
pase algo; lo hacen porque hay algo mal en ellos. Nos hacen daño porque ellos
están dolidos. Las personas rotas y heridas no pueden de modo alguno
recuperarse hasta que descargan la culpa y la vergüenza que acarrean.

Las personas rotas y heridas no pueden de modo alguno recuperarse hasta que
descargan la culpa y la vergüenza que acarrean.

Todas hemos cometido errores en la vida, y todas hemos hecho cosas de las
que nos avergonzamos, pero avergonzarnos de algo que hemos hecho, o incluso
de algo que nos han hecho, es totalmente distinto a interiorizar la vergüenza y
avergonzarnos de nosotras mismas. Los sentimientos de vergüenza que mi
madre llevó por el incesto en nuestra familia fueron la razón por la que nunca lo
confrontó y expuso. Tristemente para ella lo interiorizó, e incluso a los ochenta y
nueve años, justo antes de morir, le oí decir lo que había dicho muchas veces:
“¡Sé que me culpas por lo que te hizo tu padre!”. Aunque la había perdonado
muchos años antes, ella nunca dejó de sentirse culpable. Nunca se perdonó a sí
misma.
Las cosas habrían ido mucho mejor para todos, mi padre incluido, si ella
hubiera encarado el problema de frente y lo hubiera abordado. Pero en su lugar,
hizo lo que en ese momento le pareció el camino más fácil, y terminó siendo el
camino más duro porque fue algo de lo que nunca se pudo recuperar. Huir de
nuestros problemas nunca funciona, porque de algún modo parecen ser capaces
de alcanzarnos. La manera de vencerlos es confrontarlos con la ayuda de Dios.
Mi madre terminó con una enfermedad mental que yo siempre creí que se
derivó de la vergüenza y la culpa que sintió por las decisiones que tomó. No fue
culpa suya que mi padre hiciera lo que hizo, pero fue su responsabilidad
confrontarlo. Cuando huimos de nuestras responsabilidades y no hacemos lo que
sabemos que deberíamos hacer, resulta imposible huir de los resultados. No
podrá soltar su pasado hasta que no trate con él.
Si está cargada con culpa y vergüenza, es tiempo de que adopte una posición
firme y trace una línea en la arena, por decirlo de algún modo, y se niegue a
continuar viviendo como lo ha estado haciendo. Si tiene cosas del pasado que
lamenta, arrepiéntase y reciba el perdón de Dios y continúe con su vida. Si ha
sufrido abuso de algún tipo, perdone a quienes le hirieron y continúe con su vida.
Pero no continúe sintiéndose culpable y avergonzada. Es tiempo de un nuevo
comienzo. Su pasado no tiene poder alguno sobre su momento presente a menos
que usted se lo permita.
La culpa es un enojo dirigido contra nosotras mismas. Nos enojamos con
nosotras por lo que hicimos o por algo que nos sucedió. Aunque nuestra culpa ha
sido eliminada por la gracia de Dios, aun así la sufriremos hasta que no nos
perdonemos. Cuando comenzamos una nueva vida con Cristo, todas las cosas
del pasado se terminan, y nos espera una nueva vida. Pero si le dejamos, Satanás
seguirá haciéndonos sentir culpables. Es su forma de mantenernos atadas, y la
culpa nos roba toda la energía que Dios nos ha dado para que vivamos la vida
como Él quiere que la vivamos. Un sentimiento constante de culpa nos deja
cansadas y puede enfermarnos físicamente.

La culpa es un enojo dirigido contra nosotras mismas.

Dos formas de culpa


Hay solo dos formas en que la culpa puede asentarse en su alma y atormentarle.
La primera es si usted ha hecho algo mal y nunca ha pedido perdón, y la segunda
es si usted lo ha pedido pero no ha recibido la misericordia y el perdón que Dios
nos ofrece. Cuando se perdona el pecado, es llevado tan lejos como el este está
del oeste (ver Salmos 103:12) y no queda nada por lo que sentirse culpable; por
lo tanto, cualquier sentimiento de culpa se debería resistir. El sentimiento quizá
sea real, pero está basado en una mentira, no en una realidad. Cuando Dios nos
perdona, ya no se acuerda de nuestro pecado (ver Isaías 43:25), y tenga por
cierto que si Él puede olvidarse de nuestras malas acciones, entonces nosotras
también podemos. La Biblia es muy clara en que Jesús llevó nuestras rebeliones
y nuestra culpa sobre sí mismo, y como Él las llevó, nosotras ya hemos dejado
de tenerlas.

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras


iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a
sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:5)

Este versículo es uno de los más poderosos que encontramos en la Palabra de


Dios. Jesús llevó nuestro dolor, pecados y culpa, y se permitió a sí mismo ser
herido por nuestras heridas. Y después viene la promesa: mediante el sacrificio
que hizo, somos sanados y restaurados. Ya está hecho.
Quizá nos sintamos también culpables por algo que otra persona nos hizo.
Pensamos que deberíamos o podíamos haber hecho algo para impedir sus
acciones. Por ejemplo, muchos niños sienten que si se hubieran portado mejor,
sus padres no se habrían divorciado. Este tipo de pensamiento es erróneo, por
supuesto, pero no deja por ello de ser atormentador y destructivo. Yo tuve una
cinta de casete sonando en mi cabeza durante años que decía algo así: ¿Qué he
hecho mal? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué estoy haciendo para
que mi padre me quiera hacer esto?
Estaba convencida de que yo había hecho algo mal, y que esa era la razón por
la que mi padre quería usarme para desahogar su lujuria, en vez de recibirme y
amarme como su hija.
Las personas que tienen almas heridas pueden sufrir profundamente sintiendo
que han hecho algo mal, así como sentirse culpables y avergonzadas. ¡Pero Dios
puede librarles! Si usted es una de esas personas, por favor tenga por seguro que
Dios no solo puede liberarle, sino que Él quiere liberarle. Mi libertad no fue
instantánea, y la suya quizá tampoco lo sea, pero al seguir renovando mi mente
con la Palabra de Dios, mis sentimientos comenzaron a cambiar, gradualmente
pero de forma segura, y lo mismo le ocurrirá a usted. Déjeme decirlo de nuevo:
si fue usted abusada, rechazada o abandonada, no fue culpa suya. Es hora de que
se levante y deje de permitir que las mentiras del enemigo controlen su destino.

Si fue usted abusada, rechazada o abandonada, no fue culpa suya.

Satanás intenta hacernos sentir indignas y que no valemos nada, y la mejor


forma de hacerlo es cargarnos con falsa culpa y vergüenza tóxica.
Avergonzarnos de algo que hicimos mal, o incluso de algo malo que nos
hicieron, no es algo sorprendente; de hecho, es algo bastante normal. Pero
sentirse avergonzada de una misma por lo que nos pasó, lleva la culpa y la
vergüenza a un nivel peligroso que comienza a envenenar todas las áreas de
nuestra vida. ¡Es el tiempo de ser libre de la vergüenza!

Tratar con la vergüenza


Sentir vergüenza significa estar confundida, confusa, seca, decepcionada o
detenida. La palabra confundida significa avergonzada, confusa, derrotada o
derrocada. También significa ser condenada, y eso significa destinada al castigo.
Esto describe muchos de los problemas que encontramos cuando vamos por la
vida con un alma herida que necesita ser sanada. Nada parece funcionar para
nosotras, nos sentimos secas y sin vida, la confusión es nuestra compañera, a
menudo nos cuesta trabajo tomar decisiones, y la vida en general es muy
decepcionante.
Yo probé muchos remedios diferentes para estos males, pero no conseguí
ninguna ayuda genuina hasta que Dios me mostró a través de un libro que leí
que, en el centro de mi ser, estaba avergonzada de quién era yo. La vergüenza
había envenenado mis pensamientos, emociones y decisiones de la vida. Seca y
decepcionada es una buena descripción de cómo yo me sentía normalmente.
Sencillamente no era feliz. Tenía que tratar con la vergüenza, y fue mediante
creer la Palabra de Dios en lugar de seguir siendo controlada por mis
pensamientos y emociones, como finalmente fui liberada.
Aprendí acerca de la culpa y la condenación mucho tiempo antes incluso de
oír hablar sobre el problema de la vergüenza. Por supuesto, estaba avergonzada
de lo que mi padre me había hecho, y esa era una de las principales razones por
las que mantuve mi pasado en secreto durante tanto tiempo. Sabía que estaba
avergonzada de lo que me habían hecho, pero no tenía ni idea de que estaba
avergonzada de mí misma y de quién era yo por causa de ello. Cuando entendí
eso, muchas cosas comenzaron a caer en su sitio. La vergüenza que había
interiorizado y tomado como mi identidad me estaba impidiendo vivir la buena
vida que Jesús quiso darme con su muerte.
Siempre me había preguntado qué era lo que había hecho mal, y quizá a usted
también le pasa. Pero como todo lo demás que está mal en nuestra vida, Jesús
tiene un remedio para nuestros males y nuestros sentimientos de culpa y
vergüenza. Él nos ofrece enderezar las cosas, o hacer justicia, y eso significa
estar bien delante de Dios (ver 2 Corintios 5:21). Él toma nuestro pecado y nos
imparte su justicia. ¿Sabía que usted ha sido hecha justicia de Dios mediante su
fe en Jesús?
Cuando aprendí que se me había impartido justicia, pasé varios años
aprendiendo a dejar que esa verdad se convirtiera en una realidad en mi vida. La
Biblia dice que tenemos que ponernos la justicia (ver Efesios 6:14). “Ponérsela”
significa creerlo firmemente y aprender a caminar con la dignidad que Dios le
ofrece como su hija preciosa y valiosa. No somos justas por nosotras mismas,
pero podemos, por fe, recibir la justicia de Dios como recibiríamos y
disfrutaríamos de cualquier otro regalo que nos pudieran dar. No es la voluntad
de Dios que se sienta mal con usted misma, que se compare con otras personas y
guarde una lista de todo lo que usted cree que ha hecho mal. En realidad puede
aprender a aceptarse y disfrutar de usted misma, sabiendo que Dios viene a
nuestro encuentro allí donde nos encontramos y nos ayuda a llegar donde
debamos estar.

Aprenda a caminar con la dignidad que Dios le ofrece como su hija preciosa.

El simple hecho de que se sepa un versículo que trate sobre estar en paz con
Dios o haya oído a alguien enseñar sobre la justicia ante Dios no significa que se
haya convertido en una realidad en su vida. A menudo le digo a la gente que
realmente no conocemos plenamente ni tenemos revelación de ninguna verdad
de Dios hasta que vemos que está funcionando en nuestra vida. Cuando usted de
verdad cree que está en paz con Dios mediante la fe en Cristo, dejará de sentirse
culpable, condenada y avergonzada.
Si sigue sufriendo bajo el azote de los sentimientos de culpa y vergüenza, aún
necesita más revelación de quién es usted en Cristo. Al margen de lo que tarde,
por favor, no se desanime y se rinda. Rendirse es exactamente lo que Satanás
quiere que haga, pero Dios quiere que prosiga hacia su verdad. Siga estudiando
sobre su posición ante Dios y confiéselo a menudo, y llegará el día en que la
realidad de ello se abrirá paso hasta su cabeza y su corazón. Cuando se
establezca firmemente en quién usted es, entonces aunque el diablo venga contra
usted, no conseguirá derrotarla.
Después de más de cuarenta años estudiando y enseñando la Palabra de Dios,
sigo confesando cada día que soy la justicia de Dios en Cristo. Hacerlo me
recuerda quién soy en Jesús, y confesar su Palabra me defiende y protege de las
mentiras de Satanás.
Aunque no esté aún donde quiere estar en su caminar con Dios, no tiene que
sentirse culpable ni avergonzada. Puede regocijarse en que ha progresado algo.
Jesús, que comenzó la buena obra en usted, la perfeccionará. Él continuará
desarrollando y perfeccionando su obra en nosotras hasta el tiempo del regreso
de Cristo (ver Filipenses 1:6). Cuando el diablo la ataque con la culpa y la
vergüenza, usted puede decir: “Quizá no esté aún donde tengo que estar, pero
gracias a Dios, tampoco estoy donde solía estar. Dios está obrando en mí en este
momento, ¡y cada día estoy progresando más!”.

¡Dios está obrando en usted en este momento!

¿Cuánto tiempo malgasta sintiéndose mal con usted misma y preguntándose


qué ha hecho mal porque parece no poder comportarse de una forma que la
sociedad dice que es correcta y apropiada? Sea la cantidad de tiempo que sea, es
demasiado tiempo. Es un tiempo perdido precioso que nunca podrá recuperar.
Aprenda a verse a usted misma como Dios la ve en vez de como el mundo la ve.
El mundo quizá la llame víctima, pero Dios la llama victoriosa. El mundo quizá
la llame producto dañado, pero Dios la llama su hija.
Le puedo prometer que si recibe a Cristo como su Salvador y empieza a dejar
que su Palabra renueve su pensamiento, gradualmente se sentirá cada vez mejor
con usted misma y eso le permitirá finalmente disfrutar de la vida. Aprenda a
disfrutar del progreso que ha hecho aunque le parezca diminuto, en vez de
pensar constantemente en lo mucho que le queda aún por recorrer.

El acusador
Si escucha con atención, oirá frecuentemente pensamientos de acusación que
bombardean su mente. ¿Es usted culpable de algunos errores simplemente
porque tiene un pensamiento que le está acusando de estar equivocada? ¡Claro
que no! El diablo es un mentiroso, y la mente es el campo de batalla en donde él
trata de derrotarnos. Así como él mintió y engañó a Eva en el huerto del Edén,
también miente e intenta engañarnos a nosotras. Uno de los principales objetivos
es impedir que nos amemos y valoremos. Si logra tener éxito en esto, es
probable que tenga éxito a la hora de controlar nuestra vida mediante sus
mentiras.

La mente es el campo de batalla en donde el diablo trata de derrotarnos.

Satanás es el acusador de los hijos de Dios (ver Apocalipsis 12:10). Él nos


acusa día y noche, pero podemos derrotarlo creyendo en las promesas de Dios
más que en los pensamientos que flotan interminablemente por nuestra mente.
Por favor, entienda que cada pensamiento que tiene no es necesariamente la
verdad. La Palabra de Dios es la verdad.
Derrotamos a Satanás mediante la sangre de Cristo, la Palabra de Dios y
nuestro testimonio (ver Apocalipsis 12:11). ¿Cuál es su testimonio? Quizá parte
del mismo aún se esté llevando a cabo, pero otra parte es que usted es una hija de
Dios redimida y poderosa, que está llena de posibilidad y potencial. De hecho,
¡usted es un milagro en proceso! Mientras usted aún estaba en su pecado, Jesús
murió por usted, así que imagínese lo que Él ha planeado ahora que ha sido
perdonada y tiene el deseo de caminar con Él. Le puedo prometer que por muy
creativa que sea su imaginación, aún no puede llegar a imaginarse del todo el
maravilloso plan que Él tiene para su vida.
Descubrimos cuál es el plan de Dios mientras caminamos con Él día a día.
Yo me sorprendo continuamente de lo que Dios ha hecho en mi vida. Él me ha
llevado literalmente de la miseria total y el fracaso a ser una persona feliz,
satisfecha y productiva. Sí, ha sido una larga jornada, y no, no ha sido fácil, pero
no lo cambiaría por nada. En esos días en los que proseguir parece especialmente
difícil, ¡tan solo recuerde que está de camino a cosas mayores!
Siga recordándose que el diablo es un mentiroso, y reemplace sus mentiras
por la Palabra de Dios. Cada vez que lo hace, está ganando una pequeña batalla
que finalmente la hará ser victoriosa en la guerra que él ha lanzado contra su
vida.
Usted no tiene que vivir con el tormento de la culpa y la vergüenza. Puede
disfrutar su buena posición ante Dios mediante Jesús, la realidad de que Él ha
llevado su culpa, vergüenza y remordimiento. Como hija de Dios que desea
profundamente agradarlo a Él, habrá veces en las que se sienta avergonzada de
algo que ha hecho que no está bien, pero esos sentimientos se pueden arreglar
rápidamente por medio del arrepentimiento y recibiendo la misericordia de Dios.

CAPÍTULO 9
Encuentre su verdadero yo
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
—2 Corintios 5:17, RVR1960

No saber quiénes somos realmente causa confusión, falta de satisfacción y


miseria emocional. Muchas personas crean falsas identidades y fingen ser algo
que no son. Por ejemplo, si tenemos miedo de ser vulnerables, quizá
desarrollemos una fuerte fachada externa para impedir que otros piensen que
somos débiles o que necesitamos a los demás. El temor a lo que la gente piense
de nosotras y desear su aprobación puede hacernos alterar nuestra personalidad
en un esfuerzo por ser lo que creemos que otros quieren que seamos en vez de
disfrutar de la libertad de ser nosotras mismas.
Los camaleones son lagartos que tienen la capacidad de cambiar de color
para mezclarse con su entorno. Lo hacen para protegerse de los depredadores, y
aunque nosotras no podemos cambiar de color, a veces desarrollamos una
identidad falsa con la esperanza de protegernos del rechazo o la desaprobación.
Es bastante común que las personas heridas que tienen temor al rechazo
busquen siempre agradar a los demás, viviendo su vida según lo que otras
personas piensan que deberían ser y hacer en vez de encontrar y convertirse en
su verdadero yo. Nunca somos libres mientras no seamos libres para ser nosotras
mismas.

Nunca somos libres mientras no seamos libres para ser nosotras mismas.

El mundo nos presiona para que encajemos en cierta imagen que ellos
aprueben. Nos dicen qué vestir, cuánto pesar, cómo peinarnos, el nivel de
educación que necesitamos para ser expertas, cómo comportarnos en cada
situación, y la lista continúa. Sin que se tenga que decir siempre, somos muy
conscientes de que si no encajamos en estos moldes e imágenes, no seremos
aceptadas y, por lo tanto, seremos rechazadas. A menudo pasamos más tiempo
en relaciones intentando no ser rechazadas que estableciendo conexiones
saludables.
Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, según las Escrituras
nacemos de nuevo, o somos nuevas criaturas. Es un punto en nuestra vida en el
que se nos invita a soltar todo lo viejo y a convertirnos plenamente en la
maravillosa persona que Dios originalmente planeó que fuésemos antes de
nuestra experiencia con el mundo y que el pecado nos hiriese. Nuestros pecados
han sido perdonados, y tenemos la oportunidad de recibir el amor incondicional
y la misericordia de Dios. Somos hechas de nuevo, y la vida está llena de
posibilidad. Me gusta decir que nos convertimos en nuevo barro espiritual, y al
permitir que el Espíritu Santo nos moldee, en vez de permitir que lo haga el
mundo, podemos convertirnos en nuestro verdadero yo.

¿Está cansada de esconderse?


Fingir es solo una forma de esconderse. Nos escondemos de quien
verdaderamente queremos ser y fingimos ser algo que creemos que nos
protegerá, o algo que pensamos que se espera de nosotras. En The Mask Behind
the Mask (La máscara detrás de la máscara), el biógrafo Peter Evans dice que el
actor Peter Sellers hizo tantos papeles que algunas veces no estaba seguro de su
propia identidad. Abordado una vez por un seguidor suyo que le preguntó: “¿Es
usted Peter Sellers?”. Sellers respondió bruscamente: “Hoy no”, y siguió
caminando.18
En lo más hondo de mi ser, siempre me sentí distinta a la mayoría de las
mujeres, así que escondía quien realmente quería ser e intentaba
desesperadamente ser como las otras mujeres que me rodeaban. Intenté hacer lo
que ellas hacían, pensando que eso haría que me aceptasen mejor. Aún tenía que
entender que nuestra verdadera identidad no se encuentra en lo que hacemos,
sino en quiénes somos como individuos. El tipo de persona que somos es más
importante que lo que hacemos.
Yo intentaba ser más tierna y mansa porque conocía y admiraba a mujeres
que eran así. Ellas parecían disfrutar la vida con más facilidad que yo. Parecía
que yo siempre estaba luchando contra algo, intentando ser más dura y estar al
mando, mientras que a esas otras mujeres les resultaba fácil adaptarse a lo que
otros querían hacer. Por fortuna, ahora me doy cuenta de que Dios no me creó
para seguir sino para guiar, y por eso yo nunca le seguía el paso a lo que estaba
ocurriendo. Si había que cambiar algo, yo era la primera en levantarme e intentar
cambiarlo.
Nací para dirigir, pero definitivamente necesitaba que el Espíritu Santo me
moldease un poco. Él nos moldea a imagen de Jesucristo, y después aprendemos
a dejar que Jesús brille a través de nuestros dones y temperamentos particulares.
Yo tenía mucho de lo que normalmente llamamos tosquedad, y fue necesaria la
lija del Espíritu Santo para suavizarme y hacer de mí una persona con la que
fuera más fácil tratar.
En un esfuerzo por ser una “mujer normal”, sea esto lo que sea, también
intenté aprender a coser para poder hacerle a mis hijas algunos de sus vestidos.
Estoy segura de que aún están agradecidas de que no tuviera éxito en esa
aventura. Convencí a mi esposo para plantar un huerto para poder ser más
parecida a esas mujeres que yo sabía que tenían huertos, pero por mucho que
intentaba plantar vegetales, siempre se me morían. Dios no nos ayudará a hacer
algo que no nos ha pedido hacer o para lo que no nos ha dado dones. Aunque
coser y cultivar son habilidades admirables, no eran lo que Dios quería que yo
hiciera con mi tiempo, y por esa razón Él no bendecía mis esfuerzos, ni los hacía
prosperar.
Mientras más fallaba en esos esfuerzos, peor me sentía conmigo misma. El
ciclo destructivo de intentar hacer cosas y fallar continuó hasta que aprendí a ser
lo suficientemente valiente como para ser yo misma. Intentarlo y fallar me
frustraba, y por supuesto, volcaba esas frustraciones sobre las personas que más
amaba: mi familia. Finalmente tuve que admitir que coser y cultivar me
disgustaban, y cuando comencé a preguntarme honestamente qué era lo que me
gustaba y quería hacer, me di cuenta de que me encantaba estudiar la Biblia y
enseñarla. Tuve que dar un paso gigantesco para convertirme en mi verdadero
yo.
Dios nunca le ayudará a ser alguien que no es. Él le ha dado dones para poder
hacer algo especial, pero puede que no sea lo que otras personas están haciendo.
Dedique un tiempo y examine su corazón para descubrir qué es lo que ama, y
después encuentre el valor en Cristo para hacerlo. Aunque lo que usted desee
hacer sea algo que nunca se ha hecho, recuerde que siempre hay alguien que será
el primero en todo.

Dios nunca le ayudará a ser alguien que no es.

Yo había pasado tanto tiempo en mi vida intentando ser alguien que no era y
negándome a mí misma en el proceso, que ya ni siquiera sabía cuáles eran mis
propios deseos. ¿Quién era yo? ¿Qué quería hacer? ¿Dónde encajaba yo en el
plan mayor de Dios?
Cuando usted encuentra su verdadero yo, encuentra un lugar en el que está
cómoda consigo misma. Opera fácilmente en el papel que escoge en la vida y da
buen fruto. Fingir ser alguien que en verdad no es usted es como llevar una ropa
que le queda excesivamente ajustada. Usted la lleva puesta, pero nunca está
cómoda. Ser una misma es como llevar su ropa más cómoda y sentarse en su
silla acolchada favorita. El único papel con el que puede estar verdaderamente
cómoda es con el que desempeña siendo usted misma.
¿Ha encontrado su punto óptimo en la vida? ¿Está cómoda siendo usted
misma? ¿Cuánto se compara con otras y quizá intenta convertirse en alguien que
no es? Hacerse estas preguntas puede que sea el comienzo de encontrar su
verdadero yo, ¡y convertirse en el yo que Dios creó para usted!

Autoaceptación
Todos anhelamos la aceptación, pero la mayor necesidad que tenemos es aceptar
nuestro yo único. He descubierto que mientras más he aprendido a aceptarme a
mí misma, más me aceptan también otras personas. Cuando nos rechazamos a
nosotras mismas y perdemos nuestro tiempo intentando ser alguien que no
somos, otras personas también nos rechazan. La Biblia dice que conseguimos lo
que creemos (ver Mateo 8:13) y que nuestros pensamientos se pueden convertir
en nuestra realidad (ver Proverbios 23:7).
Nos comportamos según lo que creemos, y nuestra conducta afecta cómo
otras personas se sienten con nosotras. Si actuamos con confianza, eso hace que
otras personas pongan su confianza en nosotras también. Pero si no actuamos
con confianza, hace que otros no tengan confianza en nosotros. Como
empleadora he experimentado a ambos tipos de personas.
Una vez tuve una ayudante ejecutiva que era una mujer encantadora, pero le
faltaba confianza en sí misma. Finalmente no pude mantenerla en la posición
que tenía debido a que su falta de confianza le impedía hacer el trabajo que yo
necesitaba que hiciera. Ella tenía la habilidad, pero le faltaba la confianza para
hacerlo.
Si quiere que la gente tenga confianza en usted, primero debe tener confianza
en usted misma. Theodore Roosevelt dijo: “Crea que puede y ya estará a mitad
de camino”.19
Como hija de Dios, usted puede tener seguridad en Cristo, sabiendo que Él
siempre está con usted y listo para ayudarle con cualquier cosa que necesite
hacer en la vida.

Autorrechazo
Antes de que pueda aceptarse a sí misma, debe dejar de rechazarse a sí misma.
Henri Nouwen, ministro y autor muy reconocido, ciertamente luchó para intentar
encontrar su verdadero yo, y dijo: “Con los años, he llegado a darme cuenta de
que la mayor trampa en la vida no es el éxito, la popularidad o el poder, sino el
autorrechazo”.20 Él también dijo: “El autorrechazo es el mayor enemigo de la
vida espiritual porque contradice la voz sagrada que nos llama Amados”.21
Nuestro verdadero yo es alguien amado por Dios. Cualquier otra identidad es
falsa. Si sabemos que somos las amadas de Dios, esto nos da confianza para
alcanzar nuestro verdadero destino, sea este cual sea. Puede ser coser y tener un
huerto, o puede ser viajar por el mundo predicando el evangelio. Pero sea cual
sea nuestro verdadero destino, no es tan importante como que estemos cómodas
con él. Para encontrar sanidad para nuestra alma, es importante permitir que la
Palabra de Dios nos defina en vez de permitir que el mundo nos defina. Cuando
nuestro tiempo en este mundo se acabe, la única opinión que importará será la de
Dios, así que no pierda su vida preocupándose en exceso por lo que otras
personas piensan de usted.
El mundo pone etiquetas a la gente: herida, abusada, traicionada, divorciada,
rebelde, víctima, dañada, etc. Y demasiadas veces, nosotras permitimos que las
etiquetas del mundo se conviertan en nuestra identidad y empiecen a definirnos.
Quizá nos creemos lo que otros han dicho de nosotras porque no sabemos o se
nos ha olvidado lo que Dios dice de nosotras.
Estos son unos cuantos versículos que nos dan una idea de cómo nos ve Dios:

Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que
pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que
los llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9)

Quizá usted es parte de una raza que ha sido rechazada, pero ahora Dios dice
que usted es una raza escogida, que es especial, y que Él va a usarle para mostrar
sus obras maravillosas y sus perfecciones.
Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues
ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
(Colosenses 3:2-3)

¿Lo ve? ¡Su nueva vida verdadera está escondida con Cristo en Dios! Usted
tiene una vida real, un yo verdadero, pero solo se puede encontrar en Cristo. El
nacimiento de ese yo verdadero ocurre cuando usted se convierte en hija de Dios
mediante el nuevo nacimiento (recibiendo a Jesús como su Salvador).

Y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en


verdadera justicia y santidad. (Efesios 4:24)

Ahora, póngase la nueva persona que Dios la está llamando ser. Láncese por
la fe en Él y sacúdase todas las viejas etiquetas. Llámese amada de Dios, segura,
aceptada y fuerte en Él.

Pérdida de identidad
Satanás trabaja mucho para asegurarse de que no conozcamos nunca nuestra
identidad como hijas amadas de Dios, o que en algún momento de nuestra
jornada en la vida perdamos la sensación de esa verdad. Es equivalente a tener
amnesia. Dave y yo de vez en cuando hablamos sobre lo que debe ser que una
persona tenga amnesia. Imagínese despertarse en un hospital, que le digan que
tuvo un accidente, y cuando le pregunten su nombre, no tenga ni idea de cómo se
llama.
En El caso Bourne, Matt Damon interpreta a Jason Bourne, un operativo de
las fuerzas especiales que ha sufrido amnesia y que está intentando descubrir
quién es realmente. Lo esencial de su viaje no es muy diferente al nuestro.
En las montañas de Suiza, Jason hace autostop para llegar a París con una
joven llamada Marie. Él está huyendo de la policía, pero ni siquiera está seguro
de por qué huye. Intenta no hablar de su situación hasta que la frustración lo
supera. Finalmente, como respuesta a una sencilla pregunta que ella le hace, se
gira hacia ella y le dice desesperadamente: “No sé quién soy, ni a dónde voy”.
Jason Bourne tenía todas las habilidades necesarias para no tener miedo de
nadie ni de nada, pero como no sabía quién era, operaba con temor y
desesperación. ¿Le describe eso a usted o a alguna persona que usted conoce?
Ciertamente sería una buena descripción de mí en una etapa de mi vida. Tenía
amnesia espiritual: no sabía quién era en Dios. No sabía que era su amada.
Muchas de nosotras estamos huyendo de algo, hacia algún lugar, pero es
imposible saber a dónde vamos si no sabemos quiénes somos. Las huellas de
Dios están en nuestra vida, y cuando lo buscamos a Él, las piezas comienzan a
encajar en su lugar. Finalmente descubrimos que nuestro verdadero yo, nuestra
verdadera identidad, se encuentra solo en Cristo, y solamente entonces
descubrimos hacia dónde vamos con nuestra vida.
Una vez oí una historia sobre un predicador famoso que fue a una residencia
de ancianos a visitar a pacientes de Alzheimer. Iba por los pasillos saludando a
personas que se alegraban mucho de verle. Se acercó a una señora y le preguntó:
“¿Sabe usted quién soy?”. Ella dijo: “No, pero si acude al mostrador de
información, se lo pueden decir”.
¿Es esta su historia? ¿Ha estado preguntando a otros quién es usted durante
tanto tiempo que ha perdido de vista su verdadero yo? ¿Se siente como si tuviera
amnesia y que está intentando desesperadamente descubrir quién es? Si algo de
esto la describe, sé exactamente cómo se siente. Recuerdo una época de mi vida
en la que intentaba ser tantas personas distintas que verdaderamente se me
olvidó lo que disfrutaba, lo que quería hacer, y lo que sentía que debía hacer. Lo
único que sabía era que no era feliz. En mi esfuerzo por agradar a la gente para
conseguir su aceptación, había perdido de vista quién era yo.
Para concluir este capítulo, permítame recordarle que usted es una nueva
criatura en Cristo, y es su amada, única, valorada, querida y deseada por Dios
mismo. Incluso cuando usted era pecadora, Él la amó lo suficiente como para
morir en su lugar, llevando todo el castigo de sus pecados. Y si usted hubiera
sido la única persona en la tierra, lo habría hecho solo por usted. La próxima vez
que se encuentre con alguien y le pregunte cuál es su ocupación (como suelen
hacer las personas), puede decirle cuál es su trabajo, pero nunca olvide que usted
es mucho más de lo que hace, ¡usted es la amada de Dios!

CAPÍTULO 10
Prohibido estacionarse ni un
momento
Pero el Señor le dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas
que se pongan en marcha!
—Éxodo 14:15

Un día iba en un automóvil y mi atención se dirigió a un letrero en la calle que


decía: PROHIBIDO ESTACIONARSE NI UN MOMENTO. De inmediato
pensé: Todos necesitamos un letrero como ese para recordarnos que no
estacionemos nuestra vida en un punto de dolor o decepción y nos quedemos
ahí.
Probablemente está leyendo este libro porque algo o alguien la hirió en el
pasado, y quiero animarle a que no estacione su vida, sueños y metas en el lugar
de su dolor y se rinda en la vida. Siga avanzando. Dios nos creó para ser
personas que siempre se están moviendo hacia delante. Tener éxito en algo no es
un logro puntual, sino más bien un estado continuo de ser.

Tener éxito en algo no es un logro puntual, sino más bien un estado continuo de
ser.

El apóstol Pablo es un gran ejemplo de alguien que siguió avanzando por


muy difícil que le resultara hacerlo. Pablo fue enviado por Dios a compartir las
buenas nuevas del evangelio de Jesucristo, pero experimentó mucha oposición.
Cuando la tragedia llegó en forma de un naufragio, una mordedura de serpiente,
un tiempo en la cárcel, o ser abandonado por quienes eran sus asociados y
amigos, e incluso cuando experimentó lo que él llamó un “aguijón en la carne”,
Pablo fue la personificación de no rendirse nunca. Si él se hubiera estacionado
en el punto de su dolor, se habrían perdido dos tercios del Nuevo Testamento
que Dios lo usó para escribir. Si usted se estaciona en su momento de dolor, el
resto del mundo se perderá lo que Dios quiere hacer a través de usted.
Pablo habló de no alcanzar la meta de la perfección en su caminar diario con
Dios, pero dijo que una cosa hacía, la cual era olvidar lo que queda atrás y
proseguir hacia su meta (ver Filipenses 3:12-13).
Cuando llega el fallo o la dificultad, proseguir no siempre es fácil, pero es lo
que Dios nos llama a hacer. La pérdida del trabajo, el divorcio, la enfermedad, la
injusticia, la muerte de un ser querido, la incertidumbre y la confusión pueden
detenernos en seco si se lo permitimos. Pero es durante esos momentos cuando
es más importante seguir avanzando, aunque parezca que solo está avanzando
unos centímetros. Esos centímetros finalmente se transformarán en mucho
progreso. Es fácil rendirse y abandonar, pero se necesita mucha valentía para
seguir avanzando en medio de un dolor personal.
Recuerdo una vez cuando uno de mis hijos estaba en problemas, y era una
situación que podía haber alterado la vida de forma seria. Naturalmente, yo
estaba muy preocupada y realmente dolida emocionalmente y mentalmente.
Había días en los que ni siquiera quería levantarme de la cama, pero Dios me
instaba a levantarme y seguir poniendo un pie delante del otro. Durante ese
tiempo tenía programado enseñar en una conferencia, y entre las sesiones me iba
a mi cuarto y lloraba. Pero cuando llegaba el momento de la siguiente sesión,
ponía un pie delante del otro, y al salir Dios me ayudaba a hacer lo que tenía que
hacer. Al final, la situación tuvo una conclusión muy buena. Lo que podía haber
sido un desastre se convirtió en una lección de sabiduría que ayudó a mi hijo a
tomar mejores decisiones en el futuro.
La historia está llena de personas que superaron pronósticos abrumadores y
reveses que les dio la vida. Helen Keller perdió la visión y la audición, pero
consiguió grandes cosas a pesar de su discapacidad. La parálisis de Franklin
Roosevelt podría haberlo derrotado, pero prosiguió y sirvió en la posición más
alta de la nación como presidente. La historia está llena de relatos de personas
ordinarias que lograron cosas extraordinarias porque no estacionaron su vida en
su momento de dolor.
Recuerdo perfectamente a mi padre diciéndome: “Nunca conseguirás nada”,
pero con la ayuda de Dios vencí esas palabras. Todas tenemos la misma
oportunidad de superar los obstáculos. Lo único que se necesita es una fe firme
en Dios y mucha determinación. Se reduce a con qué se conformará en su vida.
Dios la está llamando a avanzar, así que yo le animo a no dejar que nada la
retenga.

