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AUTOR​: Renouvin

TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.


TEMA​: Cap. 1 Rupturas Revolucionarias.
ARGUMENTO:

VIEJAS Y NUEVAS RUPTURAS EN ORIENTE: ​Mientras en Europa occidental se multiplicaban las señales
que anunciaban una era completamente nueva en las relaciones internacionales, los asuntos del imperio
turco parecían no evolucionar sino con infinita lentitud, siguiendo los viejos caminos. El tema de la decadencia
turca era clásico en Europa, y en aquella época de finales del S. XVII, tenía más crédito que nunca. El
contraste entre el creciente progreso técnico del mundo occidental y la inercia otomana se acentuaba por
días. Allí donde se observaba alguna actividad de producción e intercambio aquella relativa prosperidad se
debía a los técnicos, los capitales y los barcos de las casas de comercio occidentales. Fuera de tales zonas
de excepción, la economía turca se contentaba con producir los bienes elementales por unidades geográficas
aisladas. El tipo de alto funcionario seguía siendo el que tradicionalmente escribía en sus relatos los
embajadores extranjeros: hombres astutos y a veces capaces, pero que no ponían sus cualidades al servicio
del estado, sino de sus intereses personales y de sus dispendiosas aficiones al lujo o al arte. En medio de
todo, los menos malos solían ser aquellos rudos “hijos de la montaña”, que en algún puesto de mando se
habían sabido procurar una semi independencia, y que muchas veces se rebelaban abiertamente contra el
representante de la sublime puerta, pero que solían ser respetuosos con el sultán e incluso le ofrecían una
ayuda de la que podían fiarse. Ese cuadro tradicional de una Turquía atrasada, inmóvil, desligada de la
civilización cristiana, era el que las potencias vecinas tenían máximo interés en admitir. Sus masas
populares, austríacas, húngaras, y rusas, continuaban saturadas de viejos odios e incluso antiguos terrores.

La miseria de los cristianos bajo la dominación musulmana justificaba proyectos políticos, en los que el
humanitarismo servía de máscara a la codicia. Rusia mantenía su propósito de explorar el derecho de
proteger a los ortodoxos. Las hostilidades comenzaron oficialmente el 7 de agosto de 1787. para los rusos y a
fines del 88 para los austríacos. El ejército otomano era poco numeroso.Los contingentes que se pudieron
reunir en el 87 eran heterogéneos, de todas las razas con armamento arcaico y sin disciplina. Los jenízaros
ya no representaban más que una especie de andrajosa gendarmería. De este modo, y a pesar de su lentitud
los cristianos avanzaron. Las complicaciones del conflicto fueron, también, las habituales. Una vieja
experiencia indicaba la energía guerrera de que, inopinadamente, podían dar prueba los musulmanes. En
1788 pasaron el Danubio, invadieron y devastaron el Banato.

A espalda de las cortes imperiales, las cancillerías europeas aplicaban, diligentemente, el principio clássico
del equilibrio; y mientras los beligerantes se preocupaban por engrandecerse, ellas se cuidaban de
abastecerse. En julio del 88 Suecia amenazó a San Petersburgo, Prusia está dispuesta a prender fuego a
Europa entera antes de retirarse sin haber sacado de aquel asunto el medro para lograr el cual todos los
medios eran buenos. Por lo que animaba a Polonia vs los rusos, excitaba vs Austria a los húngaros y bélgas
sublevados y por último intentaba comprometer a inglaterra y holanda. José II sintió el peligro prusiano, e
intentó poner fin a la guerra turca. Cuando en febrero de 1790 muere, su sucesor Leopoldo empleó toda su
diplomacia en poner fin a la aventura. Inmediatamente concertó un armisticio con la Sublime Puerta y él la
paz se Sistova Austria se conformó con algunas rectificaciones de fronteras. Rusia se quedaba sola, pero sus
éxitos en el Danubio le permitían ser más exigentes arruinando el gran proyecto griego y asegurando
definitivamente para Catalina II la frontera del Dniéster. Rusia se encontraba sólidamente establecida en tales
tierras, cuy trigo no tardaría en intervenir en la economía europea.

La política inglesa debió al conflicto oriental una notable ampliación de horizontes. William Pitt, primer ministro
desde dic del 83, no tenía intención de emprender una política de aventuras. No obstante, la expansión del
poderío ruso le inquietaba. Temía que Catalina II dominase aquél Báltico, donde los navíos Británicos traían
el trigo, el pescado salado y los productos necesarios para la flota: madera, cáñamo, hierro y cobre. Pitt
empezaba a adquirir conciencia del lugar que la India iba a ocupar en la política inglesa. Los clarividentes
informe que el gobernador Cornwallis enviaba desde Calcuta, insistían en el importantísimo papel que habría
rde representar Bengala en un conflicto armado. Los problemas indios se discutían en el parlamento y la
prensa. La política europea más inmediata a Pitt lleva la marca de estas preocupaciones. Si en 1788
consiguió sustituir en Holanda la influencia francesa por la inglesa y firmar con las Provincias Unidas y prusia
una alianza defensiva para proteger a los Países Bajos, pero también para poner la posesión Holandesa de
Celián su base naval de Trincomale. Efectivamente en 1791 se discutió en San Petersburgo una expedición
contra la India a través de las regiones del Caspio. Pitt creyó poder contener el peligro que se cernía sobre
Constantinopla y mediante el requerimiento que unido con Prusia dirigió a Catalina II, pidiendo que
concediera al sultán la paz sin anexión.

Apareció a su vez, un elemento que, a pesar de su humildad, llegaría a ser esencial en las cuestiones
balcánicas; aun cuando la dominación otomana fuese más tolerante y menos insoportable que lo que daba a
entender las cancillerías europeas, los pueblos cristianos sometidos a ella recobraban la conciencia de sí
mismos. En realidad, los montenegrinos, bajo el mando del príncipe obispo Pedro I Petrovich estaban ahora
menos sujetos que nunca a los turcos. En la guerra de 1787 - 92, rusos y austríacos disputaron su alianza.
Luego, al llegar la paz, los dejaron solo ante los turcos, pero, protegidos por los escarpados riscos de la
Cerna Gora, resistieron con un vigor que mantuvo, si no una idea nacional, al menos una verdadera
autonomía La guerra despertó a los países servios. Aquellas democracias se agitaron con la guerra, cuando
las tropas, al pasar, robaban y devastaban o los jenízaros cobraban 2 veces los impuestos. En 1790 permitió
que se reuniera en Temesvar un congreso nacional servio. En Austria se habían instalado los centros
religioso servicios que conservaban el recuerdo del glorioso imperio medieval. Los tratados de paz de 1791 -
1792 abandonaron a los cristianos a su suerte, bajo la promesa de amnistía, pero cuando los turcos volvieron
a ocupar el país notaron bien el cambio. En los principados danubianos de Moldavia y Valaquia la conmoción
de la guerra fue ruda. Las operaciones los habían devastado. Restablecida la paz, el sultán rehizo su propio
tesoro a expensas de ellos, aumentándoles el tributo legal, y los funcionarios, el suyo, duplicando el impuesto
de los peajes. Y sin embargo, en medio de tanta miseria, las ideas nuevas continuaban desarrollándose.
Aunque la masa campesina permanecía indiferente, los pueblos conservaban su amplia autonomía
administrativa, acostumbrada. La vida urbana seguía siendo reducida, y la burguesía se hallaba casi siempre
en la escasez; pero se encontraban muchos griegos cuyos vínculos familiares o comerciales con los
negociantes y armadores de Esmirna o de Constantinopla, ensanchaba el horizonte. Los príncipes que
Turquía colocaba a la cabeza de los principados eran ávidos griegos fanariotas, pero que había tomado
constantinopla múltiples contactos con la civilización helénica y francesa.

Por Austria, la cultura germánica se introducía más libremente representada por médicos y técnicos. Moldaia
recibía directamente la influencia de una Polonia en pleno esfuerzo de renovación y abierta a las ideas
occidentales. En 1804, una misión de boyardos fue enviada a París. Muy vagamente iba esbozando una
nacionalidad rumana. Un grupo de boyardos valacos pidió a los príncipes autóctonos un ejército formado pro
elementos locales y un territorio neutralizado. También allí, entre el clásico sopor de la Europa oriental
empezaba a sentirse el rumor de un despertar.

EUROPA Y LOS DISTURBIOS DE FRANCIA​: A principios de 1789, el conde de Montmorin-Saint Herem,


ministro de asuntos Exteriores desde feb del 87, reseñaba la situación de Francia, Holanda ya no estaba bajo
su control, Dinamarca pertenece a Rusia, Suecia ya no merece confianza y no podría ser más que se utiliza
secundaria en el continente, Prusia se ha amalgamado con Inglaterra, convirtiéndose en enemiga nuestra,; el
imperio no es sino un compuesto de piezas que no combinan y sus principales miembros están ligados a
Prusia. Por lo tanto solo queda la alianza con el imperio Ruso. Uno de los obstáculos casi insuperables era la
amistad que Francia mantenía con los Turcos, entonces en plena guerra con Rusia y su temor de que un
enfriamiento con ellos pudiese perjudicar su comercio con Levante. Por otra parte, siendo aliada de Austria,
no podía dejar de preguntarse si su amistad con San Petersburgo dificultaba sus relaciones con Viena y

Todas las cancillerías de Europa comprendían la importancia a que la diplomacia francesa se veía condenada
por la Revolución y no eran sus aliados, España y Austria, quienes le daban menos importancia. Viena
consideró que la anulación de Francia relajaba los compromisos de la alianza; y en busca de un nuevo
equilibrio, se decidió por la paz con los turcos. El hecho de que los gabinetes considerasen las cosas tan
superficialmente, se explica por las noticias que se recibían de Francia. Sin embargo, al principio de la
Revolución, hubo quienes percibieron, entre los disturbios de Francia, los elementos de vigor y de
regeneración. Los representantes de las potencias en Francia fueron, frecuentemente, observadores sin
perspicacia, más escandalizados por los disturbios y los excesos que atentos a las nuevas fuerzas y que se
inclinaban a informar a sus cortes en el sentido que les era más grato. La tribuna de la asamblea
Constituyente, encontraba en los gabinetes europeos un auditorio y un crédito muy amplios; y los disturbios,
pesaban más en el extranjero que dentro de la nación. Tenemos que insistir, también, en la actuación de los
emigrados y en los llamamientos de Luis XVI y de la reina, que exageraba el peligro.

De todos los desórdenes que conmovieron a Francia, los que causaron mayor impresión en Europa fueron,
además de las jaquerías, las presiones e imposiciones materiales ejercidas sobre el rey. Parecían anunciar
que el antiguo régimen había fenecido. Desde entonces, en el lenguaje diplomático, Luis XVI fue llamado el
infortunado monarca. Al mismo tiempo que Francia perdía su jefe pareció que también perdió su ejército. y
los motines militares que agitaban el reino influyeron mucho en la opinión que el extranjero formó de su
decadencia. Tales levantamientos fueron ya serios a finales de 1789 pero en 1790 se agravaron
alarmantemente. La asamblea constituyente iba informando a Europa por medio de sus debates de todos los
incidentes, mostrándose indulgente en un principio, alarmada y adusta luego y por último, después de los
combates vacilantes acerca de las responsabilidades. Para las cortes extranjeras era evidente que el ejército
se estaba disgregando.

También la dirección de la política exterior francesa era ajena al rey. En mayo de 1790 la Constituyente
discutió el derecho de paz y guerra. El origen se remontaba a un incidente anglo español, que reclamaba
Londres una reparación que Madrid se negaba a dar, y Francia ligado al pacto de familia apelaba a su aliada.
¿Franca podía comprometer su política sin el asentimiento de la Asamblea? Fue la posición de Mirabeau la
que triunfó en el decreto de 1790. Si el derecho de paz y guerra pertenecía a la nación, era necesaria una
proposición formal del rey a la Asamblea para declarar la guerra. Sin embargo, en caso de urgencia, las
hostilidades podían romperse sin autorización del poder legislativo, a reserva de que, si este juzgará dicha
necesidad no existía, se pudiese acusar como culpables de lesa majestad a los ministros responsables. Los
tratados de paz, alianza comercio eran concertados por el rey, pero sometidos a ratificación de la asamblea.
Así, la izquierda no logró obtener para los representantes de la nación, el derecho exclusivo de paz y guerra.
Pero a los ojos de Luis XI y de las cancillerías europeas, la política exterior francesa ya no tenía jefe.

Francia, materialmente impotente, resultaba peligrosa por los principios mismos de su Revolución y por la
propagación. Esta propagación era facilitada por la situación privilegiada de que gozaba su cultura. Sin ser
universal, como Francia se complacía en decir, su idioma constituía para las Cortes y para una gran parte de
la nobleza europea, un punto esencial de la educación. El Francés servía de vínculo a los intelectuales. Era
algo admitido que dicha influencia cultural estaba ligada desde que fue creada por Luis XIV, a la influencia
política o por lo menos, que podía serle extraordinariamente útil. Aquel auditorio constituía un poderoso
medio de propaganda política sobre todo para un pueblo cordial y con sentido de los contactos, como era el
de los franceses a la sazón. El peligro revolucionario saltó inmediatamente a la vista para las iglesias
cristianas, en particular la católica. Las alarmas se despertaron en Francia a principios de 1790 al ver como la
Constituyente, en su reforma de las órdenes religiosas, traspasaba los límites de su competencia al tocar la
disciplina eclesiástica y se precisaron al afirmarse aquella tendencia en la legislación de asuntos
eclesiásticos, así como cuando, el 12 de julio de 1790, fue votada la constitución civil del clero. Por otra parte,
era tan grande el temor de Roma a herir a la Iglesia era tan celosa de sus libertades que el papa tardó 8
meses en condenar lo que consideraba como una intolerable intromisión. Es fácil de comprender la hostilidad
que los asuntos propiamente franceses despertaban en Roma contra la Revolución.

El 10 de marzo de 1791 al condenar la constitución civil del Clero, Pío VI se expresó de la misma forma. La
base de la soberanía, tal como las profesaban las cortes y los gabinetes de Europa, más o menos
confundidas con lo religioso, no dejaban de quedar peligrosamente quebradas. La soberanía pertenece a la
nación, declaró la Constitución francesa en 1791. De ella emanan todos los poderes, y el ejecutivo en primer
lugar, ya que es delegado en el rey. No hay en Francia autoridad superior a ley, el rey solo reina por ella, y
era preciso que jurara ser fiel a la nación y a la ley. Fácil les era a las cortes negar aquella transferencia de
soberanía y subrayar su negativa con incidentes de protocolo. Este principio transformaba profundamente el
derecho internacional. La discusión iniciada sobre los pactos de familia lo demostró, ya no era suficiente la
letra de los tratados de alianza. Se les añadían condiciones morales. Más compleja era la oposición de
carácter social que levantó a la Europa del antiguo régimen contra la Revolución. En la hostilidad al nuevo
orden social intervenían, también curiosos escalonamientos en el tiempo, diferentes, según la proximidad
geográfica a Francia y la permeabilidad de las clases populares a sus ideas. Y, por último, debemos contar
con la extraordinaria variedad de estructuras sociales que presentaba Europa, con las que venían a encajar o
a formar contraste las estructuras mentales. Sin embargo, algunos rasgos aparecían claramente en la
aristocracia europea, sobre todo en la del centro y del Este. Muy apegada a su papel de representación t a
sus privilegios honoríficos, y tanto más cuanto su influencia política decrecía, aquella aristocracia protestaba
una futil y tenaz animosidad contra una revolución que le negaba tales privilegios, o que los transfería a unos
advenedizos.

Contra aquellos advenedizos que constituyeron los puntales de la Revolución y del Imperio y contra el más
grande de todos ellos, que fue Napoleón, se alzó, especialmente en los círculos aristocráticos europeos, una
enemiga inalcanzable pero influyente en las sociedades de jerarquías de corte y mundanas: la mujer con su
gran instrumento de predominio, los salones. Aristocracia y burguesía, acomodada se aliaban para defender,
contra la Revolución, las distinciones jurídicas que fundaban quiere ser descrito con minuciosidad. En
Inglaterra, la revolución industrial había desarrollado el proletariado urbano en una forma que muchos
consideraban peligrosa para el orden social. A estos, lo que más les preocupaba de los sucesos de Francia
era la revolución urbana y el ejemplo que daban los motines de los parados en París. En la Europa central y
Oriental, la rutina agrícola y la deficiente producción mantenían una inestabilidad social análoga. Allí era la
revolución agraria francesa y el gran terror del campo lo que constituía un ejemplo peligroso para los siervos o
seudosiervos. Tal era el peligro que llegaba de Francia, que lo llamaban epidemia, peste o contagio. Limpiar
semejante foco de infección, parecía obra de saneamiento. Someter a un país paralizado por sus desórdenes
parecía tarea fácil. El provecho vendría después.

EL MUN​DO GERMÁNICO Y LA REVOLUCIÓN: ​Los países germánicos serían los que iniciasen el conflicto
entre Francia y Europa. Su estructura social e intelectual explica más profundamente que la actuación de los
diplomáticos, su comportamiento con respecto a la Revolución. Viena desempeñaba un papel
contrarrevolucionario esencial. Tal importancia era debida a la poderosa concentración urbana, que había de
ella el faro de la cultura germánica en la inmediaciones de la Europa sudoriental; a su reputación de ciudad
internacional y agradable. Las fuerzas del antiguo régimen, corte, salones, y despachos, dominaban a una
burguesía en la que el elemento germánico y occidental seguía siendo relativamente débil. La igulesia se
hallaba animada por un renacimiento espiritual. Cuando en 1791 el gobierno tomó en consideración la idea de
poner término a los peligrosos extremos de la confusión parisiense, confió el aspecto ideológico de la lucha a
una revista nueva que combatía el jacobinismo francés y el Aufklarung alemán. La actitud que ante las
revueltas y los disturbios parisinos adoptó la pequeña y brillante corte de Weimar, resultó menos hostil que
escandalizada. A las reformas de estructura realizadas por la Constituyente, los países germánicos,
renovados por el despotismo ilustrado, comparaban con orgullo las propias, y lo hacían insistiendo sobre el
valor del principio autoritario que las había concebido y ejecutado. En el liberal ducado de Brunswick, uno de
los periódicos más abiertos a las luces defendía la teoría de la autocracia como fuente de los verdaderos
profresos. Prusia insistía en el mismo sentido. El estado moderno y eficiente en que se ha convertido es obra
del gran Federico, de esta monarquía autoritaria, pero según el ministro Hertzberg, libre y moderada, que se
diferencia del despotismo por la majestad de sus leyes fundamentales, su justicia independiente y sus
cuerpos consultivos intermediarios. Francia no tenía nada que enseñar a los prusianos.

Pero el hecho de que se les imitara en sus reformas no les disgustaba. Hertzberg aprobaba la Constitución de
1791,. Fiel a la simpatía que mostraba por las transformaciones occidentales Kant daría una especie de
sistematización de la obra revolucionaria en su teoría del Rechstaat, según la cual la ley es soberana siempre
que sea fruto de la libertad, basada a su vez, en la educación moral. Otros había que, en los acontecimientos
de Francia, aprobaban el esfuerzo constructivo y la violencia de ciertas demoliciones. En Prusia, la hostilidad
contra el catolicismo solía ser grande. Se identificaba con la que se sentía hacia una Austria envidiosa y
temible, y con el desprecio que se manifestaba por la aletargada Alemania del Sur. Pero, de manera general,
el racionalismo y criticismo se resistieron cuando Federico Guillermo II, pretendió imponer la interpretación
tradicional de la biblio. Pero por el contrario más de un burgués prusiano sentía simpatía por los
revolucionarios, al verlos atacar y quebrantar a la Iglesia gala.
La proximidad geográfica explica en parte, el que la revolución despertara en la Alemania Occidental. De
Estrasburgo, llegaban con facilidad periódicos y folletos, información verbal e incluso emisarios. Pronto se
entusiasmó Wurtmberg por aquellos franceses que hicieron de sus Estados Generales arcaicos la base de
instituciones modernas. También el ducado poseía los Stande, contrapeso teórico del despotismo, al que se
quisiera regenerar sin atropellar el viejo derecho. Una prensa activa y casi libre, y gran cantidad de publicistas
y pensadores políticos seguían la experiencia francesa. Y lo mismo ocurría en el Rin, donde la acentuada
disperción política era poco favorable al despotismo. Además a los soberanos gustaban alardear de espíritus
ilustrados y se jactaban de favorecer el desarrollo de universidades, colegios y escuelas.

El ejemplo de Francia sería tanto más poderoso cuanto que las relaciones sociales y económicas con ella
eran continuas y no existía, contra ellas ninguna aversión nacional, ni unitaria alemana. Después de la noche
del 4 de agosto se alzaron las asambleas de estado de colonia y de Treveris contra la desigualdad fiscal.
Cuando llegaron las tropas francesas en 1792 encontraron apoyo. Sin embargo, para entonces la mayoría de
la población había reaccionado de su entusiasmo, al verse en primera línea para hacer frente al choque de la
Revolución a la invasión y a los trastornos sociales. Los países renanos eran una región indecisa que
vacilaban entre la inquietud y simpatía por francia.

En los países alemanes esos pobres diablos eran lo suficientemente numerosos para justificar el temor que
se adivinaba por ejemplo a través de Goethe. En las grandes aglomeraciones urbanas, los problemas de
abastecimiento podrían desencadenar, como en París, crisis políticas. En mayo del 91 se reunieron en Viena
700 revendedoras para protestar ante el príncipe heredero por la escasez de víveres. En Berlín el
pauperismo, el hambre, y las defunciones se agravaron, la vida era dura. En prusia persistía la servidumbre a
pesar de las campañas desarrolladas. En Sajonia y Silesia estallaron disturbios agrarios. Pero las fuerzas
revolucionarias en aquellos ejércitos era nula. Los preceptos religiosos y sociales los habían habituado a la
obediencia ciega. La burguesía no tenía nada del dinamismo que en Francia hizo del estado llano ilustrado el
marco de la acción popular. Pero esto no quiere decir que se desinteresara de la revolución francesa. En su
juventud burguesa se puso de moda los estudios de tinte político y derecho que se orientaban hacia los
problemas de gobierno. Muchos fueron los alemanes que atravesaron el Rin para ir a ver aquél parís que
describía como luciente y estremecido por la emoción. Les gustaba frecuentar los ambientes girondinos,
atraídos por cierta comunidad de cortesía y cultura, de atrevimiento de ideas y cordura social. Pero solo los
intelectuales, y únicamente en el aspecto intelectual, aquí se señala profundamente el divorcio que, en el
espíritu germánico separaba el pensamiento de la acción. No importa las similitudes que tuvieran, no se les
ocurriría concertar una acción común en país alemán. El espíritu alemán y el prusiano estaban demaciado
marcados por el signo luterano de la obediencia al príncipe. La burguesía continuaba siendo incapaz de unir
sus aspiraciones de clase a una voluntad de transformación política y de cuyas vejaciones se resentía.

Además, las clases medias germánicas dependían demasiado del príncipe por su riqueza y su prosperidad,
para levantarse contra él. La burguesía de los países alemanes permanecía severamente sojuzgada, a
excepción probablemente de en los grandes puestos, al Estado y sus directrices económicas y apegada a
aun arcaico sistema de corporaciones y cofradías. La libertad del trabajo individual, tal como la revolución la
implantó en Francia, con sus posibilidades y riesgos, la asustaba. Si tocase la armazón estatal, creería
quebrantar su propia prosperidad política. La división política de los países germánicos debía ser aceptada
como un hecho sin inconvenientes graves y como el precio de rescate de la verdadera grandeza; grandeza
del pasado, inspirado en la antigüedad del Sacro Imperio. Todos los valores se reunían y combinaban para
constituir el más noble ideal humano que Goethe define en 1797; “Alemanes: vano es que esperéis formar
una nación, en cambio, así os será más facil haceros hombres.”La misión de alemania era la de convertirse,
por el desarrollo del espíritu y la expansión de una cultura superior, en el orgullo de la humanidad y modelo y
educadora. La Revolución francesa sería poco contagiosa al otro lado del Rin. Profundidades del espíritu y
actitudes políticas o sociales, en su conjunto, el mundo que allí encontró estaba más alejado de ella de lo que
imaginaba y más también de lo que daba por seguro.

DECLARACIÓN DE GUERRA 20 DE ABRIL DEL 92: La guerra era deseada por la alta emigración. Sus
puros, sus integrales solicitaban una intervención extranjera que los restableciese en su grandeza y
devolviera sus privilegios. Después de la toma de la bastilla, D´Artois y Condé se instalaron en Turín e
hicieron un llamamiento a los ejércitos monárquicos, pero tuvieron tan poca influencia en el gobierno, que
pronto vieron la mediocridad de su juicio y de sus informaciones. Las agrupaciones de emigrados militantes
que, luego de Varennes, se formaron desempeñaron un papel internacional importante. Sus cuerpos
armadoos eran numéricamente débiles, pero su presencia, la de los hermanos el rey y la del gobierno que
habían constituído en Calonne eran un reto a la legislativa y enrarecieron la atmósfera. Luis XVI al mismo
tiempo que censuraba en sus hermanos aquella actitud insolente, compartía su convicción de que era lícito el
llamamiento al extranjero contra una revolución enemiga de sus derechos legítimos y de la religión. Ma.
Antonieta, al ser hermana de José y Leopoldo, de la regente de los países bajos austríacos y reina de
nápoles, esperaba que acudiesen en su ayuda la familia de los reyes. A finales de 1790, Luis XVI acreditó
secretamente a Breteuil ante las cortes. Sus llamamientos se dirigieron principalmente a Leopoldo: concentrar
tropas y prestas 15 millones pero en respuesta le llegaron vagas palabras de buena voluntad y amistad a toda
prueba.

