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Amor y Otras Psicosis
Amor y Otras Psicosis
Fernando COLINA
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3. CREACION. irónicamente acostumbra ser de lo
que menos sabemos. Algunos dicen
El amor no es un simple plagio, sino que sólo es práctica o que lo es prime
creación. La identidad es un fenóme ro, y se equivocan.
no creativo en el que se crea para evi SÓCRATES, el hombre que sólo sa
tar enloquecer. Hay que crear un bía de su insipiencia, el de la docta ig
vínculo con el otro, pero un vínculo norancia, tiene que someterse a una
propio y personal, un vínculo otro que excepción: «Hago profesión de no sa
el primitivo e incestuoso, uno que no ber más cosa que del amor» (PLATÓN,
venga dado como el de la madre, sino en «El Banquete»). Todos tenemos
que surja creado por el slljeto mismo. que saber de los principios, y sabe
Si se sostiene un amor-creación, mos de un modo irracional y axiomáti
¿dónde queda desplazado el amor co. Como para el principio de no con
pulsión? ¿Dónde la necesidad de co tradicción o el de razón suficiente, no
pular del antropólogo, el ansión de hay más justificación que su simple
amontonarse del plebeyo? formulación. El amor como principio
Aquí hablo de un amor sexual y pul es de lo único que SÓCRATES no pue
sional, pero al tiempo transpulsional y de dejar de saber. Y lo sabe indirecta
creativo, al que no agota el esquema mente, enajenadora mente, a través
de la pu Isión. del otro. En «El Banquete» habla por
Si «el amor es la gran X del psicoa boca de Diotime, la mujer de Manti
nálisis» (LACAN) el reto descansa en ha nea, y en Fedro dice haber olvidado
blar del amor sin traicionar al psicoa quien le transmitió lo que del amor sa
nálisis en sus principios fundamenta be. El amor está alienado en su propio
les: el inconsciente, la extensión de la conocimiento. Es de lo que hay que
sexualidad, el complejo de Edipo. El saber y de lo que sólo se sabe desde el
escollo es defender una creación otro.
transpulsional sin caer en los errores
de una libido desexualizada o por re
cortes (ADLER) o por inflación (JUNG). 6. ENAMORAMIENTO.
Una teoría de las pulsiones será insos
layable. El amor en su conflicto identificato
rio es un drama. El drama humano.
No hay amor sin riesgo, sin tragedia o
4. TRINOMIO. sufrimiento: «Los goces del amor es
tán en razón directa del temor»
El amor queda enfocado en un eje (STENDHAL).
tri pa rtito: locu ra -identidad -creación. En socorro de ese riesgo acude el
enamoramiento. Dire el refrán que «el
enamorado no está loco pero le falta
5. SABER. poco». Para salir de uno mismo, para
amar, para enajenarse en el otro viene
El amor mueve el cosmos, el sol, las en auxilio la locura aguda del enamo
estrellas, los hombres. Del amor como ramiento, el amor-pasión. Ese estado
de todo fundamento hay que saber. hipertímico, idealizador, psicótico y
Nada hay más teórico que el amor, e delirante nos ayuda a amar. Enamo
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rarse en tomar carrerilla, lograr impul no escarmentados, repetir el corte en
so para salir fuera de sí frenéticamente dos como enmienda definitiva. Ese es
y así llegar a ser uno mismo. Cuanto el psicótico, el que ya no puede amar
mayor es el temor de amar, más lla y re-unirse, el condenado a andar a pi
mativo es el flechazo. La joven virgen, piricojo, a ofrecer un rostro de perfil y
trémula y sofocada, cae en brazos una imagen de bajorrelieve (PLATÓN).
del libertino. Con el profesional del Tras la sanción del amor el merecido
amor, con el calavera, intentará supe de la locura. El psicótico, incapaz de
rar todos los obstáculos de un solo alienarse en otro, imposibilitado para
salto. amar como solución, hace de sí mis
En el enamoramiento se persigue la mo diversos otros, se reproduce por
inmunidad ante el peligro, la vacuna partenogénesis y se harta de hacer el
contra el mal del amor. Quien se pier amor consigo mismo.
de en el otro se salvará.
Pero ante el enamoramiento unos
no se atreven y nunca se enamoran; 8. PRIVILEGIO.
otros lo disfrazan enamorándose de lo
imposible y ausente; otros nunca cua Ser idéntico a uno mismo merced a
jan, nunca sueldan un vínculo y viven la alienación de salir fuera de sí, eso
una rueda de enamoramientos, tan vengo diciendo que es el amor.
sólo aman para enamorarse, sólo co Pero si amores hay muchos: frater
leccionan amores y no amor. no, social, divino, etc., tan sólo uno
es garantía de identidad y, por ello,
constitutivamente nuclear en el círcu
7. CASTIGO. lo diaspórico del amor. Ese centro es
un amor privilegiador y físico. La posi
El amor proviene de un castigo de bilidad de acceder al ámbito del amor
los dioses, dice ARISTÓFANES en «El «total», no parcial, no narcisístico y,
Banquete». Los hombres se compo con ello, a la identid~d más plena, re
nían de dos sexos, cuatro brazos, dos side en que en algún momento se ame
cabezas ... «Sus cuerpos eran robus un objeto elegido de modo privilegian
tos y vigorosos y sus ánimos esforza te que le distinga del resto de los obje
dos, lo que les inspiró la osadía de su tos y que, vistiéndole de alguna exclu
bir hasta el cielo y combatir contra los sividad, quede circunscrito en una ca
dioses». Zeus, en peligro (como el tegoría de dualidad. Este amor es el
dios de SCHREBER y el dios de los ju que contiene la salida del marco inces
díos), decide cortar a los hombres en tuoso, el que compensa la renuncia
dos «como quien corta un huevo con edi'pica, y el que ,creando un vínculo
una crín». Les debilita, les gira la ca alienante propío, posibilita emerger de
beza para que ante la cicatriz nunca la difusa identidad familiar a la identi
olviden la condena y duplicando su dad personal y extraedípica. Se re
número dobla las ofrendas. Amor es, nuncia a la madre sustituyéndola por
entonces, el intento de volver a unirse otro objeto, este sí prioritariamente de
y recuperar el antiguo estado. uno más que del resto, yen ese objeto
Lo que del mito me interesa es que se deberá encontrar lo negado con la
Zeus anuncia un nuevo castigo a los madre, la relación genital. Sobre este
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objeto privilegiado y sexual gira el mo El conflicto es insoluble para el ser
vimiento dinámico principal del amor, humano, la tensión constante, la dia
en cuya tensión se asciende a la iden léctica fundante.
tidad y a la posibilidad de amor En la monogamia se aúnan las fuer
«total»., zas que nos hacen pasar por el túnel
extraedíJ3ico de privilegiación-exclusi
vidad, con los intereses de estabilidad
MONOGAMIA-POLIGAMIA. ético-social de nuestra sociedad y con
la seguridad personal ante el temor de
Si la experiencia con el objeto ama perder el objeto amado. Los que se in
do de modo privilegiado y físico es la clinan hacia este polo monogámico,
condición de posibilidad de la solu sienten una connotación temerosa de
ción edípica y de la completud identi"fi incesto, de revolución como inter
catoria, no es por ello un modelo sino cambio de parejas, de soledad y sui
una vía obligatoria de paso. Las solu cidio.
