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Título: Los peligros de la lengua 2ª Parte. Lugar: Iglesia Cristiana Neza


Pasaje: Santiago 3:3-5a Fecha: 28 de Noviembre de 2010
Propósito: Confrontar, Auto examinar, Exhortar.
Idea Central: El peligro de la lengua radica en no ejercer dominio sobre ella.

En Mateo 12:30-37 leemos las siguientes palabras que Cristo expuso a los
fariseos:
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo,
desparrama. 31 Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado
a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32
Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le
perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará ni en este siglo ni en el venidero. 33 O haced bueno el árbol y
bueno su fruto, o haced malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto
se conoce el árbol. 34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas
buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35
El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre
malo de su mal tesoro saca cosas malas. 36 Y yo os digo que de toda
palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día
del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus
palabras serás condenado.

Así como Cristo, Santiago apunta también a exponer la peligrosidad que


tiene la lengua de todas las personas. El apóstol nos ha explicado la principal razón
por la que una persona debe tener cuidado de ser maestro: recibirá un mayor juicio
de Dios, basado en cómo utiliza la Palabra de Dios, pero también en cómo vive la
Palabra.

La semana pasada estudiamos 2 advertencias para las personas que aspiran a


ser maestros (o maestras), teniendo presencia pública para explicar el texto Bíblico:
primero el juicio ejercido por la Palabra de Dios; y en segundo lugar el hecho de que
somos imperfectos y seguimos pecando constantemente y de muchas formas.

Así que Santiago ahora comienza a ejemplificar el dominio real que tiene la
lengua sobre el cuerpo humano. Santiago nos muestra 2 ejemplos del control que
puede ejercer la lengua sobre el hombre que nos muestran la necesidad de
dominarla.
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1. Primero, veamos el ejemplo de los caballos. Santiago dice: “3 Ahora bien, si


ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos
también todo su cuerpo.”

La expresión “ahora bien” es una frase de transición. En otras palabras lo


que a continuación va a realizar Santiago es ejemplificar lo que acaba de enseñar
en el v.2, donde dice: “Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno
no tropieza e lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo
el cuerpo”.

En ese versículo (2) explica la imperfección del hombre. Mencionamos la


semana pasada que aquí se explica una doctrina conocida como la Depravación
Total del hombre, que enseña que todo hombre por naturaleza está corrompido
por el pecado. Nace en pecado y vive en pecado.

Pero el énfasis del versículo es señalar la necesidad que tiene el cristiano de


entender 3 cosas: 1) entender su pecaminosidad. Cualquier persona que diga
que no peca, es un mentiroso y hace a Dios mentiroso (1 Juan); 2) en segundo
lugar el cristiano debe entender que sigue pecando por su estado imperfecto
debido a que, en palabras de Pablo vivimos en un cuerpo de muerte; y 3)
finalmente, al entender esta imperfección, debe vivir ejerciendo dominio sobre
du propio cuerpo.

Y de esto es lo que a continuación va a hablar Santiago. Nuestro texto dice:


“… si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan,
dirigimos también todo su cuerpo.”

Observen la introducción que nos brinda Santiago: “Si ponemos”,


planteándolo de una forma diferente, podríamos presentar esta expresión en
forma de pregunta. Por ejemplo Santiago estaría preguntando: ¿Cuál crees que
sea la razón por la que una persona pone frenos en la boca de los caballos? Dicho
de otra manera, ¿Qué se espera de los caballos al ponerles el freno en su boca?
Seguramente todos estamos de acuerdo en la respuesta: esperamos obediencia.
Esperamos que ellos se sometan a la dirección que cada uno de nosotros le vamos
a dar.

Piense por ejemplo en nuestro Himno Nacional. La primera estrofa dice:


Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón.
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El bridón es una varilla de hierro que está compuesta por 3 partes


enganchadas una a la otra. Este bridón se coloca en la boca de los caballos, y la
varilla del centro se coloca sobre la lengua del mismo. ¿Para qué ponían los
soldados esta disposición de brida o freno en los caballos? Para tener el control
de su cabeza.