En el verano de 1791 con la huída de Varennes y la declaración de Pillnitz, y el otoño, con la reunión de la
legislativa, produjeron en la opinión francesa una rápida evolución. Por encima de las concideraciones
generales sobre el nuevo derecho internacional y la liberación de los pueblos se examinó la posibilidad de
una guerra. Finalmente, el aspecto interno de los problemas internacionales y militares sobresalía porque era
el más inmediato, más personal y apasionante. En los clubs, anque los triunviros veían el peligro político de
una conflagración, la mayoría esperaba que el rey volviera a asumir el mando del ejército, y que Lafayette se
pondría al frente de la guardia nacional. Veía a la guerra como un remedio necesario. Los patriotas, en su
energía, fe e ignorancia,estaban sinceramente persuadidos de que el torrente de fuerzas nuevas berrería los
ejércitos mercenarios de los reyes, de que la propaganda abría y abriría el corazón de los pueblos y de que,
en torno a Francia, los esclavos aspirarían a la libertad. El conflicto obligaría a Luis XVI a quitarse la máscara
dispuesto a tomar importantes medidas. La voz de Robespierre, que predecía un desastre, quedaba ahofada
por la de los girondinos belicistas como Brissot y Madame Roland y por los clamores de los clubs jacobinos
de París y sus provincias.

Para seguir la marcha de la guerra hay que remotarse a 1790. El territorio pontificio de Aviñón se unió a
Francia. Ante las protestas del papa y la trasgresión del derecho internacional, la Constituyente dudó. Sería
una agresión a las potencias extranjeras. Pero aún así, la Constituyente poco después decretó la anexión de
Aviñón y del condado. Problema similar se planteó con el asunto de los príncipes en Alsacia, que ocupaban
dominios en tierra francesa y negaban a la Asamblea la facultad de abolir los derechos feudales, para
defender, sus intereses en la orilla izquierda del Rin e impedir que se extendiese el movimiento a sus feudos
de la orilla derecha. El emperador era consciente que debía apoyar a la dieta, pero que no estaban
dispuestos a ir más lejos. Eso hizo que Leopoldo se limitara a responder con evasivas a los llamamientod de
Luis CVI, de la reina y los emigrados. La huida de Varennes lo trastornó todo. Cuando las cortes supieron que
los soberanos franceses, intentando llegar a la frontera, fueron brutalmente detenidos de junio del 91 y
restituídos a París, se sublevaron ante aquél insulto a la majestad real. Desde entonces, creyeron medir todos
los peligros que amenazaban a Luis y se alarmaban por el ejemplo que daban, y sumado al afecto obligado
que tenía por su hermana se decidió.

Desde Padua, el 6 de junio del 91 propuso a las potencias una acción conjunta para poner término alos
peligrosos extremos de la Revolución francesa. Esto era plantear el principio de una intervención en los
asuntos internos franceses, llevada a cabo por una coalición de tronos, en nombre de la solidaridad
monárquica, que se terminó por afirmar en Pillnitz, donde consideraban la situación en que el Rey de Francia.
como objeto de interés común a todos los soberanos de Europa. La Legislativa, joven, ardiente, tumultuosa,
sensible a la elocuencia candenciosa y vibrante de los oradores girondinos, orgullosa de la obra
revolucionaria y llena de fe en el porvenir se alzó indignada ante la tentativa de intimidación e intrusión del
extranjero. Pero esta enturbió su visión de las cosas y no comprendió donde radicaba en verdad el peligro.
Este no estaba en aquel concierto general de las grandes potencias con la que amenazaba Austria, sino de
Prusia.

La crisis belicista la inició Brissot, quien dijo que la Revolución Francesa será el fuego sagrado que brotará la
chipa que abrase a todas las naciones cuyos amos se atrevan a acercarse a ella. Luis XVI esperaba que un
conflicto le liberase y excitaba a Leopoldo, bajo cuerda. Y tras tensas comunicaciones se terminó por declarar
la guerra.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Cap. 2 Europa en Guerra
ARGUMENTO:

LA GUERRA DE POLONIA 1792: ​En el final del S. XVIII, la fuerza y expansión rusas se convirtieron en
factores primordiales de las relaciones europeas. Gracias a las dificultades de comunicación la inmensidad
del imperio seguía siendo la mejor defensa a excepción de San Petersburgo que se encontraba al alcance de
una ofensiva sueca. Sin embargo, la producción industrial dirigida por el estado era importante, y el ejército
disponía de un material notable. La producción de material de guerra era particularmente activa. La artillerá
poseía materia de buena calidad y abundante, cuyo empleo intensivo caracterizaba la batalla rusa. La
caballería acababa de ser reforzada por grandes levas de cosacos. Las masas de infanterías estaban
provistas de un equipo que les permitía soportar las campañas de invierno. El número de hombres pasaban
los 400 mil en 1796.

La dirección de la diplomacia estaba confiada a una comisión de asuntos exteriores que en la práctica,
seguíaa dócilmente a su presidente o canciller.Pero Catalina seguía siendo el centro de todo, con fuerza y
emprendedora pero consciente de sus debilidades geográficas y sociales, de las que no consiguió eliminar la
más peligrosa: la proximidad de su frontera con Suecia. En agosto de 1790 firmó con Gustavo III la paz para
mantener el status quo territorial, ya que la guerra turca no permitía hacer el esfuerzo que exigiría la conquista
del escudo finlandéz. También era conciente de los peligrosos que podían ser los nobles para el trono,si se
tocaba a sus privilegios, principalmente a la servidumbre. Por ello adoptó con respecto a la Revolución
francesa una actitud que se imponía. Recibió a los grandes emigrados y les declaró que sin nobles no hay
reino. Quería que se le pusiera fin lo antes posible a esa revolución que mal ejemplo daba al mundo
campesino, pero no juzgaba necesario comprometerse personalmente, aunque si se esforzó por dar a la
cruzada contrarrevolucionaria una base jurídica internacional y por sentarla sobre los principios universales
del derecho de gentes.

Con respecto a Polonia, Catalina también se dejó guiar, por una consideración de orden social e interno. Allí
existía peligro de una liberación campesina y por lo tanto peligro de contagio, oposición con los intereses y
mentalidad de los viejos rusos, y también en el terreno religioso. La dieta polaca, inquieta, consedió a los
ortodoxos polacos un estatuto fundado en la autocefalía. Y por último, los apetitos territoriales influían
poderosamente en la política de Catalina en Varsovia. Era natural que codiciase la Ucrania polaca.

El desastre del primer reparto en el 72 agobiaba aún a Polonia. Los rusos habían conservado influencia
decisiva sobre su gobierno. Su embajador parecía manejar al rey Estanislao Augusto y al consejo permanente
adjunto. San Petersburgo velaba por el mantenimiento de las disposiciones constitucionales, que hacía
ingobernable el país en momentos de crisis Socialmente, Polonia seguía estando mal asentada. Continuaba
siendo una república de nobles que tenía siervos. Sin embargo, se realizaba un gran efuerzo de
regeneración. A este espíritu se oponían los partidarios de rusia, el partido conservador, dirigido por los más
poderosos magnates, que acaparaban los altos cargos y contaban con numerosos nobles entre sus afiliados
y ponían su influencia a disposición de la zarina. El partido patriótico se inclinaba del lado de los prusianos.,
buscaban ofrecer la corona a un Hohenzollern. En la juventud y burguesía culta muchos miraban a Francia,
cuya lengua, moda e ideas habían contribuído tanto a su despertar intelectual. Las primeras noticias de la
revolución hicieron aparecer gran cantidad de folletos e iniciaron la lucha contra la influencia moscovita.

Polonia no podía prescindir de una alianza y Francia se mostraba poco dispuesta a concertarla, no
encontraba su utilidad y exigía un gran compromiso. Buscó ser incluida en el reparto del botín turco. La
proposición fue apreciada por la Dieta anti rusa y que inmediatamente habló a catalina pidiéndole que se
retirara las tropas del territorio de la república. La zarina se vió obligada a ceder. El representante de Francia
en Varsobia intentaba una alianza aunque el ministro lo rechazase. Leopoldo buscaba evitar un nuevo
desmembramiento y se esforzaba por que Berlín garantizase el territorio polaco, pero los asuntos franceses le
absorbía cada vez más. Mientras que Federico Guillermo maniobró para colocarse del lado ruso al meomento
que atacase Polonia. En enero del 92 comunicó a Austria que no estaba dispuesto a respaldar la nueva
constitución de Varsovia. Mientras tanto Catalina II se preparaba, para firmar la paz con los turcos y tener las
manos libres. La nueva constitución polaca les daba causus belli, ya que los rusos habían garantizado la
precedente. La campaña fue breve. Se vio pronto una fisura entre polacos y lituanos y el 14 de junio cayó
Vilna.

EL DOBLE FRENTE GERMÁNICO 1792-ENE 93: Los asuntos de Polonia, como los de Francia generaban
en Austria y Prusia bastantes intereses comunes para incitar a un arreglo a las 2 potencias germánicas. Al
Este, las dos temían que la zarina resolviera sola y en su beneficio la cuestión polaca. En un primer momento
Austria encontró para el acercamiento a Prusia el obstáculo de la alianza francesa. Pero las dificultades wntre
Viena y Berlín procedían más bien de las rivalidades entre los clanes que en cada corte oponían sus
diplomacias secretas, así como su profunda y tradicional desconfianza que separaba a los 2 estados
germánicos. Una maniobra conjunta de los 2 frentes tendría que ser sumamente delicada. El este dio
evasibas y en el Oeste pronto se hizo patente el fracaso político: lejos de consolidar el trono de Luis la
intervención extranjera lo ponía en mayor peligro. Las derrotas sufridas por el ejército francés cuando, a fines
de abril del 92 intentó invadir los países bajos austríacos había aumentado la desconfianza de los patriotas
hacia los generales y su convicción de que en las Tullerías existía un comité austríaco en comunicación con
el enemigo. Para obligar al rey a quitarse la careta, la Gironda hizo votar medidas excepcionales que
provocaron una crisis ministerial seguida de una revuelta sin consecuencias pero que podía reproducirse de
un momento a otro. Sin embargo, Luis XVI la reina conservaban sus ilusiones respecto a la intimidación
extranejera y que esta asustaría a los jacobinos.

Había causas más profundas y duraderas que Europa tardó 20 años en solucionar. Consistía en la
discordancia entre los fines de la guerra y los fines políticos. El plan prusiano era indemnizar a Austria en
Alsacia, lo que no agradaba totalmente a Viena, donde algunos veían en ello un activo germen de guerra. El
12de mayo del 92 reunidas en Sans Souci, las 2 cortes germánicas trazaron un plan de operaciones vs
Francia, acordando que entrarían en línea 42 mil prusianos y 100 mil austíacos, los cuerpos de emigrados y el
contingente de Hesse-Cassel. Pero Viena reclamó un plazo para concentrar sus tropas. Sus vacilaciones
dieron tiempo al ejército frances para recobrarse. Sus unidades se reformaron rápida y acertadamente y el 20
de septiembre del 92 con Dumouriez al frente presentaron combate a los prusianos en Valmy. Brunswick
terminó por abandonar la lucha y la fuerza militar de la revolución acabó de surgir. Se lo entiende como el día
quee cambió la historia, el día más importante del Siglo. La falta de disposición prusiana se justifica en su
rechazo a colaborar con los austríacos y las simpatías a Francia que el partido influyente no disimulaba. Se
iniciaron conversaciones con resultados muy positivos. El ejército prusiano se retiró con discreción, la fisura
entre Berlín y los austríacos se ensanchó y Danton hizo redactar una circular diplomática que daba las
explicaciones más tranquilizadoras de la batalla. pero las palabras oficiales y actos del gobierno francés no lo
heran. Dantos mismo mientras negociaba se cubría con la violencia de sus declaraciones. Deseoso los
girondinos de una tregua interior e intentando salvar al rey, continuaban para mantener su declinantes
prestigio, haciendo coro a los temas de la propaganda y de la guerra contra los tiranos. Además lograron
tener un gran camino abierto para la invasión de Alemania occidental. En septiembre y octubre del 92 se
lanzó a por él y ocupó sin esfuerzo Espira, Maguncia y Francfort.

En cuanto a la conquista de Bélgica, Dumouriez la había convertido en una cuestión personal, porque allí se
trataba de atacar al enemigo principal o más bien único: los austríacos. La revolución había sido
favorablemente acogida por los medios cultos. Los dominios de la iglesia y los de la casa de Austria eran
vastos, la región opulenta y numerario abundante. Allí se encontrarían provisiones para el ejército francés,
medios para reanimar el asignado y sostener los asuntos por los que Danton había de interesarse. Así para
diciembre del 92 bélgica estaba ocupada.

En poco tiempo la situación había avanzado de forma desconcertante, la Francia que parecía desorganizada
por la anarquía se revelaba como dotada de una temible fuerza de expansión: fuerza militar por la guerra de
masas, uerza de propaganda política. Pero Austria se encontraba más directamente expuesta a ese peigro
Francés. En cambio prusia no se encontraba en primera línea. Sabía que parís estaba dispuesta a negociar
con ella. Por lo tanto, podía ocuparse del 2do frente de polonia, y mano a mano con Rusia. Francia intentaba
suscitar la agitación de los polacos patriotas. Era uno de los aspectos del plan de Dumuriez para alzarr vs
Rusia la coalición Suecia - Polonia - Turquía y de ser posible aumentarla con la adhesión de prusia. Así se
terminó en dic del 92 de presentar el proyecto de reparto a Federico Guillierno, y en enero del 93 se firmó el
acuerdo. Polonia perdió así la mitad de sus población y casi la totalidad de territorios.

INGLAT​ERRA INTERVIENE EN EL CONFLICTO FEB 93​: NO LO ANOTÉ. FIN DE LA HISTORIA, LUEGO


DE LA EJECUCIÓN DE LUIS XVI LA CONVENCIÓN DECLARA LA GUERRA A INGLATERRA Y HOLANDA.

EL CONTINENTE EN GUERRA INICIOS DEL 73​: En los países ocupados por los ejércitos franceses, una
partte de la población se esforzaba en implantar las innovaciones revolucionarias. En sus avances hacia el
norte habían sido bien acogidas por los mineros, armeros y fabricantes de clavos de Lieja, asi como por los
pañeros de Verviers, aglomeración industrial de tipo y espíritu nuevos. Allí incluso algunos nobles debían sus
tendencias liberales a los contactos que con el ambiente de las fábricas les procuraban sus censos
señoriales y los dividendos que percibían de sus empresas comaditarias. La Revolución se ganó amigos en la
pequeña burguesía de los países bajos austríacos. El contagio revolucionario a los países vecinos respondía
a las conveniencias de la política interior, que aconsejaba a los girondinos no dejarse aventajar por nadie en
celo revolucionario y a las necesidades de las finanzas que duramente sostenían las tropas de ocupación. En
noviembre del 92 la convención prometió fraternidad y ayuda a los pueblos que quisieran recobrar su libertad
y a sus generales que acudiesen en su ayuda. Así el 27 se anexionó Saboya.

Por último, la ejecución de Luis XVI en enero del 93 trastornó a toda Europa. El motivo de la sentencia,
conspiración vs a seguridad del estado, no podía convencer a los numerosos espíritus a los que la monarquía
había enseñado a identificar al rey con el propio estado. La opinión europea acudió unánimemente en apoyo
de los gobiernos del antiguo régimen en la lucha contra la expansión de la revolución, sus principios y
programas El ejemplo más claro de mentalidad contrarrevolucionaria fue el de Carlos IV que encontró una
reino esclarecido por su despotismo ilustrado con 11 millones de habitantes y sostenido por un espléndido
comercio colonial. Desde los primeros momentos se pensó en la intervención militar contra la Revolución, que
se creía obligados a devolver a Luis XI su reino intacto, consideraban que se podría exigir la parte francesa
de santo domingo.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Cap. 3 Las luchas de la revolución.
ARGUMENTO:

LA EUROPA CONTRARREVOLUCIONARIA: ​Las acusaciones de principio, lanzadas desde el primer


momento contra la Revolución, en nombre de la propiedad, se fortalecieron entonces a la vista de los
saqueos franceses en países conquistados. En Bélgica, las más grandes fueron las de la segunda invasión
en el 94 cuando el comité de salvación pública ordenó que se despojara a la comarca de todo lo que pueda
ser util para su propio consumo y que se incautara todo el dinero posible. Tanto es así, que al año siguiente
los representantes comprobaron que Bélgica estaba exhausta y sus habitantes desesperados. En Renania,
empezaron las requizas en el 92, las contribuciones y hurtos. La impiedad reprochada desde el primer
momento a la revolución, tomó carácteres demoníacos a los ojos de europa, desde que en Francia se
practicaba la descristianización. Lo que causó más impresión fueron los matrimonios y “abdicaciones”
públicas de los sacerdotes y las fiestas de la razón a las que la propaganda anti jacobina atribuyó el carácter
de obscenas bacanales. No menos horror produjo en Europa la sangre vertida en Francia, principalmente la
de Luis XVI. La significación del 21 de enero del 93 fue muy profunda, pues en él podía verse la negación del
derecho divino en favor de una organización completamente humana, fundada en la razón.

Los extranjero abandonaban a París llenos de pánico, y aún más cuando comenzaron las matanzas que en
las cárceles de la capital causaron entre 1100 y 1400 muertos. Después Europa se estremeció ante las
ejecuciones del Terror, ante el funcionamiento de la guillotina, aquella nueva máquina de matar, que
desconcertaba por su carácter de cosa mecánica infatigable y a la que se atribuían hecatombes
increíbles.Burke proporcionó a la contrarrevolución no solo el vocabulario, sino también las ideas. En el 93 el
movimiento de opinión antijacobino era demasiado profundo y en general en la Europa monárquica para que
alos gobiernos les costara mucho trabajo contener a las oposiciones. Cierto que la revolución contaba
siempre con partidarios, incluso entre los espíritus más distinguidos pero iban vs la corriente. A su lado se
hallaban aquellos para quienes tal actitud era la traducción de algún separatismo, hungaro en el imperio de
los Habsburgos, irlandés en Inglaterra, y vasco y catalán en España. En bélgica en sentimiento anti austríaco
había de persistir, sin ser una prueba de simpatía por la Revolución Francesa.

Las meddas de policía que adoptó Carlos IV de España se dirigían contra los franceses residentes en el reino
y que se habían negado a prestar el juramento que se les exigía. Fueron expulsados en un plazo de 48 hs en
marzo del 93. La inquisición redobló su vigilancia y denunciaba afrancesados e intelectuales. Pero tampoco
eran necesarias, la mentalidad general se mostraba más xenógoba que nunca y lejos de abrirse a la
propaganda republicana los ejércitos españoles llevaban la contrarrevolución al Rosellón y país vasco
francés.. En Austria el pueblo detestaba a los jacobinos. La nobleza afianzaba sus privilegios en aquellos
estados de las baja austria que reprochaban al gobierno sus ideas avanzadas. Francisco II estaba
obsecionado por el espectro de la Revolución. En abril del 95 declararon fuera de la ley a los innovadores
cegados por el orgullo o interés personal resultante de los conocimientos teóricos. En el 94 se detuvo a los
propagandistas jacobinos, que eran, más que nada, oficiales descontentos de sus retiros y 8 fueron
condenados a fuerte. En enero del 96 se inició una lucha tenaz vs las sociedades secretas, en especial la
masonería. Lo mismo ocurría en Inglaterra. Las protestas que se elevaban contra las medidas reaccionarias,
no podían hacer olvidar que la masa de la opinión se hallaban bajo el imperio de su vieja animosidad contra
Francia y que aprobaba al Gobierno. A pesar de los intentos de las sociedades de formar meetings se
terminaron suspendiendo todas las libertades menos la de la prensa. El odio que alzaba a toda la Europa
monárquica vs la Revolución, se sostenía por la certidumbre de la victoria. La superioridad de las fuerzas
coligadas parecía irresistible.

Por el mar, Nápoles, Portugal y Holanda proporcionaban navíos en cantidad apreciable, y sobre todo,
excelentes puntos de apoyo, como las radas de Sicilia, Lisboa y puertos de los países bajos. Las bases
españolas acababan de asegurar el Mediterráneo y en América, facilitarían extraordinariamente las
operaciones vs las antillas francesas. En tales condiciones se levantaron vs Francia los gobiernos del aniguo
régimen. Tenían a su favor recursos inmensos, el primero de los cuales era la aprobación casi unánime de
sus pueblos. Pero fueron incapaces de actuar rápidamente porque estaban divididos, eran tardos por
naturaleza y no comprendían que fueran indispensables tal firmeza ni rapidez. El tiempo actuó en su contra,
pues la unanimidad de la opinión duró poco y además la estructura social en que se fundaban las monarquías
mostraban un desgaste que la guerra acentuó más. El momento de la contrarrevolución pasó rápidamente y
mientras tanto la república consolidaba su fuerza.

FRANCIA SITIADA: El asalto concéntrico lanzado vs la Francia revolucionaria y cierta simultaneidad en los
ataques iniciales, dieron a los aliados en el primer momento, la ventaja que suele acompañar a esta
maniobra. Los españoles mandado por Ricados, entraron en el Rosellón y para septiembre del 3 llegaron
hasta los muros de Perpiñán. Proyectaban su ofensiva por medio de desembarcos, que se vieron obligados a
demorar para auxiliar a la escuadra inglesa. Dejó de apoyar a los sardos en su contraofensiva vs Niza, pero
intentaron bajar a Saboya y Lyon, que estaba sublevado vs la Convención. Los austríacos hicieron un gran
esfuerzo por reconquistar los países bajos. En Holanda, Dumouriez se vió obligado a retroceder a Amberes y
Bruselas, y en marzo del 93 perdió la batalla de Neerwiden. Lo peor era que como desde hace tiempo estaba
en profundo desacuerdo con la convención, y acariciaba el propósito de marchar con su ejército sobre París
para hacer la contra revolución, inició con Coburg un armisticio que le permitiese llevar a cabo su proyecyo
pero sus soldados se negaron a seguirle y se terminó por pasar al bando enemigo.

Ejército debil, conflictos internos, y retracción de los territorios logrados, los aliados ya podía soñar con el
reparto y sobre eso se trató en la reunión en Amberes a inicios de abril. Danton intentó mediar en estas
negociaciones, generando contacto con inglaterra pero solo sirvió para aumentar la confianza de los
victoriosos. Pero la lentitud del ataque monárquico había dado a Francia tiempo para rehacerse y apartir del
otoño del 93, el viento cambió. La resuelta ofensiva de los ejércitos republicanos de socorro desbloqueó lasa
plazas. Las causas de este resurgimiento merecen ser estudiadas detenidamente, pues en aquel momento se
veían precisamente factores que durante largo tiempo habían de asegurar la superioridad de Francia. La
revolución racionalizó la guerra. La nacionalizó en cuanto a los efectivos. Los colgados apenas sostenían los
suyos pues no se decidieron hasta que fue demasiado tarde a sacarlos de las milicias que reforzaban los
ejércitos ingleses, español y sardo. En febrero del 94 Pitt resolvió la incorporación de 52 mil milicianos cuyo
reclutamiento fue sumamente desordenado. Las tropas regulares carecían de hombres, hasta el punto de que
los reclutas eran enviados al frente de Flandes sin saber manejar un fusil. La revolución, por el contrario,
movilizó sistemáticamente a las masas que la favorable situación demográfica ponía a su disposición. En
junio del 92 contaba con 84 mil voluntarios junto a 92 mil soldados de línea. En teoría, los efectivos llegaban a
645 mil hombres y a 1.169 mil en septiembre del 94. Pero además aquellas masas no eran simples
multitudes El reglamento de combate del 91 era excelente. Del viejo ejército subsistían tropas de capacidad
notable admirablemente formadas, que mezcladas con las demás, servían de eficaz apoyo. Los de reciente
promoción se instruían y se batían con el entusiasmo de la fe revolucionaria y con el de un mejoramiento
social que los había elevado a los puestos de los altaneros nobles. Entre los coligados era frecuente que
careciera de mérito profesional y / o convicción.

La dirección interna de las operaciones se afianzó. El nuevo comité de salvación pública del que fue excluído
Danton y en el que la influencia de Robespierre no tardaría en ser decisiva, llevó a la lucha la energía de la
Montaña. Hasta entonces el esfuerzo se había visto coartado por la oposición de ministros y generales, entre
jefes políticos, poco competentes en materia militar y hombres de guerra con prejuicios personales. En la
reorganización del ejército, las repercusiones de la revolución tardaron en destacarse y convertirse en
instituciones. Se produjeron antagonismos sociales, ataques dirigidos en nombre de la igualdad, contra los
especialistas militares procedentes de la burguesía de talento, desconfianza de la tropa y del pueblo hacia los
jefes. Pero en 1793 se llegó a una época en que la evolución interior barría problemas y vacilaciones. El terror
imponía silencio y con el grán comité sabía dónde radicaba la autoridad. En agosto del 93 esta acogió a dos
organizadores geniales. Mientras tanto las relaciones diplomáticas oficiales se encontraban reducidas a cpoca
cosa. Por decreto del 16 de sept del 93, quedaban limitadas a los 2 países importantes neutrales USA Y
sUIZA. Con esta última era clave mantener una buena amistad ya que partía en 2 en empuje austríaco
aislando ambos frentes.