ciones serán diversas y más adelante En el otro polo se asienta la poliga
analizadas, pero sólo pasando por ese mia, la promiscuidad, la infidelidad, el
túnel, o entrando en él sin necesidad adulterio. En la poligamia subyace
de ir más allá, es posible salir del Edi también la tendencia creadora del
po a la luz. amor, que puede focalizar su trabajo
La relación privilegiada y física exi (ERICH FROMM) no en un solo objeto
ge ün tiempo mínimo para ser real sino en la recreación de sucesivos ob
(<<auténtica»). ¡Allá quien se arriesgue jetos en un Sísifo permanente. Sísifo,
a darle una medida! Sólo cabe saber hay que recordarlo, no es sólo repeti
que justo detrás de ese límite óptimo ción, sino que viene de sabio. Quien
o suficiente (WINNICOTT), se reinstau fije el tiempo «suficiente» podrá tam
ra la dura dialéctica: amor a uno sobre bién acotar el número «suficiente». En
los demás o a muchos y por igual; la poligamia se refugia la amenaza que
amor a uno y con exclusividad o a uno origina el objeto amado con la insatis
y con infidelidad. facción natural del amor, que va des
S. JUAN DE LA CRUZ marca una pau de el desencanto postenamoratorio a
ta en sus «Instrucciones y Cautelas»: la insatisfacción narcisística estructu
«La primera cautela contra el mundo es ral. Está también el divertimento, el
que acerca de todas las personas ten placer físico, el gusto por la conquis·
gas igualdad de amor ... No ames más tao El amor, a la postre, aunque dual,
a una persona que a otra porque erra resulta inevitablemente entre tres. El
rás». PLATÓN por boca de SOCRATES amor es entre tres porque el núcleo
nos anuncia que el amor a muchos es edípico introduce una célula triangu
la superación del amor a uno. En el lar. Triángulo que va desde la normali
Fedro, en polémica con Lisias sobre dad de los celos (requisito del buen
los males del enamoramiento, SOCRA amor), a ese tercero que caracteriza la
TES nos recomienda «amar a los man sexualidad del perverso, su gusto por
cebos con filosofía». Cautelas sexua los espejos y el «espectador anónimo»
les quizá en SAN JUAN Y posible temor (Joyce McDOUGALL). Adán y Eva, so
de obcecación amorosa y error en los y sin posibilidad trianguladora, ori
PLATÓN. ginan un engendro: Caín. Sólo la pre
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sencia tercera de éste posibilita a amor requiere negar algo. La rendi
Abel. ción alienadora pronta, indicará más
Los celos como requisito del amor, una advertencia de inconsistencia, de
dan muestra de la inseguridad y des flojera consentidora, que un síntoma
confianza inelectuble, del guardacos de fortaleza. Así hasta el límite nu
tas paranoico. Del amor siempre hay clear. El amor-creación exige esfuerzo
que dar prueba. frente a la resistencia de lo reservado,
labor en la que hay un extremo de va
gancia y otro donde el operario del
10. ENGAÑO. amor trabajar a destajo, ignorando
que en esas materias no hay tanto
El amor es un espacio de alienación. alzado.
No sólo se aliena uno mismo sino que
se busca alienar. El amor resulta el lu
gar del engaño por excelencia. Es el
medio de la fascinación y la astucia, 11. FUERZA.
de la impostura, el bebedizo y el flir
teo. El tenorio, el amor cortés y galan 12. PULSIONES.
te lo escenifican: «Que mejor manera
de asegurarse en el punto en que uno Es el momento de preguntarse por
se engaña, que persuadir al otro de la la energía que impulsa al amor. Oca
verdad de lo que se admite» (LACAN). sión para las hipótesis más inestables
Oportunidad para la seducción. y punto de repercusiones de largo
Pero el amor, y de nuevo la parado aliento. FREUD en el caso Schreber
ja, es el lugar de la verdad, la sinceri sentencia que las claves del futuro es
dad y el conocimiento. «Debemos tán en una teoría de los instintos sufi
amar al prójimo de 'un modo inteligen cientemente afirmada.
te pues un amor no inteligente le ha El recurso filosóf~co, pese a sus re
rá, tal vez, más daño que el odio» (HE celos positivistas no asusta a FREUD.
GEL). Sin verdad y autenticidad no hay En «Las pulsiones y sus destinos» nos
amor. indica que las hipótesis sobre las pul
siones deben tomarse de campos ex
teriores a la psicología. En «Análisis
terminable e interminable» alude a la
11. SECRETO.
necesidad en ciertos momentos de
recurrir a las brujas y afirma que
El secreto acompaña al amor como
«sin una especulación y ciertas teori
garantía de verdad. «Amor divulgado
zaciones -casi diría fantasías - me
pronto terminado», dice STENDHAL.
tafísicas, no daremos otro paso ade
La identidad descansa en un núcleo
lante».
incomunicado (WINNICOTT). La alie
nación del amor tiene un límite y el se
creto que dibuja la frontera es el aval 13. SEXUALIDAD.
de que el amor va por el camino del
compromiso y la autenticidad. Por ello Interrogarse por la fuerza del amor
el amor es un ámbito de reserva y con suscita la cuestión sexual. Aquí plan
quista, de dilación y virginidad. El teo una sexualidad universal en todo
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el ámbito del amor, pero un amor que te, explícita o implícitamente, en toda
va más allá y trasciende lo sexual. Al manifestación sexual. Desde la mas
go que, en definitiva, coincide con lo turbación solitaria al orgasmo prosti
que, después de FREUD, nos dice el bu lar, el amor está puesto en cues
sentido común. tión.
A FREUD no le acaba de gustar el te Vengo a defender un amor que
ma. A menudo habla indistintamente trasciende lo sexual mientras este lo
de libido, sexo, amor o investimento. invade, y lo trasciende en tanto no se
Se mueve preso en el compromiso de conforma con el modelo pulsional
mantener la especificidad de lo sexual freudiano, sino que inserta el amor en
extendiéndose por toda la vida psíqui el trinomio locura-creación-I DEN
ca, su descubrimiento, y no caer en el TIDAD.
pansexualismo junguiano. En «Las
pulsiones y sus destinos» dice: «No
puede dudarse de la íntima relación 14. SUBLlMACION.
entre estos dos contrarios sentimen
tales/amor-odio/ y la vida sexual, pe El fracaso de la lectura sexual del
ro hemos de resistirnos a considerar el amor luce en el tema de la sublima
amor como un particular instinto par ción. FREUD recurre a ella cuando
cial de la sexualidad. Preferimos ver en siente algún aprieto, pero en su teori
él la expresión de la tendencia sexual zación resbala. Como una espina en la
total, pero tampoco acaba esto de sa encrucijada meta psicológica del amor
tisfacernos y no sabemos como repre y la sexualidad con las sucesivas teori
sentarnos la antítesis material de esta zaciones sobre la pulsión, FREUD aca
tendencia», En «Psicología de las ma bó anunciando un estudio sobre la su
sas y análisis del Yo» parece haber pre blimación que nunca llegó.
