Está en la página 1de 12

Seminario : Cómo se analiza hoy. Clase. La depresión:una máscara del deseo.

Miguel Reyes Silva . CEIP- Lacaniano

Miguel Reyes:

La depresión en el psicoanálisis o la depresión siguiendo las enseñanzas de Lacan.

Sin duda es  un tema que me pareció muy pertinente tratar  en el contexto de este seminario
sobre ¿Cómo se analiza hoy? De allí que en esta clase quisiera  introducir algunas reflexiones e
indicaciones sobre la perspectiva que tiene la orientación lacaniana en relación a algunos
diagnósticos contemporáneos y también interrogar la posición del psicoanalista, del clínico de
orientación lacaniana frente a ello; nos pareció, junto a Silvia y Rosita,  que algo de esa
problemática tiene que ver con nuestra actualidad.  Y sin duda, que el diagnóstico de depresión es
uno de los que presenta  mayor prevalencia en el mundo, no solamente en Chile.  Entonces mi
interés es  abordar algunas dimensiones sobre las cuales uno podría analíticamente abordar lo que
la psiquiatría ha denominado la depresión.  Tomaré como referencia algunos elementos que nos
entregó Lacan y  Freud, con el fin de elaborar una cierta cartografía de posiciones que creo los
analista tomamos frente a un paciente cuando se nos presenta o se nos deriva como depresivo.  
En este punto me gustaría subrayar  cierta libertad que se tiene en el campo de la clínica privada,
versus algunas restricciones que se tienen en el campo de la práctica  clínica en los contextos de
Salud Mental primaria, secundaria o terciaria; que están dentro de los parámetros de lo que fija el
MINSAL.

Como antecedente,  sabemos que se celebró hace un tiempo que el Plan Auge incluyera  la
depresión, entendiendo que eso iba a dar una posibilidad real, y lo ha dado en parte, de inserción
de los psicólogos en el ámbito de la salud primaria, en el ámbito de la Salud Pública. Y se acogió
bastante bien esa incorporación.   Pero si uno revisa la guía de depresión del MINSAL, que ustedes
la deben conocer, sobre todo los que trabajan en Salud Publica, la verdad es que no resulta  muy
auspicioso para el psicoanálisis, es mas yo diría que es bastante antipsicoanalítica. Simplemente
les quiero dar algunos datos, que ustedes quizás ya conocen, pero dentro de las indicaciones
terapéuticas para la depresión, desde el espectro mas grave hasta la distimia o los trastornos con
animo depresivo, está claramente especificado que la psicoterapia debe ser cognitiva, y
está también claramente especificado que se privilegia un modelo comunitario en su abordaje.
Desde ese punto de vista, es evidente  que los psicólogos de orientación psicoanalítica  no son
bienvenidos en ese contexto. Los cognitivos aparentemente si.  Ha habido una gran controversia al
respecto, una especie de debate al interior de la Sociedad de la Psicología Clínica en torno a lo
sesgado de esta guía,  tengo la versión del 2006, pero en general, mi impresión es que estas
indicaciones  se han mantenido relativamente estables. Frente a esto, es  que se considera que
existe a todas luces una discriminación sobre la Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica.

Se dice, voy a leer explícitamente lo que dice, sobre todo la psicoterapia en la depresión mayor,
realmente está descartado cualquier tipo de intervención psicoterapéutica, evidentemente
intervención farmacológica: Antidepresivos, inhibidores de recaptación de serotonina, son los
privilegiados. Punto dos: Intervención psicosocial o Grupal.  Punto tres, grupos de autoayuda.  Y en
la intervención psicosocial es individual o grupal dice:
“Intervenciones Psicosociales de Orientación Cognitivo-Conductual, y conductual orientada a la
resolución de problemas incluida la consejería con médico general y enfermera han mostrado
ciertas mejoras en el tratamiento de la depresión leve”.

En la distimia, que está mas al alcance de la psicoterapia, la cosa no cambia mucho y dice:

“ahora se agrega psicoterapia e intervenciones psicosociales”.

Y en Psicoterapia dice lo siguiente:

“Las psicoterapias son efectivas en el tratamiento de la depresión, la terapia conductual es


efectiva en el control de los síntomas depresivos. La terapia  interpersonal no tiene revisión
sistemática aunque es catalogada de efectividad bien establecida. La terapia dinámica breve es
categorizada dentro de las terapias prevalentemente, eficaces”.

Claramente el escenario es adverso para el que presente en su curriculum, haber asistido a


conferencias y cursos  de psicoanálisis, en fin, eso nos da un clima un poco adverso, aunque por
otro lado ,  mi posición es que los pacientes se benefician mucho de lo que puede ofrecer el
psicoanálisis y que la responsabilidad de esta exclusión es probablemente de los mismos
psicoanalistas, en esto excluyo a los lacanianos, ya que tengo la impresión que aun no es muy
conocida su contribución, y hay mucha ignorancia y prejuicios al respecto.

Rosa Lagos: Qué sucede, que las psicoterapias desde las psicodinámicas no presentan resultados,
no hacen estudios, comparaciones estadísticas, en cambio la terapia Cognitivo-Conductual, todo lo
que hacen lo llegan a demostrar en investigaciones, a demostrar los resultados en estadísticas. No
sé si han visto ustedes cómo presentan en los congresos los trabajos de la psicoterapia Cognitivo-
Conductual, te quedas loco, como curan una fobia, cómo sacan a alguien de una depresión, es
decir está todo demostrado paso por paso, es objetivable, se puede medir y se demuestra. El
problema de las psicoterapias breves es que, error nuestro, no investigamos, no demostramos lo
que hacemos, y no comprobamos que hay eficacia en el tratamiento, entonces por eso la comilla
entre probablemente eficaz. Y eso lleva a que todos nosotros tenemos que trabajar en
investigación.