Inglaterra destacaba cada vez más como potencia dirigente de los coligados y contra ella dirigían sus
principales ataques Robespierre y Barere. Se formó un plan para reconquistar a Bélgica. Nadie ignoraba que
esto equivalía a disipar la esperanza de una paz en la que hubiera podido pensarse una vez rechazada la
invasión. Danton y los Indulgentes creían posible esta paz y también en la terminación el terror. Pero en
febrero del 94 Barere puso fin a estas ideas. Los exaltados, Danton y los Indulgentes, subieron a la guillotina
y se reanudaron las operaciones en el norte vs Bélgica. El 26 de junio del 94 la victoria de Fleurus rechazó a
Coburg y el 27 los franceses entraron en Amberes y Lieja. Ese mismo día el 9 de termidor cayó Robespierrre

GRIETAS EN LA COALICIÓN 1795​: Los asuntos de Austria iban mal y desde septiembre del 93, los informes
de sus financieros, diplomáticos o militares eran puras penas. En Italia, Austria se lamentaba de las libertades
que las escuadras inglesas y españolas se tomaban con la neutralidad de Génova, y alegaba que los
jacobinos encontrarían en ellas pretexto para la invasión, aunque lo que en verdad buscaba era conservar su
dominio de la pequeña república. En el 2do reparto de Polonia, Prusia había conseguido descartar del botín al
Habsburgo y atribuirse a sí misma una espléndida parte por el tratado de enero del 93. Pero tardó bastante
tiempo en ocupar militarmente las zonas anexionadas y en obtener de la Dieta polaca la ratificación del
desmembramiento. Era también preciso poner en marcha la germanización de los nuevos territorios. Todo ello
costaba muchos esfuerzos y se llevaba muchísimo dinero. Las preocupaciones en Polonia y los apuros
financieros pesaron en la guerra con Francia y en las relaciones con Viena. Prusia logró separarse de Viena
rompiendo la alianza y enfocándose en Polonia. La insurrección de los patriotas polacos preparadas por
oficiales, académicos burgueses y jóvenes estalló en Marzo y Abril del 94. Los rusos fueron expulsados de
Cracovia y Varsovia y se vieron en necesidad de pedir ayuda al exterior. Fueron al comité de salvación
pública quien le negó el dinero solicitado, alegando estar vinculados con estructuras aristocráticas y
contrarrevolucionarias, pero el comité sospechaba que también era para evitar enemistarse con Austria.
En enero el 95 se firmó la entente austro rusa, en la cual se sentaban las bases del desmembramiento
definitivo y se aseguraba a los rusos la ayuda austríaca en caso de guerra vs Turquía. Prusia corría peligro de
verse excluida del 3er reparto y cedió en lo concerniente a Cracovia, firmando en octubre del 75 el acuerdo de
San Petersburgo. Polonia desaparecía del mapa. Austria recibía Cracovia, Sandomir y Lublín, las ricas
mesetas del Vístula subcarpático y una porción de la gran llanura del norte, La parte central con Varsovia y
Bialystok pasaba a Prusia y Rusia corriendo de golpe su frontera 200 km ocupaba toda la zona oriental.

Después de la caída de Robespierre se manifestó en Francia un ansia profunda de paz tanto interior como
exterior. Los termidorianos centristas y jacobinos querían conservar sus fronteras naturales, pero otros hacían
caso a los monárquicos y reaccionarios que querían poner fin a la lucha para volver a sus antiguos límies. El
ejército estaba cansado, peor abastecido cada día, a medida que se aflojaban los resortes del gobierno y se
disloía por deserción. El 9 de febrero del 95 se concertó una paz en paris que, firmada por un príncipe e la
casa de Austria causó gran sensación en Europa. Se logró neutralizar grandes sectores de las fronteras
francesas, y disponibles el ejército de los Pirineos y gran parte de los del norte y Rin. Por mar, la retirada del
adversario español y colaboración holandesa, permitirían obtener local y temporalmente un equilibrio de
fuerzas que despejara el camino a los convoyes de trigo americano. Gracias a las grandes zonas pacificadas
a su alrededor, Holanda iba a poder restaurar su potencia financiera y bancaria que, afianzará últimamente la
economía francesa. En París, centro de contagio revolucionario, residía ahora un cuerpo diplomático
bastante numeroso.

LA PAZ CONTINENTAL 1797​: En todos lados se deseaba una paz general. Pero la situación militar no era lo
suficientemente clara. Además, la coalición se preguntaban si los dirigentes franceses querían y podían
negociar. Tanto el Directorio como la Convención temían el creciente poder de los generales, lo que
demuestra el hecho de que asociaron a ellos a un comisario que los vigilase. El rápido fracaso de tal
institución prueba que sus temores no eran infundados. Sin embargo, la fuerza militar y la victoria seguían
siendo necesarias, desde el momento en que se declaraban intangibles los límites constitucionales. que
comprendían la Bélgica incorporada a la república e integrada por 9 dtos. En torno a francia, que hasta ahora
estaba totalmente aislada, iba efectuándose un agrupamiento. La alianza de la república de Batavia era un
hecho que en agosto del 96 había de sumarse el acontecimiento de la alianza con el borbón español. Por su
parte, Pitt hacía grandes esfuerzos para compensar la defección de Prusia mediante un concurso mmás
efectivo de Rusia y una acción militar más vigorosa de Austria.En Francia, el comité de salvación pública
había recomendado, en septiembre del 93 la explotación a fondo de los países ocupados, así como el
metódico traslado de sus riquezas a Francia. El directorio, que ya había sufrido sucesivamente los efectos de
la inflación y del retorno a la moneda metálica había de considerar la guerra ultra montana como una
operación financiera de primer orden. Menos cercanos a los intereses terrenales, era el deseo en Viena y
París de influir en el papa como jefe espiritual. En los estados austríacos no había acabado la querella del
josefinismo. En 179 Francia la crisis religiosa resultaba cada vez más pesada para la vida nacional.Algunos
dirigentes, especialmente La Revelliere, Reuubell y Barras deseaban la descristianización. Marcharon sobre
roma bajo la orden de bonaparte con el fin de destruir la Santa sede. Otros aconsejaban que pusiera la
influencia pontifica al servicio de la república tanto en el interior como en el extranjero. De este carácter son
las instrucciones de Bonaparte de imponer a Pio VI rogativas públicas por la prosperidad y éxito de la
república francesa.

Italia apenas podía sostener una débil resistencia al pillaje y a la sujeción. Algunos gobiernos se mostraban
enemigos declarados de la revolución como los borbones de Nápoles, Fernando IV y su temible esposa María
calolina y el papa habían rechazado la mediación española. Los intelectuales estaban divididos sy además
eran inconstantes. Bonaparte llegó de Savona a inicios de abril del 96. Su plan y doctrina de guerra habían
sido largamente meditados y madurados. En cuanto a la preparación de su ejército, hizo cuanto pudo aunque
no mucho. Toda aquella campaña iba a ser una improvisación material de cada día, una serie de
combinaciones y de expedientes. Así es que Reinhard lo apodó “improvisador de la victoria” Pero el ejército,
aduáz, agil y despreocupado, se complacía en la aventura, en la disciplina poco rígida y en el saqueo, tanto
como en la ofensiva rápida y feliz. Los austríacos fueron derrotados en Montenotte, en abril del 96. Los
sardos se replegaron al verse separados de sus aliados y firmaron el armisticio de Cherasco. El 15 de mayo
del 96 en París concertaron la paz, donde Niza y Saboya fueron cedidas a la república, y las fortificaciones de
los grndes puertos alpinos serían desmanteladas. Así, en lo sucesivo tendrían el paso libre a las llanuras
itlianas. En manos francesas, el reino de Victor Amadeo III quedó como garantía política y tierra de
explotación pero Bonaparte llegó hasta Milán. Parma y Módena firmaron armisticios el 9 y 17 de mayo. Luego
los napolitanos y por último la santa sede el 23. Intentó desde el sur dirigirse a Austria pero mantua cortó e
paso dando inicio a un sitio que duraría 6 meses.

A medida que aumentaba su renombre, su suerte, cada vez se hacía más independiente del directorio. En el
mismo París su influencia crecía con cada victoria. Se rumoreaba que el gobierno se sostenía gracias a las
ganancias de la guerra. En el verano del 96 se vio que los comisarios de ejército puestos a su lado por el
directorio se apartaban ante su ascenso. El 25 de octubre obtuvo el control de la administración de
Lombardía, y el 6 de dic suprimió sus instituciones de gobierno. La paz en Austria sería la paz de bonaparte y
no al del Directorio y tendría su eje en Italia y no en el Rin. Desde Agosto del 96 a enero del 97 4 ejercitos
desfilaron tratando de romper el bloqueo de mantua pero el 2 de febrero esta capituló. El 10 de marzo
Bonaparte se dirigió al Este derecho a Austria, llegando al paso de Semmering y en abril del 97 se firmaron
los preliminares de paz en Leoben.Conclusión rápida e inesperada para muchos, pero de haber continuado la
luchoa, los riesgos de ambas partes resultarían mortales. Bonaparte estaba completamente en el aure , en
esa situación en que un fracaso local puede desencadenar el desastre. En la capital austríaca la gente huía
presa del pánico. Por otra parte, a ambos adversarios se les ofrecía una solución ventajosa, consistente en
ponerse de acuerdo a costa de un tercero, en este caso, Venecia. Renunció el emperador a Bélgica
Lombardía a cambio de Dalmacia, Istria y la parte de tierra firme limitada por el Po y el Oglio. En cuanto la
orilla izquierda del Rin, contradictoriamente se proclamaba la integridad del Sacro Imperio y se reconocía las
fronteras francesas decretadas por las leyes de la República, lo que parecía referirse a las anexiones el 93.

En las discusiones sobre la orilla izquierda, Viena se presentaba como adalid del Imperio y de Europa pero
esta chocaba con la creciente importancia de Prusia. En Italia, Francia consolidaba su posición para que esto
pudiera pesar en las negociaciones. Logró la paz con nápoles, estableció un protectorado con Génova en la
república de Liguria, con la parte de Lombardía cedida por austria hizo la república Cisalpina a la que se unió
Módena tomada por las armas a su duque y Ferrara, Bolonia y la Romania quitadas al papa al igual qqque
Ancona por el tratado de Tolentino. Y se apresuró a ocupar Venecia con el pretexto del levantamiento de de
Verona, víctima en busca de la paz. Esta paz llamada Campo Formio se firmó en octubre del 97. Buscaba
compensar las insuficiencias de Leoben. Las adquisiciones belgas y renanas de Francia eran enormes. Las
victorias de Italia coronaban el avance tenaz y sangriento de la Revolución. También era considerable la
expansión al otro lado de los Alpes. Resultaba expuesta y comprometedora pero ya Bonaparte, para sostener
el sistema italiano, empezaba a contar con la fidelidad de la victoria. Además para justificar su implantación
Cisalpina, podía invocar el principio revolucionario de la libertad de los pueblos, ya que la dominación
francesa les autorizaba a pensar en un porvenir nacional. Al menos territorialmente había establecido un
equilibrio continental. Las miradas se volvieron a Inglaterra.

EL ANTAGONISMO FRANCO INGLÉS​: La economía inglesa se adaptaba a la guerra con flexbilidad


obteniendo buenas ventajas.La fabricación de armas y uniformes destinados a las tropas británicas o aliadas,
el aumento de la marina de guerra, el retroceso de la competencia francesa en importantes mercados
europeos estimulaban la industria. Entre 1785 y 97 la producción de hierro se duplicó. Al fin se producía el
gran arranque del capitalismo industrial preparado en las décadas anteriores y desencadenado por el conflicto
europeo. La economía Inglesa iba a tomar grandes ventajas de las continentales. El comercio colonial
prosperaba, los productos de las indias occidentales extraídos aumentaron su valor. Pese al cierre de los
grandes mercados continentales, las exportaciones de productos manufacturados o coloniales se vinieron a
mantenerse aproximadamente lo mismo, mediante el tráfico directo o contrabando. El elemento primordial de
esta prosperidad era la marina de guerra, que garantizaba la seguridad militar. Logró varias victorias con
grandes ganacias y pocas pérdidas - navales - vs Francia. Pero no estaba exenta de preocupaciones. En
tierra, sus tropas experimentaban fracasos. Aun no habían comprometido grandes efectivos en el continente;
pero cuando en 1794-5 hicieron el esfuerzo de concentrar 35 mil hombres en Holanda 9/10 murieron de
enfermedad y frío. La misma royal navy causó serias inquietudes. Su administración resultó mediocre y el alto
mando tardó en organzarse. Entree los grandes almirantes del S. XVIII y la generación de los Nelso y los
Jervis se produjo una especie de hiato. Las tripulaciones estaban mal pagadas, mal tratadas, reclutadas x
medio de la prensa y 10% de ellas eran extranjeros y otro 10% irlandeses no muy seguros. En la primavera
del 97 se produjeron graves motines.

Tampoco el bloqueo de las costas enemigas era labor agradable para la flota y causaba mil dificultades al
foreing office. Lo justificaban las concepciones mercantilistas, osea, impedir que el enemigo exportase sus
productos y que recibiese materiales estratégicos e incluso trigo. Pero a través de las mallas se filtraban
muchísimos barcos. Al frente de inglaterra se situaba rusia. Eran más o menos aliadas , pero su sistema
tradicional - ruso- lógico de una potencia continental era el de sostener los derechos de los neutrales. Los
gasto militares iban tomando enormes proporciones y las reservas comenzaron a disminuir. Con respecto a
irlanda, existían preocupaciones muy fundadas. Despreciado su parlamento, ejercían una oposición violenta
aunque no concertada, simpatizantes de la revolución francesa y los campesinos católicos. La escasez de
importaciones de víveres y las malas cosechas de 1795 -6 produjeron la carestía. El pan, base de la
alimentación popular pasó de 1 chelín a 4 libras. Las regiones industriales resultaron muy castigadas. El
desarrollo intensivo de la producción atraía más que nunca hacia ellas las multitudes de campesinos
convertidos en obreros. La rápida expansión de las fábricas creaban todos los días condiciones de vida
improvisadas, duras y de difícil adaptación, alojamiento, comida, duración del trabajo y paro forzoso por las
violentas fluctuaciones de la economía de guerra.

Entre las clases instruidas se reanudaban la propaganda jacobina. Pese a las leyes de represión, los
manifiestos y los libelos se multiplicaban. Las clases adineradas se alzaron resueltamente contra las
consecuencias sociales de aquellas opiniones. En el jacobinismo inglés veían la reivindicación de los
miserrismos. ME SALTÉ PAGS 886 -7.

La ocupación militar ofrecía los medios muy discutibles pero a los que no siempre renunció para destruir las
fabricaciones riales. En realidad, el directorio no consiguió gran cosa salvo la paz que Bonaparte impuso a
Parma y que estipulaba privilegios aduaneros. Pero la instalación en Bélgica y Holanda ofrecía vastas
perspectias a los proyectos de hegemonía económica. Allí se encontraba el arma decisiva contra la
competencia ingles. En estas comarcas, el directorio consiguió la prohibición de las mercancías fabricadas en
inglaterra. En 30 de enero del 96 la logró en los territorios ocupados por Alemania, poco después en lso
puertos belgas y el 16 de septiembre del 96 en la república de Batavia. Leyes y tarifas aduaneras acusaban la
orientación directoria. El 19 de termidor del año 6 - 6 de agosto del 96 - los derechos fueron calculados de
manera que constituyeran un incentivo para una solidaridad contra Inglaterra. La gran ley del 1 de brumario
del año 5 - 31 oct 96 - publicó una larga lista de mercancías que se reputarían procedentes de fábricas
inglesas y que estaban prohibidas. En enero del 97 se creó una nueva tarifa para estimular las exportaciones.
Trtabade reprimir el contrabando que se hacía por mediación principalmente de la frontera holandesa. Y la ley
del 29 de nivoso del año 6 - 18 de enero del 98 - declaró que debía ser capturado todo barco aunque fuese
neutral que transportara mercancía inglesas, cerraron las fronteras francesas a barcos extranjeros que
hubieran tocado puerto en inglaterra previamente.

El gobierno británico sabía que la paz no pondría fin a la lucha económica. No podía ignorar que la política del
Directorio implicaba el mantenimiento de la ocupación holandesa por Francia. En consecuencia, las
probabilidades de un arreglo entre Londres y París era verdaderamente insignificantes.Sin embargo se intentó
la paz. Pitt no podía desoír las advertencias de crisis interna. El directorio, poco afianzado en el terreno
electoral se hubiera visto consolidado por un tratado ventajoso e incluso por unas negociaciones que
evidenciasen la mala fe del adversario. Se paralizaron las negociaciones pero Pitt se vió obligado a
retomarlas por su crisis interna y el armisticio de Leoben. El 18 de octubre del 97 Austria firmó la Paz de
Campo Romio e Inglaterra ya no podía hacer otra cosa que luchar sola, pero su aislamiento duró poco.

LA SEGUNDA COALICIÓN 1798: En los pueblos de la Europa monárquica se había apagado todo
entusiasmo contrarrevolucionario. Pero el mundo temblaba aun por la conmoción revolucionaria y la guerra
continental no parecía estar totalmente acabada. En todas partes, la política violenta del Directorio mantenía
el sentimiento de inquietud e inseguridad. Luego del 18 de fructidor prosiguió y extendió aún su hegemonía
económica. Del sistema de la negociación comercial con las potencias vecinas pasaba a la amenaza a la
presión directa. La intervención del Directorio en Suiza produjo gran revuelo en Europa, especialmente en
Inglaterra,donde se manifestaba un constante interés por los asuntos helvéticos. Todo lo que ocurría en suiza
tenía demasiada importancia para Europa en pleno y se escandalizara por ello.

Fue en oriente donde volvió a estallar la guerra. Las guerras de desgaste llevan, generalmente , consigo la
prolongación de los frentes; y Bonaparte llegó hasta Egipto en busca del punto preciso para atacar a
inglaterra. A esta decisión no fueron ajenas las consideraciones económicas. Desde 1774 la victoria subre
Turquía abrió al comercio ruso la navegación del mar Negro y el paso de los estrechos. Egipto era pocesión
del sultán, sin embargo, Bonaparte afirmaba que, al invadirlo, no rompería con los turcos, pues el paíse se
encontraba en poder de mamelucos reacios a su autoridad y Selim III se enteró con satisfacción de que la
escuadra francesa había tomado a Malta. Pero en constantinopla no se ignoraba que Napoleón proyectaba
desmembrar el imperio. Pero la última posibilidad se destruyó con una derrota francesa en Egipto.

En Italia la política francesa parecía sujeta a un engranaje; Génova, proclamada en junio del 97 República de
Liguria estaba totalmente sometida. Para consolidar las comunicaciones alpinas se ocupó Piamonte en Junio
el 98. El rey abdicó en diciembre y en el 99 se anexionó. La república cisalpina se hallaba agobiada por el
peso de las obligaciones contraídas con su protectora. Su presupuesto del año 6 presentaba un déficit que
passabba de 33 millones de liras. La península estaba en manos francesas y el espíritu de la revolución
encontraba eco en las nuevas conquistas. En nápoles, la joven república se apoyaba en la burguesía
modesta, médicos y gentes de leyes necesitadas e incluso indigentes: en jóvenes nobles, las logias
masónicas y en los intelectuales que se reunían en la academia de química. En Roma, algunos eclesiásticos
se adhirieron al régimen francés. Sin embargo, la mayoría de la población era profundamente hostil a los
giacobini. Prefiriendo el yugo turco al francés.

Austriatardó un poco en unirse a la coalición. En el congreso previsto por los tratados el emperador negociaba
con la república las cuestiones alemanas. Pero no por eso dejaba Viena de conferenciar con Londres; y al
presentarse los rusos de Suvoroy en marcha vs Italia les fue franqueando el paso. El 12 de marzo del 99 el
directorio replicó mediante un manifiesto de ruptura y poco después se anunció una guerra a muerte. La
mejor fuerza militar de la república se hallaba bloqueada en Egipto. La ley de reclutamiento aprobada el 2 de
septiembre del 98 no engrosaba aún los ejércitos. El directorio a penas tenía 170 mil hombres vs los 300 mil
de los coligados. La primavera del 99 presenció la retirada de los franceses derrotados en Stokach volvieron
al rin, vencidos en el norte de italia fueron a genova y los alpes. Los coligados habían olvidado las lecciones
aprendidas en el 93, más preocupados en extender sus territorios que derrotar las fuerzas enemigas. Así los
franceses pudieron recuperarse. Obligó a los anglorusos a reembarcar, derrotó a los rusos en suiza y Pablo I
retiró sus contingentes. Evitaron la invasión, pero había amplia distancia hasta la paz que deseaba una
Francia asqueada del régimen y de su personal, trastocada por los recientes golpes de estado, prota a
cambiar de instituciones con tal de que garantizasen las conquistas sociales de la primera revolución. El país
creyó encon trar la reorganización sin reacción, el orden interior y la paz victoriosa en un hombre providencial:
Bonaparte, abandonando Egipto y pasando entre las fragatas inglesas había desembarcado en Fréjus el 9 de
octubre. De allí a País fue aclamado con locura, siendo la esperanza de la nación entera. Entre el 18-9 de
Brumario del año VIII- 9-10 nov 99 - derribó al Directorio.

El 25 de dic, una nueva constitución, la del año VIII organizó el régimen del consulado. Consultando el pueblo
francés, la aprobó ampliamente 3 millones vs 1.500. Bonaparte fue investido en las funciones de primer
consul y de todos los poderes, a quien entregaba su confianza. El joven caudillo había ofrecido ya la paz a
Inglaterra y a Austria por medio de cartas dirigidas a sus soberanos. La nación aprobó ese gesto. Pero en el
caso de que los coligados no lo aceptaran, se sentía segura de que un esfuerzo supremo encausado x el
héroe de Italia y Egipto pondría un final victorioso a la lucha de la revolución.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Cap. 4 Pacificaciones 1801-2
ARGUMENTO:
LA PAZ DE AUSTRIA FEB 1801: ​A raíz de sus victorias en Italia y en Alemania, el gabinete de Viena,
quitándose la careta, demostró que las pruebas pasadas no le habían enseñado bastante y que su política
seguía siendo dura, estrecha y limitada únicamente al aspecto territorial y político. La ruina de la economía
austríaca hubiera aconsejado un plan de paz, orientado hacia futuras reconstrucciones. La llaga del papel
moneda y de la inflación se extendía. La provocaban el estado rudimentario de la técnica monetaria y la
insuficiencia de capitales de cobertura; pero allí estaba agravada por la escasez de aportaciones externas. La
guerra con los turcos 87-91 había agudizado esta deficiencia, ya que sin proporcionar ningún beneficio
político, desorganizó el tráfico por tierra y mar con los Balcanes y el Asia menor. En el plano político;
conquistas o zonas de influencia que era lo más importante a ojos de Austria, al día siguiente de la victoria
mostraba un inquietante apetito. A maximiliano José, nuevo elector bávaro, le dirigían reproches que
acrecentaban la tradicional desconfianza de munich. El pretexto era que había parlamentado con Francia, y
de poco le servía responder que volvía a la coalición y que estaba negociando con Inglaterra. El tratado se
consertó en marzo de 1800. Con respecto a Nápoles, a pesar de tratarse de una corte de la familia y aliada,
Thugut afectaba un frio mutismo que causaba alarma. En realidad como era prácticamente dueña de Italia, la
tenía en su poder, y esa era una gran ocasión para mostrar la sinceridad de sus exaltados llamamientos en
defenza de a iglesia vs los jacobinos. Pero pronto se perdieron dudas al respecto.Austria ejerció la presión
meenos delicada sobre el conclave que se reunió para elegir el sucesor de Pio VI. La grosera avidez de
Austria contrastaba con los avances que Bonaparte hacía a la Curia desde su subida al poder, con el formal
ofrecimiento de concordato. Resultaba que no eran los jacobinos los que querían expoliar a la Iglesia y la
estimabel influencia que en Europa podía ejercer la santa sede iba a cambiar de dirección.

Austria se encontraba peligrosamente aislada para seguir una política tan rígida. Hacia mucho tiempo que el
zar, su aliado se indignaba de su egoista avidez y amenazaba con retirar del frente sus fuerzas. Los
desastres que sufrió su ejército en Suiza le decidieron. Este cambio de frente era irrevocable José intentó
paliar sus efectos recurriendo a Pablo I quien se negó terminantemente a recibirlo. La muerte de su coalición
continental estaba firmada. Esto provocó que Inglaterra dudara a cual asistir y se terminó por decantar en
favor de Austria. Recibió un subsidio británico que fue sumamente útil ya que en Italia, al momento de
recibirlo, los austríacos fugitivos de Marengo corrían por todas partes. ​(entiendase las consecuencias del
error pre napo, que se enfocaron en la extensión de territorios logrados y no en derrotar al enemigo​)
Luego de aquel desastre Francisco II no hizo la paz de inmediato, sino que tardó otros 7 meses x la promesa
hecha a Inglaterra que suponía un obstáculo, ya que no podían signar una paz por separado si uno de ellos
se encontraba en negociaciones con Francia.

La derrota de los austríacos había sido rápida. Estratégicamente, el defecto de su posición era aquel
saliente suizo que estaba en manos de sus adversarios y por el que Bonaparte podía infiltrarse en sus flanco
sea por Alemania o por Italia. Pocos días después de marengo tanto Francisco II como Bonaparte recibieron
una carta con términos claros, francos y altivos pero corteses, con sus propuestas de paz y sus deseos
expresos de descansar. ´Para Australia, la carta era un mensaje que no se debía despreciar. Bonaparte
ofrecía la paz sobre la Base de Campo Formio, a reserva de reforzarlas con garantías suplementarias para
los pequeños estados. La derrota generó un choque tan duro que Viena aceptó la propuesta, y aquel eefecto
psicológico fue el 1ro que dio a Marengo su gran importancia más diplomática que militar. Para el primer
Cónsul las concesiones que había de arrancar a la corte de Viena estribaban en Italia. Se comienza a ver
como su pensamiento se desliga del mundo mediterráneo y se vuelve hacia el Rin. Bonaparte entendía que la
táctica de las negociaciones tenía como base el aislamiento completo, el campo cerrado. No quería a nadie a
su lado.