cisado más su opinión: «Designamos La sublimación, «esa cuestión irri
como libido la energía de las pulsiones tante» (LAPLANCHE), comienza siendo
relacionada con todo aquello suscep una pulsión coartada en su fin para ir
tible de ser comprendido bajo el con adquiriendo mayor envergadura se
cepto de amor. .. el nódulo de lo que gún se complejiza la metapsicología.
nosotros llamamos amor se halla Es un momento relevante cuando en
constituido, naturalmente, por lo que la «Introducción al narcisismo» las
en general se designa con tal palabra y pulsiones sexuales y de conservación
es cantado por los poetas: esto es el se aproximan al monismo. Allí nos di
amor sexual, cuyo IJltimo fin es la có ce: «Las primeras satisfacciones se
pula sexual». xuales, autoeróticas, son vividas en
Que el sexo coincida en su exten relación con funciones vitales destina
sión con el amor, no provoca objec das a la conservación. Los instintos
ción, que constituya su nódulo es lo sexuales se APOYAN al principio en la
sujeto a discusión. satisfacción de los instintos del Yo y
Lo sexual rezuma allí donde hay sólo ulteriormente se hacen indepen
amor y en general impregna toda la vi dientes de estos mismos». Ese apoyo,
da psíquica. A su vez donde hay una apuntalamiento o anaclisis es el puen
gota de sexo comparece el amor, te sublimatorio. La cuestión es cono
pues la relación de objeto está presen cer hasta dónde debe entenderse esa
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«independencia» posterior de lo se mación, devuelve las cosas a su punto
xual, si permanece de modo natural y de origen libidinal-sexual.
hay que considerar que toda comuni
cación o drenaje sublimatorio es de
fensivo. El concepto de defensa se co 15. DUALISMO-MONISMO.
loca así en el primer plano.
FREUD parte de la oposición entre
En «Psicología de masa y análisis
del Yo», FREUD, tornándola necesaria instintos sexuales e instintos de con
para que el amor perdure, da un nue servación. El dualismo resulta para él
vo matiz a la función sublimatoria: «El un requisito imprescindible. En «Intro
amor sexual está condenado a extin ducción al narcisismo», cogido en su
guirse en la satisfacción. Para poder propia contradicción entre el recorte y
durar tiene que hallarse asociado des la inflacción sexual, libidiniza también
de un principio a componentes pura el yo y pasa a distinguir una libido de
mente tiernos, esto es, coartados en objeto y otra del yo. En ningún texto
sus fines, o experimentar en un mo como en éste, se ve a FREUD más ten
mento dado una transformación de so y comprometido. En su curva asin
este género». En «El Yo y el Ello», subli tótica se aproxima al monismo como
mación e idealización se aproximan lo hará más adelante en «El Yo y el
frente a la separación mantenida en la Ello».
«introducción al narcisismo», siendo En «Más allá del principio del pla
la sublimación ahora la vía de la ideali cer» resuelve los obstáculos anterio
zación que acompaña a toda identifi res oponiendo al eros el instinto de
cación. La identidad va obligatoria muerte. Antes, en «Pulsiones y sus
mente asistida de libido desexualiza destinos», ya había contrapuesto
da. Este carácter natural se opone en amor y odio aunque no con categoría
seguida a otro defensivo que se des de instintos sino como cualificación
prende de la liberación de carga agre de la relación objetal. Ya se apunta la
siva que acompaña a todo fenómeno necesidad de separar amor y odio en
de identificación-sublimación, y que al dos polos, siempre emparejados pero
quedar desligada constituye un capital intrínsecamente diferentes.
potencialmente patógeno. Dos razones apunto para justificar
el tesón de FREUD en este asunto: uno
En esas dificultades entre sexo, el valor del dualismo en la polémica
amor, pulsiones del yo, desexualiza discipular; otro la posibilidad de man
ción como conquista cultural y dese tener un amor puro, desprovisto de
xualización como represión patológi agresividad, que pueda asegurarle la
ca, ensaya FREUD sus pinitos de equi aconflictividad de la relación materna.
librista. El concepto de sublimación En ambos casos, dos razones transfe
se convierte en un escudo protector renciales.
para mantener su descubrimiento en En «El Yo y el Ello» la muerte se
el cauce de la sexualidad. Cuando la config"u ra como la meta de la vida. El
fisonomía de ésta ya no se distingue, final es confundido con el fin y toda
y especialmente si quien la difumina pulsión se caracterizará por su ten
no es él sino algún discípulo díscolo, dencia a la repetición, al retorno a lo
un volantazo, un testimonio de subli inorgánico. De nuevo ante el peligro
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monista. Con claridad advierte que, habilidad que ya utilizó para teorizar
por su ampliación del eros, aglutinan sobre el inconsciente en su artículo
do lo sexual y lo conservador, no se le sobre la represión. La carga proven
debe confundir con JUNG, pues es dría de un «eros desexualizado» con lo
«más dualista que nunca». Pero real que comprobamos, de una parte, que
mente al subordinar el sexo al princi pese al neodualismo recién estrenado
pio de repetición se asoma al riesgo en cuanto se ve en peligro retorna al
monista: el eros se subordina a la as eros originario, y por otra que un mo
piración por <da quietud en el mundo lesto destino monista vuelve a atacar
inorgánico» y al principio de conserva le ahora en forma de «carga indiferen
ción sólo le resta oponerse por «que te», Sólo le cabe argumentar con ra
rer morir a su manera». Más adelante, bia que el instinto opuesto también
en «El problema económico del maso está presente pero sucede que «el ins
quismo», rectifica tajantemente y dirá tinto de muerte es mudo». El instinto
que «esta hipótesis no pUrlde ser cier de muerte permanece así aconflictivo,
ta»; el principio de placer no puede es mientras que se observa cómo tras los
tar al servicio del principio de muerte. cambios de teoría pulsional el conflic
Pero tanto en «Análisis terminable e to sigue centrado entre las pulsiones
interminable» como en el «Esquema sexuales y las de conservación. Ese
del psicoanálisis» vuelve a insistir en el mutismo del instinto de muerte no
predominio del principio de muerte. puede ser ajeno a la curiosa solución
El monismo aún le amenaza con de este problema, como tampoco lo
otra versión, la que plantea la relación será esa enigmática afirmación freu
amor-odio. En «El Yo y el Ello» tras diana de que no existe representa
advertir que «el odio es el compañero ción inconsciente de nuestra propia
inseparable del amor» le asusta la muerte.