Miguel Reyes:  Efectivamente es un área de cómbate, pero yo creo que por esa vía vamos perdidos
porque sistemáticamente nos van a pedir resultados empíricos, entonces hay que ajustar la
técnica hasta tal punto que finalmente  la técnica  que se  ajusta a ese tipo de resultados   ya no es
psicoanálisis.  Y ocurre que   psicoterapias de orientación  interpersonal, que tenia una base
psicoanalítica, finalmente derivan  en algo mas cognitivo; las psicoterapias psicoanalíticas que han
intentado ajustarse,  al modelo de la ciencia empiricista, que es sólo  una epistemología, sabemos
que hay muchas maneras de hacer ciencia, ese tipo de psicoterapias finalmente objetan el
inconciente y la transferencia; o sea finalmente uno se interroga  ¿qué tiene de Psicoanálisis? ,
poco, prácticamente nada. Entornes hasta cierto punto, creo que es una disputa, al menos en ese
plano, pérdida.

Bueno, ¿Nos quedamos con eso, hacemos el Duelo?, en fin, ¿destruimos el Ministerio de Salud?,
¿Qué hacemos?

Rosa Lagos: Investigamos y demostrados.


Miguel Reyes: Pero, creo que igual en esa estrategia estamos  complicados. Creo que la  discusión
la daría a nivel más político, es decir, no a nivel de la política de los acuerdos que es la política que
promueve y sustenta una época como la nuestra, sino definitivamente haciendo psicoanálisis con
depresivos, no renunciando a la clínica en contextos comunitarios, pero especialmente dando
pruebas de nuestra práctica clínica, no teniendo miedo de mostrar nuestro trabajo, exponiendo
nuestra clínica. Sin embargo, dado que –como decía Freud- , las resistencias al psicoanálisis son
afectivas, no hay que olvidar y de hecho no  dejo de pensar que cierta marginalidad siempre
beneficia al psicoanálisis.

Porque efectivamente, ¿Qué ocurre en la salud publica? Si bien el tratamiento de  la depresión ha
sido recibido con bastante éxito acá en Chile y se han beneficiado y  dado muchas prescripciones,
eso favorece evidentemente que la gente, al mismo tiempo, se defina a partir de ese significante,
pero lo cierto es que no ha logrado que en la práctica se perciba la importancia de la psicoterapia,
la psicología sigue siendo  una intervención de apoyo, psico educativa, para-médica. Además  creo
que se ha ido estableciendo una suerte de hegemonía del diagnóstico como modo de presentación
al Otro, es decir, prácticamente cualquier persona que va a un lugar necesita como entrada decir
que está deprimida, por ej,  para entrar en el plan Auge o conseguir alguna licencia, y
evidentemente algo de depresión tendrá, algún nivel de depresión, tristeza, incontinencia
emocional, etc. Obviamente que es un diagnostico psiquiátrico que exige rigurosidad, pero
también  diría en parte, y esto es una hipótesis, que puede convertirse en un diagnóstico de flojos. 
La depresión comienza a convertirse en un nombre que siendo un diagnóstico -al mismo tiempo-
califica diversas situaciones emocionales y estados de ánimos. Sobre todo, en el espectro que va
desde la depresión, no la mayor, sino que los episodios depresivos menores, como por ej.  la
distimia; creo que en ese campo es un diagnóstico un poco fácil, cómodo, porque registrar una
alteración del ánimo, registrar afectos depresivos cualquier persona los tiene

Por otro lado, cifras interesantes se agregan a esto, más o menos recientes. El 40% de las licencias
médicas del sistema de salud son de depresión, ustedes saben que son en general falsas, pero son
de depresión, lo cual significa que la depresión puede ser considerada un problema de salud
pública, no solamente de salud mental, sino pública. Y por otro lado, casi todos los países que se
han alineado a la modernidad presentan una prevalencia relativamente parecida y Chile que está
participando de ese modelo   no lo hace mal; estamos con cifras bastante altas, estamos bastante
equivalentes a países desarrollados, Francia, Italia, España. De hecho, yo sospecho, que gran parte
de la información del Minsal es extraída de las guías españolas, del sistema español del
tratamiento de la depresión, que prácticamente hicieron copy- page,  revisé los dos y creo que hay
bastante de similitud o por lo menos el modelo ideológico es al menos parecido. Y sabemos que
en España el psicoanálisis tiene un lugar interesante pero obviamente no es mayoritario.

