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Procesal Civil
Rolando CASTELLARES AGUILAR*
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TEMA RELEVANTE
El autor considera que la sentencia del Sexto Pleno Casatorio contiene un amplio y profundo
análisis del debido proceso y de la forma correcta de ejecución de garantías reales. Resalta, en este
sentido, el Tercer Precedente, que debe ser tenido en cuenta por parte de las empresas del sistema
financiero. Así, afirma que existe el errado criterio de que solo estas empresas pueden capitalizar
los intereses de las acreencias que mantengan frente a sus clientes deudores, o la creencia que por el
solo hecho de ser empresas pertenecientes al sistema financiero tienen plena facultad para
capitalizar los intereses de cualquier acreencia.
MARCO NORMATIVO
• Código Civil: arts. 1098, 1099, 1104, 1234, 1235, 1249 y 1250.
• Código Procesal Civil: arts. 3, 188, 687, 689, 720, 722 y 724.
• Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia
de Banca y Seguros, Ley N° 26702 (09/12/1996): arts. 132, 172, 228 y 240.
Introducción
Mediante sentencia de fecha 3 de enero de 2013, dictada por el Pleno Casatorio Civil realizado por
las Salas Civiles de la Corte Suprema de Justicia de la República, que ha sido hecha pública en el
diario oficial El Peruano de fecha 1 de noviembre de 2014, se ha resuelto el recurso de casación
interpuesto por la parte ejecutada en proceso judicial de ejecución de garantía hipotecaria,
constituida en favor de una entidad bancaria y cedida por esta a otra entidad de banca de segundo
piso, declarando fundado el recurso de casación e insubsistente la resolución apelada y nulo todo lo
actuado, hasta la etapa de declarar la procedencia o no de la demanda de ejecución de la garantía
hipotecaria.
Esta sentencia contiene un amplio y profundo análisis de la institución procesal del debido proceso,
en sus aspectos formales y sustanciales, así como de la obligación y necesidad de motivar las
decisiones del juez; para posteriormente referirse a la correcta forma de ejecución de las garantías
reales, que constituye un documento de singular importancia para los justiciables, tanto ejecutantes
como ejecutados; culminando sobre la base del análisis del caso concreto materia de resolución
casatoria, con la determinación de siete (7) Precedentes Vinculantes que, en adelante, deberán tener
presente los órganos jurisdiccionales de la República en las ejecuciones de garantías reales en vía
judicial; por lo que sin duda constituye una pieza jurídica referente y de suma importancia e interés
para todos los procesos de ejecución de garantías reales y no solo hipotecarias, ya sea de garantías
reales constituidas a favor de las empresas del sistema financiero o de personas ajenas a dicho
sistema.
Antes de referirnos a dichos Precedentes Vinculantes, al haber participado en el análisis del caso
particular que ha generado esos Precedentes Vinculantes, en calidad de Amicus Curiae,
participación que agradecemos y nos honra, más aún al comprobar que en el contenido de la
Sentencia Casatoria se han tomado en cuenta y acogido las consideraciones, referencias,
recomendaciones y conclusiones que expusimos en su momento, estimamos que será ilustrativo
resumir nuestra exposición, la que pasamos a referir a continuación. En efecto, en nuestra
exposición e intervención, nos referimos a los siguientes aspectos del caso:
Aun cuando pueda resultar ocioso, debemos recordar que el Recurso de Casación se funda en
cuestiones eminentemente jurídicas y no fácticas. La Casación no se interpone ni admite para que la
Sala Suprema revalore pruebas que no hayan sido hechas en las instancias precedentes. Su finalidad
esencial es la verificación de la adecuada aplicación del derecho objetivo y lograr una
jurisprudencia uniforme en las resoluciones que expide el Poder Judicial. Es esa su finalidad. Se
señala esto, a fin de tenerlo muy en cuenta para la resolución final que se emita en el caso que nos
ocupa.