Dios la está llamando a avanzar, no deje que nada la retenga.


Como hija de Dios, usted es una nueva criatura. Todas las cosas viejas
pasaron y todas las cosas son hechas nuevas (ver 2 Corintios 5:17). Acepte esa
verdad que se encuentra en la Palabra de Dios como su nueva normalidad y
rehúse estacionarse en su momento de dolor.
Si ha estudiado la Biblia, estoy segura de que habrá oído de Abraham. Dios
hizo un pacto con él e hizo grandes cosas por medio de él de las que todas nos
seguimos beneficiando. Pero quizá no sepa que Dios previamente le había
pedido a Taré, el padre de Abraham, que dejara Ur de los caldeos y se fuera a la
tierra de Canaán. Aunque Taré comenzó su viaje, no lo terminó, así que Dios
después se lo pidió a Abraham en su lugar (ver Génesis 11-12). Canaán era la
tierra de la promesa que Dios quería dar a sus hijos, pero necesitaba a alguien
con quien hacerlo.
Cuando Dios llamó a Taré para que fuese a Canaán, él salió según se lo
indicaron, pero cuando llegó a la ciudad de Harán, se estableció allí. A menudo
me he preguntado qué habría pasado si Taré hubiera seguido avanzando en lugar
de permanecer en algún lugar de su viaje, pensando que quizá Dios hubiera
hecho el pacto con él que finalmente hizo con Abraham. No lo sabemos de
cierto, pero sin duda me parece que habría sido una posibilidad. ¿A cuántas
personas llama Dios para hacer algo grande antes de encontrar a alguien que
haga todo el recorrido con Él hasta la victoria?
¿Por qué se quedó Taré o estacionó en algún lugar del camino en vez de
hacer todo el recorrido hasta el lugar donde Dios quería que fuera? Quizá el
camino se volvió difícil, o quizá él se cansó de viajar. Imagino que nunca lo
sabremos, pero sí sé que la Biblia dice que Taré vivió 205 años y murió en
Harán (ver Génesis 11:31-32). Murió donde se estacionó.
Taré se conformó con menos de lo mejor de Dios para su vida. No deje que
eso le ocurra a usted. Dios siempre ha tenido un plan muy bueno para usted y su
vida (ver Jeremías 29:11), y las cosas que le han herido quizá le hayan producido
una demora, pero no pueden detenerle mientras usted no se detenga. ¡No deje de
avanzar!
Después, cuando Taré murió, Dios llamó a Abraham a hacer el viaje, y él
hizo todo el recorrido con Dios y se convirtió en el patriarca del que todos los
judíos trazan su linaje. Dios prometió que haría una gran nación a través de él, y
lo hizo. Aunque la fe de Abraham fue probada, pasó sus pruebas y fue parte de la
genealogía de Jesucristo.
Quizá usted esté viviendo un tiempo de prueba en su vida ahora mismo y la
tentación de abandonar y rendirse es fuerte. Sepa esto: Usted tiene lo necesario
para superarlo y experimentar la victoria, ¡porque Dios está de su lado!

Usted tiene lo necesario para superarlo y experimentar la victoria, ¡porque


Dios está de su lado!

A menudo intentamos saltarnos nuestros problemas o encontrar un camino


que los rodee para no tener que lidiar con ellos, pero eso nunca produce buenos
resultados en nuestra vida. Quizá evitamos tratarlos durante un tiempo largo,
pero seguirán en nuestro camino hasta que encontremos el valor de pasar por
ellos. Si esperamos ver el cumplimiento final de nuestros sueños, tenemos que
hacer todo el recorrido por las cosas que bloquean nuestro camino. No podemos
recorrer parte del camino y después estacionar cuando la vida sea difícil.

Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese
mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza.
(Hebreos 6:11)

La señora en la camioneta
Poco después de que Dios me diera la idea de animar a la gente a no estacionar
en su momento de dolor, vi una película titulada The Lady in the Van (La señora
en la camioneta), la cual me impactó mucho. La película está basada en una
historia real sobre la Sra. Shepherd, una mujer vagabunda que vivió en una
camioneta amarilla estacionada en la acera de Alan Bennett en Londres durante
quince años. ¿Por qué? Porque había sido herida en su juventud, estaba afligida
y se había desilusionado con la vida. Se sentía un fracaso, y experimentó una
gran culpa durante su vida por matar accidentalmente a un hombre mientras
conducía su camioneta. Todas esas cosas la hicieron rendirse en la vida.
Estacionó su camioneta y no se movió hasta que murió.
La Sra. Shepherd fue en su tiempo una concertista de piano habilidosa y
solicitada. Sentía que quería servir a Dios con su vida, y la única manera que
conocía de hacerlo era entrar en un convento y hacerse monja. El convento tenía
un piano, y a ella le gustaba y se realizaba tocándolo por las noches. Sin
embargo, a la madre superiora por alguna razón no le gustaba la Sra. Shepherd, o
quizá estaba celosa de su talento, y le dijo que le gustaba demasiado tocar y que
Dios le estaba pidiendo que sacrificara el piano para demostrar su amor por Él.
Ella obedeció, pero se le partió el corazón. Estaba herida en su alma, y las
heridas la hicieron retirarse de otras personas, así como demostrar otras
conductas particulares. Finalmente tuvo que dejar el convento y lo hizo
sintiéndose rechazada, abandonada y sola.
El dolor de estos eventos hizo mella en su salud mental y emocional hasta
que finalmente la llevaron a una institución para enfermos mentales. Tras ser
liberada de allí, terminó viviendo en su vieja y desgastada camioneta, la cual
pintó de color amarillo. Después de estacionarla en varios lugares y que
finalmente le pidieran que se fuera de uno de ellos, habló con Alan Bennett para
que le dejara estacionar en su acera durante un tiempo breve, pero nunca se fue
de allí. Y quince años después, murió donde se había estacionado.
En la película, cuando se fue al cielo, la primera persona a la que se encontró
fue el hombre que ella pensaba que había matado, quien inmediatamente le dijo:
“Mi muerte no fue culpa suya; yo me puse delante de usted a propósito para
acabar con mi vida”.
Estuve pensando en esta película durante días después de verla, y finalmente
la vi por segunda vez solo para recibir el impacto completo del mensaje. Para el
productor de la película, habría sido tan solo una buena historia que contar, pero
para mí fue un clásico ejemplo de lo que hacemos en nuestra vida cuando
nuestra alma está profundamente herida. Nos estacionamos en el momento de
nuestro dolor, y nos perdemos la mejor vida que hay a nuestra disposición por
medio de Jesucristo.

La promesa de Dios de sanidad y


restauración
Quizá no seamos capaces de evitar el dolor que encontramos en la vida que hiere
nuestra alma, pero podemos decidir no dejar que arruine el resto de nuestra vida.
No se atasque en un momento en el tiempo. A pesar de lo que nos ocurra, la vida
continúa, y podemos proseguir con ella o quedarnos atrás, encarceladas en
nuestro dolor y amargura.
Dios promete sanarnos y restaurarnos, pero eso no sucede de forma mágica
sin acción alguna por nuestra parte. Creemos en las promesas de Dios, y por muy
difícil que sea continuar, seguimos avanzando. Pablo nos anima a no apartarnos
y encogernos por el miedo (ver Hebreos 10:38). Pablo les dijo a los hebreos,
quienes estaban sufriendo mucho, que por la fe en Jesucristo preservarían su
vida. Preservar significa mantener algo a salvo.

Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. (Hebreos 10:39)

No retroceda, ni se encoja de miedo ni se atasque en un momento en el


tiempo, ni tampoco estacione en el momento de su dolor. Cada paso de fe que da
es un paso hacia su restauración y sanidad.
El apóstol Pedro fue usado por Dios para sanar a un hombre que había estado
paralítico durante ocho años (ver Hechos 9:33-34). Le dijo: “Eneas, Jesucristo te
sana”. Pero también le dijo algo más que debemos ver. Dijo: “Levántate y tiende
tu cama”. Verá, a este hombre enfermo lo había golpeado la vida y nunca había
conseguido levantarse. Pedro le dijo que era el momento de levantarse. Jesús se
encontró en una situación similar, salvo que el hombre que se encontró había
estado enfermo durante treinta y ocho años, esperando un milagro. Estaba
esperando que alguien se pusiera a su lado y arreglara su problema.
Jesús le dijo que se levantara, tomara su lecho y caminara (ver Juan 5:5-8).
Jesús le dijo que hiciera lo imposible. Había estado inválido durante mucho
tiempo, y ahora le estaban diciendo que se levantara. Quizá usted se sienta como
ese inválido al leer este libro. Quizá esté pensando: Joyce, me está pidiendo que
haga cosas que son imposibles. ¡Sencillamente son demasiado difíciles! Pero la
verdad es que todo es posible para Dios, y nada de lo que Él nos pide hacer es
demasiado difícil si confiamos en su fuerza que nos capacita para hacerlo.
Jesús es nuestro Sanador, pero habrá cosas que Él nos pide hacer en nuestra
jornada, y si no las hacemos, entonces no experimentaremos la sanidad que nos
está ofreciendo. Me pregunto cuántas personas habrían animado a la Sra.
Shepherd a salir de la camioneta amarilla y mejorar su vida, y sin embargo ella
no pasó a la acción. Para ella, probblemente la miseria de la camioneta era mejor
que aprovechar la oportunidad de salir de ella y proseguir.
No es demasiado tarde
Estoy segura de que una de las mentiras que el diablo le ha dicho es que es
demasiado tarde para usted. Sin embargo, nunca es demasiado tarde para que
Dios sane y restaure a alguien. El inválido había estado en esa condición durante
treinta y ocho años, y se levantó y fue sanado.
Nunca es demasiado tarde para desempolvar sus sueños y empezar a avanzar.
Estoy segura de que la Sra. Shepherd aún podría haber tocado muy bien el piano
si hubiera tenido el valor de intentarlo.
Los nuevos comienzos y los frescos inicios nunca escasean con Dios. Quizá
se sienta olvidada y agotada, pero Dios no se ha olvidado de usted. Cosas nuevas
y emocionantes le esperan, así que lo único que tiene que hacer para comenzar
en su nueva vida es levantarse y seguir avanzando. Esta es la promesa de Dios
para usted. ¡Aférrese a ella y no mire hacia atrás!

Los nuevos comienzos y los frescos inicios nunca escasean con Dios.

Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo


nuevo! (Isaías 43:18-19; énfasis de la autora)

Una mujer acerca de la que leemos en la Biblia, llamada Rut, se negó a


estacionar en el momento de su dolor o de retirarse a una vida desgraciada. Su
esposo, su cuñado y su suegro habían muerto, y tenía ante ella la decisión de
seguir adelante con su suegra, que era muy pobre y no tenía forma de proveer
para ellas, o de regresar a su país donde anteriormente había adorado ídolos.
Ella había llegado a creer en el único Dios verdadero, y obviamente había
experimentado que la vida con Él era mejor que en el lugar de donde ella venía,
aunque eso significara pasar tiempos difíciles. Su suegra le instó a regresar,
recordándole que no tenía forma de proveer para ella, pero Rut dijo que no
regresaría. Las dos prosiguieron, y Rut finalmente se casó con un hombre muy
rico llamado Booz. Rut se convirtió en la bisabuela de David, y se le nombra
como una de las cinco mujeres en la genealogía de Jesús en el primer capítulo de
Mateo.
Poco se imaginaba Rut en ese momento que su decisión le posicionaría para
la grandeza. Pero el resultado dependía de su decisión. Una mujer que había
perdido todo, ¡rehusó creer que era demasiado tarde para un nuevo comienzo!
(Para ver la historia completa de Rut, lea el libro de Rut en la Biblia).
Yo creo que usted también está posicionada para la grandeza. Tome la
decisión correcta, la decisión de superar su dolor y disfrutar de todo lo que Dios
ha planeado para usted.

CAPÍTULO 11
Usted no es un producto dañado
Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y
potestad.
—Colosenses 2:10, RVR1960

Recibí a Cristo siendo una niña de nueve años mientras visitaba a unos
familiares que me llevaron a la iglesia con ellos. Mi vida no parecía haber
cambiado mucho como resultado de haber pedido a Jesús que perdonara mis
pecados y me salvara, pero recuerdo estar tumbada en la cama una noche siendo
adolescente, pensando: ¡Algún día voy a hacer algo grande! Ahora me doy
cuenta de que era mi espíritu nacido de nuevo el que hablaba. Mi corazón había
cambiado, y aunque antes no tenía esperanza, ahora tenía esperanza en que el
abuso que estaba sufriendo algún día se terminaría.
Tenía otros pensamientos que no eran tan positivos. Recuerdo de adolescente
intentar irme de casa en cuanto terminara la secundaria y cumpliera dieciocho
años. Pensaba en mi vida y lo que podría hacer o lo que me sucedería, y recuerdo
perfectamente pensar: Siempre tendré una vida de segunda categoría porque mi
padre abusó de mí. Me veía como un producto dañado, alguien que siempre
necesitaría conformarse con lo que pudiera conseguir en la vida. De hecho,
planifiqué tener una vida de segunda categoría, y eso es triste.
Me gustaría decir que los mensajes que oía de mi espíritu nacido de nuevo
ahogaban los mensajes negativos y derrotistas que recibía, pero no era así, al
menos no lo fue durante varios años más. Esporádicamente tenía destellos de
esperanza, pero la negatividad en mi mente siempre la ahogaba. Quizá usted
también va y viene entre creer que las cosas pueden mejorar y después dudar de
que algún día lo hagan. No se desanime; Dios se encontrará con usted donde esté
y le ayudará a llegar a donde tenga que estar.

Dios le ayudará a llegar a donde tenga que estar.

Me fui de casa, y al poco tiempo conocí a un chico apuesto que se fijaba en


mí. Me pidió que me casara con él después de conocernos durante unos meses, y
aunque sentía cierta reserva e intranquilidad para aceptar su ofrecimiento, aun
así lo hice. Esa decisión añadió más dolor a mi alma ya herida y abatida, y
durante cinco años abusó de mí de formas que no había experimentado
previamente. Me era infiel regularmente. La mayor parte del tiempo no
trabajaba, y se convirtió en un ratero que les robaba a amigos y familiares para
salir de fiesta con sus amigos.
Una noche me desperté dándome cuenta de que él estaba intentando quitarme
mi anillo de boda de mi dedo. No valía tanto, pero sabía que quería venderlo.
Teníamos un hijo, y mientras estuve embarazada, él vivía con otra mujer,
afirmando que el bebé que yo llevaba en mi vientre no era suyo. Viví sola
durante mi embarazo y trabajé hasta que no pude seguir trabajando y me
encontré en el punto de no tener ni dinero ni un lugar donde vivir. Por fortuna,
una mujer que conocía y que me arreglaba el cabello fue amable, y me ofreció
irme a vivir con ella y su madre hasta que tuviera el bebé.
Cuando di a luz a nuestro hijo, mi esposo vino al hospital y quería que
volviéramos a estar juntos, y como siempre, yo lo acepté. Era muy común para
él abandonarme por otras mujeres y al final regresar diciéndome lo mucho que lo
sentía, y yo siempre lo recibía. Este tipo de conducta es común en las mujeres
que tienen el alma herida. Debido a que se ven a sí mismas como que no se
merecen nada mejor, o tienen miedo a estar solas toda su vida, siguen dejando
que los hombres abusen de ellas de distintas maneras en vez de valerse por sí
mismas.
Cuando él y yo salimos del hospital con nuestro hijo, a quien llamé David, no
teníamos a dónde ir. Aunque nunca había dormido en la calle o en mi auto,
estuve sin casa durante ese periodo de tiempo y tuve que depender de la caridad
y ayuda que me brindaron algunas personas. Mi esposo tenía una excuñada que
se había divorciado de su hermano. Ella era una mujer amable y cristiana, y nos
dejó vivir en una habitación de su casa hasta que volví a trabajar y pudimos
mudarnos. Muy poco después de mudarnos, mi esposo se volvió a ir con otra
mujer, y ya no pude soportarlo más y le pedí el divorcio.
En ese punto de mi vida estaba enterrada bajo tantas capas de dolor
emocional y temor acerca del futuro que estaba totalmente desesperanzada.
Recuerdo orar y pedirle a Dios que algún día me permitiera ser feliz y me diera a
alguien que verdaderamente me amara, y un año después él respondió a esa
oración. Conocí a Dave, con quien llevo casada más de cincuenta años. Los
primeros veinte años de ese matrimonio fueron muy difíciles.
Mi alma estaba dañada. No pensaba, ni sentía ni me comportaba bien. Eso es
lo que nos ocurre cuando nuestra alma está herida. Lo vemos todo a través de las
lentes de nuestro quebranto y dolor, y es difícil creer que algo en la vida
mejorará algún día. Yo tenía muchos temores, y a la vez actuaba como si nada
me asustara. Vivía con una falsa valentía que de hecho se manifestaba en que yo
quería controlar a todos los que me rodeaban para que no pudieran hacerme
daño. Pensaba que estaba siendo valiente, pero realmente estaba siendo grosera y
desagradable.
Estaba insegura pero intentaba fingir que no lo estaba. Era deshonesta
conmigo misma y con todos los demás, y mi vida se había convertido en un
hábito de fingir en algún área la mayor parte del tiempo. Solamente recordar
cómo era yo en ese tiempo, ¡me hace pensar en lo grande que es nuestro Dios!
Verdaderamente Él me ha librado de múltiples problemas y ha sanado mi alma
herida.

Sana y completa
Cuando nos ponemos en las manos sanadoras de Dios, puede que estemos
quebrantadas y dañadas, pero terminamos sanas y completas, sin evidencia
alguna de haber estado estropeadas. Cuando hablo de cómo solía ser yo, siento
que estoy hablando de alguien a quien en un tiempo conocí, y ahora es solo un
difuso recuerdo.
Si entendemos que estamos completas en Cristo, entonces nunca tenemos que
creer que estamos dañadas y que tenemos que conformarnos con un segundo
plato en la vida. Estar completa en Cristo significa que cualquier cosa que nos
falte, Él la compensa. Su fuerza se muestra en nuestra debilidad (ver 2 Corintios
12:9); nuestro pecado queda absorbido por su misericordia y perdón. Nuestro
pasado desaparece con la luz de la nueva vida que Él nos ofrece.
Cuando nacemos de nuevo, recibimos el Espíritu de Dios y nuestro espíritu
queda sano, completo y totalmente nuevo, pero seguimos necesitando que se
haga una obra en nuestra alma. Dios hace la obra desde dentro hacia fuera,
usando su Palabra y nuestra comunión con Él para continuar la obra que ha
comenzado. Gradualmente, eso perfecto y completo que Dios hizo por su gracia
en nuestro espíritu actúa en nuestra alma. Cuando digo que estamos completas y
sanas en Él, es un hecho verdadero. Es quienes somos en Cristo. Ha ocurrido y,
sin embargo, puede que no siempre pensemos, sintamos o nos comportemos
como si estuviéramos completas, pero lo estaremos si seguimos avanzando en fe.
Este es un ejemplo que pienso que ayudará a aclarar mi punto. Recientemente
tuve una operación de prótesis de cadera. En palabras de mi médico, la cirugía es
una salvaje. Se estiran los músculos para permitir que el equipo de cirujanos
pueda llegar a la articulación de la cadera, y cuando lo hacen, usan una sierra
para quitar la articulación del fémur de la pierna. La nueva articulación se pone
en su lugar y se fija, se cierra el corte de la cirugía, y comienza la sanidad.
Aunque fui capaz de ponerme de pie y caminar mientras me apoyaba en un
andador el mismo día, la sanidad ha sido gradual. He mejorado bastante, pero
había periodos de varios días, o incluso toda una semana, en los que sentía que
no estaba avanzando nada. Durante esos periodos, Dave me recordaba que fuera
paciente. Ahora estoy en un punto en el que realmente no tengo dolor, pero me
resiento de los músculos delanteros de la pierna. Pero cuando pase algo más de
tiempo, ni siquiera me enteraré de que sufrí una cirugía.
Usando este ejemplo, pensemos en las heridas emocionales que tenemos por
haber sido abusadas o heridas de alguna forma. Cuando nacemos de nuevo
(recibiendo a Jesús como nuestro Salvador), Él nos hace completas y sanas en
nuestro espíritu, pero quizá sigamos notando por un periodo de tiempo cosas en
nuestras emociones, patrones de pensamiento y conductas que aún no han sido
restauradas del todo. Una manera de decirlo sería: “Jesús sana nuestras heridas
pero a veces las contusiones duran un tiempo más”. Llegué a casa con una
cadera nueva, pero toda mi cadera y la zona de alrededor estaban
extremadamente amoratadas.
Cuando se trata de la sanidad del alma, es muy importante durante el proceso
no creer que no ha pasado nada en nuestra vida y volver a sentir que estamos
dañadas y que no tenemos arreglo. Cuando Jesús viene a su vida, usted es hecha
nueva por dentro, y ese cambio funciona desde dentro hacia fuera, y luego todos
pueden ver la maravillosa obra que Dios ha hecho en usted. Sea paciente.

Si tan solo
No deje que el diablo la convenza de que porque abusaron de usted o la usaron
significa que su vida nunca puede ser todo lo buena que podría haber sido si las
cosas hubieran sido distintas en su vida. No viva con la idea de: Si tan solo.
Nada de su pasado tiene que importar si usted no deja que importe. He
compartido con usted las cosas trágicas que he vivido y, sin embargo, en mi vida
hoy no hay evidencia de que en un tiempo estuve dañada. Cuando Dios hace
algo nuevo, ¡es completamente nuevo!
Incluso después de ser cristiana, perdí muchos años con pensamientos de este
tipo: Las cosas me van mejor, pero serían geniales si tan solo no hubieran
abusado de mí. No tendría algunos de los problemas que tengo ahora si tan solo
hubiera tenido una infancia normal con padres que realmente me amaran de
forma adecuada.
Asistí a una iglesia durante más de diez años y aprendí algunas cosas
valiosas, pero no me enseñaron nada sobre la sanidad emocional o sobre tratar
con el trauma que las personas experimentan después de haber recibido abuso.
Cuando empecé a leer la Palabra y buscar a Dios por mí misma, comencé a
experimentar el poder sanador de Dios, y a veces pensaba: Estaría mucho más
lejos si tan solo en mi anterior iglesia me hubieran enseñado mejor sobre esto.
Si vamos por ese camino, nunca nos quedaremos sin cosas de las que decir si
tan solo. No podemos regresar y cambiar la forma en que fueron las cosas, pero
podemos avanzar y no volver a mirar atrás. En vez de decir que las cosas serían
buenas si tan solo esto o aquello fuera diferente, diga: “Confío en que Dios tome
lo que ocurrió y haga que todo sea para mi bien y me haga ser mejor persona
gracias a ello”.

No podemos regresar y cambiar la forma en que fueron las cosas, pero podemos
avanzar y no volver a mirar atrás.

¿Dónde está la evidencia?


Puede que en un tiempo usted fuera herida o dañada, pero llegará el día en que
no habrá evidencia en su vida de que eso ocurrió. No creo que nadie mire ahora
mi vida y vea evidencia alguna de que fui abusada, abandonada, me divorcié y
casi fui indigente. Muchos otros pueden testificar de lo mismo en sus propias
vidas, e incluso si usted aún no ha llegado a ese punto, llegará si no se rinde.
Hay una historia en el libro de Daniel sobre tres jóvenes que escogieron ser
arrojados a un horno de fuego en vez de postrarse y adorar a otro dios. Se había
emitido un decreto que decía que cualquiera que no se postrara ante el rey
sufriría en el horno, y se esperaba que ellos muriesen allí. Sadrac, Mesac y
Abed-nego rehusaron postrarse, y fueron arrojados al horno. Sus acciones
enfurecieron tanto al rey Nabucodonosor, que ordenó que calentaran el horno
siete veces más de lo normal. Estaba tan caliente que las llamas que salieron de
él ¡mataron a los hombres encargados del horno! Los tres jóvenes estuvieron en
el horno en medio de las llamas, pero cuando el rey miró, asombrosamente vio a
cuatro hombres y fue testigo de que el fuego no estaba consumiendo a Sadrac,
Mesac y Abed-nego. Sabemos que el cuarto Hombre en el horno era el Ángel del
Señor, una manifestación de Jesús.
Cuando el rey hizo abrir el horno y los tres jóvenes salieron, la Biblia dice
que no sufrieron daño alguno. Daniel 3:27 dice que “el fuego no les había
causado ningún daño, y ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es
más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!”.
Usted puede salir del horno de fuego de su vida, y no habrá evidencia de que
estuvo en él. Ni siquiera el olor de la vida que una vez vivió se le pegará. Usted
no es un producto dañado, y le insto a no pensar que lo es. No piense en tener
una vida de segunda categoría, sino piense en una vida maravillosa en la que
hará cosas maravillosas.

Piense en una vida maravillosa en la que hará cosas maravillosas.

Comer siempre en la mesa del rey


El rey Saúl tuvo un nieto llamado Mefiboset. Era el hijo de Jonatán, que tenía
una relación de pacto con David, quien se convirtió en rey después de Saúl. Las
relaciones de pacto bíblicas se tomaban muy en serio, y mucho después de que
Saúl y Jonatán hubieran muerto, David siguió buscando a alguien de su linaje al
que pudiera bendecir para honrar su pacto con Jonatán.

El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera


beneficiar en memoria de Jonatán. (2 Samuel 9:1)
—¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar
en el nombre de Dios?—volvió a preguntar el rey.—Sí, Su Majestad.
Todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies—le
respondió Siba. (2 Samuel 9:3)

El niño vivía en una ciudad llamada Lo Debar, y el nombre significaba “sin


pastos”. Suena a un lugar árido y miserable. Incluso aunque vivamos en lugares
áridos y miserables, Dios nos está buscando porque quiere bendecir a alguien
por causa de Jesús. Dios no nos bendice porque lo merezcamos, sino
simplemente porque le dijo a Jesús que bendeciría a todos los que creyeran en
Él. Mefiboset no estaba buscando un cambio en su vida, pero David lo estaba
buscando a él. Era el nieto del antiguo rey, pero vivía en circunstancias
miserables, aunque podía haber estado comiendo continuamente en la mesa del
rey por la relación de pacto que existía entre su padre y el rey David.
Cuando Mefiboset fue llevado ante David, respondió con temor. David le
dijo que no tuviera miedo, porque él le mostraría bondad por causa de su padre y
restauraría todo lo que era legítimamente suyo. También le dijo que comería
siempre en su mesa.
Tan solo piense en esto: ¡Dios quiere restaurar todo lo que usted ha perdido!
Él la ha buscado y la está invitando a comer siempre de su mesa de bendición y
gozo.
La forma en que respondió Mefiboset al ofrecimiento de David nos dice por
qué vivía tan por debajo de su derecho heredado.

Mefiboset se inclinó y dijo:—¿Y quién es este siervo suyo, para que Su


Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto! (2 Samuel
9:8)

¿Lo ve? Vivía una vida de segunda categoría porque se veía a sí mismo como
un producto dañado. Tenía una imagen de sí mismo como un perro muerto.
Vaya. Eso puede enseñarnos una enorme lección si así lo permitimos. ¿Ha
estado usted viviendo una vida inferior porque ha tenido una mala autoimagen?
¿Se siente sin valor alguno, dañada… como si fuera demasiado tarde para usted?
Si es así, es tiempo de salir de Lo Debar (un lugar árido y miserable), ¡y entrar
en el castillo del Rey!
A partir de ese día, David proveyó todo lo que Mefiboset y su hijo pequeño
Micaías necesitaban, y la Biblia dice que él comía continuamente de la mesa del
rey aunque era tullido de ambos pies (ver 2 Samuel 9:13). Me encanta esa parte.
Me ayuda a entender que aunque estemos cojas (con debilidades), aun así
podemos comer de la mesa de nuestro rey Jesús.
¿Ha estado usted gateando por debajo de la mesa, conformándose con las
migas que caían al piso? ¿Se ha conformado con menos de lo mejor de Dios?
Imagínese cómo se sentiría si preparase una maravillosa comida y llamase a sus
hijos a comer, y todos se metieran debajo de la mesa y comenzaran a decirle lo
indignos que son y que no merecen en absoluto sentarse en la mesa. Así es como
Dios se siente cuando rehusamos recibir sus bendiciones porque creemos que
estamos dañadas y, por lo tanto, no merecemos nada. Jesús pagó un alto precio
por nuestra sanidad y restauración cuando murió en la cruz, así que empecemos
a recibir los beneficios que Él compró para nosotras con su sacrificio.
No tiene que sacrificarse más porque Jesús lo ha hecho por usted, así que
ahora puede sentarse a la mesa, ¡y comer con el Rey!

CAPÍTULO 12
Las heridas del pecado
Por causa de mi insensatez mis llagas hieden y supuran.
—Salmos 38:5

Nuestras almas están heridas debido a cosas terribles que otros nos hacen, pero a
menudo resultamos heridas a causa de nuestro propio pecado. Algunas veces las
heridas más profundas de nuestra alma son el resultado del pecado personal y el
efecto que ha tenido sobre nuestra mente, emociones y cómo nos vemos a
nosotras mismas en general. Puede que estemos plagadas de pensamientos y
sentimientos de culpa, y experimentemos autorrechazo o incluso autodesprecio.
Nuestros pecados no solo nos hieren a nosotras, sino que también hieren a las
personas que amamos y nos importan. Julie es una mamá con hijos adultos que
están heridos, y ella es quien los hirió. Era alcohólica, y estaba ausente del hogar
o estaba desmayada y no disponible. Había muchas veces en las que se mostraba
violenta durante su estado de embriaguez. Como resultado de su alcoholismo,
ella y su esposo se divorciaron. Ella finalmente fue a un centro de tratamiento,
pero para entonces su hijo ya era iracundo y tenía un mal comportamiento, y su
hija estaba deprimida y era insociable. ¿Qué debe hacer ahora Julie? Ella siente
mucho todo el dolor que les causó, y se lo ha dicho, pero todos tienen el alma
herida, Julie incluida.
Antes de que sus hijos se fueran de casa, Julie recibió a Jesús y asistía a una
iglesia regularmente. Quería que ellos también asistieran con ella, pero estaban
en el final de su adolescencia para ese entonces y no estaban interesados. Fueron
a la universidad y finalmente se casaron y tuvieron sus propios hijos, pero su
relación con Julie seguía siendo distante. Era obvio que estaban llenos de
resentimiento y preferían pasar el menor tiempo posible con su madre.
Ahora Julie tiene heridas en su alma por saber que hirió a sus hijos y por
sentir que ellos la rechazan. Aunque entiende por qué se siente así, sigue siendo
doloroso. ¿Qué puede hacer? ¿Qué puede sanar este tipo de heridas? Tengo
algunas sugerencias que están basadas en las Escrituras que le ayudarán:
Lo primero que debe hacer es hablar abiertamente con Dios sobre su pasado,
contándole todo y no guardándose nada. El rey David pecó gravemente al
cometer adulterio con Betsabé y haciendo que su esposo, Urías, resultase muerto
para impedir que supiera lo que David había hecho. Después tomó a su esposa
para casarse con ella. David de algún modo se las arregló para ignorar su pecado
durante casi un año, pero finalmente se sentía tan miserable que tuvo que
confrontarlo.
Me gustaría compartir con usted en mis propias palabras lo que dijo David:
Cuando guardaba silencio, antes de confesar mi pecado, me sentía como si me
estuviera consumiendo y mi alma gemía todo el día. Sabía que tú, Dios, no
estabas contento, y sentía continuamente que tú tratabas conmigo. Me sentía en
mi alma como si estuviera viviendo en una sequía de verano. Finalmente,
reconocí mi pecado. No te escondí nada, y lo confesé hasta que todo salió a la
luz. Cuando lo hice, tú perdonaste al instante mi iniquidad y mi culpa (paráfrasis
de Salmos 32:3-5).
Aunque Dios ya sabe todo lo que hacemos en todo momento, es importante
para nosotras reconocer plenamente nuestros errores porque eso ayuda a
limpiarlos de nuestra alma. Podemos hablar con Dios en cualquier momento
sobre todo y saber que nunca experimentaremos juicio o rechazo. Hablar sobre
las cosas que están ocultas en la oscuridad es a menudo lo que nos libera de ella.
Dios desea la verdad en lo más hondo (ver Salmos 51:6).
Nunca tenga tanto miedo a la luz que decida mantenerse en la oscuridad.
Aunque David había ignorado su pecado durante mucho tiempo, es obvio por su
confesión que sentía el peso de ello. Quizá se mantenía muy ocupado para no
tener que abordarlo, o quizá incluso lo excusaba, al menos eso es lo que yo he
hecho a menudo en el pasado para evitar tratar mi propia conducta errónea. Otra
forma en la que podemos evitar tratar nuestro pecado es culpar a otra persona.
Puede que nos convenzamos de que si ellos no hubieran hecho lo que hicieron,
entonces nosotras no habríamos hecho lo que hicimos. Aunque puede que haya
algo de verdad en este tipo de pensamiento, nunca seremos libres de la carga del
pecado a menos que asumamos la responsabilidad del mismo y lo saquemos a la
luz, primero ante Dios y después, si es necesario, ante las personas.

Nunca tenga tanto miedo a la luz que decida mantenerse en la oscuridad.