Austria se encontraba sola y su posición era débil. El 20 de septiembre de 1800, para conseguir el armisticio
antes de que expirara, lo prolongó 45 días a cambio de entregar las tropas francesas. Bonaparte reclamaba
donde pensaba encontrar el aumento ofrecido al duque de Parma a cambio de la Luisiana española. De julio
da octubre de 1800 sus tropas las ocuparon, sofocando la insurrección de los campesinos. Austria tenía gran
interés en sostener al duque en la Toscana, para conservar en Italia central una influencia que unida a sus
vínculos con Nápoles hubiera contenido a Bonaparte en la región del Po. Su derrota en los frentes alemanes
e italianos resolvió todos los problemas. En enero de 1801 los austríacos se retiraron detrás del Tagliamento.
En compensación y en cláusulas especiales perfectamente claras, Viena reconoce las repúblicas cisalpina y
ligur, base del poderío francés en el norte de italia. Austria confirma su posición de Dalmacia e Istria con su
cordón de islas antes venecianas. Austria renueva la cesión de las provincias belgas y reconoce las
repúblicas de Batavia y Helvecia que refuerzan la linea del Rin en sus dos extremos. Aceptando el río como
límite entre Francia y el Imperio, abandona la orilla izquierda cediendo el condado de Falkestein a la altura de
Worms.

CONJUNCIONES FRANCO-RUSAS​: El zar Pablo I y Napoleón entraron en contacto, pero el zar comprendía
que solo repartiéndose entre ellos Europa podrían ser amigos. El dominio conjunto del continente repartido.
Hasta la caída de Napoleón la diplomacia continental giraría en torno a esta posibilidad. Pablo I estaba
dispuesto al acercamiento a París, experimentaba despecho vs la coalición luego de la derrota de Suiza. En
los medios cortesanos se expresaba un partido favorable a Francia.Se ponía cierta confianza en aquel primer
consul dispuesto a derribar la hidra revolucionaria. La gente empezaba a cansarse de los emigrados
franceses. Como el zar estaba coqueteando con los jacobinos, ya no enviaría a sus ejércitos para apoyar a
los ingleses en Holanda ni a los austríacos en Suiza. Concentraba sus esfuerzos en el Báltico y el
Mediterráneo donde sus intereses eran comunes a los franceses. Napoleón se veía convencido de la próxima
disolución del imperio otomano y se disponía a reclamar Egipto, Palestina y Siria. Bonaparte invitaba a Austria
a ese reparto, para demostrar que podía reparar sus pérdidas y aliarse de esa forma vs San Petersburgo.

Pablo I se mostraba dispuesto a ello. Desde 1798 era aliado de los turcos, a pesar de que los viejos odios
subsistían. En octubre de 1800 realizaron el primer reparto. El único obstáculo al estrangulamiento de
Turquía era Inglaterra que, protegerá al Sultán para salvaguardar la India. Buscaban erradicar a los ingleses
completamente del mediterráneo, causa común a Rusia y Francia. Pero el partido anglófilo seguía siendo muy
influyente en la corte de Pablo. La tensión con Londres y la orden que intimaba a Withmorth a retirarse lo
decidieron a actuar antes de que estallara la guerra. Alejandro, hijo del zar, aprobó para hacer abdicar a su
padre sin violencias. Tales matices resultaban difíciles de observar a individuos excitados por el odio y miedo.
El zar se resistió y lo estrangularon. La política franco - rusa parecía haber muerto también. La corriente
antijacobina se recuperó en San Petersburgo con toda fuerza. Bonaparte no se rindió. Pese al cambio de
postura de Alejandro I, tenían demasiados intereses en común para volverse la espalda. Personalmente, el
primer Cónsul disimuló su resentimiento hacia el nuevo zar y sus cortesanos. El ejército francés en Egipto
estaba perdido pero era necesario impedir que los ingleses se aprovechacen de su victoria, aunque fuese a
costa de implantar en el mediterráneo la influencia rusa en lugar de la propia.Así Bonaparte inauguró su
colaboración con Rusia que hasta su caída había de preocuparle, ya sea por esforzarse en establecerla o por
que la rompiese exigiendo demasiado de ella, bien porque trabajase por restablecerla.

LOS TRONOS DE LOS BORBONES​: Cuando los Borbones de España aplaudieron la llegada de Bonaparte,
indudablemente no imaginaban la serie de aventuras a que su nuevo aliado y vecino les lanzaría algún día.
Solo apreciaban en él, el genio militar que debía garantizar la victoria común y con ella, la paz que España
tanto necesitaba. Siete años de guerra y 4 de interrupción en el comercio con las colonias americanas habían
agotado su hacienda. El papel moneda, al que, en julio del 99, se pretendió dar una cotización forzada en
junio de 1800 llegó a una depreciación del 70%. En el mar la guerra vs Inglaterra solo producía sinsabores.
Pero y que Bonaparte conseguiría paz victoriosa, los Borbones de España esperaban de ella algunas
ventajas. Sus beneficios que daban por descontados eran totalmente dinásticos. Los borbones españoles
demostraron su limitación y miopía política. Bonaparte se convenció entonces de que, apelando a sus
intereses italianos y a consideraciones de familias, podía conseguir de ellos cuanto se propusiera. Por otro
lado, las política de Portugal, demostró contrariamente hasta qué punto el factor geográfico puede servir de
contrapeso a las alianzas y las obligaciones dinásticas. El Portugal atlántico tenía una retaguardia de país
continental en la península ibérica, con una frontera con España sumamente vulnerable. Por matrimonio su
corona estaba ligada a la española. ¿Que sobreviviría, la política atlántica que empujaba a Inglaterra o la
mediterránea por lazos dinásticos? Jurídicamente, Bonaparte tenía fundamento para atacar a los portugueses
ya que luego de las hostilidades de 1793 no se había concertado la paz. Si quería hacerlo a través de
España, Carlos IV no se lo impediría. Así fue como el 29 de enero de 1801 Luciano Bonaparte consiguió de
Madrid un convenio asociándose vs Portugal; de no romper con los ingleses 15 mil franceses se unieron a los
españoles.
¿Cuál era el objetivo de Napoleón en una operación tan excéntrica y dificil geográficamente? Su objetivo era
el que se proponen los adversarios cuando luego de años de lucha sienten próxima la paz, buscando procurar
todas las garantías posibles. Para Napo la mejor garantía era Egipto. De no conseguirla se volvería contra el
único aliado que quedaba en el continente a Inglaterra. Si Inglaterra no los sostenía, los portugueses no
podían resistir. Al igual que en 1807 Inglaterra los abandonó. Intentó firmar la paz. Pero Bonaparte estaba
muy lejos de conseguir ejercer presión sobre Inglaterra.

LA ECONOMÍA INGLESA Y LA PAZ​: Francia no recobraría la confianza de Europa hasta que se hubieran
reinstalado los borbones. Solo un motivo de esta insolencia es ocasional: maniobra de hombres políticos que
estaban en tratos avanzados con los emigrados franceses y deseosos de tranquilizar a las monarquías
absolutas. Pero, sobre todo, revela la ignorancia de lo que era Bonaparte y de los recursos que la nación
francesa ofrecía a su genio y también la tenacidad y violencia de la aversión social que las clases dirigentes
británicas sentían hacia el jacobinismo igualitario. También continuaba destacándose marcadamente el otro
factor esencial del comportamiento inglés: el poder mantenido y acrecentado del capitalismo comercial,
financiero e industrial que dictaba a la diplomacia sus exigencias, pero también que proporcionaba medios de
acción amplios y eficaces. Su comercio aun así, encontraba medios de ejercerse incluso en la misma Francia.
En total, las exportaciones inglesas subieron de 18 mil libras en el 93 a 25 mil en 1801. En los últimos años
del siglo, el valor anual del comercio exterior creció de 50 millones de libras a 73 y ½. En cambio mientras en
1787 salieron 455 mil toneladas de los puertos franceses, en el año VIII solo salieron 104 mil. El balance de
gla guerra económica es indiscutible.

Sostenida por la producción y el intercambio, la hacienda soportaba sin grandes dificultades el peso de la
lucha. El uso del papel moneda se generalizó lo bastante para facilitar los negocios particulares y dar margen
al estado sin producir alarma. Sin embargo es dificilísimo que el panorama de un país en lucha durante 7
años aunque sea favorable en todos los aspectos y para 1800 Inglaterra no podía ocultar su cansancio. El
coste de la vida subía. El papel moneda emitido en exceso. la crisis de los fletes y la carestía de seguros
marítimos que acompañaron en 1797 a las dificultades de la Royal Navy, junto con las malas cosechas
provocaron que el alza fuera continua. La situación alimenticia del reino pesó mucho en su política y
diplomacia A pesar de la caridad privada de la prensa e iglesias, de las soup houses, las masas populares
que la industrialización había acomulado en las ciudades se quejaban. Estallaron desórdenes que se dijo
estaban organizados por agentes franceses, y se distribuían pasquines con títulos como Peace and large
bread or a prince without a head. Las tropas tuvieron que intervenir vs los revoltosos. La inquietud cundió
entre las clases acomodadas. El origen de la crisis fue la cuestión irlandesa. Los movimientos separatistas a
que dio lugar la relativa autonomía de la isla hermana generó inquietudes que Pitt resolvió uniendo Irlanda e
Inglaterra y Escocia. El parlamento de Dublin debería votar la ley pero no accedería sin promesas políticas e
indemnizaciones personales a los intereses perjudicados. Pitt hizo promesas a los católicos que desde
entonces se prestaron atolondradamente a la maniobra.

LA PAZ ​DE AMIENS 27 MARZO 1802​: Bonaparte se daba cuenta de cual era el medio que debía emplear
para poner coto a la superioridad de la escuadra británica y aumentar las dificultades de aprovisionamiento de
su adversario: una acción concertada de los neutrales. Una de sus primeras preocupaciones consistía en
atraerlos. atenuando las medidas adoptadas contra su comercio marítimo y abolió el principio del 29 nivoso
del año IV (ene del 98) por el que un barco neutral con mercancías inglesas podían ser capturados. Al mismo
tiempo, se esforzaba en lograr una actitud amistosa con USA,con el que se encontraba al borde de la guerra.
Bonaparte consiguió lo que deseaba; establecer con amplitud el estatuto de los neutrales para entorpecer el
bloqueo inglés. Todas las cláusulas hacían a Bonaparte a los ojos de los neutrales el adalid de la libertad
marítima. Inglaterra no podía admitirlas íntegramente. Sobretodo, la prohibición de visitar los navíos le
resultaba inaceptable, por considerar que eso significaba abrir la puerta a todos los fraudes. Esto dio lugar a
incidentes decisivo. En diciembre del 99 cerca de Gibraltar, una fragata danesa disparó contra otras que
pretendían visitar su convoy pese a las seguridades de su comandante. Lo mismo sucedió en 1800 e el canal
de la mancha, pero tuvieron que ceder. Al enterarse Napo de estos incidentes manifestó gran alegría. El zar
tomó partido por los daneses efecto de sus lazos familiares y dinásticos, lo que repercutió en la animosidad vs
Lonfres, alimentada por las cuestiones en Oriente. En noviembre de 1800 se comprometió Prusia; los
ingleses habían capturado uno de sus navíos y a finales de diciembre las potencias del norte se decidieron a
rimar con San Petersburgo convenios de neutralidad armada adoptando los principios enunciados por Napo
con USA.

Para Inglaterra la cosa se ponía grave. Europa parecía coliarse vs ella. Pero 2 golpes de fuerza la sacaron de
aprietos. Bonaparte tomó parte en uno de ellos: el asesinato del zar Pablo en 1801. En cuanto al brutal
ataque inglés vs Copenhague hay que reconocer que era algo que se imponía en el terreno económico. La
navegación mercante en el mediterráneo se iba haciendo difícil, ya que que la flota no era suficiente para
garantizar escoltas. Estos acontecimientos ponía término a la crisis. Rusia firmó un acuerdo marítimo con
Londres, donde admitía con estrictas reservas, el derecho a visitar los navíos escoltados. En todo lo demás
los ingleses se mostraron magnánimos. Tenían un gran interés en apaciguar a los neutrales, ahora que
habían ganado la batalla del trigo, pescado y madera. Había que dejar en manos de los diplomáticos las
negociaciones de paz con francia. A penas hubo discusión. Era evidente que ni Inglaterra iba a abandonar la
India ni los franceses el piamonte o los países bajos. Se negociaron a cambio algunas garantías territoriales.
El problema más delicado era Egipto, tanto fuerza como debilidad de la posición inglesa. Fuerza porque
estaba siendo ocupada progresivamente el bajo nilo y tenía a su favor la marcha de la guerra y debilidad
porque concedía tal importancia a Egipto, al comercio naciente en el mar rojo y protección de la india qu lo
llevó a hacer concesiones amplísimas o excesivas.Bonaparte por su lado sabía que Egipto estaba perdido
pero esperaba que resistiera un poco más de lo que lo hizo.

En Europa, la idea nacional no recibió del contacto con los ejércitos revolucionarios un impulso marcado. En
el plano de las nacionalidades, como en otros, sería la guerra napoleónica la que terminase la obra de la
revolución que Bonaparte pretendía querer cerrar por medio de la paz. En Francia, por el contrario, fue en
estos años cuando afirmándose ante Europa se acabaron por transmutar los viejos valores e incorporaron
nuevos, ese conjunto y esa comunidad a los que, en el alba de la Revolución se denominó la Nación. El
pueblo francés se sintió nación libre desde el momento en que llegó a ser amo de sus relaciones con el
extranjero. Al levantar la nación frente a las cabezas del antiguo régimen el conflicto suscitó los contrastes
que la habían de formar. Más clara aún, la oposición entre la Revolución y Europa fue la de las armas y el
ejército se convirtió en el intérprete más fiel y más eficaz instrumento del sentimiento nacional. Con respecto
a la monarquía su mentalidad se había transformado. Ya no había ni huellas de la comunidad profesional que
antaño acercaba a las tropas profesionales, sino por el contrario, la convicción profunda en el soldado de que,
puesto que la nación lo decía, él representaba a la Justicia y por tanto el adversario era el Mal. Lo que ahora
le animaba era el nuevo orgullo de un heroísmo que se ofrecía y se pedía a todos los ciudadanos. La nación
acabó de fundirse en las filas de los regimientos. De este modo, la Revolución Francesa, arrastrada y
difundida por la guerra, había consumado las grandes rupturas asimilándose las fuerzas nuevas. Que ahora
se firmasen los tratado de paz no significaba, como pretendía Napo, que la Revolución había acabado. El
mundo podía ver claramente que podía reaparecer en la faz de la guerra. La gran crisis había despertado en
el corazón del hombre un sentimiento que la filosofía de la felicidad y de las razonables seguridades del S.
XVIII tenían embotado: el de la incertidumbre. Aún temblaban las naciones al recuerdo de la guerra
revolucionaria, y ya la napoleónica iba a reanudarla y prolongarla.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Libro 2 La guerra napoleónica Cap. 5 Las competencias de la paz. 1801 -3
ARGUMENTO:

HACIA LAS COMPETENCIAS ECONÓMICAS: ​Una vez firmada la paz, Inglaterra se abandonó a un relativo
descanso. Se desmovilizó, desarmó sus navíos, licenció sus tripulaciones y puso oficiales a media paga. Rn
tal pacificación veían el retorno a la abundancia. Las batallas se olvidaban y las energías se relajaban en el
habitual fenómeno de aflojamiento de las posguerras. Bonaparte no podía permitirse esa tregua. A su poder,
demasiado reciente, le eran necesarios nuevos éxitos. Sabía muy bien que el momento en que un caudillo
firmara el armisticio de la victoria suele ser cuando inicia su ocaso y por lo tanto su esplendor resultaba intil,
molesto, sospechoso. Así Bonaparte no se abandonó a la inercia del éxito. El 2 de agosto de 1802 fue
nombrado cónsul vitalicio y su carrera inició una nueva ascensión. La situación política era favorable a la
autoridad que necesitaba para dirigir las luchas internacionales de la paz. La oposición rigurosamente frenada
retrocedía. De la violencia que a la llegada de Bonaparte conservaban las pasiones del partido. Pero en 1802
se inicial el apaciguamiento y la indiferencia. Incitando al olvido y a la unión, el gobierno se granjeó fuertes
apoyos. Constituyó cuerpos de funcionarios nacionales, cuya solidez explica ampliamente la obediencia de la
nación en las luchas que habían de venir. Para escoger sus magistrados Bonaparte no hizo caso de las
denuncias sectarias. Actuó como árbitro entre monárquicos y revolucionarios. Llegó a dar cargo a algunos de
sus adversarios calmando a las oposiciones, sobre todo a las más violentas , que nacían de intereses
amenazados. Dio su forma moderna a una antigua fuerza, de la que hizo un sistema coherente de intereses
pderosos y los puso a su servicio, sólida estructura gubernamental de una nación destinada a la guerra por
mucho tiempo todavía. La masa sigue a Bonaparte. Aprueba el 18 de brumario x 3 millones de votos contra
1.400 t en el plebiscito sobre el consulado vitalicio de 3.569.000 vs 8 mil.

Veía que el primer consul procuraba lo que deseaba la paz religiosa por el concordato, la exterior por los
grandes tratados. A estos motivos de adhesión la burguesía añadía el de conservar o recuperar la gran
conquista de la Constituyente, la libertad económica, la libertad de empresa. De tal modo, el gobierno
regenerador lo era por su propio mérito y porque conservaba el contenido vivificante de la Revolución. La
nación salía de los años revolucionario rejuvenecida y vigorosa, instrumento flexible y poderoso, en manos de
Bonaparte, que ya había probado su fuerza en la guerra y pensaba sacar de ella el mismo partido en la lucha
que ahora emprendía, para la cual, sin tregua ni descanso quería mantener en tensión todas las energías.
Estas reacciones internacionales que se iniciaron con la paz, la estructura de la producción francesa permitía
dar por descontado que afrontaría con éxito la competencia británica. La mano de obra básica presentaba
condiciones más favorables que en 1789. No hay duda que las pérdidas causadas por la guerra la había
reducido, pero si nos limitamos al futuro inmediato comprobaremos que las hecatombes de los campos de
batalla desde el 92 provocaron una descongestión y atenuaron una presión demográfica que en el S. XVIII
pesaba mucho sobre la oferta y la demanda, de forma desfavorable para el proletariado. Continuó el alza
prolongada aumentó el precio del trigo, pero la diferencia en favor del trabajador seguía siendo apreciable.
Sin embargo el precio del pan continuó siendo inestable, pues con los transportes lentos y caros era dificil
prevenirse contra una mala cosecha. La lucha económica internacional que Bonaparte había decidido
entablar, el capitalismo industrial, representaba un arma decisiva. El primer cónsul orientó hacia el
industrialismo que había que conquistar los mercados mundiales, a una burguesía hábil e inteligente,
trabajadora y decidida, a la que el nuevo régimen tranquilizaba, tanto en el plano social como en el político:
burguesía que creía firmemente en el valor económico e incluso moral de la competencia y de la libertad.

La breve paz de Amiens ayudó a lanzar la producción de manufacturas. La paz con Inglaterra desarrolló en
gran medida el maquinismo en Francia.Durante la paz e incluso después de terminada esta se prosiguió la
implantación del maquinismo inglés. Los grandes progresos en el tejido de la seda se debían al francés
Jacquard, que presentó su primer modelo en noviembre de 1800. De una manera general, la influencia
inglesa, muy grande en estos años de paz, hizo que el empleo de la máquina penetrase en las costumbres de
la Europa occidental y dejara de ser considerada como un procedimiento secreto y un tanto diabólico.
Bonaparte sentía un interés apasionado por esa industria que buscaba suplantara a la inglesa. Estaba
decidido´a librarse de los técnicos británicos y en 1803 organizó la escuela de Compiegne. El primer cónsul
era jefe en la paz como lo fue en la guerra. Así concebida, la competencia industrial condujo lejos y a buen
paso, pues el primer cónsul ponía en juego, con la misma pasión, todos los medios de lucha que disponía
como la expansión de ultramar y la influencia o el dominio político en el continente. Con los industriales
entraron en acción los marinos y diplomáticos, más tarde los soldados y poco después los aduaneros del
bloque continental.

NUEVAS ALEMANIAS​: El sur de alemania podía ofrecer a Bonaparte puntos de apoyo útiles. Sabían que los
pequeños príncipes necesitaban el apoyo de la República y por algo colmaban de regalos a Talleyrand, para
que los tratase bien. En este sistema sudalemán la clave debía ser Baviera. Poco antes se había aliado con
Austria para después inclinarse hacia Prusia, más bien que hacia París. Marengo había abierto los ojos de
Munichy Maximiliano José, elector desde el 99, se inclinaba naturalmente por Francia. Prusia dudó durante
mucho tiempo dando muestra de ese carácter de indecisión y debilidad que le reprochaba Bonaparte. Antes
de Marengo no había querido comprometerse. Después se mostraba más dispuesta, pero el vencedor le
respondió que eso no era definirse hasta después de los acontecimientos. Sin embargo, no podía permanecer
al margen de la reorganización germánica. Contaba además con el apoyo ruso y la tentaban los ofrecimientos
que le hacía Bonaparte para oponerla a Viena. Logró un acuerdo sin que a Bonaparte le costase nada. Pero
era otra su jugada maestra. Le resultaba imposible reformar los países germánicos en un sentido
desfavorable para Austria sin el apoyo del zar. Bonaparte planificó por largo tiempo la maniobra. En abril de
1802 le había enviado al zar a Duroc para tenerle a su lado en los asuntos mediterráneos y orientales pero
también e para congraciárselo en los de Alemania. Con el objeto de enemistar al zar con los austríacos Duroc
reveló las proposiciones de alianza que estos habían hecho al primer consul y le prometió concesiones
favorables de aquellas pequeñas cortes alemanas que interesaban a los Romanov y de las cuales eran
protectorados por tradición. Alejandro pareció aceptar francamente la asociación. Sin embargo la entente fue
laboriosa. El 3 de junio de 1802 se redactó un proyecto en común.

Austria no había podido romper con el cerco formado en su entorno. Sus representantes no consiguieron
nada ni en San Petersburgo ni en Berlín. El 25 de feb de 1803 se esboza la efigie de una Alemania nueva. El
primer hecho concreto fue la simplificación del mapa. Se reducía considerablemente el número de estados
germánicos e implacables secularizaciones hacían desaparecer todos los principados eclesiásticos, con una
sola excepción. El arzobispo de Magnucia que había ayudado mucho a Bonaparte salió del paso con ser
trasladado a Ratisbona. Se trataba de hombre de gran influencia y talento y sería poco conveniente hacerlo
jefe de los eclesiásticos despojados. Gran cantidad de príncipes, caballeros y ciudades que dependían del
imperio perdieron su autonomía. Solo Ausburgo, Nuremberg, Francfort y Lucbeck, Brema y Hamburgo
conservaron su estatuto. En el reparto salían beneficiados los pequeños estados del centro y del sur y Bden
más que los otros.

Bonaparte logró tascar el freno a Austria, tanto en Alemania como Italia. Organizó contra ella un sistema de
estados secundarios, mucho más eficaz, concentrados y reunidos aptos, para una organización y una
explotación moderna y aliados utilizables en cuanto se les agrupase.

LINEAS FRANCESAS DE FUERZAS​: Ni política, ni económica, ni estratégicamente pensaba Bonaparte


encerrarse dentro de las fronteras que la paz asignaba a Francia. Militarmente, una línea de defensa no tenía
valor a sus ojos más que por las posibilidades que había de atacarla, ya fuese por una cabeza de puente al
otro lado del río, o por un desfiladero en la montaña. Diplomáticamente necesitaba un cinturón de estados
enfeudados, que le permitiesen maniobrar. Económicamente,exigía vecinos adaptados con docilidad a sus
necesidades. Pero quería una frontera cubierta. Lo mismo que había procedido en Alemania, pero de manera
más directa actuó en Holanda Italia y Suiza. Rodeado de gobiernos dóciles, Bonaparte podía pergeñar las
bases y posiciones que cubrían a distancia las potencias francesas. Militarmente era dueño de dejar
estacionar sus tropas en las naciones sometidas, ventaja, a la vez estratégica y financiera. El papel de los
países vasallos era de apoyar la economía francesa en las competiciones y conquistas a que Bonaparte los
invitaba. El balance comercial de Francia conseguía fácilmente un gran superávit que en 1805 llegaría a los
19 o 20 millones de francos. Tal organización general de que Bonaparte dotó a los países vasallos. No cabe
duda de que la pacificación había aligerado sus cargas y el espíritu de organización consular empezaba a
producir felices resultados en la marcha de sus instituciones. Pero su papel en la competición económica que
sucedió a la de las armas no había cambiado.

OPOSICIONES COMERCIALES​: Los franceses creían que con Amiens se iba a asegurar la caída del
poderío británico pero solo acabó en decepción. Lo llevaron a desarrollar múltiples tratados comerciales y
aumentos de impuestos en Holanda, Portugal y Rusia para avanzar en su política de desarme británico.Habla
del desarrollo comercial tanto ingles como francés en las colonias y lo mal preparada que Francia se
encontraba para esto. No me pareció demaciado relevante. buscar si necesito profundizar pp. 942-946.

FRACASO DE LA PAZ: Bonaparte y los dirigentes británicos no estaban llamados a comprenderse. Los
principios de gobierno y de política interior los oponían tanto como los asuntos exteriores. A los ojos de los
liberales ingleses e incluso de los tories, el primer cónsul era un dictador que manejaba con el látigo un
rebaño de esclavos. El ejército constituía el elemento de esta tiranía y semejante estratocracia chocaba
violentamente con una opinión tradicionalmente recelosa de la opresión militar. Para la iglesia anglicana,
Bonaparte era el hombre que había reestablecido en Francia el vergonzoso papismo. Para los metodistas el
primer consul representaba el espíritu de irreligión y desenfreno: propagaba la rebelión, incitando a los
cristianos a salir de la condición en que Dios los había colocado. Si siempre detestaron a napoleón, era
porque para ellos siempre fue hijo de la Revolución y la Revolución misma, jefe jacobino que logró su objetivo
y que ejerce el poder absoluto, conseguido como tal jacobino. En inglaterra, igual que en las monarquías
absolutistas, Bonaparte fue combatido desde el principio hasta el fin, como el jacobino coronado como el jefe
de aquella doctrina de la revolución social, que el morning post definió como una usurpación violenta del
poder y de la propiedad, en detrimento de los grandes y de los ricos, por hombres de la hopa y de la
cuerda.La prensa propagaba extensamente estas acusaciones en los diarios y revistas. Los años de paz
incrementaron su poder.