Ahora, nosotros, los psicoanalistas siempre vamos a estar en la situación de marginalidad, en


términos de que no es popular el Psicoanálisis y por otro lado, les debo apuntar que  cuando
estuve en Francia hace dos años, 2006 -2007, me tocó seguir  un gran debate que se hizo en torno
a la indicación de una guía de la depresión expuesta por la televisión y entregada a los servicios
públicos para que la gente reconozca mediante un breve cuestionario que está deprimido, y con
eso justificar la importancia del tratamiento de la depresión, donde obviamente el psicoanálisis
también estaba un poco cuestionado, y se planteó esto en una especie de ofensiva muy bien
planificada que iba desde la publicación del Libro Negro del Psicoanálisis, que muestra como Freud
era un mentiroso, como Dora no era histérica, cómo Berta Pappenheim tenia un virus??, en fin,
cómo Freud ocultó información , es decir, cómo nos han engañado los psicoanalistas de manera
flagrante; se promocionaba  el Libro Negro como la gran revelación que  viene a destapar eso
oculto supuestamente. Elizabeth Roudinesco se ríe de eso porque dice que cualquier historiador
relativamente serio sabía todo lo que ahí se publicó, de ciertas omisiones que había hecho Freud,
era bastante conocido, pero eso no objeta para nada el alcance del psicoanálisis ni como terapia ni
como una cierta concepción de lo que es un sujeto. Entonces, en ese contexto  asistí a la ofensiva
contra esa propaganda depresiva, ofensiva encaminada por Miller y Roudinesco en parte, por una
gran campaña anti-depresión, mostrando digamos, el alcance que eso podía tener para Francia y
con relativo éxito; o sea hubo un ruido, ruido que aquí no hubo en ningún momento sino que aquí
fue al revés, fue bien recibido, porque era una posibilidad que los psicólogos tuvieran trabajo.
Entonces, son realidades distintas.

Ahora, ¿Cómo abordar un poco esto?   Diría que hay por lo menos varias líneas, una que tiene que
ver con un tono, yo diría más, de carácter epocal, un diagnóstico de época y que permite
establecer una cierta alianza sospechosa entre la modernidad, el capitalismo, la ciencia y la
farmacología. Hay una alianza latente en muchos casos, explícita en otros de una gran potencia y
que produce entre otras cosas una inundación y una hegemonía de un discurso, que es el discurso
sobre la depresión. La depresión resulta ser uno de los diagnósticos más importante del siglo XX.
Hay mucha evidencia al respecto, y uno diría, sin duda que la depresión puede  estar vinculada al
siglo XX, pero nadie podría negar y objetar que desde siempre han existido afectos depresivos, es
decir, lo que podemos llamar: la tristeza, la melancolía, el desanimo, el desgano, ha existido desde
siempre. También elegí asistir a una muestra sobre arte que se llamaba “Melancolía” y que
registraba distintas  pinturas sobre la posición corporal de la melancolía y uno nota el rasgo
característico del melancólico, la cabeza apoyada lateralmente sobre la mano, tal representación
se encuentra sistemáticamente en la pintura desde los griegos, en las esculturas, en esta posición,
característica del melancólico, sigue un hilo conductor y que se sigue reproduciendo hasta hoy.
Por lo tanto, este es el aspecto y que Hipócrates denominó la melancolía como el humor gris como
hipótesis explicativa, en resumen,  la depresión es contemporánea, los afectos no.

Frente a eso, sabemos que Freud no conocía  el concepto de depresión que es relativamente
reciente, sin embargo, hizo una aguda indagación sobre la melancolía en relación al duelo normal,
recordemos que el problema era como diferenciar ambas reacciones frente a una pérdida, y
reflexionar que es aquello que se pierde y de que manera el yo compensa esa pérdida.

La depresión surge como un concepto en el década de los 50. Y marca el auge de lo que se ha
llamado la clínica del fármaco, clínica que ha ido sustituyendo con éxito a la clínica de la mirada, la
gran clínica de la psiquiatría del siglo XIX y principios del siglo XX, que en la actualidad
prácticamente esta eclipsada por los medicamentos y por el auge a las funciones cerebrales. Hoy
cuando uno va al psiquiatra, es muy probable que ni siquiera lo miren sino que  le pidan exámenes
de sangre, scanner etc., en realidad es otra clínica, ya no está la agudeza clínico-diagnóstica,  que
uno encontraba en los grandes maestros como Kraepelin, en fin.  Esa clínica ya no está, en su lugar
está la clínica del fármaco y la idea  es registrar y evaluar cómo el paciente responde a una
determinada combinatoria de fármacos y según eso se ajusta el diagnóstico.  La clínica del fármaco
se opone radicalmente a lo que puede ser el psicoanálisis que yo diría que es la clínica del sujeto
ya que trabaja con la palabra, no es solamente la clínica de la escucha, que es más característica
del mundo freudiano, sino que es la clínica del sujeto, una clínica que va en contra de toda
universalización del diagnóstico. Y por eso que nosotros, analistas, seguimos trabajando con
categorías diagnósticas bastantes generales y relativamente escasas: histeria, obsesión, fobia,
pocas  en relación a la multiplicidad de trastornos que existen en el DSM-IV, es incomparable,
parece una clínica muy pobre desde el punto de vista de la nosografía y nosotros con esas
categorías: neurosis, psicosis y perversión nos  orientamos bastante bien. Suena un poco pobre  a
juicio de un clínico contemporáneo, que clasifica y distingue una gran variedad de trastornos:
disociativos, somatomorfos,  fácticos, episodios breves, en fin, y ustedes psicoanalistas siguen con
las clásicas y añejas   histeria y obsesión, bueno, ¿qué le dice eso?. Si , es cierto y también
seguimos con el diván.