unión casi monista y dice: «... si esta Esta tercera hipótesis que califica de
transformación/de amor y odio/es más dudosa que las anteriores (exten
ALGO MAS que una simple sucesión sión del concepto de sexualidad y es
temporal faltará toda base para esta tablecimiento del narcisismo) nos lle
blecer una diferenciación tan funda va a una alternativa al problema. El
mental como la de instintos de vida e monismo o dualismo es un falso pro
instintos de muerte, diferenciación blema. FREUD se encuentra ante un
que supone la existencia de procesos descubrimiento esencialmente dialéc
fisiológicos de signo opuesto». No tico y unos instrumentos que no lo
puede admitir la mezcla, son distintos son. Su arsenal teórico es fisicalista
que su suceden o simultanean. Para asociacionista-atomista-empiricista
evitarlo recurre al argumento cuantita hidráulico-maquinista. La dialectiza
tivo. Lo que ha sucedido en la trans ción le resulta difícil. En una mirada
formación, dice, es el corrimiento de retrospectiva encuentra un precursor
una carga «de energía desplazable e en EMPEDOCLES. El amor y la discordia
indiferente» desde una pulsión a otra. se oponen como principios dinámicos
Sólo se desplaza la carga (<<indiferen del universo que conservan su separa
te»), mientras el amor y el odio que ción e independencia. Precedente
dan bien separados y diferentes. Esta dualístico que culminará, después de
carga que se saca de la manga es una él, en el realismo kleiniano, donde la
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hipótesis teórica se materializa e hi sin amar no hay garantía de conserva
postatiza. ción, y sin conservar lo amado (intro
Diferencias externas: yección e identidad) no ~ay posibili
simples. dad de seguir amando. A esa dialécti
oposición de contrarios. ca se superpone la unidad creación
oposición de negación. destrucción. Para crear hay que des
Diferencias internas: truir (WINNICOTT). El eco-sistema se
autocontradicción. regenera en la destrucción. La muerte
Del esquema de las diferencias, no es enemigo de la vida sino su cons
FREUD sólo dialectiza, empidocleana tituyente y su posibilidad y, en todo
namente, con las diferencias por opo caso, sólo lo es de la vida individual
sición de contrarios (en la oposición (MORIN). El animal no enloquece por
de negación lo opuesto a la vida no es que no puede amar, pero el predador
la muerte sino la no-vida). FREUD no se aliena en su presa, es decir en su
dialectiza con la autocontradicción. propia sobrevivencia destructora, co
Esta permite siempre jerarquizar sobre mo el hombre hace sobrevivir su iden
un principio primero único, una pul tidad amando alienadoramente al
sión primera que inmediatamente otro.
puede desdoblarse en sus opuestos La muerte no es una pulsión en sí,
negativos o contrarios. Opuestos que ni algo secundario a la frustración
con idéntica facilidad pueden volverse (BALlNT), ni la energía libre, no ligada
a unificar. El ejemplo de ANAXAGORAS que dice LAPLANCHE tendería a la des
nos puede servir de contrapeso auto carga absoluta (nirvana o muerte). La
contradictorio frente al hombre de ·muerte es el constituyente autocon
Agrigento. Para ANAXAGORAS <dos se tradictorio de lo vital. La destrucción
res no están en este mundo separados acontece en la creación de modo natu
uno del otro o separados como por un ral y se dispara ante la imposibilidad
hacha, ni caliente ni frío, ni frío ni ca de crear. Son los impedimentos del
liente». amor los que crean la muerte psicoló
No hay que olvidar que tanto EMPE gica y la destructividad negativa. Sólo
DOCLES como ANAXAGORAS intentan la integración, el equilibrio tenso y di
conciliar PARMENIDES con HERACLlTO. námico en esa dialéctica de conserva
Para el primero lo que «es» es «uno» y ción-creación es lo que garantiza el
nada proviene del no ser. Para el se mínimo de destrucción.
gundo todo se mueve y el ser y no ser En ese arco dialéctico la sexualidad
coinciden. La conclusión de ANAXA habita cada rincón, siendo inquilino
GORAS es ésta: «No se puede existir habitual de la conservación, la crea
separadamente, sino que todas las co ción y la muerte. Pero la sexualidad se
sas participan en una posición del to acomoda al esquema pulsional freu
do». Todo está en la unidad y pese a diano.
ello, es diferente.
Lo autocontradictorio autoriza a 16. MAS ALLA DE LA PULSION:
considerar una única fuerza primera, . DISIPACION.
la vital, que se extiende entre dos ex
tremos, el suelo de la conservación y Estamos frente a dos esquemas, el
el techo del amor-creación. Sin crear, de la esfera sexual-pulsional que res
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ponde al principio del placer y a la des mucho en psicología si pudiéramos in
carga, y el de conservación-creación, dicar cual es ese carácter cualitativo.
esfera del amor-identidad-alienación. Quizá sea el ritmo, el orden temporal
LACAN dice que «todo lo que se di de las modificaciones de los aumentos
ce del amor se dirige a acentuar que y disminuciones de la cantidad de li
para concebir el amor hay que referir bido».
se necesariamente a otra clase de es Sea como fuere, operativa mente es
tructura distinta a la de la pulsión». la homeostasis, el equilibrio del se
Esa estructura puede estar en la supe gundo principio de la termodinámica,
ración del modelo homeostático pul que FECHNER incorpora en su «cons
siona!. tancia», el que domina la pulsión y el
FREUD se formó en el juramento de principio de placer. Al Ello le interesa
BRÜCKE en cuyo seno y frente a una la descarga. Lo cuantitativo, los «ejér
filosofía postkantiana de la naturaleza, citos poderosos» siguen siendo lo im
todo lo psíquico debía ser reducido a portante en la óptica freudiana.
fuerzas físico-químicas. FECHNER y su El amor, en cuanto que función vi
principio de constancia son el modelo. tal creadora-identificadora no es asi
El Ello y las pulsiones se guían del milable al esquema homeostático. Lo
principio del placer, y a este le carac vital no queda reducido a la entropía,
teriza la tendencia a la descarga y a la donde el sistema cerrado tiende al má
estabilidad. La homeostasis es el ins ximo de uniformidad, mínimo de or
tinto de la pulsión. ganización y máximo de desorden. En
El asunto creó serios problemas a un sistema abierto, en una termodiná
FREUD. Uno, ya señalado, circunscrito mica abierta, la entropía general se
al hecho de la transitoriedad del prin negativiza, aumenta el orden, la crea
cipio del placer que marca un tiempo ción, la organización, la diferencia. Es
de duración limitado a la descarga. De una entropía organizadora y, por ello,
ahí la necesidad de que el amor se contradictoria, que se constituye en
«apoyase» en los instintos de conser «estructuras disipativas» (PRIGOGINE).
vación, en sí mismos ajenos al funcio
namiento del placer. Otro, también El crecimiento de la entropía sólo
aludido, referente a la dependencia úl servía para una termodinámica local.
tima del principio de placer al instinto La pu Isión puede responder a ella co
de muerte, con el retorno correspon mo un sistema cerrado, recargado
diente a la quietud inorgánica. Y el desde fuera, que retorna continua
placer no parece poder coincidir con mente al equilibrio irreversible y preci
la descarga a cero, pues ese es el sa nueva carga exterior. El amor, la
pseudoplacer del toxicómano y su creatividad, es un sistema abierto,
carga letal nirvánica. A FREUD se le nunca equilibrado, disipativo, en inte
torna estrecho el carácter cuantitativo racción con el todo vital, no individual
de la homeostasis y ensaya una solu sino abierto en tanto que alienado.
ción cualitativa: «No nos parecen en Los procesos irreversibles no cierran
lazarse/el placer-displacer / a este fac el sistema.
tor cuantitativo, sino a ciertos carac Cada individuo es un bucle recursi
teres del mismo de indudable natura vo, retroactivo y permanentemente
leza cualitativa. Habríamos avanzado retroalimentado.