Bonaparte era y siempre fue sensible a estos procedimientos. Una de las primeras causas de la reanudación
de las hostilidades, de su violencia y de su duración fue el encarnizamiento de los periodistas ingleses en
denigrar. El embajador advertía a su gobierno que semejante manera de proceder conducía a una inevitable
ruptura. Los sucesos del continente proporcionaban, además, otros disgustos. Los ingleses no habían
quedado nada satisfechos al tener que firmar en Amiens una paz que guardaba silencio sobre la situación de
los estados vasallos de Francia. Bonaparte, por su lado, pensaba que con su mutismo estaba reconociendo
implícitamente la situación y que era natural y justo su influencia en unos vecinos creados y protegidos por
sus armas. Ahora bien, Inglaterra alzaba ya la voz e incluso habló muy fuerte con ocasión de los desórdenes
en Suiza y de las amenazas de represión francesa, que se insinuaron en el otoño de 1802. Pero con la
amenaza de guerra solo se consiguió excitar a Napoleón. Se envió a Moore a Suiza pero llegó tarde, Austria
se negó a comprometerse y las tropas de Ney resolvieron en Suiza brutalmente el problema. Esto provocó en
Europa reacciones saludables. Las más importantes a sus ojos eran las del zar. Reanudó la clásica maniobra
inglesa frente a las hegemonías continentales y fue a Rusia a quien recurrió para restablecer el equilibrio.
Hasta fines de 1802 las discusiones franco inglesas avanzaron muy lentamente. Los debates se hicieron cada
vez más agresivos. El 30 de enero de 1803 estalló la bomba. El Moniteur publicó un informe del coronel
Sebastini regresando de su misión en Oriente donde parecía trazar el plan para arrebatar a Egipto de las
manos Inglesas que lo ocupaban todavía. Este arrebato no dejó de producir un efecto desastroso. Londres se
estremece de indignación ante el informe y Constantinopla estaba escandalizada.

Addington empezaba entonces a recolectar los frutos de sus insinuaciones al zar. La situación se iba
haciendo cada vez más peligrosa cuanto que en Inglaterra los belicistas eran cada vez más fuertes. Los
principales embajadores habían sido siempre partidarios de la intransigencia. Hacia nov del 1802 Pit se
pasaba decididamente al campo de la guerra. Sus amigos no cesaba de repetirle que él era el único capaz
de enderezar los asuntos de la nación que tan mal estaban llevados a cabo, pero aún no se disponía a actuar.
Puede asegurarse que la paz hubiera estado menos expuesta si, frente a Bonaparte, se hubiera encontrado
Pitt en persona en lugar de un Addington que contaba y recontraba su débil mayoría en los Comunes.

Los franceses se mostraban moderados. Unos porque lo eran por naturaleza otros por razones menos
confesables: en marzo de 1803 el gabinete británico dio a Whitworth 100 mil libras para comprar
complicidades entre los allegados al primer cónsul. No es posible saber si recibieron o no el dinero, pero
personajes como Talleyrand y José Bonaparte se entrevistaron en secreto buscando el camino y medios para
asegurar la paz. Al leer las condiciones inglesas del 9 de feb de 1803, José Bonaparte notó un
endurecimiento en la actitud del adversario que, sin ningún género de dudas, no esperaba para tan pronto y
al que su posición le impedía responder. En el terreno diplomático, su embajador en San Petersburgo se daba
cunta de que su aliado ruso lo estaba engañando. Militarmente, no estaba preparado. Pero a pesar de los
esfuerzos la desconfianza rusa no se disipaba fácilmente.

A partir de la primera quincena de marzo de 1803, ambas partes de dificultó dar marcha atrás. El dia 8,
JORGE III denunció al Parlamento unos supuestos armamentos navales de Francia y Holanda: y recomendó
que se completasen los efectivos. Como Londres podía esperar y tal vez deseaba, Bonaparte protestó
violentamente. En Londres comenzó la leva de marineros y en Cherburgo y Dunkerque la construcción de
barcazas de desembarco. Pero el primer consul estaba pesaroso de su arrebato en consecuencia con su
táctica del momento, e inducido por José y Talleyrand se mostraba dispuesto a hacer concesiones mientras
que Downing Street mostraba cada vez más frialdad. El 3 de abril de 1803 los ingleses definieron su postura:
su dominio del Mediterráneo a cambio de su instalación en Malta y el equilibrio en el continente por la
renuncia de Francia a Suiza y a los Países bajos. La respuesta francesa comportaba tales concesiones que
una vez expirado el plazo el embajador se quedó en París: Bonaparte aceptaba la instalación de los ingleses
x 3 o 4 años. El ministerio censuró a Whitworth por su debilidad; exigió los 10 años y rechazó la idea de
entregar la isla a rusia y ante la negativa francesa el embajador salió de París. En el último momento había
recibido del ministerio de Relaciones Exteriores una oferta de mediaciones rusa pero se obstinó en no ve en
ella materia para nuevas conversaciones. Luego de su partida, Talleyrand hizo llegar a Londres una nueva
proposición: los ingleses seguirían x10 años en Malta mientras que los franceses estarían durante ese tiempo
en Otranto y Tarento que fue rechazada. El partido de la guerra había triunfado y el 18 de mayo de 1803
estalló la guerra.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Libro 2 La guerra napoleónica Cap. 6 Las coaliciones rusas 1803-7
ARGUMENTO:

DIPLOMACIA DE LA GUERRA NAVAL: ​Bonaparte no había ocultado nunca que pensaba vencer mediante
un desembarco en las islas Británicas. Las divisiones se concentraban en el campo de Bolonia; en la costa se
construían barcazas y barcos planos. Si el ejército conseguía atravesar el paso de Calais, el éxito no dejaba
jugar a dudas. Todo dependía del mar. Las operaciones navales en las Antillas no podrían disfrutar de las
condiciones que el Primer cónsul había querido procurarles. El desastre de santo domingo eliminaba una
base esencial. La luisiana no estaba todavía en condiciones de defenderse y el 30 de abril Bonaparte la
vendió a USA. En compensación, el aliado español aportaba a la guerra naval una contribución importante.
Esta ayuda no fue inmediata xq el gobierno en madrid no quería lanzarse a la contienda. La paz de Amiens le
había valido una tregua necesaria y sobre todo la posibilidad de comerciar con sus colonias de América. Los
pesos fuertes habían vuelto a emprender el camino de Cádiz y Sevilla. Por el tratado de octubre de 1803
España pidió y consiguió permanecer neutral mediante un subsidio de 6 millones de libras al mes a Francia.
Pero en la primavera de 1804 Napoleón cambió de parecer. Ya no quería el dinero de España sino su flota,
ya que los barcos planos no podrían atravesar el Paso de Calais. Comenzaba así la guerra de escuadras y
España aportaría así un refuerzo decisivo.

Manuel Godoy continuaba reuniendo el amor de la reina y la amistad del rey, pero deseaba el apoyo de
Napoleón. Se daba cuenta de que le detestaba la nación y más directamente del odio con que perseguían el
principe heredero Fernando y su mujer. Lo consiguió el 14 dic de 1804; la torpe severidad de los ingleses al
capturar 4 fragatas españolas que decían llevaban los pesos del subsidio facilitó la maniobra. La condición
para el apoyo napoleónico fue que se hicieran al mar y Godoy se propuso conseguirlo. En los planes
napoleónicos las escuadras españolas ocupaban cada vez mayor espacio y finalmente el gran proyecto de
marzo de 1805 previó su total entrada en acción. Se dijo muchas veces que Napoleón no esperó nunca
seriamente desembarcar en Inglaterra. En tal caso el campo de Bolonia no hubiera sido más que un pretexto
para reunir un ejército y lanzarlo de golpe sobre Europa central. Semejante afirmación resulta desmetida al
estudiar el juego que Bonaparte llevaba entonces con Austria y más claramente si se examina su política
spañola.

En Italia, la actuación imperial ofrecía una relación menos estrecha aunque clara con las necesidades de la
lucha marítima. En Nápoles fue directa. El tratado de Florencia concede a Francia el derecho de establecer
guarnición en algunos puertos meridionales del reino; lo que hizo desde 1803. Esto inquietó a los ingleses por
Malta e incluso por Egipto haciéndoles distraer sus escuadras en tal dirección. La anexión de Génova
respondía a preocupaciones marítimas. Desde la guerra, la República de Liguria había aportado ya 10 mil
mariners y armado 8 navíos cuando en junio de 1805 Napoleón fue a sancionar personalmente la
incorporación al imperio de los 3 departamentos genoveses. Sus planes tendían a utilizar toda la potencia
naval del país. La adquisición de Spezzia le proporcionaba una nueva base magnífica. Pero si quería revivir la
grandeza marítima debía hacerlo en un proyecto a largo plazo. La anexión de Liguria respondía a los
esfuerzos realizados que le permitirían que Génova quedase convertida en la desembocadura marítima de la
gran diagonal París - Milán.

La instauración del reino de Italia se alejaba más aún de las consideraciones puramente estratégicas; pero no
dejaba de estar enlazado con el plan militar general. Si se lograba el desembarco en Inglaterra, podía
provocar un grave peligro. Ya que al pisar la isla quedarían aislados del continente. Este era el desafío al que
se enfrentaba.

RUSIA, ​CENTRO DE LA TERCERA COALICIÓN​: Rusia que animando a Inglaterra, había contribuído a que
se reanudase el conflicto continuaba aproximándose a Londres. De la corriente que, en determinado
momento, parecía haber arrastrado hacia Francia a ciertos círculos poco quedaba ya. La anglomania estaba
de moda. El zar sabía que no podía desdeñar aquel estado de ánimo y había sido quien se lo hiciese notar.
Pero las tendencias personales de Alejandro hubiesen bastado para oponerle a Bonaparte a quien por aquel
entonces detestaba. La aversión de Alejandro por el héroe occidental se había hecho ya patente en la
desgana con que colaboró en la política de sus intereses comunes en el Mediterráneo y en Alemania. Los
sucesivos consejeros del zar le impulsaban a enfriar su actitud.

Por su lado, Bonaparte sospechando que San Petersburgo había sostenido a Londres con ocasión de la
ruptura, pasó a la adustez. Una vez empezada la guerra rechazó una mediación procedente de Rusia,
aunque sus cláusulas no diferían mucho de las que, meses antes, habían estado decidido a aceptar. Sin
duda, opinaba que, ahora que la guerra inglesa le había infligido ya too el daño que podía causarle, más le
valía conservar las compensaciones tomadas en el continente, o sea, los puertos napolitanos y Hannover.
Empezaron a hacer reclamos que herían ambos orgullos, de Bonaparte y Alejandro, dando paso a la
discorida. En adelante fue todavía peor porque los cuatro años siguientes serían los de las coaliciones rusas.
Durante aquella época, Rusia iba a ser el principal promotor de agrupaciones vs Francia. Su papel había de
ser má importante incluso que el de Inglaterra, pues estaba en contacto más directo con los continentales y
suficientemente cerca de ellos para poder actuar con amenazas: porque además a los ojos de las monarquías
era la más representativa de la contrarrevolución y porque ponía directamente en campaña a sus ejércitos y
en masas que daban la impresión de ser irresistibles.

A fines de 1803, San Petersburgo propuso a Londres actuar de concierto, en caso que Bonaparte atacara de
forma abierta a Egipto.Los ingleses no se mostraban demasiado entusiasmados, no confiaban en los
moscovitas x sus ambiciones en el mediterráneo. Pero en abril cayó el gabinete de Addington minado por la
oposición de Pitt y el príncipe de Gales. En mayo Pit formó el gobierno e inmediatamente la política británica
recuperó su ímpetu y re entabló diálogo con Rusia. Las conversaciones llegaron pronto a las altas esferas
entonces se reveló un rasgo muy característico del carácter de Alejandro: su entusiasmo por las ideas nobles
y generosas, su tendencia a formar vastos planes de reformas internacionales. Ambos con visto bueno a
formar un sistema de seguridad colectivo en europa, sus bases se pueden observar desde 1792. El zar tenía
extraordinario interés que entrasen en la coalición las Dos Sicilias, guardianas del estrecho del mediterráneo.
Su objetivo era mantener a Francia dentro de sus antiguos límites, por medio de las sólidas barreras de
Holanda, Prusia, Austria y Piamonte. Rusia presionó y logró la colaboración de Suiza pero necesitaba más
allá de todo, la colaboración de Austria. Pero la Monarquía Austríaca se daba cuenta de su debilidad. Una
experiencia larga y en general penosa daba ideas a Francisco II pero no energía. Unicamente las intrigas y
amenazas arrastraron a Francisco II a la coalición. A Austria no le quedó más que decidir entre enfrentarse
sola a Napoleón o acompañada. El 16 de junio se registró su adhesión al tratado anglo ruso del 11 de abril.
Así nació la 3ra coalición.

LA DER​ROTA AUSTRÍACA 1805​: Prusia vacilaba entre ambos campos. En general, los pequeños Estados
alemanes estaba más francamente decididos a adoptar una posición. Se sentían poco atraídos por Inglaterra
, perturbadora del comercio neutral y cínica compradora de mercenarios alemanes. Por lo que a Austria
refiere, la temían enormemente sin que esto les impidiera ponerse de su lado llegada la ocasión.
Proclamándose emperador, Napoleón había halagado sus instintos de orden y jerarquía. Ya no rechazaba a
priori la idea de una tercera Alemania. Pero en lo referente a los estados del sur, se vio obligada a actuar
pues sus relaciones con Austria se iban haciendo cada vez más tirantes. De haber conflicto se produciría en
choque en esos estados y Max-José decidió no permanecer neutral buscaba ser realista, y se firmó la alianza
franco bávara. Así el sur de alemania se colocaba del lado francés. Lo que marca un cambio significativo ya
que representaba su separación de las coaliciones anti revolucionarias. Pero también elemento esencial de
decisión militar, porque aquellas regiones dificiles, de configuración accidentada y bosques espesps, las
fronteras quedaban abiertas a los franceses por acuerdo de los gobiernos, y los pasos a los caminos en sus
manos. Napoleón podía ganar así 2 semanas que le permitirían establecer contacto con los austríacos antes
que los rusos.

Espías periodistas y diplomáticos desempeñaron en la derrota de los coligados un papel tan importante, que
sería completamente imposible estudiar la campaña de 1805 desde el punto de vista militar. El admirable
servicio de información que disponía fue el que permitió a Bonaparte conocer la posición de los austríacos
con la suficiente exactitud para poder sorprender su retaguardia y obligarles a la capitulación de Ulm. El
servicio de publicidad francés supo orquestar estos primeros triunfos de manera impresionante para los ídos
neutrales, especialmente para los prusianos a quienes era de capital importancia mantener sobre la
abstención. El gobierno prusiano se daba cuenta ahora de ello. En su afán de neutralidad, había reducido la
prensa a una insignificancia absoluta que no podía tener influencia como arma diplomática. Luego de la
derrota de Ulm Austria estuvo x desligarse de la coalición. Napoleón se planteaba atraerla a su lado. Pero una
noticia desastrosa desvaneció estas aspiraciones. El 21 de oct de 1805 en el cabo de Trafalgar Nelson había
destrozado las escuadras franco españolas. Ya no era más posible soñar con el paso del Canal y la guerra se
volvió por completo al continente. Y desapareció una poderosa razón de tratar con miramientos a Austria.

Napoleón la derrotó en espaldas de los rusos que por fin habían llegado. El 2 de diciembre, en Austerlitz
consiguió obligarlos a hacer un peligroso movimiento envolvente y luego lanzó de golpe su masa de ruptura
contra el eje de conversión, pieza esencial y frágil y la línea rusa se rompió. El zar huyó vergonzosamente y
abandonó a Francisco II quien solicitó en armisticio y concertó la paz en Presburgo el 27 dic de 1805. Austria
quedaba expulsada de Italia: perdía Venecia y la parte que le pertenecía de los antiguos estados venecianos,
siendo todo ello transferido al reino de Italia, que ella reconocía. Así consolidado en el Adriático, Napoleón
quiso afianzarse aún más instalándose en la costa oriental. Exigió la cesión de Istria y Dalmacia. Austria
quedaba también excluida de Alemania, donde sus restos sirvieron para recompensar por su adhesión a la
causa francesa a los tres estados meridionales que fueron investidos de soberanía plena y total y desligados
en lo sucesivo de todo vasallaje con respecto al imperio germánico.

EL APLASTAMIENTO DE PRUSIA 1806​: Austerlitz y Presburgo apresuraron las unificaciones en Italia y


Alemania. Napoleón desarrolló la idea de imperio-federación dinástica y de parentesco a la que dió forma
jurídica y ampliada el estatuto del 31 de marzo de 1806. Napoleón nombró a su hermano Luis rey de Holanda
en junio de 1806 a su cuñado duque de Berg y adoptó a su hijastro. Pero el ascenso más brillante fue el de
José al trono de Nápoles. Brillante por la soberbia altivez de la proclamación que destronaba a María Carolina
y Fernando IV, al igual que por el carácter fulminante de la marcha de José a la capital que se le prometía y
por la trágica prisa de los Borbones de escapar a Sicilia en feb de 1806. De ahí tardaron más en extenderse.
Lo mismo ocurría en Alemania, pues Napoleón tropezaba con gobiernos antiguamente instaurados y poco
dispuestos a dejarle hincar el diente en su soberanía interior. El poderío francés había sobre pasado por
muchos el programa revolucionario del Rin como límite natural e incluso la idea consular de la frontera
cubierta. Ahora se instalaba en plena Alemania. Esta bisagra de Europa no era una conglomeración de
minúsculos principados impotentes o irrisorios, en los que los vecinos poderosos venían a estar equilibradas.
El Rin, elemento de dominio estratégico, económico y cultura, se hallaba en manos de una sola potencia. El
equilibrio europeo estaba roto.

Muchos de los principados decidieron por voluntad propia asociarse, les permitía obtener ventajas o
conseciones que desearan con más prisa. Desde el momento en que algunos de ellos adquirieron plena
soberanía, el Sacro Imperio Romano Germánico ya no significaba nada. El 6 de agosto de 1806 el Habsburgo
resignó sin resistencia la corona. Hace tiempo Europa central esperaba ese gesto. Los intelectuales
alemanes, fieles durante algún tiempo a su idea de una misión germánica limitada al mundo del espíritu, se
habían consolado de antemano. Ante los triunfos napoleónicos lo que quedaba de la coalición vaciló un
instante. Pitt murió el 23 de enero de 1806, consciente del estado de amenaza latente en Inglaterra a pesar
de la victoria de trafalgar. El zar seguía el mismo camino, se encontraba hastiado de estas guerras y
recordaba lo poco lúcido que había quedado en Austerlitz, veía a Austria fuera del juego. A prusia el mismo
alejandro le aconsejó que se entendiese con Napoleón. Si los tres grandes beligerantes se hablasen cara a
cara la paz general no sería imposible, pero aún no estaban del todo cansados. Napoleón intentó engañar a
los ingleses valiéndose de Rusia.

Se encausó un nuevo belicismo donde el zar buscaba atraer a Prusia a su campo. Bajo su influencia el
gabinete prusiano decidió ir a la guerra ante el rumor de que Francia iba a quitarle de nuevo Hannover. Esta
Misma imprudencia engañó al emperador, que hasta el 3 de septiembre no se dio cuenta de que estaba
amenazado. El 1ro de octubre Federico Guillermo conminó a los franceses a volver a pasar el Rin: estaba
formada la cuarta coalición. Seis días después no quedaban ya en el ejército prusiano unidades constituidas a
no ser algunos cuerpos en presurosa retirada, y las guarniciones lejanas. A fines de noviembre Napoleón era
dueño de Alemania entera y faltaba controlar la fuerza rusa.

REPARTOS FRANCO RUSOS TILSIT 1807​: Napoleón fue duro con los vencidos, sobre todo después de
encotnrar en Berlín pruebas de su larga colusión con Rusia. Les negó la paz, y solo les concedió un armisticio
que, por lo demás, fue rechazado por Federico Guillermo. Estaba profundamente resentido con ellos por su
agresión imprevista y gratuita, por aquella guerra que él no había deseado, y por la situación difícil en que se
encontraba a pesar de su triunfo. Por el frente llegaban los rusos; por el flanco derecho AUSTRIA era un serio
peligrio, por la retaguardia España había estado a punto de traicionarle. Austria pudo ser contenida fácilmente
ya que su gobernante no tenía interés en entrar en la contienda. Que Austria estuviese en dudas era natural y
previsto. Pero la sospechosa actitud de España, del viejo aliado hasta entonces fiel, la posibilidad de un
segundo frente abierto inopinadamente en la misma frontera francesa y alimentado por contingentes ingleses
fue un choque durísimo para Napoleón. El 5 de agosto Godoy lanzó una proclama llamando a España a las
armas aunque sin decir contra quien, esperando que Napoleón creyera que iban vs Portugal y los coligados
que se refería a Napoleón de este modo, esta garantía ofrecida a ambos partidos le permitía esperar el
resultado para la batalla. Pero la opinión pública, poco preparada para tales sutilezas solo vió la última
interpretación. En todo el reino se creyó estar en guerra con Francia y hartos de las exigencias imperiales la
acogieron con gusto. La unanimidad de la interpretación decía lo bastante y expresaba el sentimiento, cada
vez más claro en Europa, de que la alianza francesa era agobiante, y a pesar de que las coaliciones estaban
mal cimentadas, el bloque napoleónico presentaba grietas que ni la misma victoria permitiría cerrar.

Napoleón comprendió admirablemente el peligro de que había estado amenazado. Pero consideró que, en
público, lo mejor era negar desdeñosamente su existencia pero las palabras al embajador español en Berlin
fueron clarísimas. La alarma en los Pirineos, unida a la actitud dudosa de Austria demostraban la urgencia de
conseguir la victoria militar, pero esta parecía difícil de lograr en las llanuras polacas a las que estaban
llegando los rusos. El frío, el deshielo y el barro, lo diseminado de la población, la exigüidad de recursos, los
pantanos y bosques eran otros tantos obstáculos poco conocidos por los franceses. La base de operaciones
tenía que ser completamente segura y plegarse a todas las exigencias. Prusia había de ser tratada sin la
menor contemplación. En el corazón de los prusianos se iba formando un odio que había de tener graves
consecuencias. Durante todo el invierno el ejército realizó marchas y luchó. Napoleón hablaba con Prusia
pero esta firmaba con Prusia. Pero llegó la primavera las operaciones se animaron y el 14 de Junio en Fiedlan
sorprendió Napoleón al ejército ruso y lo destrozó. Rusia podía continuar la guerra pero los militares
deprimids exigían un armisticio. El zar consciente de como había muerto su padre sabía que no se debía
superar cierto punto de presión con los oficiales. También Napoleón quería la Paz. Tenía respeto por un
adversario tenaz y valiente, visión clara de sus propios recursos y agotamiento y cierto deseo de arreglar las
cuestiones con España para que no quedase más un peligro a su espalda.

Pero había aún más. El 21 de nov. por el decreto de Berlín el emperador declaró a las islas británicas een
estado de bloqueo. Una vez conseguida la victoria continental había que obtener la victoria sobre inglaterra.
En el sistema de guerra económica era necesaria la paz y la alianza con Rusia. Napoleón quiso esta alianza
desde que llegó al poder y la había realizado a medias lo suficiente para comprobar su eficacia ( paz de
amiens). Siendo dueños de la costa esta entente sería dueña de Europa por igual. En consecuencia, el tratad
que se irmó en Tilsit fue doble: el 7 de julio de 1807 con el zar y el 9 con Prusia - que perdía 5 millones de
habitantes cada 10 se encontraba tremendamente mutilada, además perdía las posesiones de la izquierda del
Elba y sus adquisiciones placas salvo una estrecha franja que unía Prusia oriental con el resto del reino. Con
estos y otros terrenos más, Napoleón formaba el reino de Westfalia para su hermano Jerónimo. Rusia no
debaja de experimentar algunas perdidas. En oriente tenía que retroceder mucho, cediendo en el
mediterráneo las islas jónicas y Cattaro, evacuando Moldavia y Valaquia. En Europa se instalaba un nuvo
equilibrio, el de 2 masas simétricas, la moscovita y la napoleónica. De la estructura feudal o dinástica el
continente pasaba a las estructuras imperiales. Pero a estas alturas, aquella alianza hubiera exigido una
sabiuría y fuerza de dioses. Había un tercer imperialismo fuera de su alcance y que se alzaba frente a ell: el
imperialismo del océano.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Libro 2 La guerra napoleónica Cap. 7.El bloqueo 1806 -1810
ARGUMENTO:

EL DERECHO DE BLOQUEO: ​Ahora, cuando Inglaterra había destruído las flotas francesas pero perdido
todos sus aliados en Europa, la guerra económica se convertía para el gobierno de Londres en la forma
esencial de lucha. En sus manos tenía la voluntad y los medios de emprenderla. Después de la muerte de Pitt
y Fox, se continuó hablando de pittistas y foxistas pero los dos partidos se desmenuzaron formando
numerosos grupos mantenidos por consideraciones personales. Casi todos ellos pertenecían a esa idecisa
fuerza flotante a que recurren los ministros para completar su mayoría. El gabinete de todos los genios se iba
para completar su mayoría. El gabinete de todos los genios se iba gastando rápidamente y ya en marzo de
1807 cayó por un incidente irlandés. Los tories tomaron entonces el poder y lo conservaron por 5 años hasta
septiembre de 1809 y luego por Spencer Perceval hasta mayo del 12. Con ellos se veía a dos hombres de
talento y decisión que alcanzaron los cargos principales: George Canning, que dirigía la política extranjera, y
Castlereagh, que reorganizó el ejército. La lucha contra Napoleón recobraba la energía olvidada.