Quisiera, para avanzar,   responder  un poco a esa objeción con la misma moneda, para mi decir
depresión implica borrar con un solo nombre una gran diversidad de manifestaciones que valen en
su particularidad, y  además borrar ciertas coordenadas estructurales que el psicoanálisis nos ha
entregado. Por ejemplo, uno se interroga sobre cuáles son los elementos psicoanalíticos  que den
cuenta de una clínica diferencial, de una clínica más rica en términos de la indagación
psicopatológica y transferencial y que pueda estar borrada bajo el  único nombre de depresión.
Por ejemplo, cobardía moral dice Lacan por ahí el año 70, desinvestimiento libidinal, deflación
fálica, superyó voraz, trabajo de duelo, plus de goce, en fin. La misma presencia de la angustia  es
sus distintos tipos de manifestaciones que equívocamente a veces se superponen con la
depresión, se borran en su riqueza semiológica con la noción de depresión. Por lo tanto, mi
proposición es descomponer ese universal de la depresión, no sólo en la dimensión de la
intensidad o duración del episodio, sino  para precisar ciertos mecanismos estructurales que la
clínica psicoanalítica ofrece, de modo de  profundizar  la siguiente hipótesis: La depresión puede
ser concebida  como una respuesta, enfatizo como una respuesta, no como una causa del
sufrimiento.   Una respuesta contemporánea frente del malestar de la cultura. Es la respuesta  más
habitual, más recurrente que el sujeto contemporáneo ha encontrado en el contexto del discurso
de la modernidad, por lo tanto es una respuesta. La cuestión que conviene interrogarse es ¿frente
a que pregunta?, frente a qué pregunta el sujeto da esa respuesta, respuesta que rápidamente es
absorbida por los manuales de clasificación que, como  saben clasifican las demandas, lo que es
puesto ahí sobre la oreja del médico, del psicólogo, y sobre esos modelos de clasificación vienen
también  las respuestas científicas que van por el lado de los antidepresivos y todo el aparataje
farmacológico que se sofistica cada vez más.

Tengo la impresión de que frente a la depresión un clínico más tradicional, un psiquiatra sin mucha
formación,  un psicólogo  supone que  es la causa de una serie de situaciones. La depresión es la
que causa la tristeza, la depresión causa la falta de animo, la depresión como una causa, y frente   a
esa causa un remedio que toma la forma de un fármaco, un psicofármaco que va a corregir la
disfuncionalidad, el desbalance al nivel de la transmisión neurobioquímica, es decir las
alteraciones en la sensibilidad de los receptores, especialmente la hipersensibilidad de uno de los
receptores de la adrenalina.

Es la  teoría serotoninérgica que  sostiene que sería este neurotransmisor el que promueve, por su
efecto regulador, la caída de los niveles de noradrenalina. Esta hipótesis  propone que sería una
alteración en las concentraciones de  serotonina la que predispone a la alteración en sistemas
noradrenérgicos y por lo tanto, al desarrollo de las enfermedades del ánimo, en especial de la
depresión. Así, es la serotonina, el  neurotransmisor que estaría alterado,  frente a ese problema,
la fluoxetina y prozac son las respuestas más contemporáneas .  Ahora bien, nadie puede negar
que eso existe, que en las denominadas enfermedades del ánimo hay esa alteración o desbalance,
esto  puede ser evidente, sin  duda que si se hace  un examen biológico a pacientes con
recurrentes intentos de suicidios, se va a encontrar algún problema al nivel de la recaptación   de la
serotonina, sin duda, la cuestión es cómo se produce eso digamos. Es decir, a mi me interesa  
saber ¿qué pregunta es que la que esconde un depresivo?  y no me basta  con la depresión como
si eso fuese la causa de sus males y por tanto hay que curarla. Entonces en principio la depresión
aparece como una respuesta.  La respuesta que da el sujeto contemporáneo,  también da la
impresión que responde con el pánico, también es otra respuesta mas o menos habitual, o la
angustia.  Por lo tanto  diría que la depresión en cualquiera de sus variantes es la respuesta mas
habitual. Recuerdo que  había un tiempo en que se hablada de  la depresión enmascarada, ya no
se usa mucho el término, cuando trabajé el Hospital Salvador se usaba ese diagnóstico, y eran
cuadros de irritabilidad, agresivos, de descontrol de impulsos, que escondían un trastornos que no
tenia el rostro de la depresión, era un sujeto completamente exacerbado, como los niños, que
están aparentemente irritados pero en el fondo están deprimidos.

