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EL PODER DE LA PALABRA.

¿Qué cosa eres? voz que brota en un manantial, el sonido que remueve el sentido humano y
entrelaza su mente sin parar, esa fuerza increíble sin duda puede armar y desarmar, del poder no
sales, sin saber el imprudente habla sin pavor, luego sus palabras lo condenan y su alma se
entristece y aun si se lamenta deprimidamente, éste no ha entendido la fuerza brutal en las
palabras al hablar, sin embargo una palabra no como doncella, sino dura y directa, es arma buena
mejor puesta en el sabio que pronuncia armonía en la oscuridad. Se dice que una sola en la boca
correcta logra entrar cortes y hábilmente hasta transformar un sentido sobrenatural, no te
imaginas, pues unidas con sabor a integridad logran embellecer el rostro de multitudes que
buscan sanidad.

Pueden herir, pero también sanar, no te afanes en pronunciar cosas indebidas, las palabras hieren
mucho más que un puñal; dije a Dios, pon un guarda sobre mis labios, un espía a mis
pensamientos, no dejes que salgan, me pueden degollar, si supiera el poder que tienen las
palabras, me lamentaría mucho si mi boca no bendice a los demás, pero una cosa añado, y es que
mis palabras pueden alabarte oh Jehová.

Entiendo algo y a la vez no lo puedo ni creer, que si uso una palabra para bien, me puede
fortalecer, pero si la uso para mal, sin remediar me condenara. Quiero suplicar otra vez, en cuidar
de hablar mal, de repente te das cuenta que palabras envidiosas y retorcidas son veneno para el
alma, un sudor de angustia se sobrepone en mi rostro cuando veo un corazón herido, este guarda
lo más íntimo del hombre aunque aquel no esté atento a su verdad; me pregunto si tal desorden
viene de una palabra en boca de un holgazán, el responsable de ese desplome emocional.

Tengo miedo para hablar, si cada palabra atrae como imán a una más y sobre el palabrero se
acomodan para elogiar, pero cual verdad, si aúllan para destrozar y se camuflan para difamar. Digo
que es mejor amar sin hablar demás, querer sin pronunciar, olvidar sin rencor, perdonar sin
justificar. Si un hecho vale más que multitud de mil palabras, es mejor callar para no provocar un
huracán.

AUTOR:

Luilli.

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