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En este modelo transpulsional es propio autor valoró con acierto «que
donde el amor puede encontrar su es si el psicoanálisis sólo hubiera descu
tructura energética. bierto el complejo de Edipo, sólo por
El pesimismo histórico freudiano no ello merecería pasar a la historia de la
está lejos de su hipótesis pulsional. humanidad».
«Nadie ha podido demostrar aún la 18.1 FREUD descubre la existencia
existencia de un instinto general de empírica del complejo y analiza sus
superevolución en el mundo animal y consecuencias, pero no hay una expli
vegetal», nos dice en «Análisis termi cación de su origen y necesidad salvo
nable e interminable». Las «estructu la mítica del tabú del incesto y su inte
ras disipativas», en cambio, parecen riorización.
poseer un capital intrínsecamente po 18.2 FREUD sabe siempre la solu
sitivo. De la inclinación por uno u otro ción: tabú del incesto y heterosexuali
no haré cuestión aquí, pero si algún dad, la anticipa siempre, sin pregun
optimismo humano cabe, no puede' tarse por qué esa solución «normal» y
andar distante del amor. De momento no otra.
no parece haber mejor potencial de 18.3 FREUD sólo aprecia relevan
selección para nuestra especie que cia de lo preedípico en la mujer. Ante
ese que en él descansa. el complejo de Edipo femenino una
cortina oculta a FREUD.
La niña comienza amando a la ma
dre pero la abandona:
111. ESCENARIO.
a) Por celos.
17. ESCENARIO. b) Por imposibilidad. Se la deja de
amar igual que se caen los
No hay más escenario para el amor dientes de leche «que por fuer
que el del complejo de Edipo. Escena za deben perecer».
rio en penumbra, pues en la propia c) Por resentimiento tras impedir
naturaleza del complejo está su ocul la masturbarse.
tación. Como la verdad, y es mi ver d) Por reproches ya que no la han
dad y la de todos, permanentemente dado un pene.
retrocede.
La niña, al percibir su castración,
La escena edípica es terminante: to
inicia la represión de su masculinidad
da relación amorosa será inconcilia
primitiva y, con ella, comienza el com
blemente conflictiva, y el conflicto ori
plejo de Edipo, allí donde en el varón
ginal y nuclear es siempre entre tres
termina. La niña traslada su amor al
que se aman o lo pretenden, el deseo
padre y se identifica con la madre, pe
de y por la madre con su prohibición,
ro para su desgracia al padre también
el deseo de y por el padre con idéntica
ha de renunciar. En la mujer hay dos
prohibición.
renuncias por una del varón. Por ello
FREUD descarta el término de comple
18. LAGUNAS. jo de Electra y dice en «La sexualidad
femenina»: «Después de todo hace ya
La explicación freudiana tiene cinco tiempo que hemos renunciado a toda
lagunas. Cinco escollos ahí donde el esperanza de hallar un paralelismo pu
67
ro y simple entre el desarrollo sexual mina el logro de la feminidad de la mu
masculino y femenino». Necesitado jer».
de solución la encuentra en sostener
Queda así perfilada una mujer mas
«que la fase predípica de la mujer ad
culinizante reprimida y reconocida
quiere una importancia que hasta aho
mente castrada. La mujer «reconoce
ra no se le había asignado». Esa fase,
el hecho de su castración y, con ello,
dice, es mucho más importante en la
también la superioridad del hombre y
mujer que en el hombre, yen su gusto
su propia inferioridad ... el complejo
por la metáfora arqueológica nos sitúa
de Edipo escapa a las poderosas in
en la importancia del descubrimiento
fluencias que tienden a destruirle en el
de la civilización minoico-micénica
como forma de cultura anterior a I~
hombre, al punto que con harta fre
cuencia la mujer nunca llega a supe
griega.
rarle» (<<La sexualidad femenina»). La
Lo preedípico se constituye en dife
mujer condenada a la envidia del
rencia entre el varón y la hembra, y re
pene.
sulta sorprendente que se circunscri
ba sobre el objeto de renuncia común En buena lógica freudiana no cabía
para ambos sexos, la madre, cuando otra solución, pues así como el varón
en buena lógica freudiana la diferencia reprime su deseo y resuelve el Edipo,
debería apuntar al objeto diferencial la mujer sólo puede reprimir la mascu
de la segunda renuncia, el padre, el no linidad pero no la castración, cuyo vi
deseado por el varón. La justificación gor empírico exigiría renegación y este
de FREUD descansa en la necesidad de mecanismo acarrea un costo tan ele
que el varón mantenga intacta su rela vado que no es resolutivo.
ción con la madre: «porque puede re
solver su ambivalencia contra la ma 18.5. La única solución freudiana
dre transfiriendo toda la hostilidad al «normal» es- la identificación y, en
padre». Esta es su solución que califi concreto, la identificación a UNO de
ca de «rápida», e indudablemente' en los padres, y esto pese a admitir «que
la velocidad revela su inconsciente. el complejo de Edipo simple no es, ni
Una vez más la relación con la madre con mucho, el más frecuente y, en
se nos presenta limpia y aconflictiva. efecto, una investigación más pene
Después, con más serenidad, anuncia trante nos descubre casi siempre el
futuro en el estudio de la fase preedí complejo de Edipo completo, que es
pica del varón. un complejo doble, positivo y negati
vo» (<<El Yo y el Ello»). En la práctica y
18.4. La única posibilidad para la
aunque «se combinen las cuatro ten
mujer es la castración. A la mujer no la
dencias integrantes», la solución freu
basta, para que el complejo de Edipo
diana es UNA identificación. FREUD
«naufrague», con reprimir su deseo
ya observó en este resultado alguna
como en el varón. Su destino es repri
incongruencia: «Estas identificaciones
mir el componente masculino y acep
no corresponden a nuestras esperan
tar la castración. Esa masculinidad, di
zas, pues no introducen en el yo el ob
ce en «Las pulsiones y sus destinos»
«sucumbe a los tempestuosos proce~
jeto abandonado» (<<El Yo y el Ello»).
sos de represión cuyo éxito, como La identificación unitaria final debe
tantas veces se ha demostrado, deter ser interrogada.
68
19. HORROR. El que quiere «ser» debe «dejar a su
padre y a su madre», abandonar cuan
La prohibición del incesto no preci to tiene, «perderse a sí mismo» y se
sa ni explicación mítica ni sociológica. guir a otro-otro hasta el Amor.