Al tener el control de su cabeza, podrían entonces dirigir todo el cuerpo del


animal. Esa es la meta de todo jinete al poner las bridas o frenos en los caballos.
Nadie los pone por hobbies o algún tipo de distracción.

Un comentarista dice lo siguiente en referencia a este texto: Mientras se


quiera que los caballos rindan un servicio, ya sea para montarlos o para que tiren
un vagón o arado, requieren el control del freno. Es lo mismo con los creyentes.
Para ser útiles a Dios, necesitamos controlar nuestra lengua, y con esto, todo lo
demás en sumisión a Él”. Fin de la cita.

Dios requiere de nosotros obediencia, y dominio propio sobre nuestra


lengua y cuerpo.

2. Segundo, veamos el ejemplo de los barcos.


Ahora observemos el segundo ejemplo en el v. 4: “Mirad también las naves;
aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo,
dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto
quiere.”

Nuevamente introduce el versículo con un enunciado: Mirad. Esta palabra


tiene la idea de prestar atención especial de una forma profunda. En otras
palabras, lo que quiere transmitir Santiago es un pensamiento reflexivo, un
pensamiento de meditación. Poner una atención especial a lo que va a
comunicar.

Quiere transmitir un sentido de urgencia al pensar en el siguiente ejemplo:


observa las naves. Medita en los barcos, reflexiona sobre ellos. No solo los veas y
digas: “Wow, son enormes”. La intención es que al verlos no quedes
impresionado por sus tamaños. Hay algo más importante que debes observar.
Por lo tanto, reflexiona.

Vean esas 2 características que tienen los barcos: primero son “tan grandes”.
Probablemente el barco más grande de aquella época es el tipo de navío que
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transporto a Pablo camino a Roma, según Hechos 27:37, un barco en el que


podían viajar alrededor de 276 personas como máximo.

Santiago quiere que su audiencia piense en la fortaleza que tiene el barco.


Primero, es enorme, y debemos de reflexionar ¿Cómo debe estar construida esta
estructura para que cada una de sus partes funcione de forma adecuada?, ¿Qué
fuerza debe tener cada uno de sus tornillos para que soporte la presión al
momento de unir cada una de las diferentes partes del barco? En otras palabras,
Santiago quiere que piensen con profundidad sobre la estructura misma del
barco. Pero esto solo es un parte.

Además les pide que reflexionen en lo siguiente: “impulsados por fuertes


vientos”. Esto es impresionante. En las escalas modernas para medir la velocidad
y fuerza del viento, existe la llamada Escala de Beaufort. Según esta escala existen
12 grados o niveles para medir la velocidad del viento. La escala comienza con
velocidades desde 1 km/hr. Donde se dice que el mar está en calma y hasta llegar
al grado máximo, que es el 12 donde la velocidad del viento es superior a los 118
km/hr (la velocidad donde comienza la clasificación de los huracanes). Si usted
ha viajado en automóvil a esa velocidad y ha sentido el aire en su cara, tendrá
una pequeña idea de lo que estamos hablando.

Cuando Santiago dice “fuertes vientos”, está hablando de un aire severo, que
puede llegar a causar daños. En la escala de Beaufort estaríamos hablando de que
se trata de los nivelos 8 o 9, que van desde los 62 hasta los 88 km/hr. Es un
viento muy agresivo que, en algunos casos impide que una persona pueda
desplazarse a pie. Es el tipo de aire que quiebra los árboles, o inclusive los arranca
de su lugar.

Ahora pensemos: los barcos son enormes estructuras, muy fuertes, muy
pesadas para intentar moverlos con nuestras propias fuerzas, sin embargo son
movidos por el viento fuerte. Pero veamos el texto nuevamente: aunque son tan
grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un
timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto quiere.