Lo siguiente que debe hacer es recibir el perdón que ha pedido. Recíbalo por
fe y recuerde que sus sentimientos quizá no cambien de inmediato. Aprenda y
medite en las Escrituras sobre el perdón de Dios y la maravillosa misericordia de
Dios hasta que estas verdades se conviertan en una revelación en su vida.
Cuando eso ocurra, sus sentimientos se alinearán con la verdad de la Palabra de
Dios. Recuerde que cuando David reconoció su pecado con un corazón
arrepentido, Dios lo perdonó al instante. Jesús ya ha pagado por nuestros
pecados, y el perdón está a nuestra disposición si lo recibimos por la fe.
Hable abiertamente con las personas a las que haya herido. Quizá necesite
hacer algo más que tan solo decir que lo siente. Comparta con ellas lo que
ocurría con usted en ese tiempo en el que las hirió y lo mucho que lamenta lo
que hizo. Pídales humildemente que la perdonen y le den otra oportunidad. No
ponga excusas, porque si lo hace, eso rebajará el efecto de sus disculpas.
Si ellas no están dispuestas o no pueden perdonarla en ese momento, dígales
que lo entiende y ore por ellas de forma regular. Pídale a Dios que les dé la
gracia para perdonarla porque Él es verdaderamente el único que puede hacerlo.
Pídale que sane las heridas de sus almas.
Continúe mostrándoles amor cuando se presente la oportunidad. El amor
cubre multitud de pecados (ver 1 Pedro 4:8). También tiene la capacidad de
ablandar incluso el corazón más duro. Cuando seguimos siendo amables y
amando a quienes están endurecidos con nosotros, finalmente eso tendrá un
efecto maravillosamente sanador sobre ellos.
Tendrá que ser paciente, porque probablemente las personas a quienes hemos
herido necesitarán tiempo para creer que hemos cambiado y que verdaderamente
lo sentimos. Tenemos que recordar que así como nuestras heridas tardan en
sanar, también le sucederá a las de ellas.

No viva con el peso de la culpa


Incluso si algo que hicimos hirió a alguien, eso no significa que debamos vivir
eternamente con sentimientos de culpabilidad y reproche. Al arrepentirnos y
pedir a otros que nos perdonen por cualquier dolor que les hayamos causado,
tenemos que soltar la culpa. Culpar significa acusar o condenar, así que es
importante que deje de acusarse y condenarse por los errores pasados. La
Palabra de Dios promete que no hay condenación para los que están en Cristo
(ver Romanos 8:1). Jesús no vino al mundo para condenarlo, sino para salvarlo
(ver Juan 3:17).

Jesús no vino al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.

Mi hijo mayor, David, fue un joven iracundo y muy rebelde durante varios
años de su adolescencia y los primeros años de adulto. Recuerdo un día en el que
yo intentaba corregir su conducta y me dijo: “¡No sería así si no me hubieras
tratado como lo hiciste!”. ¡Ay! Sentí el aguijón de sus palabras y me fui de allí
sintiéndome condenada.
¿Qué quería decir él? Debido al abuso en mi infancia, yo estaba enojada casi
todo el tiempo y era muy difícil de agradar, y David estaba siendo perjudicado
por mi ira y la conducta disfuncional en mi vida. Yo les gritaba mucho a mis
hijos y los presionaba para que fueran lo que yo quería que fueran en vez de
ayudarles a ser lo que Dios quería que fueran. Cuando David llegó a la
adolescencia, yo ya estaba en una mejor situación en mi vida, pero él aún estaba
resentido por el pasado.
Aunque me había disculpado sinceramente con él, explicándole que me
equivoqué y que quería que las cosas fueran mejor entre nosotros,
frecuentemente él me sacaba su tarjeta que decía: “Es culpa tuya que yo sea así”.
Era su forma de culparme en vez de asumir la responsabilidad de su conducta.
Recuerdo claramente un día en que salí de su cuarto sintiéndome muy culpable
después de que él me acusara de ser la fuente de su mala conducta, pero Dios
comenzó a hablar claramente a mi corazón. Me mostró que yo había hecho todo
lo que podía, y que llevar una carga de culpa nunca arreglaría la situación. Me
dijo que mi hijo tenía la misma oportunidad que yo de ser sanado de las heridas
del pasado, y si él rehusaba hacerlo, entonces yo no podía hacer nada más salvo
entregárselo a Dios.
Eso me ayudó mucho y pude entregarle la situación a Dios. Es muy
interesante que David nunca volvió a decirme que era culpa mía que él estuviera
enojado y que fuera rebelde. Nuestra relación continuó creciendo, y ahora tiene
más de cincuenta años y me dice frecuentemente lo mucho que me ama y
respeta.
Creo que fue importante para mí dejar de llevar la culpa para que Dios obrara
en la situación. Si usted lleva cargando la culpa por algo que hizo en el pasado,
la animo a soltarla y darse cuenta de que aunque no puede regresar al pasado y
deshacer algo que hizo que lastimó a alguien, no hay nada imposible para Dios.
Él puede cambiar el corazón de la persona a la que usted hirió y sanar las heridas
que ambos tienen.
Admito que cuando hemos herido profundamente a alguien, es muy difícil
soltar la carga de nuestras acciones, pero es verdaderamente lo único que
podemos hacer para continuar con la vida.
Quiero, pero es muy duro
No deberíamos estacionarnos en el punto de nuestro dolor causado por lo que
otros nos hicieron o por lo que nosotras les hicimos. Hacerlo podría dejarnos con
el alma herida. Pero Dios nos ofrece un nuevo comienzo, y eso significa que
debemos soltar el pasado y no mirar atrás. Suelte toda culpabilidad, reproches y
vergüenza del pasado, y deje que Dios muestre su poder en su vida.
Jesús dijo que nadie que pone su mano en el arado y mira atrás es apto para el
reino de Dios (ver Lucas 9:62). Creo que esto significa que no podemos
experimentar la maravillosa vida que Dios nos ofrece a menos que dejemos de
mirar atrás a todos nuestros errores del pasado. Soltar el pasado puede ser algo
difícil de hacer, pero es mucho mejor que volver a revivirlo cada día de su vida.
Tenga cuidado con pensar y decir que las cosas que Dios le pide son
demasiado duras. Dios nos da su Espíritu para hacer cosas duras y difíciles, para
hacer cosas que las personas que viven sin Dios en sus vidas no son capaces de
hacer. Con mucha frecuencia, oigo a las personas decir: “Sé lo que Dios quiere
que haga, pero es demasiado duro”. También las veo que siguen viviendo su
vida y son infelices y no están satisfechas.
Estar convencida de que hacer la voluntad de Dios es demasiado duro, a
menudo provoca que la gente se aleje de su compromiso con Cristo. En un
tiempo pretendían obedecer por completo al Señor, pero cuando Él les pidió que
hicieran algo difícil, decidieron que era demasiado duro y regresaron a su
antigua manera de vivir. Muchos de los discípulos que una vez siguieron a Jesús
regresaron a su antigua forma de vivir cuando Él les pidió hacer cosas que les
parecían demasiado duras (ver Juan 6:60-66). Dios nunca nos pide hacer nada a
menos que Él nos capacite para hacerlo. Él quiere que creamos y demos pasos de
fe, y cuando lo hacemos, ¡descubrimos que con Dios todo es posible!

Deje de castigarse
Se nos invita a una relación de confianza en Dios para absolutamente todo, y una
de esas cosas es confiar en que Él se ocupará del pasado con todos nuestros
errores y el dolor que experimentamos por ellos.
No importa lo que usted haya hecho, y no importa lo malo que fuera, hay un
nuevo comienzo para usted. Creer eso es el primer paso hacia su nueva vida.
Cuando al principio intenté soltar las cosas que había hecho que habían herido a
otros, sentía culpa solo por intentar soltarlo. Sabía que yo era culpable, y sentía
que debía ser castigada. Frecuentemente sentimos que merecemos el castigo, así
que nos castigamos al seguir siendo desgraciadas, pero la buena noticia del
evangelio de Cristo es que Él llevó nuestro castigo. Él fue herido por nuestras
transgresiones (ver Isaías 53:4-5). En verdad Él llevó los dolores del castigo que
nosotras merecíamos. Como Él fue castigado por nuestros pecados, ya no
tenemos que castigarnos a nosotras mismas, ni deberíamos hacerlo. Si seguimos
castigándonos, entonces Cristo murió en vano. Deténgase y pregúntese si se
sigue castigando por las cosas que ha hecho mal en el pasado, y si su respuesta
es sí, es tiempo de soltarlo.
Qué maravilloso sería si alguien estuviera en prisión de por vida por un
crimen que hubiera cometido y un día el carcelero entrara en la celda, abriera la
puerta y le dijera: “Eres libre porque alguien se ha ofrecido a cumplir tu
sentencia y a aceptar tu castigo”. Qué necio sería que la persona dijera: “No, no
puedo soltar lo que hice. Quiero quedarme aquí y seguir sufriendo. Quiero que
me castiguen”. La mayoría de nosotras podríamos fácilmente estar de acuerdo en
que sería necio y que casi nadie lo haría, y sin embargo, hacemos lo mismo si
rechazamos lo que Jesús ha hecho por nosotras.
Jesús se convirtió en nuestro sustituto, Él ha sufrido y ha sido castigado por
nuestros pecados. Él fue herido por nuestras transgresiones. Sus heridas han
sanado nuestras heridas, pero eso solo se convierte en realidad en nuestra vida
cuando lo creemos y soltamos el pasado.
Puede confiar en Dios para todos los errores de su pasado. Él es capaz de
sanar y salvar hasta lo más profundo (ver Hebreos 7:25). Nadie está fuera de su
alcance ni siquiera usted, ni tampoco las personas a quienes usted puede haber
herido.

CAPÍTULO 13
Aprender a vivir desde dentro hacia
fuera
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí.
—Gálatas 2:20, RVR1960

Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, Él hace una obra


maravillosa en nosotras. Él viene a vivir en nuestro interior y nos da una nueva
naturaleza y un nuevo espíritu, y ambos son de Él. Todo lo que Jesús es viene a
vivir en nosotras, en nuestro espíritu nacido de nuevo.
Recibimos su justicia, su paz, su gozo y el fruto de su Espíritu. Somos
justificadas en Él, redimidas en Él y santificadas en Él. Tenemos la mente de
Cristo, somos perdonadas, morimos al pecado, y esto es solo el comienzo de lo
que la Palabra de Dios dice que somos y tenemos en Cristo.
¿Alguna vez ha estado tan desanimada con la forma en que vive su vida que
pensó o dijo: “Desearía tener la vida de otra persona”? Eso es exactamente lo
que sucedió cuando recibió a Jesús como su Salvador, ya que Él tomó su vieja
vida y usted obtuvo la vida de Dios. En Gálatas 2:20 Pablo dijo que él había sido
crucificado con Cristo y que ya no vivía él sino que Cristo vivía en él, y la vida
que estaba viviendo ahora, la vivía por fe.
Pablo estaba viviendo una nueva vida, una vida en la que había aprendido a
poner su confianza en Jesús para todo en vez de ponerla en sí mismo o en otras
personas. Él intercambió su vida vieja por una vida nueva que Cristo vivió. Esta
es una lista parcial de las cosas que la Palabra de Dios dice que son nuestras en
Cristo. Esto es literalmente lo que conseguimos cuando recibimos a Jesús…

• Estamos completas en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad


(Colosenses 2:10).

• Estamos vivas con Cristo (Efesios 2:5).

• Somos libres de la ley del pecado y la muerte (Romanos 8:2).

• Estamos lejos de la opresión y no tenemos miedo, porque el terror no se


acerca a nosotras (Isaías 54:14).

• Somos nacidas de Dios, y el maligno no nos toca (1 Juan 5:18).

• Somos santas y sin mancha delante de Él en amor (Efesios 1:4; 1 Pedro


1:16).
• Tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16; Filipenses 2:5).

• Tenemos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses


4:7).

• Tenemos al que es mayor viviendo en nosotras; mayor es el que está en


nosotras que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).

• Hemos recibido el regalo de la justicia y reinamos como reyes en vida


mediante Jesucristo (Romanos 5:17).

• ¡Y mucho más! (Encuentre aún más declaraciones en el Apéndice II).

Todas las cosas maravillosas que son nuestras en Cristo son totalmente
asombrosas. Comenzamos nuestro caminar con Dios creyendo que sus promesas
son ciertas, y solo entonces comenzamos a experimentar la realidad de ellas en
nuestra vida diaria. La mayoría de las veces la gente dice: “Si no lo veo, no lo
creo”, pero las promesas de Dios se deben creer primero. Crea primero en su
corazón y después vea. La fe y la paciencia son las llaves para abrir la caja fuerte
de las promesas de Dios (ver Hebreos 6:12).

La fe y la paciencia son las llaves para abrir la caja fuerte de las promesas de
Dios.

Aprender quiénes somos en Cristo es vital si queremos vivir una vida


victoriosa como cristianas. Debemos creer que hemos muerto a nuestro pasado y
soltarlo, mientras nos asimos a Jesús para seguir avanzando. Nuestro pasado
puede marcar una diferencia para algunas de las personas que conocemos, pero
no marca la diferencia en absoluto para Dios. Él nos ve como una persona nueva
que no solo ha muerto con Cristo sino que también resucitó a una nueva vida.
Nuestra meta debería ser aprender a vernos como Dios nos ve. Cuando
recibimos a Cristo, Él toma nuestro pecado y nos da su justicia. Dios nos ve
como personas justas. Así es como Él ha decidido vernos cuando estamos en
Cristo (ver 2 Corintios 5:21).
Cuando recibimos a Jesús, Él no solo viene a vivir en nosotras, sino que
también somos situadas en Él. Él está en nosotras, y nosotras estamos en Él;
somos uno y tenemos unión con Él. Pablo dijo que debemos ser fortalecidas por
nuestra unión con Él (ver Efesios 6:10).
Si estamos en Él, entonces todo lo que Él es pasa a ser nuestro también.
Acudimos a Él vacías, y Él nos llena. Si yo soy una jarra vacía y me sumergen
en un barril de agua, seré llena del agua así como lo está el barril. Lo que hay en
el barril viene a ser mío. Cuando somos puestas en Cristo mediante nuestra fe en
Él, Él nos llena de sí mismo.
Hay innumerables versículos que nos hablan de estar en Cristo. Uno de ellos
se encuentra en Filipenses 3:3, que dice que nuestra confianza debe estar en
Cristo y no en nuestra propia habilidad para hacer las cosas. Aprendemos a
encontrar nuestra dignidad y valor en Él en vez de en nuestras propias obras o en
lo que podemos hacer. La confianza es importante, y dedico todo un capítulo a
ello después en este libro, pero permítame animarle a no poner nunca su
confianza en cosas que son inestables. Jesús es la única Roca de la que podemos
depender, y Él es totalmente fiable.

El ingreso
Si alguien fuera a su banco e ingresara varios millones de dólares en su cuenta,
usted podría retirar dinero de su cuenta durante el resto de su vida. Solo imagine
lo asombroso que sería. Estaría agradecida, feliz y emocionada, y ciertamente no
seguiría sobreviviendo en la vida cuando tiene tanto a su disposición.
Jesús ha hecho un ingreso en cada uno de sus hijos. Según las Escrituras, Él
nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad.

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia. (2 Pedro 1:3)

Por favor, observe que “todas las cosas” es algo que no llegamos a
experimentar, aunque en realidad nos pertenecen, a menos que tengamos un
conocimiento personal de Él y del tipo de vida que nos ha llamado a vivir.
Tenemos que añadir nuestra diligencia a las promesas y ejercitar nuestra fe en
ellas para verlas suceder en nuestras vidas.
Si alguien hiciera un ingreso en su cuenta bancaria como mencioné arriba,
pero usted no supiera que está ahí, entonces obviamente nunca iría a sacar el
dinero. La falta de conocimiento es lo que impide que las hijas de Dios vivan la
vida verdaderamente maravillosa que Jesús nos quiso dar a través de su muerte.
Ellas simplemente no saben que es una opción. No tienen idea de que pueden
soltar el pasado y no volver a mirar atrás o que pueden experimentar la sanidad
de todas las heridas de su alma.
Del mismo modo, si se hiciera el ingreso pero la persona fuera perezosa y
nunca fuera al banco a conseguir lo que necesita, también viviría con
necesidades aunque de hecho tuviera a su disposición más de lo que podría
necesitar jamás.
Jesús ha hecho un ingreso en usted de todo lo que jamás pudiera necesitar al
hacer de usted su hogar y al convertirse Él mismo en su hogar. Todo lo que
necesitamos y deseamos está en Él; Él está en nosotras y nosotras estamos en Él.
Por favor, no se pierda el beneficio que esta verdad pretende darle por una falta
de conocimiento de ser pasiva a la hora de reclamar estas promesas como suyas.
Aunque yo sé todas estas cosas desde hace más de cuarenta años, aún sigo
impresionada por el hecho de que Dios haya escogido vivir en nosotras y nos
haya permitido vivir en Él. ¡Qué maravilloso privilegio! Si puede creerlo, ¡puede
tenerlo!

En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes


en mí, y yo en ustedes. (Juan 14:20)

Pablo les dijo a los creyentes que dejaran de alardear del líder al que seguían
y se dieran cuenta de que todas las cosas eran de ellos (1 Corintios 3:21). En
otras palabras, no recibimos lo que necesitamos ni encontramos nuestra valía y
dignidad de la gente a la que nos apegamos, sino solo de estar en Cristo y
solamente en Él.
Estoy segura de que esto le suena muy bien, pero para que se convierta en
una revelación (una realidad) para usted, le recomiendo que medite en ello
diariamente. Piense y diga: “Estoy en Cristo, y Él está en mí. Yo soy su hogar, y
Él es mi hogar”. Recuérdelo diariamente para que nunca se le olvide. Tras más
de cuarenta años estudiando la Palabra de Dios, me sigo recordando estas
promesas maravillosas varias veces a la semana.

Íntima comunión con Jesús


Se nos invita a tener una íntima comunión con Jesús mediante su Espíritu. Él les
dijo a sus discípulos que cuando se fuera, les enviaría otro Consolador para que
tuviera una íntima comunión con ellos, y esa es también su promesa para
nosotras (ver Juan 16:7). Usted no tiene que sentir nunca que Jesús está lejos
porque Él está tan cerca de usted como su respiración o su latido. Él está en
usted, y puede hablar con Él en cualquier momento. Él quiere tener una relación
íntima y personal con usted.
Nuestro ministerio recientemente fue el anfitrión de un evento, y tuve la
oportunidad de hablar personalmente con varias personas. Recuerdo a una mujer
y su esposo que lloraban mientras intentaban expresarme lo mucho que la
Palabra de Dios, la cual tuve el privilegio de compartirles, había hecho por ellos.
Les pedí que fueran específicos, y ambos dijeron: “Nosotros solo teníamos una
religión, e intentábamos con todo nuestro empeño seguir todas las reglas y
estipulaciones, y a la vez siempre sentíamos que fallábamos. Pero usted nos
enseñó quiénes somos en Cristo y que no necesitamos seguir buscando a Jesús
porque Él vive en nosotros”. Me impactaron mucho sus lágrimas y la sinceridad
de su testimonio.
Realmente estaban expresando que habían aprendido a vivir desde dentro
hacia fuera, que es de lo que habla este capítulo. En vez de intentar seguir todas
las reglas y estipulaciones para poder sentir que tenían algún valor, habían
aprendido que recibieron el valor mediante el hecho de que Jesús murió por ellos
y había hecho de ellos su hogar. Ahora estaban sacando diariamente del ingreso
que Él había hecho en ellos, y como resultado, estaban plenamente provistos de
todo lo que necesitaban. Tenían confianza, seguridad, fuerza, justicia, paz, gozo,
y una lista que continúa. Sabían que al margen de cualquier necesidad que
pudiera surgir, ya estaba suplida en Jesús, así que no tenían razón para vivir en
temor. Esta es también su herencia y la mía, y la de cada persona que cree en
Jesús.
Como casa de Dios, Él la ha formado y moldeado con mucho cuidado y de
forma detallada. En Éxodo podemos leer acerca de las pautas que Dios le dio a
Moisés para construir y erigir el tabernáculo. Hay tres capítulos enteros de los
detalles precisos que incluyen instrucciones para cada columna y bases, e incluso
de los ganchos que sostenían las cortinas en los postes. Hay instrucciones
específicas para la construcción del propiciatorio, la estructura del tabernáculo,
el tipo de materiales que se debían usar para el altar y para todos los demás
elementos, el revestimiento de oro y de plata, las piedras preciosas que se debían
usar, el bordado, las medidas exactas de cada objeto, y otros detalles. Es una lista
muy extensa y detallada.
Cuando estaba leyendo Éxodo y llegaba a estos capítulos, me daba cuenta de
que era un poco arduo para mi mente seguir leyendo un detalle tras otro durante
tres capítulos enteros. Como soy muy práctica en mi manera de abordar la
Palabra de Dios, y creo que hay un mensaje práctico para nosotras en cada cosa
que leemos y estudiamos, le pregunté a Dios: “¿Qué puedo sacar de esto para
usarlo en mi vida diaria?”. Inmediatamente, sentí que Dios me mostraba que
como Él fue tan meticuloso en sus instrucciones sobre la construcción del
tabernáculo, yo debía meditar en cuán detallado y preciso fue Él a la hora de
crear y formar a cada uno de sus hijos. Él nos ha dado forma a cada una de
nosotras como un hogar apropiado en el que Él pueda habitar. Él fue muy
cuidadoso a la hora de crearnos y muy preciso en cuanto a cada detalle de
nuestro temperamento, talento y habilidades, el color de nuestro cabello y de
nuestros ojos, el tono de nuestra piel, nuestra altura, y todos los demás detalles
de nuestra creación. La buena noticia es que no somos un error.
Como mi voz es bastante profunda para una mujer en cuanto al tono, a mí no
me gustaba nada. En broma decía: “Yo debí estar en la fila incorrecta cuando
Dios repartió las voces”. Pero por supuesto, eso no es cierto, y usted tampoco
estaba en la fila incorrecta. Aunque haya cosas de su forma de ser o de su
constitución que no le gusten, a Dios sí le gustan, y le recomiendo que acepte
todos los aspectos de cómo fue creada. En vez de convertirse en una persona
desgraciada deseando lo que no tiene, tome la decisión de aceptarse y hacer lo
mejor que pueda con lo que tiene.
El Salmo 139 es un capítulo maravilloso de la Biblia que nos deja ver lo
cuidadosamente que Dios nos formó. Él la formó personalmente con sus propias
manos en el vientre de su madre, y es una creación admirable. Por favor, lea y
estudie el Salmo 139 despacio. Contemple todo lo que está diciendo y dele
gracias a Dios por crearle. Usted no es un error; ¡usted es un diseño maravilloso
de Dios!

Usted no es un error; ¡usted es un diseño maravilloso de Dios!

Dar buen fruto


Jesús es la vid y nosotras somos los pámpanos que están conectados a Él. Se
espera de nosotras que demos buen fruto, que vivamos rectamente, que
caminemos en amor con otras personas, que seamos amables y humildes.
Debemos ser pacíficas, gozosas y pacientes. Y debemos usar las habilidades que
Dios nos ha dado para servirlo a Él y ayudar a la gente.
Dios nunca nos pediría que produjéramos algo si no tuviéramos la capacidad
de hacerlo. Sería terriblemente frustrante sentir que tenemos que hacer algo y a
la vez no tener las cosas necesarias para hacerlo. Dios hace un ingreso en
nosotras de todas las cosas que espera que produzcamos en nuestra vida. Él lo
pone en nosotras, y nosotras lo dejamos salir. Por ejemplo, Él primero nos ama,
así que tenemos la capacidad de amar a otros (ver 1 Juan 4:19). Jesús nos dejó su
paz (ver Juan 14:27) para que nosotras pudiéramos tener paz en cada situación
que encontremos en la vida.
Si vivimos, moramos y permanecemos en Él, y dejamos que su Palabra
(Jesús) viva, more y permanezca en nosotras, la Palabra de Dios nos promete
que daremos mucho fruto bueno (ver Juan 15:5). Cuando nos convertimos en
cristianas, no comenzamos un viaje de modificación de la conducta, sino un
viaje de aprender a vivir la vida con Jesús. Vivir, morar y permanecer en Él
simplemente significa tener comunión con Él, apoyarnos en Él, confiar en Él,
aprender su Palabra y hablar con Él sobre todo en cada instante. Él es nuestra
fuente de todas las cosas buenas, y esa certidumbre incluye una buena conducta
por nuestra parte. Aprenda a vivir desde dentro hacia fuera y su conducta cada
vez será más como la de Jesús. Enfóquese más en quién es en Cristo, en vez de
esforzarse por modificar su conducta.
Por supuesto, todas queremos y necesitamos ver cambios en nosotras.
Tenemos defectos como humanas que somos, y el mundo nos ha enseñado malos
hábitos a la mayoría de nosotras. Estamos aprendiendo una nueva manera de
vivir, y el cambio es algo que todas deberíamos desear. Pero aprender la manera
correcta de cambiar, o de ser cambiadas, es muy importante, o de lo contrario
pasaremos toda nuestra vida frustradas y sintiéndonos fracasadas.
Podemos modificar nuestra conducta de algún modo mediante la disciplina y
el dominio propio, pero no podemos cambiar nuestra naturaleza; solo Dios puede
hacer eso, y Él lo ha hecho. Nuestra tarea es creerlo y aprender a buscar lo que
Él ha puesto en nosotras en vez de meramente “intentar” ser una “buena
cristiana”. Confíe en Dios para que Él cambie las cosas en usted que necesitan
cambiar. Siga avanzando hacia la meta de la perfección como hizo el apóstol
Pablo. Y por encima de todo, confíe en que la gracia de Dios actúe en usted
continuamente, capacitándole para ser todo lo que Él quiere que usted sea,
porque separada de Él, no puede hacer nada (ver Juan 15:5).
Todo lo que usted o yo podamos necesitar jamás, está en nosotras: en Cristo.
Somos fuertes en Él, y todo lo podemos por medio de Él, que nos da las fuerzas
(ver Filipenses 4:13).

CAPÍTULO 14
Usted tiene lo que se necesita
Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.
—Filipenses 4:13, NTV

Debido a que Dios vive en nosotras, verdaderamente podemos hacer todo lo que
tengamos que hacer, pero a menudo somos derrotadas por nuestro propio
pensamiento erróneo. Dios dice que podemos, pero si nosotras pensamos y
decimos que no podemos, entonces no podremos. Este capítulo está pensado
para recordarle cuán poderosa es usted en Cristo. Nunca olvide que lo que usted
cree se convertirá en su realidad. Al margen de cuántas cosas maravillosas haya
hecho Jesús por nosotras o haya depositado en nosotras, eso no nos ayudará a
menos que creamos firmemente que son nuestras. Recordemos siempre que el
diablo es un mentiroso, y si creemos sus mentiras, entonces seremos engañadas
como lo fue Eva en el comienzo de los tiempos. Aprender a creer y confiar en la
Palabra de Dios más que creer en lo que pensamos o sentimos marca la
diferencia a la hora de vivir de forma victoriosa o de ser derrotadas.
Como la mayoría de ustedes, yo regularmente afronto cosas que son un reto y
mi primer pensamiento a menudo es: No puedo hacer esto. Pero mi segundo
pensamiento es: Puedo hacer todo lo que tengo que hacer por medio de Cristo.
Eso no significa que todo lo que tenga que hacer sea fácil solo por creer que
puedo hacerlo, pero sí hace que sea posible. La Palabra de Dios nos enseña a no
desmayar en nuestra mente (ver Hebreos 12:3). No deberíamos pensar que no
somos capaces de hacer lo que Dios nos dirige a hacer. Nuestros pensamientos
se convierten en conductas, de modo que si pensamos que no podemos hacer
algo, somos debilitadas hasta el punto de no poder.
Usted es más fuerte de lo que quizá cree que es. Usted puede hacer lo que
tenga que hacer en la vida por medio de Cristo, y la Palabra de Dios dice que es
más que vencedora por medio de Él, quien la ama (ver Romanos 8:37). Observe
que es “por medio de Él”, no por medio de su propia determinación. Tenemos
que ser determinadas y rehusar rendirnos, pero la determinación más grande
finalmente se disipará a menos que nos apoyemos continuamente en la fuerza de
Dios que hay en nosotras.
¿Qué significa ser “más que vencedora”? Creo que significa que podemos
vivir la vida con la confianza de que ganaremos cada batalla que afrontemos
incluso antes de que comience. No tenemos que esperar a ver cuán grande es el
problema antes de decidir cómo terminarán las cosas. Muchas cosas son
imposibles para nosotras, ¡pero nada es imposible para Dios!
Cuando estoy realmente cansada porque he tenido un virus del que
finalmente me estoy recuperando, y miro el pesado calendario de viajes y varias
reuniones que no van a ser muy emocionantes, no soy distinta a ninguna otra
persona, y me siento tentada a pensar y decir: “No puedo hacer esto”. Sin
embargo, al aplicar a mi propia vida estos principios que estoy compartiendo con
usted, funcionan cada vez. Termino siendo capaz de hacer todo lo que tengo que
hacer: a través de Cristo. Quizá no me emociona cada parte de ello, pero lo hago,
¡y venzo!

Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? Sin
embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. (Romanos 8:31, 37)

Usted no es débil, ¡usted es fuerte!


El diablo se deleita haciéndonos creer que somos débiles e incapaces, pero la
verdad es que tenemos toda la fuerza de Dios a nuestra disposición. Quizá
seamos débiles en nosotras mismas, pero su fuerza se muestra eficazmente
mediante nuestra debilidad cuando confiamos y nos apoyamos en Él.
Pablo estaba lidiando con un problema enorme en su vida al cual hizo
referencia como “un aguijón en la carne” (ver 2 Corintios 12:7). Todos tenemos
eso de vez en cuando: una persona o algo que no se va y que es doloroso o
extremadamente difícil, o ambas cosas. Pablo le rogó a Dios que se lo quitara,
pero en lugar de eso, Dios le dijo que le daría la fuerza para soportarlo.

Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: «Te basta
con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto,
gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que
permanezca sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:8-9)

Si Dios simplemente eliminara cada dificultad de nuestra vida, no tendríamos


necesidad de Él en nuestras vidas cada día. Él deja cierta cantidad de debilidad
en cada una de nosotras para tener un lugar donde Él pueda mostrar su fuerza. Él
quiere que lo necesitemos. Él quiere que lo busquemos. Él quiere que creamos
que podemos hacer todo lo que necesitemos hacer a través de Él.
Aunque mi madre creía en Dios, no sabía cómo confiar en Él para que fuera
su fuerza. Ella no confrontó la situación con mi padre en nuestro hogar, y
permitió que el incesto continuara porque pensaba que era incapaz de cuidar de
mi hermano y de mí sin él. No era una mujer fuerte porque se veía como una
persona débil e incapaz. Si usted se ve como una persona débil, permitirá que la
gente la maltrate y siempre se conformará con ser una persona en segundo plano
en la vida. No podemos vivir la vida maravillosa que Jesús quiso darnos con su
muerte a menos que creamos que somos fuertes en Él.
Quienes necesitamos sanidad para un alma herida o recuperarnos de cosas
trágicas que nos han ocurrido tenemos que creer que somos fuertes, y no débiles.
Habrá muchas veces, durante su jornada de sanidad, en las que se verá tentada a
pensar que sencillamente no tiene la fuerza que necesita para confrontar los
asuntos que tiene que confrontar, y está en lo cierto. Por usted misma, es
demasiado débil y no tiene la fuerza suficiente para hacerlo, pero Dios no es
débil. Él es fuerte. Acudir a su fuerza la hará pasar por cualquier cosa si no
titubea o desfallece en su mente y se rinde. Mi madre podría haber tenido una
buena vida, al igual que mi hermano y yo, si hubiera creído esta verdad tan
importante.
David el salmista dijo: “De angustia se me derrite el alma: susténtame
conforme a tu palabra” (Salmos 119:28). Isaías dijo: “Él fortalece al cansado y
acrecienta las fuerzas del débil” (Isaías 40:29), y “pero los que confían en el
Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se
fatigarán, caminarán y no se cansarán” (Isaías 40:31).
Pablo dijo: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el
poder de su fuerza” (Efesios 6:10, RVR1960). El libro de Salmos contiene
innumerables versículos que dicen repetidamente: “Dios es mi fuerza”. Uno de
mis favoritos es: “Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi
auxilio” (Salmos 22:19).
Cuando nos sintamos débiles, y todas nos sentimos débiles a veces,
deberíamos acudir de inmediato a las Escrituras y obtener fuerza de la Palabra de
Dios. Es incluso mejor si hemos estudiado la Biblia lo suficiente para memorizar
versículos que nos ayudarán en cualquier momento, sin que ni siquiera tengamos
que sacar la Biblia y buscar los versículos. Si ponemos la Palabra en nosotras, el
Espíritu Santo la sacará en el momento exacto en el que la necesitemos. Él la
trae a nuestra memoria (ver Juan 14:26).
¿Está lidiando con algo ahora mismo en su vida que le parece abrumador?
¿Ha estado pensando que no puede hacerlo o que la situación simplemente es
demasiado para usted? Si es así, deje que estos versículos de las Escrituras le
enseñen a pensar como Dios quiere que piense. Crea que con Cristo, puede hacer
lo que tenga que hacer en la vida.
Podemos batallar porque la Palabra de Dios es un arma. Todo pensamiento
débil, incapaz, de “yo no puedo hacerlo” que venga a nosotras se puede derribar
meditando y confesando la Palabra de Dios. Le animo a formar el hábito de
meditar en la Palabra de Dios. Meditar significa pensar o reflexionar,
contemplar, murmurar o declarar la Palabra de Dios.

Mayor es el que está en usted


Sin duda somos débiles e incapaces de muchas formas, pero Dios, que es el más
grande, vive en nosotras. ¡Usted tiene lo que se necesita para hacer lo que tiene
que hacer! No tiene por qué tener temor en ninguna situación. Quizá no sepa lo
que va a pasar, cuán difíciles se pueden poner las cosas, el tiempo que pueda
pasar hasta que la victoria sea suya, o qué hacer, pero Dios sí lo sabe, ¡y Él vive
en usted! Él le guiará en cada paso del camino si continúa poniendo su fe en Él.
Aprendamos a ser personas con la mentalidad de que Dios vive en nuestro
interior. Recuérdese diariamente que Dios vive en usted. Él está cerca de usted
todo el tiempo y siempre está listo para ayudarle.
Piense en las promesas de la Palabra de Dios con respecto a quién es usted en
Él y lo que puede hacer a través de Él hasta que se convierta en parte de quien es
usted. No se conforme meramente con ir a la iglesia una vez por semana y quizá
leer un devocionario que le requiere cinco minutos o menos, y piense que es
suficiente para ayudarle a vivir como más que vencedora. Deberíamos aprender
a identificarnos con Cristo en todo tiempo. Hemos muerto con Él, y somos
resucitadas con Él para una nueva vida, poderosa y victoriosa. Somos la casa de
Dios, y Él es nuestra casa. ¡Usted tiene lo que necesita para hacer lo que tenga
que hacer!
No soy admiradora de la debilidad. Estoy segura de que es parcialmente
porque experimenté de primera mano lo que nos hizo una mentalidad débil a mi
madre, a mi hermano y a mí. Pero también es porque sé cómo sería mi vida si no
hubiera aprendido a creer que mayor es el que está en mí que el que está en el
mundo (ver 1 Juan 4:4). Le estoy pidiendo que realmente piense en lo que piensa
de usted misma y cómo se siente con respecto a sus capacidades. Lo que usted
cree de usted misma es mucho más importante que lo que creen los demás de
usted. Aprenda a creer lo que Dios dice sobre usted y lo que puede y no puede
hacer.