Ni horda primitiva y asesinato del pa
dre, ni intercambio de mujeres. Expli
cación psicológica y simple. Si la locu 21. ALTERNATIVA.
ra se combate con identidad, y ésta se
edifica en el amor, en un amor creati Al renunciar a los padres se evita
vo, privilegiador y exclusivista en al «ser ellos» aunque se sea «como
gún momento, la única posibilidad es ellos».
amar algo nuevo para el individuo, un El niño «perverso-polimorfo» tiene
objeto otro que la madre que queda relaciones físicas y sexuales con la
prohibida. La prohibición de incestar madre, todas menos una, la más com
es la garantía natural de la no locura. pleta y desperversizada, y esa una es
Dicho a la pata llana: si incestas te la que le permitirá r,ecrear y vivir su vi
vuelves loco. De hecho sólo el psicóti da, la que debe ir a buscar a otra par
ca, carente de identidad, incesta con te. Las especies buscan la novedad
la madre. El incesto con la madre es la como modo de subsistencia (MORIN),
prohibición primera, única regla sin el individuo como modo de identidad.
excepción en todas las culturas. An Hay que preguntarse si ese privile
tes se autoriza matar que incestar, an gio negado podría ser otro, si es con
tes asesinar que volver al cesto. cebible o no un tabú diferente al in
El horror del incesto es el horror de cesto y que ocupara su lugar.
la psicosis. Ningún privilegio paterno parece
tan susceptible de prohibición como
éste, ninguna otra expresión de amor
20. OTRO-OTRO. parece concebible que la madre niegue
al niño, pero esto puede ser una peti
Al hijo se le niega el privilegio pater ción de principio, una lectura condi
no: «Como tu padre has de ser, como cionada por nuestro tabú actual y fác
tu padre no has de ser» (<< El Yo y el tico. Menos sujeto a duda resulta que
Ello»). Amarás a tu padre y a tu madre lo vedado sea aquello mismo que nos
pero no como yo, te dicen. El amor originó, que lo menos nuestro sea la
creativo, el amor identificador, nace relación genital paterna de la que ma
de esa renuncia. Renuncia de exclusi terialmente provenimos. Tampoco pa
vidad de la madre, respeto del privile rece dudoso que el incesto con la ma
gio del padre y del derecho de los her dre sea la mayor repetición, el retorno
manos a compartir. Renuncia y com más absoluto después del inorgánico,
patir estarán ya constitutivamente en es decir, lo más anti-creativo y anti
la esencia del amor, pero por encima identificatorio. La ilicitud que provie
de ellos el amor-creación, el amor pri ne del peligro sexual, que embaraza,
vilegiador en ese otro-otro que no es infecta y viola resulta secundaria.
la madre. Desde entonces todo amor No parece existir alternativa en la
tiene algo de revancha, de exhibición interdicción. El deseo de SADE parece
ante los padres del amor conquistado. fuera de nuestro horizonte: «Me atre
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vo a asegurar que el incesto debería el cero de la castración lo es del resto
ser la ley en todo gobierno en el que la de los procesos que nutren nuestra
fraternidad es la base». identidad. La castración cero es el
momento de la «posición depresiva»,
tan poco ajena a nuestro tema que
22. CASTIDAD. WINNICOT equipara su descubrimiento
al del complejo de Edipo.
Al ser lo genital aquello negado es Tras la castración fundante las dos
precisamente lo que hay que ir a bus siguientes, que no separo en el tiempo
car en el otro-otro, en el amor-aliena sino en el concepto.
ción. De ahí la necesidad de sexualizar
el amor. La privilegiación tiende a ma
terializarse en lo sexual por ser lo se 24. CASTRACION PRIMERA.
xual lo primitivamente inaccesible. El
amor casto se torna peligroso por in En la castración primera el sujeto
completo, inclinado por ello al riesgo accede a la calidad de sexuado, no
narcisizador. aún al género, masculino o femenino,
que será corolario de la segunda cas
tración. En la castración primera se
23. CASTRACION. pierde la omnipotencia, la aspiración a
un deseo satisfecho y completo. El
El temor del complejo de Edipo es el sujeto se hace consciente de su in
de castración. La castración era el fi completud y su insatisfacción defini
nal o el comienzo del complejo, y su toria. En esa renuncia al ideal el indivi
represión esa solución tan particular duo queda sexuado, es decir castra
que es naufragio. do, definitivamente insatisfecho y re
La castración en FREUD lo es del pe queridor del otro. Hasta entonces los
ne y siempre es un temor o una des deseos no eran tales, sino aspiracio
gracia, nunca un requisito. nes marcadas por la posibilidad y el
Vamos a otra óptica donde las cas goce plenos.
traciones, siendo varias, sean los su La castración primera es común al
cesivos procesos necesarios de in hombre ya la mujer, ambos acceden a
completud y diferenciación que con la sexualidad de modo idéntico, sin
ducen a la identidad. Castraciones ne disparidad en el momento preedípico.
cesarias para impedir la castración fi Asumiendo la castración el ser hu
nal, la no-identidad, la fragmentación mano adquiere conciencia de su ca
y la locura. rácter criatural, insuficiente, alienado
Tres castraciones y el número no es en su origen e indefinidamente gano
arbitrario. En la castración cero el indi so y anhelante.
viduo nace como tal en su separación FREUD se pregunta en «La sexuali
del objeto. Como distinto de la madre dad femenina»: «¿qué es, en suma, lo
y de la realidad accede a sus posibili que la niña pretende de la madre 7».
dades individuales. Como el cero es la Lo mismo que el niño, la solución om
condición de posibilidades individua nipotente, la no renuncia, salvar el tra
les. Como el cero es la condición de go de la castración y permanecer fá
posibilidad de los nLlmeros naturales, licos.
70
25. PUDOR. Llamarlo fálico es arrastrar un equí
voco en el que colaboro. Fálico, lite
La castración primera es el pecado ralmente, es lo masculino y no lo ase
original. Adán y Eva comen del árbol xual y preedípicarnente común. Así lo
del Bien y del Mal despertando en ese entendía FREUD: «La organización ge
instante su deseo. Se vuelven cons nital infantil. .. no admite sino un órga
cientes de su criaturalidad, constatan no genital, el masculino para ambos
la insuficiencia sobre sus propias dife sexos. No admite una primacía genital
rencias y aflora el pudor, por lo que sino una primacía del falo». Aquí sólo
«cosiendo hojas de higuera se hicie hay un sexo. La mujer es masculina,
ron unos ceñidores». Si en el pecado c1itoridea, deseosa de la madre hasta
fueron ingenuos ahora «ya se les que se torna femenina, vaginal, de
abrieron los ojos» y saben orientar sus seosa del padre. El falo freudiano no
deseos. Dios les expulsa porque sa es un momento común neutro sino el
biendo lo que quieren se instaura el predominio del macho sobre una mu
riesgo de que «alarguen la mano», co jer condenada a la envidia del pene.
man del árbol de la Vida y sean como Durante el estadio sádico-anal, dice
dioses. FREUD, en la mujer coexisten lo mas
culino y lo femenino (activo y pasivo)
mientras que en la organización geni
26. DESNUDEZ. tal infantil «hay ya masculino pero no
femenino; la antítesis aquí es genital
El pudor castrativo condiciona que masculino o castrado». Lo que entien
el estado natural del hombre sea vesti do por castración primera no respon
do. Siempre hay que cubrir la caren de a la alternativa masculino o femeni
cia. La desnudez es un estado narci no sino a la castración común y geni
sista ignorante de que el desnudo es talmente indiferenciada.
propiedad del otro. Siempre se desnu En la castración primera el deseo
da uno para alguien pero nadie sabe surge cuando el niño constata el com
desnudarse. Se dice que la mujer nun plejo de Edipo, es decir, que los pa
ca acaba de desnudarse y hay que su dres se quieren desde antes y de un
mar al hombre en ese fatalismo. modo que no comparten. Hasta en
tonces el narcisismo colmaba sin deja
ción de la ilusión incestuosa ni consta
tación de la muerte. En la castración
27. EL ERROR FALlCO. primera «el ser vivo, al estar sujeto al
sexo ha caido bajo el peso de la muer
En la castración primera el sujeto
te individual» (LACAN). El deseo ya no
queda sexuado pero aún no hay géne
conoce clausura ni desenlace: «El
ro ni diferencias genitales. Simple
amor más exclusivo por una persona
mente se ha franqueado la frontera fá
es siempre el amor de otra cosa»
lica, el período anterior a la renuncia. (PROUST).