2. Calificación del recurso de casación en el Expediente Nº 2402-2012 que hace la sala
suprema
La Sala Suprema ha admitido el Recurso de Casación interpuesto por la Ejecutada, sobre la base de
los siguientes dos fundamentos:
a) Por la denuncia referida a la insuficiente motivación, toda vez que el cobro es por una
suma muy superior al Pagaré y al señalado en el estado de cuenta y ello infringe el artículo 139.5 de
la Constitución Política y el artículo 3 del CPC (que se refieren a la obligación de fundamentar las
resoluciones judiciales).
b) De modo excepcional, también se declara procedente este Recurso de Casación, por la
infracción del artículo 1099.1, 2 y 3 del CC (referido a los requisitos para la validez de la
Hipoteca).
Pasemos en seguida a analizar si estos dos sustentos que se señalan en el Auto Calificatorio del
Recurso de Casación tienen sustento, según los documentos y actuaciones que corren en el
Expediente, iniciando por este último sustento acogido por la Sala Suprema.
Según el artículo 1099 del CC, para la validez de la Hipoteca, se requieren de los siguientes
requisitos:
1) que afecte el bien el propietario o quien esté autorizado para ese efecto, conforme a ley.
Debemos analizar, por tanto, si hay mérito para amparar la Casación, sobre la base del
incumplimiento de alguno de estos requisitos formales que la ley exige para la validez de la
hipoteca que se ha solicitado ejecutar.
Según la Escritura Pública de fecha 8 de mayo de 1998, que corre a fjs. 51, la Hipoteca fue
constituida por los legítimos propietarios del inmueble ubicado en el Lote 19, Mz O-3, Sector 1°,
del AAHH La Victoria, Sector de Chiclayo (Calle Virú 536, La Victoria, Chiclayo), de 198.75 m2;
por lo que se da cumplimiento adecuado al primer requisito para la validez o eficacia de la
Hipoteca, no existiendo razón alguna para seguir analizando el incumplimiento de este requisito al
haber sido constituida la Hipoteca por los dos propietarios, mediante la antes indicada Escritura
Pública, con lo que se da pleno cumplimiento a este primer requisito.
Por otro lado, en la medida en que se traten de obligaciones sujetas al régimen nominalista (art.
1234 del CC) o al régimen valorista (art. 1235 del CC), serán determinadas o determinables. En el
caso que nos ocupa, por la plena identificación de las obligaciones que quedan respaldadas por la
Hipoteca, no hay duda de que estamos ante obligaciones determinadas, faltando solamente
identificar las mismas que, en este caso, es el único Pagaré emitido por los constituyentes a la orden
del Banco acreedor que luego fue endosado o cedido a favor del Ejecutante (Cofide), por lo que sin
duda, se trata de una obligación perfectamente determinada.
Al respecto, el artículo 172 de la Ley General del Sistema Financiero (Ley Nº 26702), en su versión
original, disponía como regla, que las obligaciones constituidas a favor de las empresas del sistema
financiero, eran garantías genéricas, y respaldaban todas las obligaciones ya adeudadas o las que
pudiesen adeudarse en el fututo por el constituyente y/o por el cliente garantizado por dicho
constituyente, admitiendo pactar en contrario. Para mayor recordación este texto original, tenía el
siguiente tenor:
“Con excepción de las hipotecas vinculadas a instrumentos hipotecarios, los bienes dados en
hipoteca, prenda o warrant en favor de una empresa del sistema financiero, respaldan todas las
deudas y obligaciones directas e indirectas, existentes o futuras, asumidas para con ella por quien
los afecte en garantía o por el deudor, salvo estipulación en contrario”.
Por tanto, según dicho texto original, para que una garantía no sea genérica, debía haberse pactado
de modo expreso que se trataba de una garantía específica.
Al respecto, debemos recordar que la Hipoteca que nos ocupa es una constituida bajo este régimen
legal; pues la Hipoteca fue constituida el 8 de mayo de 1998.