Era la misma figura. Bueno, tomando esa formula que  puedo enfatizar que a mi juicio toda
depresión enmascara, aclaro: la depresión no es que esté enmascarada sino que la depresión
enmascara. Enmascara el deseo, es una máscara del deseo, el deseo en el sentido analítico del
término; ya que bajo esa dominación, bajo esa máscara se borra una multiplicidad de variantes
clínicas. Creo que resulta interesante por lo menos desde el psicoanálisis indagar algunas
variantes clínicas, sobre todo si tomamos en cuenta que la depresión no es un diagnóstico en
psicoanálisis y tampoco es una estructura. El psicoanálisis  recusa la entidad depresiva como un
diagnóstico posible y de hecho no hay estructura depresiva en las estructuras freudianas, ni
tampoco en la reformulación que hace Lacan.  No hay ninguna modalidad de respuesta a la
castración materna   que Lacan la haya puesto  depresión, sigue ocupando neurosis, psicosis o
perversión. Es decir, no hay una respuesta a la castración bajo el nombre –del- padre que tome
esa formula. Entonces ¿cómo aparece la depresión?, esta aparece normalmente como una
posición, una variante  de cualquier estructura, ahora obviamente no son lo mismo una depresión
psicótica una depresión histérica o una depresión obsesiva, es decir, la respuesta de un sujeto
neurótico obsesivo por la vía de la depresión, enmascara una posición frente a su goce. Yo diría
podemos ir indagando e introduciendo conceptos clínicos que permitan de alguna manera
situarnos de manera distinta frente a la depresión. Lo que me interesa  es proponer y promover
una suerte de clínica diferencial, clínica diferencial, no entre las depresiones sino una clínica
diferencial que considere la depresión como una respuesta. ¿En qué sentido uno podrá tener una
clínica diferencial? Básicamente en que vamos a suponer que nos interesa rescatar el modo de
implicación de un sujeto en esa respuesta, por qué el sujeto responde así y no de otra manera, por
qué elige, esa, qué implicación tiene el sujeto en esa modalidad, es decir, por qué, se trata del
ánimo depresivo, por qué el humor es tomado como la respuesta a una determinada pregunta. El
sujeto se queja de eso, pero yo diría que nosotros analíticamente podemos entender esa
modalidad de respuesta tanto como un momento, una posición o incluso un estado, puede ser un
estado de la histeria, un estado de la obsesión, un estado de la  psicosis, es una vuelta, una
modalidad que toma, que se presentifica en el síntoma y que podría quedar, desde el punto de
vista psiquiátrico,  fijado en esa respuesta. Analíticamente nosotros lo consideramos en un
movimiento donde eventualmente pudiera el sujeto y esa es un poco la oferta de la clínica
psicoanalítica, tener otra modalidad de respuesta. Ahora bin, el psicoanálisis aquí tiene, yo diría,
una deuda, o tiene una complicidad con esta respuesta por el lado de la  depresión, que tiene un
poco que ver  con  Melanie Klein, ustedes saben la teoría de la Melanie Klein transita desde lo que
podría ser esta estado esquizo-paranoide, hacia el estado depresivo, que es considerado parte de
la normalidad y que es considerado fundamental en la concepción del fin de la cura.   La depresión
es o era considerado por los Kleinianos como una modalidad que implica un objeto total, un yo
mas integrado, que implica una terceridad, en fin. Por lo tanto hay ahí algo de la depresión que
implica una cierta salida en el modelo kleiniano. Contra eso, yo diría que Lacan propone de
manera a veces un poco aforística que si hay una vía para pensar el fin de análisis y que pudiera
tener que ver con algo de un afecto, ese afecto si es  que pudiera ser calificado de cierto nombre,
tendría no el nombre de depresión, sino el nombre de entusiasmo, yo creo que es bastante
distinto  salir por el lado de la depresión, aun cuando la depresión en Melanie Klein no sea
estrictamente equivalente a la depresión clínica, es otra depresión, pero  al fin y al cabo no es
casual el nombre. Lacan propone la vía del entusiasmo, ahí hay algo que pudiera pesquisarse como
un afecto para un sujeto que hace su recorrido analítico. Y además, Lacan dice otra cosa que es
interesante, dice que, a propósito del sujeto, dice que finalmente el sujeto es feliz, el sujeto es
feliz, esa palabra es un poco rara en la lógica lacaniana, pero lo refiere en su relación con el objeto,
cómo puede haber una relación con el objeto del sujeto, de calificarla como relación feliz, o sea en
ninguna parte en Lacan está esta vía depresiva, esta dirección sino que por el contrario no aparece
ni como un diagnóstico, y además, a la hora de pensar el afecto depresivo como un elemento
importante también Lacan va a ser relativamente claro al respecto y va decir que el único afecto
que no engaña es la angustia, todo otro afecto entra en la categoría de un afecto engañoso.

Por lo tanto un afecto que habría que poner atención en el sentido de lo que enmascara, porque la
angustia no enmascara. La angustia aparece, irrumpe, es una presentificación del objeto a, de lo
real que no engaña, mientras que los otros afectos si entran  en esa categoría.

Si analíticamente trabajamos con ese tipo de supuesto que son bastante generales, no estoy
entrando a la meta psicología, si es que uno podría hablar lacanianamente , en términos de cómo
precisar las distintas modalidades de respuesta, yo diría que en la clínica lacaniana, un afecto
depresivo en si mismo, ustedes me corregirán pero es la proposición; un afecto depresivo en si
mismo no tiene la dignidad de un síntoma, cosa que para el psicoanálisis es sumamente
importante y Lacan habla de la dignidad, un síntoma es digno. ¿Por qué es digno un síntoma?  Sin
duda, porque analíticamente implica un trabajo, un síntoma no es una queja, un síntoma no es un
síntoma psiquiátrico, un síntoma no es señal de enfermedad, sino que un síntoma es un trabajo
que se hace en análisis con el analista y que por lo tanto no está prefigurado en un comienzo,
implica algún tipo de manifestación del deseo y también implica una modalidad de vinculación al
goce.  Mientras que el afecto depresivo en sí mismo, bruto, tal como se nos puede presentar en un
paciente del tipo “tengo pena” o “hace dos años que tengo tristeza” o “mi ánimo está bajo” o
“tengo los ciclos alterado, no duermo, no como” en fin, todos los elementos que uno ocupa para
el diagnóstico psiquiátrico, desde el punto de vista psicoanalítico no son tan relevantes en el
sentido de la posibilidad de configurar un síntoma analítico. Y en ese sentido, el afecto en si mismo
no es señal. Para la psiquiatría ese afecto alterado, ese humor alterado es señal inequívoca de una
enfermedad. Desde el punto de vista del psicoanálisis ese afecto es simplemente señal de un
estado que opaca la dimensión del sujeto que es la que nosotros intentamos recuperar. Por lo
tanto,  diría que si hay una manera de ubicar ¿cual debería ser la posición del clínico de
orientación lacaniana frente a la depresión?, esto  que se llama depresión, es básicamente no
saber que quiere decir la depresión inicialmente.