La marina victoriosa, dominaba los mares. Cada año los efectivos aumentaban aún más. El gabinete británico
sacrificaba a la supremacía naval todas las consideraciones de moderación o humanidad. Poco después de la
entrevista en Tilsit recibió aviso de que Napoleón y Alejandro iban a movilizar la flota danesa. Temiendo que
Dinamarca se pasara a Francia, Canning hizo bombardear Copenhague. Esto significaba hacer tan poco caso
del derecho que los mismos Whigs echaron en cara a Canning su piratería y este tuvo que escuchar sus
sarcasmos sobre la nueva moral. Fueron capturados 18 barcos daneses y nada amenazaría ya el paso de las
provisiones navales bálticas a través de los Estrechos. A cambio de esta solicitud, la marina de guerra
prestaba a la economía británica un servicio que no tenía precio, pues año tras año llegaba a poner en sus
manos todas las fuentes de productos coloniales del mundo. Desde antes de Trafalgar, el Almirantazgo
consideraba esta labor tan importante casi como la protección de las costas y Napoleón estaba en lo cierto al
dar por seguro que una amenaza en las Antillas llevaría a toda vela los navíos de Nelson a aquel centro vital
de la riqueza inglesa.

Luego de la derrota de la marina francesa, solo le faltaba ocupar las tierras del algodón y azucar del
adversario. En 1808 cayeron la Deseada y María Galante, en 1809 la Martinica, la Guyana y Senegal en 1810
la Guadalupe, las Seychelles y la isla de Francia y Borbón, y en 1811 Java, las Moluca y Tamatave.A partir de
entonces, los productos tropicales destinados a la exportación se encontraron todos prácticamente a
disposición del consumo, de la industria, el comercio y de la banca de Inglaterra. Su riqueza hacía de
contrapeso con la fuerza militar del continente. Napoleón replicó haciendo entrar en su plan de guerra
económica a todos los estados que imponía su yugo o alianza. Realizó un cordón aduanero en toda la costa
del mar del Norte. En diciembre de 1806 añadieron a Holanda al sistema imperial, Dinamarca en octubre del
07, Rusia en noviembre y Prusia en Dic. En agosto del 07 se ocupó Liorna y en noviembre la costa adriática
del estado pontificio. España consintió en febrero del 07-. Al principio la opinión intelectual Europea no fue
hostil a esta guerra comercial. Los antiguos coligados conservaban un vivo resentimiento vs Inglaterra.

Calculando la importancia de la opinión pública, el emperador procuraba presentar a los hombres de pluma y
negocios objetivos de guerra económicos sencillos y rotundos:
1. Imponer a Inglaterra que respetase los derechos neutrales.
2. Todo barco neutral que intentara forzar un bloqueo se exponía a ser echado a pique o
capturado. Ahora bien, Inglaterra, para tener sujeto al mayor número de neutrales, declaró
bloqueados, como reprochaba el decreto de Berlín, plazas ante las cuales no tiene ni un solo
barco de guerra, así su almirantazgo creaba bloqueos ficticios o de gabinete.

Estas disposiciones de principio procuraron al Emperador buenos apoyos en la opinión continental, y en este
período de iniciación del sistema, puede proclamar que la lucha en beneficio de todos por la libertad de los
mares. Pero no cabe duda que los objetivos reales y las maniobras prácticas de ambos beligerantes se
cuidaban poco de doctrinas. En materia de comercio neutral, Inglaterra seguía siendo esencialmente utilitaria.
Procuraba vender a su adversario todo cuanto podía para irle sacando así sus riquezas básicas. Después de
adoptar la misma actitud, Napoleón volvió a otra táctica francesa, la del bloqueo hermético o de guerra en
torno al continente. Un cordón de repulsión con objeto de privar sus salidas a la industria británica. Luego
adoptó una posición mixta, permitiendo determinado comercio, por medio de licencias.

Después de la ruptura de la paz de Amiens, los beligerantes iban tomando posiciones. El 20 de junio de 1803
y el 13 de marzo de 1804 Bonaparte prohibió que se recibiesen en Francia productos coloniales u objetos
manufacturados de origen inglés. Los cargamentos neutrales solo serían aceptados con un certificado que
atestigua que no pertenecía a tales categorías. Londres respondió bloqueando las bocas de Elba y Weser, los
puertos franceses en el mar del Norte y canal de la Mancha y las desembocaduras de Ems y del Trave. Pero
era una decisión prácticamente ficticia. Los publicistas franceses y alemanes encontraron en ella un excelente
motivo de polémica. Por otro lado, la victoria sobre Prusia le abría a Napoleón nuevas perspectivas. Al
principio Londres protestó débilmente, limitándose a prohibir a los neutrales el cabotaje entre puertos
franceses. Pero cuando los tories subieron al poder, tiraron con bala explosiva. Del 11 al 25 de noviembre de
1807 aparecieron nueve órdenes dadas en Consejo, oscureciendo aún más por las notas explicativas, pero
cuyas intenciones generales eran muy claras. Todos los países que excluyeran el pabellón británico - es decir
casi toda Europa- quedaban declarados en estado de bloqueo. Los barcos neutrales no podían dirigirse a un
puerto bloqueado ni venir legalmente de él, más que si tocaban inglaterra, pagando los derechos al igual que
si fuesen a importar su cargamento - + - 25% - y comprando allí una licencia. De esta manera, el tráfico
neutral, abrumado por su carga retrocedía en beneficio de los intereses ingleses.

Además existía un producto que no debía entrar jamás en los puertos bloqueados: el algodón. Por último, a
su paso por Inglaterra los neutrales serían inducidos a introducir de contrabando en el continente las
mercancías que abarrotaban los almacenes británicos. El 23 de nov. de 1807 Napoleón con objeto de
ddificultar el contrabando, dio el primer decreto de Milan: todo barco neutral que hubiera tocado Inglaterra se
exponía a ser capturado. Su segundo decreto de Milán el 17 de dic. de 1807, declaró que todo barco
sometido a las imposiciones británicas será declarado desnacionalizado, perderá la garantía de su pabellón y
se habrá convertido en propiedad inglesa por lo que puede ser capturado tanto en puerto como en alta mar.
Era equivalente a declarar una guerra económica total. Los neutrales - salvo x ahí USA- se veían obligados a
plegarse a estas disposiciones. Para su derrota total solo faltaba una condición: que Europa entera se
sometiera o fuera sometida a la voluntad del Emperador.

ECONOMÍA BRITÁNICA DE BLOQUEO​: La violencia del conflicto en que Inglaterra se encontraba


encerrada; las conexiones que ello establecía entre todas las categorías de la actividad nacional, las
intervenciones de imposición gubernamental que provocaba, impedían la aplicación en la economía de guerra
británica, del juego libre de un gran capitalismo y de sus leyes. Pero no dejaba de ser cierto que, en contraste
con las normas de economía dirigida que Napoleón se esfuerza por imponer en el sistema continental, el
Reino Unido se nos presenta como el país de la libre empresa. El capitalismo conservaba sus características.
La parte que concedía al crédito financiero era tan amplia que de ella se derivan peligrosas repercusiones
internacionales. El Reino Unido sabía por la experiencia de las guerras revolucionarias que los éxitos
franceses en el continente podían llegar a entorpecer considerablemente su abastecimiento. En
consecuencia, una de las preocupaciones era favorecer y restaurar la self sufficiency británica. En este
sentido se aplicaba la Enclosure Act de 1801, que al disminuir los gastos y formalidades, permitía poner el
cultivo los barbechos y propiedades comunales. Los agrónomos trabajaban y sus notables descubrimientos
eran difundidos por diarios y revistas técnicas. Ante la seguridad de obtener buenos beneficios, los capitales
se inclinaron a inversiones agrícolas. Aumentó el rendimiento general. La producción nacional de trigo
garantizaría ampliamente el consumo durante 43 semanas del año.

Para completarla era necesario recurrir a las importaciones y en ese sentido la acción enemiga pordría
resultar enojosa. Pero aunque entre 1810 -12 el peso de las exportaciones fue el triple a USA y Canadá,
aquél tráfico se hallaba sometido a causa de la presión francesa a peligrosas fluctuaciones. Los cargamentos
de víveres de los países tropicales llegaban en grandes convoyes. Las Indias orientales proporcionaban
principalmente té que se consumía en el mismo Reino Unido, pues el Continente lo pedía poco. En eto los
beneficios de redistribución eran exiguos, pero podían llegar a resultar enorme en el azúcar ya que los
contrabandistas lo vendían a Holandeses y Alemanes a 5 o 6 chelines la libra vs los 4 peniques por lo que
ellos lo habían adquirido. Este azúcar llegaba de manera considerable de las Indias occidentales británicas,
siendo casi las únicas productoras.

Al abastecimiento de víveres siguió el de materias primas para hilaturas. Con respecto al algodón el c caribe
perdió el lugar preeminente que ocupaba en los pedidos de Lancashire ya que el terreno era demasiado
restirngido para procurar cantidades cada vez mayores que exigían las fábricas, mientras que USA iba
progresando al igual que India aunque su algodón era de fibra corta y basta. En total las hilaturas inglesas
estaban suficientemente abastecidas y habían de resentirse más de la guerra con USA en 1812 que de las
medidas napoleónicas. Con respecto a la lana, la producción nacional seguía siendo importante. Los barcos
neutrales prestaban a la economía británica servicios incontestables. Los griegos proporcionaba algodón de
Levante. Suecia transportaba buena parte de las ventas inglesas de artículos que llegaban a pasar las 34 mil
libras. Hasta 1807 el intercambio con portugal fue sumamente activo. Pero era USA quienes aportaban el
socorro de su flota mercante y entregaban a las hilaturas su algodón y compraban productos manufacturados.

Pero en el Reino Unido algunos se quejaban de aquella actividad de los neutrales. Inglaterra desde antes del
93 venía interesándose cada vez más por las ganancias que proporcionaba el armamento, después de la
guerra se hizo muy sensible a la seguridad que procuraba contra la escasez una potente flota mercante y
escuchaba con interés las recriminaciones de sus armadores contra la competencia norteamericana.
Sometida a tan diversas influencias, la actividad del gobierno británico con respecto a los neutrales fluctuaban
continuamente. En algunos momentos era la esencia del liberalismo. En cambio en otros momentos
conseguía que se abrumara con impuestos el cargamento neutral. Por otra parte, las autoridades británicas
vendían licencias que permitían franquear el bloqueo y transportar mercancías prohibidas.

LA ESTRATEGIA NAPOLEÓNICA DEL BLOQUEO​: La primera preocupación de Napoleón, al enfrentarse


con la tarea que se había impuesto de organizar al Continente en economía de bloqueo, fue la información.
Los órganos de estadística creados bajo el consulado se esforzaban por procurarla. Anales estadísticos,
anuarios departamentales, memorias de los prefectos, le proporcionaban esas cifras abundantes y
minuciosas. Se dirigió también a la cámara de comercio. y cámaras consultivas de manufacturas, en las
ciudades fabriles. A su alrededor ministros y altos funcionarios se enfrentaban en conflictos de doctrinas e
informaciones de interés para ilustrar a su jefe. Esta información económica, recogida por todas partes y
confirmada siempre que era posible por la inspección personal, fue la base y el fundamento de una actividad
imperial que causó asombro por su precisión, competencia e ingeniosidad. Pero era una materia demasiado
basta para ser dominada.

En la doctrina de guerra económica que ideó el Emperador, existen 2 puntos primordiales: uno era la voluntad
de excluir de Europa el comercio inglés y constituye lo que llamamos el bloqueo continental anunciado en
mayo de 1803. El otro aspecto de la política imperial refería a la organización económica de Europa y esto es
lo que más debe conocerse como Sistema continental. En algunas mentalidades, principalmente suizas y
alemanas, la extensión del poderío francés hizo nacer esperanzas de que un día la Europa occidental y
central constituyera un inmenso bloque económico. La idea de tal unión aduanera estaba desarrollado en la
obra de Dubois que proponía que el sistema federativo continental se extendiese a la Economía. Los
principios sobre los que había que organizarse la economía dominante era, como es natural, muy generales y
de aplicación que varía hasta la contradicción. En la base, 2 preocupaciones sociales. satisfacer los deseos
del campesino francés, logrando que pudiera vender el trigo y el vino incluso en años de superproducción y
dar de comer al pueblo de las grandes ciudades, asegurándose el pan incluso en caso de malas cosechas.
En cuanto a las industrias, sus preferencias se inclinaban a aquellas que, por el origen de sus materias
primas, eran más auténticamente nacionales, como la del lino y lana y sobre todo la seda. El emperador
mostraba un interés menos vivo por las industrias del algodón, pues sus materias primas llevaban consigo
salidas de numerario. Sin embargo, eran tan importantes y al mismo tiempo tan frágiles que no las perdía
nunca de vista; su diplomacia y su estrategia para buscar rutas en Oriente tendían a la búsqueda de algodón.

Las pugnas de influencia se establecen en torno a una política que afectaba a intereses tan vastos y que era
susceptible de rápidos cambios, resultaban encarnizadas. Las empresas de rodaje, solo intrigaban en el
terreno local. Pero el comercio y la industria cuyos puntos de vista divergían estaban fuertemente
representados en las camarillas de los ministros. En manos de Napoleón, el instrumento esencial de esta
política era el cordón aduanero. Las tarifas aduaneras tenían como primer objetivo constituir la economía
francesa en economía dominante en relación con los vasallos. Un proteccionismo, cada vez más señalado la
rodeaba con sus murallas. De 1803-6 los derechos de aduana aumentaban todos los años.

Los acuerdos comerciales iban entregando las economías dominadas a una industria francesa protegida de
semejante modo. Toda ocasión era buena para imponérsela o para sentar el principio. Si dos estados
satélites intentaban concertar sus economías, Napoleón vigilaba la prueba y en caso de necesidad la detenía
ya que esos intercambios producía un cortocircuito en su sistema. A este reajuste de las corrientes
comerciales tenía que responder la red de comunicaciones adaptada a las condiciones nuevas y,
principalmente al hecho cumbre; la creciente paralización en las condiciones marítimas. Estas no contaban ya
más que en el terreno del cabotaje local, que el bloqueo inglés no llegaba a paralizar por completo, pero que
resultaba débil. En el imperio, la carretera desplazó al mar. Francia disponía de un excelente cuerpo de
ingenieros, que habían sido formados con arreglo a las tradiciones del antiguo régimen y de los Trudaine, por
la Escuela de Caminos fundada en 1791. La amplitud de los territorios dominados permitía una visión de
conjunto de los grandes problemas, tales como la perforación de los alpes. La doctrina general estaba bien
fundamentada y se resumía en el decreto de febrero de 1811 sobre las grandes comunicaciones del imperio,
que tendía a crear alrededor de París una red en estrella que irradiaba a Holanda, Alemania, los Alpes y
España. A mayor o menor distancia estos radios se ramificaban. La red que se iba a crear en la vertiente
oriental del Adriático era vital para los textiles franceses y Marmont la llevó con una gran celeridad. Las
brechas que abrían y los ejes que indicaban, modificarían la vida económica de Europa hasta la era del
ferrocarril y recordarían a los aduaneros de Napoleón y efímera vida del sistema continental.

BALANCES: En la guerra económica, tal como él la llevaba, Napoleón encontraría el mismo adversario que
en sus campañas militares de Polonia y Rusia: la distancia. En su tiempo, el transporte por mar, el más
perfeccionado y menos costoso, daba a las economías marítimas una ventaja sobre las terrestres. Por tierra,
a partir de cierto punto, la distancia se convertía en un obstáculo insuperable para el rendimiento financiero de
un táfico que alcanzara determinado tonelaje. En el sistema napoleónico, España arrasada por la guerra
desde 1808, ocupaba un lugar mal definido. La lana de su ganado merino y el algodón andaluz habían de ser
preciosos para los franceses. Levantado el bloqueo inglés para la España libre, esta recibía fácilmente los
géneros de sus colonias americanas. En las Baleares se amontonaban tejidos y quincalla británicos. En el
suelo ibérico se entrecruzaban tráficos muy complejos. El contrabando inglés empezó a insinuarse a través
de las líneas de aduaneros que vigilaban las costas imperiales. Sus bases a la entrada del Báltico eran
Goteborg y en islote de Anholt en el Cattegat. En cuanto al mar del norte, el gobierno británico gasató en
Hellgoland ½ millón de libras para habilitar un puerto y almacenes. En el mediterráneo el primer luar
correspondía a Malta, donde funcionaban de 30 a 40 firmas inglesas y que en 1813 recibió algodón por el
valor de 2.400.000 libras, luego estaba Gibraltar y las Baleares. En 1809 la flota británica tomó a los
franceses las jónicas que se convirtieron en preciosas bases para los cargamentos clandestinos de los
griegos.

Una vez desembarcados los fardos en el continente, los contrabandistas no corrían ya ningún riesgo a menos
que buscaran introducirlos en la misma Francia. Allí la frontera estaba bien vigilada y, en 1809, la prima del
seguro que cubría el riesgo de captura llegó hasta un 30%. Pero en los estados feudatarios, el peligro era
pequeño, a pesar de que podía haber sorpresas como el establecimiento repentino de un cordón aduanero o
alguna redada como la que en octubre de 1810 se hizo entorno a Francfort. Por tanto, podía organizarse a
través de Europa una circulación clandestina bastante normal que se alimentaba en las discretas abras de los
smoggles, en los puertos neutrales. Cuando en 1809-10 Napoleón se anexionó el litoral adriático de Austria y
se sistematizó el bloqueo la circulación se dificultó y disminuyó considerablemente. Por la extensión del
imperio se volvió su eje hacia el Este. Viena se convirtió en el gran mercado de algodón al que accedían por
Trieste y la costa dálmata. Los lazos de la economía británica y la del continente no estaban rotos ni mucho
menos. La solidaridad financiera seguía siendo estrecha y el éxito de una redada realizada por los aduaneros
napoleónicos en el Adriático o en el Elba repercutía en toda la banca internacional.

Dada la importancia que ocupaban en la economía las Indias occidentales, cuando el bloqueo napoleónico
logró impedir la distribución del cargamento el peligro adquirió gravedad. El de 1806 fue un año de
inquietudes. Solo de las entradas de 1805-6 se llegaron a acumular en los depósitos cerca de 5 millones de
quintales de azúcar sin vender. La estructura financiera sufrió una violenta sacudida. Ante el imperativo de las
necesidades gubernamentales y sociales, el Banco continuó emitiendo demasiados billetes, descontando
demasiado papel comercial, aceptando demasiados bonos del tesoro a instancias de Perceval y luego de
Vansittart. Se propagó una especulación mal sana en la que procuraban lucrarse gente que no poseen en
realidad propiedad alguna. El mundo se deshacía abiertamente del papel moneda para acaparar oro. La
producción y el comercio se resentían. Muchas fábricas en Glasglow y Lancashire cerraron, hubieron paros y
destrosos. Ya era hora de poner fin a la guerra.

La industria propiamente francesa, a la que Napoleón quería entregar los mercados de Europa, se agotaba
por conquistarlos. Su mecanización era insuficiente y aunque el herramental del algodón era mejor, hasta
1812 no apareció una hilatura de Mulhouse, la primera máquina a vapor. Únicamente en las sederías el telar
Jacquard y Breton permitía sostener la competencia de los algodones. Además escaseaban las materias
primas. El contrabando inglés mal abastecía a la misma Francia, que estaba demasiado vigilada. A la crisis
de las materias primas se unió la del crédito y conmovió la industria continental. Los beneficios que permitían
las bruscas alzas de los géneros coloniales incitaban a la especulación, principalmente por la cantidad de
operaciones a término o por saldo de diferencia. El mismo banquero especulaba con el corretaje del papel. Se
suma entonces una crisis de la clientela. Las industrias vasallas eran demasiado fuertes para ser ahogadas.
Parecía haber una solución: hacer extensivas las exportaciones francesas al mismo adversario. Inglaterra fue
la primera en dar ejemplo de aquél tráfico con el enemigo.

Esta nueva política se implantó con bastante rapidez. En 1808 Bonaparte solo tenía la intención de dejar que
sus mercancías se filtrasen en terreno enemigo, valiéndose de discretas embarcaciones de los smoglers,
pero en abril de 1809 autorizó a sus barcos para que se dirigieran a Inglaterra bajo pabellón neutral. EN
noviembre amplió la lista de exportaciones e importaciones permitidas. Napoleón en 1810 aconsejado por
Montalivet ampliaba el procedimiento aplicando una nueva concepción del bloqueo y su política. Ya que
Francia no podía prescindir de los artículos coloniales, organizaría abiertamente un gran sistema de
importaciones, valiéndose del tonelaje americano, bien de barcos provistos de licencias. No deberían hacer
escala en Inglaterra. La aventura del bloqueo fracasó, tal vez por ser anacrónica por anticipación, por estar en
desacuerdo y discordia con la época. Exigía estructuras sociales y técnicas de comunicaciones que aún no
habían nacido, suponía una unificación del continente mucho más profunda de la que logró el gran imperio.
Contaba con una disciplina colectiva que destruía la noción del mercado abierto y del beneficio individual. La
economía organizada, reglamentada y dirigida que sonó Napoleón, iba contra la corriente de un siglo que
burguesía y capitalismo hacían suyo. Como conquistador, Napoleón se quejó alguna vez de haber nacido
demasiado tarde. Para dirigir la economía y por ella dar forma a las masas humanas, nació demasiado
pronto.

AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Libro 2 La guerra napoleónica Cap. 8 Nacionalidades e Imperio.
ARGUMENTO:
RESISTENCIA DE LAS NACIONES IBÉRICAS 1808: ​Frente a España Napoleón se presentó y actuó
siempre como hombre de la Revolución Francesa. No existía en Europa ningún pueblo más alejado de la
mentalidad revolucionaria ni menos dispuesto a dejársela a imponer que la español. Estas 2 obstinaciones
acabarían por agotarse entre sí. El emperador era hombre de la revolución, con respecto a los Bornones
españoles, por reflejo e instinto. Las otras viejas razas coronadas luego de Tilsit pudieron despertar en él
cierta veneración secreta. Ante aquella España en la que veía, o creía ver, tantas riquezas dormidas,
Napoleón fue plenamente el genio de la Revolución y del S. XVIII, enamorado de la industrialización y los
despertares económicos, de reformas útiles, de las actividades ordenadas y creadoras. A raíz de Tilsit , las
circunstancias vinieron a confirmar al emperador en su desprecio por los Borbones de Madrid y a hacerle
vislumbrar el medio para tomar el reino en sus manos. Ya sabemos que en 1804 la corte española anima a
Napoleón a intervenir vs Portugal, para acabar con el aliado inglés. En su ciego egoísmo Godoy continuaba
pensando en una expedición que le asegurara un cómodo principado lusitano, aunque la entrada en la
península de las tropas imperiales pusiera a todo el reino a merced de Napoleón. Portugal se negaba a
aplicar el bloqueo y Napoleón se decidió a actuar. En 1807 firmó el tratado franco español de Fontaneibleau
que decidió el reparto. Godoy recibiría la parte sur, el centro con Lisboa quedaría reservado y el norte sería
de la reina de Etruria. Juan, el príncipe regente había embarcado a Brasil sin pensar en oponer resistencia.
Esto generó una tentación para el emperador; el norte de España ya estaba ocupado por las tropas francesas
a pocas jornadas de Madrid. El emperador hizo que sus tropas ocupasen discretamente encrucijadas
estratégicas, ciudades e incluso ciudadelas por si le llegaban a ser de utilidad.

La segunda tentación no era menos peligrosa: la familia real dividida por odios pedía la mediación del
emperador. Entre Fernando, el príncipe heredero y Godoy, favorito de la reina, la hostilidad era creciente. El
27 de octubre de 1807 en el Escorial el principe y sus amigos fueron detenidos y sometidos a juicio por orden
del rey. Napoleón intervino a favor del príncipe con amenazas y todo se calmó de momento. Las disensiones
internas acababan por hacer factible cualquier maniobra, como asegurarse el reino por matrimonio a cambio
de Lisboa. Por último llegaría a derribar a los Borbones. Hacía meses que Napoleón vacilaba entre estas
soluciones cuando las circunstancias parecieron resolverlo todo. El 19 de marzo de 1808 un motín popular en
las puertas de Aranjuez derribó a Godoy y el rey abdicó en favor de Fernando VII. Se decantó por el
destronamiento. Los Borbones se dejaron maniobrar por Napoleón, pasaron a tierra francesa a encontrarse
en Bayona con su aliado y perdieron la cabeza ante las amenazas abdicando en mayo y aceptando el
destierro en Francia. José recibió la orden de acudir a ocupar el trono. Pero el 2 de mayo de 1808 Madrid se
sublevó vs la intrusión extranjera.

Lo que primero causó la indignación de la nación española fue el desprecio del jacobino a su rey. Carlos III y
Carlos IV habían vivido de manera tan acorde con el temperamento nacional, que entre la dinastía y la masa
n se había abierto ninguna fisura. Los escándalos de palacio no alteraban la lealtad que se contentaba con
depositar su cariño en Fernando. El emperador contaba con atraerse partidarios con sus promesas de
regeneración a la francesa. Demostraba conocer muy mal a España. Pero Napoleón, siguiendo una corriente
del S. XVIII, tenía tendencia a considerar a todos los pueblos como equivalentes. No daba importancia a la
psicología de las naciones, los matices de las mentalidades, ni a los valores cualitativos. Menos le
preocupaba España a la que despreciaba profundamente.