Debemos hacer notar, sin embargo, que esta Ley Nº 27682, no prohibía exactamente la constitución
de garantías genéricas (sábana), sino que su tenor obligaba a señalar las “(…)deudas y obligaciones
expresamente asumidas (…)”, las que bien permitía señalar expresamente las obligaciones que ya
adeude y/o pueda adeudar el constituyente en el futuro; no siendo pues clara esta expresión de
“(…)deudas y obligaciones expresamente asumidas (…)”, por lo que muy rápidamente hubo la
necesidad de modificar este texto legal que reproducimos en seguida, que rigió solo durante 7
meses aproximadamente:
TEXTO DE LA LEY N° 27682 (rigió desde el 9 de marzo de 2002) “Los bienes dados en hipoteca,
prenda o warrant en favor de una empresa del sistema financiero, solo respaldan las deudas y
obligaciones expresamente asumidas para con ella por quien los afecta en garantía. Es nulo todo
pacto en contrario”.
Ante lo absurdo de esta norma, a solo pocos meses de su vigencia, hubo la necesidad de
modificarla, lo que se hizo mediante la Ley Nº 27851, que dispuso que las garantías pueden
respaldar las obligaciones propias, presentes o futuras, siempre que así se estipule en el contrato; es
decir, que las garantías podían ser específicas o genéricas, pero expresamente señaladas; mientras
que las garantías constituidas para respaldar deudas y obligaciones ajenas, se limitaban a las
expresamente señaladas; con lo que no hay un claro y real distingo entre garantías constituidas por
obligaciones propias y las que se hagan para respaldo de deuda ajena. El texto fue el siguiente:
TEXTO DE LA LEY N° 27851 (rigió desde el 22 de octubre de 2002) “Los bienes dados en
hipoteca, prenda o warrant a favor de una empresa del sistema financiero, respaldan todas las
deudas y obligaciones propias, existentes o futuras asumidas para con ella por el deudor que los
afecta en garantía, siempre que así se estipule expresamente en el contrato.
Cuando los bienes afectados en garantía a favor de una empresa del sistema financiero son de
propiedad distinta al deudor, estas solo respaldan las deudas y obligaciones del deudor que hubieran
sido expresamente señaladas por el otorgante de la garantía”.
Posteriormente, mediante la Ley Nº 28677, Ley de la Garantía Mobiliaria, se derogó también este
último régimen, teniendo desde entonces las Hipotecas constituidas en respaldo de deudas y
obligaciones asumidas frente a una empresa del sistema financiero, el mismo régimen común
contenido en el Código Civil, que es el aplicable para cualquier otro acreedor hipotecario.
Al haberse constituido la Hipoteca que nos ocupa según Escritura Pública del 8 de mayo de 1998,
es decir, conforme al texto original del artículo 172 de la Ley General, encontramos totalmente
adecuada a las normas vigentes en la fecha de su constitución y aún a las normas que rigen hoy
mismo (año 2014), que es plenamente válido constituir hipotecas para respaldar obligaciones
presentes o futuras, específicas o genéricas (sábana), que en este caso están plenamente
determinadas, más aún desde que existe una sola obligación de cargo de los deudores
constituyentes, consistente o representada por un Pagaré.
Por tanto, estimamos que también se cumple a plenitud con este segundo requisito, al haberse
señalado con toda claridad las obligaciones garantizadas con esta hipoteca; comprendiendo
expresamente al Pagaré emitido por ambos constituyentes a favor del Banco, en fecha posterior a la
constitución de la Hipoteca, por lo que no nos cabe la menor duda de que dicha obligación está
respaldada por esta Hipoteca.
Respecto a la tercera condición para la validez de la Hipoteca, de la indicación del monto del
gravamen, igualmente se señala en la Escritura Pública de constitución de la hipoteca, que el
inmueble fue gravado hasta por la suma de US$ 21,000.00, habiendo quedando la Hipoteca, por
otro lado, inscrita en el Asiento 0004, de la P100072265, del Registro Predial, tal como se
aprecia de la Escritura Pública que corre a fjs. 51 y del Certificado de Gravamen que corre a fjs 67;
por lo que no apreciamos que exista alguna infracción o incumplimiento o inobservancia del
artículo 1099 del CC, que ampare la Casación.
