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Resumen:
Texto:
La ciencia y la Biblia
Este sábado en “Una hora con la Historia” hablaremos de las relaciones entre Companys
y Azaña durante la guerra civil. Muy aleccionador.
https://www.youtube.com/watch?v=483EAfq2hSY&t=10s
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Afirma César Vidal que la raíz de la ciencia se halla en la Biblia y que gracias a ella la
revolución –más bien que reforma—protestante la desarrolló desde el siglo XVI. Afirma
asimismo que los científicos católicos son muy escasos y debían sus saberes en gran
medida a los avances de los protestantes. En suma, Que la Reforma (protestante) del
siglo XVI fue la clave para entender la Revolución científica es una verdad histórica
admitida en todas las áreas. Me temo que solo esté admitida en las áreas protestantes, y
no sé si en todas.
Para justificar su tesis, el señor Vidal recurre al caso Galileo –a quien sí podría
considerarse, sin demasiada injusticia, el padre de la ciencia moderna—y lo explica así:
Galileo (1564-1642) –que basó buena parte de sus avances en las obras de científicos
calvinistas holandeses– fue juzgado y condenado por la iglesia católica. Se convirtió en un
claro aviso para navegantes. Este modo de exponer el caso no parece muy propio de
historiadores profesionales, como admite serlo el señor Vidal, quien no solo olvida
donosamente a Copérnico sino que desvirtúa la realidad histórica. Creo que lo aclara
mejor Vittorio Messori, un estudioso de Galileo: “Cuando tenía casi setenta años, después
de una vida honrada por la Iglesia, salvo una prudente advertencia para que no
transformase simples conjeturas en certezas indiscutibles, Galileo fue condenado no por lo
que decía, sino por cómo lo decía, ya que sus propias hipótesis –y entonces no pasaban
de ser eso, y las pruebas que aportó se revelaron equivocadas—eran mantenidas por
muchos científicos que, a la vez, eran frailes y monjes. Copérnico, a quien Galileo se
remitía, era un devoto canónigo polaco, respetado por los papas y execrado en cambio por
Lutero y por otros reformadores que, por una vez, celebraron una iniciativa de la Iglesia
católica y dijeron que, si hubiera caído en sus manos, Galileo se habría dejado la piel. En
cambio, en manos romanas, no pasó siquiera un día en la cárcel y fue hospedado y
confortado por cardenales y obispos, ni se le impidió investigar ni publicar, hasta el punto
de que su obra científica más importante la editó tras la “terrible” condena consistente en la
recitación diaria de algunos salmos penitenciales”. Esto parece, nuevamente, mucho más
ajustado a la realidad histórica, también a la realidad del fanatismo protestante de la
época. Y que Galileo utilizara algunos inventos técnicos holandeses no quiere decir que
fuera influido intelectualmente por ellos. Lo fue mucho más por Copérnico, como señala
Messori, y posiblemente por alguna aportación española.
¿Qué conclusión nos ofrece la historia? Pues que, contra las preferencias del señor
Vidal, la ciencia tiene muy poco que ver con la Biblia (que no es un libro científico, sino de
fe) o con las religiones judía o protestante. Tampoco vamos a caer en la tesis hoy tan
extendida de que ciencia y religión se oponen. En Nueva historia de España he indicado
que los orígenes más remotos de la ciencia podrían encontrarse probablemente en
algunas actitudes y actividades sacerdotales de las civilizaciones antiguas. La historia de
las relaciones entre religión y ciencia es compleja, a veces conflictiva y otras de mutuo
refuerzo (como sugería Bacon). En todo caso no es en absoluto la relación que establece
el señor Vidal. El hecho histórico constatable, insisto, es que la ciencia no nace en Israel,
sino en Grecia, cuyo pensamiento fecunda su renacer en Italia y a partir de ella en gran
parte de Europa; y que es perfectamente asumible por muy diversas religiones e
ideologías, incluso ateas.
Dicho esto, podemos abordar el atraso científico de España con respecto no solo a
algunos países protestantes, sino también católicos. El atraso es indudable y, sabiendo ya
que no puede achacarse al catolicismo, habrá que buscar otras causas.
Dado que don César admira la ciencia, y que demuestra además un fuerte patriotismo,
podría aplicar más cuidadosamente sus principios, ya que con sus metodologías me temo
que no saldría España del paso. Lo mismo que su admiración por Usa no significa que él
comparta necesariamente las virtudes useñas. Hay un fondo en que estamos de acuerdo
él y yo, y es en la defensa de la ciencia y de la cultura española. En lo que discordamos es
en los criterios al respecto.
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