Los franceses eran dueños de casi todo el norte y la meseta central, pero Cádiz, último refugio de la
independencia se resistió siempre. Portugal, gracias a su tenacidad y la ayuda de los desembarcos ingleses,
se mantuvo libre en su mayor parte. Los ibero británicos cuando tenían la iniciativa intentaban converger
sobre Madrid u obligarlo a rendirse amenazando sus comunicaciones con los Pirineos. El segundo frente
minaba lla fuerza imperial. De este modo, Napoleón se encontraba sujeto en España. Militarmente, solo el
desgaste de las idas y venidas entre la Europa central y los Pirineos bastaba para destrozar las tropas.
Cuando llegaron los días sombríos y se hizo preciso realizar los sacrificios en todos los frentes, Napoleón no
supo resignarse a hacerlos lo suficientemente amplios en el sur y los desastres de Alemania y España se
explican recíprocamente.

Cuando los ingleses desembarcaron en Portugal en agosto de 1808, eran soldados poco experimentados. La
flota les garantizaría aquella salida siempre abierta y también un aprovisionamiento inagotable, superioridad
capital en estos países pobres. y a ventaja de poder desplazar su base con ligereza, trasladándola
rápidamente desde Lisboa a la otra costa vasca de ser necesario. El ejército llegó a ser excelente, más agil y
maniobrero de lo que se podía esperar. Su punto débil estaba en la exigüidad de sus efectivos. Aunque
reducidas, aquellas fuerzas mantenían la guerra, desgastaban el ejército imperial e iban forjando un nuevo
elemento para la intervención de Inglaterra en el continente que iba a ser decisivo el día de Waterloo.
Derrotados el 21 de Junio en Vitoria, los franceses evacuaron España, abandonando un país más lastimado
por la guerra que ninguno otro de Europa. Sufrió grandes pérdidas demográficas, por miseria, enfermedad y
escasez, agotado por las requisas, la táctica de quemar tierras y consecuencia de las guerrillas, el incendio
de los pueblos y abandono de los campos. Económicamente su penuria y la secesión americana le quitaron la
posibilidad de adaptar su estructura a las condiciones del nuevo siglo. El cansancio de un organismo agotado,
el arrinconamiento de toda una elite bajo inculpaciones políticas y nacionales, engendraron una indiferencia
burlona y triste hacia las cuestiones públicas. Otra secuela fue el conflicto desde entonces crónico entre el
poder civil y aquellos oficiales que durante la guerra habían luchado contra los burgueses de las juntas
locales y contra los magistrados de las audiencias. La evolución social yla adaptación de la economía
quedaron paralizadas.

En las relaciones con el exterior, la tradicional xenofobia española era más violenta que nunca. Ena bril de
1814, cuando Fernando VII volvió de su cautiverio en Francia, los liberales le pidieron que impulsara las
relaciones internacionales, pero las masas no querían ni oír hablar de extranjeros. Irguiéndose frente a
Napoleón, España había salvado su independencia, agotando sus fuerzas y completando su aislamiento.

PATRIOTISMO AUSTRÍACO 1809: Cuando después de Tilsit Austria quedó totalmente aislada, se dio
cuenta de que su porvenir dependía de la manera en que los rusos interpretaran y consideraran su alianza
con Napoleón. Un año después se había tranquilizado. A pesar de la declaración de guerra del zar a
Inglaterra por su ataque a Copenhague, había muchas diferencias entre el zar y Napoleón acerca de Polonia,
Prusia y Oriente. Austria estaba al tanto de ellas gracias a Metternich embajador suyo en parís desde
septiembre de 1806 y a las confidencias de Talleyrand. Cuando el zar y Napoleón se juntaron para revisar su
alianza Napoleón se empeñó en demostrar su omnipotencia en todos los aspectos, pero puso a Europa en un
estado de alarma e inquietud. Pero en verdad en las negociaciones no salió muy bien parado. Tuvo que
promoeter al zar que aliviaría las cargas de Prusia, autorizarle a mantener sus tropas en Moldavia y Valaquia
y comprometerse a hacer salir las suyas de Polonia. Pero no consiguió lo que para él resultaba escencial
entonces cuando se disponía a meter sus fuerzas en España, la garantía de los rusos vs una agresión
austríaca. Por el contrario, se negaron a toda entrada automática en la guerra y ni siquiera accedieron a
eectuar concentraciones en las fronteras de Galitzia. Este fracaso fue consecuencia,, en parte, de las intrigas
de Talleryrand.

Ni siquiera la ejecución de Luis XVI puede decirse que produjera sobre las viejas monarquías una impresión
mcuho más honda que el destronamiento de los Borbones españoles. El acontecimiento era menos trágico
pero la amenaza más próxima. Las cortes se conmovieron por la rapidez y sencillez de medios. La
propaganda patriota austríaca disponía de un tema menos transitorio y de resonancias hondísimas, porque
estaba en consonancia con la amplitud y esplendor del joven movimiento romántico. Muller propuso un
proyecto de apoyar la idea nacional austríaca en la historia, de hacer surgir una consciencia colectiva clara y
una lealtad dinástica sólida de un pasado exaltado en sus valores comunes. En consecuencia, propuso a
escritores y artistas los abigarrados y pintorescos temas de la edad media habsburguesa. Los principios de
reorganización militar, inspirados en los de la Revolución Francesa no fueron menos nuevos. Se decidió que
la masa debía entrar en juego. Carlos soñaba con movilizar 700 mil hombres. A los reclutas más reciente se
le asignaba tareas secundarias y los destinaba a engrosar los efectivos del ejército regular, único apto para el
combate.

Stadion cometió la equivocación de creer que esta breve preparación moral y material era suficiente y dio de
lado las negociaciones diplomáticas. Su enviado en Londres no consiguió en la alianza de abril de 1809, más
que un subsidio mediocre y escalonado. Los ingleses prometían su intervención pero en lugar de
desembarcar en la costa alemana, con el fin de arrastrar a Prusia, iban a hacerlo en Escalada par ocupar
Amberes. Napoleón no los esperaba hasta finales de abril. Sorprendido estratégicamente, lo superó todo en
la campaña de Eckmuhl donde dejó el camino abierto a Viena. La exaltación patriótica se derrumbó anteel
espectáculo de Napoleón entrando una vez más en el palacio de los Habsburgo.El emperador, la emperatriz y
Gentz se resignaron a pedir la paz, firmada en Viena el 14 de oct de 1809. La monarquía se vio obligada a
hacer grandes cesiones de territorios en los tres frentes que estaban en contacto con los napoleónicos. A sus
expensas, se pagó la ayuda del ducado de Varsovia y Baviera, con parte de Galitzia y Cracovia, y con
Salzburgo y el sector del Inn. Rusia que no merecía recompensas recibió Tarnopol. Por la parte del adriáticoel
bloqueo y sus exigencias explicaban la despiadada amputación de Austria, que perdió todo acceso al mar. A
pesar de la paz, había un frente en la Istria austríaca y el litoral húnggaro.

ALEMANES E ITALIANOS​: En Alemania e Italia las victorias napoleónicas continuaban reagrupando


territorios y simplificando el mapa político, rompiendo particularismos y abriendo camino a sentimientos más
amplios. En los países germánicos, el imperio francés comprendía desde 1811, el litoral del mar del norte con
una punta hasta el Báltico. La confederación del Rin se extendía a todas las regiones del Oeste del El ba.
Más allá del río eje de Alemania, comprendía al norte los 2 Mecklemburgos en el sur el resto de Sajonia y al
este el gran ducado de Varsovia. Su piedra clave era el reino de Westfalia bajo el reino de Jerónimo.

En Italia, unificaciones análogas iban venciendo los localismos y cacicazgos. El 1ro de mayo de 1806, el reino
se incorporó a las provincias venecianas tomadas a Austria. El 11 de mayo de 1808 Napoleón le adjudicó los
territorios pontificios del adriático. En 1809 perdió sus adquisiciones de Iliria y Dalmacia recibiendo a cambio
Trento y Botzen de Baviera. El tratado de Fontainebleau llevaba consigo la desaparición de Etruria,
anexionada al imperio. El 2 de febrero de 1808 Roma fue ocupada por las tropas francesas y el 17 de mayo
del 09 los Estados pontificios quedaron incorporados al Imperio. Entre los países ensanchados de este modo,
las oposiciones seguían siendo tan violentas como en la época que estaban dispersos y el recurso del
arbitraje del amo solo los pacificó por algún tiempo.

Subsistían las divisiones del pasado, pero despertaba un nuevo patriotismo que se extendía hasta las nuevas
fronteras e incluso llegó a traspasarlas uniendo a vasallos, protegidos y vencidos en una común hostilidad a la
dominación francesa. las recriminaciones económicas eran iguales en todas partes; las mismas acusaciones
y rencores. Alemanes e Italianos se lamentaban viendo como les eran robados sus tesoros artísticos y sus
capitales. El romanticismo comunicaba a la idea nacional una fuerza que vimos en Austria; la afición a la
historia o lo que sería mejor llamar historicismo. El romantico poseía poco sentido del tiempo, se daba cuenta
de como este se deslizaba de su duración y aspiraba a huir de la existencia presente a través de los siglos
pasados. Pero incluso antes de que el movimiento llegara a Italia sus bases se encontraban ya planteadas,
Etruria y Sicilia cuna de la arquitectura, Venecia la primacía de de la obra monumental de Palladio
encontrando allí los más altos motivos de orgullo nacional. Alemania profundizaba en el descubrimiento de su
edad media. Jóvenes entusiastas renovaban las peregrinaciones a los viejos buros y Nuremburo. El idioma
constituía otro factor del nacionalismo cultural, cuya importancia iba haciendose notar.

El sentimiento nacional prusiano añade a estas fuerzas las que encuentra en su propia tradición exacerbadas
por la derrota y el vasallaje. Entonces se imprimen en él los rasgos que han de caracterizarlo en los días de la
unidad alemana. En su esfuerzo por elevarse, Prusia no buscaba apoyo en las ideas occidentales. Prusia es
la que ahora encarna la idea nacional alemana. Sin embargo esto tal vez representa para ella un peligro.
Esos valores culturales e ideológicos que afluyen a ella desde los países germánicos , ¿no hundirían su
tradición política o falsearían las organizaciones estatales dadas por los Hohenzollern? Prusia se da cuenta
que se expone a ser sacrificada en aras del Reich y así se impone la la tarea de escoger y asimilar. Confía las
reformas esenciales a elementos no prusianos, pero al mismo tiempo que se atrae las energías alemanas
sabe conservar su cohesión y fuerza política por medio de unas transacciones que realiza con frecuencia.

La fuerza esencial de su armazón es el sentimiento dinástico. En la derrota, este sentimiento le ha evitado


una de las peores desgracias: la división nacional. El rey, humillado y esclavizado, forzado a someterse al
doble juego de los vencidos y ocupados, ha seguido siendo la patria misma. En el Estado, la estructura feudal
de la sociedad continua proporcionando mandatos administrativos y militares fieles a la tradición prusiana. El
último elemento del clima en que prusia se va rehaciendo aunque no menos importante es la ocupación y
vigilancia francesas. De esta presencia del extranjero nacen el misterio y la clandestinidad, las sociedades
secretas, la atmósfera de conspiración, rivalidades y luchas entre distintos clases. Este ambiente
profundamente romántico, muy alemán también, acaba por dar su carácter al sentimiento nacional en la
Prusia de la derrota y la ocupación.

EL DESPERTAR DE POLONIA Y LOS BALCANES​: A decir verdad, no fue el aspecto sentimental de la


restauración polaca lo que en Tilsit impulsó al emperador a crear el gran ducado de Varsovia. El ya veía
desde entonces el germen mortal que introducía así en la alianza con el zar. De nada servían los miramientos
de forma ni no pronunciar el nombre de Polonia. Pero Napoleón pretendía debilitar a Prusia cercenándola por
el Este, cuando tal vez la hubiera desgastado más dejándole el pesado fardo de aquellas provincias
inasimilables. También lo impulsaron la influencia de ciertos polonófilos de su corte, el vago sentimiento de
que debía hacer algo por aquel pueblo al que tuvo buen cuidado de no prometer nunca nada, y el institintivo
pensamiento de que había de tomar precauciones para el caso de que volvieran los rusos. Fue un error que
el mismo reconoció. Inmediatamente, Austria se inquietó por las provincias polacas que se había agenciado
en los repartos. Acto seguido, Rusia temió por su Lituania. La actitud generosa que había observado en Vilna,
disminuyó la antipatía que la nobleza sentía por ella. Pero en vísperas de Friedland, el avance de los
franceses hacia el Niemen había despertado viejas esperanzas. Numerosos voluntarios se incorporaron a las
legiones polacas organizadas bajo las legiones polacas organizadas bajo las águilas imperiales, se preparó
un levantamiento para el día en que Napoleón atravesara el Niemen y fue enviada a Tilsit una diputación para
ofrecerle ayuda. la paz de 1807 puso fin a esos sueños; pero el gran ducado de Varsovia se convertía en un
centro permanente de atracción nacional.

Dentro del mismo estado de Varsovia había hombres que no estaban desligados de sus vínculos con los
ocupantes de la víspera. El sentimiento patriótico polaco, aun cuando era puramente nacional y por el hecho
mismo de serlo solía alzarse contra la influencia napoleónica. Era muy duro admitir que estuviera al frente del
Estado el rey de Sajonia y que todos los asuntos importantes tuvieran que ser resueltos en Dresde. A pesar
de todo el emperador no dudó en dar al gran ducado una constitución. Consideraba estas instituciones
modernas como un excelente medio de atraer un pueblo y fortalecer un Estado. El estatuto constitucional que
les concedió el 22 de julio de 1807 en Dresde tendía a renovar y encuadrar al mismo tiempo: poder ejecutivo
fuertemente cimentado en manos del rey, siete ministros responsables ante él, un Consejo de Estado a su
discreción, un Senado nombrado por él y una DIeta elegida por las asambleas. Estas instituciones
representaban un apoyo para la renovación nacional. El ejército era otro. La fuerza militar que podía sacar de
Polonia tuvo mucha influencia en la política de Napoleón.

Los cristianos de los Balcanes se hallaban lejos de formarse ideas tan precisas de nacionalidad y patria; pero
la dominación turca se les hacía insoportable. Durante siglos había esta dado pruebas de tolerancia religiosa
y de habilidad para lograr la convivencia de elementos distintos. Pero ahora que pasaba hálitos de libertad y
que en Constantinopla la fuerza militar y gubernamental se debilitaban, sus súbditos ya no podían soportar la.
En 1807 Salim III emprendió la modernización del ejército con el concurso de instructores franceses. Lo
consideraron un sacrilegio y Jenízaros y albaneses marcharon sobre sobre la capital y depusieron al Sultan.
Su sucesor Mustafa IV fue derribado también en agosto de 1808. Por fin, Mahmud II pudo mantenerse en e
trono prometiendo dejar las tropas tal como estaban, sin disciplina, instrucción o armamento.

En Grecia, algunos clanes del Norte y de Epiro habían conquistado una independencia local y se dirigieron al
zar y luego de Tilsit a Napoleón. Sin embargo, no llegó a hacerse nada. En cambio, los principados del
Danubio atraían la atención de las potencias, que ponían una insistencia interesada en exagerar los
desaguisados de la administración turca. El primer levantamiento en masa tuvo lugar en los países servios,
de estructura social totalmente democrática. La insurrección, agraria en principio, se inició en 1804 contra los
recaudadores del impuesto rural. Como el mismo sultán deseaba reducir a estos soldados indisciplinados se
urdió una maquinación local, sutil y activa entre los partidarios, los bajaes de Bosnia y Rumelia y los dahis o
jefes jenízaros. Luego la insurrección se volvió anti turca. En 1804 buscaron el apoyo de Austria, pero se
encontraba en una situación demaciado difícil e inquieta con respecto a Francia para comprometerse en los
Balcanes. Solo el archiduque Carlos aconsejó que se aprovechase para ocupar Belgrado. Entonces los
servios se volvieron a Rusia. Al principio el zar los desanimó, pero luego de reflexionar le atraía la idea dee
arrebatar a Austria aquellas regiones reservadas hasta entonces a su influencia y establecer comunicación
con las bases rusas en el mediterráneo en Montenegro y en las islas Jónicas. Pero el zar los terminó or
abandonar, y si los socorrió nuevamente como se ve al reanudar la guerra con la sublime puerta en Abril de
109 fue para sacrificarlos por segunda vez firmando con los turcos la paz de Bucarest.

Nada quedaba ya a los servios salvo una vaga esperanza por la aparición en el plano diplomático y europeo
el nombre de Serbia en un tratado. Las fuerzas servias con ayuda del exterior, habían logrado revivir un
instante, apoyadas en una larga tradición religiosa, imperial y guerrera. También la nacionalidad rumana
volvía a surgir. Cuando en 1812 luego de firmar la paz de Bucarest, los rusos evacuaron los principados para
retirarse más allá del Pruth, los 6 años de ocupación despertaron por reacción cierto sentimiento nacional.
Aquellos liberadores se habían conducido con dureza, quintuplicando los impuestos en Valaquia, requisando
hombres y géneros, cohechando con la justicia y favoreciendo al elemento griego. La desconfianza y el rencor
persistían. Además los vínculos con Turquía estaban relajados, los príncipes fanatorias se inclinaban más a
gozar de alguna independencia, los boyardos menos inquietos por sus fortunas y las masas resentidas por el
caracter extranjer de la administración griega. Este despertar suponía para el poderío otomano un peligro
temible, pero que no era el que las cancillerías habían presentido. Cuando profetizaban las ruinas del imperio
turco, las concebían como un derrumbamiento que sería causado por choques externos. Del mismo modo
ignoraron casi siempre lo que en la Polonia vencida y desmembrada podía representar el sentimiento
nacional y sin embargo, la sola proximidad de Napoleón hizo salir de su tumba a la Patria polaca. También en
la Europa central se veía el surgir de la nueva fuerza de las nacionalidades.

UNIFICACIONES IMPERIALES: La mitad de Europa estaba agrupada bajo el mismo dueño que hizo cuanto
pido por levar su autoridad más allá de la sencilla dominación política, hasta la fusión. Además, detrás de los
países oficialmente sometidos, se encontraban Suecia y Austria, hasta las cuales irradiaban las líneas de
fuerza napoleónicas. Tilsit había colocado a Gustavo IV de Suecia en la más comprometida de las
situaciones, haciendo de Rusia su enemiga hasta el punto de que en feb de 1808 invadió Finlandia. El 13 de
marzo de 1809 un golpe de estado destronó al rey y Suecia se decidió por el campo napoleónico rompiendo
con Inglaterra en septiembre y firmando en París con Francia en enero de 1810. A pesar de todo tuvo que
renunciar a Finlandia con la que el zar se quedó por el tratado de Friedrichsham. No era una gran ventaja
gracias a la débil absorción de las provincias, pero servía para distanciar a San Petersburgo de la frontera
peligrosa. El nuevo rey de Suecia Carlos XIII no tenía heredero y tuvo que buscar un sucesor para adoptar.
La nobleza a apoyaba un príncipe danés protegido por Rusia pero no caía en gracia ni al ejército ni al pueblo.
Se propuso a Bernadotte a quien el emperador apenas toleraba la candidatura y el 20 de agosto de 1810 fue
elegido por la dieta como príncipe heredero de Suecia. Napoleón no confiaba del todo en él, pero entonces la
presencia en Estocolmo de un mariscal del imperio extendía la Europa napoleónica hasta Lapenia.

Al mismo tiempo, el matrimonio de Napoleón con María Luisa incluía en ella a Austria que se resignaba sin
excesivas protestas. El patriotismo de 1809 se había ido a pique con la derrota, con las irritaciones que
creaba la crisis económica y financiera, que era verdaderamente crónica. Del desastre que con sus consejos
había conducido a la nación, Metternich investido como canciller había sacado una lección de prudencia.
Inmediatamente luego de la derrota, Metternich había encontrado un medio de resurgimiento. Napoleón
busaba esposa entre las viejas familias de estirpe real, pues quería substituir a Josefina - divorcio el 16 dic de
1809 - por otra que le proporcionase conexiones dinásticas en el exterior y produjese en el interior impresión y
contribuyese a dar impulso a su tendencia hacia la forma monárquica. A fines de 1809 Austria hizo
proposiciones de matrimonio. Al mismo tiempo, Napoleón se las hacía a Rusia, pero al darse cuenta de que
esta le daba vueltas se volvió bruscamente a Austria. El 6 de feb de 1810 Francísco II le concedió la mano de
su hija María Luisa. El matrimonio se celebró el 2 de abril. Austria esperaba obtener de esta alianza la ventaja
imediata de la restitución de Eliria, pues su comercio se resentía por haber perdido toda salida al Adriático.
Napoleón se negó a ello, ya que no entraba en sus planes agasajar a un suegro que a sus ojos no pasaba de
ser un vencido. El vínculo de familia le sirvió más bien como un medio de acción sobre Viena. El espacio
napoleónico se extendía ahora sobre los dominios Habsburgo.

El rey de Roma nació el 20 de marzo del 11 y desde entonces fue acelerándose una reacción que se estaba
fraguando desde hacía tiempo. En la primera época, a Napoleón le había parecido natural distribuir entre su
familia los reinos conquistados o creados, ya que debía mucho a su familia que recibió en sus principios,
Cuando nace el rey de Roma toda el imperio pasó a organizarse en torno a esta cuarta dinastía. Ya no se
trataba de los hermanos sino del hijo. De los patrimonios carolingios se pasaba a la idea del imperio a la
romana, en su estructura de majestuosa unidad. En esta obra unificadora, la modificación de las formas
políticas no es el único método de reagrupación y simplificación. Incluso llega a ocurrir que, si las
circunstancias parecen oponerse a ello, Napoleón renuncie a emplearlo. Para unificar el inmenso imperio,
Napoleón cuenta con otros medios. Está convencido de que el antiguo régimen y la desigualdad son
aborrecidas en todo el mundo. En esta renovación, los príncipes encontrarán lo que necesitan por el impulso
que recibirán la administración, las finanzas, la economía, el Estado entero.

La influencia unificadora del imperio encuentra en Europa apoyos muy útiles. El espíritu clásico que la
penetra, representa demasiado la esencia del siglo de las luces, pertenece demasiado a la Europa del S.
XVIII, para no encontrar por doquier medios que lo comprendan. Los déspotas ilustrados habían preparado a
fondo la modernización imperial. En la misma España, las reformas intentadas por José son aprobadas por
algunos espíritus distinguidos que buscan por este camino el resurgimiento de su patria. La modernización
imperial da el salto a los baluartes aún sólidos del antiguo régimen pero lo hace con vigor desigual. En
españa sin miramiento alguno. El futuro carácter de aquella guerra los hace difíciles y además, al sur de los
pirineos Napoleón ha querido mostrarse como el hombre de la Revolución. En Alemania e Italia los golpes
pegados a los privilegios feudales también son fuertísimos. En Polonia las cosas ocurren de distinto modo. El
emperador conoce e incluso exagera la influencia de las grandes familias. Es posible que no desee ofender a
Alejandro hiriendo a sus amigos polacos o dando demasiada importancia a los jacobinos. Además dudaban
de disponer los suficientes hombres de confianza para desempeñar todos los cargos en que serían
necesarios. .

Las constituciones del estilo napoleónico plantean en sus pomposos preámbulos los principios sociales y
políticos de la nueva Europa. Entre los de Lyon, la república italiana, Varsovia, Baviera, Nápoles y España se
puede observar algunas diferencias porque conserva los términos tradicionales y nacionales; cortes o juntas
de la nación en España, Dieta en Polonia. Lo mismo ocurre con los principios y formas de las elecciones.
Esta diversidad halaga en todas partes el orgullo local. En realidad, las diferencias fueron menos en los textos
que en la manera de ser aplicados y esencialmente en el hecho de que algunas de estas asambleas, en el
reino de Italia, Westfalia y Polonia llegaron efectivamente a actuar mientras que otras en España, Nápoles y
Baviera no se reunieron jamás. Pero todos estos aspectos locales no tienen en realidad importancia ante el
acusado carácter general de un sello napoleónico común, que aparece en el extraordinario cuidado con el
que, cuando se halla en algún trono un miembro de la familia imperial, se prevén todas sus obligaciones y el
orden de sucesión.

La unificación imperial en materia social progresa en la medida que el Código es admitido y puesto realmente
en vigor. La sociedad se va ordenando en una nueva forma igualitaria e individualista. Entre los campesinos
liberados, los más ricos adquieren tal importancia que Gorres provee el advenimiento de un orden rural. La
burguesía se apega profundamente a una estructura social en la que ocupa un puesto preponderante. En
Westfalia y Berg se suprimen los derechos feudales personales, pero los derechos reales son unicamente
rescatables. En otras regiones, la liberación de la tierra a la manera francesa progresa mucho menos. El
diezmo subsiste en Holanda y en el gran ducado de Francfort. Baviera libera a los siervos pero solo limita la
prestación personal forzosa y concede algunas exenciones con respecto al diezmos. Diezmos, censos y
presentaciones personales continúan intactos en Wutemberg y Baden.