Respecto a la causal de insuficiente motivación que el Auto de calificación señala como sustento,
debemos analizar si las sentencias de primera y segunda instancia han motivado adecuadamente las
resoluciones que han expedido.
Al respecto, es del caso recordar que, el presente proceso de ejecución de hipoteca se sustentó e
inició bajo el texto anterior del artículo 720 del CPC, que con posterioridad a la demanda fue
modificado mediante el Decreto Legislativo Nº 1069, disponiendo que los procesos judiciales
iniciados antes de su vigencia, debían seguir tramitándose conforme al texto anterior.
Así, era suficiente que la demanda de ejecución de garantía sea aparejada con el documento que
contiene la garantía y el estado de cuenta de la obligación cuyo pago se persigue con dicha
demanda.
Por otro lado, el artículo 722 del CPC señala que el ejecutado puede contradecir la demanda de
ejecución de garantía, solo sustentándose en las siguientes causales: i) la nulidad formal del título,
ii) la inexigibilidad de la obligación, iii) que la obligación haya sido pagada, iv) la obligación
haya quedado extinguida de otro modo, y v) la prescripción. Agrega que cualquier otra causa
distinta que se alegue para contradecir la ejecución demandada, debe ser rechazada liminarmente
por el juez.
En relación con estas condiciones que deben tener las obligaciones de dar sumas de dinero, en vía
de Casación ya se tiene determinado que una obligación: “Es cierta, cuando es conocida como
verdadera e indubitable” (Cas. Nº 784-2001-Lambayeque); por lo que en el caso que nos ocupa
correspondería determinar, si el Estado de Cuenta presentado por el ejecutante, reúne las
características que exige el artículo 687 del CPC, aun cuando se trata de un proceso iniciado antes
de la modificación del artículo 720 del CPC; y, por otro lado, a raíz de este caso judicial,
determinar para el futuro y conforme al actual texto del indicado artículo 720 del CPC, las
condiciones mínimas que debe reunir el Estado de Cuenta o Liquidación que el ejecutante presente,
no solo cuando el ejecutante sea una empresa del sistema financiero, toda vez que este proceso de
ejecución de garantía previsto en el artículo 720 y siguientes del CPC, es aplicable a todo acreedor
ejecutante, persona natural o jurídica, perteneciente o no al sistema financiero, que tenga respaldada
su acreencia con la garantía real objeto de ejecución.
Así, estimamos que debe determinarse si es suficiente la constitución de una Hipoteca válida, más
la evidencia cierta de la existencia de la deuda garantizada, aun cuando la suma cuyo pago se
pretende no resulte cierta, expresa, exigible ni líquida, ni indubitable, según y conforme al Estado
de Cuenta o Liquidación presentada con la demanda por el ejecutante.
Por otro lado, debería determinarse si el juez debe calificar la calidad de “título ejecutivo” del
instrumento que contiene el monto adeudado cuyo pago se persigue con la ejecución de la garantía
que hoy exige el CPC en su artículo 720 modificado; o, tal determinación debe ser objeto de otra
acción; o debe determinarse solo en la etapa de aplicación del producto obtenido con la ejecución
de la garantía; toda vez que un proceso de ejecución de garantía real que se peticione al amparo del
artículo 720 del CPC, no es el apropiado para la determinación de la acreencia adeudada.
En el caso que nos ocupa, Cofide demandó la “Ejecución de Garantía Real para que los
demandados cumplan con abonarnos la suma de S/. 311,915.61”. Nótese que no demandó la
ejecución de la Hipoteca para el pago de la deuda representada por Pagaré garantizado y endosado
en su favor, más los intereses generados por la falta de pago de dicho Pagaré; presentando un
Estado de Cuenta del saldo deudor insoluto, que no señala que se trata de la deuda contenida en
dicho Pagaré y que a simple análisis, genera serias dudas sobre su certeza en el monto, aun cuando
está plenamente demostrado que la parte ejecutada sí adeuda, en principio el monto del Pagaré.
