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La Audiovision Michel Chion 1990 1994 12
La Audiovision Michel Chion 1990 1994 12
Publicada en: Madrid, Revista de Ciencias de la Información, nº 10, 1994. Pp. 188-191.
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Existe traducción castellana del libro de Pierre Schaeffer (Tratado de los Objetos Musicales. Madrid,
Alianza, 1988), interesante en primer lugar por los conceptos que de él retoma y redefine nuestro autor.
También, y en mayor medida, por la originalidad de una consideración teórica e histórica del sonido a
partir de la grabación y el registro, fundamental para una conceptualización seria del sonido audiovisual.
Para comprender su originalidad, basta comparar su propuesta con la por otro lado estimable realizada
por Adolfo Salazar (la Música. México, Fondo de Cultura Económica, 1950) que, a pesar de su intención
de historizar la relación del sonido con el hombre, no sale del campo musicológico.
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mutuas" [p. 31]. Este juego paradojal de atención a lo sonoro y negativa a concederle un
estatuto semejante al de lo visual (el marco del sonido es el de la imagen en pantalla)
oscurece los que se pueden considerar como logros teóricos y analíticos de la obra: (a) la
vectorialización de la imagen por el sonido [p. 24–30]; (b) la síncresis como lugar ejemplar
(puntuado o evitado) del encuentro entre imagen y sonido [p. 61–67]; (c) lo acusmático como
el sonido del que no se percibe la fuente, y a partir del cual se elabora una topología exhaus-
tiva de la escena audiovisual [p. 74–90]; (d) el análisis de diversas tecnologías (como el THX)
y prácticas fílmicas (como el sonido directo) [p. 95–107]; (e) el recorrido histórico–técnico del
sonido cinematográfico [p. 135–147], que hace pensar en un tercer cine (tras el mudo y el
hablado) dedicado a lo sensorial; (f) la especificidad del sonido en los discursos audiovisuales
dominantes [p. 149–158]; y (g) por último, la formalización de una triple taxonomía de la
palabra como teatro (en función de diálogo), texto (en la voz de sus narradores) y emanación
(la palabra se relativiza y pierde su poder rector del discurso) [p. 159–172].
"Sonidos que están ya en la otra orilla de la vida, captados por un oído inmaterial,
liberados de nuestro enloquecido tiempo humano [a propósito de Sacrificio (Tarkovski, 1986)]"
[p. 118]. La calidad estética de Chion —allí donde la reflexión del crítico se aúna a la creación
del cineasta— está fuera de duda. Sus trabajos sobre Tarkovski en Cahiers du Cinéma son de
los mejores de toda la bibliografía sobre el director. El problema es convertir el trabajo crítico
en reflexión teórica, sin que esto conlleve pérdida de literariedad alguna. El problema es
responder al cine tarkovskiano (el más citado, junto al de Tati y Godard), allí donde ese tercer
cine nos interroga: la sensorialidad. El problema, finalmente, es darse cuenta que por más que
la intención de Chion es desprender el sonido de la dictadura del iconocentrismo, lo necesario
era desprender imagen y sonido de la dictadura del verbalismo: del espectador, del crítico, del
lector. Esto es lo esencial para que la atención a las sensaciones audiovisuales no se vuelva,
en la lectura/visionado, reducción perceptiva. La proposición no teorizada de una trans-
sensorialidad audiovisual diferente de la inter-sensorialidad de las correspondencias literarias
[p. 130–131] no lleva a ningún lado 2 , puesto que la comprensión sigue estando del lado de lo
cognitivo: toda sensación se transforma en percepción. De lo que se trata es de pensar en la
posibilidad de una apercepción, atestiguada por la psicología (Luria, 1975: 100) y objeto de la
fenomenología (Husserl, Merleau–Ponty).
La división propuesta de las “tres escuchas” [p. 33–40] —en la que asienta la
comprensión del sonido a lo que no tiene que ver con la fuente o el significado— es
escasamente operativa. La tercera, la escucha reducida, sería la que atiende a "las cualidades
y las formas propias del sonido, independientemente de su causa y de su sentido y que toma
el sonido como objeto de observación" [p. 36]. Pese a la prevención de no reducirlo a ello, se
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Un espacio psicofisiológico donde formular esta distinción se puede encontrar en la diferencia entre estimulaciones
recíprocas (un silbido agudiza la visión) y conjuntas (la calidad de las sensaciones se transfieren mutuamente) (Luria,
A.R., 1975. Sensación y Percepción. Barcelona, Martínez Roca, 1984. Pp. 26–29).
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acaba contemplando esta escucha como la atenta a "las cualidades propias de timbre, textura,
vibración" [p. 38]. Sería, por tanto, una escucha atenta a los códigos propios de la música —
los apropiados de y por la musicología— y por tanto, reducible a aquella que se atenía al
sentido, en tanto que acaba viéndose como una cuestión de significación musical. Lo curioso, y
una salida del problema, es pensar que dicha tipología —y sobre todo el concepto de «escucha
reducida»— no siga a la musicología —cuya primera conceptualización estaba dirigida a una
teorización del sonido como objeto histórico y teórico (Schaeffer, 1966: 33–89)— sino a una
no citada semiología (Barthes, Roland, 1976: “el Acto de escuchar”. En: lo Obvio y lo Obtuso.
Barcelona, Paidós, 1986). Es Barthes quien había propuesto tres escuchas: la “alerta”, que
atiende a los índices (la fuente); el “desciframiento”, que atiende a los signos y los códigos (el
sentido); y el “llamado”, que atiende al "espacio intersubjetivo en el que yo escucho significa
escúchame" (Barthes, 1976: 244) y que remite al espacio de lo imaginario —en sentido
psicoanalítico (Lacan) y no fenomenológico (Sartre)—.
Alonso García, Luis (1994). “el Sonido y su Palabra: deriva sobre Chion”.
Madrid, Revista de Ciencias de la Información, nº 10, 1994. Pp. 188-191.
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Si incluimos musicología y semiótica en el mismo paradigma comunicacional fruto del Racionalismo, lo hacemos por
la necesidad de atestiguar una coincidencia y un mismo fracaso en ambas disciplinas. Así, algunas de las
formulaciones más radicales de Chion —la inexistencia de la banda sonora (1985), la jerarquía de los sonido y la
primacía de la palabra sobre los demás sonidos (1988)—, son ya evidencias presentes en el trabajo fundacional de la
semiótica fílmica (Metz, Christian, 1964. “Cine, ¿lengua o lenguaje?” En: Barthes, Roland. la Semiología. Buenos Aires,
Tiempo Contemporáneo, 1972). Tan certeras en ambos autores (en un nivel superficial, discursivo) como equívocas
(en un nivel profundo, textual).