Un paciente que viene con un diagnóstico de depresión, que entró a este programa por la
depresión, nuestra posición inicial es no saber que significa eso; versus, saber que significa eso y
organizarlo, clasificarlo, darle un ticket, hacerlo ingresar, en fin, es una prestación mas,
etc. Nosotros no sabemos que puede decir para el sujeto, es justamente un sujeto porque
suponemos que esa depresión enmascara y que oculta una variabilidad de posiciones de lugares y
de estados de las estructuras clínicas. No sabemos qué quiere decir, y nos interesa saber qué
quiere decir y a quién se habla ahí, cómo se configuró esa respuesta a ese malestar. Por lo tanto en
cierto sentido suponemos que talvez y tomándome un poco de esta idea de Lacan de la cobardía
moral, que es una noción fuerte, que es una noción valórica hasta cierto punto, cobardía moral, yo
diría que una coordenada importante en Lacan al menos para situar este afecto depresivo es la
coordenada ética. Es la coordenada de la ética, es decir que nos interesa ver que en esa respuesta
algo de la ética un sujeto se juega.  Por ejemplo, en qué niveles, en un nivel por ejemplo donde la
depresión como estado, como lugar, como posición es un afecto resultante de por ejemplo ceder
en cuanto a una posición simbólica. El sujeto cede por alguna razón, familiares, sociales, etc., cede
un lugar que supone tiene, que supone merece, que supone le fue asignado, cede una posición
simbólica, resultado: se deprime, pero se fijan que ahí algo cedió el sujeto, o sea algo entregó,
entregó una posición simbólica, y eso a veces uno lo encuentra clínicamente  en pacientes por
ejemplo, que habían ocupado un determinado cargo ya sea en la familia o en la empresa o donde
sea, en un grupito chico de amigos y por ahí se reconfigura el grupo, se reconfigura la empresa o la
familia, se pierde esa posición y el sujeto se pone triste, no sabe porque, empieza a sentirse mal,
no quiere saber nada de la familia se encierra en su pieza, se lleva un botella de whisky, responde
cómo puede, la familia se preocupa y lo llevan al psiquiatra y está deprimido, esta deprimido el
sujeto. ¿Por qué? Nadie  sabe y esa es la causa y entonces hay que tratarlo, no se considera que
hay una respuesta ahí. Así respondió frente a…. eventualmente para nosotros clínicamente, puede
ser muy  interesante porque nos interroga, bueno, qué pasó simbólicamente en la familia, en la
empresa, en el grupo de amigos, en la comunidad religiosa, donde sea, que ese sujeto cedió algo.  
Esa es una vía diferencial que nos puede ilustrar, si es que descomponemos y si es que
desenmascaramos la depresión.

Estas son todas cosas que  he sacado de la clínica y de lo que he leído de manera fragmentaria, no
está suficientemente organizado pero uno lo puede ver en la clínica, yo por lo menos lo veo así.

La otra manifestación donde uno ve la respuesta del afecto depresivo es en relación a lo que Freud
denominó la sustracción del objeto perdido, la respuesta frente al objeto perdido.   Ustedes saben
que ese texto inaugural de Freud, “Duelo y Melancolía”, un texto que uno sigue leyendo porque
entrega muchas distinciones clínicas, una y quizás la más  clara  es la distinción entre el duelo y la
melancolía, es que efectivamente en la melancolía hay, no se como lo dice exactamente Freud,
pero hay como una rebaja o un menoscabo del si mismo, mientras que en el duelo no, en el duelo
no hay menoscabo de si mismo, no hay una sustracción del si mismo, mientras que en la respuesta
melancólica si. Es decir,  de alguna manera aparece una especie de flagelo del sujeto, el yo en este
caso de hace frente a esa pérdida, mientras que en el duelo no.
Freud lo trabajo muy bien con los mecanismos de identificación, pero es otra vía, la relación a la
sustracción de la pérdida.