Aun cuando estimamos que esta no es la etapa procesal para revalorar las pruebas, para lo cual
hubo etapas en las que el ejecutado pudo haber hecho valer su oposición por la inexigibilidad de la
suma demandada, al no encontrar suficiente sustento en las sentencias de primera y segunda
instancias respecto al monto cuyo pago se persigue con la ejecución de la Hipoteca, hemos notado
los siguientes hechos inconsistentes que ninguna de las dos sentencias analiza:
a) El Estado de Cuenta no señala que la suma final liquidada, proviene del Pagaré insoluto,
que es la única deuda de cargo de la parte ejecutada.
b) En el Estado de Cuenta del Saldo Deudor, no se señala si los importes allí indicados son en
moneda nacional o extrajera; lo que inclusive ha generado confusión en la Corte Superior, que
señala en su sentencia que se trataría de US Dólares (5° y 6° Considerando de sentencia, fjs. 344),
cuando resulta por demás obvio, que más bien se trata de deuda asumida en nuevos soles, por ser
esa la moneda del Pagaré.
c) En la liquidación de intereses, se señalan tres rubros, uno de intereses compensatorios, otro
de moratorios y un tercero rubro de intereses que no se señala de qué intereses se tratan (fjs. 55), lo
que genera dudas sobre la legalidad y corrección de esta liquidación practicada por el ejecutante
que debió ser reparado por la autoridad judicial.
d) A lo largo del proceso y documentos probatorios que corren en autos, se aprecia referencias
a diversos montos de la obligación incumplida, que ninguna parte de la sentencia se encarga de
aclarar (¿no es acaso esto, una insuficiente motivación?); dentro de las cuales tenemos las
siguientes fechas y montos dispares:
• El PAGARÉ, fue emitido el 31.Ago.98, por S/. 32,000.00, con vcto. al 30/10/1998.
• El PAGARÉ, a la fecha de la cesión a Cofide, esto es, al 26/10/2001, se señala que tenía
como saldo S/. 23,253.18.
Al respecto, una simple operación aritmética, aplicando la tasa total de 40.49% anual (34.49 + 6),
por 762 días, no puede generar intereses de S/. 289,328.05, más aún, desde que los intereses de una
obligación representada en un Pagaré, no pueden ser capitalizados; capitalización que se admite
solamente para acreencias registradas en cuentas bancarias, mercantiles o análogas, tal como
dispone el artículo 1249 del CC, mas no cuando la obligación está representada en un Pagaré.
Además, estas tasas que son expresadas por las empresas del sistema financiero, son tasas efectivas
(TEA), es decir, no admiten capitalizaciones de intereses; por lo que resulta claro que en este caso
de una deuda consistente en un Pagaré insoluto, no es posible capitalizar los intereses.
• Por otro lado, la CARTA NOTARIAL cursada por Cofide el 5/02/2008 al Deudor, señala
que se le adeuda la suma de S/. 197,999.82, genera más desorientación sobre el saldo insoluto cuyo
pago se demanda.
• Sin embargo, el escrito de Demanda, de fecha 5/05/2008 (solo 3 meses después de la
notarial), exige el pago de S/. 311,915.61.
• La SENTENCIA de 1era. Instancia, señala que según el Pagaré y constancias de pagos
parciales, el saldo de la acreencia al 17/11/2001, es de S/. 22,670.08.
• La Corte Superior, señala (Punto 5) que al 3/04/2008, el saldo deudor es de USD
22,587.56 (y no nuevos soles); y, en el (Punto 6) señala que al 21/11/2000, con las amortizaciones
hechas por el Deudor, la deuda disminuyó de USD 33,253.18 (señalando que se trata de la última
renovación).
Todos estos importes discrepantes y con poca claridad, debieron ser aclarados y determinados en
las instancias precedentes; todo lo cual requiere que se precisen las condiciones mínimas que debe
tener el Estado de Cuenta que debe aparejar las demandas de ejecución de una garantía real, que
hasta la fecha vienen generando inconvenientes a los justiciables y criterios dispares entre los
jueces.