El París de Napoleón nos ofrece el símbolo de lo que la unificación imperial tuvo de inacabado, pero tambiénd
e sus realizaciones efectivas y su grandiosa concepción. París, capital de Europa, debía según el
pensamiento de su señor, brillar con todas las glorias europeas a un tiempo. El tema central de gloria y
victoria inspiró a todas las artes. Pero al caer el régimen, el templo de la gloria y otros tantos proyectos de
prestigio o utilidad quedaron inacabados, al igual que la transformación política y social por medio de la cual
Napoleón hubiera querido imprimir a Europa su sello revolucionario e Imperial.
AUTOR​: Renouvin
TÍTULO:​ Historia de las RR II Tomo I V. 2 La revolución Francesa y el imperio napoleónico.
TEMA​: Libro 2 La guerra napoleónica Cap. 9 Vuelta a los equilibrios.
ARGUMENTO:

LA VICTORIA RUSA 1812: ​A raíz de Tilsit, Alejandro se entregó a su antiguo adversario y seducido por las
nuevas perspectivas de la alianza francesa, se entregó con entusiasmo a una tarea de occidentalización. Su
ministro Speranski dirigió las reformas. Se introdujo en la administración el sistema de selección por medio de
exámenes, se reemplazó por ministerios la organización colegial y se creó un Consejo consultivo del imperio.
Pero en conjunto la nobleza rusa se incitaba en dirección totalmente opuesta. Reaccionó vigorosamente vs la
occidentalización. En la nobleza rusa se despertaba un patriotismo a la antigua. Este patriotismo conservador,
xenófobo y a veces fanfarrón levantaba el imperio de la santa Rusia contra el que acababa de elevarse en
Occidente. Si los nobles rechazaban de este modo la amistad francesa, se debía en parte a que les
disgustaba extraordinariamente las consecuencias económicas que traía consigo. El bloqueo los arruinaba.
Lo más fuerte de su comercio se hacía por mar. Napoleón no se compadecía demasiado de los males de sus
aliados, ya que estaba seguro de que se desquitaban con el contrabando. Les inculpaba la mayor parte del
intenso tráfico que se realizaba en el Báltico con apoyo de las fragatas inglesas, aunque en verdad era casi
todo sueco. Napoleón pensó en hacerlo desarrollando sus intercambios directo con Francia. Pero la crisis del
cambio complicó la operación. Intentaron instalar en París una oficina de compensación. Todo fue en vano: el
mercado francés no podía aliviar la economía rusa y las quejas de la nobleza moscovita contra la aianza no
se calmaron. Una brusca medida del emperador vino a hacer aún más tensas las relaciones con San
Petersburgo. Las exigencias del bloqueo lo indujeron el 13 de dic del 10 a anexionarse el litoral alemán del
norte.

En el interés que demostraba por la vencida Prusia, se veía que Alejandro no consideraba imposible un nuevo
conflicto con Francia. Sin embargo, aunque la amistad del zar con la reina Luisina se enfrió luego de Tilsit, en
la protección que dispensaba a su antigua aliada se discernía una parte de fidelidad sentimental. Pero
además Alejandro se daba cuenta de la ventaja que suponía en caso de guerra con Francia el apoyo que
podía proporcionar Federico Guillermo. Era conveniente que Napoleón evacuase Prusia, además de que esta
cuestión se relacionaba también con el pago de la indemnización de la guerra que Berlín no había abonado
aún. El zar no cejaba en sus instancias a su aliado, pero Napoleón consciente de la importancia militar de
Alemania central y oriental frente a Rusia y Austria, respondía que no abandonaría Prusia mientras los rusos
no se retirase de Moldavia y Valaquia. Aún preveía Alejandro otro peligro que procedía de Varsovia. Sabía
que su imperio estaba amenazado por fuerzas disyuntivas muy poderosas. Finlandia, recientemente
anexionada podía causar serias inquietudes si los suecos volvían a ocuparse de ella. Rusia había intentado
conciliarse a la población creando un gran ducado de Finlandia dotado de instituciones bastantes liberales
pero de todos modos la integración no era muy firme. También Ucrania si veía en algún momento el imperio
en peligro intentaría una secesión.

Napoleón bien informado de estas tendencias buscó explotarlas. Pero el peligro máximo residía en las
tendencias anti rusas de gran cantidad de elementos lituanos, acentuado desde 1807 por la resurrección del
Polonia. Lo inminente que le parecía al zar esa amenaza se comprende por la campaña de propaganda que
desde fines de 1809 realizó en Vilna con objeto de atraer a los lituanos con promesas y dádivas. La cuestión
de Oriente como la de Polonia introducía en la alianza franco rusa la acritud y desconfianza. Alejandro
continuaba sintiéndose atraído por la tradición representada por Rumaniantov y que cifraba en Constantinopla
el objetivo de la santa Rusia. Pero además resaltaba el aspecto más delicado de la rivalidad personal que
oponía su vanidad a la grandeza de Napoleón. Desde 1808 Napoleón no dio un solo paso hacia adelante en
Etruria, Portugal, España, Roma o Alemania que no provocase una petición de equivalentes por parte de su
alineando.

Para Napoleón las cuestiones orientales representaban un buen medio para asegurarse a Rusia. En Tilsit
hizo promesas al respecto, que fueron registradas en el art. 8 diciendo que si la Sublime Puerta rechazaba la
mediación francesa, no se le dejaría en Europa más que Constantinopla y Rumelia. Cuando el zar quiso
reclamar sus equivalentes el emperador, que deseaba conservar las manos libres al iniciar con los asntos de
España, intentó desviar la atención con vastos proyectos sobre Constantinopla, el Eúfrates y la India. Pero el
zar aun así reclamó los estrechos y en octubre Bonaparte se vió obligado a hacerle una concesión por la cual
Alejandro se quedaba con los principados danubianos. Mientras tanto, el Emperador maniobraba en Oriente
por su cuenta. En aquellas regiones encontraba las mejores armas vs los ingleses. Inglaterra protestaba, el 5
d e enero de 1812 había hecho la paz con los turcos y ahora que se daba cuenta de la amenaza que suponía
el zar en su campo intentaba aliviarle de la guerra lenta y abrumadora que en el Danubio reñía con la Media
Luna. Durante mucho tiempo las tentativas continuaron siendo inútiles. Pero el 28 de mayo del 12 log´ro el
tratado de Bucarest adelantando la frontera rusa hasta el Pruth. El sultán calmó sus odios haciendo decapitar
a su principal negociador pero Napoleón se enteró, estupefacto y furioso, de que ya no podía contar con la
división turca.

Cuando los dos imperialismos continentales sentían próximos la ruptura, quedaban aún 3 potencias a las que
podían comprometer en la contienda. Desde que Bernadotte dirigía la política sueca, sus relaciones con
Napoleón se habían agrietado. No hay duda de que se trataba de una cuestión personal por no avenirse a ser
un perfecto coronado y alardear demasiado de su independencia. Pero de una cuestión diplomática también
ya que Bernadotte se proponía compensar la pérdida de Finlandia con la adquisición de Noruega y
Dinamarca y Napoleón no podía permitir perder tal lujoso aliado con acceso al báltico.

Con buena parte de Europa a su lado. Napoleón se presentó como adalid de la civilización. La tesis oicial fue
la lucha con los bárbaros del norte vs el salvajismo de la estepa que amenazaba la cultura europea.En junio
del 12 cuando Alejandro obtuvo la seguridad que Austria solo se comprometía por salvar las apariencias,
Napoleón se dispuso a pasar la frontera. El causus belli directo era el ultimatum donde Rusia había
conminado al emperador a retirar las tropas detrás del Elba, que Napoleón ni siquiera había contestado. El
24 de junio de 1812 las primeras columnas imperiales cruzaron el Niemen. El ejército de las 20 naciones, del
de los 12 idiomas que Napoleón había concentrado en Polonia contaba con 675 mil hombres y 1.350
cañones. Fueron 620 mil los que penetraron efectivamente en Rusia. Seis meses después solo volvieron 100
mil y muchos de ellos tan cansados que no tardaron en morir. No quedó nada de la artillería, carruajes y
caballos. Las pérdidas eran irreparables. La causa del desastre no fue el enemigo. Nadie negaba que los
ejércitos del zar habían mejorado ampliamente desde 1807 pero en conjunto solo la 5ta parte de las perdidas
napoleónicas se debieron a las batallas o escaramuzas. Todas las demás fueron por hambre, fatiga y frío.
Desde que entraron a Rusia escasearon los víveres. El abastecimiento de partida había sido inferior a lo
previsto porque Napoleón quiso organizarlo en torno a los recursos de Prusia y Polonia y su cosecha no se
había recogido aún, el país ya estaba agotado, los caminos eran malos, la dirección insuficiente, los animos
hostiles de Prusia y la opinión cansada e incluso huidiza de Polonia, todo ayudó a trastornar los cálculos de la
intendencia. Una vez pasada la frontera todos los recursos que se hallaban estaban destruidos. Fue también
la venganza desesperada de los campesinos que huían ante unas tropas a las que el hambre convertía en
salvajes. Aquellos soldados sucumbieron pronto al cansancio. Cuando por fin se enfrentaron el 7 de
septiembre fue tan duro el asalto de aquellas empalizadas defendidas por artilleros e infantes obstinados que
se produjeron hecatombes nunca vistas. Una vez tomada Moscú, el descanso interrumpido por el incendio de
la ciudadd fue demasiado breve para permitir una recuperación suficiente. Cuando se inició la retirada en
octubre del 12 no contaban más que con 100 mil verdaderos combatientes. El invierno acabó con el ejército.
E calzado estaba deshecho, y tenía que caminar sobre la nieve y la escarcha o entre el barro de los
deshielos; los uniformes estaban destinados una campaña de verano y los vivaque hacía una temperatura de
25 grados bajo cero, el alimento se reducía a carne de caballo; los campesinos rusos no cesaban de
hostilizar. Al llegar de regreso a Alemania en diciembre por ejemplo del cuerpo italiano solo quedaban 233
supervivientes presentados en lista. Se había invertido de repente el equilibrio de las fuerzas europeas y la
potencia militar cambiaba de campo.

LIBERACIÓN GERMÁNICA 1813: El triunfo de Rusia era total. Sus 100 o 200 mil muertos debilitaban poco al
imperio. La invasión no había perturbado su estructura social. El zar había demostrado en la prueba su valor y
fue él quien planteó la magnífica maniobra de tenaza que estuvo a punto de darle la victoria en el Beresina.
Europa se volvía hacia él. En noviembre del 12 Stein le pidió que liberase a Alemania, que eliminase a los
príncipes vasallos de Napoleón y que constituyera un Estado unitario. El nuevo canciller de extracción renana
y muy antifrancés animaba al zar a continuar. Alejandro se vió liberando gloriosamente a los pueblos
regentando la Europa central y adjudicándose Polonia.

En Prusia, los ánimos tomaron direcciones más diversas. Un aristócrata de alta cuna Yorck, adversaio de las
reormas y fanático monárquico fue el primero en cometer un acto de indisiplina altamente significativo: el 30
de dic del 12 retiró de la lucha el cuerpo auxiliar que traía de Rusia. En la Prusia oriental invadida, STEIN
ORGANIZÓ EN NOMBRE DEL ZAR EL GOBIERNO PROVISIONAL. El peligro de semejante preponderancia
rusa era evidente, pero a la mayoría de los patriotas no le preocupaba. Lo esencial era exaltar a los germanos
y provocar un gran impulso liberador. En cambio Federico Guillermo, temeroso de que fuera a realizarse a sus
expensas una súbdita reconciliación de los adversarios y un nuevo Tilsit. Triunfaron los patriotas y el 27 de
Feb del 13 se firmó la alianza con Rusia y el 16 de marzo se declaró la guerra a Francia. En e resto de
Alemania la exaltación patriótica se extendía en diversos grados. Por último, casi todos los confederados del
Rin enviaron a Napoleón los contingentes que exigía. El levantamiento de Alemania se redujo prácticamente
a las provincias prusianas y algunas regiones aisladas, como Hamburgo cuando los cosacos hicieron una
breve irrupción.

Metternich se hacía cada vez más acreedor de su apodo de conde del Equilibrio. Consideraba a todos sus
contrincantes como igualmente antipáticos y sospechosos. Estos sentimientos formaban con respecto a
Europa una especie de equilibrio moral. Devolviéndole a Austria sus antiguas fronteras, se conseguiría
además un feliz equilibrio territorial, pero era preciso hacerlo con el menor gasto posible porque el tesoro ya
no podía más. El primer paso era romper con la alianza francesa- El 30 de enero del 13 el contingente
austríaco concertó el convenio de Zeyes con Rusia. Luego, habiendo pedido Napoleón a su suegro una
ayuda suplementaria, esta solicitud que excedía de los límites de la alianza fue considerada como si la
rompiese. Metternich buscaba desgastarlos pero no poner fin a la dinastía napoleónica.

Inglaterra intervino a propósito para enlazar los intereses de los continentales. Por el influjo del príncipe de
Gales los pacifistas whif no pudieron hacerse con el poder por la formación de un gabinete bastante sólido
presidido por Liverpool. Metternich presentó en un congreso sus demandas a Napoleón quien las rechazó
rotundamente y se terminó por clausurar el congreso y Austria había declarado la guerra a Francia el 11 de
agosto del 13. La segunda parte de la guerra acentuó las características de la primera: encarnizamiento en
las interminables batallas y enormes pérdidas que por el fuego. Napoleón reclutó hombres pero sus reservas
continuaron siendo débiles. La alemania napoleónica se derrumbó. Los confederados se afanaron por
liberarse de sus compromisos sin perder las ventajas logradas en los convenios. Necesitaban negociar con
austria. Consiguieron tratados ambiguos, garantizando los territorios a la vez que preveían rectificaciones de
fronteras. Por otro lado pronunciaba la disolución de la confederación y fijaban los contingentes militares. SI
bien es cierto que los mediatizados quedaron frustrados, los antiguos soberanos volvieron a su trono y más
de uno se dedicó inmediatamente a destruir la obra de modernización napoleónica. Por lo demás, todo esto
era un poco provisional, pues quedaban por concertar las conveniencias de los grandes estados y faltaba
también vencer a Napoleón en tierra de Francia.

EL TRIUNFO DE EUROPA 1814: Ante las derrotas de Napoleón, se encendió en Europa el espíritu de
represalia y en todas partes se exigía el aplastamiento total. Resentimiento personal en Alejandro, que
pretendía vengar la toma de Moscú por la toma de Paris. Espíritu de desquite militar en el cuartel general de
Blucher, que durante las indecisas semanas no dejó de aconsejar la ofensiva. Aborrecimiento social que ardía
implacable en los palacios de Viena en los que habitaban las aristocracias austríacas y rusas donde se
exacerbaban las vanidades del salon. Sentimiento nacional que animaba al romanticismo alemán, cada vez
más unitario y reivindicador. Pero a las orillas del Rin más de uno dudaba ante la perspectiva de una nueva
campaña. El ejército ruso en Alemania se mostraba reacio a internarse aún más en occidente. Metternich
estaba aferrado a su plan de dar a Europa un equilibrio, de no dejar que Francia se disminuyese demasiado
ante una Rusia excesivamente fuerte y de mantener en las Tullerías la sangre mixta. En el frente de los
Pirnieos, España estaba liberada, pero demasiado cansada para participar enérgicamente en una ofensiva en
territorio francés. Además había recobrado a su rey Fernando VII quien recuperó su libertad con el tratado de
Valencay en 11 de dic del 13., se sentía dolida al ver como la daban de lado los coligados que tanto le debían
y se encerraba en un aislamiento lastimado y altivo. Al cansancio de los aliados respondía Francia.
Mientas tanto Wellington cruzó el 7 de oct del 13 el Bidasoa con 70 mil hombres. A fines de diciembre los
coliados se pusieron en movimiento en el Rin y Suiza. Por primera vez desde la Revolución, la tierra francesa
olviía a ver al enemigo. Mientras avanzaban cómodamente por Lorena, los aliados creyeron estar cerca de l
a paz y empezaron a plantear sus intereses contrapuestos. La profunda oposición que existía entre los
intereses de los coligados unidos al genio de Napoleón y a la abnegación de su ejército, hizo indecisa hasta el
final una lucha que parecía desesperada. El emperador no tenía tiempo de instruir sus fuerzas ni contaba con
oficialidad para mandarlos. Su ejército de operaciones no superaba los 60 mil hombres. Pero situado en los
sectores de invasión maniobró sobre las líneas interiores con gran actividad que los coligados tardaron gran
tiempo en comprender su debilidad. Los coligados no paraban de pelear entre si. Castlereagh fue quien salvó
la unidad con su sangre fría, su ascendiente y el ruido de guineas que sonaba a su paso. En las primeras
semanas de la invasión el 29 de enero del 14 consiguió que se llegase a un acuerdo sobre el protocolo de
Langres por el que se ofrecía a Francia su frontera del 92. Más tarde, se aprovechó del pánico que generaron
las victorias de Montmirail y Montereau de su pánico para hacerles firmar la alianza de Chaumont el 9 de
marzo donde se acordaba que nadie negociaría o firmaría la paz por separado, contingentes respectivos de
150 mil hombres como mínimo y una alianza defensiva por 20 años. De forma paralela se iniciaron
conversaciones con Francia. Los partes militares terminaron de fracasar el 19 de marzo y el 30 capituuló
París. El 6 de abril abdicó el emperador.

Pronto se resolvió el tipo de gobierno que debería tener Francia. Metternich renunciaba ahora a mantener en
las Tullerías la sangre mixta y el zar abandonaba la candidatura de su amigo Bernadotte. El regente de
Inglaterra hizo suya la causa de restauración de la dinastía borbón. Alejandro declaró que dejaba la elección
en libertad al país… del que prácticamente era amo. Así le quedó el camino libre a Talleyrand y el 6 de abri
del 14 lo senadores llamaron al trono a Luis XVIII. Con él entraba en las contiendas europeas el principio de
legitimidad francesa. Salvo entre algunos discípulos de Burke esta idea no había ayudado a restaurar a los
borbones pero una vez admitida por los coligados y proclamada por ellos ante Francia los compromete máss
de lo que había previsto, para asegurar que no regresara el bonapartismo. La paz de París firmada el 3 de
mayo del 14 no exigía ninguna indemnización de guerra. Francia volvía a sus fronteras del 1 de enero del 92.
Fuera de esos límites Francia renunciaba a todos los derechos de soberanía de feudo y de posesión. Sobre la
suerte de estos territorios solo se planteaban algunos principios, pero se pensaba convocar en Viena un
congreso general que decidiera su destino. La mitad de Europa iba a ser desarticulada y vuelta a organizar en
un inmenso careo que se enfrentarían todos los principios y apetitos.

EUROPA EN VIENA 1814-15: ​Mientras los representantes de Europa se reunía en Viena, Inglaterra
arreglaba por sí sola los asuntos que únicamente a ella le concernían. La paz añadía importantes
adquisiciones a las bases navales de Inglaterra. En Malta consiguió la plena soberanía y que se considerasen
extinguidos los derechos de Nápoles sobre la isla. En las islas jónicas se implantó el protectorado británico y
la potencias ratiicaron esta ocupación de un punto de apoyo tan útil para dominar el mediterráneo oriental.
Quitaron a Francia Tobajo y Santa Lucía, dos pequeñas Antillas codiciadas por su riqueza pero el interés
estratégico en las insas de Francia, Rodriguez y las Seychelles era muy grande.

El estatudo del mar del Norte ofrecía más importancia aún y el foreing office se reservó rente a los
diplomáticos vieneses el derecho de ocuparse de él. Dinamarca se vio perjudicada ya que cedía Heligoland a
Inglaterra y Noruega a Suecia. Desde el momento en que los Países Bajos no corrían ya el peligro de caer
bajo la influencia francesa, el gabinete británico estaba dispuesto a permitirles amplias retrocesiones
coloniales que habrían de contribuir a consolidar el nuevo Estado. Cuando a fines de septiembre de 1814
acudieron a Viena los representantes de Europa para el congreso de la paz general, Austria pudo ser
considerada como el centro del mundo político y la auténtica vencedora de la inmensa guerra. Para os
hombres del antiguo régimen que esperaban su desquite de aquellos convenios, ostentaba la gloria única de
haber contribuido de forma decisiva a la caída de Napoleón sin haber puesto en juego las pasiones
nacionales y populares. El ambiente de fiestas, galantería y espionaje no podían afectar a la grandiosidad del
Congreso. Los problemas políticos se planteaban en un escala jamás alcanzada. La tarea fue larga, ni se
firmó hasta el 9 de junio de 1815. Durante 8 meses las negociaciones no siempre se llevaron febrilmente. El
período de trabajo intenso y disensiones violentas fue al inicio. El 14 de feb de 1815 cuando Castlereagh
abandona el congreso reemplazado por Wellington la crisis polaco sajona ya estaba solucionada y la cuestión
de Nápoles dormitaba.

El 7 de marzo llegó ́ la noticia de que Bonaparte había escapado de la isla de Elba. El congreso se apresuró a
solucionar todos los asuntos que era posible y el 9 de junio de 1815 los representantes de las potencias
pusieron el sello de sus armas debajo del acta final. No tardaron de formarse grupos: Inglaterra, Austria y
Rusia-Prusia. Castlereagh y Metternich reanudaron enseguida la amistad entablada durante la campaña de
Francia. Los 4 firmantes de la cuádruple alianza y leading powers habían decidido en un principio dejar a
Francia al margen. Pero supo captar a los sub aliados - España, Portugal y Suecia - y poner en juego grandes
principios. El consejo de los 4 se convirtió en el consejo de los 8. Talleyrand lo logró por las tensiones entre
Sajonia y Polonia. Los pequeños estados satélites de Napoleón podían proporcionar las compensaciones e
indemnizaciones. Además era necesario rehacer sus fronteras de manera que quedase desbaratada la
clásica política francesa de apoyarse en los príncipes secundarios agrupados en pequeños intereses locales.
Castlereagh vio una solución consistente en constituir una barrera germánica que contuviese a la vez a
Francia y a Rusia, acercando al Hohenzollern y al Habsburgo a expensas de los pequeños estados. Pero este
proyecto de Castlereagh fracasó y se resignó a oponer al peligro ruso al francés.

La cuestión de Sajonia casi llega a otra guerra y esta amenaza permitió la firma de un tratado secreto de
Talleyrand Castlereagh y Metternich en enero del 15 de una alianza defensiva y contingentes de 150 mil
hombres. NO ERA UNA GRAN AMENAZA pero Alejandro estaba cansado y sabía que su ejercito estaba mal
preparado y fatigado, cada vez más preocupado por la cuestión oriental. En febrero se llegó al acuerdo
general, ratificado por un protocolo. Se había llevado a cabo un nuevo reparto de Polonia que duraría un
Siglo.

El regreso de Napoleón a Francia y la reaparición de la guerra en perspectiva dieron a la tendencia austríaca


la ocasión favorable. Los renanos convertidos en prusianos se inquietaron lo que obligó a Prusia a hacer
concesiones. Los príncipes y ciudades libres no prometieron su ayuda militar contra Napoleón hasta que
obtuvieron la promesa de que la constitución federativa sería igualitaria y sus representantes fueron admitidos
en las negociaciones. Cuando se vio la campaña próxima a empezar se activaron los tratos, firmó el acta
constitutiva de la Confederación germánica.

LA ÚLTIMA BATALLA 1815: Una vez vencido, Napoleón había llegado a la Isla Elba cuya soberanía le fue
concedida en el tratado de Fontainebleau. El regreso a la isla de Elba le impulsó a la aventura. Delaró la
guerra a Austria y por la proclama de Rimini hizo un llamamiento a la península entera en pro de la
independencia en Marzo del 15. Pero Italia, cansada y desconfiada no se movió. Murat pasó a Francia.
Fernando IV de Borbón regresó a Nápoles de donde había huído en 1816. Antes prometió a Austria evitar
toda imprudente innovación constitucional, extendiendo la influencia Habsburga sobre el extremo de Italia.
Napoleón no quería hacer grandes revuelos con su retorno, no estaba en condiciones para hacerlo. Sin
embargo la unidad de las 4 potencia rápidamente comenzaron a mostrar sus fisuras. El zar no pudo obviar
como el golpe teatral de Napoleón echaba por tierra la coalición franco austro británica ante la cual el se
había visto obligado a retroceder. Pero Francia estaba cansada, no importaba los planes que desarrollará no
hubiera conseguido gran cosa. De los 570 mil hombres que logró reunir a inicios de junio solo 270 se e
encontraban listos para entrar en combate frente al millón de soldados que formaban el ejército de
operaciones dispuestos a invadir Francia a fines de Junio, lo que llevó a Napoleón a repensar si aceptaba o
no la Invasión y apoyarse sobre bélgica. Lo intentó pero los prusianos a quienes sorprendió y derrotó en Ligny
el 16 de junio del 15 pudieron retirarse ordenadamente y romper el contacto. Gneisnau decidió a pesar de las
perdidas socorrer a sus aliados. Su vanguardia llegó cuando los ingleses atacados en Waterloo el 18 de junio
iban perdiendo. Napoleón creyó tener tiempo para acabar con Wellington y usó sus reservas, mientras que
llegó Blucher por uno de los flancos y lo envolvió penetrando en su frente. Por la noche todo había termiinado
y el 22 el emperador firmó su segunda abdicación.

Francia de nuevo vencida y ocupada corría mayor peligro que antes. En vano Luis XVIII hacía que Talleyrad
abogase por su lealtad y beligerancia jurídica contra el usurpador y sus derechos intactos. Muchos coligados
se negaban a distinguir entre la culpa de la nación y la de Napoleón. Los pequeños estados exigían
indemnizaciones y anexiones extravagantes, Prusia se mostraba despiadada,. Austria quería anexionar
Saboya al Piamonte esperando poder controlar así los desfiladeros alpinos. Castlereagh fue quien convenció
a Wellington de no caer en ello. Para garantizar la seguridad de Europa bastaría con anexionar algunas
fortalezas, construir a expensas de Francia algunas plazas fuertes en los países bajos, restaurar la hacienda
de los coligados mediante una indemnización razonable y ocupar durante algunos años el país vencido. Esta
política coincidió con la del zar que esperaba asegurarse por la moderación el suficiente crédito para poder
oponerla a Inglaterra. Menos duro de lo que se esperaba se firmó el tratado el 20 de noviembre de 1815. las
cesiones de territorios reducía la frontera francesa a 1790 y en algunos sectores un poco menos. Mientras
tanto, Europa agotada saboreaba la paz. Los pueblos continuaban pensando en el hombre de la guerra. Pero
los acantilados de Santa Elena lo aprisionaron para siempre. PP. 1065 - 8 CIERRE QUE NO INCLUÍ DA
VUELTAS MEDIO REPASANDO LO YA VISTO. SI VEO QUE HACE FALTA PEGAR UNA HOJEADA.

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