Otra vía es lo que se ha denominado la renuncia de la pulsión al, lo que Freud también denominó
renuncia pulsional, que también se vincula, lo voy a tratar de articular a una cierta modalidad mas
bien contemporánea, Freud puso el malestar en la cultura bajo el eje de la renuncia pulsional, es el
malestar en el cultura,  el sujeto para entrar en la cultura renuncia a la satisfacción de las pulsiones
y  en eso no hay modelo social que haya logrado  éxito en el diseño de cómo recuperar eso que se
pierde. Freud en lo que se equivocó, creo yo, o lo que no anticipó, es eso que Lacan va a llamar
el Plus de Goce. Una razón es que el impacto del desarrollo de la ciencia es muy diferente en la
época de Freud que en la de la Lacan, entender que para Freud eso que se pierde  no se recupera ,
pero Lacan nos entrega  alterando un poco la noción de renuncia pulsional freudiana, nos entrega
otra manera de abordar el malestar en la cultura y que tiene que ver con la noción desarrollada
entre 1968 y el 70, del plus de goce, que creo que es una noción ciertamente compleja, nosotros
hemos tenido grupos de estudio, y no siempre estamos de acuerdo sobre cómo entender el plus
de goce, porque se requiere saber de marxismo y nadie sabe  decir  mucho sobre el marxismo en
esta época, ya no se enseña en ninguna parte, cuesta conseguir El capital, en fin. Pero por ahí
vamos a conseguir un marxista que talvez trabaje la noción de plusvalía, porque Lacan desde la
plusvalía marxista extrae la noción de plus de goce. Y que creo que es interesante porque abre la
vía para articular una respuesta más bien contemporánea al malestar. En la época industrial no se
daba esa respuesta, habían otras, pero no se daba esa respuesta, que ofrece la ciencia hoy al
sujeto moderno. ¿Por qué? Porque en cierto modo, el plus de gozar esta muy vinculado a esta
proliferación de objetos de consumo, es decir esta muy vinculado al discurso capitalista que se
mueve en la lógica de “siempre mas”, de “viva el cambio”, por ejemplo, un sujeto puede decir hoy
con orgullo , ¡ finalmente  me compré mi iPhone ¡, ahorre mucho tiempo para comprármelo, pero
me lo compré y al otro día abro la página de Apple y salió el iPhone Plus, que tiene una ventanita
nueva que me conecta con no sé que…apliación, que, definitivamente  ya no es el que tengo, y si
me compro el iPhone Plus, al otro día va a salir el IPhone Plus 1 o Plus 2, y vamos y vamos y vamos,
y la verdad que el teléfono inicial que uno tenia igual funciona y me conecta con el otro,  pero
incluso uno ya no siente que se escucha tan  bien.  Pero finalmente esa lógica de la promoción de
diversos objetos de consumo y que por cierto hace mover el mercado es la que se impone cada
día.  Obviamente si uno se quedara con el auto que compró el año 90 el mercado se paraliza, hay
que comprarse el auto 2008, 2009 ojala  renovarlo cada año,  hay una promoción para que uno se
compre el auto nuevo, o casi nuevos.  Entonces en esa lógica de la  promoción  uno está
completamente alienado porque todos queremos tener el súper Apple y el que no es raro,  o
finalmente lo quiero pero arma un discurso respecto sobre las ventajas del pc, en fin … Hay una
promoción científica, tecnológica que es nueva, que no existía al menos en la época de Freud que
nos bombardea y nos ofrece estos objetos, estos Gadget, como decía Miller, y que además están a
la mano porque al final uno igual se lo puede comprar en cómodas cuotas mensuales, igual. Está a
la mano y se va acercando cada vez más. Entonces el sujeto contemporáneo tiene esa posibilidad
hoy.

Valentina Bravo: y dentro de eso esta también el fármaco, como algo que soluciona.

Miguel Reyes: Por supuesto, el fármaco también. Están los antidepresivos de primera generación,
de segunda generación, tercera, ya no sé en que generación vamos ahora, pero que cada vez van
sofisticándose, nos dicen que encontraron una molécula no sé que, que es  mejor que la anterior.
Ustedes saben que  la amitriptilina que era el antidepresivo que habitual, se sigue dando parece,
que es muy barato y que el paciente igual funciona dentro de todo bien, pero si uno va a una
clínica particular,  no se si darán amitriptilina, darán Sertralina o que se yo, mucho mas nuevo,
porque el laboratorio va y le dice al medico mire este es el ultimo fármaco, prescríbalo, así  mueve
digamos el sistema, en ese sentido hay algo  que incita a ese movimiento , para que la máquina del
mercado funcione digamos, mas precisamente ¿ cual es la maquina?, la maquina del capitalismo
contemporáneo, sino se paraliza y bueno, no tenemos mercado, si no se mueve el mercado se
paraliza absolutamente todo.  Ahí si que llega a la depresión generalizada, pero también se llama
depresión a eso, cuando los mercados… cuando el mercado se compacta, se deprime el mercado,
no vuelve a este movimiento que es un movimiento siempre en Plus.

La noción de plus de gozar tiene que ver con que no se puede renunciar totalmente y el sujeto por
algún lado, por el plus suplementa lo que pierde, idealmente. O sea el mercado te hace vivir con la
ilusión de que no lo perdiste todo, puedes tener algo. Recuperar por algún lado. Entonces la ideal
del plus tiene que ver con la idea de aquello que  suplemento frente a la renuncia al goce.
Renunció, pero por otro lado, por la ventana por así decir, tengo la posibilidad de recuperar,
recupero, recupero, recupero. Ahora, no se puede recuperar mas dice Lacan porque viene la
glotonería pero finalmente siempre esa glotonería algo le falta también y está esta máquina que
se llama capitalismo que nos hace estar permanentemente con la ilusión de que