Por lo antes indicado, estimamos que debe ser materia de análisis solamente el primer fundamento
señalado en el Auto que califica este Recurso de Casación, al no apreciarse defecto o causal de
invalidez alguna en la constitución de la hipoteca.
Para futuras acciones de ejecución de garantías reales, sería acertado determinar las formalidades
mínimas de la liquidación o estado de cuenta que se aparejan a las demandas sustentadas en el
artículo 720 del CPC; teniendo muy presente que estas ejecuciones no son exclusivamente para las
garantías constituidas a favor de acreedores que sean empresas del sistema financiero, sino que se
tratan de normas aplicables a cualquier acreedor ejecutante.
La Corte Suprema de la República, luego de resuelto el caso particular antes referido, ha acogido
nuestras propuestas de fijar y precisar los requisitos y formalidades que deben observar los
ejecutantes de garantías reales, ya sean ejecutantes que pertenezcan o no al sistema financiero,
señalando nada menos que siete Precedentes Vinculantes que serán de suma utilidad en adelante, no
solo como una seguridad para los justiciables, ejecutantes y ejecutados, sino también para los
órganos jurisdiccionales que, de esta forma y gracias a estos Precedentes Judiciales Vinculantes,
tendrán una actuación uniforme, que sin duda generará confianza, como uniformidad y
predictibilidad de nuestra jurisprudencia y procesos de ejecución de garantías reales, lo que es
encomiable y acertado y que debemos saber reconocer a los Señores Magistrados que han resuelto
este caso emblemático y fijado estos Precedentes de suma importancia e interés para todos los
justiciables y abogados.
Los siete Precedentes Judiciales Vinculantes, son los siguientes, siendo de singular importancia
para las empresas del sistema financiero, los Precedentes Segundo y Tercero:
Para la procedencia de una ejecución de garantías reales, en el caso de personas ajenas al Sistema
Financiero, a la demanda de ejecución deberá acompañarse:
i) Documento constitutivo de la garantía real, que cumpla con las formalidades y requisitos
de validez establecidos en los artículos 1098 y 1099 del Código Civil o, en su caso, por ley
especial, con las siguientes particularidades:
a. Tratándose de una garantía real constituida expresamente para asegurar una obligación
determinada, siempre que ella esté contenida en el propio documento constituido de la
garantía, a los efectos de la procedencia de la ejecución, no será exigible ningún otro documento.
b. Tratándose de una garantía real constituida para asegurar una obligación determinable,
existente o futura, documento reconocido por ley como título ejecutivo u otro documento idóneo
que acredite la existencia de la obligación que contenga la determinación de la misma a cancelar a
través de la ejecución judicial de la garantía, que cumpla con los requisitos del artículo 6891 del
Código Procesal Civil.
iii) Los demás documentos indicados en el artículo 7202 del Código Procesal Civil.
II. Precedente segundo
i) Documento constitutivo de la garantía real, que cumpla con las formalidades y requisitos
de validez establecidos en los artículos 1098 y 1099 del Código Civil o, en su caso, por ley
especial, con las siguientes particularidades:
a. Tratándose de una garantía real constituida expresamente para asegurar una obligación
determinada siempre que aquella esté contenida en el propio documento constituido de la
garantía –a los efectos de la procedencia de la ejecución– no será exigible ningún otro documento.
b.2. Tratándose de operaciones distintas de las indicadas en los dos acápites anteriores, documento
que contenga la liquidación de saldo deudor conforme a lo establecido en el artículo 132 inciso 7
de la Ley N° 26702, Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la
Superintendencia de Banca y Seguros, suscrito por apoderado de la entidad del sistema
financiero con facultades para liquidación de operaciones, detallando cronológicamente los
cargos y abonos desde el nacimiento de la relación obligatoria hasta la fecha de la liquidación del
saldo deudor, con expresa indicación del tipo de operación, así como la tasa y tipos de intereses
aplicados para obtener el saldo deudor; asimismo, la parte ejecutante puede presentar prueba idónea
y especialmente documental, para acreditar la obligación objeto de la demanda, teniéndose en
cuenta para ello los fines de los medios probatorios previstos en el artículo 1883 del Código
Procesal Civil.
ii) Los demás documentos indicados en el artículo 720 de Código Procesal Civil.