Lo que usted cree de usted misma es mucho más importante que lo que creen los
demás de usted.

Esta historia anónima de la página PassItOn.com realmente me conmovió:

Hace algunos años atrás, cuando tenía unos diez años, mi abuelo estaba en
su lecho de muerte, y estábamos preparándonos para salir al hospital sin
saber que sería la última vez que lo veríamos. Todos los que estábamos en
la habitación (sí, toda la familia cercana y parientes metidos hacia el lado de
la pequeña ventana ocupando la mitad de la habitación), fuimos y le dimos
un abrazo de despedida. Cuando llegó mi turno, me incliné para abrazarlo,
y al hacerlo me susurró al oído: “Tú vas a ser un gran hombre”. Asustado
por lo que le pudiera suceder a él, comencé a llorar mientras nos íbamos del
hospital, y a la vez comencé a pensar en lo que él había dicho.

Esas palabras me han inspirado hasta este día, instándome a intentarlo


con todas mis fuerzas y ser el gran hombre que mi abuelo sabía que podía
ser. Él me ha dado la fuerza y el valor para ser lo mejor que pueda y buscar
personas que puedan ayudar a que eso suceda. Espero el día en que pueda
cumplir su esperanza trabajando en algún lugar en la profesión del cuidado
de la salud, ayudando a otros como él me ayudó a mí. Gracias, abuelo.
Si esta persona pudo quedar afectada de una forma tan positiva por lo que le
dijo su abuelo, ¿cuánto más podemos ser afectadas nosotras por lo que Dios
dice? Cuando yo era una niña de nueve o diez años, recuerdo estar tumbada en la
cama pensando: ¡Algún día haré algo grande! No había razón alguna para que
yo pensara eso, considerando lo que estaba ocurriendo en mi vida en ese
entonces, pero ahora me doy cuenta de que esos pensamientos comenzaron a
introducirse en mi mente solo después de haber recibido a Cristo como Salvador
a los nueve años. Cuando Jesús llega, la debilidad se va.
Esos pensamientos que yo tenía de hacer cosas grandes eran fugaces. Salían
de mi mente tan rápidamente como entraban. A esa temprana edad no sé lo que
pensaba sobre la posibilidad de vencer algún día mi dolorosa situación. Tan solo
intentaba sobrevivir en ese entonces. Sin embargo, cuando comencé a estudiar la
Palabra de Dios y puse mi confianza en Él y en sus promesas, recordé ese
pensamiento que había tenido cuando era niña. Sin Dios, las cosas que estoy
haciendo hoy nunca se habrían convertido en realidad; pero con Él todo es
posible, no solo para mí, sino también para usted. ¿Tomará usted hoy la decisión
de creerlo?
Ya sea que tenga un hijo con necesidades especiales, sea una madre soltera,
esté cuidando de unos padres ancianos con los que es difícil tratar, o haya
perdido su empleo además del fondo de jubilación que llevaba pagando durante
veinte años, quiero prometerle que no está sola, y puede hacer lo que tenga que
hacer. ¡Usted es más fuerte de lo que cree!
Si abusaron de usted de formas indescriptibles y su alma está llena de heridas
que aún parecen sangrar y estar abiertas, usted es más que vencedora por medio
de Cristo, quien la ama. Quizá no se sienta así en estos momentos, pero si
comienza a creerlo, finalmente sus sentimientos se alinearán con su creencia. La
animo a no pasar ni un día más sintiéndose desamparada, débil e incapaz. Véase
a sí misma como una hija de Dios especial, bien equipada, que tiene lo que se
necesita para hacer lo que tenga que hacer.
Usted es más que una superviviente
A menudo oímos a personas decir que son víctimas de abuso, o que
sobrevivieron al abuso, pero usted es mucho más que eso. ¡Usted es una
vencedora!

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de
Dios? (1 Juan 5:5, RVR60)

Creo que mientras nos veamos como víctimas, seguiremos sintiéndonos


acosadas, y a menudo llevaremos el resentimiento de nuestro pasado. Sin
embargo, en Cristo, nuestro pasado no tiene por qué determinar nuestro futuro.
Del mismo modo, creo que si nos vemos como meras supervivientes, esto
nos sigue dejando con pensamientos de ser alguien que apenas ha superado una
tragedia en vez de alguien que es fuerte y vencedora. Yo nunca hablo de mí
como una víctima de incesto o una superviviente de incesto. Yo soy una nueva
criatura en Cristo, y usted es lo mismo si cree en Jesús.
Cómo nos vemos y lo que creemos es extremadamente importante. Se cuenta
la historia de un joven que había perdido su trabajo y todo su dinero. Estaba
sentado en el banco de un parque sintiéndose muy deprimido y sin esperanzas
cuando un anciano se dio cuenta y le preguntó por qué estaba tan triste. El
hombre le contó su historia, y al instante el anciano sacó un talonario de
cheques, rellenó uno de los cheques, y dijo: “Le visitaré en este mismo lugar
dentro de un año, y por entonces habrá ganado dinero suficiente para
devolverme esta cantidad”. Cuando miró el cheque, vio que era de medio millón
de dólares y que lo firmaba John Rockefeller, que era en ese entonces uno de los
hombres más ricos del mundo.
El hombre del parque puso el cheque a buen recaudo, y aunque no lo cobró,
le dio confianza para creer que no tenía que tener miedo a comenzar de nuevo.
Empezó a hacer negocios otra vez y empezó a ganar dinero, siendo consciente
siempre de que tenía el cheque bien guardado por si lo necesitaba.
Pasó el año, y por ese entonces tenía dinero suficiente y estaba deseoso de
devolver el cheque al hombre que le había ayudado. Regresó al mismo parque,
se sentó en el mismo banco, y esperó. Enseguida vio al anciano que se acercaba,
pero lo acompañaba quien parecía ser una enfermera. El hombre parecía tener
muy poca respuesta con el hombre más joven, que tenía en su mano el cheque
original e intentaba devolvérselo. La enfermera agarró el cheque, lo miró y dijo:
“Verá, este cheque no es bueno. La mayoría del tiempo se confunde. A menudo
piensa que es Rockefeller, pero no lo es”.
El joven tuvo éxito porque creyó que tenía guardado en el banco lo que
necesitaba y que podía sacarlo en cualquier momento. Lo que tenía ni siquiera
era real, pero pensar que estaba ahí le ayudó a superar su pérdida.
Lo que nosotras tenemos es mucho más. Tenemos algo en el banco, por así
decirlo, porque tenemos a Jesús viviendo en nuestro interior, y podemos vivir sin
temor y hacer grandes cosas porque podemos hacer reintegros cada vez que
necesitemos algo. Si necesita ayuda, puede hacer un reintegro. Si necesita
sabiduría, o fortaleza o creatividad, haga un reintegro. Nunca puede hacer
demasiados reintegros, porque lo que tiene disponible en Jesús no tiene límites.
Él es siempre más que suficiente para cualquier necesidad que podamos tener.
Quiero decir esto para terminar este capítulo: usted puede hacer lo que
necesite hacer por medio de Cristo, que es su fuerza. Usted no es débil; usted es
fuerte. Usted es más que vencedora por medio de Jesús. ¡Usted es victoriosa!

CAPÍTULO 15
Barricadas para la sanidad
Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de
mi pueblo.
—Isaías 57:14

Cuando estamos heridas, no solo debemos desear la sanidad, sino que también
debemos estar dispuestas y preparadas para ser totalmente honestas con nosotras
mismas. La verdad nos hace libres (ver Juan 8:32), pero afrontar la verdad no
siempre es fácil. Desarrollamos muchas formas de escondernos de la verdad, y
esas cosas se convierten en barricadas y obstáculos para nuestra sanidad.
Yo no fui la causante de mis heridas, y quería ser sanada, pero finalmente
tuve que darme cuenta de que aunque deseaba la sanidad, no estaba encarando
las barricadas que había que eliminar.
Cuando Jesús se encontró con un hombre que tenía una gran necesidad de
sanidad de unas heridas que había arrastrado durante treinta y ocho años, le
preguntó si era cierto que quería recuperarse (ver Juan 5:6). Eso parece una
pregunta extraña y carente de compasión, pero no lo es. No se requiere ningún
esfuerzo para desear algo, pero conseguir lo que uno desea a menudo exige
vencer grandes obstáculos que están en el camino hacia la victoria. Nada que
valga la pena tener se ha conseguido jamás fácilmente sin esfuerzo o
determinación; por lo tanto, si usted es un alma herida que desea sanidad, tengo
que preguntarle si realmente quiere recuperarse.
Oro para que usted diga que sí y que lo diga en serio, porque por muy larga o
dolorosa que sea su jornada de sanidad, el gozo de ser libre finalmente merece
mucho la pena. En algún punto, cualquier persona con un alma herida debe
escoger entre seguir devastada y ser sanada y restaurada.
Solo porque alguien la arroje en un pozo de miseria no significa que usted
tenga que quedarse ahí para el resto de su vida. Dios está listo para ayudarle.
¿Está usted lista para recuperarse?

Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre
una roca, y me plantó en terreno firme. (Salmos 40:2)

Dios nos da su promesa de ayudarnos, pero somos colaboradoras de Dios en


nuestra sanidad, y tendremos que hacer nuestra parte. Dios no siempre nos libra
mágicamente de las cosas que se interponen en nuestro camino, pero Él siempre
nos da la capacidad y el poder para confrontarlas si estamos dispuestas a hacerlo.

La barricada de la evitación
La primera barricada que tendremos que tratar es la barricada de la evitación,
que es huir o ignorar la realidad con la esperanza de que si ignoramos nuestros
problemas durante un tiempo suficientemente prolongado, desaparecerán.
Cuando me fui de casa a los dieciocho años, pensaba que había dejado atrás
todos mis problemas. A fin de cuentas, mi padre ya no podría abusar más de mí
porque ya no vivía en su casa, ¿verdad? De hecho, no es verdad. Aunque era
cierto que ya no podría abusar más sexualmente o emocionalmente, los efectos
de lo que me hizo continuarían atormentándome mientras yo mantuviera el dolor
enterrado y rehusara abordar los efectos de lo que había vivido. Quizá haya oído
decir que nuestros secretos nos hacen enfermar, y eso fue una realidad en mi
vida. Salí de casa y rápidamente me casé con el primer joven que mostró algo de
interés en mí por temor a que nadie más me amara nunca. Pero esa relación se
convirtió en cinco años más de abuso emocional.
Tras divorciarme de él, conocí a Dave Meyer, y él me amó verdaderamente,
pero yo estaba tan herida que evitaba cualquier esfuerzo que él hacía por
mostrarme su amor. No me fiaba de los hombres en general, era rebelde hacia
cualquier tipo de autoridad masculina e insegura, lo cual me dejó deseando una
muestra constante por parte de otros de que yo fuera aceptada y valiosa. Cuando
la gente no me hacía sentir como yo pensaba que debían, me enojaba y culpaba
convenientemente a cualquiera que no me estuviera dando lo que yo quería. Y
esto es solamente el principio de los problemas que tenía en mi personalidad que
me impedían tener relaciones buenas y significativas. Tenía secretos enterrados
muy hondo en mi alma, y no podía sanar porque evitaba tratar los problemas.
Ignorar un problema nunca lo hace desaparecer.

Ignorar un problema nunca lo hace desaparecer.

Pensaba que cuando me deshiciera de mis problemas, como salir de la casa


de mi padre o divorciarme de mi primer esposo, podría acabar con mis recuerdos
de lo que había ocurrido y continuar con la vida, pero el dolor que enterramos
vivo nunca muere. Sigue doliendo hasta que dejamos que Dios nos ayude a
desenterrarlo y tratarlo. Después de cinco años aproximadamente de estar casada
con Dave, fuimos a un seminario en nuestra iglesia en el que la maestra
compartió su testimonio de cómo su padre había abusado sexualmente de ella. Si
hubiera sabido que ese iba a ser el tema, dudo que hubiera asistido. Pero no lo
sabía, así que ahí estaba yo, oyendo cosas que sacaban mi dolor a la superficie.
Por ese entonces, había compartido con Dave que mi padre había abusado
sexualmente de mí, pero no lo había compartido de una manera que me ayudara
a sanar. Compartí mi pasado más que cualquier otra cosa como una forma de
excusar mi conducta. Mi actitud era: No puedo comportarme de otra forma
porque abusaron de mí. Dave quería que yo recibiera la ayuda que necesitaba,
así que me compró un libro que había escrito la mujer. Al día siguiente lo abrí, y
tras leer dos o tres páginas lo dejé tirado en la habitación y dije en voz alta (ya
que no había nadie más en casa conmigo): “¡No lo voy a leer!”.
Solo leer algunos de los detalles íntimos de lo que su padre le había hecho a
ella sacaba a la superficie sentimientos y dolor que yo había enterrado e
intentado olvidar, pero obviamente seguían estando muy vivos en mi alma.
Siempre que ocurría algo que les hacía comenzar a subir a la superficie, yo los
empujaba de nuevo para adentro e intentaba continuar con la vida mientras
ignoraba las barricadas que había que eliminar para poder vivir una vida que
pudiera disfrutar. Una y otra vez, evitaba con éxito tratar la raíz de mis
problemas, pero siempre volvían a salir a la superficie, y continuaba sintiéndome
desgraciada.

Esta vez fue diferente


Me di cuenta bastante pronto de que esta vez era diferente, e intentar ignorar el
pasado no funcionaría más. Le había pedido a Dios que se involucrara en mi
vida y me ayudara a ser la persona que Él quería que fuera. Sin embargo, no me
daba cuenta de que eso requeriría que hiciera frente al pasado en vez de seguir
huyendo y escondiéndome de él. Escuché dos palabras en mi espíritu con tono
firme pero amable. Dios simplemente dijo: “Es tiempo”. No necesitaba que Él
me explicase lo que significaban, porque al instante supe que me estaba pidiendo
que hiciera frente al pasado para poder avanzar. Era tiempo de eliminar la
primera barricada.
Huimos de nuestros problemas de muchas maneras. Cuando Jonás no quiso
hacer lo que Dios le estaba pidiendo, literalmente huyó en dirección contraria de
donde le había dicho que fuera. Jonás se vio a sí mismo en circunstancias muy
difíciles e incómodas hasta que finalmente siguió la dirección de Dios (Jonás 1
—3). Si yo hubiera decidido ignorar las dos palabras que Dios me habló al
corazón en ese entonces, hoy seguiría estando en un pozo de desesperación con
toda mi desgracia. Por fortuna, decidí seguir a Dios en vez de mis sentimientos,
y comenzó mi jornada de sanidad.
Si usted ha estado huyendo de su pasado y desea sanidad en su alma, déjeme
decirle lo que Dios me dijo a mí: ¡Es tiempo! Es tiempo de aprender a
comunicarse con usted misma de manera sincera y de dejar de culpar a su pasado
de cualquier problema actual que tenga. Nuestro pasado ciertamente puede que
sea la razón por la que nos comportamos de formas indeseables, pero no
deberíamos dejar que eso se convierta en una excusa para seguir como estamos.
Los sentimientos enterrados tienen energías propias. Están vivos, y nos afectan
constantemente de maneras adversas hasta que los confrontamos y los tratamos.
Por muy hondo que los hayamos empujado en nuestra alma, se manifestarán de
alguna forma tarde o temprano. No desaparecerán sin más. Hay que abordarlos.

No deberíamos dejar que eso se convierta en una excusa para seguir como
estamos.

Enfrentar la realidad
Una persona herida puede malgastar años de su vida, y algunas personas incluso
toda su vida, intentando conseguir algo de alguien que ellos sencillamente no
saben dar. Yo quería tener padres que me amaran de verdad, pero tuve que
enfrentar la realidad de que ellos mismos tenían problemas y simplemente no
sabían cómo amarme. Un día me miré en un espejo de cuerpo entero y dije: “Mis
padres nunca me amarán como quiero que lo hagan”. Recuerdo experimentar un
grado de libertad al alejarme de ese espejo. Solamente el hecho de enfrentar la
realidad y decidir que ya no iba a prepararme para la decepción al desear que
mis padres fueran padres normales y amorosos, trajo alivio a mi alma. Una
pensaría que enfrentar ese hecho haría daño, pero la realidad es que me ayudó.
Nada es más frustrante que intentar obtener de alguien algo que no tiene y que
nunca nos dará.
Era mi tiempo de creer la promesa de Dios de que aunque mi padre y mi
madre se hubieran olvidado de mí, Él me adoptaría como su propia hija (ver
Salmos 27:10). Aunque Dios no le dé lo que usted desea, le dará algo incluso
mejor si confía en Él. Dios no pudo hacer que mis padres me amaran porque Él
nos da a cada uno libre albedrío, pero si yo estaba dispuesta a enfrentar la verdad
acerca de ellos y el dolor que me habían causado y no amargarme por ello,
entonces Él me daría su amor y aceptación. Él sería mi Padre y mi Madre, mi
Hermana y Hermano, y mi Amigo, y todo lo demás que yo necesitara siempre. Y
Él quiere hacer lo mismo con usted.
Enfrentar el pasado no significa que tengamos que enfocarnos en él
excesivamente, porque eso puede ser muy destructivo. Dios quiere que lo
enfrentemos y avancemos. Cuando Dios saque cosas en su corazón y le deje
saber que es tiempo de tratar algo, no lo posponga más. Ore por ello, perdone a
quien tenga que perdonar, y después suéltelo y avance. Puede ser una decisión
que tendrá que renovar frecuentemente, pero cada vez que lo haga experimentará
un poco más de libertad del dolor de su pasado.
Por fortuna, nuestro Señor no nos abruma mostrándonos a la misma vez todo
aquello que tenemos que tratar. Él es un Consejero asombroso, amable y
misericordioso, y siempre nos da la gracia (fortaleza y capacidad) para hacer lo
que Él nos pide hacer.
Enfrentar la verdad es doloroso, y por esa razón muchas la evitamos, pero no
hacerle frente es más doloroso aún. A menudo digo que hay dos tipos de dolor
entre los que podemos escoger: el dolor de avanzar o el dolor de quedarnos
donde estamos. Aunque enfrentar la verdad y avanzar es doloroso, al menos es
un tipo de dolor que nos permite hacer progreso, y eso es mucho mejor que un
dolor continuo que nunca termina.

Hay dos tipos de dolor entre los que podemos escoger: el dolor de avanzar o el
dolor de quedarnos donde estamos.

Por muy difícil que sea hacer frente a la verdad con respecto a lo que otros
nos han hecho, a menudo es aún más difícil hacer frente a la verdad sobre lo que
nosotras hemos hecho que no está bien. Esto es especialmente cierto en algunos
casos. Por ejemplo, una cosa es hacer frente al hecho de que la persona con la
que se casó le fue infiel y la rechazó, pero podría ser incluso más difícil si la
verdad es que usted fue infiel y destruyó su matrimonio en el proceso.
¿Qué ocurre si alguien está en prisión por asesinar y ahora está intentando
desarrollar una relación con Dios y encontrar sanidad de su pasado aunque es
más que probable que vaya a pasar el resto de su vida en prisión? ¿Es incluso
posible que tal persona sea libre? Sí, una persona puede ser libre en su alma y
espíritu, incluso mientras pasa toda su vida encarcelada. De hecho, he visto a
hombres y mujeres en la cárcel que son más libres que algunas personas que
conozco que viven en la sociedad. La verdadera libertad está en nuestro interior,
no a nuestro alrededor.
Nunca deberíamos tener miedo a enfrentar la verdad acerca de nuestro
pecado, pidiendo a Dios y a las personas que hemos herido que nos perdonen.
Hacerlo nunca tiene la intención de llenarnos de culpa y condenación, sino más
bien de liberarnos. Entender lo mucho que Dios nos ha perdonado y la grandeza
de su misericordia nos acerca más a Él. Verdaderamente, ¡su gracia es
asombrosa!
Mi padre se arrepintió de su vida pecaminosa y recibió a Jesús en su corazón
a los ochenta y tres años, e incluso después de todas las cosas horribles y
dolorosas que me hizo a mí y a otros, puedo decir que sé con certeza que Dios lo
perdonó por completo.
El salmista David, un hombre que estaba extremadamente cerca de Dios,
cometió adulterio y asesinato, y durante un año huyó de sus acciones ignorando
lo que había hecho y sus consecuencias. Finalmente, tras ser confrontado por el
profeta Natán, David se arrepintió sinceramente. Parte del arrepentimiento es
enfrentar honestamente y admitir nuestras acciones y cómo han afectado a todas
las personas involucradas.
David admitió que antes de confesarlo (hacer frente a la verdad), sentía que
sus huesos se estaban desgastando, y gemía de día y de noche. Eso suena a un
hombre que se siente desgraciado en su alma. David era el rey; podía hacer lo
que quisiera hacer e ir donde quisiera, y sin embargo no fue libre hasta que hizo
frente a la verdad y asumió la responsabilidad de sus acciones (ver Salmos 32:3-
4). Pero después de confesarlo, de enfrentar la verdad en cuanto a todo lo que
había hecho, Dios lo perdonó al instante, y se trató con la iniquidad y la culpa
(ver Salmos 32:5).
David le pidió a Dios misericordia y dijo que era consciente de su
transgresión. Ya no se escondía ni huía (ver Salmos 51:1-3). Dijo que Dios desea
la verdad en nuestro ser interior (ver Salmos 51:6). Hacer frente a la verdad, ya
sea la verdad sobre algo que nos han hecho o algo que hayamos hecho a alguien
o contra Dios, es la clave para la sanidad del alma y ser libre del pasado.
No hay nada que no se nos pueda perdonar. No hay cantidad suficiente de
pecado que sea demasiado grande para que Dios la perdone.

Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. (Romanos 5:20)

La gracia de Dios, su favor inmerecido, es mayor que cualquier pecado que


nosotras o cualquier persona pudiera cometer jamás.
La barricada de la culpa
La barricada de culpar a otros por mi desgracia y mis problemas era muy grande
en mi caso. Culpar en sí mismo es un método para huir de la realidad. Mientras
estemos culpando a alguien o algo por nuestra propia mala conducta, nunca
seremos libres de ello.
Yo me enojaba cada vez que no me salía con la mía, y culpaba a otros
pensando que si ellos hacían lo que yo quería que hiciesen, no estaría enojada.
Ahora, cuando pienso en ello, me doy cuenta de lo necia que era, pero a la vez
era simplemente un mecanismo que había desarrollado que me ayudaba a huir de
mis propios problemas.
El juego de la culpa comenzó en el jardín del Edén (ver Génesis 3) y nunca
ha cesado desde entonces. Puede ser muy interesante comenzar a observar cuán
frecuentemente nosotras, y también otros, evitamos la responsabilidad de
nuestros errores y acciones mediante la culpa.
Si tropiezo en la oscuridad con una alfombra, quizá culpe a Dave por no dejar
la luz encendida. Si Dave casi se choca con alguien que está dando marcha atrás
para salir de un estacionamiento, siempre es culpa de esa persona por no prestar
atención a lo que está haciendo. Y la lista continúa con cosas de las que
culpamos a otros, y la mayoría de las veces lo hacemos sin tan siquiera darnos
cuenta de lo que nosotros estamos haciendo. Culpar se convierte rápidamente en
una excusa para nosotras como seres humanos para no asumir la responsabilidad
de nuestras propias acciones.
Cosas como tropezarse con una alfombra o casi chocarse con alguien que sale
de un estacionamiento son pequeños ejemplos, y aunque quizá no causen
grandes problemas en nuestra vida, nos mantienen en modo de no enfrentar la
verdad sobre nosotras mismas. La mayoría tenemos que enfrentar problemas
más grandes que las alfombras y los estacionamientos, así que hagamos todas el
compromiso de hacer frente a la verdad y disfrutar de la libertad que nos da Dios
como resultado de ello. Simplemente decir: “Eso fue totalmente culpa mía, y
siento haberlo hecho”, nos libera y enriquece nuestras relaciones.

La barricada de las excusas


Poner excusas por nuestro mal comportamiento es una importante barricada para
nuestro progreso que se tiene que confrontar y quitar de nuestro camino. Una vez
oí que las excusas son razones llenas de mentiras. En otras palabras, las excusas
excusan nuestra conducta como resultado de mentirnos a nosotros mismos sobre
lo que hicimos o por qué lo hicimos. George Washington Carver dijo: “El
noventa y nueve por ciento de los fracasos vienen de personas que tienen el
hábito de poner excusas”.22
Estoy segura de que ha oído la frase: Eso es una excusa barata. Y eso es
exactamente lo que son nuestras excusas. No tienen verdad en sí mismas, y no
tienen peso alguno delante de Dios. Encontraremos la verdadera libertad al
aprender sencillamente a decir: “Lo siento, y no tengo excusa para mi conducta”.
Cuando podemos decir eso con sinceridad, nos libera y ayuda mucho a la hora
de que las personas a las que hemos herido nos perdonen.

Aprender a decir: “Lo siento, y no tengo excusa para mi conducta”.

Las excusas que podemos pensar son interminables, pero son simplemente
formas de evitar asumir la responsabilidad de nuestras acciones, y hasta que
hagamos eso, no hay sanidad.
CAPÍTULO 16
La barricada de la autocompasión
Como cristianos nunca deberíamos sentir lástima de nosotros mismos. En el
momento en que lo hacemos perdemos nuestra energía, perdemos la voluntad de
luchar y la voluntad de vivir, y quedamos paralizados.
—Martyn Lloyd-Jones

Un indio cherokee estaba enseñándole a su nieto acerca de una batalla que se


produce en cada ser humano. Le dijo al joven: “La batalla es entre dos lobos. Un
lobo es perezoso, cobarde, vano, arrogante y lleno de autocompasión, dolor,
lamento, envidia y enojo. El otro lobo es diligente, valiente, humilde,
benevolente y lleno de compasión, gozo, empatía y fe”. Entonces se produjo un
silencio.
El nieto pensó en los lobos durante un instante y después le preguntó a su
abuelo: “¿Y cuál es el lobo que gana?”.
El cherokee más anciano respondió: “El que tú alimentes”.23
Yo tenía muchas razones, como les sucede a algunas de ustedes, para sentir
lástima de mí misma, pero mi autocompasión era una barricada para la sanidad
de mi alma y para vivir la mejor vida que había disponible para mí. Era un
problema enorme para mí (como lo es para muchas personas), así que quiero
dedicar un capítulo entero al tema. La autocompasión no se irá por sí sola.
Tenemos que dejar de alimentarla, y eso significa que tenemos que dejar de
ceder a ella.
Aprendí que solo porque mi enemigo, el diablo, me invitara a una fiesta de
conmiseración, no significaba que yo tuviera que asistir. Él nos ofrecerá muchas
razones por las que deberíamos asistir recordándonos todo lo que no tenemos en
la vida y tentándonos a compararnos con otras personas que parecen tener vidas
mejores que nosotras.
Oro para que después de leer y meditar en el material de este capítulo, usted
decida firmemente no emplear nunca otra hora más en la autocompasión, y
mucho menos todo un día, o quizá incluso días seguidos. Los días que yo
malgasté sintiendo lástima de mí misma son demasiados como para contarlos.
Son días que nunca podré recuperar, porque una vez que un día termina, nunca
podemos volver a él y vivirlo de nuevo. Podemos, no obstante, aprender de
nuestros errores y tomar mejores decisiones en el futuro.

¿Alguna vez le ha ayudado la


autocompasión?
La verdad es que la autocompasión nunca me ayudó ni tan solo una pizca. No
me ayudó a cambiar nada ni a progresar. Nunca ayudó a las personas que me
rodeaban, muchas de las cuales estoy segura de que eran la fuente de mis
sentimientos de lástima. Me drenó la energía, me robó la poca esperanza que
pudiera haber tenido de disfrutar de cualquier cosa, e impidió que Dios me
ayudara. La autocompasión nos deja sintiéndonos desesperanzados, y ese es uno
de los peores sentimientos del mundo. Conduce a la depresión y nos impide por
completo ver las cosas buenas que sí tenemos. La autocompasión es realmente
alardear de nosotras mismas sobre lo mal que nos va la vida. Suena a algo
parecido a esto: “Mi vida es peor que la de todas las personas que conozco. Es
muy mala. No sé cómo alguien puede vivir una vida tan mala y sobrevivir. Nadie
entiende cómo me siento y a nadie le importa”. Es tiempo de empezar a alardear
de las cosas buenas y pedirle a Dios que se ocupe de lo malo.

La autocompasión es alardear de nosotras mismas sobre lo mal que nos va la


vida.

La autocompasión es un enemigo y debería tratarse como tal. Nunca


abriríamos conscientemente la puerta e invitaríamos a un ladrón a entrar en
nuestra casa, y sin embargo, les abrimos la puerta a la autocompasión y a otras
actitudes destructivas que son definitivamente ladrones.
La autocompasión viene de una falta de disposición a aceptar una situación o
circunstancia en su vida. A menudo se desarrolla cuando hay cosas que
queremos pero no podemos tener o cosas que no queremos y no podemos
eliminar. Es un sentimiento de que usted es una víctima de algo o de alguien.
Esto se alimenta al meditar una y otra vez en sus desafíos, dificultades y
problemas en la vida y comparando su vida con alguien que usted piensa que
tiene una vida mejor que la suya. ¿Está usted alimentando al lobo incorrecto?
Quienquiera que sea hija de Dios, tiene semillas de bondad y conducta justa
en su espíritu. Tiene la capacidad de disfrutar la vida diariamente y estar
agradecida por lo que hace en vez de tener resentimiento por lo que no tiene.
Tenemos a Jesús, y todas las cosas buenas se encuentran en Él. Él está en
nosotras y nosotras estamos en Él. Las semillas de una vida asombrosa están en
nosotras, pero no crecerán si seguimos obstaculizando su florecimiento con
actitudes destructivas como la autocompasión.
El apóstol Pedro dijo que cuando nacemos de nuevo, nacemos a una
esperanza viva (ver 1 Pedro 1:3). En otras palabras, nunca nos quedamos sin
esperanza, ya que Dios nos ha dado las herramientas para resistir la
autocompasión siempre que intente hacernos una visita. Esperanza es
expectativa positiva de que algo bueno va a sucedernos en cualquier momento.
Ese tipo de actitud positiva no puede coexistir con la autocompasión.
En vez de alimentar al lobo malo, podemos escoger alimentar al bueno, el
que nos hace ser agradecidas, gozosas y ayudar a otros, mientras confiamos en
que Dios nos ayuda con cualquier dificultad que tengamos.

Usted puede tener lástima o poder


Un domingo, Dave estaba viendo un partido de fútbol y realmente parecía estar
disfrutándolo, los niños estaban fuera jugando, y yo podía oír en la lejanía los
sonidos de las risas en el jardín. Debería haberme alegrado de que mi familia
estuviera disfrutando su día, pero en vez de eso sentía lástima de mí porque
estaba trabajando, lo cual, por cierto, fue decisión mía. Yo era adicta a la
autocompasión, así que realmente había creado circunstancias que me daban la
razón para sentirme miserable.
Recuerdo que estaba limpiando la casa y pensando: Debe ser increíble
sentarse y disfrutar o estar jugando fuera al sol, pero alguien tiene que hacer
las tareas aquí, ¡y siempre me toca a mí! Mientras más vueltas daba a ese tipo
de pensamiento en mi mente, más alimentaba al lobo malo y me hundía en un
pozo de desesperación. Limpiaba la casa todos los días, y le puedo asegurar que
no limpiaba porque la casa estuviera sucia; lo hacía para ver si Dave sentía pena
por mí y dejaba de ver el fútbol y… hacía ¿qué? Lo raro es que cuando miro
atrás, ni siquiera sé lo que quería que él hiciera, pero sé que no quería que
disfrutara un rato. Verá, las personas que se sienten desgraciadas quieren que
otros también sean desgraciados. En realidad sienten resentimiento hacia las
personas que son gozosas.
Sé que suena terriblemente macabro, pero enfrentar la verdad sobre mi
autocompasión y lo que había tras ella finalmente me liberó de ella. Tenía un
alma terriblemente herida como consecuencia del abuso que otros me infligieron
y necesitaba sanidad desesperadamente, pero no sabía cómo o dónde encontrarla.
Imagino que en ese momento de mi vida ni siquiera reconocía del todo que tenía
un problema, porque aún estaba en la etapa de la vida de “culpar a otros”.
Pasé un par de horas limpiando la casa ruidosamente, cerrando los cajones y
las puertas bruscamente, esperando que Dave me preguntara qué me pasaba, y
como no lo hizo, terminé sentándome en el piso del baño, llorando y totalmente
absorbida en la autocompasión. Esta escena no era nueva. El piso en el que me
senté podía ser otro, pero la situación era la misma. Las cosas no estaban
saliendo a mi manera, así que sentía lástima de mí misma.
En un momento durante una de mis fiestas de autocompasión, oí a Dios
hablar a mi espíritu, diciendo: “Puedes tener lástima o poder, pero no puedes
tener ambas cosas. ¿Cuál vas a escoger?”. Esta palabra de Dios es una de las
cosas más poderosas que Dios me había dicho jamás. Hay otras muchas, pero
esta está entre las principales “palabras a su debido tiempo” que me han ayudado
a ser libre. Estaba siendo confrontada con una decisión, y dependía de mí. ¿Qué
lobo iba a alimentar? ¿Alimentaría al bueno o al malo?

Puedes tener lástima o poder, pero no puedes tener ambas cosas.

No tenemos dos lobos viviendo en nuestro interior como sugiere la historia,


pero sí tenemos dos lados en nuestra naturaleza. Tenemos la naturaleza carnal
que siente y razona sin el Espíritu Santo. Es depravada al grado máximo y
totalmente egocéntrica. También tenemos una nueva naturaleza, recreada a
imagen de Dios. Es buena al máximo grado. Cada día alimentamos una u otra, y
la que más alimentamos es la que más fuerte se vuelve.
Cuando Dios me habló sobre tener lástima o poder, ya estaba enseñando en
un pequeño grupo de estudio bíblico en casa cada semana, y verdaderamente
quería progresar en mi caminar y mi relación Dios. Sin embargo, tenía muchas
barricadas en mi camino que tenía que reconocer y ocuparme de ellas. Todas
eran destructivas, pero la autocompasión era una de las peores.
Dios me estaba ofreciendo una decisión para cambiar mi vida, y era una que
solo yo podía tomar. Si quería experimentar su poder en mi vida, entonces con
su ayuda tenía que dejar la autocompasión. Quizá parezca que la decisión era
obvia, ya que a fin de cuentas, ¿quién elegiría la autocompasión cuando se le
ofrece como alternativa el poder? Pero las personas toman esa decisión cada día,
y debido a que se han revolcado en la autocompasión durante tanto tiempo y
aunque lo odian, a la vez encuentran cierto grado de comodidad en ello. Usted
sabe a lo que me refiero, ¿me equivoco? Usted ha tenido una semana
verdaderamente mala, o un mes o un año, o quizá incluso una vida realmente
mala. Toda su familia ha salido y usted está sola en casa. Le espera una montaña
para lavar. Se hace una taza de café, y por supuesto no puede comerse el pastel
que le gustaría porque, pobrecita de usted, ganaría peso fácilmente y ya tiene que
perder veinte libras (diez kilos). Admítalo: siente cierta comodidad al sentarse
con la taza caliente en su mano y pensar en lo mal que le va la vida. A fin de
cuentas, nadie más piensa en usted… ¿correcto?
Puede que nos sintamos bien temporalmente en nuestra naturaleza carnal,
pero no solo es en vano, sino que debilita. Nos paraliza e impide cualquier
progreso en la vida. También es un pecado.