Recuperamos y que lo último es siempre mejor. Ahora, ni siquiera está  solo a nivel de la ilusión
porque efectivamente el sujeto que se compra el objeto experimenta una satisfacción
indescriptible, un goce, quizás mucho mejor al goce sexual en muchos casos, y tener  este objeto
nuevo  en la mano puede  ser verdad  mucho mas placentero que un coito por ahí con un
desconocido, que  no significa nada frente a esta belleza de diseño y conectividad. Entonces
claramente esa posibilidad que entrega la ciencia y que viene a responder de otra manera a la
noción freudiana de renuncia pulsional que implicaba una especie de nostalgia, un poco la
posición freudiana era la nostalgia, un cierto estado de pesimismo, esto no va a cambiar, la ciencia
va a decir si va a cambiar, si puede cambiar y está este objeto, tómalo. Está al alcance de tu mano.
Entonces por qué se vincula eso o en que sentido se vincula con la depresión, o sea si esa es una
estructuración contemporánea del discurso, una manera de abordar la contemporaneidad del
discurso, qué relación puede tener esa manera con la prevalencia de la depresión, que es también
contemporánea. Tiene que haber algún lazo, ahí, deben haber muchos pero a mi se me ocurren
algunos. Diría que una manera de entender es que efectivamente este plus de gozar ciertamente
implica en algún punto una especie de mistificación, enmascaramiento frente a aquello que el
sujeto cede con respecto a su deseo. Es decir, voy a decirlo de la siguiente manera y después lo
quiero desarrollar. Uno puede definir la depresión psicoanalíticamente o mostrar ese estado
cuando el sujeto cede con respecto a  su deseo, y cede por un goce. No solamente cede con
respecto al deseo sino que sustituye esa formula por un goce particular. Sabemos que una de las
maneras de entender el goce, sabemos que hay al menos seis , Rosita, siguiendo los paradigmas
del goce,  trabajó seis distintas maneras de entender la noción de goce,  una de esas maneras de
hacer sistema con esta definición es por el lado de “mas allá del principio  del placer”, es decir, por
la vertiente del sufrimiento, es decir cuando al ceder con respecto al deseo sustituyo o toma la
forma de sufrimiento o de una especie de goce mortífero uno podría decir que ahí hay algo
localizable en términos de depresión.  En ese sentido uno podría decir, si llevamos al extremo esa
formula, la depresión puede ser  estructural de toda neurosis, porque toda neurosis implica en
cierto modo un ceder frente al deseo y restituirlo a partir de una cierta respuesta gozosa, que
toma la forma de un síntoma. Uno podría decir, a la base de la estructura neurótica de cualquier
síntoma está esta vertiente depresiva. Pero yo diría lo que talvez  lo que caracteriza a la depresión
es que se vuelve como un modo de respuesta relativamente estable en el sentido en que el sujeto
responde con su ánimo, con ese afecto particular, no responde necesariamente con el cuerpo
como seria una respuesta histérica o con el pensamiento sino que responde con el ánimo,
desánimo diríamos. Por lo tanto. uno podría perfectamente decir que la depresión puede
prefigurarse como un modo de respuesta frente a la inserción del sujeto en el discurso
contemporáneo, en el discurso capitalista, un modo de respuesta habitual, es decir frente a esa
máquina que siempre me pide más, y más y más, yo respondo menos, menos animo, menos
ganas, menso deseo. Uno de los criterios básicos del diagnóstico de depresión es el deterioro de la
actividad laboral, deterioro significativo ponen algunos,  tampoco quiero trabajar, no mas trabajo,
no más familia, no más diversión, no mas nada, no mas yo inclusive, sabemos al extremo que
puede llegar eso, no más vivir identificado a un objeto que cae, suicidio, o sea es un no a la vida,
pero puesto como una respuesta recurrente, probablemente frente a este más que te obliga a
otra cosa.

Hay una formula que es muy interesante de Freud que se llama “los que fracasan cuando
triunfan”, y que  creo que muestra un carácter que uno a veces encuentra de manera muy
sorpresiva en ciertos sujetos que lo han logrado prácticamente todos, sujetos excelentes alumnos,
terminó Derecho con felicitaciones, le asignan al mismo tiempo una cátedra que estaba
esperando, en ese momento conoce a la mujer de su vida y además se gana una beca, una beca
que le paga que se vaya con la mujer además y en ese momento, justo antes de partir el sujeto se
deprime, es como que se identifica al ideal del yo y se deprime, inexplicablemente para su familia,
para su polola, para sus profesores, dirán pero si este sujeto lo tenia todo, era su mejor momento
y sin embargo se deprimió.  Esa formula de Freud creo que tiene aun una validez clínica
importante pero que viene a ser una respuesta más encubierta a decir: todo eso que logré no lo
quiero, finalmente no era lo que yo quería. Lo tengo, y la única manera de saber que no lo quería,
era teniéndolo, como lo tengo me autorizo a decir: no lo quiero. No quiero nada. Y lo tenía todo.  
Entonces una de las modalidades creo yo interesante.  Y para ir terminando porque en verdad
había un caso que quería discutir  Rosita.

¿Cómo podríamos frente a esa respuesta desarrollar una posición analítica?, que proponemos
desde el punto de vista psicoanalítico a esta modalidad que toma distintos rostros.  Diría, en
principio,  suspender el furor curandis, para abrirnos a una escucha más allá de la depresión, no se
trata del apuro por  ir contra la depresión en el sentido de combatirla como lo haría un psicólogo o
un psiquiatra, vamos al combate de la depresión en un programa ministerial, vamos a eliminar  la
depresión, no queremos deprimidos en Chile, en fin.  Nos parece, yo creo, y por lo que
desarrollado esta noche, que la depresión constituye  una cierta respuesta ética compleja,  pero es
una modalidad ética, yo la respetaría en principio como respuesta, la respetaría como respuesta,
pero ofrecería otra salida,entendiendo que  esa es la respuesta que él dio, tal vez la única que
podía dar por el momento, entonces  la respeto como respuesta, pero para introducir junto al
paciente, mas bien la pregunta de cómo es que llegó a esa vía ,  interrogar por qué la dio, sus
condiciones, en definitiva dejar que la palabra circule,  porque  probablemente  existen otras
opciones también de respuesta, no solamente es esa. Es la que el tiene, es la que el elige, por ello
es que  creo  que si nosotros ofrecemos algo, si es que podemos decir que ofrecemos algo, es
justamente la posibilidad de construir esa otra salida. Es una salida que considere su deseo y
considere al sujeto que ponga en juego, la verdadera pregunta, sólo así  tal vez se cree otra
respuesta.

Bueno, ahí algunas ideas fragmentadas por ahora.

Transcripción Leyla Ramírez.

Versión revisada y corregida por el autor.

También podría gustarte