Se ha entendido lo fálico como la
«bisexualidad original» pero en sí es el
28. CASTRACION SEGUNDA.
período asexual. Lo fálico como sexo
sin riesgo aún no es sexo. El andrógi Si en la castración primera el indivi
no original es asexual. duo emergió al sexo y a la diferencia
71
con el otro, en la segunda se accede a objeto con lo que resulta parejamente
una nueva diferencia a asumir, la del asequible la decisión homosexual y
género, la separación entre lo mascu heterosexual, o si esa indiferencia no
lino y femenino. es sino la oportu nidad más favorable
Al ser distintos los géneros lo que para que el ser humano busque hete
se teme es doble, perder lo que se tie rosexualmente en el otro el máximo
ne y aún se conserva, o valorar que lo de diferencias y, por ende, la diferen
del otro es superior a lo mío. La supe cia sexual. En el primer caso la bljs
ración tiene, entonces, dos trayectos: queda del objeto no se orienta a alie
uno, aceptar esa diferencia castrativa narse en algo diferente que le comple
con la serenidad de quien no tiene te, entendiendo que cualquier otro
más que perder en ese terreno; otro, objeto ya es suficientemente diferente
asumir que la desemejanza, hombre o o bien que aún navegando con el tino
mujer, no ha de ser obsesiva volvién de las diferencias, se entienda que lo
dose indiferente a la diferencia. genital no es relevante, pese a ser lo
Si en la castración primera habla primero que se nos mira al nacer, sino
una igualdad de dificultades, aquí la accesorio como el color de los ojos o
mujer lo tiene más complicado. Es las medidas anatómicas. En el segun
más peliagudo porque el sexo mascu do caso la diferencia sexual resulta un
lino se inserta pregnante en su osadía ingrediente insustituible en el objeto
anatómica, mientras que el femenino amado, si la alienación-origen-de
discretamente se oculta. Uno hay que identidad que le define quiere ser va
apartarle otro que buscarle. En la dia liente y «total».
léctica tenencia-ausencia, la primera La suerte del perverso está echada
tiene una ventaja inicial, un primer en este dilema. Si del primer caso se
momento de dominio. A esa desven trata la solución edípica «normal» no
taja de la mujer sujeta a la realidad em· es solamente la identificación mono
pírica e intuitiva, se añade la realidad color a un solo padre, el del mismo se
social vigente donde lo masculino es xo, en cuya ausencia la regeneración
dominante y, por ello, sujeto a envi es el único destino del homosexual,
dia. La indiferencia es, entonces, cos sino que la homosexualidad tiene las
tosa para la mujer pero no imposible y mismas opciones neuróticas que la
la baratura masculina accesible. heterosexualidad. Incluso hay que
pensar que, por encima de la homose
xualidad, aún monosexual, la bisexua
29. apelaN AL PERVERSO. lidad suponga mayor conquista en
cuanto que más indiferente a la dife
El interrogante ahora se desplaza. rencia. En el monosexual, homose
La superación de la castración segun xual o heterosexual, aún se conserva
da completa la seguridad de lo que se repugnancia por uno de los sexos,
tiene con esa equipotencia de los dos siendo la repugnancia un correlato de
sexos que se desprende de la indife la renegación, mientras que en la bise
rencia ante lo diferente. Es el momen xualidad se esfuma. Si esto se cumple
to de transitar a la elección amorosa. la homosexualidad no es tan antinatu
El dilema reside en si el sujeto debe ral como anticultural. Las identifica
ampliar su indiferencia a la elección de ciones se «entrecruzan» hasta en la
72
solución final, tanto el padre como la «El amor es mi peso», dice S.
madre son objeto de amor y de recha AGUSTIN, y narcisizar es la ingravidez
zo, aunque la madre siempre será el de la identidad liviana y la inflación de
primer objeto amado y el padre el pri sí mismo. El que no ama propende a la
mer temido y en consecuencia el pri idealización y en ella pierde su poder
mer testimonio del castigo y la ley. adquisitivo.
En el segundo caso la condición del
homosexual sólo es la renegación per
versa, la narcisización objetal. La 31. TE QUIERO-YO TAMBIEN.
identidad busca diferencias y la geni
talle resulta esencial. En estos márge «Total» es también la alienación en
nes la única oportunidad del homose el otro en un ámbito de simetría y reci
xual es saliendo, al sesgo, hacia lo ex procidad, donde dos se aman «aproxi
traindividual: que la propia sociedad madamente igual». Se ama para que
en evolución enriquezca sus propias te amen con pareja exclusividad:
diferencias merced a estos hoy «dife «Tanto me quieres, tanto te quiero».
rentes», h'asta que el sujeto colectivo
acabe imponiendo su patrón al indivi
dual. Recordemos que para PLATON el 32. EL NARCISISTA.
amor homosexual entre los hombres
ha engendrado lo más bello de la hu La dimensión narcisista se mide en
manidad. las castraciones. La irrupción en la
castración primera lo es en la proble
mática de la prohibición del incesto,
donde LEVI-STRAUSS localiza la embo
VI. NARCISISMO.
cadura de la naturaleza en la cultura.
En la castración primera estamos en
JO. NARCISIZAR. el círculo clínico del narcisismo, don
de, y pese a la artificialidad de toda se
Al ser el campo del amor el de la paración, el acento provoca una ento
identidad, su eje es el narcisista. La nación preneurótica.
escala que asciende desde las relacio Renunciar, que es aceptar la des
nes parciales hasta la total refleja las idealización propia, reconocer la cas
diversas vicisitudes del amor. Narcisi tración emergiendo al sexo, resulta le
zar será descender por la escala del jana para el narcisista. Desidealización
desamor, alejarse de ese punto mítico que sólo es completa si se extiende a
y sólo teóricamente factible que es la las imágenes paternas, evidenciando
relación «total». Se aproxima quien que los padres son tan edi'picos, insu
ama alienadoramente y supera las ca ficientes y castrados como uno mis
tástrofes castrativas con humillación, mo, constatando que se aman y se
renuncia y cierto índice de tristeza que necesitan.
