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Las etapas del capitalismo son muchas y diversas. Es por eso que en lo que
sigue iremos pasando etapa a etapa. Es decir, desde su origen hasta el siglo
XXI.
El renacimiento europeo
Durante mucho tiempo Colón siguió creyendo que había llegado a Asia por
la ruta occidental, pero en realidad se había encontrado con la existencia de
un continente desconocido en Europa: América.
Sin embargo, el mismo Lapeyre reconoce que estas cifras son incompletas
en lo que se refiere a Murcia y a Andalucía, por lo que otros historiadores,
como Antonio Domínguez Ortiz amplían la cifra hasta las 300.000
personas. Henry Kamen también da esa cifra de 300.000 expulsados, de
una población peninsular estimada en 320.000 moriscos.
El Consejo de Castilla evaluó la expulsión en 1619 y concluyó que no
había tenido efectos económicos para el país. Esto es cierto para el reino de
Castilla, ya que algunos estudiosos del fenómeno no han encontrado
consecuencias económicas en los sectores donde la población morisca era
menos importante. De hecho, el quebranto demográfico no podía
compararse, ni de lejos, al medio millón de víctimas de la gran peste de
1598-1602, cinco veces más que el número de moriscos expulsados en
dicho reino. Sin embargo, en el Reino de Valencia supuso un abandono de
los campos y un vacío en ciertos sectores al no poder la población cristiana
ocupar el gran espacio dejado por la numerosa población morisca. En
efecto, se estima que en el momento de la expulsión un 33% de los
habitantes del Reino de Valencia eran moriscos, y algunas comarcas del
norte de Alicante perdieron a prácticamente toda su población, que tanto en
esta como en otras zonas fue necesario reponer con incentivos a la
repoblación desde otros puntos de España.
La expulsión de un 4% de la población puede parecer de poca importancia,
pero hay que considerar que la población morisca era una parte importante
de la masa trabajadora, pues no constituían nobles, hidalgos, ni soldados.
Por tanto, esto supuso una merma en la recaudación de impuestos, y para
las zonas más afectadas (Valencia y Aragón) tuvo unos efectos
despobladores que duraron décadas y causaron un vacío importante en el
artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo.
Muchos campesinos cristianos, además, veían cómo las tierras dejadas por
la población morisca pasaban a manos de la nobleza, la cual pretendía que
el campesinado las explotase a cambio de unos alquileres y condiciones
abusivas para recuperar sus “pérdidas” a corto plazo.
Por otra parte, la expulsión volvió más inseguras las comunicaciones por
tierra y mar: convirtió a algunos campesinos moriscos
en bandoleros rebeldes refugiados en las montañas (los llamados monfíes),
cuando no en aliados y espías de la piratería berberisca que ya en el siglo
XVI habían encabezado Barbarroja y Dragut. Como entonces, los
descendientes de estos corsarios berberiscos habían acogido a los
emigrados de las guerras moriscas y de la expulsión entre sus hombres
usándolos para infiltrarse en las costas mediterráneas españolas y
saquearlas regularmente (también las europeas: de la capital de Islandia se
llevaron a 400 islandeses, incluso mujeres y niños, que vendieron como
esclavos) y esta costumbre perduró durante cerca de un siglo también
después de la expulsión, de forma que el temor a la "bajada del Turco"
llegó a ser un tópico conversacional en el Siglo de
Oro. Altea, Villajoyosa y Calpe fueron especialmente castigadas entre otros
lugares. Los tres mil moriscos de Hornachos, en Extremadura, fueron
expulsados íntegramente y fundaron en Salé, junto a Rabat, la República
corsaria de Salé. Entre los piratas moriscos españoles que saquearon la
costa española en busca de riquezas y esclavos pueden mencionarse, por
ejemplo, Alonso de Aguilar, el "Joraique", el granadino Mami
Arráez o Manuel de Guadiana.
Los judíos tenían una organización propia reconocida por los reyes, las
llamadas juderías, que eran los barrios apartados de los judíos, o
las aljamas, que no implicaba que estuvieran separadas. Respecto a la
sinceridad de sus conversiones religiosas al cristianismo siempre ha
habido debates historiográficos. Tradicionalmente la historiografía decía
que los judíos conversos muchas veces fingían la conversión, ya que de
cara a la sociedad eran cristianos y después practicaban ritos judíos
clandestinamente. Sin embargo, en la actualidad se ha desmontado esta
teoría.