¿La autocompasión es pecado?


Ahora mismo, quizá no esté segura de estar de acuerdo conmigo en que la
autocompasión sea pecado. Usted sabe que es un problema, algo que no debería
hacer, pero ¿es pecado? Vamos, Joyce, ¿no es una afirmación un poco severa?
Yo misma tuve que encarar esta pregunta hace muchos años, y al buscar el
pecado de la autocompasión, no pude encontrarlo escrito así en ningún lugar de
la Biblia. Entonces Dios me llevó a Gálatas, donde encontramos una lista de las
obras de la carne, una de las cuales es idolatría. Está escrita junto a la
inmoralidad sexual, la brujería, la ira, la envidia, el asesinato y el libertinaje, por
nombrar solo unas cuantas (ver Gálatas 5:19-21).
Mientras meditaba en lo que sentía que Dios me estaba mostrando, intenté no
estar de acuerdo con Él un poco. Bueno, Señor, la idolatría es la adoración de
los ídolos, no la autocompasión. Y fue entonces cuando se abrieron mis ojos a lo
horrible que es el pecado de autocompasión. Es idolatría porque miramos hacia
adentro y nos idolatramos a nosotras mismas. Todo en nuestra vida se trata de lo
mal que nos han tratado, lo mucho que nos estamos perdiendo en la vida, lo
difícil que es la vida para nosotras, lo que otras tienen que nosotras no tenemos,
y muchas cosas más. Dios quiere que tengamos lástima y compasión de otros en
su dolor y sufrimiento. Pero yo había pervertido esa maravillosa capacidad de
Dios para acercarnos a otros y aliviar su sufrimiento al interiorizar y cerrarme a
otros mientras me revolcaba en una nube de melancolía y negatividad.
Sí, la autocompasión es un pecado, y como muchos otros pecados tenemos
que admitirlo y arrepentirnos de él. Por cierto, acabo de hacer un pequeño
descanso en mi escritura y me he preparado una taza de café. Y me estoy
comiendo el pastel esta vez (al menos la mitad, y déjeme decir que es un pastel
de zanahoria, para que de algún modo sea “legal” porque tiene un vegetal).
Ahora me lo puedo comer porque en vez de comenzar mi día sintiendo lástima
de mí misma porque subí de peso fácilmente y tengo que perder veinte libras
(diez kilos), ahora camino cinco millas (ocho kilómetros) por la mañana
mientras oro y le doy gracias a Dios, ¡y he perdido los diez kilos! Abandonar la
autocompasión tiene unos maravillosos efectos secundarios que usted no se
querrá perder.
La tentación a pecar siempre vendrá, y esa es la razón por la que Dios nos ha
dado el fruto del dominio propio (ver Gálatas 5:22-23). Todavía tengo la
tentación a veces de sentir lástima de mí cuando tengo un día difícil, y sí, Dave
sigue viendo el fútbol, pero las cosas han mejorado. Él también lava los platos
ahora y a veces incluso hace la colada mientras yo me siento y veo televisión.
¡Sin duda, Dios hace cosas maravillosas! Como todas las demás, yo tengo que
resistir cualquier tentación a pecar, y algunos días tengo que resistir la tentación
a sentir lástima de mí nuevamente hasta que consigo la victoria una vez más.
Pero he recorrido un largo camino, y pretendo seguir avanzando día a día.
Dos de los antídotos para la enfermedad de la autocompasión son estar
extremadamente agradecidas y hacer cosas por los demás, porque cuando
hacemos eso, nos ayuda a no tener la mente enfocada en nosotras. Ser realistas
con nuestras expectativas es útil. Si busca la perfección, se dirige hacia mucha
decepción, porque nadie es perfecto y nadie tiene una vida perfecta. Todas
tenemos cosas que tratar que no son agradables, y esperar que todo sea divertido
y fácil solo nos prepara para la decepción.
Otro ungüento maravilloso para la autocompasión es simplemente levantarse
y salir y hacer algo. Incluso algo muy simple, como salir al jardín y dar un corto
paseo, puede romper el ciclo. Y una cosa que funciona siempre es encontrar algo
que la haga reír. Y no se atreva a pensar en este instante: Ug, debe estar de
broma, Joyce. No hay nada en mi vida con lo que me pueda reír.
Es tiempo de abandonar todas las excusas y deshacerse de las barricadas del
camino para que pueda avanzar. La sanidad para su alma y una vida que pueda
disfrutar son las cosas que le esperan al otro lado de las barricadas. Ser libre de
la autocompasión, o de cualquier otra barricada de las que he mencionado,
ciertamente puede que no sea la respuesta total para la sanidad de su alma
herida, quizá necesite otra ayuda y más tiempo, pero ciertamente es un gran
comienzo y algo que solo puede hacer que las cosas mejoren en su vida. Confíe
en que Dios le dará una sanidad total, ¡porque Jesús puede sanar todas sus
heridas!
CAPÍTULO 17
Defiéndase
El valor es contagioso. Cuando un hombre valiente se levanta, la fuerza de
voluntad de otros a menudo se endurece.
—Billy Graham

La historia de esta nación está llena de relatos de personas que defendieron lo


correcto y cambiaron la historia gracias a ello. Personas como Martin Luther
King Jr., Eleanor Roosevelt, Rosa Parks, Alice Paul, Susan B. Anthony, y
muchos otros. Puede que usted sea usada para cambiar la historia de muchos,
pero si no, al menos puede ser alguien que cambie su propia historia. Su
doloroso pasado no tiene que ser su destino; puede ponerse firme contra la mala
conducta de otras personas que la han lastimado, y cuando lo haga, se sentirá
empoderada en vez de tan solo sentirse una víctima indefensa.
Las personas que están sufriendo abuso o maltrato tienen que ser valientes,
hablar y ponerse firmes para protegerse. Las personas más abusivas retroceden
cuando se les confronta. Estoy familiarizada con un caso en el que, durante años,
el hombre del hogar había sido muy controlador, humillaba y se enojaba
rápidamente cuando las cosas no salían como él quería. Su esposa es humilde y
tiende a ser temerosa, así que simplemente aceptó la conducta de él durante
muchos años. Finalmente ella ha empezado a hacerle frente, y aunque les queda
mucho camino por recorrer, él ahora la trata un poco mejor. Él ha estado
recibiendo consejería con respecto a su problema con la ira, y de hecho ha
admitido en una sesión de consejería que como ella ya no está dispuesta a
aceptar su mala conducta y lo está confrontando, por eso la trata mejor.
Las personas más controladoras harán todo lo que los demás estén dispuestos
a tolerar, y aunque sería mucho mejor y hablaría mucho mejor sobre su carácter
el que trataran bien a los demás, porque es lo que se debe hacer, por lo general
no se comportan así. Los abusadores normalmente les faltan el respeto a las
personas que aceptan mansamente su mala conducta. Una parte de ellos
realmente quiere que alguien los confronte. Quizá reaccionen mal al principio,
pero a la larga es la única forma de que dejen de abusar.
Obviamente, hay personas que se ponen incluso más enojadas y violentas
cuando se les confronta, y si ese es el caso, la mejor opción es alejarse de ellas.
No me imagino cuán diferentes habrían sido nuestras vidas si mi madre hubiera
confrontado a mi padre, pero como nunca lo hizo, no solo se hizo daño a ella
misma sino también a mi hermano y a mí. Su única excusa fue que tenía miedo.
El temor es un sentimiento que sirve para impedirnos progresar o hacer las cosas
que sabemos que deberíamos hacer. Sin embargo, podemos aprender a
defendernos, incluso aunque tengamos que “hacerlo con temor”.
Abraham Lincoln dijo: “Asegúrese de que sus pies estén en el lugar correcto
y después afírmese”.24 Es importante que tomemos una posición, pero se debe
hacer de una manera adecuada. He conocido a personas que, aunque estaban en
el proceso de defenderse, terminaron hiriendo a otros aún más de lo que ellas
habían sido heridas. Yo fui una de esas personas durante un tiempo, hasta que
aprendí a hacer las cosas a la manera de Dios en vez de hacerlas a mi propia
manera.
Decidí que nadie se volvería a meter conmigo ni a abusar de mí cuando me
alejé de mi padre, pero en el proceso me volví una persona rebelde y
controladora. Comencé a cambiar finalmente, pero fue solo después de que Dave
comenzara a confrontarme. Él leyó un libro sobre preocuparse lo suficiente
como para confrontar, y Dios lo usó para decirle que había llegado el tiempo de
que adoptara una posición.
El tiempo oportuno es crucialmente importante. Siempre deberíamos orar y
buscar el tiempo y lugar oportunos para confrontar. Dave oró por mí durante
muchos años porque sabía que me comportaba mal porque había recibido una
gran herida, y verdaderamente creo que sus oraciones ayudaron en la
preparación de mi corazón para el cambio. Dios estaba obrando en mí y
enseñándome, y yo tuve que llegar al punto en el que verdaderamente quería
cambiar, pero puedo decir honestamente que el hecho de que Dave me
confrontara fue lo que necesitaba para que me tomara mis problemas lo
suficientemente en serio para hacer algo al respecto.
Una de las cosas que entiendo que me ayudó fue que yo intentaba hacer que
Dave pagara por lo que otros hombres me habían hecho, y eso era totalmente
injusto para él. Tenía miedo de que si le dejaba ejercer cualquier autoridad como
cabeza de nuestro hogar, se aprovecharía de mí como lo habían hecho todos los
demás hombres, y yo no iba a permitir que eso volviera a suceder. Finalmente
aprendí que solo Dios podía pagarme por el dolor de mi pasado y que tenía que
creer que Dave no era como los hombres que me habían herido.
Defiéndase, pero hágalo correctamente. No actúe mal al intentar lidiar con la
mala conducta de otros. Conozco una chica de unos veinte años que creció en un
hogar con un padre iracundo y explosivo que era muy controlador. Ella al
principio tenía miedo de su ira y se ponía nerviosa y ansiosa porque no sentía
que estaba en un entorno seguro, pero finalmente tuvo el valor de hablar.
Ciertamente ya no deja que nadie la controle, pero se ha vuelto excesiva en su
actitud y a menudo reacciona como si alguien estuviera intentando controlarla,
incluso si expresa una opinión que es distinta a la de ella. Siente que las mujeres
en general están marginadas e infravaloradas en el ámbito laboral, y está
decidida a arreglar algunas cosas erróneas. Su motivación es buena, pero sus
métodos no lo son. Se está convirtiendo en una feminista radical que ve muchas
cosas como maltrato, mientras que en verdad no es ese el caso. ¡Se comporta
como si las mujeres debieran tener derechos especiales en vez de derechos
iguales!
No actúe mal al intentar lidiar con la mala conducta de otros.

Cuando una mujer ha sido seriamente maltratada, es poco probable que tenga
la capacidad de ver las cosas y las personas de una forma equilibrada mientras
las esté juzgando a través de su dolor. Necesitamos que la Palabra de Dios nos
guíe a lo que es correcto, y necesitamos un corazón dispuesto que sea obediente
a ella y considere que es la autoridad suprema de nuestra vida. La única forma en
la que aprendí lo que era la conducta correcta fue estudiando la Palabra de Dios.
No siempre queremos hacer lo correcto, pero si lo que queremos hacer o nos
apetece hacer no está en consonancia con la Palabra de Dios, entonces podemos
someternos a los caminos de Dios, sabiendo que al final, son siempre buenos y
producen el mejor resultado.

Siga a Dios, no al hombre


Tenemos muchos buenos ejemplos de hombres y mujeres en la Biblia que se
defendieron. Daniel era un joven que confiaba en Dios y oraba tres veces al día
con sus ventanas abiertas. El rey dio la orden de que nadie podía orar a ningún
dios sino a él, o de lo contrario sería castigado siendo arrojado al foso de los
leones. Daniel fue a su habitación, abrió las ventanas y siguió orando como lo
había hecho antes. Lo arrojaron al foso de los leones; sin embargo, Dios estaba
con él y lo libró. Envió un ángel para cerrar las bocas de los leones para que no
le hicieran daño a Daniel (ver Daniel 6:7-22).
A los apóstoles les prohibieron predicar en el nombre de Jesús bajo amenaza
de ser encarcelados y golpeados, pero ellos predicaron igualmente. Fueron
golpeados y encarcelados, pero Dios envió un ángel para librarlos
milagrosamente, y el carcelero y toda su casa se convirtieron a Dios (ver Hechos
16). Si usted hace las cosas a la manera de Dios, puede ser usada por Él para
ayudar a muchas otras personas que pueden estar pasando por el mismo tipo de
dolor que usted experimentó.
Rosa Parks, una costurera de raza negra, era requerida por ley que cediera su
asiento en el autobús y dejara que un hombre blanco se sentara en él, pero ella se
negó. Su negativa provocó el movimiento por los derechos civiles en los Estados
Unidos, el cual lideró Martin Luther King Jr. Rosa siguió su corazón en vez de
seguir las demandas de los hombres, y los resultados de sus valientes acciones
siguen dando testimonio hasta la fecha.

El poder de ser firme para reducir el


estrés
Hace poco me topé con una historia sobre la firmeza que me pareció interesante.
La directora de una pequeña biblioteca en el medio oeste, Marcia (no es su
verdadero nombre), dice que ella fue tímida y dulce durante muchos años de su
vida: “Dejaba que la gente me pisoteara, y terminaba siendo realmente infeliz la
mayor parte del tiempo”.
Pero un día se levantó para defenderse y todo cambió.
Marcia había cometido un pequeño error en el trabajo, y una administradora
de la biblioteca conocida por sus bravuconas maneras envió una fuerte
reprimenda al correo electrónico personal de Marcia, con copia a toda la junta
directiva. Marcia reconoció el error y se disculpó por su falta, y después le pidió
a la administradora que no mandara copias a toda la junta de un correo
electrónico así solo para dejarla en mal lugar. Bueno, al día siguiente, esta jefa
bravucona apareció en la biblioteca y regañó a Marcia en persona, delante de
todo su equipo.
“Yo estallé”, dice Marcia. “Me levanté y dije: ‘Por lo que a mí respecta, esta
conversación ha terminado. Lo ha dejado todo muy claro. Ya me disculpé. Se
acabó’”.
Y fue entonces cuando ocurrió algo muy interesante: la mujer dio un paso
atrás y dijo: “Bueno, veo que ahora sí tenemos una directora”, queriendo decir
que finalmente Marcia demostró tener la firmeza necesaria para el trabajo.
Marcia nunca volvió a ser la misma. Había descubierto el poder de confiar en
sí misma y liberarse para siempre de sufrir ataques, puñaladas por la espalda o
pisoteos.25
Aunque la mansedumbre es una cualidad que Jesús demostró, y una que nos
anima a todas a desarrollar, una mansedumbre verdaderamente piadosa es muy
distinta a lo que el mundo llama ser manso. La verdadera mansedumbre es
fuerza bajo control. Significa que tenemos el poder para hacer algo, pero no nos
moveremos hasta que Dios nos guíe a hacerlo. Mucho de lo que el mundo llama
mansedumbre es solo debilidad y temor.
Seguir la corriente para llevarse bien parece un enfoque pacifista en cuanto a
las relaciones, y aunque eso podría ser preciso a veces, en realidad aprender a ser
firme cuando es necesario, pedir lo que queremos y necesitamos, decir no
cuando sea necesario y demandar el debido respeto es más eficaz y menos
estresante. Cuando nos defendemos, estamos poniendo límites.

Cuando nos defendemos, estamos poniendo límites.

Cuando nos defendemos no estamos intentando controlar lo que otras


personas hacen, sino más bien estamos controlando lo que nos hacen. Estamos
diciendo mediante nuestras acciones y palabras que no permaneceremos
inactivas mientras ellos nos atacan o menosprecian. Estamos dejándoles saber a
otros que nos respetamos y valoramos y que esperamos que ellos hagan lo
mismo.
Si usted va a confrontar a alguien por algo, no le recomiendo hacerlo en un
correo electrónico o una llamada de teléfono, si es posible. Lo mejor es cara a
cara, porque de esa forma nuestro comportamiento, expresiones faciales y
lenguaje corporal se pueden ver mientras se escuchan nuestras palabras. Se
puede decir algo firme con una sonrisa y que sea más fácil de recibir que si se
dice con el ceño fruncido. Se puede decir mientras está cómodamente sentada en
una silla y será muy distinto a si se dice mientras está de pie de forma rígida con
las manos en las caderas. Que su tono de voz sea lo más calmado posible, pero
que también sea firme y decidido. La Biblia dice: “La respuesta amable calma el
enojo, pero la agresiva echa leña al fuego” (Proverbios 15:1).
Por lo general, lo mejor es no confrontar o ser demasiado firme cuando
estamos enojadas, porque entonces el enojo que estamos sintiendo, en vez del
Espíritu Santo, es lo que nos estará controlando. Esperar para confrontar una
situación no siempre funciona, pero cuando sea posible, he descubierto que es lo
mejor.
Cuando sabemos que no nos están tratando bien o nos están faltando al
respeto y no hacemos nada, crea estrés porque sabemos que no está bien, y de
hecho no nos sentimos bien porque lo estamos permitiendo. Hacer esas cosas
con las que nuestro corazón no está de acuerdo siempre crea estrés, ya sea que
estemos haciendo algo que sabemos que está mal o no haciendo algo que
sabemos que sería lo correcto hacer.

El primer paso quizá sea el más difícil


Si usted tiene un historial de no hablar o seguir la corriente para llevarse bien,
dar el primer paso hacia ser más firme y expresarse audiblemente probablemente
le resulte muy difícil. Quizá ni siquiera consiga un buen resultado la primera vez
que lo haga. Yo tenía un empleado que era muy controlador, y cuando
finalmente lo confronté tras varios años de no hacerlo, se puso extremadamente
enojado y salió del restaurante donde estábamos dando un portazo. En este caso,
mi confrontación no lo hizo cambiar, pero me convenció de que tenía que
trabajar en algún otro lugar, y eso fue lo que hice. Mi confrontación quizá no lo
cambió a él, pero me cambió a mí y, de hecho, me puso en el camino de la vida
que me ha llevado al ministerio que tengo en la actualidad.
No deje que el temor a defenderse le impida ser todo lo que puede ser y hacer
todo lo que puede hacer. Nunca se sentirá realizada y satisfecha si no cumple su
destino. Usted es demasiado vulnerable para dejar pasivamente que otros abusen
o la usen. ¡Es tiempo de defenderse!

Usted es demasiado vulnerable para dejar que otros abusen.

CAPÍTULO 18
Ponga límites; no levante muros
Usted recibe lo que tolera.
—Henry Cloud

¿Está resentida porque siente que la gente se aprovecha de usted? Quizá lo único
que tiene que hacer es establecer algunos límites. Un límite es como una valla
que protege su propiedad. Si no tengo valla y los perros del vecindario hacen sus
necesidades en mi jardín mientras dan su paseo matutino, no puedo culpar al
perro. Tengo que limpiar lo que han hecho sin quejarme, o poner una valla.
Recuerdo quejarme con Dios por el jefe que mencioné que me estaba
controlando, y Dios me sorprendió diciéndome que yo era tan culpable como él
porque aunque él me estaba controlando, yo permitía que lo hiciera. ¡Ay! Es
importante que establezcamos límites en todas las áreas de nuestra vida. Algunos
de los límites que establecemos son para nosotras mismas: pueden ser límites
para nuestros hábitos alimenticios, presupuesto, cuánto trabajamos y cuánto
descansamos, y otras cosas que nos ayudan a tener disciplinas saludables en
nuestra vida cotidiana. Otros límites que ponemos son para la gente. Estos
límites impiden que resultemos heridas, y ayudan a otros a darse cuenta de que si
quieren relacionarse con nosotras, no podrán aprovecharse de nosotras en el
proceso.
Quizá usted es una persona a quien le gusta ayudar y tiene un corazón tierno,
pero necesita tener cuidado de no desarrollar el hábito de cuidar de otras
personas que no están haciendo ningún esfuerzo por cuidar de sí mismas. ¿Está
cansada de intentar ayudar a alguien que no quiere que le ayuden? ¿Ha permitido
que alguna persona se vuelva tan dependiente de usted para su provisión y ayuda
que ahora está resentida con ella pero sigue haciendo lo que le pide que haga? Si
dijo que sí a alguna de estas preguntas, significa que necesita algunos límites en
esas relaciones.
La Palabra de Dios nos enseña a ser consideradas, pero nos insta a ejercer
una sabia consideración (ver Proverbios 1:3). Realmente dice que debemos usar
la disciplina de la sabia consideración. En otras palabras, está bien que quiera
ayudar a alguien pero necesita disciplinarse para no hacerlo, porque en lo más
profundo de su corazón, usted sabe que finalmente será mejor para esa persona si
no lo hace. Los padres que quieren ayudar en exceso a sus hijos y que hacen
demasiado por ellos, que siempre los rescatan cuando tienen un problema, no les
están ayudando a que se preparen para el futuro. De hecho, están haciendo que
se conviertan en adultos irresponsables.
Siempre que alguien le pida algo, ya sea un favor, ayuda con un proyecto o
ayuda económica, quiere que usted diga sí a su petición, pero no es bueno decir
siempre a la gente lo que quiere oír. Cuando hacemos eso podríamos estar en
peligro de convertirnos en personas que quieren agradar a otros en lugar de
agradar a Dios. Cuando nos piden hacer algo por otra persona, deberíamos dar
respuestas sentidas y sinceras. Es importante que cada una de nosotras aprenda a
seguir su corazón, y eso significa seguir la guía de Dios en todas las cosas. La
Palabra de Dios nos enseña a decir la verdad en amor (ver Efesios 4:15), porque
una relación deshonesta es una relación insana.
Mientras más trabaja Dios en nuestra vida y sana nuestra alma herida, más
disfrutamos de ayudar a otras personas, y aunque eso es bueno, debemos tener
cuidado de no dejar que la gente se aproveche de nosotras. Me di cuenta hace
varios años de que tenía varias relaciones unilaterales, relaciones en las que era
yo sola quien siempre daba y la otra parte solo se limitaba a recibir, y decidí que
tenía que poner algunos límites.
Siempre ayudaré a las personas que tienen necesidad, pero si eso se vuelve
excesivo o si siento que me están usando y que no muestran un ápice de amor e
interés, entonces dejaré de hacerlo. Nunca deberíamos dar solamente para
conseguir algo a cambio, pero todas las relaciones necesitan límites para que
sean saludables. Incluso Dios llega a un punto en su relación con nosotros en el
que ya no está dispuesto a que Él siempre sea el que da mientras que nosotros no
mostramos interés alguno en pasar tiempo con Él o en servirlo de manera alguna.
Él es un Padre amoroso y generoso que nunca deja de amarnos, y aunque
estemos en la etapa de bebé en nuestra relación con Él, Él da y da y da, pero
finalmente no es bueno para nosotros que nunca empecemos a devolver algo de
lo que recibimos.
El amor reprocha y castiga además de ayudar y dar. Verdaderamente no
amamos a la persona si le dejamos que se aproveche de nosotros. Dios nos
confronta por nuestro propio bien, y lo hace porque nos ama.
Verdaderamente no amamos a otra persona si le dejamos que se aproveche de
nosotros.

Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. (Apocalipsis 3:19)

Los límites saludables son redes de seguridad para nosotras y otras personas,
pero tenemos que asegurarnos de que verdaderamente estamos poniendo límites,
no construyendo muros. La mayoría de las vallas tienen una puerta, y si no la
tienen, dejan de ser una valla para convertirse en una prisión. Cuando una valla
tiene una puerta, podemos salir si queremos y podemos dejar que alguien entre si
queremos, pero los muros no tienen puertas. Excluyen a otros de nuestra vida,
pero también nos encierran a nosotras.
Un límite saludable en las relaciones sería algo así en nuestro pensamiento:
Me han herido muchas veces en mi vida, y quiero protegerme y tener relaciones
con personas seguras. Por lo tanto, voy a usar el discernimiento con respecto a
las personas con las que establezco relaciones, y si una persona comienza a
aprovecharse de mí, la confrontaré. Si sigue haciéndolo, abriré la puerta y la
sacaré de mi vida.
Como contraste, un muro en una relación sería algo así en nuestro
pensamiento: Me han herido mucho en el pasado, y nadie me volverá a herir
jamás. Cuidaré de mí misma y me protegeré. No me acercaré demasiado a
nadie, y así no podrán herirme. En este caso, quizá piense que he establecido un
límite, pero en realidad es un muro.
Una de las primeras cosas que hice durante años después de salir de la casa
de mi padre fue levantar rápidamente un muro en mi corazón por si algún
conocido mío me hería lo más mínimo. De hecho, podía sentir cómo se
levantaban los muros, y pensaba que me protegían. Finalmente, con la ayuda de
Dios, me di cuenta de que aunque Él quiere que establezcamos límites sanos,
solo Él puede ser un verdadero muro de protección a nuestro alrededor.
Si usted ha levantado muros en su corazón para impedir que otros le hagan
daño, solamente usted puede derribarlos. Si no lo hace, nunca podrá amar o
recibir realmente amor a cambio. No puedo prometerle que nunca vaya a resultar
herida, pero sí puedo prometerle que aunque lo sea, Dios siempre la sanará.
Como no hay personas perfectas y todos tenemos debilidades, no es posible
tener relaciones y no experimentar nunca el dolor o la decepción.

Votos internos
Podemos hacer votos con nosotras mismas que tenemos que romper. Yo había
jurado que nadie más me volvería a herir jamás, y nadie más me controlaría ni
me diría lo que tendría que hacer. Nadie se aprovecharía de mí, y yo misma
cuidaría de mí y nunca me permitiría situarme en una posición en la que
necesitara a otra persona. Obviamente, si intentamos vivir con ese tipo de
actitud, no podemos tener relación alguna. Todos sufrimos daño de vez en
cuando, incluso las personas buenas y con buenas intenciones hieren a otras. No
podemos vivir en sociedad y no querer que nadie nos diga nunca qué hacer ni
que nos dé ninguna dirección, pero muchas personas hoy intentan hacer
precisamente eso, y el mundo a nuestro alrededor está lleno de rebeldía e
ilegalidad. Y nos guste o no, nos necesitamos unos a otros. Dios nos ha creado
de tal forma que tenemos que trabajar juntos, no aislados y totalmente
independientes el uno del otro. Si usted ha sido herida y decepcionada, y por ello
ha decidido que no necesita a nadie, entiendo cómo se siente porque yo me
sentía igual. Pero tendrá que cambiar esa actitud para poder tener un alma
saludable y sanada. No fuimos creadas para estar solas.
Yo tuve que romper los votos erróneos que había hecho conmigo misma, y lo
hice orando y confesando que mi actitud no era la correcta y pidiéndole a Dios
que me ayudara a tener límites sanos, no muros. Cuando alguien me hiere,
incluso ahora puedo sentir cómo se empieza a levantar un muro en mi corazón,
pero no permito que se quede ahí porque sé que esa no es la voluntad de Dios.

Aislamiento
Cuando tenemos muros en nuestro corazón y rehusamos dejar que las personas
entren, esos muros se convierten en obstáculos que nos impiden crecer
espiritualmente en nuestra relación con Dios. No es posible tener una buena
relación con Dios y aislarnos de la gente. Podemos decir que Dios es una
persona de gentes. Él ama a las personas y quiere mostrar su amor por ellas a
través de nosotros. He descubierto que la Biblia es un gran libro sobre las
relaciones. Se trata sobre nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y con
nuestro prójimo. Parte del proceso de llevar a cabo nuestra salvación y
experimentar la restauración es cooperar con el Espíritu Santo para que todas
estas relaciones sean sanas y saludables. Aunque quizá haya algunas personas
con las que nunca podamos entablar una relación porque siguen siendo abusivas,
no debemos dejar fuera de nuestra vida a todas las personas por temor. Dios
quiere que vivamos en comunidad con otros, amando y siendo amados, dando y
recibiendo perdón, disfrutando el uno del otro y soportando las debilidades unos
de otros (ver Gálatas 6:1-3).
A menudo digo, cuando estoy enseñando, que en los primeros años de mi
jornada de sanidad me llevaba bien con todos, no me enojaba con facilidad, era
paciente, amable y amorosa: mientras nadie estuviera en casa. Pero cuando la
gente llegaba a casa, era otra historia. Quizá usted se identifique con lo que estoy
diciendo. Yo fui una mamá y ama de casa durante varios de esos años. Durante
el día, cuando Dave estaba trabajando y mis hijos estaban en la escuela,
escuchaba música de adoración o enseñanzas mientras hacía mis tareas
domésticas, y reinaba la paz y todo era bueno. Pero cuando mis hijos llegaban a
casa y empezaban a hacer ruido o a hacer cosas que me molestaban, me
convertía en otra persona. De repente ya no era paciente ni tarda para airarme, ni
amable ni amorosa.
Algunas escogemos el aislamiento en vez de dar una oportunidad a las
relaciones después de haber sido heridas, pero no podemos progresar
espiritualmente para llegar a ser como Cristo si hacemos eso. Por ejemplo, nunca
podemos aprender a ser pacientes si todo va como nosotras queremos
rápidamente. Nunca podemos aprender a amar a las personas difíciles o las que
tienen hábitos que nos molestan si nunca estamos cerca de ellas. Dios usa a las
personas toscas para limar nuestras propias tosquedades.

Dios usa a las personas toscas para limar nuestras propias tosquedades.

Estar sola en la vida puede parecer más fácil, pero también es más vacío.
Cuando estamos solas, no tenemos que enfrentar la verdad sobre quiénes somos
en realidad. Usted puede comprar una naranja que parece estar buena por fuera,
pero cuando la exprime o la corta puede resultar que esté seca e insípida. Solo la
verdad nos hace libres, y es imperativo para nuestro crecimiento espiritual que
tengamos esos “apretones” en la vida que otras personas nos dan.
No es bueno estar sola. Dios creó a Eva porque dijo que no era bueno que el
hombre estuviera solo. Ni siquiera Dios está solo porque es una Trinidad: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
Es fácil cuando estamos solas estar ciegas a nuestras propias faltas porque no
hay nadie que nos confronte. No hay nada que nos exprima para que podamos
ver cómo somos bajo presión. Un pastor me dijo una vez: “Joyce, nunca
conocerá verdaderamente a alguien hasta que no vea cómo responde en todo tipo
de situaciones”. Y he podido comprobar que es una gran verdad.
Dave dice bromeando que Dios lo puso en mi vida para crucificar mi carne, y
tiene más razón de lo que cree. Cuando Dave y yo nos casamos, él era todo lo
que yo no era. Al ver diariamente cómo respondía él a situaciones y personas en
comparación a como lo hacía yo, era un recordatorio constante de que yo tenía
problemas y necesitaba ayuda para cambiar.
Yo era impaciente y él era muy paciente, así que su paciencia (la cual yo
percibía como lentitud) me molestaba. Yo tomaba decisiones muy rápidamente,
y él se tomaba mucho tiempo para decidir, así que eso era un problema para mí.
La lista podría continuar, pero mi punto es que yo nunca habría cambiado si no
hubiera estado con Dave y muchas otras personas, muchas de las cuales me
irritaban y molestaban. Finalmente, tuve que hacer la pregunta: ¿Realmente la
gente molesta, o yo soy demasiado difícil de complacer? Fue un día doloroso,
triste y difícil cuando finalmente admití que tenía un gran problema y que era
casi imposible de complacerme. Pero también fue el día en el que comencé a
hacer algo de progreso.

¿Realmente la gente molesta, o yo soy demasiado difícil de complacer?

Le animo a no aislarse porque no le gusta tratar la dificultad de las relaciones.


Sí, puede que haya dolor, pero el fin vale la pena.

Sola en una sala llena de gente


¿Alguna vez ha estado en una sala llena de gente y se ha sentido sola? La
mayoría de nosotras sí, y puede suceder por distintos motivos. Puede ser
sencillamente que no conocemos a nadie en la sala. Por supuesto, nuestra
tentación es esperar a que venga alguien y hable con nosotras o se muestre
amigable con nosotras, pero alguien que tienen confianza y seguridad tomará la
iniciativa y se acercará a otros.
Puede que nos sintamos solas alrededor de gente si tenemos levantados
nuestros muros por temor a ser rechazadas. Quienes han experimentado mucho
rechazo en su vida, a menudo tienen tanto temor a ser rechazadas que se aíslan, o
sus temores crean rasgos de conductas en ellas que finalmente alejan a los
demás.
Janet era una mujer que quería involucrarse en su iglesia y participar en los
eventos sociales que se celebraban. Se unió a un grupo de estudio y comenzó a
observar que cuando hacían viajes, por lo general no la invitaban a ella. Este
mismo tipo de cosas le habían ocurrido otras veces en su vida, y ella no quería
que le siguiera sucediendo, así que encontró el valor para preguntar a una de las
mujeres del grupo que parecía no tener dificultad para expresar sus sentimientos
por qué no la invitaban.
La mujer fue sincera con ella y le dijo que ella ahogaba a las personas,
porque si alguien era amigable con ella, intentaba juntarse a esa persona de una
forma desproporcionada. Aunque a Janet le dolió escuchar eso y tardó un tiempo
y algo de consejería para entender del todo lo que le estaba diciendo la mujer, la
confrontación le ayudó a dejar de culpar y comenzar a hacerse algunas
preguntas: ¿Por qué soy tan sofocante? ¿Realmente estoy desproporcionada en
mi relación con las personas? El resultado final fue que Janet aprendió que tenía
tanto miedo a ser rechazada por el dolor de su pasado, que cuando alguien se
mostraba un tanto amigable con ella, quería estar con dicha persona a todas
horas por miedo a perder la relación.
Conozco una mujer que es así, y aunque es amable de muchas maneras,
generosa y encantadora, también se mete en áreas personales de la vida de las
personas que desarrollan una amistad con ella, y lo hace de una forma
inapropiada y ruda. Como es así, la gente tiende a evitarla. Ella no sabe cómo
respetar los límites de otras personas, y eso puede ser un problema tan grande
como no tener límites para sí misma.