En otras palabras, no importa su tamaño, no importa la envergadura que


tenga el barco, no importa cuántas toneladas pueda pesar; tampoco importa la
velocidad del viento, o en la actualidad los caballos de fuerza (o burros de fuerza)
que tengan los motores de los barcos. Todos, sin ninguna excepción son
controlados por: un timón muy pequeño.
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Pero vean además, el timón es un instrumento que a su vez es utilizado por


el piloto para dirigir el barco. Es muy importante que entendamos esto: el timón
por sí mismo no puede hacer nada, a menos que una fuerza independiente de él
le obligue o le guie para realizar alguna tarea.

Ahora, pensemos desde la perspectiva del hombre, de los cristianos ¿Qué es


lo que Santiago quiere que entendamos con este ejemplo?

La respuesta es sencilla: no importa tu fortaleza física, espiritual, emocional.


No importa el conocimiento intelectual que tengas, no importa que tan “grande,
fuerte y poderoso” puedas sentirte. No importa tu preparación académica ni tu
estabilidad emocional. Tú eres gobernado por algo.

Además, tampoco importa la fuerza con la que los factores externos te


golpeen, no importa con cuanta dureza aprendas a vivir, no importa la dificultad
de las pruebas a las que te enfrentes. Los factores externos no determinan la
dirección que vas a tomar. Los factores externos no determinan las decisiones
que tomarás en el futuro o que estás tomando en este momento.

Lo que tú eres es determinado por lo que dices. La lengua es un mal


turbulento en la vida de las personas. Pero a su vez, así como el timón de los
barcos es un instrumento que debe ser manejado por una fuerza independiente a
él, también la lengua es un instrumento en el cuerpo de las personas que refleja
lo que hay en el corazón del hombre.

Cristo enseñó en mateo 12:34, al final del versículo: De la abundancia del


corazón habla la boca. Lo que tienes dentro de ti es lo que vas a reflejar con tus
palabras. Pero debemos grabarnos bien esto: así como la dirección del barco no
es determinada por la intensidad del viento, tampoco nosotros somos guiados
por las cosas que nos rodean. Todos pecamos porque queremos, y porque ese
deseo aún está dentro de nosotros.

El pecado de nadie se justifica. Pecamos porque queremos. Los pecados


prometen felicidad y nosotros creemos esa mentira. En el capítulo 1:13-15
Santiago enseña con mucha claridad la forma en la que se germinan los pecados
en nuestros corazones.

3. Finalmente, observemos las repercusiones.


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Y vean la conclusión a la que Santiago llega: Así también la lengua es un


miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas.

Algunos datos curiosos de la lengua son los siguientes:


a. La lengua mide aproximadamente 10 cm.
b. Es la parte del cuerpo que se cura más rápido, pero la que hiere más
rápido.
c. Es el músculo más fuerte y flexible del cuerpo
d. Las mujeres tiene la lengua más cota que los hombres
e. La lengua es el único musculo voluntario que no se fatiga.

La lengua tiene poder para ejercer control sobre nosotros. La lengua dirige
prácticamente cada aspecto de nuestra conducta.

El comentarista J. A. Motyer dice lo siguiente: El dominio de la lengua es


más que una prueba de madurez espiritual; es el medio hacia ella. Fin de la cita.

Si queremos alcanzar la madurez espiritual, debemos de tomar el ejemplo de


los caballos: pongámonos un freno en la boca. El hombre tiene la tendencia de
jactarse de sí mismo, de sus logros, de sus posesiones, etc., la enseñanza popular
de autoestima alimenta a la lengua para ejercer control sobre nosotros, pero un
control de forma negativa.

Nuestra oración debe ser la misma de David:


Para el director del coro, para Jedutún. Salmo de David. Yo dije:
Guardaré mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi
boca como con mordaza, mientras el impío esté en mi presencia.

Y debemos de seguir el ejemplo de Cristo. Pedro lo explica de la siguiente


forma en 1 Pedro 2:21-23:
Porque para este propósito habéis sido llamados, pues también Cristo
sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas, 22
EL CUAL NO COMETIO PECADO, NI ENGAÑO ALGUNO SE
HALLO EN SU BOCA; 23 y quien cuando le ultrajaban, no
respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que se
encomendaba a aquel que juzga con justicia;

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