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Tengo 71 años. Soy australiano y vivo en el norte de California, entre continuos fuegos e incendios.
Tengo pareja y una hija (30). Todos debemos involucrarnos en política y votar. No tengo creencias, si
hay o no un más allá es algo que todos vamos a averiguar y no saberlo es lo que lo hace interesante
JOHN TARRANT.
Lección de actitud
Me habla con una gran sonrisa y ríe tras cada pregunta, eso me invita a seguir
bromeando y a que mis torpezas no me cohíban. Gran lección de actitud que
lo hace todo fácil, próximo y cálido. Tarrant lleva toda la vida estudiando el
poder de los koan, esas sentencias paradójicas de la milenaria tradición zen.
Fueron los koans los que le llevaron a doctorarse en Psicología y fundar el
Pacific Zen Institute que dirige. Tiene grandes centros en California, Canadá y
Arizona. Hace 30 años que ejerce de maestro zen utilizando los koans como
una forma de descubrir la libertad y las aperturas inesperadas que brindan y
que pude experimentar hablando con él. En su libro El rinoceronte zen y otros
koans que te salvarán la vida ( Koan Libros) nos interpreta su significado y nos
acerca a su poder.
¿Qué es un koan?
Surgieron hace unos 1.300 años cuando floreció la cultura china y unos cuantos
maestros se hicieron famosos por su profunda comprensión de la vida y por
responder a sus discípulos con frases improvisadas y aparentemente absurdas
que los liberaban.
¿Cómo?
Jajajaja, ¡no se los tome con tanta seriedad! La gente piensa que los koans son
oscuros y te atormentan, pero nada más lejos. Te los tienes que tomar como un
animal de compañía.
Cuando nos sentimos frustrados, cuando algo se rompe en nuestra vida, cuando
hemos perdido algo importante, nos angustiamos e intentamos repararlo, pero el
abanico está roto, en realidad es mucho más fácil traer un rinoceronte.
Uff.
Este koan dice que ahí mismo, dentro del problema, podrías ser más feliz de lo
que crees. Pregúntate: “Si no estuviera sufriendo en este momento, ¿qué estaría
haciendo?”. Pero no hay que machacarse buscando descifrar un koan,
simplemente lo llevas contigo y llegará un momento que se abrirá y te dará una
respuesta.
Estar vivo es mágico, pero solemos dedicar más tiempo a los problemas que a la
vida. Cuando mi padre se estaba muriendo volví a Australia. A su alrededor la
gente lloraba o intentaba animarle negando lo que ocurría.
Que en la vida hay misterio y por tanto hay que estar abierto a no saber, porque te
alimenta, es un impulso de vida. Pero si luchas contra ello te lleva a la habitación
pequeña de tu mente.
“Te queda muy bien”. No permitir que mis miedos, por su desobediencia y por
cómo afectarían sus adornos a su futuro laboral, afloraran; es decir, no saber nos
evitó una gran discusión. El aquí y el ahora es lo único que tenemos, por lo tanto
me dije que iba a disfrutar de mi hija y de su tatuaje y su piercing. Los momentos
pasan, hay que estar presente.
Una observación: todo el mundo tiene su propia luz. Pregúntese cuál es su luz.
Interiorizar esta pregunta sin esperar una respuesta puede ayudar a que el
cerebro albergue menos ruido.
¿Y el koan?