CAPÍTULO 19
Conviértase en su mejor aliada
Como sugiere el cuento, el “espejito, espejito” nos muestra la cara de nuestro
enemigo… nos derrotamos a nosotros mismos mucho más de lo que nos
derrotan las circunstancias externas.
—John Maxwell

Todos queremos personas que nos aprueben y estén de nuestro lado y no en


contra nuestra, y algunas lo están, pero también vemos que algunas no lo están.
Cuando ese es el caso puede ser doloroso, y si hemos experimentado a
demasiadas personas que no están o no estuvieron a nuestro lado, eso puede
dejar heridas en nuestra alma que tienen que ser sanadas. Incluso la
desaprobación de una sola persona, si es un padre o un cónyuge, puede herir
profundamente a una persona. Deseamos el amor de nuestra familia y amigos
cercanos, y no obtenerlo es a veces devastador para algunas personas. Yo
conozco y hablo con personas que tienen cuarenta y cincuenta años que siguen
luchando con estilos de vida disfuncionales porque tuvieron un padre que les
rechazó o les mostró una continua desaprobación.
El apóstol Pablo animó a los romanos con estas palabras:

Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?


(Romanos 8:31)

El salmista David dijo:

El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple


mortal? (Salmos 118:6)

Estos dos hombres que fueron muy usados por Dios encontraron a muchas
personas que no estuvieron de su lado. Fueron consolados y consolaron a otros
sabiendo que aunque tratarían con personas que no estarían de su parte y no les
aprobarían, Dios siempre está de nuestro lado, y Él está siempre con nosotros en
nuestros tiempos de lucha, dolor y dificultad.
Es tiempo de tomar la decisión de estar de acuerdo con Dios en vez de estar
de acuerdo con nuestros enemigos. Quizá usted ha formado una opinión de sí
misma basada en lo que personas desagradables han dicho o pensado de usted, o
cómo le han tratado. Si es así, ese es un error que tiene que corregir. Es tiempo
de que usted esté de su lado, y eso significa simplemente que es tiempo de que
usted sea su propia amiga, que sea su mejor aliada y que aprenda a amarse de
una forma adecuada.

Es tiempo de que usted sea su propia amiga.

No importa cuántas cosas quiera Dios hacer por nosotras y a través de


nosotras, no puede hacer nada a menos que nos pongamos de acuerdo con Él, y
eso significa estar de acuerdo con su Palabra. Todas sus promesas se convierten
en realidad en nuestra vida solo si las creemos. Si Dios dice que somos muy
amadas y que estamos llenas de su sabiduría, entonces es así. Si Él dice que
somos perdonadas y que su plan para nuestro futuro es bueno, entonces es así.

¿Es usted su peor enemiga?


Quizá haya escuchado a otras personas y sus críticas durante tanto tiempo, que
ahora tiene una pobre opinión de usted misma. Quiero sugerirle que deje de leer
por un momento y se pregunte cómo se siente consigo misma. ¿Le gusta cómo
es usted? ¿Ve y aprecia los talentos y habilidades que Dios le ha dado? ¿Sabe
que es valiosa? Esta mañana mientras estaba dando un paseo, me pregunté qué
era lo más importante que Dios me había enseñado que me ha ayudado a recibir
la sanidad en mi alma herida, y supe al instante que fue cuando Él me enseñó a
amarme y aceptarme a mí misma como su creación y su hija, y a hacerme amiga
de mí misma. Esto ha sido algo que verdaderamente ha transformado mi vida, y
creo que también lo hará en la suya.
He pasado del autorrechazo a aprender a disfrutar de mí misma. Me gusta
estar conmigo. Hoy saldré a almorzar conmigo misma. Me encanta pasar días
enteros conmigo. Oro para que a usted también le guste estar con usted. También
debería aprender a ser usted misma y a amarse, disfrutarse y valorarse, porque
usted siempre será usted. Todas cambiamos según crecemos en cuanto a ser más
como Cristo, pero hay cosas acerca de nosotras que tendremos que aceptar
incluso aunque esas cosas no sean las que hubiéramos elegido para nosotras. Si
usted es más alta de lo que le gustaría ser, siempre será alta; si es más baja de
estatura, siempre será baja. Puede ponerse zapatos altos, pero al final tendrá que
quitárselos y entonces volverá a ser bajita de nuevo.
Yo solía desear tener una voz y una personalidad más dulces, y eso me hacía
compararme con otras mujeres que eran como yo quería ser. Espero que mi
personalidad sea un poquito más dulce estos días, pero mi voz sigue siendo
grave y llama la atención. Por lo general no digo nada calladamente. Quería
tener el cabello más largo y grueso como una amiga mía, pero sigue siendo corto
y fino como el de un bebé. Podemos malgastar nuestra vida no gustándonos una
cosa y otra de nosotras, pero es mucho más sabio enfocarnos en nuestras
fortalezas y en todas las maravillosas cualidades que Dios nos ha dado.
Aprender a gustarse y ser su mejor aliada es una de las mejores decisiones
que podrá tomar en la vida. No importa cuántas personas la amen y admiren, si
usted misma no se gusta, nunca será feliz. Permítame hacerle una pregunta: si se
siente mal consigo misma, ¿es por lo que otra persona piensa de usted o por lo
que usted piensa de usted misma? Verdaderamente creo que si vivimos en la
realidad de quien Dios dice que somos, podemos vencer fácilmente cualquier
opinión negativa que otra persona pueda tener.
El apóstol Pablo era criticado frecuentemente, pero parecía valorar la opinión
que Dios tenía de él más que la de ninguna otra persona. Él dijo:

Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier


tribunal humano; es más, ni siquiera me juzgo a mí mismo. Porque aunque
la conciencia no me remuerde, no por eso quedo absuelto; el que me juzga
es el Señor. (1 Corintios 4:3-4)

Estos versículos me han ayudado muchas veces cuando me he sentido mal


conmigo misma por la crítica de otras personas. He descubierto que la única
forma en la vida de que nunca te critiquen es no hacer nada y no ser nada, pero
incluso así nos criticarían por ser perezosas e improductivas.
El temor a la crítica puede ser la muerte de la grandeza. Cuando somos
criticadas, es sabio considerar si nuestro crítico podría tener razón o no, y si la
tiene, darle las gracias; si no la tiene, debemos orar por esa persona.

El temor a la crítica puede ser la muerte de la grandeza.

Haga las paces con usted misma


Permítame animarle a hacer las paces con usted misma. Ninguna de nosotras es
todo lo que le gustaría ser, pero podemos aceptar quiénes somos y continuar con
la vida haciendo cosas grandes. Dios nos asigna una medida de debilidad a cada
una para que siempre tengamos que depender de Él y lo necesitemos. No hay
personas perfectas. Pablo luchaba con sus debilidades hasta que Dios le dijo que
su poder se perfeccionaba en ellas y a través de ellas. Después de eso, Pablo las
abrazó y aceptó que eran parte de quien él era (ver 2 Corintios 12:8-9). La
Palabra de Dios nunca nos promete que podemos llegar a un punto en el que no
tengamos déficit alguno, carencias o debilidades, pero sí nos promete que Dios
será nuestra fortaleza. Recuerde que a Dios no le sorprende que tengamos
defectos; Él sabe cosas de cada una de nosotras que aún tenemos que descubrir,
y nos ama incondicionalmente.
Una psicóloga a la que entrevisté una vez dijo que las mujeres tenían que
hacer las paces con sus piernas. Muchas mujeres tienen una falsa idea de cómo
piensan que debería ser su aspecto. La mayoría de nosotras no vamos a
parecernos a la modelo de la portada de la revista cuya fotografía ha sido
retocada hasta la perfección, o como la estrella de cine a la que graban de una
forma en la que ninguno de sus defectos es visible. Creo que deberíamos aceptar
lo que Dios nos ha dado y darle el mejor aspecto posible, pero siempre
rehusando compararnos con nadie. Si hay algo que no le gusta de su aspecto y
puede hacer algo al respecto, hágalo, pero si no puede, haga las paces con ello y
disfrute siendo usted misma. Usted vive con usted todo el tiempo, y si no se
gusta, se va a sentir siempre muy mal.
Digamos que la cara de una mujer está llena de pecas y a ella no le gustan las
pecas. Quizá ella desea ser actriz pero está convencida de que sus pecas son un
defecto demasiado grande de superar, así que nunca persigue su sueño y termina
insatisfecha en la vida porque no está haciendo lo que en verdad quiere hacer.
¿Sabe que una de las actrices más famosas que conozco tenía pecas? Su nombre
es Doris Day. Era absolutamente hermosa en sus películas, y nadie se fijaba en
las pecas. Creo que nadie las veía porque ella no les daba mucha importancia.
Ella siguió su sueño y tuvo éxito. Quizá si no nos enfocamos tanto en lo que
pensamos que son nuestras faltas, otros tampoco se fijarán.
Como cristianas se nos ha enseñado a ser humildes, pero una persona
verdaderamente humilde no se menosprecia ni piensa que no es tan buena como
las demás. Simplemente sabe que está en Cristo y que cualquier cosa buena que
sea capaz de hacer es un don de Dios; no está por encima ni es mejor que nadie,
pero tampoco es menos que nadie. De hecho, una persona verdaderamente
humilde no emplea su tiempo en pensar en todo lo bueno que tiene o en todo lo
malo porque simplemente no tiene su mente en sí misma de una forma excesiva.
No está demasiado preocupada por su aspecto, lo que las personas piensan de
ella, o en mantener la idea de ser la primera en todo. Es libre para ser quien es y
hacer su mejor esfuerzo para Dios. No somos nada sin Cristo, ¡pero todo lo
podemos por medio de Él! Jesús da la bienvenida a las personas con faltas, y se
deleita trabajando a través de ellas.

La agonía de la baja autoestima


Cuando tenemos una baja opinión de nosotras mismas, raras veces nos sentimos
cualificadas para tomar decisiones. Podemos caer fácilmente en la agonía de
dudar de nosotras con respecto a todo lo que pensamos, sentimos y decidimos.
Nadie tiene la razón todo el tiempo, pero tampoco nadie se equivoca todas las
veces, y tenemos que aprender a seguir la sabiduría de Dios y después confiar en
nosotras mismas a la hora de tomar buenas decisiones.
¿Se ve a usted misma tomando una decisión y después preguntándose
excesivamente si tomó o no la decisión correcta? ¿Cambia frecuentemente de
opinión y se encuentra con la mente dividida, atascada entre dos decisiones y
sintiéndose estresada por cuál es la correcta? Cuando tenemos que tomar
decisiones, deberíamos pedir la ayuda de Dios para saber decidir qué es lo
correcto, y una vez que hayamos decidido, deberíamos no dudar ni tener el
ánimo dividido por nuestra decisión. El apóstol Santiago dijo que si estamos
llenas de duda, no podemos recibir la ayuda que necesitamos de Dios (ver
Santiago 1:5-6). Aunque es cierto que no todas las decisiones que tomamos
serán las correctas, algunas veces la única forma que tenemos de saberlo es
sencillamente comenzar a movernos en la dirección que creemos que es la
mejor, y pronto nos quedará claro si era la correcta o no.
El temor de tomar una mala decisión, ¿le está haciendo ser indecisa? ¿Se da
cuenta de que no tomar ninguna decisión sigue siendo una decisión que usted
toma? No nos protegemos de cometer errores al rehusar hacer nada. Aunque
cometa un error, no será el fin del mundo y al menos puede aprender de ello.

El temor de tomar una mala decisión, ¿le está haciendo ser indecisa?

¿Se ve a sí misma preguntando a demasiadas personas qué debería hacer


cuando tiene que tomar una decisión? Aunque ciertamente no es malo e incluso
puede ser útil pedir opinión con respecto a una decisión, debemos recordar que
cuando preguntamos a las personas qué harían ellas, su consejo puede ser el
correcto para ellos pero ser totalmente erróneo para nosotras. Todo el mundo
tiene diferentes opiniones sobre muchas cosas, y preguntar a demasiadas
personas puede terminar causando más confusión que ayuda. Como mínimo,
puede hacerle perder mucho tiempo, porque al final es usted quien debe tomar la
decisión final.
Si constantemente hace lo que las personas creen que debería hacer en vez de
seguir su propia idea, está negando quién es usted y el derecho que Dios le ha
dado de tomar decisiones por usted misma.
Confíe en que usted es capaz de seguir su propio corazón y saber qué es lo
mejor que debería hacer. Nunca haga nada que la Palabra de Dios no apruebe ni
nada que su conciencia le diga que no está bien, y recuerde siempre que muchos
caminos pueden llevarle al mismo destino, y Dios le ha dado el privilegio de
decidir qué camino quiere tomar. La decisión que usted tome no es la errónea
solo porque no sea lo que otro hubiera hecho.

La decisión que usted tome no es la errónea solo porque no sea lo que otro
hubiera hecho.

Cuando tome una decisión que pueda cambiar el rumbo de su vida, tómese su
tiempo antes de decidirlo, ore por ello, vea qué dice la Palabra de Dios al
respecto, y siga la paz. Crea que puede tomar buenas decisiones. Confíe en que
Dios la está guiando, y viva valientemente, sin temor.
Tome la decisión de ser su mejor amiga en vez de su peor enemiga. No se
derrote a sí misma. Dios está de su parte, y Él quiere que usted también lo esté.
Usted es una persona verdaderamente maravillosa que tiene un gran potencial,
así que comience a moverse y a ser todo lo que pueda ser.
CAPÍTULO 20
Sanar las heridas de la codependencia
Yo era su cura, y usted era mi enfermedad. Yo le estaba salvando, ¡pero usted
me estaba matando!
—Anónimo

Nada es más doloroso que ver a alguien a quien usted ama sufrir profundamente
y, en algunos casos, hacer daño a otros mediante su conducta errónea o adictiva.
Nuestra alma se hiere cuando vemos a las personas que amamos hiriéndose a sí
mismas. Siempre es bueno intentar ayudar a las personas que nos importan y que
están sufriendo, pero cuando esa ayuda comienza a destruirnos a nosotras,
entonces tenemos que detenernos.

Su alma se hiere cuando ve a las personas que ama hiriéndose a sí mismas.

Mi hermano, el único que tenía, era alcohólico y drogadicto, y finalmente se


volvió esquizofrénico paranoico debido al abuso prolongado de las drogas.
Intentamos durante muchos años ayudarle, pero sin éxito permanente. Parecía
que mientras estábamos totalmente dedicados en cuerpo y alma a ayudarle, le iba
bastante bien, pero sin una supervisión constante él siempre volvía a sus
conductas adictivas. Yo lo amaba mucho y quería por encima de todo ayudarle,
pero él era incapaz de hacerlo.
Finalmente tuve que darme cuenta de que intentar curarlo a él estaba
drenando mi propia vida. La última vez que lo pusimos en un programa de
tratamiento, se fue por voluntad propia y desapareció. Tristemente, varios meses
después nos dijeron que lo encontraron muerto en un edificio abandonado.
Cuando recibí la noticia, tuve la tentación de sentirme culpable y preguntarme si
había hecho lo suficiente, pero sabía en lo más profundo de mi corazón que solo
él podía tomar las decisiones que necesitaba tomar y que nadie más podía
ayudarlo a menos que él hiciera su parte. Si alguien a quien usted ama está
tomando malas decisiones y todos sus esfuerzos por ayudarle no le han hecho
ningún bien, tenga cuidado de no adoptar un sentimiento exagerado de
responsabilidad, pensando que su trabajo es rescatarlo.
Querer ayudar a alguien a quien amamos no significa que seamos
codependientes, pero nuestros esfuerzos para ayudar pueden transformarse en
codependencia si no tenemos cuidado. Cuando una persona es codependiente,
significa que su vida está controlada por los problemas o las malas decisiones de
otro. Puede que no sepa qué pasará en cierto día porque depende de lo que haga
la persona atribulada que tenga en su vida. Recuerdo muchas veces en las que
Dave y yo estábamos en casa y empezábamos a relajarnos tras un día
complicado en la oficina, y yo recibía una llamada informándome que mi
hermano estaba en la cárcel o teniendo una conducta psicótica, y las personas
con las que estaba no sabían qué hacer con él. A menudo teníamos que cancelar
nuestros planes por los problemas de mi hermano. Todos deberíamos estar
dispuestos a cambiar nuestros planes si alguien verdaderamente necesita nuestra
ayuda, pero si la misma persona crea la misma situación una y otra vez, no es
bueno.
Mi hermano vivió en nuestra casa por cuatro años mientras intentábamos
ayudarlo a encauzar su vida en la dirección correcta, y finalmente me di cuenta
de que si estamos intentando ayudar a alguien durante cuatro años y no está
mejor después de ese tiempo, entonces es muy probable que no tenga intención
de cambiar. Muchas personas dicen que quieren cambiar, pero no están
dispuestas a hacer lo que se necesita que hagan. Nadie puede arreglar los
problemas de otro si esa persona no está preparada para hacer su parte.
Si usted está en una relación de codependencia, lo más difícil que quizá tenga
que hacer sea retirarse o dejar de ayudar. Conocí a una mujer recientemente
mientras hacía la compra, y me dijo que había estado en una relación durante
más de seis años con un hombre que tenía problemas con el alcohol. Ella no era
feliz y sabía que su vida no iba a ninguna parte, y quería que yo le diera un
consejo. También le entristecía que no estaban casados porque él no estaba
preparado para hacer un compromiso a largo plazo con ella. Tras unos cuantos
minutos hablando con ella pude darme cuenta de que ya había recibido buenos
consejos de muchas personas, pero ella no estaba dispuesta aún a aceptar
ninguno. Le dije lo que otras personas ya le habían dicho, que era que tenía que
alejarse de él. Ella dijo: “Sé que debería, pero tengo codependencia de él. No soy
feliz con él, ¡pero no sé si podría vivir sin él!”. Quería que yo siguiera hablando
con ella, pero todas las veces que le decía lo que tenía que hacer, su respuesta era
siempre: “Lo sé, pero es demasiado difícil”. No había nada que yo pudiera hacer
por ella.
Me pregunto cuántos años le permitirá a ese hombre robarle la vida y hacerla
infeliz antes de apartarse, si es que alguna vez lo hace. Mi madre odiaba lo que
mi padre hacía, su abuso, su alcoholismo y su conducta violenta, y sin embargo
nunca lo dejó. Ella lo amaba, pero también lo odiaba. Era adicta a él y a la vida
disfuncional que vivía con él. Había aprendido a operar dentro de su disfunción,
y se había convertido en algo tan normal para ella que ya no se podía imaginar
otra cosa.
Decidir cuándo es el momento oportuno para distanciarse de alguien es una
decisión que debe tomar por usted misma, y debería hacerlo después de mucha
oración y meditación. Dios nos ha llamado a ayudar a las personas y hacerlo
incluso al costo de la abnegación, pero no nos ha llamado a vivir vidas en las que
seamos totalmente controladas y manipuladas por las malas decisiones que
toman otras personas.
Si su alma está siendo herida por las malas decisiones de alguien a quien
ama, sé cómo se siente, y sé que el dolor es muy profundo. Pero si intentar
ayudarle no está funcionando, quizá le ayudaría más si dejara de intentarlo. A
veces pensamos que estamos ayudando, pero en realidad estamos permitiendo
que la otra persona continúe hiriéndonos. Si no le está ayudando, al menos puede
ayudarse a usted misma a continuar con su vida. No es poco frecuente que las
personas atribuladas nunca estén dispuestas a hacer un cambio mientras tengan a
alguien que continúe rescatándolas.

Madres e hijos
He escuchado que una madre nunca es más feliz que su hijo más infeliz, y puedo
testificar de la veracidad del dicho. Tengo cuatro hijos, y sé cómo me siento
cuando ellos sufren. Si tiene un hijo que es adicto a conductas destructivas, solo
Dios puede ayudarle a superar el dolor y la decepción. Las personas que están en
ese tipo de situación me dicen que solo Dios las puede ayudar a superarlo. Él
puede llegar a lugares en lo más hondo de nuestra alma donde nadie más podría
llegar jamás. La animo a confiar plenamente en Él para que la guíe, sane y
restaure. Su gracia es suficiente incluso en situaciones que son más dolorosas de
lo que podríamos haber imaginado.
Agraciadamente, con Dios nunca nos falta la esperanza, y la esperanza es una
gran motivadora que nos hace avanzar por la vida con una expectativa de que
algo bueno puede ocurrir.

La esperanza es una gran motivadora.

Si tiene un hijo sufriendo o que necesita sanidad y liberación en su vida, y su


alma está cansada y herida por lo que ha tenido que soportar, le puedo asegurar
que Dios puede llegar a su alma y refrescarla y sanarla. Pase tiempo
regularmente con el Señor y pídale que la fortalezca y la sane.
Es muy difícil para una madre ver a sus hijos tomar malas decisiones y no
poder llegar a ellos, sabiendo que esas decisiones finalmente les producirán
dolor. Dios nos da a cada uno libre albedrío, incluso si las decisiones que
tomamos no son las correctas, y a veces la única forma de aprender a hacerlo
mejor es experimentando los dolorosos resultados de nuestras malas decisiones.
A veces no ayudar es lo más misericordioso que podemos hacer por alguien.
Nunca tire la toalla con las personas a las que ama. Aunque todos sus
esfuerzos por llegar a ellos hayan fracasado, recuerde que Dios puede hacer en
un momento del tiempo lo que nosotros no podemos en toda una vida. Las
oraciones de una madre por sus hijos son muy poderosas, e incluso cuando
parece que nada está cambiando, no significa que Dios no esté obrando. Quizá
pase un tiempo, quizá sea un tiempo largo hasta poder ver los resultados, ¡pero
para Dios todo es posible!

Dios puede hacer en un momento del tiempo lo que nosotros no podemos en


toda una vida.

Sin control y disfrutándolo


Gran parte de nuestro dolor y desgracia están causados por intentar controlar
personas y situaciones que no podemos controlar. Por lo general es difícil para la
mayoría de los padres admitir que son controladores si lo son, y eso me incluye a
mí, pero creo que podemos aprender a no tener el control ¡y disfrutarlo!
Podemos disfrutar de la libertad que eso nos da, y también creo que cuando le
entregamos por completo una situación a Dios, Él hace mucho más que cuando
nosotras intentamos “ayudarlo” a Él a hacer su trabajo. A veces pensamos que
estamos ayudando, pero en verdad estamos siendo un estorbo. Pero cuando
echamos nuestro afán, preocupación y ansiedad sobre Dios, Él cuida de nosotras
(ver 1 Pedro 5:7).
Recientemente pasé por algo que me estaba afectando y robando mi paz, y
cuando finalmente afronté el verdadero problema que estaba detrás de lo que me
estaba haciendo infeliz, Dios me mostró que yo intentaba controlar lo que la
gente estaba haciendo en una situación específica y tenía que dejar de hacerlo. A
veces me resulta difícil trazar la línea entre ser responsable y ser controladora,
así que sigo aprendiendo de Dios en esta área tan importante de la vida.
Por naturaleza soy una persona responsable, y puedo adoptar fácilmente un
falso sentimiento de responsabilidad. Por ejemplo, realmente quiero que todos
mis hijos se cuiden para beneficio de su salud, que se sientan bien y vivan una
larga vida. Por supuesto, creo que sé cómo deberían hacerlo. A fin de cuentas,
“Mamá sabe mejor”, ¿verdad? Sigo aprendiendo aún a no hacer comentarios
cuando los veo comer cosas que sé que no son buenas para ellos o cuando sé que
no están durmiendo lo suficiente. Puede que haga demasiadas preguntas sobre si
están siendo diligentes o no con el ejercicio, yendo a sus revisiones médicas, etc.
Cuando puedo ver que se están impacientando conmigo, siempre pienso y a
menudo digo: “¡Solo intento ayudarte!”. Estoy segura de que le resulta familiar
si es mamá. Estoy aprendiendo cada vez más a orar y ver a Dios obrar en vez de
ser demasiado franca con mis consejos, pero aún me queda mucho por aprender.
Ceder el control es realmente muy liberador. La única persona a la que Dios
quiere que controlemos es a nosotras mismas, y esa debería ser nuestra meta. No
nos gusta cuando alguien intenta controlarnos, así que ¿cómo podemos esperar
que a otras personas les guste si nosotras se lo hacemos a ellas?
Estoy segura de que ha oído la frase: “Suéltelo y deje que Dios sea Dios”, y
quizá no quiere volver a oírla, pero es la verdad. Cuando soltamos, Dios
comienza a obrar. Nunca deje de orar, y si Dios abre una puerta para que dé una
palabra de consejo en el momento oportuno, hágalo, pero no siga intentando
hacer que la gente que no quiere escucharle la escuche. Si lo hace, solo
conseguirá que le roben su paz y gozo.

Señales de que está ayudando


demasiado
¿Cuáles son las señales que alertan de que quizá está ayudando demasiado o
dando demasiados consejos? Hay cosas que podemos y deberíamos cuidar en
nuestra vida, y estas son unas cuantas:

Señal 1: Quizá está ayudando demasiado si tiene resentimiento hacia lo que


está haciendo. Creo que cuando estamos haciendo lo que Dios quiere que
hagamos, deberíamos tener paz y no resentimiento.

Señal 2: Si lo que está haciendo está fomentando la irresponsabilidad o la


incompetencia, o si está haciendo que la persona a la que ayuda sea
demasiado dependiente de usted, es una señal de que está ayudando
demasiado.

Señal 3: Si tiene la sensación de que está siendo manipulada, está ayudando


demasiado.

Señal 4: Si lo que pretendió que fuera una bendición única se ha convertido


en una obligación a largo plazo que ahora es una carga para usted, quizá
esté ayudando demasiado.

Señal 5: Si continúa diciendo sí a la persona a la que está ayudando cuando


sabe en su corazón que debería decir no, definitivamente está haciendo
demasiado.
Señal 6: Si la persona a la que ayuda espera que usted haga cada vez más
por ella en vez de estar agradecida por lo que ha hecho, está ayudando
demasiado.

Señal 7: Si cancela continuamente sus planes porque la persona a la que


ayuda necesita que usted la ayude, probablemente está haciendo
demasiado por ella.

Revise sus motivaciones


Jesús dio su vida sacrificialmente para ayudarnos, y ser una bendición para otras
personas es una de las cosas a las que Él nos ha llamado. Nada nos hace más
felices que ayudar y dar a otros cuando lo hacemos de una forma sana y por las
razones correctas.
Algunas personas ayudan a otras porque les hace sentir bien consigo mismas.
Encuentran su valía haciendo cosas por otros incluso cuando lo que están
haciendo sea dañino. Mi madre a menudo hacía cosas por mi hermano que no
debería haber hecho. A menudo la oía decir que lo amaba tanto que no podía
decir que no. De hecho, si verdaderamente amamos a alguien, diremos no si eso
es lo que les ayuda más que decir sí. Mi madre pensaba que estaba ayudando a
mi hermano, pero en realidad lo estaba perjudicando.
A menudo lo veía tratando de convencer a mi madre para que no tomara sus
medicamentos para el dolor o que le diera una cantidad de dinero que ella no se
podía permitir darle. Estos susodichos actos de bondad simplemente estaban
alimentando su adicción.
Mi madre tenía una baja autoestima. No se sentía amada y soportaba mucha
culpabilidad por haber permitido a mi padre abusar de mí al no hacer nada, y
camuflaba sus malos sentimientos haciendo cosas por otros. Ella ayudaba porque
la hacía sentirse bien consigo misma, pero en realidad era una cubierta para los
problemas que nunca enfrentó.
Una evaluación sincera de nuestras motivaciones puede ser doloroso, pero
puede ser una de las cosas más liberadoras que jamás hagamos. Las cosas que
hacemos quizá no tengan valor alguno si la razón por la que las hacemos es
incorrecta. Intente pedir a Dios que le muestre por qué hace muchas de las cosas
que hace, especialmente las que parecen añadir estrés a su vida, y quizá se
sorprenda por lo que Él le revele.
No sirve de mucho pedirle a Dios que sane nuestra alma herida si
continuamos haciendo cosas que la hieren una y otra vez. Dios es un Dios que
sana, y se deleita sanándonos, pero nosotras tenemos que cooperar con Él
haciendo todo lo que Él nos muestre que debemos hacer.

CAPÍTULO 21
Las bendiciones de un alma sana
Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice,
alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona
todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.
—Salmo 103:1-3, RVR1960

Cuando nos embarcamos en un viaje largo y quizá incómodo, nos ayuda meditar
en cuán maravilloso será cuando lleguemos a nuestro destino. Eso es lo que
quiero que hagamos en este capítulo.
Cuando Jesús estaba enfrentando el dolor de ser crucificado y morir en la
cruz, la Biblia dice que soportó el dolor por el gozo del premio puesto delante de
Él (ver Hebreos 12:2). Creo que Él estaba pensando en la resurrección y todos
los beneficios que ofrecería a los hijos de Dios. Estaba anticipando regresar a su
lugar legítimo a la diestra de su Padre en el cielo, donde estaba antes de venir a
pagar por nuestros pecados y ofrecernos una nueva vida en Él y por medio de Él.
Mirar el final desde el principio de una jornada dolorosa nos ayuda a no darnos
la vuelta cuando sea difícil. Como quizá aún no ha realizado su jornada, puede
que no sea consciente de todas las bendiciones que le esperan, así que espero
ayudarle a ver lo que obtendrá al cooperar con Dios en su proceso hacia la
sanidad de su alma.
¿La está haciendo enfermar su alma herida? Si bien es cierto que no todas las
enfermedades son provocadas por las heridas de nuestra alma, algunas de ellas
sí. Muchas personas experimentan sanidad física cuando su alma ha sido sanada.
Gran parte del dolor y la enfermedad son causados por el estrés que cargamos y
que Dios nunca quiso que tuviéramos. Su voluntad es paz y gozo, los cuales
fomentan una buena salud, pero el diablo viene solo para matar, robar y destruir
(ver Juan 10:10).
El apóstol Juan oró lo siguiente:

Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de
buena salud, así como prosperas espiritualmente. (3 Juan 1:2)

En este versículo podemos ver una conexión entre la sanidad de nuestra alma
y nuestro cuerpo. Mientras mejor va nuestra alma, mejor irá nuestro cuerpo.
Durante muchos años me sentía cansada la mayor parte del tiempo, no
dormía bien y tenía dolores diarios de cabeza y otros achaques. Puedo testificar
que cuanto más era sanada mi alma y llena de paz y gozo, mejor me encontraba
de salud. Lo que hay en nuestro interior siempre busca la forma de salir de
nosotros, así que si tenemos dolor en nuestra alma, a menudo aparece en nuestro
cuerpo, y del mismo modo si tenemos paz en nuestra alma, se abrirá camino por
nuestro cuerpo.
Dios nos enseña que un corazón alegre actúa como una buena medicina en
nuestra vida (ver Proverbios 17:22). La Escritura que compartí al principio de
este capítulo declara esta verdad. Cuando nuestra alma puede bendecir al Señor,
experimentamos liberación del pecado y su miseria, y eso también puede incluir
la sanidad de la enfermedad.
Dudo que podamos determinar con exactitud los efectos negativos que el
abuso y el estrés mental y físico tienen sobre nuestra salud. Yo ya experimentaba
problemas en mi cuerpo cuando tenía dieciocho años, y no es de extrañar
teniendo en cuenta las cosas que había experimentado en mi vida por ese
entonces. Puedo testificar que mientras más paz tengo, mejor me siento
físicamente. El estrés emocional nos drena la energía que necesitamos para vivir
cada día.

El estrés emocional nos drena la energía que necesitamos para vivir cada día.

Quizá usted nunca se ha dado cuenta de lo mucho que afecta a su cuerpo la


condición de su alma, pero definitivamente están conectados y se afectan en gran
manera el uno al otro. Por lo tanto, dos de las cosas que puede anticipar mientras
sigue en su jornada de sanidad es una mejor salud y más energía.
Cuando Jesús estaba aquí en la tierra, regularmente sanaba a personas de sus
enfermedades, y Él sigue siendo nuestro Sanador hoy. Creo que toda sanidad
viene de Dios. Puede obrar mediante la tecnología médica que Él le haya dado a
alguien la sabiduría para inventar, o puede mostrarnos un cambio que tengamos
que hacer para promover la salud en nuestro cuerpo, o quizá obre
milagrosamente y haga lo que nadie más puede hacer.
Una de las peticiones de oración más frecuentes que recibimos en nuestra
oficina es por sanidad, y si usted necesita sanidad física, quiero animarle a
confiar en que Dios obre en su cuerpo así como en su alma. Mientras espera su
propia sanidad, es sabio salir y ayudar a otros que tienen necesidades. A menudo
veo que aunque parece que yo no puedo resolver mi propio problema, Dios me
da la capacidad para ayudar a otra persona. Al ayudar a otros, estamos
sembrando semillas que nos devuelven una cosecha de bendición en nuestra
propia vida. Considere estos versículos, y creo que estará de acuerdo:

Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la


desgracia. El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso
en la tierra y no lo entregará al capricho de sus adversarios. El Señor lo
confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor. (Salmos
41:1-3)

Confianza
La confianza es otro efecto secundario de un alma sanada. Dios quiere que
estemos seguras en su amor por nosotras y creamos que podemos hacer lo que
tengamos que hacer en la vida mientras sepamos quiénes somos en Él.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)

Nunca me canso de meditar en este versículo. ¡Su promesa es asombrosa!


Podemos ser transformadas para pasar de vivir con temor a vivir con una
confiada seguridad de que estamos listas para cualquier cosa en la vida.
Nuestra confianza no debería estar en lo que nosotras podemos hacer sino en
lo que Jesús puede hacer a través de nosotras. Saber sin lugar a duda que somos
amadas incondicionalmente nos da valor para hacer cosas que de no ser así quizá
nos daría miedo hacer. Aprendemos que aun cuando cometemos errores, Dios
nos sigue amando y está listo para ayudarnos. Proverbios 24:16 nos dice que un
hombre justo cae siete veces y se vuelve a levantar.
Puede que seamos derribadas en la vida, pero si estamos en Cristo y nuestra
alma está sana, siempre nos levantaremos otra vez. Si usted ha estado inmersa en
su dolor y miseria, quedando al margen mientras ve su vida pasar, es tiempo de
que se levante y continúe avanzando.
La confianza le hace creer que usted puede en vez de tener miedo a no poder.
No importa lo que otros digan de usted, es lo que usted cree lo que realmente
importa. Henry David Thoreau dijo: “La opinión pública es un débil tirano
comparada con nuestra propia opinión privada. Lo que un hombre piense de sí
mismo es lo que determina, o más bien, indica su destino”.26

Es lo que usted cree lo que realmente importa.