vigila al amor. Y, pese a todo, en po Al narcisista sólo le cabe un com
sesión de un narcisismo legítimo no se promiso con el otro no alienante (en
conforma y acaba con todos querien su sentido positivo), no constructivo
do ser, más o menos tarde, un poco ni recíproco. Compromiso que adopta
como Dios. dos forma genéricas, o la superficiali
73
dad en la multiplicidad o la pseudo sin culminar la fusión psicótica. Don
profundidad en la unicidad de la rela de el promiscuo resbalaba y mostraba
ción. Dos extremos, promiscuidad y elasticidad, el unicitario se aferra yex
unicidad, que responden a la política hibe su oxidada esclerosidad. El unici
del narcisismo fiel a la ley extrema del tario anaclítico cree que el objeto, su
todo o nada: o no castrado o muerto. objeto, es insustituible cuando nadie lo
En la elección promiscua el indivi es. Correlato de pensar que madre
duo sólo es capaz, amorosamente ha sólo hay una y no se puede cambiar,
blando, de enamorar o enamorarse en mientras ignora que esa gloriosa ex
una cantinela indefinida. En la repeti cepción torna obligatoria esa forma de
ción compulsiva, elude la alienación suplencia que es la renuncia incestuo
verdadera y con ella la simetría y el sa. Renuncia que, a veces, se enmas
tiempo. En la asimetría esquiva la cara en esos primeros amores, fulgu
igualdad y la reciprocidad, intenta se rantes y para siempre nostálgicos, en
ducir, engañar y engañarse mientras los que se estrena y a la vez termina la
se cuestiona como GIDE: «Entre amar experiencia amorosa de la persona y
y creer que se ama, ¡qué Dios vería la que no dejan de ser más que una justi
diferencia!». Sobre la dimensión del ficación de pseudorenuncia antes que
tiempo intenta enajenarse en la atempo un serio invento. Ni la experiencia, la
ralidad. Igual que ese «tiempo ópti resignación, la edad o el apagamiento
mo» de presencia materna que precisa vital hacen insustituible un objeto,
la atención amorosa del niño, el buen simplemente le hacen ya-no-sustitui
amor exige un tiempo que el narcisista ble, lo cual es radicalmente distinto.
acorta y amputa. Negando el tiempo El narcisista, igual que puede bus
niega la castración. car su solución en el apragmatismo
El promiscuo tiene dos fenomeno sexual, fiel a una política de extremos,
logías prototípicas, el D. Juan y el puede hacer del sexo una de sus prin
enamoradizo. El D. Juan enamorador cipales herramientas, y en este uso el
nunca enamorado, sujeto activo, ena D. Juan y el histérico son los más re
jenador impasible, chalador ante el al presentativos. Lo sexual como prota
tísimo, se sumerge entre objetos que gonista se convierte en el sucedáneo
le bañan de libido. El enamoradizo, del amor al que intenta suplir donde
víctima del anterior,' su retrato en ne éste ya no puede. La hipergenitaliza
gativo, impenitentemente enamorica ción de la relación es siempre un re
do se entrega idealísticamente sin más curso para el narcisista. La diferencia
cosecha que la imposibilidad, el sufri estriba en que el D. Juan es un instru
miento y el menudeo repetitivo. mento sexual de primer orden, un me
En el extremo opuesto al promiscuo cánico de primera para un sexo orien
la unicidad extrema. El que se empanta tado en la maquinaria, mientras que el
na en el objeto y no logra la indepen histérico, que con tanta facilidad se
dencia que acompaña a la real y empareja con aquél, es siempre algo
auténtica alienación, incapaz de com novato y manazas, que acaba huyen
binar amor e independencia para un do o no remata. Lo que les une es la
resultado de salud (KERNBERG). El que hipersexualización y que siendo inca
queda preso anaclíticamente del otro, paces de amar lo intentan a ráfagas.
adherido de modo inseparable aunque Al D. Juan le puede ser muy fácil la
74
conducta sexual, pues su bloqueo an indiferencia que visten de entereza y ,
te las castraciones desemboca en una dominio de sí.
genitalidad aconflictiva que funciona La verdad del amor no la garantiza
mecánicamente con la facilidad que el sentimiento.
fomenta la superficialidad. El histéri
co., por su parte, tiene otros recursos
ante una sexualidad difícil. El histrio 33. CONTINENCIA.
nismo y la representación le permiten
diversificar la identidad donde el amor El narcisista fracasaba en la renun
no colabora, como la somatización y cia de la primera castración y el neuró
la barrera gestual refuerzan su esque tico en la genitalidad de la segunda,
ma corporal. Así hace factible «mos sin que ninguno de los dos se pierda
trarse en vez de dan> (M. KHAN). de vista.
Todos queremos ser un poco o un El neu rótico fracasa si teme perder
mucho histéricos y don juanes, tenta lo que tiene o cree que unos tienen y
dos por la manzana narcisística de fu otros no, por lo que hace, como el
gacidad-futilidad-frugalidad. narcisista, del apragmatismo sexual
El narcisista no concibe la simetría y una de sus opciones.
se niega a reconocer la castración ge La castidad «voluntaria», si existe
neral que a él también afecta. El amor como tal, es de alto riesgo narcisista.
de los demás le resulta enigmático. El amor-alienación exigía perderse en lo
STENDHAL, mecla a partes iguales de carnal. Sobre la carne se ejerce el pri
enamoradizo y D. Juan se inquieta an vilegio paterno, sobre la carne se mide
te la posibilidad y credibilidad del el incesto y sobre la carne se articulan
amor de quien no ha leído novelas. Ei y se simbolizan con preferencia las
amor no le aparece como algo que se castraciones. La castidad voluntaria
sabe, sino como lo que debe apren resuelve las relaciones en una pseudo
derse. conflictividad. Cree falsamente el con
El narcisista no acepta que debe de tinente amar sin sexo, como el D.
jar de ser él mismo para poder serlo. Juan creía amar con él. Este se enga
Ante el otro, o le ignora profunda ña y engaña en lo dual, aquél se enga
mente o establece su dominio, un po ña y engaña en lo colectivo si se ofre
der que acabará en el abandono o la ce como ejemplo. El riesgo del casto
esclavitud, incluyendo esta última esa no es dominar o no la pulsión, sino al
variante de pigmalionismo que intenta negarla en el amor tachar éste. Esa
edificar un otro mimético, servil, su negación tiene algo de renegación y
miso y respetuoso. hundimiento narcisista. El peligro del
El narcisista, siempre perseguido clero siempre será otro narcisismo, el
por la depresión, vela sus armas para del poder. El amor a Dios se presenta
la seducción. El narcisita en general, como potencialmente peligroso pues
el histérico, el toxicómano como ca puede caerse en la aprobación de esta
sos particulares, son profesionales del sentencia de PASCAL: «Si hay Dios es
sentimiento. Le decoran con perfec preciso amarle a él y no a las criaturas
ción en su representación aislada y pasajeras». Aquí la exclusividad se re
ocasional, y tanto lo hacen del senti suelve sobre Dios a quien se convierte
miento positivo como de la repentina en el supuesto otro-otro y, a la vez, en
75
el Padre que torna hermanos y, por lo que recomienda S. AGUSTIN: «Ama y
tanto, sexualmente inaccesibles, a to haz lo que quieras».
da la humanidad. Sólo cabe «hacer el
amor de la caridad», de la acción be
nefactora, y se hará mal, impotente
mente, porque no se ha salido del otro 34. PSICOSIS FINAl.
edípico. De la madre a Dios. En el in
tento de superar la sexualidad se ha «Hablar del amor le destruye» (Ma
sexualizado a Dios. Es el destino del yo 68) y del amor hay que hablar pues
místico que quiere vivir con Dios antes sólo existe si se declara.
de tiempo, antes de la oscuridad y su
más allá. En el más acá de la tierra el
mejor subrogado de Dios es esa ética Espero, estrella, no haberte con
amorosa, libertaria e identificadora vencido.
76