De esta forma, en el caso particular de las ejecuciones de garantía reales constituidas a favor de las
empresas del sistema financiero, de no encontrarse señalada la obligación garantizada en el mismo
instrumento de constitución del gravamen, será necesario aparejar la demanda de ejecución, con la
letra de cambio a la vista protestada, proveniente del cierre de la cuenta corriente cuyo saldo deudor
representa dicha letra de cambio, aparentemente no admitiéndose otro instrumento de probanza con
calidad de título ejecutivo; por lo que es aconsejable que las ejecuciones de garantías reales para el
pago de saldos deudores en cuenta corriente bancaria, sean sustentadas con la letra de cambio a la
vista de que trata el artículo 228 de la Ley General (Ley Nº 26702).
i) Se cumplen los requisitos establecidos en los PRECEDENTES PRIMERO y/o SEGUNDO.
ii) El saldo deudor realizado por la parte ejecutante comprende abonos y cargos, o pagos a
cuenta si los hubiere, atendiendo que el pacto de capitalización de intereses solo es lícito en los
supuestos indicados en los artículos 1249 y 1250 del Código Civil, esto es, cuando se trate de
cuentas bancarias, mercantiles y similares, o cuando se celebre por escrito el pacto después de
contraída la obligación, siempre que medie no menos de un año de atraso en el pago de los
intereses.
Este Tercer Precedente es de suma importancia tenerlo presente por parte de las empresas del
sistema financiero; pues existe el errado criterio bastante generalizado fuera y dentro de las
empresas del sistema financiero, que solamente estas empresas pueden capitalizar los intereses de
las acreencias que mantengan frente a sus clientes deudores, o la creencia que por el solo hecho de
ser empresas pertenecientes al sistema financiero o bancario, tienen plena facultad para capitalizar
los intereses de cualquier acreencia que tengan frente a sus clientes deudores, lo que no es verdad;
pues el artículo 12494 del CC lo que admite es la capitalización de intereses, en la medida que las
partes de la relación crediticia mantengan el vínculo contractual a través de cuentas mercantiles,
bancarias o similares; por lo que aun cuando no fuese una entidad bancaria la parte acreedora, si
la deuda está sustentada o registrada en una cuenta (mercantil o similar), es posible y válido pactar
desde un inicio la capitalización de los intereses; y, por su lado, aun cuando el acreedor fuese una
empresa bancaria o financiera, si el vínculo crediticio no está registrado a través de cuentas
bancarias, dicho acreedor bancario no podría pactar la capitalización de intereses desde un inicio.
Así, por ejemplo, en tanto no se haya girado la letra a la vista, el saldo deudor en cuenta corriente
bancaria, sí producirá la capitalización permanente de los intereses que se devenguen en cada
periodo. Una vez girada la letra a la vista y cerrada la cuenta corriente, al no estar más contenida la
deuda en una relación de cuenta bancaria, mercantil o similar, y haber pasado a ser representada en
una letra de cambio, ya no es posible que los intereses que siga generando el importe de la letra de
cambio, se capitalice. Por su lado, un acreedor ajeno al sistema financiero, que mantenga con su
deudor una relación de crédito mediante el uso de una cuenta corriente mercantil (conforme al
artículo 563 del Código de Comercio, vigente, dos personas que deban entregarse recíprocamente
valores, pueden estipular la conversión de de sus mutuas acreencias, en partidas de “Debe” y
“Haber”, de modo que solo resulte exigible la diferencia final, procedente de la liquidación). En
este caso, la ley admite pactar la capitalización de intereses entre personas ajenas al sistema
financiero, en la medida que sus relaciones operan a través de cuentas mercantiles o similares.