Mi padre me dijo que yo nunca llegaría a ser nada, y mientras lo creí, él tenía
razón. Pero cuando Dios me mostró que todo lo puedo en Cristo, aprendí que mi
padre estaba equivocado en su evaluación de mí. Muchas personas también están
equivocadas en su evaluación de usted. No deje que lo que la gente piense de
usted o diga de usted determine su destino.
Las personas seguras de sí mismas aprovechan las oportunidades e intentan
cosas en vez de suponer con temor que fallarán antes de intentarlo.
A Amanda le gusta Bob, pero teme que ella no le guste a él. Ella ha sufrido
con la inseguridad y la falta de confianza, y la historia de su vida ha sido que
nunca hace lo que realmente quiere hacer; en vez de eso, se retrae por temor. A
Amanda le gustaría acercarse a Bob y hablar con él. Le gustaría hacerle un
cumplido acerca de algunas de las habilidades que ha visto en él, pero tiene
miedo de que él la rechace. Su temor al rechazo la hace ser fría con él, y él siente
que ella no es amigable y que es difícil de conocer. ¿Sabe lo que ocurre? Ella lo
ignora, y él la ignora a ella, y sus temores se convierten en su realidad. El ciclo
que Amanda ha experimentado en su vida continúa, y ella sigue siendo
desgraciada.
No tiene que ser así. ¿Qué podría hacer Amanda para cambiar las cosas?
Podría comenzar a creer que Dios la ama, y por ese amor, ella puede ser segura
de sí misma. También necesita cambiar lo que se dice a sí misma. Ha pasado su
vida descalificándose para muchas cosas, pero puede cambiar eso y calificarse
para hacerlas.
La ciencia está descubriendo lo que Dios ha estado diciéndonos todo el
tiempo: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (ver Proverbios
23:7).
Danu Anthony Stinson, psicóloga de la Universidad de Victoria dijo: “La
autoafirmación [considerar los valores personales como algo central para la
identidad propia] parece aportar un almacén de memoria para las personas
inseguras, permitiéndoles dejar a un lado los temores sociales y las ansiedades y
comportarse de formas más cálidas y apetecibles”.27
Tristemente, muchas mujeres y niñas extraen gran parte de su seguridad en sí
mismas de cómo piensan de su aspecto, y deciden que son o no son aceptadas
según lo que dice la sociedad. Creo que Dios lo hizo todo hermoso, y como Él
nos hizo, todas somos hermosas a nuestra manera. Solo porque no tengamos el
aspecto de otra persona no significa que no seamos bonitas. Probablemente usted
ha oído que la verdadera belleza viene del interior, y creo que es cierto. Nos
enfocamos demasiado en las distintas partes de nuestro cuerpo y no lo suficiente
en la persona escondida del corazón de la que Dios habla en su Palabra.
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales
como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza
sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y
consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor
delante de Dios. (1 Pedro 3:3-4)

Yo me he cambiado de ropa tres o cuatro veces antes de salir solo para estar
segura de que todo estuviera perfecto. Aunque no hay nada de malo en tener un
buen aspecto, Dios ha tenido que darme un codazo unas cuantas veces para que
recuerde que mi confianza no debe estar en el vestido que lleve puesto ese día.
Un artículo encargado por el Dove Self-Esteem Project reveló que hay una
crisis de autoestima entre las muchachas en EE. UU.28

• El 62% de las jóvenes se sienten inseguras y no están seguras de sí


mismas.

• El 57% de las chicas tienen una madre que critica su aspecto.

• El 71% de las chicas con una baja autoestima sienten que su aspecto no
está a la altura, incluyendo no sentirse lo suficientemente guapas,
delgadas, estilosas o a la moda.

• La autoestima de una chica está más relacionada con cómo ve la forma de


su cuerpo y su peso que con cuánto pesa en realidad.

• El 61% de las adolescentes con una baja autoestima hablan mal de sí


mismas.

• El 25% de las chicas con baja autoestima dicen que participan en


actividades negativas como comer en exceso, autolesionarse, fumar o
beber cuando se sienten mal consigo mismas.
Es triste cuando las chicas y las mujeres pasan su vida intentando encontrar
confianza en su aspecto, porque al margen de cómo luzcamos, siempre habrá
alguien que pueda lucir mejor según los estándares del mundo. Nuestra
confianza y belleza se pueden encontrar en conocer a Cristo y llegar a ser como
Él.

Su sanidad afecta a su familia y a sus


amistades
Así como afectamos a las personas en nuestra vida con nuestras almas heridas,
también las afectamos con nuestra sanidad. Mantener esto en mente le ayuda a
proseguir hacia la victoria esos días en los que rendirse es una tentación. Yo no
quería que mis heridas lastimaran a las personas que amo, pero sucedía. Estoy
muy feliz de decir que mi sanidad ahora está ayudando a otros.
Las relaciones son una parte muy importante de la vida, y todos queremos
disfrutar de buenas relaciones. Hacerlo se vuelve muy difícil si vivimos con
heridas, moratones y dolor en nuestra vida interior. No queremos lastimar a
otros, pero lo hacemos, porque lo que hay en nuestro interior sale al exterior.
Estoy contenta de haber proseguido, no solo por mí sino también por mi
familia, mis amigos, y todas las personas con las que me relaciono diariamente.
A cada lugar donde vamos, afectamos y tocamos a gente. En casa, en la escuela,
en el trabajo, en la iglesia o en nuestro vecindario, causamos una impresión en la
gente. Ya sea que sonría o no sonría a una persona, eso deja una marca en ella
con respecto a lo que piense de mí. Si estoy desanimada y deprimida por mi
dolor y tristeza, es más probable que no sonría o que no sea amigable que si
estoy sana y feliz. Un acto tan sencillo como sonreír a otros puede hacerles sentir
bien con ellos mismos. Nuestro contacto con otros quizá sea breve, pero en
muchos sentidos puede ser duradero. Las personas quizá no recuerden lo que les
dijimos, pero recuerdan cómo les hicimos sentir. Mientras mejor se sienta con
usted misma, mejor hará sentir a otros con ellos mismos.

Mientras mejor se sienta con usted misma, mejor hará sentir a otros con ellos
mismos.

Hemos visto tres beneficios de tener un alma sanada y saludable, pero hay
otros cientos. Le animo a seguir buscando todas las cosas buenas que le esperan.
Dios siempre recompensa a los que son diligentes a la hora de buscarle (ver
Hebreos 11:6). Samuel Johnson dijo: “Lo que anhelamos hacer algún día con
facilidad, primero debemos hacerlo con diligencia”.29 Hacer cosas de una forma
nueva requiere diligencia, pero sé por experiencia propia que lo que puede
parecer casi imposible en este momento, un día resultará fácil si no desistimos.

CAPÍTULO 22
El camino fácil
Lo que llega fácilmente no durará, y lo que dura no llegará fácilmente.
—Anónimo
Si vio el título de este capítulo antes de comenzar a leer el libro, quizá acudió
directamente a él porque la mayoría queremos un camino fácil. Por eso alguien
puede anunciar una pastilla en la televisión diciendo que hará que la grasa
corporal desaparezca de su cuerpo tan solo tomándosela tres veces al día, y
venden millones de botes. Nuestra carne siempre busca la salida más fácil, pero
yo no quiero crear en usted una falsa esperanza, así que le diré abiertamente que
si su alma ha sido herida gravemente por el abuso, el rechazo, la pérdida, el
abandono, una larga enfermedad o cualquier otra cosa, la jornada hacia la
sanidad no será fácil. Pero una vez que haya sanado, puede seguir adelante y
disfrutarla durante el resto de su vida.
Jesús nos dijo que hay un camino estrecho en la vida y un camino ancho por
los que podemos caminar. Él nos aconseja que tomemos el estrecho, y la
descripción de estrecho nos dice que es el más difícil de los dos.

Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el


camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero
estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos
los que la encuentran. (Mateo 7:13-14)

El camino ancho es el que parece más fácil, aunque finalmente nos damos
cuenta de que no nos lleva donde queremos ir. Si seguimos en el camino ancho,
el cual Jesús dice que lleva a la destrucción, tenemos mucho espacio en él para
nuestro bagaje carnal, pero en el camino estrecho no. Sin embargo, el camino
estrecho nos lleva a una vida que vale la pena vivir.
¿A qué me refiero con “bagaje carnal”? Me refiero a seguir comportándonos
según nuestros deseos carnales y naturales en vez de aprender a seguir el
liderazgo y la guía de Jesús. Hacemos lo que queremos en vez de lo que Él nos
enseña que hagamos.
Somos seres trinos: somos un espíritu, tenemos un alma y vivimos en un
cuerpo. Cuando la Biblia se refiere a “la carne”, está hablando del cuerpo y el
alma (mente, voluntad y emociones) combinados. La carne es muy distinta al
espíritu. Cuando nacemos de nuevo (recibimos a Cristo por fe), Jesús viene a
vivir en nosotros y nuestro espíritu se llena de su Espíritu, que busca guiarnos
por la vida. Dios quiere que escojamos lo correcto, pero nunca nos obliga a
hacerlo.
Pablo rogó a los creyentes a “andar” en el espíritu y no en la carne. El
espíritu es santo y bueno, pero la carne está llena de tendencias hacia el mal. Si,
por ejemplo, una creyente está andando en (o según) la carne y alguien la
ofende, seguirá sus sentimientos y escogerá enojarse y resentirse, guardando
rencor y quizá buscando vengarse. Por otro lado, si una creyente está caminando
en (o según) el Espíritu, resistirá la tentación de ser susceptible y escogerá
rápidamente perdonar. No toma esta decisión necesariamente porque sea lo más
fácil, o la que cree que es justa, o le apetece hacer, sino que la escoge porque es
la voluntad de Dios. Eso es lo que significa andar en el Espíritu y no en la carne.
Cuando tomamos las decisiones correctas según la voluntad de Dios, estamos
andando en el camino estrecho, no en el ancho. Cuando tomamos la decisión de
andar con Cristo por el camino estrecho, descubrimos que a menudo el camino
se estrecha más según avanzamos, y debemos, por necesidad, seguir soltando
varias mochilas del bagaje carnal para mantenernos en ese camino. Cuando la
gente habla de otras personas que conocen que tienen mal genio, son
terriblemente inseguras, quieren controlar a otros o están gobernados por el
temor, a menudo les oigo decir: “¡Tienen mucho equipaje encima!”.
El Espíritu Santo nos muestra qué equipaje debemos soltar si queremos
seguir en nuestra jornada con Él por el camino estrecho. Una mujer que
recientemente asistió a una de mis conferencias dijo: “¡Caramba, Joyce! Dios me
atravesó esta mañana, de forma certera”. ¿Qué quiso decir? Siguió contándome
que estaba haciendo un estudio bíblico con un grupo de mujeres y que su tarea
para la semana había sido escuchar una enseñanza en CD del autor del estudio
bíblico. Dijo con un rostro sonrojado y una gran emoción: “Dios me mostró de
forma muy clara que era el tiempo de que dejara de intentar controlar situaciones
y dejara que Él obrara en mi vida”.
Cuando ella dijo que Dios le “atravesó”, se refería a que Él le había revelado
que el bagaje de intentar controlar situaciones y personas tenía que desaparecer
para que ella pudiera progresar más por el camino en el que estaba. El tipo de
entendimiento al que esta mujer se refería es lo que la Biblia llama revelación.
Es algo más profundo que lo que normalmente llamaríamos conocimiento. Nos
afecta profundamente y nos deja con la certeza de cuáles deben ser nuestros
siguientes pasos.
Un joven me llamó esta mañana, y cuando vi su nombre en mi teléfono
estaba casi segura de saber lo que quería. Me había escrito un correo electrónico
doloroso en un momento en el cual sentía mucho dolor por la muerte de su joven
esposa debido a un cáncer. Le habíamos ayudado mucho, pero al final él sintió
que le habíamos fallado y abandonado. El correo que envió era totalmente
distinto a su carácter, y no solo me dolió sino que también me sorprendió. Había
estado orando durante unos meses para que él se disculpara, y sinceramente
puedo decir que lo quería más por él que por mí. Sabía que él tenía que
arrepentirse y que si no lo hacía, tarde o temprano sus acciones se convertirían
en un obstáculo para él.
Cuando respondí al teléfono, él enseguida me dijo que sentía mucho el correo
que había enviado y que se dio cuenta de que tan solo buscaba a alguien a quien
culpar, con la esperanza de que eso aliviara su propio sufrimiento. Hablamos
durante un rato, y él me dijo que había sufrido mucho estrés al intentar hacer
ciertas cosas y que sentía un bloqueo u obstáculo a la unción de Dios (su poder y
presencia), y que mientras oraba preguntándole a Dios qué pasaba, le fue
revelado que tenía que arrepentirse por el correo que había enviado y la actitud
que tenía cuando lo envió.
Me alegré de recibir la disculpa porque no quería que hubiera ningún
conflicto en nuestra relación, pero también estaba emocionada por él porque
sabía que había hecho algo que ahora lo liberaría para seguir avanzando.
Cuando verdaderamente queremos oír de Dios, Él nos hablará, pero puede
que no siempre sea lo que nosotras queremos oír. Por lo general queremos algo
que sea fácil de hacer, pero Dios quiere darnos gracia (facilidad) para hacer
cosas muy difíciles. Hacer lo correcto cuando no nos parece que sea lo correcto
es el camino hacia el progreso.

Hacer lo correcto cuando no nos parece que sea lo correcto es el camino hacia
el progreso.

Recientemente, estaba haciendo ejercicio con mi entrenador y parecía que


todo lo que yo hacía ese día era difícil. Todas las pesas parecían pesar más de lo
normal, y tan solo quería terminar la rutina de ejercicios. Dije: “Hoy me está
costando mucho”. Él respondió: “Si es fácil, entonces no estás progresando
mucho”. Eso no era lo que yo quería oír, pero la idea de que estaba progresando
hizo que mi malestar fuera más fácil de soportar.

¿Hay algo realmente gratis?


Cuando oímos la palabra gratis nos emocionamos. Debería ver cómo reacciona
la gente en nuestras conferencias cuando tomamos una pila de libros y
enseñanzas en CD y decimos que vamos a repartirlos gratis a unas cuantas
personas. Las que normalmente son bastante reservadas en su forma de
presentarse, por lo general pierden todo el decoro y acuden corriendo hacia el
frente del auditorio, con la esperanza de ser una de las personas seleccionadas
para conseguir algo gratis.
Si ofrecemos un librito gratis en nuestro programa de televisión para toda
persona que llame solicitándolo, nuestras llamadas ese día puede que aumenten
diez veces más de lo habitual. Nos emocionamos con conseguir algo que
pensamos que es gratis, pero nada es realmente gratis. Aunque lo consigamos
gratis, a alguien en algún lugar del camino le costó algo antes de llegar a
nosotras. La Biblia dice que por gracia (regalo de Dios) somos salvas y liberadas
de nuestros pecados (ver Efesios 2:8). Nuestra salvación es gratis para nosotras,
pero a Jesús le costó su vida.
El camino fácil no es el mejor camino a buscar, porque aunque encontrara
alguno, probablemente no terminaría donde usted quería ir. Yo aprecio
profundamente la vida que tengo ahora porque fue dolorosa de adquirir. Me
requirió esfuerzo, diligencia y disposición a continuar cuando todo dentro de mí
quería rendirse. Mi sanidad del abuso y las heridas que resultaron del mismo no
fue algo fácil. Tardé mucho más de lo que pensaba que tardaría y fue más difícil
de lo que esperaba, pero no tengo palabras precisas para decirle lo maravilloso y
agradable que es.
Creo que una persona solo puede apreciar la libertad de la esclavitud cuando
ha sufrido mucho para ser libre. Por lo general, cuidamos y apreciamos más las
cosas que más nos han costado. La libertad de su alma herida puede que requiera
esfuerzo por su parte, pero lo valorará más de lo que se imagina.
No me imagino cómo habría sido mi vida si no hubiera escogido el camino
estrecho. Dudo que alguien me hubiera aguantado mucho tiempo, así que
probablemente me habría casado más veces que Zsa Zsa Gabor, y ella se casó
nueve veces. A cualquier hijo que hubiera tenido no le hubiera gustado mucho,
si es que le hubiera gustado algo. No tendría verdaderas amigas y habría vivido
una vida solitaria y perdida. A menudo Dave dice que él siente que se ha casado
con veinte mujeres distintas, porque cada vez que Dios me cambiaba, él obtenía
una mejor versión de mí. En el camino estrecho usted no dejará de mejorar, pero
en el camino ancho seguirá siendo como es o incluso empeorará.
Manténgase en el camino estrecho, incluso cuando le parezca difícil. El
Espíritu Santo la guiará a un ritmo adecuado para usted, y en el camino podrá
apreciar y celebrar cada pequeña victoria que tenga. No cometa el error de mirar
solamente lo mucho que le queda aún por recorrer y todo lo que cree que hace
mal. Lo único que a Dios le importa es que esté dispuesta a hacer la jornada, y
usted está progresando un poquito más cada día.

Arreglos rápidos
Nos encanta cuando las cosas que se rompen se arreglan fácilmente, pero con
Dios no hay muchos arreglos rápidos. Por lo general pensamos que Dios se
mueve a un paso muy lento, pero Él lo hace así porque le importan más la
calidad y profundidad que los arreglos rápidos.
Nuestra oración a menudo es: “Señor, por favor hazme paciente, ¡y hazlo
ahora mismo!”. La Biblia dice: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para
que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:4,
RVR1960). Dios tiene una meta final en mente, y está dispuesto a hacer lo que
sea necesario y dedicar la cantidad de tiempo que haga falta para que
alcancemos su meta.
Un champiñón puede crecer de la noche a la mañana, pero un gran roble o
una secoya gigante tarda mucho. La pregunta es: ¿queremos ser un champiñón o
un árbol gigante de justicia que nunca deja de dar buen fruto? (ver Jeremías
17:8). Nuestro Señor Jesús pasó treinta años preparando un ministerio de tres
años, pero el poder de esos tres años durará para siempre. José se preparó trece
años para su función de primer ministro de Egipto, y después Dios lo usó para
salvar de la muerte las vidas de muchas personas durante una hambruna.
Los diamantes están entre algunas de las joyas más valoradas de la tierra, y se
forman muy lentamente, a altas temperaturas bajo una gran presión por estar
enterrados en las profundidades de la tierra. Las geodas son piedras que tienen
un exterior muy feo pero son preciosas por dentro porque el revestimiento
interior está cubierto de cristales de varios colores.
Podemos usar los ejemplos de los diamantes y las geodas al pensar en
nosotras. Al comenzar nuestra jornada con Dios hacia la sanidad y el bienestar,
nuestra conducta quizá no sea muy atractiva, pero por dentro (en nuestro
espíritu), donde vive el Espíritu Santo, existe una gran belleza y capacidad para
lo bueno. Tardamos tiempo en realizar el proceso de transformación hasta que la
obra que Dios ha hecho en nuestro interior se revela en nuestra vida exterior. Y
experimentaremos calor y presión en el viaje para romper la cáscara exterior a
fin de que salga de nosotras lo que hay dentro. Pero cuando se termina el trabajo,
nos asombramos del magnífico cambio que Dios ha hecho en nosotras.
Esta cita de Otelo, de William Shakespeare, resume muy bien un punto que
estoy queriendo dejar claro aquí:

¡Qué pobres son los que no tienen paciencia! ¿Qué herida se sanó jamás
sino de modo gradual?30

Nuestras heridas se sanan gradualmente. Se necesita tiempo y persistencia en


hacer lo correcto para cuidar adecuadamente de la herida. Si alguien tiene una
herida y va al médico, el médico quizá le recete un medicamento con la
instrucción de mantener limpia la herida, aplicar la crema dos veces al día, y
mantenerla vendada. Además, quizá la receta incluya un segundo bote de crema
si se termina. No esperamos llegar a casa y aplicar la crema una vez y que la
herida se cure al instante. Sabemos que será un proceso y que tendremos que ser
diligentes.
El principio es el mismo con las heridas emocionales que con las físicas.
Debemos ser pacientes y seguir haciendo lo que Dios nos indique hacer, y
gradualmente nuestras heridas sanarán. La práctica de la paciencia puede resultar
amarga, pero su fruto es dulce.
Escoja su dolor
La mayoría preferiríamos que la vida no tuviera dolor, pero cuando se trata de
tomar la decisión de dejar que Dios sane nuestras heridas o de seguir como
estamos, tenemos que escoger nuestro dolor. ¿Quiere el dolor temporal de
progresar o el dolor eterno de seguir igual?

¿Quiere el dolor temporal de progresar o el dolor eterno de seguir igual?

Entiendo que el dolor de cualquier tipo es mucho más fácil de soportar si sé


que me está llevando a algo bueno. Por ejemplo, tomé la decisión de soltar la ira
y perdonar a los que me habían lastimado, porque sabía que la bendición sería
tener paz y estar en la voluntad de Dios. A veces suelto cosas que me gustaría
quedarme para mí, porque sé que dar produce gozo y aporta una gran cosecha en
mi vida. Si dedica tiempo a pensar en ello, todas tomamos muchas decisiones al
día que nos exigen ceder algo que quizá queremos para tener otra cosa que
queremos aún más.
Estoy segura de que usted frecuentemente toma decisiones que no son fáciles
ni cómodas en ese momento porque conoce el gozo que hay al otro lado de la
decisión. Tomar la decisión de dejar que Dios abra todas las heridas de su alma y
las sane para que pueda disfrutar de la vida que Jesús quiso darle con su muerte
puede que no sea fácil, pero vivir con las heridas es mucho más difícil.
Vi una película que trataba sobre una mujer que había sido engañada por un
hombre al que ella amaba, y cada vez que lo veía o incluso oía su nombre, ella
sentía amargura y enojo. Él le pidió perdón, pero ella sentía que no podía
hacerlo. Un pastor estaba hablando con ella sobre la situación, y dijo: “Si tiene
un diente que le duele mucho y su única opción es sacarlo, no tiene sentido no
hacerlo por miedo al dolor que le supondrá”.
Esta película estaba ambientada en los años 1800, antes de que los dentistas
tuvieran anestesias, así que me imaginaba que sacarse un diente sería algo
bastante doloroso. Sin embargo, el pastor le recordó que aunque sacarse el diente
le iba a doler por un tiempo breve, mantener el diente significaría que el dolor
nunca terminaría. Dijo: “Si usted perdona al hombre que la hirió, será como
sacar un diente que le causa dolor; lo hace y lo supera para que deje de dolerle”.
El camino estrecho no está libre de dolor, pero en ese camino siempre tiene a
Jesús con usted. Fue el camino por el que Él escogió andar, y el que Él nos insta
a escoger. Hay una gran victoria esperándole, y cada paso que da en la dirección
correcta la acerca un poco más a ella. Le pido que abra cada habitación de su
corazón a Dios y confíe en que Él la llenará de luz, amor y gozo.

CAPÍTULO 23
El gran intercambio
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar liberación a los cautivos
y libertad a los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
y el día de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo,
y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona
en vez de cenizas,
aceite de alegría en vez de luto,
traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia,
plantío del Señor, para mostrar su gloria.
—Isaías 61:1-3

¿Qué ocurriría si supiera que hay una tienda en su ciudad donde puede llevar
cualquier cosa gastada, inservible, estropeada, vieja o que ya no funciona y
cambiarla por una nueva sin costo alguno? Si esta tienda existiera, dudo que
usted tardaría mucho en empezar a intercambiar muchas cosas, al menos yo no
tardaría. El único requisito en esta tienda es que debe entregar el artículo viejo
antes de poder retirar el nuevo.
Jesús nos invita a vivir una vida de intercambio. Cualquier día dado,
podemos intercambiar una mala actitud por una buena, nuestros pecados por
perdón, nuestros fallos por misericordia, la desesperanza por esperanza, y miles
de más cosas buenas. Pero no recibimos lo nuevo hasta que no entreguemos lo
viejo.
Si estamos dispuestas a entregarnos a Jesús, con todo lo que somos y
tenemos, Él nos dará todo lo que tiene y es (ver Juan 16:15). Lo que Él ofrece es
inmensurablemente mejor que lo que nosotras entregamos. Tan solo piense en
ello: todo lo que el Padre tiene es nuestro, y todo lo único que tenemos que hacer
es abandonar nuestras viejas ideas y caminos para experimentarlo en cada área
de nuestra vida.
¿Por qué somos tan reticentes a soltar lo viejo? Creo que es porque las cosas
viejas no tienen misterio alguno, quizá no nos gusten pero al menos no nos
sorprenden. La idea de alejarnos de lo que tenemos y no saber hacia dónde
vamos nos asusta, y por eso muchas personas se niegan a hacerlo. Viven una
vida inferior, dolorosa, improductiva y que no les gusta, cuando podrían
intercambiarla por una nueva.
La tienda de intercambio de Dios está siempre abierta, y Él siempre está
disponible para encontrarse con usted. Lo triste es que la mayoría de las personas
ni siquiera saben que existe, y si lo saben, les cuesta creer que lo que afirma es
cierto.

Corona en vez de cenizas


Un hombre al que conocí recientemente dijo: “Joyce, abusaron de mí en mi
infancia como le pasó a usted. En ese momento dejé de vivir y comencé a
sobrevivir, y eso es lo único que hice hasta que la oí a usted decir que Dios
quería darme corona en vez de cenizas. Después de eso mi vida cambió, y nunca
volveré a ser el mismo”.
Este hombre era cristiano desde hacía mucho tiempo, e iba a la iglesia con su
dolor y después se lo llevaba a casa con él. No había oído hablar del gran
intercambio.
Isaías 61:1-3 fue, sin lugar a dudas, un pasaje transformador para mí, así
como para el hombre que conocí, y oro para que también lo sea para usted. Dios
quiere darle un alma bella y una vida preciosa, y se llevará las cenizas de su
pasado y hará algo hermoso y nuevo con ellas. Dios puede hacer que cualquier
cosa ayude a nuestro bien si se lo permitimos (ver Romanos 8:28). El primer
paso es creer en Jesús, y creer también que cada una de sus promesas son para
usted… que pueden convertirse en realidad en su vida si da los pasos de fe que
Él le dirija a dar.
Quizá su identidad se ha convertido en fui herida en mi pasado, pero puede
ser soy una nueva criatura en Cristo. La promesa de recibir corona en vez de
cenizas nos da esperanza, y nos motiva a avanzar en vez de quedarnos
estacionadas en el punto de nuestro dolor, y meramente sobrevivir cuando
podríamos vivir verdaderamente y disfrutar la vida.
Lo único que debemos hacer es entregar nuestras cenizas, y eso significa
dejar de pensar y hablar del pasado a no ser que realmente tengamos que hacerlo
por alguna razón. También significa que creemos que, con la ayuda de Dios,
nuestro pasado se puede convertir en un recuerdo lejano. Cuando pienso o hablo
ahora sobre mi infancia, a menudo parece que estoy pensando o hablando de una
persona a la que hace mucho, mucho tiempo conocí.
Jesús ha abierto las puertas de la prisión, y lo único que tenemos que hacer es
salir y empezar una nueva vida con Él. Él vino para liberarnos y para ayudar a
los afligidos y quebrantados. Él no solo abre las puertas de la prisión, según
Isaías, sino que abre también nuestros ojos. Incluso si las puertas de la prisión en
la que vivimos han sido abiertas, no saldremos a menos que veamos que están
abiertas, y la Palabra de Dios nos muestra que lo están. Me entristece mucho
cuando pienso en cuántos creyentes en Cristo viven con almas heridas porque
nadie les ha dicho que Jesús ha abierto las puertas de la prisión y que pueden ser
libres.

Jesús ha abierto las puertas de la prisión, y lo único que tenemos que hacer es
salir y empezar una nueva vida con Él.

Jesús quiere consolar a quienes están de duelo, a los que están tristes y
desconsolados. Él vino para anunciar las buenas nuevas de que ahora es el
tiempo del favor de Dios. Quizá usted siempre se ha sentido como la última en
todo en la vida. Quizá usted era la que nunca escogían para formar los equipos o
la que nunca recibió un premio cuando los repartían. Tal vez se haya sentido la
última en su vida, pero hoy es un nuevo día, ¡el día del favor de Dios!
Cuando Dios nos da favor significa que Él abre puertas de oportunidad para
nosotras que solo Él puede abrir y nos hace ser cabeza y no cola, estar encima y
no debajo tal como Él prometió (ver Deuteronomio 28:13). ¿Se imagina el gozo
de vivir con el favor de Dios? Quizá pensemos que tener el favor de nuestro
supervisor en el trabajo sería maravilloso, pero eso palidece si lo comparamos
con tener el favor de Dios. El único ascenso verdadero viene de Dios, y Él puede
situarla en lugares y darle posiciones de honor que la sorprenderán.

Alegría en vez de luto


Las personas que han sido muy lastimadas a menudo viven con un espíritu
dolorido o enlutado. Tienen una tristeza en torno a ellas que es difícil de
explicar. Quizá han vivido con ello durante tanto tiempo que ni siquiera
reconocen lo que es. Yo siempre sentía que estaba cargada de alguna manera o
que un tipo de pesadez existía en mi alma hasta que descubrí que podía cambiar
ese sentimiento por gozo y alabanza.
Hacer el intercambio comienza con la decisión de creer que todo es posible
para Dios, y al mantenernos firmes y pacientes, los malos sentimientos dejarán
paso a otros alegres. El gozo sustituye al espíritu pesado, cargado y endeble que
hemos padecido.
No tiene que quedarse con algo que no funciona, sino que puede cambiarlo.
Si nuestro teléfono celular no funciona, no tardamos mucho en ir a la tienda y
cambiarlo o arreglarlo, pero extrañamente, seguimos soportando una vida que no
funciona. Sin embargo, eso ya no tiene por qué ser así, porque ahora usted sabe
que Jesús está esperando para cambiarla. Yo compré recientemente un par de
zapatos, y sonaban cuando caminaba. Estaba en la tienda donde los compré y le
dije al vendedor que me atendía lo que sucedía con los zapatos, y me dijo:
“Tráigalos y se los cambiamos, sin hacer más preguntas”.

No tiene que quedarse con algo que no funciona.

Yo compro mucho en esa tienda en particular, y una de las principales


razones es debido a su política de cambios. Tengo confianza en que si compro
algo que no me funciona, puedo devolverlo y ellos me lo cambian. Si tener una
tienda así nos gusta, ¿no deberíamos emocionarnos de saber que Dios tiene una
tienda así también?

La justicia de Dios por la nuestra


Nunca seremos capaces de hacer suficientes cosas bien por nosotras mismas con
el fin de agradar a Dios. Isaías dijo que nuestra justicia es como trapos de
inmundicia o como un vestido contaminado (ver Isaías 64:6). Dios es perfecto, y
para que nuestra justicia sea aceptable ante Dios, como una ofrenda por nuestros
pecados, tendría que ser perfecta; eso no es posible para seres humanos con
defectos y débiles como nosotros. Pero no se desespere, porque podemos
intercambiar nuestra justicia imperfeta por la justicia perfecta de Dios debido a
lo que Jesús ha hecho por nosotros.

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador,
para que en él recibiéramos la justicia de Dios. (2 Corintios 5:21)

Si leyó deprisa este versículo, como solemos hacer cuando leemos libros, le
pido que regrese y lo lea despacio y piense en la belleza de lo que dice. ¡Qué
intercambio tan glorioso! Se convierte en algo nuestro al creerlo.
La mayor parte de mi vida tuve la sensación de que algo andaba mal en mí,
aunque nunca supe a ciencia cierta lo que era. Tenía una grabación que se
reproducía interminablemente en mi cabeza que decía: ¿Qué pasa conmigo?
¿Qué pasa conmigo? Empezó en mi infancia cuando fui abusada y sentía que
ciertamente algo debía estar mal en mí para que mi padre quisiera hacerme todas
las cosas horribles que me hacía. Sentía que sin duda era algo que no les ocurría
a otras niñas, aunque hace mucho supe lo horriblemente común que es. Mientras
más continuaba el abuso, más profundamente mal me sentía conmigo misma.
Imagínese mi gozo cuando supe que Dios, por su bondad, me veía como
alguien justo. Tardé mucho tiempo hasta que todos los sentimientos de sentirme
mal desaparecieron del todo, pero poco a poco fue sucediendo, y es maravilloso
vivir sin culpa y sin vergüenza, y saber y creer que Dios me aprueba. Lo mismo
está disponible para cualquiera que lo necesite y esté dispuesto a creerle a Dios y
soltar lo viejo. Me ayudó mucho meditar y confesar este versículo, y otros
parecidos, sobre estar bien con Dios. Me ayudó a renovar mi mente en cuanto a
la verdad de Dios en vez de creer las mentiras que Satanás me había hecho creer
la mayor parte de mi vida. Gradualmente, la vieja grabación en mi mente fue
reemplazada por otra nueva.
Bajo la ley del antiguo pacto en el que vivieron los israelitas, para que el
pecado fuera perdonado, el pecador ofrecía un sacrificio de animal en el altar de
Dios, y él o el sacerdote imponía sus manos sobre la cabeza del animal y
confesaba su pecado y su culpa. Creían que el pecado pasaba al animal, al cual
matarían después en lugar del pecador que merecía la muerte.
Jesús es llamado “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan
1:29). Cuando Juan hizo ese anuncio, los judíos sabían lo que significaba porque
a menudo usaban un cordero para sus sacrificios. Jesús nos ofrece el gran
intercambio: Él toma nuestro pecado y nosotros recibimos su perdón. Bajo el
antiguo pacto el pecado era cubierto, pero Jesús elimina nuestro pecado y lo
lleva tan lejos como el este está del oeste.

Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente
está el occidente. (Salmos 103:2)

Yo les perdonaré sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus


pecados. (Hebreos 8:12)

Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades. Y, cuando estos


han sido perdonados, ya no hace falta otro sacrificio por el pecado.
(Hebreos 10:17-18)

El pecado ya no solo se cubre, siempre recordándole vagamente lo que ha


hecho y dejándole con un sentimiento de culpa; ¡ahora es quitado por completo!
Deje que Jesús tome su pecado y su culpa y los cambie por su perdón y justicia
ante Dios.

Misericordia en vez de errores


Podemos cambiar nuestros errores por la misericordia de Dios. Pablo enseñó que
deberíamos acudir con confianza ante el trono de la gracia de Dios y recibir
misericordia por nuestros errores (ver Hebreos 4:16). La misericordia es cuando
Dios nos da lo que no merecemos. Él nos ayuda, responde a nuestras oraciones,
provee para nosotras y nos ama incondicionalmente, y no nos merecemos nada
de eso. Pero, por su gran misericordia, es nuestro como un regalo de parte de Él.
La lista de cosas que podemos intercambiar es demasiado larga como para
poder compartirlas todas en este libro, pero hay otro libro que las contiene todas,
y es la Biblia. Quiero animarla a leerla y estudiarla para que pueda descubrir
todo lo que Dios tiene para usted, no como una obligación religiosa o porque
sienta que es su tarea como cristiana. La Biblia es simplemente el mejor libro
sobre la faz de la tierra, y está lleno de promesas que son asombrosas ¡y son
todas suyas en Cristo!