Todo lo señalado anteriormente tiene una explicación en la naturaleza jurídica de las cuentas
corrientes que datan desde hace más de 4,000 años, al haber sido ya objeto de regulación desde el
Código de Hamurabi (2,000 años AC), en el que se típifica este contrato, que consiste en la
permanente compensación de los cargos y abonos (Debe y Haber), por lo que los intereses
devengados correspondientes al saldo deudor que se registren en estas cuentas, automáticamente se
capitalizarán; razón por la cual las limitaciones legislativas al anatocismo, resultan aplicables a las
relaciones crediticias que se registren a través de estas cuentas mercantiles, bancarias o similares.
Es del caso señalar que, desde la liberación de las tasas máximas compensatorias dentro del sistema
financiero (artículo 52, Ley Nº 26123, Ley Orgánica del BCR; artículo 9, Ley Nº 26702, Ley
General del Sistema Financiero), las mismas que se determinan por la libre oferta y demanda del
mercado; así como la obligación que tienen las empresas del sistema financiero de expresar sus
tasas de interés en términos efectivos, tanto en su publicidad como en sus contratos, fijando en
términos de TEA (Tasa Efectiva Anual), considerando año de 360 días, carece ya de toda
importancia diferenciar entre la tasa de interés nominal y la tasa con capitalización de intereses;
pues el acreedor bancario debe acordar y expresar y pactar necesariamente en términos de TEA,
que ya no admite capitalización de intereses. Es más, inclusive para los clientes calificados como
Usuarios, se ha impuesto que las empresas del sistema financiero expresen el costo total de sus
acreencias, en términos de TEA, esto es, no solo el costo total y efectivo de intereses, sino además
de otros cobros que estén facultados a hacer por servicios y gastos efectivamente incurridos al
colocar créditos a favor de estos deudores.
Todo ello, ha dejado ya atrás la preocupación que se tenía desde tiempos remotos, de que con el
sistema de capitalización de intereses, el acreedor obtengan ingresos mayores a las tasas nominales
máximas de interés que la ley admitía; complementado con la sanción penal en caso de exceder
dichas tasas máximas. Con el régimen señalado en el párrafo anterior, para las empresas del sistema
financiero, carece ya de objeto prohibir o limitar la capitalización de intereses; pues el interés
compensatorio que utilicen, es efectivo, neto; y, aun cuando en las cuentas bancarias se produzca la
natural capitalización de intereses, el costo neto final, será en términos de TEA (incluida la
capitalización).
El juez de considerar que el estado de cuenta de saldo deudor presenta evidentes omisiones de los
requisitos y formalidades ya precisadas o tiene notorias inconsistencias contables, debe declarar
inadmisible la demanda a los efectos de que el ejecutante presente nuevo estado de cuenta de saldo
deudor conforme a sus observaciones.
El juez ejecutor una vez determinada la procedencia de la ejecución, debe emitir el mandato de
ejecución, disponiendo el pago íntegro de la suma liquidada en el plazo indicado en el artículo 7215
del Código Procesal Civil, bajo apercibimiento de proceder al remate judicial del bien dado en
garantía, incluso si aquella suma excede del monto del gravamen establecido en el acto de
constitución de la garantía o en sus actos modificatorios y/o ampliatorios.
El acreedor tan solo podrá ejecutar la hipoteca por el monto de esa garantía, es decir, que su
concesión está limitada al bien o bienes que se especifiquen al constituir la garantía y que
también está limitada a la suma que expresa y claramente se determina en el correspondiente
documento constitutivo de la hipoteca. En los supuestos en que la suma dispuesta en el mandato
ejecutivo exceda el monto del gravamen de la garantía real, la parte ejecutante a fin de asegurar la
posibilidad de ejecución debe proceder conforme a lo establecido en el artículo 7247 del Código
Procesal Civil (por el saldo deudor tras la realización del remate del bien o, en su caso, la
adjudicación en pago al ejecutante).
Aun cuando este precedente se limita a la ejecución de hipoteca con gravamen menor al monto total
adeudado, estimamos que debería aplicarse la misma regla y norma procesal, para los casos de
prendas y garantías mobiliarias que se ejecuten judicialmente.
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