EPÍLOGO

Es mi oración que este libro ayude a millones de mujeres a recuperarse de las


heridas de su alma y a vivir una vida de sanidad y bienestar. Si no ha recibido a
Jesús como su Salvador y Señor, le ruego que haga la oración que está al final de
este libro y comience ahora mismo con su nueva vida. Sepa que nunca se
acabarán las veces en las que podrá visitar la tienda de intercambio. Acuda
varias veces al día si lo necesita. Nunca olvide que es usted preciosa y muy
amada, y que Jesús no solo ha ido delante de nosotros al cielo para prepararnos
un lugar en el que vivamos con Él para siempre, sino que también lo ha
arreglado todo para que vivamos una vida plena y abundante durante nuestra
jornada en la tierra. No faltarán los desafíos y las dificultades en el camino, pero
con Él viviendo en nuestro interior podemos vivir en victoria. Es usted más que
vencedora por medio de Cristo, ¡quien la ama!
ACERCA DE LA AUTORA
Joyce Meyer es una de las principales maestras prácticas de la Biblia en el
mundo. Como autora de éxitos de ventas del New York Times, los libros de Joyce
han ayudado a millones de personas a encontrar esperanza y restauración por
medio de Jesucristo. Los programas de Joyce, Disfrutando la vida diaria y
Everyday Answers with Joyce Meyer, se emiten en todo el mundo en televisión,
radio y la Internet. A través de Joyce Meyer Ministries, Joyce enseña
internacionalmente sobre varios temas con un enfoque particular en cómo puede
aplicarse la Palabra de Dios a nuestra vida cotidiana. Su estilo de comunicación
sincero y espontáneo le permite compartir de forma abierta y práctica sobre sus
experiencias para que otros puedan aplicar a sus vidas lo que ella ha aprendido.
Joyce ha escrito más de cien libros, que se han traducido a más de cien
idiomas, y se han distribuido más de 65 millones de sus libros por todo el
mundo. Entre sus éxitos de ventas destacan Pensamientos de poder; Mujer
segura de sí misma; Luzca estupenda, siéntase fabulosa; Empezando tu día bien;
Termina bien tu día; Adicción a la aprobación; Cómo oír a Dios; Belleza en
lugar de cenizas; y El campo de batalla de la mente.
La pasión de Joyce por ayudar a las personas que sufren es el fundamento de
la visión de Hand of Hope, el brazo misionero de Joyce Meyer Ministries. Hand
of Hope ofrece viajes humanitarios por todo el mundo como programas de
alimentación, cuidado médico, orfanatos, respuesta a catástrofes, intervención y
rehabilitación en tráfico humano, y mucho más, siempre compartiendo el amor y
el evangelio de Cristo.
APÉNDICE I

Derecho al voto
Cuándo recibieron las mujeres la capacidad de votar en el mundo

1893 Nueva Zelanda

1902 Australia1

1906 Finlandia

1913 Noruega

1915 Dinamarca

1917 Canadá2

1918 Austria, Alemania, Polonia, Rusia

1919 Holanda

1920 Estados Unidos

1921 Suecia

1928 Gran Bretaña, Irlanda

1931 España

1934 Turquía
1944 Francia

1945 Italia

1947 Argentina, Japón, México, Pakistán

1949 China

1950 India

1954 Colombia

1957 Malasia, Zimbabue

1962 Argelia

1963 Irán, Marruecos

1964 Libia

1967 Ecuador

1971 Suiza

1972 Bangladés

1976 Portugal

1989 Namibia

1994 Sudáfrica

2005 Kuwait

2006 Emiratos Árabes Unidos


2011 Arabia Saudí3

Fuente: http://www.infoplease.com/ipa/A0931343.html.

Desigualdad salarial
En los Estados Unidos, el sueldo medio anual para una mujer que tiene un
trabajo a jornada completa es de 40 742 dólares, mientras que el sueldo
medio anual para un hombre que tiene un trabajo a jornada completa es de
51 212 dólares. Esto significa que, en general, las mujeres en los Estados
Unidos reciben 80 centavos por cada dólar que se les paga a los hombres,
sumando una brecha salarial anual de género de 10 470 dólares.

Fuente: US Census Bureau. (2016). Current Population Survey, Annual


Social and Economic (ASEC) Suplemento: Table PINC-05: Work
Experience in 2015—People 15 Years Old and Over by Total Money
Earnings in 2015, Age, Race, Hispanic Origin, Sex, and Disability Status.
Bajado en línea el 12 de octubre de 2016,
http://www.census.gov/data/tables/time-series/demo/income-poverty/cps-
pinc/pinc-05.html (cálculo sin publicar basado en el salario medio anual de
todas las mujeres y hombres que trabajaron a jornada completa un año
completo en 2015).

En enero de 2017, las mujeres actualmente ocupan 27 (5,4%) de las


posiciones de CEO en esas empresas S&P 500.

Fuente: http://www.catalyst.org/knowledge/women-ceos-sp-500.

Porcentaje de brecha salarial en el mundo (el porcentaje es cuánto más


reciben los hombres que las mujeres en el mundo):
Rango: 1
País: Corea
% Brecha salarial: 37,5

Rango: 2
País: Rusia
% Brecha salarial: 32,1

Rango: 3
País: Estonia
% Brecha salarial: 27,9

Rango: 4
País: Japón
% Brecha salarial: 27,4

Rango: 5
País: Chipre
% Brecha salarial: 25,1

Rango: 6
País: India
% Brecha salarial: 24,81

Rango: 7
País: Ucrania
% Brecha salarial: 22,2

Rango: 8
País: Alemania
% Brecha salarial: 20.8
Rango: 9
País: Israel
% Brecha salarial: 20,7

Rango: 10
País: Austria
% Brecha salarial: 19,2

Rango: 11
País: Canadá
% Brecha salarial: 19,2

Rango: 12
País: Finlandia
% Brecha salarial: 18,9

Rango: 13
País: Suiza
% Brecha salarial: 18,5

Rango: 14
País: Reino Unido
% Brecha salarial: 18,2

Rango: 15
País: República Checa
% Brecha salarial: 18,1

Rango: 16
País: Estados Unidos
% Brecha salarial: 17,8
Rango: 17
País: China
% Brecha salarial: 17,5

Rango: 18
País: Luxemburgo
% Brecha salarial: 17,3

Rango: 19
País: Holanda
% Brecha salarial: 16,7

Rango: 20
País: Letonia
% Brecha salarial: 16,5

Fuente: http://www.movehub.com/blog/global-gender-pay-gap-map.

Derechos de propiedad
Mississippi permitió a las mujeres tener propiedades a su nombre en 1839.
Fue el primer estado en hacerlo. En 1844, las mujeres casadas en Maine se
convirtieron en las primeras en los Estados Unidos en ganar el derecho a la
“economía separada” (si una mujer tenía un trabajo y ganaba dinero, podía
controlar totalmente la apropiación de esos fondos y no tenía que obtener
primero el permiso, legalmente, de su esposo).

Fuente:
http://en.wikipedia.org/wiki/Timeline_of_women’s_legal_rights_(oter_than_voting).
Educación
Una muchacha con una año extra de educación puede ganar un 20% más
cuando es adulta.

Fuente: abcnews.go.com (2013)

En el mundo, hay todavía 31 millones de niñas en edad de educación


primaria fuera de la escuela. De estas, se espera que 17 millones nunca
entren en la escuela. Hay 4 millones menos de niños que de niñas fuera de
la escuela. Tres países tienen más de un millón de niñas que no están en la
escuela: en Nigeria, hay casi 5,5 millones; en Pakistán, más de 3 millones; y
en Etiopía, más de un millón de niñas están fuera de la escuela (en 2013).

Fuente: United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization,


http://en.unescolorg/gem-report/sites/gem-report/files/girls-factsheet-
en.pdf.

Las mujeres con educación académica es menos probable que mueran al


nacer: Si todas las madres terminaran la educación primaria, las muertes
maternas se reducirían en dos tercios, salvando 98 000 vidas. En el África
subsahariana, si todas las mujeres terminaran la educación primaria, las
muertes maternas se reducirían en un 70%, salvando casi 50 000 vidas.

Fuente: United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization,


http://en.unescolorg/gem-report/sites/gem-report/files/girls-factsheet-en.pdf
(note: etiquetas múltiples).

Generocidio
Tras nacer, las bebés por lo general mueren más por no ser bien atendidas
que por asesinarlas de forma activa, pero las familias siguen ahogando,
asfixiando, estrangulando y abandonando a las bebés. Actualmente,
perdemos unos dos millones de niñas al año por generocidio.

Fuente: Valarie M. Hudson y Andrea M. den Boer, Bare Branches: The


Security Implications of Asia’s Surplus Male Population (Cambridge, MA:
MIT Press, 2005), pp. 112-113, 157. Ver también Mara Hvistendahl,
Unnatural Selection: Choosing Boys over Girls, and the Consequences of a
World Full of Men (New York: Public Affairs, 2011).

¿Dónde se produce el generocidio?

• Asia oriental: China, Vietnam, Singapur y Taiwán

• Asia del sur: India, Bangladés, Nepal, Pakistán y Afganistán.

• Asia occidental: Turquía, Siria, Irán, Azerbayán, Armenia y Georgia.

• Europa del este: Albania, Rumanía, Montenegro, Kósovo y Macedonia.

• Norte de África: Egipto, Túnez y Argelia

• África subsahariana: la mayoría de los países

• Comunidades asiático-americanas dentro de los Estados Unidos y Canadá

Fuente: Klasen y Wink, Missing Women: A Review of the Debates and an


Analysis of Recent Trends, 2002, disponible en SSRN:
https://ssrn.com/abstract=321861, p. 19. Para información con respecto a
los Estados Unidos, ver Douglas Almond y Lena Edlund, “Son-Biased Sex
Ration in the 2000 United States Census”, Proceedings of the National
Academy of Science 105, no. 15 (15 abril, 2008): 5681–5682.
Mutilación genital femenina
La mutilación genital femenina (MGF) incluye procedimientos que de
manera intencional alteran o provocan daño a los órganos genitales
femeninos por razones no médicas. La operación no tiene beneficios para la
salud para las niñas y las mujeres. Las operaciones pueden causar un
sangrado abundante y problemas para orinar, y después quistes, infecciones,
y también complicaciones en el parto y aumento del riesgo de muertes
neonatales. Más de 200 millones de las niñas y mujeres que viven en la
actualidad han sido mutiladas en treinta países de África, el Medio Oriente
y Asia, donde se concentra la MGF. La MGF se lleva a cabo principalmente
en chicas jóvenes entre la infancia y los quince años. La MGF es una
violación de los derechos humanos de las niñas y las mujeres.

Fuente: J. Simister, “Domestic Violence and Female Genital Mutilation in


Kenya: Effects of Ethnicity and Education”, Journal of Family Violence 25,
no. 3 (2010): 247-257.

Entre 100-400 millones de niñas y mujeres en todo el mundo están viviendo


con las consecuencias de la MGF, aproximadamente 3,3 millones de niñas
están en riesgo de MGF cada año, y en los veintiocho países para los que
existen datos (veintisiete en África más Yemen), más de 101 millones de
niñas de diez años en adelante viven con los efectos de la MGF (3).

Fuente: P. S. Yoder, S. Wang, y R. E. B. Johansen, “Female Genital


Mutilation/cutting in African Countries: Estimates of Numbers from
National Surveys”, informe no publicado.

Las consecuencias para la salud a corto y largo plazo de la mutilación


genital femenina:
• Intenso dolor

• Shock

• Hemorragia (sangrado excesivo)

• Sepsis

• Dificultad para el paso de la orina

• Infecciones

• Muerte

• Consecuencias psicológicas

• Fusión de labios vaginales no intencionada

• Necesidad de cirugía

• Problemas menstruales y de micción

• Relación sexual dolorosa y mala calidad de la vida sexual

• Infertilidad

• Dolor crónico

• Infecciones (por ej., quistes, abscesos y úlceras genitales, infecciones


pélvicas crónicas, infecciones del tracto urinario).

Fuente: WHO Study Group sobre la Mutilación Genital Femenina y el


resultado obstétrico, “Female Genital Mutilation and Obstetric Outcome:
WHO Collaborative Prospective Study in Six African Countries”, Lancet
367, no. 9525 (2006):1835–1841; R. Berg, E. Denison, y A. Fretheim,
Psychological, Social, and Sexual Consequences of Female Genital
Mutilation/Cutting (FGM/C): A Systematic Review of Quantitative Studies
(Oslo: Nasjonalt Kunnskapssenter for Helsetjenesten, 2010).

Violencia y abuso contra las mujeres


Las mujeres que han sufrido abuso físico o sexual a manos de sus parejas
tienen más del doble de probabilidades de sufrir abortos, casi el doble de
probabilidades de sufrir depresión, y en algunas regiones 1,5 más
probabilidades de adquirir VIH comparadas con las mujeres que no han
experimentado violencia de manos de su pareja.

Fuente: Organización Mundial de la Salud, Department of Reproductive


Health and Research, London School of Hygiene and Tropical Medicine,
South African Medical Research Council, Global and Regional Estimates
of Violence against Women: Prevalence and Health Effects of Intimate
Partner Violence and Non-Partner Sexual Violence, 2013, p. 2. Para
información del país, ver United Nations Department of Economic and
Social Affairs, The World’s Women 2015, Trends and Statistics, capítulo 6,
“Violence against Women”, 2015.

Una de cada cinco mujeres en los campus de los Estados Unidos han
experimentado abuso sexual.

Fuente: https://www.ncjrs.gov/pdfiles1/nij/grants/221153.pdf.

La mayoría de los estudios concluyen que las niñas y las mujeres tienen un
riesgo sustancialmente más alto de ser abusadas sexualmente que los
hombres.
Fuente: Aphrodite Matsakis, When the Bough Breaks (Oakland, CA: New
Harbinger Publications, 1991).

Un estudio de todos los prisioneros estatales que cumplen condena por


delitos de violencia en 1991 reveló que de todos los convictos por violación
o abuso sexual, dos terceras partes fueron contra niños y tres de cada cuatro
de sus víctimas eran chicas jóvenes.

Fuente: Lawrence Greenfeld, Child Victimizers: Violent Offenders and


Their Victims: Executive Summary (Washington, DC: Bureau of Justice
Statistics and the Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention,
US Department of Justice, 1996).

Incesto
Los estudios indican que el 46% de los niños que son violados son víctimas
de sus familiares.

Fuente: Patrick Langan y Caroline Harlow, Child Rape Victims, 1992


(Washington, DC: Bureau of Justice Statistics, US Department of Justice,
1994).

Uno de los investigadores principales de la nación sobre abuso sexual


infantil, David Finkelhor, calcula que un millón de estadounidenses son
víctimas de incesto padre-hija, y surgen 16 000 nuevos casos cada año.

Fuente: David Finkelhor, The Dark Side of Families: Current Family


Violence Research (Newbury Park, CA: Sage Publications, 1983).

• El incesto puede tener graves efectos a largo plazo sobre sus víctimas. Un
estudio concluyó que entre los supervivientes de incesto que fueron
víctimas a manos de sus padres, el 60% de las mujeres tenían trastornos
alimenticios.

Fuente: National Center for Victims of Crime and Crime Victims Research
and Treatment Center, Rape in America: A Report to the Nation (Arlington,
VA: National Center for Victims of Crime and Crime Victims Research and
Treatment Center, 1992); Heidi Vanderbilt, Heidi, “Incest: A Chilling
Report”, Lears (Febrero de 1992): pp. 49–77.

Tráfico de personas
Ludwig “Tarzan” Fainberg, un traficante convicto, dijo: “Se puede comprar
una mujer por diez mil dólares y recuperar el dinero en una semana si es
guapa y joven. Después, todo lo demás son beneficios”.

Fuente: E. Benjamin Skinner, A Crime So Monstrous: Face-to-Face with


Modern-Day Slavery (New York: Free Press, 2008).

Un traficante de seres humanos puede ganar veinte veces lo que pagó por
una niña. Dado que la niña no fuera maltratada físicamente hasta el punto
de estropear su belleza, el proxeneta podría volver a venderla por más
precio por haberla entrenado y por haber domesticado su espíritu, lo cual
les ahorra a futuros compradores el problema. Un estudio de 2003 en
Holanda reveló que, como promedio, una esclava sexual ganaba para su
proxeneta al menos 250 000 dólares al año.

Fuente: E. Benjamin Skinner, A Crime So Monstrous: Face-to-Face with


Modern-Day Slavery (New York: Free Press, 2008).

Según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, entre 600 000 y


800 000 personas son víctimas del tráfico de seres humanos que cruzan
fronteras internacionales cada año, de las cuales el 80% son mujeres y la
mitad niñas.

Fuente: https://www.dosomething.org/us/facts/11-facts-about-human-
trafficking.

La línea directa nacional para el tráfico humano recibe más llamadas desde
Texas que desde ningún otro estado de los Estados Unidos. El 15% de esas
llamadas son de la zona de Dallas-Forth Worth.

Fuente: https://www.dosomething.org/us/facts/11-facts-about-human-
trafficking.

El tráfico de seres humanos es la tercera industria delictiva internacional


más grande (detrás del tráfico de droga ilegal y del tráfico de armas). Se
dice que genera unos beneficios de 32 000 millones al año. De esa cifra, 15
500 millones se ganan en países industrializados.

Fuente: https://www.dosomething.org/us/facts/11-facts-about-human-
trafficking.

Los estudios destacan que el tráfico sexual juega un papel principal en la


difusión del VIH.

Fuente: Anthony M. Destefano, The War on Human Trafficking


(Piscataway, NJ: Rutgers University Press, 2007).

Más del 71% de niñas y niños víctimas de tráfico muestran tendencias


suicidas.

Fuente: E. Benjamin Skinner, A Crime So Monstrous: Face-to-Face with


Modern-Day Slavery (New York: Free Press, 2008).
Según el FBI, una organización grande de tráfico humano en California en
2008 no solo amenazó físicamente y golpeó a niñas de tan solo doce años
para que trabajasen como prostitutas, sino que regularmente las
amenazaban con brujería.

Fuente: FBI, “International Human Trafficking”, 13 de noviembre de 2009.


https://www.fbi.gov/audio-repository/news-podcasts-inside-international-
human-trafficking.mp3/view.

APÉNDICE II:
QUIÉN ES USTED EN
JESUCRISTO

He recibido el espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de


Jesús, los ojos de mi entendimiento son iluminados (Efesios 1:17-18).

He recibido el poder del Espíritu Santo para imponer manos sobre los
enfermos y sean sanados, para echar fuera demonios, para hablar nuevas
lenguas. Tengo poder sobre todas las fuerzas del enemigo, y nada podrá
jamás hacerme daño (Marcos 16:17-18; Lucas 10:17-19).

Me he despojado del viejo hombre y me he revestido del nuevo, que está


renovado en el conocimiento según la imagen de Aquel que me creó
(Colosenses 3:9-10).

He dado, y se me dará; una medida llena, apretada, sacudida y desbordante


me será puesta en mi regazo (Lucas 6:38).

No me falta nada porque Dios suple todas mis necesidades conforme a sus
riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

Puedo apagar todos los dardos de fuego del maligno con el escudo de la fe
(Efesios 6:16).

Todo lo puedo en Cristo Jesús (Filipenses 4:13).

Muestro las alabanzas de Dios, quien me ha llamado de las tinieblas a su


luz maravillosa (1 Pedro 2:9).

Soy hija de Dios, porque he nacido de nuevo por la semilla incorruptible de


la Palabra de Dios, que vive y habita en mí para siempre (1 Pedro 1:23).

Soy una obra maestra de Dios, creada en Cristo para buenas obras (Efesios
2:10).

Soy una nueva criatura en Cristo (2 Corintios 5:17).

Soy un espíritu vivo para Dios (Romanos 6:11; 1 Tesalonicenses 5:23).

Soy creyente, y la luz del evangelio brilla en mi mente (2 Corintios 4:4).

Soy hacedora de la Palabra y estoy bendecida en mis acciones (Santiago


1:22, 25).

Soy coheredera con Cristo (Romanos 8:17).

Soy más que vencedora a través de Él, que me ama (Romanos 8:37).
Soy vencedora por la sangre del Cordero y la palabra de mi testimonio
(Apocalipsis 12:11).

Soy participante de su naturaleza divina (2 Pedro 1:3-4).

Soy embajadora de Cristo (2 Corintios 5:20).

Soy parte de una generación escogida, un real sacerdocio, nación santa,


pueblo comprado (1 Pedro 2:9).

Soy la justicia de Dios en Jesucristo (2 Corintios 5:21).

Soy el templo del Espíritu Santo; no me pertenezco (1 Corintios 6:19).

Soy la cabeza y no la cola; estoy encima y no debajo (Deuteronomio


28:13).

Soy la luz del mundo (Mateo 5:14).

Soy su escogida, llena de misericordia, bondad, humildad y paciencia


(Romanos 8:33; Colosenses 3:12).

Soy perdonada de todos mis pecados y lavada en la sangre (Efesios 1:7).

Soy librada del poder de las tinieblas y trasladada al reino de Dios


(Colosenses 1:13).

Soy redimida de la maldición del pecado, la enfermedad y la pobreza


(Deuteronomio 28:15-68; Gálatas 3:13).

Estoy firmemente arraigada, edificada, establecida en mi fe, y rebosante de


gratitud (Colosenses 2:7).

Dios me ha llamado a ser la voz de su alabanza (Salmos 66:8; 2 Timoteo


1:9).

Soy curada por la llaga de Jesús (Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24).

He resucitado con Cristo y he sido sentada en lugares celestiales (Efesios


2:6; Colosenses 2:12).

Soy grandemente amada por Dios (Romanos 1:7; Efesios 2:4; Colosenses
3:12; 1 Tesalonicenses 1:4).

Soy fortalecida con todo poder según su gloriosa fuerza (Colosenses 1:11).

NOTAS

1 http://www.history.com/topics/womens-history/19th-amendment.

2 US Census Bureau. (2016). Current Population Survey, Annual Social


and Economic (ASEC) Supplement: Table PINC-01. Selected
Characteristics of People 15 Years and Over, by Total Money Income in
2015, Work Experience in 2015, Race, Hispanic Origin, and Sex. Bajado
en línea el 12 de octubre de 2016,
http://www.census.gov/data/tables/time-series/demo/income-poverty/cps-
pinc/pinc-01.html (cálculo no publicado basado en el salario mínimo
anual para todas las mujeres y hombres que trabajaron a jornada
completa, todo el año 2015, multiplicado por el número total de mujeres
que trabajaron a jornada completa, todo el año 2015).
3 abcnews.go.com (2013).

4 United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization,


http://en.unesco.org/gemreport/sites/gem-report/files/girls-factsheet-
en.pdf.

5 United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization,


http://en.unesco.org/gem-report/sites/gem-report/files/girls-factsheet-
en.pdf (nota: tablas múltiples).

6 Gendercide Awareness Project, Gendap.org.

7 Valarie M. Hudson y Andrea M. den Boer, Bare Branches: The Security


Implications of Asia’s Surplus Male Population (Cambridge, MA: MIT
Press, 2005), pp. 109–113, 171–172. Ver también Mara Hvistendahl,
Unnatural Selection: Choosing Boys over Girls, and the Consequences of
a World Full of Men (New York: Public Affairs, 2011).

8 https://www.cdc.gov/violenceprevention/nisvs/infographic.html.

9 Organización Mundial de la Salud, Department of Reproductive Health


and Research, London School of Hygiene and Tropical Medicine, South
African Medical Research Council, Global and Regional Estimates of
Violence against Women: Prevalence and Health Effects of Intimate
Partner Violence and Non-Partner Sexual Violence, 2013, p. 2. Para
información sobre países individuales, ver United Nations Department of
Economic and Social Affairs, The World’s Women 2015, Trends and
Statistics, capítulo 6, “Violence against Women”, 2015.

10 UNODC, Global Report on Trafficking in Persons, 2014, pp. 5, 11.

11 International Labour Organization, Minimum Estimate of ForcedLabour


in the World (Abril 2005), p. 6.

12 https://www.dosomething.org/us/facts/11-facts-about-human-trafficking.

13 Skinner, E. Benjamin, A Crime So Monstrous: Face-to-Face with


Modern-Day Slavery (New York: Free Press, 2008).

14 https://www.goodreads.com/quotes/230438-in-a-futile-attempt-to-erase-
our-past-we-deprive.

15 https://www.goodreads.com/quotes/255850-of-one-thing-i-am-perfectly-
sure-god-s-story-never.

16 http://www.encyclopedia.com/humanities/dictionaries-thesauruses-
pictures-and-press-releases/discernment.

17 https://lenski.com/how-to-let-go-of-unresolved-conflict.

18 http://www.sermonsearch.com/sermon-illustrations/1084/not-today.

19 https://www.brainyquote.com/quotes/quotes/t/theodorero380703.html.

20 https://www.goodreads.com/quotes/230436-over-the-years-i-have-come-
to-realize-that-the.

21 Ibíd.

22 https://www.brainyquote.com/quotes/quotes/g/georgewash158549.html.

23 http://www.healanxietyanddepression.com.

24 https://www.brainyquote.com/quotes/quotes/a/abrahamlin383153.html.

25 http://www.success.com/article/how-to-stand-up-for-yourself.
26 https://www.goodreads.com/quotes/51815-public-opinion-is-a-weak-
tyrant-compared-with-our-own.

27 https://www.sciencedaily.com/releases/2011/08/110815162348.htm.

28 http://www.isacs.org/misc_files/SelfEsteem_Report%20-
%20Dove%20Campaign%20for%20Real%20Beauty.pdf.

29 https://www.goodreads.com/quotes/63061-what-we-hope-ever-to-do-
with-ease-we-must.

30 https://www.goodreads.com/quotes/42890-how-poor-are-they-that-have-
not-patience-what-wound.

¿Tiene una relación real con Jesús?


¡Dios la ama! Él la creó para ser una persona especial, única, exclusiva, y Él
tiene un propósito concreto y un plan para su vida. Y mediante una relación
personal con su Dios y Creador, puede descubrir un estilo de vida que
verdaderamente satisfará su alma.
No importa quién sea, lo que haya hecho, o dónde se encuentre en la vida
ahora mismo, el amor y la gracia de Dios son mayores que su pecado: sus
errores. Jesús voluntariamente dio su vida para que usted pueda recibir perdón
de Dios y tener nueva vida en Él. Él está esperando a que usted le invite a ser su
Salvador y Señor.
Si está lista para entregar su vida a Jesús y seguirle, lo único que tiene que
hacer es pedirle que perdone sus pecados y le dé un nuevo comienzo en la vida,
el cual Él tiene para usted. Comience haciendo esta oración…

Señor Jesús, gracias por darme tu vida y perdonar mis pecados para que pueda
tener una relación personal contigo.
Siento mucho los errores que he cometido, y sé que necesito que me ayudes a
vivir rectamente.
Tu Palabra dice en Romanos 10:9 que “si confiesas con tu boca que Jesús es el
Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás
salvo” (NVI). Creo que eres el Hijo de Dios y te confieso como mi Salvador y
Señor. Tómame tal como soy, y obra en mi corazón, haciéndome la persona que
quieres que sea. Quiero vivir para ti, Jesús, y estoy muy agradecida porque me
estás dando un nuevo comienzo en mi nueva vida contigo hoy.
¡Te amo, Jesús!

¡Es maravilloso saber que Dios nos ama tanto! Él quiere tener una relación
profunda e íntima con nosotras que crezca cada día al pasar tiempo con Él en
oración y estudiando la Biblia. Y queremos animarla en su nueva vida en Cristo.
Por favor, visite tv.joycemeyer.org/espanol/como-conocer-jesus/ y descargue
gratis el libro de Joyce, Diles que les amo, que es nuestro regalo para usted.
También tenemos otros recursos gratuitos en línea para ayudarle a progresar en
su búsqueda de todo lo que Dios tiene para usted.
¡Felicidades por su nuevo comienzo en su vida en Cristo! Esperamos oír de
usted pronto.
Este diario es un recurso poderoso que le ayuda a mejorar su jornada espiritual,
y le permite profundizar en aquello que percibe en su interior. Aquí no hay
respuestas correctas o incorrectas. Simplemente sea abierta y honesta consigo
misma y con Dios, y encontrará lo que está buscando.
Según Efesios 1:17-18, usted ha recibido espíritu de sabiduría y de revelación en
el pleno conocimiento de Jesucristo, siendo iluminados los ojos de su
entendimiento. Después de leer Sanidad para el alma de una mujer, ¿se entiende
más a sí misma? ¿Cómo continuará su proceso de sanidad de aquí en adelante?
Escriba lo que piensa.

Copyright © 2018 por Joyce Meyer


Dios suple todas nuestras necesidades según sus riquezas en gloria (ver
Filipenses 4:19), y lo que Él tiene en mente para nosotras es infinitamente mejor
como para que nos demos por vencidas. ¿Se le dificulta soltar algo que sabe que
debería entregarle a Dios? Si es así, identifique qué es y por qué.
La Biblia nos anima a proclamar las obras maravillosas de Aquel que nos llamó
de las tinieblas a su luz admirable (ver 1 Pedro 2:9). Escriba sobre esas luchas en
las cuales Dios la ha ayudado y cómo ha sido transformada a una nueva criatura
en Cristo.
A través de la Biblia, Dios dice que usted es muy amada (ver Romanos 1:7,
Efesios 2:4, Colosenses 3:12, 1 Tesalonicenses 1:4). Escriba cinco declaraciones
que le recordarán que usted es su amada. Afírmeselo a sí misma todos los días, y
ore cada mañana para que esta verdad le sea revelada.
La fe no solo la guía en su caminar diario, sino que la protege. Cuando realmente
cree que ha sido hecha justa con Dios mediante la fe en Cristo, dejará de sentirse
culpable, condenada y avergonzada. Efesios 6:16 nos enseña: “. . . tomen el
escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del
maligno”. ¿Qué significa este versículo para usted? ¿Cómo se siente saber que
Dios la mantiene a salvo?

Usted es hechura de Dios, creada en Cristo Jesús para buenas obras (ver Efesios
2:10). Celebre quién es y escriba al menos cinco cosas que le encantan sobre
usted misma. Exprese una oración de agradecimiento por haber sido creada a la
imagen de Él.
Santiago 1:22-25 la alienta a poner en acción la Palabra de Dios para que sea
bendecida al hacerlo. Escriba sobre cómo puede vivir este concepto. ¿Qué puede
hacer durante su día para “practicar la Palabra”?
Romanos 8:17 declara que usted es coheredera con Cristo. Escriba este versículo
en sus propias palabras, y medite en el hecho de que su herencia en Dios es
mayor que cualquier problema que pueda estar atravesando.
¿Qué cree que significa ser más que un vencedor en Cristo (ver Romanos 8:37)?
¿Lo cree de usted? Explique por qué sí o por qué no, y escriba una oración
pidiéndole a Dios que aumente su fe para que pueda verse a sí misma como una
vencedora.
Según Colosenses 2:7, estamos llamados a ser arraigados, edificados,
confirmados en la fe y llenos de gratitud. Escriba aquellas escrituras que la
arraigan en la fe, y anote al menos tres cosas por las cuales está agradecida en su
jornada de sanidad.
Apocalipsis 12:11 declara que usted ha vencido por medio de la sangre del
Cordero y por el mensaje del testimonio. ¿Ha compartido su testimonio con
alguien sobre la lectura de Sanidad para el alma de una mujer? ¿Produjo algún
cambio? Escríbalo aquí y concéntrese en su progreso en lugar de cuánto le falta
por alcanzar.
Usted es fortalecido en todo sentido con su glorioso poder (ver Colosenses 1:11).
¿Quién o quiénes en su vida también la fortalecen y la apoyan? Escriba sobre
cómo la animan y la ayudan en su jornada de sanidad. Haga una oración de
gratitud a Dios por traerlos a su vida.
Deuteronomio 28:13 declara que el Señor la pondrá a la cabeza, y no en la cola;
que estará en la cima y nunca en el fondo. Escriba sobre cinco cosas que usted
no es. ¿Qué dicen ellas de usted y su jornada de autodescubrimiento?
Nosotros, como creyentes, somos parte de un linaje escogido, una nación santa
(ver 1 Pedro 2:9). ¿Cómo puede animar a otras mujeres que pudieran estar
pasando por dificultades? ¿Cómo usará su historia para compartir el amor de
Cristo?
¿Cuáles son sus esperanzas y deseos para el futuro, cuando Jesús sane su dolor y
su sufrimiento? ¿Qué es lo que anhela? Pídale a Dios que la guíe y dele la gloria
por las bendiciones futuras.
Isaías 53:5 revela que somos sanados por las heridas de Jesús, y somos llamados
por Dios para ser la voz de su alabanza (ver Salmo 66:8). Escriba una oración de
gratitud a Dios por salvar y sanar su alma.
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100 Ways to Simplify Your Life
21 Ways to Finding Peace and Happiness
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The Battle Belongs to the Lord
Battlefield of the Mind*
Battlefield of the Mind for Kids
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Trusting God Day by Day
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Belleza en lugar de cenizas (Beauty for Ashes)
Buena salud, buena vida (Good Health, Good Life)
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El campo de batalla de la mente (Battlefield of the Mind)
Cómo formar buenos hábitos y romper malos hábitos (Making Good Habits,
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Dios no está enojado contigo (God Is Not Mad at You)
La dosis de aprobación (The Approval Fix)
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Pensamientos de poder (Power Thoughts)
Sobrecarga (Overload)*
Termina bien tu día (Ending Your Day Right)
Usted puede comenzar de nuevo (You Can Begin Again)
Viva valientemente (Living Courageously)
LIBROS POR DAVE MEYER
Life Lines

1 Las mujeres australianas, a excepción de las mujeres aborígenes, obtuvieron el


voto en 1902. Los aborígenes, hombres y mujeres, no obtuvieron el derecho a
votar hasta 1962.
2 La mujeres canadienses, a excepción de las mujeres indias canadienses,
obtuvieron el voto en 1917. Los indios canadienses, hombres y mujeres, no
obtuvieron el derecho a voto hasta 1960. Fuente: New York Times, 22 de mayo
de 2005.
3 El rey Abdulá firmó un decreto en 2011 ordenando que las mujeres pudieran
presentarse a candidatas y votar en elecciones municipales, pero su primera
oportunidad no llegó hasta diciembre de 2015, casi un año después de la muerte
del rey en enero de 2015.
* Guía de estudio disponible para este título

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